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ARTE ROMANO - ALTAR DE DOMICIO AENOBARBO

Los sacrificios de animales eran frecuentes en la antigua Roma. Uno de ellos, la SUOVETAURILIA consistíía en sacrificar un
cerdo, un cordero y un ternero que se ofrecíían a Marte y servíían para purificar la tierra. Tras el sacrificio, si los AUGURIOS
eran malos, se repetíía el sacrificio o parte de eí l. Catoí n nos cuenta el ritual, que comenzaba con un paseo de los animales por el
terreno que se iba a purificar:"Te ordeno, pasear esta triste víctima alrededor de mi dominio y de mi tierra, para que con la
ayuda de los dioses el éxito corone mis empresas".

A continuacioí n, se efectuaba el sacrificio y se efectuaba la siguiente oracioí n a Marte: "Padre Marte, te suplico que seas
benevolente y propicio para mí, mi familia y nuestra casa; con esta intención he hecho pasear a tres víctimas alrededor de mi
campo, para que tú apartes las enfermedades, la esterilidad y la destrucción, las calamidades y las inclemencias del tiempo; que
permitas que mis cosechas y mis trigos, mis viñas y mis plantaciones florezcan y lleguen a la sazón; que guardes a mis pastores y
rebaños y que des salud y fortaleza a mí, a mi casa y a mi familia; con esta intención, para purificar y hacer un sacrificio
expiatorio en favor de mi heredad, dígnate aceptar la inmolación de estas tres víctimas lactantes.."

Tambieí n era imprescindible realizar uno de estos sacrificios antes y despueí s de una campanñ a militar:

La obra maí s antigua que se conoce del geí nero histoí rico, puramente romano, son los relieves que se han identificado como de
un friso que adornaba el altar levantado por Domicio Ahenobarbo en conmemoracioí n de su Victoria de Brindisi. Estos
relieves, descubiertos ya desde muy antiguo, habíían sido vendidos en Roma y dispersados; unos estaí n en el Museo de Muí nich
y otros en el del Louvre.
Los fragmentos de Muí nich representan un cortejo de nereidas y tritones que acompanñ an el carro de Venus y Neptuno, y estaí n
ejecutados en un estilo tan genuinamente griego, que en las historias del arte se acostumbraban citar, no como romanos, sino
como modelos de la uí ltima orientacioí n del arte heleníístico alejandrino.

En la parte anterior del altar, que es la del Museo del Louvre, el friso representa por primera vez una escena que seraí luego
mil veces repetida por el arte romano: el sacrificio ritual de accioí n de gracias con que un jefe militar debíía terminar siempre
una campanñ a. El propio Domicio estaí representado vestido con la toga del sacriticador a un lado del ara, adonde le llevan las
vííctimas varios auxiliares, como eí l coronados de laurel.

Maí s allaí , los veteranos se despiden de su general visiblemente emocionados; uno esconde el rostro mientras se apoya en el
caballo. Toda esta parte del friso tiene, pues, un caraí cter perfectamente histoí rico; representa un hecho determinado; debe de
ser casi de actualidad, y, sin embargo, se pone a continuacioí n de los relieves de Munich, donde las nereidas y tritones no
sirven maí s que para proporcionar, con el lenguaje siempre alegoí rico preferido del arte griego, una alusioí n mitoloí gica de la
campanñ a naval de Domicio Ahenobarbo.

En la parte genuinamente romana del friso, o sea la del sacrificio, todos los detalles estaí n evidentemente copiados de la
realidad; la cabeza de Domicio debe de ser un retrato, como tambieí n acaso las de algunos de sus acompanñ antes. Las tres
vííctimas conducidas al sacrificio, el cerdo, el carnero y el toro, senñ aladas por el ritual romano, estaí n en orden inverso en el ara
de Domicio Ahenobarbo, porque la ceremonia era para celebrar el teí rmino de la accioí n guerrera. Pero, en cambio, para abrir
una campanñ a su orden debíía de ser lituí rgicamente contrario.

Asíí puede verse en los relieves que decoraban tambieí n con estas tres vííctimas la columna Trajana, en frisos de arcos
triunfales y en simples aras. El arte romano sintioí una extraordinaria predileccioí n por esta escena, la llamada
SUOVETAURILIA, donde aparecen mezclados el sentimiento religioso del culto oficial del Estado y la glorificacioí n de los
triunfos de sus legiones.

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