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Programa de Educación de Codepu

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A pesar del crecimiento progresivo de las libertades individuales en el mundo en las última
décadas, la discriminación constituye uno de los más reiterados actos de violación de los
derechos humanos. Afecta, sin duda alguna, a una parte importante de la población mundial.

Una de las situaciones discriminatorias que adquiere ribetes más dramáticos afecta a las
personas que viven con el virus del SIDA. Por distintos mecanismos políticos, jurídicos,
administrativos, sociales y culturales, de hecho en el ámbito de la acción pública o privada,
estas personas son estigmatizadas y muchas veces aisladas socialmente. Actos
discriminatorios en su contra se denuncian a diario en el campo de los derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales. Esto es un motivo de preocupación para todos
quienes se ocupan de la vigencia de los derechos fundamentales de las personas. Desde el
punto de vista de los derechos humanos, la superación de la discriminación contra las
personas con VIH+ contribuye a eliminar otras formas de discriminación de que son objeto
otros sujetos sociales.

En las próximas páginas se analiza este fenómeno discriminatorio primeramente desde la


doctrina de los Derechos Humanos. Se conceptualiza la discriminación, conociendo sus
implicaciones y límites, estableciendo el rol de un Estado democrático frente al tema. Se
procura develar el significado social y político de la discriminación, dilucidando algunas de sus
implicaciones de orden cultural.

Posteriormente, se señalan las vinculaciones existentes entre el SIDA y la discriminación, se


muestra que las acciones discriminatorias obstaculizan o impiden ejercer sus derechos a
quienes tienen este virus. Se analiza el sin sentido de las medidas de exclusión en contra de
las personas seropositivas en las sociedades modernas. Finalmente, se postula y fundamenta
que las políticas no discriminatorias sólo producen beneficios a la sociedad en el campo
económico, social, político y cultural.

 
 
     

 
          



Los principios de igualdad y no discriminación están establecidos claramente en múltiples


convenciones, resoluciones y declaraciones de la Organización de las Naciones Unidas, ONU,
sus organismos especializados y de la Organización de los Estados Americanos, OEA.

El artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que "Toda persona
tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de
raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición". En su artículo 7 agrega que
todas ellas tienen "derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta
Declaración..." Esta protección contra toda discriminación es refrendada en los artículos 2 y 26
del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, y en el Artículo 1 de la    
 


Otros Instrumentos Internacionales nos entregan una definición de discriminación. La


Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial,
de la ONU, de diciembre de 1965, establece que la discriminación consiste en "toda distinción,
exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o
étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en
la esfera política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública"

En el artículo 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocido como el


(1)
Pacto de San José de Costa Rica" , se establece que "Todas las personas son iguales ante la
ley. En consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley"

El Artículo 19 de la Constitución Política de la República de Chile, en su número 2 asegura a


todas las personas: "La igualdad ante la ley... Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer
diferencias arbitrarias"; y en el número 3 asegura a cada persona "La igual protección de la ley
en el ejercicio de sus derechos".

Como hemos visto, no sólo los Instrumentos Internacionales señalados, sino también nuestra
propia Constitución Política prohíbe la discriminación y afirma la igualdad ante la ley de todos.

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Los textos señalados vinculan esencialmente la igualdad ante la ley con la no discriminación.
Es la primera la que garantiza el derecho a la protección frente a toda forma de discriminación.

Este último derecho, a su vez, asegura el reconocimiento, goce y ejercicio de todos los
derechos humanos y libertades. En consecuencia, al negarle a cualquier persona algún
derecho, no sólo se la discrimina, sino que también se transgrede el principio de igualdad ante
la ley y, además, se niega la condición de igualdad fundamental de los seres humanos
(establecida en el art. 1 de la DU). Es decir, cualquier negación de derecho que constituya
discriminación desconoce la comunidad (común unidad) humana. Este desconocimiento
implica la afirmación de la superioridad fundamental de unos sobre otros y, en consecuencia, la
escisión del género humano. Toda discriminación es, entonces, un atentado contra la
humanidad.

             

Para comprender más claramente el concepto de discriminación y su ámbito de aplicación es


importante detenerse en el significado explícito de la definición de discriminación. La expresión
apunta a "toda distinción ... que tenga por objeto menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio" de derechos y no a cualquier distinción. Una distinción no es por sí misma
discriminatoria. De hecho, existen numerosas diferencias que más que discriminar, protegen
los derechos y las dignidades de las personas o de los pueblos. Medidas especiales tomadas
en favor de personas neonatas, en favor de la infancia, de comunidades indígenas o medidas
especiales de protección a adolescentes embarazadas, o en beneficio de personas de
avanzada edad, de discapacitados, entre otras, son completamente legítimas. Todas ellas no
significan distinguir para menoscabar el goce de derechos, sino, por el contrario, facilitan la
igualdad en el ejercicio de los mismos a grupos que por sus características especiales lo
ameritan.

Por ejemplo, comunidades indígenas en algunos países de América Latina -especialmente


aquellas que tienen una propia cultura e idioma- cuentan con oficinas estatales de
representación jurídica para sus juicios, sean estos privados o públicos. No se trata de un acto
preferencial, sino que está en función de lograr la igualdad ante la ley, pues es mucho más
difícil para ellos enfrentar un juicio en otro idioma, en otra cultura.

En definitiva, no se trata, con estas medidas, de ejercer actos que rompan la igualdad ante la
ley, sino precisamente lo contrario: garantizar dicha igualdad.

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     ! "
       

Hemos visto que la discriminación atenta contra la comunidad humana. Pero, además cumple
un rol conservador de concentración del poder. Diferentes grupos han sido discriminados en
diferentes épocas y circunstancias. En un principio casi la totalidad de la población de un
territorio dado era discriminada y sólo a algunos se les reconocían derechos por quienes
monopolizaban el poder o se autoadjudicaban derechos en desmedro de los demás. La
concentración del poder y la discriminación han corrido parejo; por ello, esta última tiene un
carácter conservador. En cambio, la lucha contra la discriminación históricamente ha estado
vinculada a la lucha por la descentralización y la democratización, la socialización del poder, a
la lucha de los diversos grupos sociales por injerir en la toma de decisiones de la sociedad de
la cual forman parte. En consecuencia, la función política de no discriminar -además de
fomentar la comunidad humana- es repartir el poder, desconcentrarlo. De allí su importancia.

  

 

La discriminación, como se sabe, no se supera simplemente con modificaciones legales. La


discriminación es, además, un hecho social que opera en la cultura, en los modos de relación
entre personas y grupos. Se manifiesta en la existencia de prejuicios y estereotipos colectivos,
sociales. Es decir, en opiniones, atribuciones y juicios infundados sumamente arraigados,
respecto de otras personas y grupos, que tiendan a menoscabar los derechos de aquellos. Los
prejuicios contribuyen a la conformación de estereotipos negativos, esto es, a la adjudicación
de (supuestas) características que se conciben como fijas, esenciales y únicas de una persona
o grupo. Se desconoce así, la realidad total de esas personas y grupos, resaltando sólo
algunos (presuntos) aspectos y, en definitiva, caricaturizándolos. Prejuicios y estereotipos
sociales ayudan a la persistencia de la discriminación social. Es decir, a la mantención del
status quo que opera en desmedro de los derechos de algunos. En este sentido, la
discriminación (y los prejuicios y estereotipos sociales que la apoyan) es funcional al poder
establecido. Como se dijo anteriormente la superación de la discriminación pasa por la
repartición y desconcentración del poder.

Por todo lo anterior, la discriminación atenta contra las relaciones sociales efectivas, al ser un
obstáculo a la comunicación y a la posibilidad de cambio. Sólo hay relación social entre grupos
cuando aquella es multilateral, es decir, cuando existe intercambio real entre ellos. Y si lo existe
verdaderamente, es imposible que los relacionados permanezcan inmutables, puesto que
cualquier inter-relación modifica los elementos en juego. Nuevamente vemos aquí el carácter
conservador de la discriminación al impedir la posibilidad de cambio. Del inevitable cambio que
caracteriza la vida. Impedir ese cambio, discriminar, es, entonces, atentar contra la vida.

#    $    

Los deberes del Estado democrático en este ámbito implican variadas responsabilidades.
Primero,      %

    , por ejemplo, la
desigualdad jurídica de los hijos según filiación "legítima" o "ilegítima" en nuestro país.
Después,           , por ejemplo, no hay
obligatoriedad legal para que las ISAPRES cubran la totalidad de las enfermedades que
pueden afectar a sus afiliados, cuestión que, en cambio, es obligatoria para el sistema público
de salud. Tercero, 

          

   & 
  , sancionando, por ejemplo, la
discriminación que consiste en expulsar del sistema de salud privado a las personas de edad
avanzada. Cuarto,              (social,
cultural, religiosa y política), rol que no se cumple cuando no se consideran las particularidades
de algún grupo social significativo, por ejemplo, cuando en la escuela -y en los textos de
estudio aprobados por el Estado- no se hace mención del carácter pluri étnico de nuestro país,
haciendo como si no existiera un millón de chilenos de origen indígena.

Por otra parte, el Estado está obligado a eliminar de su institución jurídica, o de su acción
política, legislativa, administrativa o judicial cualquier acción que pueda implicar discriminación.
Como puede apreciarse, son múltiples las formas en que el Estado puede incurrir en actos
discriminatorios o abdicar de su función de promover y proteger los derechos humanos y el
bien común.

Pero, además el incumplimiento de las obligaciones del estado puede efectuarse por omisión
en cualquiera de esas dimensiones.

Es evidente que      pueden violar los derechos humanos; la
represión violenta a manifestaciones públicas, en donde la función de mantener el orden
público se transforma y redunda en violaciones a los derechos de expresión, e integridad física
y psíquica. Pero, muchas veces también es grave el incumplimiento del rol protector de los
derechos humanos, por   El Estado puede, por negligencia, incapacidad o falta de
voluntad, desligarse de esa responsabilidad o cumplirla de manera abiertamente deficiente. Es
lo que sucede con la desprotección del medio ambiente y el desconocimiento de las
necesidades ecológicas. En estos casos, hay  cuando se aceptan informes de
impacto ambiental claramente insuficientes; hay    técnica para solucionar el
colapso ambiental de Santiago, e, indudablemente, en todo esos casos, hay
  

   para enfrentar estas situaciones y hay abdicación del deber de protección de
los derechos del pueblo.

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(‘

Hoy en el mundo, la discriminación a personas que viven con el virus del SIDA adquiere niveles
preocupantes. Estos actos se dan tanto en el ámbito nacional como en el internacional. En
muchos países se exige el test de Elisa a viajantes o a personas que buscan residencia en otro
país; hay estados que niegan el derecho a refugio por causa del SIDA.

Aunque en el mundo exista mayor vigencia de los derechos y libertades fundamentales, quizás
el miedo, los prejuicios y la ignorancia, han permitido que se cometan actos discriminatorios a
quienes viven con el virus.

Hay un vínculo conceptual entre derechos humanos y SIDA: la doctrina de los derechos
humanos nos orienta en la búsqueda y en la práctica de formas de control de la pandemia que
no sean represivas ni discriminatorias. Pero, además, hay un vínculo táctico entre derechos de
las personas y SIDA: a mayor vigencia de ellos mayor logro en el control de la pandemia; el
aislamiento y la discriminación de quienes viven con el virus es contraproducente pues los
induce al alejamiento de la vida en sociedad, a esconder o negar su condición, a la
clandestinización de la enfermedad y a marginarse de los servicios sociales y de salud; todo lo
cual provoca el avance subterráneo de la epidemia y afecta a toda la sociedad. Así pues, no
hay contradicción alguna entre control de la pandemia y respeto a los derechos humanos de
quienes viven con VIH. Por el contrario, "la protección de aquellos que no están infectados con
el VIH es absolutamente dependiente de la protección de los derechos y de la dignidad de las
(2)
personas afectadas" afirma la Organización Panamericana de Salud.

Sin embargo, existen aún algunos discursos que afirman que la prevención del SIDA debe
consistir en el aislamiento de quienes poseen el virus. Esta afirmación está lejos de tener
fundamento científico. La OMS ha afirmado en múltiples ocasiones que no hay contradicción
(3)
entre la atención de las personas seropositivas y la prevención de la enfermedad. El mayor
conocimiento de las características de los distintos virus del SIDA permiten afirmar que su
desarrollo y avance guarda directa relación con el bienestar o malestar psicológico y social de
las personas que lo poseen. Una buena calidad de vida, el bienestar económico, la información
adecuada, el respeto de la dignidad, la estimación y buen trato son beneficiosas en el
tratamiento de la enfermedad y, por el contrario, la pobreza, marginalidad, el maltrato, el
aislamiento, el irrespeto, son variables que aceleran el desarrollo de la enfermedad.
En resumen, en la medida que las comunidades y la sociedad se comprometan en la
prevención de la epidemia e integren socialmente a quienes viven con el virus, obtienen logros
considerables en su control, incluso, el compromiso comunitario es una forma de disminuir los
costos a través de acciones económicas, cooperativas y asociadas.

'  &   

La violación del principio y derecho a la no discriminación, se expresa en la realización de test


de Elisa (exámenes de detección del SIDA) sin consultar a la persona a quien se le aplica.
Otras manifestaciones de esta violación ocurre con la utilización antiética de los resultados,
entregándoselos a terceros; cuestión que redunda en perjuicios de diversa índole en contra de
los afectados. También el derecho de igualdad ante la ley se viola al desconocer derechos
internacionales como es el asilo, la libertad de tránsito entre países y la obtención de visa a
(4)
personas con VIH.

'   &    

La discriminación en el ejercicio de los derechos sociales se manifiesta en la exigencia del test


de Elisa para ingresar a puestos públicos, la dada de baja de los institutos armados, el despido
arbitrario, el desconocimiento de beneficios sociales establecidos en la ley, la denegación de
asistencia médica, el maltrato en la atención de salud o la deficiente atención médica, la
expulsión o la denegación de matrícula en establecimientos educacionales por la condición de
(5)
ser personas que viven con el virus de inmuno deficiencia humana.

Todas estas prácticas significan una desprotección legal en el ejercicio de sus derechos
constitucionales, sean estos civiles, políticos, económicos, sociales o culturales.

*+      


     
  
 


,*+      

A lo menos de dos modos, la política de derechos humanos y la no discriminación tienden a


profundizar y mejorar la democracia.

Primero, el reconocimiento a todas las personas que conforman la sociedad como iguales en
dignidad y en derechos. Se mejora la sociedad cuando todas las personas tienen igual cabida,
igual respeto, igual derecho e igual reconocimiento. Cuando se practica este reconocimiento
cada persona se anima a entregar más de sí y, entonces, se potencia la contribución de cada
cual a todos, contagiando en los otros un clima de aportes recíprocos. Así se liberan las
energías creadoras de todos. Cuando, por el contrario, no se da cabida ni se reconoce la
dignidad ni los aportes de las personas, se las inhibe, frustrando sus capacidades. Esto, sin
duda, significa una pérdida para el conjunto de la sociedad y no sólo para quienes son
excluidos. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando quienes están en una posición de autoridad, de
conocimiento o poder en la educación, maltratan a los estudiantes descalificándolos a priori,
negándoles la posibilidad de aportar, desarrollarse y superarse. Y ya que el conocimiento es
poder, esta práctica es otra forma concreta de concentración del poder.

El otro modo es en la promoción de instituciones y leyes que mejoren la convivencia entre las
personas, provean instrumentos de resolución pacífica de los conflictos sociales, valoren los
aportes individuales de los variados grupos o sectores que la conforman, mejorando
sustancialmente el funcionamiento global de la sociedad y la calidad de vida de todos. Cuando
se establece la igualdad de derechos para un grupo en relación a todos los demás, no sólo se
beneficia a ese grupo, sino también a los otros y al conjunto de ellos. Por ejemplo, al asentarse
la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, no sólo se beneficia a estas últimas, también
a los hombres y a los niños. A los hombres porque los libera de la sobrecarga de deberes
legales exclusivos (administración de bienes familiares, representación legal de los hijos y la
mujer) al compartirlos con la mujer. A los niños porque la existencia de derechos y deberes
comunes a ambos padres, redunda en relaciones intra familiares más armónicas. Además, la
disolución de las relaciones autoritarias al interior de las diversas instituciones sociales -la
familia entre ellas-, las democratiza, y no puede sino ayudar a la democratización de la
sociedad conformada por esas mismas instituciones.

,*+ 
       -‘

En el caso del SIDA, la aceptación en todos los planos de las personas que viven con este
virus, permite que ellas -que son al fin y al cabo quienes más conocen los procesos fisiológicos
de la enfermedad pues lo viven en carne propia-, puedan dar a conocer sus experiencias,
aportando mayores conocimientos a la ciencia médica, a la farmacología, a la psicología,
respecto de mejores tratamientos, para enfrentar el virus.

Desde el punto de vista social, cuando se prohíbe la discriminación a las personas VIH+, se
está permeabilizando este principio de no discriminación a otras materias similares. Por
ejemplo, la prohibición de la exigencia de examen de SIDA en el trabajo tendría que
extenderse, evidentemente, a los test de embarazo de las mujeres, mejorando la posibilidad de
ellas de mantener su empleo.

Si se logra establecer la autorización expresa para hacerse el test de Elisa, se gana en el


respeto a las personas a las cuales se les reconoce su dignidad al consultarlos y no proceder
en contra de su voluntad.

Existen experiencias concretas de políticas no discriminatorias en VIH. En España se aprobó


en 1990 un decreto ley de no discriminación, que castiga esas acciones como delitos civiles. Al
entrar en vigencia esa ley, se favoreció indirectamente a otros sectores: adultos mayores,
mujeres, jóvenes, niño/as y homosexuales. Estos sectores, basándose en el texto de la ley
mencionada, han logrado igualarse aplicando estos principios ante situaciones que les
afectaban.

, *+        -‘.

El actual modelo económico vigente, de libertad de comercio y fronteras abiertas, requiere la


libertad de tránsito y comunicaciones. Ahora bien, en este marco es evidente que cualquier
limitación o restricción a estas libertades obstaculiza el desarrollo económico de los países. La
prohibición de residencia (temporal o definitiva) para una persona en cualquier país,
especialmente si aquella va a desarrollar funciones productivas como empresario o trabajador,
no sólo atenta contra los principios de la economía abierta, sino también significa una pérdida
económica objetiva al impedir el concurso de esa persona a la economía.

Como se sabe, el desarrollo económico requiere cada vez más de capital humano calificado y
eficiente. De allí la importancia que se le da actualmente a la educación y la capacitación
laboral. Las empresas -y los países- progresan si cuentan con personal adecuado y con
experiencia. Para ello, gastan sumas importantes de dinero. Cualquier desaprovechamiento de
esas capacidades evidentemente conspira contra su progreso y sus ganancias. Cuando se
expulsa del trabajo a un funcionario por el hecho de tener VIH se está perdiendo capital
humano valioso y, muchas veces, experimentado y difícil de conseguir.

Por otra parte, desde un punto de vista macroeconómico cualquier aporte mayor que cero al
Producto Geográfico Bruto -PGB- significa ganancia. Una persona con VIH que trabaja aporta a
ese indicador, en cambio, una que permanece cesante es un gasto social, especialmente en
salud, al cual no se le permite retribuir a la sociedad parte o el conjunto de sus costos de vida.
Así pues, desde el punto de vista económico es mejor que las personas con VIH trabajen a que
no lo hagan. En definitiva, no hay razones económicas para marginar del trabajo a una persona
por ser VIH+.

,'*+      


En la educación pueden comprobarse los beneficios sociales de una política no discriminatoria.
Todo proceso educativo implica relaciones sociales entre los participantes de él: entre padres y
profesores, padres e hijos, profesores y alumnos, entre otras. La educación comprende el
aprendizaje de contenidos de materia y también, además de la formación valórica, el desarrollo
de actitudes y capacidades varias. Actitudes y capacidades -que se conforman principalmente
en la escuela- y que son necesarias tanto para la vida en sociedad como para la actividad
productiva. Es obvio que la vida en sociedad requiere de respeto a los demás. Pero también la
actividad productiva que realizan las sociedades requiere de actitudes adecuadas de trabajo en
equipo. La educación procura fomentar esas actitudes y esos hábitos. La discriminación de
personas que viven con VIH en la escuela, sin duda conspira contra la formación de esas
actitudes y, con ello, contra el desarrollo productivo y las relaciones sociales armoniosas y
respetuosas que requiere cualquier sociedad. Por el contrario, la aceptación en el sistema
educativo de las personas que viven con VIH redundará en actitudes de aceptación a los otros
y otras y, en definitiva, en un aumento de la cohesión social que requiere cualquier sociedad
para su funcionamiento.

En el campo de la salud la no discriminación también reporta múltiples beneficios sociales.


Asegurar la inclusión de todos las personas que tienen VIH o SIDA en el sistema de salud, ya
sea en su sector privado como en el público, tiene enormes ventajas. En primer lugar, de esta
forma la sociedad está en conocimiento del estado de la pandemia, lo cual permite implementar
políticas masivas de prevención y control eficaces. En caso contrario, cualquier medida que se
implemente tendrá desconocimiento del problema y será, por tanto, inadecuada y,
eventualmente, represiva.

Por otra parte, al discriminar a los portadores se les provoca su nucleamiento y


automarginalización del sistema de salud y de sus políticas. Con ello, se posibilita una actitud
refractaria en relación a las políticas de prevención por parte de los portadores, con lo cual la
transmisión del virus se disemina con mayor velocidad y de forma oculta.

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La no discriminación a quienes viven con el virus SIDA beneficia políticamente a la sociedad, al


internalizar el concepto de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos,
encarnando políticamente la igualdad de derechos entre los seres humanos que la habitan. Se
favorece en el presente y en el futuro a toda la sociedad pues amplía los parámetros de
reconocimiento de la diversidad de seres humanos que la conforman. Como sabemos, un
desafío para las democracias modernas es incorporar la diversidad como elemento eje de sus
acciones, de la forma de participar, de la forma de hacer e implementar las políticas. Si los
diversos grupos sociales sienten que son aceptados socialmente, evidentemente,se fomenta
su grado de adhesión al sistema social y político. En cambio, al discriminar y marginar a algún
grupo, lo que se hace es generar fuerzas centrípetas que pueden llegar a convertirse en
asistémicas (contra el sistema) y que tiendan a la explosión social y política. La no
discriminación produce, en consecuencia, estabilidad política; de allí su beneficio para la
sociedad y el propio sistema político democrático.

!   + 

El SIDA es una realidad que nos acompañará por todas nuestras vidas. Es parte de la realidad
que nos ha tocado. En esa circunstancia hemos de crecer, trabajar, estudiar, relacionarnos, en
definitiva, vivir, convivir. Esto nos impone una respuesta. Una respuesta que no puede ser
cualquiera y que constituye un desafío para todos:

convivir sin discriminación en un marco de vigencia efectiva de todos los derechos y libertades
proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. O, acaso, ¿habremos de
aceptar y resignarnos a formas de convivencia social discriminatorias y anacrónicas que hemos
ido superando y que son del atrás? De ninguna manera. Dado el avance que ha experimentado
la humanidad en este último siglo, ésta no puede permitirse involucionar hacia formas ya
superadas de enfrentar -sin resolver- los problemas que le aquejan. Por lo demás, estamos a
pocos años de alcanzar el tercer milenio de la era cristiana que sin duda traerá mayores
desafíos personales, sociales y políticos. Y para enfrentar estos nuevos desafíos futuros es
crucial el modo cómo encaremos los presentes, puesto que la manera en que respondamos a
los primeros depende, en buena medida, de cómo enfrentemos los de hoy.

Los derechos humanos nos orientan en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos
toca vivir. Pero, sabemos que esta orientación es, a la vez, un desafío. La discriminación es un
obstáculo a la convivencia humana pues impide el comportamiento fraternal a que nos interpela
la Declaración Universal. ¿Seremos capaces de responder a esa exigencia de la Declaración, y
que expresa nuestra vocación ética, como ya han respondido otras generaciones en estos casi
cincuenta años de su consagración? En este medio siglo las generaciones que nos precedieron
respondieron afirmativamente a ese desafío al lograr ir terminando la discriminación contra las
mujeres y la gente de color en muchas partes del mundo.

Hoy día, ¿seremos capaces de encarar la interpelación que nos hace la Declaración y
continuar superando la discriminación? El SIDA nos da la oportunidad de responder sí.

) /

1. Aprobada en la Conferencia de los Estados Americanos de San José, Costa Rica, el 22 de Noviembre de 1969.

2. Pan American Health Organization, Ethics and Law in the study of AIDS, Scientific Publication Nº 530, Washington, D.C,
1992. p. IX.

3. Cfr. Docum entos de Resolución: WHA 41.24, 1988; 43.10. de 1990; 45.35, de 1992; 46.37, de 1993.

4. Estas situaciones contradicen los artículos. 7,12, 13, 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y también el
artículo 19 Números 2, 3, 4 y 7, de la Constitu ción de la República.

5. Atentando contra los artículos 21. ?2. 23 N°s 1. 2, y artículos 25 y 26 de la Declaración Universal.

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Secretario Ejecutivo de Codepu

Las nuevas demandas de reorganización interdisciplinarias del saber y la desestructuración del


espacio social o el surgimiento de nuevos y diversos espacios de gestión participativa, nos
obligan a crear nuevas instancias integradoras de los diversos aspectos de la vida social, las
que a su vez deben poseer gran capacidad para intervenir oportuna y eficazmente en la
multidireccionalidad del quehacer social. Una respuesta para estos nuevos desafíos lo
constituye la creación de # .

La palabra red indica una malla tejida con hilos, cuerdas o alambres convenientemente
dispuestos para cazar, pescar, sujetar, sostener, etcétera. También se la define, como un
conjunto sistemático de hilos conductores o vías de comunicación o agencias y servicios
dispuestos para alcanzar determinados fines .

El trabajo de redes fue, en algún modo, la práctica del trabajo en derechos humanos realizado
en nuestro país, que se retroalimentó en la experiencia histórica de lucha social y política del
mundo popular.

En efecto, las circunstancias históricas exigieron a los organismos de derechos humanos


trabajar coordinadamente frente a muchos requerimientos cuando cotidianamente había que
garantizar la seguridad física y psíquica de las personas. No olvidemos que en Chile, los
organismos no gubernamentales de derechos humanos se relacionaron con numerosas
organizaciones sociales dentro y fuera del país. Hubo colaboración y complementación entre
los procesos y quehaceres institucionales y los procesos y quehaceres organizacionales. De
los programas de trabajos de aquellas se apropiaban las organizaciones y, en muchos casos,
éstas los ejecutaban con autonomía, retroalimentando a su vez la acción institucional.

Hoy, en derechos humanos, existe un trabajo de coordinación focalizada y de acción


concertada, que potencia y mejora la intervención política. Por ejemplo, en lo nacional hay una
reacción común de los organismos de derechos humanos frente a una propuesta legislativa de
punto final; en lo internacional, por intermedio de coordinaciones regionales se ha generado
una acción contra la Impunidad en toda América Latina.

Pero, aunque hay una valoración positiva de las redes, no se impulsa su creación para
desarrollar con más fuerza el trabajo de derechos humanos. Una series de factores contrarían
la iniciativa en pro de las redes:

- Si las redes persiguen complementar los procesos globales (gubernamentales y no


gubernamentales) con los procesos micro sociales, que son de suyo dependientes de los
anteriores, en países como los de América Latina ¿es posible la implementación de estos
procesos? Pareciera que no. En una región profundamente contradictoria y violenta, donde se
observan permanentemente prácticas políticas de pura racionalidad instrumental, de exclusivo
afán de cooptación hacia las políticas oficiales, y de silenciamiento de lo disidente, esto es
imposible o al menos no creíble, porque en definitiva no se las considera en las esferas
decisionales.

- A las energías y potencialidades de las redes la contrarían la disminución considerable de


recursos de la cooperación internacional y la falta de políticas nacionales y transparentes para
la adjudicación de estos fondos; lo que, a su vez, genera un cuadro grave de competitividades
y celos insterinstitucionales.

Esto deviene en una desvaloración del trabajo de las ONGs y en una caída de sus dignidades;
lo que se puede representar en un silogismo formal que interpreta a muchos trabajadores de
ONGs de derechos humanos: a menores recursos más exigencias técnicas administrativas y
más trabajo. Así operan las leyes del mercado.

- La gran dificultad para el éxito del trabajo de las redes lo constituye la imposibilidad de las
ONGs de hacer políticas a largo plazo, puesto que no tienen medios para garantizar la
estabilidad y continuidad de sus programas. De lo que muchas veces se deriva un rol formal de
las redes. Creamos redes insterinstitucionales para optimizar el trabajo institucional y redes
organizacionales para dinamizar el trabajo comunitario. Esta forma de proyección bidireccional
del trabajo de red es necesario superar.

Cualquier esfuerzo que tiene por objeto poner a la comunidad en el centro de la acción de
defensa, denuncia, educación y promoción de los derechos humanos, debe superar los
esfuerzos aislados y unifocales. Hoy requerimos de coordinación, de integración y
complementariedad para un mejor éxito de nuestra acción.

Hubo un fracaso nuestro, de los organismos de derechos humanos. La urgencia de salvar la


vida nos impidió extender con fuerza una estrategia de solidaridad. El modelo neoliberal se
impuso. Hoy prima una práctica cultural peligrosa de competitividades e individualismos en
todos los ámbitos. Ella puede ser contrarrestada por solidaridades que emergen del trabajo de
redes. Tenemos otra oportunidad. Es impostergable la tarea de generar una red de derechos
humanos y de participar con entusiasmo y creatividad en la ejecución de tareas que desde ella
se implementen.

 $%
     

‡ El empowerment o la adquisición de habilidades participatorias, que suponeque el hacer es


"un hacer con", lo que permite un mayor enriquecimientoen la adquisición de habilidades
participatorias en la comunidad. Ello, a su vez, modifica la responsabilidad de la planificación y
la de la toma de decisiones, desde un centro de poder institucionalizado-personalizado a uno
colectivo acorde con la estructura y organización de cada comunidad.

Este concepto no es poder por el sólo apoderamiento de aprendizajes técnicos,científicos o


culturales; sino que es, sobre todo, poder del ejercicio de la soberanía popular o capacidad de
atribuirse el poder político, ejercitándolo. Es elproceso de construcción del sujeto de derecho.

‡ Su fuerza integradora, basada en una confianza real de las capacidades creativas de las
personas y los grupos para un esfuerzo común. Abarca múltiples sistemas al incluir a todos los
grupos formales e informales, reconociendo con ello el valor de la diversidad.

‡ Implica un cambio de modelo en el observar, entender y enfrentar los problemas


(multifactoriales), puesto que se basa en los procesos de desarrollo de las comunidades, que
transitan en el circuito movilización-participación-compromiso-transformación social, lo que a su
vez contiene implicancias sociales, éticas y políticas.

‡ Pone énfasis en los procesos, identificando las estructuras organizacionales, los liderazgos
comunitarios, las dinámicas, tradiciones y discursos, los problemas y necesidades.

‡ Es colaborativa y de amplia representatividad. Por ello, promueve la participación de todos los


sectores; coordina tareas; propone metas y objetivos; optimiza recursos; evalúa, sistematiza y
retroalimenta.

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Programa de Investigación
Codepu Valdivia

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Diario Aukin

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Las demandas por la territorialidad y el ejercicio de derechos políticos de los pueblos indígenas
al interior de los Estados en que habitan, se está convirtiendo en un tema relevante en el
ámbito de los procesos sociales de América Latina y el Caribe. Diversas organizaciones
indígenas e investigadores destacan este hecho desde diferentes posiciones y corrientes de
pensamiento científico e ideológico, señalando que las demandas por territorio y autonomía
son actualmente las reivindicaciones centrales del movimiento indígena en foros nacionales e
internacionales.

La dirigencia indígena lentamente ha ido abriendo espacios nacionales e internacionales para


plantear la necesidad del reconocimiento de los derechos fundamentales de los Pueblos
Indígenas, siendo la recuperación de tierras, territorios y control de los mismos las demandas
que irrumpen con más fuerza en la actualidad. Se plantea que estos derechos deben
garantizarse mediante normas jurídicas especiales. También se reitera un llamado a los
Estados para la ratificación del Convenio Internacional de la OIT y la normativa del Convenio
(1)
de Diversidad Biológica con plena y efectiva participación indígena.

La recuperación de tierras, territorios y control de los mismos por las instituciones indígenas, es
percibida por los Estados como atentatoria a su institucionalidad. Las opiniones de las
autoridades políticas de los países son, generalmente. descalificadoras ante estas propuestas.
Muchas veces, como señala José Bengoa, se utiliza "el fantasma de la secesión territorial y la
destrucción del Estado, como argumento mal intencionado para combatir los derechos de los
(2)
pueblos indígenas".

A pesar de esta incomprensión, especialmente de parte de los Estados de la región, los


pueblos originarios de América Latina y el Caribe se han sumado a otros pueblos indígenas del
mundo y están dando una larga lucha por el establecimiento de un Foro Permanente de los
Pueblos Indígenas en las ONU. El camino que se está siguiendo es una resolución de la
Asamblea General de la Naciones Unidas. Para las organizaciones representativas indígenas
la conformación de un foro permanente ofrece una oportunidad a los pueblos originarios para
verificar el cumplimiento de Naciones Unidas en materias de Derechos Humanos, de Desarrollo
y la Paz. Así mismo, pone de manifiesto el vacío del Derecho Internacional en relación a los
derechos indígenas, permitiendo identificar los cambios que se deben generar en el marco del
(3)
derecho internacional.

Ha sido un compromiso de las Naciones Unidas -cuando declaró los años noventa como la
"Década de las Poblaciones Indígenas"-, tanto la conformación del Foro permanente como la
aprobación de la declaración sobre los derechos de los pueblos originarios.

Es así como la demanda de los pueblos indígenas ha recobrado vigencia en los últimos años y
el interés y las acaloradas discusiones que se suscitan en relación con este tema están
enlazadas con la circunstancia que, contra ciertas previsiones, los movimientos indígenas no
sólo no han desaparecido o perdido importancia, sino que se han intensificado y ganado un
lugar destacado en la escena socio-política de diversos países y de organizaciones
internacionales.

La necesidad de abordar sin prejuicios esta situación responde a un conflicto imperativo de


justicia, que exige el reconocimiento de los derechos históricos de los pueblos indígenas.
Además, es un camino para intentar modificar la historia de las relaciones entre los Estados y
los pueblos indígenas, la que ha sido de desconocimiento, represión, dominación o
simplemente abandono.


 
    

La historia de la relación entre el Estado Chileno y el Pueblo Mapuche muestra que el proyecto
de este último ha estado en contradicción con el proyecto de la sociedad nacional, que no los
ha considerado dentro de sus propuestas, exceptuando en alguna medida la política seguida
por el gobierno de la Unidad Popular y la actual legislación indígena.

Las políticas llevadas a cabo por el Estado Chileno a través de las legislaciones indígenas han
sido caracterizadas por algunos investigadores como anti-indígenas. Ha tendido
sistemáticamente a privarles  sus derechos, en una primera etapa (1813-1827) en nombre
del Estado y de sus derechos soberanos, sobre todo el territorio nacional; y, en un segundo
período, a pretexto de incorporar al indígena a la nacionalidad. Ha desconocido la realidad
objetiva e incuestionable, cual es que los mapuches -y en general todos los pueblos indígenas
constituyen culturas distintas del resto de la sociedad chilena.

La demanda del pueblo mapuche por largo tiempo estuvo centrada en la defensa de las tierras
que les fueron reconocidas por el Estado, así como en el acceso a servicios sociales básicos
(educación y vivienda entre otros). A fines de la década de los ochenta, en el contexto de la
democratización del país, sus organizaciones comenzaron a reivindicar junto a dichas tierras,
espacios territoriales más amplios que consideran propios y a los cuales se liga hasta hoy su
subsistencia material y cultural.

Otras organizaciones, junto con demandar la recuperación de sus espacios territoriales


ancestrales, han puesto énfasis en la necesidad del reconocimiento por parte del Estado de la
autonomía de sus pueblos, del derecho que les asiste a decidir sus propios asuntos y a
determinar su futuro al interior de dichos espacios, así como en el reconocimiento de sus
(4)
formas de organización social y política propias.

La Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI), creada en 1990 con el objeto de hacer al
gobierno una propuesta de nueva legislación sobre pueblos indígenas, intentó en su trabajo
recoger estas demandas, tomando como base para ello las orientaciones que sobre esta
materia estaban contenidas en el recientemente aprobado Convenio 169 de la OIT. Así, en el
primer borrador de discusión del proyecto de ley indígena, incorporó entre sus propuestas el
establecimiento de los que llamaba "territorios de desarrollo indígena", concibiéndolos como "el
espacio social, demográfico, ecológico, cultural fundamental para la existencia y el desarrollo
de los pueblos indígenas", estableciendo en ellos el derecho de las comunidades a participar
en la toma de decisiones respecto a los planes de desarrollo económico, social y cultural que
allí se implementen, y a oponerse a ellos, así como a beneficiarse materialmente de la
explotación de los recursos naturales que en ellos existieren.

También se estableció en la propuesta legislativa elaborada por la CEPI -como una forma de
reconocimiento de sus autoridades tradicionales y de potenciar la capacidad de los indígenas
de resolver sobre sus propios asuntos la figura de los "jueces de paz indígenas", a los cuales
les era entregada la facultad de resolver conflictos al interior de la comunidad.

Desgraciadamente, como lo señala José Aylwin, dicho proyecto no sólo sufrió modificaciones
en el Ejecutivo antes de su envío al Congreso, sino también en el debate parlamentario, razón
por la cual la ley 19.253 aprobada en 1993 en la práctica no recogió las aspiraciones de los
indígenas en estas materias, limitándose tan sólo a establecer las denominadas "áreas de
desarrollo indígena", concebidas como espacios territoriales en que los organismos de la
administración del Estado focalizarán su acción en beneficio del desarrollo armónico de los
pueblos indígenas y sus comunidades.

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Cabe señalar que el Congreso tampoco dio aprobación al Convenio N 169 de la OIT en donde
se recogen y regulan los derechos de los pueblos indígenas al territorio y los recursos naturales
que en ellos se encuentren.

En suma, se ha enfocado el problema con un criterio abiertamente paternalista, negando


validez a los requerimientos, demandas y peticiones de los indígenas y procurando imponer
soluciones que, cualquiera sea el precio, conviene más a los intereses de los grupos y sectores
dominantes. En la actualidad podemos verificar esta afirmación en la imposición de
megaproyectos en territorios indígenas que responden a los intereses del Estado Nación
chileno y en donde no son considerados ni los indígenas ni la actual legislación indígena, la
que ha ido perdiendo legitimidad ante algunas organizaciones que confiaban en este
instrumento para resguardar sus derechos.

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En Chile, los pueblos indígenas no están siendo considerados por las políticas públicas
creadas por el gobierno para impulsar la modernización y la inserción del país en la economía
mundial. Las experiencias señalan que la población indígena se encuentra desprotegida ante
decisiones de la autoridad, especialmente ante megaproyectos que pueden tener una
justificación útil para una parte de la sociedad, pero también consecuencias negativas graves
para las personas indígenas.

La búsqueda del desarrollo económico que persigue el gobierno chileno, y muchos sectores de
la sociedad nacional, repercuten gravemente en la vida de los pueblos originarios de Chile. El
caso del pueblo mapuche, habitantes originarios del centro-sur de Chile, es un ejemplo, ya que
las principales reservas de recursos naturales renovables y no renovables, se encuentran
precisamente en territorios indígenas.

Para una parte de la dirigencia mapuche los megaproyectos constituyen las nuevas y
modernas formas de usurpación de sus derechos y la ocupación material de su territorio.
"Estamos frente a una disyuntiva trascendental, en donde se pone a prueba si prevalecerán los
derechos, la identidad y el futuro mapuche o se impone el propagandizado modernismo y el
progreso avasallante y avasallador". (5)

Esta situación constituye un gran desafío para las indígenas, que tienen que defender sus
derechos humanos básicos como sus derechos políticos sociales y culturales ante el Estado y
las grandes empresas transnacionales. Esto ocurre en un contexto donde la legislación
indígena no protege estos territorios y donde las políticas macroeconómicas chilenas dan
grandes facilidades a los megaproyectos de inversión extranjera.

La implementación de estos proyectos ha significado por una parte, la inundación de 500


hectáreas de tierras y bosques nativos de araucarias, que ha afectado a 200 familias mapuche-
pehuenches de la Octava Región; y, por otra, la reducción y arrinconamiento de familias
mapuches en la Octava y Novena Región, con el inicio de nuevas carreteras que atravesarán
tierras indígenas hasta la Décima Región.

La sobrexplotación de bosque nativo, la implementación de proyectos turísticos y construcción


de nuevas carreteras en el sur del país ha aumentado en poco tiempo el interés por las tierras
indígenas, iniciado a fines del siglo pasado con la llamada "Pacificación de la Araucanía". Tal
situación ha contribuido a extinguir la cultura de un pueblo que por siglos la desarrolló sobre la
propiedad comunitaria de la tierra. También explica la fuerte migración de personas mapuches
hacia centros urbanos.
Durante el primer gobierno elegido para restablecer la democracia, en 1990, se creó la
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, Conadi. Como no resulta difícil de suponer, esta
institución encargada de aplicar la ley indígena y políticas hacia el sector, actúa en
representación de los intereses de un Estado que orienta el desarrollo sobre la base de una
economía neoliberal que no respeta las particularidades culturales.

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Analizar desde los derechos humanos la relación Estados Nacionales-Pueblos Indígenas


posibilita enfocar el tema desde otra mirada y contribuye a encontrar caminos para mantener
relaciones más justas. Este enfoque alternativo, desde los derechos humanos, puede aportar al
menos dos perspectivas para abordar esta relación.

La primera se relaciona con el hecho que todos los instrumentos internacionales de derechos
humanos se basan en principios que apuntan a una sociedad internacional, basada claramente
en la igualdad de dignidad y valor de los seres humanos. La segunda se conecta con los
avances del Derecho Internacional sobre Estados Nacionales y Pueblos Indígenas.

Desde esta primera perspectiva es posible formular que la relación entre Estados y Pueblos
Indígenas debe favorecer la realización de todas las potencialidades de estos pueblos. Las
ideas sobre buen trato y reconocimiento, independiente de las identidades culturales a las que
pertenecen, también resultan fundamentales dentro de esta primera perspectiva, que invita a
mirar de una nueva forma la situación de los Pueblos Indígenas, dejando de lado lecturas
tradicionales dominantes sobre el llamado "problema indígena".

Estas lecturas se han caracterizado por ver a las personas y pueblos indígenas como un
problema. Hasta hace un tiempo sostenían que los grupos atrasados necesitaban incorporarse
al progreso y la civilización. Actualmente los incitan a formar parte del acelerado proceso de
modernización del país. Ambos postulados conllevan a un proceso desculturalización. Así, lo
indígena queda reducido al folclor que proporciona su artesanía, sus bailes o ceremonias.

La experiencia nacional muestra que estas lecturas han formado parte de las políticas
permanentes del Estado chileno frente a los Pueblos Indígenas. Sistemática y progresivamente
éstos han visto reducidas sus tierras y disminuidos, por lo tanto, sus recursos naturales. Esta
situación, la mayoría de las veces, termina obligando a las personas indígenas a dejar sus
comunidades y trasladarse a las grandes ciudades donde, generalmente, terminan formando
parte de la fuerza de trabajo no calificada y mal remunerada.

La segunda perspectiva se refiere a incorporar los avances del derecho internacional en las
relaciones Estados-Pueblos Indígenas.

Importantes progresos se han logrado durante las últimas décadas en el reconocimiento de los
derechos de los pueblos indígenas, tanto en el ámbito interno de los países en que habitan
como en el del derecho internacional.

Sin embargo en Chile no existe un reconocimiento real de los derechos de los pueblos
indígenas. Solamente se verifica un avance en la declaración de principios a través de la
promulgación de la Ley 19.253 de octubre de 1993, que establece normas sobre protección,
fomento y desarrollo de las personas indígenas.

A pesar que esta declaración de principios es bastante avanzada y representa un salto


cualitativo en la forma de abordar la temática indígena en relación a toda la historia de la
(6)
legislación indígena en Chile , al evaluar su aplicación en los últimos cuatro años, hay
consenso que está muy lejos de responder a las demandas sociales, económicas y culturales
de los distintos pueblos indígenas.
En relación al derecho internacional, en el presente siglo se ha ido desarrollando un proceso de
regulación de la situación de los pueblos indígenas desde diferentes puntos de vista, hasta
concluir con el reconocimiento jurídico de su calidad de tales. Es decir, no sólo se reconoce a
los indígenas su derecho a no ser discriminados como individuos, sino también como grupo
sujeto de derechos económicos, sociales y culturales.

Sin embargo no debemos olvidar que los derechos de los pueblos indígenas no fueron
considerados por la Organización de las Naciones Unidas en su carta constitutiva en 1945 ni
en la Declaración de Derechos Humanos en 1948. El primer organismo internacional que hace
referencia a los derechos de las personas indígenas es la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) al establecer normas sobre no discriminación en la esfera del derecho y las
condiciones del trabajo. Esta preocupación de la OIT da lugar, en 1957, a la aprobación del
Convenio Nº 107 relativo a la "Protección e Integración de las Poblaciones Indígenas y de
Otras Poblaciones Tribales y Semitribales en los Países Independientes".

Los pactos internacionales sobre derechos humanos complementarios a la Declaración


Universal aprobados por Naciones Unidas en 1966, aunque han tenido serias limitaciones en
su aplicación en beneficio de los indígenas, establecieron dos disposiciones que interesarían a
los pueblos indígenas: el derecho a "la libre determinación de los pueblos", en virtud del cual
estos "establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo
(7)
económico, social y cultural" , y el derecho de las personas que pertenecen a las "minorías
étnicas, religiosas y lingüísticas" a "disfrutar de su propia cultura, a profesar y practicar su
(8)
propia religión y a emplear su propio idioma".

En general, se puede afirmar que el Derecho Internacional ha evolucionado superando las


concepciones paternalistas que, conciente o inconscientemente, llevan a la asimilación y
desaparición de los Pueblos y Culturas Indígenas. Por ello, desde la óptica de los derechos
humanos es fundamental que los propios afectados, los Pueblos Indígenas, tengan la
oportunidad y la posibilidad de establecer su condición futura, siendo deber de los Estados
crear los mecanismos de participación necesarios para tal fin.

La superación de los problemas que enfrentan hoy día los Pueblos Indígenas requiere por tanto
de la participación de ellos mismos y la voluntad del Estado como expresión del conjunto de la
sociedad.

El concepto de derechos humanos no comprende solamente el establecimiento de cada


derecho sino que además es de su esencia la posibilidad de ser exigido a cada Estado. Esta es
la importancia de la ratificación, por parte de Chile, del Convenio 169 de la OIT en relación con
lo establecido en el artículo 5 de la Constitución Política, en cuanto expresa que es deber de
los órganos del Estado respetar y promover tales derechos (se refiere a los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana), garantizados por esta Constitución, así
como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.

Las dos perspectivas planteadas, como un aporte desde los derechos humanos, pueden
ayudar a construir una nueva forma de relación entre el Estado Chileno y los pueblos indígenas
en la búsqueda de la paz, el respeto a los derechos humanos y la solidaridad.

Las políticas del Estado chileno podrían ratificar tratados y convenios internacionales que
reconocen los derechos de los pueblos indígenas. Así nos acercaríamos a lo que algunos
autores (9) señalan como "una exigencia propia de la modernidad y la democracia, el respeto a
lo distinto, a lo idiosincrásico, a lo particular, a la identidad específica".

De esta forma, lo indígena deja de ser un asunto marginal en la sociedad chilena y pasa a ser
asumido como una realidad enriquecedora por los valores y expresiones de toda índole que
componen la vida de los pueblos indígenas.
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1. "Globalización económica y derechos indígenas". Encuentro realizado en Denver, EE.UU, en forma paralela al Foro
Internacional sobre la Globalización de la Economía Mundial, realizado en Colorado, EE.UU. del 20 al 22 de junio 1997.

2. 2 Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Poblaciones Indígenas, José Bengoa, 1994, IEI.
Universidad de la Frontera.

3. II Taller sobre un Foro Permanente de los Pueblos Indígenas en Naciones Unidas, realizado en Santiago de Chile del 29 de
junio al 2 de julio de 1997.

4. Aylwin. José. "Pueblos indígenas, territorio y autonomía". Pntukun Nº 3 I.E.I. Universidad de la Frontera. 1995.

5. Rain, Domingo, dirigente lafquenche, miembro del Consejo de Todas las Tierras, en Separata: La Ambición de los
Megaproyectos. Marianela Zapata. Boletín Derechos Humanos Hoy, N° 10, Codepu, 1997.

6. Rupaila, Raúlf. "Conferencia Nacional e Internacional frente al Nafta: Hacia la Carta Ciudadana". 1995.

7. Artículo 1 común del Pacto Internacional de Derechos Económicos. S ociales y Culturales (PIDESC) y del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP).

8. Artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

9. Magendzo K, Abraham. "La invisibilidad del otro y la educación en derechos humanos ", en Ensayos para la Reconciliación,
2° Concurso Nacional de Ensayos. Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, 1994.

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(1)
"    ( . Abogada
Presidenta de Codepu

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El siglo XX, que está pronto a terminar, se ha denominado el siglo de los derechos humanos. Y
se ha calificado así no porque haya sido un período de la historia de la humanidad en que los
derechos de las personas se han respetado efectivamente, sino porque ha crecido la
conciencia de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos. La
Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
aprobada en 1948, junto a otros acuerdos internacionales, ha contribuido enormemente a esa
toma de conciencia. Es la primera vez que se proclaman derechos universales que les
corresponden a todos los seres humanos por el hecho de ser tales. Es la propia Declaración la
que en su Preámbulo reconoce como la aspiración más elevada del ser humano "el
advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y la miseria,
disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias".

La aspiración contenida en la Declaración Universal comprende tanto los derechos


denominados "civiles y políticos" como también los "económicos, sociales y culturales". Es la
misma Declaración Universal la que comprende -y considera como interdependientes y
complementarios- estos dos tipos de derechos. Es por ello que en su artículo 22 la Declaración
afirma que toda persona tiene derecho a obtener "la satisfacción de los derechos económicos,
sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad".

En nuestro siglo, la aspiración de un mundo con justicia social se ha venido desarrollando


fuertemente: es lo que se manifiesta en la Constitución de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). fundada en 1919 -actualmente institución asociada a las Naciones Unidas- que
señala:

"La paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social (...) Existen
condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran
número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y
armonía universales... Es urgente mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo concerniente
a la duración máxima de la jornada y de la semana de trabajo, contratación de la mano de
obra, lucha contra el desempleo, garantía de un salario vital adecuado, protección del
trabajador contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los accidentes del
trabajo, protección de los niños, de los adolescentes y de las mujeres, pensiones de vejez y de
invalidez, protección de los intereses de los trabajadores ocupados en el extranjero,
reconocimiento del principio de salario igual por un trabajo de igual valor y del principio de
libertad sindical..."

En este párrafo se expresan muchas de las reivindicaciones -de ayer y de hoy de los
trabajadores, que son a su vez derechos humanos consagrados, como el principio de no
discriminación y el del salario igual por igual trabajo. A nivel de acuerdos internacionales el
avance en este sentido ha sido importante y se ha manifestado, por ejemplo, en múltiples
Convenios establecidos por la OIT. Entre ellos, el Convenio sobre el trabajo forzoso de 1930. el
Convenio sobre el derecho de sindicación y negociación colectiva de 1949. el Convenio sobre
igualdad de remuneración de 1951, y el Convenio sobre la discriminación, (empleo y
ocupación) de 1958.

Sin embargo, el respeto a los derechos humanos, y en particular a los Derechos Económicos
Sociales y Culturales, continua siendo un anhelo para la humanidad.
Hace algunos meses, el filósofo francés Jacques Derrida entregaba en una entrevista en la
revista alemana DIE ZEIT (5/3/98) las siguientes megaestadísticas que hablan por sí solas: 60
millones de mujeres desaparecidas (sus familiares más cercanos no saben nada de ellas); 30
millones de mujeres mutiladas; 23 millones de enfermos de SIDA. El 90% de ellos radican en
África y para su atención se destinan sólo el 5% de los recursos destinados para atacar en el
mundo la enfermedad; en India se producen cientos de miles de casos de asesinatos selectivos
de mujeres recién nacidas; 1.000 millones de analfabetos en el mundo; 140 millones de niños
que nunca han visto una escuela.

Frente a estas estremecedoras cifras es urgente cuestionar: ¿se están respetando los
derechos humanos de estas personas?, ¿se está respetando el derecho de las personas a
tener una mejora continua de las condiciones de existencia como establece el artículo 11 del
Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales?, ¿cuál es la situación de los derechos
económicos, sociales y culturales en el actual contexto económico internacional? Pero, antes
de enfrentar estas interrogantes es necesario referirse a la actual realidad económica.

Las dos décadas pasadas han sido testigo de modificaciones fundamentales de largo plazo en
la estructura de la economía mundial. Estas transformaciones responden a un intento de salida
de las crisis que, periódicamente, sufre el actual sistema económico mundial. Desde que éste
emergió sobre la base de la revolución industrial y el mercado mundial, ha sido un sistema
atravesado por contradicciones económicas y sociales periódicas.

Actualmente, en el plano económico, se han sentado las bases objetivas para una acumulación
del capital a escala planetaria. Ese es el trasfondo esencial de lo que se ha dado en llamar
globalización o transnacionalización: la etapa de desarrollo del capitalismo en que el ámbito
más dinámico de acumulación pasa a ser el mercado mundial. Esto ya es así en el plano del
capital financiero, especialmente el de carácter especulativo.

La economía mundial va dejando de ser sólo un agregado de economías nacionales vinculadas


por flujos de comercio e inversión, para convertirse progresivamente en una red única de
mercados y producción.

El "proceso de globalización" podría definirse como un sistema de producción en el que una


fracción cada vez mayor del valor y de la riqueza es generada y distribuida mundialmente por
un conjunto de redes privadas relacionadas entre sí y manejadas por las grandes empresas
transnacionales, aprovechando plenamente las ventajas de la globalización financiera, núcleo
central del proceso. Así pues, la globalización consiste en que las relaciones de comercio y
circulación de los capitales abarcan el mundo entero, y en la apertura de las economías de
cada país.

En América latina, y en Chile en particular, este proceso ha producido una mayor llegada de
bienes y servicios, e inversiones. Pero también ha producido, mediante la desregulación
laboral, una disminución de los derechos de los trabajadores como forma de incentivo para
atraer a los capitales internacionales y asegurarles a las empresas grandes ganancias. Así
pues, la desregulación laboral perjudica las condiciones de vida y laborales de los trabajadores.
Por ejemplo, la inestabilidad laboral y el aumento del empleo precario (con contratos de trabajo
a plazo fijo o simplemente trabajadores sin contrato) perjudica notablemente a los trabajadores,
(2)
arrojándolos a la inseguridad y al desamparo, lo que por ejemplo, fue ratificado por el último
estudio desarrollado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre
Chile, al constatar la anomia psico-social que vive el hombre chileno reflejo del hombre
contemporáneo: con un fuerte sentimiento de inseguridad y precariedad, el hombre se siente
solo, vaciado de sentido y desesperanzado.

Para justificar ideológicamente estas transformaciones y presentarlas no sólo como


convenientes, sino también como inevitables, se desarrolla el discurso del Neoliberalismo, que
invade el planeta en los últimos 15 años. Como recurso propagandístico se utilizan las
nociones de modernidad y modernización para conseguir la anuencia de los pueblos a estas
políticas. Se pretende hacer pasar a cualquiera que intente una visión crítica al neoliberalismo
como contrario a la modernización, como tradicionalista, conservador y retardatario. Por el
contrario, en verdad, "el neoliberalismo es un totalitarismo, ya que pretende imponer un modelo
único, pero es también un dogmatismo pues sus principios oscuros y contradictorios se
(3)
presentan como verdades incuestionables".

En los hechos es el neoliberalismo de acumulación capitalista el que significa una vuelta atrás,
un regreso hacia épocas pretéritas de mayor desprotección de los derechos de las personas
que olvida la regla básica de reciprocidad necesaria para que la sociedad humana pueda existir
(4)
como tal. Esto se expresa en algunas de las nociones más centrales de la ideología liberal:
las Privatizaciones y el Estado mínimo o subsidiario, y la Desregulación y Mercantilización de
las relaciones laborales y el mercado del trabajo. Todo esto afecta enormemente la vigencia de
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Los resultados para la vigencia de estos derechos han sido muy graves. La Comisión
Económica para América Latina, (CEPAL), ha señalado certeramente que "...los avances
tecnológicos que deberían permitir a los hombres y mujeres tener mejores empleos y recibir
salarios más altos, dejando a las máquinas las tareas rutinarias, insalubres y peligrosas, se
reflejan en elevadas tasas de desempleo de largo plazo, reducción sostenida de los puestos de
trabajo y creación de nuevos puestos mal remunerados, concentración del ingreso y de la
riqueza, acentuación de la heterogeneidad salarial, eliminación de los beneficios sociales de los
trabajadores y aumento de la carga de trabajo para los que tienen el privilegio de no haber sido
(5)
despedidos en el proceso de reducción de costos de las empresas".

El balance es lamentable. La concentración del ingreso se ha acentuado en forma dramática en


los últimos años. En 1960, el 20% más rico de la población mundial registraba ingresos 30
veces más elevados que los del 20% más pobre. A principios de los 90, el 20% más rico estaba
recibiendo 60 veces más. Esta comparación se basa en la distribución entre países ricos y
pobres. Si, además, se tiene en cuenta la distribución desigual en el seno de los distintos
países, el 20% más rico de la gente del mundo registra ingresos por lo menos 150 veces
(6)
superiores a los del 20% más pobre.

La desigualdad estos últimos años tiende a agravarse, especialmente si se tiene en cuenta que
las disparidades en tecnología y en sistemas de información también han aumentado. Si la
riqueza material está concentrada en este planeta, más aún lo están los conocimientos
científicos. La distancia entre el Norte y el Sur no desaparece.

Los partidarios de la perspectiva neoliberal argumentan que a través de este "proceso de


internacionalización y modernización", muchos países han logrado crecimiento. En mi país, por
ejemplo, se habla de una docena de años de crecimiento sostenido, con bajos niveles de
desempleo, inflación baja y decreciente, menores niveles de pobreza y un alza en el bienestar
material de la población. Esa es la cara bonita del modelo, que se difunde nacional e
internacionalmente en todos los espacios, como ejemplo a seguir por otros países pobres y
dependientes.

Existe, sin embargo, otro balance de esta historia, otra cara del modelo, que es la que sufren
los trabajadores de América Latina y también, muchas veces, los de los países desarrollados.

Lo que no se dice es que bajo este modelo, los pueblos pierden por completo su capacidad
para gobernar su desarrollo económico-social, pierden su libertad y su soberanía. Los países
se vuelven esclavos de las decisiones de inversión del capital transnacional que controla las
mayores fuentes del poder económico. Cada vez más se acrecienta la concentración del
ingreso, fomentando la desintegración social y la generación de "dos mundos" al interior de
muchos países. El crecimiento de muchos países se está logrando a costa de una enorme
destrucción del medio ambiente y de la calidad de vida de toda la población. La violencia en las
ciudades, la corrupción en los negocios y en la política, son realidades crecientes con las
cuales en muchos países lamentablemente se convive.

En definitiva, cada vez más se mercantiliza la vida, no escapando a esto ni la salud ni la


educación, derechos básicos proclamados por la Declaración Universal y el Pacto de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. Quien no tiene dinero no puede estudiar y literalmente se
muere si sufre la desgracia de enfermarse seriamente. Hoy por hoy, la vigencia de los
derechos de las personas está en función del dinero que posean.

Hoy por hoy, se pretende hacer creer que es normal que el ejercicio de los derechos dependa
de los recursos que cada persona tenga; se pretende hacer creer que no se puede aspirar a
nada más, o que hay que esperar a que los frutos del modelo se desparramen entre los pobres.
Pero, sabemos que con este modelo lo que realmente se desparrama son la pobreza y la
desigualdad.

Esta es la paradoja de un mundo que jamás ha creado tanta riqueza y vivido tanta pobreza al
mismo tiempo. La verdad es que en la conculcación de los derechos de los más pobres o l que
está en juego es una concepción inaceptable del ser humano. El no respetar los derechos de
todos obedece fundamentalmente a que no se les reconoce realmente a algunos-a la mayoría
que constituyen los pobres del mundo-, la condición de seres humanos. Lo que está en juego,
entonces, es la escisión del género humano en categorías diferentes, unas superiores a otras,
unas dominantes y otras dominadas. La conculcación de los derechos de los más pobres tiene,
por tanto además de una dimensión económica de expoliación-, una dimensión política:
acostumbrar a la injusticia, promover la resignación y el desaliento. En definitiva, esa es su
función política: mantener la dominación de unos sobre otros.


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El mundo de hoy, al iniciarse un nuevo Milenio, no sólo exhibe la desprotección


de los derechos económicos, sociales, culturales y de medio ambiente causada por el imperio
de un modelo neoliberal de acumulación capitalista, sino que agrega a lo ya expresado, la
existencia de la Impunidad; es decir, la no sanción penal personal de los crímenes de
genocidio, los crímenes de guerra cometidos no solamente en conflictos internacionales sino
aquellos ocurridos dentro de los propios países, y los crímenes contra la Humanidad
(desapariciones forzadas, torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes y ejecuciones
extra legales). Estos últimos de acuerdo con la doctrina internacional de derechos humanos
son inamnistiables e imprescriptibles.

La Impunidad -tal como señaláramos en el u Seminario Internacional sobre la Impunidad y sus


Efectos en los Procesos Democráticos", realizado en Santiago de Chile en diciembre de 1996-
desconoce la igualdad ante la ley, resistiéndose de esta forma uno de los principios básicos del
Estado de Derecho. Conspira en contra de la orientaciones éticas y los valores más preciados
por los seres humanos, socializa la perversa idea de que, para algunos todo está permitido,
que los delitos más graves no merecen castigo y dificulta la tarea de sanar y reparar lo dañado.

Es la institucionalización de la injusticia por los Estados, quienes son los que están
precisamente llamados a hacer justicia. En definitiva, la Impunidad es en sí misma, una
violación a los Derechos Humanos ya que agrega a la violación cometida, un nuevo crimen. La
Impunidad afecta no sólo a los familiares de las víctimas sino a la sociedad toda.

) 5 

    ‘ 


Naciones Unidas, desde la aprobación de los principios de Nuremberg,(7) ha ido involucrándose


cada vez con más fuerza en la lucha contra la Impunidad. Prueba de ello ha sido la creación,
mediante aprobación del Consejo de Seguridad, del establecimiento de Tribunales Ad-Hoc para
investigar y juzgar los graves crímenes cometidos en Yugoeslavia y Ruanda.

Por su parte la "Comisión de Derechos Humanos" de Naciones Unidas, a través de la "Sub


Comisión de Prevención y Discriminación y Protección a las Minorías"
está realizando estudios sobre esta materia.

En su 47º Período de sesiones, de agosto de 1996, el jurista francés Louis Joinet, dio a
conocer un conjunto de principios para la protección y promoción de los derechos humanos, los
cuales por su valor jurídico y ético vale la pena, al menos, enunciar.
!)6
      

"Toda sociedad tiene el derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos
sucedidos y las circunstancias y los motivos que llevaron mediante la violación masiva y
sistemática de los derechos humanos, a la perpetración de crímenes aberrantes. El ejercicio
pleno y efectivo del derecho a la verdad es esencial para evitar que en el futuro se repitan tales
actos".

!)6
   

"El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y, por
ello, se debe conservar adoptando medidas adecuadas en aras del deber de recordar que
incumbe al Estado. Estas medidas tienen por objeto preservar del olvido la memoria colectiva,
entre otras cosas para evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas".

!)6
        

"Independientemente de las acciones que puedan entablar ante la justicia, las familias de la
víctimas tienen derecho a conocer la suerte que corrieron sus parientes. En caso de
desaparición forzada o de secuestro de menores este derecho es imprescriptible".

!)6'
o       +     

"Para hacer efectivo el derecho a saber, los Estados deberían adoptar las medidas... a fin de
crear comisiones extrajudiciales de investigación y para asegurar la conservación de los
archivos y su consulta".

Pero, sin duda alguna, uno de los pasos más significativo de Naciones Unidas ha sido la
realización de la Reunión Plenipotenciaria Diplomática, llevada a cabo recientemente entre el 8
de junio y el 17 de julio de 1998 en Roma, Italia. En ella participaron 160 países provenientes
de Asia, África, Europa, América Latina y El Caribe, los que oficialmente representados,
aprobaron por una amplia mayoría formada por 120 Estados, -entre ellos el Vaticano y 16
países de América Latina- un estatuto destinado a la creación de una Corte Penal Internacional
que juzgará a los autores de Genocidio, Crímenes de Guerra, Lesa Humanidad y de Agresión.
Esta Corte contará con un fiscal que podrá iniciar una investigación de motu propio, acogiendo
denuncias que provengan de familiares de las víctimas e, igualmente, de organismos no
gubernamentales.

Votaron en contra de la creación de este Tribunal siete países, Estados Unidos, China, Israel,
India, Turquía, Filipinas y Sri Lanka, y 21 Estados se abstuvieron.

El enérgico y sostenido rechazo de los Estados Unidos estuvo basado en dos puntos
fundamentales:

1. La oposición a que la Corte Penal Internacional tuviera una


competencia universal; defendió, en cambio, los poderes y atribuciones
del Consejo de Seguridad.
2. Argumentó, así mismo, que la Corte podría ser usada políticamente en
contra de los soldados estadounidenses que sirven en misión especial
de la ONU.

Jesse Helmes -Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los EEUU-
llegó a sostener que "la CPI es una amenaza para los intereses nacionales de los Estados
Unidos... es de hecho un monstruo, y tenemos la responsabilidad de descuartizarlo antes de
que crezca y acabe devorándonos".

El estatuto de la CPI excluyó la pena de muerte y estableció como pena máxima la cadena
perpetua. Entrará en vigor cuando sea ratificado por los parlamentos respectivos de los
Estados en un número mayor de 60 países, y su sede estará en La Haya.

Esta reunión internacional de Naciones Unidas -calificada como la segunda en importancia por
su contenido, después de la que aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos-
contó con la organización y el apoyo durante los últimos años de los Organismos No
Gubernamentales, representativos de la Sociedad Civil del mundo entero y, en forma especial,
de la "Coalición Internacional de Organismos No Gubernamentales" con sede en Nueva York,
Estados Unidos, la cual logró aglutinar más de 200 ONG de derechos humanos, incluidas las
de América Latina.

Este apoyo fue reconocido ampliamente en la Sesión Final celebrada en Roma,


comprometiéndose la Coalición a seguir participando en las etapas futuras de lobby,
organización y coordinación, que permitan la instalación definitiva del Tribunal Penal
Internacional.

 +  

Ciertamente, el gran desafío que enfrentamos continúa siendo la necesidad de construir


sociedades más justas, igualitarias y solidarias. La Doctrina Internacional de los Derechos
Humanos entrega un marco valórico-ético que constituye un paradigma para cualquier
sociedad que se pretenda humana: que incorpore a modo de articuladores estratégicos la
igualdad, la no discriminación, la autodeterminación de los pueblos y la participación
ciudadana; donde se le reconozca a las personas y a los pueblos su condición de sujetos
protagonistas de su propia vida e historia.

Para lograrlo se hace urgente y necesario:

Lograr que los organismos internacionales y regionales se hagan más operativos y eficaces en
sus propias labores.

Que los Estados nacionales no sólo suscriban y ratifiquen Instrumentos Internacionales, sino
que procedan a adecuar sus normativas internas a las internacionales.

Pero, sobre todo es fundamental que sean los propios ciudadanos, hombres y mujeres
conscientes de sus derechos, quienes, desde la sociedad civil, exijan a los Estados la
participación que les cabe en la definición de las políticas económicas, sociales y de toda
índole; tomando así en sus manos la construcción y decisión de sus propios destinos.

Sólo de esta manera seremos capaces de cambiar este mundo injusto e insatisfactorio, por otro
en que imperen los valores de verdad, libertad, justicia, tolerancia, solidaridad y paz. En esta
labor de construcción de un nuevo mundo, todos y cada uno de nosotros tiene una tarea que
cumplir.

Santiago de Chile, septiembre de 1998

) /

1. Ponencia presentada en ocasión de recibir el Premio a la Excelencia Albert Sc hweitzer que le otorgó la Universidad
Chapman, California, Estados Unidos, el 8 de septiembre de 1998.
2. Para una profundización sobre el tema democracia política y economía en Chile, véase Leiva, Femando y Petras, James:
"Democracy and Poverty in Chile. The limits to Electoral Politics". Westview Oxford. 1994.

3. Chomsky, Noam y Dieterich Heinz. "La sociedad global". Ediciones LOM, Santiago, Chile, 1995.

4. Ossa, Manuel. "Consenso ético global en vez de globalización neoliberal". Ediciones Taller PIRET, Servicio de Estudios
Regionales, Centro Ecuménico Diego de Medellin, Santiago, Chile, 1998.

5. CEPAL. Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe, Santiago, Chile, diciembre de 1996.

6. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. PNUD. Informe sobre el Desarrollo Humano. 1992.

7. La Resolución 95, del 11 de diciembre de 1946, de la Asamblea general de la ONU.


 c  c c

&    , profesor de historia.


Secretario Ejecutivo Regional
CODEPU VII Región

Casi todo problema o reivindicación humana, en sus dimensiones tanto individual como social,
son competencia de los Derechos Humanos. Y éstos, para una mayor comprensión, pueden
ser definidos como las condiciones básicas, reconocidas universalmente. que permiten el
desarrollo integral de las personas: donde se incluyen las necesidades materiales y espirituales
destacando, desde una perspectiva histórica, el anhelo permanente de un orden social donde
impere la paz. la libertad y la justicia.

Si miramos la historia, diversos son los episodios, muchos de ellos con grandes y costosos
sacrificios, donde pueblos enteros de diversas latitudes experimentaron largas luchas por
avanzar en la conquista de mínimas condiciones de dignidad y justicia.

En este largo caminar, sólo a mediados de este siglo, y en respuesta a las dramáticas
experiencias sufridas por los pueblos dominados por regímenes totalitarios, en 1945 se elabora
la Declaración Universal de los Derechos humanos como un sistema internacional de
protección de los derechos de las personas y de los pueblos frente a la omnipotencia de los
Estados.

Debemos sí aclarar que ya con anterioridad a esta Declaración, se empiezan a vislumbrar los
primeros pasos de la construcción internacional de los Derechos Humanos. luego de la
constitución, en 1919, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como parte de las
políticas mundiales en torno a la protección y regulación del Trabajo.

De esta manera y al ir adentrándonos en este reconocimiento internacional de valores propios


de la esencia humana, empieza a vislumbrarse con fuerza las concepciones de integralidad y la
supremacía de la doctrina de los derechos humanos por sobre las leyes y Estados nacionales.

 
/7(       8

Existe una visión, especialmente desde el mundo gubernamental, que plantea una distinción
radical entre derechos civiles y políticos (de primera generación), por una parte, y los derechos
económicos, sociales y culturales (de segunda generación), por otra. Recordemos, sin
embargo, que existen además derechos llamados de "tercera generación", referidos al
desarrollo, medio ambiente y autodeterminación de los pueblos. Al respecto, es tradicional o
común que se nos señale que los derechos civiles y políticos serían los que propiamente
constituirían "derechos" según el orden internacional y doctrinario, mientras que el resto serían
más bien una suerte de declaración de buenos propósitos. En este sentido, es frecuente
también que se nos plantee que los derechos civiles y políticos son de mayor atención y
preocupación, tanto en el ámbito internacional como nacional, en cuanto a los mecanismos
existentes para su respeto. Tómese en cuenta, a modo de ejemplo, el propio caso de Pinochet
en Londres y los argumentos doctrinarios esgrimidos en su contra: Convenciones y Tratados
Internacionales sobre Tortura, Desaparición forzosa. Crímenes de Lesa Humanidad.

Sin desconocer la magnitud y gravedad de atropellos donde se vulnera y/o se pone en riesgo el
derecho a la vida, lamentablemente se tiende a minimizar la trascendencia de la situación de
los derechos económicos, sociales y culturales, donde por cierto se pueden constatar
profundos atropellos fundamentales y penurias que terminan por marcar a pueblos enteros.

En lo que respecta al resguardo y fiscalización de los derechos económicos y sociales en el


marco de los actuales instrumentos internacionales de derechos humanos, la lógica de esta
visión debilitada se ha mantenido, cuestión que ha sido objeto de críticas tanto al interior de
Naciones Unidas como de la Organización de Estados Americanos y, con mayor razón, del
mundo no gubernamental de instituciones de derechos humanos.

Uno de los principales responsables de mantener una argumentación parcial e interesada, que
desfavorece el respeto integral de los derechos humanos, ha sido Estados Unidos y gran parte
de sus aliados estratégicos, quienes de manera reiterada efectúan presiones internacionales
en el resguardo de los intereses de los grandes poderes económicos transnacionales y de los
organismos especulativos del mercado mundial, como el propio Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial.

A pesar de los grandes obstáculos presentes, importantes son los ámbitos de acción donde se
vienen levantando políticas sociales en las que predomina una concepción indivisible en la
aplicación y vigencia de los derechos humanos. A modo de ejemplo, en la VII región podemos
señalar una situación donde ha existido un mejoramiento al respecto -con las salvedades que
corresponden- y que tiene que ver con la situación integral de los presos de la Cárcel Pública
de Talca. Al respecto, en materia de derechos humanos, la obligación del gobierno a través de
la Secretaría Regional Ministerial de Justicia no sólo debe encauzarse en la protección de la
integridad física y psíquica de los reos; no basta con que los agentes no torturen a los
detenidos, (gracias, por cierto, a la continua fiscalización que desde el ámbito público y
ciudadano se viene realizando); tampoco basta con facilitar el acceso a la justicia y al derecho
a la defensa. Es necesario también -como se ha venido desarrollando desde un tiempo reciente
a la fecha- se establezcan modificaciones y correcciones en lo referido a la infraestructura
carcelaria, que permita condiciones de respeto y recuperación de la reinserción integral y
básica de los reos. acompañados de talleres y oficios laborales, espacios de esparcimiento,
nivelación de estudios y acceso a la salud, entre otros aspectos.

Volviendo sobre los resguardos globales de los derechos humanos, con el énfasis del respeto a
los derechos económicos y sociales -en este caso el Derecho al Trabajo- hay que señalar que
en los propios Pactos y Tratados Internacionales son claros los diferentes niveles de
exigibilidad que sobre estos derechos. En tanto, que en los derechos de primera generación las
exigencias para los Estados es inmediata, para los derechos de segunda generación se ha
establecido un reconocimiento tácito de relativa "comprensión mutua" entre los Estados. Por
entenderlos como parte de las variables de desarrollo de cada país, se sostiene que su mejoría
tendría un carácter determinista y progresivo.

La argumentación progresiva de la vigencia de los derechos económicos y sociales (DESC). ha


dado lugar para que los Estados recurran al pretexto de la "insolvencia estructural", para
solventar sus deudas con sus sociedades o exigir sacrificios a los mismos para alcanzar un
status que permita satisfacerlos.

En relación al Sistema Regional Americano, debemos rescatar por cierto un avance en esta
materia, el cual contendría una mayor exigibilidad de los derechos económicos, limitado eso sí
a la participación de reclamantes individuales. Estos planteamientos están señalados en el
Protocolo de San Salvador, anexo de la Convención Americana sobre los Derechos
Económicos.

En el caso de Chile, la vigilancia y garantías del respeto de los derechos económicos y sociales
-en este caso el Derecho al Trabajo- consagra de manera insuficiente y desvirtuada la
efectividad de este. Así. en el artículo 19 ?16 de la Constitución Política sólo se hace mención
a la libre elección laboral, y en el inciso 19 del mismo artículo, en lo referido a la existencia de
sindicatos, es reconocido débilmente. Por su parte, entre los mecanismos legales -recurso de
protección- con respeto a vulnerabilidad o violación sobre este derecho económico,
nuevamente nos encontramos ante una suerte de subjetivismo y parcialidad, que la hace poco
viable e infundada y donde se retoma el argumento de "dependencia y determinismo" de parte
de los tribunales con respeto a la capacidad y potencialidad económica propia del Estado.

‘ 
 !
      9!     
 # à
    

A pesar de las grandes dificultades debemos insistir en la noción doctrinaria de que los
derechos humanos no pueden restringirse a la defensa de la integridad física y psíquica de la
persona; éstos deben tener una mirada integradora y dinámica que evolucionan junto al
desarrollo de la sociedad, tanto en los aspectos civiles y políticos, como económicos y
culturales.

En esta perspectiva, la argumentación sobre el desarrollo, como derecho inalienable, cobra un


interesante posicionamiento para poder encaminarnos hacia una efectiva y progresiva
existencia de los derechos humanos y, por tanto, de una democracia consolidada.

El término "Desarrollo", muy en boga, pero donde muchas veces se ha abusado


interesadamente en distintas apreciaciones que de él se obtienen, nos obliga a recoger la
definición de la propia Organización de Naciones Unidas, que señala: ...es un proceso
económico, social, cultural y político global que tiende al mejoramiento constante del bienestar
de toda la población y de todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y
significativa en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan"...

El goce pleno al Desarrollo como un derecho inalienable permanente está en Chile -y más aún
en la Región del Maule- muy limitado. Al identificar los principales obstáculos institucionales
podemos nombrar la presencia de la Impunidad, la propia democracia restringida y, a la cabeza
de éstas, el agente rector del actual tipo de desarrollo: el modelo económico Neoliberal.

Un poco de historia regional reciente donde se van imponiendo los grandes obstáculos del
desarrollo.

El Golpe Militar de 1973 interrumpió violentamente importantes avances sociales y económicos


que iban perfilando el Derecho al Desarrollo para grandes capas sociales y populares.

Recordemos que Chile se encontraba viviendo un conflicto social y de lucha de clases,


producto de la ampliación de la ciudadanía y el protagonismo creciente que venían alcanzando
la clase obrera, los trabajadores y los sectores populares organizados; que no sólo reclamaban
más ingresos sino también acceso a la propiedad -principalmente de la tierra-, a la participación
política, a la educación, a los medios de comunicación. Fue un choque de poderes y su
desenlace significó una fuerte reversión de la creciente presencia de los sectores populares en
el proceso de modernización, desarrollo y democratización de la sociedad.

Junto con ello se inicia la imposición y aplicación más descarnada de un nuevo modelo de
sociedad, que en su vertiente económica es el neoliberalismo. Como parte de este macabro y
oscuro mecanismo que pavimentaba el nuevo orden, no debemos olvidar la secuela de muerte,
desaparición, tortura y exilio, junto con el imperio del exterminio y la desarticulación de la
mayoría de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales que la población venía
conformando.

La Región del Maule, zona agraria con importante niveles de organización, en especial en el
orden laboral, fue violentamente afectada a partir del 11 de septiembre de 1973. Numerosas
organizaciones sindicales, especialmente campesinas, fueron arrasadas y varios de sus
afiliados víctimas de las más graves violaciones a los derechos humanos.

Las investigaciones realizadas por CODEPU, así como las de otras organizaciones de
derechos humanos y los innumerables testimonios de víctimas y familiares. ratifican con detalle
las circunstancias en las que se realizaron prácticas de exterminio, a través de sistemáticos
operativos militares en diversas zonas rurales de la zona en los que se usaron todos los
recursos represivos. Así. podemos comprobar como zonas de alto porcentaje represivo a
Pelarco, Melozal, las cercanías de San Javier y Loncomilla, Villa Alegre, Yerbas Buenas.
Chanco. Retiro, Linares y, por cierto, las grandes extensiones en torno a la Colonia Dignidad en
la comuna de Parral (en la zona sur del Maule)
Las investigaciones de estos hechos y la reconstrucción de numerosos casos, las acciones
emprendidas en el ámbito jurídico junto a los familiares de las víctimas, nos llevó a la apertura
(1)
de varios procesos, destacando el caso de 34 personas detenidas desaparecidos de Parral.
Un denominador común en esta secuela de terror y muerte, donde encontramos a obreros y
campesinos, es la alta presencia de dirigentes (entre 20 a 40 años de edad) provenientes de
asentamientos campesinos, de sindicatos urbanos y otras entidades productivas de carácter
social.

En la VII Región, la negación de justicia es evidente. Los muros que se han levantado, léase
decreto ley de amnistía, competencia de la justicia militar y prescripción. entre otras -a pesar de
la corroboración de testigos sobre la identificación de cientos de responsables- han significado
que la mayoría de los responsables no estén sometidos a proceso y se encuentren gozando de
plena libertad. Es decir, sigue imperando la impunidad y hasta la fecha, a pesar de los
esfuerzos, aún no se ha logrado tener conocimiento del paradero de ninguno de los más de 60
detenidos desaparecidos de la región. En este escenario de represión y total desprotección,
encontramos las instancias que anidaron e impusieron el modelo neoliberal, promovido hasta
nuestros días por la dictadura militar y que hoy. sin duda. está configurando un nuevo tipo de
impunidad, una impunidad de orden social.


       
     
  & 

El economista chileno Hugo Fazio, señala con respecto a la "impunidad social" y a la


imposición del sistema económico neoliberal, una cuantificación que gráfica la alta injusticia y
grave atentado a los derechos humanos que recae en los trabajadores. Esto es la pérdida y
desvalorización desmedida de sus remuneraciones. Explica que esta perdida acumulada
equivale "a que los trabajadores no hayan recibido salario por siete años". Este asalto que se le
ha arrebatado a la mano de obra laboral sumaría más o menos 6 millones de dólares anuales.

En la Región del Maule la propia imposición de la fase de expansión económica exportadora


hasta nuestros días demuestra, por un lado. altas cifras de expansión económica del sector
agrícola y forestal con importantes rentabilidades y excedentes económicos que incluso se han
destacado en el aporte al Producto Global Bruto (PGB) nacional; pero. por otro lado, éste no se
condice con la deprimida realidad socioeconómica de importantes capas de trabajadores de la
zona. que deben mantenerse con bajas remuneraciones o crecimientos temporales y con
mínimos resguardos de su seguridad social. Junto con ello, hay que señalar también los altos
costos ambientales y de salud que recaen fundamentalmente hacia los trabajadores y sus
familias. como los que se generan a partir del abuso del uso de agrotóxicos y las actuales
condiciones de alto deterioro de los suelos del Maule, con erosiones que llegan a un 35% en
amplios sectores costeros.

Según antecedentes macroeconómicos. la VII región tuvo entre 1960 y 1992 un ranking de
crecimiento que la puso entre las tres mejores regiones del país. Posteriormente se señala que
entre 1983 y 1992 esta Región fue la que más creció en promedio, de acuerdo al PGB regional,
en comparación al resto de regiones del país.

En la actualidad, pareciera que tampoco es relevante poseer una potencia eléctrica instalada
de 1.244 MW y ser parte, junto a la VIH región, de casi el 50% de la energía que abastece a las
personas y empresas de todo Chile. Lo incomprensible es que estas dos regiones, a pesar de
las grandes utilidades de las empresas eléctricas, escasamente son beneficiarios de este
crecimiento económico los trabajadores y la comunidad en general.

La inequidad social continúa agravándose en nuestro país y en nuestra región. En lo que se


refiere a la distribución de ingresos, las investigaciones internacionales señalan que Chile es
una de las más regresivas de América Latina; además de la ya muy conocida brecha (de 36 a
40 veces) entre el ingreso per cápita de los más pobres y de los más ricos. A estas alturas
seguir señalando que la redistribución del ingreso puede hacerse a través del mercado, no sólo
es poco serio, sino que además lleva consigo la tozudez propia de sectores conservadores que
defienden a ultranza sus intereses.
De igual manera, es evidente lo exacerbado de las diferencias sociales que produce el modelo
económico que hoy nos rige, y que gran parte de su peso y secuelas recae en los sectores
populares y de trabajadores. Según un informe del Programa de Naciones Unidas para el
desarrollo (PNUD). en nuestro país conviven simultáneamente el primer y el cuarto mundo.

Según los Indicadores de Desarrollo Humano (ID) de la PNUD, Chile se sitúa en el lugar 33 de
la clasificación mundial en la categoría de países de Alto Desarrollo Humano. Pero. de acuerdo
a este índice, existen menos diferencias entre Chile y los países desarrollados, que las
existentes entre las diversas comunas de nuestro propio país. Mientras Vitacura, Las Condes y
Providencia, presentan ID semejantes a Canadá o Japón: comunas como Contulmo. en la VIII
Región, o Chanco, en VII Región, tienen ID semejantes a Kenia o Ghana, países
extremadamente pobres de la región africana.

Otra alta vulnerabilidad en relación a los derechos económicos y sociales de los trabajadores y
su familia es el alto porcentaje de subempleo o trabajo informal, existiendo más de un 50% de
trabajadores sin contrato y dentro de éste, un alto número de menores de edad en faenas
agrícolas. Esta desprotección, por cierto, esta muy alejada de los nuevos acuerdos contraídos
por el Estado de Chile en materia de protección laboral.

Según últimos registros del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en lo referido al tema de la
cesantía nacional, los sectores productivos más deprimidos serían la construcción, la industria
manufacturera, la minería y la agricultura. La región del Maule, con una cesantía que
sobrepasa los dos dígitos, muestra una fuerte depresión en los sectores silvo-agropecuarios e
industrial, junto al decaimiento de la construcción. Producto de esta situación en la ciudad de
Talca se ha generado la conformación de diversos comités de cesantes los que junto con
impulsar movilizaciones en demanda de sus problemáticas, están implementando alternativas
básicas de subsistencia solidaria.

  
   
  +   
    

    -‘‘#
      
  & 

    /

Es incuestionable que para la imposición del actual modelo económico y su plena


funcionalidad, se ha requerido de espacios con mínima participación democrática. Más allá de
la retórica oficial y empresarial, con una recurrente valoración y manejo de términos como
"ciudadanía", "derechos públicos", "soberanía". "Estado de Derecho", entre otros, un rasgo
claro hoy en día es que la economía se impone a la política, a tal punto que la producción de
ideas y conocimientos y la modernidad están ahora vinculadas, principalmente, a la esfera de
los consorcios industriales y del capital globalizado. En definitiva, el neoliberalismo bloqueó el
proceso de democratización y cambió de signo el proceso de modernización, haciéndolo
claramente excluyente.

El llamado "crecimiento con equidad", donde se formula la lógica de empleo /ingreso, sigue
estando muy lejana. La presencia de la flexibilidad y la informalidad del trabajo aumenta los
niveles de empobrecimiento.

!
      /

‡Desde el mundo laboral aparece como muy necesario el realizar desde su propia realidad,
investigaciones críticas del modelo y la sociedad en que vivimos. Esta es una tarea elemental,
porque el modelo económico imperante se ha acompañado de una fuerte propaganda
ideológica orientada a afirmar que no sólo este es el único modelo posible, sino que además es
muy bueno.

Es por ello que es necesario hacer esfuerzos desde y para el mundo laboral, dirigidos a
estudiar seriamente este modelo, preguntándonos qué impactos ha tenido en la realidad
cotidiana; en la fábrica, en la empresa, en el entorno social. Hay que mostrar la otra cara del
modelo; especialmente es necesario que en la VII Región hagamos esfuerzos en esta
dirección. En esta tarea propongo aprovechar la experiencia y apoyo de profesionales,
institutos de estudios sociales y escuelas universitarias.

‡ Levantar relaciones y plataformas sociales alternativas que profundicen la democracia


nacional y local. El mundo laboral debe continuar reconociéndose como actor de primera línea
en la tarea de la memoria histórica, de la promoción de los valores de la solidaridad, la
cooperación y la autonomía. En este camino, hay que rescatar la participación de sectores
sindicales en las campañas que se vienen realizando a nivel local por el término de los
enclaves antidemocráticos.

‡ Aumentar y estimular hacia la base laboral las responsabilidades fiscalizadoras del respeto de
los derechos de los trabajadores y la aplicación de los nuevos convenios de la OIT. Esta acción
fiscalizadora no sólo es tarea de los dirigentes, de los asesores, de los abogados u otras
entidades afines, sino que de todos los trabajadores.

‡ En relación a lo anterior, impulsar una permanente presión hacia el poder legislativo y en


especial hacia los parlamentarios de cada zona para que asuman su responsabilidad en la
pronta ratificación de Convenios de la OIT que son vitales para el resguardo de los derechos d
los trabajadores, como por ejemplo el Convenio 151 sobre Organización y negociación de los
trabajadores públicos. Con esa misma fuerza denunciar públicamente el retroceso en estas
materias tras el rechazo del Senado en tres Convenios como lo son los referidos a la
protección de los representantes de los trabajadores, prestación en casos de enfermedades
profesionales y sobre servicios de salud en el trabajo.

‡ Impulsar y actualizar las políticas de capacitación y educación sindical, articulándose en torno


a las nuevas relaciones laborales en el contexto de la llamada modernización, globalización y
los acuerdos comerciales internacionales; estos últimos de preocupación, por el alto
desconocimiento real de sus graves consecuencias en la economía regional.

‡ Hacer esfuerzos para no quedar sólo en la denuncia y ser más proponentes, acompañados
por acciones y experiencias propias. Resurgiendo valiosas experiencias de autogestión popular
e impulsando la capacidad de "sujeto de derecho" versus "beneficiario recepcionista pasivo"
(neoclientelista).

‡ Adherir a la Campaña Internacional sobre el vínculo y la vigencia de los Derechos Laborales


al interior de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la suscripción y aplicación por
parte de los Estados sobre los siete convenios claves que actualmente promueve la
Organización Internacional del Trabajo. En relación a la OMC, interiorizarnos de los contenidos
de la próxima cumbre Ministerial, solicitando al Gobierno la inclusión de las organizaciones
sindicales en esta Cumbre.

:/

‘3 %

 ;‘ 

1. Convenio 87 sobre Libertad Sindical y protección del Derecho de


Sindicación.
2. Convenio 98 sobre el Derecho de Sindicación y Negociación Colectiva
3. Convenio 29 y 105 sobre el Trabajo forzoso.
4. Convenio 100 sobre Igualdad de remuneración ( hombres y mujeres).
5. Convenio 111 sobre la discriminación (en el empleo y ocupación en
sus distintas formas).
6. Convenio 138 sobre la edad mínima (trabajo infantil).
‘‘‘             # à


ÿ   
 
   

  
 (Remuneraciones
promedio per cápita, Miles $)
 
 
  
   
III 102.95
II 90.36
XI 77.20
RM 73.70
XII 67.84
IV 66.97
I 66.92
X 63.82
V 63.65
IX 60.37
VI 65.45
VIII 59.18
  !!
ÿ  " 
"  

Trabajadores cotizando en INP 18.379
Trabajadores cotizando en AFP 120.623
Trabajadores con contrato 139.002
Trabajadores sin contrato 157.980
Trabajadores ocupados 296.960
Ocupación informal Regional 55%
Ocupación informal Nacional 44%
ÿ
   
#$%
&  
  &
   

Agricultura 5.1%
Industria 11.7%
Construcción 10.0%
Comercio 6.2%
Servicios 2.9%

* +

‡ Encuesta de caracterización socioeconómica CASEN 1995.. SERPLAC. INP (1995).


‡ Claude, Marcel. Una vez más la miseria ¿Es Chile un país sustentable? Ediciones Lom,
Colección Sin Norte, 1997.

‡ Cumbre de los Pueblos de América. Memorias, enero 1999.

‡ Reyes. Myriam. "Derechos Económicos y Sociales" en Serie Opinión y Perspectivas ?3,


CODEPU, enero, 1999

‡ Fazio. Hugo. Mapa Actual de la Extrema Riqueza. Colección Sin Norte, Universidad ARC1S,
Ediciones Lom. 1997.

‡ Convivir o Competir, Alternativas frente a los efectos del modelo neoliberal. Seminario Taller.
Servicios de Estudios Regionales. Concepción, 1996.

) /

1. Caso que hoy es parte de los procesos investigados por el Juez Juan Guzmán. quien tiene a su cargo las querellas contra
Pinochet

     %


)01 2 
# 3+4





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