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Programa de Educación de Codepu
A pesar del crecimiento progresivo de las libertades individuales en el mundo en las última
décadas, la discriminación constituye uno de los más reiterados actos de violación de los
derechos humanos. Afecta, sin duda alguna, a una parte importante de la población mundial.
Una de las situaciones discriminatorias que adquiere ribetes más dramáticos afecta a las
personas que viven con el virus del SIDA. Por distintos mecanismos políticos, jurídicos,
administrativos, sociales y culturales, de hecho en el ámbito de la acción pública o privada,
estas personas son estigmatizadas y muchas veces aisladas socialmente. Actos
discriminatorios en su contra se denuncian a diario en el campo de los derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales. Esto es un motivo de preocupación para todos
quienes se ocupan de la vigencia de los derechos fundamentales de las personas. Desde el
punto de vista de los derechos humanos, la superación de la discriminación contra las
personas con VIH+ contribuye a eliminar otras formas de discriminación de que son objeto
otros sujetos sociales.
El artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que "Toda persona
tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de
raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición". En su artículo 7 agrega que
todas ellas tienen "derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta
Declaración..." Esta protección contra toda discriminación es refrendada en los artículos 2 y 26
del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, y en el Artículo 1 de la
Como hemos visto, no sólo los Instrumentos Internacionales señalados, sino también nuestra
propia Constitución Política prohíbe la discriminación y afirma la igualdad ante la ley de todos.
Los textos señalados vinculan esencialmente la igualdad ante la ley con la no discriminación.
Es la primera la que garantiza el derecho a la protección frente a toda forma de discriminación.
Este último derecho, a su vez, asegura el reconocimiento, goce y ejercicio de todos los
derechos humanos y libertades. En consecuencia, al negarle a cualquier persona algún
derecho, no sólo se la discrimina, sino que también se transgrede el principio de igualdad ante
la ley y, además, se niega la condición de igualdad fundamental de los seres humanos
(establecida en el art. 1 de la DU). Es decir, cualquier negación de derecho que constituya
discriminación desconoce la comunidad (común unidad) humana. Este desconocimiento
implica la afirmación de la superioridad fundamental de unos sobre otros y, en consecuencia, la
escisión del género humano. Toda discriminación es, entonces, un atentado contra la
humanidad.
En definitiva, no se trata, con estas medidas, de ejercer actos que rompan la igualdad ante la
ley, sino precisamente lo contrario: garantizar dicha igualdad.
Hemos visto que la discriminación atenta contra la comunidad humana. Pero, además cumple
un rol conservador de concentración del poder. Diferentes grupos han sido discriminados en
diferentes épocas y circunstancias. En un principio casi la totalidad de la población de un
territorio dado era discriminada y sólo a algunos se les reconocían derechos por quienes
monopolizaban el poder o se autoadjudicaban derechos en desmedro de los demás. La
concentración del poder y la discriminación han corrido parejo; por ello, esta última tiene un
carácter conservador. En cambio, la lucha contra la discriminación históricamente ha estado
vinculada a la lucha por la descentralización y la democratización, la socialización del poder, a
la lucha de los diversos grupos sociales por injerir en la toma de decisiones de la sociedad de
la cual forman parte. En consecuencia, la función política de no discriminar -además de
fomentar la comunidad humana- es repartir el poder, desconcentrarlo. De allí su importancia.
Por todo lo anterior, la discriminación atenta contra las relaciones sociales efectivas, al ser un
obstáculo a la comunicación y a la posibilidad de cambio. Sólo hay relación social entre grupos
cuando aquella es multilateral, es decir, cuando existe intercambio real entre ellos. Y si lo existe
verdaderamente, es imposible que los relacionados permanezcan inmutables, puesto que
cualquier inter-relación modifica los elementos en juego. Nuevamente vemos aquí el carácter
conservador de la discriminación al impedir la posibilidad de cambio. Del inevitable cambio que
caracteriza la vida. Impedir ese cambio, discriminar, es, entonces, atentar contra la vida.
Los deberes del Estado democrático en este ámbito implican variadas responsabilidades.
Primero,
%
, por ejemplo, la
desigualdad jurídica de los hijos según filiación "legítima" o "ilegítima" en nuestro país.
Después,
, por ejemplo, no hay
obligatoriedad legal para que las ISAPRES cubran la totalidad de las enfermedades que
pueden afectar a sus afiliados, cuestión que, en cambio, es obligatoria para el sistema público
de salud. Tercero,
&
, sancionando, por ejemplo, la
discriminación que consiste en expulsar del sistema de salud privado a las personas de edad
avanzada. Cuarto,
(social,
cultural, religiosa y política), rol que no se cumple cuando no se consideran las particularidades
de algún grupo social significativo, por ejemplo, cuando en la escuela -y en los textos de
estudio aprobados por el Estado- no se hace mención del carácter pluri étnico de nuestro país,
haciendo como si no existiera un millón de chilenos de origen indígena.
Por otra parte, el Estado está obligado a eliminar de su institución jurídica, o de su acción
política, legislativa, administrativa o judicial cualquier acción que pueda implicar discriminación.
Como puede apreciarse, son múltiples las formas en que el Estado puede incurrir en actos
discriminatorios o abdicar de su función de promover y proteger los derechos humanos y el
bien común.
Pero, además el incumplimiento de las obligaciones del estado puede efectuarse por omisión
en cualquiera de esas dimensiones.
Es evidente que
pueden violar los derechos humanos; la
represión violenta a manifestaciones públicas, en donde la función de mantener el orden
público se transforma y redunda en violaciones a los derechos de expresión, e integridad física
y psíquica. Pero, muchas veces también es grave el incumplimiento del rol protector de los
derechos humanos, por El Estado puede, por negligencia, incapacidad o falta de
voluntad, desligarse de esa responsabilidad o cumplirla de manera abiertamente deficiente. Es
lo que sucede con la desprotección del medio ambiente y el desconocimiento de las
necesidades ecológicas. En estos casos, hay cuando se aceptan informes de
impacto ambiental claramente insuficientes; hay técnica para solucionar el
colapso ambiental de Santiago, e, indudablemente, en todo esos casos, hay
para enfrentar estas situaciones y hay abdicación del deber de protección de
los derechos del pueblo.
Hoy en el mundo, la discriminación a personas que viven con el virus del SIDA adquiere niveles
preocupantes. Estos actos se dan tanto en el ámbito nacional como en el internacional. En
muchos países se exige el test de Elisa a viajantes o a personas que buscan residencia en otro
país; hay estados que niegan el derecho a refugio por causa del SIDA.
Aunque en el mundo exista mayor vigencia de los derechos y libertades fundamentales, quizás
el miedo, los prejuicios y la ignorancia, han permitido que se cometan actos discriminatorios a
quienes viven con el virus.
Hay un vínculo conceptual entre derechos humanos y SIDA: la doctrina de los derechos
humanos nos orienta en la búsqueda y en la práctica de formas de control de la pandemia que
no sean represivas ni discriminatorias. Pero, además, hay un vínculo táctico entre derechos de
las personas y SIDA: a mayor vigencia de ellos mayor logro en el control de la pandemia; el
aislamiento y la discriminación de quienes viven con el virus es contraproducente pues los
induce al alejamiento de la vida en sociedad, a esconder o negar su condición, a la
clandestinización de la enfermedad y a marginarse de los servicios sociales y de salud; todo lo
cual provoca el avance subterráneo de la epidemia y afecta a toda la sociedad. Así pues, no
hay contradicción alguna entre control de la pandemia y respeto a los derechos humanos de
quienes viven con VIH. Por el contrario, "la protección de aquellos que no están infectados con
el VIH es absolutamente dependiente de la protección de los derechos y de la dignidad de las
(2)
personas afectadas" afirma la Organización Panamericana de Salud.
Sin embargo, existen aún algunos discursos que afirman que la prevención del SIDA debe
consistir en el aislamiento de quienes poseen el virus. Esta afirmación está lejos de tener
fundamento científico. La OMS ha afirmado en múltiples ocasiones que no hay contradicción
(3)
entre la atención de las personas seropositivas y la prevención de la enfermedad. El mayor
conocimiento de las características de los distintos virus del SIDA permiten afirmar que su
desarrollo y avance guarda directa relación con el bienestar o malestar psicológico y social de
las personas que lo poseen. Una buena calidad de vida, el bienestar económico, la información
adecuada, el respeto de la dignidad, la estimación y buen trato son beneficiosas en el
tratamiento de la enfermedad y, por el contrario, la pobreza, marginalidad, el maltrato, el
aislamiento, el irrespeto, son variables que aceleran el desarrollo de la enfermedad.
En resumen, en la medida que las comunidades y la sociedad se comprometan en la
prevención de la epidemia e integren socialmente a quienes viven con el virus, obtienen logros
considerables en su control, incluso, el compromiso comunitario es una forma de disminuir los
costos a través de acciones económicas, cooperativas y asociadas.
Todas estas prácticas significan una desprotección legal en el ejercicio de sus derechos
constitucionales, sean estos civiles, políticos, económicos, sociales o culturales.
Primero, el reconocimiento a todas las personas que conforman la sociedad como iguales en
dignidad y en derechos. Se mejora la sociedad cuando todas las personas tienen igual cabida,
igual respeto, igual derecho e igual reconocimiento. Cuando se practica este reconocimiento
cada persona se anima a entregar más de sí y, entonces, se potencia la contribución de cada
cual a todos, contagiando en los otros un clima de aportes recíprocos. Así se liberan las
energías creadoras de todos. Cuando, por el contrario, no se da cabida ni se reconoce la
dignidad ni los aportes de las personas, se las inhibe, frustrando sus capacidades. Esto, sin
duda, significa una pérdida para el conjunto de la sociedad y no sólo para quienes son
excluidos. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando quienes están en una posición de autoridad, de
conocimiento o poder en la educación, maltratan a los estudiantes descalificándolos a priori,
negándoles la posibilidad de aportar, desarrollarse y superarse. Y ya que el conocimiento es
poder, esta práctica es otra forma concreta de concentración del poder.
El otro modo es en la promoción de instituciones y leyes que mejoren la convivencia entre las
personas, provean instrumentos de resolución pacífica de los conflictos sociales, valoren los
aportes individuales de los variados grupos o sectores que la conforman, mejorando
sustancialmente el funcionamiento global de la sociedad y la calidad de vida de todos. Cuando
se establece la igualdad de derechos para un grupo en relación a todos los demás, no sólo se
beneficia a ese grupo, sino también a los otros y al conjunto de ellos. Por ejemplo, al asentarse
la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, no sólo se beneficia a estas últimas, también
a los hombres y a los niños. A los hombres porque los libera de la sobrecarga de deberes
legales exclusivos (administración de bienes familiares, representación legal de los hijos y la
mujer) al compartirlos con la mujer. A los niños porque la existencia de derechos y deberes
comunes a ambos padres, redunda en relaciones intra familiares más armónicas. Además, la
disolución de las relaciones autoritarias al interior de las diversas instituciones sociales -la
familia entre ellas-, las democratiza, y no puede sino ayudar a la democratización de la
sociedad conformada por esas mismas instituciones.
,*+
-
En el caso del SIDA, la aceptación en todos los planos de las personas que viven con este
virus, permite que ellas -que son al fin y al cabo quienes más conocen los procesos fisiológicos
de la enfermedad pues lo viven en carne propia-, puedan dar a conocer sus experiencias,
aportando mayores conocimientos a la ciencia médica, a la farmacología, a la psicología,
respecto de mejores tratamientos, para enfrentar el virus.
Desde el punto de vista social, cuando se prohíbe la discriminación a las personas VIH+, se
está permeabilizando este principio de no discriminación a otras materias similares. Por
ejemplo, la prohibición de la exigencia de examen de SIDA en el trabajo tendría que
extenderse, evidentemente, a los test de embarazo de las mujeres, mejorando la posibilidad de
ellas de mantener su empleo.
Como se sabe, el desarrollo económico requiere cada vez más de capital humano calificado y
eficiente. De allí la importancia que se le da actualmente a la educación y la capacitación
laboral. Las empresas -y los países- progresan si cuentan con personal adecuado y con
experiencia. Para ello, gastan sumas importantes de dinero. Cualquier desaprovechamiento de
esas capacidades evidentemente conspira contra su progreso y sus ganancias. Cuando se
expulsa del trabajo a un funcionario por el hecho de tener VIH se está perdiendo capital
humano valioso y, muchas veces, experimentado y difícil de conseguir.
Por otra parte, desde un punto de vista macroeconómico cualquier aporte mayor que cero al
Producto Geográfico Bruto -PGB- significa ganancia. Una persona con VIH que trabaja aporta a
ese indicador, en cambio, una que permanece cesante es un gasto social, especialmente en
salud, al cual no se le permite retribuir a la sociedad parte o el conjunto de sus costos de vida.
Así pues, desde el punto de vista económico es mejor que las personas con VIH trabajen a que
no lo hagan. En definitiva, no hay razones económicas para marginar del trabajo a una persona
por ser VIH+.
! +
El SIDA es una realidad que nos acompañará por todas nuestras vidas. Es parte de la realidad
que nos ha tocado. En esa circunstancia hemos de crecer, trabajar, estudiar, relacionarnos, en
definitiva, vivir, convivir. Esto nos impone una respuesta. Una respuesta que no puede ser
cualquiera y que constituye un desafío para todos:
convivir sin discriminación en un marco de vigencia efectiva de todos los derechos y libertades
proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. O, acaso, ¿habremos de
aceptar y resignarnos a formas de convivencia social discriminatorias y anacrónicas que hemos
ido superando y que son del atrás? De ninguna manera. Dado el avance que ha experimentado
la humanidad en este último siglo, ésta no puede permitirse involucionar hacia formas ya
superadas de enfrentar -sin resolver- los problemas que le aquejan. Por lo demás, estamos a
pocos años de alcanzar el tercer milenio de la era cristiana que sin duda traerá mayores
desafíos personales, sociales y políticos. Y para enfrentar estos nuevos desafíos futuros es
crucial el modo cómo encaremos los presentes, puesto que la manera en que respondamos a
los primeros depende, en buena medida, de cómo enfrentemos los de hoy.
Los derechos humanos nos orientan en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos
toca vivir. Pero, sabemos que esta orientación es, a la vez, un desafío. La discriminación es un
obstáculo a la convivencia humana pues impide el comportamiento fraternal a que nos interpela
la Declaración Universal. ¿Seremos capaces de responder a esa exigencia de la Declaración, y
que expresa nuestra vocación ética, como ya han respondido otras generaciones en estos casi
cincuenta años de su consagración? En este medio siglo las generaciones que nos precedieron
respondieron afirmativamente a ese desafío al lograr ir terminando la discriminación contra las
mujeres y la gente de color en muchas partes del mundo.
Hoy día, ¿seremos capaces de encarar la interpelación que nos hace la Declaración y
continuar superando la discriminación? El SIDA nos da la oportunidad de responder sí.
) /
1. Aprobada en la Conferencia de los Estados Americanos de San José, Costa Rica, el 22 de Noviembre de 1969.
2. Pan American Health Organization, Ethics and Law in the study of AIDS, Scientific Publication Nº 530, Washington, D.C,
1992. p. IX.
3. Cfr. Docum entos de Resolución: WHA 41.24, 1988; 43.10. de 1990; 45.35, de 1992; 46.37, de 1993.
4. Estas situaciones contradicen los artículos. 7,12, 13, 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y también el
artículo 19 Números 2, 3, 4 y 7, de la Constitu ción de la República.
5. Atentando contra los artículos 21. ?2. 23 N°s 1. 2, y artículos 25 y 26 de la Declaración Universal.
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Secretario Ejecutivo de Codepu
La palabra red indica una malla tejida con hilos, cuerdas o alambres convenientemente
dispuestos para cazar, pescar, sujetar, sostener, etcétera. También se la define, como un
conjunto sistemático de hilos conductores o vías de comunicación o agencias y servicios
dispuestos para alcanzar determinados fines .
El trabajo de redes fue, en algún modo, la práctica del trabajo en derechos humanos realizado
en nuestro país, que se retroalimentó en la experiencia histórica de lucha social y política del
mundo popular.
Pero, aunque hay una valoración positiva de las redes, no se impulsa su creación para
desarrollar con más fuerza el trabajo de derechos humanos. Una series de factores contrarían
la iniciativa en pro de las redes:
Esto deviene en una desvaloración del trabajo de las ONGs y en una caída de sus dignidades;
lo que se puede representar en un silogismo formal que interpreta a muchos trabajadores de
ONGs de derechos humanos: a menores recursos más exigencias técnicas administrativas y
más trabajo. Así operan las leyes del mercado.
- La gran dificultad para el éxito del trabajo de las redes lo constituye la imposibilidad de las
ONGs de hacer políticas a largo plazo, puesto que no tienen medios para garantizar la
estabilidad y continuidad de sus programas. De lo que muchas veces se deriva un rol formal de
las redes. Creamos redes insterinstitucionales para optimizar el trabajo institucional y redes
organizacionales para dinamizar el trabajo comunitario. Esta forma de proyección bidireccional
del trabajo de red es necesario superar.
Cualquier esfuerzo que tiene por objeto poner a la comunidad en el centro de la acción de
defensa, denuncia, educación y promoción de los derechos humanos, debe superar los
esfuerzos aislados y unifocales. Hoy requerimos de coordinación, de integración y
complementariedad para un mejor éxito de nuestra acción.
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Su fuerza integradora, basada en una confianza real de las capacidades creativas de las
personas y los grupos para un esfuerzo común. Abarca múltiples sistemas al incluir a todos los
grupos formales e informales, reconociendo con ello el valor de la diversidad.
Pone énfasis en los procesos, identificando las estructuras organizacionales, los liderazgos
comunitarios, las dinámicas, tradiciones y discursos, los problemas y necesidades.
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Diario Aukin
Las demandas por la territorialidad y el ejercicio de derechos políticos de los pueblos indígenas
al interior de los Estados en que habitan, se está convirtiendo en un tema relevante en el
ámbito de los procesos sociales de América Latina y el Caribe. Diversas organizaciones
indígenas e investigadores destacan este hecho desde diferentes posiciones y corrientes de
pensamiento científico e ideológico, señalando que las demandas por territorio y autonomía
son actualmente las reivindicaciones centrales del movimiento indígena en foros nacionales e
internacionales.
La recuperación de tierras, territorios y control de los mismos por las instituciones indígenas, es
percibida por los Estados como atentatoria a su institucionalidad. Las opiniones de las
autoridades políticas de los países son, generalmente. descalificadoras ante estas propuestas.
Muchas veces, como señala José Bengoa, se utiliza "el fantasma de la secesión territorial y la
destrucción del Estado, como argumento mal intencionado para combatir los derechos de los
(2)
pueblos indígenas".
Ha sido un compromiso de las Naciones Unidas -cuando declaró los años noventa como la
"Década de las Poblaciones Indígenas"-, tanto la conformación del Foro permanente como la
aprobación de la declaración sobre los derechos de los pueblos originarios.
Es así como la demanda de los pueblos indígenas ha recobrado vigencia en los últimos años y
el interés y las acaloradas discusiones que se suscitan en relación con este tema están
enlazadas con la circunstancia que, contra ciertas previsiones, los movimientos indígenas no
sólo no han desaparecido o perdido importancia, sino que se han intensificado y ganado un
lugar destacado en la escena socio-política de diversos países y de organizaciones
internacionales.
La historia de la relación entre el Estado Chileno y el Pueblo Mapuche muestra que el proyecto
de este último ha estado en contradicción con el proyecto de la sociedad nacional, que no los
ha considerado dentro de sus propuestas, exceptuando en alguna medida la política seguida
por el gobierno de la Unidad Popular y la actual legislación indígena.
Las políticas llevadas a cabo por el Estado Chileno a través de las legislaciones indígenas han
sido caracterizadas por algunos investigadores como anti-indígenas. Ha tendido
sistemáticamente a privarles sus derechos, en una primera etapa (1813-1827) en nombre
del Estado y de sus derechos soberanos, sobre todo el territorio nacional; y, en un segundo
período, a pretexto de incorporar al indígena a la nacionalidad. Ha desconocido la realidad
objetiva e incuestionable, cual es que los mapuches -y en general todos los pueblos indígenas
constituyen culturas distintas del resto de la sociedad chilena.
La demanda del pueblo mapuche por largo tiempo estuvo centrada en la defensa de las tierras
que les fueron reconocidas por el Estado, así como en el acceso a servicios sociales básicos
(educación y vivienda entre otros). A fines de la década de los ochenta, en el contexto de la
democratización del país, sus organizaciones comenzaron a reivindicar junto a dichas tierras,
espacios territoriales más amplios que consideran propios y a los cuales se liga hasta hoy su
subsistencia material y cultural.
La Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI), creada en 1990 con el objeto de hacer al
gobierno una propuesta de nueva legislación sobre pueblos indígenas, intentó en su trabajo
recoger estas demandas, tomando como base para ello las orientaciones que sobre esta
materia estaban contenidas en el recientemente aprobado Convenio 169 de la OIT. Así, en el
primer borrador de discusión del proyecto de ley indígena, incorporó entre sus propuestas el
establecimiento de los que llamaba "territorios de desarrollo indígena", concibiéndolos como "el
espacio social, demográfico, ecológico, cultural fundamental para la existencia y el desarrollo
de los pueblos indígenas", estableciendo en ellos el derecho de las comunidades a participar
en la toma de decisiones respecto a los planes de desarrollo económico, social y cultural que
allí se implementen, y a oponerse a ellos, así como a beneficiarse materialmente de la
explotación de los recursos naturales que en ellos existieren.
También se estableció en la propuesta legislativa elaborada por la CEPI -como una forma de
reconocimiento de sus autoridades tradicionales y de potenciar la capacidad de los indígenas
de resolver sobre sus propios asuntos la figura de los "jueces de paz indígenas", a los cuales
les era entregada la facultad de resolver conflictos al interior de la comunidad.
Desgraciadamente, como lo señala José Aylwin, dicho proyecto no sólo sufrió modificaciones
en el Ejecutivo antes de su envío al Congreso, sino también en el debate parlamentario, razón
por la cual la ley 19.253 aprobada en 1993 en la práctica no recogió las aspiraciones de los
indígenas en estas materias, limitándose tan sólo a establecer las denominadas "áreas de
desarrollo indígena", concebidas como espacios territoriales en que los organismos de la
administración del Estado focalizarán su acción en beneficio del desarrollo armónico de los
pueblos indígenas y sus comunidades.
o
Cabe señalar que el Congreso tampoco dio aprobación al Convenio N 169 de la OIT en donde
se recogen y regulan los derechos de los pueblos indígenas al territorio y los recursos naturales
que en ellos se encuentren.
En Chile, los pueblos indígenas no están siendo considerados por las políticas públicas
creadas por el gobierno para impulsar la modernización y la inserción del país en la economía
mundial. Las experiencias señalan que la población indígena se encuentra desprotegida ante
decisiones de la autoridad, especialmente ante megaproyectos que pueden tener una
justificación útil para una parte de la sociedad, pero también consecuencias negativas graves
para las personas indígenas.
La búsqueda del desarrollo económico que persigue el gobierno chileno, y muchos sectores de
la sociedad nacional, repercuten gravemente en la vida de los pueblos originarios de Chile. El
caso del pueblo mapuche, habitantes originarios del centro-sur de Chile, es un ejemplo, ya que
las principales reservas de recursos naturales renovables y no renovables, se encuentran
precisamente en territorios indígenas.
Para una parte de la dirigencia mapuche los megaproyectos constituyen las nuevas y
modernas formas de usurpación de sus derechos y la ocupación material de su territorio.
"Estamos frente a una disyuntiva trascendental, en donde se pone a prueba si prevalecerán los
derechos, la identidad y el futuro mapuche o se impone el propagandizado modernismo y el
progreso avasallante y avasallador". (5)
Esta situación constituye un gran desafío para las indígenas, que tienen que defender sus
derechos humanos básicos como sus derechos políticos sociales y culturales ante el Estado y
las grandes empresas transnacionales. Esto ocurre en un contexto donde la legislación
indígena no protege estos territorios y donde las políticas macroeconómicas chilenas dan
grandes facilidades a los megaproyectos de inversión extranjera.
La primera se relaciona con el hecho que todos los instrumentos internacionales de derechos
humanos se basan en principios que apuntan a una sociedad internacional, basada claramente
en la igualdad de dignidad y valor de los seres humanos. La segunda se conecta con los
avances del Derecho Internacional sobre Estados Nacionales y Pueblos Indígenas.
Desde esta primera perspectiva es posible formular que la relación entre Estados y Pueblos
Indígenas debe favorecer la realización de todas las potencialidades de estos pueblos. Las
ideas sobre buen trato y reconocimiento, independiente de las identidades culturales a las que
pertenecen, también resultan fundamentales dentro de esta primera perspectiva, que invita a
mirar de una nueva forma la situación de los Pueblos Indígenas, dejando de lado lecturas
tradicionales dominantes sobre el llamado "problema indígena".
Estas lecturas se han caracterizado por ver a las personas y pueblos indígenas como un
problema. Hasta hace un tiempo sostenían que los grupos atrasados necesitaban incorporarse
al progreso y la civilización. Actualmente los incitan a formar parte del acelerado proceso de
modernización del país. Ambos postulados conllevan a un proceso desculturalización. Así, lo
indígena queda reducido al folclor que proporciona su artesanía, sus bailes o ceremonias.
La experiencia nacional muestra que estas lecturas han formado parte de las políticas
permanentes del Estado chileno frente a los Pueblos Indígenas. Sistemática y progresivamente
éstos han visto reducidas sus tierras y disminuidos, por lo tanto, sus recursos naturales. Esta
situación, la mayoría de las veces, termina obligando a las personas indígenas a dejar sus
comunidades y trasladarse a las grandes ciudades donde, generalmente, terminan formando
parte de la fuerza de trabajo no calificada y mal remunerada.
La segunda perspectiva se refiere a incorporar los avances del derecho internacional en las
relaciones Estados-Pueblos Indígenas.
Importantes progresos se han logrado durante las últimas décadas en el reconocimiento de los
derechos de los pueblos indígenas, tanto en el ámbito interno de los países en que habitan
como en el del derecho internacional.
Sin embargo en Chile no existe un reconocimiento real de los derechos de los pueblos
indígenas. Solamente se verifica un avance en la declaración de principios a través de la
promulgación de la Ley 19.253 de octubre de 1993, que establece normas sobre protección,
fomento y desarrollo de las personas indígenas.
Sin embargo no debemos olvidar que los derechos de los pueblos indígenas no fueron
considerados por la Organización de las Naciones Unidas en su carta constitutiva en 1945 ni
en la Declaración de Derechos Humanos en 1948. El primer organismo internacional que hace
referencia a los derechos de las personas indígenas es la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) al establecer normas sobre no discriminación en la esfera del derecho y las
condiciones del trabajo. Esta preocupación de la OIT da lugar, en 1957, a la aprobación del
Convenio Nº 107 relativo a la "Protección e Integración de las Poblaciones Indígenas y de
Otras Poblaciones Tribales y Semitribales en los Países Independientes".
La superación de los problemas que enfrentan hoy día los Pueblos Indígenas requiere por tanto
de la participación de ellos mismos y la voluntad del Estado como expresión del conjunto de la
sociedad.
Las dos perspectivas planteadas, como un aporte desde los derechos humanos, pueden
ayudar a construir una nueva forma de relación entre el Estado Chileno y los pueblos indígenas
en la búsqueda de la paz, el respeto a los derechos humanos y la solidaridad.
Las políticas del Estado chileno podrían ratificar tratados y convenios internacionales que
reconocen los derechos de los pueblos indígenas. Así nos acercaríamos a lo que algunos
autores (9) señalan como "una exigencia propia de la modernidad y la democracia, el respeto a
lo distinto, a lo idiosincrásico, a lo particular, a la identidad específica".
De esta forma, lo indígena deja de ser un asunto marginal en la sociedad chilena y pasa a ser
asumido como una realidad enriquecedora por los valores y expresiones de toda índole que
componen la vida de los pueblos indígenas.
)
/
1. "Globalización económica y derechos indígenas". Encuentro realizado en Denver, EE.UU, en forma paralela al Foro
Internacional sobre la Globalización de la Economía Mundial, realizado en Colorado, EE.UU. del 20 al 22 de junio 1997.
2. 2 Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Poblaciones Indígenas, José Bengoa, 1994, IEI.
Universidad de la Frontera.
3. II Taller sobre un Foro Permanente de los Pueblos Indígenas en Naciones Unidas, realizado en Santiago de Chile del 29 de
junio al 2 de julio de 1997.
4. Aylwin. José. "Pueblos indígenas, territorio y autonomía". Pntukun Nº 3 I.E.I. Universidad de la Frontera. 1995.
5. Rain, Domingo, dirigente lafquenche, miembro del Consejo de Todas las Tierras, en Separata: La Ambición de los
Megaproyectos. Marianela Zapata. Boletín Derechos Humanos Hoy, N° 10, Codepu, 1997.
6. Rupaila, Raúlf. "Conferencia Nacional e Internacional frente al Nafta: Hacia la Carta Ciudadana". 1995.
7. Artículo 1 común del Pacto Internacional de Derechos Económicos. S ociales y Culturales (PIDESC) y del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP).
9. Magendzo K, Abraham. "La invisibilidad del otro y la educación en derechos humanos ", en Ensayos para la Reconciliación,
2° Concurso Nacional de Ensayos. Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, 1994.
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(1)
"
( . Abogada
Presidenta de Codepu
El siglo XX, que está pronto a terminar, se ha denominado el siglo de los derechos humanos. Y
se ha calificado así no porque haya sido un período de la historia de la humanidad en que los
derechos de las personas se han respetado efectivamente, sino porque ha crecido la
conciencia de que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos. La
Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
aprobada en 1948, junto a otros acuerdos internacionales, ha contribuido enormemente a esa
toma de conciencia. Es la primera vez que se proclaman derechos universales que les
corresponden a todos los seres humanos por el hecho de ser tales. Es la propia Declaración la
que en su Preámbulo reconoce como la aspiración más elevada del ser humano "el
advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y la miseria,
disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias".
"La paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social (...) Existen
condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran
número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y
armonía universales... Es urgente mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo concerniente
a la duración máxima de la jornada y de la semana de trabajo, contratación de la mano de
obra, lucha contra el desempleo, garantía de un salario vital adecuado, protección del
trabajador contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los accidentes del
trabajo, protección de los niños, de los adolescentes y de las mujeres, pensiones de vejez y de
invalidez, protección de los intereses de los trabajadores ocupados en el extranjero,
reconocimiento del principio de salario igual por un trabajo de igual valor y del principio de
libertad sindical..."
En este párrafo se expresan muchas de las reivindicaciones -de ayer y de hoy de los
trabajadores, que son a su vez derechos humanos consagrados, como el principio de no
discriminación y el del salario igual por igual trabajo. A nivel de acuerdos internacionales el
avance en este sentido ha sido importante y se ha manifestado, por ejemplo, en múltiples
Convenios establecidos por la OIT. Entre ellos, el Convenio sobre el trabajo forzoso de 1930. el
Convenio sobre el derecho de sindicación y negociación colectiva de 1949. el Convenio sobre
igualdad de remuneración de 1951, y el Convenio sobre la discriminación, (empleo y
ocupación) de 1958.
Sin embargo, el respeto a los derechos humanos, y en particular a los Derechos Económicos
Sociales y Culturales, continua siendo un anhelo para la humanidad.
Hace algunos meses, el filósofo francés Jacques Derrida entregaba en una entrevista en la
revista alemana DIE ZEIT (5/3/98) las siguientes megaestadísticas que hablan por sí solas: 60
millones de mujeres desaparecidas (sus familiares más cercanos no saben nada de ellas); 30
millones de mujeres mutiladas; 23 millones de enfermos de SIDA. El 90% de ellos radican en
África y para su atención se destinan sólo el 5% de los recursos destinados para atacar en el
mundo la enfermedad; en India se producen cientos de miles de casos de asesinatos selectivos
de mujeres recién nacidas; 1.000 millones de analfabetos en el mundo; 140 millones de niños
que nunca han visto una escuela.
Frente a estas estremecedoras cifras es urgente cuestionar: ¿se están respetando los
derechos humanos de estas personas?, ¿se está respetando el derecho de las personas a
tener una mejora continua de las condiciones de existencia como establece el artículo 11 del
Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales?, ¿cuál es la situación de los derechos
económicos, sociales y culturales en el actual contexto económico internacional? Pero, antes
de enfrentar estas interrogantes es necesario referirse a la actual realidad económica.
Las dos décadas pasadas han sido testigo de modificaciones fundamentales de largo plazo en
la estructura de la economía mundial. Estas transformaciones responden a un intento de salida
de las crisis que, periódicamente, sufre el actual sistema económico mundial. Desde que éste
emergió sobre la base de la revolución industrial y el mercado mundial, ha sido un sistema
atravesado por contradicciones económicas y sociales periódicas.
Actualmente, en el plano económico, se han sentado las bases objetivas para una acumulación
del capital a escala planetaria. Ese es el trasfondo esencial de lo que se ha dado en llamar
globalización o transnacionalización: la etapa de desarrollo del capitalismo en que el ámbito
más dinámico de acumulación pasa a ser el mercado mundial. Esto ya es así en el plano del
capital financiero, especialmente el de carácter especulativo.
En América latina, y en Chile en particular, este proceso ha producido una mayor llegada de
bienes y servicios, e inversiones. Pero también ha producido, mediante la desregulación
laboral, una disminución de los derechos de los trabajadores como forma de incentivo para
atraer a los capitales internacionales y asegurarles a las empresas grandes ganancias. Así
pues, la desregulación laboral perjudica las condiciones de vida y laborales de los trabajadores.
Por ejemplo, la inestabilidad laboral y el aumento del empleo precario (con contratos de trabajo
a plazo fijo o simplemente trabajadores sin contrato) perjudica notablemente a los trabajadores,
(2)
arrojándolos a la inseguridad y al desamparo, lo que por ejemplo, fue ratificado por el último
estudio desarrollado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre
Chile, al constatar la anomia psico-social que vive el hombre chileno reflejo del hombre
contemporáneo: con un fuerte sentimiento de inseguridad y precariedad, el hombre se siente
solo, vaciado de sentido y desesperanzado.
En los hechos es el neoliberalismo de acumulación capitalista el que significa una vuelta atrás,
un regreso hacia épocas pretéritas de mayor desprotección de los derechos de las personas
que olvida la regla básica de reciprocidad necesaria para que la sociedad humana pueda existir
(4)
como tal. Esto se expresa en algunas de las nociones más centrales de la ideología liberal:
las Privatizaciones y el Estado mínimo o subsidiario, y la Desregulación y Mercantilización de
las relaciones laborales y el mercado del trabajo. Todo esto afecta enormemente la vigencia de
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Los resultados para la vigencia de estos derechos han sido muy graves. La Comisión
Económica para América Latina, (CEPAL), ha señalado certeramente que "...los avances
tecnológicos que deberían permitir a los hombres y mujeres tener mejores empleos y recibir
salarios más altos, dejando a las máquinas las tareas rutinarias, insalubres y peligrosas, se
reflejan en elevadas tasas de desempleo de largo plazo, reducción sostenida de los puestos de
trabajo y creación de nuevos puestos mal remunerados, concentración del ingreso y de la
riqueza, acentuación de la heterogeneidad salarial, eliminación de los beneficios sociales de los
trabajadores y aumento de la carga de trabajo para los que tienen el privilegio de no haber sido
(5)
despedidos en el proceso de reducción de costos de las empresas".
La desigualdad estos últimos años tiende a agravarse, especialmente si se tiene en cuenta que
las disparidades en tecnología y en sistemas de información también han aumentado. Si la
riqueza material está concentrada en este planeta, más aún lo están los conocimientos
científicos. La distancia entre el Norte y el Sur no desaparece.
Existe, sin embargo, otro balance de esta historia, otra cara del modelo, que es la que sufren
los trabajadores de América Latina y también, muchas veces, los de los países desarrollados.
Lo que no se dice es que bajo este modelo, los pueblos pierden por completo su capacidad
para gobernar su desarrollo económico-social, pierden su libertad y su soberanía. Los países
se vuelven esclavos de las decisiones de inversión del capital transnacional que controla las
mayores fuentes del poder económico. Cada vez más se acrecienta la concentración del
ingreso, fomentando la desintegración social y la generación de "dos mundos" al interior de
muchos países. El crecimiento de muchos países se está logrando a costa de una enorme
destrucción del medio ambiente y de la calidad de vida de toda la población. La violencia en las
ciudades, la corrupción en los negocios y en la política, son realidades crecientes con las
cuales en muchos países lamentablemente se convive.
Hoy por hoy, se pretende hacer creer que es normal que el ejercicio de los derechos dependa
de los recursos que cada persona tenga; se pretende hacer creer que no se puede aspirar a
nada más, o que hay que esperar a que los frutos del modelo se desparramen entre los pobres.
Pero, sabemos que con este modelo lo que realmente se desparrama son la pobreza y la
desigualdad.
Esta es la paradoja de un mundo que jamás ha creado tanta riqueza y vivido tanta pobreza al
mismo tiempo. La verdad es que en la conculcación de los derechos de los más pobres o l que
está en juego es una concepción inaceptable del ser humano. El no respetar los derechos de
todos obedece fundamentalmente a que no se les reconoce realmente a algunos-a la mayoría
que constituyen los pobres del mundo-, la condición de seres humanos. Lo que está en juego,
entonces, es la escisión del género humano en categorías diferentes, unas superiores a otras,
unas dominantes y otras dominadas. La conculcación de los derechos de los más pobres tiene,
por tanto además de una dimensión económica de expoliación-, una dimensión política:
acostumbrar a la injusticia, promover la resignación y el desaliento. En definitiva, esa es su
función política: mantener la dominación de unos sobre otros.
Es la institucionalización de la injusticia por los Estados, quienes son los que están
precisamente llamados a hacer justicia. En definitiva, la Impunidad es en sí misma, una
violación a los Derechos Humanos ya que agrega a la violación cometida, un nuevo crimen. La
Impunidad afecta no sólo a los familiares de las víctimas sino a la sociedad toda.
) 5
En su 47º Período de sesiones, de agosto de 1996, el jurista francés Louis Joinet, dio a
conocer un conjunto de principios para la protección y promoción de los derechos humanos, los
cuales por su valor jurídico y ético vale la pena, al menos, enunciar.
!)6
"Toda sociedad tiene el derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos
sucedidos y las circunstancias y los motivos que llevaron mediante la violación masiva y
sistemática de los derechos humanos, a la perpetración de crímenes aberrantes. El ejercicio
pleno y efectivo del derecho a la verdad es esencial para evitar que en el futuro se repitan tales
actos".
!)6
"El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y, por
ello, se debe conservar adoptando medidas adecuadas en aras del deber de recordar que
incumbe al Estado. Estas medidas tienen por objeto preservar del olvido la memoria colectiva,
entre otras cosas para evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas".
!)6
"Independientemente de las acciones que puedan entablar ante la justicia, las familias de la
víctimas tienen derecho a conocer la suerte que corrieron sus parientes. En caso de
desaparición forzada o de secuestro de menores este derecho es imprescriptible".
!)6'
o
+
"Para hacer efectivo el derecho a saber, los Estados deberían adoptar las medidas... a fin de
crear comisiones extrajudiciales de investigación y para asegurar la conservación de los
archivos y su consulta".
Pero, sin duda alguna, uno de los pasos más significativo de Naciones Unidas ha sido la
realización de la Reunión Plenipotenciaria Diplomática, llevada a cabo recientemente entre el 8
de junio y el 17 de julio de 1998 en Roma, Italia. En ella participaron 160 países provenientes
de Asia, África, Europa, América Latina y El Caribe, los que oficialmente representados,
aprobaron por una amplia mayoría formada por 120 Estados, -entre ellos el Vaticano y 16
países de América Latina- un estatuto destinado a la creación de una Corte Penal Internacional
que juzgará a los autores de Genocidio, Crímenes de Guerra, Lesa Humanidad y de Agresión.
Esta Corte contará con un fiscal que podrá iniciar una investigación de motu propio, acogiendo
denuncias que provengan de familiares de las víctimas e, igualmente, de organismos no
gubernamentales.
Votaron en contra de la creación de este Tribunal siete países, Estados Unidos, China, Israel,
India, Turquía, Filipinas y Sri Lanka, y 21 Estados se abstuvieron.
El enérgico y sostenido rechazo de los Estados Unidos estuvo basado en dos puntos
fundamentales:
Jesse Helmes -Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los EEUU-
llegó a sostener que "la CPI es una amenaza para los intereses nacionales de los Estados
Unidos... es de hecho un monstruo, y tenemos la responsabilidad de descuartizarlo antes de
que crezca y acabe devorándonos".
El estatuto de la CPI excluyó la pena de muerte y estableció como pena máxima la cadena
perpetua. Entrará en vigor cuando sea ratificado por los parlamentos respectivos de los
Estados en un número mayor de 60 países, y su sede estará en La Haya.
Esta reunión internacional de Naciones Unidas -calificada como la segunda en importancia por
su contenido, después de la que aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos-
contó con la organización y el apoyo durante los últimos años de los Organismos No
Gubernamentales, representativos de la Sociedad Civil del mundo entero y, en forma especial,
de la "Coalición Internacional de Organismos No Gubernamentales" con sede en Nueva York,
Estados Unidos, la cual logró aglutinar más de 200 ONG de derechos humanos, incluidas las
de América Latina.
Lograr que los organismos internacionales y regionales se hagan más operativos y eficaces en
sus propias labores.
Que los Estados nacionales no sólo suscriban y ratifiquen Instrumentos Internacionales, sino
que procedan a adecuar sus normativas internas a las internacionales.
Pero, sobre todo es fundamental que sean los propios ciudadanos, hombres y mujeres
conscientes de sus derechos, quienes, desde la sociedad civil, exijan a los Estados la
participación que les cabe en la definición de las políticas económicas, sociales y de toda
índole; tomando así en sus manos la construcción y decisión de sus propios destinos.
Sólo de esta manera seremos capaces de cambiar este mundo injusto e insatisfactorio, por otro
en que imperen los valores de verdad, libertad, justicia, tolerancia, solidaridad y paz. En esta
labor de construcción de un nuevo mundo, todos y cada uno de nosotros tiene una tarea que
cumplir.
) /
1. Ponencia presentada en ocasión de recibir el Premio a la Excelencia Albert Sc hweitzer que le otorgó la Universidad
Chapman, California, Estados Unidos, el 8 de septiembre de 1998.
2. Para una profundización sobre el tema democracia política y economía en Chile, véase Leiva, Femando y Petras, James:
"Democracy and Poverty in Chile. The limits to Electoral Politics". Westview Oxford. 1994.
3. Chomsky, Noam y Dieterich Heinz. "La sociedad global". Ediciones LOM, Santiago, Chile, 1995.
4. Ossa, Manuel. "Consenso ético global en vez de globalización neoliberal". Ediciones Taller PIRET, Servicio de Estudios
Regionales, Centro Ecuménico Diego de Medellin, Santiago, Chile, 1998.
5. CEPAL. Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe, Santiago, Chile, diciembre de 1996.
6. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. PNUD. Informe sobre el Desarrollo Humano. 1992.
c c c
Casi todo problema o reivindicación humana, en sus dimensiones tanto individual como social,
son competencia de los Derechos Humanos. Y éstos, para una mayor comprensión, pueden
ser definidos como las condiciones básicas, reconocidas universalmente. que permiten el
desarrollo integral de las personas: donde se incluyen las necesidades materiales y espirituales
destacando, desde una perspectiva histórica, el anhelo permanente de un orden social donde
impere la paz. la libertad y la justicia.
Si miramos la historia, diversos son los episodios, muchos de ellos con grandes y costosos
sacrificios, donde pueblos enteros de diversas latitudes experimentaron largas luchas por
avanzar en la conquista de mínimas condiciones de dignidad y justicia.
En este largo caminar, sólo a mediados de este siglo, y en respuesta a las dramáticas
experiencias sufridas por los pueblos dominados por regímenes totalitarios, en 1945 se elabora
la Declaración Universal de los Derechos humanos como un sistema internacional de
protección de los derechos de las personas y de los pueblos frente a la omnipotencia de los
Estados.
Debemos sí aclarar que ya con anterioridad a esta Declaración, se empiezan a vislumbrar los
primeros pasos de la construcción internacional de los Derechos Humanos. luego de la
constitución, en 1919, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como parte de las
políticas mundiales en torno a la protección y regulación del Trabajo.
/7( 8
Existe una visión, especialmente desde el mundo gubernamental, que plantea una distinción
radical entre derechos civiles y políticos (de primera generación), por una parte, y los derechos
económicos, sociales y culturales (de segunda generación), por otra. Recordemos, sin
embargo, que existen además derechos llamados de "tercera generación", referidos al
desarrollo, medio ambiente y autodeterminación de los pueblos. Al respecto, es tradicional o
común que se nos señale que los derechos civiles y políticos serían los que propiamente
constituirían "derechos" según el orden internacional y doctrinario, mientras que el resto serían
más bien una suerte de declaración de buenos propósitos. En este sentido, es frecuente
también que se nos plantee que los derechos civiles y políticos son de mayor atención y
preocupación, tanto en el ámbito internacional como nacional, en cuanto a los mecanismos
existentes para su respeto. Tómese en cuenta, a modo de ejemplo, el propio caso de Pinochet
en Londres y los argumentos doctrinarios esgrimidos en su contra: Convenciones y Tratados
Internacionales sobre Tortura, Desaparición forzosa. Crímenes de Lesa Humanidad.
Sin desconocer la magnitud y gravedad de atropellos donde se vulnera y/o se pone en riesgo el
derecho a la vida, lamentablemente se tiende a minimizar la trascendencia de la situación de
los derechos económicos, sociales y culturales, donde por cierto se pueden constatar
profundos atropellos fundamentales y penurias que terminan por marcar a pueblos enteros.
Uno de los principales responsables de mantener una argumentación parcial e interesada, que
desfavorece el respeto integral de los derechos humanos, ha sido Estados Unidos y gran parte
de sus aliados estratégicos, quienes de manera reiterada efectúan presiones internacionales
en el resguardo de los intereses de los grandes poderes económicos transnacionales y de los
organismos especulativos del mercado mundial, como el propio Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial.
A pesar de los grandes obstáculos presentes, importantes son los ámbitos de acción donde se
vienen levantando políticas sociales en las que predomina una concepción indivisible en la
aplicación y vigencia de los derechos humanos. A modo de ejemplo, en la VII región podemos
señalar una situación donde ha existido un mejoramiento al respecto -con las salvedades que
corresponden- y que tiene que ver con la situación integral de los presos de la Cárcel Pública
de Talca. Al respecto, en materia de derechos humanos, la obligación del gobierno a través de
la Secretaría Regional Ministerial de Justicia no sólo debe encauzarse en la protección de la
integridad física y psíquica de los reos; no basta con que los agentes no torturen a los
detenidos, (gracias, por cierto, a la continua fiscalización que desde el ámbito público y
ciudadano se viene realizando); tampoco basta con facilitar el acceso a la justicia y al derecho
a la defensa. Es necesario también -como se ha venido desarrollando desde un tiempo reciente
a la fecha- se establezcan modificaciones y correcciones en lo referido a la infraestructura
carcelaria, que permita condiciones de respeto y recuperación de la reinserción integral y
básica de los reos. acompañados de talleres y oficios laborales, espacios de esparcimiento,
nivelación de estudios y acceso a la salud, entre otros aspectos.
Volviendo sobre los resguardos globales de los derechos humanos, con el énfasis del respeto a
los derechos económicos y sociales -en este caso el Derecho al Trabajo- hay que señalar que
en los propios Pactos y Tratados Internacionales son claros los diferentes niveles de
exigibilidad que sobre estos derechos. En tanto, que en los derechos de primera generación las
exigencias para los Estados es inmediata, para los derechos de segunda generación se ha
establecido un reconocimiento tácito de relativa "comprensión mutua" entre los Estados. Por
entenderlos como parte de las variables de desarrollo de cada país, se sostiene que su mejoría
tendría un carácter determinista y progresivo.
En relación al Sistema Regional Americano, debemos rescatar por cierto un avance en esta
materia, el cual contendría una mayor exigibilidad de los derechos económicos, limitado eso sí
a la participación de reclamantes individuales. Estos planteamientos están señalados en el
Protocolo de San Salvador, anexo de la Convención Americana sobre los Derechos
Económicos.
En el caso de Chile, la vigilancia y garantías del respeto de los derechos económicos y sociales
-en este caso el Derecho al Trabajo- consagra de manera insuficiente y desvirtuada la
efectividad de este. Así. en el artículo 19 ?16 de la Constitución Política sólo se hace mención
a la libre elección laboral, y en el inciso 19 del mismo artículo, en lo referido a la existencia de
sindicatos, es reconocido débilmente. Por su parte, entre los mecanismos legales -recurso de
protección- con respeto a vulnerabilidad o violación sobre este derecho económico,
nuevamente nos encontramos ante una suerte de subjetivismo y parcialidad, que la hace poco
viable e infundada y donde se retoma el argumento de "dependencia y determinismo" de parte
de los tribunales con respeto a la capacidad y potencialidad económica propia del Estado.
!
9!
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A pesar de las grandes dificultades debemos insistir en la noción doctrinaria de que los
derechos humanos no pueden restringirse a la defensa de la integridad física y psíquica de la
persona; éstos deben tener una mirada integradora y dinámica que evolucionan junto al
desarrollo de la sociedad, tanto en los aspectos civiles y políticos, como económicos y
culturales.
El goce pleno al Desarrollo como un derecho inalienable permanente está en Chile -y más aún
en la Región del Maule- muy limitado. Al identificar los principales obstáculos institucionales
podemos nombrar la presencia de la Impunidad, la propia democracia restringida y, a la cabeza
de éstas, el agente rector del actual tipo de desarrollo: el modelo económico Neoliberal.
Un poco de historia regional reciente donde se van imponiendo los grandes obstáculos del
desarrollo.
Junto con ello se inicia la imposición y aplicación más descarnada de un nuevo modelo de
sociedad, que en su vertiente económica es el neoliberalismo. Como parte de este macabro y
oscuro mecanismo que pavimentaba el nuevo orden, no debemos olvidar la secuela de muerte,
desaparición, tortura y exilio, junto con el imperio del exterminio y la desarticulación de la
mayoría de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales que la población venía
conformando.
La Región del Maule, zona agraria con importante niveles de organización, en especial en el
orden laboral, fue violentamente afectada a partir del 11 de septiembre de 1973. Numerosas
organizaciones sindicales, especialmente campesinas, fueron arrasadas y varios de sus
afiliados víctimas de las más graves violaciones a los derechos humanos.
Las investigaciones realizadas por CODEPU, así como las de otras organizaciones de
derechos humanos y los innumerables testimonios de víctimas y familiares. ratifican con detalle
las circunstancias en las que se realizaron prácticas de exterminio, a través de sistemáticos
operativos militares en diversas zonas rurales de la zona en los que se usaron todos los
recursos represivos. Así. podemos comprobar como zonas de alto porcentaje represivo a
Pelarco, Melozal, las cercanías de San Javier y Loncomilla, Villa Alegre, Yerbas Buenas.
Chanco. Retiro, Linares y, por cierto, las grandes extensiones en torno a la Colonia Dignidad en
la comuna de Parral (en la zona sur del Maule)
Las investigaciones de estos hechos y la reconstrucción de numerosos casos, las acciones
emprendidas en el ámbito jurídico junto a los familiares de las víctimas, nos llevó a la apertura
(1)
de varios procesos, destacando el caso de 34 personas detenidas desaparecidos de Parral.
Un denominador común en esta secuela de terror y muerte, donde encontramos a obreros y
campesinos, es la alta presencia de dirigentes (entre 20 a 40 años de edad) provenientes de
asentamientos campesinos, de sindicatos urbanos y otras entidades productivas de carácter
social.
En la VII Región, la negación de justicia es evidente. Los muros que se han levantado, léase
decreto ley de amnistía, competencia de la justicia militar y prescripción. entre otras -a pesar de
la corroboración de testigos sobre la identificación de cientos de responsables- han significado
que la mayoría de los responsables no estén sometidos a proceso y se encuentren gozando de
plena libertad. Es decir, sigue imperando la impunidad y hasta la fecha, a pesar de los
esfuerzos, aún no se ha logrado tener conocimiento del paradero de ninguno de los más de 60
detenidos desaparecidos de la región. En este escenario de represión y total desprotección,
encontramos las instancias que anidaron e impusieron el modelo neoliberal, promovido hasta
nuestros días por la dictadura militar y que hoy. sin duda. está configurando un nuevo tipo de
impunidad, una impunidad de orden social.
&
Según antecedentes macroeconómicos. la VII región tuvo entre 1960 y 1992 un ranking de
crecimiento que la puso entre las tres mejores regiones del país. Posteriormente se señala que
entre 1983 y 1992 esta Región fue la que más creció en promedio, de acuerdo al PGB regional,
en comparación al resto de regiones del país.
En la actualidad, pareciera que tampoco es relevante poseer una potencia eléctrica instalada
de 1.244 MW y ser parte, junto a la VIH región, de casi el 50% de la energía que abastece a las
personas y empresas de todo Chile. Lo incomprensible es que estas dos regiones, a pesar de
las grandes utilidades de las empresas eléctricas, escasamente son beneficiarios de este
crecimiento económico los trabajadores y la comunidad en general.
Según los Indicadores de Desarrollo Humano (ID) de la PNUD, Chile se sitúa en el lugar 33 de
la clasificación mundial en la categoría de países de Alto Desarrollo Humano. Pero. de acuerdo
a este índice, existen menos diferencias entre Chile y los países desarrollados, que las
existentes entre las diversas comunas de nuestro propio país. Mientras Vitacura, Las Condes y
Providencia, presentan ID semejantes a Canadá o Japón: comunas como Contulmo. en la VIII
Región, o Chanco, en VII Región, tienen ID semejantes a Kenia o Ghana, países
extremadamente pobres de la región africana.
Otra alta vulnerabilidad en relación a los derechos económicos y sociales de los trabajadores y
su familia es el alto porcentaje de subempleo o trabajo informal, existiendo más de un 50% de
trabajadores sin contrato y dentro de éste, un alto número de menores de edad en faenas
agrícolas. Esta desprotección, por cierto, esta muy alejada de los nuevos acuerdos contraídos
por el Estado de Chile en materia de protección laboral.
Según últimos registros del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en lo referido al tema de la
cesantía nacional, los sectores productivos más deprimidos serían la construcción, la industria
manufacturera, la minería y la agricultura. La región del Maule, con una cesantía que
sobrepasa los dos dígitos, muestra una fuerte depresión en los sectores silvo-agropecuarios e
industrial, junto al decaimiento de la construcción. Producto de esta situación en la ciudad de
Talca se ha generado la conformación de diversos comités de cesantes los que junto con
impulsar movilizaciones en demanda de sus problemáticas, están implementando alternativas
básicas de subsistencia solidaria.
+
-#
&
/
El llamado "crecimiento con equidad", donde se formula la lógica de empleo /ingreso, sigue
estando muy lejana. La presencia de la flexibilidad y la informalidad del trabajo aumenta los
niveles de empobrecimiento.
!
/
Desde el mundo laboral aparece como muy necesario el realizar desde su propia realidad,
investigaciones críticas del modelo y la sociedad en que vivimos. Esta es una tarea elemental,
porque el modelo económico imperante se ha acompañado de una fuerte propaganda
ideológica orientada a afirmar que no sólo este es el único modelo posible, sino que además es
muy bueno.
Es por ello que es necesario hacer esfuerzos desde y para el mundo laboral, dirigidos a
estudiar seriamente este modelo, preguntándonos qué impactos ha tenido en la realidad
cotidiana; en la fábrica, en la empresa, en el entorno social. Hay que mostrar la otra cara del
modelo; especialmente es necesario que en la VII Región hagamos esfuerzos en esta
dirección. En esta tarea propongo aprovechar la experiencia y apoyo de profesionales,
institutos de estudios sociales y escuelas universitarias.
Aumentar y estimular hacia la base laboral las responsabilidades fiscalizadoras del respeto de
los derechos de los trabajadores y la aplicación de los nuevos convenios de la OIT. Esta acción
fiscalizadora no sólo es tarea de los dirigentes, de los asesores, de los abogados u otras
entidades afines, sino que de todos los trabajadores.
Hacer esfuerzos para no quedar sólo en la denuncia y ser más proponentes, acompañados
por acciones y experiencias propias. Resurgiendo valiosas experiencias de autogestión popular
e impulsando la capacidad de "sujeto de derecho" versus "beneficiario recepcionista pasivo"
(neoclientelista).
:/
3 %
;
ÿ
(Remuneraciones
promedio per cápita, Miles $)
III 102.95
II 90.36
XI 77.20
RM 73.70
XII 67.84
IV 66.97
I 66.92
X 63.82
V 63.65
IX 60.37
VI 65.45
VIII 59.18
!!
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"
Trabajadores cotizando en INP 18.379
Trabajadores cotizando en AFP 120.623
Trabajadores con contrato 139.002
Trabajadores sin contrato 157.980
Trabajadores ocupados 296.960
Ocupación informal Regional 55%
Ocupación informal Nacional 44%
ÿ
#$%
&
&
Agricultura 5.1%
Industria 11.7%
Construcción 10.0%
Comercio 6.2%
Servicios 2.9%
* +
Fazio. Hugo. Mapa Actual de la Extrema Riqueza. Colección Sin Norte, Universidad ARC1S,
Ediciones Lom. 1997.
Convivir o Competir, Alternativas frente a los efectos del modelo neoliberal. Seminario Taller.
Servicios de Estudios Regionales. Concepción, 1996.
) /
1. Caso que hoy es parte de los procesos investigados por el Juez Juan Guzmán. quien tiene a su cargo las querellas contra
Pinochet