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Pocos años después, Carl Wernicke (3) localizó otra zona, también en el
hemisferio izquierdo, que, en caso de sufrir algún trauma, afectaba asi mismo al habla.
Estos descubrimientos indicaron claramente que el hemisferio izquierdo era el
responsable de coordinar el lenguaje, mientras que el derecho no desempeña papel
alguno en esta importante actividad.
A partir de entonces los trabajos de investigación se multiplicaron de forma
sorprendente en busca de las funciones perceptuales y cognitivas propias de cada
hemisferio cerebral. Pero no se produjo otro descubrimiento de transcendencia hasta que
en 1952 Roger W. Sperry (4), de la Universidad de Chicago, comprobó que, si seccionaba
quirúrgicamente el cuerpo calloso (gran paquete de fibras nerviosas que interconexionan
los dos hemisferios) (fig. 6), no se apreciaban síntomas importantes en el individuo, si
bien a partir de entonces los dos hemisferios funcionaban de forma independiente, como
si se tratara de cerebros distintos, no sólo en cuanto a su localización dentro del mismo
cráneo, sino también en cuanto a lo que es capaz de hacer cada uno de ellos, dándose el
caso paradójico de que uno podía aprender una cosa y el otro la ignoraba por completo.
En los últimos treinta años, este nuevo e importante descubrimiento ha dado
origen a un renovado esfuerzo de investigación en busca de su verdadero significado. El
propósito de este capítulo es abordar el tema desde el punto de vista de la cibernética
y de la teoría de la información, enfoque inédito hasta la fecha.
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7. ARTISTAS Y PENSADORES
La experiencia muestra claramente que existen dos categorías de
individuos: los artistas y los pensadores, que se diferencian en
forma tajante. Los artistas abarcan la realidad en su conjunto,
como una entidad viviente, completa e indivisible. Por su parte,
los pensadores disecan la realidad, reduciéndola temporalmente
a un esqueleto, después reúnen progresivamente los pedazos e
intentan volver a insuflarles vida.
Ivan Pavlov, 1936
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8. FINAL
Konrad Lorenz (34) ha explicado cómo los organismos vivos empujados por
el proceso evolutivo se van adaptando a la naturaleza hasta tal extremo que en
ocasiones llegan a copiar la propia realidad. Extrapolando esta opinión al caso de
los hemisferios cerebrales, esa realidad no es otra que el Universo en que vivimos
o, mejor dicho, las dos formas de la materia que lo constituye: el tiempo y el
espacio. El cerebro del hombre, probablemente el elemento más desarrollado del
mundo en evolución, ha copiado esas dos formas de ordenar los datos materiales,
y sus neuronas se agrupan de manera similar: unas en forma espacial y otras en
forma temporal. Por eso, las especies más evolucionadas poseen dos cerebros,
hechos uno para comprender el tiempo y el otro, el espacio.
Resulta igualmente instructivo observar la trayectoria en zigzag que recorre la
evolución. En un principio arrastró a los organismos hacia formas redundantes que
proporcionan mayores posibilidades de supervivencia y reproducción. Posiblemente por
ese motivo, los organismos más evolucionados tienen, por lo general, duplicados sus
órganos esenciales. Sin embargo, en épocas más recientes del proceso evolutivo y en
muy contadas ocasiones, al amparo de nuevas mutaciones, se destruye esa
redundancia en favor de nuevas ventajas, cuando éstas llegan a compensar la
disminución de fiabilidad que conlleva la falta de redundancia. Por ejemplo, los
mamíferos superiores superan al hombre (si es diestro de origen genético) en cuanto a
redundancia, porque dichos mamíferos tienen dos hemisferios cerebrales idénticos en
sus funciones asociativas y ambos capacitados para procesar información en paralelo.
Si uno sufre una lesión, el otro asume la casi totalidad de las funciones asociativas y el
comportamiento animal queda poco afectado. A su vez ese mismo hombre supera a los
mamíferos, entre otras cosas, en variabilidad hemisférica, porque tiene medio cerebro
predispuesto para elaborar información asociativa en serie y el otro medio en paralelo,
dándole el primero acceso a habilidades únicas en la especie. Sin embargo, cada uno
de estos hemisferios especializados no tiene otro de repuesto. Si, por ejemplo, el
izquierdo sufre una lesión de importancia, se pierde la facultad del habla que no puede
ser transferida al derecho.
Y, para terminar, unas palabras muy elocuentes de Henry Mintzberg (24):
«No sabemos lo que en realidad sabemos, o, más concretamente, nuestro
hemisferio izquierdo es incapaz de articular explícitamente lo que nuestro
hemisferio derecho conoce implícitamente.»
9. BIBLIOGRAFIA
Notas.
1
Citada en la referencia 23, pero original también de Marian Annet, la autora de la
primera teoría, Handedness in the Children of Two Left Handed Parents:
Quarterly Journal of Psychology 65 (1974), 129-131.