Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
CICLO CARDÍACO
PERIODOS
Cuando los ventrículos son excitados, en su pared empieza a desarrollarse tensión que se aplica
sobre el volumen de sangre que contienen y crean presión intraventricular. Una vez que la presión
intraventricular supera la presión de las aurículas se completa el cierre de las válvulas
auriculoventriculares.
Como las válvulas sigmoideas permanecen cerradas, los ventrículos no cambian de volumen
durante este primer tiempo de contracción, que por eso se llama período de contracción
isovolumétrica, el músculo ventricular por breves momentos está contraído sobre un volumen de
sangre que no cambia.
Cuando la presión intraventricular supera la presión intraarterial se abren las válvulas sigmoideas,
pulmonares y aórticas, y los ventrículos impulsan sangre dentro de las arterias pulmonar y aorta,
los ventrículos disminuyen de volumen a medida que expulsan sangre, este tiempo de la
contracción se llama período de expulsión o período expulsivo, el músculo ventricular está
contraído sobre un volumen de sangre cada vez menor. La sangre que sale de los ventrículos hacia
las arterias constituye el volumen latido.
Cuando los ventrículos empiezan a relajarse, empieza a disminuir la tensión de la pared y la presión
de la cavidad; esta presión intraventricular se hace menor que la presión intraarterial y se cierran
las válvulas sigmoideas, aórticas y pulmonares.
Cuando la presión intraventricular desciende por debajo de la presión intraauricular, se abren las
válvulas auriculoventriculares y los ventrículos se llenan de sangre y aumentan de volumen, al
principio rápidamente y luego poco a poco, este tiempo se llama periodo de llenado pasivo rápido
y lento, respectivamente. El musculo ventricular relajado es estirado por el volumen de llenado.
Al final del período de llenado pasivo las aurículas son excitadas y la contracción auricular impulsa
una cantidad adicional de sangre dentro de los ventrículos: periodo de llenado activo: la cavidad
ventricular alcanza un mayor tamaño.
PRESIONES Y VOLÚMENES:
En el periodo de relajación las presiones dentro de los ventrículos son bajas y cuando se llenan de
sangre aumenta su volumen. El llenado ventricular se completa con la sangre que aporta la
contracción auricular.
En el periodo de contracción las presiones dentro de los ventrículos aumentan y cuando los
ventrículos expulsan sangre disminuye su volumen.
Durante la expulsión de sangre desde los ventrículos la presión disminuye dentro de las aurículas.
La llegada de volumen latido a las arterias crea la onda del pulso arterial y eleva la presión
intraarterial desde los niveles de presión arterial diastólica hasta los niveles de presión arterial
sistólica.
CORAZON DERECHO
ARTERIA Sistólica: 25
PULMONAR
Diastólica: 10
AURICULA Media: 5
DERECHA
CORAZON IZQUIERDO
Sistólica: 120
AORTA Diastólica: 80
AURICULA Media: 8
IZQUIERDA
ANATOMIA FUNCIONAL DEL CORAZÓN
El corazón tiene dos ventrículos anatómicos y funcionalmente diferentes. Esta diferencia está
determinada por las características del territorio vascular al cual se enfrentan.
VENTRICULO DERECHO
Pared delgada
Cavidad semilunar
Espacio estrecho entre dos amplias superficies.
Uno, el acortamiento del eje longitudinal con desplazamiento del plano tricuspídeo hacia
el ápex. Es el movimiento más manifiesto del ventrículo derecho y
Otro, la acción de fuelle con acercamiento de la pared libre al tabique interventricular
como consecuencia de la contracción del VD y de la contracción del VI, que abomba el
tabique hacia la cavidad ventricular derecha y tracciona las paredes libres del ventrículo
derecho. Este es el movimiento más efectivo.
En conclusión, desde el punto de vista funcional, el ventrículo derecho tiene una configuración
adecuada para expulsar el volumen latido contra la baja presión arterial pulmonar.
VENTRICULO IZQUIERDO
Pared gruesa
Cavidad cilíndrica
Menos superficie en relación en con el volumen contenido.
Uno, el acortamiento del eje longitudinal con desplazamiento del plano mitral hacia el
ápex. Este es el movimiento menos prominente y menos efectivo y,
Otro, la reducción del diámetro de la cavidad. Es el movimiento más efectivo.
En conclusión, desde el punto de vista funcional el VI tiene una configuración adecuada para
expulsar el volumen latido contra la alta presión aórtica.
En resumen, las características anatómicas de los ventrículos reflejan el tipo de trabajo que
practican: el ventrículo derecho bombea contra la baja presión pulmonar y el ventrículo izquierdo
contra la alta presión aórtica.
Dicho de otra manera, los árboles circulatorios establecen la naturaleza o condiciones de trabajo
para cada cámara ventricular.
CAPITULO 2
La función ventricular sistólica está representada en la clásica Ley de Starling o Ley del corazón.
Esta ley señala que: la energía mecánica puesta en libertad, al pasar del estado de repaso al estado
de contracción, depende del área de superficies químicamente activas, es decir, de la longitud de
las fibras cardíacas.
Esto significa que: la fuerza de contracción del músculo cardíaco ventricular es mayor, a mayor
longitud inicial de las fibras cardíacas.
La longitud inicial de las fibras cardíacas se encuentra determinada por el volumen ventricular
diastólico final, que se denomina también precarga.
En conclusión, la Ley de Starling se establece que a mayor volumen ventricular diastólico final
(precarga) hay mayor volumen latido.
Esta relación no es directamente proporcional ni infinita. Existe un punto donde por más que
aumente el volumen ventricular diastólico final no aumenta más el volumen latido.
Si se mantiene constante un volumen ventricular diastólico final que, con el estado contráctil
normal, produce un determinado volumen latido, al aumentar la contractilidad aumentará el
volumen latido, y al disminuir la contractilidad disminuirá el volumen latido, sin que se haya
modificado el volumen ventricular diastólico final que se mantuvo constante.
*OTRAS FUENTES:
Establece que el corazón posee una capacidad intrínseca de responder a volúmenes crecientes de
flujo sanguíneo, es decir, cuanto más se llena de sangre un ventrículo durante la diástole, mayor
será el volumen de sangre expulsado durante la subsecuente contracción sistólica.
Esto significa que la fuerza de contracción aumentará a medida que el corazón es llenado con
mayor volumen de sangre y ello es consecuencia directa del efecto que tiene el incremento de
carga sobre la fibra muscular. Dicho aumento de la carga en el ventrículo, estira al miocardio e
intensifica la afinidad que tiene la troponina C por el calcio, aumentando así la fuerza contráctil.
El daño y/o pérdida de las fibras cardíacas produce una disminución de la contractilidad
miocárdica, que recibe frecuentemente el nombre de insuficiencia miocárdica o insuficiencia
ventricular.
Como consecuencia directa de ello la curva de Starling se desplaza hacia abajo y a la derecha. Este
desplazamiento trae consigo una disminución del volumen latido que consecuencialmente
aumenta el volumen ventricular sistólico final y el volumen ventricular diastólico final.
Por lo tanto, el ventrículo fatalmente se dilata y como consecuencia del mecanismo de Frank
Starling aumenta su fuerza de contracción y compensa la disminución del volumen latido.
A medida que la disminución de la contractilidad miocárdica sea mayor, llegará un momento que
por muy aumentado que esté el volumen ventricular diastólico final no podrá mantenerse el
volumen latido normal.
Una vez agotado el mecanismo de Starling y disminuido el volumen latido se produce una
hiperactividad simpática que tiende, por medio del aumento de la frecuencia cardíaca y el estado
contráctil a compensar la situación.
La disminución del gasto cardíaco reduce la perfusión renal, lo cual aumenta la actividad del
sistema renina-angiotensina-aldosterona, y todo ello provoca la retención de sodio y agua por
parte de los riñones, que agrava la congestión pulmonar y sistémica.
Estos son brevemente los mecanismos periféricos que se desencadenan en los pacientes con
insuficiencia cardíaca congestiva y que tienden, a su vez, a agravar la situación hemodinámica.
SOBRECARGAS VENTRICULARES
Las sobrecargas agudas de volumen más frecuentes del ventrículo izquierdo son la insuficiencia
valvular mitral aguda y la insuficiencia valvular aórtica aguda.
En este caso, se alcanza una presión diastólica muy elevada que al transmitirse retrógradamente a
la aurícula izquierda y luego a la arteria pulmonar genera hipertensión venocapilar pulmonar y por
consiguiente insuficiencia cardíaca congestiva izquierda.
Sobrecargas agudas de volumen del ventrículo derecho:
Las sobrecargas agudas de volumen del ventrículo derecho son la insuficiencia valvular tricuspídea
orgánica aguda, secundaria generalmente a endocarditis infecciosa, y menos frecuentemente
traumática y la insuficiencia valvular pulmonar residual postvalvulotomía, que suele ser ligera.
El ventrículo derecho como consecuencia de su estructura anatómica tolera las sobrecargas agudas
de volumen sin presentar elevaciones significativas de su presión intraventricular diastólica.
El ventrículo derecho tolera en forma adecuada las sobrecargas de volumen, y las malas
condiciones que estos pacientes exhiben son debidas a su patología de base.
Las sobrecargas crónicas de volumen del ventrículo izquierdo son la insuficiencia valvular mitral
crónica, la insuficiencia aórtica crónica, la comunicación interventricular y la persistencia del
conducto arterioso.
El ventrículo izquierdo frente a una sobrecarga crónica de volumen desarrolla una hipertrofia
excéntrica en la cual el ventrículo se hipertrofia y se dilata, y mantiene su función sistólica normal.
A través de estos mecanismos, el paciente con sobrecarga crónica de volumen del ventrículo
izquierdo, gracias a la hipertrofia excéntrica que desarrolla se mantiene compensado con gasto
cardíaco efectivo normal y sin hipertensión venocapilar pulmonar.
Las sobrecargas crónicas de volumen a la larga van produciendo, en forma lenta y progresiva, daño
a la fibra cardíaca que, cuando es significativo, se hace manifiesto. Esto trae como consecuencia
que disminuya el volumen latido y esto a su vez, que aumente el volumen sistólico final y por ende
el volumen diastólico final. El ventrículo, por lo tanto, se dilata aún más de lo que estaba pero ya
no logra eyectar un volumen latido suficientemente aumentado, que mantenga normal el gasto
cardíaco efectivo, y aparecen los síntomas de bajo gasto.
Por otra parte, al dilatarse más el ventrículo, alcanza la parte empinada de la curva presión-
volumen diastólica, lo cual produce aumento de la presión ventricular diastólica, que al
transmitirse retrógradamente genera hipertensión venocapilar pulmonar, y en consecuencia,
insuficiencia cardíaca congestiva izquierda.
En esta etapa el paciente con sobrecarga crónica de volumen del ventrículo izquierdo se encuentra
en insuficiencia cardíaca congestiva izquierda, bajo gasto cardíaco e hiperactividad simpática.
El ventrículo derecho tolera en forma adecuada las sobrecargas de volumen, tanto agudas como
crónicas, durante décadas y sólo cuando se asocia una sobrecarga de presión, como la
hipertensión arterial pulmonar, es que puede descompensarse y desarrollar una insuficiencia
cardíaca congestiva.
Las sobrecargas agudas de presión del ventrículo izquierdo son las crisis hipertensivas.
El ventrículo izquierdo tiene una adecuada reserva para tolerar las sobrecargas agudas de presión y
por otra parte, las crisis hipertensivas no representan para el ventrículo izquierdo normal un
aumento significativo de la postcarga que le deprima en forma importante su curva de Starling
normal.
Si por el contrario se presenta una crisis hipertensiva en un paciente con daño de fibra cardíaca,
ocurre una descompensación aguda con bajo gasto cardíaco y congestión pulmonar.
Las sobrecargas agudas de presión del ventrículo derecho son los embolismos pulmonares.
El ventrículo derecho, dada sus características anatómicas, no puede bombear sangre contra la
presión arterial pulmonar que se eleva en forma súbita y significativa.
Generalmente se dilata y falla en forma aguda, llegando en los casos severos a producir muerte
súbita.
En casos de embolismos pulmonares donde no ocurre muerte súbita suele ocurrir shock
cardiogénico, que en ocasiones permite realizar exitosas medidas terapéuticas de emergencia.
Como consecuencia de la sobrecarga crónica de presión del ventrículo izquierdo desarrolla una
hipertrofia concéntrica y aumenta en forma significativa el grosor de la pared, mientras que la
cavidad ventricular no se dilata e, incluso disminuye ligeramente.
En una segunda fase o etapa tardía, cuando ocurre daño de la fibra cardíaca disminuye
progresivamente la contractilidad y se desplaza la curva de Starling hacia abajo y a la derecha. Esto
produce dilatación progresiva del ventrículo izquierdo, que lo hará operar durante toda la diástole
en la parte empinada de la curva de volumen-presión diastólica, con su consecuente aumento
significativo de la presión ventricular diastólica media que al transmitirse retrógradamente
generará insuficiencia cardíaca congestiva izquierda.
Las sobrecargas crónicas de presión del ventrículo derecho son la hipertensión arterial pulmonar y
las estenosis pulmonares (valvular, subvalvular y supravalvular).
El ventrículo derecho frente a las sobrecargas de presión, tanto agudas como crónicas, siempre
presenta disminución de la contractilidad ventricular, por unidad de masa del miocardio
hipertrofiado.
Ventrículo derecho
En conclusión, las sobrecargas agudas y crónicas de volumen del ventrículo derecho son bien
toleradas durante décadas y no producen alteración de su contractilidad. Solo desarrollarán
disminución de la función ventricular e insuficiencia cardíaca congestiva si se les asocia una
sobrecarga de presión aguda o crónica.
Las sobrecargas agudas y crónicas de presión del ventrículo derecho son mal toleradas y siempre
producen alteración de su contractilidad aun antes de desarrollar insuficiencia cardíaca congestiva.
Ventrículo izquierdo
Las sobrecargas agudas de volumen significativas del ventrículo izquierdo son mal toleradas y
producen edema agudo de pulmón sin alteración de la contractilidad y la función ventricular
sistólica.
Por el contrario, las sobrecargas crónicas de volumen del ventrículo izquierdo son al comienzo bien
toleradas y no producen alteración de la contractilidad ni insuficiencia cardíaca congestiva
izquierda. Si la sobrecarga crónica de volumen es significativa y prolongada disminuye la
contractilidad y llegan a desarrollar insuficiencia cardíaca congestiva izquierda.
Las sobrecargas agudas y crónicas de presión del ventrículo izquierdo son bien toleradas, a menos
que exista un daño previo de la fibra miocárdica. Las sobrecargas crónicas severas y prolongadas
pueden llegar a producir disminución de la función ventricular sistólica e insuficiencia cardíaca
congestiva izquierda por disminución de la contractilidad y/o aumento de la postcarga.