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Introduccón
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Propósito
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1. El ciervo en la fuente.
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2. La paloma.
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3. Esopo y un ateniense.
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4. El viejo, el niño y el burro.
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5. La mano derecha y la izquierda. 1
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6. El hombre y el asno. 1
1
7. La cabeza y el gorro. 1
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8. El pelotazo. 1
3
9. El lavatorio del cerdo. 1
4
10. La cicatriz. 1
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11. El cazador y los conejos. 1
6
1. La leyenda del unicornio. 1
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2. La leyenda del café. 1
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3. La leyenda del crespín. 2
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4. La misión del colibrí. 2
1
5. La pincoya. 2
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6. El creador de la Patagonia. 2
5
7. Quetzalcóatl 2
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8. La llorona. 3
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9. El mito de Europa. 3
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10. El mito de Artemisa. 3
5
11. El mito de Hera. 3
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12. Las sirenas. 3
9
13. El mito de la formación de la vía 4
láctea. 1
14. mito de la diosa Afrodita. 4
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15. La leyenda de doña Beatriz. 4
4
16. La señora del salto mortal. 4
6
17. La mujer herrada. 4
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18. La cierva dorada. 5
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19. El puma yagüá. 5
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20. La paloma torcáz. 5
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INTRODUCCIÓN
Los cuentos son elementos formativos por excelencia, del carácter,
personalidad y forma de vida. Los cuentos muestran lo bueno y lo malo, lo
digno y lo que corrompe. El planteamiento de estos contrapuntos permite
a los alumnos profundizar en estos como referentes de su actuar cotidiano,
en contraste con los elementos ofrecidos a través de la televisión o
videojuegos.
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PROPÓSITO
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1. ROSALINA Y EL BOSQUE DE LA LUZ
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-Esperamos que algún día, el duendecillo o duendecilla que esté dentro de
la rosa, pueda encontrar el bosque de la luz.
La rosa blanca estuvo mucho tiempo en las aguas del río, hasta que un día
quedó enganchada en unos juncos.
El hada de las flores, estaba en la orilla peinando sus cabellos, y vio la
rosa.
¡Qué rosa más bonita!, la cogeré y en mi pelo la pondré.
Cuando fue a cogerla la rosa se abrió y de ella nació una duendecilla muy
hermosa, sus alas eran blancas y luminosas, como la rosa.
El hada de las flores sonriendo le dijo:
-Ya has nacido y Rosalina te llamarás, el bosque de la Luz tendrás que
encontrar, pues allí está tu felicidad.
-Y ¿cómo lo encontraré?
-Ayudando a los demás el camino encontrarás
-Y ¿cómo sabré que lo he encontrado?
-Cuando tus alas cambien de color al bosque de la Luz habrás llegado
¡Te deseo mucha suerte duendecilla!
Rosalina se despidió del hada de las flores, y empezó a caminar porque el
bosque de la Luz tenía que encontrar.
Fin
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2. ROSALINA Y EL ERIZO PINCHITOS
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3. ROSALINA Y EL VALLE DE LAS MARIPOSAS.
Las alas de la mariposa, tenían los colores del arco iris, y era la más
hermosa de todas.
-Es la más sencilla y merece ser la reina.
Rosalina tocó las alas de la mariposa y estas empezaron a brillas como
estrellas, tanto brillaban, que no podían dejar de mirarla y esta mariposa
sencilla y humilde fue la que ganó.
Rosalina se acercó a las otras mariposas y les dijo:
-A veces creemos que somos las más hermosas, pero es la sencillez y la
humildad lo que nos hace bonitas de verdad.
Todas comprendieron que tenía razón, y aprendieron la lección nunca más
volvieron a ser vanidosas.
Se dieron cuenta de que la reina elegida fue la mariposa que no era
presumida.
Fin
10
4. ROSALINA Y LA HORMIGUITA DESOBEDIENTE.
Fin
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5. ROSALINA
Rosalina llegó a un lugar muy bonito, había árboles, flores, plantas y un río
de aguas muy claras. Tenía sed y fue a beber, mientras bebía oyó a un
pajarillo que se había caído del nido. Se acercó y con mucho cariño lo
cogió.
-¡Que alegría! Sabíamos que algún día volverías, por eso te esperábamos,
ven con nosotros, te llevaremos hasta nuestro rey.
Rosalina contó todo lo que había pasado hasta llegar al Bosque de la Luz,
el hijo del rey que estaba allí, miraba muy atento a Rosalina, y mientras la
escuchaba, de ella se enamoraba y pensaba:
¡Qué hermosa, y qué buena es! Cuánto ha pasado, para llegar a nuestro
lado! Me gustaría conocerla más y que de mí se llegara a enamorar.
Fin
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6. LA CORDERITA LOLA.
Fin
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7. LAS HADAS DE COLORES.
Había una vez un país, llamado Fantasía, donde vivían hadas de colores,
duendecillos, brujos y brujas que no querían que el reino de la Fantasía
estuviera lleno de color y alegría.
Lumilda, era una bruja, que vivía sola en su castillo, Se enfadaba mucho,
cuando contaban cuentos a los niños.
-¡No dejaré que ocurra eso!, ¡Tengo que hacer algún hechizo!
Entró, en su castillo, y cogió su libro embrujado y con voz muy fuerte dijo:
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-Brujos y brujas que queréis el mal, que mi voz podáis escuchar, nuestra
magia, tenemos que unir, para que en el mundo de la realidad, cuentos no
se vuelvan a contar.
El Hada Arco Iris, había visto lo que había hecho Lumilda y fue a contárselo
al hada Naranja que era el Hada de los niños.
-Hada Naranja, Lumilda y los brujos del mal, han unido su magia, y han
hecho que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.
-Eso no puede ser!, llamaré a las hadas de colores, para ver qué podemos
hacer.
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Todas las hadas, hicieron un coro, y con una voz muy dulce cantaron:
Fin
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8. LA LILA
DOLORES ESPINOSA
Vuela el hada Clara sobre el río y el lago y, de puntillas sobre las olas,
hace reverencias a las elegantes grullas y recogiendo las burbujas que tras
sí los peces dejan, se hace un collar, una pulsera y hasta un fular.
Hila la lila gotas de rocío, el duende Vicente – nadie dijo que los seres
fantásticos tuvieran nombres fantásticos… – da tres volteretas, una
pirueta, cinco zapatazos y, de un salto, atraviesa los frágiles hilos que hila
la lila.
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y aleteos, gritos y jaleo, el duende Vicente recoge plumas y se hace un
sombrero.
Hila la lila gotas de rocío, la Luna da los buenos días al Sol y, como cada
aurora, se lleva los hilos que hila la lila para tejer, en la noche, su manta de
estrellas. El Sol, entretanto, juguetea y se recrea con el frío rocío.
Y así, mientras la lila hila los últimos hilos, comienza la mañana en este
pequeño mundo, con la Luna que se retira, con el Sol que aparece, con el
hada que revolotea, el duende que corretea, la bruja que “recolectea” y,
sobre todo, con el continuo hila que te hila de la lila.
Fin
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9. EL HADA CELESTE Y LOS INMIGRANTES
¡Tengo que hacer algo!, los niños no pueden quedarse sin la magia y la
fantasía de los cuentos.
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Mientras haya alguien que cuente y alguien que escuche, no habrá
servido de nada que el brujo Malacabrú haya destruido todos los cuentos.
La niña respondió.
Hace poco tiempo que he llegado a este país, no entiendo lo que dicen ni
me entienden a mí, soy diferente
¿Y crees que eso importará a los demás niños?, ven siéntate que voy a
contarte un cuento. Y el hada empezó a contar el cuento de ZORAIDA
Zoraida era una niña árabe, que hacía poco tiempo había llegado a aquel
pueblecito a vivir, un día estaba en el parque, sola, estaba muy triste,
lloraba y decía:
¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color? ¿Y las costumbres de mi país
tan distintas a las de este lugar?, conmigo no querrán estar y tener amigos
muy difícil será.
María Clara, era una niña mexicana, hacía un tiempo que vivía en ese
pueblecito, se acercó a Zoraida y le dijo:
Zoraida miró a María Clara, pero no le hizo ningún caso ella siguió
llorando y diciendo:
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¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color y las costumbres de mi país
tan distintas a las de este lugar?, conmigo no querrán estar y tener amigos
muy difícil será.
Yu-Lan era una niña china, hacía un tiempo que vivía en ese pueblecito se
acercó a Zoraida y le dijo:
Zoraida miró a Yu-Lan, pero no le hizo ningún caso, ella siguió llorando y
mientras lloraba decía:
¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color? Y las costumbres de mi país
tan distintas a las de este lugar¿, conmigo no querrán estar y tener amigos
que difícil será.
Javier era un niño que vivía en ese pueblecito desde que nació, se acercó
a Zoraida y le dijo:
No estés triste, vente con nosotros a jugar, si sigues aquí sola, sólo
pensarás en llorar y lo pasarás mal.
Hija mía, no debes de llorar, piensas que estas sola, que no tienes amigos
pero eso no es verdad, he visto como tres niños te han ofrecido su
AMISTAD y a ti te ha dado igual
Zoraida miró a su mamá y comprendió que tenía razón por eso a los tres
niños se acercó, y les pidió perdón.
Perdóname, me he portado muy mal me han ofrecido su amistad y no lo
he querido ver, muy feliz seré si su amiga puedo ser.
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Los tres niños abrazaron a Zoraida y fueron amigos, y Zoraida en aquel
pueblecito vivió feliz hasta que un día pudo regresar a su país.
IRINA
Vamos a ver ¿Por qué, tenemos que ser amigos de la gente que viene de
otro país, ellos vienen a este pueblo a trabajar nos dejarán sin trabajo a los
demás.
Lucas le contestó:
Carlos, no tienes razón, ellos vienen a trabajar, pero trabajo para todos
habrá, lo que pasa es que a los que vienen de fuera los tratas muy mal.
Silvia otra amiga de Carlos le dijo:
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No te entendía Carlos pero se enteraba del odio que veía en tu mirada.
Los niños dejaron solo a Carlos, el Hada Celeste lo había oído todo.
¡Tengo que hacer algo!, Carlos tiene que comprender que se está
portando mal.
Miro en su bolsa mágica y sacó de ella muchas estrellas de colores, las
colocó en su mano y se las envió a Carlos.
Por la noche cuando Carlos se durmió, en el sueño las estrellas de colores
que el Hada le había enviado lo llevaron a un lujar muy lejano.
Lo llevaron a una casita muy pobre, muy pequeñita, en ella vio a Irina a
sus padres a sus hermanos, estaban muy tristes, el papá decía:
Carlos vio como Irina lloraba cuando se despedía de sus amigos con los
ojos llenos de lágrimas les decía:
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Pobrecilla que mal lo habrá pasado, tan lejos de su país sin conocer y sin
tener amigos aquí.
Y ese día cuando llegó al colegio buscó a sus amigos y les dijo:
Sabéis teníais razón con la gente de otros países me he portado muy mal,
pero no lo volveré a hacer más.
Hay que tratarles bien, cuando dejan su país es porque no tienen trabajo
allí y no tiene dinero ni para vivir.
Fin
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10. LA PEQUEÑA CASA DE GASTÓN
MÓNICA ESPARZA
Gastón era un niño que soñaba con tener una pequeña casa de madera en
el árbol de su patio.
- Lo prometes.
- Palabra de papá.
- Gracias papá.
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hijo para compartir con él. Pediré vacaciones en el trabajo y lo ayudaré a
construir su casa.
- Mira Gastón, primero haz una lista de todo lo que deseas que tenga tu
casa, empezando por lo esencial.
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- No te preocupes hijito, todo va a salir bien. Tienes que tener fe en ti
mismo, cree en lo que tu corazón te manda y verás que encontrarás la
mejor forma para diseñarla. En la vida, cuando hacemos algo con amor
siempre encontramos una solución. Además, yo te voy a ayudar.
Gastón fue al patio de su casa y en medio del jardín floreado con la mirada
hacia el cielo y el árbol frente a él imaginó una pequeña casa muy sencilla
y hermosa, con un techo triangular, una puerta rectangular y dos ventanas
circulares a los costados.
Su papá vio un dibujo muy sencillo y a la vez muy valioso pues se trataba
del esfuerzo de su hijo y le dijo:
- Muy bien Gastón, ahora si podremos construir la casa que siempre has
soñado.
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precisión en los tablones de madera, hasta que la casita quedó terminada,
luciendo reluciente y colorida. Entonces Gastón lleno de felicidad,
preguntó:
- De nada hijo.
Gastón, su papá y mamá se abrazaron y besaron, ese fue el día más feliz
de Gastón quien descubrió la verdadera felicidad al compartir sus sueños
y alegrías con unos padres tan buenos y comprensivos.
Fin
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11. ESTRELLAS EN EL TECHO
MÓNICA ESPARZA
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12. LOS PLUMONES DE JUAN
MÓNICA ESPARZA
Juan era un niño que siempre estaba contento y al que le encantaba pintar
con plumones.
Un día su mamá notó que sus plumones estaban muy gastados y quiso
darle una sorpresa a su hijo comprándole unos plumones gruesos.
De pronto, a Juan se le ocurrió que podía pintar las paredes de su casa con
plumones, pues su madre le había dicho que pintara lo que quisiera.
- Pintaré un arcoiris por acá y un sol para que mamá esté feliz.
Juan estaba muy emocionado pintando por todos lados, así sentía que le
daba vida a las paredes de la casa y con tanto color su madre se pondría
muy contenta y orgullosa de él.
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Cuando su mamá llegó a la casa se dio con una ingrata sorpresa,
todas las paredes de la casa habían sido pintadas por Juan con sus
plumones nuevos.
Cuando su madre volvió se llevó una gran sorpresa, todo estaba como
antes.
- Gracias hijo lamento haberme enfadado contigo.
- No te preocupes mamá.
- Juan tengo una idea, que te parece si pintas tu habitación como quieras.
- Estás segura.
- Si hijo, así podrás plasmar toda tu alegría y amor.
- Gracias Mamá.
Fin
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13. MUMU LA VAQUITA CANTORA
MÓNICA ESPARZA
En una granja vivía mumu una vaquita muy grande con enormes manches
negras a la que le gustaba cantar bajito mientras la ordeñaban.
Ella era muy feliz cantando y movía las patitas de arriba a abajo y de
derecha a izquierda siempre bailando.
Sin embargo, ningún animal la podía escuchar porque se melodía la
entonaba bajito a propósito para que nadie la oyera.
Un día una paloma que hizo su nido cerca de la granja pudo escuchar a
mumu cantar:
- mumu qué divertido es vivir bailando y disfrutar la alegría de jugar
cantando.
La paloma no lo podía creer, era la canción más linda que había oído
jamás, pues tenía mucho ritmo.
Era tan bonita que sus pajaritos bailaban dentro de su cascarón al compás
de la música.
De inmediato se le acercó y le dijo:
- Mumu, por qué escondes tu dulce voz.
- Es que soy un poco tímida, respondió escondiéndose.
- Pero vale la pena vencer la timidez, hazlo y verás que bien te va.
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- tu lo crees.
-Claro que si, estás privando a todos de escuchar tu linda voz.
-Está bien así lo haré.
Un día cuando el gallo Paco cantó como de costumbre su kikiriki temprano,
mumu lo acompañó en su canto a viva voz.
De todos lados venían animales admirados por tan linda melodía y
la felicitaban con aplausos:
- Mumu cantas muy bien.
- Deberías despertarnos tú con tu lindo canto, le dijo el cerdo.
Al que no le dio mucho gusto fue al gallo Paco al que nadie felicitó.
El gallo cogió sus maletas y se fue lejos de la granja pues pensó
que ya nadie lo necesitaba allí, ahora tenían a su vaquita cantora.
Mumu se puso muy triste y corrió en busca de su amigo a quien le dijo:
- Por favor no te vayas, tu canto es muy valioso para nosotros, nos encanta
oírte cantar cuando sale el sol.
- ¿Estás segura?
- Si, todos queremos que vuelvas.
Paco regresó a la granja y cantó en compañía de mumu quienes fueron
muy
felices llevando alegría a los corazones de todo los animales del mundo.
Fin
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14. EL NIÑO POSITIVO
MÓNICA ESPARZA
Juan era un niño al que le encantaba ayudar a los demás, tenía un espíritu
muy positivo y siempre encontraba una solución a cualquier problema que
se le presentara. Se pasaba todo el día viendo quien andaba en problemas
y sin que le pidan su ayuda se ofrecía a ayudar.
Un día llegó a su casa de la escuela y le dijo a su papá:
- Que afortunado que soy papito, puedo ir a la escuela y aprender algo
diferente cada día.
- Y que has aprendido hoy
- Que debemos ir en busca de nuestras metas y no olvidarnos nunca de
quienes no tienen nuestras mismas oportunidades.
Su padre sonrió con orgullo por la respuesta de su hijo, le dio un fuerte
abrazo y le dijo:
- Yo estoy muy orgulloso de ti Juan, porque desde niño ya conoces el
significado de la verdadera felicidad, dar sin esperar recibir, y tu siempre
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estás dispuesto a dar mucho amor, por eso es que tienes tantos amigos y
todos te quieren a dónde vas.
Fin
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15. DONDE ESTÁ EL ABUELO
MÓNICA ESPARZA
Rodrigo era un niño muy inocente y amoroso, quien vivía con sus padres y
todas las tardes lo venía a visitar y a llevar al parque su abuelo para volar
su cometa por el cielo azul.
El era muy feliz en compañía de su abuelo con quien disfrutaba
conversando sobre su vida pues era muy ameno y gracioso. Su abuelo
compartía con él la alegría de vivir y siempre le contaba historias sobre su
vida, las que eran muy emocionantes para Rodrigo.
- Abuelo, como quisiera volar como mi cometa.
- Algún día todos volaremos por el cielo, solía decirle su abuelo.
- Tú crees.
- Estoy seguro Rodrigo.
Una tarde de otoño Rodrigo se acercó a buscar a su mamá en la cocina y la
encontró muy triste.
- Qué te sucede mamá, le preguntó confundido.
- El abuelo se ha ido hijito.
- ¿A dónde?, le preguntó con curiosidad.
- Al cielo.
- Y cuándo regresa el abuelo.
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- Cuando reciba sus alas de ángel, respondió su mamá.
- Que bueno mamá, entonces el abuelo será el ángel que me cuidará
desde el cielo.
Rodrigo se dirigió a su cuarto y mientras miraba por la ventana a los
pajaritos volar con sus pequeñas alas, se le ocurrió una gran idea.
- Haré mis propias alas de papel, se dijo con entusiasmo.
Empezó a recortar el papel de su cometa que tanto apreciaba y una vez
que terminó, las colocó en sus brazos y empezó a correr.
- Mamá, mira ahora estoy listo.
- ¿A dónde vas con esas alitas?
- ¡Al cielo a visitar al abuelo!
Su mamá se enterneció por la respuesta inocente de su hijo y le dijo:
- Mira Rodrigo, en esta vida cuando nos llega la hora de partir si nos
portamos bien y nos amamos los unos a los otros, como tu abuelo lo hacía,
vamos directo un lugar muy bonito donde cada uno hace lo que más le
gusta y hay alegría y paz y a ese lugar le llamamos cielo.
- Yo quiero ir al cielo mamá.
Si, pero la vida aquí en la tierra también es muy hermosa y para todo hay
tiempo, hasta para partir.
- ¿Eso quiere decir que no voy a poder estar junto a mi abuelo?
- Con tu abuelo siempre vas a estar porque él vive en tu corazón.
- Tienes razón mamá yo siempre lo voy a querer.
- ¿Y cómo sabré que ya está en se lugar bonito y está feliz?
- Cuando escuches sonar las campanas.
Ese día al medio día sonaron las campanas de la iglesia del pueblo y
Rodrigo abrazó a su madre de felicidad al saber que su abuelo estaba bien
y feliz, y que desde el cielo los veía y cuidaba.
Fin
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16. EL PINTOR
ELIZABETH SEGOVIANO
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gatito llamado kitchen dispuesto a recorrer la extravagante ciudad de San
Rzptikutnik.
A medida que avanzaba por las calles, Vin-Van Brush notó que las personas
se le quedaban viendo atónitas, con las bocas totalmente abiertas y lo
señalaban como si estuvieran viendo a un extraterrestre; esto asustó un
poco a Vin, que pensó que tal vez tendría algún moco colgando de la nariz,
por lo que de inmediato sacó un pañuelo y se limpió el rostro, pero esto
sólo logró llamar aún más la atención de los San Rzptikutenses quienes
comenzaron a rodearlo.
- ¿De dónde sacó eso? –Preguntó finalmente un ancianito de largas barbas
y brillante bastón–
- ¿Sacar qué? –Respondió contrariado el muchacho–
- ¡Eso! –Dijeron todos al unísono señalando su pañuelo–
- ¿El pañuelo? … ¿nunca habían visto un pañuelo?
- Claro que hemos visto pañuelos… pero… es que… no es blanco… ni
negro… ¿por qué es así?
- ¿Así cómo? … ¿quieren decir por qué es rojo?
- ¿Qué es rojo? –Decían todos los lugareños completamente absortos–
- ¡ROJO NO ES NI BLANCO… NI NEGRO! –Gritó entusiasmado el ancianito–
- … pues… si –decía Vin– rojo no es blanco ni negro.
- Y… su gato –preguntaba otra persona– ¿también es rojo?
- ¿Rojo?… no, kitchen es amarillo.
- ¿Kitchen? ¿Así se llama su gato?
- Si, así se llama.
- En San Rzptikutnik todos los gatos se llaman bicho o bicha… según el
caso.
- Eso es algo extraño –decía Vin–- … entonces ¿amarillo no es rojo, ni
blanco ni negro?
- Amarillo es otro color, como el azul, verde, violeta, anaranjado, rosa o
púrpura… ¿acaso nunca habían visto colores?
- ¡Nunca! –Decía el ancianito– aquí sólo hay blanco y negro.
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Entonces Vin-Van Brush sacó de su maletín un montón de dibujos que
había hecho en su viaje y se los mostró a la multitud, en ellos había
paisajes, flores, animales, gente paseando y otras cosas que Vin había
imaginado, las hojas estaban llenas de color y todo mundo se quedó
absolutamente impresionado, a todos les había encantado lo que Vin hacía
y todos, pero todos querían tener al joven pintor en sus casas como
invitado.
Vin-Van Brush pensaba que aquella gente era muy buena, muy inteligentes
y cultos, pero no sabía por qué sus vidas eran así, en blanco y negro.
El pintor quería regalarles algo que los animara, así que en cada visita les
obsequiaba sus dibujos y cuadros llenos de color que decoraban las
paredes.
El tiempo pasaba y Vin comenzó a extrañar los cálidos rayos del sol y la
inspiración de la luna y sobre todo extrañaba las estrellas, también a su
familia, y supo que ya era hora de regresar a casa, pero no quería dejar
San Rzptikutnik sin haber hecho algo por la gente.
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que hacía cálculos y tenía bancos, gente que viajaba o cocinaba… gente
que soñaba y que por primera vez se atrevía a convertir en realidad lo que
soñaba… ésa había sido la magna obra de Vin-Van Brush, un joven pintor
que soñaba con regalarle a la gente un trocito de la magia de la vida en
cada una de sus pinceladas.
Fin
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17. LA GÁRGOLA VERDE.
ELIZABETH SEGOVIANO
Entre inmensos y
grises nubarrones se alzaba altivo el gótico castillo.
Con sus altísimos y coloridos vitrales y las amplias torres rodeadas de
oscuros retorcidos corredores.
Pero lo que daba de verdad escalofríos no eran las extrañas sombras, los
relámpagos ni truenos; tampoco el tenebroso eco que recorría los rincones.
Lo que hacía temblar hasta a los huesos eran los lastimeros gritos de
una gárgola que cada noche en punto de las doce comenzaba su concierto
de alaridos.
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búfalo distraído, la gárgola se sentía infeliz.
Ya que sus tripitas chirriaban igual que una lombriz en el pico de una
perdiz.
Así que una noche de torrencial tormenta el papá Gárgola voló hasta
llegar a una montaña, hogar de una bruja hermitaña.
Allí la bruja le leyó los caracoles, la baraja, las runas, el té, el café ¡y
hasta la planta de los pies!
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frío, papá gárgola se puso sus lentes, tomó el cuchillo y comenzó a picar
un pepino muy fino.
Fin
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18. QUIERO MONTARME EN UNA ESTRELLA.
ELIZABETH SEGOVIANO
Quiero montarme en una estrella y luego domarlas a todas para darle una
a todo aquel que sea como yo, valiente, sediento de aventuras, lleno de
deseos de ver aquello que los demás afirman como inexistente.
Quiero regalarle a toda la gente triste un puñito de polvo estelar para que
puedan volver a soñar.
Fin
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19. AMOR DURADERO.
LIANA CASTELLO
Un día el príncipe salió a cazar y se cayó del caballo, y cuando ella salió a
recoger la leña, lo encontró desmayado en medio del bosque. Ella lo cuidó
y lo curó. Cuando él despertó la vio y se enamoró de su belleza a pesar de
que sus vestidos estaban sucios, estaba sin peinarse y sin maquillarse. Ella
también se enamoró al ver sus ojos claros y su sonrisa como de ángel. Pero
cuando quisieron platicar para conocerse, llegó la bruja del castillo quien
traía de mascota a una hormiga grande y roja. La bruja, muy enojada de
ver que la joven había curado al príncipe, lanzó un conjuro, se hizo mucho
humo y se llevó al príncipe rápidamente al castillo.
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En el castillo, la bruja le dio un brebaje al príncipe para que olvidara a la
joven porque querían que el príncipe se casara con una mujer de mucho
dinero que hiciera más rico su reino.
A la joven, la bruja le mandó a la hormiga para que la picara y la durmiera
para llevársela a una cueva oscura, húmeda y terrorífica.
La hormiga, que quería a la bruja, y por eso hacía todo lo que la bruja le
ordenaba, entendió al príncipe y lo llevó donde estaba la joven.
Cuando llegaron, la bruja trató de impedir que el príncipe rescatara a la
joven. Pero la hormiga, con tristeza picó a la bruja y la hizo dormir. De esta
manera el príncipe pudo entrar a la cueva y liberar a la joven con un beso.
El príncipe se casó con la joven, tuvieron dos lindos hijos y vivieron felices
por siempre y todos los del pueblo de Puertas del Cielo también estaban
felices.
Fin
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20. UNA MÁGICA LECCIÓN.
ELIZABETH SEGOVIANO
Ser una persona ordenada es la
cosa más divertida del mundo… o por
lo menos eso piensa mamá… y
seguramente cientos de miles de
mamás alrededor del mundo
concuerdan con ella; también sé que al igual que yo, hay cientos de miles
de niños y niñas que saben que ordenar nuestra recámara es un acto casi
imposible de llevar a cabo, porque mantener ordenados los libros, los
juguetes, la ropa y los útiles del colegio ¡¡¡es increíblemente aburrido!!!
¿Quién tiene tiempo para tal cantidad de vanidad? ¡bah! en estos tiempos
donde podemos descargar quinientas mil canciones en fracciones de
segundo, jugar en línea con gente que está en otro continente o inventar
cohetes espaciales que pueden llegar a Marte, nosotros seguimos
obligados a asear nuestras recámaras … ¡¡¿cómo es posible que a ningún
científico en todo el mundo se le pueda ocurrir algo para dejar de hacer
ésta horrible tarea!!? Y yo, estaba dispuesto a encontrar alguna solución
que no solamente me ayudara a mí ¡sino a todos los niños del mundo!
Porque ya estaba harto de ésta situación.
Sin embargo los días transcurrían y no se me ocurría absolutamente
nada; así que, como de costumbre, llegó el momento en que mi mamá,
con su tono más amenazador posible dijo: “¡ponle orden a esto o se lo
pongo yo!” como podrán imaginarse no tuve más remedio que obedecer;
aunque al entrar a mi recámara sólo pude horrorizarme porque, para
empezar ¡no sabía ni donde estaba mi cama! … toda la ropa que se
supone debía estar en el armario se encontraba en todas partes menos
ahí, tampoco había pista alguna de mi escritorio, mis libros o la
computadora; lo que sí podía ver por doquier eran docenas de telarañas…
¡y es que hubieran visto qué clase de telarañas había! no crean que eran
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simples telitas colgando de las paredes ¡no señor! ¡Aquellas arañas se
fueron a lo grande! ¡Eran verdaderas fortalezas de lana! Y para que una
araña pueda hacer eso debe ser enorme; como ésas que viven en la jungla
brasileña y que pueden percibir a su presa a metros de distancia, y
cuando menos lo esperan… ¡zaz! Se les van encima y se convierten en la
cena. ¡Eso era todo! ¡Yo no iba a convertirme en la cena de ninguna araña
exótica! Así que sacando valor de quién sabe dónde, tomé una escoba y
con sumo cuidado fui explorando la zona hasta que encontré mi
computadora, y luego de intensas horas de búsqueda y varias latas de
refresco de uva, hallé un sitio de lo más interesante,
hechizosmarrulleros.com ¡cómo no se me había ocurrido! ¡Claro! ¡Si la
ciencia no tenía una solución para mi problema la encontraría en las
ciencias ocultas! Pero cómo no estaba seguro de que hechizo necesitaba,
le mandé un correo a la dueña de la página solicitando su asesoría, y en
menos de dos minutos ya me había llegado mi respuesta… y quizá si
hubiera sido un chico ordenado y hubiera obedecido a mi mamá, ningún
ratoncito entrometido habría hecho de mi habitación su hogar, y no habría
mordido el cable de la computadora, por lo que no pude terminar de
imprimir el correo, aunque por lo menos tenía casi todas las instrucciones,
y con mi natural impaciencia pronuncié el hechizo que decía algo así :
“inanimatus et obscurita clamus dominos otorgus transformus revolvus
locus etcétera etcétera vita”. Pero como no pasó absolutamente nada, y yo
había bebido demasiados refrescos de uva, salí corriendo al excusado y
me olvidé de todo el asunto pensando que la magia y los hechizos no eran
nada más que tonterías.
Mi sorpresa fue inmensa cuando aquella noche, al regresar a mi
recámara encontré todo perfectamente ordenado y brillando de limpio,
cada libro y juguete, cada crayón y libreta e incluso los calcetines que
habían desaparecido misteriosamente hacía más de un año se
encontraban en su cajón ¿acaso de verdad había funcionado el hechizo?
¿O mi mamá finalmente se había rendido y ordenado todo? Yo aún no salía
de mi asombro cuando escuché la dulce voz de mamá decir que me
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merecía un premio por ser tan obediente y limpio… entonces eso
significaba ¡QUE EL HECHIZO HABÍA FUNCIONADO! Ésa noche no pude
conciliar el sueño pensando todo lo que podría lograr con aquel inmenso
secreto.
A la mañana siguiente, en el colegio comencé a ofrecer mi sabiduría… a
un precio justo claro está; por lo que, en pocos minutos ya me había hecho
de un reluciente videojuego portátil, un par de patines, alguien que me
aseguraría una buena dotación de pastel de chocolate por el resto del año,
y hasta quién me hiciera la odiosa tarea de matemáticas y la de geografía.
¡Ah! ¡La vida era buena y dulce! ¡Muy dulce!
Lo que yo no sabía era que tratándose de magia las cosas no son tan
dulces, y que todo lo que hiciera regresaría a mí tres veces más fuerte; de
eso me di cuenta el día que repararon la dichosa computadora y pude leer
la advertencia de la bruja, advertencia que había llegado demasiado tarde,
porque ése mismo día todo el desorden había regresado, no sólo a mi
recámara, sino también a la de mis amigos, y los muebles que solamente
cobraban vida para limpiarse ahora exigían ser tratados con respeto.
Por más que le supliqué a la ciberbruja que me ayudara, las únicas
palabras que obtuve de ella fueron que no podía hacer nada porque ésas
eran las consecuencias de mi flojera y mi avaricia.
Debo decir que mi mamá no se molestó cuando supo lo que había hecho,
ni tampoco las mamás de mis amigos, ya que ahora los mismísimos
muebles se encargan de que hagamos la limpieza y los cuidemos bien, de
lo contrario las puertas se cierran y no hay poder humano que nos permita
entrar a casa.
Que la lección que tan duramente he aprendido le sirva a otros chicos
para comprender que aunque la ciencia esté tan avanzada, aún debemos
obedecer a nuestras mamás y ser más limpios y ordenados… y sobre todo
darnos cuenta de que con o sin magia todo tiene una consecuencia!
Fin
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21. UNA ENORME RESPONSABILIDAD.
ELIZABETH SEGOVIANO
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indignado con un muy buen discurso, les dije que los peces no ocupaban
mucho espacio, ni había que sacarlos a pasear, que tampoco comían
mucho y que no ensuciaban, no hacían ruido, eran bonitos, no morderían
los muebles y que no asustarían a mamá. Y su respuesta fué: “¡pues por
eso! ¡los peces no hacen nada! ¿cómo vas a tener unas mascotas tan
aburridas?” .
Debo admitir que ésa respuesta nunca me la esperé, y que por ser tan
originales y tramposos, mis padres habían ganado la batalla… pero no la
guerra.
Ante tal escenario no me quedaba más que acatar sus órdenes… o jugar
mi último as bajo la manga.
Así comenzó mi obsesión por tener mascotas; primero fueron unas cuantas
hormiguitas que alimentaba en el alféizar de la ventana, pero luego de
unos días fueron llegando más y más y más, hasta que el apartamento
completo se convirtió en un hormiguero gigante y tuvimos que irnos a un
hotel mientras fumigaban el lugar, porque además nos dijeron que entre
tanta hormiga había unas caníbales de raza africana sumamente
peligrosas… ¿cómo llegaron hasta el apartamento hormigas africanas? Aún
no lo sé. Con eso debió bastarme para darme cuenta de que tener
mascotas no era lo mío… ¡ah pero no! Yo estaba terco conque encontraría
una mascota digna de mí.
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Después de dejar pasar un tiempo luego del desafortunado incidente, volví
a las andadas, aunque ésa vez fue por pura suerte… mala suerte, porque
al estar caminando por el parque me topé con un chico muy peculiar, con
el cabello de colores y bien puntiagudo, gafas oscuras y pantalones de
cuero, una camiseta agujerada y una chaqueta toda vieja y apestosa
sobre la cual cargaba una guitarra eléctrica muy bien cuidada.
- oye niño-me dijo el extraño chico- ¿no podrías quedarte con mi gato? Es
que me voy de gira y ya no podré cuidarlo, quisiera que encontrara un
hogar en el que sea querido.
- ¡Seguro!-respondí más rápido que un rayo- … pero ¿si es un gato verdad?
Digo no es un cachorro de tigre o de león o alguna cosa rara o sí?
- No, sólo es un gatito común y corriente. ¡Ah! se llama aullido, le gusta
escuchar música y por favor ve que no le falte su leche…
- ¡Claro!-dije de lo más contento mientras me enfilaba a casa para cuidar al
gato.
Desde que el chico me dijo el nombre del animal debí sospechar que algo
raro pasaba ¿qué clase de gato se llama “aullido”?
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interrogarme o yo defenderme, el gato lanzó tal aullido que todos los
cristales del edificio estallaron en mil pedacitos, aterrando a todos los
vecinos, activando todas las alarmas de los autos y atrayendo a cientos de
policías a mi casa.
Claro que no opuse resistencia cuando el ejército vino por el gato para
ponerlo en un entrenamiento militar y usarlo como un arma aturdidora.
Junté cientos de rocas y las forré con papel aluminio y otras las pinté con
colores metálicos para que mi dragón, que por cierto llamé Dorito, se
mantuviera entretenido mientras yo iba a la escuela, pero con el paso de
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las semanas Dorito notó que aquellas rocas no eran un verdadero tesoro y
una mañana cuando la casa estaba vacía se le hizo fácil meterse al
guardarropa de mamá y tragarse todas sus joyas. Pero eso no fue todo,
también su apetito se incrementaba y los emparedados de jamón y queso
o jalea y crema de maní que le daba ya no le eran suficientes, así que
también se comió todo lo que había en la despensa y el refrigerador… ¡se
tragó el refrigerador completo! ¡Con cubitos de hielo y todo! Y también un
buen trozo de las paredes de la casa, que además resultaron ser de la
piedra exacta que Dorito necesitaba para escupir bocanadas de fuego … y
como nunca antes lo había hecho no pudo controlarse y chamuscó todo el
apartamento, ése día cuando iba saliendo de la escuela y vi los camiones
de bomberos ir a toda prisa por la calle supe sin ninguna duda que se
dirigían a mi casa; así que con más miedo que otra cosa corrí hacia allá
para encontrar a los bomberos y mis vecinos completamente boquiabiertos
mirando a través del boquete en los muros cómo mi dragón se disponía a
sentarse en el sofá a ver televisión como lo hacíamos todas las tardes.
- ¡Que alguien llame a la guardia nacional!-gritó una señora-
- ¡No!-dije yo a todo pulmón-¡Dorito no es malo! Sólo es un bebé dragón …
Cuando Dorito escuchó mi voz se alegró tanto que salió volando a toda
prisa para encontrarme sin darse cuenta que en su desenfrenada carrera
volteó el camión de bomberos, abrió otros dos enormes boquetes en el
edificio, aplastó los autos de mis vecinos y nos chamuscó a todos un
poquito dejándonos sin cejas.
Como ya podrán imaginarse la ciudad entera, incluyendo a mis padres
estaban sumamente furiosos conmigo y con Dorito, claro está, y aunque el
dragón sigue siendo mi amigo ahora vive en el campus de la universidad,
donde puede volar a sus anchas y es vigilado por los mejores y más
reconocidos científicos … y yo … pues tengo que trabajar todos los fines de
semana vendiendo las hamburguesas al carbón que prepara Dorito para
poder reparar todos los daños que causó, causa y muy seguramente
seguirá causando.
Que mi historia sirva de lección para todos aquellos niños que se empeñan
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en no escuchar los sabios consejos de sus padres; porque sin duda alguna
tener una mascota ¡es una enorme responsabilidad! No importa si estamos
hablando de unos pececitos, un gato o un perrito… y mucho menos de un
dragón que apenas está aprendiendo a ser dragón.
Yo soy Lirón, sí, ya sé… pero ése no es mi mayor problema ¡porque mi
mascota es un dragón!
Fin
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22. CORAZÓN DE PIEDRA
LIANA CASTELLO
Corazonada era una ciudad muy pequeña habitada sólo por ratones,
todos bigotudos y orejones. El nombre de la ciudad se debía a que, si bien
en apariencia todos los ratones eran igualitos, se distinguían por su
corazón.
Los había con corazones grandes, otros pequeños, algunos más
enamoradizos, otros un poco más duros y algunos más blandos.
Corazón de Piedra era un ratón de mediana edad al que todos llamaban
así porque realmente daba la impresión de tener una roca en lugar de
corazón. No era que fuese malo, sino que parecía siempre enojado y tenía
muy pocos amigos. Todos decían que, con el tiempo, su corazón se había
endurecido y era cierto.
Corazón de Piedra no siempre había sido así. Cuando era un pequeño
tenía el corazón blandito, tierno y de color rosa. Era un ratoncito como
todos, excepto por un problema: no sabía perdonar.
Cuando tenía apenas un añito, un amiguito –sin maldad alguna y sólo por
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hacer una travesura- le escondió su chupete preferido que tenía sabor a
queso Roquefort y era de color azul. Nuestro ratoncito lloró mucho al no
encontrar el chupete, tanto que hubo que sacar el agua de su cuevita con
veinte baldecitos.
Como su amiguito vio que la cosa se estaba complicando, fue en
búsqueda del chupete de Roquefort y se lo devolvió.
–¡Pensé que lo había perdido! ¡Sos un tonto! Gritó Corazón de Piedra
enfurecido, mientras chupaba el chupete y se secaba las lágrimas.
–Perdón amigo, no pensé que te pondrías tan mal, sólo quise hacer una
broma. Se justificó Corazón de Chocolate (así le decían porque era un ratón
de color marrón oscuro).
– ¡Qué perdón, ni perdón! Ya no soy más tu amigo y no te voy a perdonar
jamás. Volvió a gritar el ratoncito que seguía muy enojado.
Corazón de Chocolate se fue muy triste, pues realmente no había querido
dañar a su amigo. Pensó que, con el tiempo, el enojo pasaría pero no fue
así. Corazón de Piedra jamás volvió a dirigirle la palabra.
Cuando empezó el colegio, un compañerito un poco atolondrado tropezó
con nuestro ratoncito, quien con el golpe dejo caer los útiles al piso. La
cartuchera con aspecto de quesera que Corazón de Piedra tanto amaba,
quedó aplastada y muy sucia. Inútil fue tratar de hacerle entender que
había sido un accidente y que nadie había querido dañarlo a él o a su
amada cartuchera.
Como una vez más, nuestro ratón no quiso perdonar a su compañero,
perdió así otro amigo más y fueron muchos los que quedaron en el camino.
El tiempo fue pasando y parecía que con cada perdón no dado, su
corazón se convertía más y más es una roca. Perdió su color rosa, se volvió
gris, duro y seco, como si no tuviese vida.
Corazón de Esponja, en cambio, era un ratón que siempre perdonaba y
que tenía muchísimos amigos. Decía que en cada poro de esa hermosa
esponjita que era su corazón, había un amor y sus poros eran muchos
realmente.
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Como era muy bueno, pensó en que algo debía hacer por Corazón de
Piedra. No se resignaba a que el corazón de este ratón siguiera
endureciéndose más y más cada día.
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- Creo que no entiendo – comentó confundido Corazón de Piedra.
- Es evidente que no entendés. En distintas oportunidades no perdonaste
a cada uno de estos ratoncitos. Les cerraste las puertas de tu corazón y los
alejaste de tu vida. Ninguno de ellos, por más que quisiera, pudo volver a
ser tu amigo. Dijo muy firme Corazón de Esponja. Luego continúo.
– Espero hayas aprendido con la soledad de todos estos años, que el
perdón nos acerca al otro, nos une y nos hace más buenos. Perdonar a un
amigo ablanda nuestro corazón, le da energías, lo hace brillar más.
Corazón de Piedra escuchaba atento y con la cabeza baja. Su amigo
siguió hablándole.
– Son ellos los que ahora tienen que perdonarte y como te quieren y
desean tener corazones rosas y mulliditos lo hacen justamente desde lo
más profundo de su corazón.
Parecía raro, él que jamás había perdonado, ahora deseaba con toda el
alma ser perdonado por los demás.
Ahora sí que Corazón de Piedra había entendido Agradecido y
emocionado aceptó el regalo de sus amigos: el perdón.
El ratoncito jamás olvidaría ese cumpleaños. Había recibido el mejor de
los regalos pues también se perdonó a si mismo. Así, dándose una nueva
oportunidad, volvió a tener muchos amigos, aprendió a ser feliz y su
corazón de a poquito fue cambiando de color, de textura y de forma.
Con el tiempo nadie recordaría su viejo nombre, ahora todos los llamaban
Corazón Algodón de Azúcar. El nombre era largo pero a él no le importaba,
lucía muy orgulloso un corazón rosa, grande, blandito y muy dulce.
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23. BONETE UN PAYASO POCO FELIZ
LIANA CASTELLO
El Circo Estrellado, era un circo con todas las de la ley, o sea hecho y
derecho o si prefieren, como Dios manda dirían las abuelas. Iba de pueblo
en pueblo llevando diversión y asombro a la gente. Como todo circo, tenía
equilibristas, magos, animales que hacían proezas impensadas, mujeres
barbudas, un maestro de ceremonias y por supuesto payasos. Peluquín y
Bonete, eran payasos que hacían reír mucho a los niños y a los grandes
también. Peluquín disfrutaba mucho su trabajo, sin embargo no pasaba lo
mismo con su amigo, que nunca estaba conforme con nada.
Bonete no entendía por qué debía tener esa ropa floja, colorinche, con
botones grandes, mientras todos los demás vestían mucho mejor que
ellos. Los equilibristas y malabaristas tenían brillos y sus ropas estaban
confeccionadas con telas finas y bellas. El maestro de ceremonias lucía un
saco negro de larga cola y moñito colorado que le quedaba pintado. Sin
embargo, él debía andar con zapatones más que grandes y con agujeros
que permitían que sus dedos gordos saludaran a la gente.
El mago, como el maestro tenían galera, él en cambio un sombrero del
cual colgaba una flor que parecía marchita y se le metía en el ojo a cada
rato.
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A Bonete le molestaba mucho lo que él consideraba –equivocadamente-
injustas diferencias. Siempre creía que lo que tenían los demás era mejor
que lo suyo y no vivía feliz.
Protestaba porque a todos los demás artistas del circo, el público los
aplaudía sin necesidad de caerse, recibir cachetazos (aunque no fuesen
reales) o resbalarse con cáscaras de bananas de utilería.
De nada servía que todos sus compañeros del circo trataran de explicarle
cómo eran las cosas. Simplemente Bonete no lo entendía.
– Vos hacés reír a la gente, lo cual no es poco – le decía el mago
– Si pero a vos todos te miran con admiración – contestaba Bonete
Peluquín, por otro lado, disfrutaba mucho de su vocación de payaso. Le
parecía que era el mejor de los trabajos. No se quejaba porque su ropa no
brillase y porque sus zapatos fuesen ocho números más.
Intentaba convencer a su amigo de lo valioso de la labor que realizaban,
divertían a la gente y pocas cosas hay tan importantes como esa- decía
siempre Peluquín.
Sin embargo, Bonete no pensaba igual. Miraba siempre a los demás
artistas con cierto recelo o tristeza.
Veía que los malabaristas hacían su número con pelotas que brillaban y
bolos fluorescentes, mientras que ellos hacían su rutina con pelotas de
trapo o a veces ni siquiera eso.
Bonete siempre tenía la mirada en lo ajeno, y todo lo ajeno le parecía
mejor que lo suyo, se tratara de ropa, utilería, aplausos, etc.
Un día, más disgustado que nunca con su realidad de payaso, escapó del
circo.
Peluquín y todos los demás artistas lo buscaron por todos los lugares
posibles, pero no aparecía. Como no podían abandonar a la gente que ya
había comprado sus entradas, decidieron que Peluquín lo siguiera
buscando y comenzaron a hacer las funciones sin los payasos.
El espectáculo no fue el mismo. Si bien la gente se seguía sorprendiendo
con el mago y maravillando con los trapecistas y malabaristas, ya no se
reía pues no había payasos que los hicieran reír.
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Los animales se esforzaban por hacer aún más increíbles sus proezas
para sacarle una sonrisa al público, pero no lo lograban. El maestro de
ceremonias improvisó algún que otro chiste, pero no hizo reír ni siquiera a
su esposa.
El circo empezó a perder espectadores pues ya se había corrido la voz
que los payasos no estaban y, aunque a algunos les cueste creerlo, una de
las cosas que más necesitan las personas es reír.
Tal fue la reacción de la gente que el maestro de ceremonias y dueño del
circo, suspendió las funciones hasta que volvieran los payasos. No se
trataba sólo de perder espectadores, nada era igual sin Peluquín y Bonete.
Ni las funciones, ni los momentos que los artistas compartían en sus
carromatos.
Peluquín volvió muy triste al circo, sin haber encontrado a su amigo.
Mientras tanto, Bonete se había quedado en un pueblito muy alejado de
donde estaba el circo. Tampoco allí encontró nada que lo hiciera feliz pues
también en ese lugar comparaba todo el tiempo lo que tenían o hacían los
demás con lo que tenía o hacía él.
Sin duda Bonete creía que en algún lugar estaba lo que a él lo
conformaría, lo que realmente lo haría feliz. Lo que no terminaba de
entender el payasito era que sólo dentro de sí encontraría lo que él
buscaba.
Siempre vamos a encontrar alguien que tenga algo mejor que nosotros, o
que haga mejor las cosas, que sea más lindo o más gordo o tantas otras
cosas que serían imposibles de enumerar. Por eso, uno debe buscarse a
uno mismo y ser feliz con lo que le ha tocado en suerte. No es que no se
pueda mejorar, sino que, más allá de los errores o defectos que se tenga,
uno debe amarse, respetarse y valorarse como Dios nos ha creado.
Bonete volvió al circo, tan triste como lo había dejado. Tampoco afuera
había encontrado nada que lo conformase y lo dejara contento.
Todos sus amigos lo recibieron con mucha alegría, cosa que al payaso lo
sorprendió. Le contaron que habían tenido que suspender las funciones
pues la gente ya no iba, que por más esfuerzos que habían hecho, no
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habían podido hacer reír al público.
Bonete se quedó pensando. Seguía sin entender qué extrañaba la gente:
¿sus ropas colorinches? ¿la flor caída que no le dejaba ver bien? ¿los
cachetazos que recibía? No, realmente no entendía.
– ¿Sabes qué ocurre Bonete? Le dijo la mujer barbuda, mientras hacía
rulitos con su larga y espesa barba- Al irte te llevaste la risa y la risa era lo
más importante que le podíamos ofrecer a la gente.
– Yo puedo hacer el truco más espectacular de todos y seguro la gente
quedará boquiabierta, pero no reirá y eso nada puede cambiarlo – intervino
el mago.
– Puedo sostener diez bolos apilados en la punta de mi nariz, pero no
hago reír a nadie, los payasos están para eso, lástima que no lo hayas
podido ver.
Bonete escuchaba atento las palabras de sus amigos, esta vez
empezaba a entender.
Por último, le habló el maestro de ceremonias, quien además, era el
mayor en edad de todos los artitas.
– Por mirar siempre lo que eran o tenían los demás, perdiste de vista que
lo que vos ofrecías era realmente lo más importante. Pensabas más en
comparar la ropa que lucían los otros, que en cuanto divertías a la gente.
La risa vale mucho más que una flor en un sombrero que se cae y molesta
en el ojo.
Por primera vez Bonete entendió y valoró el inmenso don que tenía de
hacer reír. Ya no comparó quien tenía más que el otro, ya no le importó si
sus zapatones dejaban sus dedos afuera. Ahora miró su interior, quién era
verdaderamente y cuánto podía darle a los demás y ¿saben qué? se sintió
tan feliz que empezó a reír como nunca y allí, recién allí terminó de
entender de qué se trata la vida.
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24. UNA JIRAFA ESTIRADA
LIANA CASTELLO
Fin
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REFERENCIAS
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