Вы находитесь на странице: 1из 2

Dos días en Brasilia

Entender esta dinámica de moverme, de hacer del movimiento una actitud confrontando los miedos
encarnados en la piel por todas las experiencias de la vida, las memorias enquistadas, costumbres
impregnadas por la familia esa que se arraiga y a la cual volar, irse, mudarse, moverse se le hace casi
imposible.

Vencer cada una de esas malas encarnaciones naturalizadas que agobian y detienen los sueños, lo
orgánico de los cuerpos, del espíritu. Y si acá estoy jugando a volver a empezar a mover las energías, los
universos. Aunque, para decir la verdad, no me he sentido tan extraña tan ajena, pareciese que no
hubiera viajado por diecisiete horas.

El primer día estaba agotada, pero al llegar sentí una familiaridad extraña, comencé a acostumbrarme al
aroma que no me parecía tan diferente del que estaba oliendo de donde salí, debo confesar que aún no
he llorado y no he encontrado motivos para hacerlo, extraño pocas cosas, casi ninguna.

Ayer tuve un poco de miedo y por eso solo camine unas cuadras, y me quede en casa tratando de
realizar vueltas y demás compromisos de la U, que a propósito no tienen el mismo carisma, o por lo
menos por correo todo, lo he hecho sola y eso me satisface un montón. O por lo menos casi todo el
tiempo de los otros es complicado.

Dos días de desprendimientos, de confrontaciones con mis miedos, con mis ignorancias, conmigo
misma, aunque no mal, extrañamente muy bien.

No volvemos

Y nos volvemos polvo, viento, olvido… memoria enquistada en lo más profundo del cerebro.
Se nos olvidan los besos, los abrazos, el sexo…sensaciones cubiertas por el aroma de otro cuerpo.
Se nos olvidan las miradas, el tono de la voz, el estruendo de la risa, sonidos que se lo lleva lejos el viento
y espejos en donde ya no nos reflejamos.
Irme, irte, irnos, desenamorarnos, desligarnos son ejercicios necesarios para continuar el camino incierto
que lleva al infinito.

17 de febrero

Y si aquí estoy, tratando de olvidar. Hoy especialmente me salió la memoria a darme un golpe en el
alma, entro sin preguntar y me devolvió a preguntas antes hechas que lógicamente quedaron sin
respuesta alguna. Es un amor construido durante tantos años, desde la razón, desde la emoción, desde
las vísceras; que paso por todos los estados. Extrañar ahora es más absurdo que antes pues a él se le
apago el amor, ese que me profeso por tantos años y por el contario en mi creció mientras en él
decrecía. Lo intente, juro que lo intente… he intentado tantas veces zafarme de esto, de esta sensación
extraña que duele cada vez un poco más a veces un poco menos otras.

La distancia es mucha y aun se me viene al cuerpo la idea tonta de que él me extraña… Pero no él antes
ya había remplazado mi cuerpo, mis besos, mis manos, mi corazón y este amor grande que construí.
Volvemos al principio, principio de soledad, si bien no necesito nada si quiero alguien que me acompañe
en este reto. Que me apoye que me aliente, el desamor es un estado en el cual nunca aprendí a estar y
eso debo confesarlo sin tapujos para poder continuar.
Continuar sola, completamente sola y otra vez con la copa llena de un amor que ahora no hay nadie que
quiera beber. Me fui lejos, para olvidar renovarme. Hui si, Salí corriendo lo más rápido que podía. Sin
embargo, en la huida olvide recoger algunas cosas y cerrar otras. Renacer siempre es difícil, hay que
desaprender para volver a aprender. Soltar para recoger de nuevo, soy fuerte y es algo que quiero
convencerme a toda costa.

Llevo ya varios días acá en este otro lugar que no se me ha hecho tan ajeno, por el contrario, parecería
que estoy acá más tiempo del que he estado. Como si fuera un lugar común para mí, con los miedos
abordo (eso fue otra cosa que olvide dejar).

Debo ser fuerte para esto, debo adaptarme rápido, aprender rápido debo usar todo el potencial de mi
inteligencia de esa capacidad de supervivencia que casi nunca tuvo. Acá no puede haber miedo, no
puedo dejar que este se me sobrepase a mi ser. Debo empacarlo y devolverlo en un avión.

Вам также может понравиться