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Santiago, dieciséis de mayo de dos mil doce.

Vistos:

El Tribunal Oral en lo Penal de Chillán condenó a Daniel Enrique

Moraga Alvarado como autor del delito de tráfico ilícito de sustancias

estupefacientes cometido en el periodo comprendido entre el 20 de agosto de

2010 al 13 de julio de 2011, a la pena de quince años de presidio mayor en su

grado medio, a pagar una multa de cuarenta unidades tributarias mensuales y

a las accesorias de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios

públicos y derechos políticos y la inhabilitación absoluta para profesiones

titulares mientras dure la condena.

También fue condenado por los delitos de receptación y tenencia ilegal

de arma de fuego a la pena única de 541 días y accesoria de suspensión de

cargo u oficio público durante el tiempo de la condena.

En la misma sentencia se condenó como autores de tráfico de

sustancias estupefacientes cometido entre el 20 de agosto de 2010 y el 13 de

julio de 2011, a Eva Ester Trujillo Novoa y a Luis Alberto Mejías

Norambuena a la pena de 10 años y 1 día de presidio mayor en su grado

medio y a Reinaldo Ulises Figueroa Leiva a 12 años y 184 días, con la misma

multa y accesorias impuestas a Moraga Alvarado.

Contra la mencionada sentencia, la defensa de Reinaldo Figueroa Leiva

y de Luis Mejías Norambuena dedujo recurso de nulidad cuya copia está

incorporada a fs. 88 de este legajo, en tanto a fs. 102 se incorporó la copia del

recurso de nulidad formalizado por la defensa de Daniel Moraga Alvarado y

Eva Trujillo Novoa, los que se ordenó conocer en audiencia pública por

resolución de once de abril del año en curso de fs. 131, habiéndose


incorporado a fs. 138 el acta que da cuenta de haberse realizado la audiencia

de la vista.

CONSIDERANDO:

Recurso de nulidad deducido a favor de Reinaldo Figueroa Leiva y

de Luis Mejías Norambuena.

PRIMERO: Que por el recurso instaurado, la defensa de Figueroa Leiva

y Mejías Norambuena invocó como causal principal la del artículo 374 e) del

Código Procesal Penal, alegando que se omitió la reproducción completa de

la prueba producida en el juicio y de su valoración y, además, porque la

valoración realizada contraviene los principios de la lógica, las máximas de la

experiencia y los conocimientos científicamente afianzados.

Explica sobre este particular que el tribunal tiene por establecida la

participación de los acusados únicamente en base a las escuchas telefónicas,

pero que resulta ilógico pensar que si ambos se dedicaban al tráfico no se

encontrara en su poder ningún elemento indiciario de ello. Además, que al

menos uno de los involucrados debió mantener droga en su poder. Por otra

parte, que a ambos se imputó “venta” de droga, pero en el fallo se concluyó

que uno transportaba y el otro, transportaba, guardaba y transfería. Además, si

bien la defensa rindió prueba, no hay ningún acápite en la sentencia que se

refiera a ella.

SEGUNDO: Que, para poder determinar si existe omisión de la

reproducción “completa” de la prueba producida en el juicio, sería preciso

revisar formalmente toda la prueba rendida a objeto de contrastarla con la labor

plasmada en el fallo redactado por el tribunal, lo que no sólo resulta


impertinente, sino que en el caso es imposible, desde que no se ha probado

que ello fuera efectivo.

Pero, por otro lado, como se advierte de la sola lectura de la sentencia,

aparece que los jueces del tribunal oral realizaron un examen completo y una

valoración íntegra de todo aquello que está esbozado como prueba y que se

indica como elemento de cargo o de la defensa rendida en el juicio, de modo tal

que las exigencias legales de formas están cumplidas.

Luego, en cuanto se reprocha vulneración a las reglas de la lógica,

máximas de experiencia o conocimientos científicamente afianzados, no se ha

desarrollado en forma apropiada por el reclamante la forma en que

supuestamente ello habría ocurrido, indicando en forma precisa qué hecho o

presupuesto fáctico concreto resulta contrario a qué regla lógica o máxima de

experiencia o cuál determinado conocimiento científico ya afincado.

TERCERO: Que en forma subsidiaria, la defensa de los referidos

Figueroa y Mejías invocó la causal del artículo 374 letra f) del Código

Procesal Penal, la que se fundamentó en el hecho que, en lo pertinente, la

acusación decía: “Las ventas las realizaba mayoritariamente el propio Moraga,

pero también lo hacían para él Figueroa Leiva y Mejías con quienes se

contactaba telefónicamente para la entrega de la droga.” Sin embargo en la

sentencia se estableció “Las ventas las acordaba éste, quien en oportunidades

encomendaba a Figueroa Leiva y/o a Mejías Norambuena, mediante contactos

telefónicos, la entrega de la misma; siendo estos dos últimos también quienes

se encargaban de transportar la sustancia a requerimiento de Moraga”.

Esto es, se atribuye a los demás, conductas de transporte que no

estaban contempladas en la acusación.


CUARTO: Que, sin embargo, en la acusación no sólo se contempla la

frase copiada en el libelo del recurso que señala “Las ventas las realizaba

mayoritariamente el propio Moraga, pero también lo hacían para él Figueroa

Leiva y Mejías con quienes se contactaba telefónicamente para la entrega de la

droga”, sino que también se agrega más adelante: “…los acusados Moraga,

Mejías y Figueroa continuaron con el tráfico de marihuana. Vendiendo los tres

varones mientras Eva Trujillo ocultaba la droga y el dinero. La cercanía de los

domicilios de alguno de los acusados en la Población Irene Frei favorecía la

entrega rápida de las dosis adquiridas por los consumidores.”

Por su parte, en el hecho que se tuvo por probado en la sentencia que

se revisa, se contempla, en lo pertinente que: “Las ventas las acordaba éste

(Moraga), quien en oportunidades encomendaba a Figueroa Leiva y/o a Mejías

Norambuena, mediante contactos telefónicos, la entrega de la misma; siendo

estos dos últimos también quienes se encargaban de transportar la sustancia a

requerimiento de Moraga”.

Sin embargo, de la lectura de ambas imputaciones aparece con

meridiana claridad que a Figueroa y Mejías se atribuyó claramente la “entrega”

de la droga, en cuyo desempeño se ha incorporado el transporte de la misma

de acuerdo a la forma en que se redactó el hecho atribuido, siendo irrelevante

para efectos prácticos que se incorporase o no tal extremo en forma expresa

en la sentencia definitiva, desde que la sola atribución de “entregar” la droga

impone la comisión del delito, aunque no hubiera transporte, el que, sin

embargo, aparece incorporado en la descripción del hecho que se formuló

como cargo.
QUINTO: Que, en subsidio de todas las causales anteriores, la defensa

de los mencionados Figueroa y Mejías invocó la causal del artículo 373 letra

b) del Código Procesal Penal.

Reclamó como normas infringidas, los artículos 15 y 16 del Código Penal

y el 19 letra a) de la ley 20.000 y explicó que según se advierte del hecho que

se ha tenido por establecido en la sentencia, el dominio del hecho corresponde

a Moraga, puesto que era él quien intervenía directamente en la adquisición de

la droga, acordaba las ventas, contactaba telefónicamente a los compradores,

etc.

El resto de los acusados y, en especial, en el caso de Figueroa y Mejías,

cuanto más pueden ser considerados como colaboradores de Moraga, pero sin

acordar con aquél la forma y lugar de comisión del ilícito, apareciendo de toda

evidencia que no tienen poder de decisión alguno.

El tribunal explica que cada uno cumplía funciones determinadas y con

ello tendían a minimizar el riesgo proveniente de eventuales allanamientos o

investigaciones, lo que sería lógico si existiera concierto y organización para

ese fin. Asimismo, aunque Moraga Alvarado contaba con la colaboración de

terceros, ellos no eran esenciales en cuanto a su determinación. En esa parte

dice que “…Figueroa Leiva y Mejías Norambuena no son imprescindibles, toda

vez que Moraga dispone de ellos indistintamente.”

En consecuencia, la participación de Figueroa y Mejías es de cómplices,

ya que cooperan a la ejecución por actos anteriores o simultáneos.

Además, denuncia la existencia de error de derecho en la aplicación de

la agravante del artículo 19 letra a) de la Ley 20.000, porque no existe

agrupación para delinquir si al menos Figueroa y Mejías no eran indispensables


en el actuar de Daniel Moraga, tanto así que éste último podía desplegar su

actividad con total prescindencia de los otros.

El compareciente terminó su libelo solicitando la declaración de nulidad

de la sentencia y del juicio, salvo por la última causal, respecto de la cual

solicita recalificar la participación a la de complicidad y descartar la agravante

del artículo 19 a) de la Ley 20.000, imponiendo una pena que no exceda de

tres años y un día.

SEXTO: Que el hecho que se ha tenido por establecido en la sentencia

que se revisa y que resulta inamovible para esta Corte, es el siguiente: “En

Agosto del año 2010 la Fiscalía Local encargó al OS7 de Carabineros de

Chillán una investigación en contra de Daniel Moraga Alvarado, quien estaba

dedicado a la venta de marihuana en la Población Irene Frei de Chillán. …se

pudo determinar que estas conductas de tráfico las realizaba en calidad de

líder de una reunión o agrupación de delincuentes, cuyo objetivo era lucrar con

la venta de droga y que cumplían diversas funciones, según se pasa a

describir: la compra de la droga era labor de Moraga Alvarado quien realizaba

el contacto con sus proveedores, que no pudieron ser identificados en la

investigación. Una vez adquirida la droga era guardada en alguno de los

domicilios de: Eva Ester Trujillo Novoa o de algunos de los testigos protegidos

“A”, “B” o “C”.

De esta forma Moraga lograba evitar ser descubierto en posesión de la

droga. Las ventas las acordaba éste, quien en oportunidades encomendaba a

Figueroa Leiva y/o a Mejías Norambuena, mediante contactos telefónicos, la

entrega de la misma; siendo estos dos últimos también quienes se encargaban

de transportar la sustancia a requerimiento de Moraga.


El dinero producto de la comercialización de la droga, lo entregaba

Moraga preferentemente a la testigo protegida “A” o a Eva Trujillo quienes lo

ocultaban y entregaban por instrucción del mismo, a su persona o a quien

indicare.

De esta forma, este modus operandi permitió al grupo sortear

allanamientos y otras diligencias policiales, con el mínimo de pérdidas. Trabajo

conjunto que se mantuvo durante el tiempo de la investigación, es decir, de

agosto del año 2010 hasta el día de la detención de los cuatro acusados…”.

De lo descrito aparece que la intervención de Figueroa y Mejías en los

hechos que les reportaron la sanción como autores de tráfico, consistió

fundamentalmente en la entrega, en algunas ocasiones, de ciertas cantidades

de droga, lo que habrían cumplido por instrucción de Moraga, sin que aparezca

determinado el tiempo de ocurrencia de aquellas entregas, ni el lugar, ni la

cantidad de droga involucrada. Sólo se especificó que Figueroa y Mejías

habrían intervenido cuando eran convocados para ello por Moraga, que lo

hacía telefónicamente y que, en tales eventos, debían también transportar la

sustancia, lo que como ya se dijo, aparece como connatural con la entrega de

la misma. Por último, del hecho que se ha tenido por probado aparece que al

término de la investigación, el día 13 de julio de 2011 cuando se procede a la

detención de todos los involucrados, en el domicilio de Mejías Norambuena se

incautó la cantidad de $161.900.

Asimismo, al tiempo de tener por establecida la intervención que

correspondió a cada uno de ellos en los hechos, los jueces tuvieron presente,

en el razonamiento duodécimo, que ambos intervinieron de modo directo e

inmediato en la ejecución de actos de guarda, transporte y transferencia de


marihuana, lo que si bien permite tener por demostrada la calidad de autores

con que se desempeñaron en la comisión de los hechos, no puede servir

también de fundamento a la existencia de la figura agravada del artículo 19

letra a) de la ley 20.000, que es lo que se concluye en ese considerando del

fallo, en la página 76 de este legajo.

SÉPTIMO: Que, al respecto, el artículo 19 letra a) de la Ley 20.000,

ordena aumentar la pena en un grado en el caso que el imputado formara parte

de una agrupación o reunión de delincuentes, sin incurrir en el delito de

organización del artículo 16 de esa misma Ley, el que por su parte, sanciona la

asociación u organización para cometer alguno de los delitos que penaliza esa

misma ley, la que distingue –para efectos del quantum de la pena- entre el que

financia, ejerce mando o dirección o planifica los delitos y el que suministra

vehículos, armas, municiones, instrumentos, alojamientos, escondite, lugar de

reunión o cualquiera otra forma de colaboración para la consecución de los

fines de la organización.

OCTAVO: Que como esta misma Corte ya ha sostenido anteriormente,

la asociación supone más que una simple agrupación, puesto que está

“regulada por un conjunto de normas en función de los fines determinados”

(Corte Suprema rol N° 3206) En consecuencia, el hecho que conforma la

agravación de responsabilidad es una forma residual de aquel otro hecho que

constituye un delito diverso y especial. “La simple agrupación es el género y la

asociación es una especie de aquél, mejorada y estructurada. Ambas tienen

permanencia en el tiempo y una misma finalidad o propósito ilícito, pero en la

asociación existe además una jerarquía dentro de una organización que

evidencia estructura en su funcionamiento.” (Fallo citado)


A su turno, la agrupación constituye un peldaño más complejo en la

participación delictiva que la simple coparticipación, tal como lo evidenció el

representante del Ministerio Público en estrados, siendo relevante discriminar,

tal como ya se ha hecho con la asociación del artículo 16 de la Ley 20.000, la

diferencia existente entre la agrupación que penaliza el artículo 19 letra a) de

esa ley como agravante y la simple coparticipación en un delito.

NOVENO: Que, sobre este tópico, el artículo 15 del Código Penal

establece que “Se consideran autores: 1° Los que toman parte en la ejecución

del hecho, sea de una manera inmediata y directa, sea impidiendo o

procurando impedir que se evite. 2° Los que fuerzan o inducen directamente a

otro a ejecutarlo. 3° Los que, concertados para su ejecución, facilitan los

medios con que se lleva a efecto el hecho o lo presencian sin tomar parte

inmediata en él.”

En el caso concreto, los acusados tienen la calidad de autores directos

de los mencionados en el número 1 del artículo transcrito, como ya se anticipó.

Por otra parte, no se probó la existencia de una jerarquía o mando al

interior de este grupo por lo que no fue posible calificarlo de asociación; como

tampoco ha sido posible determinar que exista oculta en ella una estructura

determinada, con sujetos que financian, ejercen mando o dirección o que

planifican los delitos –sea un solo sujeto el que acometa esto o varios- y otros

individuos, que suministren vehículos, armas, municiones, instrumentos,

alojamientos, escondite, lugar de reunión o cualquiera otra forma de

colaboración para la consecución de los fines de la organización.

En la especie, sólo se determinó la concurrencia de un sujeto, que

claramente –de acuerdo a la descripción del presupuesto fáctico contenido en


el motivo décimo de la sentencia que se revisa- tenía una visión

omnicomprensiva de la empresa íntegra quien era Daniel Moraga, pero no se

advierte en la concurrencia de estos otros individuos, los acusados Figueroa y

Mejías, que tuvieran entre ellos ni con aquél un ánimo o intención siquiera de

pertenencia a esta supuesta agrupación destinada a cometer tráfico de

estupefacientes, sino que más bien aparece como una voluntad nacida de

modo ocasional y espontáneo para acometer un hecho específico, sin que se

adviertan caracteres que hagan suponer que existía entre estos dos imputados

alguna convicción de formar parte o de estar participando en conjunto en una

empresa que hayan formado o convocado para ese fin.

Por el contrario y de la sola lectura del hecho que se ha tenido por

demostrado, suprimidas las referencias generales y vagas que no conforman

una imputación precisa a sujeto determinado, ocurre que a Figueroa y Mejías

sólo puede atribuirse una intervención ocasional y sólo cuando eran

convocados por Moraga, único sujeto que aparece realmente con el dominio

íntegro de una empresa dedicada al tráfico de sustancias estupefacientes pero

donde el resto de los individuos no logran evidenciar –en el hecho probado- la

voluntad común de pertenencia a un grupo organizado, suficiente como para

calificar la causal agravante de que se trata.

En el escenario propuesto, existe en consecuencia error de derecho al

hacer aplicación de una regla de agravación de pena que no era aplicable al

caso concreto.

Recurso de nulidad deducido a favor de Daniel Moraga Alvarado y

Eva Trujillo Novoa.


DÉCIMO: Que por el recurso de Moraga y Trujillo se invocó como

causal principal la del artículo 373 letra a) del Código Procesal Penal,

porque la principal evidencia de mérito para concluir que Moraga habría sido

jefe de una agrupación ilícita montada para el tráfico y, la consecuente decisión

de condenarlo, fue el dicho de testigos protegidos en la causa nominados A, B,

y C, quienes “respondían a funciones claras y específicas en el desarrollo del

delito” (Considerando 6°)

Aduce que la técnica del testigo protegido, anónimo o “sin rostro”,

contradice el derecho de la defensa de rebatir la prueba contraria, pues hace

muy difícil –sino imposible- el cotejo con las demás pruebas, afectándose el

derecho fundamental a la defensa.

Según se lee en el motivo décimo del fallo, la prueba del Ministerio

Público fueron los testigos protegidos B y C, quienes atribuyen a Moraga el

poder fáctico de disposición sobre un rifle Marlin calibre 22 con mira telescópica

y cargador y que había sido sustraído el 11 de marzo de 2011 a otro sujeto, lo

que conduce “al pantanoso terreno de las presunciones sobre presunciones…

Moraga no podía menos que saber su origen ilícito”.

La técnica del testigo anónimo contradice el derecho de defensa

consagrado en el artículo 14, Párrafo 3 inciso 5° del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos que hace específica referencia a ciertos aspectos

trascendentales de la defensa como el interrogatorio de testigos “en las mismas

condiciones”. Del mismo modo, el 8° de la Convención Americana de Derechos

Humanos que regula las garantías judiciales, reconoce al inculpado el tiempo y

los “medios adecuados” para preparar su defensa, encontrándose entre estos

últimos la posibilidad de la defensa de conocer la identidad del testigo, porque


es aquélla la que permite hacer las preguntas conducentes a desvirtuar las

declaraciones del testigo.

Alega que el Estado Chileno vulnera disposiciones de la Constitución, de

las Convenciones Internacionales y también de la Jurisprudencia y Doctrina,

cuando acepta que declaren testigos donde la defensa desconoce su identidad.

Agrega que a ese vicio, el Ministerio Público usó el mecanismo del

artículo 332 del Código Procesal Penal, tratando de “refrescar memoria”, pero

mediante el concurso de una funcionaria del tribunal, lo que significó usurpar

funciones propias de los letrados, lo que fue aceptado por el tribunal porque

sería una costumbre en la ciudad, lo que viola el principio de legalidad procesal

y el debido proceso de nuestra legislación y del de los tratados internacionales;

sin embargo, este reclamo no fue más desarrollado en el recurso.

Sobre Eva Trujillo, se precisa que los testigos protegidos no la

involucran, sino que ella misma reconoció haber guardado marihuana e incluso,

para colaborar con la investigación, ella llamó a su hermana Nancy Trujillo y le

solicitó que le llevara un millón de pesos.

En forma subsidiaria, invocó la causal del artículo 374 letra e) en

relación al 342 letra c) del Código Procesal Penal. Por ésta alega la defensa

que “la prueba rendida en la causa no ha sido debidamente apreciada por el

Tribunal”, porque no existe fundamento probatorio alguno que haga verosímil el

dicho de testigos anónimos sorprendidos en posesión de un arma de fuego y

que atribuyen su posesión a un tercero; no hay prueba material en la causa;

sostener que no podía menos que conocer su origen ilícito es un argumento

que presume de derecho su responsabilidad. No se ajusta a la sana crítica


aceptar que dos sujetos digan que tenían en su poder un arma de fuego que

les mandó a guardar un 3º.

Además, la primera declaración tomada a los testigos protegidos, lo fue

al inicio de la investigación preliminar, estando privados de libertad y previa

negociación para acordar su condena mediante un procedimiento abreviado, lo

que el tribunal debió analizar al evaluar su credibilidad. La sentencia no explica,

en lo que atañe a los delitos de receptación y posesión ilegal de arma de fuego,

por qué debieran ser creíbles los mencionados testigos

Finalmente y también en forma subsidiaria, adujo la causal del artículo

373 letra b) del Código Procesal Penal, por haberse estimado concurrente la

agravante del artículo 19 letra a) de la ley 20.000 y aplicado, también, el

artículo 69 del Código Penal.

“Yerra el tribunal al estimar que los acusados han actuado en agrupación

o bloque, desde que no existe prueba o evidencia alguna que permita concluir

que la actuación en conjunto sea constitutiva de agrupación delictiva.” No hay

prueba de que la agrupación haya sido permanente y tampoco, como exige la

norma en estudio, que cada uno tuviera conciencia de “formar parte” de la

agrupación de delincuentes.

Por otro lado, el tribunal después de establecer erróneamente la

agrupación y atribuir a Moraga la jefatura de la misma, le aplica la pena en su

máximo por la mayor extensión del mal causado con el delito, por su rol de líder

y las perniciosas consecuencias del ilícito en la sociedad, en circunstancias que

por tratarse de un delito de peligro no procede tal aumento por esos motivos,

sino que él corresponde a los delitos de lesión o daño efectivo.


Por todas las causales pide nulidad de la sentencia y del juicio y nuevo

juicio, salvo en la causal de la letra b) del 373, donde solicita lo mismo, o bien,

sentencia de reemplazo que aplique 5 años y 1 día a Moraga y 3 años y 1 día a

Trujillo, a esta última, con libertad vigilada.

UNDÉCIMO: Que en relación a la causal principal, existe una

incongruencia en su fundamentación, puesto que se reprocha haberse

establecido, respecto de Moraga, la calidad de jefe de una agrupación delictual

con el mérito de testigos protegidos o anónimos y, sin embargo, cuando se

fundamenta el reclamo, se hace en relación a lo explicado por tales testigos en

cuanto a la receptación y tenencia ilegal de un arma de fuego, lo que resta toda

precisión y certeza al argumento que se vierte.

Sin embargo y sin entrar al fondo del reclamo que se formula, la causal

del artículo 373 letra a) del Código Procesal Penal exige para su aceptación,

que la infracción denunciada produzca perjuicio, puesto que en caso contrario,

aún de ser efectiva la vulneración de un derecho, ocurre que ella no tendría la

calidad de sustancial. En el caso sometido al conocimiento de esta Corte y

como se verá más adelante, no es procedente la condena de Moraga como jefe

de una agrupación delictual, lo que se sancionó por la vía del aumento de la

pena impuesta dado que tal circunstancia configuró una agravante especial en

su contra, que no era procedente. Ello se analiza más adelante.

DUODÉCIMO: Que en subsidio de la causal de competencia natural de

esta Corte, se ha esgrimido la del artículo 374 letra e) del Código Procesal

Penal, en relación al artículo 342 letra c) del mismo cuerpo normativo, por la

supuesta falta de fundamento probatorio que dé verosimilitud al dicho de los

testigos anónimos, cuestión que claramente no corresponde al reclamo por la


omisión de requisitos del fallo, específicamente de las consideraciones en cuya

virtud se dan por probados los hechos y el análisis de toda la prueba rendida

en la causa, sino que corresponde derechamente a una impugnación al mérito

asignado por los jueces a las pruebas de cargo o a la ponderación de aquéllas

realizada por éstos, lo que no es revisable por esta vía ni bajo estos

argumentos.

DÉCIMO TERCERO: Que como ya se adelantó en el razonamiento

noveno de este fallo, Figueroa y Mejías no conformaron con Moraga una

agrupación de delincuentes para la comisión del delito de tráfico de sustancias

estupefacientes, encontrándose demostrado y siendo hecho de la causa que

este último tenía el dominio o control total de las negociaciones ilícitas que se

realizaban. Él era quien contrataba proveedores, compraba, encargaba la

guarda, generalmente era el que vendía y además, el que buscaba lugares y

sujetos idóneos para la custodia no sólo del alcaloide, sino que también del

dinero producto de las ventas ilegales.

En la descripción del hecho típico contenido en el razonamiento décimo

de la sentencia que se revisa, se explicó además, que Eva Ester Trujillo Novoa

o alguno de los testigos protegidos “A”, “B” o “C” guardaban la droga que

adquiría Moraga y, asimismo, el dinero producto de las ventas, era guardado

por la testigo “A” o por Eva Trujillo. Además, el día de la detención de todos los

involucrados, se encontró en el domicilio de Eva Trujillo, la cantidad de 903

gramos de marihuana, una balanza, una tijera y 14 bolsas destinadas a

dosificación, más $1.330.000 que poseía y guardaba por requerimiento de

Moraga.
Como en el caso anterior, el desempeño de Eva Trujillo así como la

participación que se atribuye a quienes sólo se ha sindicado con una letra, no

se advierte integrada a una voluntad final común en orden a conformar un

grupo con uno o más individuos apuntando a un objetivo determinado, sino que

aparecen como conductas ocasionales y hasta prescindibles, que si bien

permiten, cada cual, desarrollar uno o más de los verbos rectores del tipo

penal, en términos de haber satisfecho de modo directo e inmediato la autoría

del injusto, no resulta posible en base a esas mismas argumentaciones concluir

que conforman, además de su participación individual, una agrupación criminal,

esto es, un conjunto de personas asociadas con un fin delictual querido y

compartido.

Cabe agregar que, en el recurso planteado por la defensa de Figueroa y

Mejías, se acogerá la causal de infracción de derecho por haberse incurrido

efectivamente en un yerro legal al sancionar a los acusados con una pena

mayor a la que correspondía por la imposición improcedente de una agravante

especial de responsabilidad.

Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 360, 373, 374, 384 y 385,

se acogen los recursos de nulidad deducidos a fs. 88 y 102 de este legajo en

representación de Reinaldo Figueroa Leiva, Luis Mejías Norambuena, Daniel

Moraga Alvarado y Eva Ester Trujillo Novoa, sólo en cuanto a la causal de la

letra b) del artículo 373 del Código Procesal Penal, que en ambos casos se

invocó como subsidiaria, desechándose las demás alegadas y, en

consecuencia, se invalida sólo la sentencia de veintinueve de febrero de dos

mil doce, cuya copia corre agregada a fs. 1 y siguientes y que se pronunció en

el Rit 14-2012 y RUC 1001160715-8, sólo en relación a las condenas


impuestas a los referidos recurrentes por el delito de tráfico de sustancias

estupefacientes, la que se reemplaza por la que se dicta a continuación, sin

nueva audiencia y en forma separada.

Regístrese.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Dolmestch.

Rol N° 2406-12

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Hugo
Dolmestch U., Carlos Künsemüller L., Haroldo Brito C. y los abogados
integrantes Sres. Luis Bates H. y Jorge Lagos G. No firman los abogados
integrantes Sres. Bates y Lagos, no obstante haber estado en la vista de la
causa y acuerdo del fallo, por estar ausentes.

Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a dieciséis de mayo de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el


Estado Diario la resolución precedente.

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