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A SUS PIES

TEXTO BÍBLICO

2 Crónicas 7:14
“​Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren
mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”

ALGO EN QUE PENSAR

Por lo general, cuando leemos esta parte del pasaje, respiramos profundamente y
decimos: ​“¡Bueno, gracias a Dios ya estamos convertidos. Ya no andamos en malos
caminos de licor, vicios y maldades!”​. La verdad es que en este pasaje Dios le habla a
Su pueblo y les recuerda que todavía hay malos caminos en medio de ellos.

Convertirse significa ​“dar la espalda a lo que nos ataba al mundo y volvernos a Dios”​.
El arrepentimiento no basta para restaurar la comunión con Dios, mas es necesario
convertirse a Dios después de arrepentirse. Por eso Pedro dijo: ​“Así que, arrepentíos y
convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio” ​(Hechos 3:19).

Es importante entender que este pensamiento viene de parte de Dios para nosotros, el
de apartarnos de nuestros malos caminos, ya que es posible que pensemos que
estamos bien, que no es necesario cambiar y que no hay caminos de iniquidad en
nuestro corazón. Es posible que pensemos que andamos bien cuando en realidad
andamos en oscuridad, o no alcanzamos a entender el llamado del Señor y la santidad
que debemos adoptar; quizá no hemos entendido ni hemos vivido la Revelación de la
cruz, o tampoco hemos entendido que debemos apartarnos de toda contaminación de
carne y espíritu.

DESARROLLO

Al estar a Sus pies, podemos convertirnos de nuestros malos caminos, por eso,
veremos cuales son los resultados de estar a los pies de Jesús:
1. DIOS OIRÁ
“Entonces yo oiré desde los cielos”

“La oración es el contacto entre la tierra doliente y el Dios de toda esperanza”.

Dios promete oírnos. No hay ninguna duda de que Dios abre Su oído a la oración de
Sus hijos.

Salmos 94:9 NVI ​¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos
formó los ojos?

La seguridad de ser escuchados por Dios es la más grande seguridad que los humanos
tenemos. Toda oración llegará al trono de Dios y recibiremos respuesta.

2. ​DIOS PERDONARÁ
“Y perdonaré sus pecados”

Números 14:19-20
“Por tu gran amor, te suplico que perdones la maldad de este pueblo, tal como lo has
venido perdonando desde que salió de Egipto. El Señor le respondió:—Me pides que
los perdone, y los perdono.”

El Padre Eterno nos revela esa increíble seguridad del perdón. Dios nunca da la
espalda a quien pide perdón con la sencillez del corazón de un niño.

Salmo 32:1 y 5 NVI


“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus
pecados.” “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a
confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.”

3. ​DIOS SANARÁ LA NACIÓN


“Y sanaré su tierra​”

Isaías 60
“Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Alza
los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde
lejos; a tus hijas las traen en brazos. Verás esto y te pondrás radiante de alegría;
vibrará tu corazón y se henchirá de gozo; porque te traerán los tesoros del mar, y te
llegarán las riquezas de las naciones. Te llenarás con caravanas de camellos, con
dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán todos los de Sabá, cargando oro e incienso
y proclamando las alabanzas del Señor.

Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán; a ti serán


traídas las riquezas de las naciones; ante ti desfilarán sus derrotados reyes. La nación
o el reino que no te sirva, perecerá; quedarán arruinados por completo.

Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles, haré de ti el
orgullo eterno y la alegría de todas las generaciones. Te alimentarás con la leche de las
naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada. Sabrás entonces que yo, el
Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.

En vez de bronce te traeré oro; en lugar de hierro, plata. En vez de madera te traeré
bronce, y en lugar de piedras, hierro. Haré que la paz te gobierne, y que la justicia te
rija. Ya no se sabrá de violencia en tu tierra, ni de ruina y destrucción en tus fronteras,
sino que llamarás a tus muros “Salvación”, y a tus puertas, “Alabanza”.

Esta gran promesa para nuestra nación es la que debemos reclamar, sabiendo y
teniendo la certeza que vienen los mejores tiempos para nuestro país, que ningún arma
forjada podrá prosperar en contra de nuestro pueblo, y que la luz del Señor ha llegado
a alumbrar aquellos lugares oscuros, a disipar las tinieblas y a darnos la victoria.

Este es un tiempo para levantar un clamor, una oración que salga de las entrañas y
que mueva la mano de Dios por el gobierno de la nación, sus mandatarios, y que
resplandezca el sol de justicia sobre nosotros. Es tiempo de estar postrados al pie de la
Cruz, visualizando cómo de la tierra es removida la maldición.

La iglesia se ha levantado en la oración, ahora es el momento de actuar...

CONCLUSIÓN
Al estar a Sus pies, ​los ojos, los oídos y el corazón de Dios estarán con nosotros
continuamente.

Reflexionemos por un momento: ¿Qué estamos haciendo mal? ¿qué conductas


pecaminosas debemos abandonar a fin de expresar un verdadero arrepentimiento?
Debemos obedecer lo que nos dice el Señor en Su Palabra con respecto a producir
frutos que demuestren arrepentimiento (Mateo 3.8). Estamos llamados a abandonar
toda conducta pecaminosa y adoptar el estilo de vida de la Santidad de Dios. El Señor
dice: ​“Sean santos, porque Yo Soy Santo”.​

El Señor hoy nos dice: “Mis ojos estarán abiertos, y mis oídos atentos, a la oración que
se haga en este lugar;​ pues ahora he elegido y santificado esta Casa, para que esté en
ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.”
“El Señor su Dios es quien la cuida; los ojos del Señor su Dios están sobre ella todo el
año, de principio a fin” ​(Deuteronomio 11:12).

Caminemos hacia esa conversión genuina, primero de nosotros mismos para luego ver
la transformación en nuestra nación.

ORACIÓN Y MINISTRACIÓN

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