EL primero de mayo se celebra el Día del Trabajador que busca
conmemorar a los mártires de Chicago de 1986, que fueron los trabajadores ejecutados por participar en la huelga para conseguir una jornada laboral de ocho horas en Estados Unidos. Este suceso es el punto más álgido de la lucha por la obtención de derechos laborales, pero sus antecedentes se remontan hasta el contexto post Revolución Francesa (con la derogación en 1884 de la Ley Le Chapelier que buscaba impedir la organización sindical y la huelga, por ejemplo). Lo cierto es que el Derecho del Trabajo surge en este contexto –post Segunda Revolución Industrial– como una respuesta a la cuestión obrera que es el conflicto entre los empresarios dueños de los medios de producción (las fábricas) y los trabajadores. El Derecho del Trabajo surge en un contexto de recuperación de la antigua figura romana de la locatio conductio operarum (el ‘hombre libre’ se ofrece a realizar una actividad en beneficio de otro, debiéndole obediencia) en los Códigos Civiles. El Derecho del Trabajo tiene entonces un doble origen: por un lado surge gracias a la reacción organizada de los trabajadores (en huelgas, marchas, protestas) y por otro lado surge por la intervención estatal. Ahora el Estado va a limitar la autonomía de la voluntad empresarial para buscar un equilibrio que permita una negociación más pareja entre las partes y ya no se den los famosos contratos por adhesión industriales (donde no había posibilidad negociar, acepto o no y mi Estado no interviene). El Derecho del Trabajo surge entonces para canalizar el conflicto que podía poner en peligro el orden social y para controlar el movimiento obrero (ahora habrán reglas para ir a huelga, por ejemplo). Por eso el Derecho Laboral tiene una doble función: protege y pacifica. Finalmente, y como producto de todo este proceso histórico, en 1919, nace la Organización Internacional del Trabajo (OIT) junto con el Primer Convenio Internacional del Trabajo que tocaba el tema de las horas de trabajo en la industria. En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce el derecho al trabajo, a una remuneración justa y a la libertad sindical. Y para 1998, después de la huelga en Chicago a la que nos referimos al inicio, la OIT presenta la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de Trabajo que asegura, entre otros: la libertad de asociación y sindical, la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, la abolición efectiva del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación. Pero, ¿cuál es el proceso histórico que ha ocurrido en el Perú para que los trabajadores tengan hoy los derechos que tienen? Antes (Código Civil de 1852) el trabajo se regulaba solo a través de un contrato civil de locación de servicios (que no otorga beneficios laborales como CTS, vacaciones, seguros). Ahora estos contratos siguen existiendo (para trabajos puntuales de tiempo determinado) pero son distintos al contrato laboral que es el del verdadero trabajador. En 1887 ocurre en nuestro país la huelga que dio lugar al primer movimiento obrero: la Sociedad Obrera de Panaderos “Estrella del Perú”. Este sumado a muchos otros más elementos lograron que entre 1901 y 1904 se den los primeros intentos de regular las obligaciones a cargo del empleador ante accidentes de trabajo, huelgas y limitación a las jornadas, pero todos ellos sin éxito pues se archivaron. Sin embargo, para 1911 sí se consigue y surge la Ley sobre responsabilidad del empleador por los accidentes de trabajo (Ley 1379). Dos años después en el Puerto del Callao se da una gran huelga que da lugar a la jornada de las 8 horas. En 1918 se regula el régimen laboral para mujeres y niños (Ley 1379). Al año siguiente se decretó la jornada de 8 horas pero solo para los obreros públicos del país. En el caso de los obreros del sector privado, la duración del trabajo diario debía ser fijada de común acuerdo entre empleador y trabajador, y a falta de este por la ley. Para 1936, el Código Civil ya dedicaba un título al Contrato de Trabajo. La Constitución de 1979 contenía normas laborales de preceptividad inmediata. Y, finalmente, en 1991 se promulga la Ley de fomento del empleo. Todos estos esfuerzos han logrado que hoy contemos con un “Trabajo decente”, es decir un buen trabajo o un empleo digno. Este es un trabajo que respeta los principios y derechos laborales fundamentales, el que otorga un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, el que se lleva a cabo con protección y diálogo social –a través del Consejo Nacional de Trabajo del Ministerio de Trabajo– y el que entiende al Derecho del Trabajo de manera tripartita, donde participan Estado, empleador y trabajador. Cierto es que, lamentablemente, el trabajo digno no es el que tenemos todos los peruanos y, mucho menos, todas las personas. El Derecho del Trabajo tiene en nuestro mundo globalizado cada vez mayores retos: en un Perú informal, que subcontrata, en un mundo donde el teletrabajo es cada vez más frecuente, en un mundo en el que la Uber Tecnology gana cada vez más mayores adeptos, es difícil identificar relaciones de trabajo. El taxista de las apps Uber, Taxibeat, EasyTaxi es un trabajador en sentido estricto que merece derechos laborales como vacaciones, seguro social, CTS, o es un trabajador autónomo, un independiente que no está al amparo del Derecho Laboral, sino solo del Derecho Civil. Hoy esta clase de debates representan los nuevos retos del Derecho Laboral. DERECHO CONSTITUCIONAL Y EL DERECHO DEL TRABAJO La constitución política es la norma fundamental y máxima en el campo laboral para la Protección de los derechos de los trabajadores. De la carta magna se han desprendido Normas de jerarquía legal y reglamentaria que regulan el derecho individual del trabajo y que se analizaran mas adelante. REFORMA PARCIAL O REFORMA TOTAL DE LA CONSTITUCIÓN PERUANA El 26 de noviembre de 2002 el Congreso de la República aprobó la reforma Constitucional en materia de trabajo. Lo hizo bajo una formula consensuada entre los actores de la relación laboral: los trabajadores, los empresarios y el Estado, con la activa participación del Consejo Nacional de Trabajo; sin embargo dentro de un procedimiento de reforma constitucional cuestionado por un gran sector de la población. En efecto a través de la Ley Nº 27600 se dispuso que se realicen los estudios correspondientes para la reforma total de la Constitución de 1993 vigente en la actualidad. Dicha decisión es de por si polémica en razón de la muy dividida opinión de los académicos y legisladores sobre la legitimidad del actual Congreso de aprobar una nueva carta política o como se viene realizando una reforma total de la misma que estaría tácitamente contenida en el articulo 32º de dicha ley fundamental que prescribe: “Pueden ser sometidos a referéndum. La reforma total o parcial de la Constitución. La opinión mas racional y de mayor contenido jurídico – ético y que deja de lado los cálculos políticos es la que sostiene que a los actuales legisladores no se les ha sido entregado por los ciudadanos del Perú, el poder constituyente y por tanto no tiene legitimidad para obrar aprobando una nueva constitución, debiendo elegirse una Asamblea Constituyente para ello tal como lo propuso sin éxito el fallecido congresista Daniel Estrada Pérez. La constitución que emana de un poder constituyente, es la ley máxima y superior de un Estado soberano, que impera sobre otras disposiciones y que sustenta toda la actividad legal y la competencia de los poderes públicos y asegura los derechos políticos. A pesar de todos estos argumentos, el Tribunal Constitucional con su fallo publicado el 25 de enero de 2003 ha declarado infundada la demanda interpuesta por el Colegio de Abogados del Cuzco y otros que pedían se declare la nconstitucionalidad de la Ley Nº 27600 y por ende la reforma total de la Constitución de 1993. La resolución del magno tribunal deja expedito el camino de la reforma pero precisando que esta necesariamente tiene que ser sometida a referéndum para su vigencia. Derecho Laboral Individual Como ya el proceso de reforma se puso en marcha debemos procurar que esta tenga disposiciones que diseñen una adecuada estructura del Estado y la interrelación y funcionalidad de los poderes y se constituya como un soporte jurídico de las instituciones y garantía de los derechos de los ciudadanos. ESTADO GARANTISTA O FLEXILIZADOR. Por corresponder al campo de nuestra especialidad nos referiremos a los aspectos constitucionales que tienen que ver con el Derecho del Trabajo el cual a su vez esta inmerso dentro de los derechos sociales. Estos se van incorporando paulatinamente dentro de los derechos fundamentales y posteriormente en los derechos constitucionales, con la aparición del Estado paternalista o benefactor diferenciándose del Estado liberal que niega este transito. García Pelayo citado por Blancas Bustamante decía mientras que el Estado tradicional se sustentaba en la justicia conmutativa , el Estado social se sustenta en la justicia distributiva mientras que el primero asignaba derechos sin mención de contenido material mientras que el uno se limitaba a asegurar la justicia legal formal el otro se extiende a loa justicia legal material. Estas dos posiciones tienen su correlato en la corriente garantista o protectora y la flexibibilizadora o neoliberal, inspiradora en el primer caso de la Constitución de 1979 y en el segundo de la Constitución de 1993. La primera de corte intervencionista propugnaba el desarrollo de la función tuitiva del Estado. Regula casi al detalle las principales instituciones laborales dejando poco o casi nada para el desarrollo legal. La segunda es de corte neoliberal y se incardina con el modelo económico que se aplica en el Perú y en muchos países occidentales. En ella los derechos laborales ya no se encuentran entre los derechos fundamentales sino entre los derechos sociales y económicos no se reconoce el derecho el derecho de estabilidad laboral y algunos principios importantes del Derecho del Trabajo como la retroactividad benigna.