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Tendencias historiográficas actuales

por Antonio Carrasco: Historia social e historia económica

Otros países, como Francia o los Estados Unidos, se mostraron más receptivos hacia los esfuerzos por establecer una relación más
estrecha entre la historiografía y las ciencias sociales.

La Tesis de la Frontera de Turner en los Estados Unidos


En los Estados Unidos, la historiografía de la segunda mitad del siglo XIX presentaba características típicas del historicismo europeo:
orientación narrativa descriptiva, búsqueda de valor literario, temática política ajena al análisis de aspectos sociales y económicos,
uso pedagógico, y estudio de élites y grandes hombres.
No obstante, el interés por explorar nuevas vías historiográficas se tradujo entre 1886 y 1890 en la aparición de cinco publicaciones
académicas que acercaban la historia a otras disciplinas, trataban de reforzar su carácter científico e introducían perspecti vas
sociales y económicas en la construcción histórica: Political Science Quarterly, Quarterly Journal of Economics, Annals of the
American Academy of Political and Social Sciences, Journal of Political Economy y American Historical Review.
En este contexto y con motivo de la reunión conmemorativa del cuarto centenario del descubrimiento de América, organizada por la
American Historical Association, en Chicago, en 1893, un historiador apenas conocido, llamado Frederick Jackson Turner (1861-
1932), pronunció una conferencia titulada The Significance of the Frontier in American History, que tuvo una enorme repercusión,
tanto socio-histórica como historiográfica.
En el plano socio-histórico, la Tesis de la Frontera de Turner obtuvo un gran éxito porque ensalzó los ideales patrióticos de la
sociedad estadounidense. Relacionaba el concepto de frontera con la conquista del Oeste, y esta con el nacimiento de una nueva
nación, de una nueva sociedad, más abierta, demográficamente joven, integradora de aportes migratorios extranjeros,
emprendedora, gobernada por instituciones nuevas y democrática.
Así mismo, la tesis de Turner también tuvo una gran repercusión historiográfica por varios motivos:
Introdujo el estudio de colectivos sociales, alejándose de la tendencia anterior al análisis de élites políticas y grandes personajes.
Amplió el objeto del análisis histórico a los aspectos sociales y económicos. Entre ellos, Turner propuso el análisis de los problemas
laborales, las oleadas migratorias, las revueltas de campesinos, la inestabilidad urbana, la depresión económica, el transporte y la
revolución en las comunicaciones, el final de la expansión continental y el comienzo del imperialismo ultramarino.
Enfatizó la explicación de los procesos históricos (el avance hacia el Oeste), abandonando la tendencia descriptiva factual anterior.
Amplió la perspectiva geográfica humana del estudio histórico (antes centrada en un único Estado), proponiendo una historia multi-
regional, apoyada en el método historiográfico comparativo. Turner estudió varias regiones, distintos “Oestes” y diferentes líneas de
frontera. No obstante, no solo distinguió las regiones y situó las fronteras atendiendo a criterios de la geografía física; al considerar
la región como un espacio articulado económica y socialmente, estableció regiones y fronteras en función de sus actividades
productivas principales (agrícolas, ganaderas, mineras, comerciales, industriales o urbanas).
Las tesis de Turner promovieron la realización de estudios históricos de carácter social y económico en los Estados Unidos, u na
moda que llevaría a principios del siglo XX a la aparición de una nueva tendencia historiográfica: la New History.

La historia social y económica en los Estados Unidos

The New History


La presentación de la tesis de la frontera de Frederick Jackson Turner promovió en los Estados Unidos, a principios del siglo XX, la
realización de estudios históricos de carácter social y económico.

Siguiendo la línea avanzada por Turner, James Harvey Robinson propuso en 1912 la creación de una Nueva Historia cuyas bases
rompían radicalmente con la “escuela científica” historicista:

Ampliación de la perspectiva del estudio de los hechos políticos, los grandes personajes y el Estado al conjunto de la población.
Ruptura con el objetivismo en beneficio de la interpretación hipotético-deductiva.
Consideración de los métodos y aportaciones de las ciencias sociales.
Relación directa con la sociología y la economía.
Intento de aprovechamiento del conocimiento del pasado en el presente.
Utilización política por la sociedad democrática estadounidense y el nacionalismo americano.
Alejamiento de la ideología marxista y de la lucha de clases.
Esta propuesta innovadora propició el surgimiento de una corriente progresista cuyo desarrollo tuvo como consecuencia la
consolidación de la New History como la tendencia historiográfica dominante en los Estados Unidos hasta los tiempos
inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Los seguidores de esta Nueva Historia fueron denominados “progressive historians”. Entre ellos, los más destacados fueron Car l
Becker, Vernon Parrington, Perry Miller y, sobre todo, Charles Beard.
Charles Beard fue el líder de los “progressive historians”. Sus obras reflejan claramente posiciones historiográficas de la New History,
como la búsqueda de razones socio-económicas para la explicación de los acontecimientos y los procesos históricos o la
aproximación a las ciencias sociales.
Su aportación más célebre fue la interpretación economicista de la Constitución de los Estados Unidos. Beard partió de las tesis de
otro historiador progresista, Carl Becker, quien en su obra History of Political Parties in the Province of New York, 1760-1776,
publicada en 1909, explicó que la revolución americana había sido doble: la lucha por la independencia contra los británicos y la
lucha de los distintos grupos sociales por el dominio de la nueva nación. Beard desarrolló esta última idea sobre los conflictos entre
clases en su obra más popular, An Economic Interpretation of the Constitution of the United States, publicada en 1913. Tras analizar
los Federalist Papers de los padres fundadores de la nación estadounidense (Alexander Hamilton, James Madison y John Jay),
Beard llegó a la conclusión de que la Constitución fue motivada por motivos económicos, más que filosóficos. En su opinión, l a
Constitución fue una “contra-revolución”, una respuesta de las clases altas contra los granjeros y plantadores, y fue elaborada con
la intención principal de proteger la propiedad privada o, de forma más general, los intereses de la clase alta frente a las tendencias
radicales democráticas desencadenadas por la Revolución.

Las ideas de Beard sobre la Constitución estadounidense tuvieron una gran repercusión y recibieron múltiples críticas, especialmente
en los años 50 y 60 del siglo XX, en el contexto histórico de la Guerra Fría:

Algunos historiadores refutaron los planteamientos de Beard por simplistas, argumentando que la Constitución no se vio influida
únicamente por el conflicto de intereses entre las clases altas y las masas populares, sino que hubo mucho más factores que
intervinieron en la elaboración de la carta magna.
Otros, en cambio, criticaron a Beard afirmando que los padres de la nación no se dejaron llevar por sus propios intereses y q ue
actuaron en beneficio de la unidad política, el desarrollo económico de la nación y la seguridad diplomática.

The New Economic History, la Cliometría o la Historia Cuantitativa.


Tras la Segunda Guerra Mundial, la Nueva Historia de los historiadores progresistas entró en crisis y fue sustituida como tendencia
historiográfica dominante por la New Economic History, también llamada Cliometría o Historia Cuantitativa. El cambio se debió a
diversas causas:

La evolución histórica de los Estados Unidos, que aparecía tras el conflicto bélico como una sociedad sin clases, libre, que no había
sufrido grandes conflictos políticos o sociales (tras la Guerra de Secesión) y que se hallaba en pleno crecimiento económico al
amparo de la expansiva economía de mercado capitalista. Esta nueva imagen de los Estados Unidos requería una historiografía
modernizada y cientificista.
La crítica generalizada a los planteamientos de los historiadores progresistas, que basaban fundamentalmente sus explicaciones
históricas en los conflictos sociales.
Los avances en la teoría económica efectuados por John Maynard Keynes y sus discípulos (especialmente en los conceptos de
medición macroeconómicos, como la contabilidad social o el cálculo de productividad).
La importancia de los estudios económicos realizados por economistas, como Simon Kuznets (que sería uno de los pioneros de la
Cliometría) o Walter Rostow (quien presentó en su obra Las etapas del crecimiento económico la teoría del desarrollo).
El avance de la tecnología informática, que permitió el tratamiento y la explotación de ingentes cantidades de información estadística.
El inicio de la utilización de métodos cuantitativos de análisis orientados a la mejora del estudio histórico (análisis de lo s
comportamientos electorales, de los censos para estudiar la movilidad social, de aspectos propios de la demografía histórica como
la reconstrucción de familias, o de los procesos económicos).
La nueva corriente dominante presentaba las siguientes características historiográficas:

Énfasis en el uso, el desarrollo y la mejora de métodos cliométricos cuantitativos.


Aplicación de modelos teóricos matemáticos al tratamiento de los datos recogidos y elaborados.
Aspiración al cientificismo (por la orientación matemática de los estudios).
Uso de procedimientos hipotético-deductivos.
Construcción de modelos matemáticos contrafactuales para el análisis histórico.
Aplicación a diversos ámbitos de estudio (historia económica, social, demográfica, política, etc.), siempre que existiesen fu entes
estadísticas susceptibles de tratamiento informático y análisis matemático.
Elaboración de estudios históricos por economistas.
Rechazo del estilo narrativo-descriptivo en la construcción histórica.
Así mismo, se basaba en cuatro premisas teóricas:

La existencia de leyes determinantes del curso de la economía.


La economía capitalista se caracteriza por el crecimiento, que adopta formas similares en las sociedades modernas.
El proceso de modernización económica conduce a la modernización política, el mercado libre y la democracia liberal.
El método cuantitativo se puede aplicar a los procesos económicos y también a los sociales.
Los principales representantes de la Cliometría fueron norteamericanos:

Simon Kuznets. Fue uno de los pioneros en la aplicación de métodos cuantitativos a los estudios económicos. Desde finales de los
años 30 del siglo XX comenzó a realizar estudios económicos (sobre los ingresos de los EE. UU.) a partir del tratamiento y análisis
de datos estadísticos. Entre sus obras, podemos destacar El crecimiento económico moderno (1966).
Alfred Conrad y John Meyer. Estos dos autores firmaron en 1958 uno de los primeros trabajos de cliometría, The economics of
slavery in the Antebellum South. Gracias a la aplicación de distintas técnicas de análisis matemático sobre diversas fuentes
estadísticas con la ayuda de ordenadores, Conrad y Meyer llegaron a la conclusión de que la afirmación de algunos historiadores
sobre el hecho de que el sistema esclavista habría desaparecido sin la Guerra de Secesión era una hipótesis “romántica” contr aria
a la realidad. Y demostraron que el esclavismo sureño era rentable económicamente, si bien necesitaba expandirse hacia los
territorios del sudoeste.
Robert Fogel. Es el máximo representante de la tendencia cliométrica. Fue Premio Nobel de Economía en 1993, precisamente por
sus innovaciones en la investigación de la historia económica a partir de la aplicación de técnicas cuantitativas para la explicación
de cambios económicos e institucionales. Su obra más destacada es Railroads and American Economic Growth, publicada en 1964.
En ella, consiguió refutar la creencia general (basada en los estudios de Schumpeter y Rostow) de que el desarrollo capitalista
estadounidense había sido posible gracias a la red de ferrocarriles creada en el país. Para ello, construyó un modelo contrafáctico,
imaginario, sin ferrocarriles, pero con otros medios de transporte alternativos, y aplicando técnicas de análisis cuantitativas, logró
demostrar que la red ferroviaria no había sido un factor decisivo para el desarrollo económico de los Estados Unidos.
Robert Fogel y Stanley Engerman. Junto a Engerman, Fogel publicó años más tarde, en 1974, otro estudio cliométrico de gran
trascendencia, Time on the Cross: The Economics of American Negro Slavery. En ella, trataron de rebatir algunas ideas
generalizadas por la historiografía anterior sobre el sistema de producción esclavista: su estado de decadencia en los momentos
previos a la Guerra de Secesión, su ineficiencia, el hecho de que hubiese sido la causa del estancamiento del sur de los EE. UU.,
las extremadamente penosas condiciones de vida de los esclavos o la creencia de que la Guerra Civil norteamericana solo adelantó
su final unos años. Gracias a la aplicación de técnicas cuantitativas y al apoyo de la tecnología informática, Fogel y Engerm an
pudieron demostrar que la esclavitud era una institución vigorosa y eficiente, que su eliminación se debió a la voluntad política y que
las condiciones de vida de los esclavos eran mejores que las de los trabajadores libres de las fábricas. Las afirmaciones de los dos
cliometristas generaron una gran polémica.
No obstante, no solo fueron objeto de crítica los resultados de las investigaciones de los historiadores de esta nueva tenden cia
cuantitativista. El debate sobre la cliometría enfrentó a sus representantes con historiadores de otras corrientes:

Lawrence Stone dirigió sus críticas contra la falta de fiabilidad y la disparidad de las fuentes utilizadas para los estudios, los problemas
de verificación de los resultados de los análisis, y la dificultad para comprender las obras, en las que se primaba el análisis
matemático sobre la explicación de los resultados y su interpretación histórica.
David S. Landes polemizó sobre el fetichismo del número y de la cuantificación en perjuicio de la interpretación histórica.
Eric Hobsbawm criticó la aplicación de modelos contrafactuales y el presentismo de los enfoques.
Jon Elster atacó igualmente los modelos contrafácticos.
Douglas North revisó la evolución de la cliometría y descubrió algunos problemas: la elaboración de análisis superficiales de eventos
y de problemas microeconómicos, sin realizar interpretaciones de procesos históricos, como la transformación de los sistemas
económicos o el crecimiento a largo plazo.
La historia social y económica en Europa
Gran Bretaña
Desde los años finales del siglo XIX, con el desarrollo del capitalismo y la difusión de las tesis económicas marxistas, el estudio de
la historia económica experimentó un considerable auge en Gran Bretaña. Hitos claros de este período son los trabajos de los
siguientes historiadores:

Las Lecciones sobre la Revolución Industrial de Arnold Toynbee (1884).


El libro La organización industrial en los siglos XVI y XVII (1904) de George Unwin.
La clásica obra de John Clapham, El desarrollo económico de Francia y Alemania (1921).
Paralelamente a la New History y la historia social marxista, en Gran Bretaña apareció una corriente historiográfica del movimiento
obrero no marxista, cuyos temas de estudio principales tuvieron relación con la revolución industrial, el desarrollo del capitalismo y
las formas organizativas obreras. Entre los representantes de esta tendencia, podemos destacar dos matrimonios:

Beatrice y Sidney Webb. Iniciaron en 1894 el estudio de las organizaciones sindicales con la publicación de la obra The Histo ry of
Trade Unionism. El ensayo relataba el origen y crecimiento de los sindicatos desde el siglo XVII. Recuperaba abundante
documentación sindical de enorme valor para la historia industrial. En su contra, se puede señalar que se trataba de una simp le
descripción, carente de análisis histórico, y que su enfoque era moralista, parcial, idealizado y paternalista (retrataba al obrero bueno
y sufridor frente al patrono malo y explotador).
Barbara y John Hammond. Escribieron una trilogía sobre los efectos de la industrialización sobre las clases trabajadoras populares:
The Village Labourer (1911), The Town Labourer (1917) y The Skilled Labourer (1919). En ellos, describen las condiciones de v ida
de los campesinos, los obreros y los mineros, incidiendo en temas como los desequilibrios económicos y sociales, las reacciones
populares contra la opresión de los propietarios y el maniqueísmo moralista entre buenos y malos. Los tratados cuentan con
abundante bibliografía y una mínima reflexión plasmada en sendos capítulos de conclusiones.
Tras la publicación de estos autores socialistas fabianos, la historia económica británica cobró auge y a partir de 1929 los
historiadores económicos contaron con un excelente instrumento de difusión de sus trabajos: The Economic History Review (aún
activa en la actualidad).

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