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Universidad de Concepción.

Ped. En filosofía.
Javier Ábrigo Parra.

Sobre la relación entre violencia y poder.

En el capítulo dos del texto ‘Sobre la violencia’, Hannah Arendt se adentra a desarrollar la
relación que existe entre poder y violencia en el contexto político. En primera instancia,
presenta que los conceptos de poder y violencia se encuentran íntimamente relacionados ya
que parecieran darse simultáneamente, dando como resultado que allí donde hay poder se
presenta la existencia de la violencia. Esta forma de concebir los conceptos de poder y
violencia se encuentran en la tradición contemporánea de teóricos políticos, los cuales
conciben la violencia no solo una forma de poder, sino como la manifestación más clara y
evidente. Podemos encontrar como la noción de Estado de Weber resuena a lo lejos, en el
momento en que afirma que ‘el dominio de los hombres sobre los hombres basado en los
medios de la violencia legitimada, es decir, supuestamente legitimada’1. Sin embargo, la
relación que hay entre ambos conceptos no se condice de la anterior forma señalada, ya que
esto se presenta en Estados que utilizan la violencia de forma coercitiva como
manifestación de poder.

Por ello, la autora prosigue hacia el análisis del concepto de poder a través del texto Sobre
el poder de Bertrand de Touvenel, de donde extrae la concepción del poder como una
relación que se da bajo el juego dialógico que hay en la dicotomía del mando y la
obediencia. En primera instancia, legitima esta relación bajo los impulsos humanos del
instinto de dominación. Identifica el poder allí donde el mando se hace presente y la
obediencia a ese mando le responde. Por otro lado Alexandre Passerin d'Entréves afirma

1
Arendt, H. (1969). Sobre la violencia Pag 49.
que el poder se da de forma institucionalizada, en donde el uso de la violencia se encuentra
más controlada.

Que se ocupe el concepto de dominación para referirse al poder no resulta algo innovador,
ya que guarda una larga tradición de formas de gobierno que arrastran desde la antigüedad
griega en la que ya afirmaban la dominación del hombre por el hombre. Así, podemos
reconocer formas de gobiernos como la monarquía, la oligarquía, la aristocracia y la
democracia, en donde el poder está concentrado en la dominación de parte de unos pocos
sobre el resto, de los mejores sobre el resto o de muchos, respectivamente. Además en la
concepción moderna de gobierno, específicamente en la burocracia, igual encontramos este
paradigma en sus cimientos, sin embargo acá el dominio se encuentra en nadie, porque
nadie es responsable ni se puede identificar a quienes hay que acudir para pedirles cuentas.
Por otro lado, el vocabulario empleado se encuentra con la tradición cristiana, la cual
reconoce el poder con la dominación, más explícitamente se haya en la idea de devoción
arraizada en sus Mandamientos, en la que ‘la simple relación del mando y de la obediencia
bastaba para identificar la esencia de la Ley’2. Además, la autora postula que el modelo
del poder como dominación se encuentra ligado con una verdad psicología: la de que la
voluntad de poder y la voluntad de sumisión se hallan interconecta. Por ello, donde exista
voluntad para dominar se necesita quien tenga la voluntad de ser dominado y al mismo
tiempo quien fue dominado y siente rechazo a dominar no dejará someterse ni someter.

La concepción del poder entendido como dominación no se presenta como la única


interpretación acerca del poder, ya que la filósofa igual incluye la visión de poder que se
distancia del sometimiento del hombre por el hombre y que se reconoce con la forma de
gobierno que es la República. Al basarse en el dominio de la ley, el poder deja de ser
sometimiento del hombre por el hombre y se transforma en el dominio de la ley basándose
en el pueblo, por lo que si el pueblo deja de acreditar la ley, esta pierde su poder. En este
sentido, las instituciones de poder que abundan en los gobierno son instituciones que pierde
u obtienen poder de acuerdo al consentimiento que el pueblo tengo con respecto a ellas, por
lo que las manifestaciones de poder se encontrarían atadas a la aprobación popular. Esto

2
Arendt, H. (1969). Sobre la violencia Pag 53
incluye el factor número en la fórmula, debido a que el poder se hará presente allí donde los
números descansen, en tanto la violencia no está condicionada al factor numérico, por
ejemplo, un grupo pequeño y desarmado es capaz de lograr con éxito la obtención del poder
en comparación con un grupo mayoritario sin armas.

Posterior a este análisis, Arendt reconoce que en la terminología de las ciencias políticas
aún no reconoce diferencia entre poder y violencia, por lo que ella pretende distinguir entre
los conceptos, desmenuzándolos en cinco palabras claves: poder, potencia, fuerza,
autoridad y violencia. No obstante, la elección de las palabras es guiada por la pregunta de
¿quién domina a quién? En donde estos elementos se presentan como manifestaciones del
ejercicio de dominación del hombre por el hombre. Con esta aclaración pertinente, procede
a realizar la distinción.

Poder representa la capacidad de actuar concertadamente, descansando el poder en un


grupo de personas y no en el dominio de uno. Cuando una persona tiene poder, se debe a
que esa persona tiene poder para actuar por el grupo al cual representa y a su vez estos
prestan la fuerza para él. Potencia representa una propiedad inherente a una cosa o persona,
que le es propia por su carácter y constituye la prueba de los sujetos con su independencia.
La fuerza refiere en este caso a la energía liberada por los movimientos de la naturaleza o
por los movimientos sociales. Autoridad designa el reconocimiento de una persona o
institución con relación a un grupo, en donde este le obedece y le sigue. Del concepto de
autoridad no se desprende la idea de coacción ni de persuasión, sino que aquellos que la
obedecen lo hacen por voluntad. Violencia es entendida de forma instrumental, o sea como
un medio para un fin, el cuál no está relacionado intrínsecamente con el concepto de poder.
Estas definiciones son extraídas desde el plano de lo real, argumenta la filósofa, puesto que
son concebidas en el centro de la estructura de la sociedad, así es habitual encontrar en las
formas de gobierno instituciones que están bajo el alero de la autoridad, el cual reclama
devoción indiscutible y de la cual ninguna sociedad organizada podría prescindir. En los
contextos de revolución y de violencia contra violencia, el Gobierno es quien posee
superioridad, sin embargo esta frágil superioridad se sustenta en la estructura del poder que
tiene el Gobierno.
En suma, la distinción entre poder y violencia que sostiene Arendt su fundamenta en lo
siguiente: ‘el poder corresponde a la esencia de todos los Gobiernos, pero no así la
violencia. La violencia es, por naturaleza, instrumental; como todos los medios siempre
precisa de una guía y una justificación hasta lograr el fin que persigue. Y lo que necesita
justificación por algo, no puede ser la esencia de nada.’3. De esta manera, la violencia la
reduce a un instrumento y el poder la confiere el estatus de un en-sí-mismo, o sea, que su
esencia es intrínseca. Sin embargo, cuando el poder hace uso de la violencia, aquel
gobierno que ostenta el poder se ve deslegitimado, puesto que no presenta el poder
suficiente para retenerlo sin el uso de la violencia. Así, las tiranías se convertirían en la
forma de gobierno menos poderoso, pues la utilización de la violencia de manera cruel para
revalidad el poder que se concentra en un solo individuo.

Comentario:

La relación que mantienen los conceptos de violencia y poder no están limitadas al contexto
político, sino que son extrapolables al contexto de las relaciones interpersonales, como el
ambiente escolar y el ambiente familiar. Arendt señala el modelo de poder como
dominación y obediencia y a su vez, en palabras de Alexandre Passerin d'Entréves, afirma
que el poder se da de forma institucionalizada. Con esto de antecedente, podemos
sumergirnos en las instituciones sociales que se encuentran en la base de todas las
comunidades humanas como lo son la familia y la escuela. En ambas instituciones
encontramos que el poder se encuentra en personas que representan una institución, que
concentran poder y que son vistas como figuras de autoridad. De esta forma las
instituciones deben protegerse al verse amenazadas por rebeldes o ideas revolucionarias, ya
que su institucionalidad descansa en la conservación de las tradiciones de esta, y la forma
que tienen para defenderse es la violencia, la cual tiene la apariencia de estar legitimada,
cuando en el fondo sigue siendo un acto instrumental desprovisto de valores morales. Así
en el reconocimiento de la autoridad se encuentra el consentimiento para que la institución
ejerza violencia cuando estime que su estructura está siendo afectada.

3
Arendt, H. (1969). Sobre la violencia Pag 70.
Bibliografía
Arendt, H. (1969). Sobre la violencia. Barcelona, Madrid: Alianza Editorial.

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