Вы находитесь на странице: 1из 5

Actividades para repasar ENUNCIACIÓN

1) Identificar los deícticos y explicar, con términos semiológicos, por qué se produce la
discusión.

2) Reescribir el teorema de Pitágoras (“La suma de los cuadrados de los catetos es igual al
cuadrado de la hipotenusa”) añadiendo:
a) una modalidad dubitativa.
b) una modalidad desiderativa.
c) una modalidad afectiva o apreciativa.

2.1) Imaginar en qué situación pudo haber sido enunciada la teoría con las modalidades
propuestas.

3) Comparar la enunciación de los siguientes titulares y establecer las razones por las que
se construyen diferentes objetos a pesar de estar contándose la misma noticia.

1
3) Señalar las huellas del enunciador (deícticos, modalidades, subjetivemas) en los
siguientes textos y elaborar después un comentario sobre cómo construye su propia
imagen y la del enunciatario.

a) Los verdaderos monos, e incluso los monos del Nuevo Mundo (platirrinos), que son
filogenéticamente inferiores, se interesan con excesiva afición por todo objeto nuevo, y tratan de
«hacer experimentos» con él. Por interesante que esto pueda ser desde el punto de vista de la
psicología animal, a la larga resulta una cualidad insoportable para la economía doméstica. Un solo
ejemplo para ilustrarlo.

Cuando era un joven estudiante tenía en el piso de mis padres, en Viena, un magnífico mono
capuchino (Cebus fatuellus), de sexo femenino, al que pusimos el nombre de «Gloria». Vivía en una
espaciosa jaula, instalada en el cuarto que me servía de dormitorio y estudio. Cuando yo estaba en
casa y la podía vigilar, la dejaba libre en mi habitación; pero cuando me marchaba, la encerraba en
su jaula, en la que se aburría soberanamente y mostraba siempre deseos de salir.

Después de una ausencia algo larga, al regresar a casa un atardecer y girar el interruptor, vi que la
luz no se encendía; pero los chillidos de «Gloria», que no procedían de la jaula, sino que bajaban de
la barra de la cortina, no dejaban duda alguna acerca de quién era el causante de la avería eléctrica.
Cuando volví con una vela encendida, pude ver, estupefacto, la escena: «Gloria» había derribado de
su soporte la pesada lámpara de bronce que tenía en la mesita de noche, la había arrastrado a través
de la habitación –aunque olvidándose, como es natural, de sacar el enchufe de su base–, la había
subido hasta el acuario más alto, y con ella golpeó y rompió, como con un ariete, el grueso cristal
que hacía de tapa, de manera que la lámpara se hundió en el agua. Ésta era la razón del
cortocircuito. Entonces, o quizás antes, consiguió abrir mi librería –extraordinaria proeza, si se
tiene en cuenta la pequenez de la llave–, sacó los volúmenes II y IV del texto de Medicina interna,

2
de Strümpel, llevó los libros hasta el soporte de los acuarios, los hizo minúsculos pedazos y metió en
los acuarios todos los pedacitos de papel. En el suelo quedaban sólo las tapas vacías, sin un trocito de
papel de las páginas.

[Lorenz, K., El anillo del rey Salomón (hablaba con las bestias, los peces y los pájaros),
Barcelona, Labor, 1993.]

b) Se requieren millones de años para confeccionar un modelo animal drásticamente nuevo, y las
primeras formas son, en general, mezclas muy extrañas. El mono desnudo es el resultado de una de
estas mezclas. Todo su cuerpo, su sistema de vida, fueron aparejados para su existencia en el bosque,
y después, de pronto (de pronto, en términos de evolución), se vio lanzado a un mundo donde sólo
podía sobrevivir si empezaba a vivir como un lobo inteligente y armado. Ahora debemos examinar
con atención la manera en que esto afectó, no sólo a su cuerpo, sino, en especial, a su
comportamiento, y en qué forma experimentamos la influencia de esta herencia en los días actuales.

[Morris, D., El mono desnudo, Barcelona, Labor, 1993.]

c) A partir del registro fósil, se puede reconocer la existencia de algunos hechos que se han venido
produciendo de manera constante durante la evolución biológica, desde los Procariotas hasta los
organismos actuales. Entre estos hechos, que muestran las tendencias evolutivas o los caminos que
han recorrido las formas de vida en sus procesos de cambio y transformación, se destacan la
radiación adaptativa, la divergencia y la especialización.

[Tapia y alt., “El proceso de hominización. Aspectos biológicos y culturales”, en: Antropología,
Material de cátedra Lischetti, Eudeba, 1998.]

d) Bastará con verificar que –en el lenguaje de los jóvenes, sobre todo– la palabra boludo ha
reemplazado al modismo, típico de la argentinidad, che. Hoy, los jóvenes no dicen: “Cortala, che”.
No dicen: “Ni ahí, che”. No dicen: “No me cabe, che”. Los jóvenes dicen: “Cortala, boludo”. Dicen:
“Ni ahí, boludo”. Dicen: “No me cabe, boludo”. Pareciera, la palabra “boludo”, un reconocimiento
(tal vez no consciente) del estado de las cosas, no un agravio. Pero no nos adelantemos.
En principio bastará con verificar este decisivo desplazamiento lingüístico: del tradicional “che” se
ha pasado al “boludo”, extrayéndole toda connotación agresiva para, limándolo, mantenerlo en el
nivel referencial. Así, cálidamente, se dice: “Escucháme, boludo”. O “no vayás, boludo”. O “el
bondi te deja mejor que el subte, boludo”.

Nadie ignora todo lo que un buen chiste expresa de una situación social o política. Los chistes que
ha generado el menemismo son interminables y todos dicen algo de la situación básica que los ha
producido: el menemismo, por supuesto. Pero yo elegiría uno entre los más destellantes y

3
representativos. Uno en que la palabra “boludo” es decisiva y denota una situación histórica. Un
tipo le dice a otro: “¿Sabés cómo le dicen a Menem?” El otro tipo dice: “No”. El primero dice: “El
rey de los boludos”. El otro pregunta: “¿Por qué?”. El primero explica: “Porque él es el rey y
nosotros los boludos”. La gracia del chiste (si me lo preguntan, creo que se trata de un chiste muy
gracioso y bien armado) radica en atribuirle, primero, a Menem, una expresión tradicionalmente
despectiva: sería, en efecto, “el rey de los boludos”, es decir, el más boludo de todos, el más tonto, el
más idiota. Sin embargo, luego, sorpresivamente (un chiste siempre, o casi siempre, esconde un
remate sorpresivo), la expresión “el rey de los boludos” deja de ser despectiva y es valorativa, porque
“el rey de los boludos” es un rey, es un monarca, alguien que gobierna y, como todo monarca, tiene
súbditos. Estos súbditos tienen un nombre, que primero creíamos se atribuía al rey, pero no, no se
atribuye al rey sino a los súbditos: porque “los boludos” son los súbditos, los súbditos del rey. De
este modo “el rey de los boludos” es el monarca que ejerce poder sobre una especial categoría de
súbditos llamados “los boludos”. Que somos, más exactamente, nosotros. El chiste, que en el inicio
parecía agredir o señalar peyorativamente a Menem, nos señala, en su remate, a nosotros: los
boludos somos nosotros y él es el rey, el monarca, el que nos transforma en boludos gobernándonos.
Porque si por algo somos boludos es porque Menem es nuestro rey. Y lo hemos elegido.

Cuando alguien escucha este chiste se ríe, jamás se indigna. Nadie dice: “Yo no soy un boludo ni
Menem es mi rey”. No, los buenos y sufridos (y boludos) argentinos nos reímos y decimos “qué
buen chiste, boludo”. Y nos asumimos como boludos y ya está claro por qué hemos dejado de decir
“che” para señalarnos y ahora decimos “boludo”. Porque es así: antes nos señalábamos diciéndonos
“che”. Por ejemplo: un amigo, luego de despedirse, se va del bar y de pronto descubrimos que hemos
olvidado decirle algo. Lo llamamos. Le gritamos “¡Che!”. No más. Ahora le gritamos: “¡Boludo!”.

Todo esto no lo digo porque sí. Se me ocurrió, como muchas otras cosas, tomando un café en el bar
de la esquina de mi casa. Estoy con un amigo y mi amigo lee el diario. Lee los sucesos de Ramallo.
Que la bonaerense acribilló a los secuestradores y a los rehenes. Eso lee. De pronto, me dice que el
comisario a cargo declaró que le habían tirado a las gomas. A las gomas del coche en que se
escapaban los asaltantes con los rehenes. Tiraron, parece, entre ochenta y ciento setenta balas. Ni
una le pegó alas gomas. Mi amigo me mira y pregunta: “¿Nos toman por boludos?”. Le digo que sí,
que por supuesto, que nos toman por boludos. Que hace tiempo nos toman por boludos. Tanto, que
los argentinos ya no somos los “che”, somos “los boludos”.

Cuando Alsogaray decía “hay que pasar el invierno”, nos tomaba por boludos. Y después Onganía,
y Lanusse, y el viejo Perón muchas veces, nos tomaron por boludos. Y cuando Videla decía “los
desaparecidos están en el exterior” nos tomaba por boludos. Y cuando hablaron de la “campaña
antiargentina” nos tomaron por boludos. Y cuando hicieron el Mundial y cuando le ganamos a
Perú seis a cero nos tomaron por boludos. Y Alfonsín nos tomó por boludos cuando les dijo “héroes
de Malvinas” a los carapintadas, y nos tomó por boludos cuando dijo “la casa está en orden”. Y
Menem se hartó de tomarnos por boludos. Nos tomó por boludos durante más de diez años. Menem
y los Yoma y María Julia Alsogaray y los que mataron a Cabezas y los que suicidaron a Yabrán.
Todos nos tomaron por boludos. Y ahora los de LAPA y los acribilladores de Ramallo y los que

4
ultrajaron tumbas judías en La Tablada y, antes, los que volaron la Embajada de Israel, los que
volaron la AMIA esos –muy especialmente esos– nos tomaron por boludos. Y quienes los cobijan,
quienes deberían descubrirlos y encarcelarlos y no lo hacen, esos, día a día, cada día que pasa un
poco más, nos toman por boludos. Porque eso es lo que somos, porque al fin sabemos lo que somos:
somos el país de los boludos. Hoy, al comandante Guevara no le dirían Ernesto Che. Le dirían
Ernesto Boludo. Y no por culpa de él, sino nuestra.

Mi amigo, ahí, en el bar de la esquina, tristemente dobla el diario y lo deja sobre la mesa. Llama al
mozo. Pide un café. Veo en sus ojos el destello de la bronca. De la indignación. Tal vez de la
rebeldía. Me mira. Y dice: “No se puede seguir así”. El mozo le trae el café. Bebe un lento sorbito,
con cuidado, como para no quemarse. Me mira otra vez y dice: “Hay que hacer algo, boludo”.Es un
comienzo.
[Nota de José Pablo Feiman publicada en Página 12 el 25-9-1999]

Вам также может понравиться