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Conclusiones

Primera. El reinado de Carlos II terminó por destruir toda aquella grandeza que durante tantos años
España había ostentado. Los malos manejos que del reino habían hecho los antecesores del más débil de
los Habsburgo, aunado a la muerte de éste sin dejar heredero como consecuencia de su precario estado
físico, generaron que la Corona ibérica se viera reducida a ser un espectador más de los acontecimientos
que en su territorio se gestaban. La búsqueda de la Corona española por parte de las familias reales de los
Habsburgo y de los Borbones, provocaron que se desatara una guerra en donde, como vimos, no serían
españoles los que pelearan por el mejor porvenir de su pueblo, serían hombres en defensa de una familia
los que decidirían el camino que España habría de seguir.

Segunda. Como consecuencia de la guerra antes mencionada, llegaría a la Corona española Felipe V de
Borbón. Con él, llegarían nuevos ideales, nuevos caminos, nuevas técnicas y nuevas esperanzas que se
plasmaban en las reformas que creían, traerían a España un nuevo y mejor porvenir. Con el tiempo,
dichos ideales quedarían sólo en la ilusión de un pueblo ávido de recuperar la fortaleza e influencia que en
Europa algún día tuvieron.

Tercera. Los años pasarían y España tendría que volver a hacerle frente a su realidad. Las debilidades de
su Corona harían que Napoleón no tuviera ningún problema en imponer un nuevo gobierno encabezado
por su hermano, José Bonaparte. El reino quedaría dividido entre los que buscaban regresarle a España
sus legítimos gobernantes y aquéllos que veían en los ideales franceses, mejores oportunidades para el
pueblo. La fortaleza del ejército napoleónico, hizo que la resistencia se refugiara en Cádiz. Desde ahí, los
españoles renuentes a la invasión francesa habrían de establecer la nueva dirección que la Corona habría
de tomar. Formarían Cortes que introducirían la idea de dejar atrás todo aquello antes establecido y
crearan, con ideas liberales, una Constitución que llevara a España a ocupar los lugares de privilegio en
Europa. Así, sería como desde las entrañas de las Cortes surgiría el 19 de marzo de 1812, la Constitución
de la Monarquía Española.

Cuarta. Para 1814, España se veía libre de la invasión napoleónica y regresaba al trono el gobernante
legítimo de España, Fernando VII. Con él, también volvía el absolutismo. A su llegada desconocía la
Constitución emanada de las Cortes legítimamente formadas, apresando a todo aquél que contrariara su
palabra e ideal.
Quinta. Serían unos cuantos años los que tendrían que esperar los españoles para volver a ver positivada
su Constitución. En 1820, Rafael Riego, mediante un levantamiento obligaba al monarca Fernando VII a
jurarla. El ideal de constitucionalismo había germinado en España y aunque sólo fueron tres años los que
estuvo vigente “La Pepa”, marcaría los trazos para estructurar una nueva constitución que fuera acorde a
los nuevos tiempos que España habría de vivir.

Sexta. La Constitución de carácter liberal, pese a su efímera vigencia, sería de vital importancia para las
Constituciones y cuerpos normativos que en la Nueva España, primero, y en México, después, se
promulgaban. Muchos de sus ideales fueron emulados por los diversos cuerpos normativos, pero serían
sus ideales de en torno al funcionamiento del Estado, los que veríamos en mayor medida reflejados. Por
ejemplo, en la Constitución de Apatzingán, vemos textualmente copiada la forma en que se llevarían a
cabo las elecciones, así como encontramos muchas similitudes en el funcionamiento que habrían de tener
los tres órganos constitucionales.
Estás similitudes las vemos reflejadas, como quedó expuesto en el último capítulo, en las diversas
legislaciones realizadas, tanto de conservadores como de liberales. Podemos decir, que la mayor
influencia la encontramos en las Constituciones que se promulgaron cuando la Constitución gaditana
estuvo vigente. El primero ejemplo lo mencionamos reglones arriba y el segundo, sería el Reglamento
Provisional del Imperio de 1823. Estos dos ordenamientos jurídicos, tiene en su articulado, textos
emulados o copiados, en mayor medida, de la Carta realizada en Cádiz.

Séptima. Conforme la legislación mexicana fue avanzando progresivamente, menores fueron las
similitudes con la Constitución de Cádiz. Para 1857, la Constitución que promulgaba el legislador, pese a
que tenían artículos parecidos, poca era realmente la influencia que se había tenido de la Constitución
gaditana. Eran nuevos ideales los que se plasmaban y se desarrollaban. La Carta promulgada en 1812,
quedaba ya en el olvido del legislador y veían un futuro prometedor en las ideas que plasmaba.

Octava. La Constitución de Cádiz, reiteramos, fue de gran influencia para las legislaciones mexicanas.
Tanto ideales como la forma de organizar a un pueblo fueron emulados por los legisladores mexicanos,
pero ¿cómo no habría de ser así? México fue creado conforme a ideales españoles y vivía conforme a sus
normas y, aunque se independizó de España, no se independizó de la forma en la que se vivía. Es claro
que había diferencias debido al sincretismo, pero la mejor forma de establecer un nuevo gobierno, es
legitimar un nuevo ordenamiento que no afectara los usos y costumbres que habría de regir.

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