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•Traductoras•
AnnieD. JackieC Aleja E
Kariza203 Apolineah17 Alysse Volkov
EyeOc
•Moderadora de Corrección•
Alysse Volkov
•Correctoras•
Florbarbero Andrea95 Vanessa VR
Paltonika AlysseVolkov Esperanza.nino
Carolina Shaw *AndreinaF* Veronika Palacios
•Lectura Final•
Vanessa VR
•Diseño•
Carolina Shaw
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Epílogo
Sobre el Autor
L
ogan Crenshaw lo hacía bien, hasta que un encuentro
casual con Lauren Jacobs envía su libido en picada. Cuando
ella declina su invitación a una cita, sus instintos de caza se
ponen en alerta máxima y una necesidad depredadora que no
sabía que tenía, explota en él.
La vida de Lauren Jacobs es perfectamente predecible hasta
que conoce a Logan Crenshaw, un hombre que no acepta una negativa
como respuesta. Logan es más bestial que un hombre normal, y Lauren es la
presa que quiere pillar. Estar siendo el objetivo, en su conquista sexual es
más que excitante. Pero cuando se termine ¿estará ella a salvo bajo sus
cuidados? ¿O simplemente será el premio luego de su persecución
despiadada.
1
Traducido por JackieC
Corregido por florbarbero
L
ogan Crenshaw terminó de pagar por el café y se alejó del mostrador,
sosteniendo la taza con una mano y cerrando la billetera con la otra. Había
por lo menos cuatro personas detrás de él en la fila, por lo que salió de
ella, levantó la vista y su mirada fue capturada de inmediato por un par de increíbles ojos
azules, con las pestañas más largas y oscuras que jamás vio. Se detuvo instantáneamente,
inmovilizado por el calor que lo invadía. Un delicado rostro femenino se volvió para
mirarlo, y un color rosa suave tiñó sus contorneadas mejillas, antes de que desviara la
mirada al frente. Sin lugar a dudas la atrapó observándolo. El perfil que se volvió hacia él
era eminentemente femenino, y mientras la miraba, ella dirigió su atención a una carpeta
que tenía en la mano.
Permanecía sentada en una mesa, sola. Empujó su billetera en el bolsillo trasero, y
continuó mirándola. Sin duda era hermosa, con el pelo largo, suave y rasgos gráciles. Se
quedó quieta y la tranquilay sutil tensión parecía endurecer sus hombros. Se negó a
mirarlo de nuevo y él miró rápidamente alrededor de la tienda casi llena antes de volver
sus ojos a ella.
Sabía que probablemente debería apartar la mirada, pero demonios, era hermosa,
de una manera sensual y exótica, en una forma que lo atrajo instantáneamente, y de todos
modos, ella empezó a mirarlo primero. Un hambre primitiva rasgó en sus entrañas,
endureciéndolo más allá del confort, y una repentina necesidad de tocarla lo dominó.
Mierda. Esto era su maldita culpa, sabía que debería haberse masturbado esta
mañana.
Al conseguir su objetivo, el café, estuvo a punto de darse la vuelta y marcharse.
Mientras que era, sin duda, lo suficientemente valiente para acercarse a ella, algo le decía
que en este momento su movida no sería bien recibida. Las líneas suaves de su perfil
mostraban malestar, algo le indicaba que ella seguía estando consciente de él, Logan sabía
que no existía una maldita manera de que se fuera de allí, y tomó la rápida decisión de
sentarse por un rato.
Dio media vuelta y se sentó en una de las pocas mesas vacías, donde podía verla
de espaldas, pero no podía observarla a menos que ella se diera vuelta completamente.
Quería asegurarse de que no estaba con nadie, o posiblemente encontrándose con
alguien, antes de acercarse. Y sabía que tenía que acercarse a ella. Sacó el celular de su
bolsillo,se sentó en la mesa y tomó el café. Se debatió sobre qué demonios hacer, pero
cuando la miró, su mano se extendió y garabateó algo en el documento que leía.
¿Imaginaba cosas o vio leve temblor en sus delgados dedos? ¿Supo que se sentó detrás
de ella?
Mientras la mirada de él perforaba sus estrechos hombros y la delicada línea de su
espalda, pensamientos libidinosos llenaron su cabeza. Pensamientos acerca de rasgar su
camisa y lamerle los pezones con la lengua. Su cabello parecía suficiente para envolverlo
mientras se empujaba en su interior. Las uñas de sus delgados dedos, pintadas de rosa
pálido, lo tentaban, imaginándolos envueltos alrededor de su pene, aliviando la erección
que tenía por ella.
Así que la pregunta era: ¿tendría una oportunidad con ella? Por la forma en que
lo observaba podría decirse que sí, y por la forma en que la deseaba sabía que iba a
averiguarlo antes de abandonar el lugar.
Se dio cuenta de que su taza de café se hallaba vacía y permaneció sentado allí
durante diez minutos luchando con una erección que se negaba a ceder, cuando ella
empezó a recoger las cosas y metió la carpeta en un bolso grande. Ahora que se
encontraba de pie, vio que era de mediana estatura, y llevaba un apretado, aunque,
conservador pantalón, una camisa de color púrpura y tacones de mediana altura. Toda la
combinación, inflamó sus sentidos. Pasó la correa por encima de su hombro y se preparó
para irse.
Con gracia inconsciente, no miró ni a la derecha ni a la izquierda, mientras se
dirigió hacia donde se encontraban los baños.
Logan no perdió un segundo. Deslizó sucelular en el bolsillo y dejó la taza de café
en el mismo lugar que ella se sentó. Mientras desaparecía en el interior del baño, se
acercó al chico que lo atendió antes. La fila había desaparecido ahora, y el mozo, que no
parecía mucho mayor que un adolescente, se volvió hacia él cuando Logan se inclinó
sobre el mostrador. —La mujer que se encontraba sentada ahí —comenzó, indicando la
silla que dejó vacante.
Los ojos del muchacho se abrieron y se puso firme. —¿Si?
—¿Sabes de quién estoy hablando?
El chico levantó la barbilla en una afirmación rápida y enarcó las cejas. —Sería
difícil no verla, amigo.
Logan asintió. Era la maldita verdad. Era más caliente que el infierno. —¿Alguna
vez la has visto antes?
—Sí.
—¿Viene amenudo entonces?
El chico se acercó y cruzó los brazos sobre el mostrador a un pie de distancia de
Logan. —Los martes y jueves, generalmente.
—Gracias. Te lo debo.
—Nah. No es nada, hermano. Buena suerte.
—Sí, gracias. —Logan se dio la vuelta y se dirigió al pequeño vestíbulo exterior al
baño de mujeres.
Tal vez sería acusado de acoso, pero... tal vez no.
***
Lauren salió del baño y vio al hombre apoyado en la pared, casualmente, en una
postura relajada, con sus botas cruzadas delante de él y los dedos enganchados en los
bolsillos de sus pantalones vaqueros. Mierda. Pensaba que se había ido.
Mentirosa, se admitió a sí misma. Sabía que se había sentado detrás de ella. Era
su culpa. Él captó su mirada fija, pero maldita sea, ¡solamente era un ser humano! Lo
miró a la cara, y contuvo la respiración, pero eso no la ayudaba a controlarlos nervios.
Jesús, los hacían altos aquí, en Texas.
Altos y malditamente hermosos.
Fue la razón exacta por la que captó su mirada fija en primer lugar.
Sintió sus mejillas llenarse de calor. Asintió rápidamente e intento pasarlo,
tratando de ignorar que permanecía apoyado contra la pared, probablemente
esperándola.
Mientras lo pasaba, él se apartó de la pared, se levantó en toda su inmensidad y su
mano salió disparada para envolverse alrededorde la parte superior de su brazo.
Su estómago se volcó y casi se derritió a sus pies cuando, arrastrando las palabras,
dijo—: No tan rápido. —Ella parpadeó hacia él, y el fuegoque vio en las oscuras estrías
amarronadas de sus ojos casi fue su perdición. El tipo era increíblemente bien parecido, y
se avergonzaba por reconocer que su puño envuelto alrededor de su brazo la excitaba. El
área principal de la cafetería se encontraba llena de gente, lo que no quedaba a más de
tres metros de distancia. Lo que sentía ciertamente no era miedo, ni siquiera podía fingir
que era así. El corazón se le paró y comenzó a golpear con fuerza en sus oídos mientras
trataba de mirarlo con serenidad, con una única pregunta en sus ojos.
Su miradase posó audazmentesobre ella. —Ahora cariño no me mires de esa
manera. Tú comenzaste esto y ambos lo sabemos.
Su voz era profunda y baja, y su efecto era como un líquido caliente que corría
por sus venas de forma abrazadora.
Sabía que debería alejarse de él, pero ¿cómo se suponía que iba a hacer eso
cuando era, por mucho, el hombre más sexy que vio en su vida? Valientemente trató de
enfocar sus pensamientos ¿la acusó de algo? Tenía que prestar atención a la conversación
y no a los tonos profundos de su voz bien modulada. —Lo siento, ¿qué?
Mientras pronunciaba la pregunta que indudablemente dejaba expuesta su
confusión, Lauren era consciente de que el agarre de él se convirtió en una caricia, y su
rostro se iluminó, con una sonrisa tan impresionante que casi la sacó fuera de su eje. Sus
ojos se arrugaron con diversión, como si lo hubiera complacido de alguna manera, y
brevemente miró sus labios antes de levantar la mirada. —¿Cómo te llamas? —dijo
arrastrando las palabras.
Esa voz indecentemente profunda golpeó sus sentidos, y Lauren se preguntó por
una fracción de segundo si sería aconsejable darle la respuesta que pedía. Por un lado,
era el epítome del macho más caliente. Pero, por otro, parecía tener tanta confianza en sí
mismo, que la hacía pensar que era consciente de ello.
Su silencio hizo aumentar la diversión de él, y su atractivo viril le hizo difícil
pensar. —Vamos, cariño. Tienes un nombre, ¿no?
Lauren se mordió el interior del labio para controlar el temblor. —Lauren —
respondió finalmente. La apreció perezosamente y en ese momento, su magnetismo
sexual se exhibió abiertamente.
—Eres muy bonita —dijo, con una voz llena una confianza en sí mismo que parecía
crecer por segundo.
Eso no lo hacía menos atractivo.
Ella respiró entrecortadamente. —Entonces... tú…
Su sonrisa se ensanchó y pudo ver sus dientes blancos y perfectos. Un río
caliente corría por su columna vertebral. ¡Dios, quería besarlo!
—¿Crees que soy bonita? —-preguntó con una voz perfectamente controlada.
Lauren notó que expresó en voz alta el pensamiento y sintió como el rubor se
apoderaba de ella.
—No... No eres bonita, exactamente. —Desde que se graduó de la universidad y se
fue a vivir en Texas, soñaba con conocer a un vaquero, pero nunca uno como éste. Y tal
vez él no era un vaquero. Tal vez sólo prefería vestir vaqueros y botas desgastadas.
—Está bien cariño, eres lo suficientemente hermosa por ambos. —Pensó que
trataba de calmarla, pero con su pulgar deslizándose hacia adelante y atrás, a través de la
piel de sus bíceps, esto no ocurriría.
Trato de mantenerse controlada,y cuando se hallaba a punto alejar el brazo de su
agarre, dado que no era decente vagar en el vestíbulo del baño con un desconocido, sus
dedos se apretaron, anticipando su próximo movimiento. Miro a la mano que se cerraba
alrededor de su brazo, antes de levantar los ojos hacia él. —Me tengo que ir... Siento que
me encontraras mirándote.... Quiero decir siento haberte mirado fijamente.—La miraba
tan fijamente que pensó que podría ahogarse en las piscinas de color azul terciopelo de
sus ojos.
—No me importa que me mires fijamente —respondió, como si eso hubiera
mejorado su día y tal vez más. Hizo un movimiento para liberarla de su agarre.
Tomó un suspiro tembloroso y se lamió los labios. —¿No?
Sus ojos se deslizaron por su cuerpo, como en una larga y caliente caricia, antes
de que levantara la cara una vez más. Mirándola atentamente, comenzó a sacudir la
cabeza hacia adelante y atrás. Mientras con una mano aún sostenía su brazo, con la otra
lentamente agarró y levantó su barbilla y comenzó a caminar hasta que la espalda de ella
chocó contra la pared.
—Sí, me gustó que me miraras fijamente. Puedes mirarme mientras te beso, si
quieres.
Lauren se apartó de él, la parte posterior de su cabeza golpeando la pared. —¡No
puedes besarme!
—¿No puedo? —-preguntó, dramáticamente.
— ¡No!
Sus cejas se juntaron e inclinó la cabeza un poco hacia un lado, como si estuvieran
compartiendo una broma.
—¿Es demasiado pronto?
Su corazón seguía golpeando contra su esternón. —¡Sí!
Su pulgar se arremolinó sobre su barbilla acariciándola, mientras la miraba con
atención. —Entonces, ¿Cuándo? ¿Quieres venir a mi casa esta noche?
¡Santa Mierda!no podía creer que acababa de preguntarle eso. Sabía lo que
quería, por supuesto, y sintió una gran ráfaga de decepción. Pero sólo para asegurarse de
que no se encontraba a punto de juzgarlo injustamente, porque era malditamente caliente
y quería asegurarse de no echarlo injustamente, preguntó—: ¿Para qué?
Los ojos de él se estrecharon y frunció el ceño como si tratara de encontrar una
respuesta adecuada. —¿Qué me dices de un café? Sé que te gusta el café. —Sonrió como
si acabara de realizar la declaración más brillante.
—¿Café? —preguntó sarcásticamente.
—¿No? ¿Café no? ¿No vas a comprar eso? ¿Qué tal la comida? Podría
alimentarte.
—¿Quieres que vaya a tu casa por café y comida? —Lauren sabía que tenía que
salir ahora—. Estás bromeando, ¿no?
—¿Qué quieres que te diga, cariño? —La miró seductoramente, con su atención
completamente centrada en ella.
—Crees que realmente eres encantador, ¿no es así? —preguntó con dureza.
Se encogió de hombros. —Tú lo empezaste, cariño. Tú eras la que me miraba.
—Entonces, ¿este tipo de acercamiento, te funciona generalmente? —No pudo
evitar preguntar.
Se encogió de hombros.—No puedo decir que he acorralado a una mujer en la
cafetería antes.
—¿Así que soy la primera? Me siento halagada.
—No tienes que sentirte halagada. Cada hombre por ahí está pensando lo mismo—
Señaló arrogantemente con la cabeza hacia la sala detrás de ellos.
Rodando los ojos, dijo—: Genial. Gracias. Tengo que volver al trabajo.
La ignoró y preguntó—: ¿Estás casada?
Sus ojos se estrecharon y su boca se tensó. —No estarías tocándome si lo
estuviera.
—Ahh. Una mujer con escrúpulos. Eso me gusta.
—Sí, bueno, estoy feliz de que estés contento. —Con un nudo de decepción en el
estómago, trató de ignorarlo, pero no lo permitió—. Me tengo que ir.
—Y te dejaré ir. En unos diez segundos. ¿Así que, marido, novio?
Lauren comenzó a sentirse mareada por su cuestionamiento implacable. Ella
sacudió la cabeza, preparada para darle una oportunidad más. —No tengo novio.
—¿Un amante?
Lauren abrió la boca y puso los ojos en blanco ante su insistencia sobre el tema. —
No.
—¿Buscando uno?
Maldita sea. Lo sabía. No se encontraba interesado en ella, sólo quería hacerlo
con ella. Le dio el beneficio de la duda, pero lo echó a perder. Es una pena. Levantó una
ceja y se preparó para disparar y derribarlo. —¿Té estás ofreciendo?
—Mm… hmm…
Negó con la cabeza y elevó los ojos al cielo antes de centrarse de nuevo en él. —
No lo creo.
Sonreía de nuevo, el hijo de puta. En lugar de notar que intentaba escapar,
sonreía como si fueran a tener hijos juntos. Abrió esos labios hermosos y preguntó—: ¿No
crees que eso sería bueno?
Jesús, este hombre pensaba que era un regalo de Dios para las mujeres. Lo miró
de arriba a abajo y luego negó con la cabeza. Repentinamente sintió algo de
remordimiento, pero nada bueno podía venir de un encuentro como éste. Enderezó
laespalda y se preparó para sonar firme y confiada, como si tuviera mucha experiencia y
no le gustara. Abrió la boca para hablar, orgullosa de sí misma cuando sus palabras
fueron suaves y frescas. —Nah. Eres demasiado guapo. En mi experiencia, los hombres
guapos no tienen idea de qué hacer en la cama. Y lo siento cariño, no tengo interés de
enseñarte. —Sacó el brazo de entre sus dedos y se alejó.
Logan miró su pequeña espalda rígida y el suave balanceo de su trasero mientras
salía del edificio y una bola caliente de necesidad lo llenó. Sabía que lo que sentía no
podía ser apaciguado por cualquier otra persona en un momento cercano. Levantó las
manos e hizo crujir los nudillos, como si se preparara para una pelea.
Oh, mierda. Que empiece el juego.
***
que estoy buscando es sexo. —Lo cual todavía se encontraba a debate, pero
Lauren quería conocer el razonamiento de Heidi.
Heidi hizo un sonido de desaprobación. —Porque te conozco, Lauren. No
tendrías sexo solo por diversión. No puedo aconsejarte hacerlo, y puedes mentirme y
decirme que lo vas a hacer, pero créeme, sé que no pasará.
—Sí, probablemente estas en lo correcto.
Heidi le dio una mirada astuta. —Oh, cariño. Siempre estoy en lo correcto en
cosas como éstas.
***
El jueves, a media mañana, Lauren colocó sus cosas sobre su mesa favorita y se
acomodo en una silla, soplando su café. Miró a través de la habitación y sus ojos se
estrellaron violentamente en el hombre sentado frente a ella. Era él. Su mirada sostenía la
suya,rehusándose a liberarla, y miles de mariposas enloquecieron en su estómago,
tratando de liberarse. Su mano comenzó a temblar visiblemente, y bajó la taza antes de
derramar su café.
El tipo no desperdició ni un segundo, se levantó y atravesó la habitación. Sacó la
silla opuesta a ella, se sentó con sus piernas ampliamente abiertas, cruzó los brazos, los
puso en la mesa frente a él, y se inclinó hacia ella.
La miró fijamente sin decir nada, y Lauren comenzó a hiperventilar. Cuando
siguió callado, sus ojos se ampliaron y finalmente encontró su voz. —¿Qué estás
haciendo?
Su mirada bajó a sus labios antes de mirarla otra vez. —No tomando un “no” por
respuesta. —Una sonrisa engreída y sin alegría torció sus labios y la fuerza de su presencia
imponente crepitó peligrosamente a través de la mesa.
2
Traducido por JackieC
Corregido por Andrea95
L
auren podía sentir el magnetismo sexual, incluso con el espacio que los
separaba. Era tan increíblemente fuerte, y sin duda una de las razones de
porque era tan seguro de sí mismo. Un pensamiento la golpeó: Un Alfa.
Su estómago hizo un extraño revoloteo y se horrorizó al sentir un calor líquido
caliente en su abdomen, así como una alarma silenciosa.
Su boca se abrió por voluntad propia. —No voy a dormir contigo. —Sus ojos se
abrieron y sus dedos agarraron la mesa. Oh, Dios mío. ¿Acababa de decir eso?
Un atisbo de risa salió de la garganta de él y levantó las cejas, sus ojos
observándola como si fuera el tipo de postre que había estado esperando toda su vida.—
Está bien.
Aún consternada por que expresó su pensamiento en voz alta, su acuerdo casual
combinado con el brillo de sus ojos la hizo sospechar inmediatamente. —¿Estás de
acuerdo con eso?
Su mirada mostro un brillo de propósito, sus ojos reflejaban una promesa
seductora mientras se tomaba el tiempo antes de contestar. —Por supuesto.
Mentiroso. Mentía. Lo sabía.
Pero había puesto las cartas sobre la mesa por lo que ahora podría jugar un poco.
—Está bien. —suspiró. Se humedeció los labios y trató de pensar en algo que decir para
romper, el silencio palpitante que había entre ellos.—Así que, ya sabes mi nombre. —
Arqueó una ceja mientras pensaba mejor lo que acababa de decir. Probablemente le
estaba dando demasiado crédito—. ¿Recuerdas mi nombre? —Sus facciones se volvieron
afiladas y la evaluaron, pero algo en ellas era insondable.
—Claro que sí —le respondió con un aire de plácida tranquilidad que Lauren no
compró.
Ella entrecerró los ojos con un dejo de incredulidad—. ¿Cuál es?
Él entrecerró los ojos mientras apartaba la vista, como si estuviera tratando de
descubrir algo, sus dedos dieron un golpecito en la mesa. Los nervios de Lauren no
podían calmarse mientras miraba sus dedos largos y bronceados.Tenía uñas romas
masculinas y parecían duras y callosas, como si trabajara en el exterior. Se volvió hacia
ella con una mirada burlona. —Vamos a ver. Algo con una “L”. Lisa, Linda, Leanna algo
por el estilo.
Lauren le dio una mirada que pretendía disparar dagas, pero tenía miedo de
haber fallado miserablemente. Él sonrió y rápidamente como una sorprendente
serpiente, se inclinó sobre la mesa y tomó su mano, como si fuera algo suyo por tomar.
Entrelazó sus dedos con los de ella hasta que el calor de su palma fue abrasador y
con voz áspera en tono cálido dijo—:Lauren.
Desde el toque de su mano, sintió electricidad recorriendo todo su cuerpo y se
formó una piscina entre sus piernas. Su interior se sentía como malvavisco líquido, y la
debilidad que superó su cuerpo la dejó sin palabras y sin oxígeno.
—¿Quieres saber mi nombre?—preguntó mientras la miraba, con la mano
sosteniendo la suya.
Exhaló un suspiro tembloroso cuando su voz profunda y oscura se deslizó por su
espalda y su mano callosa contra la de ella hizo el pensar casi imposible. —Supongo
que...no hay manera de salir de esto.
Le dio una mirada inquisitiva, como si fuera momento de tomar una decisión. —
Sí, la hay. Tú puedes gritar con toda tus fuerzas y te garantizo que los dos policías
sentados detrás de ti vendrán corriendo.
Con toda la fuerza de su atención puesta en ella, le tomó un momento a Lauren,
para que las palabras se hundieran en ella. Y cuando lo hicieron, se sentía desconcertada,
sorprendida y aturdida. —¿Hablas enserio? ¿Hay dos policías detrás de mí?
—Tal vez. —Se encogió de hombros—.Tal vez no. —Sus dedos se apretaron
alrededor de los de ella—. Pero acabas de perder tu posibilidad de gritar. —Su pulgar
acariciaba suavemente la parte posterior de su mano mientras sus ojos la devoraban—. Mi
nombre es Logan Crenshaw.
Logan Crenshaw. Un nombre masculino y fuerte. Le quedaba. Lauren dejo que
su nombre quedara en el aire y lo memorizo rápidamente como si fuera a tener gran
importancia en su vida. —Hola.
Un mareo vertiginoso se precipitó a través de ella, mientras la escrutaba como una
llama ardiente. —Lauren…—La voz con un dejo de interrogación, como si esperara que le
dijera rápidamente su apellido.
—Lauren Jacobs. —¿Se encontraba certificable loca? Y luego se obligó a hacer la
pregunta que había estado carcomiéndola, desde que lo vio hace unos minutos atrás—
.¿Sabías que estaría aquí hoy?
Tenía una mirada impasible, en blanco. —Tuve una corazonada.
Ante su respuesta, Lauren comenzó rápidamente a pensar de donde podría haber
recibido su “corazonada” y echó un vistazo al adolescente detrás del mostrador con una
mirada penetrante. —Debería dirigirme a él.
—No. Él sabe que soy inofensivo.
Lauren se volvió y miró fijamentela mano de Logan que todavía sostenía la suya, y
luego a los ojos.
—¿Lo eres?
No fingió no entender lo que ella decía. —¿Inofensivo?
—Sí.
—Claro —respondió de manera sucinta .Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
—¿Puedo tener mi mano de nuevo?
***
Lauren no le había dicho a Heidi sobre su próxima cita porque no quería oír el
tipo de conferencia a la que sería sometida si se enteraba. Así que los nervios de Lauren
no tuvieron escape y cuando entró en el restaurante en el lado sur de la ciudad donde
acordó reunirse con Logan, su estómago se hallaba atado en nudos de estrés.
Se puso de pie en la fila de la anfitriona y miró a su alrededor con cautela. Su
teléfono vibró casi de inmediato, lo levantó y leyó el texto: En el bar. Sus nervios se
intensificaron mientras se dio cuenta de que incluso ahora, estaba siendo vigilada.
Se negó a perder el tiempo enviando una respuesta y caminó alrededor de la línea
de la gente hasta encontrarlo en la zona del bar. Casi inmediatamente, vio su alta figura
permanecer de pie en el otro extremo del bar, y sintió las mariposas bailando alrededor
de su estómago y tratar de abrirse paso hasta la garganta. Jesús, era bien parecido.
Las luces se encontraban más bajas por la noche, y cuando se acercó lo suficiente,
él extendió la mano y enganchó la suya y tiró de ella hacia él, hasta que su torso se
estrelló contra el suyo. El aliento se le escapó como “zumbido” silencioso y sin esperar su
consentimiento, bajó la cabeza y su boca cubrió la suya en un beso tan inesperado que la
sorpresa la golpeó con fuerza.
Su mano liberó la suya y sus brazos se envolvieron alrededor de ella, agarrándola
fuertemente contra todo su cuerpo. Sus labios se separaron ligeramente de la sorpresa y
él tomó ventaja inmediata y empujó su lengua al interior. Lauren cerró los ojos y se vio
inundada con la ola del deseo más caliente que pudo alguna vez recordar haber sentido.
Cada pensamiento en su cerebro escapó de su cabeza y lo único que podía hacer era
colgar en sus brazos mientras la besaba como si ya le pertenecía. Ella tenía un solo
pensamiento loco, era como si hubieran estado juntos por siempre y se reunían después
del trabajo por milésima vez. Pero eso fue sólo una extraña sensación de dejavu, y el
tintineo caliente de los nervios excitados que sentía le dijeron que era sin duda la primera
vez.
A medida que su lengua se arremolinó lenta y firmemente en su boca, volvió la
cabeza y se ajustó para que sus bocas encajaran entre sí. Él tomó el control total del beso,
sus brazos reclamándola, bandas de acero sosteniéndola en su lugar. Su dominio era
absoluto, y sin embargo no se sentía amenazada por él, sólo un extraño sentido de
santuario que se mezclaba con un deseo que todo lo consumía con solo un toque. Sus
manos se posaron en sus bíceps, para explorarlos, y los dedos de él se deslizaron hasta su
culo y apretaron su carne.
Era como si un cable eléctrico los conectara; haciendo contacto en espiral a través
de ella hasta llegar a sus muslos. Sus piernas empezaron a temblar y justo cuando empezó
a olvidar que se encontraban en un salón lleno de gente, él levantó la cabeza. Finalmente
se acordó de abrir los ojos, y cuando lo hizo, se encontró con su mirada centrada por
completo en ella.
Cualquier sonrisa persistente que podría haber tenido se disolvió completamente.
De hecho, con los ojos entrecerrados, su expresión era algo que ella no pudo interpretar,
pero por alguna razón, parecía no muy feliz, pero tal vez leía demasiado en él. Continuó
sujetándola firmemente en el círculo de su abrazo, y se aclaró la garganta en la agitación.
—Hola —Fue todo lo que pudo decir.
Sus ojos se posaron en los labios de él antes de levantar lentamente la mirada. —
Hola.
Respiró entrecortadamente mientras su corazón latía salvajemente en su pecho. —
No me esperaba eso.
Sus ojos se ensombrecieron. —No lo planeé.
Lauren vio la verdad de esa afirmación en sus ojos, y mientras seguían mirándose
el uno al otro, y la multitud los empujaba, Lauren sintió un empujón por la espalda, y el
momento se rompió. Logan la sujeto entre sus brazos de manera protectora mientras
miraba por encima de su cabeza. Sus cejas se juntaron y la giraron hasta que estuvo lejos
de la multitud y la bloqueó con su cuerpo.
Lauren estaba a punto de sentarse en un taburete cuando la anfitriona llegó y los
llevó a la mesa. Fueron conducidos hasta el final a la parte trasera del restaurante, Logan
se encontraba a su lado, mientras que Lauren se deslizó en la cabina. Se mantuvo
totalmente fuera de balance cuando se deslizó junto a ella en lugar de tomar el asiento al
otro lado.
La anfitriona les dio dos menús y les dijo que su mesera no tardaría en tomar su
orden.
Logan abrió su menú y comenzó a escanear. —¿Qué quieres tomar?
Lauren miró la botella de cerveza que llevaba él en el bar. —Corona light.
La miró por el rabillo del ojo. —¿Sal?
—Oh, sí, definitivamente. Limón y sal extra.
Su mesera llegó y Lauren no pudo evitar darse cuenta que la chica no podía
apartar la vista de Logan. ¿Y quién podría culparla?
Tomaron la orden de su comida y bebida y se sentaron de nuevo. Logan no
comenzó a hablar de inmediato. Apartó la vista de ella, en la dirección opuesta, como
estudiando el restaurante, pero su mano se deslizó bajo la mesa y Lauren casi saltó fuera
de su piel al sentir la mano carnosa en su muslo.
Él debe haber sentido su sobresaltó porque se volvió y la miró. —¿Estás bien?
Lauren desenvolvió sus utensilios de la servilleta para ocupar las manos. —Sí.
Su expresión fue sospechosa mientras la miraba. —¿Estás de acuerdo con mi
mano ahí?
Ella exhaló un suspiro tembloroso. —¿Tengo alguna opción? —No quería una
elección, amaba que su mano estuviera allí.
Su mirada se volvió pensativa. —Tienes que aprender algo sobre mí, rápidamente.
Siempre tienes una opción. —Sus ojos la recorrieron—. Hay algo en ti —dijo, como para sí
mismo. La estudió atentamente con una mirada enmascarada—. Si te presiono
demasiado, quiero que me prometas ahora mismo que me lo harás saber ¿De acuerdo?
Lauren se quedó sin aliento. Eso sonaba serio. Nada como lo que ocurriría en
una primera cita, obtener conocimiento de este tipo de cosas. —Está bien.
—¿Entonces, estás de acuerdo con mi mano ahí? —preguntó de nuevo mientras
sus dedos se extendieron sobre su muslo y se apoderó de ella en una caricia sutil.
Ella asintió. —Mm-hmm. —Apartó la vista de nuevo, pero su mano se quedó
pegada a su muslo. Lauren no estaba segura de por qué seguía apartando la mirada de
ella, pero sabía instintivamente que todavía conservaba el cien por ciento de su atención.
La mano se deslizaba arriba y abajo de su muslo y su voz era cualquier cosa menos
casual cuando le preguntó—: Si te digo algo ¿Prometes que no creerás que te estoy
tomando el pelo en un pobre intento de conseguir llevarte a la cama?
— Sí, claro —dijo Lauren, preparándose para lo que podría decir.
Se volvió hacia ella y sus ojos la tragaron completa. Pasaron unos segundos y la
prolongada anticipación comenzó a calentar su sangre.
Por un momento, pensó que había cambiado de opinión y no iba a decir nada,
pero luego inhalo y con voz áspera dijo—: Tienes que ser la mujer más sexy con la que
me he encontrado en toda mi maldita vida.
Sus palabras calaron y mil puntos de luz se apresuraron a través de su sistema y la
atacaron con una necesidad tan fuerte que se sintió mareada. A pesar de que no lo
conocía, en realidad no, de alguna manera creía que le decía la verdad. Sus ojos nunca
dejaron los suyos y sólo podía responder con la verdad, a pesar de que fue un poco más
que un susurro. —Tú también eres muy sexy.
Sus ojos brillaron y sus labios se apretaron mientras su mano se deslizó un
centímetro en su muslo. —¿Cuánto tiempo crees que seremos capaces de mantenernos
fuera de la cama?—preguntó en un tono áspero, casi como si estuviera tan sorprendido
por la profundidad de la química entre ellos como ella.
Lauren se salvó de tener que responder porque llegaron las bebidas. Pero todo en
lo que podía pensar era la pregunta que acababa de hacerle y cómo ella podría distraerlos
a ambos de la misma. Movió la botella de la cerveza hacia adelante, tomó un limón y
cuidadosamente lo exprimió en la botella antes de dejar caer todo en el interior.
El observaba con atención el procedimiento. —Eres muy buena en eso.
Ella dirigió sus ojos a él y trató de recuperar un poco de control sobre la
situación.—Es un arte fino, ¿Sabes?
—Mm- hmm. —Tomó un trago de su propia cerveza y parecía tener su atención de
nuevo, pero Lauren sintió que su concentración nunca flaqueó.
Mientras él la miraba por el rabillo del ojo, Lauren levantó la botella y chupó un
poquito de sal con la lengua antes de levantar la cerveza y tomar un sorbo.
Él farfulló, puso la botella en la mesa de un golpe y se giró hacia ella
completamente. —Lo hiciste a propósito —acusó.
Ella se rio y lo hizo de nuevo, esta vez con un poco más de sal en la lengua. —No,
no lo hice.
—Sí, lo hiciste. —Él extendió la mano y tocó un grano de sal de su labio.
Era completamente caliente, verlo mirarla de esa manera. —Es la única manera
en que puedo beber cerveza. Tengo que ponerle mucha sal.
Él la miró estupefacto. —¿No te gusta la cerveza?
Se volvió hacia él con la botella en la mano y tomó otro sorbo. —La odio.
Su rostro se llenó de arrugas divertidas mientras la estudiaba. —¿Por qué la
pediste?
Ella sonrió e inclinó la cabeza hacia un lado. —Porque tú la bebías y quiero beber
contigo, pero no puedo.
—¿No puedes? —Sus ojos se estrecharon—. ¿Qué se supone que significa eso?
Lauren encogióun solo hombro. —Quiere decir que quiero una margarita, pero
voy a conformarme con una cerveza.
—¿Por qué no puedes tomar una margarita?
—Porque debo conducir y soy mala para tomar. Sólo tomaré la mitad de esta
cerveza, unos pocos sorbos antes de llegar al límite, porque de lo contrario no voy a ser
capaz de conducir.
La observó por tres segundos antes de responder—: Esa es la mierda más loca que
he oído.
—Pero no dudas que esté diciendo la verdad, ¿No?
—Oh, creo que estás diciendo la verdad. —Tomó otro sorbo de su cerveza antes
de continuar—. Es demasiado loco para que no sea verdad.
Sonrió, pero permaneció en silencio y en voz más baja continuó—: Así que ¿Solo
vas a tomar hasta llegar al límite? —La observaba con atención y una ligera sensualidad
pasó entre ellos.
—Sí —admitió.
Su mirada se agudizó en ella. —¿Por qué?
Cuando sus ojos se cayeron a sus pechos, la verdad salió de sus labios. —¿Por qué
me pones nerviosa?
Alzó los ojos hacia su cara. —¿Eso fue una declaración o una pregunta? —
preguntó.
Respiro hondo. —Fue una declaración, me pones nerviosa.
La expresión de él se volvió seria, con los ojos clavados sobre los suyos, con una
mirada que no podía identificar. —Cariño, si te hace sentir mejor, tú me asustas
demasiado.
El corazón de Lauren se sacudió y sintió un cosquilleo en la boca del estómago.
Trató de formar palabras, pero no pudo y justo en ese momento, los ojos de Logan se
vieron forzados a dejar los suyos cuando la comida llegó. Comieron en un silencio, casi
afable, pero no del todo, como una corriente de electricidad circulando sobre ellos que la
mantuvo al borde.
Él le hizo preguntas entre bocado y bocado.—¿Cuántos años tienes?
—Veinticuatro.
—¿De dónde eres? No eres de Texas.
—Ohio. —Estudió las arrugas alrededor de su boca—. ¿Cuántos años tienes?
Él le lanzó una mirada y ella preguntó—: ¿Qué? tú me preguntaste primero.
—Tengo veintiocho.
—¿Qué haces para ganarte la vida?
—Soy arquitecto.
—¿En serio? Eso suena interesante. Increíblemente difícil, pero interesante.
—Me gusta —respondió—. Estoy en el proceso de abrir mi propia empresa. ¿Qué
haces tú?
Su boca se torció. —Me siento en un cubículo todo el día y miro números.
—¿Eres algo así como una contadora?
—Sí, algo así. Hago un poco de contabilidad, pero mi profesión es analista
financiera. Y no es interesante. Es muy tedioso y aburrido.
—¿Por qué lo haces? —cuestionó.
—Obtuve mi licenciatura en finanzas. No me preguntes por qué. Era buena en
matemáticas y no sabía lo que quería hacer. Pero es un buen trabajo y paga las facturas.
Sus ojos viajaron sobre su cara y buscaron su expresión.—Supongo, que no puedes
pedir más que eso.
L
a noche siguiente, cuando el timbre de Lauren sonó un total de quince
minutos antes de lo que esperaba, casi tuvo un ataque al corazón. El
cabello y sus uñas se encontraban listos, pero no se encontraba vestida. Lo
que dijo él la noche anterior, justo antes de que la metiera al carro, resonaba en su
cerebro cada cinco segundos.
Corrió hacia la puerta de entrada en bragas y sujetador y miró a través de la
mirilla.
¿Qué demonios? Se suponía que los chicos llegaban tarde, no antes de tiempo. —
Todavía no estoy lista —gritó a través de la puerta.
—Está bien. Esperaré. Abre la puerta.
Esa profunda voz penetró a través de la puerta y su sistema, y se deslizó hacia
abajo para crear un pulso caliente entre sus muslos. —Todavía no estoy vestida. —Se las
arregló para decir débilmente.
—Entonces cerraré los ojos, puedes llevarme a una silla y ahí me sentaré hasta que
estés lista.
Tenía una respuesta para todo. —Está bien, espera un segundo. Déjame, agarro
una bata. —Lauren se alejó rápidamente y tomó una vieja bata púrpura. Era suave y
fresca, le llegaba a la mitad del muslo, pero cubría completamente donde necesitaba estar
cubierta. Se ató el cinturón y se dirigió de nuevo a la puerta—. Voy a abrir la puerta.
Cierra los ojos.
—Sí —dijo brevemente.
Cuando abrió la puerta, sus ojos permanecían cerrados como le pidió que hiciera.
Lo tomó de la mano y lo llevó a la sala de estar, y luego empujó su pecho, indicándole la
silla donde debería sentarse. Él ni siquiera se movió. —Hay una silla detrás de ti —le dio a
entender.
Levantó la vista y lo encontró con los ojos abiertos, enfocados con pasión sobre
ella. Sus estaturas eran dispares; él la sobrepasaba y se sentía pequeña y femenina a su
lado. Contuvo el aliento y trató de recordar que se hallaba completamente cubierta.
—Tienes una casa bonita —dijo, arrastrando las palabras como si no le importara,
sin apartar la vista de ella ni por un segundo.
—Ni siquiera has visto alrededor —advirtió en voz baja.
—Estoy viendo. —Las manos de él se posaron sobre sus costados y los dedos se
hundieron con fuerza en los huesos de la cadera, la seda de su bata se deslizó
sensualmente contra la piel como si cediera a la fuerza de su toque.
La sensación fue como una descarga eléctrica entre ellos y bajó de golpe hasta su
pelvis en una avalancha calurosa. —Oh, mierda. —Respiró pesadamente, sabiendo de
inmediato que se hallaba en problemas.
—Oh, mierda, es correcto —gruñó en respuesta mientras la agarraba de la cadera y
caminaba hacia adelante hasta que la espalda de ella chocó contra la pared.
Trató de descongelar las últimas neuronas que le quedaban y de desviarlo de su
objetivo. —Tienes algo con las paredes, ¿verdad?
—Sólo contigo. —Frunció el ceño como si estuviera desconcertado, pero eso no le
afectó en lo más mínimo.
Controlaba completamente los movimientos de ella con su torso. Poco a poco, la
dejó deslizarse hacia abajo hasta que se detuvo brevemente, sus piernas se extendían
sobre su musculoso muslo.
El impacto la golpeó con fuerza debido a la lujuria que la hizo entrar en pánico. —
Oh, mierda —murmuró de nuevo, mirando hacia abajo entre ellos durante un lapso de
segundo.
—Sí. —Sonó tan aturdido como ella se sentía y levantó los ojos hacia él. Mientras
bajaba la mirada, en los segundos en que sus miradas se encontraron, él levantó una
mano y aprisionó su pecho.
Abrió la boca y sintió que una oleada de calor humedecía sus bragas.
Avergonzada, el calor se propagó por sus mejillas al darse cuenta de que él
probablemente podría sentir su humedad en el muslo.
Se miraron el uno al otro durante dos segundos mientras el calor de ella
penetraba sus vaqueros azules y con un silbido de reverencia pura, él murmuró—:
Jesucristo —y pasó el pulgar sobre su pezón derecho antes de bajar la cabeza y la boca se
hundiera en la suya. Luces comenzaron a parpadear dentro de su cabeza, las mariposas
se arremolinaban en su estómago, y todo lo que Lauren podía hacer era colgar sobre el
círculo de sus brazos mientras él prácticamente violaba su boca con la lengua.
Mientras empujaba dentro y fuera de su boca, la mano se deslizó rápidamente
hacia abajo y desató la cinta de su cintura. Sacó uno de los lados de la bata, y su mano
volvió al pecho, ahora sólo cubierto por la seda del sujetador. Su palma lo envolvió por
completo, su mano apretó y una seductora necesidad sexual se propagó por todo su
cuerpo.
A pesar de que agarró su pecho con una demanda inflexible, levantó la mirada de
nuevo y capturó sus ojos. Pasó la mirada sobre sus facciones, sólo lo suficiente para con
voz roncadecir—: Mierda, mierda, mierda, eres increíble. —Y entonces su boca comenzó
a descender de nuevo.
Esa fue la llamada de atención que Lauren necesitaba, tensó su cuerpo y giró la
cabeza. —No —jadeó.
La mano dejo su pecho, serpenteó hasta su barbilla y giró su cara de nuevo. —
¿No?
***
Esta vez la llevó a unrestaurante de comida mexicanalleno. Hay una cosa por la
que le daría el crédito correspondiente. Simplemente le preguntó si la comida mexicana
estaba bien. Laurenestuvo en un poco más de un par de citas en su vida, y absolutamente
odiaba cuando el chico no tenía ningún plan, o esperaba que fuera siempre ella la que
dijera a dónde iban a ir o qué iban a hacer. Pero Logan no era así, y tenía que admitir que
apreciaba eso de él.
Una vez más se encontraba sentada en un reservado junto a él en vez de frente a
él.
Ordenó dos margaritas y se sentaron a leer los menús mientras esperaban a que
les entregaran las bebidas.
Aunque le dio el crédito por haber elegido el restaurante, en silencio Lauren
echaba humo por las palabras amenazadoras antes de que dejaran el apartamento.
Hombre de las cavernas.
El tipo era peor que un alfa. Era peor que las descripciones que Heidi le dio. Era
peor que lo que leyó cuando buscó en Google “macho alfa”.
Pero, Cristo. Quería dormir con él más que todo lo que quería antes en su vida.
Se avergonzaba de admitirlo. Gracias a Dios, sólo tenía que admitirlo para sí misma y
para nadie más.
—Háblame de esas lecciones de puta —le ordenó, tomándola por sorpresa.
***
—¿Puedes contar hasta tres? —preguntó con una voz ligeramente ominosa que le
envió ondas de excitación no deseadas a lo largo de la espalda.
Se sentía nerviosa y más que un poco perturbada. Excitada y un poco intimidada.
Una gama desconcertante de emociones la recorría mientras él permanecía de pie frente
a ella, mirándola fijamente y reduciendo los pensamientos en su cabeza a tonterías. Se
quedó en silencio, tratando de no estar de acuerdo con nada de lo que él pudiera estar
insinuando, sin importar la franja de calor que se establecía en su parte media.
Él dio el último paso que lo llevó a su espacio personal. Estirando la mano, tiró
de la correa de su hombro y dejó caer su bolso en el suelo a su lado. Dejó caer las manos
hacia abajo y rodeó cada una de sus muñecas al alcance de los dedos. —Viernes, sábado,
domingo —pronunció claramente mientras comenzaba a caminar hacia atrás, hasta que la
espalda de ella golpeó la misma pared contra la cual la tuvo la noche anterior. Le levantó
los brazos por encima de la cabeza y como su respiración se aceleró y se convirtió en
roncos jadeos, él agarró sus dos muñecas con una mano fuerte y llevó la otra hacia abajo
para levantarle la barbilla.
Presionó plenamente el torso sobre el suyo, sintiendo inmediatamente e
íntimamente su erección, caliente y dura, empujando contra el estómago. Sus ojos se
encontraron y mantuvieron la mirada. —Viernes, sábado, domingo —repitió—. Uno, dos,
tres —continuó, contando lenta y uniformemente.
Lauren se hundía bajo el hechizo más rápido de lo que podía controlar.
Conciencia sexual provocada por la fuerza de sus músculos y el acero de su excitación la
hicieron pensar lo imposible. —Uno, dos, tres —susurró, repitiendo como un loro, sólo
consciente en este momento de su polla, la fuerza vigorosa presionando contra ella y la
intoxicante necesidad que la tentaba a rendirse.
La mano de él se deslizó desde su barbilla hasta la fila de botones en su vestido y
los desabrochó en cuestión de segundos. Soltó sus manos brevemente, y con una fuerza y
determinación que la desarmaron por completo, la despojó de su vestido. Se encontró de
pie en sujetador, bragas y tacones de aguja, con el vestido arrojado a sus pies. Tomó una
aturdida respiración, le agarró las manos otra vez, sosteniéndolas rígidamente sobre su
cabeza.
—Una, dos, tres citas, mía. —Su voz era gutural, y mientras su boca se acercaba a la
suya, Lauren cerró los ojos y se rindió a lo que ambos querían.
***
Sostuvo sus dulces ojos azules con la mirada y llevó la cabeza de su pene a su
apertura. —¿Está bien?
—Sí —jadeó.
Empezó a empujar dentro, pero era estrecha y tuvo que ir despacio. Intenso
placer se deslizó por su espina dorsal por la apretada constricción rodeando su polla.
Continuó su implacable empuje hasta que estuvo completamente enterrado. Su cerebro
comenzó a gritar en señal de triunfo. Lauren, mierda, Lauren. La tenía ahora.
***
resto del mundo. Como si estuviera a salvo en sus brazos y pudiera dejarse llevar y
disfrutar de las sensaciones a las que la inducía, porque él cuidaría de ella.
Era una embriagadora y peligrosa combinación para sus sentidos. La primitiva y
agresiva fuerza, combinada con la sensación de refugio que experimentaba en su abrazo
la derretían.
Sintió un escalofrío corriendo a través de ella ante la caricia de su mano y de
repente su sexualidad durante mucho tiempo negada, eliminó cada pensamiento de su
cabeza. Lo único que quedó fue el ser sexual quedespertó de su latente sueño.
Él encontró un ritmo constante, y en cuestión de segundos, su vientre comenzó a
apretarse y fuegos artificiales comenzaron a explotar en su cabeza. Trató de retrasarlo,
pero no pudo. Se corrió rápido y con fuerza,teniendo suficiente presión para saber que la
seguía al borde.
***
Lauren cerró los ojos pero él no le dio mucho tiempo para recuperarse. Se
deslizó fuera de su cuerpo y fue al baño. Aturdida, escuchó el agua cayendo procedente
de la bañera. Regresó a la cama e hizo un intento de poner un paño caliente entre sus
muslos.
Lauren se apartó de él con atrasada vergüenza, descorrió las mantas y se zambulló
debajo de ellas.
Se puso de pie a un lado de la cama con una expresión en su rostro y una furiosa
erección.
Lo miró, confundida, con los ojos muy abiertos. —¿Tú no… tú no?
—¿No qué? —preguntó.
—¿No te… corriste?
Su expresión era llena de diversión. —Sí. La evidencia está en el condón en el
bote de basura. ¿Quieres verlo?
Comenzó a sacudir la cabeza, pero sus ojos permanecieron fijos sobre la erección
mientras el oxígeno quedaba atrapado en su garganta.
Llevó el paño de nuevo al baño y volvió a pararse sobre la cama. Lauren lo veía
desde debajo de la sábana.
Puso una rodilla sobre la cama y luego hizo un movimiento para tirar de las
mantas. Parecía como si tuviera toda la intención de tener otro ataque de sexo, pero
Lauren no creía que estuviera lista para eso todavía y se aferró con fuerza a la sábana. Lo
que experimentó dejó a su cerebro frito como un huevo, y por encima de todo,
necesitaba desesperadamente poner una pequeña cantidad de distancia entre ellos.
Incluso si esa distancia únicamente se componía por alguna ropa sobre el cuerpo
y escapar de la habitación.
Se deslizó en la cama hasta que su espalda estuvo contra la cabecera y levantó la
sábana hasta su barbilla. Los ojos de él se estrecharon sobre los suyos y se movió
***
O h Dios mío. Ella estaba loca. Estaba loca. Debe estar demente. ¿Cómo
podía gustarle esto? ¿Gustarle? Demonios, le encantaba. ¿En cuál
universo se encontraba correcto para ella encantarle la manera en que él
colgaba sobre ella, sosteniéndola abajo, manteniéndola a un lado de la cama mientras sus
pies aún se situaban en el piso?
¿Cómo podía gustarle la forma en que tenía sus rodillas empujadas hasta sus
caderas en una posición que la tenía bajo su irrefutable control? ¿Cómo el hecho que le
quitó su pantalón corto y sus bragasmientras dejó el resto de su ropa intacta la excitaba?
¿Cómo podía encantarle la sensación peligrosa de sus palabras hostiles golpeando su
cerebro mientras él golpeaba su cuerpo con el suyo?
¿Cómo podía encantarle la forma en que él estaba fuera de control, casi fuera de
sí mismo mientras la dominaba en la cama?
¿Cómo podía confiar en él lo suficiente para incluso ahora, sentir su inminente
orgasmo? Oh Dios, sabía cómo.
Fue por la mirada salvaje de alivio que cruzó por su rostro mientras se hundió en
ella en su primera embestida. Era por el hecho que él no fue capaz de tomarse el tiempo
de quitar el resto de sus ropas antes de unirse a ella. Ella sintió su necesidad que sólo
podía ser apaciguada con aquello, él no hubiese sido capaz de esperar por otro segundo
más.
Y era por la profundidad de su preocupación cuando pensó que podría estar
hiriéndola. Se detendría si le dijera; no tenía absolutamente ninguna duda de eso.
Era ese nivel de confianza que ya sentía en sus brazos que estaba jodiéndolatanto.
Así que sí, sabía por qué le encantaba esto. Mientras se hundía bajo el orgasmo
más asombroso que alguna vez había experimentado en su vida, sabía que tenía lo mejor
de dos mundos: tenía al absoluto hombre cavernícola en la cama… y otro que se
preocupaba por ella. Y él no era capaz de esconder nada de eso.
***
***
La noche de su cumpleaños, Lauren salió del dormitorio lista para salir. Logan le
preguntó la noche anterior que quería hacer y le dijo. Quería salir al club donde se
encontraría con todos sus amigos del trabajo y bailar toda la noche.
Parecía unplan bueno y razonable para ella y él estuvo de acuerdo. El problema
era, que él nunca había conocido a sus amigos del trabajo y se encontraba muy
preocupada que asumiera que serían todas mujeres.
Y no lo eran.
No era como si ella fuera una mariposa social, sin importar como su madre la
llamara, pero si tenía muchos amigos, tanto hombres como mujeres. Si vamos a eso, John
era probablemente su único amigo verdadero. Como era gay, Lauren se sentía cómoda
cerca de él y podía ser simplemente ella misma. Heidi invitó al resto de los hombres,
quienes estarían allí esta noche.
Lauren se agachó y agarró su bolso; y Logan se hallaba de pie, frunciendo el ceño.
—¿Usarás eso?
Lauren bajó la mirada y se vio. Usaba una blusa roja con los hombros
descubiertos, pantalones negros y zapatos de aguja. Subió la mirada. —¿Muy atrevido? —
Observó su mirada intensa y tuvo que sonreír—. Es atrevidamente conservador. Sabes que
estos son pantalones de lino de rayas.
No comentó y Lauren tuvo la impresión de que no podía. Casi reía; nunca antes
lo había visto ni remotamente sin palabras.
Sus ojos continuaban recorriéndola y cuando no dijo nada, ella dijo: —Vamos a
un club de baile. Tengo veinticinco años y ya sabes lo que dicen: solo eres joven una vez.
Estaré entre amigos y además, estoy segura que no permitirías que nada me dañe,
¿verdad?
Su mirada se deslizó a la suya y la examinó detenidamente. Su mirada se volvió
territorial y Lauren fue golpeada con la misma sensación débil que siempre tenía cuando
estaba cerca de ella. Mariposas empezaron a revolotear en su estómago y sus rodillas se
debilitaron. Caminó decidido y tomó un mechón de su cabello y lo enrolló alrededor de
su dedo hasta que se detuvo en su cuero cabelludo. Ella sintió el tirón de su cabello todo
el camino hasta la unión de sus muslos. —¿Acaso te escuché bien? —Las palabras salieron
de su garganta en un tono explosivo y brusco—. ¿Acaso me acabas de conceder el
derecho de ser el hombre que te proteja?
El corazón de Lauren empezó a latir ferozmente en su pecho. Escuchó la
pregunta a través de un rugido en sus oídos. Su comentario lo dijo sin pensarlo.
Realmente no había nada serio en su pregunta, así que ¿por qué él la tomó tan
seriamente y porque ella pensaba que era un repentino momento fundamental en su
relación? Intentó pensar, hacer funcionar el cerebro.
Ella lamió sus labios y trató de poner la pelota nuevamente en su cancha. —
¿Quieres… quieres ser ese hombre?
Su respuesta fue silenciosa. Un destello de calor explotó en sus ojos y empezó a
asentir, lentamente, de arriba hacia abajo. Con una mano alrededor de su cabello, su otra
mano envolvió su mejilla y levantó su rostro hacia él.
Bajó la cabeza y la besó, rápidamente y a la vez firmemente.
Él levantó su cabeza. —De acuerdo. El trato está hecho.
La mirada en sus ojos la asustaba demasiado. Asustándolaasí y excitándola hasta
más no poder al mismo tiempo. Su madre nunca le dijo que existían hombres así
viviendo en el planeta. Nunca nadie le advirtió. —Está bien, sí, sin emba… —comenzó a
decir.
La detuvo. —Sin peros.
Lauren se encontraba entusiasmada, nerviosa y en pánico. —Sí, hay un “pero”.
—Y, ¿cuál sería? —preguntó, lentamente y de forma concisa, pareciendo estar solo
siguiéndole la corriente.
—Supongo que eso significa que somos… exclusivos… —empezó, pero otra vez la
detuvo.
—Demonios sí. —Exhaló en un silbido posesivo.
—Bien, por lo tanto somos solo tú y yo, pero eso no significa…
—¿No significa qué? —preguntó de manera rápida, pero obviamente no queriendo
alguna condición en su relación en absoluto.
Entrecerró los ojos y se armó de valor. —Eso no significa que tú haces las reglas.
Necesitas entenderlo desde ahora. No eres mi jefe, no me dices qué hacer, qué usar, o a
qué hora debo estar en casa. Estamos juntos, pero no casados o algo por el estilo, soy una
adulta y lo he sido por un tiempo y hago mis propias reglas.
Sus ojos atravesaron los suyos pero Lauren logró darse cuenta que escuchaba su
mandato con cuidado y estratégicamente. ¡Maldito! Ella tenía razón. Había sido
estratégico todo el tiempo. Y de repente supo que si le dio la entrada o no, había
planeado tener esta confrontación con ella esta noche sobre… los límites. Y cayó en sus
manos con esa oración sobre él no permitiendo que nada la dañara. Realmente
debía tener cuidado de lo que decía cerca de este hombre.
***
1
Kraken: criatura marina descrita comúnmente como un tipo de pulpo o calamar gigante que, emergiendo
de las profundidades, atacaba barcos y devoraba a los marinos.
Sabía que tenía que calmarse, joder, porque Lauren lo había estado mirando
como si fuera Atila, El Huno desde que dejaron el apartamento. Una pequeña
insinuación de que mataría a quien la tocara y comenzó a mirarlo como si estuviera loco.
Sus ojos se mantenían en él, casi como si estuviera examinándolo, y sabía que ella
especulaba sobre su posible cordura o la falta de ella. Necesitaba mantener sus celos bajo
control y precisaba hacerlo ahora.
Tomó una respiración tranquilizadora.
Nunca podía dejarla descubrir cuan jodidamente celoso era.
***
Mientras la noche transcurría, Lauren veía a Logan detrás de sus pestañas. Parecía
estar manejando todo bien. Se reía y hacía bromas con sus amigos, y fue casi agradable
con John y Nico, a quienes Heidi insistió en invitar.
Pero había algo en el comportamiento de Logan que Lauren no creía. Parecía casi
artificial, a pesar de que no podía decir exactamente por qué. Se dio cuenta que al
llevarlo allí, alrededor de sus amigos y compañeros de trabajo, lo ponía a prueba.
Verdaderamente le agradaba Logan, ya le importaba profundamente. Era
increíble, realmente asombroso, en la cama. Hacía que su interior se estremeciera y el
pensamiento de romper con él la ponía extremadamente triste, molesta si decía la verdad.
Sin embargo habían sido capaces de llevarse bien; ellos debían ser capaces de
tener una vida social que incluyeraa más personas. Pero esto era muy nuevo, y él era
muy, muy intenso.
Sí, intenso. Esa era la palabra.
Él necesitaba bajarle el tono a esa mierda si esperaba que la relación madurara a
algo más.
Y mierda, ¿no sería eso increíble? ¿Experimentar esa atracción sexual todo el
tiempo? ¿Tener a ese pedazo de hombre manejándola en la cama por un futuro
indefinido?
Sí, quería eso. Si solo pudiera bajarle el tono un poco.
Ella debía ser capaz de mantener su identidad, ser ella misma. Era pronto, muy
pronto para empezar a ceder ante él.
Si cedía muy pronto, la controlaría más rápido que un abrir y cerrar de ojos.
***
Logan pensó que lo hacía excepcional y jodidamente bien hasta que el jodido
John invitó a Lauren a bailar y sin avisarle siquiera, tomó la mano del maldito y fue a la
pista de baile con él.
Cuando ella se levantó y caminó junto a él, su sien empezó a palpitar y la tensión
llenó sus músculos.
La canción era una rápida, pero casi había terminado y para el momento en que
llegaron a la pista de baile, la música se volvió lenta. Logan hizo un puño con sus manos y
apretó los nudillos bajo la mesa y esperó, sin saber lo que haría o si al menos conseguiría
controlar sus reacciones. Cuando ella abrazó al hijo de puta y empezó a bailar con él, vio
rojo y empezó a contar.
¿Exactamente cuántas malditas semanas había estado Logan durmiendo con ella?
¿Era jodidamente pronto? ¿Podía razonablemente ir allá y darle un puñetazo en esa
maldita cara, sacar su culo de allí, llevarla a casa y explicarle cómo demonios sería a partir
de ahora?
Logan mantuvo sus ojos pegados en ella y podía ver que Lauren le devolvía la
mirada. Bailaba con el otro chico, pero lo miraba. Y así, como un bombillo
prendiéndose, lo supo. Era una jodida prueba. Lo probaba para ver si podía mantener su
trasero en el asiento y no hacer una maldita escena.
Maldición. Quería darle una gran paliza al hombre. Nada, absolutamente nada, lo
complacería más.
Tomó cinco respiraciones profundas y lentamente contó hasta diez, y luego hasta
cincuenta. ¿Podría soportar el baile? Ni siquiera pensar en si ella bailaría o no con el
hombre nuevamente. Incluso en su cerebro, no podía llegar hasta ahí. Una maldita cosa a
la vez.
Tenía que tomar una decisión. Si quería mantenerla, y lo quería, tenía que
sentarse aquí y probar… ¿Qué? ¿Qué no era un animal?
¿Ella pensaba que era un animal?
Bien. Se sentaría ahí, cuidaría su bebida y sería agradable. Podía ser agradable
cuando debía hacerlo. Pero después, cuando le quitara la ropa…
La canción terminó seguida por una ronda de música lenta. John levantó las cejas
preguntando, pero Lauren sacudió la cabeza y comenzó a dirigirse de nuevo a la mesa.
No habían dado dos pasos antes de que Nico llegara a ellos y le robara la mano
de Lauren. Sin saber que había un problema, John se alejó la pista de baile y dejó sola a
Lauren enfrentando a Nico. Lauren sacudió la cabeza con una media sonrisa, intentando
salir de esto sin ninguna repercusión.
—Oh, vamos, Lauren, ya bailaste con John —comenzó Nico, beligerante.
—Lo sé, pero estoy cansada me siento un poco mareada y...
Sus palabras fueron cortadas cuando le dio una vuelta y envolvió los brazos a su
alrededor, preparándose para bailar con ella, le gustara o no. Sus manos fueron a su
pecho y comenzó a empujarlo.
Él retrocedió y quedó un poco sorprendido de que ella hubiera sido capaz de
sacárselo de encima tan rápidamente. Le tomó un momento darse cuenta de que Logan
tenía a Nico por el cuello de la camisa, la expresión de la cara de Logan presagiaba
problemas, grandes problemas.—¿Qué diablos crees que estás haciendo, idiota? Te dijo
claramente que no quería bailar.
—Vete a la mierda, pedazo de mierda —dijo Nico a Logan—. Tú no la mereces.
Lauren reconoció el destello de emoción que brillaba en los ojos de Logan.
Parecía como si finalmente hubiera encontrado a alguien con quien sacar la ira de su
sistema. Y por desgracia para Nico, pasó a ser esa persona. No había duda en la mente de
Lauren que Logan se hallaba a punto de golpearlo. Torció su brazo hacia atrás y se
encontraba a punto de dar rienda suelta cuando fue detenido abruptamente por dos
grandes, robustos gorilas. —Eso es suficiente. Ustedes tres, afuera. Ahora.
Logan lo soltó al instante con una mirada de resentimiento. Sus fosas nasales
dilatándose, sus piernas separadas, pero todo lo que hizo fue tomar la mano de Lauren y
dijo—: Ya nos vamos.
Logan le dio tiempo a Lauren para tomar su bolso, pero aquello fue todo. La
acompañó fuera de la puerta bajo la atenta mirada de uno de los de seguridad. La
empujó a su camioneta y encendió el motor. —El cinturón de seguridad.
Lauren buscó la hebilla, la cabeza girando. —Lo siento por eso. Nico es un idiota
a veces. Heidi lo invitó, no yo.
Mientras Logan se dirigía a la calle, dijo—: Eso fue culpa tuya.
—¿Mi culpa?
—Si no hubieras estado bailando con el otro hijo de puta, riendo, bromeando y
coqueteando tanto como si estuvieras malditamente soltera, entonces ese idiota no habría
pensado que podía tener una oportunidad. Tú les diste la impresión equivocada y
esperabas que me sentara sobre mi trasero y vieralo que pasaba. Sí, fue tu culpa. —Hervía.
—Logan...
Logan se detuvo en una luz roja y se volvió hacia ella, la ira en las líneas claras de
su rostro. —¿Qué?
Lauren respiró profundamente y confesó—: John es gay y todo el mundo
incluyendo Nico, lo sabe. —Si las miradas pudieran matar, Lauren hubiera sido una mujer
muerta.
—Gay —dijo Logan, su boca se mantuvo rígida—. Tú no lo mencionaste. ¿No es
así?
—Sí, fue un descuido.
—Tonterías. El tipo no te miraba como si fuera gay. Te miraba como si quisiera
follarte.
La garganta de Lauren se cerró al sentir su animosidad. —No, te equivocas. Trata
de protegerme, eso es todo. Y lamento no habértelo dicho, fue un descuido.
—Mierda. Me probabas. ¿Y quién mejor para ponerme a prueba con alguien que
no es una amenaza para ti?
Logan presionó los frenos e hizo un giro en u. —No ibas a decirme que el tipo es
gay. Ibas a dejarme dar rienda suelta a mis celos.
Cuando hizo el giro, Lauren sintió casi desmayarse. —¿A dónde vas? No puedes
volver allí.
—No voy a volver allí. Estar cerca de un basurero lleno de gente es la última cosa
que quiero ahora. Además, nos echaron, ¿recuerdas?
¿No quería estar rodeado de gente? Lauren tragó cuando vio el disgusto
perturbador claramente escrito en su rostro y en la forma rígida en que se contuvo. Se
aclaró la garganta. —Entonces no entiendo. ¿Por qué diste la vuelta?
—Vamos a ir por aquí.
—Pero yo vivo por allá —dijo Lauren en voz baja mientras señalaba a su espalda.
—Sí, y yo vivo por aquí. —Logan mantuvo los ojos en la carretera y ladeó la cabeza
hacia adelante.
Lo miró, analizando su declaración. —No me has preguntado si quiero ir a tu casa
contigo.
—No, y tampoco lo haré.
Lauren quedó hechizada por ese anuncio lacónico y por sus gruesas muñecas, que
agarraban el volante. —Logan.
Miró hacia la izquierda y a la derecha, y rápidamente estacionó el auto en un Wal-
mart de veinticuatro horas mientras apagaba el motor. —Es hora de dejar esta mierda en
claro. —Su voz sonaba tan gutural, tan primitiva que Lauren sabía que se hallaba a punto
de dar rienda suelta a la personalidad dominante que trataba tanto de ocultar. No se dejó
engañar; sabía lo que había debajo de esa delgada apariencia de urbanidad desde el día
que lo conoció.
Comenzó a sacudir la cabeza. —No, no es el momento de dejar la mierda en
claro. Es demasiado pronto para estar haciéndolo.
Su boca se apretó y sus músculos se tensaron en su cuello por la ira. —De
acuerdo. Lo dejaré pasar por ahora. Pero contéstame una maldita pregunta porque estoy
enfermo y cansado de esta mierda de andar de puntillas a tu alrededor. —Las manos de
Logan se envolvieron alrededor del volante tan fuertemente que los nudillos se pusieron
blancos.
¿De puntillas a su alrededor? Mierda ¿había actuado de puntillas a su alrededor?
¿Cómo demonios iba a actuar si no lo hubiera estado haciendo? —¿Qué? —preguntó, casi
con miedo de saber cuál era la pregunta.
—¿Me tienes miedo? ¿Crees que iré hasta el final y te lastimaré o algo así? —
Volvió la cabeza para mirarla, y queella pudiera ver la expresión en sus ojos—. Porque no
lo haré. —A medida que sus palabras se silenciaron, su expresión se volvió agonizante. La
recorrió con la mirada, y su mirada de anhelo dejó al descubierto su ansiedad expuesta.
Lauren lo miró, insegura de cómo debía responder. Exactamente, no le temía. No
pensaba que pudiera lastimarla. De hecho, no lo dudaba en absoluto. Se sentía
completamente a salvo con él. Pero...no se sentía tan segura de que no le haría daño a
otra persona o un agujero en la pared o algo parecido. —No creo que me harías daño, no.
—Nunca te haría daño. —Su voz era firme.
Lo observó un momento antes de contestar—: Eres muy, muy intenso, Logan.
—Sí, lo entiendo. —Exhaló profundamente—. Entonces, aquí va la pregunta,
¿puedes manejar esto?
—Yo... yo.
—Porque necesito saberlo pronto, maldición. Si quieres terminarmeentonces
tienes que hacerlo ahora. No puedo cambiar la forma en que soy, Lauren. Cuanto más
tiempo sigamos... No sé.
—¿Qué? Cuanto más tiempo sigamos, ¿qué? —Deseaba saber; necesitaba saber.
—No sé. Estoy sintiendo cosas más profundas.
—¿Te ha pasado con otra...?
—¿Otra qué? —preguntó cuándoella no terminó su pensamiento.
—¿Otras mujeres... con las que has terminado por tu intensidad... ?
—Diablos, no. Nadie jamás me ha abandonado y estoy malditamente seguro de
que no ha habido una mujer que...
—¿Qué? —le preguntó en voz baja.
Su mirada se fijó en su rostro, y su expresión se llenó de una confusión
desgarradora. —Me haya jodido así, me haya hecho sentir de la forma en que tú lo haces.
El corazón de Lauren se apretó y volteó. El estómago le dio un vuelco y se movió
un poquito más cerca de él.
Él lo notó y quitó una mano del volante y la envolvió alrededor de su cuello,
masajeando en forma circular. Su frente aterrizó en la de ella. —Pasé tu ridícula prueba,
ya sabes. —Su voz, aunque baja, goteaba satisfacción—. Lo estaba haciendo bien hasta que
el segundo hijo de puta te presionó para bailar con él cuando yo sabía que no querías
hacerlo.
—Lo sé —dijo simplemente.
Levantó la cabeza y la miró fijamente. —Pasé tu prueba. —Reiteró en un tono
vulnerable que jaló las fibras del corazón de Lauren.
Había pasado su prueba.
—Sí, lo hiciste.
—No quiero que me hagas pasar de nuevo por esa mierda. Creo que una vez en la
vida es suficiente, ¿de acuerdo?
Su tono recuperó la fuerza que estaba acostumbrada a oír de él. —Está bien. —
Estuvo de acuerdo.
—Muy pronto va a ser hora de dejar las cosas en claro, ¿sabes? —demandó en un
tono ronco.
Sabía que no pospondría la hora de la verdad para siempre, pero ese día no había
llegado todavía. —Lo sé, pero aún no.
Su dedo bajó por su mejilla y luego se redujo a acariciarle el brazo sensualmente.
—¿Confías en mí lo suficiente para que me dejes llevarte a casa?
El corazón se agitó y luego se puso a toda marcha. —Sí —respondió, fácilmente y
de manera inequívoca.
***
Mencionó dónde vivía, pero nunca había estado en su casa anteriormente. Se
dirigió a la parte sur de la ciudad, a un exclusivo barrio residencial cerca del Centro
Espacial.
Lauren casi contuvo la respiración mientras se dirigía a su casa por primera vez.
Aparcó en el garaje, y caminaron por la puerta trasera. Pero inmediatamente, pudo ver
que no tenía ni un gramo de habilidades en decoración en lo absoluto. Le dijo que
compró la casa hace unos tres años. La casa era grande y bastante nueva, pero era una
casa de hombre, con todo el concepto hombre de las cavernas.
Se dio cuenta de una cosa inmediatamente. No había basura esparcida alrededor.
Todo se situaba en perfecto orden y parecía tener un lugar.
Pensó en su apartamento y lo que él pensaría. Mantenía la sala de estar
razonablemente ordenada porque le gustaba de esa manera, y después de todo, nunca
sabías cuándo alguien podría pasar por ahí. Y su cocina siempre se encontraba limpia,
porque, bueno, debía mantener la cocina limpia. Pero su dormitorio... Dios mío, ¿qué
debe haber pensado de su dormitorio? Por lo general se cambiaba de ropa cuatro o cinco
veces antes de hallar lo que quería usar, y como el armario era muy pequeño y apenas
contenía la mitad de sus cosas, tenía las camisas, las faldas y zapatos esparcidos por todas
partes alrededor de su dormitorio.
Lauren empujó el pensamiento a un lado y se centró en la casa de él. Le encantó
de inmediato y sabía que existían dos razones. La primera era que era muy obvio que
ninguna otra mujer había puesto su marca en la casa de ninguna manera. No había nada
femenino en ella, nada que indicara que una mujer alguna vez había vivido aquí. La
segunda cosa es que debido a que era el lugar de un hombre, Lauren era suficientemente
mujer para ser capaz de dejar pasar todas las cosas de hombres y mirar el lugar como si
fuera una paleta en blanco.
La casa tenía líneas maravillosas y si las cosas seguían por el camino que iban, se
podía ver así misma viviendo allí.
Lógicamente, por el momento se guardó ese pensamiento para sí misma. A pesar
de que sabía que él tenía las cosas en su mente como algo de largo plazo,por todas estas
“conversaciones” que quería tener, no creía que su cerebro estuviera listo para hablar
dematrimonio y ella no se encontraba lo suficientemente lista como para comenzar a
insinuarlo. Así que no había tiempo.
Pero su casa era definitivamente potencial. Podría trabajar en ella y hacerla
hermosa si aquel momento se presentaba.
Lauren retrocedió cuando él encendió algo más de luz y luego se volvió hacia ella.
Quitó la pequeña bolsa de su brazo y la lanzó a la mesa de café. Tomando su mano, la
condujo a un conjunto de puertas francesas, apagó las luces de la sala y encendió un
interruptor, de manera que el patio se iluminó con luz tenue. Lauren se quedó sin aliento
cuando una piscina que no había notado que estaba allí quedó a la vista.
El interior de su casa puede necesitar atención, pero el exterior era simplemente
hermoso. Mientras miraba afuera, presionó su pecho contra su espalda y agarró sus
muñecas con las manos y las mantuvo acada lado. Su boca se deslizó a su oído, y tomó el
lóbulo entre los dientes con la suficiente fuerza para hacerla gritar y calor despertó en su
estómago. Lauren expulsó un suspiro superficial.
—Lo que me hiciste esta noche, no volverá a ocurrir. —Así de fácil, el chico
vulnerable de Lauren se había ido y su macho lleno de testosterona volvió.
Se quedó cautiva contra el frío cristal del panel de la puerta; calor saturándole los
sentidos. —¿Lo entiendes, Lauren?
—Sí. —Respiró suavemente.
Colocó sus manos en la puerta y presionó sus palmas aplanadas contra el cristal.
—Mantenlas allí. No te muevas —ordenó con una voz que goteaba masculinidad flagrante.
Sus manos alcanzaronel frente de ella, desabrochó su pantalón corto de lino, y
rudamente lo empujó al suelo. Lauren se sacudió pero él controló fácilmente sus
movimientos. —No te muevas —dijo de nuevo. La respiración le salió entrecortada—. Sal
de tu pantalón corto.
Lauren levantó un pie y luego el otro, y el pateóel pantalón corto y las bragas que
arrastró con ellos por el piso de baldosas. Pasó una mano sobre su trasero, por sus
muslos y la espalda otra vez. —Dime lo que quieres —dijo en un tono bajo que vibraba a
través de ella.
Lauren temblaba ahora y cerró los ojos mientrascon sinceridad le respondió—: A
ti.
—Ahh, eso sí que es bueno, cariño. —Su mano llegó entre sus piernas por detrás y
separó sus pliegues. Rodeó su clítoris sólo una vez antes de deslizar el dedo hasta el
fondo. Inundada con calor, dejó escapar un gemido ahogado y él controló la sacudida
que hizo con su torso sobre el de ella—. Eso es bueno de verdad, nena, porque estás a
punto de tenerme.
6
Traducido por JackieC& Aleja E
Corregido por AlysseVolkov
L
auren sintió que Logan ajustó sus pantalones y en segundos, removió el
dedo. La cogió por las caderas, y dejó que sus piernas colgaran hacia abajo.
Extendiendo sus muslos, se movió entre ellos y comenzó a hundirse
dentro de ella. Sintió la sensación de que la estiraba, un río fundido de calor en cascada la
atravesó y un cálido dulce dolor, comenzó a construirse en su vientre.
La estiró hasta que estuvo completamente dentro, y se quedó así, negándose a
bombear no importándole cuanto se moviera sobre él.
—¿Te gusta eso, nena?
—Sí —dijo jadeando—. Por favor.
—Está bien, cariño. —Salió y se deslizó de nuevo, lenta y dolorosamente pero con
firmeza, hasta que estuvo dentro de nuevo. Se mantuvo allí y Lauren pensó que iba a
volverse loca.
Su boca vino a su hombro y la mordió, antes de levantarse y empalarla una vez
más.Descargas eléctricas golpearon su pelvis y la lanzó a una espiral de caliente deseo.
—La próxima vez que armes algo como lo hiciste esta noche, lo mejor es que estés
preparada para las consecuencias. —Se deslizó dentro y fuera, bombeandode forma
enérgica, lo que la dejó sin aliento y envió corrientes de placer por su espalda. Se quedó
quieto de nuevo, empujando contra la abertura de su seno con una amenaza implícita
que le obstruyó la garganta a Lauren—. No me hagas probar en un lugar público a quien
le perteneces. —Golpeó de nuevo, su polla embistiendo dentro, solo para quedarse
inmóvil de nuevo—. Porque, créeme, lo haré, y las cosas se tornaran muy malas. ¿Esos
dos gorilas? Los podría haber tendido al piso en menos de tres segundos. No incites un
tipo delante de mí y creas que puedes controlar mi reacción.
Comenzó a golpear, firme y uniforme, y con sus advertenciasresonando en sus
oídos, Lauren sacó todo de su cerebro a excepción de él y lo que podía hacerla sentir.
Sus golpes eran duros, constantes, su erección tan grande y caliente en su interior, que el
placer era casi imposible de creer.
¿Podría alguna vez estarasí con alguien más? ¿Lo sentía él también? ¿Era esa la
razón por la que era tan salvaje, actuando de manera tan agresiva?
Mientras bombeaba dentro de ella, tomó su muñeca y la rodeó con sus dedos en
una declaración de posesión. Sintió la acción provocadora en un escalofrío de
anticipación sobre su piel. Estaba húmeda y excitada por él, podía sentir el anhelo en la
boca del estómago. Deseo extendiéndose a través de su torrente sanguíneo, y cada vez
que salía, colgaba en un precipicio hasta que lo sentía de nuevo en su interior.
—Ahh, eso es bueno —murmuró él a su oído.
Lo único que fue capaz de hacer, fue gemir en respuesta.
—Lauren.
Gimió mientras él continuó asaltando sus sentidos.
—Lauren —espetó una vez más, mientras se sostenía en su entrada, listo para
empalarla una vez más—, ¿me oyes?
—Sí. —Se las arregló a decir cuando una nueva ola de calor la envolvió.
—Eres mía, nena —dijo tan suavemente que fue sacudida por ello. Continuó en el
mismo tono pero con un hilo de la fuerza añadió—: Será mejor que te acostumbres a la
idea. No es algo que se irá, y será mucho más fácil para nosotros si no te resistes a lo que
sabes que es cierto.
Lauren oyó su demanda y supo que tenía razón. Era suya. No sabía exactamente
cuándo o dónde cruzaron esa línea, pero mientras estaba de pie contra el frío cristal
esperando el impacto de su empuje, le dio lo que quería. —Sí, Logan. Soy tuya.
Ante sus palabras, golpeó de nuevo con un impacto y necesidad que sonó en su
mente y catapultó su mundo a la estratosfera.
***
Veinte minutos más tarde, Logan se reunió con ella mientras volvía de tomar una
ducha. Su cabello se encontraba mojado y usaba una de sus camisetas. Le sonrió y luego
se acercó y puso las manos sobre sus hombros.—Feliz cumpleaños—dijo, en voz baja
mientras acariciaba su espalda.
Por supuesto, no era la primera vez que se lo decía esa noche, pero aún así,
Lauren sintió calidez de sus simples palabras. Al mismo tiempo que sentía su toque,
también sintió algo frío en su cuello mientras los dedos se movieron sobre su piel. Le
levantó el cabello y lo colocósobre su hombro mientras algo cayó alrededor de su cuello y
cerró el broche en la parte posterior de su cuello.
Aturdida, levantó una mano y sintió el collar justo por debajo de la clavícula. —
Gracias —susurró, tratando de ver lo que le dio, pero sin un espejo.
La besó en la frente y le llevó de la mano a un espejo en la pared. —¿Quieres ver?
—Sí —respondió.
Le dio la vuelta y Lauren reprimió un jadeo de asombro al ver las delicadas joyas
alrededor de su cuello. Era un hermoso collar, pero lo que llamó su atención fueron las
esmeraldas y los diamantes en la base del collar que formaban una hermosa e intrincada
letra L.
Sus nervios se inquietaron cuando alzo la vista, sus miradas se conectaron en el
espejo. Su mirada era intensa, convincente, y cualquier sonrisa que pudiera hacer habido
desapareció mientras extendió la mano y tocó tanto las esmeraldas como su piel con una
inflexible posesividad.
En ese momento, lo supo sin que hubiera lugar a dudas. La letra L no era por
Lauren. Oh no.
Era de Logan, con eso la marcó como suya, y la verdad de eso se vio reflejado en
la satisfacción que ardía en sus ojos.
***
Diez días después, Logan golpeaba la puerta de Lauren, pero no respondía. Sabía
que se encontraba en casa, vio su coche en el espacio donde normalmente estacionaba
mientras subía las escaleras a su apartamento. Subestimándola, no habló con ella ni le
envió mensajes desde la mañana anterior, pero pensó que ella sabía que vendría.
Lo hacía casi todas las noches.
Volvió a llamar y se apoyó en la puerta y esperó.
Después de unos cinco minutos, mientras intentaba no imaginar escenarios
ridículos y locos finalmente escuchó algo arrastrándose detrás de la puerta y la voz
diciendo—: Sólo un minuto.
La cadena tintineo, y la puerta se abrió. Se tambaleó frente a él, y extendió la
mano para sostenerla. —No te acerques—murmuró mientras volvía la cabeza—.
Probablemente soy contagiosa.
Se veía fatal, el cabello le colgaba como cuerdas flojas alrededor de su pálido
rostro y tenía la nariz roja.
No perdió el tiempo y sin pensar mucho en ello, puso un brazo detrás de su
espalda y otro debajo de sus piernas y la alzó en brazos. —Sí, no tienes que preocuparte
de que me contagie, nunca me enfermo. —Cerró la puerta con su bota—. ¿Dónde quieres
que te deje? ¿En la cama o en el sofá?
—El sofá está bien.
—Muy bien. Por ahora.—Caminó hacia el sofá, su peso insignificante en sus
brazos, y suavemente la colocó allí—. Necesitas algo para cubrirte.
—Hay una manta en mi cama—logró decir antes de que le diera un ataque de tos.
Logan se dio la vuelta y entró en la habitación, que parecía como si un huracán la
hubiera golpeado. Tomó la manta y un par de almohadas, luego se dirigió hacia donde
ella se encontraba. Le entregó una almohada, y la ayudó a poner la otra en su espalda.
Luego la arropó con la manta.
Tiró de ella hasta la barbilla y se estremeció.
Frunció el ceño y puso su palma en la frente, luego en la mejilla. Ardía. —¿Has
tomado algo para la fiebre?
—No. Ocurrió todo de repente. Tenía la garganta rasposa esta mañana cuando me
fui a trabajar, cerca del mediodía tuve dolores y escalofríos. —Levantó la mirada triste con
los ojos inyectados en sangre—. Creo que estoy muy enferma.
Su mano se suavizó en su mejilla. —¿Tu lo crees, cariño?—preguntó con una voz
que reflejaba un toque de humor y conmiseración. Se sentó en el borde del sofá, frente a
ella. Levantó una de sus manos, y disimuladamente se aseguró de que tuviera un pulso
fuerte. No había ninguna razón para pensar que no lo tendría, pero nunca se sabía, y
quería asegurarse.
Cerró los ojos y permaneció en silencio, luciendocomo si disfrutara de la
sensación de su mano en la piel caliente.
—¿Quieres que te lleve a urgencias?
Negó con la cabeza sin abrir los ojos. —No creo que sea algo que amenace mi
vida—dijo con diversión, como si estuviera exagerando.
—Estás obviamente con fiebre. Has una cosa por mí, ¿de acuerdo?
Abrió un ojo y lo miró a través de la abertura en el párpado. —Está bien.
—Inclina la cabeza hacia abajo y comprueba si puedes poner el mentón en el
pecho.
Lo miró como si estuviera loco, pero hizo lo que le pidió antes de levantar la
cabeza de nuevo.Arqueó una ceja cuestionando.
—¿Eso no dolió? —preguntó.
—No.
Tragó saliva con alivio. —Está bien. Supongo que vas a vivir.
—¿Qué fue todo eso?
—No lo sé. —Se encogió de hombros—. Es algo así como una rápida verificación
de la meningitis Mi madre siempre nos hacía hacerlo cuando enfermábamos.
Cerró los ojos de nuevo. —Es bueno saberlo.
—De todas formas, tengo que conseguirte algo para la fiebre.
—Está bien —acordó débilmente.
—¿Tienes algo aquí?
—Cajón superior en el baño —respondió mientras se acurrucaba en la manta.
Logan fue al cuarto de baño y abrió el cajón superior. Estaba lleno hasta el tope
de calmantes y analgésicos, junto con unas tijeras, un martillo, tampones, envases abiertos
y sin abrir de cosméticos. ¿Ella no tenía ni pies ni cabeza para nada? Sacudiendo la
cabeza, cogió un par de botellas de medicamentos, fue a la cocina y le dio un vaso de
agua.—Aquí tienes.
Le ofreció el ibuprofeno, paracetamol, y una medicina para el resfriado que sabía
que contenía un antifebril. —¿Cuál quieres?
Ella abrió un ojo de nuevo y gimió mientras trataba de sentarse.
Dejó caer los medicamentos y la estabilizó, y luego la levantó lo suficiente para
que fuera capaz de tragar. —Es ibuprofeno ¿de acuerdo?
—Sí.
Sacó dos pastillas y ella las tomó. Sostuvo el vaso a sus labios, hasta que las tragó.
Una a la vez.
Cuando se relajó contra los cojines, se sentó a su lado y le quitó el pelo de la
frente, tratando de hacerla sentir más cómoda. —¿Tienes hambre?—le preguntó mientras
sus ojos se cerraban.
Negó con la cabeza.
Estudió cuan pálida se veía. —Permíteme decirlo de otra manera… ¿has comido
algo?
Negó nuevamente. —No, no quiero nada.
—Nena, por lo menos tienes que mantenerte hidratada. Te prepararé un poco de
sopa.
—No tengo ninguna—murmuró.
Se puso de pie.—Correré a la tienda para hacerte una, ¿puede ser de pollo con
fideos? ¿O quieres alguna otra?
—No, esa está bien, pero realmente no tienes que ir. No creo que pueda manejar
más de unos pocos bocados.
—Eso será mejor que nada. Intenta descansar un poco. Vuelvo en un rato, ¿de
acuerdo?
—Sí.
—¿Dónde está tu llave?
—¿Mi llave?
—No quiero tener que despertarte si logras conciliar el sueño.
Agitó la mano en dirección de la encimera de la cocina. —Por allí.
Se inclinó y la besó en la frente. —Duerme, cariño.
***
***
Lauren volvió a trabajar el lunes, pero fue un proceso lento recuperar todas las
fuerzas.Sin embargo, dos semanas más tarde, se sentía a toda máquina. Extendió su
trabajo por lo que puso en segundo plano un montón de cosas mientras se recuperaba de
lo supuso era un caso leve de la gripe. Entonces un día, sintiéndose mucho mejor, le
echo un vistazo a su agenda y casi enloqueció. Tenía la agenda completa los próximos
diez días más o menos, comenzando con un viaje fuera de la ciudad.
Logan la llevó a cenar esa noche, y después de haber comido lo retrasó lo más
que pudo, y dejó caer la bomba sobre él. Después de que le contara sobre el viaje, él se
giró en su asiento para mirarla fijamente. No dijo nada por un momento, como si no
pudiera confiar en sí mismo para hablar.
El camarero pasaba por ahí, y Logan le hizo un gesto por la factura con un
movimiento de la mano. Cada movimiento de su cuerpo indicaba su nivel elevado de
estrés.
—Logan, estás exagerando —reprendió Lauren con suavidad.
—¿Lo estoy? —le preguntó, mirando por el restaurante, por las ventanas, mirando
a todas partes, menos a ella, mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa.
—Sí. No es la gran cosa, realmenteestaré en casa antes de que te des cuenta. —
Trató de calmarlo.
—Creo que no lo entiendes —dijo rotundamente cuando se giró para mirarla.
Oh, Lauren se encontraba bastante segura de que lo entendía y lo dijo en
términos inequívocos. —Entiendo que no confías en mí.
La mirada que le dio era penetrante. —Confío en ti. No confió en todos los hijos
de puta por ahí que quieren acostarse contigo, ¿entendido?
—Entonces no confías en mí —reiteró.
—No, son dos cosas completamente diferentes —dijo con los labios apretados.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó. En lugar de contestar, continuó tamborileando los
dedos sobre la mesa mientras la miraba. Sus ojos eran profundos, de un aterciopelado
marrón, y su mirada era un poco salvaje—. A las tres, Lauren —dijo sucintamente.
Lauren se lamió los labios. —¿Qué?
—A las malditas tresen punto —dijo con los dientes apretados.
Negó con la cabeza. —¿Qué se supone que significa eso?
—El chico de la mesa, delante de nosotros, situado a las tres2.
2
Hace referencia a las manecillas del reloj.
Lauren giró la cabeza hacia la izquierda y Logan emitió un gemido ahogado. —Eso
es a las nueve nena. Mira hacia el otro lado. Está usando una camisa azul y blanca a rayas.
Lauren giró la cabeza y sintió un escalofrío de sorpresa ya que realmente había un
chico con una camisa azul y blanca, mirándola directamente. Aparto los ojos y miró hacia
otro lado. No tenía absolutamente ninguna duda que su rostro se volvió de un
interesante tono rojo.
—Ha estado observándote toda la puta noche. Y ni siquiera te diste cuenta,
¿verdad?
—No. —¿Cómo diablos podía haberse dado cuenta? ¿Por qué demonios iba a
haberlo notado cuando Logan Crenshaw se hallaba sentado junto a ella?
—Ese es el tipo de mierda de lo que te estoy hablando. Confío en ti, nena. —
Inclinó la cabeza hacia la mesa al otro lado del restaurante—. Es en ellos en los que no
confío.
Los gesto de Logan eran sombríos; llevaba esa máscara familiar que cubría su
rostro cuando se aferraba a su control. Lauren le dio otro rápido vistazo al tipo.
—Está con una mujer.
—Sí, lo está, ¿y sabes en que lo convierte?
—¿Un imbécil? ¿Un idiota? —le dijo imprudentemente.
—Lo digo en serio —espetó.
—Yo también. —Lo pensó un poco más—. Bueno, eso lo hace un tramposo y
probablemente alguien infiel.
— Sí, y eso es lo de menos. Ese hijo de puta es un depredador.
—No estoy en peligro, Logan. Estás sentado justo a mi lado y, además, no es como
si fuera a abandonar a la mujer con la que está.
—Sería capaz de hacer eso y más. Y diablos no, no estás en peligro mientras yo
esté contigo. —Se agachó y levantó su cara hasta la de él para que lo mirara—. Y ese es mi
punto. Sigues yendo de aquí para allá y hacia todas partes, algún día, podrías salir
lastimada. No te tomas el tiempo para darte cuenta de lo que está pasando a tu alrededor,
Lauren. Crees que el mundo se trata de miel sobre hojuelas y que las personas malas
viven lejos, muy lejos, cuando en realidad, todos estás a tu alrededor.
—¿Qué quieres que haga? —Sintió una punzada de ira e impotencia. Reprimió la
impotencia y se concentró en la ira—.No estás molesto por ese tipo de ahí. Estás enojado
por mi trabajo. Pero, ¿qué demonios se supone que debo hacer? Es. Mí. Trabajo. No
tengo otra opción. Actúas como si me fuera a pasar el rato, entreteniéndome de aquí y
allá, y paseando por la ciudad. Pero eso no es lo que estoy haciendo. Me estoy ganando
vida aquí, Logan, en caso de que no lo hayas notado.
Al final de su rabieta, el camarero les llevo la factura y Logan pagó en silencio. Le
tomo la muñeca con la mano y la puso de pie. Mirándola mientras se encontraban junto a
la mesa, le dio un beso, largo y duro, y Lauren sabía que lo hizo sólo para demostrarle
un punto al hombre anónimo que los observaba.
Pero aun así, en público o no público, no podía evitarlo; se derritió en sus brazos.
Terminó el beso y sus ojos ardían en los de ella. —Vamos a terminar esto en la
casa.
El pulso de Lauren se disparó y no sabía si podía esperar a llegar a casa.
***
L
as manos de Logan se hundieron en las caderas de Lauren, la levantó y la
llevó a la cama. Él se giró y la arrojó sobre la cama, siguiéndola después.
Se inclinó sobre ella y algo estalló entre ellos mientras se miraban a los
ojos. Jadearon juntos; se hallaban tan juntos que respiraban el oxígeno del otro. Su
mirada se paseó sobre su pecho desnudo y, sin dudarlo, se agachó y le quitó la falda y la
ropa interior, dejándola completamente desnuda.
El corazón de Lauren latía erráticamente y su cuerpo se llenó con un calor
pulsante que la hacía perder el control. Los pómulos de Logan manchados de un rojo
intenso mientras la enjaulaba, y el tic de su mandíbula comenzó a palpitar, probando su
colaboración en el momento. El aire alrededor de ellos se sentía electrificado y el
corazón les dio un vuelco de emoción.
Se arrodilló, luego se puso de pie y se quitó el resto de la ropa, nunca apartando
la mirada de ella. Regresó a ella completamente desnudo, y Lauren comenzó a sentir un
ligero pánico mientras le levantaba la pierna a la posición sobre su brazo que al parecer le
gustaba tanto. —Detente—chilló ella.
Se detuvo con mucho esfuerzo, fuego ardiente en sus ojos entrecerrados. Sus
fosas nasales se dilataron y sacudió la cabeza para aclararla. —¿Qué mierda, nena? No
puedes pedirme que me detenga.
Lauren oyó la agonía pura de su voz y tomó una respiración profunda. Dios, no,
no quería que se detuviera.—No estoy pidiéndote que te detengas. Te estoy diciendo que
consigas un condón.
Con un raro momento de desconcierto, se apartó de ella, con una corriente de
obscenidades saliendo de su boca.
Volviendo veinte segundos más tarde, se arrastró de vuelta sobre ella y le separó
las piernas. Levantósu pierna hasta que se enganchó con el brazo de él y con la otra mano
le agarró las muñecas y las sujetó sobre su cabeza. Se inclinó para besarla, su lengua
yendo profundamente, saboreando cada hueco de su boca. Sus labios siguieron
cubriéndola de forma hambrienta mientras la saboreaba, su erección se extendió caliente
y dura sobre el estómago de ella entre ellos.
Su beso de repente se convirtió en un castigo, y el corazón de Lauren saltó,
latiendo más al darse cuenta de la profundidad de las emociones de él en conflicto.
Él levantó la cabeza y la miró.—Algún día, no me vas a pedir que use esta goma;
querrás mi semen. No tendrás miedo de él por siempre. Te lo prometo, nena. Sucederá,
recuerda mis palabras.
Lo que Logan le decíale nublaba la mente. ¿Le decía que iba a querer a sus
bebés? Actuaba como si eso quisiera, ¿no? Lauren se estremeció cuando comenzó a
empujar dentro su hombría larga y gruesa explorando.
Se detuvo sólo unos centímetros dentro de ella, antesdel lugar donde necesitaba
desesperadamente que llegara. Sus parpados se cerraron pero él no lo tendría. —Abre los
ojos y mírame.
El pulso de Lauren aumentó mientras abría los ojos. Él tenía su boca aplanada
como si estuviera luchando con su excitación, tratando de demostrarle algo. —Puedo
entender que tengas que salir de la ciudad. —Su puño liberó sus manos y enterró los
dedos en su cuero cabelludo, sosteniéndola como rehén—. Puedo entender que tienes
que tener un trabajo —gruñó—. Por ahora. —Sus labios se presionaron contra sus dientes
en una mueca—. Pero eso no significa que tenga que gustarme.
Retrocedió y empujóprofundo en ella, y Lauren gemía mientras su plenitud la
inundaba, su calor húmedo aliviándolo. Su mano se tensó y su cara era marcada con
líneas de excitación. —Pero mientras estás lejos, mientras que todos esos hijos de puta
estén sentados contigo, jodiendo alrededor de ti y no haciendo nada más que
soñandoconfollar tu pequeño trasero—hizo una pausa, como si sus palabras lo
enfurecieran, y con otro empuje se hundió dentro—, no olvides que me perteneces. Cada
centímetro de ti, Lauren. Es mío. ¿Me entiendes? No voy a compartir. Nunca voy a
compartir, y mataré a cualquier cabrón que trate de tomar lo que es mío. —Su mano
izquierda dejó su cabello y se deslizó hacia abajo a su mandíbula—. ¿Me entiendes?
—Sí. —Fue todo lo que pudo decir. Entendió todo bien, comprendió que no
debería amar el tono de su voz, pero lo hizo. Comprendió que no debería encontrar sus
palabras y acciones acaloradamente adictivas, pero lo hizo. Sabía que no debería amar su
sobre-excesivo-machismo,pero Jesús, lo hacía. Y así como el continuara protegiéndola,
cuidándola, animándola y queriéndola tanto como lo hacía, ella iba a ignorar lo que
debería estar sintiendo y concentrarse sólo en lo que sentía.
Envolvió los brazos alrededor de su cuello, lista para concederle esto y entonces la
sacaría de la miseria y empezaría a moverse.—Sí, entiendo. Soy tuya y no me compartirás
—le repitió, concisa—. ¿Eso es lo que me estás diciendo?
Sus dedos apretaron su mandíbula y la besó acaloradamente y firmemente sólo
una vez. —Sí, eso es —gruñó él.
Ella presionó las manos detrás de su cuello urgiéndolo a acercarse.—Estoy de
acuerdo, entonces,¿podrás callarte y follarme ahora?
Lo último que vio en su rostro fue la total satisfacción antes de que su boca
volviera a la suya. Comenzó a bombear dentro de ella con movimientos largos y parejos,
que laexterminaron completamente y elevaron su calor. Le ajustó las piernas y se hundió
más profundo, yendo todo el camino dentro de ella y golpeando el punto dulce haciendo
que se corriera en segundos.
Lauren escuchó un zumbido en los oídos y un leve grito proveniente de algún
lugar en la habitación, y apenas reconoció que era ella la que hacía el ruido. Logan se
hincó, y comenzó a follarlade tal manera que pensó que moriría y felizmente flotaría al
cielo.
Oyó el gemido de él, que después se convirtió en un pesado gruñido mientras se
presionaba contra su vientre, viniéndose dentro de ella completamente, de una manera
que sabía que solo él era capaz de hacer.
***
Lauren se fue por cuatro días, y Logan de alguna manera logró jugar bien la noche
que regresó. No tenía idea de cómo lo logró, pero le dio muchos puntos por eso. La llevó
a cenar y le hizo el amor excitante y lentamente, tres veces, en su cama. No mencionó su
viaje en absoluto, ni siquiera una vez, y ella dejó escapar un suspiro de alivio. Debido a
que él logró contener las palabras, realmente ella no pudocontenerse cuando la apretó un
poco más fuerte, aspirando su aroma más profundo, y la presionó para que
consiguieramás orgasmos en una sola sesión de hacer el amor de lo que nunca pensó
posible.
Sí, jugó muy bien. Pero la noche siguiente, se acercaba de nuevo al infierno. Y
Lauren realmente no supo cómo no pasó. Teníala hora feliz y una cena programada con
nuevos clientes de la que no podía zafarse. Había varios miembros de su equipo que
asistirían, y por desgracia, Nico era uno de ellos. El tipo realmente nunca pareció
entender que Lauren se hallaba involucrada con otra persona, a pesar de que tanto ella
como Heidi le habían reiterado ese hecho varias veces.
Estuvo desagradable toda la noche. Su actitud reflejaba mal la compañía, y Lauren
se sentía tan enojada que apenas podía ver bien. Trabajaron muy bien juntosen varios
proyectos, entonces ¿por qué parecía que estas reuniones fuera de horario lo ponían tan
mal? Dejó escapar un suspiro de alivio cuando la noche terminó. Casi conseguían que el
cliente firmara, y había una pequeña duda en su mente de que para el fin de semana lo
harían.
Así que dijo adiós a los miembros de su equipo, y condujo a los clientes, un
hombre y una mujer, hacia el aeropuerto.
Todo parecía estar bien y lo único con lo que tenía que lidiar ahora era con
Logan. Sin embargo,no le preocupaba demasiado porque ya había descubiertola forma
de manejarlo. Por lo general, lo dejaría tener su diatribay luego dejar que la dominara en
la cama, algo que parecía necesitar, ya que era lo único que lo calmaba. Y no hacía daño
que ella lo anhelara, también.
Había una cosa que no podía hacer, y era preocuparse por su trabajo. Así que, no
lo hizo. No se preocupó por su trabajo, y no se preocupó por Logan. Era cierto que el
disgusto de él por su trabajo era un gran conflicto, pero en su mente, al menos, descubrió
de alguna manera, hacer que las dos cosas más importantes en su vida coexistieran. Así
que todo se encontraba malditamente bien hasta que su coche farfulló y murió. Estaba en
el aeropuerto secundario más pequeño en el extremo sur de la ciudad, y ahora se hallaba
sentada en el coche preguntándose qué hacer. Si llamaba a Logan, usaría esto como una
excusa para enfurecerse con ella por estar fuera hasta tarde, poniéndose en peligro y todo
eso.
Desafortunadamente no tenía Triple A. Y su padre, que siempre había cuidado
de cosas como estas por ella, se encontraba en su casa en Ohio. Por un breve momento,
pensó en llamar a Heidi o John. Pero había un problema con eso. Logan se enteraría y se
cabrearía tanto o más que con ellasaliendo, en primer lugar.
Así que renunció abruptamente a aplazarlo, llamó a Logan y esperó.
—¿Dónde estás? —cuestionó sin preámbulo, en lugar de contestar con un simple
hola. Lauren escuchó el sonido de su voz y como siempre, le envió placer por todo el
cuerpo hasta sus pies. ¿Se acostumbraría a sus gruñidos de hombre de las cavernas?
Nunca decía oraciones completas. Todo era simplemente lo básico con él.
—Dejé a unos clientes en el aeropuerto. —Trató de quitarle importancia pero no
estaba segura de haberlo logrado. Debió haber escuchado algo en su voz.
—¿Y?
Tomó una respiración profunda.—Por favor, no vayas todo imbécil sobre esto.
Tres largos segundos pasaron antes de quecon un neutralrespondiera —: Está
bien.
—Mi auto se descompuso—anunció con un suspiro desinflado.
—¿Estás en el auto ahora? —Su voz de repente era toda concisa, muy como de
negocios.
—Sí, en el costado de la carretera
—Está bien, eso es bueno. Hazme un favor,nena. —Su voz se suavizó y se envolvió
en ella como una caricia—. Mira a tu alrededor. ¿Dónde está el lugar más cercano con
mucha gente?
Lauren sostuvo el teléfono en la oreja y giró su cuello. —Hay un MacDonal’s
cruzando la calle.
—¿Puedes cruzar la calle de manera segura?
—Sí.
—Está bien, toma tu cartera, enciende las intermitentes, y cuando llegues ahí
llámame. Hazlo ahora.
***
***
***
E
sa noche fue otro punto crucial en la relación. Al principio lo que pensó
que había sido un juego de poder, en realidad era todo lo contrario. Logan
la quería cerca de él. Era obvio, lo podía decir, y más o menos lo admitió
cuando le dijo que dormía mejor con ella en sus brazos.
Después de esa noche, durmieron juntos todas las noches, si Lauren se hallaba en
la ciudad.
Su lugar era más grande, más bonito y tenía esa piscina impresionante en el patio
trasero, y un montón de cosas de Lauren comenzaron a emigrar al vivir en su casa. Sabía
lo que ocurría, y mientras cada elemento individual de sus cosas encontraba un nuevo
hogar, sabía que estaba cayendo más profundo. Pero eso no la asustaba; se sentía cómoda
en su relación y decidió ir con la corriente y ver a dónde conduciría.
Una lluviosa mañana de sábado un par de semanas más tarde, Lauren trataba de
preparar café en la cocina y se encontraba murmurando en voz baja cuando Logan entró
en la habitación. Se encontraba recién duchado y luciendo inmaculado y sintió como si
todo estuviera fuera de control en su vida. Se acercó a ella por detrás, envolvió sus brazos
alrededor y enterró la cabeza en su cuello. —¿Cuál es el problema?
—Nada —negó bruscamente, absolutamente no la mejor mañana sin café.
Le dio la vuelta para que lo mirara y le alzó la barbilla con un dedo. —Dime lo
que está mal.
Se aguantaría todo el tiempo que pudiera soportarlo. Lauren levantó una mano y
señaló la cocina. —Todo está mal.
Sus ojos se estrecharon mientras miraba alrededor. —No hay nada malo con mi
cocina. Es exactamente igual que el resto de la casa. Está organizada y todo tiene un lugar.
Puso los ojos y negó con la cabeza hacia él, tratando de soltarse, demasiado
impaciente para tratar de explicar algo que era demasiado masculino para ver.
Frunció el ceño y apretó su agarre. —No me alejes. Dime qué diablos está mal con
mi cocina.
—Todo—dijo entre dientes.
Un sentido de urgencia parecía llegar a él y la paciencia que le quedaba, se
rompió. —Dime —gruñó.
Lauren dejó escapar un suspiro. —Las tazas de café se deben mantener en el
armario encima de la cafetera. Todas las cosas del café deben mantenerse allí. Las
almohadillas para sostener lo caliente deben guardarse en el cajón junto a la estufa donde
van a ser necesarias, no a través de la habitación en la parte superior del gabinete,
dondenadie puede llegar a ellas. Los vasos y platos deben estar en el gabinete, ya sea a la
izquierda o a la derecha del lavaplatos, donde se pueden sacar más rápidamente, sin tener
que tomar un millón de pasos.
Se detuvo y respiró hondo. —Puedo seguir. —Arqueó las cejas—. ¿Quieres que siga
o te haces una idea?
Su cara fue inexpresiva por un momento. Pero luego cambió y la miró
asombrado, como si una bombilla se hubiera encendido en su cabeza. Luego se puso a
reír. Echó un vistazo alrededor de la cocina y luego de vuelta a ella. Frunció el ceño en
confusión. —¿Qué pasa con los platos estando en el gabinete directamente encima del
lavavajillas? ¿Por qué a la izquierda o a la derecha?
Le entrecerró los ojos y hubiera cerrado de golpe las manos en sus caderas, si no
la abrazara con tanta fuerza. —Porque soy demasiado baja para alcanzar ese armario
cuando el lavavajillas esté abierto. Tengo que caminar alrededor y luego pararme en las
puntas de los pies.
Hubo un destello de diversión ensus ojos y quería golpearlo. —¿Por qué no
apilarlos en el mostrador, cerrar el lavavajillas y luego ponerlos de inmediato?
Sintió una llamarada de ira y le lanzó una mirada fulminante. —¿Estás discutiendo
conmigo sólo por el bien de un argumento? —Exhaló un suspiro reprimido—. No me
gusta extender el trabajo de casa. Me gusta terminarlo rápidamente y apilar los platos es
añadir un paso más en el proceso.
—¿Así que, básicamente, estás bien con la cocina, simplemente no te gusta la
forma en que arreglé las cosas?
Sus labios se aplanaron y cruzó los brazos sobre el pecho. — Sí. —Respiró hondo y
dio un vistazo alrededor—. La cocina en sí es preciosa.
Se encogió de hombros. —Entonces cámbialo.
Lauren no pensó que había oído correctamente. ¿El Sr. Perfeccionista le decía
que podía meterse con estas cosas? —Lo siento, ¿qué?
—Cámbialo. Mueve las cosas. Ponlas donde quieras. No me importa; no paso
mucho tiempo aquí. —Se giró para salir—. Tengo trabajo que hacer, hazme saber si
necesitas ayuda con cualquiera de las cosas pesadas. —Luego se detuvo, se dio la vuelta y
la miró de nuevo—. Lauren... si hay algo en absoluto acerca de la casa que no te guste,
simplemente cámbialo y si necesitas ayuda, dime, ¿de acuerdo?
Asintió, y después de que se fue, Lauren se apoyó contra el fregadero, totalmente
desconcertada. Le contestó en un tono serio, como si de verdad quería que fuera feliz y
se sintiera en casa. Tomó unas cuantas respiraciones profundas, tratando de frenar su
ritmo cardíaco. Y luego miró a su alrededor en la preciosa cocina, con una pequeña
flecha de emoción que trató de reprimir. Esto iba a ser divertido.
Pero mierda.
Las cosas se ponían más profundas cada día.
****
Dos horas más tarde, Logan caminó con pasos silenciosos a la barra que daba a la
cocina. Lauren se hallaba de rodillas, con la cabeza y los hombros dentro de uno de los
armarios inferiores y todas las cosas apiladas en la parte superior de las encimeras de
granito. Una espiral feroz y afilada de placer calentó su estomago mientras la observaba
en silencio.
La sensación no era sexual. Al menos no en su mayor parte. Su satisfacción
provenía de tenerla en la cocina, de jugar con sus cosas, cambiarlas de sitio y poner su
marca en ellas, haciéndolas suyas.
Guau. Quería que su cocina fuera de ella también. Eso era malditamente básico.
Se puso de pie y la miró por unos instantes, disfrutando del balanceo de sus
caderas y la redondez perfecta de su trasero cuando alcanzó más lejos en el espacio de
abajo. Creció en sus vaqueros, pero luchó contra la excitación, porque este momento no
era sobre sexo. Una sonrisa satisfecha torció sus labios, y un fuego inquietante recorrió su
espalda. Se encontraba tan cerca. Tan jodidamente cerca de su objetivo, que podía
saborearlo.
No se le escapó a Logan que debía de estar corriendo por protección y
corriéndola de la casa. Eso es lo que se suponía que los chicos hacían cuando las mujeres
se ponían demasiadas pegajosas, ¿no es así? Pero maldita sea, nunca se puso pegajosa.
Además, Lauren no era como las demás mujeres. Otras mujeres, a las que apenas podía
tolerar.
Por lo general eran buenas para una sola cosa, pero ese no era el caso con
Lauren. Lauren era su propia mujer, maldita sea; tenía una vida propia y continuamente
tenía que chocar contra su reservada capa exterior para poder ser parte de su vida.
Pero se acercaba.
La tendría, más temprano que tarde, si hacia su camino en ello. Era como la
proverbial Caperucita Roja, dando un paso demasiada cerca del lobo feroz.
Y cuando lo hiciera, la tendría. Y eso sería todo.
***
****
Logan se hallaba junto a Lauren con el brazo sobre la frente, tomando grandes
cantidades de oxígeno en sus pulmones. Nada de lo que jamás había experimentado en
su vida se podía comparar con lo que le acababa de pasar. No antes de ella, y no desde
que la hubiera conocido. Siempre era bueno con ella, siempre fue bueno, desde el
principio, pero lo que acababa de decirle literalmente voló su mente.
Le gustaba. No había duda que le gustaba. Joder, lo amaba.
¿Pero había querido decir lo que dijo? ¿O es que sólo lo dijo porque había estado
bajo la influencia de un poderoso orgasmo? ¿Sólo pensaba que lo amaba porque sabía
cómo empujar todos sus botones, cómo darle el tipo de sexo que no sabía a ciencia cierta
que amaba y que nunca había tenido antes de que él llegara?
Lo que sea. Iba a agarrarse fuerte y pronto, le recordaría lo que dijo, porque había
una maldita cosa que sabía a ciencia cierta: nunca se alejaría de él.
Nunca.
Lauren se recuperó lentamente y abrió los ojos para encontrar a Logan sobre su
espalda con el brazo sobre su frente, pero su cabeza girada hacia ella y mirándola
fijamente. Sus ojos tenían una expresión que nunca había visto antes, a excepción de
posiblemente la primera vez que se habían ido a la cama juntos. Ardían con un fuego
salvaje, una posesividad que era inflexible. La miró sin piedad, sin ofrecerle un respiro,
con una irrefutable mirada que le dijo inequívocamente que le pertenecía. Podía leer
claramente la expresión de su rostro. De repente, lo sabía; la ventana de oportunidad
para tratar de imponer su voluntad se había ido. Logan era el maestro y estaba tomando
el control.
Se estremeció en reacción y se preguntó qué había puesto esa expresión en su
rostro. Y entonces la golpeó como un disparo en la oscuridad.
Lo dijo en voz alta. Le dijo lo que había estado pensando durante semanas. Y no
la estaba pateando fuera de su cama y tomando su celular para bloquear su número.
Oh, no, todo lo contrario.
Por su mirada podía darse cuenta que la reclamaba. Le dejaba saber que no sólo
oyó lo que dijo, sino que no iba a dejarla retirarlo. Estaba invocando su autoridad y
haciendo valer su poder. Se saldría con la suya en esto.
Una flecha de felicidad volteó su estomago boca abajo. ¿Y por qué no iba a
dejarlo salirse con la suya?
No había ninguna razón por la que no debería.
Era un buen hombre y se encontraba locamente enamorada de él.
****
***
Logan empujó dentro de Lauren y luego se quedó inmóvil, tratando de dejar que
la sensación de tenerla envuelta apretadamente a su alrededor calmara el dolor que
sentía. Sí, tenía un dolor, un vacío en la boca del estómago que pensó que sería
apaciguada al deslizarse dentro de ella, pero todavía se hallaba allí, metiéndose con su
cabeza.
La besó suavemente en la boca y le alisó el cabello. Estaba suave, caliente y
apretada a su alrededor, y sabía que en unos pocos segundos no iba a ser capaz de
controlarse por más tiempo. Iba a empezar a bombear no importaba lo que su cerebro le
dijera que hacer.
Pero por ahora, metió la lengua en su boca y la saboreó. Sabia a calidez, dulzura,
a Lauren y... casa. Su lengua se arremolinó alrededor, tentándola a jugar con él. Gimió
dulcemente, y empezó a chupar su lengua mientras las caderas de ella se levantaron en un
intento silencioso para conseguir que se moviera. Una flecha de pura lujuria lo golpeó
con fuerza, pero aún tenía un vacío persistente que no podía explicar.
Levantó la cabeza y la miró. Lo miraba fijamente, con los brazos envueltos
alrededor de sus hombros. Lo miró con una expresión de abierto deseo, y su corazón dio
un vuelco en respuesta. —Eres tan dulce.
Su mirada sensual se volvió tan tierna que casi le quitó el aliento. —También eres
dulce, Logan. —Empujó más adentro y una chispa se arqueó entre ellos, así como arqueó
una media sonrisa.
—No, no lo soy, soy un idiota. —Trató de ignorar la corriente de electricidad que
fluía entre ellos y concentrarse en ella.
Le golpeó el hombro y levantó las caderas al mismo tiempo. —Eres mi idiota3.
No pudo evitarlo, dejó escapar una sonrisa y dijo—: Eso no salió de la manera
correcta.
Dejó caer un solo beso en sus labios. —Sé lo que quisiste decir.
—Y estoy en lo cierto, ¿verdad? Eres mío. —Sus ojos azules sostuvieron los suyos.
Asintió, su mirada en la de ella mientras que la demanda que hizo de alguna
manera mitigó el dolor que sentía. —Sí.
—Y soy tuya —continuó en voz baja.
—Oh, sí. Eres mía. —Salió y bombeó de nuevo dentro de ella, y la dejó sin
aliento—. ¿Quieres que haga eso otra vez?
Empujó sus caderas hacia él, en silencio rogándole por más. —Siempre quiero que
hagas eso otra vez —dijo con una voz coloreada con excitación en aumento.
Deslizó las manos alrededor de su cara. —Y estoy aquí para hacerte feliz. —Tragó
saliva y trató de moderar la voz—. Lo haré de nuevo si me dices una cosa—negoció.
Sus ojos se estaban cerrando, la pureza en las líneas de su rostro se reemplazaban
con un hambre primitiva, pero no podía permitir que eso sucediera, aun no, no hasta que
consiguiera lo que necesitaba para llenar el lugar hambriento en su corazón. —Oye, abre
los ojos.
Sus ojos se abrieron. —Por favor, Logan. —Se retorció en su contra, sus caderas
empujando hacia él.
—Está bien. Voy a dártelo, nena. Justo después de que me digas algo.
Sus cejas se juntaron en confusión. —¿Qué quieres?
La miró fijamente. Tenía que tener esto. La empujó con sus caderas. —Dime.
3
Juego de palabras por qué Logan dice soy un ass, que puede ser traducido como culo o idiota.
Jadeó suavemente, su calor húmedo goteando mientras más la hacía esperar. —
¿Decirte qué? —maulló mientras sus músculos internos se apretaban a su alrededor, y
sabía que ella trataba de calmar su propio dolor.
Apretó los dientes en su acto de provocación y se negó a moverse. —Dime,
Lauren.
De repente, supo cuando entendiófinalmente lo que le pedía. Un rubor de color
rosa adornó su cara y sintió el ligero temblor de sus manos en sus hombros. Sus caderas
dejaron de moverse, sus ojos se cerraron y abrieron de nuevo. Se lamió los labios.
Podía verlo allí. La verdad. Podía ver el amor que brillaba en sus ojos, pero no
abría la boca para decirle las palabras.
Tenía que tener las palabras.
Apretó el agarre en sus pómulos. —Nena, estará bien. Te tengo. Puedes confiar en
mí. —Mantuvo las palabras serenas y firmes para que no supiera cuán jodido estaba en el
interior—. Nunca voy a dejar que nada ni nadie te haga daño. Necesito esto. Te necesito.
Tienes que darme las palabras de nuevo antes de que me vuelva loco.
Sus ojos se clavaron en sus labios color rosa y se rindió por el momento, dejó caer
la boca sobre la de ella.
***
D
os semanas más tarde, en un miércoles, Lauren llegó de la oficina de su
jefe sintiendo se inmediatamente completamente exhausta. Se tropezó
con su escritorio y se sentó antes de caerse. No podía tener control, no
podía formar un solo pensamiento en la cabeza.
Cinco minutos después, seguía sentada como un zombi cuando Heidi se acercó e
hizo una mueca. —Tu cara esta pálida. ¿Estás bien?
Lauren miro a su amiga solo consiguiendo sacudir la cabeza. Diablos, no, no se
sentía bien.
---¿Qué pasa? —preguntó Heidi, sacó una silla y se sentó cerca de Lauren para no
ser escuchadas.
Lauren miro alrededor asegurándose que no había nadie cerca. —Ellos quieren
que me mude a Los Ángeles—dijo con voz apagada.
Heidi se echó hacia atrás completamente sin habla por un par de segundos. —De
ninguna manera.
Lauren respiro profundamente. —Sí, lo quieren.
---¿Por qué? —pregunto Heidi en un susurro rápido.
—No vas a creer esto—susurro Lauren de vuelta, sin poder creerlo ella misma.
—Pruébame —desafió.
Miro a los ojos de su mejor amiga y lentamente dijo—: Vicepresidente de ventas
—dijo lentamente.
—De ninguna manera—dijo su amiga sin aliento de nuevo.
---Lo sé, ¿verdad? —preguntó, conmocionada hasta la médula.
—Santa mierda. Pensé que dirías algo como “asistente del director financiero”, o
algo así.
—Lo sé, si ellos quieren que me mude, debe ser por una situación financiera, en
todo caso, ¿verdad? —Lauren levantó la mano a su frente y se frotó. Sintió un dolor de
cabeza llegar rápidamente debido al estrés.
—Bueno, sí, pero puedo ver porque ellos te quieren en ventas, también. Pero
¿Vicepresidente? Santa mierda, Lauren no puedes rechazarlo, ¿verdad?
Lauren mordió su labio antes de contestar. —No sé. No sé qué hacer. Me dieron
una semana para decidir. El tipo viejo, Richardson, finalmente se está retirando.
—Voy a extrañarte —dijo Heidi como si el trato estuviera hecho. Lauren sacudió la
cabeza.
—No pienso que pueda tomarlo. —Su amiga la miró atónita, pero pronto se
recuperó.
—¿Por Logan?—Asintió y Heidi continuó con una pregunta indirecta—. La
cantidad de dinero que ellos ofrecen…
Lauren la interrumpió: —Es-jodidamente-increíble.
Heidi respiró profundo, simpatía en sus ojos. —Pero Logan es increíble también.
Lauren asintió de nuevo, sus ojos muy abiertos. —Sí.
—Hijo de perra. —Su amiga dejó escapar un suspiro.
Lauren hizo una mueca.
—Lo sé.
—Ventas —reflexionó Heidi en voz alta—. ¿Eres realmente tan buena? Quiero
decir, sé que estás muy cerca, todos aquí hablan sobre cómo puedes conseguir que
alguien firme prácticamente cualquier cosa. Pero ¿es cierto? Pensé que solo exageraban.
Lauren se encogió de hombros. —Supongo. Sin embargo, no me veo a mi misma
como una vendedora. Maldición, estoy segura que no tengo el don de la palabra, o lo que
sea. Pienso que tal vez solo porque se de números y usualmente puedo hacer entender a
los clientes como se obtendrá el beneficio. Un retorno rápido de la inversión, esto es lo
que quieren y yo les digo como sucederá. —Lauren estudió a Heidi y lentamente sonrió
orgullosa de que su logro pasó a primer plano—. Y puedo hacerlo con una sonrisa en mi
cara.
Heidi le dio a Lauren una mirada de complicidad. —Sí, estoy segura que tu cara
no lastima a nadie tampoco. Especialmente puesto que el noventa y nueve por ciento de
nuestros clientes son hombres —bromeó sin una pizca de celos o rencor.
Lauren no se ofendió, pero sus palabras tocaron una fibra sensible de pánico. —
Logan va a cagar un ladrillo.
—De lo que me has contado sobre él, si, es un hecho. Entonces, ¿probablemente
no vas a tomar el trabajo?—preguntó ella, su curiosidad tan fuerte como su incredulidad.
—No hace falta decir que estás obligada a guardar en secreto toda esta
conversación, ¿verdad?
Heidi le lanzo una mirada fulminante. —¡Duh!
—No creo que vaya a tomarlo —admitió.
—Si yo fuera tú, no creo que lo tomaría, tampoco. Siempre hay otros trabajos. Y
eres malditamente buena, Lauren, Si rechaza esto pero permanece en la compañía, otras
cosas vendrán. Y seguirán amándote de cualquier manera. Pero no importa lo que
decidas hacer, me aseguraría que tu hombre de las cavernas piense que lo estás
considerando.
—Bueno, lo estoy considerando—respondió rápidamente.
Heidi agitó una mano. —Sabes a lo que me refiero. Esta es la oportunidad
perfecta para llegar a comprometerse. Quiero decir, tú quieres compromiso ¿no?
—Sí, si no lo quisiera, estaría probablemente haciendo las maletas en este
momento y buscando condominios en línea.
Heidi sonrió. —Entonces, no pierdas la oportunidad de asustarlo demasiado.
—No quiero jugar con él.
—Oh por Dios, Lauren, ¿de qué planeta vienes? Todo es un juego. Cada maldita
parte es un juego. Se han escrito libros, ¿sabías? Hay reglas que tienes que vivir para
conseguir que un hombre se comprometa.
Lauren respiró profundo. —Sí, no importa si se trata de un juego o no, porque
tengo que probarlo, porque si no está en esto como pienso que está, necesito saberlo en
esta semana.
—Y te puedo decir que el tipo está en esto. Está en esto para siempre. Solo por
las cosas que me has dicho y las pocas veces que lo he visto actuando a tú alrededor,
créeme, el chico no te va a dejar subir a un avión y mudarte a través del país —dijo Heidi
con pasión exagerada, cruzando los brazos y sacudiendo la cabeza—. No va a suceder.
Lauren se consoló con la certeza de Heidi. —¿Estás segura?
—Oh por Dios, claro que estoy segura, el tipo está loco por ti.
Los nervios de Lauren quedaron en alerta máxima. —Espero que estés en lo
correcto.
***
Lauren decidió esperar hasta el viernes en la noche para sacar a colación el tema
con Logan. Estaba en conflicto honestamente, pero reconoció para sí misma que solo
con una palabra de él, estaría bien dejar ir el trabajo y quedarse donde estaba.
Pero si nunca lo hubiera conocido… estaría en Los Ángeles más rápido que un
latido de corazón. Texas realmente nunca fue su hogar, era solo el lugar donde se mudó
por su trabajo. Su trabajo que era más importante para ella en esa etapa de su vida, o al
menos lo había sido, antes de conocer a Logan.
Pero ahora, estaba Logan.
Había estado empapada en la bañera por un tiempo porque él le envió un
mensaje de texto diciendo que llegaría tarde. Quería ir a un restaurante mexicano que
ambos disfrutaban, y Lauren quería dejar la parte difícil antes de dejar la casa. Necesitaba
ser capaz de estudiar sus reacciones y no lo podría hacer en un ruidoso restaurante. Así
que, decirle aquí sería mejor y necesitaba hacerlo tan pronto como llegara porque ya lo
había pospuesto por dos días.
Así que ahora, se encontraba casi lista para dejarlo salir. Se sentó en el baño
principal ante el tocador que ahora era de ella y se aplicó rímel, que sería el último paso
para completar el maquillaje. Mientras esperaba que se secara, dio un vistazo hacia abajo
y vio que sus dedos temblaban.
¿Cómo reaccionaría ante la noticia?
¿Cómo debería traer a colación el tema, para obtener una respuesta sincera de él?
Heidi parecía pensar que él estaba en esto con ella a largo plazo, y si era honesta con sí
misma, ella lo estaba, también. Pero necesitaba algo definitivo, tal vez incluso tangible
para que no rechazara un cambio de carrera con la cantidad de dinero que podría
cambiar su futuro.
Por supuesto, bien podría cambia su futuro con Logan.
La puerta se cerró y lo escuchó llegando a través de la casa.
En unos segundos, se puso de pie en el umbral, mirándola donde se sentaba en
sujetador y bragas en el pequeño asiento entre los dos lavabos.
Se quedó sin habla, y Lauren podía ver sus nudillos volverse blancos cuando
apretó el marco de la puerta en ambos lados. Sus hombros parecían de un metro de
ancho y no sonreía mientras la miraba como un depredador listo para saltar. Química
sexual, caliente y pesada pulsaba entre ellos. Sus emociones corrían locas, y con un gesto
de aprensión se dio cuenta de que no llegaría a dar su declaración de la manera en que
quería.
Iba a tener que manejarlo todo con él de la misma manera que manejó a su
madre cuando tenía dieciséis y el maldito auto arruinado. Llamó a su mamá y la primera
cosa en salir de su boca fue: “Estoy bien, no estoy herida”. Y era exactamente la forma en
que tenía que manejar a Logan ahora.
La primera cosa que tenía que decir era que no se iba ir. Eso tenía que ser la
primera cosa que saliera de su boca. Porque si no lo decía… si solo declaraba que le
ofrecieron el trabajo…Buen Señor, no quería ni pensar cuál sería su reacción.
Intentó mantener su frágil control mientras la miraba, su expresión llena de su
intensión primordial. El calor se apoderó de ella cuando miro su cara, y por un segundo,
pensó en aceptar los planes obvios. Pero no podía hacer eso.
Tenía que decirle ahora. Tenía que terminar con esto, y ver si esto la llevaría por
el camino que imaginaba. Heidi estaba segura que Logan se comprometería. Lauren no
quería forzarlo a comprometerse, pero tampoco quería continuar imaginando que existía
un futuro entre ellos, si realmente no lo había.
El dio un paso adelante y su pulso se volvió errático, mezclado con la esperanza y
el miedo.
Abrió la boca para tratar de detenerlo. —Necesito decirte algo.
Se detuvo en seco, con una mirada de presentimiento oscureciendo su rostro.
Lauren sabía que su voz había salido inestable, y ya podía ver la expresión que se
apoderaba de él cuándo no se preocupaba por nada.
Cuando no se preocupaba por algo que tenía que ver con ella.
Sabía que sus miedos eran probablemente prematuros, pero carcomían su
confianza. Solo quería estar aquí con él. Y necesitaba saber si él quería, también.
Él se quedó completamente inmóvil, sus músculos como cables de acero y,
Lauren abrió la boca para hablar, pero hizo una pausa y se humedeció los labios. Dile
ya. Di las palabras. Di, yo me quedo aquí. Solo hazlo. —Me ofrecieron un trabajo en Los
Ángeles. —Trataba de concentrarse en sus reacciones y se dio cuenta de que su voz era
extrañamente inexpresiva.
Y entonces se dio cuenta de lo que acababa de decir.
Su aliento salió de golpe mientras las palabras resonaban en sus oídos. ¿Había
dicho eso? ¿Por qué dijo eso? ¿Cómo lo podría haber estropeado tanto?
Abrió la boca para arreglarlo pero no salió nada cuando vio la mirada en su cara.
Permaneció inmóvil durante dos segundos, sus piernas separadas y luego se puso en
acción. Saltó furioso hacia ella, invadiendo su espacio personal con un movimiento
brusco de su cuerpo. Tomó su muñeca y la rodeó con los dedos. Su respiración se
aceleró cuando la tiró de su asiento con una fuerza física con la que no podía luchar. Su
trasero aterrizó contra la parte superior de su tocador y abrió la boca para decir lo que
necesitaba decir, antes de que todo estuviera completamente perdido.
Sus dedos se apretaron hasta que eran como bandas de acero alrededor de su
muñeca. Comenzó a hiperventilar y cada pensamiento voló de su cerebro. Se suponía
que debería estar diciendo algo correcto ahora. ¿Que era? Su respiración se fragmentó
mientras un gruñido furioso dejó su pecho y estalló de su boca.
Bajó la mirada hacia ella, sus fosas nasales dilatadas y sus hombros viéndose más
amplios a cada segundo. Podía ver su mandíbula apretada, sus ojos entrecerrados hasta
formar pequeñas rendijas y un rollo de tensión lo sostuvo inerte por un latido de corazón.
Y después explotó en acción de nuevo. Con su bota, pateo la puerta detrás de él
para cerrarla y todavía sosteniendo su muñeca como un torno de metal se dio la vuelta y
giro la cerradura.
Jesucristo. Eso no debería excitarla.
Se giró de nuevo hacia ella y su torso se estrelló con el de ella. Re posicionó la
muñeca que capturó y la sostuvo a su lado, lejos de sus cuerpos. Luego bajo la cabeza
hasta que sus ojos se encontraban tan cerca de ella que podía ver la motas de bronce
alrededor de sus pupilas. Su boca aplanada y sus labios retrocedieron de sus dientes. —Tú
no vas a ninguna parte.
Sus ojos se volvieron tan oscuros como el carbón y apenas podía respirar mientras
lo miraba. —Logan…
La interrumpió con voz cortante. —Tú. No. Vas. A. Ningún. Jodido. Lugar.
El placer la inundo e intentó de nuevo. —Logan…
—¿Qué? —dijo entre dientes.
—Me lastimas la muñeca —se quejó en voz baja.
La soltó de inmediato, hundió las manos en sus caderas y levantándola la puso en
la parte superior del tocador, sus piernas colgando entre ellos. Sin perder un segundo, sus
dedos se hundieron en la frágil seda en sus caderas, rasgó la prenda de sus piernas y la
lanzó lejos.
No perdió ni un segundo, y con sus manos agarrándole las rodillas, las separó y se
metió entre ellas. La luz era brillante, casi deslumbrante ahora, mientras miraba abajo
entre ellos, Lauren se extendió amplia y vulnerable ante él.
Él comenzó a gruñir bajo en su garganta como un animal herido, su expresión
una máscara ceñida de furia. Sus manos dejaron sus rodillas lo suficiente para ajustar su
bragueta y liberar su dilatada erección. Inmediatamente, comenzó a empujar dentro, y
Lauren se sintió débil y poderosa a la vez.
Él era tan agresivo en su masculinidad, que ella se sentía impotente cuando su
cuerpo se elevaba sobre el suyo y la dominaba mientras la llenaba, donde se encontraba
abierta para él. Pero era bueno porque ahora sabía cómo se sentía realmente él acerca de
la posibilidad de su partida. Tenía la respuesta que necesitaba, y se dispuso a calmarlo de
inmediato.
—Logan —comenzó, pero él la interrumpió al deslizar su muñeca y girar su brazo
hasta que lo retorció detrás de su espalda en una llave de la cual no podía escapar.
Excitación sexual absoluta, corrió por su espalda y bajó en una acalorada prisa
entre sus muslos. Oh, Dios, si… eso era nuevo. Otro ataque de humedad facilitó su
camino y él embistió hasta el fondo con un gruñido y se mantuvo ahí.
Lauren estaba bien y verdaderamente aprisionada. La inmovilizó contra el
tocador con su eje que la penetraba y su brazo prensado detrás de su espalda. No la
hería, pero ella no podría haberse escapado, incluso si hubiera querido.
Correcto.
Como si eso fuera a suceder.
Lo intento de nuevo para calmar su tormento. —Logan…
—No empieces. No quiero oírlo, no te irás.
—No, no lo haré —dijo en voz baja.
Levantó la cabeza y entrecerró los ojos hacia ella.
—Dijiste que te ibas a Los Ángeles. —Leyó la tortura y confusión en sus ojos, y
supo sin duda que su hogar se encontraba con él ahora. Mantuvo sus ojos y negó con la
cabeza, su pelo derramándose sobre sus hombros.
—No, no dije eso. Ellos me ofrecieron un trabajo, eso es todo.
Alivio, en su forma más básica, se extendió sobre el rostro de él. —¿No vas a ir?
Sus miradas se mantuvieron y un dulce y caliente anhelo comenzó a latir entre sus
piernas. —No quieres que me vaya, ¿o sí?
Por respuesta, gruño de nuevo y salió y embisitió de nuevo en ella. Lauren se
quedó sin aliento. La cabeza de él cayó sobre su hombro y comenzó a bombear dentro y
fuera, sus empujes agresivos y territoriales.
Lauren comenzó a fragmentarse alrededor de él pero todavía tenía suficiente
aliento para intentarlo de nuevo. —No quieres que me vaya, ¿o sí, Logan?
Sus manos se apretaron alrededor de ella con fuerza inflexible. —Te quedarás
aquí —respondió con arrogancia.
Su posesiva respuesta la envió en picada y sintió sus músculos cerrarse alrededor
de él y comenzar a exprimirlo. El sentimiento era eléctrico. Sorprendente y eléctrico y
sabía que iba a derrumbarse en sus brazos. Él empezó a gemir su placer en una espiral
de gruñidos mientras se sacudía y pulsaba dentro de ella, pero con un destello de pánico
y comprensión lo empujó. —No te pusiste un condón.
Sus fosas nasales se dilataron, una mirada primitiva aparición en su rostro. Se
hizo evidente que era demasiado tarde para preocuparse por nada más, y Lauren se dejó
ir. Vio estrellas y una sensación de satisfacción la envolvió. Él le soltó el brazo e
inmediatamente envolvió sus brazos alrededor de su cuello y se aferró.
Lo sintió saliendo de ella y luego rápidamente deslizo dos dedos dentro de ella, y
se tensaron uno contra otro, viniéndose juntos mientras una ráfaga de líquido caliente
aterrizó en su estómago. Montó las últimas olas de su orgasmo, tomó una profunda
respiración y se relajó contra él. El sentimiento de euforia que siempre sentía cuando
estaba con él era más fuerte que antes.
La fuerza dejó sus miembros y sintió su magnífico agarre apretarla fuertemente
contra él. Dejó escapar un suspiro. —Te amo —dijo simplemente.
Y esperó.
Sintió sus músculos relajarse por medio segundo pero entonces, en un
movimiento apresurado, él abrió la puerta, la levantó y cargó dentro de la habitación y la
puso en el centro de la cama.
Se arrodilló, vestida solo con sujetador, y observó cómo lenta y metódicamente él
se quitó la ropa, sin romper su caliente mirada.
***
El miedo primitivo y la rabia que había estado hirviendo dentro de Logan hace
tan solo diez minutos retrocedía lentamente. Cuando escuchó “Los Ángeles” de sus
labios, pensó que su mundo se encontraba a punto de partirse en pedazos.
Pensó que se había vuelto un poco loco. Estar dentro de ella y tomarla en sus
brazos le ayudó un poco, pero no fue hasta que escucho que no iría, que regresó a la
cordura.
Pero tal vez no estaba claro aún.
Se vino, verdad, con apenas el tiempo suficiente de salir antes de explotar en la
acalorada dicha. Pero no había sido suficiente. Todavía estaba preparado, aun listo.
Dejando caer las botas, vaqueros y ropa interior al piso, se quitó la camiseta, y la llevó al
estómago de ella y la deslizó de un lado a otro por su vientre, pero ese era todo el tiempo
que podía dar a algo tan intrascendente para él como el limpiarla.
Tendrían tiempo para limpiarse después.
Sus ojos eran grandes y redondos cuando la miró fijamente. —¿Vas a conseguir
un condón esta vez? ¿Quieres que lo haga yo? —le preguntó con toda la calma que pudo.
—¿Qué se supone que significa eso?
No le contestó, solo abrió un cajón y con movimientos rápidos, deslizó un
condón sobre su erección.
Se dio la vuelta y se subió a la cama, la empujó hacia abajo y vino sobre ella en
cuatro patas. —Si no te ibas a ir, ¿por qué te molestaste en decirme?, sabías como iba a
reaccionar.
Comenzó a sacudir la cabeza. —No, no estaba completamente segura. Necesitaba
saber… necesito saber si me quieres aquí contigo. Si no, si no te sientes del mismo modo
que me siento por ti, entonces necesitas decírmelo ahora. No puedo rechazar esta oferta
de trabajo a la ligera. Se trataría de un cambio de carrera que…
Ante esas palabras, Logan comenzó a sentir que su cabeza se separaba de su
cuerpo otra vez y cortó sus palabras bajando hasta que su rostro se encontraba sobre el de
ella. Había estado tan jodidamente cerca. Tan jodidamente cerca de recobrar la
compostura y actuar como un humano de nuevo. Pero entonces ella abrió su boca y dijo
mas mierda que causó un fuego en su estómago y una sensación ardiente en su corazón.
—Cállate, Lauren.
—¿Qué?
—Solo cállate de una puta vez. Ya te lo dije. Tú no vas a ninguna parte. No me
hables acerca de ofertas de trabajo y cambios de carrera. ¿Estás tratando de volverme
loco? ¿Es eso lo que quieres?
Lo miro fijamente, obviamente impactada, y tomo una rápida respiración.
—No.
—Entonces, ¿Qué quieres? —demandó saber.
—Quiero que me digas que me quieres aquí contigo. Que me quede aquí por ti.
Le apartó el pelo de la frente y respiró profundo. Deslizó la mano abajo y
levantó su pierna sobre su brazo y la abrió para él de la manera que se encontraba
soñando, día y noche. Se deslizó en el interior de su vagina caliente y por un momento
cerró los ojos mientras una sensación de paz casi lo abrumaba. Levantándose, la miró
fijamente a los ojos.
—¿Lauren?
Podía ver el pulso latiendo en su cuello. —¿Si?
Hizo una pausa y firmemente y de una vez por todas dijo—: Quiero que te quedes
aquí conmigo. Quiero que te quedes aquí conmigo y rechaces el trabajo. Quiero que
hagas eso por lo que tú y yo tenemos. —Estudió la pureza en su rostro curvado hacia
arriba—. ¿Es lo bastante claro para ti?
Una expresión cruzó su rostro que causó que una punzada de satisfacción se
deslizara a través de sus entrañas y luego ella asintió antes de cerrar los ojos y envolver
los brazos alrededor de él mientras lo recibía en su cuerpo.
Él lentamente dejó retroceder la tensión pero encontró su agarre en ella un poco
más duro de lo que usualmente se permitía.
***
Veinte minutos después, Lauren vino de la ducha y Logan se encontraba
completamente vestido y con las botas puestas de nuevo.
—¿Todavía quieres salir a comer? —preguntó, su voz más profunda de lo usual.
Sostuvo la toalla alrededor de ella y asintió.
—Ven aquí —ordenó.
Mientras caminaba hacia él, sintió la espiral de calor a la que sabía que debería
acostumbrarse a estas alturas. Se encontraba sentado completamente vestido en el banco
a los pies de la cama con las piernas separadas. Ella se colocó entre sus piernas y
levantólos ojos preguntando.
Extendió la mano hacia ella. —Déjame ver tu muñeca.
Se quedó momentáneamente desconcertada, pero luego recordó que le dijo más
temprano que la lastimaba. No tenía sentido argumentar que se encontraba bien, quería
asegurarse por sí mismo. Levantó el brazo y lo puso en su palma abierta.
Como ya sabía, no había ninguna marca en su mano izquierda o en su cuerpo.
Las únicas marcas que dejó eran accidentales de la fricción de sus vellos, o moretones a
veces por sus pechos. Él nunca usaba la fuerza de una manera que no fuera controlada. Y
si bien su agarre anterior había sido bastante apretado, no era nada de lo que debería
preocuparse por ahora.
Sus dedos recorrían su piel ligeramente, casi con reverencia, y el corazón de
Lauren se entregó al suave toque. —¿Todavía te duele?
—No, está bien —contestó suavemente.
El levantó la mano a la mejilla. —Lo siento.
Ella sonrió y negó con la cabeza. —Está bien.
Su mirada era intensa, como si estuviera tratando de aprender sus secretos. —
¿Estás segura?
No tenía ningún secreto. Él los tenía todos. —Sí.
—Sabes que nunca te haría daño, ¿cierto?
Le sostuvo la mirada y algo caliente e intenso pasó entre ellos. —Lo sé.
—Y tienes que decirme siempre si estoy siendo demasiado rudo. —Sus dedos
juntándose sobre su muñeca.
Sonrió suavemente en reconocimiento. —Lo haré.
—¿Lo prometes?
La ternura en su mirada era casi su perdición. —Sí.
Su mano se deslizó hacia abajo y le dio unas palmaditas en el culo.
—Ve a prepararte, me muero de hambre.
10
Traducido por JackieC & Annie D
Corregido por Alysse Volkov
O
tros dos meses pasaron, y Lauren no dejaba de pensar, Logan para este
momento, debería de haberle pedido matrimonio. Odiaba admitirlo,
incluso a ella misma, pero se sentía un poco ansiosa. Era algo loco, lo
sabía, pero necesitaba algo de él.
Aún no le había dicho que la amaba, y no lo había presionado. Pero la estaba
poniendo ansiosa.
De la forma en que lo veía, le daba lo que él quería. Le dijo en repetidas
ocasiones que lo amaba, tanto porque a veces se le escapaba como porque sabía que era
lo que quería oír.
Incluso trató de estar un par de días sin decírselo, pero el plan se volvió en su
contra cada vez que probó. La desnudaba en la cama, dejándola loca y sin fuerza, hasta
que no podía pensar con claridad, y la castigaba por no decirlo, hasta que se veía obligada
a hacerlo.
Y eso empezaba a irritarla como el infierno.
¿Por qué debería seguir afirmando su amor, una y otra vez, sin recibir las mismas
palabras a cambio? Al principio había estado bien, pero ahora, que su relación avanzaba,
necesitaba algo de él, y la sensación no se iba.
Casi se sentía como si fuera quien estaba dándolo todo en la relación. Y Lauren
era lo suficientemente inteligente como para saber que lo que estaba sintiendo podría
convertirse en una emoción peligrosa. Se dio cuenta de que este era uno de los “peligros
en una relación” que alguna vez leyóen artículos de revistas y libros sobre relaciones.
Tenía un nombre simple. Falta de comunicación.
Si dos personas fallaban en la comunicación en una relación, todo se condenaba.
Pero era un poco terca; no quería ser la que instigara la “comunicación”. Al
menos, no ahora, no en este momento, no antes de que se hubieran comprometido el
uno al otro en un cien por ciento. Tomó aire decidida y se prometió a sí misma, con fe,
que una vez que estuvieran casados, reforzaría la relación y nunca dejaría que la falta de
comunicación hiriera los sentimientos de ambos.
Porque en ese momento, admitía que sus sentimientos estaban heridos.
Era sólo una humana, mujer por sobre todas las cosas, y por Dios, quería o que
dijera las malditas palabras o una propuesta de matrimonio. Preferiblemente ambas. A
toda prisa.
Algo así, como ahora.
Una sensación de náuseas revolvió su estómago mientras continuaba
obsesionándose. También leyó en esos mismos tipos de artículos que la mayoría de las
mujeres felizmente casadas habían “forzado” a sus hombres para que se comprometieran.
Lauren inmediatamente pensó en el fuerte vínculo que sus padres compartían y el
incuestionable amor entre ellos, incluso después de treinta años de matrimonio. Y
pensaba en las historias que su madre en tono de broma decía.
Su madre y ella, siempre habían tenido una estrecha relación, aunque eran
indiscutiblemente madre e hija, una vez que Lauren alcanzó la edad adulta y se fue a la
universidad, esa relación se convirtió en la mejor clase de amistad. Y ahora, las palabras
de su madre resonaban en sus oídos—: Tu padre nunca hubiera querido casarse. Y
realmente, ¿por qué lo haría? Habíamos estado juntos durante bastante tiempo para ese
momento, y lo hacía todo por él. Cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa. Y tonta de mí, en
ese momento también dormía en su cama. Así que, ¿por qué habría querido casarse
cuando ya tenía todas las ventajas que el matrimonio podría traer?
Lauren recordó el día en que su madre le contó eso con una sonrisa. Su muy
católica madre admitiendo que había estado durmiendo con su padre antes de tomar los
votos matrimoniales. En ese momento, Lauren se tragó la sorpresa y le preguntó a su
mamá cómo se las arregló para conseguir una propuesta. Su madre tomó un sorbo de
vino y le dio una astuta y calculadora mirada. —Oh, fue ridículamente fácil. Le dije que si
quería casarse, pero me dijo que no se sentía listo todavía. Así que le dije que tendría que
hacer su colada, hasta que fuera a ver al sacerdote. Hizo la colada una vez y a la siguiente
semana, fue a ver al sacerdote.
Con esa conversación golpeando una cuerda interna, Lauren se preguntaba si
Logan tenía la misma opinión que su padre hace tantos años. ¿Lo hizo demasiado fácil
para él? Logan, ¿consiguió todo lo que quería de ella por lo que no tenía planes de
compromiso? ¿Estuvo interpretándolo mal desde el principio?
No entendió todo mal. Sabía que la amaba.
¿No era cierto?
Mierda. Iba a volverse loca si seguía pensando en esto.Algo tenía que suceder.
Porque ahora se encontraba en un gran dilema. El contrato de alquiler de su
apartamento tenía que renovarse en un par de semanas, y no tenía idea de qué hacer al
respecto. No quería preguntarle abiertamente a Logan lo que tenía que hacer, tampoco
quería mencionarlo casualmente, como si fuera una pista, porque era lo mismo que
preguntarlo abiertamente.
Si se lo preguntaba, sentiría como si lo estuviera presionando.
Y no quería tener que presionarlo. No por todo.No esta vez.
Si el idiota tan solo le dijera que la amaba.Exhaló entrecortadamente por la ira.
¿Qué diablos debería hacer con su apartamento?
Tenía veinticinco años, era cierto. Había crecido. No debería importarle lo que
pensaban sus padres.Pero le importaba. Y si abandonaba su apartamento, que estaba
segura que era lo que Logan querría que hiciera, su padres llegarían a saber tarde o
temprano que vivía con él, y probablemente se enterarían más pronto que tarde.
Y no importaba qué tan abierta de mente su madre pareciera ser a veces, esto le
causaría una gran preocupación. Y el padre de Lauren. Mierda. Dobles estándares y todo
eso. Era la niña de su papá y siempre lo sería.
Podría no romper su corazón, pero su madre se obsesionaría, preocuparía y su
padre no haría nada al respecto. Así Lauren tenía otra semana, como mucho, antes de
tomar una decisión.
Solo rezó como el infierno de que no estuviera interpretando mal a Logan. Si
resultaba que no se preocupaba de la misma forma en que ella por él...No. Eso era una
locura.
Ni siquiera permitiría a su cabeza ir por allí.
***
Logan cerró laportátil se puso en pie y estiró los músculos rígidos. No podía
concentrarse en una mierda. Algo pasaba con Lauren y estaba a punto de volverlo loco.
En los últimos días había estado poco comunicativa, casi abatida. Un dolor parecía estar
constantemente deprimiéndola.
Se iba a trabajar y luego volvía a casa, pero el ánimo parecía haber dejado sus
rasgos.
Presionó el puño contra los dientes por la frustración. No tenía idea de lo que le
pasaba, pero algo era, y se sentía muy asustado.
Ella parecía estar haciéndolo todo como en una rutina. Todavía dormía con él
cada noche, aún se abría y compartía su cuerpo con él, todavía se aferraba del mismo
modo en que siempre, con alegría... Ciertamente con generosidad.
Pero había una diferencia.
Y esa diferencia lo estaba llevando lentamente a la locura mientras pasaban los
días.
Permanecíasobre todosilenciosa mientras hacían el amor. Tragaba y mantenía en
su interior los pequeños gemidos y ruidos suaves que siempre lo llevaban a la locura por
la lujuria. Mantenía las emociones bajo control, y sólo a la fuerza pronunciaría esas tres
pequeñas palabras que anhelaba.
Algo estaba mal. ¿Trataba de frenar la relación? ¿Cuestionabaaún su amor por
él?
Tenía que ser.
¿Y por qué no iba a hacerlo?
Se movía jodidamente demasiado rápido por ella; había sido así, desde el
principio. La manipuló para que saliera con él, la sedujo para que durmiera con él y la
condenó injustamente a una relación.
El miedo, crudo y vivo, se deslizó por su espalda y se fundió en un dolor ardiente
en la boca de su estómago. ¿Qué demonios iba a hacer?¿Qué podía hacer para que las
cosas fueran de nuevo de la forma en que había sido hace seis semanas o así que cuando
su mundo era casi tan malditamente perfecto como podría haber querido que fuera?
Había sido perfecta excepto por un detalle menor, los artilugios para introducirla
en el matrimonio.
Detalle menor, un culo.
Había estado trabajando en eso. Había estado analizando estratégicamente su
plan. Esperando el momento oportuno, frenándose hasta que supiera que ella quería
sucumbir ante él. Porque si se movía demasiado rápido... Y ella no quería casarse...
Bueno, ese escenario lo asustaba mucho.
Debió haber sentido su necesidad de acelerar la relación y unirla a él para
siempre, y eso la asustó. Tenía que tratarse de eso todo esto. ¿No?
Hijo de puta, tenía que casarse con ella. Necesitaba hacerlo. La amaba tanto, más
allá que cualquier cosa que pudiera haber imaginado en su vida.
Y ella tenía que saber que sostenía su corazón en la palma de la mano. Pero, se
alejaba de él. ¿Por qué? ¿Qué demonios hizo mal y cómo en el infierno se suponía que
iba a arreglarlo si no sabía lo que era?
***
***
L
ogan alejó el biberón de su hija de cuatro meses después de que escupiera
la tetina de la boca. Gorgojó con una risa soñolienta mientras la sostenía en
sus brazos y su cara angelical hiciera que su corazón se apretara y saltara. —
Preciosa. ¿Eres preciosa, verdad? —susurró.
Escuchó pasos entrar a la habitación y echo un vistazo sobre su hombro hasta
encontrar a Lauren en el umbral de la puerta, sosteniendo a su hijo en brazos.
Tomó varios años, pero los tratamientos de fertilidad funcionaron, y los gemelos
eran asombrosos, adorablemente perfectos.
Logan pasólos ojos sobre Lauren. Su esposa asombrosa, adorablemente perfecta.
No había cambiado, ni una maldita parte, en sus diez años desde que se casó con ella.
Por supuesto, ella pensaba que lo había hecho. Las diez libras que ganó con los gemelos,
que estaba tan determinada en perder, solo agregaba unas interesantes curvas según
Logan.
La observaba ahora mientras daba unos ligeros pasos hacia las cunas, y
cuidadosamente acostó a su hijo dormido. Se inclinó y besó el cabello y luego se puso de
pie de nuevo y se removió alrededor para enfrentar a Logan una vez más.
Sus manos cayeron en sus caderas y sus ojos se estrecharon. —¡Tengo treinta y
cinco, Logan! —se lamentó en un susurro.
Trató de sofocar una carcajada que manaba de sus labios. —Lo sé, nena, es tu
cumpleaños. ¿Recuerdas ese círculo de diamantes que deslice en tu dedo esta mañana? —
preguntó, con voz baja desde su garganta. Era siempre una tarea difícil conseguir que
ambos bebés durmieran una siesta al mismo tiempo, pero se encontraba jodidamente
determinado a cumplir esa misión hoy. Quería a su esposa para sí mismo durante un
tiempo, incluso si solo podría ser por cinco minutos.
Ante el recordatorio, Lauren levantó la mano y miró fijamente el anillo de diez
años de aniversario que se colocaba al lado de su anillo de bodas, y lo inclinó de manera
que hacía a los diamantes brillar. —Lo amo.
—Mmm —gruñó en silenciosa satisfacción, sabiendo que logró su objetivo y
sorprendió a su esposa con el regalo, desde que técnicamente, su décimo aniversario no
sería en unos meses todavía. ¿Pero por qué esperar?
Había repasadoen su cabeza cada maldito regalo que ya le había dado y por su
vida, el anillo de aniversario era todo lo que podía pensar. Este hizo que fuera un
excelente regalo de cumpleaños, pero sabía que solamente se jodería más adelante,
porque, ¿qué en el infierno podía conseguir para su aniversario?
Por supuesto, realmente no importaba, suponía, porque estaba siempre
suplicándole que dejara que comprarle cosas. Pero no quería parar. Le gustaba
comprarle cosas; lo hacía feliz. Le gustaba ver las joyas que escogía en los dedos en sus
muñecas, y alrededor de su cuello. Le gustaba verla desnuda en la cama, sólo con las
joyas que le había regalado. Le gustaba verla conducir el carro que le regaló, y le gustaba
que decorara la casa con los muebles que su dinero compraba.
Demonios. Era probablemente cierto; era el hombre de las cavernas que Lauren
siempre lo acusó de ser. Había sido un maldito hombre feliz desde que ella renunció a su
trabajo hace seis años.
Se hallabade pie, sosteniendo gentilmente a su ahora hija dormida. Caminó hacia
la cuna y tan cuidadosamente como pudo, la acostó. Jaló la pequeña sabana y cubrió sus
piernas con ella, y entonces se inclinó y besó su mano gordita antes de echar un vistazo a
su hijo para asegurarse que dormía profundamente también.
Viendo a ambos bebés realmente bien y cómodos, Logan caminó con un paso
silencioso a donde Lauren se encontraba y esperaba con los labios llenos y ojos brillantes.
Inclinándose, capturó su muñeca entre los dedos en un duro, determinado agarre.
Echo un vistazo cuando escuchó el suave grito de asombro escapar de sus labios. Y no
podría negar que amaba la manera en que aun, hoy en día, reaccionaba hacia él.
Pero levantó el dedo hacia sus labios y lo sostuvo allí mientras su piel de seda
viajaba a su cabeza. —Shh —amonestó, antes de sacarla de la habitación y conducirla al
dormitorio principal.
El monitor se hallaba ya encendido y listo para amplificar cualquier sonido que
los bebés pudieran hacer, y él estaba más que listo. Sus extrañas se apretaron y su eje
pulso y palpito de estar tan cerca de su meta.
—Sus ropas necesitar salir, Sra. Crenshaw —dijo, avanzando hacia ella.
Ella sonrió maliciosamente y comenzó a quitarlas, una por una. La observó
mientras hacía lo mismo.
Sus ojos se encontraron y sostuvieron mientras ella se movía a través de la cama, y
la siguió, viniendo encima de ella a gatas. —No podemos arriesgar el tiempo con mucho
juego previo en este momento, pequeña cumpleañera. ¿Eso estar bien para ti? —Su mano
aterrizó en el codiciado premio entre sus muslos y la necesidad eléctrica señaló por
medio de chispas entre ellos que estaba mojada y lista para él—. Ahh, puedo sentir que es
así —continuó bromeando con una baja, determinada voz.
Se inclinó para besarla y mientras Lauren deslizaba sus brazos alrededor de sus
hombrosabriendo su cuerpo para él, tiró de sus caderas y se empujó dentro de ella,
logrando su máxima meta.
Mordisqueó sus labios y luego inclinó la frente contra la suya mientras la paz
inundaba su alma.
Gracias, Dios.
Su vida era perfecta.
LYNDA CHANCE
S
iempre una fanática de la ficción romántica, siempre he
estado enamorada de los machos alfa. Tan enamorada, que
nunca he estado satisfecha con las restricciones de las series
de romance. Me gusta meterme en la mente de los chicos y hacer que
hagan o digan lo que están sintiendo exactamente en el momento, ¡y
algunas veces me sorprendo a mi misma!
Considero mis historias como eróticas suaves; un hombre, una
mujer, heterosexuales. Pero dado que el amor verdadero es siempre el
final feliz que estoy buscando, mis parejas son siempre monógamas.
Mi tipo nunca compartiría a una mujer con nadie, y ella siempre
está bastante satisfecha con él. Puesto que creo que el amor empieza
con la lujuria, mis historias son siempre altamente sexuales, explicitas en
naturaleza, y esperando totalmente la satisfacción de mis lectores.
Espero que disfrutes leyendo tanto como yo lo hago escribiendo.
¡VISÍTANOS!
http://paradisebooks.forum.nom.es/