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La materialización de las identidades trans como formas de subversión de

la heteronormatividad.
El caso de la organización Caribe Afirmativo en la ciudad de Barranquilla

Formulación de proyecto de investigación a Doris Lamus Canavate.


Maestría “Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar”
Universidad del Atlántico 2017
Barranquilla, Colombia

Raissa Sánchez Goenaga


Raissasanchez90@gmail.com
1. Titulo
La materialización de las identidades trans como formas de subversión de la
heteronormatividad. El caso de la organización Caribe Afirmativo en la ciudad de
Barranquilla.
Resumen:
El presente documento aborda la identidad de género trans como materialización
de subjetividades políticas que subvierten las lógicas binarias que tienen lugar
desde el sistema sexo-género, cuya ontología es la heterosexualidad no como
simple opción y preferencia sexual sino como una imposición y régimen político que
excluye otras formas posibles de vida, negándoles el acceso a esas personas no
heteronormativas la posibilidad de devenir sujetos de derecho.
Palabras clave:
Heteronormatividad, sistema sexo-genero, trans, subjetividad política, sujetos de
derecho.
2. Planteamiento del problema y justificación en términos de necesidades
y pertinencias
El binomio hombre/ mujer a partir del cual se pretende abarcar a la gran diversidad
humana, se ha visto problematizada a partir de la reivindicación y empoderamiento
de otras identidades de género que no tienen cabida dentro de la lógica
heteropatriarcal. Esta dualidad de dos sexos que se materializan en dos únicos
géneros proviene del régimen político heterosexual (Wittig, 1992), que busca que la
humanidad se limite, se defina y se reduzca a dos identidades políticas, económicas
y sociales para funcionar y formar parte del sistema, consiguiendo mantener en la
alteridad, la exclusión y abyección a esas otras subjetividades en resistencia que
hace invisibles las fronteras entre sexo, práctica sexual e identidad de género; es
decir, un mundo abierto de posibilidades que podrían erigirse en el orden social
como realidades políticas propias de la especie humana.

Los determinantes biológicos/genitales, esencialistas y las nociones de


inmutabilidad que descansa actualmente sobre el sistema sexo/género han
constituido en formas de relaciones de poder desiguales entre hombres y todos los
demás, especialmente si se manifiestan con las tradicionales características que se
atribuyen a la feminidad, es decir, estaríamos hablando de relaciones desiguales de
poder entre los sujetos masculinizados y los sujetos feminizados. Dicho esto es
necesario reconocer las subjetividades de las personas transgenero y transexuales
para subvertir esta disparidad que existe entre las identidades basadas en género,
dejando en manifiesto la categoría de género como un artificio discursivo, como un
estilo corporal que desliga de la materialización de los cuerpos las distintas
funciones, aptitudes, características, comportamientos y conductas que como
atributos se relacionan intrínsecamente a una persona en cuanto a sujeto sexuado.

Las identidades transgenerizadas sufren la discriminación y abyección de una


maquinaria simbólica, cultural y mediática que les impide la visibilización y
reconocimiento político, en tanto identidades humanas sujetas de derecho,
impidiendo que se les reconozca sus formas de vivir y habitar el mundo desde
valoraciones positivas que les posibiliten convertirse en agencias del
restablecimiento del orden social actual, logrando desestabilizar la idea de pureza y
naturaleza que descansa sobre el binarismo sexual producto del heterosexismo
cultural.

Para abordar este problema de investigación es pertinente realizarse los siguientes


cuestionamientos ¿En qué sentido un hombre trans no es un hombre y una mujer
trans no es una mujer? ¿Es acaso la anteposición de hombre/mujer a la categoría
trans lo que marca el destino de estas personas? si partimos de la afirmación “las
lesbianas no son mujeres” de Monique Wittig (1992) es posible considerar que
según esta autora feminista, el grupo de las mujeres como clase social producto del
régimen político heterosexual, no incluye a las mujeres lesbianas al plantearse unas
formas de vidas que trasciende el binomio hombre/mujer y todas sus implicaciones
políticas (reproducción, cuidado del otro, servidumbre), no forman parte de la
categoría mujer, relegándolas a un afuera (Fuss, 1989) del sistema que les impide
ser reconocidas como identidades que constituyen subjetividades también políticas,
en tanto que la dualidad dentro/fuera, delimita que sujetos que quedan por fuera de
los sistemas de poder, autoridad y legitimidad cultural (Fuss, 1989, P. 114),
demarcando un dentro que constituye lo que Judtih Butler (2001) llama, la matriz de
inteligibilidad heterosexual, que consiste en la forma como los cuerpos sexuados
deben constituirse en cuerpos generizados conforme al binomio macho/masculino
y hembra/femenino con una orientación erótico afectiva marcadamente
heterosexual para obtener el reconocimiento público y social dentro de los marcos
de normalidad y pureza, así para la autora dentro de la mencionada matriz el género
es:

…una forma de poder social que produce el campo inteligible de los sujetos, y un
aparato que instituye el género binario. (Butler, 2004, p. 78).
Siguiendo con el binomio dentro/fuera se puede decir que todas aquellas
identidades transgenerizadas se encuentran fuera del orden político establecido, y
por ende son valoradas socialmente desde la abyección, la anomalía y la patología
deviniendo en un proceso de deshumanización que se manifiesta en todo tipo de
violencias, especialmente la violencia por prejuicio y violencia basada en género, lo
cual si se concibe desde la heterosexualidad no como una opción, sino más bien
como una institución obligatoria (Rich, 1996) se podría decir, que es el cultivo
idóneo para estigmatizar y promover el prejuicio hacia estas identidades trans;
según el informe de Violencia hacia personas LGTB en Colombia (2015) se
manifiesta que son 61 hechos registrados de violencia hacia personas LGTBI, de
los cuales 22 hechos estuvieron motivados por prejuicios hacia su orientación
sexual o identidad de género; donde 57 de estas víctimas eran personas trans, de
las cuales 29 eran mujeres trans.

Numerosos hechos de violencia policial contra la población LGTB no se presentan


como actos abiertamente delictivos, sino como procedimientos policivos previstos
en la normatividad vigente que de todas maneras, se ejerce de manera selectiva,
injustificada o desproporcionada… Por lo general este tipo de actuaciones están
motivadas por prejuicios hacia la orientación sexual o la identidad de género de las
personas. (informe, 2015, p.84).

Expuesto lo anterior, este trabajo de investigación busca visibilizar las


particularidades, experiencias y subjetividades de las personas con identidad de
género trans en miras de transformar las valoraciones negativas que existen hacia
estas minorías históricamente discriminadas, como también, desestabilizar el orden
político heterosexual prestablecido como único plausible o viable a partir del cual
todos los que no se encuentran definidos en sus referentes de significación y su
lógica, son constituidos como lo otro, lo anormal, imitaciones y géneros frustrados
conforme al binomio tradicional contemplado en el orden institucional heterosexual,
para lograrlo reivindicare las subjetividades políticas que están implícitas en el
devenir sujetos y sujetas de las personas trans, entendiendo por subjetividad la
capacidad que tiene el sujeto de producirse a sí mismo como una entidad inacabada
que a su vez se pronuncia como sujeto político a partir de las practicas discursivas
y normas sociales que hacen posible el reconocimiento político y humano del sujeto
(Muñoz, 2010), abriendo un mundo que contempla las subjetividades en resistencia
a los discurso hegemónicos y universalistas que pretenden objetivar las estructuras
mentales de los individuos y sus formas de relacionarse y habitar el mundo.
bajo dicha topografía la psicología adjetivada “política” debe transitar hacia el
reconocimiento del sustrato político implicado en la subjetividad y por tanto, debe
incorporar una reflexión crítica sobre los procesos de subjetivación que trascienda
las descripciones ingenuas, de tal forma que revele las relaciones instituidas entre
la diferenciación dicotómica de género hombre/mujer, masculino/femenino y el
dualismo objetivo/subjetivo, público/privado como referentes constitutivos de la
subjetividad. (Garcia, Muñoz, 2010).

3. Objetivo general y objetivos especificos

Objetivo General
Problematizar la heteronormatividad frente a las experiencias de las personas trans
en la organización Caribe Afirmativo.
Objetivos Específicos
Desentrañar los procesos de construcción de identidad y subjetividad de las
personas trans.
Interpretar las formas de subjetividad política que surgen desde las narrativas de las
personas con identidad de género trans.
Identificar formas de violencia que se ejercen institucionalmente (salud, educación
y justicia) contra las personas trans.
4. Marco teórico
Dispositivo teórico-conceptual
Para definir las coordenadas teórico-conceptuales (y metodológicas) en las que se
inscribe esta propuesta tomamos como punto de partida el aporte teórico conceptual
que plantea la filósofa feminista Judith Butler en relación de la categoría de género
y su carácter performativo, para dar cuenta de cómo los sujetos devienen como tal
en la medida en que son interpelados por las normas que permean y mantienen
vigente la heterosexualidad obligatoria. Butler concibe al género como una norma
que funciona bajo un discurso restrictivo concebido bajo el principio de la
normalización, determinando la inteligibilidad social de los sujetos y a su vez, lo que
aparecerá en la esfera social (Butler, 2001) , sin embargo, los que se encuentran
fuera de la norma, al reivindicar su diferencia son definidos en relación con la norma
pero desde la exclusión, la otredad y la anormalidad; precisamente porque el género
sólo concibe la norma establecida desde el binomio masculino/femenino omitiendo
su otra posibilidad de constituirse como el mecanismo a través del cual dicha
normalidad se deconstruye y se desnaturaliza posibilitando su alteración (Butler,
2004) , por lo que para la autora:

No comprender que la producción de la coherencia binaria es contingente, que tiene


un coste, y que aquellas permutaciones del género que no cuadran con el binario
forman parte del género tanto como su ejemplo más normativo. (Butler, 2004, p. 70).

En su libro “Deshacer el género” (2004) afirma que el género como ente regulador
de los sujetos funciona como un sistema de poder que limita los campos de acción
de todas aquellas personas que no se encuentran identificadas con el binomio, en
ese sentido podríamos decir, que el género es violento en la medida que impone en
los cuerpos -cirugías correctivas y normalizadoras, que en palabras de Butler, son
llamadas castigos sociales a las transgresiones de género- y subjetividades de las
personas dos únicas posibilidades constreñidas dentro de la heterosexualidad
jerárquica y las formas de heterosexualidad hegemónicas, patologizando las formas
diferentes de sexualidad Queer.

…su binarismo no puede darse por hecho fuera del marco heterosexual, que el
género mismo es eternamente inestable y que las vidas transgenero evidencian la
ruptura de cualquier línea de determinismo causal entre la sexualidad y el género.
(Butler, 2004).
La performatividad se convierte para esta investigación en determinante para la
comprensión de la categoría de género como sedimentación de una serie de
producciones discrusivas que funcionan a través del poder del discurso causando
el efecto deseado en los sujetos, que hace realidad lo que nombra a partir de la
reiteración, de la regulación, materializa los cuerpos como un efecto de ese
mandato, en ese sentido el género no es una elección o decisión, sino más bien una
imposición u obligación que marca al sujeto previamente, el cual debe acatarse a
estas normas heterosexuales para edificarse como sujetos viables culturalmente,
es un régimen al que los sujetos son sometidos a través del castigo, el
disciplinamiento, la prohibición y el tabú. La fuerza normativa de la performatividad
establece el binarismo masculino/hombre, femenino/mujer y su respectiva unión
heterosexual, exige la encarnación de ciertos ideales de masculinidad y feminidad;
constituyendo así su carácter y su propia lógica fantasmatica, fantasiosa e
imaginativa, porque dicha estabilidad producen su propia subversión, lo que no se
puede nombrar, su propio exterior constitutivo, demostrando la ingobernabilidad de
dicha matriz heterosexual, ya que en cuanto a ideales no se alcanzan plenamente
por lo que esta incapacidad de acercarse a la norma o al carácter naturalizado de
la heterosexualidad no es lo mismo que la subversión de la norma (Butler,2002).

Porque, si identificarse como mujer no implica necesariamente desear a un hombre


y si desear a una mujer no indica necesariamente la presencia constitutiva de una
identificación masculina, sea cual fuere ésta, luego la matriz heterosexual se
manifiesta como una lógica imaginaria que demuestra insistentemente que no
puede ser manejada. La lógica heterosexual que exige que la identificación y el
deseo sean mutuamente excluyentes es uno de los instrumentos psicológicos más
reductores de heterosexismo. (Butler, 2002, p. 336).
Así la sexualidad y el sexo no es algo que se construya, ni mucho menos aspectos
que vengan determinados de antemano, sino más bien conforman la dimensión
performativa de los cuerpos, es decir, la reiteración forzada, regularizada de
normas, y restricciones que hacen posible el estatus de sujetos. Siendo la restricción
lo que permite la performatividad a partir de la tendencia de naturalización del sexo
y la sexualidad producto de todo discurso o sistema de poder para reafirmar las
normas heterosexistas y el carácter normativo de la heterosexualidad obligatoria.
(Butler, 2004).

En este sentido Butler, afirma que los y las homosexuales no son hombres y
tampoco son mujeres, por lo que podríamos decir, que también aplica para todos
los demás géneros ya proliferados, pero no reconocidos, especialmente para las
personas trans, en la medida que se han apartado del género masculino y femenino,
cesan de ser hombres y mujeres, por lo que el género tal y como se conoce
actualmente es radicalmente incompatible con la homosexualidad y la
transexualidad… la autora termina concluyendo que por tal motivo, la
homosexualidad -a lo que también se debe agregar la transexualidad- debe
convertirse en su propio género, desplazando por completo la oposición binaria
entre lo femenino y lo masculino, pero sobre todo transformando lo que entendemos
por ser humano universal y todas sus formas “políticamente correctas” de
manifestarse, es imaginarse lo humano más allá de sus límites convencionales
(Butler, 2004, p. 260).

Este ser humano no será único, no tendrá una forma definitiva, sino que será lo
que está negociando constantemente la diferencia sexual, de forma que no tenga
consecuencias naturales o necesarias para la organización social de la sexualidad
(Butler, 2004, p. 271).
En este mismo sentido es válido mencionar a Adrienne Rich y su texto
“Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”, escrito en 1978 y publicado dos
años después, en el que la autora plantea la necesidad de cuestionar la
heterosexualidad como institución política que se impone, especialmente sobre las
mujeres, haciendo imposible la visibilizacion de las lesbianas, que a causa de esta
institución ha sido borrada de la historia o en su defecto, han sido representadas
desde la enfermedad y la aberración. Cuestiona fuertemente el movimiento
feminista al no replantarse la categoría mujer más allá del binarismo de género que
da por hecho de que la mayoría de las mujeres son heterosexuales por naturaleza,
dejando de lado la posibilidad de que puede resultar en no ser una preferencia u
orientación innata, sino algo que ha tenido que ser impuesto, gestionado,
organizado, propagado y mantenido a la fuerza (1978: 38-39). En esta misma línea
es pertienente considerar los aporte de la lesbofeminista, Monique wittig (1992), la
cual causó revuelo con su afirmación, “las lesbianas no son mujeres”, precisamente
porque planteo la existencia de las mujeres como clase política y económica que
existe en la medida en que es definida por el hombre y vive en función de mantener
el sistema heteropatriarcal, es decir, la idea de mujer madre, mujer esposa,
categorías que presuponen una apropiación de la fuerza de trabajo y la noción de
servidumbre de las mujeres por parte de lo general, es decir, lo masculino. Así que
para Wittig las lesbianas son un producto de la sociedad, un no hombre, una no-
mujer; algo distinto a la mujer en la medida en que busca liberarse del yugo
ideológico heteropatriarcal y constituir un nuevo orden político, social y simbólico;
especialmente porque con la categoría lesbiana se desmonta la diferencia sexual
como causa y justificación de la desigualdad que por décadas ha ubicado a las
mujeres en posición de subordinación y opresión. En este sentido podríamos
considerar si la idea de la clase dominante en tanto hombres y la clase subordinada
en tanto mujeres, encuentra su máxima subversión y transformación en las
identidades transgenero y transexuales, o lo que sería mejor, en esas prácticas
sexuales que determinan la identidad de género de los otros desde el régimen
heterosexual.

Tal vez el sexo como categoría deje de ser determinante para el reconocimiento de
las personas y podamos prescindir de la categoría sexo en su totalidad, en la
medida en que no hace manifiesto ninguna verdad sobre quien se nombra o es
nombrado; teniendo en cuanta que según Wittig la categoría sexo es producto del
sistema heterosexual y solo sirve para diferenciar lo particular (las mujeres) de lo
general, de lo universal (los hombres), por lo que hacer evidente las identidades
trans constituye una re significación de lo que se considera universalmente humano
y por ende expande y erradica los parámetros tradicionales de inteligibilidad
humana.
En el intento de problematizar la heternormatividad y las categorías que la
conforman podemos aludir al cuerpo o los cuerpos en la medida en que el sistema
sexo/género de la matriz heterosexual ha sido un atributo indisociable del cuerpo
evidente, tal y como lo plantea Meri Torras, en su texto, “El delito del cuerpo” (1999),
esta autora plantea la necesidad de pluralizar las posibilidades de materializaciones
corporales a la hora de establecer las categorías de identidad que posibilitan el
reconocimiento de los seres humanos como sujetos; ¿ante que permanecemos
ciegos/as al ver un cuerpo por más desnudo que este?, con esta pregunta evidencia
la necesidad de deconstruir la heterosexualidad y el binomio hombre/mujer que la
conforma y llegar a establecer, visibilizar y normalizar lógicas distintas a la patriacal
heterosexista (1999: 11-12). De este modo Torras comparte con Butler que los
cuerpos son materializaciones políticas y culturales, son efecto del poder del
discurso y el lenguaje, así:

El cuerpo es la representación del cuerpo, el cuerpo tiene una existencia


performativa dentro de los marcos culturales (con sus códigos) que lo hacen visible.
Más que tener un cuerpo o ser un cuerpo, nos convertimos en un cuerpo y lo
negociamos, en un proceso entrecruzado con nuestro devenir sujetos, esto es
individuos, ciertamente, pero dentro de unas coordenadas que nos hacen
identificables, reconocibles, a la vez que nos sujetan a sus determinaciones de ser,
estar, parecer o devenir. (Torras, 1999, p. 20).

Meri Torras da cuenta de la teoría critica feminista a partir de la categoría de


sexualidad, la cual es definida por la autora desde los aportes de Catherine
Mackinnon, como un aspecto que no se refiere exclusivamente al contacto genital,
a la excitación ni a las sensaciones…la sexualidad se concibe como un fenómeno
social más amplio, nada menos que como la dinámica del sexo entendido como
jerarquía social, y su placer es la experiencia del poder en su forma con género
(citado por Torras, p. 14-15). Torras concluye que para las preguntas ¿Qué significa
ser lesbiana?, ¿una mujer que ama a otra mujer? ¿Cuántas?, una lesbiana ¿puede
amar/desear/querer y/o mantener relaciones sexuales con un hombre (una persona
que vive en un cuerpo sexuado en masculino)? …no existe una única respuesta,
por lo que la indefinición conceptual de un término aunque en apariencia este tan
socialmente definido, constituye su mayor fuerza porque ahí donde hay conflicto es
posible que surja el cambio. (Torras, 2000, p. 129).
Las categorías que permean las distintas dinámicas sociales se acentúan en el
terreno de lo simbólico o el universo simbólico, por lo que para una aproximación a
la objetivación de la realidad social podemos acudir a Berger y Luckman, en la ya
clásica obra “Construcción de la realidad” (1999), quienes afirman que a través del
lenguaje construimos símbolos que surgen a partir de la experiencia cotidiana y por
ende llegan a constituir objetivamente la aprehensión de lo que no se discute, es
decir, lo que configura el sentido común en la realidad de la vida cotidiana, por lo
que el “hombre” (sic) se auto-produce y produce, también, el orden y entorno social,
que de ninguna manera forma parte de “las leyes de la naturaleza” o la “naturaleza
de las cosas” (Berger y Luckman, 1999, p. 73). Dicha producción o actividad
humana se objetiva en la medida que se institucionaliza, es decir, se somete al
control social bajo unas tipificaciones reciprocas de acciones habitualizadas por
tipos de actores (Berger y Luckman, 1999, 76) que una vez aceptadas por la
sociedad intersubjetivamente (universos de significado socialmente compartidos),
se construye el edificio de la legitimación y el control a través de una serie de
sedimentaciones colectivas de significado (conocimiento) que se graban en la
conciencia del individuo/a. La deshumanización del mundo, al que se hace
referencia en el texto, consiste en la reificación de las instituciones y los roles, en la
medida en que se les atribuye a la naturaleza el origen de los significados humanos,
como facticidad extraña (Berger y Luckman, 1999, p. 117) y se pasa por alto que
toda actividad y hecho objetivado socialmente es producto de la actividad humana.
Para el caso de los roles, estos son interpretados como destino inevitable y
necesidad intrínseca a la “naturaleza” del género y/o del sexo, distanciado
implícitamente al sujeto entre él o ella y el desempeño de un “rol”:

No tengo opción en este asunto. Tengo que actuar de esta manera debido a mi
posición (como marido, padre…), la identidad misma (el yo total…) puede reificarse,
tanto el propio, como los otros. Existe pues una identificación total del individuo con
sus tipificaciones socialmente atribuidas. (Berger y Luckman, 1999, p. 119).

Siguiendo con Berger, P & Luckman se establece que los roles como realidades
subjetivas sólo pueden mantenerse en un ambiente que los confirme
constantemente por medio de unas estructuras sociales de plausibilidad o
“realidades vivientes“(Berger y Luckman, 1999, p.194) eficaces que confirmen mi
auto-identificación, es decir, la identidad: …es un fenómeno que surge por la
dialéctica entre el individuo y la sociedad… son productos sociales… elementos
relativamente estables de la realidad social objetiva” (Berguer y Lukman, 1999, p.
217) en este sentido la identidad de un hombre o una mujer, se concibe a partir de
la identidad en cuanto a fenómeno social que se verifica a través de los estereotipos
que la definen y designan.

Volviendo con Butler, también, cabe destacar su postura antiesencialista y su


cuestionamiento del orden o régimen normativo que se proclama como el original,
como lo puro y la verdad absoluta que debe asumir toda persona que pretenda
constituirse como sujeto de derecho; es ahí cuando Butler se pregunta ¿Qué
actuación del género se llega a considerar autentica y otra falsa?, ¿Qué
materialización de ese género se considera importante y cual no? A juicio de Butler
todo género esta travestido, por la incansable lucha que implica convertirse en un
género conforme a las normas heterosexuales hiperbólicas de género, por lo que
aun cuando se pretenda a la heterosexualidad como lo original, la norma o lo natural
para funcionar conforme a la opresión sexual y de género, queda en evidencia con
el travestismo y la transexualidad, que la heterosexualidad hegemónica misma es
un esfuerzo constante y repetido de imitar sus propias idealizaciones; la imitación
está en el corazón mismo del proyecto heterosexual y sus binarismos de género
(Butler, 2002 p.184), como también se hace necesario deconstruir el deseo
heterosexual como si fuese la causa de los otros deseos que constituyen las
diversas orientaciones sexuales; que el deseo lésbico o todas las demás prácticas
Queer deben afirmar su especificidad radical como naturalizados dentro las
múltiples formas de devenir sujetos generizados. (Butler, 2002, p. 188).

Los géneros que tengo en mente existen desde hace mucho tiempo, pero no han
sido admitidos en los términos que rigen la realidad. Se trata de desarrollar un nuevo
léxico legitimador para la complejidad de género que siempre hemos estado
viviendo, un nuevo léxico dentro de la ley, la psiquiatría, dentro de la teoría social y
literaria. (Butler, 2004, p. 308).
Es así como la reiteración de normas hegemónicas constituyen la marca del sexo y
del género que preceden al sujeto, confirmando que no hay ningún yo previo a su
asunción de sexo (Butler, 1993, p. 153), la autora complementa afirmando que toda
formación discursiva debe entenderse en relación con aquello que tal formación no
puede acomodar dentro de sus propios términos discursivos o simbólicos. (Butler,
1993, p. 273). Ninguna categoría sea la de mujeres, homosexuales o hombres
debería presumir de un esencialismo radical de género, ni mucho menos asumirse
como categorías descriptivas totalizadoras porque implica imposibilitar un futuro
para el significante político, entendiendo por este como un conjunto de
intersecciones de relaciones sociales que no se puede resumir mediante los
términos de identidad (Butler, 1993, p.306); la eficacia política de las categorías
radica entonces, en la incapacidad del significante de producir la unidad prometida,
por lo que para un fin realmente democratizador las categorías deben permanecer
abiertas a la rearticulación de aquello que excluye, para lograr su determinación, si
se tiene en cuenta que toda simbolización respalda el antiesencialismo en la medida
en que se basa en una carencia, en sus propias exclusiones constitutivas. (Butler,
1993, p. 307).

…acatar la ley, acceder a lo que prescribe la ley es producir un alineamiento con la


posición sexual señalada por lo simbólico, pero también es fracasar siempre en el
intento de aproximarse a esa posición y sentir la distancia entre esa identificación
imaginaria y lo simbólico como amenaza de castigo, la incapacidad de ajustarse al
modelo, es el espectro, de la abyección. (Butler, 1993, p. 154).

5. Estado del arte


Son muchas las investigaciones que se han realizado en Colombia con respecto al
cuestionamiento de la heterosexualidad como norma, como obligación y como
destino inevitable para lograr la inteligibilidad cultural, social y política de los sujetos,
sobre todo para dar cuenta de las identidades de género que no se identifican con
dicho orden social. En la mayoría predominan las historias y relatos de vida como
instrumento metodológico, precisamente porque dentro la dialéctica social y sus
intentos de generalizar y difundir categorías totalizadoras, las personas trans son
invisibilizadas o representadas sólo a través de la parodia por lo que estos esfuerzos
académicos se convierten en una ventana hacia la normalización y visibilización de
las identidades trans.
En este sentido podemos mencionar la tesis “El régimen heterosexual de la nación:
Un análisis antropológico lésbico-feminista de la Constitución Política de Colombia
de 1991” (2010) de Rosa Ynés (Ochy) Curiel Pichardo, Universidad Nacional de
Colombia, en la que a través del Análisis Critico del Discurso aplicado a la
Constitución Política Colombiana de 1991, constata como se expresa la ideología
hegemónica de la heterosexualidad como régimen político para devenir sujeto de
derecho en dicho país, dicho método conlleva a la autora a establecer las relaciones
que existen entre heterosexismo y nación, en otras palabras, el discurso
heterosexista que predomina en la nación. En esta tesis para la obtención del título
de maestría en Antropología se delimitan las categorías políticas que se respaldan
a través de la Constitución, sin embargo, quedaría faltando orientar la
transformación y cuestionamiento de la heterosexualidad como régimen/institución
a partir de los propios términos y realidades de las personas con identidad de género
no normativa o hegemónica, por lo que para el caso de este proyecto de
investigación se hace necesario indagar en la subjetividad también política y
aspectos diferenciales de las personas trans para trascender y subvertir el orden
prestablecido desde el binarismo y la dicotomía de género.

La tesis mencionada anteriormente encuentra su análoga en el trabajo de


investigación de “¿De qué reconocimiento hablamos en Colombia? Puede que
seamos reconocidos por lo que no somos, pero no podemos reconocernos con lo
que no sentimos: El hacer político de la mujer transexual femenina inscrito sobre el
registro civil de nacimiento: tres estudios comprendidos entre marzo-diciembre de
2012, en Bogotá, Colombia”, por Federico Mejía Álvarez, ya que si bien en la
primera se llega a la conclusión, entre otras, de que el artículo 13 de la constitución
contempla no discriminación por razones de sexo, esto obedece solamente a la
diferencia sexual hombre/macho, Mujer/hembra, dejando por fuera a la diversidad
de opciones sexuales materializadas más allá del reconocimiento bidemensional
heterocentrado, mientras en el segundo trabajo, se deja en evidencia, varias de las
sentencias emitidas por la Corte donde queda legitimado el reconocimiento de la
identidad en Colombia a partir de la alteración del estado civil sexual bajo el derecho
del libre desarrollo de la personalidad, ejemplo de esto fue la sentencia T-977 del
2012. Para terminar con ambos trabajos, cabe mencionar que aunque se deja en
evidencia una necesidad de cuestionarse ¿Qué significa ser hombre o mujer en
Colombia? Dicho cuestionamiento es aún vigente precisamente, porque en la
Asamblea Nacional Constituyente no participaron sujetos no heterosexuales (Curiel,
2010, p. 73).

En cuanto al abordaje de las personas trans como subjetividades políticas


emancipadoras del orden heteronormativo, aunque recluidos a la discriminación,
extrema vulnerabilidad, desprotección y violencia cabe destacar el trabajo de
investigación, “Formas de subjetividad política presentes en el relato de vida de una
persona con identidad transgenerista” (2015) de Herrera Parra y Pulgarin Arias, ya
que para motivos de la presente investigación, también, busca indagar y realizar un
análisis interpretativo de la narrativa de vida de una persona con identidad “trans”
para dar cuenta del agenciamiento político de las personas trans a través de las
categorías: política de reconocimiento, identidad sexo/genérica, cuerpo
material/cuerpo imaginado; entre otras, que obedecen específicamente a intentar
dar un lugar diferencial a un grupo humano que padece de inequidad en relación
con el orden heterosexual normativo.

Han sido varias las investigaciones, generalmente de tipo cualitativo, que intentan
abordar desde categorías políticas objetivadas socialmente, el proceso de
subjetivación por medio del cual las personas trans subvierten y evidencian la
necesidad de pluralizar las instituciones que regulan el devenir sujeto digno de
derecho y estatus de ciudadano pleno en Colombia; categorías como, entrevista
laboral, visita conyugal a personas trans privadas de la libertad… son muestra de
cómo todo cuanto nos permite vivir dignamente está condicionado y contemplado
desde el régimen político de la heterosexualidad cuya base ontológica se encuentra
en el determinismo biológico, dejando vidas humanas excluidas, en estado
permanente de precariedad. En este sentido cabe mencionar la tesis, ““Trans el
muro: Mujeres trans en condiciones inframurales en Colombia. Una perspectiva
desde los principios de igualdad y no discriminación” (2015), de Diana Prado
Mosquera, donde se evidencia como estas categorías políticas materializadas en
derechos humanos han sido reconocidos y concedidos sólo por la Corte CC,
mientras que los congresistas que conforman los grupos políticos de mayor o menor
aceptación popular constituyen una rémora para el devenir sujetos de derechos a
las personas trans al no querer proferir una ley de identidad de género que
trascienda la categoría mujer y hombre en cuanto a sexos biológicos. promoviendo
que sean más vulnerables a todo tipo de violencia… por prejuicio y discriminación,
además, concluye que para que las personas trans sean incluidas en todas las
formas de expresión del Estado no se debe hablar de identidad sexual o de sexo
por su connotación dicotómica y bilógica, sino de género, o explícitamente de
expresión e identidad de género, tal y como expreso la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el 2003: “No se admiten tratos discriminatorios en perjuicio
de ninguna persona por motivos de género, raza, color, idioma…este principio
(igualdad y no discriminación) forma parte del derecho público internacional
general…”

Según este recorrido podemos afirmas que las identidades trans han sido
abordadas en relación con el marco jurídico y legal que posibilita o no a las personas
devenir sujetos de derecho y ciudadanos de primera clase; desde los tratados
internacionales hasta la Constitución de 1991, sentencias y la ley antidiscriminación
1752 del 2015. No obstante, no se perciben esfuerzos por romper, subvertir los
estereotipos basados en los géneros hegemónicos o identidades de género
heterocentradas, es decir, apuntar hacía la verdadera transformación, ya que si bien
la identidad trans implica la reflexión desde las categorías institucionalizadas desde
la heterosexualidad obligatoria, no se plantean una convergencia entre las
categorías mujer/hombre y mujer/hombre trans para deconstruir los mandatos
esencialistas de género, los cuales constituyen una limitación para todas las
identidades en general. Así los hombres trans serían el motor de cambio hacia
nuevas masculinidades más allá de la significación obsoleta del sexo biológico y las
mujeres trans constituirían la nueva autodeterminación femenina donde ningún rol,
conducta y expectativa basada en género estaría relacionada con ser mujer en su
sentido más tradicional. Para esto el análisis estaría fundamentado desde la teoría
Queer y la teoría de la performatividad del género de Butler, la primera desde su
desidentificación profunda con el binarismo hegemónico; y la segunda, desde el
travestismo de todo género, entre otros aspectos.

En cuanto a estudios mixtos podemos mencionar el informe llamado “Cuerpos


Excluidos, Rostros de Impunidad” (2015), realizado por la organización sin ánimo
de lucro Caribe Afirmativo, Colombia Diversa y Santa María Fundación, donde se
condensa información sobre los homicidios, violencia policial, hechos victimizantes
en el conflicto armado y amenazas contra personas LGTB registradas en 2015 en
Colombia. Una de las conclusiones principales es que durante ese año, alrededor
de la tercera parte de estos crímenes estuvieron motivados por el prejuicio hacía la
orientación sexual o identidad de género de las víctimas (p: 65), ya que de los 33
homicidios de personas trans, se considera que por lo menos 15 estuvieron
motivados por prejuicio, donde el 45% de estos fue hacia mujeres trans cuya edad
promedio fue de 28 años.

Por su parte la organización Caribe Afirmativo en colaboración con Santa María


Fundación realizaron el “Manual de Seguridad para Personas LGBTI” (2016), donde
en el marco de ejercicios pedagógicos realizados en Cali y Barranquilla se
identificaron riesgos, violencias y las respectivas medidas o estrategias de
protección que las personas LGTBI deben considerar para preservar su seguridad,
integridad, su vida y su dignidad; indicaciones que van desde esconderse o correr
ante agresiones verbales y persecución de grupo de hombres –generalmente- en
altas horas de la noche o de la madrugada, como también, tomarle foto a la placa
de la patrulla de policía y grabarse mentalmente su apellido en caso de una requisa
injustificada o un trato violento y discriminatorio, además de las respectivas rutas de
atención a las que pueden acudir y el conocimiento y apropiación de los derechos
ya ganados como ciudadanos y ciudadanas LGBTI. Así para estas organizaciones
desde el marco de las Naciones Unidas para el desarrollo PNUD, la seguridad
trasciende los físico y la ausencia de violencia para llegar a considerarse como valor
intrínseco a la dignidad humana, es la expresión integral de surtirse libre y protegido
en su entorno (p:6).
6. Metodología propuesta

Para llegar a problematizar la heteronormatividad imperante en los sistemas de


poder se llevara a cabo una investigación con un enfoque cualitativo-interpretativo
para describir y categorizar desde la teoría Queer y de la performatividad la
subjetividad política que constituyen las personas con identidad trans. El método es
netamente biográfico, aplicando la técnica de “historia de vida” con la finalidad de
indagar en las narrativas de las personas con identidad de género trans y evidenciar
sus necesidades y sus formas de habitar el mundo que como identidades
emancipadas que subvierten el orden prestablecido desde la heterosexualidad
obligatoria. Se pretende deconstruir sus historias de vida en categorías de análisis
que permitan transformar y dar cuenta de la necesidad de ampliar las formas como
devienen los sujetos en ciudadanos políticos pertenecientes a una sociedad que los
reconoce como tal. Los criterios a tener en cuenta para la selección de las personas
a entrevistar son:

 Que se identifique con una identidad de género transexual o transgenero.


 Que forme parte de la escuela de formación trans de la organización Caribe
Afirmativo.
 Entre los 22 y 50 años de edad.
 Que desee formar parte y colaborar con el proyecto de investigación.
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