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Erik Raymond

Cómo detener el chisme


Al parecer a veces tratamos con el pecado en la iglesia de la misma manera en la que el
gobierno trata el terrorismo: Es imposible eliminarlo por completo, por lo que lo
aceptamos y hacemos lo mejor que podemos para proteger a la gente.

Pero la Biblia enseña que el pecado es devastador. No olvidemos que la paga del pecado
es la muerte (Rom. 6:23); el precio pagado por la redención del pecado es la muerte
(Rom. 5:6); la realidad para el creyente es que están muertos al pecado (Rom. 6:11); y la
prioridad actual para los cristianos es matar el pecado (Rom. 8:13; Col. 3: 5; Heb. 12:1-
2). Esto incluye todo pecado y cada uno de ellos. Todos. Y cada uno.

El chisme en la tierra espiritual de nadie

El chisme es un pecado que parece caer en la “Tierra espiritual de nadie”, entre la


pasividad y la vigilancia. Pero esto no debe ser así. El chisme es la granada explosiva
que bombardea agujeros en toda la iglesia. Entiendo que cada vez que alguien chismea
daña al menos 3 personas: el que habla, el que escucha, y del que se está chismeando.
Añade a esto que por lo general el chisme no es algo de un solo momento, sino más bien
implica múltiples conversaciones, y entonces podemos ver rápidamente cómo este es el
engaño del diablo para beneficiarse de la desunión y proporcionar ganancias rápidas
para aquellos que buscan satisfacer la carne.

El chisme es malo y en el fondo lo sabemos

Seamos honestos: sabemos lo que es el chisme. Es hablar de alguien de una manera que
difame, deshonre, o que perjudique su carácter. A veces es sutil, como quejarse de
alguien; otras veces es visible, como cuando criticamos sin consideración a una persona.
Adicionalmente, a veces el contenido de lo que se dice es verdadero; otras veces no lo
es. De cualquier manera, la persona que escucha no necesita saber la información, no se
beneficia de ella. La mayoría de las veces no producen una acción; no van a ir y ayudar
a la persona, sino que solo van a almacenar la información para su uso egoísta.

El chisme y sus primos (calumnias, lenguaje divisivo y lenguaje


engañoso) son reprendidos duramente en las Escrituras (Sal. 101:5; Pr. 6:16-19, 11,13,
20:19; Tit. 3:2). En lugar de descuartizar a la gente con asesinatos verbales, debemos
dar palabras de vida y de gracia (Ef. 4:29).

No creo que tenemos que convencer a la gente de qué es el chime, pero sí podemos
crear conciencia de cómo se siente Dios al respecto y lo destructivo que es en la vida de
la iglesia. Tenemos que saber qué hacer al respecto. Necesitamos saber cómo pararlo.

¿Cómo paramos el chisme?


(1) Recházalo
El primer paso obvio para detener el chisme tendría que ser convencer a la gente de
cómo Dios ve el chisme. Podemos hacer esto poniéndolo intencionalmente delante de la
gente. Podemos recordarle a la gente en los sermones, conversaciones, y la oración de la
destructividad de los chismes. Esto simplemente llama la atención al tema. En lugar de
ser pasivos (no hablar de ello) tenemos que ser activos, sin llegar a inquietarnos por él.

Si esto se hace fielmente, entonces la gente notará el chisme cuando les llegue o tal vez
cuando se encuentren rascándose la aparentemente insaciable comezón de divulgar un
poco de algo a alguien. También van a pensar dos veces antes de verbalizar sus quejas
acerca de otra persona a otros. Si son convencidos de la vileza de la práctica ante los
ojos de Dios entonces van a evitar cuidadosamente a los “busca-chismes”. Esta es la
práctica cuando alguien piensa que otra persona puede tener cierta información acerca
de otro individuo o situación. Luego sutilmente comienzan hablando de ello,
masajeando suavemente el perímetro del tema, a la espera de ver si la persona va a
tomar el anzuelo y dar rienda sueltas al chisme.

¿Y si la iglesia pudiera detectar chismes a una milla de distancia? ¿Y si lo odiaran? ¿Y


si la iglesia le creyera a la Biblia y estuviera convencida de que el chisme muestra odio
a Dios y hacia los demás? ¿Qué pasa si creyera que sirve para fracturar la unidad que
Jesús compró y que el Espíritu creó? Entonces ellos reaccionarían como un jugador de
la NBA y rechazaran el chisme, pegándole con fuerza y rapidez desde la línea de tres.

Por ejemplo, como pastor alguien puede venir a mí y decir: “Tengo que hablar con usted
acerca de algo”. Normalmente contesto, “¿De algo o de alguien?”. Si dice “alguien”, le
digo: “¿Ya hablaste con ese 'alguien'?”. Yo les redirijo la pregunta. No quiero oír hablar
de alguien si ese alguien no lo ha oído primero.

Esto puede ser diferente para un laico. Tal vez alguien venga y te diga: “Estoy
realmente frustrado con la actitud de ______. Ellos se pasean como si fueran dueños del
lugar. Ella nunca dice 'hola' y ni siquiera me mira. ¿Cuál es su problema?”. Puede que
seas tentado a decir: “Sí. Tienes razón. Nunca me había dado cuenta, pero ella me
ignora también”. Déjame animarte a que pienses como Dios lo haría. Rechaza el
chisme. En su lugar, responde algo como: “¿Has hablado con ella sobre esto? Por favor
no me metas en tus problemas con ella. Es necesario resolver esto (lo que sea que fuera)
por el bien de Cristo”. Esto rechaza la carnada de la queja y arroja algo de luz sobre el
tema.

(2) Repréndelo

Digamos que alguien está hablando de otra persona. Pueden haber comenzado
lentamente, pero muy pronto van rellenando a tal personaje como a un pavo de Acción
de Gracias. A medida que te controlas y tratas de interrumpir el ataque, debes decir algo
así como: “Hermano/hermana, ¿es esto cierto? Esto es chisme. ¿Has hablado con ellos
acerca de esto?”.

Ve y muéstrale lo que dice la Biblia y lo destructivo que es el chisme. Muéstrale que


están difamando a su hermano/hermana, un hijo de Dios. Explícales cómo esto violenta
el plan de Dios y perjudica al pueblo de Dios. Llama al pecado del chisme por lo que es
y diles que deben arrepentirse y dar frutos de arrepentimiento mediante el control de su
lengua y hablar palabras de gracia. Una vez que entendemos el daño de los chismes nos
convertiremos en vigilantes para asegurarnos de que sea eliminado de nuestras iglesias.
Esto significa que vamos a estar obligados a tener las conversaciones difíciles donde se
le llame por lo que es y demanden que nuestros hermanos y hermanas piensen como
Dios pensaría, incluso sobre los chismes.

(3) Redirígelo.

Hay tres aspectos para esto: primero a Cristo, segundo a la persona, y tercero a los
demás con los que han chismeado.

Primero, redirige a la gente de nuevo a Cristo. La razón por la que la gente chismea es
porque están creyendo una mentira acerca de Dios y de sí mismos. Recuerda, Satanás
fue el primer chismoso al hablar mal de Dios. Muéstrale cómo Jesús murió por sus
pecados, incluso los pecados cometidos después de la conversión. Este pecado debe ser
un imán para regresarlos a la persona y obra de Cristo para el arrepentimiento, el
perdón, y refrigerio. (En esto cabe señalar que su problema no es solo con otra persona
sino con Cristo. Jesús es el Señor de la iglesia; y por lo tanto están pecando contra Él).

En segundo lugar, redirige a la gente de vuelta a la persona de la cual chismean. Si


tienen un problema con alguien, ellos deben ir y hablarlo. Si han hecho algún daño al
carácter de la persona, entonces debieran ir y decirle a la persona en humildad y pedir
perdón. A menudo le digo a la persona que voy a darles seguimiento en una semana más
o menos para ver cómo fue la conversación.

En tercer lugar, también deben ir con humildad a las otras personas con las que han
chismeado. Esto cierra el círculo y refuerza la necesidad de rechazar el pecado del
chisme. Recuerda, o tal vez educa, a los que han estado expuestos a este pecado, de la
naturaleza y el peligro del mismo.

Conclusión
El chisme es desagradable. Nunca es bueno y debe ser despreciado por todos los que
aman a Cristo y su iglesia. En lugar de ser pasivo y tolerantes de algo que está
propagado, debemos estar atentos para eliminar algo que es destructivo y vil. Demos el
primer paso y, empezando por nosotros mismos, trabajemos para parar el chisme.

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