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Prácticas educativas familiares en familias monoparentales de la ciudad de

Medellín1

David F. Aragón2; Natalia Gallego3; Estefanía López4

Laura Isaza Valencia, Asesora teórica

Resumen

El número de consultas psicológicas de familias monoparentales relacionadas con prácticas

educativas familiares y la necesidad de los progenitores por establecer estrategias de contención

y regulación comportamental y emocional en sus hijos; ha aumentado significativamente; por

esto, resultó pertinente caracterizar las prácticas educativas familiares que utiliza un grupo de

familias monoparentales de la ciudad de Medellín según el género del progenitor y el nivel

socioeconómico. Fue un estudio cuantitativo- no experimental, de alcance descriptivo, con corte

transversal, en este participaron 100 familias. El instrumento utilizado fue la Prueba de Prácticas

Educativas Familiares (PEF) Alonso y Román (2003). Se halló un comportamiento promedio de

las familias evaluadas en cuanto las prácticas educativas familiares autoritarias, equilibradas y

permisivas. En cuanto a la descripción de estas prácticas por género del progenitor, se identificó

mayor presencia de prácticas permisivas por parte de los padres y mayores prácticas autoritarias

en las madres; y en cuanto nivel socioeconómico, se indicó una mayor presencia de estilo

1
Trabajo de grado de pregrado de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, que
hace parte del proyecto de investigación Aportes interdisciplinarios para la intervención con papás en la ciudad de
Medellín: Aproximaciones desde los contextos jurídico, educativo y terapéutico. Financiado y radicado por el CIDI,
número de radicado: 792B-D/17-15.
2
Estudiante de pregrado, Facultad de Psicología, Escuela de Ciencias Sociales, Universidad Pontificia Bolivariana,
Medellín. david.aragon@upb.edu.co
3
Estudiante de pregrado, Facultad de Psicología, Escuela de Ciencias Sociales, Universidad Pontificia Bolivariana,
Medellín. natalia.gallegoc@upb.edu.co
4
Estudiante de pregrado, Facultad de Psicología, Escuela de Ciencias Sociales, Universidad Pontificia Bolivariana,
Medellín. estefania.lopez@upb.edu.co
autoritario en el nivel bajo, de estilo permisivo en el medio y equilibrado en el alto.

Palabras claves: Contexto familiar, pautas de crianza, estructura familiar.

Abstract

The number of psychological consultations of single-parent families related to family

educational practices and the need of parents to establish strategies of containment and

behavioral and emotional regulation in their children; it has increased significantly; For this

reason, it was pertinent to characterize the family education practices used by groups of single-

parent families in the city of Medellín according to the gender of the parent and the

socioeconomic level. It was a quantitative -non-experimental, descriptive, cross-sectional study,

involving 100 families. The instrument used was the Test of Family Educational Practices (PEF)

Alonso and Román (2003). We found an average behavior of the families evaluated in terms of

authoritarian, balanced and permissive family educational practices. Regarding the description of

these practices by gender of the parent, there was a greater presence of permissive practices on

the part of the parents and greater authoritarian practices in the mothers; and as a socioeconomic

level, a greater presence of authoritarian style was indicated in the low level, of permissive style

in the middle and balanced in the high.

Keywords: Family context, parenting patterns, family structure.


Introducción

La familia constituye un escenario inicial en el cual se favorecen aprendizajes en los

niños, niñas y adolescentes a nivel social, emocional, moral y comportamental. Estas acciones

educativas se manifiestan de manera informal e implícita en la mayoría de los casos, siendo la

estrategia utilizada las prácticas educativas familiares. Es por esto, que en los últimos años se

evidencia la emergencia de estudios en este tema, donde la psicología busca identificar las

prácticas más relevantes en las familias y la relación de estas con el desarrollo de los hijos y la

presencia de patologías. Estos estudios se han centrado principalmente en familias tradicionales;

es decir, familias nucleares constituidas por padre, madre e hijos. Pero en la actualidad, se ha

identificado como las familias monoparentales (un solo progenitor con hijo/s) son un grupo

representativo, pero poco estudiado.

La ausencia de la figura paterna o materna de acuerdo a estudios realizados por Nardone,

Giannotti y Rocchi (2003), Velasco y Sinibaldi, (2001) y Vanegas, Barbosa, Alfonso, Delgado &

Gutiérrez (2012), resulta ser un factor explicativo de los problemas comportamentales de los

niños y adolescentes. Esta ausencia provoca “una distorsión en cuanto a la posición de jerarquías

que cada uno representa en el sistema familiar y que consecuentemente conlleva la asunción de

roles equívocos que alteran la comunicación” Vanegas et al. (2012, p. 213). Se identifica que

límites en esta tipología de familia, son posicionados por los hijos y aprobados por los

progenitores, además se presenta por parte de las madres o padres ambivalencia en las prácticas

de crianza, en los sistemas de comunicación y el manejo de la autoridad. Dinámicas

disfuncionales te terminan siendo, el motivo de consulta que muchos padres y madres exponen

en clínica. Vanegas et al. (2012) señalan que aquello que moviliza las consultas psicológicas de

estas familias, en muchos casos son las remisiones de las instituciones educativas, debido a
dificultades de los niños y adolescentes con respecto la norma.

Lo anterior, movilizó esta investigación, en tanto se priorizo la necesidad de: identificar

qué problemas comportamentales de niños y adolescentes presentes en las instituciones

educativas y que son atendidas por los psicólogos educativos, establecer la relación entre estos

comportamientos problemáticos con las organizaciones y dinámicas familiares; establecer la

relación directa entre consultas psicológicas de familias y la remisión de base de las instituciones

educativas; reconocer los problemas comportamentales presentes en niños y adolescentes de

familias monoparentales; y por último, identificar los pocos estudios realizados en este tema en

familias de un solo progenitor.

Este estudio planteó como pregunta de investigación ¿Cuáles son las Prácticas educativas

familiares que utilizan familias monoparentales de la ciudad de Medellín según el género del

progenitor y el nivel socioeconómico?, Como objetivo general Caracterizar las Prácticas

educativas familiares que utilizan familias monoparentales de la ciudad de Medellín según el

género del progenitor y el nivel socioeconómico. Y como objetivos específicos identificar las

tendencias en Prácticas educativas familiares que están presentes en un grupo de familias

monoparentales de la ciudad de Medellín, describir el comportamiento de las Prácticas

educativas familiares identificadas en un grupo de familias monoparentales según el género del

progenitor y el nivel socioeconómico.

Familia

El término familia procede del latín familia, según el ICBF (1968) es un eje esencial al

ser humano y la más representativa de las instituciones sociales. La familia es un grupo humano

que se distingue de los otros por los vínculos de sangre o adopción, pero al hablar de la familia

como un grupo social Munné (1995) supone que “al igual que los otros grupos poseen un mismo
sistema de interacciones, presentando una diferenciación entre sus miembros con respecto a los

roles y tareas específicas que desempeñan y que permiten la identificación de liderazgos con

distintas características y estilos” (p.60). Franco (1994) señala tres aspectos básicos relacionados

con la familia:

El primero, hace referencia a que la familia como estructura es cambiante y hacen

referencia al periodo histórico en el que se encuentre; el segundo, alude a que en el grupo

familiar se da el proceso de socialización primario; este proceso tiene como objetivo que

los hijos se comporten de acuerdo a las exigencias vigentes del contexto; y tercero, todo

grupo familiar tiene su dinámica interna y externa, con referencia a este último punto se

centrará el desarrollo de este apartado (p.332)

La dinámica familiar está atravesada por una serie de normas, reglas, jerarquías y roles,

que regulan la convivencia y permite que la vida en familia se desarrolle armónica y

funcionalmente. Para ello, es indispensable que cada integrante de la familia conozca el rol

dentro de su estructura familiar, lo que facilita en gran medida su adaptación. Al respecto, afirma

Agudelo (2005) que la dinámica familiar comprende diferentes situaciones como: psicológica,

biológica y social que se encuentran en las relaciones que se dan entre los miembros de la familia

y que posibilita la relación entre ellos, como la comunicación, afectividad, autoridad y crianza.

Bezanilla y Miranda (2013) dicen que:

La familia es un grupo humano que se distingue por los vínculos de sangre o adopción

que la colocan en una situación única sobre el resto de los grupos, donde cierto número de

personas se reúnen en un determinado espacio-tiempo, en el que por medio de

interacciones e intercambios psico-afectivos cumplen con una tarea. (p. 60)


Tipología familiar

Rico (1988) habla de dos tipos de organización según unas tipologías específicas: según

el parentesco y según las funciones, cuando se refiere a las tipologías según el parentesco

menciona algunas categorías: Unipersonal, nuclear y extendida, siendo la última de la que más

información se tiene con respecto a estudios con familias. Por otra parte, según sus funciones

habla específicamente de conyugalidad, reproducción y supervivencia de sí mismo y/o de

parientes diferentes del cónyuge y/o los hijos.

Agudelo (2005) establece que la tipología familiar se comprender como una modalidad

de familia según los vínculos creados entre sus miembros, los cuales pueden ser consanguíneos,

por afinidad, adopción o amistad. Puentes (2014) habla específicamente desde la composición de

la familia latinoamericana actual, mostrando una de las características básicas, diciendo que ésta

radica en su gran diversidad, tanto en familias nucleares que son las más comunes, y donde ha

tenido diferentes cambios que han tomado fuerza, por ejemplo, dice que ya no se habla de

“familia” sino, de “familias”, como resultado del surgimiento de estructuras monoparentales,

unipersonales, extendidas, compuestas y reconstituidas.

Por otra parte, Rico (1988) dice que “la familia nuclear tradicional: es la familia

constituida por padre, madre e hijos de ambos, se identifican grupos de parejas sin hijos, con

hijos de uniones anteriores, con hijos adoptados, progenitores sin cónyuge, parejas del mismo

sexo, y arreglos afectivos duo-locales (de residencia separada)” (p. 112)

Otros autores como, Agudelo (2005) hablan de diferentes tipos de familia, inicialmente

menciona la familia extendida la cual está conformada por personas de dos generaciones de una

misma familia, luego la familia compuesta que está integrada por dos o más familias que entre sí
no están unidas por vínculos consanguíneos; y la familia ampliada, aquella que está conformada

por la familia nuclear y otra u otras personas que no tienen lazos de parentesco con dicha familia.

Castaño (2002) por su parte, habla de la familia monoparental femenina y monoparental

masculina, “es aquella conformada por un solo cónyuge y sus hijos, surge como consecuencia

del abandono del hogar de uno de los cónyuges, por fallecimiento, separación y/o divorcio,

madresolterismo o padresolterismo” (p. 132). Pero Agudelo (2014) menciona que esta familia se

da por distintas condiciones, que pueden ser desde psicológicas y sociales, hasta por viudez o

abandono por parte de los progenitores, también se da por madresolterismo o padresolterismo;

así mismo, se puede ver también por separación o divorcio, por adopción a cargo de una sola

persona adulta o hasta por situaciones como emigración, encarcelamiento u hospitalización.

Agudelo (2014) también dice que el concepto de monoparentalidad se encuentra

relacionado a aquellas ocasiones en que un padre o una madre se encuentran ausentes o

intermitentes, es decir, en el hogar no está la figura de autoridad claramente establecida; esto se

puede presentar por diferentes circunstancias; progenitor fallecido, o está en un lugar alejado.

Otros autores como Puello, Silva y Silva (2014) dicen que: hoy en día se puede hablar de

familias monoparentales, pero entre otras cosas, a consecuencia de una separación, o porque los

hijos nacieron fuera del matrimonio, si los padres viven en casas diferentes, pero continúan

compartiendo la responsabilidad y el compromiso con los hijos, este es un tipo de familia

denominado binuclear.

Una familia monoparental está compuesta por un solo progenitor y sus hijos, la

diferenciación monomarental y monoparental responde a la necesidad de visibilizar las

particularidades que se originan en esta tipología familiar (González, Jiménez, Morgado & Díez,

2008). En América Latina los hogares monoparentales hasta 2012 presentaron un promedio del
87.6% con jefatura femenina y un 12.4% con jefatura masculina, de éstos, la mayoría estaban

ubicados en el nivel socioeconómico bajo, cifra que ha aumentado gradualmente en los demás

niveles socioeconómicos (CEPAL, 2004, 2010).

Según Echeverri (1984), estas familias se generan principalmente a partir de la

separación o divorcio de la pareja, en Colombia la monomarentalidad está asociada directamente

al madresolterismo y la jefatura femenina, pero se encuentran otras causas como la viudez y la

decisión de hacerlo (Rubiano & Zamudio, 1991; González, 2000). Otra causa es la ruptura

conyugal (Amador, 2009).

En los estudios se observa una tendencia a relacionar la ausencia de un progenitor, en

especial el padre con la delincuencia juvenil, el desajuste escolar, los embarazos tempranos y la

precariedad económica (Amato, 1991; Chouhy, 2001; López de Llergo & Cruz de Galindo,

2006). Otras dimensiones diferentes aparecen con la tipología familiar como causantes de

dificultades en los hijos, se señalan: la comunicación, los estilos parentales y la calidad de las

relaciones familiares. De acuerdo con González et al. (2008) la monomarentalidad pasó de ser

una anomalía, a ser habitual, incluso una opción de vida familiar.

Prácticas educativas familiares

La socialización es un proceso natural en el cual se aprende a ser parte de algo (la

sociedad), en la infancia se produce mediante las prácticas de crianza, entendidas como la

manera en que los padres y cuidadores significativos orientan el desarrollo del niño/a y le

transmiten un conjunto de valores y normas que facilitan su incorporación al grupo social

(Myers, 1994).

A través de las Prácticas educativas familiares los padres y madres pueden comunicar a

los niños y niñas sus diferentes exigencias, y así orientar la persona que cuida al niño trae a esta
labor. Como lo afirma Myers (1994), la persona que cuida al niño trae esta labor: (1) cierta

tecnología (serie de prácticas); (2) una idea de lo que debe hacer, esto es, las prácticas

reglamentarias y (3) creencias de por qué una u otra práctica es mejor que la otra. Esto afecta el

estilo y la calidad del cuidado a los niños. Por ejemplo, la práctica de cargar a un niño tiene un

efecto diferente en su desarrollo que la práctica de dejarlo en una cuna o en un corral.

Según Eraso, Bravo y Delgado (2006) Se refieren a las prácticas como:

El entrenamiento y formación de los niños por los padres o por sustitutos de los padres.

También se define como los conocimientos, actitudes y creencias que los padres asumen

en relación con la salud, la nutrición, la importancia de los ambientes físico y social y las

oportunidades de aprendizaje de sus hijos en el hogar. La crianza del ser humano

constituye la primera historia de amor sobre la que se edifica en gran parte la identidad

del niño y se construye el ser social (p.109).

Aguirre (2000) menciona que las Prácticas educativas familiares son un proceso, que

cuenta un inicio y que se va desenvolviendo conforme pasa el tiempo, por otra parte, se dice que

las prácticas son convicciones que se comparten por todos los miembros del grupo familiar.

Ramírez (2005) dice que “con las Prácticas educativas familiares los padres pretenden modular y

encauzar las conductas de los hijos en la dirección que ellos valoran y desean y de acuerdo a su

personalidad” (p.167).

Según Musitu & Soledad-Lila (citado en Ramírez, 2005)

Las Prácticas educativas familiares constituyen un constructo multidimensional, siempre

se tiende a incluir dos dimensiones básicas: una relacionada con el tono emocional de las

relaciones y la otra con las conductas puestas en juego para controlar y encauzar la
conducta de los hijos. Es así como el papel de las Prácticas educativas familiares se

relaciona con la intensidad de la comunicación en las relaciones padres-hijos (p.169)

En un estudio exhaustivo que realizó Baumrind (como se cita en Ramírez, 2005), se

identificaron cuatro patrones de crianza, nombrados de la siguiente manera: autoritario,

permisivo, democrático y negligencia-rechazo.

Craig (1997) describe cómo es cada persona según la práctica que establece frente a su

hijo, los padres autoritarios: “Establecen normas con poca participación del niño. Sus órdenes

esperan ser obedecidas. La desobediencia tiene como consecuencia castigos severos, a menudo

físicos. La comunicación es pobre. Por ello el niño tiende a ser retraído, temeroso, irritable y con

poca interacción social” (p.4). García et al (2013) describe a los padres permisivos como:

afectivos, con buena comunicación y confianza entre ellos, la exigencia es razonada y existe el

diálogo para llegar a acuerdos. Tienden a no utilizar estrategias dominadoras cuando sus hijos se

portan mal. Fomentan la independencia y un alto grado de autoestima. Craig (1997) menciona

que los padres democráticos son rígidos y al mismo tiempo sensible, aceptan la autonomía de sus

hijos. Tiene una comunicación abierta con ellos, reglas flexibles, buen cuidado y un buen afecto.

Sus hijos son los que tienen el mejor ajuste, gran autoestima, autocontrol y socialmente

competentes. Craig (1997) dice que el padre negligente es aquel que: no pone límites y tampoco

aporta afecto. Se concentra en su propia vida, deja de lado a sus hijos y no hay suficiente tiempo

para ellos. Son personas hostiles, por consiguiente, sus hijos tienden a mostrar muchos impulsos

destructivos y de conducta delictiva.

Aunque son muchos los autores, que han abordado las prácticas educativas familiares,

son Alonso y Román (2003) resultan ser autores contemporáneos promotores del tema, ellos

describen tres estilos:


Estilo autoritario: Para Alonso y Román (2003) familias con este estilo, se caracterizan por tener

valores bajos en la expresión de afecto y comunicación, y por el contario valores altos de

exigencias y control. Para los progenitores es prioridad el cumplimiento de las normas, dan

importancia a la obediencia, a la autoridad, al uso del castigo y de medidas disciplinarias.

Estilo equilibrado: llamado por Baumrind (1971) democrático; las familias con este estilo se

caracterizan por valores altos en expresión de afecto y comunicación, por altos niveles de

exigencias y control. La disciplina es inductiva, reconocedora de las necesidades de los hijos,

flexible pero consistente. Alonso y Román (2003) señalan este estilo equilibra todos los aspectos

con base a la situación y destinatario. Los progenitores suelen ser afectuosos y sensibles a las

peticiones de atención de los hijos. Se evitan decisiones arbitrarias y se potencia la interacción

verbal, la explicación de razones cuando dan normas y el uso de respuestas satisfactorias.

Estilo permisivo: Alonso y Román (2003) señalan que estilo resulta ser sobreprotector,

caracterizado por un alto grado de expresión explícita de afecto, y ausencia de normas de

disciplina. Los progenitores se muestran vulnerables y débiles ante los hijos.

Método

Este estudio se enmarcó en el enfoque cuantitativo, el cual refleja la necesidad de medir y

estimar magnitudes de fenómenos o problemas de la investigación, el cual posee una seguidilla

de desarrollo de la investigación, que no se puede “saltar” o “brincar” de manera aleatoria

indiscriminadamente. El orden es riguroso y a partir de allí se establecen hipótesis y variables

determinantes para la ejecución del proyecto investigativo (Hernández Sampieri, Fernández

Collado & Baptista Lucio, 2014, p. 4). El diseño propuesto para este estudio, fue no

experimental. Este se define como la investigación en la cual no hay una manipulación


deliberada de las variables, no se hace cambiar de forma intencional la variable independiente

para generar efectos sobre otras variables; en este tipo de variables se implemente la observación

de un fenómeno como se da en su contexto natural, para realizar posteriormente el respectivo

análisis. Es importante tener claro que este diseño es sistemático y empírico, dado que no hay

manipulación de la variable independiente porque ya ha sucedido; también se resalta la

transversalidad dentro del diseño, puesto que esto implica recolectar datos en un solo momento,

en un tiempo único, para lograr describir dichas variables y analizar la incidencia e interrelación

en el momento dado (Hernández Sampieri, Fernández Collado & Baptista Lucio, 2014, p. 152-

154). Este proyecto se orientó a un alcance descriptivo, con este se busca especificar las

propiedades y características de personas, grupos, comunidades, procesos, objetos o cualquier

otro fenómeno que se someta a un análisis, es a través de éste que se permite recoger

información de manera independiente o conjunta sobre conceptos o variables (...). Este tipo de

estudio es útil para mostrar con precisión los ángulos o dimensiones de un fenómeno, suceso o

situación, presente en un contexto y/o comunidad (Hernández Sampieri, Fernández Collado &

Baptista Lucio, 2014, p. 92).

Instrumento

Prueba de Prácticas Educativas Familiares (PEF) Alonso y Román (2003)

Para la evaluación de la interacción con sus hijos e hijas se utilizó la Escala Abreviada

para adultos (PEF-A2) de Julia Alonso García y José María Román Sánchez, docentes de la

Universidad de Valladolid (García y Román, 2003).

La batería de exploración de las prácticas educativas familiares contiene una escala para

adultos, la cual recoge la percepción de los padres, madres, tutores o responsables encargados de
la educación de los niños y niñas pequeños en el entorno familiar. Las percepciones se recogen a

través de tres situaciones: Cuando inician algo nuevo, cuando hay una ruptura de rutinas, cuando

cuentan o muestran algo. Se obtiene un puntaje total para cada estilo parental: autoritario,

equilibrado y permisivo.

Cada situación se evalúa mediante 18 ítems para un total de 54. La recolección de las

respuestas se realizó individualmente para cada ítem, se da la frecuencia de este uso. Esta escala

ha sido construida y validada por Alonso y Román (2003) en España, los alfas de Cronbach en

cada factor se presentaron de la siguiente manera: Estilo autoritario padres 0.85, madres 0.85,

estilo equilibrado padres 0.87, madres 0.89, estilo permisivo padres 0.83 y madres 0.81. El Alfa

de Cronbach de la prueba total es de 0.86.

Muestra

La tabla 1 muestra las características sociodemográficas de las 100 familias evaluadas, de

los cuales 43% fueron hombres y el 57% mujeres. La edad mínima fue de 17 años y la máxima

55 años, con una media de 31,54 edad de con DS 9,6. La edad de los hijos e hijas se distribuyó

en 35% con 3 años de edad, el 25% con 4 años, el 19% con 5 años y el 21% con 6 años. De

acuerdo la distribución por nivel socioeconómico, el 17% pertenece al nivel bajo, el 56% al

medio y el 7% al alto.
Tabla 1. Características sociodemográficas de 100 familias monoparentales de la ciudad de

Medellín.

frecuencia %

Género

Masculino 43 43

Femenino 57 57

Edad

3 años 35 35

4 años 25 25

5 años 19 19

6 años 21 21

Nivel socioeconómico

Bajo 17 33,3

Medio 56 34,3

Alto 7 32,4

Resultados

Se identifica en la Tabla 2 que el grupo de 100 familias monoparentales respecto a las

prácticas educativas familias, se encuentran en cuanto al estilo autoritario un 66% en promedio,

un 14% en bajo y un 20% en alto. Con relación al estilo equilibrado, se identifica un 61% en el

promedio, un 20% en bajo y un 19% en alto. Y finalmente, en cuento el estilo permisivo, se


evidencia un 71% ubicado en el promedio, un 18% en bajo y un 11% en alto.

Tabla 2. Descripción de las Prácticas Educativas Familiares de 100 familias

monoparentales de la ciudad de Medellín.

Porcentaje Porcentaje

Frecuencia Porcentaje válido acumulado

Bajo 14 14,0 14,0 14,0

Autoritario Promedio 66 66,0 66,0 80,0

Alto 20 20,0 20,0 100,0

Porcentaje Porcentaje

Frecuencia Porcentaje válido acumulado

Bajo 20 20,0 20,0 20,0

Equilibrad Promedio 61 61,0 61,0 81,0


o
Alto 19 19,0 19,0 100,0

Porcentaje Porcentaje

Frecuencia Porcentaje válido acumulado

Bajo 18 18,0 18,0 18,0

Permisivo Promedio 71 71,0 71,0 89,0

Alto 11 11,0 11,0 100,0

Para establecer las diferencias según el género del progenitor y el nivel socioeconómico,

se utiliza la prueba no paramétrica Kruskal-Wallis, dado que los datos no tuvieron una

distribución normal.
Cuando en la Tabla 3 se analizan los datos teniendo en cuenta la variable de agrupación

de género del progenitor, no se encuentran diferencias estadísticamente significativas en

ningunas de las dimensiones y sus sub-escalas de motivación académica (p>0,05). Lo que indica

que el género no afecta la el estilos de práctica de crianza.

Tabla 3

Prueba Kruskal-Wallis para establecer diferencias según el género

Dimensión/Sub- Medianas Rango Medianas Rango Kruskal- Sig.


escala Mujer intercuartil Hombre Hombre Wallis asintótica.
Mujer
Estilo autoritario 14 4 13 5 0,734 0,675
Estilo 17 5 15 5 0,253 0,856
equilibrado
Estilo permisivo 13 4 15 3 0,464 0,833

Cuando en la Tabla 4 se analizan los datos teniendo en cuenta la variable de agrupación

de nivel socioeconómico, no se encuentran diferencias estadísticamente significativas en

ningunas de las dimensiones y sus sub-escalas de motivación académica (p>0,05). Lo que indica

que el género no afecta la el estilos de práctica de crianza.

Tabla 4

Prueba Kruskal-Wallis para establecer diferencias según el nivel socioeconómico

Dimensión/Sub- Medianas Rango Medianas Rango Medianas Rango Kruskal- Sig.


escala Nivel intercuartil Nivel intercuartil Nivel alto intercuartil Wallis asintótica.
bajo Nivel bajo medio Nivel Nivel alto
medio
Estilo autoritario 12 5 12 3 12 3 0,669 0,677
Estilo 15 4 15 4 17 4 0,253 0,856
equilibrado
Estilo permisivo 14 4 17 6 14 5 0,356 0,565
Discusiones

Arriagada (2007) señala el aumento de hogares monoparentales en los últimos años, lo

cual se relaciona con el incremento de la separación, divorcios, viudez, migración. Al igual que

se explica, por la creciente participación de la mujer en ámbitos económicos y sociales, que le

permiten construir hogares sin pareja. Goñi (2005) identifica tres factores que generan la

aparición de las familias monoparentales, que son: las formadas por viudos/as y sus hijos, las

formadas tras una ruptura matrimonial (separación y divorcio) y las surgidas a partir de un

nacimiento fuera del matrimonio (madres solteras). Siendo el factor de mayor impacto de la

ruptura matrimonial o conyugal.

Cualquiera que sea la causa de la monoparentalidad, origina una disrupción del ciclo vital

dando lugar a cambios en las reglas, en los límites y en las relaciones. Estos factores han

resultado ser el foco de interés de las investigaciones, tanto las causas de la tipología, como las

problemáticas emergentes con ellas.

Cuando se hace alusión a las familias monoparentales, es pertinente de acuerdo con

Cerruti y Binstock (2009), nombrar los grandes desafíos de estas familias, en cuanto a que deben

asumir retos como: llevar a cabo actividades domésticas, cuidado y crianza de sus hijos, las

cuales están permeadas por los cambios económicos, sociales y culturales. Estos padres o madres

deben afrontar el reto de asumir las tareas del cuidado del hogar con su ocupación laboral,

Galhardi (2007) por lo que puede darse un impedimento en el ámbito laboral. Esto afecta el

bienestar y la calidad de vida de muchas familias, generando así repercusiones negativas para la

sociedad y las organizaciones.


En diferentes estudios se ha encontrado que a la mujer se le ha impuesto la función de la

organización del hogar y cuidado de los hijos (Buitrago, et al. 2009; Pulido, et al. 2012; Pérez &

Tamara, 2013), claro está que también hay investigaciones que afirman que tanto padres como

madres dedican tiempos parecidos en el cuidado de sus hijos (Paterna & Martínez, 2009) y se

reconoce que cada vez aumenta el número de padres que asumen totalmente la responsabilidad

de criar a sus hijos (Cassoni & Caldana, 2012).

El motivo de consulta presente tanto en el escenario de la clínica psicológica, como en las

asesorías de los psicólogos en el contexto escolar, comparten la presencia de comportamientos de

los niños y adolescentes asociados a trastornos psicológicos como: El Trastorno por Déficit de

Atención e Hiperactividad, Trastorno Negativista Desafiante, conocido en el CIE-10 como:

Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD), y Depresión. Muchos de estos asociados patrones o

pautas de crianza de la madre o del padre sobre sus hijos (Mayorga Muñoz, et al 2016; Monsalve

Robayo, Et al, 2017; Vargas Rodríguez & Parales Quenza, 2017; Álvarez David, 2018).

Achenbach y Edelbrock (1978, 1985) y Mayorga Muñoz, et al (2016) centraron sus

estudios en identificar dos dimensiones de la conducta del problema en relación a la consulta

psicológica en familias monoparentales; por un lado los comportamientos internalizantes que

involucran trastornos de ansiedad, depresión y problemas emocionales, y por otra parte, los

comportamientos externalizantes, que involucran problemas referidos a la hiperactividad, abuso

de sustancias y conductas desviadas de la norma, oposicionista/negativistas desafiante. Ambas

dimensiones con una fuerte asociación respecto al estilo de crianza del progenitor. Vargas y

Parales (2017), siguen una línea similar, al estudiar el TDAH en familias monoparentales,

identificado como la angustia de los padres al sentir pérdida de control, repercute en la

incorporación de prácticas de castigo, punitivas y autoritarias.


Muñoz en el año 2003 citado en (Monsalve Robayo, et al, 2017), realizó un estudio en

Bogotá, en el cual se encontró que el 59.4 % de la población preescolar presentaba TND, de los

cuales el 9,4% está relacionado con ansiedad y el 6,3% con depresión. Como contexto de partida,

se identificó que los niños provenían de hogares desintegrados, con poca capacidad para

establecer normas, y figura cabeza de familia.

Los estudios nombrados en familias monoparentales, relacionan comportamientos de los

hijos con prácticas o estilos educativos. Lo que da valor a esta investigación, que pretendió

describir estas prácticas educativas en las familias monoparentales, como paso base para

construir procesos psicoeducativos de promoción y prevención desde el escenario escolar. Esto

tomando como referencia lo establecido por Monsalve Robayo, et al, (2017)

Los padres que aplican correctamente refuerzos positivos ante conductas prosociales,

disminuyen notoriamente las verbalizaciones descalificadoras hacia los niños; igualmente

ocurre con los padres que dejan de evidenciar ante sus hijos las discrepancias en los

estilos de crianza. Habría que decir también, que el efecto ejercido por el modelo de

crianza adoptado por los padres, así como la respuesta que la familia tiene ante el

comportamiento del niño, contribuyen a que este se aferre a un estilo de comportamiento

que, a su vez, le ha sido asignado” (p.123)

Como señala Giraldes (s.f) las familias monoparentales se ven envueltas en diferentes

problemáticas y éstas repercuten en muchos ámbitos de la vida. El grado de afectación de la

familia dependerá de la fase del ciclo vital en donde ocurre la monoparentalidad, así como de

otros factores relacionados con el contexto social, económico y nivel educativo. Por su parte,

Castellanos Delgado (1989) expone que las problemáticas psicosociales de estas familias pueden

describirse en los siguientes términos: Desinformación y falta de asesoramiento y orientación,


dificultades para concretar una actividad fuera de casa con el cuidado y la educación de los hijos,

ya que los servicios de acogida no se encuentran en su totalidad disponibles, disminución en

cuando a las posibilidades de distracción y de relaciones, necesidad de articulación de otro

cuidadores, y prejuicios y actitudes de rechazo hacia la madre soltera, separada o divorciada.

Entre las problemáticas presentes en familias monoparentales, autores en psicología

exponen las relacionadas con las prácticas de crianza y el manejo de la norma con los hijos.

Aunque estudios señalan la presencia de prácticas disfuncionales, entre las que resultan las

permisivas, autoritarias y negligentes. Los resultados de esta investigación evidencian un

comportamiento cercano al promedio, con tendencias en las diversas tipologías relacionadas las

situaciones emergentes en las dinámicas con los hijos. Con base a García y Constante (2011),

podría decirse ante estos resultados, que la familia trabaja de acuerdo a una tipología en

particular, en el caso de las familias monoparental, las reglas, los roles, la jerarquía y la

comunicación se ajustan para mantener el funcionamiento y adecuarse a la nueva estructura. Es

decir, cuando se produce un cambio se modifica todo el sistema familiar. Y esta modificación no

necesariamente es disfuncional, depende de los principios, decisiones y lecturas que hacen los

padres y madres.

Así mismo, dice Minuchin (2003), establecen que los límites en la estructura y

convivencia familiar deben ajustarse cuando hay cambios tanto internos como externos que se

pueden ver de forma positiva como una manera de evolucionar. Aunque, cuando se dan los

cambios también se da una resistencia, porque en ocasiones va más allá de las capacidades de esa

estructura familiar. En el caso de las familias monoparentales se dan situaciones de desequilibrio,

y tratan de encontrar un equilibrio entre la forma como estaban acostumbrados a funcionar, a


tener una organización y a las nuevas exigencias de su contexto. Equilibrios que pueden llevar a

formar equilibradas o democráticas de crianza.

La precedencia de tendencias permisivas, autoritarias y equilibradas simultáneamente en

las familias de la investigación, en algunos momentos del ciclo vital o situaciones puntuales con

los hijos; puede explicarse por los periodos de stress, lo cuales son comunes en los retos de las

familias monoparentales, y se dan hasta alcanzar un nuevo equilibrio en su funcionamiento, tanto

a nivel interno de sus miembros, como en la relación con el entorno social. Este periodo de

stress, que en sí mismo puede ser positivo, porque conlleva a la generación de nuevas

posibilidades de desarrollo, Agintzari, (1996) dice que:

Pero si se combina con otros estresores sociales como los estereotipos o con situaciones

de precariedad económica y, por tanto, de exclusión puede, además de multiplicar los

efectos nocivos para la familia y sus miembros, llegar a enquistar el proceso de desarrollo

de la unidad familiar en la elaboración de las tareas psíquicas por parte de sus miembros

(p.6).

Algunas investigaciones logran hacer un acercamiento del por qué en el tipo de familias

monoparentales puede llegar a haber presencia de prácticas educativas autoritarias y permisivas,

Alonso y Román (2014) dicen que, en las prácticas educativas familiares puntualmente de un

nivel sociocultural medio-bajo, los hijos e hijas pueden llegar a percibir grandes diferencias o

mal entendidos referente a sus padres o maestros por no siempre coincidir, en requerir una

necesidad mayor en temas como la comprensión, sensibilidad, necesidades y circunstancias

individuales.

Por su parte, Gaxiola et al (2006), dicen que posiblemente las prácticas educativas
autoritarias y permisivas tienen que ver con la falta de autoconfianza que tienen los padres con

relación a la rigidez en el establecimiento de las reglas, o en ocasiones, aquellos

comportamientos donde es difícil implantar reglas o disciplinar a los hijos.

Como dice Arranz (2004), citado por Gaxiola et al (2006) “el hecho de que los estilos de

crianza poseen una orientación educativa intencional que puede apoyar o estar en contra del

desarrollo de los hijos; es decir, aunque los padres practiquen algunas pautas con una intención

determinada, no significa que el objetivo perseguido en los hijos se consiga” (p. 126)

Varios estudios realizados entre familias de clase socioeconómica o sociocultural media a

baja han mostrado que hay diferencias importantes en las actitudes y valores, donde se pudo ver

que los de clase media tienden a ser más democráticos, permisivos, afectuosos, comunicativos y

estimulan mucho más la independencia de sus hijos, mientras que los de clase baja su tendencia

es a ser mucho más autoritarios, restrictivos, con una comunicación pobre con sus hijos y utilizan

mucho más el castigo físico. (Majluf, 1989)

Por otra parte, Vásquez (2014) dentro de los resultados de su tesis sobre los estilos de

crianza en familias monoparentales con hijos únicos, encontró que de las familias que

participaron en su estudio, no tenían un estilo de crianza definido, podían utilizar diferentes

estilos. Pero también en los casos donde las familias utilizaban el estilo de crianza permisivo,

dice Vásquez (2014) “que los límites son difusos entre la madre y el niño, la jerarquía la tiene las

abuelas y la comunicación entre madre e hijo se convierte en una conversación de adultos, en la

que el niño accede al subsistema parental; ya en algunos casos, convirtiéndose en un adulto más

dentro del sistema” (p. 72).

Bautista (2012) en su estudio sobre Autoritarismo y permisividad, dentro de sus


resultados, al hablar de la tipología de familia monoparental, dice que el niño tiene la actitud de

no sufrir dolor por no estar acostumbrado al progenitor ausente, pero en este caso, es donde se

evidencia una mamá que debe trabajar por largas jornadas, estar pendiente del hogar y las labores

domésticas y es en estos casos cuando la madre puede llegar a sentir temor y culpa por no poder

estar al tanto de su hijo. Cuando dentro de un hogar con esta tipología, llega el temor y la culpa,

dice Bautista (2012) se tiende a compensar al hijo dándole gusto en todo lo que desea y quiere, lo

que indica un estilo de crianza permisivo.

Dentro de la misma línea citando a Bautista (2012), dice que “cuando el sentimiento

predominante es el temor, la madre se vuelve agresiva y controladora para tratar de manejar la

situación” (p. 12).

Los dos estilos de crianza evidenciados: la permisividad como el autoritarismo, se

convierten en fuertes obstáculos hacia la autonomía de los hijos, afectando en ellos su dignidad y

confianza, temas que se deben generar autónomamente. (Bautista, 2012)

Bajo la misma temática, aparece un estudio de Estilos relacionales parentales y ajuste

adolescente, donde Oliva, Parra y Arranz (2008), hablan de estilos parentales de la siguiente

manera: Estilo democrático, Estilo autoritario = estricto, estilo permisivo= indiferente. En su

discusión dicen que: “Las asociaciones encontradas entre el estilo parental, por un lado, y el

estatus socioeconómico y la estructura familiar, por el otro, fueron significativas, ya que, si los

estilos democráticos fueron más frecuentes en familias tradicionales y de más alto estatus, los

estilos indiferentes aparecieron ligados a las familias reconstituidas o de menor estatus, y los

estrictos a las monoparentales.” (p. 103).

Es por eso, que Oliva et al (2008), relacionando con otros estudios, llegan a la conclusión
de que estos resultados “indican que las variables referidas al microsistema familiar no son

impermeables al efecto de factores externos, y pueden sugerir que la presión sobre el sistema

familiar en forma de carencia de recursos económicos, o derivada de una situación estructural de

monoparentalidad, puede dificultar la utilización de un estilo democrático” (p. 103).

Fárez y Salinas (2018) en su estudio sobre los estilos de crianza en niños de 2 a 3 años

del programa creciendo con nuestros hijos (CNH) de la Parroquia San Joaquín, evidenciaron el

estilo de crianza que predominó en su investigación es el permisivo, observando una actitud

común entre las madres entrevistas quienes mencionaban y sentían que la mejor escuela que

podían tener sus hijos era la vida, que en ocasiones no era tan necesario dar muchos consejos;

evidenciando en ese discurso, actitudes de este estilo de crianza.

Así mismo, para corroborar dicho hallazgo, Fárez y Salinas (2018) traen a colación otras

investigaciones que hablan al respecto, donde citan a Gualpa (2015) diciendo que, en su estudio

el 80% de las madres entrevistadas, el estilo de crianza más característico era el permisivo,

donde expresaban que la educación con amor era lo más importante, evitando de manera clara

castigos y así mismo, permitiendo que exista mucha más libertad en los hijos.

Bajo la misma línea, Fárez y Salinas (2018) dicen que “Por otra parte, en nuestra

investigación se pudo evidenciar que hay familias que no tienen un estilo de crianza definido; sin

embargo, hay familias en las cuales predomina el estilo de crianza permisivo y son aquellas

familias que tienen más de un hijo” (p. 36)

Dentro de las conclusiones a las que llegaron Fárez y Salinas (2018) están en que las

actitudes autoritarias y permisivas de las madres investigadas eran las predominantes, se

encontró que 8 madres evidencian tener el estilo de crianza autoritario, 12 más el estilo

permisivo y las demás 10 el democrático, aunque en general, se pudo observar que las madres
tendían a ser más permisivas, y las actitudes del estilo de crianza democrático fueron mucho más

bajas.

Conclusiones

Las familias monoparentales presentan tendencias autoritarias, permisivas y equilibradas,

asociado a la fase del ciclo vital de los hijos, al contexto social, económico y nivel educativo. La

predominancia en los padres de prácticas permisivas está asociada a falta de asesoramiento, y

dificultad de concretar actividades laborales con el cuidado de los hijos. En el caso de las

prácticas autoritarias por parte de las mamás, se asocian factores como tendencias matriarcales

de la cultura, optimización del tiempo de cuidado, discriminación laboral y búsqueda de

reemplazar la tarea autoritaria asociada al padre. En cuanto a lo socioeconómico, estudios

indican que el nivel educativo bajo y la precariedad obstaculiza la consideración de

acompañamiento democrático; por el contrario, entre más nivel educativo y acceso a fuentes de

asesoramiento, mayores prácticas equilibradas favorecedoras del desarrollo de los hijos.

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