Вы находитесь на странице: 1из 3

La huella genética del hambre

24 septiembre, 2018

Antes del desembarco de Normadía el 6 de junio de 1944, las tropas alemanas pensaron
que los Aliados entrarían por las playas holandesas. Con el fin de dificultar el
desembarco, se dedicaron a dinamitar presas para inundar grandes áreas de terreno. En
invierno de 1944-1945, los alemanes se encontraron cercados por los aliado que
llegaban desde el sureste, dañando durante su avance canales y presas en las provincias
de Ultrecht y Gelderland. Gran parte de Holanda quedo convertida en una gran ciénaga
con terribles consecuencias no sólo para los holandeses, sino también para las fuerzas de
ocupación alemanas. Una gran huelga de los ferroviarios holandeses y las acciones de la
resistencia holandesa, llevaron al ejército alemán a castigar a la zona. Para ello cortaron
todo suministro de gas, electricidad y vías de transporte, condenando así a toda una
parte del país al aislamiento y la falta de recursos. Una falta que se vio tremendamente
agravada por las inundaciones y un invierno extremadamente frío que llegó a congelar
los canales, impidiendo la entrada de provisiones con el uso de barcazas fluviales. Estas
circunstancias dieron lugar a una de las mayores hambrunas colectivas de la época (Fig
1), lo que en holanda se conoce como De Hongerwinter o el invierno del hambre.
Afectó a 4.500.000 personas, de las cuales murieron 22.000.

Durante ese período, iglesias y organizaciones de ayuda dieron cobijo a más de 50.000
niños malnutridos de las ciudades. En enero de 1945 llegaron cargamentos de la Cruz
Roja sueca con pan para distribuir entre la población. En abril, la situación era tan
desastrosa que el propio ejercito alemán permitió que la aviación inglesa y canadiense
arrojase provisiones sobre la región, asegurando que no se les atacaría. De no ser por
esas acciones la desgracias aún hubiese sido mayor. Aún así, durante meses la población
sobrevivió con poco más de 500 calorías diarias.

Lo que nadie sabía entonces, sin embargo, es que los efectos de aquella hambruna
temporal, extendería sus efectos durante más de 60 años hasta la actualidad. Los datos
recopilados por los investigadores desde entonces han convertido aquella trágica
situación en un improvisado experimento humano. Un experimento sobre los efectos del
hambre. Los resultados más sorprendente se han encontrado en los hijos de aquella
hambruna, ni en los adultos que la sufrieron, ni los niños que la padecieron, sino en
aquellos fetos que sufrieron la hambruna a través de sus madres.
Fig. 1. Imágenes de la hambruna que padeció Holanda el invierno de 1944-1945. Los
campos inundados, cuerpos debilitados por el hambre y la acumulación de cadáveres
por hambre. Las fotos son imágenes capturadas ilegalmente por ciudadanos holandeses
durante la ocupación alemana, pueden encontrarse en este enlace: aquí

Los resultados han evidenciado que los bebés gestados durante la hambruna, en su edad
adulta tienen mayores tasas de enfermedades cardiovasculares, altos niveles de diabetes
del tipo 2, cáncer de mama y esquizofrenia. Estas personas han visto alterada su masa
corporal, los niveles de grasa y azúcar en sangre, así como una mayor tendencia a la
obesidad. Las penurias sufrida por la madre pasaron a los fetos, y estos han heredado las
consecuencias de la hambruna. En este grupo de personas, la tasa de mortalidad pasados
los 68 años es un 10% mayor que en el resto.

Que las malas condiciones de vida de las madres tienen efectos sobre el desarrollo de
los fetos, ya hace tiempo que se sabe. Pero los mecanismos por los cuales estos efectos
se prolongan en el tiempo hasta hace poco eran desconocidos. Durante tiempo los
científicos se preguntaron como era posible que un cuerpo fuese capaz de recordar el
ambiente al cual fue expuesto en el útero. Hoy se sabe que durante el período de
hambruna se produjeron una serie de metilaciones en el ADN que alteró la
actividad de los genes de los entonces fetos para el resto de sus vidas, en lo que se
conoce como epigenética.

La epigenética, significa «sobre la genética» (del griego epi, sobre); haciendo referencia
a elementos que no corresponden a elementos de la genética clásica de los genes, pero
que interaccionan con estos y pueden tener un papel muy importante en su regulación.
La modificación epigenética en mamíferos se da, sobre todo, cuando un grupo metilo se
une al carbono 5 de las citosinas que conforman la molécula del ADN (Fig 2). La
presencia de este grupo metilo produce un cambio conformaciones en la doble cadena
del ADN que condensa la cromatina, alterando así su expresión génica (Fig 2). Los
patrones de metilación en las células somáticas se ha visto que son generalmente
estables y heredables, pero que sin embargo son reprogramados ampliamente en las
células germinales y durante el desarrollo embrionario temprano. Esto da lugar a que un
gran número de metilaciones tenga lugar durante los primeros estadios de desarrollo.
Eso hace que sea un proceso clave para comprender el estrés sufrido por los embriones
a través de las madres gestantes. Hasta no hace muchos años se creía que el material
genético se heredaba, pero las experiencias individuales, morían con el individuo. Hoy
sabemos que las experiencias marcan no sólo al individuo, sino que quedan marcadlas
en su ADN y que en según que circunstancias pueden de estar manera pasar a la
siguiente generación.

Un estudio publicado este mismo año demostró que los nacidos en aquel periodo tienen
un gran número de metilaciones en genes que participan en el desarrollo y el
metabolismo del individuo, afectando así el índice de masa corporal y su salud
metabólica. Con ello queda en evidencia que los efectos de la epigenética no son a corto
plazo. No se difuminan transcurrido un tiempo, sino que se prolongan durante más siete
décadas. El shock nutricional sufrido durante los meses esenciales para el
desarrollo, tiene consecuencias para toda la vida.

Вам также может понравиться