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ESCUELA CORRECCIONALISTA

Esta orientación, de base fundamentalmente sociológica, dirige su atención en


particular hacia el delincuente y la pena.
El Correccionalismo, aparece en Alemania como una de las tendencias que se formulan sobre la
pena (v.), en la primera mitad del s. XIX. Su presupuesto filosófico inmediato se encuentra en la
construcción de Krause. Su formulador en el campo penal fue Karl Roeder. La «partida de
nacimiento» de la Escuela correccionalista es el opúsculo de Roeder Comentatio an poena
malum esse debeat (Giessen 1839), donde el autor afirma que la pena no es un mal, sino un bien
y que, por tanto, no existe el deber de cumplirla, sino el derecho de exigirla. La doctrina se
desarrolla en obras sucesivas, pudiendo señalarse como postulados fundamentales: El Derecho
(v.) no se basa en el poder, sino en la necesidad. El Estado, por el supremo interés del Derecho,
debe proporcionar a todos sus miembros lo necesario para ayudarles en el cumplimiento de su
fin racional humano. Debe ayudar a quien es incapaz de gobernarse a sí mismo. Una de las
incapacidades más evidentes es la del criminal, que es incapaz de una vida jurídica libre a causa
de un defecto de voluntad. Esta anomalía se muestra con el delito (v.). El delincuente es, por
esto, un miembro de la sociedad que está necesitado de ayuda.
El Estado debe proporcionársela, pudiendo hacerlo de dos formas: de modo negativo,
restringiendo su libertad exterior con el fin de apartar de él cuantos elementos puedan influir
en hacerle perseverar en su degradación; y de modo positivo, protegiendo el desarrollo de su
libertad hasta corregir su voluntad viciosa. En la concepción correccionalista, el delincuente
tiene derecho a la pena. Lo más característico de esta tendencia es que la corrección o enmienda
del delincuente se propugna como fin único y exclusivo de la pena.
En la mayor parte de Europa, el Correccionalismo no consigue gran arraigo. Lo encuentra, sin
embargo, en España, donde penetra impulsado por la «generación krausista», que va a
preocuparse de la aplicación de la nueva filosofía a tres campos concretos: el Derecho, la
educación y la política. Por la vía de la Filosofía del Derecho conecta el c. con la ciencia penal.
Los primeros que lo exponen son iusfilósofos (F. Giner de los Ríos y A. Calderón). Pero hay que
tener en cuenta, como ha advertido Antón Oneca, que el pensamiento de los correccionalistas
españoles fue marcadamente ecléctico; vinieron a continuar, más que la doctrina de Roeder, la
tradición. Española de los varios fines de la pena, entre los cuales destaca en primer plano el de
la reforma del condenado. Sus dos representantes más destacados en la ciencia penal son
Concepción Arenal y Pedro Dorado Montero.

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