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LA ESPADA DE LOS TEMPLARIOS

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Espada Templaria - Mito o Realidad-

Todos vemos en las Ordenes Neotemplarias y sus blog en internet, como compran supuestas réplicas de
espadas templarías para sus ceremonial e iniciaciones, vemos en Hollywood lo mismo, en dibujos etc.,
una espada de casi metro y 20 o 30cm de larga en manos de supuestos Templarios.

Aprovechando la coyuntura desmitificadora, me he propuesto acabar de una vez por todas con un tema
muy claro y que, sin embargo, parece que no deja de resonar dentro de la cuestión sobre el
equipamiento templario. Aquí y allá no se dejan de ver grupos que no paran de reproducir este error, ya
sea por desconocimiento o por auténtica convicción (desgraciadamente, hay al menos uno de este
segundo tipo).

Es un tema que conviene desmitificar, pues sin duda es uno de los que más daño hacen a la historia
cotidiana de la Orden del Temple, y que se me manifiesta extraño de erradicar a pesar de la sencillez de
las pruebas y su aplicación.

Mis fuentes, citadas naturalmente, serán los trabajos de Oakeshott, que fácilmente encontraréis en
MyArmoury, aunque también el conocimiento y la comunicación con los miembros de la AEEA, a los que
espero hacer justicia y, sin errores, sobre este tema.

El Artículo:

¿Por qué no se usaba la espada de mano y media / bastarda / espada a dos manos en la Orden del
Temple?

Introducción

La "espada larga" (por utilizar una denominación, esta de origen alemán, algo más correcta) NO se
utilizaba en la Orden del Temple. Pruebas hay muchas, y citaré unas cuantas de ellas a lo largo del
artículo.

Pero antes, no obstante, conviene realizar algunas definiciones y explicaciones sobre el propio concepto
de la "espada larga". Como "espada larga", por supuesto, y aunque esto no es exactamente lo más
correcto, me referiré al conjunto de "armas bastardas, de mano y media y mandobles", englobando con
estas un grupo contrapuesto al de espadas de mano, compuesto por "espadas de mano y arzón"
fundamentalmente. Por ello, ACONSEJO: entrecomillad el concepto "espada larga" cuando lo utilice en
algunas ocasiones, simplemente para contraponerlo a "espada de mano", sin diferenciar tipologías.

Existe mucho atractivo, pero también mucho mito sobre el uso de las espadas. Y por ello, considero que
conviene hacer una aclaración sobre esto. Y conviene hacerla porque, además, hay un error muy
extendido en la nomenclatura, y que hace que mucha gente ni siquiera sepa llamar correctamente a lo
que tiene entre las manos. Las siguientes definiciones son actuales, pues nunca en la época se utilizaron,
pero permiten poder hablar hoy con propiedad de tipologías de espadas, además de las ya utilizadas por
Oakesott (XI, Si, XII... etc.). Y son muy básicas, tremendamente resumidas y generalizadas, vaya por
delante.

Una ESPADA DE MANO, es una espada que se utiliza, como bien se indica, con una sola mano, existiendo
en la empuñadura espacio para una única mano. Con una hoja de distinta medida (entre 65 y 80 cm),
pero que en general no excede, en su conjunto, de los 90 cm, o un metro como mucho, guarnición
incluida. Su peso ronda 1 kilo.

Una ESPADA DE ARZÓN, es una espada que se utiliza con una sola mano, existiendo en su empuñadura
espacio para una única mano. En este caso, no obstante, la hoja es más larga, pudiendo llegar fácilmente
a los 90 cm ella sola. En su conjunto, está en algo más de un metro de longitud, guarnición incluida. Su
peso ronda 1 kilo o 1 kilos 100 gramos como mucho.

Una ESPADA BASTARDA O ESPADA DE MANO Y MEDIA, es una espada cuyo tamaño de hoja es igual o
semejante al de una espada de arzón, es decir, que puede rondar los 90 cm (más largo que una espada
de mano), pero que amplia su empuñadura para que quepa media mano más o, como mucho, una mano
más, ciertamente juntas. Su longitud, por tanto, podría llegar cómodamente a los 110 cm guarnición
incluida. Su peso rondaría 1 kilo 300 gramos.

Una ESPADA DE DOS MANOS, es una espada cuyo tamaño de hoja excede de los 90 cm, generalmente
encontrándose entre los 95 y los 105 cm. Su guarnición es mucho mayor, para dos manos cómodamente
asentadas, y posiblemente media más. Su longitud total sobrepasa los 120 centímetros generalmente, y
su peso ronda el 1 kilo 500 gramos.

Todas las medidas y pesos, por supuesto, varían de tamaños y modelos de hoja y guarnición, y no se
ajustan a un canon específico: son medidas exclusivamente orientativas. Puede haber espadas, y
generalmente las hay, que se encuentran muy por debajo del peso citado, y también las hay que están
por encima de este.

Bien, hecha esta aclaración, procedemos a explicar por qué estas armas NO se usaban en el Temple (y si
extrapolamos con cierta lógica a las otras órdenes militares, veremos que tampoco hasta cierto punto
cronológico, cuando el Temple ya había desaparecido).

La "espada larga" no se usaba en la Orden del Temple, ni tiene su origen en ella, ni se práctica
comúnmente con ella, por no decir que, casi más acertadamente, no existía. Jamás sentenciaré, por
supuesto, que un Templario jamás tuviera la ocasión de ver, tocar o manejar una espada algo más larga
que las espadas de una mano; pero desde luego no lo haría nunca en combate, y la citada ocasión y
arma no sería sino excepcional en el periodo del que estamos hablando. Y, por supuesto, JAMÁS se
podría considerar a ese "espécimen" como una "espada larga", careciendo absolutamente de los rasgos
de cualquier "espada larga" propiamente dicha, y de cualquier método o sistema de combate definido.
Es un absoluto anacronismo.
Razones

Y las razones por las cuales NUNCA se empleó esta espada en la Orden del Temple son:

1) Porque NO existían: cronología del arma. Esto claro esta que si tomamos que la Orden del temple
como tal quedo eliminada en 1315, si tomamos en cuenta que la orden del Temple no dejo de existir,
entonces si podemos conjeturar, que con el paso del tiempo, los Templario modernos se adaptaron a las
nuevas tecnologías y armas. Dicho esto volvemos a hablar de los Templarios en el tiempo de su
existencia "oficial".

Las espadas largas, específicamente las de mano y media o bastardas, nacen, como tales, en el siglo XIV.
Y no en un siglo XIV inicial, sino más bien en la segunda mitad y tardíamente. Oakesott sostiene que,
aunque algunos ejemplares de difícil catalogación ya aparecen en el siglo XIII, realmente no se pueden
definir como espadas largas, sino más bien como una suerte de espadas de mano que han ido
progresivamente aumentando de tamaño.

La mayor parte de estas espadas, de hecho, ni siquiera tienen una catalogación fija por su tamaño en el
mismo siglo XIII, sino que en gran medida se duda en que en realidad pertenezcan al XIV. Lo que se
puede observar en el XIII son las citadas espadas de arzón y, en casos muy excepcionales, alguna suerte
de espada de mano o arzón que, en un momento muy tardío, aparezca con algunos rasgos
incrementados. Pero no son armas al uso, sino más bien excepciones que determinados armeros
efectúan por solicitud de sus clientes y por el método de innovación. En cualquier caso: cuestiones
ajenas a una orden militar.

Y aun así, hay que concretar: las "espadas largas" que nacen en el siglo XIV (pues ya comento que las del
XIII apenas si son espadas de mano o arzón con ciertas modificaciones) son solo espadas bastardas o de
mano y media. Ni siquiera son espadas a dos manos, cuyo verdadero desarrollo no llegará hasta la
primera mitad del siglo XV. Por lo tanto, mucho más lejos aún del verdadero desarrollo de la Orden del
Temple.

Las espadas de mano y media o bastardas que nacen en el siglo XIV son muy primitivas, y hasta muy
tarde, casi en el siglo XV, ni siquiera tendrán un método de combate bien definido. Ni siquiera eran
armas de uso corriente en el ejército.

Queda todas estas armas (bastardas, mano y media y dos manos), por tanto, muy lejos del Temple y sus
órdenes militares coetáneas.

Otro punto a destacar en esta cuestión, aunque en menor medida, sería el de la expansión geográfica, y
es que el nacimiento y utilización de las armas empuñadas a dos manos es fundamentalmente Europeo
central (especialmente Alemania), y no precisamente en Oriente, el punto de partida y máxima
influencia de la gran mayoría de las órdenes militares. Allí apenas llegaría cualquier innovación de este
tipo, llegando tarde incluso a la Península Ibérica (y muy tarde). Tampoco era necesario: las realidades
de enfrentamiento en unas condiciones (por ejemplo climáticas) de un lugar y otro son radicalmente
distintas: y eso también afecta al armamento y el modo de usarlo.
Hay que hacer especial hincapié en este apartado: a la Península Ibérica llegaban estas cuestiones
posiblemente medio siglo después de su origen, por lo que a casi todas las fechas dadas hay que
sumarle esa cantidad si se trata de la Península Ibérica.

2) Porque NO se necesitaban: morfología del arma y usos.

Existe una ley de oro dentro del estudio del armamento que reza: "toda arma nace para responder a una
necesidad armamentística". Y esa ley es fundamental, precisamente, en este periodo, por una sencilla
razón: ¿para qué nacen armas más largas?

La respuesta del nacimiento de armas de mayor tamaño se fundamenta en el incremento de las


armaduras y su factor de protección: la introducción de nuevos sistemas defensivos: las placas metálicas:
"mail and plate", como dirán los ingleses. La evolución de las armas se produce debido a la evolución de
las armaduras, y aunque existen otros elementos, lógicamente, el fundamento básico se encuentra aquí.

Hasta el siglo XIV, el armamento medieval presenta unas líneas de evolución bastante estables y sin
cambios de gran importancia. Había, por ejemplo, muy pocas diferencias entre una cota de malla del
siglo X y una cota de malla del siglo XIII. Y aunque, lógicamente y como sabemos, hay diferencia,
especialmente en cuanto a la utilización de determinados elementos, etc., lo cierto es que no existe
ningún elemento defensivo nuevo en todas estas épocas: lorigas de malla, corazas de cuero, etc. Hemos
de ver que incluso elementos como las grebas han desaparecido casi completamente del panorama
armamentístico, incluso a pesar de que sabemos que antes de esta época se utilizaban.

Y por tanto, respondiendo a las necesidades de las armaduras de este momento, encontramos que la
espada de una mano es efectiva y eficiente. Con una punta afilada, a veces redondeada o no, estas
armas podían llegar a penetrar una cota de malla, y tendían a ser delgadas para perforarlas, cosa que
podían hacer sin excesivos problemas. En este contexto no hace falta ninguna otra arma (y por ello,
evolutivamente no la hay). Los guerreros tienen su mano diestra ocupada con su espada, y dada la
protección que ofrece la cota de malla, que muchas veces no es eficaz contra esta espada (únicamente
de punta, claro está), el guerrero emplea su otra mano para sostener un escudo, que no es tan pesado
como se ha llegado a insinuar por ahí (también había que saber usarlo, como todo en esta vida). Es un
escudo de gran tamaño (incluso el escudo de cometa de la segunda mitad del siglo XIII cubría
cómodamente del cuello a la rodilla), que unido a la protección de la malla ofrece una defensa muy
práctica. Y por ello, y hasta la primera mitad del siglo XIV, este esquema va a perdurar sin modificaciones:
funciona y no requiere de cambios. Solo hubo unas pequeñas variaciones: espadas de arzón, de una hoja
algo más larga para poderlas usar a caballo con comodidad.

Pero esto en el XIV cambia, y cambia completamente. Pero qué fue antes: ¿la gallina o el huevo? ¿Qué
mejoró antes: la armadura para satisfacer las exigencias de la espada, o la espada para satisfacer las
exigencias de la armadura? Esa cuestión, lógicamente, no la sabemos.

Lo que sí sabemos, por tanto, es que hasta que este siglo XIV no hay necesidad de nuevas armas. Y esta
necesidad también se va a ir traduciendo en las espadas de una mano, que se volverán más puntiagudas
y afiladas, engrosando su tercio fuerte y apuntando cada vez más sus siguientes dos tercios. Hacia el
siglo XIV las espadas de mano evolucionan, y además, nacen "espadas largas".

Y nacen, por tanto, por una necesidad: la mejora de la armadura. A partir del siglo XIV, especialmente a
mediados, vemos que las armaduras empiezan a mejorar en muchísimos niveles, incrementando el nivel
de protección mediante nuevos elementos: algunos reciclados de épocas pasadas (corazas y grebas
fundamentalmente) y otros casi completamente nuevos (guanteletes o articulaciones). Estas mejoras de
armamento van a empezar a cubrir al combatiente de toda una serie de defensas que una espada de
mano no puede perforar. Y no solo no puede porque resistan los impactos (que lógicamente no todos lo
resistirían): no pueden perforarlas porque la anatomía de las armas no tiene esa función. No es fácil
perforar una cota de malla, pero más difícil es aún perforarla cuando lleva ciertas piezas metálicas que
no solo impiden alcanzar la citada cota, sino que además obstruyen el combate.

El combatiente, por tanto, conforme evoluciona su armadura, percibe que su escudo es cada vez menos
necesario (de ahí que a lo largo del XIV los escudos de los individuos que podían permitirse armaduras
con placas presenten una reducción muy sospechosa de su escudo). Y cuando su escudo se vuelve
innecesario o menos necesario, es entonces cuando se plantea que ya puede empezar a utilizar la otra
mano para empuñar también su arma: puede entonces nacer una espada que se empuña con ambas
manos, es la segunda mitad del XIV.

¿Por qué es una falacia emplear una espada con empuñadura de dos manos en un periodo anterior?:
porque si combates con una espada larga llevando únicamente una cota de malla, la armadura por
excelencia hasta la primera mitad del XIV, lo cierto es que te hacen absoluta papilla. El escudo, con la
cota suelta, es absolutamente imprescindible. Y, por tanto, el uso de las armas largas no solo es inútil,
sino que además innecesario. Para combatir con seguridad con un arma empuñada con ambas manos
necesitas, forzosamente, una armadura que ofrezca una protección equivalente o superior a la de un
escudo del momento: y eso no existe antes de mediados del siglo XIV y, por lo tanto, y como estamos
viendo, la "espada larga" tampoco.

Claro, avanzada esta evolución hasta el siglo XV encontramos ya los arneses completos, como el
Churburg o, más entrados en el siglo XV, los arneses góticos o blancos, donde no hay apenas un
centímetro del cuerpo que no esté cubierto de metal. En esas circunstancias realmente se vuelve inútil
el escudo y un arma que se empuña a dos manos pone de manifiesto todas sus ventajas.

3) Porque NO se conoce tradición previa: maestros de armas.

La tradición de los maestros de armas, además, secunda este concepto: pero hay que hablar de algunas
cuestiones más. En sus orígenes, cuando empiezan a verse estas armas, los planteamientos que hacen
los que serán sus primeros maestros, que recogen la técnica, son que las "armas largas" no son armas
para la batalla, sino armas para duelos. Prácticamente toda la tratadística de las "armas largas" del
momento y hasta momentos avanzados del siglo XV se refiere a estas armas como exclusivamente de
duelo (ya ni hablaremos de órdenes militares en este aspecto).
Y es que para que un arma presente técnica y tradición ha de tener toda una trayectoria de uso previo.
Claro, ¿qué tradición o trayectoria va a tener un "arma larga" en la segunda mitad del siglo XIII cuando,
por tantas razones, podemos creer que no nacen hasta el XIV? Es, de nuevo, una falacia: un
anacronismo.

El primer maestro de armas que se reconoce y escribe un tratado sobre la "espada de mano y media" es
el alemán Hanko Döbringer, cuya obra está, nada menos, documentada en el año 1389. ¿Que tradición
puede tener este arma en el siglo XIII, el último siglo que vive la Orden, cuando el primer tratado de
estas armas se escribe en 1389? Es posible que hubiera algún tratado o cierta técnica de enseñanza
previas a este momento, pero ¿hasta que punto podría retrotraerse en el tiempo?, ¿hasta 1300?.
Seguiría siendo insuficiente. Es posible que se nos haya perdido algún tratado intermedio, pero de
nuevo, ¿hasta qué punto podríamos retrotraerlo con conocimiento de causa?, ¿hasta 1350?.

Porque después de Döbringer ya si que habría una "explosión" de tratadística de la "espada larga", a lo
largo de todo el siglo XV, comenzando sencillamente por el Flos Duellatorum de Fiore dei Liberi (1400-
1410). Pero aquí ya estamos en el siglo XV y, espadas bastardas, mano y media o espada a dos manos
indiferentemente, ya no tienen lugar respecto a la Orden del Temple.

Y aún así, claro está, también conviene recordar que el planteamiento que dieron estos hombres a la
práctica de la "espada larga" no era el uso en combate, ciertamente arriesgado, a pesar de todo,
teniendo en cuenta que el arma que seguía predominando por excelencia era el escudo. El
planteamiento que ellos dieron, y que resultaría tremendamente exitoso del XV al XVII era el de una
espada de duelo: un arma entre caballeros.

4) Porque NO se reglan: la idiosincrasia de la Orden del Temple.

Pero además de todo lo ya dicho, que es suficiente y no es poco, hay que tener otro factor a considerar:
la reglamentación interna de la Orden. Independientemente de que existiera o no, ¿la llevaría un
templario?. La respuesta es No.

He leído en algunas ocasiones que el templario solo llevaría el escudo a caballo porque resultaba pesado
y que, si combatía a pie, el arma larga era una preferencia mucho más aconsejable. Lógicamente, esto es
falso. Además de que el arma larga no existe, y que si existiera su uso carecería de técnica dada la
ausencia de tradición, y de que si tuviera lo anterior sería un arma de duelo, y de que si tuviera lo
anterior sería morfológicamente inútil, además resulta que la Orden no la permitiría.

La Orden era una organización de combate muy precisa y muy eficaz, algo propio de la rigidez y la
disciplina monástica. Era capaz de armar fuertemente a todos sus soldados (o casi todos, según el caso),
y disponía de un método de combate muy efectivo que vendrá utilizándose desde finales del siglo XI,
recogiéndolo en su Regla para la posterioridad del siglo XII. Y una de las cosas que hacía que los
templarios fueran tan eficaces en combate era, precisamente, que todo su modo de actuar en combate
y el armamento que llevaban estaba religiosamente reglamentado. Los caballeros y sargentos
templarios (estos últimos si había abundancia de material, generalmente) llevaban a la batalla: cota de
malla, escudo, lanza, espada, maza y daga, en la mayoría de los movimientos armados. Y ahí, la espada
está muy bien definida: una espada de mano, o espada que permita una adecuada utilización desde el
caballo y a pie, según las necesidades: una espada de arzón.

En todo este cúmulo de armamento, cada pieza está específicamente diseñada para utilizarse de una
manera eficaz y resolutiva. No hay dudas: el templario lucha con escudo y lanza, sustituyendo la lanza
por la espada si la pierde, y sustituye la espada por la maza si la pierde, y combate con la daga si pierde
la maza. E incluso en el caso de que perdiera el escudo y hubiera de empuñar su espada con sendas
manos, lo único que estaría haciendo es empuñar una espada de mano o arzón con ambas manos: sigue
sin aparecer la citada "espada larga". Es más, lo más probable es que ni siquiera hiciera eso, sino que
combinara su espada o su maza con la daga, combinación de armas bastante más efectiva (dado que
una espada de mano o una de arzón, a fin de cuentas, siguen teniendo la longitud de una espada de
mano o una de arzón).

El escudo no es un armatoste de solemnidad: es una absoluta falacia afirmar que "un templario se
desprendería de él por su peso y que un arma larga sería más eficaz en esas circunstancias porque
también cumple sus funciones defensivas", como me han comentado por ahí. Eso es mentira: entre
otras cosas porque una espada de mano y media no es capaz de parar las flechas (de nuevo hay que
insistir en que no podría utilizarse si la armadura corporal no ha evolucionado lo suficiente como para
no necesitar escudo: es decir, lo suficiente para ofrecer una solida protección, por ejemplo, contra
flechas). El escudo es un arma muy efectiva, útil para golpear y especialmente para defender, cuyo peso
no es excesivamente alto, y menos para un individuo entrenado: hay que saberlo usar. Posiblemente, el
escudo sea el mejor amigo de un combatiente en batalla.

Los templarios tenían muy reglamentado, además, su sistema de combate. Los templarios luchaban a
caballo realizando una carga general (huelga decir que las "espadas largas" no se empleaban a caballo,
por razones obvias, aunque cuidado, porque eso no quiere decir que no se llevaran en el caballo, y hay
algunos usos sobre este, concretamente a partir del siglo XV-XVI). Y en esta carga general, por tanto, a
caballo, no hay sitio alguno para las espadas largas.

Cuando los templarios luchaban a pie, cosa que tenían que hacer en no pocas ocasiones, entonces
empleaban un sistema clásico y tremendamente conocido en el mundo medieval: un solido y muy
organizado muro de escudos. Estos muros protegían a los soldados mediante su cohesión y efectividad,
y permitían romper con mucha eficacia a unidades de combate menos organizadas. Los muros de
escudos dependían del entrenamiento de sus integrantes, pues igual que un muro de escudos bien
entrenado, en el que cada miembro cumple su papel, es irrompible; un muro de escudos mal organizado
se rompe con mirarlo. Y en estos muros, por tanto, el escudo es la pieza fundamental, que cada
miembro utilizaba y que servía para proteger al resto: y había que entrenarse con ellos. Este era uno de
los métodos de la época, muy efectivo, y muy utilizado. Estos muros, además, solían verse erizados con
numerosas lanzas (nada comparable, por supuesto, con picas, en un principio), y con otras armas que los
apoyaban. Lógicamente, estos muros se daban cuando no se usaba la caballería, es decir, en no tantas
ocasiones como la carga.
Pero independientemente de eso hay una cuestión clave, y es que en un muro de escudos una espada
empuñada a dos manos es inútil: no solo no defiende al que la empuña, sino que además rompe la
cohesión y la continuidad del muro. Y esto no es un beneficio. El arma para esos casos es simple: la
espada de mano o de arzón, la lanza o la maza, y todas ellas con el escudo: armas a empuñar con una
sola mano.

Por lo tanto, siendo la idiosincrasia de la Orden el llevar el armamento de sus hermanos y su


organización en batalla como algo perfectamente determinado y organizado (la Regla nos ha dejado
buena cuenta de ello, y en ningún sitio se habla de armas largas), ¿donde quedaría la "espada larga", si
además ignoráramos todos los demás datos?. La respuesta es simple, de nuevo: en ningún sitio. La Regla
templaria fue modificada en varias ocasiones, siendo las últimas en la segunda mitad del siglo XIII y,
sumando además este dato: siguieron sin mostrar ninguna innovación al respecto. Recordemos una
cuestión muy simple: los tejidos regulares de una orden podían absorber innovaciones, pero en general
no sustituían sus métodos de combate ni su armamento a la ligera, y su sistema de combate era efectivo:
mucho.

Se ha hablado de los templarios en otra calidad de tropas: flanqueadores, combate ligero, asedios, etc.
Pero aún así no existe ni una sola evidencia de que cambiaran en esas funciones su armamento por otro
y, ya ni mucho menos, por "espadas largas" en concreto.

Se ha llegado a decir que la Orden del Temple, por ser los guerreros más experimentados y la élite de
combate, podrían haber empezado a usarla y luego haberla exportado al resto de los combatientes, que
con la desaparición de la orden la pondrían de moda y de ahí ya se vería en el exterior a partir del siglo
XIV. Pero esta teoría, además de ignorar todos los datos y cuestiones que he expuesto hasta ahora, es
absolutamente carente de pruebas y relaciona a las órdenes militares con maestros (denominación
posterior, claro) que poco o nada tenían que ver con los cúmulos religiosos de la época y que no se
sitúan ni siquiera en sus mismos marcos geográficos y cronológicos. La absoluta ausencia de pruebas, el
resto de los factores citados sobre morfología y uso, o la misma organización e idiosincrasia interna
templaria terminan de condenar el resto de la teoría. Es un manifiesto anacronismo, por no decir que
una tontería.

Esto también lo elimina otro hecho, que además aporta otro dato a la cuestión general del arma larga: la
Orden entrenaba a los templarios, pero no les enseñaba de cero en condiciones normales. Aquellos que
ingresaban en la Orden ya eran caballeros o eran plebeyos con experiencia en sus oficios. Se les
entrenaba y enseñaba a combatir, pero el 95% de ellos ya había sido educado en su hogar, recibiendo la
militaria de combate antes de entrar en la Orden, y recibiéndola allí en casos muy excepcionales. En este
contexto, el hecho de que la orden enseñara o manifestara el uso de estas armas es, por todo lo dicho,
falacia.

5) Porque NO aparecen: ausencias documentales y gráficas.

Y además de todo lo anteriormente citado, que creo que ya sería bastante en lineas general, además
hemos de manifestar un último apartado: la absoluta y tremenda carencia de fuentes documentales o
gráficas que manifiesten este uso dentro de las órdenes militares (e incluso fuera de ellas).
Y hay que especificar pues, a fin de cuentas, sí conservamos algunos ejemplos muy primitivos de armas
largas que pudieran haber existido en la Edad Media de la Orden del Temple, como el siguiente cuchillo
largo, el faussar (un estilo muy primitivo de hoja que, empuñada a dos manos, parece manifestar
simbólicamente un armamento de gran fuerza, idem de que lo usa a caballo). Y, lógicamente, no es de
un templario, y casi poco tiene que ver con una "espada" en sí misma (no es una espada, dado que no
tiene guarnición). Lo encontramos en la Biblia Maciejowski, a mediados del siglo XIII.

Para empezar, la espada no tiene grabados, y en la empuñadura llevan algunas la Cruz Tao (T) o
simplemente una Pate sin inscripciones. Las otras generalmente son ceremoniales, pero no son las
usadas por los Templarios como deja muy claro este articulo.

Sigamos con el artículo;

Apenas existen más elementos con armas de algún tipo semejante, ni siquiera parecidas y ya ni
hablamos de iguales, a una espada larga. Seguimos sin encontrar muchas imágenes a nivel corriente,
civil o de individuos laicos. Pero si además intentamos encontrar una sola referencia a armas largas en el
caso de la orden del Temple, la respuesta es aún más sencilla: no las hay. Ni una sola evidencia.

En todos los casos, los templarios aparecen con sus atributos clásicos: una lanza y un escudo. Siempre se
manifiestan de esta forma, y no hay ningún caso en el que aparezca, ni mucho menos, una espada larga.

Pero no lo hay en imágenes y tampoco lo hay en fuentes documentales escritas: sencillamente es un


silencio absoluto. Y a pesar de que la espada, como tal, de una mano o de arzón típica del siglo XIII,
como escribe Oakeshott (en las fuentes, "espada" a secas), aparece en varias ocasiones, no existen
absolutamente nada parecido a un arma mayor.

Por lo tanto, sin pruebas documentales o escritas, además, y con un sustrato arqueológico que
corrobora estas cuestiones, lo cierto es que hay que rechazar el uso de las armas largas dentro de las
órdenes militares, al menos hasta este siglo XIV citado, por no decir también que del resto de
organizaciones o ejércitos laicos de la época. Sencillamente, no tiene cabida.

Se han manifestado las datos: hasta el hecho de que su uso en combate muchas veces se eliminaba (por
un buen escudo), relegándose su práctica a un mero combate duelístico, donde tiene lugar más esgrima
que dura lucha cerrada, más propia de una batalla.

Conclusión

Actualmente la imaginería popular comete el error (lógico, por otro lado), de representar siempre a
estos caballeros y sargentos templarios como esos monjes-guerreros de élite con sus yelmos de cubo y
sus espadas a dos manos. Para mi no es ninguna lástima destruir estas cuestiones en un compromiso
por mostrar y enseñar la verdadera e histórica cara de sus miembros: no eran monjes guerreros, el
yelmo de cubo era casi inexistente, y relegado a escasas cuestiones a caballo, y la espada a dos manos es
un completo anacronismo.
Las "espadas largas" (de espadas bastardas/mano y media y espadas a dos manos), por tanto, NO se
usaban en la Orden del Temple (ni prácticamente en ningún otro sitio en esta época) dado su cronología
y ámbito geográfico, su morfología y uso en combate, la reglamentación templaria, la ausencia de
documentación o pruebas, y la carencia de una tradición esgrimística que lo avale.

Contra todo esto, de forma genérica, simplemente se encuentran un gran conjunto de ideas
preconcebidas, estudios relativos y de muy poca profundidad y, en algunos casos, incluso razonamientos
que poco o nada tienen que ver con el estudio científico o documentado. Las pruebas, no obstante,
bastante sólidas, hablan de otro modo.

Es firme compromiso de ir desmitificando estas cuestiones a fin de devolver la Historia a su estudio


científico y riguroso, y eliminar ideas erróneas incluso entre los recreacionistas que muchas veces las
han de enseñar y mostrar. Espero que la labor sea fructuosa y no lleve, por contra, a más errores o
confusiones.

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