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-breve sinopsis de la película.

La película se sitúa en una Atenas en plena convulsión política: tras la guerra del
Peloponeso la democracia ateniense se ve sustituida por un gobierno oligárquico, el
llamado gobierno de los Treinta Tiranos por estar compuesto por treinta magistrados que
concentran en sus manos todo el poder. En esta situación convulsa Sócrates (interpretado
por Jean Sylvère) se encuentra en una difícil tesitura: en la primera escena que lo vemos
está siendo empujado y golpeado por dos atenienses en el mercado de la ciudad. No en
vano es protagonista indirecto de los hechos políticos que han tenido lugar recientemente
ya que uno de sus más importantes discípulos, Critias, es miembro destacado de los Treinta
por su crueldad y, su discípulo favorito, Alcibíades, fue desterrado y había servido durante
un tiempo como consejero a los espartanos. Pero por paradójico que pueda parecer la
tiranía que entonces vive Atenas tampoco beneficia a nuestro protagonista, todo lo
contrario: Calicles le prohíbe la enseñanza a los jóvenes y, para demostrar su lealtad al
nuevo gobierno de Atenas es obligado junto con otros a ir en busca y captura de Cleón de
Salamina (mandato que Sócrates no cumplirá, pues se vuelve a casa).

La democracia es restaurada por Trasículo y un grupo de atenienses que habían escapado al


exilio en ciudades como Tebas o Megara (temerosas de la posible hegemonía total de
Esparta), en una lucha en la que Critias pierde la vida. Pero con el nuevo gobierno los
problemas de Sócrates no hacen sino comenzar: Rossellini nos muestra como se burlan de
él trayendo a colación la imagen que los cómicos como Aristófanes han difundido
(difamaciones que tendrán mucha importancia a la hora de acusarlo). También
problemáticas resultan sus opiniones políticas: un poco más adelante mostrará ante los que
serán sus futuros acusadores su desprecio por el modo democrático de elección de los
magistrados (considera de suma importancia esta elección como para dejarla al capricho de
la suerte). Melito le avisa de que esas palabras pueden traerle problemas, del mismo modo
que se lo trajeron a otros filósofos extranjeros (le habla de Protágoras cuando,
paradójicamente, el sofista defendía todo lo contrario a lo expuesto por Sócrates en la
escena anterior).
Las consecuencias no se hacen esperar y pronto Sócrates es acusado ante el tribunal de
Atenas de no creer en la divinidades de la ciudad, de tratar de introducir otras nuevas y de
corromper a la juventud. La pena exigida es nada menos que la pena de muerte. Pero esto
no consigue amedrentar a nuestro protagonista:el director italiano nos lo muestra
continuando con la labor que su daimon (su divinidad particular) le había encomendado,
esto es, hacer ver a los otros hombres que no saben en realidad lo que creen saber. En orden
a esto lo vemos discutir con Hipias acerca de la belleza, con Eutifrón sobre el significado
de la piedad, atreviéndose incluso a contraponer a Lisias (el que en principio estaba
encargado de su defensa) en lo referente a la verdad y a la elocuencia.

Durante el proceso vemos a Sócrates defendiéndose a sí mismo frente a las acusaciones de


Melito, Anito y Licón. En primer lugar tratará de defenderse de las acusaciones de los
cómicos, que siempre lo han presentando como un filósofo de la naturaleza y un introductor
de nuevos dioses, tras esa caricatura había una acusación mucho más peligrosa: la de
ateísmo. El personajes que éstos quieren pretender ver en Sócrates no existe en la realidad.
La acusación no puede provenir de estos cargos sino del hecho de haber sido proclamado, a
partir de la pregunta que Clerefonte hizo al oráculo de Delfos, el hombre más sabio de toda
Grecia: es decir, por saber que nada sabe, al contrario de los demás hombres, que sin saber
nada ni siquiera conocen su propia ignorancia. Posteriormente, a través de sus argumentos,
Sócrates muestra como todas las acusaciones de Melito son infundadas, puras calumnias.

Desde mi punto de vista aquí Rossellini cae en un error al presentar el juicio tal y como lo
hace ya que para cualquier espectador no queda otra salida que pensar en dos posibilidades:
o que el jurado de Atenas está corrupto en su mayoría, o que simplemente son imbéciles.
Está claro que su intención está más cercana a la primera opción (más socrática) que a la
segunda, pero esto podemos comentarlo más tarde, ahora sigamos con la sinopsis película.

Cuando Sócrates es efectivamente condenado a muerte le dan la oportunidad de conmutar


la pena ofreciendo algo a cambio. Entonces el filósofo, en uno de los pocos momentos de
esa ironía que tanto lo ha caracterizado en la historia del pensamiento y que en la visión que
nos da Rossellini apenas se deja notar, pide como conmutación de la pena el derecho a
ocupar un lugar en el Pritaneo (el lugar reservado a los benefactores de la ciudad), algo que
hace arder en cólera a todos los presentes. Tras esto, nadie puede evitar que el filósofo sea
condenado a muerte por una mayoría de 140 votos.

Los discípulos de Sócrates, preocupados por la suerte de su maestro, tratan de convencerlo


para que emprenda la huida. Critón es el encargado de convencer a nuestro protagonista,
por lo que de mañana lo visita en su celda. Sócrates se niega en redondo a aceptar la
solución que le presentan, imagina que las Leyes de la ciudad se le presentan en persona y,
tras ver su intención, le echan en cara el hecho de pretender ser infiel cuando las cosas se
ponen feas, después de haberse servido de ellas durante toda su vida.

La película finaliza cuando Sócrates toma la cicuta, uno de los momentos más bellos del
film (no en vano muchos pintores han tratado de plasmar en el lienzo este momento debido
a su gran belleza y emotividad). La escena que Rossellini nos presenta no está exenta de
dicha belleza. Sócrates nos habla de la muerte en términos muy cercanos a Platón, en ese
sentido nos dirá cosas como: "Los hombres calumnian a los cisnes. En la hora de la muerte
los cisnes no cantan de desesperación, sino porque son felices de ir junto a los dioses, a
servirles". En efecto, Sócrates nos presenta la teoría platónica de la inmortalidad del alma,
de que la muerte no tiene que ser un trance doloroso ni ser considerado como algo negativo
porque es el puente a una vida mejor en la que se alcanza el verdadero conocimiento.
Finalmente, y antes de hacer un comentario crítico, destacar el importante papel que
Rossellini hace jugar a Jantipa, la mujer de Sócrates (aquí interpretada por Anne Caprile
como una clásica mamma italiana). Me sorprendió muchísimo la importancia que el
director italiano le da a un personaje que en los diálogos de Platón no es ni siquiera
secundario (anecdótico más bien se podría decir). En esta película Jantipa en cambio se
presenta como alguien rebosante de sentido común, conocedora del mensaje filosófico de
su marido (del que se confiesa bastante harta) e incluso capaz de predecir los futuros
problemas de su esposo.

Comentario Crítico personal.

Como podéis observar la visión que Rosellini presenta de Sócrates difiere mucho de la que
habíamos vistoen I. F. Stone. Me atrevo a decir que su punto de vista sobre el filósofo
griego puede haber caído en el error contrario: el Sócrates de Rossellini queda muy lejos
del partidario de Esparta que nos presenta Stone, sus alusiones a la política son muy
escasas (por no decir casi nulas), se trata de un maestro venerado y amado por sus
discípulos y, de un modo inexplicable, brutalmente acusado por sus conciudadanos.

Cuando se ve la película uno puede llegar a tener la sensación de que la sociedad ateniense
estaba enferma, de que era capaz de acusar a un hombre bueno y justo a la muerte sin
motivos racionales, simplemente por envidia o rencor. Ahora sí puedo entender en cierta
medida a Stone y su intento de demostrar la culpabilidad de Sócrates, el periodista
americano trataba con ello de romper con la imagen tradicional de extrema veneración que
se sentía por el maestro y que conducía a considerar la sociedad ateniense del momento
(una sociedad famosa por su tolerancia y fecundidad política, artística, filosófica, etc.)
como una sociedad corrupta o completamente fuera de sus cabales. El problema es que
ambos autores están dando una imagen difuminada de Sócrates, no real, no humana sino
excesivamente contagiada por la mitificación (Rossellini en cuanto la comparte, Stone en
cuanto pretende derruirla). Se trata de un Sócrates escindido que, o bien solo contiene
elementos positivos (Rossellini nos lo presenta con muchos rasgos que sospechosamente lo
acercan al Mesías, con el que comparte muchos elementos en común) o bien es el
precedente de los dictadores totalitarios que conocerá el siglo XX (desde el punto de vista
de Stone). Considero que ambas visiones son erróneas, que contienen elementos de verdad
pero que en su mensaje último caen en el error, por ello creo necesario complementarlas, en
el término medio se encuentra la virtud.

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