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Este proyecto surge como una reflexión del especial momento que vivimos en la
educación, en el que se actualizan continuamente los recursos utilizados en los
centros y en el que se nos insta a participar de lleno en programas de
acercamiento a las nuevas tecnologías. De la misma forma, es necesario llevar la
novedad a las aulas para que los alumnos adopten de manera natural los nuevos
códigos de comunicación.
Es ahí donde el cine constituye un ejercicio muy atractivo para familiarizarnos con
lenguajes verbales y no verbales y, ante todo, actuales.
Aunque es cierto que el cine ha estado a menudo presente en las aulas, también
hay que resaltar que utilizarlo requiere introducirlo de la manera adecuada y no
como una simple ilustración de un tema.
Objetivos
Con esta baza ganada se fueron proyectando algunas películas dentro del área de
Lengua Castellana y Literatura, con la intención de conectar currículo, nuevas
tecnologías, estética, placer personal, etc.
Una de las películas que sirvieron de complemento al área fue la de El Club de los
Poetas Muertos, que ya en 1989 fue muy bien recibida por crítica y público.
Nosotros la utilizamos para trabajar ciertos valores transversales y, desde la
perspectiva de la literatura, nos detuvimos en los siguientes aspectos:
La exaltación de la libertad.
Los poetas románticos cuyos textos leen los chavales en la cueva (Byron,
Shelley, Keats...) y que constituyen la música de fondo de ese grito de
rebeldía y libertad.
La aceptación del yo mediante la valoración de las emociones personales, la
persecución de las metas propias, la valoración del entusiasmo, etc.
El tópico latino del Carpe Diem (Seize the day en la película), que desde Horacio,
Ausonio y poetas medievales llegó a nuestra literatura. Aprovechamos el
tópico para hacer un recorrido por textos significativos castellanos (Soneto
XXIII de Garcilaso; “Mientras por competir con tu cabello” de Góngora;
“Collige, virgo, rosas” de Francisco Brines; “Biografía para todos” de Antonio
Colinas; “Invitación a la dicha”, de Ricardo Molina).
En este caso, la proyección tuvo lugar dentro del aula y en el tiempo concreto que
duraba la clase (las clases). Pronto advertimos que esto era un inconveniente
porque, al tener que proyectar la película en varias sesiones, se destruía gran
parte del clímax. Así, decimos solucionarlo, iniciando las proyecciones en horario
extraescolar.
Para los pases de las películas, solicitamos permiso a la Dirección del centro para
el uso de la biblioteca (pues el instituto no contaba con salón de actos ni similar) y,
para ambientar adecuadamente nuestras proyecciones, las películas se
proyectaban con un cañón de vídeo y el sonido se amplificaba con un equipo de
música conectado al vídeo o al cañón.
Nuestro cuaderno constaba de una serie de actividades que los chavales debían
realizar sobre cada película y contaba con un espacio para pegar la entrada. En la
primera plana de cada página, se les preguntaba sobre algunos datos técnicos y
artísticos y en la segunda, se proponían varias actividades relacionadas con la
impresión que el filme había causado en cada alumno: si le había gustado o no,
qué personaje les resultaba más atractivo y por qué, etc.
Esta idea de ir completando el cuaderno tenía una doble finalidad. Por un lado,
intentábamos propiciar una reflexión por parte de los jóvenes sobre la obra
proyectada; y, por otro, queríamos conseguir una cierta asiduidad en su asistencia.
Para premiar ésta, anunciamos que quienes presentasen el cuaderno debidamente
completado al final del ciclo de cine, recibiría un diploma de asistencia expedido
por el instituto y un regalo relacionado con la industria cinematográfica: bandas
sonoras de películas, carteles de cine, algún guión, postales de actores y actrices,
suscripciones a revistas de cine, etc.
I. Presentación de la película.
II. Ficha técnica y artística.
III. Comentario de la película.
IV. Estudio por áreas:
A. Objetivos.
B. Contenidos.
C. Actividades previas y posteriores al visionado.
Valoración de la experiencia
Sobre la suerte de este Cine–Club hay que comentar que su progreso depende en
gran medida del esfuerzo de los profesores, tanto por el horario en el que se lleva
a cabo (por las tardes) como por el trabajo extra que supone la actualización del
listado de películas que se proyectan, con sus correspondientes fichas técnicas,
artísticas y culturales.
Por parte de los alumnos, cabe destacar que su respuesta fue desigual, pues
mientras unos no faltaron a una sola sesión, otros no llegaron a asistir a ninguna.
Hay que resaltar, en cualquier caso, que muchos de ellos tenían serios problemas
para acudir a estas citas cinematográficas fuera del horario escolar pues vivían en
pueblos distintos y el transporte escolar se marchaba una vez finalizadas las
clases.
El próximo paso sería, por lo tanto, conseguir que hubiera un medio de transporte
adecuado para los alumnos que permanezcan en el centro en horario extraescolar.