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Opinión

La psicología del poder y del dominado


Alberto Benegas Lynch (h)
16 de diciembre de 2017

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Uno de los problemas centrales no solo de nuestro tiempo sino de la humanidad desde sus
inicios ha sido, por una parte, el deseo morboso de dominar a los semejantes y, por otra, la
aceptación servil de quienes se dejan aplastar. Nadie como Aldous Huxley ha definido
mejor nuestros problemas: "En mayor o menor medida, entonces, todas las comunidades
civilizadas del mundo moderno están constituidas por una cantidad reducida de
gobernantes, corruptos por demasiado poder y por una cantidad grande de súbditos,
corruptos por demasiada obediencia pasiva e irresponsable". No he leído algo más preciso y
contundente. Este pensamiento define a las mil maravillas lo que viene ocurriendo en
nuestro mundo.

No es que en esta instancia del proceso de evolución cultural no deba existir el monopolio
de la fuerza que denominamos gobierno. El asunto es que lo que se ha inventado con la
idea de proteger los derechos de los gobernados se ha transformado en una
maquinaria infernal que conculca derechos a diestra y siniestra, y los gobernados se
dejan atropellar sin levantar la voz. Étienne de la Boétie ha escrito con razón: "Son,
pues, los propios pueblos los que se dejan, o mejor dicho, se hacen encadenar, ya que con
solo dejar de servir romperían sus cadenas". Es cierto, la sublevación y el no conformismo
estuvo en el origen de la revolución estadounidense, la más exitosa en la historia de la
humanidad al efecto de proteger libertades.

Erich Fromm subraya que, al contrario de lo que se piensa, el poderoso es un sujeto débil y
enclenque psicológicamente que para rellenar su personalidad y su vacío existencial
requiere del dominado. Ahora bien, la relación dominante-dominado no se circunscribe al
poder político sino que se extiende, por ejemplo, a la relación hombre-mujer como una
comprobación del complejo de inferioridad del varón que no soporta que la mujer lo
sobrepase. Es la relación maestro-alumno para esconder la ignorancia del primero, por lo
que se disgusta con preguntas que estima impertinentes para no decir nada de los posibles
desacuerdos respecto al libreto que trasmite. Es la relación empleador-empleado en
empresas verticalistas cuyos gerentes son incapaces de sacar partida del conocimiento de
sus colaboradores en un contexto horizontal.

Pero ¿qué sucede en la mente de quien detenta poder? Según Stanton Samenow es un
asunto de pura maldad, no como diría la visión convencional de "enfermedad mental",
puesto que, como nos enseña Thomas Szasz, la patología muestra que la enfermedad
significa lesión de tejidos, órganos o células, puesto que las ideas y los comportamientos no
pueden enfermar, lo que no quita que existan trastornos o enfermedades en el cerebro como
consecuencia de problemas químicos y de neurotransmisores, pero no en la mente. Maldad
o desórdenes en cuanto a los valores que son muchas veces tolerados por miembros de la
sociedad. Ronald Sampson explica que los actos de muchos gobiernos serían considerados
criminales si se llevaran a cabo en la vida privada.

Solo puede corregirse este mal, sea en la esfera pública o en la vida privada, si, en primer
lugar, se condenan enfáticamente los abusos y, por consiguiente, se castigan severamente.
Uno podría decir que el problema se circunscribe al poder, puesto que los dominados lo son
por propia determinación… Que se embromen por haber decidido dejarse basurear, su
servilismo es asunto de ellos, pero resulta que los dominados por el poder político son
los que les dan fuerza y apoyo a los desmesurados, con lo que pagan el pato todos los
que tienen dignidad y autoestima y, por ende, rechazan el atropello de gobernantes sin
escrúpulos.

De más está decir que no nos referimos al poder en el sentido de facultad de hacer o decir
algo, sino al dominio de otro o de otros, lo cual lamentablemente en algunos casos incluso
ha sido suscrito por mentes excepcionalmente esclarecidas como es el desafortunado apoyo
de Aristóteles a la esclavitud bajo la inaudita afirmación: "Unos han nacido para mandar y
otros para obedecer".

Como ya he señalado en otras oportunidades, el ensalzamiento del poder político deriva de


un sistema degradado que es una mal llamada democracia en la que cuenta el aspecto
formal de la cantidad de votos y se desconoce su aspecto de fondo que alude al respeto de
las mayorías por las minorías. Vamos a esto enseguida pero ahora digamos que, como ha
enfatizado Lev Tolstoi, el poder es la antítesis del amor, esto último es la luz que se entrega
al otro al efecto de mejorar su alma, su mente, su conocimiento. Este es el sentido del
aforismo socrático: "La virtud es el conocimiento". El que ama pretende dirigirse a lo más
excelso de ser humano amado que, como queda dicho, es el intelecto que caracteriza a la
condición humana en su aspecto medular.

También digamos que en una sociedad abierta no es propio aludir al poder económico ni a
metáforas como "el rey del chocolate" y similares, puesto que los abastecedores de tal o
cual bien o servicio dependen enteramente de las demandas de sus consumidores. Ni bien
pretendan contradecir esos requerimientos comienzan a perder patrimonio y, si insisten en
operar con independencia de las necesidades ajenas, desaparecen del mercado.

Veamos entonces la cuestión del poder político tan bien tratado, entre otros, por Bertrand
de Jouvenel y Guglielmo Ferrero. Antes que estos últimos autores, Montesquieu escribió:
"El sufragio por sorteo está en la índole de la democracia", afirmación que destaca la
importancia de las instituciones y minimiza el papel de los hombres tal como consignó Karl
Popper al criticar la atrabiliaria idea de Platón con su "filósofo rey". También es de gran
interés repasar los debates constituyentes estadounidenses respecto al triunvirato propuesto
por los congresistas Edmund Randolph y Elbridge Gerry, tal como destaca James Madison
en sus memorias de dicha asamblea, ello para atenuar el presidencialismo. Por su parte,
Friedrich Hayek ha sugerido límites al Poder Legislativo en cuanto a funciones de
ambas Cámaras, reelecciones y edades para ocupar bancas. Bruno Leoni lo ha hecho en
la práctica para el Poder Judicial al mostrar el carácter de descubrimiento del derecho y la
importancia de los arbitrajes privados.

Esto para encauzarse en el concepto de democracia al estilo de los Giovanni Sartori de


nuestra época y no caer en la actual cleptocracia, es decir, los gobiernos de los ladrones de
libertades, propiedades y sueños de vida. No es posible esperar con los brazos cruzados el
descalabro total de las así llamadas democracias antes de actuar. Como ha repetido Albert
Einstein: "El reiterar las mismas causas producirán idénticos resultados".

Es de gran interés citar un pensamiento de Leonard Read: "Nosotros en Estados Unidos nos
equivocamos al recurrir a la expresión 'gobierno', puesto que significa mandar y dirigir, lo
cual debemos hacer cada uno de nosotros con nosotros mismos pero no con el prójimo.
Usar esta palabra es lo mismo que referirse al guardián de una fábrica como gerente
general".

Gordon Tullock ha publicado un meticuloso estudio en el que pone de relieve el incremento


del gasto público en todos los gobiernos de

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