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Oré Ponce, Angel Mauricio

CONSUMO Y LEGITIMACIÓN DEL METAL EN LIMA


CONTEMPORÁNEA

I. SÍNTESIS DEL PROYECTO

El presente estudio apunta al abordaje del fenómeno del género musical “metal” en la Lima
contemporánea, particularmente en torno al eje del consumo de este como bien cultural. Así,
más específicamente, se tiene como finalidad hacer una indagación y posterior análisis del
desarrollo de las prácticas de consumo en torno a este género musical. Además, se pretende
determinar cómo aquellas influyen en el proceso de legitimación de las bandas limeñas. Para
esto, es necesaria a su vez la identificación de los factores que intervienen en las prácticas
mencionadas, así como de los roles que cumplen los actores involucrados. Este constituiría
un aporte en el entendimiento de una de las aristas del fenómeno socio-musical que, en
nuestra capital, permanece vigente aún cerca de cuatro décadas después.

II. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Se puede decir que el género musical del metal hunde sus raíces alrededor de la década del
70 (Bernal, 2016, p. 84), masificándose por el mundo en los 80s a través de diversas variantes
o subgéneros. Respecto de lo local, si bien no se puede afirmar que haya existido o existe un
metal peruano propiamente dicho (es decir, con características distinguibles y asociadas a lo
nacional, más allá de las temáticas de las letras que refieren al ámbito peruano), se puede
constatar que ha habido y hay actualmente una escena de metal hecho en el Perú y
conformada por músicos y fans peruanos.

A la fecha, existe un considerable número de publicaciones dedicadas al estudio del metal


como género musical tanto como subcultura, desde disciplinas variadas como la sociología,
la antropología, la psicología, la musicología, entre otras1. No obstante, aquellas se abocan
al estudio de dicho fenómeno en contextos como Europa y Estados Unidos, principalmente.
Yépez (2016) reconoce que, en gran medida, el estudio de este fenómeno en el ámbito

1
Hoy por hoy existe incluso una “Sociedad Internacional para Estudios de Música Metal” o ISMMS, por
sus siglas en inglés. Ver: https://www.metalstudies.org/
académico se lleva a cabo en el idioma inglés, alemán y francés, “lenguas de la modernidad
eurocéntrica y epistémicamente dominante” (p. 262).

He ahí que el presente trabajo encuentra su justificación. La bibliografía relativa a la


dimensión socio-cultural del metal (en las diferentes aristas del fenómeno) en Latinoamérica
es notablemente inferior en número si la comparamos con aquella de Estados Unidos y varios
países europeos. En este universo, los estudios dedicados a estos temas en Perú constituyen
una ínfima parte, existiendo apenas el estudio de Boggiano (1991), el artículo de Yépez
(2013), el artículo de Yrivarren (2015) y otros pocos más2que serán abordados en el apartado
referente al estado de la cuestión. Por lo tanto, no se puede afirmar que existan esfuerzos
constantes y sistemáticos para estudiar este tema desde la teoría, razón por la cual la presente
investigación puede constituir un aporte pertinente que contribuya a nutrir el corpus
antropológico de nuestro país.

Por otro lado, en numerosos estudios de este tipo se suele dar a entender que este contingente
está únicamente compuesto por un público joven, lo cual para el caso peruano y, más
específicamente el limeño, es una conclusión apresurada. Si bien es cierto que en aquellos
años (80s-90s) en que el metal podía considerarse un género musical recientemente
constituido (consecuentemente con el público que conforma su audiencia), es necesario tener
en cuenta que, hoy por hoy, la totalidad está compuesta también por individuos (mujeres y
hombres, que ya no necesariamente caben dentro de esa categoría, sobre todo si se tiene
conocimiento de que, en la actualidad, existen aún bandas consagradas (Mortem, Hadez,
Necropsya, M.A.S.A.C.R.E. Etc.) con integrantes que sobrepasan los cuarenta años, y cuyas
opiniones pueden significar aportes valiosos al corpus de la escena de metal local (y por
ende a estudios como este).

Entendemos, entonces, que el contingente de fanáticos del género del metal en Lima es más
bien heterogéneo. Sabemos esto por la observación propia tanto como por escritos como los
de Yépez (2016), quien identificó en este colectivo individuos de diferentes edades (14 a
48), a lo cual se podría agregar también que de diferente procedencia social (además de
geográfica). En consonancia con ello, se puede decir que dichos individuos componen una
serie de grupos -incluidos músicos y meros oyentes- disgregados a lo largo y ancho de la

2
El más reciente estudio es probablemente “Espíritu del Metal: La Conformación de la Escena Metalera
Peruana (1981-1992)” de José Ignacio López Ramírez y Giuseppe Risica Carella, publicado el año pasado
por Sonidos Latentes Producciones y Discos Invisibles.
ciudad limeña, quienes probablemente coinciden únicamente en ocasiones (conciertos o
eventos afines) y lugares (bares icónicos, etc.) específicos (como lo reconoció Yrivarren en
2015). Entre estos colectivos, consecuentemente, existe una importante cantidad de bandas
de diversos subgéneros, algunas (Mortem, por mencionar uno de los ejemplos más
representativos) con mayor reconocimiento que otras. Ello, en buena medida, por un cúmulo
de factores tanto objetivos (como las condiciones de producción, circulación y consumo de
la música en un ámbito que se caracteriza por ser, en buena medida, autogestionario) como
subjetivos (como las ideas o esquemas de valores que, tanto los simples consumidores como
otras bandas, tienen respecto de aquellas, su música y todo ello en conjunto). El presente
trabajo tiene como propósito hacer una la indagación con énfasis en la interrelación entre
tales factores. Más específicamente, sobre las particulares relaciones que se desenvuelven
en torno al consumo del metal desde la colectividad de metaleros y metaleras de Lima, y
sobre la forma en que estas repercuten en el proceso de legitimación de las bandas locales.
De lo que se trata, entonces, es identificar un conjunto de actores, prácticas y lógicas
involucradas en el proceso de consumo del metal en Lima. Luego de esto, se apunta a hacer
un análisis de cómo inciden estas dinámicas de consumo en la legitimación de las bandas
musicales de metal.

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN

Principal

- ¿Cómo se desarrollan las prácticas en torno al consumo del género metal en Lima y cómo
influyen estas en la legitimación de las bandas?

Específicas

- ¿Qué factores intervienen en el desarrollo de las dinámicas de consumo?


- ¿Qué roles cumplen los actores involucrados?
Objetivos

Principal

- Analizar el desarrollo de las prácticas en torno al consumo del género metal en Lima y
cómo influyen estas en la legitimación de las bandas

Específicos

- Identificar los factores que intervienen en el desarrollo de dichas dinámicas de consumo.


- Determinar los roles que cumplen los actores involucrados

III. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y MARCO TEÓRICO

Estado de la cuestión

Como ya se mencionó previamente, el metal, como fenómeno social y musical, ha sido


estudiado desde diversas disciplinas, aunque la mayoría de estos estudios se hayan
promovido y realizado en países de Europa occidental y Estados Unidos. Aquí se hará un
recuento que tome en consideración importantes antecedentes de estos países del norte
(principalmente Inglaterra y Estados Unidos), pero no se dejará de hacer énfasis en la
producción intelectual llevada a cabo en Latinoamérica.

Estudios en Norteamérica y Europa

La investigación de la socióloga estadounidense D. Weinstein (2000) [1992] es de gran


relevancia, ya que agudiza la mirada por sobre las críticas y los malentendidos que había
tenido este género en su país (llegando a estar al borde de la censura a mediados de la década
de los ochenta, por iniciativa de la PMRC3), y logra determinar y reconocer la complejidad
de las estructuras del heavy metal en su dimensión socio-cultural (catalogándolo de

3
Parents Music Resource Center, conformada en parte por esposas de varios senadores norteamericanos.
“bricolages” a este y sus varios componentes), estableciendo una genealogía, teniendo como
base la estructura artista-audiencia-mediadores.

Luego, en 1996, J. Arnett, desde una perspectiva psicológica, tiene el interés por indagar
acerca de la relación entre el metal y los jóvenes estadounidenses (“qué significa la música
para ellos y qué refleja sobre sus vidas”4), examinando más a detalle los perfiles de diez
fanáticos del metal (“metalheads”) escogidos entre una muestra de casi cien (entre hombres
y mujeres, aunque estas en menor cantidad). Dicha investigación hace hincapié en las
cuestiones relativas a un individualismo radical, cinismo, pero sobre todo a la alienación que
el autor atribuye a los fanáticos norteamericanos del metal que están en la transición de la
niñez a la adultez. Una distinción pertinente de considerar sobre este estudio, nota aparte, es
que el autor toma en cuenta la variable de género para plantearse si es que la mayor
preferencia del metal por parte de los hombres por sobre las mujeres supone necesariamente
una mayor alienación respecto de aquellos. En todo caso, tiene claro -a decir de ello- que
“comparar una mitad de la población humana con la otra mitad apenas roza -
inevitablemente- la enorme variabilidad que existe en cada mitad.”5 (p. 148).

Phillips y Cogan (2009), por otra parte, ofrecen un trabajo que da cuenta de la elevada
cantidad de bandas gestadas desde los inicios del género musical (es decir, cuáles pueden
ser consideradas dentro de ese universo) hasta la primera década del 2000 en diversos países,
además de las varias personalidades y elementos que lo caracterizan. Asimismo, como
Weinsteín (2000) [1992] y otros autores, propone una genealogía del género (que reconocen
en constante evolución), pero por otro lado también da luces sobre algunos debates llevados
a cabo en el seno de la comunidad de fanáticos (por ejemplo, la problemática referida a la
intersección dada entre los términos “heavy metal” y “hard-rock”). Es necesario mencionar
que los autores también dan importancia (aunque de forma marginal, secundaria) al
tratamiento del tema desde la teoría, reconociendo a Bourdieu -con conceptos como el de
capital cultural- como un intelectual que ofreció un marco adecuado para el análisis de
fenómenos socio-culturales como el que aquí se examina.

Ahora bien, en diversos países se ha notado en las últimas décadas un interés particular por
estudiar más a profundidad ciertas dimensiones del fenómeno metal, entrecruzando
elementos como la música (popular) y el género (aunque dicho entrecruzamiento en

4
Traducción propia.
5
Traducción propia.
específico se dio más profusamente desde la década de los noventa) en escritos como el de
la española Martínez (2003), realizado a partir de una investigación dada entre el 92 y el 96,
pero cuya publicación resulta relevante puesto que la situación expuesta no ha perdido
vigencia. La autora pone en evidencia que resulte común que un cierto tipo de música sea
asocie a un determinado género. Así, este hecho deviene una situación desfavorable, por
ejemplo, si observamos que las mujeres pueden ser relativamente excluidas de espacios que
por lo general son atribuidos a hombres, como los escenarios de conciertos metal. No
obstante, Martínez reconoce que esta situación es distinta si nos fijamos que la presencia de
las mujeres no solo ha destacado como parte de la audiencia y el público consumidor del
metal, sino que también ha ocupado posiciones importantes en lo que a gestión, promoción
y difusión de esa música refiere (p. 105).

Estudios en Latinoamérica

En Latinoamérica, la producción intelectual y académica ha dado cuenta de las dimensiones


referidas al discurso, la ideología, la identidad, los imaginarios, etc. del metal. Ejemplo de
ello es la tesis de Viteri (2011), que destaca por la cantidad e importancia de los temas que
examina. El académico ecuatoriano entiende la música como un espacio de interacción -
sobre todo en estas épocas de nuevas tecnologías- que llega a producir “nuevas geografías”
(p. 6). Siendo así, el metal y hardcore que se producen en Quito, tomados por el autor como
objeto de estudio, no serían la excepción. Teniendo como punto de partida al colectivo
ecuatoriano “Alarma”, gestor y promotor independiente de espacios de difusión del tipo de
música en cuestión, Viteri advierte cómo las formas de lo local se encuentran en un proceso
de constante redefinición a partir de las relaciones que establece con elementos de lo global.
En ese interín, su examen pasa por temas como la relación entre música popular y género,
así como de la música y la tecnología, que hoy por hoy adquiere una importancia inusitada
dada la influencia que esta última puede tener no solo en la producción y difusión de la
música, sino también en el carácter de la misma.

En cuanto a los estudios desarrollados desde nuestro país, el trabajo de Boggiano (1991) es
uno de los primeros a considerar en el abordaje del fenómeno metal en Lima. Es un
desarrollo que, desde la comunicación, analiza el contenido de las letras de las canciones de
ciertas bandas de metal limeñas, para desentrañar su mensaje. Se podría decir que es el
primero de los estudios de este tipo sobre este género musical en el país.
Por otro lado, cierto número de los escritos que han puesto el foco sobre la cuestión del metal
en Lima son de índole descriptiva-exploratoria. A ese respecto, recordamos el artículo de
Yrivarren(2015), en el cual esboza un mapa de los elementos que han caracterizado al metal
limeño a partir del concepto de genius loci (“el espíritu del lugar”, un espíritu protector),
desarrollado por Norberg-Schulz (1980). Dicho concepto se remonta a la antigüedad romana
y, según Yrivarren, alude a la esencia de un lugar, que da vida a las personas y las acompaña
desde que nacen hasta que mueren (p. 298). La autora emplea este concepto puesto que su
principal ámbito de estudio son los bares metal u otros lugares de reunión a los que suelen
concurrir los aficionados al género musical en cuestión. Por otro lado, uno de los elementos
que observa dentro de su caracterización es aquel referido a la autogestión, que en buena
medida caracteriza tanto a la organización de los conciertos como a la elaboración de una
producción musical (en la forma de vinilos, cassettes, cds, y/o más recientemente,
grabaciones subidas en plataformas de streaming). Aún tomando en consideración la
importancia de observaciones como la antes hecha (que es útil para propósitos de este
proyecto), se debe destacar que este escrito es más bien superficial, puesto que no logra un
verdadero acercamiento a las problemáticas y eventualidades (como la crisis del mercado
discográfico en su conjunto y la apuesta por el uso de nuevas tecnologías en la difusión de
lo producido [Fouce-Rodríguez, 2010], la preferencia por la producción extranjera, entre
otros “síntomas” de nuestra época) que caracterizan hoy a este contingente.

Sin embargo, quien parece haber elaborado la mayor cantidad de escritos sobre el tema (en
Perú) desde las ciencias sociales ha sido Yépez (2013; 2016), llevando a cabo
investigaciones no solo en Lima, mediante el método cualitativo de la teoría fundamentada,
sino también en ciudades como Huánuco, relacionando el metal con la política cultural
neoliberal, aplicando un método que denomina “dialéctica piramidal”. Desde la sociología,
Yépez emplea la teoría de los campos de Bourdieu para preguntarse sobre la reproducción
de la individualización de la vida social, la “mercantilización cultural” y la “fetichización de
la música”; consecuentemente, elabora los conceptos de “rockandad” y “metaldad”, que
sirven para interpretar procesos históricos gestados desde Europa a finales de la Segunda
Guerra Mundial, en los que entran a tallar variables políticas, económicas, culturales y
sociales.

Otro estudio oportuno de resaltar es aquel llevado a cabo por Joseli (2017), aún si no refiere
al metal, puesto que toca temas relacionados a los que se observarán en el presente escrito.
La autora toma por objeto al rock independiente de la primera década de los 2000, justamente
para desentrañar el significado que ha adquirido lo “independiente” en estos días, es decir,
en un escenario notablemente distinto del que se vivió en la década de los ochentas. Para
ello, se pregunta por la “autenticidad” del rock independiente actual, cuya condición estaría
determinada por sus relaciones en lo económico como en lo político. En ese sentido, pasa a
hacer un análisis para hacer explícito hasta qué punto es que persiste el carácter de lo “contra
comercial” (p. 59), así como los temas de contenido social y político (p. 98).

Aún con los antecedentes examinados, no hay a la fecha un estudio que destaque por el
desenmarañamiento analítico de la data empírica referida a las interrelaciones entre los
actores de la escena del metal local limeño, y la producción y consumo que estos llevan a
cabo en la forma de bienes culturales, además del abordaje de proceso de posicionamiento
de las bandas en el seno del contingente de metaleros.

Marco teórico

Uno de los estudios que se pueden considerar pioneros del análisis del consumo desde la
antropología es aquel de Douglas e Isherwood (1981) donde, abriendo la mirada hacia cómo
había sido explorado este tema en la ciencia económica y empleando la antropología para
llenar los vacíos que aquella otra disciplina no había podido satisfacer, atribuye al individuo
consumidor la facultad de la elección racional (“Sin embargo, una ciencia que ostenta la
pretensión de interpretar la demanda, se equivoca al calificar el comportamiento del
consumidor como irracional.”[p. 12]) donde entra a tallar la experiencia de vida del mismo.
Con esto, el intercambio mercantil se aborda como procedimiento ritualizado (ya que, como
afirman los autores, las mercancías sirven también para establecer y mantener relaciones
sociales [p. 75]). Siguiendo esta línea, entonces, la mirada se dirige no tanto a las mercancías
en sí, sino más bien al proceso de intercambios -y sus significados implícitos- que se llevan
a cabo. Esta propuesta sintoniza con el estudio del bien cultural musical que supone el metal
producido desde la metrópolis limeña, es decir, si entendemos el “consumo” según esos
términos, haciendo énfasis en las relaciones que se llevan a cabo entre los diferentes actores
que componen el sistema, y que son partícipes del proceso continuo de asignación de
significados de los bienes en cuestión
Además, y en consonancia con lo antes expuesto, desde Latinoamérica el estudio del
consumo cultural se ha visto impulsado desde el trabajo de antropólogos como García
Canclini (quien, según Ortega [2009], define dicho concepto como un conjunto de procesos
en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, siendo estos
últimos subordinados a lo simbólico) en 1993 y Sunkel (como coordinador) en 1999. No
obstante, las propuestas conceptuales del primero han sido objeto de crítica por parte de
académicos como Ortega, quien en 2009 presentó la alternativa conceptual de “consumo de
bienes culturales” en respuesta a “consumo cultural” a secas, por considerar este último
como insuficiente y atribuyendo de forma más restringida a los bienes culturales el carácter
de formas simbólicas (p. 8, 13). Los supuestos de Ortega representan un acercamiento más
preciso a los fenómenos relativos al consumo en la actualidad (y al consumo de bienes
culturales en particular), estando en sintonía con las propuestas de Douglas e Isherwood
descritas más arriba.

Por otra parte, el concepto de “subcultura”, gestado en estudios británicos, es aplicado por
Deena Weinstein en 1992 (haciendo una distinción entre aquel y el concepto de “taste
public”, que encuentra más estrecho que el primero por ser “definido fundamentalmente en
términos de valores estéticos compartidos”6 [p. 97]) para estudiar el fenómeno metal desde
la sociología cultural. Este concepto, por su amplitud, es aplicable a ámbitos como el de la
presente investigación, puesto que Weinstein tiene claro que pueden existir variaciones
espacio-temporales de las audiencias de metal (pero se tiene en cuenta, sí, que el concepto
es esencialmente parte del dominio de lo urbano) ; no obstante , según existen parámetros
que se mantienen, como los que la investigadora expone cuando afirma que “las subculturas
no son solo contextos de apreciación, sino también de creación de un modo de vida,
incluyendo un cierto estilo” (p. 97).

Ahora bien, este estudio tendría una importante influencia de las propuestas teóricas
desarrolladas por Bourdieu, como conceptos como el de “habitus” y “capital simbólico”. El
primero es de gran utilidad para la investigación de fenómenos socio-culturales, puesto que
apunta a trascender dicotomías (Rizo, 2006; Grenfell, 2014) de larga data -como la de
subjetivismo/objetivismo- que constituyen un obstáculo para una amplia comprensión. Así,
nos puede permitir analizar las dinámicas en las que se relacionan factores como las

6
Traducción propia.
condiciones de producción y consumo de la música, conjuntamente con los esquemas
valorativos y simbólicos que motivan a adquirirla y vincularse con ella.

El concepto de capital simbólico (forjado en el contexto de la producción artística en


general), por otra parte, puede ser empleado para examinar el juego de posiciones llevado a
cabo no solamente por quienes producen la música -las bandas-, sino también por quienes la
promueven y difunden, aunque en no pocas ocasiones sean, al mismo tiempo, integrantes
del primer grupo los que fungen de gestores y/o organizadores de eventos de metal, al menos
en lo que respecta al escenario limeño. Tomando en cuenta esta última anotación, se podría
decir que ellos contribuyen así, en caso de ser partícipes de los conciertos o eventos que
organicen, a incrementar su propia dotación de valor (Bourdieu, 1996, p. 167-168).

IV. DISEÑO METODOLÓGICO

Se estima que lo más apropiado para esta investigación será una metodología que incluya
técnicas de recojo de información tanto cualitativas como cuantitativas, siendo que las
primeras servirán de sustento para estructurar las segundas.

Teniendo en cuenta que, al menos en un primer momento, la investigación tendrá un carácter


exploratorio, según LeCompte, M. D. y Schensul, J. J. (1991) no resultaría apropiada la
elaboración de un muestreo propiamente dicho (ya que se desconoce la totalidad de las
características de la población del estudio, cuestión que llevaría a omitir inadvertidamente
importantes segmentos de dicho grupo [p. 282]). Puesto que la observación participante,
tradicional en antropología, involucra, siguiendo a Bernard (2006) [1995], la recogida de
diversos tipos de datos, será el pilar del que partirá la investigación en el campo. Esta
supondría una ventaja en la investigación durante reuniones informales en las afueras de los
conciertos, así como en los bares donde los fanáticos del metal suelen congregarse; a este
respecto, se reduciría el riesgo de problemas como el de la reactividad, la cual tiene
incidencia en la mayor o menor validez de los datos (p. 99). En ese proceso, siguiendo las
recomendaciones de LeCompte, M. D. y Schensul, J. J. (1991) se hará una selección de casos
reputacionales (“reputational case selection”), los cuales “involucran preguntar a expertos -
previamente reconocidos- de, o participantes en, la comunidad quienes están familiarizados
con los criterios de interés para el investigador para recomendar individuos que participen
en el estudio”7 (p. 285). A partir de las entrevistas no-estructuradas que se hagan a estos y a
los informantes que ellos sugieran (y que puedan hacer las veces de informantes clave), se
elaborará un cuestionario semi-estructurado para la recopilación de data con criterios más
específicos (por ejemplo, lo referido a los principios que son dominantes y cuáles están
subordinados respecto de la valoración que hacen los actores para que una banda esté
legitimada, en mayor o menor medida).

Se estima tentativamente que los propósitos del presente trabajo requieren también de un
estudio comparado. Es decir que, además de lo ya expuesto, se calcula que existe una
correlación entre la preferencia de los consumidores por uno o algunos ciertos subgéneros
de metal y su procedencia social. Así mismo, se tiene el supuesto de que bandas de
determinados subgéneros (por ejemplo, stoner metal y/o doom metal) tienden a organizar y
presentarse en conciertos en distritos como Surco y Barranco. Entonces, se pretende hacer
reconocimiento de los patrones y dispersiones según estos términos.

V. ESTRATEGIA OPERATIVA

Lugar de trabajo

Los lugares donde se llevará a cabo el estudio son principalmente los siguientes:
-Distritos de Lima Norte (aunque, a partir de la información brindada por informantes clave
se determinará cuál de ellos priorizar, ya que abarcar la amplitud de su extensión geográfica
excede los propósitos de la investigación).
-Jesús María (Galerías “Brasil”)
-Surco.
-Barranco y, aunque ocasionalmente,
-Lince (puesto que uno de los bares representativos de la escena en Lima se sitúa en este
distrito).

Si bien los distritos del norte destacan por encontrarse en la periferia de Lima Metropolitana,
el servicio de transporte de buses Metropolitano (con sus corredores complementarios que

7
Traducción propia.
abarcan la mayoría de los diferentes distritos de ese conglomerado: Comas, Puente Piedra,
San Martín de Porres, Los Olivos, Carabayllo, Independencia) facilita su accesibilidad en
tiempo y espacio.

Presupuesto y cronograma

Por lo antes expuesto, se estima que un importante porcentaje de los costos que acarrearía
esta investigación corresponderían al rubro del transporte, si bien la tarifa de cada viaje
disminuiría de lunes a sábado puesto que estos días está habilitada la tarifa de medio pasaje
en el Metropolitano (S/. 1. 25).
Por el mismo medio de transporte se llegaría a Barranco; Surco y Lince suponen otros
medios públicos (empresas de transporte particulares que suponen un rango de S/. 0. 50 a
S/. 2. 00 por viaje). Otros costos corresponderían al rubro de artículos de oficina como
papelería, por ejemplo.

Otra cantidad considerable estaría destinada a la adquisición de una grabadora digital (S/.
249. 90 en la tienda Coolbox), para registrar las entrevistas que se llevarán a cabo, siendo
que esta resulta más fiable (en términos de calidad de audio y duración de la batería en plena
grabación) que un smartphone.

Puesto que el grueso de la bibliografía se consultaría de forma virtual (revisando documentos


y otros textos en formato .pdf vía laptop y/o tablet), se estaría reduciendo todo el posible
gasto en fotocopias.

No se consideran viáticos, puesto que la rutina diaria de alimentación no se vería afectada


sobremanera.

La forma de determinar los gastos en conjunto, teniendo en cuenta estos elementos, estaría
supeditada a la disponibilidad de quienes serán entrevistados, así como a las fechas en que
serían realizados los conciertos que servirán también de espacio de estudio. Sin embargo, el
presupuesto básico planteado a continuación se elaborará en base a cantidades aproximadas.
Tabla de presupuesto tentativo

El tiempo estimado en que se desarrollaría la investigación -en sus diferentes etapas- sería
de 7 a 8 meses, aproximadamente. Siendo que, en principio, se espera que el recojo de data
empírica tome alrededor de seis meses, y el consecuente procesamiento, dos meses más.
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