Y EL HOMBRE. Por: José Acuña Evans y Carmen Velásquez de Acuña Cuando el capitalismo comienza su proceso de desarrollo y expansión a finales del siglo XV, y principios del siglo XVI, tuvo la imperiosa necesidad de concebir un sistema histórico-cultural que le permitiese su existencia, permanencia y una pretendida perennidad. Así púes, concibió a la Modernidad como estructura de pensamiento, como forma de sociedad, como escenario de aplicación; por lo que necesitó de algunos fundamentos teóricos y epistemológicos que dieran lugar a su justificación como mundo de vida, y dado que el sentido originario del capitalismo lo constituye la plusvalía, es decir, el aprovechamiento del plus trabajo que genera un trabajador más allá del equivalente de su salario, surgió la necesidad de tener una sociedad cuyos ciudadanos sean fundamentalmente trabajadores que puedan ser sometidos a tal proceso; surge así la figura del Homo Faber (hombre productivo), por lo que todos los esfuerzos del capitalismo, en distintas regiones del mundo, debían dirigirse hacia la obtención de este prototipo de hombre. Entra en escena la llamada “Educación Moderna”, formulada por el capitalismo con el propósito de criar al trabajador que necesita, en tal sentido, se trata de un modelo de educación cuyo primer obstáculo encontrado son los valores absolutistas dejados por la iglesia romana, como principal motor de la economía feudal precapitalista. Este absolutismo colocó a Dios como centro de todas las cosas, pero fijó la norma de que los representantes de Dios en la tierra eran quienes decidían y proponían; lo que equivale a decir, que el centro de la sociedad y de su historia es la iglesia. Considerando toda la carga ideológica que esto representaba, y el terrorismo religioso que se practicaba, se trata de un obstáculo bien importante para el capitalismo en sus inicios, por lo que debió atacar esa realidad cultural encontrada con el Humanismo, la cual establece que el centro de todos los procesos de la sociedad es el hombre. De esta manera, el capitalismo deja claro que su mayor preocupación es la formación del hombre, específicamente del hombre que necesita, léase Homo Faber, y para ello ha concebido una idea de educación y un modelo de educar: Modelo Técnico Instrumental. La idea de educación consiste en asumir que educar es adiestrar, capacitar, pero también es homogenizar el pensamiento. El propósito de adiestrar y capacitar está ampliamente ligado al fenómeno de la tecnificación del conocimiento, y a la preeminencia del desarrollo de las habilidades motoras por encima de las intelectuales. Este tecnicismo se manifiesta en la aplicación de valores productivos al conocimiento impartido, es decir, útiles al proceso productivo, esto significa que sí los niños y jóvenes son formados en base a conceptos útiles, entonces ellos serán útiles a la sociedad. Este fenómeno es lo que se conoce como utilitarismo. Pero, por otro lado, el Modelo Técnico Instrumental se empeñó en desarrollar un proceso de cosificación del ser, o lo que es lo mismo, para este modelo el ser humano es una cosa, es decir puede ser moldeable, manipulable y conducible. En correspondencia a ésto, el modelo, por no creer en la condición humana del hombre, niega las condiciones innatas del ser y apela a la figura de la crianza: Todo ser humano necesita ser criado por otro. Este es el fundamento que la Educación Moderna utiliza para justificar el binomio alumno-profesor. Dicho de otra manera, educar consiste en la interacción entre uno que cría y otro que es criado; por lo que la primera preocupación del Modelo Técnico Instrumental es adiestrar al docente de acuerdo al orden teológico que ha concebido: obtener un Homo Faber. La formación docente, constituye, pues, una prioridad para el capitalismo y su Modelo Técnico instrumental de educación, por ello aplica en el adiestramiento de éste docente el principio de la repetición. Como ya se dijo en otro momento (Velásquez,2011), “Formando un docente basado en la repetición (repetición de aptitudes, repetición de hábitos, repetición de concepciones sobre la vida y el otro),el Modelo garantiza la multiplicación de un mismo modo de estar, que es, al mismo tiempo, pensamiento único”. Así que el principio de la repetición está, a su vez, íntimamente ligado a esta pretensión de continuidad de cierto modo de vivir; y la esperanza moderna de establecer un pensamiento único, un tipo de pensamiento que intenta ser homogeneizador y que coloca al trabajo como sentido de la vida: “Vivimos para trabajar y trabajamos para vivir”. Esa especie de tendencia laborista, es parte de la aplicación del pragmatismo en la educación, la cual consiste en privilegiar las actividades que impliquen ejercitación motora por encima de la intelectual, tal como lo enunciamos en líneas anteriores; pero acá lo importante es destacar la tendencia hacia una visión de vida que da poca importancia al desarrollo intelectual del hombre, pero que al mismo tiempo lo ubica en la necesidad de conocer técnicamente de manera progresiva, por cuanto su principal función en la sociedad es la de ser aplicador de conocimientos. Eso lo desplaza de la condición natural de creador, pero además progresivamente va anulando la sensibilidad humana que a su vez traduce la anulación del amor. En definitiva el capitalismo considera que el amor no es un ingrediente necesario para producir, por lo tanto, la educación y la escuela no debe interesarse en ello, mas si por contribuir técnicamente a la obtención de ese Homo Faber. En ese mismo orden de ideas, es notorio dentro del Modelo Técnico Instrumental la acentuada práctica del memorismo, la cual debe entenderse en dos (2) vertientes: primero: Desarrollar en el infante y los jóvenes el centro de almacenamiento de información e instrucciones, es decir, la memoria; y un segundo orden, reducir a su mínima expresión la capacidad reflexiva. La pretensión de desarrollar la memoria también está ligada al principio de la repetición, que estimula y promueve el concepto de “A todos le digo lo mismo, y de todos espero lo mismo”. De modo que se produce en el aula la procura homogenizante de la audiencia, sin importar las diferencias individuales, las motivaciones propias de cada cual, las experiencias individuales, los sentimientos que pudieran emerger de cada uno. Esta pretendida homogenización no puede pensarse desligada al concepto de pensamiento único. A este proceso la Educación Moderna la cataloga como una “práctica igualitaria”, es decir, este tipo de igualdad no respeta la condición humana individual, y desecha cualquier rasgo de esencia humana, al ser tapiada por el conocimiento uniforme. A su vez, esa homogenización forma parte de otra aspiración educacional del capitalismo: El hombre fractalizado, que consiste en obtener o producir cierto tipo de hombre en serie, de modo que su configuración tiende a multiplicarse a través del tiempo, mientras dure el modelo de enseñanza; es decir, todos contienen lo mismo, están hechos de la misma madera, de la misma sustancia, de la misma esencia. Se trata de una ontología prefabricada, que la educación a través de la institución escolar logra instalar en los sujetos. Aun cuando se trata de producción de individuos en serie, cada uno representa una fuerza productiva que, divorciada sentimentalmente de su contexto, se convierte en una unidad fragmentada dentro del proceso productivo, esto es lo que se conoce como individuación, que deviene en individualismo, es decir, cada cual representa su propio interés, y esto tiene su fundamento en el concepto de unidad productiva y en la práctica de crianza escolar, alejada de los sentimientos y de la espiritualidad del ser humano; dicho de otra manera, el individualismo es un indicador de la practica des-humanizadora del Modelo Técnico Instrumental. Este distanciamiento de los sujetos en relación a lo sentimental, a lo espiritual, a la sensibilidad, lo coloca en el plano de convertirse en un sujeto ahistórico: No importa el vecino, no importa el otro, e inclusive no importa lo que está sucediendo en el país, lo que importa es mi trabajo, mi desempeño individual, mi salario, mi comida, mi casa, mi familia. Ahora bien, surge una pregunta obligada: ¿Cómo el Modelo Técnico Instrumental obtiene un ciudadano con estas características?. Pues el Modelo adopta conceptos creados por la Psicología Industrial dentro del proceso de industrialización, tales como: El Modelo Premio-Castigo, que representa el fundamento de la evaluación en la Educación Moderna, quien hace y repite todo como lo indica el maestro será premiado, pero el que así no lo hiciere, o lo hiciere de modo diferente, será castigado, es decir, será reprobado o aplazado. Por otro lado, el Modelo Técnico Instrumental se fundamentó en algunos conceptos proporcionados por la Ciencia Moderna dentro de los cuales figuran: Los conceptos de objetividad, método y verificación. El asunto de la objetividad consiste en que debe enseñarse todo aquello que pueda ser comprobado a la vista del hombre, que siendo sometido a los rigores de la ciencia ese conocimiento pueda ser validado como verdad; dicho en otras palabras, lo que resulta de la ciencia es verdad, por lo tanto lo que debe enseñarse y reproducirse como conocimiento es aquello que se ha validado por la ciencia: Este fenómeno es lo que se conoce como cientifismo, el cual es un mecanismo que la Educación Moderna-Capitalista utiliza para transmitir ciertos conceptos con trasfondos ideológicos y economistas para que sean aceptados como verdad, como irreprochables; de modo que el cientifismo se ha convertido en un escudo detrás del cual se apilan las intencionalidades del Modelo. De allí el interés de secuestrar todas las artes y oficios y convertirlas en ciencias, esto garantizaría que todas las sociedades y naciones del mundo fuesen abrigadas por una sola doctrina, un solo modo de pensar y de concebir la vida. En cuanto al concepto de método, es bien sabido que la propuesta de Método Científico representa el intento de la Ciencia Moderna de encasillar y controlar la producción intelectual en el mundo. Hablar de Método Científico es pronunciarse en singular, en un único método para hacer ciencia; esta idea nos dice que hay un solo camino para llegar a la verdad. Por supuesto, que puede vislumbrarse en ésta pretensión algunos propósitos políticos e ideológicos que intentan construir un cierto régimen de verdad, producido y controlado desde los centros de poder capitalista; siendo esas “verdades” la sustancia que debe enriquecer el pensamiento de los hombres. Así pues, cualquier producción intelectual sin importar su origen geográfico, pasa a ser controlado por la ciencia, cuando se exige que debe estar el Método Científico de por medio. En términos de la verificación científica, es importante destacar que el Modelo Técnico Instrumental asume un concepto de investigación que la define como proceso de verificación, es decir, el Modelo enseña que investigar es verificar; luego que, lo que se masifica como práctica investigativa es la ejecución mecánica de comprobaciones. Frente a ésta condición, surge una pregunta ineludible: ¿Entonces, quién crea o inventa?, pues para ellos la Ciencia Moderna organizó instituciones élites: Academias de Ciencias, la NASA, Institutos Internacionales de Investigación, y otros. Estas élites están bajo el control directo de grandes capitalistas trasnacionales que conforman un círculo cerrado de producción, pero que responden directamente a las necesidades de comercialización y productividad de esas corporaciones patrocinadoras. Sin embargo, para efectos de las grandes masas poblacionales, sujetas a los procesos de educación de todo el mundo se nos enseña que investigar es verificar, así no corre riesgos el capitalismo de que la producción de conocimientos salga de su control, pero que además cualquier invento fuera de su control no tenga impacto social, y menos comercial. En fin, el Modelo Técnico Instrumental ha contribuido a construir un tipo de hombre mecanizado, acusado de autómata, con tendencia a la descontextualización, y menospreciador del amor y la sensibilidad humana