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TRÁNSITO AL FIN

La puerta puede abrirse,

puede entrar el ladrido del perro,

sin que necesitemos saber nada.

Mientras no entre el viento en nosotros

cuando tenemos los ojos viajando entre los muebles

de la diversidad de los miedos de cada muerto,

podemos reír entre la espuma de lo oscuro.

La seguridad del que abre su vestido privado,

dejando mostrar las huellas blancas de los delirios,

con un poco de fuerza se logra concentrar la ceniza invisible,

la sombra, mi muerte particular.

Piedras en la mirada, ya sólido su silencio,

pasos de las manos solas en el cuerpo.

Es así como amamos el aire de la estatua,

el aire que nos empuja a la vejez.

El hombre camina a una habitación semejante


y se coloca el traje que lo conduce para siempre.

RECUERDO DE INFANCIA

Los mendigos escapan del tallo de las


plantas

en gruesas gotas de dignidad y mármol.

Vuelan por el día como los primeros leños

En el monumento espeso del aire de los suspiros.

Sobre los techos crecen a toda hora ciegos presuntuosos,

pero los hilos de un muerto extraño a la casa

los enredan y enseñan a caminar despacio.

Paciencia: mañana el difunto será convaleciente

y partirá desde su cuerpo

hacia la simplicidad de una voz

en la tiniebla endurecida.
MI MUCHACHA SE VA A CASAR

Como un espectro de duración indefinida

como el aliento del caballo que se ha quedado merodeando

en torno al hocico

como la desaparición engañosa del mundo

permaneces, rocío de senos blancos

rocío de risa sin miedo, pero profética

Mi niña que te vas a casar con un ser demasiado presente

mi nieve que en la noche se levanta

con ojos tan terribles que parecen

la mirada de alguien que ha naufragado bajo el té

mi fuego que te avecinas por los firmamentos de la memoria

Oh corazón que siempre desea una temperatura exagerada

Niña, mi nieve intranquila, mi fuego dominante

te vas a casar con una piedra segura

¿Qué va a ser del dulce vapor irreal de tu existencia?

Y tus piernas como sorpresas nacidas a medianoche

y tu vientre como sol guardado

¿Qué van a ser al golpe de esa piedra o ese hombre?


Me necesitas a mí que soy tu plumaje justo

tu arco por donde debes pasar zumbando al delirio

tu selva en donde debes extraviarte

tu mar de amenazas

tu continente flexible

Nadie ha olvidado tu fantasma

que parecía existir a ciertas horas de calor

ni tus palabras lanzadas para empañar las frutas y las frentes

pero que hacían un ruido que recuerdo

de escritura antigua sobre piedra de escritura seca

ni tu sangre hecha para servir de cortina al pensamiento

Te vas a casar con una decoración tenebrosa

con un hombre que es una decoración regulada

una decoración con una decoración adentro, como arterias

deshojándose, deshojándose

Pero me necesitas, hermoso humo de senos blancos

te hago falta, fosforescencia querida

deseo estar contigo para dudar de mí


porque el amor es una irrealidad

apta para comprobarnos

LA VISITA
Espéranos bajo el ciruelo, zagal de los difuntos.
Ábrenos ese estanque, el corral silencioso que la resaca de estrellas y el
dorado crepúsculo solar lavan día tras día.
Las hierbas altas acallan a medias las lápidas marchitas;
Mensajes antiguos que debemos leer muy lentamente;
Palabras, tal vez: no para ser pronunciadas,
Sino palpadas apenas con la tibieza del sol.
Así pasan el lagarto moroso, la araña, el saltamontes,
Y hasta el viento del páramo marino sobre ellas se encalma
Como un gran espejo tendido sobre la soledad.

Ábrenos ese jardín que sólo se visita


Cuando alguien viene a vivir de verdad.
La colina que nace y muere al pie de esta capilla, ola petrificada junto a
la roca enemiga, ahora ambas perdonadas,
Ni odiándose ni amándose: ¡pasadas!
Los huesos ya llegaron al hueso, la sangre llegó al puro fluir,
Y el tiempo al tiempo vuelve.
Colina de muertos que una invisible corriente
Gasta, acrecienta y purifica.

Fin de estío. ¡Qué sentido tiene decirlo en el Cementerio de Totoral!


Jardín donde los años maduran mejor que los mismos veranos en
cualquier huerto terrestre.
Fin de estío en este rincón rural adonde han vuelto quienes siempre
debieron vivir juntos.
Allí mismo estaba la eternidad, aquí tan cerca de ellos, tras la tapia y el
cerco rústico de Cristián, zagal del pueblo;
Allí, tras de la casa, debían ir los amigos a contarse las nuevas
familiares.
Estaba reservado el lugar para cada uno -los forasteros frente a la casa,
los forasteros en el atrio,
Parloteando, chanceando, despidiéndose estridentes-; pero
atrás, atrás, en el huertecillo oloroso que los dueños de
casa siempre desearon marchito porque lo marchito es signo de vieja
amistad leal,
Atrás, detrás de la casa, tras la verja, la conversación íntima de los
amigos eternos.

Fin de estío en este cementerio costero, tierra adentro.


Primera tarde de otoño, sol dorado tan lejano de luz,
Tan próximo por su delicadeza,
Deslízate sobre esta ladera cercada como un huerto.
Tumbas detenidas (los remos dejados a los vivos, los jóvenes y los
forasteros):
Entre los filos de la alfalfa, mármol desvanecido, eternidad lugareña,
Lee tú en el aliento del sol otoñal:

PROHIBICIÓN DE RESPIRAR

Vivo en las paredes donde la muerte

tiene colgada su sombra.

Las ventanas cambian de hueco en mano.

De vez en cuando un cielo visita el cielo de mi cerebro,

debido a él los animales se hacen más pesados y caen.

Porque los sonidos fermentan la tempestad,

yo estudio los gestos de los otros,

su mal hábito de irse acabando por los pies,

e insectos cubren mi estrella de la frente.


Tránsito al fin”, de Eduardo Anguita

La puerta puede abrirse,


puede entrar el ladrido del perro,
sin que necesitemos saber nada.

Mientras no entre el viento en nosotros


cuando tenemos los ojos viajando entre los muebles
de la diversidad de los miedos de cada muerto,
podemos reír entre la espuma de lo oscuro.

La seguridad del que abre su vestido privado


dejando mostrar las huellas blancas de los delirios,
con un poco de fuerza se logra concentrar la ceniza invisible,
la sombra, mi muerte particular.

Piedras en la mirada, ya sólido su silencio,


pasos de las manos solas en el cuerpo.
Es así como amamos el aire de la estatua,
el aire que nos empuja a la vejez.

El hombre camina a una habitación semejante


y se coloca el traje que le conduce para siempre.

1.- HABLANTE LIRICO: HOMBRE DESPUES DE LA MUERTE


2.- OBJETIVO LIRICO: LA MUERTE

3.- MOTIVO LIRICO: EL PASO DEL TIEMPO DESPUES DE LA MUERTE

4.-TEMPLE DE ÁNIMO: SOLEDAD, SIN EMOSIONES, MELANCOLICO

5.- APTITUD LIRICA: ACTITUD ENUNUNCIATIVA

5.-FIGURAS LITERARIAS:

EL AIRE QUE NOS CONDUCE A LA VEJER: PERSONIFICACION.

PIEDRA EN LA MIRADA YA SOLIDO SU SILENCIO: HIPERVOLE,

SE COLOCA EL TRAJE QUE LO CONDUCE PARA SIEMPRE: PERSONIFICACION.

5.-TIPOS DE RIMA: LIBRE, VERSOS CARECEN DE ORDEN Y DE RIMA

SENTIDO GLOBAL: EL AUTOR ESTA HABALNDO DESDE OTRO TIPO DE DIMENSION DESDE LA
MUERTE DE COMO VE SU VIDA TRASNCURRIR, MUESTRA LA SOLEDAD EN QUE SE ENCUENTRA Y LA
INDIFERENCIA ANTES LOS SENTIMIENTO DE LA MUERTE DEL SER HUMANO.

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