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Primera Parte. La Estructura de la Ciencia
Ruy Pérez Tamayo
I. La Estructura de la Ciencia
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necesaria para ello, nos hubiéramos mantenido en un estado de inactividad
extrema a través de toda la evolución de nuestra especie si no fuera porque,
desde muy temprano, nuestros primeros ancestros encontraron una solución al
problema: inventar lo que no sabemos.
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El conflicto humano que intento resumir en estas líneas no es ni simple ni
reciente: se trata de algo muy complejo y también muy antiguo. El problema
ha estado vigente y sin resolver desde tiempo inmemorial: ¿qué hacer cuando
se ignoran una parte o hasta todos los elementos que deberían conocerse para
decidir? A través de la historia, el hombre ha producido dos respuestas a esta
pregunta ancestral: i) la más antigua, la tradicional y la más popular ha sido y
sigue siendo: "inventa lo que no sabes, adivina lo que ignoras, rellena tu
ignorancia con fantasía;" ii) la respuesta minoritaria ha sido y sigue siendo: "
detente ante lo desconocido, confiesa tu ignorancia, vive en la realidad de la
incertidumbre."
Confieso que mis simpatías se inclinan más al lado minoritario, pese a que
reconozco ir en contra de las mayorías. Al margen del heroísmo implícito en la
filiación admitida, me interesa agregar un comentario final: la filosofía de la
ciencia enseña que las decisiones racionales siempre deberán hacerse sin
información completa, que nuestro destino en la Tierra es adivinar la
conformación más probable del sector de la naturaleza cuya estructura nos
interesa y trabajar incansablemente en averiguar hasta dónde nuestra
imaginación realmente corresponde a la realidad. El resultado de este doloroso
proceso es lo que llamamos conocimiento. Y nada más.
Fuente:
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/40/htm/sec
_7.html
(Desde luego, no faltaría quienes señalaran que a pesar de todos los aspectos
positivos de la ciencia, los negativos son más numerosos y el balance final no
la favorece. E incluso unos cuantos opinarían que la humanidad se beneficiaría
o se salvaría si se declarara una moratoria en la ciencia y los recursos
destinados a ella se canalizaran a las artes y a las humanidades.)
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Seguramente que en la encuesta surgirían instrumentos tan sencillos como la
rueda, la aguja para coser, la honda para cazar, o bien la antorcha, el arado o
el telar, cuyo origen se pierde en la neblina de la antigüedad, mucho antes de
que se empezara a escribir la historia. Puede argumentarse que los
instrumentos mencionados no son reclamables por la ciencia sino que son
producto de la tecnología, en vista de que sirven principalmente para
transformar y explotar a la naturaleza. Sin embargo, no conviene aplicarle al
pasado las categorías de nuestro tiempo; en épocas primitivas los conceptos
de ciencia y tecnología no estaban claramente diferenciados. No fue sino hasta
el siglo V antes de Cristo, en la época de Pericles, que en Grecia se inició la
separación de la ciencia y la tecnología, pero tuvieron que pasar muchos siglos
para que se completara.
Se trata nada menos que del único método que nos permite conocer la verdad
sobre la naturaleza. Porque no hay ningún otro, a pesar de que a través de la
historia se han intentado muy diversos procedimientos con el mismo propósito,
que van desde la hechicería y la nigromancia hasta la imposición por la fuerza
de esquemas imaginarios al mundo real. Ninguno de estos procedimientos ha
funcionado porque los hechos, "tercos e irreducibles", se niegan a plegarse a
nuestros deseos. Para penetrar con paso muy lento pero firme en el mundo de
la realidad lo único que sirve es el método científico, que simplemente consiste
en tener ideas y ponerlas a prueba. Nada más, pero también nada menos.
Las ideas o hipótesis científicas son estructuras teóricas que pretenden retratar
con la máxima fidelidad algún aspecto o sector de la naturaleza,
construcciones imaginarias de cómo podría estar organizado un segmento
específico de la realidad, que en magnitud puede oscilar entre el átomo y el
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universo. Las pruebas a las que sometemos a las ideas científicas son las
observaciones y/o las manipulaciones (experimentos) que realizamos para
saber hasta dónde corresponde la teoría con el mundo real. En otras palabras,
el método científico consiste en la confrontación sistemática y rigurosa de
nuestros modelos teóricos de la realidad con las propias configuraciones o
fenómenos de la naturaleza que intenta modelar.
Fuente:
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/40/htm/se
c_8.html