Ocho poetas tucumanos en la “selección” del Bicentenario

POESÍA

200 AÑOS DE POESÍA ARGENTINA

JORGE MONTELEONE (Selección y prólogo)

(BUENOS AIRES, ALFAGUARA, 2010)

La celebración del Bicentenario promovió diversas publicaciones. La antología que nos

ocupa, cuya selección y prólogo es del escritor e investigador Jorge Monteleone, tiene la
particularidad de llenar un espacio vacante durante un largo período.

Con 200 años de poesía argentina, los lectores han ganado una deslumbrante compilación
que va desde la “Marcha Patriótica” de Vicente López y Planes, pasa por los escritores
más destacados de los siglos XIX (Echeverría, José Hernández, Almafuerte) y XX
(Storni, Girondo, Borges), hasta los poetas contemporáneos, “…incluye 218 poetas, más
de 800 poemas distribuidos en mil páginas. Cada poeta tiene una breve pero completa ficha
bibliográfica (…), dos índices además de un estudio preliminar con algunas líneas de
lectura", destaca Monteleone, y señala: "El concepto que utilicé como noción crítica es el
de constelación: un conjunto de elementos (poetas y poemas) que forman figuras cuya
primera combinación propone el crítico, el antólogo, pero puede presentar otras, que dejo
libradas al lector. Por ello, esta antología no debe ser leída como un catálogo sino como una
estructuración".

Tiene el acierto de ordenar cronológicamente por su año de nacimiento a los poetas

incluidos, lo cual permite al lector aprehender la evolución de la poesía nacional y su
relación con los hechos históricos.

Entre tal variedad y calidad de poetas encontramos a ocho tucumanos: Arturo Álvarez
Sosa, Inés Aráoz, Juan E. González, David Lagmanovich y Rogelio Ramos Signes;
además de Leonor García Hernando, Juan José Hernández y Mario Romero, estos tres
últimos ya fallecidos.
Estas voces locales nos hacen respirar “el aire espeso y dulce” (Lagmanovich) de “una calle
monótona bordeada de naranjos” (Hernández), donde “la poesía, como las espinas de los
matorrales, repite gozosamente el instante” (Romero) y “todo es apacible y natural en este
espejismo, como la pálida flor del ciruelo ruborizándose por la erección de los brotes”
(Ramos Signes). Las “constelaciones y el espacio se mueven en el lomo de las escrituras”
(González) “desenrollando al respirar la luz, un aroma en el bosque de galaxias” (Álvarez
Sosa). Cada uno hace de sí mismo “un personaje que de lejos huele a fragua” (Aráoz)
mientras mira en la oscuridad “el grisado verde de un álamo contra la tormenta”
(Hernando).

Esta antología, fruto de una ardua labor de búsqueda e investigación de su compilador,

tiene como destino convertirse en referencia obligada para quienes deseen conocer los
primeros dos siglos de evolución de las letras argentinas.

Julio Ricardo Estefan