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Valdivia, dos de abril de dos mil dieciocho.

Vistos:
Doña Graciela Chihuaicura, presidenta de la Asociación Indígena Kona
Rupu Futa Mapu; don Pedro Antimilla, lonko y vicepresidente de la Comunidad
Indígena Carlos Antimilla, y doña Bertilina Huenullanca, presidenta de la
Comunidad Carlos Antimilla, deducen recurso de protección en contra de doña
Luisa Marisol Figueroa Jaramillo y don Edmundo Rodrigo Figueroa Jaramillo,
ambos domiciliados en Los Fiordos N° 7070, Barrio el Olmo, Peñalolén, en
atención a que el actuar ilegal y arbitrario de los recurridos vulnera su garantía
constitucional consagrada en el artículo 19 N° 6 de la Carta Fundamental.
Fundan su recurso en que pertenecen a la Comunidad ancestral Carlos
Antimilla y a la Asociación Kona Rupu Futa Mapu, que agrupa a siete
comunidades Indígenas y busca revitalizar y proteger el territorio ancestral.
Agregan que Kona Rupu Futa Mapu es un territorio ancestral ubicado la zona
cordillerana de la Región de Los Ríos, actualmente su denominación es Coñaripe.
Indican que la significación de kona rupu se refiere al sendero del noble servidor, y
el ancestro en común es el mayor kona Paillalafken, sabio mediador del cielo y la
tierra.
Señalan que la comunidad habita este territorio desde tiempos
inmemoriales, reconocido por el Título de Merced 2429 de 1913, donde existen
espacios sagrados de gran importancia como el Lago Pellaifa (el único e
irrepetible); el Trarilafken (lago que une o amarra algo); la isla millawapi (lugar
sagrado, de unión y vínculo con la naturaleza, donde los habitantes de Kona Rüpu
se reúnen para compartir la visión del territorio); la pampa de Nguillatuwe o lugar
de la junta o juntaero (espacio ceremonial junto al cementerio indígena); el Parque
Nacional Villarrica o Pewengento y cerro Treiwa.
Sostienen que la comunidad sigue haciendo uso de estos espacios de
significación cultural y espiritual, o de la religiosidad, y los ha protegido de diversas
amenazas. Agregan que la comunidad “dio una pelea” de varios años contra la
empresa noruega SN Power, y luego en 2013 contra HidroAconcagua,
continuadora del proyecto hidroeléctrico en los ríos aledaños al lago Pellaifa.
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Refieren que la comunidad “dio una lucha silenciosa”, cuando aún no estaba
ratificado por Chile el Convenio 169 OIT, apoyado por otros actores locales, que al
igual que la comunidad desean un desarrollo sustentable y pertinente
culturalmente para el territorio. Arguyen que la Comunidad ha actuado como un
escudo frente a estos proyectos que pretendían realizarse en el territorio, sin
involucrar a la comunidad y desconociendo el derecho a ejercer consulta indígena
previa.
Manifiestan que dentro del territorio ancestral de la comunidad existe un
espacio de purificación espiritual, el llozko Chankafiel o Humedal Chankafiel.
Indican que el llozko se ubica en la desembocadura del río Pellaifa e incluye la
ribera de la Isla Millawapi. Exponen que el Llozko de Chankafiel se encuentra
gravemente intervenido, amenazado y transgredido, por la tala rasa de bosque
centenario y remoción del mallin y relleno, con el objeto de aperturar caminos de
8,70 a 13 metros de ancho, para un proyecto inmobiliario de parcelación.
Expresan que los trabajos han destruido pitras, arrayanes y canelos centenarios
(que la comunidad denomina árboles mayores); plantas medicinales (lawen)
propias de estos lugares húmedos y protegidos, que crecen en lugares muy
prístinos, filulawen, carrulawen, limpia plata, changausu, feñfeñko, uwa uwa,
pinzafoqui, entre otros, además de hongos comestibles changle, digueñes, pique,
teche. Agregan que los caminos serán rellenados con áridos obtenidos del propio
rio Pellaifa, habida cuenta de que la parcelación de predios rurales de
características agrícolas o boscosas es una figura que constituye un "fraude a la
Ley", y amenazan los espacios culturales mapuches, al convertir el Llosko
Chankafiel en una "zona semiurbana".
Refieren que los recurridos amparan el daño provocado en un Plan de
Manejo, prescindiendo que se trata de un sitio de relevancia espiritual y ecológica,
que permite mantener la salud del territorio y sus habitantes. Indican que el
Llozkontu (red de humedales) son ecosistemas con alta diversidad biológica y
mantienen una función específica en la purificación del agua, al mismo tiempo que
permiten la depuración de enfermedades humanas colectivas o individuales, son
transformadores de energías negativas en positivas. Agregan que los mapunche
mantienen una relación de respeto, resguardo y de no intervención en estos
espacios, en tanto reservorios de Itrofillmogen (biodiversidad) donde se recolectan
medicinas. Aducen que el Chankafiel y otros humedales, están conectados en red
y unidos por una fuerza, un newen, según relatan los longkos de la Comunidad.
Así, el llozko Chankafiel, es una entidad viva conectada estrechamente con los
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llozko aledaños (Kultrunkura, Kuchutuwe), por lo que tanto las autoridades


ancestrales como la comunidad lo han identificado como el riñón de Coñaripe,
habida cuenta de que durante la historia de Coñaripe ha servido como lugar de
resguardo y refugio frente a catástrofes naturales.
Indican que este espacio está principalmente vinculado al equilibrio del
mundo espiritual, pues hace referencia a un lugar en que el kutran (enfermedad)
va a ser chancado o molido por las fuerzas espirituales de la naturaleza. Arguyen
que tales expresiones de la espiritualidad ancestral se encuentran aún presentes
en la cotidianidad de las comunidades que recurren al llozko a dejar sus males,
buscar salud, bienestar y a reconectarse con su espiritualidad, según lo
mencionan múltiples relatos de kimche (sabios) y tremche (gente antigua de
experiencia) tradicionales del Kona Rüpü. Citan a don Pedro Antimilla y agrega
que el rewe es un símbolo, es un árbol o tronco que tiene o adquiere carácter
sagrado con ceremonias de consagración, que identifica sitios sagrados,
ceremoniales o históricos. Concluyen que el rewe que está en Chankafiel
representa la energía de los árboles mayores del llozko y de los Ngen.
Afirman que con fecha 7 de febrero de 2018, el rewe fue destruido con una
de las maquinas que trabaja en la construcción de los caminos de servidumbre,
por lo que la comunidad, en una ceremonia donde participaron autoridades
ancestrales (los longkos del territorio), levantó una vez más el rewe, el cual a la
fecha se mantiene en el lugar. Aducen que los hechos descritos fueron
denunciados a la Tenencia de Carabineros de Coñaripe, quienes se negaron a
recibir la denuncia o constancia, debiendo la propia comunidad redactar una
constancia y solicitar que fuera timbrada, por lo que estiman inminente la amenaza
de una nueva profanación, ante la inexistencia de disposición que proteja el lugar,
frete a la venta de parcelas de agrado que se ubican sobre el humedal.
Sostienen que la tala de árboles mayores que son parte del llozco; drenaje
y secado del llozko; profanación del rewe; drenaje y destrucción del mallín; y
cercado del mallín, constituyen una profanación a este espacio sagrado y una
agresión a sus creencias, cosmovisión y religiosidad, pues el lugar intervenido no
es reemplazable ni reparable. Agregan que el efecto directo de los actos descritos
es la pérdida definitiva de un espacio propio de su cosmovisión, que impide
desarrollar cualquier manifestación de religiosidad, privándolos del derecho a
manifestar sus creencias y a obtener medicina material y espiritual.
Citan los artículos 1, 7 y 19 de la Ley N°19.253 y artículos 5, 8, 13, 14 25,
26, 28 y 29 del Convenio 169 de la OIT, para luego concluir que la acción de sacar
de raíz el Palenke y profanar el llozco Chankafiel, constituyen actos ilegales y
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arbitrarios, que privan y perturban su garantía constitucional consagrada en el


artículo 19 Nº 6 de la Carta Fundamental. Afirman que dicha garantía permite el
ejercicio de todas las actividades o "cultos" que constituyen la expresión de
ceremonias representativas vinculadas a las creencias de un pueblo, en la
especie, sostienen que se destruyó físicamente el lugar en que se realizaban sus
cultos religiosos. Arguyen que el Estado debe respetar a la persona y su
comportamiento externo, conforme a su conciencia o creencias, tal como lo
dispone el artículo 12.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos y el
artículo 18.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En definitiva, solicitan se acoja el recurso, se restablezca el uso tradicional
de dicho territorio, se detenga la tala y destrucción del Humedal y Mallin, la
mantención del rewe, y se ordene a los recurridos abstenerse de realizar actos
que priven, perturben o amenacen nuevamente los espacios sagrados de los
recurrentes, dejándolos intactos, con costas.
Informando el recurso, don Marcelo Vargas Martínez, abogado, en
representación convencional de doña Luisa Marisol Figueroa Jaramillo y don
Edmundo Rodrigo Figueroa Jaramillo, expone que el padre de los recurridos
falleció el año 2000, mientras que el año 2001 falleció su madre, ambos
registrando como último domicilio la comuna de Panguipulli. Agrega que por
escritura pública de liquidación y adjudicación de comunidad hereditaria de fecha
26 de diciembre de 2016, rectificada y complementada por escritura pública de
fecha 7 de abril de 2017, ambas otorgadas ante el notario de Santiago don Cosme
Gomila Gatica, y escritura de aclaración y rectificación de fecha 28 de octubre de
2017 otorgada ante el notario de Santiago don Iván Tamargo Barros, los
recurridos adquirieron la Hijuela N° 187, de 9,40 hectáreas de superficie de la
Comunidad Carlos Antimilla, ubicada en Coñaripe, Panguipulli, según deslindes e
inscripción que detalla en su presentación. Refiere que los recurridos han
procedido a subdividir y enajenar parte del predio, siendo actualmente los únicos
dueños del resto de la hijuela 187, según inscripciones que detalla en su escrito de
recurso.
Señala que durante los meses de enero y febrero de 2018, en forma
ininterrumpida, un grupo de personas han ingresado sin autorización al referido
predio, bajo el argumento que existe un humedal y un ecosistema que proteger y
sosteniendo haber iniciado un proceso de recuperación de tierras indígenas.
Aduce que estos hechos fueron denunciados con fecha 5 de marzo de 2018,
encontrándose actualmente en curso la correspondiente investigación penal.
Expresa que los recurrentes han llevado a cabo este proceso de reivindicación con
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omisión de los medios administrativos que la ley dispone para solucionar


problemas de tierras, habida cuenta de que el predio no se encuentra inscrito en el
registro público de tierras indígenas según certificado emitido por CONADI de
fecha 24 de octubre de 2017.
Refiere que los recurrentes han procurado llevar a cabo la satisfacción de
su pretensión por las vías de hecho, ignorando u omitiendo el ejercicio de las vías
administrativas que se encuentran su disposición. Indica que las reclamaciones de
tierras indígenas cuentan con una vía institucional de resolución de conflictos,
correspondiendo a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, dar
cumplimiento a dichas reclamaciones, cada vez que se verifiquen los requisitos
contenidos en los artículos 20 y siguientes de la Ley N° 19.496 (sic) en
concordancia con lo reglamentado en el Decreto N° 395 del Ministerio de
Planificación y Cooperación, publicado el 17 de mayo de 1994, mediante el cual se
aprobó el Reglamento sobre el Fondo de Tierras y Aguas Indígenas. Manifiesta
que si bien los recurrentes y/o sus miembros tienen el legítimo derecho de hacer
uso de las herramientas que le proporciona el ordenamiento jurídico para
reivindicar los derechos que estimen procedentes, lo cierto es que no pueden
ignorar el estado de derecho, ni valerse de vías de hecho.
Sostiene la inexistencia de amenaza o perturbación de la garantía que se
dice conculcada. Afirma la legalidad y conformidad a derecho de la conducta
desplegada por los recurridos, pues cuentan con todas las autorizaciones que
exige la legislación y están amparados en el dominio del predio que los
recurrentes reivindican. Agrega que los recurrentes vulneran lo dispuesto en el
artículo 20 de la Ley N° 19.253, al pretender reivindicar derechos territoriales sin
ajustarse al procedimiento previsto al efecto. Arguye que la acción de protección
no es la vía idónea para resolver la presente controversia, atendido que los
hechos expuestos son falsos, ya que la comunidad recurrente pretende atribuirle
al predio una significación espiritual sin ejercer las vías legales que el
ordenamiento jurídico prevé para satisfacer su pretensión reivindicatoria, habida
cuenta de que ingresaron por la fuerza y solicitan aportes económicos a los
turistas para visitas guiadas. Refiere que los hechos descritos en el recurso son
incompletos, pues la ocupación del predio durante los meses de enero y febrero
del presente año, se realizó por terceras personas no provenientes de
comunidades indígenas, que pernoctaron sin autorización, esgrimiendo causas
ambientales y la religiosidad del pueblo mapuche, sin embargo, la mayoría lo hizo
por razones turísticas.
Manifiesta que además de la prueba de los hechos descritos en el recurso,
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debe probarse la significación espiritual del predio para la comunidad mapuche y


asignársele un valor jurídico a dicha significación, para luego concluir si el ingreso
y ocupación del predio supuestamente ceremonial es legítimo y puede justificarse
en esa significación, conforme lo dispuesto en el artículo 8 del Convenio N° 169 de
la OIT, lo que estima debe efectuarse en un juicio de lato conocimiento, habida
consideración que también debería probarse si para los comuneros se trata o no
de tierra sagrada, consagrada o en vías de serlo por el “Rewe”, y si ello tiene fines
ceremoniales único, múltiples o ambos, al tenor de lo dispuesto en artículo 34 de
la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas.
Subsidiariamente, indica que el ingreso no autorizado de los recurrentes y
terceras personas que son de la etnia mapuche, es ilegal y se basa solo en una
supuesta significación espiritual, que no constituye Derecho para los comuneros,
conforme a las reglas de solución alternativa de conflictos consagradas en su
costumbre, y por ende, no es aplicable el artículo 5 inciso segundo de la
Constitución Política de la República, en relación a lo previsto en el artículo 8 del
Convenio N° 169 de la OIT, pues no existe certeza del reconocimiento de esos
usos y costumbre como lugar sagrado a que aluden en el predio de los recurridos.
Agrega que el ingreso y ocupación es arbitrario, ya que no posee un motivo
jurídico ni acuerdo previo o autorización de los dueños del predio. Refiere que el
acceso y ocupación no autorizada motivó denuncia previa al presente recurso, y
que no obstante el respeto a la religiosidad y costumbre del pueblo mapuche, en la
especie, no posee una razón espiritual fundada en ancestros inmemoriales, y que
por tanto, no es aplicable el artículo 14 del Convenio 169 de la OIT.
Pide el rechazo del recurso, con costas.
Con fecha 9 de marzo de 2018, se ofició Carabineros de Chile, a objeto de
que informe sobre los hechos ocurridos el 7 de febrero de 2018. En el Folio N°
4599, rola informe de don Miguel Caniu Calvio, Sargento Primero de Carabineros,
Jefe (s) del Reten de Coñaripe, en que se expone que el día 7 de febrero de 2018
se presentó en la oficina del destacamento don Pedro Enrique Antimilla Antimilla
quien solicitó la firma y timbre del Reten Coñaripe, con la finalidad de justificar una
demanda que presentaría en contra de personas que ocasionaron el deterioro del
lugar de oraciones ancestral, ubicado al interior de una zona boscosa del sector la
misión, donde se realizó la construcción de un camino con maquinaria pesada.
Agrega que el 18 de marzo de 2018, se entrevistó con don Pedro Enrique Antimilla
Antimilla y se constituyó en el lugar, constatando que existe la construcción de un
camino realizado por maquinaria, que arrasó con un altar de oraciones ancestral
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de la comunidad indígena Kona Rupu Futa Mapu. Asimismo, constató que existe
la instalación de un nuevo altar étnico del pueblo Mapuche, en el lugar donde
supuestamente se encontraba el lugar de oraciones antiguo.
Se ordenó traer los autos en relación.
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que, el recurso de protección de garantías constitucionales,
previsto en el artículo 20 de la Constitución Política de la República, es una acción
constitucional, cuyo propósito consiste en obtener de los Tribunales Superiores de
Justicia, una tutela eficaz y eficiente para salvaguardar la integridad de los
derechos fundamentales que aquélla norma contempla. Al conocer un recurso de
protección, es el deber constitucional de esta Corte adoptar, en forma inmediata,
las providencias necesarias para asegurar la debida protección ante una acción u
omisión arbitraria o ilegal, que importe una privación, perturbación o amenaza de
los derechos y garantías que el constituyente establece.
SEGUNDO: Que, como una cuestión previa y fundamental para entrar al
conocimiento del asunto, es menester explicitar que el recurso de protección es
una acción de naturaleza cautelar, urgente y no declarativa, de modo que no es
posible a través de este procedimiento, obtener un pronunciamiento en el que se
dirima la existencia del derecho invocado, su validez y en general, las materias
cuyo fallo requiere una discusión y tramitación en un juicio de lato conocimiento.
En este orden de ideas, la reiterada jurisprudencia emanada de los
tribunales superiores de justicia en sede de protección ha establecido como
doctrina que la procedencia de esta acción de amparo de derechos y garantías
fundamentales, demanda del recurrente la detentación de un derecho indubitado,
puesto que, surgida una controversia ya por lo informado por el o los recurridos ya
porque así lo señalan los antecedentes de convicción allegados a los autos y
considerando además la sumarísima tramitación que se ha dispuesto al efecto, el
resultado es desestimar la acción, siendo necesario el replanteamiento de la litis
esta vez por la cuerda de un procedimiento plenamente contradictorio, que permita
el establecimiento preciso del objeto del pleito y la recepción formal de probanzas.
TERCERO: Que, el acto ilegal y arbitrario que se reprocha consiste en
que el 7 de febrero de 2018, las maquinarias que trabajaban en la construcción de
un camino interior ubicado en el inmueble de propiedad de los recurridos, destruyó
el Rewe del Llozko de Chankafiel, afectando un espacio sagrado de uso
inmemorial, lo que vulnera la garantía constitucional de los recurrentes
consagrada en el artículo 19 N° 6 de la Carta Fundamental.
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El objeto del presente recurso es que “…se restablezca el uso tradicional


de este espacio del territorio, que se detenga la tala y destrucción del Humedal y
Mallin, la mantención del rewe, y que los recurridos se abstengan de realizar actos
que priven, perturben o amenacen nuevamente los espacios sagrados de estos
recurrentes, dejándolos intactos…”.
CUARTO: Que, en la especie, se plantea una tensión entre el derecho de
dominio de los recurridos y la de conciencia y de cultos de los recurrentes, por lo
que es menester delimitar el marco normativo aplicable a la controversia.
El artículo 19 N° 6 de la Constitución Política de la Republica asegura a
todas las personas la libertad de conciencia, la manifestación de todas las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a
las buenas costumbres o al orden público. En virtud de la norma de reenvío
contenida en el artículo 5 inciso segundo de la Carta Fundamental, dicha
disposición debe complementarse con lo dispuesto en el artículo 12 del Pacto de
San José de Costa Rica, que declara que toda persona tiene derecho a la libertad
de conciencia y de religión; y con lo prescrito en el artículo 18 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en orden a que toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho
incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección,
así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o
colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración
de los ritos, las prácticas y la enseñanza.
QUINTO: Que, la libre manifestación de la religión y de las creencias tiene
una doble dimensión: a) individual, que incluye la libertad de adherir o no a una fe
y la libertad de realizar actos de culto o de oración, ya sea en público o en privado,
entre otros; y b) comunitaria, que implica la práctica de actos de culto comunitarios
y derecho a organizarse.
Lo anterior importa, que la garantía en análisis impone al Estado el deber
de velar por el reconocimiento de la facultad de las personas para manifestar y
exteriorizar sus opciones religiosas, tanto en lo que se refiere a las organizaciones
religiosas que se creen, como a las manifestaciones culturales y religiosas de los
distintos pueblos originarios que forman parte del Estado. Así, al Estado le asiste
tanto la obligación de no perturbar, amenazar o restringir el ejercicio de la libertad
religiosa, como también la obligación de no otorgar preferencia a ninguna forma
particular de expresión religiosa, a fin de asegurar ésta a todas las personas, sin
distinción. Ello es concordante con que el Estado tiene "el deber de promover el
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bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que
permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su
mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y
garantías".
SEXTO: Que, en este orden de ideas, debe tenerse presente que el
Estado debe reconocer y proteger los valores sociales, culturales y religiosos de
los pueblos indígenas, lo que importa, por un lado, aplicar la legislación nacional a
dichos pueblos considerando sus costumbres o derecho consuetudinario y, por
otro, conservar sus costumbres e instituciones propias, siempre que ello no sea
incompatible con los derechos fundamentales definidos por el sistema jurídico
nacional ni que se traduzca en no asumir las obligaciones reconocidas a todos los
ciudadanos del Estado, conforme lo dispuesto en los artículos 5 y 8 del Convenio
169 de la OIT, Sobre Pueblos Indígenas y Tribales.
SÉPTIMO: Que, de lo que se viene señalando, se desprende que el
ejercicio de ambas dimensiones de la libre manifestación de la religión y de las
creencias debe sujetarse a los límites propios del orden público y la protección de
los demás bienes jurídicos fundamentales.
En la especie, la libertad de culto invocada por los recurrentes se
encuentra garantizada en la Constitución y en los instrumentos internacionales ya
descritos, pero al mismo tiempo encuentra en ellos sus límites.
OCTAVO: Que, asentado lo anterior, conviene tener presente que se
invoca el ejercicio de la libertad de culto en el inmueble de propiedad de un
tercero, por lo que el presente recurso habría de circunscribirse, únicamente, a la
alteración del statu quo vigente por parte de los recurridos, como manifestación de
autotutela, proscrita en nuestro ordenamiento jurídico.
En efecto, no resultan admisibles, en esta sede, las alegaciones que
reprochan la pertinencia del proyecto inmobiliario que estarían ejecutando los
recurridos o las eventuales infracciones a la legislación forestal, pues dichas
controversias debe resolverse mediante el ejercicio de las acciones que el
legislador ha previsto para ello y no por la vía cautelar, tal como quedó asentado
en el considerando segundo de este fallo.
NOVENO: Que, expuesta así la controversia, la viabilidad de la pretensión
de los recurrentes está supeditada a la prueba de las afirmaciones fácticas que
sustentan su acción constitucional, esto es, el uso inmemorial de lo que
denominan espacio sagrado y su delimitación territorial; la ubicación precisa del
Rewe dentro del inmueble y época en que adquirió el carácter sagrado que
invocan; utilización del espacio ceremonial, religioso y espiritual; y la imposibilidad
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de desarrollar manifestaciones de religiosidad, entre otras.


El carácter extraordinario de la acción constitucional de protección, que
solo procede ante acciones u omisiones abiertamente arbitrarias y/o ilegales,
exige que en el presente caso se rindan probanzas suficientes que justifiquen un
eventual ejercicio de ponderación, a fin de resolver la colisión entre derechos
fundamentales planteada.
DÉCIMO: Que, habiendo sido controvertidos los hechos por los recurridos,
ha sido carga de los recurrentes acreditar la efectividad de los hechos que
constituyen el acto arbitrario e ilegal que se describe en el recurso, lo que no
ocurrió, pues los antecedentes dominicales, planos y fotografías no datadas
resultan insuficientes para determinar si se alteró o no el statu quo vigente,
precisamente, por ausencia de prueba sobre el estado anterior de las cosas. Del
mismo modo, los documentos denominados “Informe socio-ecológico” e “Informe
cultural”, no resultan útiles para resolver la controversia, ya que emanan de la
propia comunidad recurrente. Por lo demás, el informe de Carabineros de Chile
únicamente da cuenta de los dichos del recurrente don Pedro Enrique Antimilla
Antimilla, sin aportar antecedentes que clarifiquen el sustrato factico que sirve de
sustento a la acción constitucional intentada.
UNDÉCIMO: Que, en las circunstancias antes indicadas, no es posible
establecer el uso inmemorial y religioso del inmueble de propiedad de los
recurridos, por lo que no se encuentra acreditada la alteración del statu quo
vigente, ni que los recurrentes detenten un derecho indubitado que justifique la
tutela constitucional reclamada, por lo que el presente recurso no puede
prosperar.
DUODÉCIMO: Que, por otro lado, resulta útil consignar que el artículo 14
del Convenio 169 de la OIT, Sobre Pueblos Indígenas y Tribales, prescribe que
“deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad y de
posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. Además, en los casos
apropiados, deberán tomarse medidas para salvaguardar el derecho de los
pueblos interesados a utilizar tierras que no estén exclusivamente ocupadas por
ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades
tradicionales y de subsistencia”. A su turno, el artículo 5 del citado Convenio
establece que el “Estado debe reconocer y proteger los valores sociales,
culturales y religiosos de los pueblos indígenas, cuestión que importa por un lado,
por mandato del artículo 8° de la misma norma, aplicar la legislación nacional a
dichos pueblos considerando sus costumbres o derecho consuetudinario y por
otro, conservar sus costumbres e instituciones propias; ambas aplicaciones con
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las restricciones de que ello no sea incompatible con los derechos fundamentales
definidos por el sistema jurídico nacional y que tampoco se traduzca en no asumir
las obligaciones reconocidas a todos los ciudadanos del Estado”.
DÉCIMO TERCERO: Que, conforme a lo expuesto, la propiedad indígena
cuenta con amparo constitucional y legal, conforme lo dispuesto en el artículo 19
N° 24 de la Carta Fundamental y la Ley N° 19.253. Así, el artículo 12 del citado
cuerpo de normas prevé los requisitos jurídicos y de hecho que deben concurrir
copulativamente para otorgar la calidad de tierra indígena a un determinado
territorio.
En la especie, el terreno de los recurridos no ha sido calificado como
indígena, según el mérito del certificado emitido por la Corporación Nacional de
Desarrollo Indígena, de fecha 24 de octubre de 2017. Tampoco consta que la
Comunidad recurrente haya iniciado el procedimiento administrativo previsto en el
artículo 20 letra b) de la Ley N° 19.253. Por consiguiente, contemplando nuestra
legislación las acciones y procedimientos adecuados para obtener el
reconocimiento de tierra indígena –y mientras ellos no sean ejercidos- no es esta
la vía idónea para resolver las pretensiones que se han ventilado en autos.
Por lo expuesto, normas citadas, y visto, además, lo dispuesto en el
artículo 20 de la Constitución Política de la República y Auto Acordado de la
Excma. Corte Suprema sobre Tramitación del Recurso de Protección de Garantías
Constitucionales, se RECHAZA, sin costas, la acción de protección deducida por
doña Graciela Chihuaicura, presidenta de la Asociación Indígena Kona Rupu Futa
Mapu; don Pedro Antimilla, lonko y vicepresidente de la Comunidad Indígena
Carlos Antimilla, y doña Bertilina Huenullanca, presidenta de la Comunidad Carlos
Antimilla, en contra de doña Luisa Marisol Figueroa Jaramillo y don Edmundo
Rodrigo Figueroa Jaramillo.
Regístrese, notifíquese y archívese en su oportunidad.
Redactada por la Fiscal Judicial Sra. María Heliana del Río Tapia.
No firma el Ministro Interino Sr. Fernando León Ramírez, no obstante
haber concurrido a la vista de la causa y acuerdo del fallo por encontrarse con
permiso de conformidad a lo dispuesto en el artículo 347 del Código Orgánico de
Tribunales.
Rol 349 – 2018 PRO.

Juan Ignacio Correa Rosado Maria Heliana de Los Angeles del Rio
Ministro Tapia
Fecha: 02/04/2018 11:48:59 Fiscal
BSKZERJPMJ

Fecha: 02/04/2018 12:06:08


Pronunciado por la Segunda Sala de la C.A. de Valdivia integrada por los Ministros (as) Juan Ignacio Correa
R., Juan Ignacio Correa R. y Fiscal Judicial Maria Heliana Del Rio T. Valdivia, dos de abril de dos mil
dieciocho.

En Valdivia, a dos de abril de dos mil dieciocho, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución
precedente.

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Este documento tiene firma electrónica y su original


puede ser validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la
tramitación de la causa.
A contar del 13 de agosto de 2017, la hora visualizada
corresponde al horario de verano establecido en Chile
Continental. Para Chile Insular Occidental, Isla de Pascua
e Isla Salas y Gómez restar 2 horas. Para más
información consulte http://www.horaoficial.cl.

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