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subjetivo. Allí la persona sólo sería objeto de protección, con la única capacidad de plantear un caso de
violación ante el órgano técnico correspondiente. En el derecho de gentes actual es posible hallar
normas que proveen de un verdadero derecho subjetivo. Dos hipótesis:
Tratados que confieren a las personas privadas una acción ante el tribunal internacional: se considera
que la persona privada tiene una acción ante una instancia internacional emergente de un tratado
cuando éste le confiere directamente ese derecho y cuando el tribunal ante el cual puede recurrir se
encuentra constituido o su constitución sólo depende de su voluntad. (ej.: convención de Ginebra del
15/V/1922 y el tribunal arbitral de la Alta Silesia, o el Tribunal Supremos de restituciones luego de la
Segunda Guerra Mundial).
Obligaciones de las personas privadas: se considera como conducta de personas privadas a aquella que
no es atribuible a un Estado ni a otro sujeto del derecho de gentes. Necesaria distinción entre obligación
y responsabilidad. En general, la persona obligada a realizar una conducta determinada es también
destinataria de la sanción (responsable). Pero puede ser que el responsable sea una persona vinculada
al poseedor de la obligación. Ser destinatario de una sanción no da origen a ninguna obligación.
Teniendo esto en cuenta, existen casos de normas internacionales que imponen obligaciones
directamente a los individuos (principalmente en el derecho de guerra). Los Estados beligerantes están
obligados a sancionar las violaciones que sus propias fuerzas armadas cometieran. Igualmente, es una
norma consuetudinaria internacional que un Estado beligerante pueda también juzgar a los soldados
enemigos y a las demás personas capturadas, por violación que hubieran cometido al derecho de
guerra. En general, el Estado tiene la obligación de hacer el derecho de guerra de sus tropas, y tiene la
facultad, más no la obligación, de juzgar a los enemigos acusados de haberlo violado. En función de
estas normas, los Estados han dictado códigos de justicia militar, ordenanzas sobre derecho de guerra,
etc., que precisan delitos juzgados por tribunales internos que aplican el derecho interno. Sólo pueden
sancionarse como delitos aquellas conductas prohibidas por el derecho internacional de la guerra. Ante
la ausencia de normas penales internas, los tribunales internacionales pueden aplicar directamente el
derecho internacional e imponer la pena adecuada.
El derecho también prescribe a personas no parte de las fuerzas armadas (ej.: los civiles que no forman
parte de las tropas de un Estado beligerante están obligados a no participar en la lucha. De otra forma,
violan el derecho de guerra y en caso de ser capturados, no son considerados prisioneros de guerra
(Protocolo I de 1977, art. 75 parr. 4°, inc. C). Esta última norma prevee garantías mínimas para personas
privadas envueltas en esta situación.