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Filosofía

Política

Introducción a
la Filosofía

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Filosofía Política
Todo ser humano, al vivir en sociedad, necesita organizarse de alguna
La Filosofía de lo manera. Los tipos de organización no son cuestión sólo de las disciplinas
político o Filosofía que se enfocan exclusivamente en la ciencia política, sino que son
Política ha ido susceptibles de una reflexión filosófica puesto que está en juego una visión
mutando a lo largo de
de mundo y, dentro de ella, una visión del ser humano.
la historia, pero sigue
dejándonos modos de La filosofía política es un aspecto de la filosofía en general que aborda
pensar y situarnos en cuestiones fundamentales sobre política, gobierno, igualdad, libertad, la
nuestra justicia, los derechos y la aplicación de un código legal por la autoridad, la
contemporaneidad propiedad, entre otros. Lo que haga a un gobierno legítimo, qué derechos y
libertades debe proteger y por qué, qué forma debe adoptar y por qué,
qué obligaciones tienen los ciudadanos para con un gobierno legítimo, y
cuándo pueden desconocerlo legítimamente, llegado el caso.

Un poco de historia
A lo largo de la historia, los fundamentos de la filosofía política han ido
variando. Para los griegos, el centro y fin de toda actividad política era la
ciudad, la polis. En el Medioevo, la acción política se concentraba en las
relaciones que el ser humano debe mantener con un orden que venía dado
por Dios. El giro antropocéntrico, que comienza a darse a partir del
Renacimiento, impacta en la política y su ejercicio. En el mundo moderno y
contemporáneo surgen y conviven muchos modelos, a la vez que
complejos, de lo político, que van desde los totalitarismos hasta los
sistemas democráticos participativos, entre los que hay muchas variantes.
Pero profundicemos algo más.
En Occidente, la filosofía política se origina, como tantas otras disciplinas,
en la antigua Grecia, pudiendo uno remontarse, por lo menos, hasta
Platón. La antigua Grecia estaba dominada por las ciudades-estado, que
experimentaban ya diversas formas de organización política. Platón las
agrupa en cuatro categorías: timocracia (una especie de gobierno de gente
honorable), tiranía, democracia y oligarquía. Una de las primeras y, en
extremo importantes obras clásicas de la filosofía política es la República
de Platón, que no podemos analizar aquí. A ella sigue la famosa Ética a
Nicómaco y laPolítica de Aristóteles.
Para Aristóteles, la política es una derivación de la ética. Plantea una
distinción entre la ciudad (polis) o “comunidad política” (koinonia politiké)
y otros tipos de comunidades y asociaciones tales como la familia y el
pueblo. Luego examina de qué manera puede ser la ciudad, que por otro
lado es algo natural (Naturalismo Social).También aborda la cuestión de la
distribución de los poderes políticos: habla del poder judicial, poder
legislativo y poder ejecutivo y sus consecuencias. Más tarde sería retomado
por Rousseau y demás filósofos franceses de la Revolución Francesa. En
uno de sus libros, trata también de la teoría general de la ciudad perfecta.

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Ejemplifica con ciudades del momento y pasadas. Del cambio
constitucional y lo que sería la perfecta transición de una forma de poder a
otra. Las revoluciones en diferentes tipos de constituciones y las formas de
preservar las constituciones mediante las instituciones. De la inestabilidad
de la tiranía, lo que hoy podríamos llamar dictadura.
Otro autor importante en este contexto, y que ya hemos abordado, es
Agustín de Hipona. Su filosofía cristiana fue fuertemente influenciada por
Platón. Un cambio clave provocado por el pensamiento cristiano fue la
moderación del estoicismo y la teoría de la justicia del mundo romano, así
como el énfasis en el papel del Estado en la aplicación de la misericordia
como ejemplo moral. Agustín también predicó que uno no era un miembro
de su ciudad, sino que era tanto ciudadano de la Ciudad de Dios (Civitas
Dei) como de la Ciudad del Hombre (Civitas Terrena). La “Ciudad de Dios”
de Agustín es una obra influyente de este período que atacó la tesis,
sostenida por muchos cristianos romanos, de que la visión cristiana podría
realizarse sólo en la Tierra.
Durante el Renacimiento, la filosofía política secular (es decir,
independiente de la tutela religiosa) empezó a emerger después de cerca
de un siglo de pensamiento político teológico en Europa. Mientras que la
Edad Media sí vio la política secular en la práctica bajo el gobierno del
Sacro Imperio Romano Germánico, el campo académico era
completamente escolástico, y por lo tanto, de naturaleza cristiana.
Una de las obras más influyentes durante este floreciente período fue “El
príncipe” de Nicolás Maquiavelo, escrito entre 1511 y 1512 y publicado en
1532, después de la muerte de su autor. Este escrito, que es un riguroso
análisis del período clásico, influye mucho en el pensamiento político
moderno en occidente. En cualquier caso, Maquiavelo presenta una visión
pragmática y un tanto consecuencialista de la política, según la cual el bien
y el mal son simples medios utilizados para lograr un fin, es decir, el Estado
seguro y poderoso. Thomas Hobbes, conocido por su teoría del contrato
social, continuó ampliando esta visión a principios del siglo XVII durante el
Renacimiento inglés. Aunque ni Maquiavelo ni Hobbes creían en el derecho
divino de los reyes, ambos creían que el egoísmo era inherente en el
individuo. Fue esta creencia la que necesariamente los llevó a adoptar la
idea de un fuerte poder central como el único medio para impedir la
desintegración del orden social.
Siguiendo un poco más adelante en la historia, sin menospreciar autores
importantísimos como Locke, Montesquieu o Rousseau, nos encontramos
con Marx. La crítica de Karl Marx al capitalismo, desarrollada junto a
Friedrich Engels, fue junto al liberalismo y el fascismo, uno de los
movimientos ideológicos que definieron el siglo XX. La revolución industrial
produjo una revolución paralela en el pensamiento político. La
urbanización y el capitalismo cambiaron, sustancialmente, la forma de la
sociedad. Durante el mismo periodo, el movimiento socialista empezó a
tomar forma. A mediados del siglo XIX, se desarrolló el marxismo, y el

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socialismo en general aumentó su apoyo popular, mayormente de la clase
obrera urbana. Sin romper completamente con el pasado, Marx estableció
principios que serían usados por los futuros revolucionarios del siglo XX,
como Vladimir Lenin, Mao Zedong, Ho Chi Minh, y Fidel Castro. A nivel
filosófico, Marx tenía claro que se estaba dando vuelta la dialéctica de
Hegel, la que estaba parada de cabeza, hacia el lado correcto otra vez.
Hacia fines del siglo XIX, el socialismo y los sindicatos eran actores
establecidos del escenario político. En el mundo angloamericano, el
antiimperialismo y el pluralismo político comenzaron a prevalecer hacia
inicios del siglo XX.

Período contemporáneo
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1971, cuando John
Rawls publicó su Teoría de la Justicia, la filosofía política declinó en el
mundo académico angloamericano, a medida que los filósofos analíticos
expresaban escepticismo sobre la posibilidad de que los juicios normativos
tuvieran contenido cognitivo y la ciencia política se volcara hacia los
métodos estadísticos y el conductismo. En Europa continental, por otra
parte, las décadas de la posguerra vieron un florecimiento enorme de la
filosofía política, con el marxismo dominando el campo. Esta fue la época
de Jean Paul Sartre y Louis Althusser, y las victorias de Mao Zedong en
China y de Fidel Castro en Cuba, así como los acontecimientos de mayo de
1968, provocaron un creciente interés por la ideología revolucionaria,
especialmente por la Nueva Izquierda.
El comunismo siguió siendo un foco importante especialmente durante los
años 50 y los años 60. Temas como el colonialismo y el racismo fueron
cuestiones importantes que surgieron en la época. En general, hubo una
marcada tendencia hacia un enfoque pragmático de las cuestiones
políticas, más que filosófico. La mayor parte del debate académico se
centró en uno o ambos de los siguientes temas pragmáticos: la aplicación
del utilitarismo a los problemas de política pública, y la aplicación de
modelos económicos a las cuestiones políticas. El surgimiento del
feminismo, los movimientos sociales LGBT y el fin del dominio colonial y de
la exclusión política de las minorías como afroamericanos y minorías
sexuales en el mundo desarrollado, posibilitaron que el pensamiento
feminista, poscolonial y multicultural se volviera significativo.
Contemporáneamente, con el surgimiento de la ética analítica en el
pensamiento angloamericano, en Europa surgieron entre los años 1950 y
los años 1980 varias líneas de filosofía dirigidas a la crítica de las sociedades
existentes. La mayoría tomó elementos del análisis económico marxista,
pero los combinó con un énfasis más cultural o ideológico. Fuera de la
Escuela de Frankfurt, pensadores como Herbert Marcuse, Theodor W.
Adorno, Max Horkheimer y Jürgen Habermas combinaron perspectivas
marxistas y freudianas. Por su parte, varios otros pensadores, todavía muy

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influenciados por el marxismo, pusieron nuevos énfasis en el
estructuralismo y en un “retorno a Hegel”. Dentro de la línea del
posestructuralismo se pueden situar pensadores comoGilles Deleuze,
Michel Foucault, Claude Lefort y Jean Baudrillard.
Un par de perspectivas políticas que se superponen entre sí, emergentes
hacia finales del siglo XX, son el republicanismo y el enfoque de las
capacidades. El resurgente movimiento republicano pretende proporcionar
una definición alternativa de la libertad de las formas positivas y negativas
de libertad de Isaiah Berlin, a saber, “la libertad como no-dominación”. A
diferencia de los liberales que entienden la libertad como “no-
interferencia”, la idea de “no-dominación” implica que los individuos no
están sujetos a la voluntad arbitraria de cualquier otra persona. Para un
liberal, un esclavo que no es interferido puede ser libre, pero para un
republicano el mero estatus de esclavo, independientemente de cómo se
trate a ese esclavo, es censurable. Entre los prominentes republicanos se
encuentran el historiador Quentin Skinner, el jurista Cass Sunstein y el
filósofo político Philip Pettit. El enfoque de la capacidad, iniciado por los
economistas Amartya Sen y desarrollado por la filósofa Martha Nussbaum,
entiende la libertad como capacidad real de actuar. Tanto el enfoque de
capacidad como el republicanismo tratan la elección como algo que debe
ser financiado. En otras palabras, no es suficiente ser legalmente capaz de
hacer algo, sino tener la opción real de hacerlo. Uno de los temas más
destacados de la filosofía política reciente ha sido la teoría de la
democracia deliberativa. El trabajo seminal es de Jürgen Habermas en
Alemania, pero la literatura más extensa ha sido en inglés, dirigida por
teóricos como Jane Mansbridge, Joshua Cohen, Amy Gutmann y Dennis
Thompson.
El pensamiento político contemporáneo muta dados los cambios que se
producen en el planeta que se conocen como globalización. La emergencia
de un paradigma financiero global que sostiene redes de poder que no
pueden ser comprendidas bajo el formato del imperialismo tradicional ha
hecho que autores como M. Hardt y A. Negri postulen una nueva forma de
Imperio que se caracteriza por el trabajo en red y la posmodernización de
la producción (Costa y Divenosa, 2004). La flexibilización de los procesos
laborales así como la emergencia de redes sociales en la política –como
muestran casos como el de los Indignados en España o el Movimiento
Ataquemos Wall Street- hacen pensar que el sujeto político se dirige más
hacia subjetividades en forma de redes de deseos, acciones, etc., al que
autores como Hardt y Negri llaman multitud. Por otra parte autores como
Manuel Castells (Costa y Divenosa, 2004) han señalado que la sociedad red
–organizada en torno a flujos de información y producción a escala global-
desdibuja las identidades sociales, culturales y políticas tradicionales.
Curiosamente resurgen frente a las tendencias globalizadoras ideologías
apoyadas en el poder de la identidad: nacionalismo, xenofobia, etc.

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Comprender el sujeto político hoy nos obliga a partir de las mutaciones que
supuso la caída del Muro de Berlín (Costa y Divenosa ,2004) que hicieron al
capitalismo el orden único, frente a las ideologías socialistas. La
flexibilización laboral, los nuevos procesos de automatización, las
incidencias múltiples de las nuevas tecnologías de la comunicación, etc.,
afectan sin duda alguna a la conformación del espacio público (y la opinión
pública). No sólo porque se pueda avanzar hacia nuevas formas de
vigilancia y control social, sino también porque la vieja oposición entre
individualismo y colectivismo –el primero alineado con la tradición liberal,
el segundo con la tradición socialista- están siendo alteradas. Hoy el sujeto
es una suerte de haz de deseos que se producen y reproducen en red.
También podemos considerar como en tensión las ideas que buscaban,
como el personalismo (Oliveira, 2015), armonizar el polo individualista con
el polo colectivista. ¿Estamos ante la emergencia de un nuevo paradigma
de sujeto político? ¿Regresamos hacia modelos clásicos –oligarquías
financieras, democracias demagógicas, etc.? Cuestiones que irrumpen en
ese arte de preguntar e indagar las líneas del presente que es la Filosofía
Política

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Referencias
Borón, A. (2001). El Marxismo y la Filosofía Política. Crítica Marxista, 13, p. 69-94.

Costa, I. y Divenosa, M. (2004). Filosofía. Buenos Aires: Maipue.

Olivera, D. A. (2015). Filosofía Primera: obertura. Córdoba: Brujas.

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