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por eso subo este documento que me servirá favor nuevamente acepta este texto por
favor la experiencia acumulativa de varias generaciones de magnetizadores e
hipnotizadores dio lugar al lento desarrollo de un sistema perfeccionado de psiquiatría
dinámica. Estos pioneros llevaron a cabo con gran audacia la exploración y utilización
terapéutica de las energías psicológicas inconscientes. Basándose en sus hallazgos,
elaboraron teorías nuevas acerca de la mente humana y la psicogénesis de la enfermedad.
La primera psiquiatría dinámica fue una conquista impresionante, tanto más cuanto que
había sido elaborada en su mayor parte fuera de cuando no en oposición directa con la
medicina oficial.
Como no fue obra de un solo hombre, no hubo en contraste con otros muchos
sistemas un esquema conceptual rígido que dirigiera su crecimiento. Los principios más
importantes proceden de Mesmer y Puységur. A ellos siguieron un gran número de legos y
médicos, que trabajaban individualmente o en grupos o escuelas no sistematizados e
incluso rivales, sobre todo en Francia y Alemania, y posteriormente también en Inglaterra
y Norteamérica. La evolución no fue continua: durante todo el siglo XIX hubo una serie de
altibajos y de fases estacionarias.
Hacia 1880 tuvo lugar un gran resurgimiento, y la primera psiquiatría dinámica consiguió
el reconocimiento universal gracias a Charcot y Bernheim. Siguió un rápido desarrollo.
Emergió entonces lentamente una nueva psiquiatría dinámica, y durante algún tiempo
coexistieron los dos sistemas, hasta 1900, en que las nuevas escuelas pasaron a primer
plano. No obstante, hay que destacar dos hechos: 1) En las nuevas escuelas dinámicas,
mucho de lo que nos parece más original tenía de hecho sus raíces en la primera
psiquiatría dinámica. 2) Aunque el nuevo sistema parecía en ocasiones radicalmente
opuesto a la primera psiquiatría dinámica, en realidad no la suplantaba, sino que venía a
completarla.
Características principales
A través de las innumerables variantes de la primera psiquiatría dinámica, algunas
características principales han permanecido constantes:
Otra fuente muy importante de la primera psiquiatría dinámica fue el viejo concepto de
"imaginación". En la época del Renacimiento, filósofos y médicos se interesaron mucho
por un poder de la mente, la imaginatio, que tenía un significado mucho más amplio que
el actual y contenía lo que denominamos sugestión y autosugestión. A la imaginatio se le
dedicaron numerosos trabajos, una vez famosos pero olvidados en la actualidad. En un
capítulo de sus Ensayos, Montaigne resume algunas de las ideas prevalecientes en su
tiempo.(2) Adscribe a la imaginación el efecto contagioso de las emociones humanas. La
imaginación, según él, era una causa frecuente de enfermedad física, emocional y mental,
e incluso de muerte, así como todas las manifestaciones atribuidas comúnmente a la
magia. Podía causar fenómenos físicos llamativos, como la aparición de estigmas e incluso
la transformación de un sexo en otro. Pero se podía utilizar también para curar
alteraciones físicas y mentales. En el siglo XVIII, el italiano Muratori escribió un tratado,
Sobre el poder de la imaginación humana, ampliamente leído y citado.(3) Entre las
numerosas manifestaciones de la imaginación describía los sueños, visiones, ilusiones, las
ideas fijas, la antipatía (es decir, las fobias) y, sobre todo, el sonambulismo. En la segunda
mitad del siglo XVIII, el sonambulismo se convirtió en el punto central de las discusiones
sobre la imaginación. Por todas partes se publicaban historias maravillosas a cerca de
durmientes paseadores que escribían, cruzaban ríos a nado o caminaban sobre los tejados
en las noches de luna llena, y cuyas vidas peligraban si se les llamaba bruscamente por su
nombre o se les despertaba. Hoy nos resulta difícil apreciar cuán increíble y fantástica
debió parecer a los contemporáneos de Puységur la aserción de éste de que el
sonambulismo se podía inducir y detener de forma artificial casi a voluntad, y emplearse
en la investigación de los secretos más recónditos de la mente humana.
Una tercera fuente fue el conocimiento del propio hipnotismo, el cual, en el curso de la
historia humana, había sido descubierto, olvidado y vuelto a descubrir.(4) Sin remontarnos
a los antiguos egipcios o incluso a los estudiosos renacentistas de la magia natural, vemos
que Gassner curaba a muchos de sus pacientes mediante el hipnotismo (como queda claro
al leer los relatos del abbé Bourgeois). El propio Mesmer, cuando magnetizaba, lo que
hacía era colocar a algunos de sus pacientes en sueño hipnótico. El informe de los
comisionados mencionaba que "... todos ellos estaban sometidos de forma impresionante
al hombre que los magnetizaba; a pesar de la somnolencia, se despertaban con su voz, su
mirada o cualquier señal suya". Sin embargo, ni Gassner ni Mesmer habían comprendido
con claridad las implicaciones de lo que hacían, y fue Puységur quien, en 1784, descubrió
que la crisis perfecta que había hecho surgir en sus pacientes no era sino un
sonambulismo inducido artificialmente.
Su naturaleza fue discutida desde el principio. Mesmer se negó a ver en él algo más que
una forma particular de crisis. Se desarrolló una vigorosa polémica entre los fluidistas, que
lo explicaban en términos del pretendido fluido magnético, y los animistas, que afirmaban
que era un fenómeno psicológico. Pero la identidad de naturaleza del sonambulismo
espontáneo y del sueño mesmérico no se planteó nunca con seriedad durante todo el
siglo XIX.(6)
Los principales argumentos a favor de tal concepción fueron resumidos más tarde por
Janet.(7) Primero, los individuos propensos al sonambulismo espontáneo son también
magnetizados e hipnotizados con facilidad. Segundo, es fácil entablar relación con un
individuo que está en sonambulismo espontáneo, así como hacerle pasar de este estado al
de sueño hipnótico típico. Tercero, una persona que ha padecido un ataque de
sonambulismo espontáneo del cual no recuerda nada en su estado vigil, lo recordara todo
bajo hipnosis, y a la inversa.
Por otra parte, sin embargo existe una diferencia esencial entre el sonambulismo natural y
el artificial, y es que este ultimo está dirigido y bajo el control estricto del hombre, el
magnetizador, que es el que lo induce, moldea sus manifestaciones y lo hace terminar a
voluntad.
Una de las pruebas más concluyentes y llamativas de que la influencia del hipnotismo se
extiende a la vida consiente normal la proporcionan la amnesia y la sugestión
poshipnóticas. Los primeros mesmeristas notaron que el sujeto en condición normal no
recordaba nada de lo que le había ocurrido durante el sueño magnético y compararon
acertadamente este estado con el que sigue a los ataques de sonambulismo espontáneo.
Poco después descubrieron que el sujeto podía, en estado de vigilia, ejecutar una orden
que se le había dado durante el sueño hipnótico. Este fenómeno de sugestión pos
hipnótica, descrito ya en 1787,(8) fue abundantemente experimentado por Deleuze (9) y
Bertrand,(10) y luego por Berheim y la Escuela de Nancy. El hecho de que la amnesia
poshipnótica no es absoluta y de que el individuo puede ser inducido, mediante ciertos
procedimientos, a recordar en estado de vigilia lo que le ocurrió durante la sesión
hipnótica fue también conocido precozmente y nunca olvidado por completo hasta que
fue descubierto por Berheim.(11)
En cuanto a los medios de inducir el sueño mesmérico (al que de aquí en adelante
designaremos por su último nombre de hipnosis), los primeros magnetizadores utilizaban
la técnica de Mesmer de los pases, que pronto fue abandonada a favor de otras dos. La
primera fue la fascinación (método ya conocido por los antiguos egipcios, por Cornelius
Agrippa, y por muchos otros). Se hacía al paciente mirar a un punto fijo o en movimiento
luminosos o no, posiblemente a los ojos del hipnotizador. Este fue el método popularizado
más tarde por Braid, y también el utilizado por la Escuela de la Salpêtrière. El abbé Faria
combinaba esta técnica con la verbal; sentaba a su sujeto en una silla cómoda y le daba la
orden imperativa: "¡Duerme!". Otros hipnotizadores impartían la orden en una voz más
suave y baja. La técnica de Faria fue adoptada más tarde por Liébeault y la Escuela de
Nancy. Para terminar con el estado hipnótico, los primeros mesmeristas utilizaban
métodos tales como el de soplar a los ojos de los sujetos.
Los magnetizadores pronto se dieron cuenta de que había otros requisitos no menos
importantes, de naturaleza más general. Comprendieron bien lo que en la actualidad
denominamos la situación hipnótica y la imposibilidad de hipnotizar a alguien contra su
voluntad. El sujeto debe estar cómodo, tranquilo y relajado. El elemento de autosugestión
en la hipnosis era también conocido y fue plenamente utilizado por Braid y luego por la
Escuela de Nancy. El papel de la sugestión mutua era igualmente conocido por los
primeros magnetizadores, los cuales, siguiendo el ejemplo de Mesmer, trataban a los
pacientes en grupo. En primer lugar se hipnotizaba a uno o a dos sujetos, que ya estaban
familiarizados con el procedimiento, en presencia de los demás. Se sabía que una persona
puede hacerse más receptiva por el mero hecho de ver hipnotizar a otro. El método
colectivo se aplicó ampliamente desde Mesmer hasta Berheim y Charcot, y luego lo
emplearon los hipnotizadores populares del teatro.
Los primeros magnetizadores no captaron, sin embargo, hasta qué punto el estado
hipnótico es moldeado por el hipnotizador y tiene que ser aprendido por el sujeto. Janet a
explicado por completo este último punto.(12) Si vuestro sujeto no ha oído hablar nunca
de hipnotismo, decía Janet, es poco probable que podáis inducir en él el estado hipnótico
usual; si ha padecido alguna vez sonambulismo espontáneo o crisis convulsivas,
probablemente caerá en su situación anterior de sonambulismo o crisis convulsivas, o
quizás en un estado vago de nerviosismo, a menos que el hipnotizador le explique lo que
espera de él y le prepare por tanto para interpretar su papel. Esta es también la razón de
que el estado hipnótico difiera según el hipnotizador particular, la escuela a la que
pertenece, y los períodos sucesivos en la historia de la primera psiquiatría dinámica. Así es
como los primeros mesmeristas habían modelado inconscientemente un tipo específico
de estado hipnótico, que creían era el normal del sueño magnético. Según lo
desarrollaron, comprendía numerosas manifestaciones, unas bastantes corrientes y no
muy separadas de los estados psicológicos normales, y otras raras y extraordinarias.
Una de las características del sueño magnético que antes llamo la atención de los
primeros mesmeritas era la gran agudeza de percepción desplegada por los sujetos. Los
individuos hipnotizados eran capaces de percibir estímulos que normalmente están por
debajo del umbral de percepción. Puységur se sorprendió al oír a Víctor cantar en voz alta
melodías que él tarareaba para sí mismo. Aparentemente, Víctor reconocía los sonidos
por los movimientos involuntarios de los labios del marqués, ya que la mayoría de la gente
mueve los labios en tales casos. Esta hipersensibilidad se extiende a todos los campos de
la percepción y puede explicar numerosos ejemplos de pretendida clarividencia bajo
hipnosis. No menos destacables es la gran capacidad de la memoria; la persona
hipnotizada puede recordar incidentes antiguos y aparentemente olvidos de su infancia y
describir acontecimientos durante el sonambulismo artificial o espontáneo o durante la
intoxicación. Esta hipermnesia se extiende a cosas de las que aparentemente no tenía
conocimiento.
Pronto se descubrió que el hipnotismo abre un acceso directo a ciertos procesos
psicológicos. El sujeto no solamente es capaz de desplegar una fuerza física mayor de la
que él mismo se cree capaz en su estado normal de vigilia, sino también –de forma
espontánea o bajo el mandato del hipnotizador– de quedarse sordo, ciego, alucinado,
paralizado, espástico, cataléptico o anestésico. Esta anestesia puede ser tan perfecta que
se llegaron a realizar operaciones quirúrgicas sin dolor bajo hipnosis. Se cree que fue
Récamier el primero en intervenir en estas condiciones, en 1821. Es sorprendente que se
prestara tan poca atención a hallazgos que podían haber evitado muchos sufrimientos.
Cuando Esdaile comenzó a aplicar anestesia hipnótica sistemática en las operaciones
quirúrgicas, tropezó con un gran escepticismo y hostilidad. Por otra parte, la aplicación del
sueño mesmérico para la curación de alteraciones físicas era corriente entre los
mesmeristas, y nunca se olvidó por completo. Sobre todo debido a la influencia de
Liébeault, al final de la década de 1880 se sabía que numerosas situaciones se podían
curar o aliviar mediante la sugestión hipnótica (neuralgias, reumatismos, gota y
dismenorrea). Ya en la primera mitad del siglo XIX, Charpignon y Du Potet (13) llevaron a
cabo experimentos sobre las modificaciones fisiológicas producidas bajo hipnosis.
Von Speyr utilizó la técnica de Liébeault de fijación combinada con sugestión verbal.
Bleurler se esforzó en cooperar mientras se mantenía tan despierto como podía. Pronto se
dio cuenta de que perdía zonas de su campo visual. Después, estos puntos vacíos se
extendieron y quedó velado el resto de campo visual. Por último, sólo pudo percibir el
contraste entre la luz y la sombra. Notaba como si tuviera los ojos húmedos y sentía una
sensación ligera de quemazón, pero se encontraba relajado. Un color confortable invadía
su cuerpo desde la cabeza hasta los pies; no sentía deseos de moverse ni de hacer nada, y
le parecía que sus pensamientos eran completamente claros. Oyó que el hipnotizador le
decía que moviera los brazos; trató de resistir a la orden, pero fracasó en parte. A
continuación, el hipnotizador le dijo que el dorso de su mano era insensible; Bleuler pensó
que no podía ser verdad y que Von Speyr bromeaba cuando le decía que le estaba
pinchando (lo cual era cierto). A la orden del hipnotizador, despertó como si surgiera de
un sueño. No halló amnesia y recordó la sugestión poshipnótica de que se despertaría a
las seis y cuarto exactamente de la mañana siguiente. Trató sin éxito de permanecer
despierto durante esa noche. A las seis y cuarto se despertó repentinamente: alguien
acababa de llamar a la puerta. Bleuleur llegó a la conclusión de que el proceso hipnótico
había influido sobre su inconsciente más de lo que su consciente le permitía creer. Dos o
tres sesiones posteriores con Von Speyr y Forel produjeron los mismos resultados que la
primera.(15)
Uno de los temas más sujetos a controversia dentro del hipnotismo fue el de la regresión
de edad, reconocido precozmente por algunos hipnotizadores y sujeto a estudio entre
1880 y 1890. Se dice al sujeto hipnotizado que está retrocediendo en el tiempo, por
ejemplo hasta su adolescencia o infancia, hasta un momento dado de su pasado. Su
conducta, movimiento y voz cambian de forma concordante. Parece haber olvidado todo
lo que le ocurrió desde el momento que está representando, y da un relato detallado de
acontecimiento de ese período de su vida ¿Se trata de una "regresión verdadera", es
decir, de una reminiscencia de lo que el sujeto experimentó realmente a tal edad, o
únicamente de una excelente imitación de lo que cree que experimentó? Fue un
problema muy discutido. El coronel De Rochas, hipnotizador famosos en su tiempo, llevó
estos experimentos a sus limites extremos, incluso ad absurdum.(17) De este modo
obtuvo de sus sujetos una regresión de edad que llegaba hasta la representación de la
primera infancia, el nacimiento o el período fetal. Sobrevenía un oscurecimiento, seguido
de la descripción de la vida anterior de la persona, que retrocedía desde la edad adulta
hasta la infancia, el nacimiento y el período fetal, y luego, tras un nuevo oscurecimiento,
la representación de la segunda vida anterior. De este modo, los sujetos de De Rochas
reencarnaban varias vidas anteriores, alternando siempre la de un hombre con la de una
mujer. Las descripciones de estas vidas previas eran muchas veces plausibles, aunque con
algunos anacronismos. Algunos creyeron que el coronel De Rochas había hallado una
confirmación experimental de la doctrina de la reencarnación. Pero las dudas surgieron
cuando indujo a personas jóvenes a representar los diversos estadios posteriores de su
vida. El escepticismo aumentó cuando pretendía haber suscitado una exteriorización de la
sensibilidad: extraía la sensibilidad del sujeto hipnotizado y la transfería a cualquier objeto
externo. Así, cuando pinchaba al sujeto, éste no sentía nada; pero cuando pinchaba dicho
objeto material, aquel sentía como si le estuvieran pinchando a él. Durante todo el siglo
XIX, la literatura sobre magnetismo e hipnotismo estuvo plagada de historias fantásticas
semejantes y ésta fue sin duda una de las razones principales de la oposición de los
círculos científicos a la primera psiquiatría dinámica.
Ya Deleuze y los primeros mesmeristas describieron los peligros derivados de las sesiones
hipnóticas demasiado frecuentes o prolongadas. Los sujetos se convertían gradualmente
en adictos a la hipnosis; no solo necesitaban un aumento de la frecuencia de la
hipnotización, sino que se hacían dependientes de su magnetizador particular,
dependencia esta que en muchas ocasiones tomaba un sesgo sexual. Este hecho conocido
fue redescubierto por Charcot, que contó el caso de una mujer que había sido hipnotizada
cinco veces en un intervalo de tres semanas, y que no podía pensar en otra cosa que no
fuera su hipnotizador, hasta que se fugó de su hogar para vivir con él.(23) Su marido la
recogió, pero ella comenzó a manifestar graves alteraciones histéricas que hicieron
necesario su ingreso en un hospital. Se acusó asimismo al tratamiento hipnótico
prolongado de precipitar la aparición de psicosis en los sujetos predispuestos.
Por último, la totalidad de las epidemias psíquicas fueron provocadas por hipnotizadores
de teatro y charlatanes, en especial entre jóvenes y niños en edad escolar que jugaban a
hipnotizarse unos a otros.(24)
Mesmer y los fluidistas concebían la hipnosis como un fluido físico que circulaba por el
cuerpo del magnetizador o entre este y el sujeto. Posteriormente, tales especulaciones
fueron reemplazadas por teorías en las que se hablaba de energía nerviosa o del reparto
de zonas de excitación e inhibición dentro del cerebro. Es de destacar que ya desde un
principio se adujeron diversas teorías sexuales. En un apéndice secreto al Informe de los
comisionados al rey Luis XVI se afirmaba que las "crisis" sufridas por las mujeres
magnetizadas eran en muchas ocasiones de una naturaleza claramente sexual.(25)
Meynert basó su oposición al hipnotismo en el hecho de que la actitud global de la mujer
hacia el hipnotizador estaba impregnada de fuertes matices sexuales, y que las emociones
sexuales desempeñaban también un papel en los hombres hipnotizados.(26) En cuanto a
las teorías psicológicas enunciadas primeramente por Pységur y desarrolladas por
Bertrand, consiguieron la aceptación en las postrimerías del siglo. Volveremos a tocar este
tema.
El gran defecto del estudio del hipnotismo fue el de que, desde el comienzo, los
hipnotizadores no llegaron a comprender todas las implicaciones de la relación que
establecían con el paciente. Eran conscientes de que, mediante la repetición de las
sesiones hipnóticas, hacían surgir una vida nueva y escondida en la mente del sujeto; pero
no supieron reconocer hasta que punto esa vida secreta ejercía una atracción específica
sobre el propio hipnotizador. Involuntariamente, el hipnotizador sugería al paciente más
de lo que creía, y este último le devolvía mucho de lo que esperaba secretamente. De este
modo se puede desarrollar un proceso de sugestión mutua; la historia de la psiquiatría
dinámica abunda en mitos y fábulas fantásticas que se desarrollaron gracias a la
colaboración inconsciente de hipnotizador e hipnotizado. Así podemos entender porque
todo el siglo XIX se sintió a la vez atraído y repelido por el fenómeno del hipnotismo. A
primera vista, parecía abrir un acceso a un campo nuevo y misterioso del alma aumento
de la sensibilidad, aguzamiento de la memoria, nuevo dominio de los procesos fisiológicos,
revelación de habilidades insospechadas en el sujeto , todo lo cual parecía prometer
descubrimientos maravillosos. Pero, una vez comenzada la exploración, el explorador
perdía muchas veces la orientación y se convertía en el juguete de una ilusoria y engañosa
Fata Morgana.
[......]
Durante veinticinco siglos, la histeria había sido considerada como una enfermedad
extraña, con síntomas incoherentes e incomprensibles. La mayoría de los médicos
consideraban que era una enfermedad propia de las mujeres y con origen en el útero. A
comienzos del siglo XVI, algunos médicos afirmaron que su sede estaba en el cerebro y
que también se podía producir ocasionalmente en el hombre. El estudio verdaderamente
objetivo y sistemático de la histeria comienza con el medico francés Briquet, cuyo
celebrado Traité de l'hystérie fue publicado en 1859.(27) Como internista, Briquet había
sido nombrado director de un departamento de paciente histéricos del Hospital de la
Charité de París. No pasó mucho tiempo sin que descubriera que eran muy distintos de lo
que se creía, y que la histeria nunca había sido estudiada con propiedad. En el transcurso
de diez años y con la ayuda de su equipo, realizó una investigación sobre 430 pacientes
histéricos. Definió la histeria como "una neurosis del cerebro, cuyas manifestaciones
consisten fundamentalmente en una perturbación de los actos vitales relacionados con la
expresión de emociones y pasiones". Halló que había un caso de histeria masculina por
cada veinte de histeria femenina, lo que atribuyó a la mayor impresionabilidad de las
mujeres. Denegó absolutamente la opinión mantenida entonces de que fueron los deseos
eróticos o frustraciones la causa de la enfermedad (la histeria era prácticamente
inexistente entre las monjas, pero muy frecuente entre las prostitutas de París). Dio
mucha importancia a los factores hereditarios (halló que el 25 por 100 de las hijas de
mujeres histéricas se convertían en histéricas a su vez). Observó además que la histeria
era más frecuente en las clases sociales bajas que en los altos estratos de la sociedad, más
en el campo que en la ciudad, y llegó a la conclusión de que se producía, por efecto de
emociones violentas, penas prolongadas, conflictos familiares o amores frustrados, en
personas predispuestas e hipersensibles. Posteriormente, Charcot haría suyas las líneas
principales de este concepto.
Durante todo este tiempo, nunca se abandonó por completo la teoría de que la histeria
derivaba de deseos sexuales frustrados: no sólo permanecías viva en la mente del pueblo,
sino que era sostenida por ginecólogos y numerosos neurólogos. Como ya se ha afirmado,
el concepto de la histeria que tenía Charcot se inspiraba en el de Briquet, el cual
rechazaba la teoría sexual de la misma. Charcot convenía con él en la inadmisibilidad de la
histeria como una neurosis sexual per se. A pesar de ello, reconoció que el elemento
sexual desempeñaba un papel muy importante en la vida de sus pacientes histéricas,
como se puede deducir de la lectura del libro sobre la grande hystérie de su discípulo Paul
Richer.(29) Las alucinaciones y acciones del paciente durante las crisis histéricas, decía
Richer, podrían ser representación de un trauma psíquico experimentado antes por el
paciente (como por ejemplo, la huida ante un perro rabioso), pero en la mayoría de los
casos se referían a acontecimientos sexuales (bien dramáticos, como un intento de
violación, o escenas francamente eróticas, o escenas amorosas de una naturaleza más
reservada). El mismo paciente podía en otros momentos tener alucinaciones de tipo
imaginario. El ataque histérico podría expresar también sus deseos secretos, como ocurrió
con una de las pacientes de Richer que se había enamorada de un hombre al que había
visto una sola vez y que expresaba en su delirio histérico sus sentimientos por él, que
ocultaba en estado normal.
A finales del siglo XIX, se trató de combinar la teoría sexual de la histeria entonces de
moda con la de la personalidad doble procedente de la primera psiquiatría dinámica. Binet
declaró en 1887: "Creo que está establecido de forma satisfactoria, en términos
generales, que en la mente de un paciente histérico pueden coexistir dos estados de
conciencia, sin conocerse uno al otro". En 1889 proclamó: "El problema que trato de
resolver es el de comprender cómo y porqué, en pacientes histéricos, tiene lugar una
división de la conciencia".(30) Un ginecólogo americano, A.F.A. King, trató de dar una
respuesta. La clave del problema, dijo, es que existen dos departamento de gobierno
fisiológico en el individuo, el "departamento de auto-conservación" y el "departamento de
reproducción".(31) En ciertas circunstancias, la vida civilizada puede privar a una mujer de
satisfacción en el "departamento de reproducción". El proceso histérico expresa el
funcionamiento automático de esa necesidad y, viendo que dicho proceso no alcanza su
objetivo, se repite asimismo una y otra vez, durante meses e incluso años.
Fue Charcot quien hizo la primera síntesis entre las dos tradiciones, la de los
hipnotizadores y la de la psiquiatría oficial. Adoptó la teoría de Briquet de que la histeria
es una neurosis del cerebro que se da en individuos predispuesto constitucionalmente (en
ocasiones también en hombres), así como su origen psicogenético. Asimiló además la
hipnosis y la histeria y (sin darse cuenta) tomó de los antiguos magnetizadores la relación
entre el sonambulismo, el letargo y la catalepsia. Relacionó también numerosos casos de
automatismo ambulatorio y de personalidades múltiples con la histeria.
Aparte esta síntesis clínica, se comenzó a explicar el mecanismo de la propia histeria
basándose en conceptos de la primera psiquiatría dinámica. Charcot describió
ocasionalmente la histeria como un estado permanente de semisonambulismo. Este
concepto fue elaborado posteriormente por Sollier, el cual dio a tal estado el nombre de
"vigilambulismo". Otro concepto, sugerido por Binet y desarrollado de forma más
completa por Janet, explicaba la histeria como un estado permanente de personalidad
doble. Realmente, tales conceptos no eran solo la culminación de la primera psiquiatría
dinámica, sino, como veremos después, también el punto de comienzo de los nuevo
sistemas de la psiquiatría dinámica, en especial los de Janet, Breuer, Freud y Jung.
Dipsiquismo.
Desde el comienzo, hubo ideas opuestas sobre si esa otra mente, o escondida, tenía que
ser considerada "cerrada" o "abierta". Según la primera concepción, está "cerrada", en el
sentido de que solamente contiene cosas que, en un momento u otro, pasan a la mente
consciente, en especial recuerdos olvidados o reminiscencias de impresiones que la mente
consciente solo había percibido de forma fugaz, así como recuerdos de ensueños y
fantasías. Algunos autores pretendían que este material olvidado podía seguir un
desarrollo autónomo, independiente de la mente consciente. La teoría del dipsiquismo
fue desarrollada particularmente por Dessoir, autor del libro, famoso en su tiempo, El
doble yo (1890), en el que exponía la idea de que la mente humana consta normalmente
de dos estratos distintos, cada uno de ellos con sus propias características.(33) Cada uno
de estos dos yoes consta a su vez de cadenas complejas de asociaciones. Dessoir las
denominó Oberbewusstsein y Unterbewusstsein, "conciencia superior" y "conciencia
inferior"; de esta última tenemos un atisbo durante los sueños, e impresiones más claras
durante el sonambulismo espontáneo. La hipnosis inducida no es sino una forma de hacer
surgir el yo secundario, que de este modo pasa de forma temporal a un primer plano. En
cuanto a la doble personalidad, Dessoir creía que la personalidad segunda había adquirido
tal fuerza que luchaba por la predominancia con la principal. Todo el mundo, añadía, lleva
dentro de si las semillas de una personalidad doble. Los autores siguientes completaron
esta teoría con materiales tan ricos como la inspiración, el misticismo y las
manifestaciones de los mediums.(34)
Polipsiquismo.
Esta palabra parece haber sido acuñada por el magnetizador Durand (de Gros). Pretendía
que el organismo humano está constituido por segmentos anatómicos, cada uno de ellos
con su propio yo psíquico, y todos sujetos a un yo general, el yo jefe, que es nuestra
conciencia normal. En esta legión, cada sub-yo tiene una conciencia de si mismo, puede
percibir y conservar recuerdos y elaborar operaciones psíquicas complejas. La suma total
de estos sub-yos constituye nuestra vida inconsciente. Durand (de Gros) llegó a decir que,
en la cirugía bajo anestesia, varios de estos sub-yos sufren de forma atroz, aunque el yo
consiente permanece totalmente ignorante de tales sufrimientos. En la hipnosis, el yo
principal es retirado a un lado y el hipnotizador tiene acceso directo a una serie de sub-
yos.(36) Colsenet recogió y dio una elaboración filosófica a la teoría del polipsiquismo, que
relacionó con el concepto de Leibniz de la jerarquía de mónadas.(37)
Los magnetizadores y otros reunieron numeroso datos psicológicos a favor de esta teoría.
Ya en 1803 Reil relacionó el fenómenos de las personalidades disociadas con un
acontecimiento similar que se manifiesta en cierto tipo de sueños normales:
Aparecen los actores, se distribuyen los papeles; de ellos, el soñador toma solamente uno
que relaciona con su propia personalidad. Todos los demás actores son para él tan
extraños como los forasteros, aunque tanto ellos como sus acciones son creación de la
propia fantasía del soñador. Oye a la gente hablar en lenguas extrañas, admira el talento
de un gran orador, queda asombrado por la gran sabiduría de un profesor que explica
cosas que no recordamos haber oído nunca.(38)
En tales sueños encontramos el modelo del complejo racimo de personalidades, con una
de las cuales se identifica el propio soñador, aunque otras de las personalidades tengan su
curso independiente y sean más inteligentes que él. Como hemos visto en el capítulo I, el
chaman vivía entre un grupo de espíritus, unos amigos y subordinados, y otros hostiles. Lo
mismo ocurre con los poseídos: pueden ser poseídos no sólo por uno o varios espíritus,
sino (como el endemoniado de Gadara) por una "legión" de ellos. El espiritismo nos ha
familiarizado con la noción de un médium que hace surgir, por turno, un gran número de
espíritus, que en ocasiones se dividen en grupos en una especie de orden jerárquico,
como testificó la famosa médium americana Piper. Un estado similar existía en esos casos
complejos de personalidades múltiples como el de la señorita Beauchamp y Doris Fisher,
donde encontramos una serie de personalidades, cada una de ellas con su papel y todas
relacionadas por un complejo sistema de relaciones interpersonales. Casos como éstos
hicieron insuficiente la teoría del doble ego, y surgió la necesidad de recurrir al concepto
de polipsiquismo. G. N.M Tyrrell expresó bien esta idea, a la que apuntaban tanto la
investigación psíquica como la tradición del magnetismo: "La personalidad es una
multiplicidad en unidad, de tal tipo que es casi imposible expresarla en palabras".(39) Esta
multiplicidad de personalidades implica que pertenecen a grados de diversa profundidad y
también que están colocadas en un cierto orden jerárquico. "Lo que debemos aprender de
ello es seguramente que la identidad de la personalidad no depende de la separación
numérica en la forma que habitualmente pesamos... La personalidad no tiene el tipo de
unidad que nosotros asociamos con la separación numérica".
Ideodinamismo.
En una clase sobre parálisis histéricas dada en mayo de 1885, Charcot mencionó que era
un hecho bien conocido que, por medio de la sugestión,
... una idea, un grupo coherente de historias asociadas, toman posesión de la mente como
parásitos, permaneciendo aisladas del resto de la mente y expresándose al exterior a
través de fenómenos motores... El grupo de ideas sugeridas se encuentra aislado y
separado del control del gran número de ideas personales acumuladas y organizadas
durante largo tiempo, que constituyen la conciencia propiamente dicha, es decir, el
yo.(42)
Habría que recorrer toda la patología mental y parte de la patología física para mostrar las
alteraciones producidas por una idea separada de la conciencia personal... La idea, al igual
que un virus, se desarrolla en un extremo de la personalidad inaccesible para el sujeto,
trabaja de forma subconsciente, y hace surgir todos los trastornos de la histeria y de la
enfermedad mental.(43)
Posteriormente, cuando Jung definió lo que denominó "complejo", lo equiparó con lo que
Janet había denominado idée fixe subconsciente.
La vieja teoría de la imaginación, descartada por Mesmer y reemplazada por su teoría
fluidista, se consideró superada durante el siglo XIX. Sin embargo, rechazada a su vez la
teoría del fluido, había que buscar una nueva explicación para las diversas y misteriosas
apariciones, desapariciones y metamorfosis de los fenómenos comprobados en los
pacientes hipnotizados, en las enfermedades magnéticas y en pacientes histéricos. El viejo
término de "sugestión" encontró de nuevo apoyo junto con la autosugestión, y ambos
fueron a designar todo el campo cubierto anteriormente por la noción de imaginación.
En las postrimerías del siglo XIX, magnetizadores y médicos tomaron cada vez más
conciencia de la existencia de una tendencia entre los individuos histéricos e hipnotizados
a simular, de forma más o menos consciente, toda clase de síntomas, y a producir
situaciones en las que trataban de involucrarles a ellos. Se advirtió también que la
"mitomanía", acuñada posteriormente por Dupré, era aplicable a un gran número de
histéricos. En realidad, la mitomanía debería entenderse como un aspecto particular de un
concepto más amplio, el de la función mitopoética del inconsciente. Con la excepción de
algunos estudios brillantes como el de Flournoy sobre su médium Helene Smith, dicha
función no ha recibido la atención que merece, y es lamentable que los nuevos sistemas
de psiquiatría dinámica no hayan llenado todavía esta laguna.
Procedimientos Psicoterapéuticos
El siglo XIX fue una gran era para la psicoterapia. En 1803 Reil, en su libro Rhapsodien,
presentó un programa completo de métodos psicoterapéuticos para la curación de
enfermedades mentales. En países como Francia, Inglaterra y los Estados Unidos se
aplicaron diversos métodos de terapia moral con grado variable de éxito. Tanto los
magnetizadores como los hipnotizadores dedicaban esfuerzos considerables a la curación
de enfermedades nerviosas y de alteraciones físicas.
Bjerre supuso que "la hipnosis es un retroceso temporal hacia el estado primario de
reposo propio de la vida fetal". Utilizada de esta forma, la hipnosis actuó aparentemente
como un poderoso sedante.
Otro tipo de curación hipnótica que no ha recibido atención suficiente implica una especie
de regateo entre el paciente y el hipnotizador. Es una reminiscencia de lo que ocurría
muchas veces en el exorcismo, de las largas discusiones entre el exorcista y los espíritus
malignos, y de la conformidad por parte del espíritu de alejarse en un momento dado y
bajo ciertas condiciones. Algo semejante ocurría de forma repetida en la cura magnética.
Durante el sueño sonámbulo, el paciente predecía la evolución de sus síntomas y
profetizaba la fecha exacta de su curación definitiva. También podía prescribir su propio
tratamiento. Para el magnetizador no era nada fácil encontrar el punto de equilibrio con
las peticiones de su paciente sin exponerse a ser manejado por él. La historia de Estelle es
un ejemplo característico; mientras que aparentemente aceptaba sus numeroso
caprichos, Despine trataba de conseguir un retroceso constante y gradual de sus síntomas,
de forma que cada uno de dichos retrocesos fuera aceptado por la paciente. No obstante,
incluso con Bernheim se encuentran en ocasiones algunas características de este primer
método.(45) Se sabe, por ejemplo, que Bernheim dijo a una mujer afectada de afonía
histérica que pronto recuperaría la voz y que ella sabía la fecha en que eso ocurriría. La
respuesta de la paciente fue "en ocho días"; en efecto, ocho días más tarde la paciente
pudo hablar.
A finales del siglo XIX se comenzó a aplicar un nuevo método de curación hipnótica: el
método catártico, que consistía en descubrir y atacar la raíz inconsciente del síntoma. Sin
embargo, queda todavía por explicar hasta que punto se consiguieron ciertas curas
supuestamente "catárticas" mediante un proceso de compromiso entre el paciente y el
médico, del que este último no era consciente.
En realidad, el fenómeno no era tan nuevo como parecía; ya era conocido en los métodos
del exorcismo. Aldous Huxley señala que "la relación entre el endemoniado y el exorcista
probablemente sea incluso más intima que la existente entre el psiquiatra y el
neurótico".(46) Desde luego, era bien conocido el tipo específico de relación existente
entre el confesor y el penitente, y Noizet probablemente se refirió a él cuando comparó al
magnetizador con el directeur (es decir, directeur de conscience o "director
espiritual").(47)
La noción de relación, que había sido tan fuerte y clara a comienzos del siglo XIX, se
desdibujó posteriormente algo, debido en parte a la insistencia de Braid sobre la hipnosis
autoinducida y sobre el papel del paciente. Ni Charcot ni Bernheim prestaron mucha
atención a ello. Pero a partir de 1885 hubo un resurgir del interés tras los primeros
experimentos de Janet con "Leónie". En busca de una explicación plausible para este
hecho de sugestión mental, Ruault analizó cuidadosamente la estructura de la relación
existente entre el hipnotizador y su sujeto.(56) Halló que este último tenía los
pensamientos constantemente fijos en la persona del hipnotizador, tanto durante las
sesiones como en los intervalos entre ellas. Durante las sesiones era hipersensible al
hipnotizador hasta el punto de que podía percibir los signos más tenues de este último.
Por efecto de la costumbre y del entrenamiento se desarrollaba entre ellos un proceso de
mutua comprensión mediante signos, del cual no era consciente ninguno de los dos. El
sujeto se hacía sensible a los matices más delicados de los pensamientos del hipnotizador
sin saber como, y sin que éste mismo fuera consiente de ello. Más aún, había sido
entrenado por el magnetizador y creía en él y en sus poderes sobrenaturales. Ruault
añadió que muchos magnetizadores inculcaban en la mente de sus pacientes que nadie
sino ellos era capaz de magnetizarlos. Algunos incluso repetían esta sugestión al término
de cada sesión o daban a sus pacientes un talismán que debían conservar siempre sobre
su cuerpo. Así es como la influencia del magnetizador se hizo lo suficientemente poderosa
como para poder actuar sobre sus sujetos a distancia, y en ocasiones incluso
involuntariamente. Se confirmaba así la creencia del magnetizador en sus propios
poderes, su autoconfianza, con el consiguiente aumento de su poder sobre sus diversos
sujetos.
En 1889 Janet mencionó brevemente este tema en su Automatisme Psychologique.(57)
Subrayó la importancia de la electividad en la relación y el hecho de que el sujeto tenía
una especie de alucinación negativa para todo lo que no estuviera conectado
directamente con el magnetizador (lo que en lenguaje moderno se denominaría
"escotoma"). El mismo factor fue subrayado por Mol en 1892.(58) En el Congreso
Internacional de Psicología celebrado en Munich en 1896, Janet presentó una teoría bien
elaborada sobre la relación y la influencia sonámbula.(59) Había analizado el detalle lo que
ocurría en la mente de sus pacientes en los intervalos entre las sesiones hipnóticas y halló
que, en una primera fase (de influencia propiamente dicha), se producía aparentemente
una gran mejoría. El paciente histérico se encontraba libre de la mayoría de sus síntomas;
se sentía más feliz, más activo y más inteligente, y no pensaba mucho en su hipnotizador.
Seguía una segunda fase, la de pasión sonámbula, en la que reaparecían los síntomas, y el
paciente sentía cada vez mayor necesidad de ver al hipnotizador y de ser hipnotizado. Esta
necesidad asumía muchas veces la forma de pasión. Según el caso podía traducirse en
amor ardiente, celos, miedo supersticioso o respeto profundo, y se acompañaba del
sentimiento de haber sido aceptado o rechazado. En ocasiones el sujeto veía al
hipnotizador en sueños o en alucinaciones. Janet descubrió el hecho muy importante de
que las sugestiones poshipnóticas se obedecían fundamentalmente durante el período de
influencia sonámbula, y en mucho menor grado durante la fase de pasión sonámbula.
Destacó las implicaciones terapéuticas de estas observaciones.
Janet amplió su trabajo y lo publicó de nuevo una año más tarde, en 1897.(60) Basándose
en experiencias con 30 pacientes, confirmó que las sugestiones poshipnóticas se debían
llevar a cabo mientras durase la influencia sonámbula. Más aún, analizó el sentimiento del
sujeto hacia el hipnotizador durante el período de pasión sonámbula y encontró que era
una mezcla, diferente de un paciente a otro, de pasión erótica, de amor filial o maternal, y
otros sentimientos en los que siempre había un cierto tipo de amor. Sin embargo, el factor
fundamental era la besoin de direction del paciente, la necesidad de ser dirigido. Las
implicaciones terapéuticas eran dobles; primero, el terapeuta tenía que tomar por
completo el mando de la mente del paciente. Una vez conseguido éste, tenía que enseñar
al paciente a manejarse sin él, espaciando de forma gradual los intervalos entre las
sesiones. El paciente debía ser consciente además de sus propios sentimientos.
Mucho había cambiado desde el primer concepto eléctrico de Mesmer sobre la relación.
Esta nueva noción recibió una elaboración psicológica compleja por parte de
magnetizadores e hipnotizadores antes de culminar con Janet, que consideró la influencia
como una variedad peculiar de sentimientos hacia el hipnotizador mezclada con la
necesidad del paciente de ser dirigido por aquel, lo que le hipnotizador podía utilizar como
una poderosa arma terapéutica.
El psicoterapeuta
En la actualidad nos resulta difícil imaginar su aspecto, sus pensamientos y sus modo de
trabajar en la práctica diaria. Podemos, sin embargo, arrojar algo de luz sobre este tema
leyendo algunos de sus viejos libros de textos, como los de Deleuze, Bertrand, Charpignon
y en especial el de Aubin Gauthier.(62) El magnetizador dice Gauthier debe estar sano
para no transmitir sus propias enfermedades a sus pacientes; en caso de enfermar tendrá
que "purificarse" antes de volver a su trabajo. Debe llevar una vida "sabia y regular" ser
sobrio, tranquilo, reservado, amable y digno, y no hablar demasiado, así como ser
rigurosamente honrado y escrupuloso. Para hacerse magnetizador hay que seguir un
curso de enseñanza y leer los trabajos de Mesmer, Puységur y todos los clásicos del
magnetismo. Ya no se puede aceptar, dice Gauthier, el viejo principio mantenido por
Puységur de que el magnetizador no debe aceptar pago alguno por el tratamiento ya que
un hombre que dedica tal cantidad de tiempo al estudio del magnetismo posiblemente no
pueda dar el tratamiento gratis. Merece incluso unos honorarios más altos que el médico,
ya que debe poseer todas las cualidades de éste, y además conocer el magnetismo y tener
una salud perfecta. No sólo ofrece su conocimiento como hacen los médicos sino que
transmite sus fuerzas vitales a los pacientes. Para estos, la elección del magnetizador
adecuado es de importancia capital; ciertos magnetizadores tienen más éxito con algunos
pacientes que con otros. El magnetizador nunca debe aceptar a un paciente si no está
preparado para llevar el tratamiento hasta el final, porque en muchas ocasiones la
interrupción del mismo puede ser peligrosa. Antes de comenzarlo, se debe concretar la
cuestión de los honorario, así como decidir los días y horas del tratamiento, tras lo cual el
paciente deberá asistir puntualmente a las sesiones. Este no debe guardar secretos para el
magnetizador en lo referente a su enfermedad o a cualquier otra cosa que pueda ayudar a
explicarla. Durante el tratamiento, se abstendrá de todo tipo de excesos, guardará una
dieta moderada y se abstendrá de fumar. La duración del tratamiento puede variar desde
una semana hasta seis meses o más, pero nunca se harán más de dos sesiones diarias. El
magnetizador debe llevar un diario de cada paciente en el que registrará cada una de la
sesiones. Ninguna mujer será hipnotizada a menos que este presente su marido u otro
testigo. Una regla básica es la abstención de cualquier tipo de experimentación con los
propios pacientes. Los hechos clínicos proporcionaran al magnetizador la experiencia
suficiente para satisfacer su curiosidad científica. Gauthier propuso "juramento del
magnetizador" inspirado en el hipocrático.
Otro problema que surgió en este periodo fue el de la pretensión de los colegios médicos
de que solo fueron autorizados para la practica del magnetismo los doctores en medicina.
Los magnetizadores profanos se opusieron violentamente a esta petición. En 1831 la
Academie de Medicine de París resolvió que podían ser autorizados para la práctica del
magnetismo, pero bajo control médico; tendrían que remitir sus diarios a intervalos
regulares para que fueran inspeccionados por médicos. Esta regla se cumplió en muy raras
ocasiones.
El conde de Maricout, otro magnetizadpor muy conocido en esta época, había pasado su
infancia en Nápoles, donde fue introducido en el magnetismo por un anciano sacerdote
irlandés y un viejo médico italiano que lo practicaba. Sus primeros intentos fueron casi tan
desgraciados como los de Du Potet. De regreso a Francia, asistió a una representación
dada por un magnetizador ambulante para los estudiantes de su colegio, uno de los cuales
sufrió graves accidentes después de haber sido magnetizado. Sin embargo el joven De
Maricout no se desanimó por ello. Tan pronto como llegó a Paris fue a ver al magnetizador
Marcillet y a su ilustre sonámbulo Alexis. Posteriormente adoptó las enseñanzas de Du
Potet y escribió una larga comparación entre el puysegurimo (que implica el sueño
magnético) y el potetismo (estado de fascinación sin sueño). Más tarde se convirtió en
espiritista y estudió la relación entre los espíritus encarnados y los desencarnados.(64)
Hay que tener en cuenta que estas autobiografías nos informan únicamente de u tipo de
magnetizador. En realidad, la mayoría de los magnetizadores eran hombres tranquilos,
reservados, que, además de su profesión, médica o no, practicaban el magnetismo sobre
unos pocos pacientes y registraban cuidadosamente sus observaciones, que discutían en
pequeñas sociedades locales. Con ellos entró Janet en contacto cuando era un joven
profesor en El Havre. En repetidas ocasiones diría después que eran ellos los que habían
descubierto todo lo que Charcot, Bernheim y sus contemporáneos se atribuían.
La primera psiquiatría dinámica ejerció una gran influencia sobre la filosofía, la literatura e
incluso sobre las artes. Tres tendencias fundamentales de esa ciencia surgieron en orden
correlativo: el magnetismo animal, el espiritismo y las enseñanzas del hipnotismo y la
personalidad múltiple.
Ya en 1787 un escritor, Charles de Villers, que había servido como oficial de artillería bajo
las ordenes de Puységur, publicó una novela, Le magnétiseur amoureux, en la que
desarrollaba una teoría filosófica deducida del fenómeno del magnetismo.
En 1790 el magnetismo animal se había extendido tanto en Alemania que era una práctica
casi común consultar a sonámbulos los problemas de enfermedad y salud, pedirles
consejos prácticos y en ocasiones incluso guía espiritual. No faltaba tampoco una aguda
oposición a esa tendencia, y los enemigos del mesmerismo la convertían en blanco fácil de
sus burlas. En 1786 se contó que una actriz simulaba de forma tan convincente
enfermedades y sonambulismo que engañó a varios médicos.(67) El propio Federico
Guillermo II, rey de Prusia y sucesor de Federico el Grande, fue víctima de una
extraordinaria intriga elaborada a su alrededor por un grupo de cínicos cortesanos.
Contrataron la ayuda de una sonámbula, una jorobada a la que instruyeron para simular
un trance y actuar como si su espíritu estuviera en comunicación con Dios omnipotente.
Las pretendidas palabras divinas que ella transmitía al rey tenían su origen, desde luego,
en quienes la empleaban. De esta forma obtuvieron del rey todos los honores y riquezas
que ambicionaban, y asimismo influyeron en sus decisiones políticas hasta que se
enfrentaron con la condesa Lichtenau, reina consorte. El rey dejó entonces de creer en la
sonámbula, que perdió su favor.(68)
En los Estados Unidos, el interés por el magnetismo se desarrolló de forma más lenta,
pero aumentó en importancia durante la década de 1830. Ya hemos visto su conexión con
los orígenes de la Ciencia Cristiana y del espiritismo. Edgar Allan Poe quedó impresionado
por la doctrina del magnetismo. Se ha supuesto que él fue el autor de un libro anónimo en
el que se expresa el convencimiento de la realidad del fluido magnético, que cualquier
sonámbulo podría supuestamente ver, "blanco como la luz" desparramando chispas
brillantes.(85) Es conocido el cuento de Poe The Facts in the Case of Mr. Valdemar: el
espíritu de un hombre agonizante está unido a su cuerpo muerto gracias a un
magnetizador que fue amigo suyo. Semanas más tarde, cuando el espíritu resulta liberado
al fin, el cuerpo entra instantáneamente en descomposición.(86) De modo incidental, esta
cuento cruzó el Atlántico en una época en que Poe no era conocido todavía en Francia, lo
que podría explicar por qué fue aceptado como cierto en algunos lugares y dio pie a que
Mabru lo citara como ejemplo de los inconcebibles absurdos en que creían los
magnetizadores.(87)
El monje Medard, al beber un elixir mágico que encuentra en el monasterio, sufre una
transformación secreta de su personalidad, que se convierte en la de un hombre perverso.
Enviado por sus superiores para cumplir una misión a Roma, comete varios delitos y
escapa. Pero encuentra a su Doble: un monje, procedente del mismo monasterio, que ha
cometido los mismos delitos y sufre los mismos sentimientos de culpabilidad. El Doble
bebe el resto del exilir, enferma y es recluido en un asilo. Medard va a la Corte, y allí
prosigue su vida delictiva. El Doble reaparece, es culpado de los actos de Medard,
arrestado y sentenciado a muerte. Pero antes de la ejecución. Medard confiesa su culpa y
escapa, seguido por el Doble, que desaparece. Medard recupera la conciencia en un
hospital de Italia, y después de la debida penitencia vuelve al monasterio, donde
encuentra de nuevo la paz de la mente.(89)
Este relato es notable como anticipación del concepto de Jung de la "sombra". Medard ha
proyectado su sombra (el lado malo de su personalidad) sobre otro ser; de ahí su vida
perversa y errática. Una vez que ha aceptado su culpa y asimilado la sombra, consigue una
integración mayor de su personalidad. Edgar Allan Poe entiende el concepto de doble en
una forma distinta en su cuento William Wilson:
Aquí, el doble es entendido como la conciencia moral en el sentido clásico de lucha entre
el bien y el mal en el interior del hombre (como, posteriormente, en El retrato de Dorian
Gray de Oscar Wilde). Una noción completamente diferente es la que da Dostoievski en su
novela Dvoinik (El doble):
En esta novela, el doble se concibe sin lugar a dudas como la personalidad morbosa de un
hombre que se está volviendo psicótico, el "otro yo" misterioso, que al principio es débil
pero que de forma progresiva toma el control sobre el yo sano.
El gran movimiento espiritista, que comenzó en los Estados Unidos en 1848 y se extendió
por toda Europa a principios de la década de 1850, relegó el magnetismo a un segundo
plano. Las experiencias espiritistas se pusieron de moda, y los grandes médiums eran las
atracciones del día. Hubo un aluvión de obras escritas por espíritus o dictadas desde el
otro mundo. Durante su exilio en Jersey, Victor Hugo celebró sesiones espiritistas en su
hogar, en las que su hijo Charles era probablemente el médium. Esquilo, Shakespeare y los
espíritus de otros hombres ilustres dictaban elegantes versos franceses, que parecían
hábiles imitaciones de la propia poesía de Hugo.(92) El astrónomo Flammarion, espiritista
entusiasta, publicó revelaciones hechas por espíritus de personas famosas, entre las que
se encontraba un Génesis supuestamente dictado por el espíritu de Galileo.(93) Ciertos
médiums de formación mas bien mediocre escribieron novelas que en algunos casos, y
según determinados críticos, tenían un nivel inesperadamente alto. Es probable que el
ejemplo mejor conocido sea el de Pearl Lenore Curran, nacida en Illinois de padres
ingleses en 1883. Aunque un tío suyo era médium, ella nunca pareció interesada por el
espiritismo. En 1912, sin embargo, comenzó a experimentar con el tablero Ouija. De forma
gradual, le llegaron cartas con rapidez creciente, y a continuación desarrolló vividos
cuadros mentales. Inesperadamente, el 8 de julio de 1913, recibió una comunicación de
un personaje que se denominaba a si mismo Patience Worth, mujer que pretendía haber
vivido en una granja de Dorset en Inglaterra en el siglo XVII, y que le dictó una gran
cantidad de composiciones literarias, entre las que se incluían poemas y novelas. Varias de
estas novelas y una selección de poemas fueron publicados.(94) Estaban escritos en
antiguos y peculiares dialectos ingleses, que nunca se habían hablado. Estos dialectos (uno
diferente en cada trabajo), así como el conocimiento histórico contenido en cada novela,
desconcertaron a los expertos Casper S. Yost (95) y Walter Franklin Prince (96), que
entrevistaron a la señora Curran, consideraron su caso como un ejemplo poco corriente
de los poderes creadores de la mente subconsciente.(97)
En la actualidad nos resulta difícil concebir hasta que punto se invocaban en la década de
1880 el hipnotismo y la sugestión para explicar incontables hechos históricos,
antropológicos y sociológicos, tales como la génesis de las religiones, los milagros y las
guerras. Gustave Le Bon popularizó una teoría de psicología colectiva basada en la
suposición de que el "alma colectiva" de la multitud se podía comparar a la mente
hipnotizada, y el dirigente al hipnotizador.(102) Todos los sistemas educativos estaban
basados en el concepto de sugestión. Se demostraba un gran interés por los sujetos que,
bajo hipnosis, interpretaban papeles teatrales, o podían pintar o cantar
maravillosamente.(103)
El hipnotismo inspiro una multitud de novelas. Algunas tomaron como tema un crimen
cometido en estado normal pero confesado bajo hipnosis (104) o bajo el efecto de una
sugestión realizada por la víctima agonizante sobre su asesino.(105) En otras el criminal
hipnotizaba a una persona inocente para que cometiera el hecho bajo su dirección, pero
él era descubierto si el experto psiquiatra se mostraba lo suficientemente listo como para
hipnotizarle a su vez.(106) Quizá la novela de mas éxito basada en el hipnotismo fue
Trilby, de George du Maurier.(107) Trilby, hija de un noble ingles, es educada en París
como costurera y llega a ser modelo de un artista. Un pérfido profesor de música,
Svengali, la hipnotiza y la prepara hasta convertirla en una brillante cantante, tras lo cual
se casa con ella. Pero Trilby solo puede cantar cuando esta en trance hipnótico, mientras
Svengali mantiene sus ojos fijos en ella desde una localidad del teatro. Cuando Svengali
muere de un ataque cardiaco al comienzo de una representación, Trilby, que ya no está
hipnotizada, fue incapaz de cantar, y su carrera termina de forma catastrófica. De no
menos interés es Le Horla, cuento escrito por De Maupassant poco antes de sufrir su
parálisis general.(108) Un hombre se ve invadido por la ansiedad cuando nota que en su
casa tienen lugar acontecimientos extraños inexplicables, como si la hubieran invadido
misteriosos seres invisibles. Marcha a París, donde, presenciando una sesión hipnótica,
queda aturdido al ver como una mujer cumple una orden que se le había dado el día
anterior, sin saber porque lo hace. El hombre, reconociendo que es esto mismo lo que
ocurre en su propia mente, queda consternado: "Alguien posee mi alma y la gobierna.
Alguien dirige todas mis acciones, todos mis movimientos, todos mis pensamientos. Yo
mismo no soy mas que un espectador asustado, esclavizado, de las cosas que realizo".
A principios del siglo XX, la literatura comenzó a dar descripciones más sutiles de las
numerosas facetas de la personalidad humana, de su interrelación y de la estructura
polipsíquica de la mente, como se ve en los trabajos de Pirandello, Joyce, Italo Svevo,
Lenormand, Virginia Woolf y, sobre todo, en los de Marcel Proust. El lance clásico de la
personalidad múltiple estaba ahora casi anticuado; sólo se menciona una vez en la obra de
Marcel Proust, durante una charla ociosa en el salón de madame Verdurin, cuando alguien
menciona el caso de un hombre honrado que, en su personalidad secundaria, se
transforma en un canalla.(119) Es de destacar que esta verdadera historia había sido
publicada por el padre del autor, Adrien Proust, como caso psicopatológico
significativo.(120) Lo que Marcel analizó de forma infatigable fueron las numerosas
manifestaciones del polipsiquismo, las múltiples facetas de nuestra personalidad.
Consideraba el yo humano compuesto de numerosos yoes pequeños, distintos aunque
situados uno al lado del otro, y relacionados más o menos íntimamente. Nuestra
personalidad cambia así de un momento a otro, dependiendo de las circunstancias, del
lugar, de la gente con la que estamos. Los acontecimientos afectan a unas partes de
nuestra personalidad y dejan libres a otras. En una descripción muy conocida, el narrador
cuenta cómo, al ser informado de la muerte de una mujer, Albertine, la noticia es
comprendida sucesivamente por diversas partes de la personalidad. La suma de nuestros
yoes pasados es generalmente un campo cerrado, aunque algunos de ellos pueden
reaparecer súbitamente, provocando una reminiscencia del pasado. Es entonces uno de
nuestros yoes pasados el que está en primer plano, viviendo para nosotros. Entre nuestros
numerosos yoes hay algunos elementos hereditarios. Otros (nuestro yo social, por
ejemplo) son una creación de los pensamientos y de la influencia de los demás sobre
nosotros. Así se explica la continua fluidez de la mente, debida a estas metamorfosis de la
personalidad. La obra de Marcel Proust es de particular interés porque sus sutiles análisis
no estaban influidos por Freud y los otros representantes de la nueva psiquiatría
dinámica. Sus fuentes académicas no fueron otras que Ribot y Bergson. Sería posible
extraer de su obra un tratado sobre la mente, que daría una descripción plausible de lo
que habría llegado a ser la primera psiquiatría dinámica si hubiera seguido su curso
natural.
Los fenómenos de creación literaria eran de gran interés para la primera psiquiatría
dinámica; mluchas veces se recurrió a los conceptos de mente doble, dipsiquismo y
polipsiquismo, así como a los poderes desconocidos de la mente.
convirtió en dos
Ocurrió también que algunos sujetos simulaban la hipnosis para desprenderse de secretos
dolorosos, que de otra forma les habría resultado embarazoso revelar. Debió ocurrir así
desde los primeros comienzos del magnetismo. Ya hemos contado la extraña historia de
un hombre que estaba ciego por un amigo en el que tenía la máxima confianza en estado
de vigilia, pero que, en estado magnético, reveló al conde de Lutzelbourg que su supuesto
amigo le traicionaba e injuriaba, y explicó lo que tenía que hacer para trasvasar dicho
conocimiento de su estado de "crisis" al de vigilia.(142) Se podrían citar numerosos casos
semejantes. El Dr. Bonjour,(143) psicoterapeuta suizo, cuenta como en 1895 se enteró de
que ciertos pacientes podrían revelar, bajo hipnosis, cosas dolorosas que pretendían no
conocer en estado de vigilia, aunque posteriormente admitieron haber sabido siempre,
sintiéndose demasiado avergonzados para hablar de ellas. Un inconveniente más
importante era la tendencia a la simulación inconsciente, que se desarrollaba en muchos
individuos hipnotizados y que les hacía adivinar la voluntad del hipnotizador y cumplirla.
Bernheim, por ejemplo, dijo: "Es increíble la agudeza con que ciertos sujetos hipnotizados
detectan la idea que deben llevar a cabo. Una palabra, un gesto, una entonación les pone
sobre la pista".(144) Bergson, que había realizado algunos estudios sobre la supuesta
lectura del pensamiento en la hipnosis, llegó a la conclusión de que el paciente al que se
ordena llevar a cabo un tour de force "actuará de buena fe y hará lo mismo que haría el
menos escrupuloso y más experimentado de los charlatanes, utilizando de forma
inconciente medios de los que ni siquiera sospechamos la existencia".(145) El médico
belga Croq contaba cómo, después de haber obtenido maravillosos resultados con el
hipnotismo, llegó por último a advertir algunos hechos raros:
Croq añadió que lo mismo sucedía en la histeria, y advirtió: "Si quieres ser engañado,
experimenta con pacientes histéricos".
Delboeuf, tambien belga, que visitó la Salpêtrière y la Escuela de Nancy en 1886, comentó
las grandes diferencias existentes entre los logros de Charcot, Bernheim y el hipnotizador
de teatro Donato.(147) Llegó a la conclusión de que no sólo había una innegable acción
del hipnotizador sobre su sujeto ("según el maestro, así el discipulo") sino también, en
grado incluso mayor, una acción sugestiva del hipnotizado sobre el hipnotizador ("según el
discípulo, así el maestro"); el primer sujeto hipnotizado imprime sobre el hipnotizador un
método y una esperanza determinada de resultados, que modifican el método y los
resultados ulteriores. Más aun, el hipnotizador que ha seguido ciertas enseñanzas
transfiere su método y sus esperanzas de resultados a sus discípulos, lo que explica el
origen de escuelas rivales, cada una con el monopolio de unos fenómenos hipnóticos
específicos. De forma incidental, es de destacar que estos hallazgos de Delboeuf se han
repetido, basándose en una investigación nueva e independiente, por Martin Orne.(148)
No es de extrañar que la situación hipnótica se haya comparado muchas veces a una folie
a deux, donde "no se sabe cual de los dos está más loco". En los últimos años del siglo XIX,
estos informes negativos se acumularon hasta el punto de que se produjo una reacción
poderosa contra el uso del hipnotismo y contra las teorías contemporáneas sobre la
histeria. A la cabeza de esta reacción figuraban personas que habían experimentado
durante años con medios tales como la metaloscopia, la acción de la medicación a
distancia, y la transferencia de síntomas de un paciente a otro. Janet, que había sido más
cauto y había experimentado con hipnotismo y pacientes histéricos sin caer en ninguna de
sus trampas, fue uno de los pocos que fomentó las enseñanzas de la primera psiquiatría
dinámica que se habían mostrado ciertas.
El rechazo de la primera psiquiatría dinámica fue tan irracional y súbito como había sido la
moda que produjo su auge en la década de 1880. Ocurrió a pesar de la gran resistencia de
ciertos adeptos, autores de hallazgos nuevos y muy prometedores. Entre ellos se
encontraban, por ejemplo, los nuevos métodos de catarsis hipnótica, con los que Janet
experimentaba desde 1886, y Breuer y Frued en 1893 y 1895, y de los que hablaremos en
otra parte de este libro. Hubo también un método inventado por Oskar Vogt, que recibió
el nombre de "hipnosis parcial".(149) Debía limitarse a sujetos fácilmente hipnotizables y
que además fueran capaces de retener su sentido crítico agudizado bajo hipnosis. El
sujeto era hipnotizado y se mantenía centrada su atención sobre un hecho o recuerdo
bien delimitado, lo que le permitía explorar el sustrato inconsciente de un sentimiento,
asociación, sueño o síntoma psicopátologico particular presente o pasado. Casualmente,
esta forma particular de hipnosis es muy semejante a lo que Ainslie Meares describió
como "estado Y".(150) Frederick Myers, que conocía bien los fallos y falsedades del
hipnotismo, la histeria y la personalidad dual subrayó de forma coherente el verdadero
progreso que estas nociones habían significado sobre nuestro conocimiento de la mente
humana y el progreso aún mayor que se debía esperar en el futuro.(151) Uno de los
puntos confirmados era el de que una personalidad secundaria no tenía por qué ser
inferior a la principal, sino que en ocasiones significaba, por el contrario, una mejoría
notable (idea ésta que posteriormente desarrollaría Jung ). De cualquier modo, "los
descubrimientos sucesivos de los tóxicos, los narcóticos propiamente dichos y los
anestésicos, representaron tres estadios importantes en nuestro control del sistema
nervioso", y el descubrimiento de la hipnosis es un estadio más avanzado. La hipnosis
permite a muchas personas una expansión y libertad de mente que son incapaces de
conseguir en estado de vigilia: "Mantengo que el trance hipnótico (...) tiene algunas
analogías tanto con la genialidad como en la histeria. Mantengo que, en sujetos
ineducados, es el estado mental más alto en el que nunca han estado; y que, cuando se
comprenda mejor y se aplique a sujetos de características superiores, dará lugar a una
fluidez de pensamiento más ininterrumpida y firme de la que podemos mantener
mediante el esfuerzo en estado vigil en nuestros ajetreados y fragmentarios días". Llegará
un día en que el hombre no sólo alternará entre los estados de sueño y vigilia, sino en el
que "vendrán otros estados a coexistir con éstos". Por último, Myers recordó que se
habían conseguido curas notables y permanentes bajo hipnósis. Con vistas al futuro, creía
que nuestro conocimiento de estos estados se podía ampliar y utilizar de tres nuevas
formas: primero, suscitando el perfeccionamiento moral mediante la impresión de
"sugestiones hipnóticas de tipo beneficioso"; segundo, adquiriendo "un estado de falta de
susceptibilidad al dolor físico"; y tercero, aumentando el poder mediante la disociación de
los elementos de nuestro ser en nuevas formas. Estas predicciones de Myers se
materializaron en el método de autosugestión de Coué, en la técnica del parto sin dolor y
en el entrenamiento autógeno de Schultz.
Pero es más fácil, desde luego, rechazar en bloc una enseñanza que ha incorporado
errores que llevar a cabo el dificil trabajo de seleccionar el grano de la paja, y, como tuvo
que concluir Janet, "el hipnotismo ha muerto... hasta el día en que resucite".
Conclusión
La primera psiquiatría dinámica constituyó un cuerpo de conocimientos bien construido
que, a pesar de las inevitables fluctuaciones, tuvo una unidad orgánica mayor de lo que se
suele suponer. Es opinión común que desapareció alrededor de 1900, siendo reemplazada
por otros sistemas totalmente nuevos de psiquiatría dinámica. Pero un examen cuidadoso
de los hechos revela que no hubo una revolución súbita sino, por el contrario, una
transición gradual, y que las nuevas psiquiatrías dinámicas tomaron de ella mucho más de
lo que se ha creído. La influencia cultural de la primera psiquiatría dinámica ha sido
extremadamente persistente y todavía influye sobre la vida contemporánea en un grado
insospechado.
Notas
2. Montaigne, Essais, 1581, París, Pléiade, 1940, págs. 110-120. Traducción inglesa, The
Essays, Great Books of the Western World, vol. 25, Chicago, Encyclopedia Britannica.
1952, págs. 36-42.
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8. Mouillesaux, citado por Rudalf Tischner, en "Franz Anton Mesmer, Leben, Werk und
Wirkungen", Münchner Beiträge zur Geschichte und Literatur des Naturwissenschaften
und Medizin, I, núms. 9/10 (1928), 541-714.
12. Pierre Janet, Les Médications psychologiques, I, París, Alcan, 1919, págs. 281-283.
14. Barón Du Potet, citado por Pierre Janet en Les Médications psychologiques, I, París,
Alcan, 1919, pág. 141
17. Albert de Rochas, Les Vies successives, Documents pour l’étude de cette question,
París, Chacornac, 1911.
21. Barón Du Potet, La Magie dévoilée, ou principes de science occulte, 3a. ed., París,
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28. Anón, Mesmerism: Its Hitory, Phenomena, and Practice: with Reports of Cases
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29. Paul Richer, Études cliniques sur l´hystéro-épilepsie ou grande hystérie (...), París,
Delahaye y Lecrosnier, 1881.
32. Este detalle ha sido bien comprendido y comentado por Jules de Gaultier, Le Génie de
Flaubert, París, Mercure de France, 1913, págs. 101-110.
33. Max Dessoir, Das Doppel-Ich, Leipzig, Günter, 1890. (Las siguientes ediciones
ampliadas se vieron enriquecidas con hechos tomados de Binet, Janet, Myers, Gurney y
otros)
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1934. Estos versos de Nietzsche pertenecen al poema "Sils-María", dedicados
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133. Jules Romains, Souvenirs et confidences d’un écrivain, París, Fayard, 1958, págs. 113-
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135. Entre otros muchos ejemplos, ver Henri Freeborn, "Temporary Reminiscence of a
Long-Forgotten Language During the Delirium of Broncho-Pneumonía" The Lancet, LXXX, I
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138. H. Wagenvoort, "Die Entstehung von Nietsches Geburt der Tragödie", Mnemosyne,
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140. Paul Valéry, Autres Rhums, París, Gallimard, 1927; reimpreso en Oeuvres, ed, Plëiade,
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142. Conde de Lutzelborg, Extraits des journaux d’un magnétiseur attaché a la Societé des
Amis Réunis de Strasbourg, Estrasburgo, Librairie Académique, 1786, pág. 47.
143. Dr. Bonjour, "La Psychanalyse", Bibliothèque Universelle et Revue Suisse, año 125,
vol. 97 (1920), 226-239, 337-354.
148. Martín T. Orne, "Implications for Psychoterapy Derived from Current Research on the
Nature of Hypnosis", American Journal of Psychiatry, CXVIII (1962), 1097-1103.