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Emission: 24/09/18

GUÍA DE TRABAJO Revision: 4


(Realismo, naturalismo y costumbrismo literario) Code : FO-CAD-04
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Teacher: Claudia Rey Ticora Grade: NOVENO
Area: Humanidades NOMBRE:ALEJANDRO Dorado Year: 2017-2018
Subject: Español FECHA: 18-05-2018 Semestre: II

Analiza los siguientes fragmentos clasificándolos como realistas, naturalistas o costumbristas según
lo aprendido en clase.

TEXTO #1 REALISMO

Iba Jacinta tan pensativa, que la bulla de la calle de Toledo no la distrajo de atención que a su propio
interior prestaba. Los puestos a medio armar en toda la acera desde los portales a San Isidro, las
baratijas, las panderetas, la loza ordinaria, las puntillas, el cobre de Alcaraz y los veinte
mil cachivaches que aparecían dentro de aquellos nichos de mal clavadas tablas y de lienzos peor
dispuestos, pasaban ante su vista sin determinar una apreciación exacta de lo que eran. Recibía tan
sólo la imagen borrosa de los objetos diversos que iban pasando, y lo así porque era como si ella
estuviese parada y la pintoresca vía se corriese delante de ella como un telón. En aquel telón había
racimos de dátiles colgados de una percha, puntillas blancas que caían de un palo largo, en ondas,
como los vástagos de una trepadora; pelmazos de higos pasados en bloques; turrón en trozos como
sillares, que parecían acabados de traer de una cantera, aceitunas en barriles rezumados; una mujer
puesta sobre una silla y delante de una jaula, mostrando dos pajarillos amaestrados. Y luego,
montones de oro, naranjas de seretas y hacinadas en el arroyo. El suelo, intransitable, ponía
obstáculos sin fin, pilas de cantaros y vasijas ante los pies del gentío presuroso, y la vibración de los
adoquines al paso de los carros parece haber bailar a personas y cacharros. Hombres con sartas de
pañuelos de diferentes colores se ponían delante del transeúnte como si fueran a capearlo.
Mujeres chillonas taladraban el oído con pregones enfáticos acosando al público y poniéndole en la
alternativa de comprar o morir. Jacinta veía las piezas de tela desenvueltas en ondas a lo largo de
todas las paredes, percales azules, rojos y verdes, tendidos de puerta en puerta, y su mareada vista
le exageraba las curvas de aquellas rúbricas de trapo. De ellas colgaban, prendidas con alfileres,
toquillas de los colores vivos y elementales que agradan a los salvajes. En algunos huecos brillaba el
anaranjado, que chilla como los ejes sin grasa; el bermellón nativo, que parece rasguñar los ojos; el
carmín, que tiene la acidez del vinagre; el cobalto, que infunde ideas de envenenamiento; el verde de
panza de lagarto, y ese amarillo tila que tiene cierto aire de poesía mezclado con la tisis, como en
la Traviatta. Las bocas de las tiendas, abiertas entre tanto colgajo, dejaban ver el interior de ellas tan
abigarrado como la parte externa; los horteras, de bruces sobre el mostrador, o vareando telas, o
charlando. Algunos braceaban, como si nadasen en un mar de pañuelos. El sentimiento pintoresco de
aquellos tenderos se revela en todo. Si hay una columna en la tienda la revisten de corsés encarnados,
negros y blancos, y con los refajos hacen graciosas combinaciones decorativas. Benito Pérez Galdós:
Fragmento de ‘Fortunata y Jacinta

TEXTO #2 NATURALISMO

En cuanto a las largas descripciones de las novelas, es evidente que no pueden ser llevadas a escena. Los novelistas
naturalistas describen mucho, no por el placer de describir, como se les reprocha, sino porque el hecho de
circunstanciar y de completar al personaje por medio de su ambiente forma parte de su fórmula. Para ellos, el
hombre ya no es una abstracción intelectual, tal como se le consideraba en el siglo XVII; es un animal que piensa,
que forma parte de la gran naturaleza y que está sometido a las múltiples influencias del suelo en que ha crecido
y en que vive. Es por ello que un clima, un país, un horizonte, una habitación, tienen a menudo una importancia
decisiva. El novelista, pues, no separa al personaje del aire en que éste último se mueve; no describe por una
necesidad de retórica, como los poetas didácticos, como Delille por ejemplo; simplemente anota, en cada hora,
las condiciones materiales en las que actúan los seres y se producen los hechos, a fin de ser totalmente completo
y para que su investigación lleve hasta el conjunto del mundo y evoque toda la realidad. Pero las descripciones
no tienen necesidad de ser llevadas al teatro; se encuentran en él de una manera natural. ¿Acaso la decoración
no es una continua descripción que puede ser mucho más exacta y más conmovedora que la descripción hecha
en una novela? Se dice que no es más que cartón pintado; en efecto, pero, en una novela, es todavía menos que
un cartón pintado, es papel tiznado; y no obstante, se produce la ilusión. Después de los decorados con tanto
relieve, de una verdad tan sorprendente, que hemos visto recientemente en nuestros teatros, ya no se puede
negar la posibilidad de evocar en escena la realidad de los medios. Atañe a los autores dramáticos, ahora, utilizar
esta realidad; ellos proporcionan los personajes y los hechos; los decoradores, siguiendo sus indicaciones,
proporcionarán las descripciones, tan exactas como sea necesario. Se trata solamente, en el caso de los
dramaturgos, de utilizar los medios tal como lo hacen los novelistas, puesto que pueden realizarlos, enseñarlos.
Añadiría que, al ser el teatro una evocación material de la vida, los medios se han impuesto en él en todas las
épocas. Solamente en el siglo XVII, puesto que la naturaleza no contaba para nada, puesto que el hombre era
pura inteligencia, los decorados eran vagos, un propileo de templo, una sala cualquiera, una plaza pública. En la
actualidad, el movimiento naturalista ha impuesto una exactitud cada vez mayor en los decorados. Esto se ha
producido poco a poco, insoslayablemente. En ello veo también una prueba del discreto trabajo que ha realizado
el naturalismo en el teatro, desde principios de siglo. No puedo estudiar a fondo esta cuestión de los decorados
y accesorios, me contento constatando que la descripción en escena es no solamente posible sino que es del
todo necesaria y que se impone como una condición esencial de existencia. " El Poder de la Palabra. Emile Zola

TEXTO #3 COSTUMBRISMO

"Todos sacamos papeletas del sombrero del obispo —un sombrero con fascinantes encajes— y nos dispusimos a contar
nuestras inverosímiles historias por el orden que nos había asignado el destino. Aparte de Mungo y de mí, cada uno de los
presentes era un auténtico narrador. Les aseguro que escuchar a Charlie Batta, que rompió el fuego, contarnos cómo
interpretó el papel de Hamlet en versión muda en un sótano lleno de bandidos corsos que le tenían como rehén, y cómo le
escoltaron luego triunfalmente hasta Ajaccio, renunciando a los tres mil soberanos en que había sido valorado y disparando
al aire sin cesar en señal de alegría y en tributo a su arte, eso merecía docenas de jarrones de plata. Y el valiente Scrymgeour,
de safari en el África oriental alemana, cuando cazaba hipopótamos y rinocerontes a diestra y siniestra… Bueno, ¡cómo nos
tuvo en vilo Scrymgeour! Luego vino el de la Royal Academy (ya les he dicho su nombre, pero se me ha vuelto a olvidar;
tenía una barba de chivo, pequeña y pelirroja, ojos de color cerveza de jengibre, y según él era el causante de haberse vuelto
a poner de moda el chaleco amarillo de cazar, aunque en esto estaba equivocado). Nos contó el encuentro con una muchacha
gitana en un bosque cerca de Budapest —precisamente la mujer que había imaginado para su cuadro La hechicera— a quien
persuadió, con monedas y palabras cariñosas en lenguaje huno, para que posara desnuda, después de lo cual pintó aquellas
curvas y aquellos contornos de Juno, aquellos delicados tonos de piel —y todo lo demás, ya saben— con inspiración extática
y exactitud anatómica, y mientras pintaba tranquilamente, el amante de la muchacha había entrado en la gruta y le estaba
apuntando con una pequeña escopeta taraceada. " Cuentos completos. Robert Graves.

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