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EL INTÉRPRETE Y LA MÚSICA

Monique Deschaussées.
Alumno/a: María Andrea Fernández Montalvo

La autora Monique Deschaussées, pianista concertista, comenzó a partir del año 1957
el estudio de la respiración y la relajación orientada a la pedagogía.
En este libro, Monique Deschaussées penetra en una partitura propioniendo al
intérprete una visión filosófica y artística muy exigente a la hora de situarse frente a la
partitura, al compositor y ante sí mismo.

La autora invita a descubrir la música como algo vivo, frente ante interpretaciones
rutinarias con falta de corazón. La música hay que escucharla, comprenderla e
interpretarla vinculándola a una concepción global de la vida. El ritmo, el tiempo o la
respiración son valores presentes en esta perspectiva.

1. LA MÚSICA Y LA VIDA

En el primer capítulo la autora plantea dos preguntas con la finalidad de hallar los
puntos en común entre estos dos conceptos.

La creación en la vida está en continuo movimiento expresado a través del ritmo de los
ciclos de la vida como los latidos del corazón, la respiración, …

El ritmo en la música en su esencia es movimiento y ritmo.

El percusionista africano –Ghanaba- ha demostrado que si a una obra musical se le


quitan todos los elementos menos el ritmo, mantiene la fuerza emocional.
La voz es otro elemento esencial de la música, gracias al ritmo y el canto cualquier ser
humano puede hacer música.

Otros elementos que hacen de la música la expresión de la vida son:


- La respiración de la música, igual que la del hombre, alterna inspiración y
expiración.
- La forma musical no es otra cosa que el marco elegido por el compositor para
expresarse.
- EL TIEMPO se corresponde con los ritmos humanos y con el tiempo de
desplazamiento en la vida.
- El estilo es el eco de una época y de la personalidad de un compositor en el
contexto de esta época.

Descubrimos el latido de una partitura bajo estos aspectos:


- Vida física, instintiva, primordial.
- Vida sensible, psíquica, espiritual.
- Vida cotidiana, imaginativa y siempre renovada.
2. EL INTÉRPRETE FRENTE A SÍ MISMO.

El intérprete es un vínculo, un intermediario, un trasmisor. Deberá de volver la vida a


los signos que son el lenguaje cifrado de un compositor.
El intérprete debe de comprender su papel y aceptar que sirve a alguien que es más
grande que él, pero ser recreador, darle vida a una partitura exige unas facultades
inmensas. Un don de acogida, recepción de la composición de la obra que se trasforma
en conocimiento.
Cuando esto sucede surge el misterio vivo de la música.

El don de la comunicación es innato. Los niños tocan y cantan con simplicidad y la


música encuentra ahí el terreno ideal para encarnarse en su sencillez pero desaparece
en la adolescencia. Este don puede ser también adquirido a través de la toma de
conciencia y del conocimiento.

El camino del intérprete es transfigurar los dones de su infancia y su potencial


haciéndolos realidad.

En cuanto a la receptividad el intérprete se halla entre un haz de energía que debe


captar, ordenar y trasmitir distinguiendo la energía en el plano mental y físico para
conseguir una ejecución natural.
Saber utilizar la energía es un aprendizaje indispensable para todo equilibrio.

En el terreno de la personalidad los grandes artistas por su aguda sensibilidad captan


más que los demás tanto del mundo exterior como de su propio mundo interior. Están
en condiciones de servir a la música en su propia esencia, cuanto más conocimiento
más sensibilidad y capacidad de entrega.

3. EL INTÉRPRETE FRENTE A LA COMPOSICIÓN.

La vida que debe trasmitir el intérprete es el espejo del alma del compositor de sus
relaciones con el mundo.

El lenguaje de una partitura vibra, respira, afirma, duda, espera, en una palabra VIVE.

A través de sus signos musicales se refleja el alma del compositor. El intérprete debe
percibir su personalidad, su carácter, su evolución, en cierto modo es vivir con él.

El texto solo tendrá sentido y verdad cuando el intérprete haya sabido establecer entre
el compositor y él mismo un auténtico diálogo y crear un lazo de relación privilegiada.

Para que una partitura viva es indispensable que un intérprete pletórico de vida
redescubra, a través de ella, un ser humano que ha vivido realmente.
El primer deber de un intérprete es ubicar la obra en su época porque el estilo está
definido por el contexto cultural. El estilo está constituido por la forma de captar el
mundo y trasponerlo.

4. EL INTÉRPRETE FRENTE A LA PARTITURA.

El intérprete deberá devolver la vida a la obra, deberá recorrer el camino inverso al


seguido por el compositor. El compositor parte de la vida para llegar a los signos y el
intérprete deberá partir de los signos para llegar a la vida.

Gustav Mahler decía: “Todo está escrito en una partitura, menos LO ESENCIAL”. El
intérprete analiza una partitura, descifra sus signos y la toca varias veces para escuchar
su universo sonoro y percibir su contenido musical. Tiene la obligación de descubrir lo
esencial, ausente en apariencia de lo que hablaba el compositor tan reconocido G.
Mahler.

Una vez resueltos los problemas materiales y técnicos se accede a la posibilidad de


recrear una partitura en su universo sonoro, en su vida profunda, secreta, escondida,
en todo lo que la primera etapa (la del conocimiento) había hecho descubrir de ese
ESENCIAL fronterizo entre lo real y lo imaginario. Trasmitirla con la visión que aporta el
conocimiento, se hace entonces realizable.

El descubrimiento de una partitura, en todos los aspectos que la conecta con la vida,
es, pues, esencial si queremos trasmitirla con un máximo respeto.

5. LA VIDA DE LA MÚSICA EL MARCO DE VIDA LA FORMA MUSICAL.

La forma engendra, por su propia esencia, elementos diferentes en la concepción, la


dimensión, la estructura.

Cada partitura es asimilable a una vida que tiene su destino, desde el nacimiento hasta
la muerte.

El intérprete ante una partitura descubre que tiene una forma predeterminada. Esta
forma orientará muchas opciones para obtener una interpretación y una realización
sonora armoniosas.

La forma musical, unida a la personalidad del compositor que la ha elegido, nos


proporciona otras indicaciones valiosas como el volumen sonoro de ciertos matices.

La toma de conciencia de la FORMA MUSICAL va, pues, a la cabeza de las prioridades.,


nos abre las puertas de un horizonte donde la vida nos espera a cada paso.

Pasos que debemos seguir:


- La armadura, la indicación de medida.
- Indicación de tempo.
Estos son datos inmutables, ningún intérprete puede cambiarlos.

A partir de esta identidad básica la obra se desarrolla y vive su vida.

6. LA VIDA DE LA MÚSICA Y EL RITMO.

El corazón de la música es el ritmo y este ritmo está hecho de PULSACIONES. Sin esta
pulsación básica la música muere.

Antes de toda interpretación es importante que el músico tome conciencia de esta


pulsación y que desde el principio de su trabajo la haga suya, la sienta vivir en sus
centros nerviosos y la integre naturalmente. Seguirá fusionando con la respiración, en
los fraseos, en el coloquio sonoro y en todo lo que constituye una gran interpretación.

Los grandes intérpretes poseen la ciencia de hacerlo todo de forma natural.

Con el CORAZÓN-RITMO tenemos un elemento vital y otro que son los pulmones, que
es la función respiratoria de la partitura. Esta asociación CORAZÓN-PULMONES se hace
omnipresente en una partitura.

La respiración humana está constituida por la alternancia de la INSPIRACIÓN y la


EXPIRACIÓN. Esto sucede también en la música.

7. LA VIDA SENSIBLE Y PSÍQUICA DE LA MÚSICA.

La armonía en la vida de una partitura engendra la cultura y arquitectura de la obra,


pero a un nivel más interior que la forma. Si la forma representa una catedral o una
casa, digamos que la armonía es el testigo de la arquitectura interior.

Las CADENCIAS serán nuestros puntos de referencia. Una cadencia perfecta concluye
un capítulo o una frase, es la señal de un fin. La cadencia imperfecta vacila el último
momento en su vigor conclusivo. Una cadencia rota origina la sorpresa. Todas las
cadencias han salido de la DOMINANTE. Toda parada sobra la dominante
(semicadencia) refleja una incertidumbre, una vacilación, un nuevo potencial.

Las notas sensibles tienen su personalidad, un contenido emocional, su fragilidad es


conmovedora.

Las modulaciones constituyen el dominio ilimitado hacia el que nos conduce la


armonía, dentro e su vida sensible en estado puro.

Cada tonalidad tiene su sentido específico pero según el contexto dentro del cual
evoluciona.
Las modulaciones ponen de manifiesto con gran frecuencia la calidad de la
imaginación, la riqueza de visión de lo que tiene de impalpable.

Los matices crean entre ellos una arquitectura sonora que como los colores alumbran
verdaderas pinturas. En la música el matiz medio fuerte quizás sea el más difícil de
realizar y en muchas ocasiones se haya ausente de las interpretaciones. Sin embargo,
es la clave en torno a la cual se van a articular el resto de los matices.

8. LA MUERTE DE LA MÚSICA.

El aprendizaje de la música debe suponer siempre una tarea agradable, alegre, una
renovación, el despliegue de la imaginación, y que también la técnica se convierta en
un juego.

Los concursos internacionales, su creación se basa en una buena intención, pueden


ayudar a desconocidos para sobresalir pero no a mantenerse por eso alimentan a
menudo ilusiones entre los laureados que desembocan en dramáticas decepciones.

Dista mucho de ser evidente que la final de tales concursos nos descubran un
auténtico músico un futuro maestro.

En el sector del disco como en tantos otros la técnica ha progresado en detrimento.


Grabaciones realizadas en estudios despersonalizados.

Falta de contacto humano y de compenetración entre el artista y el público. Una


química de montaje que priva a la realización de toda posibilidad de vida.

La humanidad por primera vez en su existencia tiene en su mano la posibilidad de


autodestruirse totalmente o donde los progresos de la genética permiten manipular la
vida en formación

CONCLUSIÓN PERSONAL.

Considero que es un libro con una información subjetiva con la que la autora nos da a
entender su visión de la música haciendo alusión a la vida. Considero que sí, la música
nace de la vida, de la naturaleza pero en mi opinión este libro me ha sorprendido ya
que no siento que concrete en ningunos de los capítulos y en general no coincido con
lo que ella propone, pienso que es demasiado drástico porque lo lleva a límites
estratosféricos.

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