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Observatorios de
Sentencias Judiciales y de Medios
2013-2014
Ana Lucía Herrera Aguirre, Blanca Diego Vicente, Nelly Valbuena Bedoya, Edgar Vega
Suriaga, María Paula Romo, Roxana Arroyo Vargas, Paulina Palacios Herrera
Editores de
los textos: Ana Lucía Herrera y Edgar Vega
Correctora de
los textos: Carmen Gangotena
1ra. Edición
Universidad Politécnica Salesiana
Av. Turuhuayco 3-69 y Calle Vieja
Casilla: 2074
P.B.X.: (+593 7) 2050000
Fax: (+593 7) 4088958
e-mail: rpublicas@ups.edu.ec
www.ups.edu.ec
Cuenca-Ecuador
Área de Ciencias Sociales y del Comportamiento Humano
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
ISBN: 978-9978-10-188-9
Fotografía, diseño
de portada,
diagramación: Nela Meriguet Martínez
Observatorios de
Sentencias Judiciales y de Medios
2013-2014
ANEXOS 111
1. LA VIOLENCIA EXTREMA EN PRIMERA PLANA 112
2. FEMICIDIO Y ABORTO: DOS GRANDES DEBATES
MEDIÁTICOS 129
3. LA POLÍTICA PÚBLICA MARCA TENDENCIAS EN LA PRENSA
ECUATORIANA 140
Presentación 1
Esta vez, dos de esos factores son puestos en relación: por un lado la acción de
la justicia expresada en las sentencias judiciales, pero también reflejada en la
incorporación de la figura del femicidio en el actual Código Integral Penal y en
la instalación en todo el país de juzgados especializados para tratar el tema de
la violencia de género. El segundo factor tiene relación con la re-construcción
simbólica de este tipo de violencia en los medios de comunicación.
1 Comunicador Social por la Universidad Central del Ecuador; Máster en Periodismo y Doc-
tor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Docente del Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador.
7
judiciales y de medios de comunicación), da cuenta constante de las fracturas
de una sociedad de democracia formal, que al no encarar estructural y decidi-
damente la violencia de género, sigue consignando la subordinación, la inequi-
dad y la injusticia como signos de ser mujer aún en el mundo contemporáneo.
Para el Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede
Ecuador la participación de uno de sus docentes en este libro ha supuesto la
implicancia no solo en la redacción de un texto sino en el proceso de investiga-
ción, desarrollo teórico y seguimiento a esta expresión absoluta del poder como
es el femicidio. Para el Área citada, este texto alimenta una línea de investiga-
ción para indagar, sea en los Estudios de Recepción, o en los análisis discursi-
vos, visuales y sonoros, o en la articulación entre representación y género, la
construcción simbólica intersectada de los factores de opresión, entre los cua-
les el género es de importancia sustantiva. En ese sentido, el Área aspira a que
este texto sea de utilidad para comunicadores, periodistas y estudiantes de
comunicación social, para que en su formación y su ejercicio profesional ten-
gan en cuenta que la comunicación y el periodismo, en una sociedad constitui-
da sobre la inequidad y la desigualdad, deben comprometerse con la supera-
ción de la violencia de género en todas sus expresiones.
8
Presentación 2
9
medios de comunicación, describen y relatan a las sociedades mis-
mas. Ahora bien, ¿a quién pertenece el relato que asumen los me-
dios? o, desde otro ángulo, ¿en qué medida nos identificamos con
la descripción que realizan? ¿Qué posibilidades tenemos de incidir
en la selección y estructuración de elementos que supuestamente
nos describen, es decir, qué posibilidades de intervención concreta
tenemos en la agenda mediática?” (Gerber & Compiladora, 2003).
Referencia
Gerber, E., & Compiladora (2003). Género y comunicación. Las mujeres en los
medios masivos y en la agenda política. En A. Varias. Buenos Aires: Fundación
Friedrich Ebert en Argentina.
10
Derechos de las mujeres en la mira: reflexiones
sobre una acción política feminista
Ana Lucía Herrera Aguirre3
Sin duda se puede cuestionar la forma cómo han sido gestionadas estas insti-
tuciones, o el cambio pragmático de sus objetivos, a fin de lograr su sobreviven-
cia olas ambiciones desatadas en el tiempo. Es así mismo cierto que tras esa
tan amplia denominación ONG han surgido todo tipo de engendros. Sin embar-
go, también es cierto que el surgimiento de las ONG dio sentido, en los años 80,
a una corriente de cooperación Norte-Sur y, por tanto, de su mano floreció toda
la cooperación para el desarrollo, que incluía aspectos tan determinantes en
ese tiempo, como la transferencia de tecnologías y de conocimientos técnicos
y científicos, que tenían en su sustrato el diálogo con otros saberes –nuestros
saberes– y la valoración de otras formas de conocimiento –nuestros conoci-
mientos–. Había un compromiso con los millones de personas desposeídas en
estas partes del mundo que estaban tan alejadas de estas posibilidades del
“desarrollo”, que millones de esos millones de éste, que se atrevieron a “llamar
tercer mundo”, apenas sabían dibujar sus nombres.
11
alfabetización y posalfabetización, las metodologías de formación, el diálogo
de saberes y la participación política, fueron signos de una verdadera eclosión
de ideas y formas de hacer, dando vida a procesos dinámicos, creativos, plenos
de experiencias. Con el tiempo es evidente que se deben evaluar los procesos,
resaltando que de la mano de aquella variada gama de instituciones se canali-
zaron las voces de las personas sin voz, y se generaron posibilidades humanas
y materiales para la construcción de complejos procesos identitarios4 que su-
peraron las categorías clásicas del marxismo: obreros, campesinos, intelectua-
les orgánicos…, categorías en las que, los partidos de izquierda, trataron por
años de forzarnos a un acomodo.
Recuerdo cómo en 1992 la dirigencia política, ahora en el poder del actual
Estado Plurinacional de Bolivia, denominaban y se denominaban “campesinos”
a los millones de indígenas procedentes de decenas de pueblos originarios,
ahora sí identificados como ancestrales. Se trata de un corto lapso de tiempo
de 24 años –relativamente corto desde la mirada de la historia– en el que este
salto cualitativo tiene en su sustento, en gran medida, el trabajo desplegado
por las ONG. Así mismo, en toda América Latina, las mujeres y sus procesos
organizativos y políticos; el desarrollo de un pensamiento feminista popular;5 el
ecologismo y la defensa de la Pacha Mama; las diversidades sexo genéricas,
han constituido identidades que jamás encontraron cabida en los partidos de
izquierda y progresistas, de los que fueron expulsadas o se autoexpulsaron, ig-
noradas por los centros académicos, condenadas –o al menos ocultadas– por
las iglesias alternativas, sin mencionar el desprecio y aun la burla por parte de
los grupos hegemónicos en el poder.
Seguro hace falta complejizar estas aseveraciones, pero mi interés por hoy es
resaltar que desde la memoria más subjetiva6 se evidencie que fuimos, y segui-
mos siendo, espacios de evolución y revolución de pensamientos y de prácti-
cas; pero entonces, me pregunto, ¿por qué en tiempos de cambios y transfor-
maciones se pretende someternos a un férreo control oficial? Sea como fuere,
lo cierto es que se va definiendo un escenario confuso, que desde nuestra pers-
pectiva desperdicia energías y propone una batalla sin sentido pues, a través de
4 En el sentido de identidad política visible, que se manifiesta en actuaciones valorizadas
como acciones políticas. La identidad es así actuada, puesta en escena. Ana Sampaolesi. (s/f).
”Desvelos enel quehacer político”, en Revista Feminaria VI II,. Dossier “Mujeres, política, poder”.
Buenos Aires, Argentina, s/f,p. 11. Fotocopiado.
5 Esto configuró un estilo de trabajo que se llamó “feminismo popular”, constituido princi-
palmente por feministas socialistas, cristianas y ex militantes de partidos de izquierda, que privilegió
el trabajo con las bases del movimiento amplio de mujeres. También distintas orientaciones políti-
cas consolidaron la formación de redes temáticas, cuya función crucial fue impulsar la creación de
una conciencia de vinculación nacional a lo largo y ancho del país, propiciar encuentros en otras
regiones del país y establecer diálogos o enlaces con interlocutores externos, como las institucio-
nes académicas, sectores gremiales y algunos funcionarios públicos, sensibles a las demandas del
movimiento popular de mujeres. El feminismo popular creció, tratando de no imponer una dirección
a las acciones populares, pero sí de introducir la reflexión feminista, que empezó a sistematizarse
en ámbitos académicos. “Mujeres en red”, en el Periódico Feminista http://www.mujeresenred.net/
IMG/pdf/mexico.pdf.
6 Me refiero a la subjetividad siguiendo a Teresita de Lauretis, quien formula una subjetivi-
dad que deja acción al individuo al tiempo que la sitúa dentro de “configuraciones discursivas par-
ticulares” y más aun, concibe el proceso de conciencia como una estrategia. La subjetividad puede
así estar imbuida de raza, clase y género ,sin estar sujeta a una sobredeterminación que impida la
acción”. Linda Alcoff.”Feminismo cultural versus posestructuralismo: la crisis de la identidad en la
teoría feminista”, en Revista Feminaria IV. Buenos Aires. s/f. Fotocopiado.
12
al menos cuatro décadas, la capacidad de iniciativa y creatividad ha estado –en
gran medida– en el ámbito de las ONG.7
En principio diríamos que hay campo para todo el mundo y que la construcción
de ciudadanía hacia una democracia real implica muchísimo trabajo, muchísi-
ma innovación y la multiplicación de cauces para la resolución de demandas
que han de estar abiertos ya que su presentación pública –aunque no signifi-
que inmediato acuerdo– es condición previa de viabilidad y consenso.(Valcárcel,
2008:324).No hay competencia posible; por al contrario, aunque se den contra-
puntos, existen todas las condiciones de cooperación, porque en democracia
no se puede suplantar a la sociedad civil, ni siquiera por parte de aquellos go-
biernos que, por casi una década, obtengan el favor popular en las urnas. Nos
asalta el temor de que los procesos denominados participativos, gestionados
desde el poder, troquen en cualquier otro ente que, en lugar de hacer florecer a
los seres humanos en su individualidad y en su ser colectivo, conviertan a per-
sonas y procesos en seguidores pedigüeños de “papá”, repetidores de discur-
sos y defensores de una única moral y buenas costumbres, matando impune-
mente la libertad de ser y de crear, que da sentido a la existencia humana. Es
decir que ocurra todo lo contrario de lo que fue aquel trabajo original de esas
ONG y lo contrario de lo que hoy sigue siendo la misión de un modesto colectivo
feminista como es Humanas.
13
como objetivo contribuir a los debates sobre las condiciones de vigencia efecti-
va de los derechos humanos consagrados en los tratados internacionales, la
Constitución y las leyes nacionales. También sobre las vinculaciones entre los
derechos que se disputan ante los tribunales de justicia; a la agenda de los
medios de comunicación y a los efectos que esas actuaciones y esos discursos
tienen en la sociedad. Los observatorios y sus productos –bases de datos y
análisis en internet–, los espacios públicos generados en los medios de comu-
nicación y en la academia, así como otras producciones impresas, constituyen
herramientas útiles para los debates sobre democracia, libertades, género y
justicia en el país, manteniendo siempre una proyección regional.
El acto de observar constituye un modo de examinar la realidad que, para el
caso de los observatorios de Corporación Humanas, ha demandado la cons-
trucción de marcos de referencia específicos respecto del objeto a observar, el
propósito de la observación, los deferentes elementos a observar, así como los
criterios de análisis o de comparación. Hablamos de un ejercicio multidiscipli-
nario y riguroso que determina la viabilidad o no de un observatorio, puesto que
la búsqueda muy general, poco precisa, demasiado abarcativa, determinarán
un mal presagio para cualquier ejercicio de observancia. “La misión de un ob-
servatorio es vigilar y detectar lo que ocurre en su ámbito de actuación, y su
valor agregado se sustenta en: 1) buscar la información, 2) discernir su relevan-
cia, 3) organizarla de modo coherente y 4) presentarla de forma clara”. (Marcial,
2009).
Existe otro aspecto que en los tiempos que corren puede resultar controversial,
pero sostenemos que esta labor de examinar y monitorear la realidad respecto
de la actuación del Estado en lo que refiere al cumplimiento de estándares de
derechos humanos, es propia de sujetos o instancias de la sociedad civil. La
responsabilidad del Estado –a través del gobierno– de garantizar el pleno ejer-
cicio de los derechos ciudadanos, compromete de entrada a los diferentes nive-
les de funcionarios públicos que resultan ser responsables por acción o por
omisión de la efectividad u oportunidad de las políticas públicas, la realización
de la justicia, la aprobación de leyes que viabilicen los derechos humanos, etc.
14
estamos precisamente en esos años de formación de conciencia ciudadana y,
en particular de funcionarios y funcionarias, muchos de los cuales en su fuero
interior, consideran, sin lugar a dudas, que hay un “deber ser” para hombres y
otro para mujeres, que la homosexualidad es una enfermedad, que los indíge-
nas son inferiores...; en fin, que a la Constitución vigente “se le fue la mano” al
momento de reconocer tales derechos.9
En otro nivel, y siguiendo esa línea de razonamiento, tampoco vemos a los me-
dios de comunicación con integridad ética para monitorearse a sí mismos en
temas como el tratamiento del sexismo en materia de violencia de género con-
tra las mujeres, por ejemplo. Así lo comprueban los artículos que constan en
esta publicación, referidos al balance anual y al ejercicio comparativo del
Observatorio de Medios (Blanca Diego), y los que analizan, desde diferentes
perspectivas, el caso emblemático de Karina del Pozo. (Blanca Diego y María
Paula Romo).
Este tipo de incursiones de control han dado cabida a otros discursos y actua-
ciones, principalmente de los medios y profesionales de la comunicación, que
se sienten víctimas de las restricciones y violación de la libertad de expresión;
una verdadera pugna que mantiene en vilo el día a día de este país desde hace
más de cuatro años, desgastando en la opinión pública un tema tan gravitante
como los derechos humanos su ejercicio, su exigibilidad. Ningún otro tema al-
canza a disputar ese espacio; la violencia verbal reina en el escenario. ¿Quién
controla a los controladores?.10
9 Sin ningún tapujo, profesionales de todo tipo –periodistas, abogados, economistas, etc.
así como académicos y políticos– de forma sistemática, y a través de todos los medios de comuni-
cación, califican a la Constitución como producto de una “novelería”, descalificando todo el proceso
de reflexión y debate participativo, que derivó en la Asamblea Constituyente de 2008.
10 Hablamos de “controladores”, en plural, pues para el caso de las mujeres el controlador
refiere tanto al gobierno como a los medios de comunicación que son un poder real.
15
y proliferan los piropos sexistas y machistas, se naturaliza un trato cargado de
moralismos religiosos respecto de temas vitales para las mujeres, como son
sus derechos sexuales y reproductivos; se silencia la voz de las mujeres autori-
dades de gobierno... Toda esta evidencia nos hace temer que la sobrecarga del
discurso, el silencio cómplice y el refuerzo obsesivo del control social, se traduz-
can también en control, sobrecarga y silenciamiento delas mujeres y sus colec-
tivos. “Por eso las medidas de decoro que toma una insurrección triunfante –
vestimentarias, de reforma de costumbres, de protección de la familia, de
`limpieza moral´– siempre son significativas y nunca deben ser consideradas
meros detalles accidentales.” (Valcárcel, 2008).
Somos, como país, un mal ejemplo de cómo se reproduce velozmente la violen-
cia simbólica, pues es obvio que se va permeando toda la sociedad y se van
desenfadando discursos y argumento que, desde sectores oficiales y desde
otros seudo académicos, confrontan y ponen en peligro los dificultosos avan-
ces logrados en décadas en pro dela igualdad sustantiva para las mujeres, y en
pro delas personas de diversa condición sexo genérica. Estos temas son mate-
ria de análisis de esta publicación (artículos de Nelly Valvuena y Roxana Arroyo),
pues se impone. para el movimiento feminista y para todas las mujeres que no
quieren vivir más discriminaciones, una disputa de espacios, discursos y senti-
dos; es tiempo de hablar, debatir, proponer. Los observatorios son una herra-
mienta indispensable para enfrentar esta tarea.
Obviamente estas definiciones tienen relación con los grandes temas que
constituyen la razón de ser institucional –y aun más allá, la común identidad
política– de la Articulación Regional Feminista por los Derechos Humanos y la
Justicia de Género, denominación que da cuenta de una “’política de la identi-
dad’, es decir que la propia identidad está tomada y definida como un punto de
partida político, como una motivación para la acción, y como un esbozo de la
política personal.”11
Hablar sobre violencia contra las mujeres es un tema que siempre incomoda;
la razón es simple en toda su complejidad, pues no existe una sola persona que
no haya sido tocada por esa violencia, sea porque la vivió en su experiencia
personal, corporal, o en su entorno cercano. Todas las personas conocen los
múltiples rostros de esa violencia y pueden nombrarla: insultos, vejámenes,
11 Un concepto que surgió del manifiesto ´A Black Feminist Statement´ del Combahee River
Colective. En Alcoff, Linda. Op. cit.
16
hostigamiento, burlas, golpes, “caricias” incómodas, acercamiento físico forza-
do, secretismo, silencio. Incomoda, porque genera una sensación de quedar en
evidencia respecto de hechos que producen vergüenza, tristeza, molestia, te-
mor; en definitiva, una serie de reacciones no racionales; es una experiencia
que remueve la memoria y el cuerpo, y la manera que, humanamente se res-
ponde, es tratando de olvidarla, esconderla, dejarla atrás.
Socialmente se da la misma respuesta y, pese a su carácter generalizado y a
que la violencia contra las mujeres sea considerada como un fenómeno estruc-
tural, ha costado mucho lograr que se hable, se denuncie, se actúe, más difícil
aun en un entorno mundial donde se multiplican otras formas de violencia so-
cial. En este contexto se debe insistir en que,a diferencia de la conceptualiza-
ción y tratamiento jurídico de la violencia en general, la definición de la violen-
cia contra las mujeres implica el reconocimiento de la existencia de relaciones
de poder desiguales por género, en particular entre los hombres y las mujeres,
que deben ser modificadas para que se den transformaciones reales.
Parecía entonces que, en este contexto, dejar en evidencia todas las formas de
violencia contra las mujeres y los mecanismos de poder que las sustentan, era
el camino: sacar a la luz, nombrarla, cuantificarla, cualificarla. Han transcurrido
ya casi cuatro décadas desde que la violencia entrara a ser punto central en la
agenda política de las mujeres12 y, si en algo se ha avanzado, es en las denun-
cias y en la documentación de esas denuncia. En nuestro país, la lucha ha sido
sin tregua ni descanso, y el quehacer, arduo y fatigoso. En esas condiciones se
ha avanzado en la normativa legal –nacional e implementación de estándares
internacionales–, procedimientos judiciales e, inclusive, justicia contravencio-
nal especializada, políticas públicas siempre incompletas y posicionamiento en
la agenda pública. Se implementó, además, una encuesta especializada (INEC,
2012) que dio renombre internacional al país, considerada como una de las
más avanzadas en la materia. Sin embargo, desde los sectores oficiales su re-
levante información ha sido utilizada como referencia menor, nunca ha sido
mencionada o reconocida, peor aún usada como base de realidad o sustento
de políticas prioritarias para el Ejecutivo. El supra valor que este gobierno suele
dar a los datos cuanti y cualitativos, en este caso no aplica,
La persistencia de la violencia que viven las mujeres por ser mujeres ha sido, y
es reportada, por los medios impresos de forma sensacionalista; ahora algo
más controlada, según reporta el Observatorio. Ha sido, y seguirá siendo, un
tema por informar, y siempre tendrá alto impacto, pues lo que dicen y la forma
cómo los dicen, tiene secuelas, deja huella, da pautas, a una sociedad que, se-
gún los estudios, “lee poco los periódicos”13, aunque sí recibe esa información
12 La violencia contra las mujeres es tema que se posiciona desde los años setenta, época
considerada como la segunda ola feminista. Es denunciada desde el feminismo radical que tras el
lema “lo personal es político” intenta llamar la atención de los poderes públicos para que se preocu-
pen de temas relativos a lo privado, como la violencia masculina dentro de los hogares, el cuidado
infantil, las personas ancianas, etc. Yadira Calvo (2012). Terminología feminista. San José, URUK
Editores. p. 114
13 “Mala nota en lectura”. “El ecuatoriano, en promedio, lee tres horas a la semana. Muy
poco si se toma en cuenta que ve televisión 10 horas y escucha radio seis horas, en el mismo tiem-
po. Disponible en http://www.vistazo.com
17
por otras vías. La prensa escrita es referencia total o parcial de todos los infor-
mativos que emiten los informativos de televisión y radio, y también la informa-
ción electrónica. Son fuente de referencia porque, por ejemplo, por su naturale-
za desplazan reporteros/as al lugar de los hechos o hacen seguimiento en los
juzgados, Es decir, disponen de información privilegiada, de primera mano.
No se requieren más argumentos. El Observatorio de Medios sí es un termóme-
tro sobre la forma cómo los medios impresos monitoreados –diez en versión
electrónica– NO tienen compromiso con el tema, han descuidado su deber de
investigación y análisis, y jamás –en estos últimos tres años– han levantado un
compromiso social con esta epidemia, por la cual seis de cada diez mujeres
mayores de 15 años han vivido alguna forma de violencia–. Son las más jóve-
nes, entre 15 y 25 años las más afectadas viviendo inclusive despojo patrimo-
nial por parte de sus novios o parejas. ¡Les quitan su mesada, su pequeño suel-
do! Son nuestras hijas, nietas, y sobrinas, las víctimas, las más jóvenes, las
nuevas generaciones. ¿Por qué tanta tolerancia? ¿Por qué permiten que se
agudice más esta violencia que hace tanto daño a la sociedad entera?
Para atender, al menos, una parte del problema contaríamos con el parámetro
de la justicia; es decir, monitorear cómo responde la administración de justicia
a las mujeres quehan denunciado su situación, sea por casos de violencia como
por otros delitos. Esta acción da sentido al Observatorio de Sentencias Judiciales,
con el objetivo de identificar en qué medida la justicia recibe y procesa los recla-
mos por el ejercicio efectivo de los derechos humanos de las mujeres. […]
Montado sobre una base de datos interactiva, establecida en un página de inter-
net de libre acceso, contiene las decisiones más importantes de los tribunales
superiores de justicia, cortes constitucionales y otros tribunales de cada país en
materia de derechos de las mujeres, las definiciones y normas jurídicas utiliza-
das y sus condiciones de ejecución. (Gherardi, 2011).
Aun más, se trata de medir la vigencia del derecho de acceso a la justicia, que
implica que las mujeres tengan la posibilidad a una adecuada tutela de sus
derechos. Nos ubicamos, entonces, en otro plano, pues pasamos del montaje
del discurso en los medios impresos y su importancia en la construcción real o
simbólica sobre la violencia contra las mujeres, al monitoreo de la gestión de
una función del Estado: los tribunales de justicia. Es otro ámbito de observancia,
relevante pues la jurisprudencia que emana de esos tribunales, su contenido, su
lenguaje, a final de cuentas muestra la manera cómo se está considerando a
las mujeres en tanto sujetos de derechos. Igual que una noticia, los fallos oficia-
les de la justicia dejan ver cómo se valora al ser humano mujer y a lo femenino.
Jueces y juezas, humanos al fin, son parte o producto de un entorno cultural
cargado de es tarea álgida y compleja.
Un aspecto fundamental del importante quehacer desde las cortes, es que nos
indica la eficacia o garantía real de los derechos de los/as diversos/as sujetos;
desde ahí se orienta a los/as legisladores, se interpretan y se aplican los crite-
rios sospechosos de discriminación y se determinan los déficit de protección
18
existente, se cuestionan y modifican los patrones socioculturales, que son la
base de la discriminaciones. Pero, sobre todo, la jurisprudencia es lo específico,
lo casuístico, es el enlace con la realidad que permite que se haga efectiva la
igualdad sustantiva en la vida de las mujeres.
No es materia de este artículo analizar las sentencias del Observatorio, pero se
debe mencionar lo limitado de las argumentaciones de la sentencia en el caso
Karina del Pozo. Un caso emblemático que copó la atención mediática por me-
ses; un caso brutal por la forma cómo desnudó los comportamientos, el lengua-
je, las valoraciones, etc. de un acto criminal cargado de misoginia. En efecto, en
un caso así –único por la celeridad en que fue resuelto–, las pruebas materiales
y testimonios arrojaban suficientes elementos para que el tribunal avanzara en
el análisis jurídico hacia la configuración de los elementos constitutivos del de-
lito de feminicidio/femicidio, figura que, al momento, se debatía en la Asamblea
Nacional a propósito de la aprobación del Código Integral Penal. Además esta-
ba el antecedente aportado por la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos –CIDH– en el caso denominado “Campo Algodonero”,
(CIDH, 2009) sentencia que en extenso analiza la discriminación de género y
las relaciones entre ésta y la violencia hacia las mujeres, explicitando que, en
ese caso, las mujeres muertas fueron víctimas por el hecho de ser mujeres.
Sustentos jurídicos de los cuales disponía el tribunal encargado de conocer y
dictaminar el caso K. del Pozo que, sin embargo no fueron tenidos en cuenta al
momento de su conocimiento y posterior dictamen.
Bibliografía
Angulo Marcial, Noel (2009). “¿Qué son los observatorios y cuáles son sus fun-
ciones?, Revista Innovación Educativa. México, Disponible en http://www.re-
dalyc.org/pdf/1794/ 179414895002.pdf
Bustamante, Teodoro (26 de junio de 2013). “Más sobre las ONG”. En diario Hoy.
Disponible en http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/mas-sobre-las-ong
CIDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Excepción Preli-
minar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de noviembre de 2009.
Serie C No. 205.
Gherardi, Natalia (2011). Monitorear derechos para construir justicia: los dere-
chos de las mujeres en las cortes y los medios de comunicación. En La Justicia
en construcción. Buenos Aires, ELA. Articulación Regional Feminista por los De-
rechos Humanos y la Justicia de Género.
20
Tendencias informativas sobre la
violencia contra las mujeres
Blanca Diego Vicente 14
Reflexión 1:
Sobre la necesidad de observar
Desde mediados de 2009, el Observatorio “Los derechos de las mujeres en la
mira”, de la Corporación Humanas Ecuador, ha revisado a diario una a una las
páginas y secciones de diez periódicos ecuatorianos; ha registrado en su siste-
ma aquellas informaciones relacionadas con la violencia de género contra las
mujeres y, posteriormente, las ha leído todas con el fin de analizar el tratamien-
to periodístico que recibe la violencia machista en los principales diarios del
país. Un equipo de dos personas15 fue el encargado de llevar a cabo esta labor
de monitorear las diez versiones digitales de los siguientes diarios: Extra, El
Universo, Expreso, El Telégrafo, El Comercio, Hoy, El Mercurio, La Hora, La
Gaceta de Cotopaxi y La Prensa de Chimborazo (estos dos últimos sustituyeron
en 2013 al Diario de Manabí y Últimas Noticias).
Comienza a ser común que los países con las políticas públicas más avanzadas
en esta materia pongan en marcha un sistema integral de supervisión de casos
de violencia machista y violencia doméstica o intrafamiliar, porque prevenir y
reducir los niveles de violencia contra las mujeres, en cualquier sociedad, re-
quieren diagnósticos adecuados sobre las causas y las consecuencias. A partir
de esta necesidad, surgen los Observatorios de la violencia contra las mujeres.
Hay muchos modelos: públicos, dependientes de ministerios; en Ecuador lla-
mados también veedurías; mixtos, que incorporan la participación de organiza-
ciones de mujeres y de centros e institutos de investigación sobre los derechos
de las mujeres, con el fin de obtener información e interpretación esencial so-
bre la magnitud de dicha violencia, y ciudadanos, impulsados por universida-
des u organizaciones no gubernamentales (ONG), etc.
21
Chile, Colombia, México, Perú y Ecuador, y sus respectivos análisis cualitativos,
fueron compilados, comparados y difundidos a través de el Observatorio
Regional que dejó de funcionar, pero mientras se mantuvo vigente, fue una ini-
ciativa única y valiosa. Los observatorios nacionales continúan en
funcionamiento.
Según el Observatorio Regional:
16 La violencia tiene prensa. Informe final del Observatorio Regional “Las Mujeres en los
Medios” de la Articulación Regional Feminista por los Derechos Humanos y la Justicia de Género,
ELA, 2011.
22
esporádica), sin importar su credo, su cultura, su estatus económico o la región
del mundo en la que viva. El 35% de las mujeres del planeta mayores de 15
años (920 millones) ha sufrido alguna vez violencia física de su pareja o una
agresión sexual por parte de otra persona. La media de los países ricos es de
32,7% y del 36,1% en América Latina.17
“Los derechos de las mujeres en la mira”, con una mirada crítica, es una herra-
mienta para observar la práctica periodística desde una perspectiva de género,
cuya finalidad es hacer reflexionar a periodistas y medios de comunicación
ecuatorianos sobre una función social que les es inherente: mostrar la realidad,
diversa, compleja y cambiante, para lo cual es imprescindible que el periodis-
mo actual sea incluyente y no sexista. El Observatorio trata de aportar a dicha
transformación. En estos años ha ofrecido herramientas periodísticas, teóricas
y prácticas, para una comprensión integrada e integral de esta realidad que
afecta a miles de niñas y mujeres; comprensión que también deben observar
las políticas públicas de prevención y disminución de la violencia contra las
mujeres, que en Ecuador afecta a seis de cada diez mujeres.18
Reflexión 2:
Sobre los indicadores
El desarrollo de los indicadores es uno de los ejes centrales en el funcionamien-
to de cualquier observatorio. Si los indicadores no se definen de acuerdo a cri-
terios específicos que respondan a preguntas o cuestiones predeterminadas, la
información recopilada puede resultar una maraña inútil de datos.
23
Estos indicadores son:
Cobertura por medio de comunicación.
1 Provincias (origen de la noticia).
2 Género periodístico
3 Sección de publicación.
4 Tipos de violencia.
5 Énfasis de la noticia.
6 Enfoque central de la información.
7 Sujeto central de la información.
8 Fuente principal de la información.
9 Reconocimiento de derechos.
10 Referencia a la normativa.
11 Referencia a exigencias al Estado.
12 Referencia al derecho internacional humanitario.
El Observatorio mira los formatos y géneros de carácter informativo y de opi-
nión, no registra las secciones de entretenimiento, sociales o publicidad; foto-
grafías e imágenes tampoco caen bajo su lupa.
Reflexión 3:
Sobre los diarios monitoreados
La sesión 2013 de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de
la Mujer [de la ONU] fue histórica por cuanto promovió un acuerdo
internacional para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres
y las niñas […]. Su cobertura en los medios de más de 50 países no
tiene precedentes, incluyendo un editorial en The New York Times.19
19 ONU Mujeres, “Informe anual 2012–2013”: http://www.unwomen.org/es/digital–library/
publications/2013/6/annual–report–2012–2013
24
Una de las teorías de la comunicación de masas siempre ha respaldado la hi-
pótesis de que los medios de comunicación son un agente transformador de la
sociedad. Sin embargo, los intereses cruzados de las grandes corporaciones
mediáticas globales y la complejidad alcanzada por el fenómeno de la comuni-
cación de masas han convertido esa hipótesis en una ilusión. Es cierto que los
medios tienen capacidad técnica para amplificar debates públicos de forma
masiva, pero tener interés –es decir, voluntad– corresponde a otra categoría de
acciones. Técnicamente, unos canales son más eficaces que otros: la televisión
y la radio son idóneos para difundir masivamente mensajes. Como cada vez
más personas utilizan las redes sociales para articular protestas, reivindicar
colectivamente derechos, difundir críticas y generar debates, algunos diarios se
van quedando obsoletos en ese papel de dinamizador de debates. En enero, el
equipo del Observatorio de Humanas Ecuador constata:
25
su género en Ecuador: Extra, carácter sensacionalista, la crónica roja por exce-
lencia, cobertura nacional, el más barato, el más vendido; El Universo, cobertu-
ra nacional, el de mayor cobertura en la región del litoral; Diario Expreso, 40
años a sus espaldas, cobertura nacional, sede en Guayaquil; El Telégrafo, deca-
no de la prensa ecuatoriana, hoy periódico público (Estado), cobertura nacional;
El Comercio, el periódico más importante de Quito y de la Sierra, junto con El
Universo uno de los más influyentes y de mayor tirada del país. Ambos son
diarios que conservan una administración y cierto control de carácter familiar.
Diario Hoy, el tercer diario de circulación nacional, se edita simultáneamente en
Quito y Guayaquil. La Hora, es el único diario con ediciones diferentes para cada
región, además de una edición nacional que se imprime en la matriz de Quito.
El Mercurio, matriz en Cuenca, tirada regional, uno de los más leídos en la Sierra
sur. La Gaceta de Cotopaxi y La Prensa de Chimborazo centrados en hechos
locales y provinciales.
Hace cinco años, en Ecuador apenas se publicaba información relacionada con
los derechos y el bienestar de las mujeres, sus demandas, sus problemas o sus
opiniones. Es evidente que hay un cambio y que los diarios ya no pueden sus-
traerse de determinados debates: igualdad, aborto, participación política, dere-
chos económicos, etc., pero a la hora de dar cobertura a temas polémicos
como los cambios trascendentales relacionados con la identidad sexo/genéri-
ca o los derechos sexuales y reproductivos, mantienen una postura conserva-
dora. Los diarios han hecho noticia de estos cambios sin abrir el debate, sin
publicar mucho más que notas breves para decir que algo pasó (una manifes-
tación, un plantón, un debate en la asamblea, una ley, etc.).
Por otro lado, los enfoques predominantes en los diez diarios monitoreados
mantienen, en muchos casos, los roles de género tradicionales, los espacios en
los que deben desenvolverse mujeres y hombres y la forma en la que deben
actuar. Es decir, las noticias, sobre todo las breves y simples que carecen de
contexto, siguen reproduciendo estereotipos de género, especialmente cuando
se trata de violencia machista.
Buena parte de las redacciones y directivas de los diarios del país continúan
identificando el machismo sólo con la violencia, es decir, con sus manifestacio-
nes más brutales; constituyéndose en el obstáculo principal para lograr un tra-
tamiento de la violencia machista guiado por principios profesionales y éticos,
con enfoque de derechos humanos.
Desde su inicio, los ejes de análisis e incidencia han sido el motor principal del
Observatorio. El primer paso es la sistematización manual y diaria de la infor-
mación publicada en los diarios, de acuerdo a los indicadores establecidos;
luego se procede al análisis cuantitativo (estadísticas por indicadores) y sobre
esta base se realiza el análisis cualitativo sobre el tratamiento periodístico del
tema. El segundo eje responde al objetivo de cambiar los hábitos de informar
sobre violencia machista y derechos de las mujeres, para lo cual se suben a la
Web de Humanas y se difunden vía internet estrategias de comunicación pun-
tuales –por ejemplo, información detallada de las acciones previstas con oca-
sión del 25 de noviembre: aparición en radio, prensa y TV, foros y debates a
propósito de la fecha– con la intención de dar a conocer el Observatorio y sus
conclusiones). A esto se suma la publicación de recursos para periodistas en la
página de Humanas.
Sobre el tercer eje, entre 2009 y 2011 la articulación más importante ha sido a
nivel latinoamericano de la mano de la Articulación Regional Feminista por los
Derechos Humanos y la Justicia de Género. En 2013, se puso en marcha una
estrategia para articular esfuerzos con varias universidades del país, logrando
espacios de diálogo y debate con sectores progresistas de la academia, promo-
viendo la reflexión en torno al papel que juegan los medios de comunicación en
las sociedades actuales.
Con relación al cuarto eje, ha sido difícil concretar procesos de formación de los
y las profesionales de los medios, a pesar de su importancia para lograr cam-
bios sustanciales en la manera de manejar la noticia. Sin embargo, un grupo
reducido de mujeres profesionales del universo de la comunicación (prensa
escrita y radio) se ha hecho eco de la existencia y actividades del Observatorio,
con quienes a futuro se podrían concretar algunas acciones.
Reflexión 5:
Sobre la violencia
22% de las voces que vemos y oímos en las noticias son mujeres.
Presentadores, editores, fuentes, voces.21
21 Proyecto de Monitoreo Global de Medios 2010, “¿Quién figura en las noticias?”. Informe
nacional Ecuador–2010, Quito, p. 2.
22 Íbid.
27
necesidad de que la prensa adopte nuevas narrativas, abandone la represen-
tación negativa de las mujeres y diversifique el uso de su imagen.
Las nuevas narrativas noticiosas o informativas con perspectiva de género de-
jan de lado el lenguaje negativo y estereotipado que identifica a la mujer con
la víctima y con la paz, y al hombre con el victimario, la virilidad y la violencia.23
Para alcanzar este nivel, las y los periodistas tienen que comprender que lo
que está en juego es la vida de millones de mujeres en todo el mundo, y un
primer paso es desarrollar aproximaciones sociológicas e históricas a la vio-
lencia machista.
A esta lista de “violencias” se debe añadir la violencia de género contra las mu-
jeres, también denominada “violencia basada en el género”. Esta violencia tiene
su propia tipificación y va más allá de la violencia doméstica o intrafamiliar. La
violencia contra las mujeres por su condición de sexo ocurre dentro de los múlti-
ples contextos violentos descritos arriba. Por ejemplo, en un conflicto armado,
los hombres usan la violación sexual y el embarazo forzado como armas de
guerra; en la violencia de Estado se usan la violación y/o la desnudez forzada
como formas de coacción y tortura; la violencia trasnacional de los negocios de
armas, drogas y trata de personas, tiene mecanismos de enriquecimiento, como
la prostitución y la esclavitud sexual, que a su vez recurre al aborto forzado como
mecanismo de coacción/retención de mujeres.
28
Hombres y niños también sufren violencia de género, sobre todo sexual; sin
embargo, el que las víctimas sean en su mayoría mujeres, responde al lugar
subordinado que ellas ocupan en la sociedad.
29
Reflexión 6:
Sobre la especialización de periodistas
La adopción de un manual de estilo y de una política informativa ad hoc sobre la
violencia basada en género disminuiría las subjetividades y los prejuicios en las
redacciones y facilitaría un adecuado acercamiento al problema. El observatorio
de Humanas ha llegado a la conclusión de que el tratamiento informativo que
hace la prensa escrita de la violencia contra las mujeres, y en general de los de-
rechos humanos de las mujeres y su bienestar, se rige por cierta arbitrariedad,
por ejemplo en el uso del lenguaje: dependiendo de la persona que escribe la
noticia se observa, o no, un lenguaje sexista o discriminatorio hacia las
mujeres.
Los diarios podrían hacer una cobertura más humanizada y menos impersonal
de los temas más delicados y controvertidos relacionados con la violencia ma-
chista y los derechos de las mujeres, y evitar la politización. Sucedió en el caso
de la cobertura periodística sobre los debates en torno al femicidio y al aborto
–que cobraron fuerza en la segunda mitad de 2013 e inicios 2014–, cuando al-
gunos diarios hicieron un uso inadecuado de fuentes, como el de la Iglesia
Católica sobre el tema del aborto, cuando el Estado reconoce la separación en-
tre Estado e Iglesia. En la redacción de informaciones relacionadas con el abor-
to, el maltrato o la trata se deben tener en cuenta factores como los derechos
humanos, la repercusión sobre la mujer víctima, las historias de otras mujeres y
sus vivencias y luchas, así como el contexto social que rodea a dicha violencia.
Son situaciones graves y delicadas que requieren cierto grado de sensibilidad
por parte de periodistas, fotógrafos y editores de información. Los temas relacio-
nados con derechos y salud sexual y reproductiva, por ejemplo, deben ser pre-
sentados a través de fuentes procedentes del Estado, de la academia, de perso-
nas expertas en la materia, en términos lo más neutros e imparciales posibles
(aproximación médico–sanitaria, legal, derechos humanos, etc.) y, sobre todo,
acudir al testimonio de la fuente de origen: las mujeres.
30
La introducción de una perspectiva de género y de un periodismo no sexista re-
quiere adoptar una actitud de cambio, como individuo y como medio, porque se
trata de mostrar las diversas visiones del mundo que existen; es decir, requiere
poner en práctica un lenguaje diferente y mirar desde una óptica más amplia
cada vez que se plantee una investigación periodística o la redacción de una
simple noticia, entrevista o reportaje.
Reflexión 7:
Sobre las perspectivas del observatorio “Los derechos de
las mujeres en la mira”
Han transcurrido cerca de cinco años y el observatorio ha tenido escaso impac-
to en la práctica de los diarios ecuatorianos. Las causas externas están relacio-
nadas con las dinámicas propias de los periódicos (sin tiempo para la forma-
ción sobre el tema de sus profesionales) y con reticencia a ser evaluados por
personas “ajenas”, a más de la escasa práctica de la prensa nacional a autorre-
gularse y de la coyuntura político–partidista, que ha provocado una suerte de
egocentrismo, más preocupados por su supervivencia que por encontrar el
equilibrio entre libertad informativa y responsabilidad social. En ocasiones algu-
nos diarios –Extra, El Telégrafo, El Universo, El Mercurio y El Comercio– han
manifestado su voluntad de recibir formación y han acudido a debates promo-
vidos por Humanas, dispuestos a analizar la calidad del tratamiento informati-
vo que hacen de la violencia machista.
Reflexión final:
Sobre las tendencias informativas: 2009–2014
Una pregunta ha prevalecido en los años de trabajo del observatorio: ¿han
incluido los diarios en su agenda de “grandes temas de intereses nacional” la
violencia de género contra las mujeres? A la luz de los datos y de su
interpretación, la respuesta es no. La violencia de género contra las mujeres
no está en el top de los temas de la agenda mediática nacional. Esto es, los
periódicos no consideran el problema de relevancia nacional; al igual que sólo
un porcentaje mínimo de la sociedad considera que la violencia machista es
un grave problema social que amerita investigación, análisis y búsqueda de
soluciones. Se puede decir que hay más conciencia, más experiencia y más
voluntad, pero aún no se trata de un periodismo que apueste por la
investigación de los temas relacionados con los derechos de las mujeres, un
periodismo especializado que aborde el tema con rigor.
En el análisis publicado en 2011, el Observatorio señalaba: “Gracias a su pren-
sa escrita, el público ecuatoriano puede aproximarse a un número más real de
asesinatos de mujeres y conocer un término no reconocido en la legislación del
país: el femicidio. La falta de cifras oficiales categóricas ha obligado a todos los
estudios a recurrir a los periódicos como fuente principal de registro”.
Aproximadamente tres años después, Ecuador cuenta con la primera encuesta
nacional sobre violencia de género contra las mujeres y se ha sumado a la lista
de países latinoamericanos que reconoce el femicidio como un crimen, incor-
porando esta figura a su Código Penal. Los diarios monitoreados han acompa-
ñado estos avances y utilizan las estadísticas e informes como fuentes habitua-
les de información. Respecto al femicidio, los diez periódicos informaron sobre
el debate social y político que se generó en las calles y en la Asamblea Nacional;
un debate que se vio acelerado y exacerbado por el asesinato (femicidio) de la
joven quiteña, Karina del Pozo, en febrero de 2013.
Observando la práctica de los diez periódicos, en el período que va de noviem-
bre de 2009 a marzo de 2014, la Corporación Humanas establece dos tenden-
cias respecto al tratamiento informativo de la violencia machista:
1. Profesionalización del tratamiento informativo. En general, las
informaciones muestran un grado menor de revictimización, mayor
diversificación de fuentes y menor uso de lenguaje sexista. Además es
evidente que aumentó la cobertura, aumentó el número de noticias.
2. Se mantiene un enfoque reduccionista y coyuntural que no genera
ni debate social ni presión política. Los diarios no se han abierto a la
especialización ni al periodismo de investigación. La tendencia es hacer
caso omiso a los problemas cotidianos de las mujeres, a las causas y
consecuencias de la violencia machista, a los efectos de la desigualdad
y la discriminación o a una visión del mundo a través de las propuestas
de las mujeres. Apenas hay variación: la pauta informativa predominante
32
continúa siendo el asesinato y la violencia sexual.
Marzo 2014:
99 informaciones publicadas en los diez diarios
Tendencias:
»» Todos los diarios han aumentado la cantidad mensual de
informaciones sobre violencia contra las mujeres en sus ediciones
digitales.
»» Extra, El Universo y El Comercio son los diarios que más informaciones
publican.
»» Extra, con su tendencia al hiper breve, es el que más cantidad de
notas publica, la mayoría de ellas sin contexto y sobre casos de
violencia extrema.
»» Expreso, destaca por su comportamiento negativo; se ha
caracterizado por ser el diario de distribución nacional que menos
atención presta a la violencia machista, con ausencia de notas
publicadas en varios meses.
25 Entre enero 2012 y abril 2013, no funcionó el Observatorio “Los derechos de las mujeres
en la mira”. En este ejercicio debe tenerse en cuenta que cambian dos diarios monitoreados y que
los indicadores también fueron mejorados con el tiempo.
33
»» El Telégrafo y El Mercurio de Cuenca han mostrado una tendencia al
alza desde 2011. Destaca el esfuerzo realizado por el diario cuencano
al tratarse de un diario regional.
Noviembre 2009
Acoso 5%
Asesinato 38%
Femicidio 0%
Violencia sexual 16%
Violencia física 14%
Trata de personas 2%
Todo tipo de violencia 16%
Otros 9%
Marzo 2014
Acoso 2%
Asesinato 0%
Femicidio 29%
Violencia sexual 13%
Violencia física 7%
Violencia patrimonial 0%
Trata de personas 3%
Todo tipo de violencia 39%
Por opción sexual 0%
No especifica 6%
Otros 0%
Tendencias:
»» A partir de 2011, el término femicidio se incorpora en las noticias y
comienza a ser usado con mayor precisión en 2013 y 2014, aunque aún
hay cierta confusión entre femicidio y feminicidio. A partir de marzo de
2014, las informaciones sobre muertes de mujeres (por su género) caen
bajo la figura de femicidio y no de asesinato.
»» Los tipos de violencia que más se reportan son: asesinato (femicidio),
violencia sexual y violencia física.
»» La violencia patrimonial no se reporta.
»» La trata de personas recibe un mejor y mayor tratamiento informativo a
34
partir de 2011.
»» Los diarios de mayor circulación en la región Costa son los que otorgan
más espacio a noticias relacionadas con la violencia machista.
Noviembre 2009
(En el contexto del 25 de noviembre subió el porcentaje de noticias; inclusive
se publicaron suplementos especiales).
Crónica 23%
Noticia 21%
Breve 5%
Informe especial 28%
Reportaje 3%
Entrevista 2%
Editorial 3%
Marzo 2014
Breve 30%
Noticia 57%
Inf. Especial–suplemento 0%
Reportaje 5%
Entrevista 1%
Crónica 0%
Editorial 3%
Columna de opinión 4%
Tendencias:
»» Preferencia por la narración sin contexto. Sumados la noticia y el breve
representan el 50% del total de informaciones publicadas.
»» Mal manejo del formato crónica (sucesión cronológica de hechos). Lo que
algunos diarios llaman crónica en realidad es un breve o una noticia simple.
»» Casi total ausencia de formatos aptos para la investigación, como
suplementos especiales, de fin de semana o por entregas.
»» Ligera tendencia a la alza del uso de entrevistas, columnas de opinión y
editoriales, aunque continúan siendo muy escasos.
»» Tendencia a mayor publicación de reportajes (que permiten contextualizar),
35
coincidiendo con el aumento del número y la diversidad de fuentes,
estadísticas y estudios especializados en el país, así como de debate en
torno a políticas públicas.
»» La ausencia de testimonios e historias de vida es casi del 100%, como si
las mujeres y los cuerpos de las mujeres fuesen invisibles.
Noviembre 2009
Acontecimientos 11%
Campañas 8%
Contexto social 8%
Detención–captura 16%
Historia 3%
Proceso judicial 29%
Prevención 3%
Marzo 2014
Acontecimientos 51%
Campañas 8%
Contexto social 30%
Detención–captura 6%
Historia 0%
Proceso judicial 2%
Prevención 1%
Tendencias:
»» Más del 50% de los enfoques son por detención/captura/proceso judicial.
»» Se mantiene el enfoque coyuntural (acontecimiento).
»» Tendencia al alza del número de notas publicadas bajo seguridad/
seguridad ciudadana. Esto muestra que la comprensión de seguridad
ciudadana se extendió a aquellas medidas específicas que se necesitan
para proteger a las mujeres.
»» No se amplían los enfoques (escasez de voces de la academia, salud o
educación).
»» Apenas se publica bajo el rango de prevención.
»» Rara vez las informaciones se centran en la víctima o victimario.
36
Principal fuente de información
Noviembre 2009
Mujeres 39%
Instituciones 35%
Hombres 22%
Sin especificar 4%
Marzo 2014
Mujer 5%
Hombre 1%
Institución 22%
Sin especificar–sin nombrar 60%
Familiares–amigos–vecinos–otros 12%
Tendencias:
»» Clara tendencia de acudir a instancias oficiales, no gubernamentales o
académicas (instituciones).
Noviembre 2009:
No 88% Sí 12%
Marzo 2014:
No 65% Sí 34%
Tendencias:
»» Ligero aumento de referencia a los derechos humanos de las mujeres,
sin embargo la tendencia se mantiene en relacionar las causas de la
violencia y las situaciones de inequidad y discriminación hacia las mujeres.
Es decir, no hay relación directa o mención clara de los derechos humanos
de las mujeres, ni siquiera al más obvio: el derecho a una vida libre de
violencia.
»» Los periódicos se mantienen en una simplificación peligrosa al reiterar
argumentos como la locura, la ofuscación por celos o el alcohol, con el
37
resultado de atenuar o eximir de responsabilidad al perpetrador del abuso
o del crimen.
38
Las mujeres y el posmachismo mediático26
Nelly Valbuena Bedoya 27
En este texto abordaré la manera en la que los medios de comunicación y el
periodismo cubren los temas relacionados con las mujeres; especialmente me
detendré en los temas de violencia, con el propósito de identificar los nuevos
discursos, entre esos, el llamado “pos o neomachismo”, de una matriz global
que mediáticamente se emplea de manera similar en casi todos los casos: los
géneros periodísticos utilizados, las fuentes, las imágenes y los lenguajes que
contribuyen a la banalización de la violencia de género y a la impunidad social,
en contextos claramente patriarcales y machistas.
Introducción
La violencia contra las mujeres se registra en los medios de comunicación tan-
to locales como nacionales e internacionales, con miradas periodísticas que
van desde las cifras frías y escuetas hasta el cubrimiento de hechos noticiosos
que evidencian “un auténtico síntoma social” (Foncuberta, 1995) que permite
reconocer, de una parte, que las mujeres existimos para los medios como nú-
meros, en cuanto somos víctimas de los diversos tipos de violencia que los
hombres ejercen contra nosotras y, de otra, que en los procesos de jerarquiza-
ción de la información no encajamos en las agendas mediáticas por lo que ha-
cemos y producimos cotidianamente, sino por sus propios intereses; los cuales
son endosados a públicos y audiencias bajo la frase “eso es lo que la gente
quiere o le gusta leer, escuchar o ver”, como si se tratara de un espectáculo
más.
Ahora bien, desde esta realidad tenemos que preguntarnos ¿cuál es el interés
mediático de la violencia contra las mujeres?, ¿cómo nos registran?, ¿qué mar-
cas o señas particulares de tipo machista y sexista atraviesan las rutinas y,
desde luego, las notas periodísticas?, ¿qué tanto dominio y conocimiento sobre
violencia de género tienen quienes escriben sobre estos temas? Nótese que no
me pregunto ¿qué tanta sensibilidad de género tienen?, porque ése es un esta-
dio en el que estamos quienes abiertamente optamos por hacer visibles los
derechos y las violencias contra las mujeres. Es decir, quienes no tememos a
que nos digan que no hacemos un periodismo equilibrado u objetivo, simple-
mente porque éste no existe.
39
comunicativo bajo el que se amparan muchas de las informaciones que care-
cen de los valores esenciales de la ética periodística: “verdad, independencia y
responsabilidad social” (Restrepo, 2004). Entendiendo, desde luego, que no
existe una sola verdad.
Así pues, sólo nos queda un examen continuo del ejercicio mediático y periodís-
tico relacionado con la violencia de género, orientado a cualificar nuestro traba-
jo en función no de la cantidad de las noticias sino de la calidad de las mismas.
Se trata pues de hacer un ejercicio mediático y periodístico responsable, que
nos permita contribuir al conocimiento de las causas profundas y orgánicas
que generan la violencia contra las mujeres, tanto en la esfera privada como en
la pública.
Desde esta lógica, las mujeres somos implicadas deformadamente en las noti-
cias, pues únicamente aparecemos en ellas como un dato o relato fragmenta-
do de la realidad, que sólo tiene presente a las víctimas de violencia física,
usualmente aquélla que conduce a la muerte. En estas circunstancias, ni si-
quiera se usa el término preciso para hablar de estos casos, sea feminicidio o
femicidio.
Así pues, la muerte de las mujeres en los medios, y por ende en la sociedad,
siempre queda en el terreno de la sospecha, de la duda jurídica o de la justifica-
ción velada. Los clásicos titulares “La mató por celos” o “Tenía una relación
tormentosa”, implícitamente conduce a muchos lectores y lectoras al consabi-
do “por algo será…”. Esa duda deriva en otra interrogante, superficial pero hon-
da a la vez, que no se cita pero que, tras los puntos suspensivos, esconde la
descalificación: “por puta”, o en el decir ecuatoriano, “por medio puta”.
Más adelante la nota resalta que “Kevin Rubén Jaramillo es judicializado por la
muerte de su ex–novia Tatiana Fandiño”, explica cómo fue encontrada la vícti-
ma y señala que el responsable será “judicializado por homicidio agravado y
por tortura, ya que la víctima habría sido golpeada y amarrada antes de que se
28 Para ampliar el término feminicidio o femicidio ver el artículo “Es un feminicidio, no un
asunto de inseguridad”, en http://mujerescontandoenvozalta.bligoo.com/es–un–feminicidio–no–
un–asunto–de–inseguridad a propósito del crimen contra Karina del Pozo en Quito, Ecuador; caso
emblemático de violencia contra las mujeres en el país, que contribuyó a que se tipificara el femici-
dio en el Código Penal Integral actual de Ecuador.
41
registrara su muerte por asfixia mecánica”.29
Utilizando la redacción para web, la nota remite a un link que dice “Vea la rela-
ción tormentosa de Tatiana, quien apareció muerta en una maleta”. La expre-
sión “relación tormentosa”30 coloca al femicidio en el plano de la sospecha y lo
justifica sutilmente, pues en el contexto patriarcal era –y todavía es– usual ha-
blar de los llamados “crímenes pasionales”, en los que las mujeres “provocaban
los celos” de la pareja que se “altera” y en un momento de “ira e intenso dolor”
mata a su pareja, tras someterla a diversas clases de tratos crueles y degradan-
tes que constituyen tortura.
Por eso es recurrente encontrar notas periodísticas que apelan a los datos, y
que en el sentido más básico del relato, dejan ver la postura u opinión del autor
o autora, aunque esté firmada como “redacción judicial”, una forma frecuente
de invisibilizar y diluir la responsabilidad social del ejercicio periodístico. Detrás,
o en el fondo de toda pieza periodística –aplica para todo lo que se considera
texto–, está la visión del mundo que sus autores y autoras tienen de las
mujeres.
42
Transcribo a continuación algunos datos del texto referido para que compren-
damos esta nueva forma de manifestarse del sistema patriarcal, desde la que
se pretende invertir el discurso, comparando la violencia machista hacia los
hombres,31 con la histórica y estructural violencia de género contra las
mujeres:
31 No quiero decir con esto que se deba tolerar o invisibilizar la violencia contra los hom-
bres. No, de ninguna manera, pero se debe ubicar y explicar como resultado de la cultura patriarcal
y machista que afecta, de diversas formas, a las mujeres. Una de ellas es ejerciendo diferentes tipos
de violencia, no sólo contra los hombres sino contra las mismas mujeres e incluso contra niños y
niñas, dependiendo del contexto de las relaciones.
32 Ella llama a esta práctica neomachismo, presente en todas las esferas de la sociedad:
academia, medios de comunicación, política, deportes y economía. A ella adhieren no sólo hombres
sino muchas mujeres que ocupan algunos espacios de decisión.
43
Usan maniobras que conducen a no perder el control sobre las mujeres, para lo
cual se valen de mecanismos como la manipulación, en este caso informativa:
La práctica de la desconceptualización
Entender estas claves del posmachismo o neomachismo, como discurso co-
municativo, nos permite analizar críticamente la desconceptualización y des-
contextualización de la violencia de género en los medios de comunicación y el
periodismo.
Para empezar, considero que esta práctica es la estrategia más peligrosa del
patriarcado, porque su discurso luce académicamente aceptable, mediática-
mente objetivo, políticamente progresista y, aún, socialmente soportable para la
mayoría de las mujeres. Porque, de una u otra forma, no es el machismo salvaje
de inicios del siglo XX, sino una elegante forma neomachista que se admite
como “exceso inevitable en el siglo XXI” de ciertas izquierdas gobernantes que
lideran los actuales procesos de poder en América Latina, y cuya práctica con-
servadora en el tema, es referida por las derechas en la oposición como “lo úni-
co bueno que han hecho los autoritarismos populistas”.
Vuelvo entonces aquí a Julia Evelyn Martínez, quien nos recuerda que:
Este femicidio de dos mujeres y dos niñas, no desató una masiva reacción me-
diática, ni de las redes sociales en Ecuador. No fue un acontecimiento que con-
moviera ni movilizara a nadie: no hubo proclamas, ni reacciones de ninguna
organización social, ni oficial o de la oposición, ni declaraciones de mujeres
parlamentarias o lideresas.
En este punto debo recordar las inequidades de los medios masivos, quienes
recientemente desataron una campaña enérgica para defender a uno de los
suyos, en nombre de la libertad de expresión –la libertad para cosificar (Lagarde,
1996) a los más pobres y a las mujeres, especialmente colombianas–. Me re-
fiero al diario Extra33 que sigue usando y vendiendo nuestra imagen, con conte-
nidos y lenguajes sexistas, violentos y discriminatorios, en nombre de la “liber-
tad de prensa”. Pero, claro, las dos mujeres y las dos niñas de La Josefina, no
pasan de ser un hecho más, que no merece el repudio nacional ni la indigna-
ción de alguien, sino el silencio y, por ende, la impunidad social. Este cuádruple
33 Sobre el caso ver Extra. “Diario Extra sostiene que hay una campaña en contra”. Dispo-
nible en http://m.eluniverso.com/noticias/2014/03/26/nota/2480911/sip–senala–que–multa–
supercom–diario–extra–atenta–contra–libertad – http://elecuatoriano.net/2013/09/16/ecuador–
diario–denuncia–una–campana–en –su–contra/
45
asesinato fue objeto de una desconceptualización y descontextualización de la
violencia de género y del femicidio en los medios y el periodismo ecuatoriano.
46
Con estas reflexiones concluyo este artículo reiterando la responsabilidad ética
de los medios y de los periodistas de formarnos en temas de género y, sobre
todo, de optar por las mujeres y las niñas, para que podamos mostrar lo que
está pasando a quienes ven la televisión pero “no ven”; a quienes leen los perió-
dicos y las revistas pero “no leen”; a quienes oyen la radio pero “no escuchan”,
y a quienes navegan e interactúan en las redes sociales, validando con un “me
gusta” o un “retuit” lo que no se alcanza a comprender: que la violencia contra
las mujeres es el resultado histórico y estructural de culturas patriarcales y ma-
chistas. Que hoy tienen una nueva cara en el pos o neomachismo, que son
discursos para descontextualizar y desconceptualizar la violencia de género, no
sólo desde los medios de comunicación y el periodismo, sino desde las diferen-
tes esferas de la sociedad y la cultura.
Bibliografía
Bogotá, R. (2014, abril 10). “Ante un juez, presunto homicida de mujer que apa-
reció en una maleta”. Bogotá: El Tiempo. Sección “Temas del día”.
48
Una estrategia ciudadana de presión mediática
Introducción
Hoy en día cualquier acción o iniciativa ciudadana puede ser global, televisada
e interneteada en el momento mismo en el que sucede, con la potencia de
desencadenar movilizaciones masivas espontáneas. Hay muchos ejemplos de
luchas feministas en cadena en el último año: “El tren de la libertad” que circuló
por Europa y América Latina, por el derecho de las mujeres a decidir sobre su
cuerpo; el grupo ruso, feminista de música Pussy Riots; las mujeres con el pe-
cho descubierto en congresos, senados y asambleas nacionales en España,
Ucrania y Ecuador; las mujeres reclamando su espacio político y social en las
primaveras árabes; las masivas protestas en las calles de la India para repudiar
49
la violación sexual de una mujer en un autobús público… Y lo mejor es que las
repercusiones de las protestas ya no tienen fronteras. En el caso de Karina del
Pozo, aunque el repudio del asesinato no se convirtió nunca en una moviliza-
ción masiva nacional, fue un ejemplo de indignación ciudadana y de moviliza-
ción de grupos –más allá de los feministas y del movimiento de mujeres– en
defensa de la vida de las mujeres. Fue un pequeño paso en la conciencia colec-
tiva sobre la potencia que puede tener una protesta cuando utiliza todos los
medios para hacer oír su denuncia. Fue un grupo pequeño de la sociedad el que
exigió justicia para Karina del Pozo y el fin de la impunidad para los casos de
asesinato de mujeres. Y las redes sociales y los medios convencionales –que
se vieron arrastrados por twitters y facebooks sobre el caso– hicieron el resto:
amplificaron las voces.
El ruido mediático –que rodeó al caso durante aproximadamente seis meses–
se ha apagado y es difícil percibir si a título individual tuvo algún impacto positi-
vo en la práctica periodística de las y los profesionales de la información. El
hecho cierto es que no hubo un impacto directo sobre la labor diaria de los pe-
riódicos ecuatorianos. En cuatro años de trabajo, el Observatorio “Los derechos
de las mujeres en la mira” continúa constatando que la situación de riesgo en
la que viven muchas mujeres en el país recibe escaso tratamiento en los diarios
nacionales; los problemas y las dificultades por las que pasan millones de ni-
ñas y de mujeres, generados en gran medida por la violencia de género, no
hacen noticia. Entonces, hay que dirigir preguntas a las direcciones de los dia-
rios: ¿por qué no ha habido un giro en el tratamiento informativo que hacen los
medios de la violencia doméstica, tras el enorme impacto que tuvo el caso
Karina del Pozo? ¿Por qué se resisten a adoptar estrategias que contemplen la
prevención, la sensibilización y un enfoque crítico del problema?
Karina del Pozo vivía en una sociedad patriarcal y machista –la ecuatoriana–,
donde obedecer la voluntad de un hombre ha sido siempre un acto considerado
50
natural y común, tanto en el espacio cotidiano–privado como en el público.
Cuando Karina del Pozo no accede a cumplir las órdenes de David Piña, el autor
material del asesinato según la sentencia final, él consideró que tenía la legiti-
midad, el poder y la justificación de acabar con su vida y así procedió, no como
“un loco” que ha perdido la cordura –según la narrativa noticiosa– sino como
un hombre que se cree con derecho sobre esa mujer. José Sevilla y Gustavo
Salazar estaban presentes. Ambos fueron sentenciados como coautores del
crimen. Los tres están en la cárcel, con sentencia firme de 25 años cada uno.
El caso apareció en todos los medios escritos y audiovisuales del país y en las
redes sociales y ello aceleró la convicción de que el nuevo Código Orgánico
Integral Penal debía incluir un tipo específico de asesinato: el femicidio.
El objeto de la noticia
El asesinato de Karina del Pozo es el caso de un femicidio íntimo, es decir, el
asesinato –previa violación sexual y/o abusos sexuales y/o tortura– cometido
por el hecho de ser mujer por uno o varios hombres conocidos por la víctima.
52
momento de la campaña masiva de búsqueda de Karina del Pozo, a
través de las redes sociales, las marchas y los plantones de la familia
en las calles de Quito.
»» Entre abril y junio de 2013. El número de noticias decae;
corresponde con el momento de las indagaciones y la instrucción
fiscal. El ruido mediático es esporádico.
»» Agosto de 2013. El hecho noticioso se centra en la liberación sin
cargos de dos personas arrestadas, sospechosas de tener algo que
ver con el crimen, y en el inicio de la audiencia de juzgamiento para
los tres hombres que quedan detenidos acusados de ser los
responsables de la muerte de Karina del Pozo. El caso da pie para
incluir en la agenda del debate público el término de femicidio:
»» El Comercio, 02/08/2013. Noticia bajo el titular: “Dos jóvenes del
caso Karina están libres”:
“En estos meses, el Ministro del Interior, José Serrano, [...] planteó la
posibilidad de tipificar el femicidio dentro del Código Penal que se
discute en la Asamblea. Según el funcionario, ese tipo de delitos
podrían ser penados con hasta 35 años de cárcel”.
El ruido mediático se intensifica un momento y después empieza a
decaer, sin llegar al silencio completo.
»» Entre el 4 y el 15 de septiembre de 2013. El número de
publicaciones aumenta. Todos los días se registran actualizaciones
varias veces al día. Se inicia la audiencia de juzgamiento y la lectura
de la sentencia. En el transcurso del día El Comercio, El Telégrafo y
Extra actualizaban la noticia, publicando al final del día un recuento
de la información.
El ruido mediático recobra volumen y alcanza su punto álgido con la
lectura de la sentencia final. Los diarios informan desde el momento
mismo de la apertura del juicio:
La Hora: “En el Tribunal Séptimo de Garantías Penales se instaló
alrededor de las 09:10 la audiencia de juzgamiento contra los tres
implicados en la muerte de la joven Karina del Pozo”.
Extra: “A las 09:10 de ayer, el Tribunal Séptimo de Garantías Penales
de Pichincha inició la audiencia de juzgamiento en contra de José
Sevilla, David Piña y Gustavo Salazar, sospechosos del asesinato de
Karina del Pozo”.
»» Febrero de 2014. Tres diarios publican la ratificación de la
sentencia a 25 años para los tres hombres jóvenes hallados culpables.
El inicio del juicio y la sentencia final llegaron a ser primera página en
casi todas las ediciones digitales de los diarios monitoreados.
El tratamiento informativo de las personas implicadas
La mayor parte de las informaciones fue publicada en las secciones de seguri-
dad, justicia y/o policial. En los días de la celebración del juicio, las actualizacio-
nes de las versiones digitales de Extra, El Comercio, El Telégrafo y El Universo
fueron continuas –posiblemente desde la misma sala donde se celebraba el
53
juicio–, dando cuenta de las declaraciones de testigos, de informaciones apor-
tadas por pruebas presentadas en el juicio y, finalmente, del fallo y las reaccio-
nes al mismo.
Tratamiento de la víctima
En este aspecto hay que diferenciar dos tipos de informaciones: aquéllas que
destacan los diarios por considerarlas relevantes para conocer a la víctima o las
circunstancias del asesinato, y aquéllas otras que reproducen los diarios pero
que son citas textuales de otras fuentes de información.
Otras declaraciones de la familia hablan de que Karina del Pozo buscaba traba-
jo, era una buena chica apegada a su familia, modelaba tan sólo para ganar
algún dinero, y un largo etcétera sobre detalles de su personalidad, que los
diarios consideraron información relevante para esclarecer las razones del
caso. Afirmaciones sobre la calidad moral de la mujer –y su reproducción en los
diarios– conducen a la reproducción del sistema de tutelaje que la sociedad
ejerce sobre las mujeres, recordándonos –junto a cada referencia de la vícti-
ma–, que se trataba de “una buena chica”. De forma inconsciente estas afirma-
ciones incluidas en el cuerpo de las noticias nos recuerdan, cada vez que se
publican, la idea de que era una “buena chica”, por si acaso alguien tiene las
dudas.
En los meses de gran cobertura mediática, los diez diarios apenas publican
entrevistas especializadas, a mujeres y organizaciones de mujeres y/o de dere-
chos humanos con años de estudio sobre el femicidio en el país y que podían
dar pautas útiles sobre este tipo de delito, los patrones que sigue y cómo se
desencadena la violencia de género contra las mujeres.
Diario La Hora aporta los nombres completos de las dos personas que más
tarde fueron absueltas así como el nombre de la madre de una de estas perso-
nas. Por su parte, El Comercio y El Telégrafo proporcionan el primer nombre y la
inicial de los apellidos: Geovanny P., Manuel S. y José S. Hay, además, cierta in-
consistencia con los nombres de pila de los acusados: Geovanny P., será luego
Gustavo Piña; se supone que ambos forman el nombre completo del joven,
pero en unas ocasiones se le designa con el primer nombre y en otras con el
segundo, sin criterio aparente por parte del diario. El Universo publica el día 26
de mayo los nombres completos de los detenidos. Sin embargo, en junio se li-
mita a publicar las siglas, incluso sin el nombre de pila de los principales sospe-
chosos: “Con la presencia del Fiscal General, Galo Chiriboga, el fiscal Vicente
Reinoso acusó a G. S. y D. P. como presuntos autores materiales del asesinato
de la joven Karina del Pozo, ocurrido el 20 de febrero del 2013 en el sector de
Llano Chico, al norte de Quito, y como coautor a J. S. El fiscal se abstuvo de
55
acusar a Cecilia R. y Nicolás L.” En agosto, el mismo diario los menciona así:
David P., José S. y Manuel S. Diario Hoy, el 28 de febrero, da los nombres com-
pletos de los cinco detenidos, y más tarde, el 8 de marzo, sólo publica las
siglas.
En el mes de febrero de 2014, un año después del asesinato de Karina del
Pozo, la Sala Penal de la Corte Provincial de Pichincha ratifica la prisión de 25
años para los tres acusados. El Universo, El Comercio y El Telégrafo se hacen
eco de la noticia. Ninguno de estos diarios publica el nombre completo de los
tres hombres, a pesar de que ya están acusados y con sentencia firme.
De estos ejemplos se puede concluir que, o bien las reglas de redacción perio-
dística (manual de estilo) no están claras en algunos diarios, o no hay supervi-
sión final de los textos que se publican por parte del editor/editora.
57
8 Los diarios mantuvieron una visión reduccionista del caso: preferencia por
formatos breves, enfoque centrado en el aspecto judicial, escasa relación
con los derechos humanos de las mujeres, pocas entrevistas con fuentes
expertas, y limitada mención a la normativa nacional e internacional (CEDAW
o Belem do Pará).
9 El impacto social más fuerte se produjo en Quito, ciudad natal de la víctima
y sede de la Asamblea Nacional, en cuyo seno estaba en debate el Código
Orgánico Integral Penal.
10 Sin la firme estrategia mediática desplegada por la familia de Karina del
Pozo, los medios no habrían mantenido la noticia en primera plana y por tanto
tiempo. Esta estrategia tuvo como objetivo evitar el silencio de los medios.
Sus pilares fueron:
»» Alerta inmediata y masiva a través de redes sociales –como Twitter
y Facebook– antes de las 24 horas de desaparición de Karina del
Pozo.
»» Elección de un portavoz de la familia para enfrentar los medios de
comunicación.
»» Apariciones y declaraciones públicas de familiares y abogado en los
medios.
»» Manifestaciones y plantones en las calles.
58
“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?”:
En segundo lugar, la expresión “cómo se mata”, alineada con la prueba viril, re-
vela la experticia requerida para ejercer la condición más lamentable de la
masculinidad, cual es el uso y disposición de los cuerpos y vidas de las mujeres,
de lo femenino y de los cuerpos feminizados. Ser masculino, en términos nor-
mativos, implica una serie de exigencias y protocolos de cumplimiento
35 Comunicador Social por la Universidad Central del Ecuador; Máster en Periodismo y Doc-
tor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Docente del Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.
36 Expresiones recogidas en el Juicio 2013-0070. Ver http://www.funcionjudicial-pichin-
cha.gob.ec. Ver además http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/caso-karina-del-pozo-todas-las-
versiones-hablan-de-horror-577262.html.
59
obligatorio. Y en el extremo de esa cadena de requerimientos, lo que se exige
de la masculinidad normativa es eficacia en el control total de aquello que la
puede poner en riesgo. Ser “mandarina”37 no solo supone dejar entrever una
flexibilización o alteración de los roles de dominación entre hombres y mujeres;
implica la incapacidad de mostración pública del ejercicio de la masculinidad,
y esa incapacidad se condena con la sanción simbólica que puede ir desde una
asociación con lo débil y lo frágil hasta con el mote de “maricón”, contra el cual
todas las reglas del orden sexual se ponen en juego.
Finalmente, la expresión “a una putita”, revela toda la descalificación a la mujer
que es capaz de decidir y administrar su propia sexualidad. En el relato
periodístico,38 Karina del Pozo habría tenido relaciones sexuales con el dueño
del departamento la noche de la fiesta que precedió al femicidio. En cierta jer-
ga masculina y serrana, la palabra “chullona” describe a la “mujer fácil” y “dis-
ponible”, que escoge a sus parejas sexuales. Esta expresión de sanción moral
no está muy lejana a la de ninfómana, con la cual el saber mítico/patriarcal
juzgaba la autonomía sexual, escondido detrás del cientificismo psicológico
(Laqueur, 1994). Y es que Karina del Pozo desafía la regla masculina, por la
cual la “chullona” está a disposición de todos los masculinos. El relato periodís-
tico nos dice que Karina, dentro del auto, se resistió a los manoseos de sus fu-
turos asesinos, y ese rechazo le valió los improperios y descalificaciones que,
como toda violencia psicológica, escala hasta llegar al punto de la extinción de
la vida.
En ese sentido, “¿quieres ver cómo se mata a una putita?” revela dos de los
rasgos más perturbadores y entrelazados de la masculinidad normativa. El pri-
mero tiene que ver con el surgimiento mismo de la masculinidad como proyec-
to angustioso, no acabado, que requiere de una serie de constantes artilugios
para validarse. Horowitz (1989), siguiendo a la interpretación freudiana de la
sexualidad, ha planteado que tanto la masculinidad como la feminidad contie-
nen un principio de represión básica por el cual el cuerpo y su polisexualidad se
encuentran sublimados/reprimidos en la heterosexuación y en las políticas bi-
narias del deseo. Sobre esta represión básica el mismo autor, en diálogo con
Marcuse (1969), señala que opera la represión excedente, que es la que
60
propiamente permite emerger a la masculinidad como negación de lo nutricio/
materno y como opuesto a lo femenino y al deseo homosexual. Pero los “senti-
mientos que se reprimen perduran” (Horowitz y Kaufman, 1989: 75), y el sujeto
masculino, que tanto reprime a la feminidad por saberla tan próxima a su cuer-
po, no puede soportar convivir con un riesgo tan cercano de destitución de su
esencia masculina (Zizek, 2001), esencia que finalmente es una condición pri-
vilegiada de poder. Pero este riesgo es constitutivo a la masculinidad normativa
puesto que ésta no puede existir como tal por fuera de la relación especular y
asimétrica de poder frente a lo femenino. Las resoluciones a este riesgo y el
carácter perentorio de las mismas también son constitutivos de la masculini-
dad. Y la principal resolución opera en la prueba viril y en la consecuente violen-
cia machista. De hecho, según Michael Kaufman (1989: 20-21), la violencia de
género se explica en la “represión excedente” y en los subsiguientes dispositi-
vos biopolíticos que promueven y ratifican la agresión excedente. La agresión
excedente se encontraría transmutada en deseo y erotización y se encapsula-
rían en la prueba viril como expresión de cómo la violencia machista totaliza la
experiencia humana, es decir, en el ser y el conocer.
Precisamente esto último es el segundo rasgo constitutivo de la masculinidad
normativa que destaco: históricamente, al menos en lo que a Occidente se re-
fiere, la sexualidad masculina ha estado asociada a “poseer y destruir” (Michel,
2000). Y esta asociación es la expresión de la tensión más importante en la
masculinidad: la relación entre placer y poder. Gozar, disfrutar, disponer del
cuerpo de otra persona, es lo que más ata a la masculinidad con relaciones de
poder que se naturalizan placenteramente en los cuerpos, tanto de hombres
como de mujeres. La sola escalofriante frase del femicida de Karina del Pozo
“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?” revela el carácter extremo de la re-
lación entre placer y poder. Y es que la prerrogativa patriarcal por la cual el
masculino dispone de la vida de las mujeres, de lo femenino y de los infantes,
implica que la sexualidad masculina, concentrada en lo visual, en lo genital, y
en lo fetichista, siempre ha estado asociada a la posesión y a la destrucción. El
carácter erótico de la dominación, muy recreado en la pornografía, alcanza su
punto más alto en el asesinato. Poseer y destruir, como una fatalidad y premisa
de la subordinación, organiza la erótica heterosexuada y legitima en el placer el
carácter de dominación de la masculinidad.
61
fueron tres hombres jóvenes comunes y corrientes, que repotenciaban su mas-
culinidad –el proyecto masculino siempre está en déficit– en la ocupación total
del cuerpo de Karina del Pozo. Y lo hicieron frente a sí mismos, como pares,
para corroborar el terror placentero de portar y ejercer la versión más absoluta
y disoluta de la masculinidad normativa. Y entre los actuantes, destaco el rol
del cómplice, del observador, del fetichista, que contempla erótica y homoróti-
camente –al fin y al cabo, el cultivo de la masculinidad tiene una fuerte carga
homo– el despliegue viril. Este expectante, que como tal pretendió ser exculpa-
do, ocupa el lugar de complicidad en el que este tipo de masculinidad se mueve
y se legitima. Dicha complicidad se compacta, con la violencia del asesinato,
en varios niveles: en el primero, el expectante azuza el ambiente de domina-
ción, incluso con su posible mutismo previo al asesinato, pero el ambiente se
carga de aprobación compartida. Esto, porque la virilidad nunca se resuelve en
la soledad, aun en los casos muy individuales o de contemplación pública de
los signos de la virilidad –como en el culto a la musculatura hiperbólica– la
mirada atenta de la cultura y la de los grupos sociales inmediatos conducen la
organización de la masculinidad hacia la consecución de la virilidad.
En un segundo nivel, y reiterando en lo enunciado líneas arriba, la complicidad
en el altísimo acto erótico que sella el poseer al destruir, es una complicidad
contemplativa y homoerótica. Las alegorías a la mostración fálica implican des-
de la ansiedad por la observación del pene, hasta la constatación de la capaci-
dad del control del cuerpo femenino. Y este es un escenario teatral en el que las
miradas entre los protagonistas se entrecruzan en la búsqueda de la prueba
viril.
El tercer nivel de la complicidad tiene que ver con el silencio. El tejido social
masculino está urdido de una suerte de alianzas secretas, asociaciones inaudi-
tas y secretos inexpugnables. Tanto si hablamos de la casual asociación entre
hombres jóvenes que comparten un evento social, hasta las cualificadas e his-
tóricas asociaciones masculinas como los ejércitos, las logias, los clubes o los
seminarios. Efectivamente, este tipo de asociatividad, activada histórica e insti-
tucionalmente para proteger y detentar cierto tipo de propiedad, conocimiento
y poder, no es lejana de la que se produce cuando dos o más hombres se en-
cuentran para mostrar y demostrar su virilidad. Es decir, en ambos tipos de teji-
do social, el control y distancia a lo femenino organizan y legitiman todos los
silencios que pudiesen encubrir la ocupación y dominación de lo femenino.
Este silencio es tan fuerte en la construcción discursiva, que carga de doble
sentido muchas de las expresiones de la sexualidad con las cuales las
estos jóvenes? Tienen entre 19 y 25 años y viven el momento; intercambian sexo casual sin com-
plicaciones ni compromisos; tampoco sus relaciones de amistad, a juzgar por lo que dicen unos de
otros, son demasiado firmes; consumen alcohol y drogas; incursionan en uno u otro trabajo, no dan
muestras de sentir pasión por lo que hacen; los estudios no parecen ocupar un espacio demasiado
importante en sus vidas; alguno entrena artes marciales pero no se lo toma con calma, como pres-
cribe la filosofía oriental: todo lo contrario; son violentos, explotan fácilmente; llegado el caso, uno
o varios de ellos pueden transformarse en asesinos. […] Leer sus testimonios es sumergirse en los
abismos más oscuros del alma humana”. En http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/caso-karina-
del-pozo-todas-las-versiones-hablan-de-horror-577262.html. Es importante además revisar cómo
el calificativo de “perverso”, por ejemplo, por más buena voluntad que hubiese en la llamada de
atención sobre el femicidio, configura una tipología masculina muy cercana a la desadaptación, a la
maldad y a la ofuscación moral. En ese sentido, revisar el relato periodístico disponible en http://
www.elcomercio.com/opinion/perversidad.html.
62
sociedades revelan cuán reprimidas están en ese plano, y cuán subordinado
sigue estando el rol de lo femenino. En este contexto, el silencio del expectante
es un silencio cómplice, no solamente aterrado puesto que él acompaña todo
el proceso de vejación de Karina; por lo tanto, no hay atenuante en un posible
shock producido por el asesinato; y no hay atenuante debido a que este tipo de
masculinidad hegemónica se solaza en la fijación compartida por la
destrucción.
63
aterrados, mientras ellos las persiguen al tiempo que se van desvistiendo. Al
llegar al ascensor, una de las mujeres constata que se olvidó su cartera: el des-
enlace es una disyuntiva para el espectador entre suponer que las mujeres de-
jarán olvidada su cartera y se librarán del acoso o, si víctimas de su vanidad y
descuido, regresarán a por la cartera, símbolo de su feminidad y, en este caso,
de torpeza. Este sketch recibió críticas muy puntuales en la página de YouTube,
pero fueron más las expresiones verbales violentas que descalificaban la alerta
hecha sobre la victimización a las mujeres y su cosificación. Todo esto a pocos
meses de haber sucedido el femicidio de Karina del Pozo. Este sketch hasta la
fecha ha recibido 4’563.817 visitas y no parecería que vaya a ser retirado,
mientras el spot de la campaña de Estado finalmente fue sacado del aire, aun-
que en carta enviada por el entonces Secretario Nacional de Comunicación,
Fernando Alvarado Espinel,42 se mostraba una sensibilidad ante la demanda de
activistas por los derechos de las mujeres, “llamándolas la atención” por no
protestar ante otros productos comunicacionales –como las telenovelas– que
también incurren en estereotipos sobre las mujeres.
Más allá de la polémica que puede haber despertado la reacción del funciona-
rio de Estado, hay que destacar la fuerza de la opinión pública, básicamente
mujeres y activistas feministas que a través de las redes sociales se activaron
para exigir, en el contexto del femicidio de Karina del Pozo, respeto a la digni-
dad de las mujeres, y atención de los poderes públicos y de la sociedad en ge-
neral, hacia los casos de violencia de género y de asesinato de mujeres por el
hecho de ser mujeres. En este contexto la sociedad civil logra que el Estado in-
corpore en el Código Integral Penal –en ese momento en debate– la figura del
femicidio en estos términos: “La persona que, como resultado de relaciones de
poder manifestadas en cualquier tipo de violencia, dé muerte a una mujer por
el hecho de serlo o por su condición de género, será sancionada con pena priva-
tiva de libertad de 22 a 26 años”.43
64
gran mayoría y de manera canónica, recrean en prensa, radio, televisión y me-
dios digitales estereotipos de un tipo de masculinidad hegemónica a partir de
la cual se organiza el entramado social, cultural e ideológico. Telenovelas, fil-
mes de acción, publicidades o revistas semanales, por ejemplo, insisten en la
difusión de un tipo de masculinidad que, aunque matizada en sus roles tradicio-
nales de procreadora, proveedora y protectora (Gilmore, 1997), se recrea en la
mostración viril como eje de organización simbólica. La publicidad sobre todo
ha sido extremadamente hábil para metamorfosear la centralidad fálica en los
objetos más disímiles como cosméticos, desodorantes, brochas de pintura o
tuberías, por ejemplo (González Requena, 1999). Y aunque la centralidad fálica
esté difuminada, con frecuencia la narración mediática tiende a reforzar el vín-
culo entre imagen masculina, control y poder. Hasta antihéroes como Homero
Simpson, que con frecuencia aparece como un hombre emasculado por moti-
vos físicos, intelectuales o psicológicos, organizan y completan el espacio vi-
sual y narrativo a partir de su sola presencia y enfatizando con frecuencia la
negación de toda posibilidad de “contaminación” con lo femenino.
Esa negación de lo femenino es consustancial al principio activo/pasivo, por el
cual lo masculino/activo tiene todas las prerrogativas, mientras que lo femeni-
no/pasivo es una fatalidad destinada al servicio. En esas condiciones estructu-
rales de la masculinidad, ser masculino es de suyo una prerrogativa que habili-
ta al sujeto que la porta a decidir sobre el destino y la vida de lo femenino y de
los infantes.
En ese sentido, Carlos Lomas y Miguel Arconada (2003) realizan una investiga-
ción detallada y potente de cómo se construyen y reproducen los modelos mas-
culinos hegemónicos en los medios de comunicación. Parten del principio de
que el lenguaje juega un papel importante en la regulación de las conductas
humanas, y que los textos culturales y las políticas de representación en los
medios utilizan el lenguaje para ratificar los lugares de supremacía de lo mas-
culino y de subordinación de lo femenino. De esta manera, los autores señalan
que en la publicidad lo que menos importa es el objeto publicitario cuanto las
circunstancias, evocaciones y pulsiones que se vinculan al objeto. Así, el valor
de uso práctico no es tan importante como el valor de cambio simbólico. En esa
lógica, la jerarquía y asimetría de los géneros se naturaliza, del mismo modo
como se encuentra naturalizada y narrativizada la dominación masculina en
los supuestos ideológicos del progreso de la civilización, como dominación so-
bre la naturaleza –que histórica y culturalmente se ha construido como lo
65
femenino y lo pasivo–; por tanto, como preeminencia –y destino– de lo activo
sobre lo pasivo, de lo masculino sobre lo femenino (Bourdieu, 2010).
Y es que los medios de comunicación, al insistir en el sexismo, naturalizan el
fetichismo y la cosificación de todos los cuerpos, pero sobre todo los de las
mujeres: la parte representa el todo que debe ser troceado y devorado. De he-
cho, la primacía de lo genital en esas representaciones de la sexualidad deva-
lúa la totalidad del cuerpo. Esto deviene en que lo femenino se consolida como
una dupla innegociable entre lo reproductor y lo placentero –madre/puta–.
Esta fijación se abstrae y se mistifica (Lomas y Arconada, 2003).
En ese sentido, “¿quieren ver cómo se mata a una putita?” reclama el lugar
predominante y violento de lo visual en el discurso fetichista y pornográfico de
la masculinidad. Dicha frase es una expresión extrema del vínculo entre la cosi-
ficación de la mujer y el discurso pornográfico: fijación del objeto de deseo se-
xual como objeto de temor y de deseo; ansiedad por la castración y fascinación
ansiosa por la sexualidad coital; fascinación por el tabú –por lo reprimido– y por
la represión excedente; resolución ilusoria de la inseguridad masculina, y laten-
cia de la agresividad excedente –muerte y desmembramiento– en tanto, cal-
ma la ansiedad y aumenta la autoestima (Horowitz y Kaufman, 1989). Por lo
tanto, en esta línea son pertinentes las afirmaciones de Horowitz y Kaufman,
cuando señalan que la sociedad es fetichista, de represión excedente, de co-
mercialización, patriarcal, capitalista y de excedente represivo: “Ésta es la fuen-
te primordial de degradación sexual de la mujer y de la represión excedente de
toda la humanidad” (Horowitz y Kaufman, 1989: 98). Y es aún más pertinente
esta afirmación cuando recordamos que, vía los medios de comunicación, no
sólo aprendemos a ser masculinos, sino que nos formamos como parte de la
66
misma masculinidad, que luego nos ata y nos obliga.
Lo que apunta Bourdieu, en la misma frecuencia que los teóricos de las mascu-
linidades desde los años 90 (Carabí y Armengol, 2008), es que no historizar la
masculinidad implica, por un lado, seguir desproveyendo al conocimiento cien-
tífico y al análisis social y cultural de elementos de criticidad relevantes; y por
otro, dicha negación naturaliza las relaciones de poder entre géneros perpe-
tuando la subordinación de las mujeres y de lo femenino (Bourdieu, 2010). Por
el contrario, historizar la masculinidad supone reconocer que la misma presión
normativa fragmenta a la masculinidad hegemónica generando distintas mas-
culinidades, o que por razones antropológicas o como consecuencia del impac-
to de las luchas de las mujeres existen formas variadas de ser masculino
(Gutmann, 1998); pero que aun en las masculinidades más emasculadas, los
privilegios subsisten, y la mirada histórica y crítica debería permitir reconocer
que tales privilegios no están por fuera de relaciones de poder entre los géneros
que se han construido histórica y culturalmente.
45 Esta es una expresión que el colectivo feminista “Marcha de las Putas Ecuador” puso
a circular a propósito de la táctica campaña concertada para denunciar la violencia de género a
propósito del femicidio de Karina del Pozo.
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de esos cuerpos y que el destino de esas vidas reposan en la voluntad masculi-
na. La ejecución de ese destino perenniza la prueba viril. Para Kaufman (1989),
este tipo de violencia se despliega inevitablemente en una tríada: contra las
mujeres, contra otros hombres y contra uno mismo. En el primer momento, la
violencia contra las mujeres expresa la fragilidad, la impotencia, y la inseguri-
dad masculinas frente a la mujer. Para la masculinidad normativa, la mujer es
la zona obscura, lo indecible, lo imposible de asir, el ser misterioso que tanto
seduce como amenaza.
La violencia contra otros hombres puede expresarse, por ejemplo, en la mostra-
ción viril que desplegaron los femicidas. La competencia, la agresión, la violen-
cia, circulan entre los femicidas como un pacto homosocial (Kosofsky, 1998)
que excluye a lo femenino y que lo condena a la sujeción total. En ese sentido,
la violencia contra las mujeres demanda la complicidad y la correspondencia
hacia la prueba viril. Complicidad y correspondencia que exigen que los hom-
bres se deshumanicen al compensar el horror de la violencia en el placer del
poder.
69
Conclusión
El manejo informativo avanza muy lentamente hacia un cambio en el trata-
miento de los asuntos que comprometen la vida y las decisiones de las muje-
res, y de los cuerpos femeninos y feminizados. El observatorio “Los derechos de
las mujeres en la mira” da cuenta de la lentitud y casi parálisis en ese avance.
De todas formas, la muerte de Karina del Pozo, a partir del concierto informati-
vo, provocó el duelo y la solidaridad y, en ese sentido, los medios tuvieron que
ajustarse al reclamo público. Pero, como señala Judith Butler (2006), hay otras
circunstancias y condiciones, tan estructurales como la pobreza o la discrimina-
ción por motivos étnico/raciales o de género, que hacen que otros femicidios y
muertes no merezcan el duelo, no importen, y sólo sirvan, cuando ese fuere el
caso, para engrosar las cifras del registro oficial y periodístico.
Bibliografía
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después de la modernidad. Nuevos planteamientos en torno a la representa-
ción. (pp. 365-377). Madrid: Akal.
71
Tipificar el femicidio
¿Cómo explicar entonces lo que sucedió con esta joven quiteña de 20 años?
Durante esos días todas vimos, compartimos y comentamos las fotografías de
esta joven mujer, pues sus seres queridos removieron las redes sociales y los
medios de comunicación con mensajes de búsqueda de Karina, la hermana,
prima, amiga, estudiante, muchos adjetivos para identificarla, además el de
“modelo”, que algunos medios se empeñaron en usar para caracterizar el perfil
de la mujer, hasta ese momento desaparecida.
“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?” cayó como un rayo en medio de to-
das las especulaciones, y nos mostró de cuerpo entero al machismo que quitó
la vida a Karina y que es la razón estructural por la que mueren decenas de
mujeres en el Ecuador, en América Latina y el mundo. ¿Por qué mata el machis-
mo? Pues como lo aprendimos con este caso: el machismo mata porque en-
carna la idea de propiedad sobre el cuerpo de la mujer. Sobre este supuesto, un
hombre se siente dueño del tiempo, las decisiones y, en última instancia, de la
vida misma de una mujer. Cree que ella es “su” mujer y ejerce “autoridad”, bien
sea que ella le hubiera dado el sí, o bien sea que ella hubiera cometido la terri-
ble falta de rechazarlo. De eso se trata el femicidio, palabra que aparece en al-
gunos debates en la opinión pública, cuando se descubren los cadáveres y las
73
historias de las karinas, las claudias, las esmeraldas y lauras,48 muertas indis-
tintamente en cualquier lugar del planeta.
Una de las respuestas –la más rápida y recurrida– es crear tipos penales, sobre
el supuesto de que la sola letra de la ley cambiará la realidad. De hecho en el
Ecuador, el asesinato cometido por odio que se origina en el sexo, género o
identidad sexual, lleva ya varios años en nuestra legislación penal.49 Hoy, en el
Código Orgánico Integral Penal (COIP, 2014), ya publicado en el Registro Oficial
y que entrará en plena vigencia en los próximos meses, el tipo penal femicidio
ha sido incorporado por separado de otros delitos de odio, y se encuentra reco-
gido de la siguiente manera:
La inclusión de este artículo sobre femicidio puede ser objeto de distintos aná-
lisis pero, en justicia, empezaré diciendo que es un paso adelante. Sin duda
coloca temas sobre la mesa y, ojalá un día no muy lejano, nos permita tener
mejores datos y estadísticas que, a su vez, sean usados para la toma de deci-
siones de política pública, por ejemplo. Dicho esto, hay que señalar que una de
las críticas posibles es la omisión de la violencia contra lo “femenino”, y no so-
lamente contra las mujeres. Me explico: no sólo hay quienes pagan con su vida
por ser mujeres sino también quienes se alejan del rol de mujer –el caso de
mujeres lesbianas– o quienes quieren parecer o convertirse en mujer. Me refie-
ro a los crímenes de odio cometidos en contra de personas trans o de hombres
y mujeres homosexuales, pues el machismo y la homofobia son dos caras de
una misma moneda.
En todo caso, la inclusión de este tipo penal debe ir acompañada de una serie
de acciones y de ideas que alimenten el debate y permitan que los operadores
de justicia desarrollen la sensibilidad así como los sustentos jurídicos y sociales
necesarios para su aplicación. Estas líneas son un ensayo por aportar algunos
elementos en ese sentido.
48 Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal, Laura Berenice Ramos Monárrez
son los nombres de las tres mujeres mexicanas, de 20, 15 y 17 años respectivamente, que fueron
encontradas muertas –luego de haber sido torturadas y violadas– en un campo algodonero en ciu-
dad Juárez a fines de 2001 y cuyo caso, también conocida como “Campo Algodonero”, motivó la
sentencia de la Corte Interamericana: González y otras vs. México.
49 En el Registro Oficial, suplemento 555, de 24 de marzo de 2009, se publicó la reforma
legal a través de la cual se incorporó al Código Penal el Capítulo innumerado “De los delitos de odio”.
74
Diana Russell (2011) usa por primera vez el término en 1976, al testificar en el
primer Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres en Bruselas:
“Desde la quema de brujas en el pasado, la más reciente y generalizada cos-
tumbre del asesinato de niñas en muchas sociedades, hasta los asesinatos de
mujeres por supuesto honor, nos damos cuenta que el femicidio ha venido su-
cediendo por un largo tiempo”.50
Luego de esta ocasión, que se señala como la primera ocasión de su uso públi-
co, el término “femicide”, en inglés, se encuentra precisamente en un artículo
conjunto de Diana E. H. Russell y Jane Caputi: “Femicide: Speaking the
Unaspeakable”, publicado inicialmente en Ms. Magazine, en septiembre/octu-
bre de 1990. Un par de años más adelante el artículo se publicó en Jill Radford,
y Diana E. H. Russell: Femicide: The Politics of Woman Killing, Nueva York:
Twayne Publishers, 1992.
Para Russell y Caputi “femicidio es la palabra que mejor describe los asesina-
tos de mujeres por parte de los hombres, motivados por el desprecio, el odio, el
placer o el sentido de propiedad sobre ellas” (2012). Estas autoras plantean
que el femicidio está en el extremo final del continuum del terror contra las
mujeres, el cual incluye una gran variedad de abusos verbales y físicos, como la
violación, la tortura, la esclavitud sexual (particularmente en prostitución), el
incesto y el abuso sexual infantil extrafamiliar, la agresión psicológica, el hosti-
gamiento sexual (en el teléfono, en las calles, en la oficina y en el aula de clase),
la mutilación genital (cliteridectomía, escisión e infibulación), la heterosexuali-
dad forzada, la esterilización forzada, la maternidad forzada (por la criminaliza-
ción de la anticoncepción y el aborto), la psicocirugía, la denegación de alimen-
tos a las mujeres en algunas culturas, la cirugía cosmética y otras mutilaciones
en nombre de la belleza. Concluyen que “cuando estas formas de terrorismo
resultan en muerte, ésta constituye femicidio”.
75
infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las muje-
res. (Lagarde en Santidrián, 2010).
76
relación de poder, estereotipos o patrones culturales sexistas, que de alguna
forma “justifican” la agresión, la supuesta autoridad de alguien sobre el bienes-
tar, el cuerpo y, en última instancia, la vida de una mujer.
Además de este complejo debate en torno al tipo penal, los términos en inglés
y español y sus implicaciones, hoy podemos encontrar en la literatura especia-
lizada en el tema una serie de clasificaciones del femicidio o feminicidio. Desde
la realizada por la propia Russell, al señalar que el femicidio puede ser íntimo,
no íntimo y por conexión, hasta la citada por el chileno Ried –muy crítico con la
incorporación de este tipo penal– que además de estos tres tipos agrega: el
suicidio feminicida, femicidio sexual, y femicidio sistémico. En nuestro caso nos
conformaremos con recoger el criterio de Russell, según el cual: i) femicidio ín-
timo es aquél cometido por un hombre con quien la víctima tiene o tuvo rela-
ción íntima, familiar de convivencia o afines; ii) femicidio no íntimo es cometido
en el marco de una relación de poder relacionada con el género, pero sin que
haya existido relación íntima o familiar; y iii) femicidio por conexión se refiere a
mujeres asesinadas en “línea de fuego”, en el intento o en el acto de cometer
un femicidio contra otra mujer.
77
la persistencia o la tolerancia de la violencia contra la mujer;
f. Establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer
que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre otros, medidas
de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales
procedimientos;
g. Establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesarios
para asegurar que la mujer objeto de violencia tenga acceso efectivo
a resarcimiento, reparación del daño u otros medios de compensación
justos y eficaces, y
h. Adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que sean
necesarias para hacer efectiva esta Convención.
78
individuo o grupo de individuos determinado y, por la posibilidad razonable de
prevenir o evitar ese riesgo”. Siguiendo el análisis propuesto por Abramovich, la
Corte opta por lo que llama un “estándar reforzado”, una especie de responsa-
bilidad adicional para el Estado. Aunque la Comisión Interamericana en este
caso pretendió ir más allá, al referirse a la responsabilidad estatal en la existen-
cia de un “patrón de violencia generalizada contra las mujeres”, la Corte se re-
fiere de la siguiente manera a las obligaciones estatales:
Los estados deben adoptar medidas integrales para cumplir con debida dili-
gencia en casos de violencia contra las mujeres. En particular, deben contar
con un adecuado marco jurídico de protección, con una aplicación efectiva
del mismo, con políticas de prevención y prácticas que permitan actuar de
una manera eficaz ante las denuncias. La estrategia de prevención debe
ser integral, es decir, debe prevenir los factores de riesgo y a la vez fortalecer
las instituciones para que puedan proporcionar una respuesta efectiva de
los casos de violencia contra la mujer. Asimismo, los estados deben adop-
tar medidas preventivas en casos específicos en los que es evidente que
determinadas mujeres y niñas pueden ser víctimas de violencia. Todo esto
debe tomar en cuenta que en casos de violencia contra la mujer, los estados
tienen, además de las obligaciones genéricas contenidas en la Convención
Americana, una obligación reforzada a partir de la Convención de Belém do
Pará.
En distintos momentos del proceso, llama la atención la forma en que los res-
ponsables del asesinato se refieren a sus actos o a la víctima. Son repetidas las
alusiones respectivas sobre lo que ellos consideraban su comportamiento o
conducta sexual, lo cual es claramente lo que configura el delito de feminicidio
o el agravante del código vigente en ese momento: “Por haberse negado la
víctima a establecer con el autor, una relación de pareja, enamoramiento, afec-
tividad o intimidad”. Podemos citar por ejemplo los siguientes fragmentos o
frases dentro de la sentencia:
79
manifestado que “ya vas a ver lo que le pasa por puta 56
(Sevilla) él ha indicado “si ella no era ninguna santa; era bien loca,
drogadicta, bien puta.57
80
enmarcado como un delito de asesinato.59
La lectura de la sentencia, con esta alusión tan ligera sobre el complejo fenó-
meno de la violencia machista, nos enfrenta con uno de los principales límites
de la reforma: la sensibilización y capacitación a los operadores de justicia. Las
declaraciones constitucionales, las reformas legales, seguirán siendo insufi-
cientes si no se hace un esfuerzo por comprender en su profundidad la violen-
cia contra las mujeres, los imaginarios que la generan, la justifican, la perpe-
túan, y la forma en que se expresan en los actos concretos de violencia como
este atroz episodio que terminó con la vida de Karina del Pozo.
59 Subrayado de la autora.
81
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una_mirada_al_feminicidio/3_8_que_es_un_feminicidio_feminicidio_y_pa-
triarcado_rita_segato.pdf
83
Una sociedad con visa para la impunidad:
El análisis que se ofrece a las personas que visitan estos portales parte de la
teoría feminista, teoría que en su sentido más originario pretende “hacer
ver”(Amorós,2007),es decir, hacer visible lo invisible, lo que el sistema de domi-
nación encubre y naturaliza: en este caso, la violencia de género, presentada en
el escenario social como anécdota romántica que se sumerge en el mundo de
lo natural.
85
sexismo, es un compromiso imperativo que permite romper con las lecturas
reduccionistas sobre los niveles alarmantes que alcanza la violencia en contra
de las mujeres en nuestras sociedades.
Este artículo gira en torno al tema violencia de género y pretende hacer una
relación entre dos variables importantes: el tratamiento sexista que dan los
medios a las noticias y la forma cómo se resuelven estos casos en la adminis-
tración de justicia. La relación entre estas variables nos permitirá, a la vez, ana-
lizar cómo influyen en la configuración de lo que denominamos violencia sim-
bólica. En otras palabras, afirmamos que entre más violencia simbólica existe
en la sociedad hay más permisibilidad ante la violencia material–concreta y
cotidiana, por tanto, si no hay una respuesta adecuada del sistema de justicia,
así como un compromiso ético en el tratamiento del tema por parte de los me-
dios de comunicación, la impunidad crecerá y la indiferencia social se
agudiza.
86
Volver a mirar el caso con las herramientas analíticas que brinda la perspectiva
de género, permite generar explicaciones que van más allá de la anécdota y
nos llevan a comprender cómo los prejuicios son el fundamento de la discrimi-
nación y las asimetrías de género, logrando revelar a través de una nueva epis-
temología las estructuras sexistas de nuestras sociedades, presentes en la
forma en que la realidad social se organiza, se divide simbólicamente y se vive
experimentalmente (Amorós, 2007).
Sobre las fotos que acompañan a las notas, dice: “esta sociedad
barre la casa y mete la basura ahí, bajo la alfombra. Publicamos las
fotos tal y como ocurren y no editadas porque eso falsea la realidad.
El crimen pasional significa que la víctima generó una pasión que
puede justificar al asesino, y nosotros nos lo planteamos así. Los
eufemismos en este país son terribles (debate radiofónico en La Ca-
bina de (Radio Pública, diciembre 2011).”
Todas las acciones que se conjuguen para hacer una lectura diferente del entor-
no de violencia en el cual nos encontramos sumergidas las mujeres, son impor-
tantes. Si es que no logramos ver la realidad con otros lentes, será imposible
que las oprimidas/os de este sistema puedan articular otro discurso, otra pra-
xis, esta transformación solamente se podrá lograr a través de procesos de re-
significación (Amorós, 1977).
punto de vista informativo”. Observatorio Los derechos de las Mujeres en la Mira, Quito. Corporación
Humanas Ecuador.
66 Boletín Análisis, agosto–noviembre 2013, del Observatorio Las Mujeres en los Medios.
87
coacción a través de herramientas legales e ideológicas que instituyen un ver-
dadero sistema de prohibiciones y castigos. En los diferentes ámbitos de la so-
ciedad los mitos que los medios de comunicación social propician, han impac-
tado en la aceptación o la resignación frente a las desigualdades de género,
jugando un papel fundamental en su reproducción (Puleo, 2011).
Sujeto central de la información
89
la ciudad. “me golpearon, me manosearon todo mi cuerpo y me
mordieron los senos”. Mientras recorrían la ciudad, los pillos, bajo
intimidaciones e insultos, le quitaron su celular y sus documentos.
“Bajo amenazas de muerte me obligaron a darles las claves de mis
tarjetas [...] de una cuenta me sacaron 100 dólares y de la otra 50.
Luego me dejaron botada, a las 21:30, atrás del centro comercial
City Mall”.
El Extra decide ilustrar su noticia del 14 de noviembre con un cómic que simula
el asalto de tres hombres a una mujer dentro de un coche (como reporta la noti-
cia) y, al hacerlo, desvirtúa el sentido de este género de información, cae en la
caricaturización del delito concreto, resta importancia al hecho ocurrido y denun-
ciado, pues lo presenta como un acto ridiculizable. El diario no repara en ningún
momento sobre el perjuicio y dolor que puede causar a la víctima, quien al ver
reproducido el abuso que sufrió en un cómic hecho ex profeso para su caso, lo
recordará una y otra vez, constituyéndose en un ejemplo claro de
revictimización.
90
evidenciando además la estrecha vinculación que existe entre igualdad sustan-
tiva y el principio de no discriminación.
La igualdad es como una sombrilla, y los sujetos que están fuera de ella serán
considerados discriminadas/os como resultado de las ideologías de exclusión
que niegan la condición humana a esas personas. El caso histórico de las muje-
res ejemplifica lo mencionado; sus luchas y vindicaciones pusieron en evidencia
que el fundamento que subyacía en los derechos humanos también se había
construido desde un paradigma androcéntrico, evidenciando que el requisito
para el disfrute de estos derechos era la mismidad o semejanza con el hombre;
situación que era, en principio, materialmente inalcanzable para las mujeres. El
resultado fue la exclusión bajo argumentaciones esencialistas, biologicistas y
naturalistas, asegurando así que el varón acapare lo genéricamente humano.
Cuando se trata de resignificar es imposible avanzar sin tomar en cuenta los
aportes de las mujeres, expresados en las luchas vindicativas por sus derechos,
lo que ha implicado, entre otras cosas, la profundización y la crítica de la igual-
dad androcéntrica hasta lograr establecer que somos iguales en dignidad y equi-
valencia, y no en la exigencia de la semejanza.
Esta nueva lectura de la igualdad, que llamamos sustantiva y/o real, se transfor-
ma en elemento articulador y transversal de los instrumentos internacionales
que surgieron después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
convirtiéndose en el paradigma de cómo deben ser tratados los seres humanos
en las diferentes sociedades y culturas.
92
[Sólo] 6 de cada 100 abusos sexuales son sentenciados. Frente al
número de denuncias presentadas en el país, los fallos de los tribu-
nales son aún insuficientes. Los abogados alegan falta de celeridad
y colaboración de las partes.
94
ataque en lugares donde la víctima no puede solicitar ayuda, sea en lugares
públicos (calles, lugar de trabajo) como en lugares privados (casas de
habitación).
Por esta razón, exigir prueba directa en todos los casos conduce, en la práctica,
a dejar impune al agresor. Por tanto, cuando exista únicamente prueba indicia-
ria, urge que quienes juzgan puedan ponderar si la prueba ofrece certeza de
que los hechos ocurrieron, a pesar de no contar con la prueba directa. En cam-
bio, en el caso de delitos sexuales, cuyo rasgo sustantivo radica en el abuso del
poder donde la sexualidad es utilizada para someter a la víctima, éstos consti-
tuyen violaciones flagrantes a los derechos humanos de las mujeres, de ahí que
sea correcto denominarlos delitos de violencia sexual o agresión sexual.
La declaración que brinda una víctima de violencia sexual a fin de lograr la re-
construcción de los hechos, tiene características propias de quien enfrenta
efectos postraumáticos, que no pueden ser equiparados a las consecuencias
que genera otro tipo de delitos. Esta constatación se rige por la garantía consti-
tucional de igualdad material, que en materia penal y procesal penal se traduce
en dar un trato diferenciado a quien está en una situación desigual o de desven-
taja social; garantizando a su vez el principio de justicia pronta y cumplida.
70 Sentencias revisadas en su totalidad: Juicio No. 129–2013–LBP OSJ Fallo: 3698 Corte
Nacional de Justicia. Juicio No. 1103–2013–LBP OSJ Fallo: 3736 Corte Nacional de Justicia. Juicio
No. 069–2013–LBP OSJ Fallo: 3697 Corte Nacional de Justicia. Violación. Expediente 173, Registro
Oficial Suplemento 5, 30 de mayo de 2013. No. 173–2010. Juicio penal 262–2007. OSJ Fallo: 3627.
Corte Nacional de Justicia. Expediente de Casación 171. Registro Oficial Suplemento 5 de 30 de
mayo de 2013. OSJ Fallo: 3628 Corte Nacional de Justicia. Expediente de Casación 146 Registro
Oficial Suplemento 440 de 15 de mayo de 2013. OSJ Fallo: 3629 Corte Nacional de Justicia. Corte
Nacional de Justicia. Primera Sala de lo Penal No. 124–2010–C.T. Agraviado: José Francisco Díaz
Villafuerte. Procesado: Carlos Filiberto Quezada Naula OSJ Fallo: 3644 Corte Nacional de Justicia.
Violación. Expediente 1083, Registro Oficial Suplemento 440, 15 de Mayo de 2013. OSJ Fallo: 3657.
Corte Nacional de Justicia 25 de abril de 2011. Caso 1277–10–EP. Corte Constitucional para el Pe-
riodo de Transición. Juez Constitucional ponente: Patricio Pazmiño Freire. En este mismo sentido ver
Caso 1277–10–EP. Corte Constitucional para el Periodo de Transición. Juez Constitucional ponente:
Patricio Pazmiño Freire.
71 Sentencias que se refieren a valoración de la prueba, sana crítica: Juicio No. 129–2013–
LBP OSJ Fallo: 3698. Corte Nacional de Justicia .Juicio 1103–2013–LBP OSJ. Fallo: 3736. Corte
Nacional de Justicia. Juicio 069–2013–LBP OSJ. Fallo: 3697 Corte Nacional de Justicia. Violación.
Expediente 173, Registro Oficial Suplemento 5, 30 de mayo de 2013. 173–2010. Juicio penal
262–2007 OSJ Fallo: 3627 Corte Nacional de Justicia. Expediente de casación 171 Registro Oficial
Suplemento 5 de 30 de mayo de 2013. OSJ Fallo: 3628 Corte Nacional de Justicia. Expediente de
casación 146 Registro Oficial Suplemento 440 de 15 de mayo de 2013. OSJ Fallo: 3629. Corte
Nacional de Justicia. Corte Nacional de Justicia. Primera Sala de lo Penal 124–2010–C.T. Agraviado:
José Francisco Díaz Villafuerte. Procesado: Carlos Filiberto Quezada Naula OSJ Fallo: 3644. Corte
Nacional de Justicia. Violación. Expediente 1083, Registro Oficial Suplemento 440, 15 de mayo de
2013. OSJ Fallo: 3657 Corte Nacional de Justicia, 25 de abril de 2011.
95
Es interesante resaltar que la Sala Especializada de lo Penal da un giro e inte-
gra legislación internacional relevante; podríamos decir que siguiendo la juris-
prudencia y doctrina internacionales realiza una interpretación conocida como
autorizada, que consiste en referirse al uso de un instrumento es la interpreta-
ción de otro caso. Es claro que en la sentencia se logra un umbral más alto de
protección se analiza el caso, aunque no lo menciona explícitamente, desde lo
que la CEDAW en su Recomendación 28 establece como: interseccionalidad
de discriminaciones.72
96
estructura de la motivación judicial, la coherencia y congruencia argumental de
las decisiones finales de la justicia ordinaria, en tanto afirma la garantía de los
procesos judiciales.
Sin embargo, en esta línea de valoración de pruebas, la Corte Constitucional se
aparta y resuelve de manera diferente en el caso de mujeres adolescentes co-
lombianas refugiadas en Ecuador. Este caso74 1 refleja una cultura persistente
de impunidad frente a este grupo específico de mujeres víctimas de violencia
sexual y una excesiva valoración del examen médico legista como prueba única
de violación. Así mismo, las resoluciones ponen en evidencia la ausencia de
protocolos para investigar delitos sexuales y la tendencia de fiscales y jueces y
juezas de imponer sobre la víctima la responsabilidad de impulsar los procedi-
mientos e investigaciones, no obstante establecer la ley que es la fiscalía quien
debe impulsar estos procesos de oficio. Finalmente, en el caso de las mujeres
refugiadas colombianas, alarma la ausencia de respuesta por parte de la Corte
Constitucional frente a claras violaciones de procedimiento en casos de violen-
cia sexual, incluyendo el derecho a apelar, la seguridad jurídica y el derecho a
ser notificado con las actuaciones procesales garantizadas por la Constitución,
frente a un caso de doble o triple vulnerabilidad: por ser víctima de violencia
sexual, por ser adolescente, y por ser refugiada.
A manera de epílogo
La violencia simbólica, según los criterios desarrollados en este artículo, es la
base que da sostén a la violencia material (concreta); ambas, a su vez, legiti-
man la violencia machista en nuestras sociedades. Para avanzar en la erradica-
ción de este fenómeno es tarea fundamental transformar el quehacer de los
medios de comunicación social en relación a la forma cómo informan, qué in-
forman y las imágenes que proyectan en torno al fenómeno de la violencia
contra las mujeres y la discriminación de género. El papel de los medios es de
vital importancia para lograr cambios en las percepciones predominantemente
machistas en el tema de la violencia, que involucra y afecta directamente las
vidas de las mujeres.
En este mismo sentido es relevante el rol que deben cumplirlos y las juezas, y
sus resoluciones judiciales, mismas que gozan de un poder particular, pues son
fruto y expresión de una institución como es el derecho que, a su vez, se concre-
tiza a través del acceso a la justicia. Es indudable que la justicia es una institu-
ción que también envía mensajes a la sociedad respecto de lo que es o no es
permitido, de lo considerado jurídicamente correcto en el comportamiento de
las personas. Lo cierto es que tanto la justicia como los medios de comunica-
ción se encuentran sumergidos en una permanente ambigüedad, pues sus
mensajes a veces aportan para erradicar la violencia y la desigualdad pero, en
la mayoría de casos, terminan por reforzar los prejuicios y los estereotipos tan
arraigados en nuestra sociedad y, de múltiples formas, legitiman la
74 Caso 0791–11–EP, acción extraordinaria de protección. OSJ Fallo: 3238 Corte Constitu-
cional. En este mismo sentido ver Caso 0684–11–EP. Acción extraordinaria de protección. OSJ Fallo:
3239. Corte Constitucional.
97
discriminación y la violencia estructural. En esta constante tensión, las mujeres
viven en un ambiente de permanente riesgo de sus vidas, a la vez que persisten
en vindicar sus derechos.
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98
Observatorio de Sentencias
Judiciales: juego de espejos
Paulina Palacios Herrera75
Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Julio Cortázar
Introducción
El Observatorio de Sentencias de la Articulación Regional Feminista es un es-
fuerzo por realizar, en los países asociados, la selección de sentencias de altas
cortes relacionadas con los derechos humanos de las mujeres. El conjunto de
estas sentencias permitirá a las ciudadanas, abogados y abogadas, juezas y
jueces, entre otros operadores de la justicia, y activistas de los derechos, contar
con un insumo de jurisprudencia comparada; es decir, el contraste de procesos
judiciales y sus respectivas resoluciones en torno a casos con elementos y aris-
tas similares, procurará criterios que puedan permitir arribar a unos y otras a
una interpretación más abierta de sus casos.
99
La violencia contra las mujeres se ejerce en todos los entornos culturales, re-
gionales y sociales; sus manifestaciones, sin embargo, dependen de circuns-
tancias y condiciones relacionadas con las pertenencias étnica, de clase y na-
cionalidad, la diversidad sexo/genérica, el rango etario, y las condiciones de
discapacidad.
Según esta Encuesta, la violencia de género que viven las mujeres, revela los
siguientes porcentajes a nivel nacional: violencia física, 38,6%; violencia sicoló-
gica 53,9%; violencia sexual, 25,7%; violencia patrimonial, 16,7%. En el entorno
intrafamiliar la referida encuesta revela que la violencia perpetrada por la pare-
ja, según el tipo de violencia, alcanza los siguientes porcentajes: violencia físi-
ca, 87,3%; violencia sicológica, 76,3%; violencia sexual, 53,5%; y violencia patri-
monial, 61%.
101
Así también, el Art. 81 establece procedimientos especiales para garantizar los
derechos de las víctimas de violencia:
104
especializadas a un 85% aproximadamente de cobertura territorial y
poblacional.
»» Tratándose de juezas y jueces seleccionados para conocer materias
judiciales de otra naturaleza a la de violencia contra la mujer y la
familia, éstos requerirán de un proceso formativo.
»» En Ecuador no existiría la suficiente cantidad de profesionales en
psicología, trabajo social y medicina legal para atender a nivel nacional
los casos judicializados de violencia contra la mujer y la familia. Del
personal seleccionado para trabajar de manera integral alrededor de
la víctima en las unidades judiciales especializadas en violencia, aún
sería necesario ahondar los conocimientos en la materia.
»» Los órganos autónomos de la Función Judicial: fiscalías y defensoría
pública, así como la actuación complementaria de los órganos
auxiliares, deben conducir sus actuaciones judiciales en el marco de
los protocolos, instructivos y/o modelos de atención adecuados al
enfoque del debido proceso o derechos de protección, y a las garantías
que requiere la atención a las víctimas.
»» La actuación de la fiscalía debe ser correspondiente al
procesamiento que las unidades judiciales especializadas dan a las
partes procesales, pues parece que no siempre en la fiscalía se
estaría considerando la prueba, el testimonio anticipado a la
víctima, la no revictimización –esencialmente la no consecución de
pruebas en ellas–, ni considerarían lo ya actuado por los operadores
de éstas para su posterior participación. Es que en Ecuador la violencia
que genera una inhabilidad laboral de más de tres días en las víctimas,
pasa de ser considerada contravención a delito, con lo debe ser
judicializada en el ámbito penal. Allí la fiscalía debe acometer la
investigación del proceso, pero en sujeción con los estándares
previstos para la gestión judicial en los casos de violencia, que conlleva
la garantía de derechos de las víctimas y, sobre todo, evitando su
revictimización.
»» Otro dilema es que la atención especializada en violencia para la
prevención, atención en crisis y posterior rehabilitación, existe en muy
pocos cantones del país. Para las juezas y jueces que administran
justicia es un problema no contar con los servicios públicos integrales
a los cuales remitir a las víctimas de violencia de género contra la
mujer y la familia. Se conoce que, frente a esta carencia, muchos
deben recurrir a organizaciones no gubernamentales vinculadas con
universidades o, incluso, con iglesias de distintos cultos, que disponen
de estas prestaciones en algunas ciudades.
»» También resulta necesario que la Policía Nacional readecúe sus
servicios y protocolos de atención en los casos de violencia, acorde
con la nueva administración de justicia especializada, así como con
las normas del nuevo Código Orgánico Integral Penal.
105
Sentencias judiciales: aprendizaje desde la práctica y
la comparación
¿Qué es el Observatorio de Sentencias Judiciales?
El Observatorio de Sentencias Judiciales se plantea como una herramienta de
análisis que contribuya a una mayor conciencia de los derechos de las mujeres
por parte de los juzgadores de los países en los cuales interviene el Observatorio:
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú.
Tras la selección de los casos, el Observatorio analiza los temas que aborden
los procesos, entre los cuales los más frecuentemente analizados
106
son: violencia contra las mujeres, derechos sexuales, derechos reproductivos,
participación y acceso a espacios de decisión, derechos de identidad, libre per-
sonalidad, migraciones, mujeres rurales, derechos de familia y derechos
patrimoniales.
Una referencia importante para el uso de la herramienta es la selección de
descriptores que utiliza el observatorio en la estructuración y colocación de las
sentencias judiciales. Con este propósito, la lista de posibles descriptores pre-
tende cubrir los que en cada resolución judicial se encuentran como criterios
importantes utilizados por los juzgadores (as) en la sentencia. De esta manera,
entre los utilizados con más frecuencia en el observatorio de Ecuador, se en-
cuentran: crítica sana, no revictimización, valoración de pruebas, recalificación
del delito, patrimonio, sociedad conyugal, colusión, estado civil, liquidación la-
boral, derechos laborales, discriminación, inequidad.
El Observatorio también utiliza los denominados Derechos CEDAW para una di-
visión conceptual de las sentencias subidas a esta herramienta. En el caso del
Ecuador, la mayoría de sentencias seleccionadas guardan relación con el dere-
cho a una vida libre de violencia, materia de la cual se ocupan principalmente las
y los juzgadores especializados en violencia contra la mujer y la familia.
107
Jurisprudencia comparada
El Observatorio permite a la jueza o juez de violencia, que aborda esta nueva
experiencia en administración de justicia, contar con un conjunto de sentencias
que pueden aportar con la experiencia del juzgador de dicha corte y con proce-
sos que se han desarrollado de una manera más extensa en la vía judicial. Así
también, en las sentencias de la Corte Constitucional, además de la referencia
obligatoria que la Constitución define como vinculantes; las juezas y jueces
cuentan con una fuente importante para la toma de decisiones en relación con
cada uno de los casos en que administran justicia.
Algunas conclusiones
El estudio de las sentencias judiciales contenidas en el Observatorio –o la con-
sulta de alguno de los elementos en que se inscriben los observatorios naciona-
les (temas, descriptores, derechos, sumario, valoración de la sentencia) – cons-
tituye una importante herramienta, fundamentalmente para las juezas y jueces
a quienes corresponda conocer tanto las contravenciones como los delitos en
violencia contra la mujer y la familia.
108
Otro potencial latente constituyen los casos en los cuales se involucra la justicia
constitucional en relación con las garantías jurisdiccionales. Por un lado, un
porcentaje de estas causas es conocido por las juezas especializadas, y lo más
importante, varios derechos constitucionales relacionados con los derechos
sexuales, reproductivos, el derecho a la identidad y diversidad sexo/genérica en
todos sus aspectos, son aún demandados por vía de estas garantías en el
Ecuador.
109
ANEXOS
111
Análisis del tratamiento informativo de la violencia de género
contra las mujeres en diez diarios del Ecuador, durante el
período 15 de abril – 31 de julio de 2013.
LA VIOLENCIA EXTREMA
EN PRIMERA PLANA
112
LA VIOLENCIA EXTREMA
EN PRIMERA PLANA
1
PRESENTACIÓN 113
FICHA TÉCNICA 117
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO 118
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 119
GÉNERO PERIODÍSTICO MÁS UTILIZADO 121
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN 122
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 123
SUJETO CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 124
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN 124
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO 125
CONCLUSIONES 127
PRESENTACIÓN
Como ahora sabemos ya no hay excusas. La encuesta nacional realizada
en el Ecuador sobre violencia de género contra las mujeres cuantifica,
por primera vez, uno de los problemas más graves y trágicos del país: la
violencia hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres. Es decir, ya se
conoce la magnitud del problema.
113
La encuesta fue publicada en 2012 y concluye que 6 de cada 10 ecuatoria-
nas ha sufrido algún tipo de violencia alguna vez en su vida. Del total de
mujeres que ha vivido violencia física, el 87,3% lo ha hecho en sus relacio-
nes de pareja. La violencia de género sobrepasa el 50% en todas las provin-
cias del país, siendo Morona Santiago, Tungurahua, Pichincha, Pastaza y
Azuay las que registran los niveles más altos de violencia machista.
La Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género con-
tra las Mujeres, realizada entre el 16 de noviembre y el 15 de diciembre de
2011 en 18.800 viviendas, por el Ministerio del Interior, la Comisión de
Transición hacia el Consejo de la Mujeres y la Igualdad de Género, y el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, se aplicó a mujeres mayores de
15 años, del ámbito rural y urbano.
La prensa escrita ecuatoriana difundió ampliamente la encuesta a través de
noticias, editoriales, columnas de opinión y entrevistas, y no escatimó la
presencia de sus reporteros y periodistas en la cobertura de los resultados
de la encuesta. Todos coincidieron en repudiar la violencia machista y en
afirmar que ella significa maltrato, discriminación y, en no pocos casos, el
asesinato de mujeres.
Esto sucedió en 2012 ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué la prensa
ecuatoriana en lo que va de 2013 ha regresado al recuento de los asesinatos
y sentencias judiciales, olvidando retomar otros datos de la encuesta?
En Ecuador apenas se habla de violencia de género contra las mujeres; es
un asunto que no genera debate público ni presión por parte de la ciudada-
nía. La dimensión del vacío existente sobre este problema social se aprecia
cuando se lo compara con el grado de confrontación política e ideológica
que alcanzaron los dos grandes debates nacionales de 2013: reforma de la
Ley de Comunicación y explotación petrolera del Parque Yasuní, mientras
que violencia machista no levanta indignación ni convoca manifestaciones.
Es una cruda realidad que la gente simplemente ignora.
Falta voluntad política y consenso nacional para poner freno y disminuir
las consecuencias de esta lacra social. Se deben debatir y atacar los as-
pectos más profundos de esta cultura machista, jerárquica y paternalista,
y esta acción pública requiere planificación, tiempo y dinero, así como la
intermediación de los medios de comunicación.
La primera conclusión del Observatorio sobre el tratamiento de la prensa
escrita sobre la violencia machista es que, en general y en comparación
con cinco años atrás, los diez diarios monitoreados ponen hoy más cuidado
para no caer en las trampas del lenguaje machista. Sin embargo, la segunda
conclusión es que los diarios del Ecuador continúan reportando las conse-
cuencias extremas de la violencia de género –muertes de mujeres y denun-
cias por malos tratos– sin apenas analizar el contexto ni ampliar los puntos
de vista, con lo cual el resultado de este tipo de enfoque no es suficiente
si se tiene en cuenta que los medios de comunicación son factor decisivo
en la contribución a la prevención y a la sensibilización sobre el problema.
114
Si en lugar de diez mujeres asesinadas hubieran sido diez políticos o fut-
bolistas, la alarma social habría saltado, y el hecho habría concitado la
atención de los medios y las redes sociales. ¿Por qué la violencia sistemá-
tica en el hogar –golpes, insultos, denigración– o la violencia discrimina-
toria en el trabajo, en la educación, en los salarios desiguales, no provoca
la misma alerta en la sociedad? La respuesta es de manual: porque la
violencia machista está naturalizada y aceptada socialmente.
En 2012, con la encuesta nacional del INEC en la mano, los medios pu-
dieron conocer la dimensión del asunto al contar con datos cuantifica-
bles. Unos meses antes, en diciembre de 2011, la Corporación Humanas
invitó a los directores de los diarios monitoreados a debatir sobre la ca-
lidad de la información que publican sobre la violencia de género contra
las mujeres. El debate tuvo lugar en el programa La Cabina, de la Radio
Pública del Ecuador, y todos los presentes hicieron un mea culpa. Ahora,
en 2013, el Observatorio se pregunta si los diarios ya incluyeron en su
agenda de “grandes temas de intereses nacional” la violencia de género
contra las mujeres.
Para responder a esta pregunta recordamos aquí algunas de las ideas ex-
puestas en dicho espacio radiofónico, el mismo que se encuentra en el
sitio web de Humanas: www.humanas.org.ec.
A pesar de que el Observatorio invitó a los diez diarios objeto del análi-
sis, al debate acudieron solamente representantes de cuatro.
Dimitri Barreto, editor de la sección Seguridad y Justicia de El Comercio,
reconoció que
hay un tratamiento simplista en todos los medios […] Creo
que se debe a que vemos la violencia como un caso policial
y es un grave error […] La policía judicial hace ruedas de
prensa a diario y se presentan casos de violencia intrafa-
miliar. El estudio [se refiere al análisis del Observatorio
publicado en 2011] nos abre los ojos y nos hace reaccio-
nar y reflexionar. La violencia intrafamiliar y el femicidio
se tratan más en El Comercio […] No consideramos ne-
cesario publicar fotos de cadáveres, sino el contexto; el
conteo de muertas no es lo más importante. La cifra de
hombres muertos es hasta similar al de mujeres […] Lo
más importante es cómo abordar el tema con responsa-
bilidad, dejar de enumerar muertos y dar más contexto.
Juan Manuel Yépez, editor jefe de Extra, a través de vía telefónica defen-
dió la crónica roja como género periodístico “donde los demás susurran
nosotros lo gritamos. Somos sensacionalistas no amarillistas […] Aunque
reconozco falta de análisis en el periódico”. A la pregunta: “¿El sensacio-
nalismo es su posición política?”, contestó:
115
Hacemos énfasis en la violencia contra las mujeres porque
queremos causar indignación, perseguir a los culpables y
presentárselos a la justicia […] Nosotros tenemos reporte-
ros que rastrean e investigan al sospechoso y si es necesario
publicamos su foto, de este modo ayudamos a la captura.
[…] Queremos que los hombres reaccionen y que lo hue-
lan, lo toquen, por eso no maquillamos las fotos. Buscamos
una vergüenza colectiva a través del lenguaje amarillista.
Por el Diario El Mercurio de Cuenca, participó, vía telefónica, el perio-
dista Jorge Álvarez quien reconoció:
[Tenemos] necesidad de capacitarnos pero por la premu-
ra de los tiempos no tenemos esta oportunidad, pero de-
bemos hacerlo para aportar a esos cambios de imagina-
rios perniciosos. […] A las mujeres les falta conocer sus
derechos, especialmente en las zonas indígenas. […] Este
tema no se ve como un problema y los propios periodis-
tas se autocensuran. […] Aunque debería ser un tema de
política nacional, de agenda de los medios, El Mercurio
ni se lo plantea porque hay otros temas más importantes.
Orlando Pérez, director de El Telégrafo habló del reto de tratar mejor el
tema no sólo en los medios sino también en la sociedad, porque “en la
medida en que el tema sea colocado por la sociedad con mejores discur-
sos y más participación, los medios también le entraremos al tema”. En
sintonía con los otros tres invitados, también hizo un mea culpa: “Creo
que hay que visibilizar los errores que cometemos. Y los programas de
TV machistas, como La pareja feliz […] son un atentado contra la digni-
dad de las mujeres pero no veo a las mujeres que protesten”. Expresó que
su medio tiene “la necesidad de más fuentes y más información especia-
lizada” y mencionó otro aspecto fundamental, la escasez de personal;
“por ello [el diario] no puede poner una persona dedicada […] De haberlo
pondría una mujer, porque claro estos son temas delicados y mejor los
tratan las mujeres”.
Para conocer si hoy, un año y medio más tarde, los periódicos han dado
un giro al tratamiento informativo, el Observatorio presenta el siguiente
análisis, recordando tres premisas:
• La violencia machista es una cuestión de dignidad y de
derechos humanos; todos –medios de comunicación incluidos–
deben alzar la voz, y no sólo las mujeres.
• La discriminación y las desigualdades de género constituyen
el origen de todo tipo de violencia de género contra las mujeres,
incluyendo su forma más extrema, el femicidio.
116
• Es urgente la formación y especialización de las y los
profesionales de la comunicación sobre qué es y cómo tratar
informativamente la violencia de género contra las mujeres.
FICHA TÉCNICA
117
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO
En el período comprendido entre abril y julio de 2013, el Observatorio
“Los Derechos de las Mujeres en la Mira” de la Corporación Humanas
Ecuador, registró en los diez diarios monitoreados un total de 189 infor-
maciones relacionadas con violencia de género contra las mujeres.
El Extra continúa siendo el que más noticias publica sobre el tema (43,
que representan el 23% del total). Le siguen El Universo, 37 notas que
representan el 20%, y La Hora, 38 noticias y 20%. El Comercio y El Te-
légrafo, considerados como “prensa influyente y generadora de opinión”,
publicaron 25 y 23 notas respectivamente. El Expreso, al igual que los
periódicos regionales, El Mercurio de Cuenca y La Prensa de Chimbo-
razo registran 4 noticias y, finalmente, La Gaceta de Cotopaxi publicó
una noticia.
El siguiente cuadro detalla el número de informaciones que cada diario
publicó en el período analizado
Los diarios de mayor circulación en la región Costa son los que otorgan
más espacio a noticias relacionadas con la violencia contra las mujeres.
Así, Extra y El Universo, son los diarios que más informaciones publica-
ron, tendencia que se observa desde el año 2009. Por su parte, La Hora,
diario regional quiteño, supera a El Universo, con una publicación más
en el período analizado.
Sin embargo, el hecho de que un diario publique un mayor número de
reportes no significa necesariamente que dicha conducta responda a un
enfoque de derechos, sino por el contrario, a un afán sensacionalista, di-
rigido a causar impacto por ser hechos de sangre o por resaltar hechos de
agresión física o sexual contra la mujer.
Extra, que utiliza imágenes sangrientas y un lenguaje hiperbólico para
generar interés entre sus lectores, defiende este estilo como un medio
para sensibilizar a la opinión pública. En palabras de Juan Manuel Yépez
“se habla con mucha ligereza del sensacionalismo y la crónica roja pero
118
tiene igual rigurosidad que otros (géneros)”. Sobre las fotos que acompa-
ñan a las notas, dice: “esta sociedad barre la casa y mete la basura bajo
la alfombra […] Publicamos las fotos tal y como ocurren y no editadas
porque eso falsearía la realidad […] El crimen pasional significa que la
víctima generó una pasión que puede justificar al asesino, y nosotros nos
lo planteamos así. Los eufemismos en este país son terribles” (debate
radiofónico en La Cabina, diciembre 2011).
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
119
En el período del análisis se observa que los diarios prestan más atención
al delito de trata de personas, sean sus víctimas menores o adultos, hom-
bres o mujeres. Estas noticias representan el 9% del total (17 informacio-
nes) y son tratadas bajo las secciones de judicial y policial porque hablan
de operaciones policiales, capturas, detenciones, redadas, etc. Cabe des-
tacar que las entrevistas a representantes de organizaciones expertas en
la materia o los reportajes de investigación son escasos; en general, las
noticias se centran en la detención o desarticulación de una banda.
En definitiva, los diarios persisten en un tratamiento de la Trata de Per-
sonas descriptivo y coyuntural, vaciando la gravedad del tema. Los res-
ponsables de los diarios probablemente creen que están cumpliendo con
su labor de informar sobre la actualidad pero aún tienen un trabajo pen-
diente: investigar y tomar la delantera en lugar de esperar a que se pro-
duzca una declaración pública o una rueda de prensa. En este sentido, el
tratamiento de este tipo de violencia no se diferencia en nada del resto de
violencias.
La tendencia de los diarios a dar muy poca importancia a los proble-
mas cotidianos que viven las mujeres, a las causas y consecuencias de la
violencia machista, a los efectos de la desigualdad y la discriminación,
apenas ha cambiado respecto a años anteriores: la pauta informativa pre-
dominante continúa siendo el asesinato y la violencia sexual. El término
femicidio se ha extendido a todos los diarios y es común encontrarlo en
las noticias.
La gran ignorada continúa siendo la Violencia Patrimonial. La Encuesta
nacional del INEC recoge la definición que da la Convención Interameri-
cana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer o
Convención de Belem do Pará: “La transformación, sustracción, destruc-
ción, retención o distracción de objetos, documentos personales y valores,
derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer las
necesidades de las víctimas”. En el período estudiado no existen noticias
sobre violencia patrimonial a pesar de que, según la encuesta, las mujeres
que han vivido esta violencia por parte de sus parejas o ex parejas, cons-
tituyen el 28,9%, y por parte de otras personas, el 71,1%.
Esta violencia podría salir a la luz pública si los periódicos investigaran
los obstáculos que en el campo y en la ciudad enfrentan las mujeres para
lograr el pleno desarrollo de sus derechos económicos y sociales. La vio-
lación de derechos relacionados con el patrimonio rara vez se denuncia y
además no es un delito flagrante. Estas son, probablemente, dos razones
por la cuales no hay investigación periodística ni seguimiento de casos
en la prensa.
Los datos no son menores y son un indicativo de las relaciones de poder
del sistema patriarcal en las familias extendidas, con mayor impacto en
las áreas rurales. Los datos del INEC demuestran la falta de garantía y
protección de los derechos económicos de las mujeres.
120
La violencia por opción sexual es una categoría nueva incluida en el
Observatorio, y responde a la conquista de espacios y debates públicos
alcanzada por la comunidad lésbica, gay, transexual, bisexual e inter-
sexual (LGTBI).La visibilidad de sus luchas y reivindicaciones ha llega-
do también a los diarios. Entre abril y julio se registran tres informacio-
nes/reportajes referidos a las “clínicas para lesbianas y homosexuales”.
Las informaciones publicadas sobre este tema son un buen ejemplo de
que si los diarios mantienen una mirada rigurosa, se puede obtener un
tratamiento dentro del marco de respeto y de garantía de derechos hu-
manos, lo cual demuestra que a través de los medios se puede impulsar
una corriente educativa, transformadora de los imaginarios, de respeto de
los sujetos y de valoración de las diferencias. Pero igual que ocurre con
la trata de personas, el hecho “se cubre” sólo cuando hay una rueda de
prensa, una protesta, el cierre de una clínica, una denuncia, etc.
GÉNERO PERIODÍSTICO MÁS UTILIZADO
123
En este sentido, de las 189 informaciones publicadas entre abril y julio
sobre violencia de género contra las mujeres, 92 se enfocan en el aconte-
cimiento, 28 en detención/captura y 23 en proceso judicial. El contexto
social, la historia de la víctima o los derechos humanos violentados no
constituyen la mirada central de los artículos.
Monitorear las campañas públicas (3%) o sondear niveles de prevención
(1%) no resultan aspectos “noticiables” de la violencia de género. Es de-
cir, los diarios mantienen una postura de distanciamiento, imparcialidad
y objetividad. En palabras del director de El Telégrafo: “en la medida en
que el tema sea colocado por la sociedad, con mejores discursos y más
participación, los medios también le entraremos al tema”. No ocurre así
con los “grandes asuntos de política nacional”, lo que da cuenta de la falta
de compromiso de los diarios monitoreados con la erradicación de un
problema que afecta a millones de mujeres del Ecuador.
SUJETO CENTRAL DE LA INFORMACIÓN
De las 189 informaciones publicadas, 170 (o 90%) el sujeto central es
femenino (mujeres adultas, niñas, víctimas, testigos y/o familiares) y 2
(1%), es masculino (testigos, familiares y/o agresores). En 15 notas (8%),
se mencionan a ambos.
La interpretación de los datos lleva a la conclusión de que los diarios no
ven la violencia de género como un problema de la sociedad sino de las
mujeres; es decir, los periódicos presentan la estructura del problema, así
como su origen y eje, a través del sujeto femenino, a pesar de que es una
realidad que toca al 52% de la población.
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN
124
años, el 31% de las informaciones (59 notas de las 189 totales), tienen
como principal fuente de información las instancias oficiales, lo que pue-
de responder a una mayor institucionalidad en el tratamiento de la lucha
y prevención de la violencia machista en el país. Los diarios recurren a
esta fuente porque hay un registro, aunque aún no exista un sistema de
registro único y articulado que permita tener la dimensión real del pro-
blema así como orientar una respuesta integral del Estado. En el 11% de
las informaciones, la fuente proviene de los familiares de la víctima y el
38% de las informaciones no especifica o nombra la fuente.
En el período analizado los diarios han acudido mayoritariamente a las
instancias del Estado en busca de datos sobre violencia intrafamiliar,
violencia de género, detenciones y denuncias. Algunas de las instancias
mencionadas en los periódicos son la Unidad Judicial Especializada en
Violencia contra la Mujer y la Familia, Departamento de Violencia In-
trafamiliar (DEVIF) de la Policía Judicial, Mesa de Erradicación de la
Violencia y la Unidad de Flagrancia de la Fiscalía.
Sin embargo, son escasas las fuentes especializadas no oficiales, tales
como universidades, grupos o asociaciones de mujeres, feministas, abo-
gadas, economistas y un largo etcétera de posibles fuentes de consulta
que ayudarían a comprender esta lacra mundial, a indagar sobre medidas
adoptadas en otros países, a conocer de primera mano cómo sienten y
piensan las mujeres, en qué campos se vive más la desigualdad y la dis-
criminación, etc. De nuevo, el hecho de que los diarios informen coyun-
turalmente de este problema, y no de forma estructural, genera vacíos
enormes en la calidad informativa.
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO
126
CONCLUSIONES
El análisis del Observatorio para el período comprendido entre el 15 de
abril y el 31 de julio de 2013 iniciaba con la pregunta ¿los diarios moni-
toreados han incluido en su agenda de “grandes temas de intereses nacio-
nal” la violencia de género contra las mujeres? A la luz de los datos y de
su interpretación, la respuesta es NO. La violencia de género contra las
mujeres no llega todavía al top de los temas de la agenda nacional. Los
diarios no colocan el tema como uno de relevancia nacional; al igual que
sólo una mínima parte de la sociedad considera que la violencia machista
es un grave problema social que amerita investigación, análisis, búsqueda
de causas y consecuencias.
A continuación, otras conclusiones finales:
• La violencia ejercida por los hombres para dominar la vida de las
mujeres persiste y los medios de comunicación no son suficientes para
cambiar esta conducta. La reacción de la sociedad ecuatoriana frente
a este problema no se produce en forma masiva, no hay indignación
generalizada porque los culpables gozan de tolerancia social.
• El homicidio de una mujer por el hecho de ser mujer (femicidio)
provoca reacciones y algún editorial en los diarios, pero el debate, si
es que ocurre, pronto se desvanece y olvida.
• El aumento de datos de prensa sobre detenciones, juicios y
sentencias en el caso de asesinatos, muestra que hay preocupación
por acabar con la impunidad, pero únicamente en los casos que
llegan a los medios y las redes sociales (fundamentalmente por la
acción de familiares, amigos y abogados de la víctima), como ha
sucedido con el asesinato de Karina del Pozo.
• Extra, El Comercio, El Universo y Diario Hoy se destacan por
el seguimiento a los casos. Es una tendencia positiva que ayuda a
ubicar las violaciones extremas de los derechos de las mujeres como
crimen o delito.
• El uso no sexista del lenguaje se va extendiendo entre la prensa.
Aunque todavía se utilizan, son menos frecuentes calificativos
despectivos como “jovencita” o “dama”.
• Cada vez menos la prensa habla de la violencia doméstica
o intrafamiliar como de un “asunto privado”, de una “pelea de
pareja”, del “ella se lo buscó” o “se lo merecía por mala madre–
mujer–esposa–amante”. Sin embargo, el Observatorio de Humanas
concluye que el uso adecuado del lenguaje es un asunto puramente
subjetivo que depende de la persona que escribe. Es decir, en
columnas o artículos de opinión, editoriales y reportajes los términos
utilizados, en general, son respetuosos y no discriminan, pero en
127
noticias y breves (redactados en provincias o por reporteros menos
experimentados) el lenguaje está más descuidado, es más sexista y
conduce a la discriminación.
• La mayoría de los periódicos monitoreados no pone en práctica
un manual de estilo o una política informativa para que todos,
redactores y periodistas, conozcan las normas de uso de su medio
en el tratamiento de la violencia de género contra las mujeres.
• Los diarios no se abren a nuevos formatos multimedia
(storytelling o fotonarrativa), que permiten –en las versiones
digitales de los diarios– tratar un asunto desde varios puntos de
vista, poniendo en práctica un periodismo de datos.
• Los diarios comienzan a nombrar los asesinatos por razón de
género como crímenes que deben ser castigados, y la sociedad, en
general, avanza lentamente hacia la judicialización de la violencia
extrema contra las mujeres. Pero el hecho de que se limiten a este
tipo de violencia o de que hagan un recuento de juicios y sentencias
sin análisis ni explicaciones ni contexto, es un flaco favor para la
lucha por la erradicación de la violencia contra las mujeres en el
Ecuador. ¿Dónde está la información sobre aspectos estructurales
referentes a la cultura patriarcal, la desigualdad en el trabajo y en las
tareas del hogar, la educación, los derechos sexuales y reproductivos,
los derechos a decidir sobre el cuerpo propio y a vivir una vida libre
de violencia, la autonomía económica y un largo etcétera?
• En escasas ocasiones, los diarios ubican responsabilidad en el
Estado o el gobierno.
Finalmente, y de forma general, aunque se constata un mejor uso del
lenguaje y de las fuentes, ni en los despachos de dirección ni en las redac-
ciones de los periódicos monitoreados la violencia machista está conside-
rada como un problema histórico–estructural del Ecuador.
Quito, septiembre de 2013
Corporación Humanas Ecuador
Para más información y recursos para periodistas consultar el
OBSERVATORIO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA
en: http://www.humanas.org.ec
128
FEMICIDIO Y ABORTO: DOS
GRANDES DEBATES MEDIÁTICOS
129
FEMICIDIO Y ABORTO: DOS
GRANDES DEBATES MEDIÁTICOS
2
INTRODUCCIÓN 130
FICHA TÉCNICA 131
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO 132
GÉNERO PERIODÍSTICO 132
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN 133
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 134
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 135
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN 136
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO 136
EJEMPLOS DE BUENAS Y MALAS PRÁCTICAS 137
INTRODUCCIÓN
“No sé en realidad qué llevó a Hugo, que además es familia
para mi mamá, a cometer este acto”.
Esta frase, recogida por un periódico en una noticia sobre la violación
sexual a una mujer y pronunciada por el hijo de la víctima, resume el
desconcierto de la sociedad ecuatoriana respecto a los niveles de violen-
cia machista que vemos a través de los medios de comunicación. Una
sociedad cada vez más familiarizada con la instantánea de una mujer
asesinada, degollada, desfigurada, golpeada; una sociedad que lee en los
diarios, que escucha en la radio o que ve en la tv, casos de violencia de
los hombres hacia las mujeres, en una cantidad y con una frecuencia tan
altas como nunca antes en toda su historia.
130
Los medios de comunicación, en general, son reticentes a iniciar un pe-
riodismo de investigación sobre este fenómeno. Y si estos no abren in-
vestigaciones sobre las causas y las consecuencias del fenómeno de la
violencia de género, la ignorancia se puede perpetuar entre el público
masivo (el que consume dichos medios de comunicación).
El Observatorio de la Corporación Humanas Ecuador concluye que, para
el período entre el 1 de agosto y el 30 de noviembre de 2013, algunos
diarios del país han demostrado interés por publicar debates políticos re-
lacionados con los derechos de las mujeres, como la tipificación en el
Código Orgánico Integral Penal, en debate en ese periodo, de la figura
del femicidio y la discusión de los supuestos permitidos para abortar. El
siguiente paso debería ser exigir a los diarios que realicen un periodismo
de investigación sobre uno de los problemas más graves del país.
FICHA TÉCNICA
131
diferentes para cada región y una edición nacional. La Gaceta de
Cotopaxi, sede en Latacunga, y La Prensa – Chimborazo, con
sede en la ciudad de Riobamba.
Elaboración de estadísticas: Mónica Diego
Análisis cualitativo y redacción del informe: Blanca Diego,
periodista.
El Comercio 58
El Mercurio 17
El Telégrafo 48
El Universo 67
Expreso 8
Extra 116
Hoy 20
La Hora 52
La Prensa 13
La Gaceta 9
GÉNERO PERIODÍSTICO
El 63% del total de las informaciones se refiere a noticias o breves, lo que
algunos diarios encajan bajo el epígrafe Crónica, sin ser tales, pues no son
un relato cronológico de los hechos. Las crónicas, en muchas ocasiones,
son noticias simples sin contexto y representan el 17%.
132
La opinión de personas expertas sigue siendo una gran ausente. Los dia-
rios monitoreados no colocan los debates en clave de campos de estudio:
las ciencias, la educación, la filosofía, la tecnología, la antropología, etc.
Por el contrario, durante el período de agosto a noviembre, las colum-
nas de opinión y los editoriales han estado enfocados más como debates
políticos que en clave de derechos humanos; nos referimos a los debates
sobre el femicidio y el aborto.
Como se ya se mencionó antes, brilla por su ausencia el periodismo de
investigación; prueba de ello es que los llamados informes especiales no
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN
El 38% de las informaciones se sitúa en las secciones Seguridad (22%)
y/o Judicial – policial (16%). La columna que corresponde a Primera pá-
gina ocupa el segundo lugar (21%), debido a que los debates sobre fe-
micidio y aborto en la Asamblea Nacional han sido parte de la agenda
nacional. La sentencia del caso Karina del Pozo, en el mes de septiembre,
y la conmemoración del 25 de Noviembre, Día Internacional contra la
133
Violencia hacia las Mujeres, fueron hechos que también acapararon las
primeras páginas de las ediciones digitales de una buena parte de los diez
diarios. Bajo Cuadernillo especial se situó el 1% de las informaciones,
que corresponde a 6 informaciones.
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
El Observatorio de Humanas contabiliza los casos de violencia que apa-
recen en los diarios y los clasifica según la tipificación estándar interna-
cional. A continuación, los tipos de violencia definidos en el Observato-
rio, y los valores totales en el período analizado.
Acoso 4
Asesinato 33
Femicidio 155
Violencia Sexual 64
Violencia Física 27
Violencia Patrimonial 0
Trata de personas 10
Todo tipo de violencia 98
Por opcion sexual 8
No especifica 9
Otro 0
En este período los diarios recogieron más casos de femicidios (38%) que de acoso,
violencia sexual, violencia física, violencia patrimonial, trata de personas y violen-
cia por opción sexual (cometida contra las personas del colectivo LGTBI) juntas.
Del total de informaciones, 155 corresponden a femicidios. Es decir, con-
tinúa la tendencia de los diarios a prestar más atención a los casos de
asesinatos de mujeres por su condición de mujer (femicidio) que a otros
134
tipos de violencia más comunes: los femicidios son espectaculares y, por
lo tanto, fácilmente noticiables. Las otras violencias como el acoso, la
violencia psicológica, los abusos referidos a títulos de propiedad de bie-
nes de la pareja y herencia o el salario menor por el mismo trabajo son
cotidianas y frecuentemente denunciadas pero no generan titulares.
Acontecimientos 194 48
Campañas 6 1
Contexto social 71 17
Detencion - captura 23 6
Historia 2 0
Proceso judicial 71 17
Derechos Humanos 2 0
Prevención 12 3
Responsabilidad estatal 20 5
Victima 5 1
Victimario 0 0
Victima/victimario 0 0
Otros 2 0
135
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN
136
EJEMPLOS DE BUENAS Y MALAS PRÁCTICAS
La peor práctica periodística del cuatrimestre es la noticia del diario Ex-
tra, del 14 de noviembre de 2013.
Redacción
Extra de
Guayaquil
Luego de
despojarla de
sus pertenencias
los delincuentes
la abandonaron
en el norte de
Guayaquil.
Tres horas de
tortura vivió una jovencita en manos de un falso taxista que, en el
camino, tomó a otros cómplices para asaltarla y morbosear todo
su cuerpo.
Luego, los pillos la dejaron abandonada, sin un centavo, detrás del
centro comercial City Mall, en el norte de la ciudad.
La perjudicada narró en la Fiscalía que a las 18:30 tomó un taxi
amarillo por las inmediaciones de la Biblioteca Municipal, ubicada
en el centro de la urbe.
La joven le pidió al desconocido conductor que la traslade a la
ciudadela Guayacanes.
Aparentemente todo iba bien hasta que al circular por la Universidad
de Guayaquil, el supuesto taxista detuvo inexplicablemente la
marcha y permitió que tres sujetos desconocidos se embarquen
en el taxi.
Uno se sentó a lado del chofer y los otros dos se ubicaron atrás,
junto a ella.
137
Los delincuentes portaban armas de fuego. “Estos me golpearon,
me manosearon todo mi cuerpo y me mordieron los senos”.
Mientras recorrían la ciudad, los pillos, bajo intimidaciones e
insultos, le quitaron su celular y sus documentos.
“Bajo amenazas de muerte me obligaron a darles las claves de mis
tarjetas... de una cuenta me sacaron 100 dólares y de la otra 50.
Luego me dejaron botada, a las 21:30, atrás del centro comercial
City Mall, por las bodegas de Créditos Económicos”.
139
LA POLÍTICA PÚBLICA MARCA TENDENCIAS
EN LA PRENSA ECUATORIANA
140
LA POLÍTICA PÚBLICA MARCA TENDENCIAS
EN LA PRENSA ECUATORIANA
3
INTRODUCCIÓN 141
FICHA TÉCNICA 142
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO 143
GÉNERO PERIODÍSTICO 144
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN 145
TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER IDENTIFICADOS 146
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 147
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN 149
A
INTRODUCCIÓN
Al comparar los análisis elaborados entre el 15 de abril de 2013 y el 15
de abril de 2014, una de las conclusiones del Observatorio Los derechos
de las Mujeres en la Mira es que el desarrollo de una política pública en
materia de prevención y erradicación de la violencia de género contra las
mujeres, está marcando la pauta informativa a la prensa escrita del país.
Esto significa que los diarios, en general, no tienen una política informa-
tiva estratégica para hacer de la violencia machista un asunto de interés
nacional y, en cambio, prefieren dejarse llevar por los acontecimientos,
es decir, siguen la pauta marcada por terceros, como el gobierno y los
colectivos ciudadanos.
El breve y la noticia, como formatos dominantes, y el acontecimiento y
la denuncia/captura, como enfoques centrales de las noticias, son los dos
141
indicadores que mejor demuestran esta tendencia. Otros indicadores lle-
van también a la misma conclusión. Por ejemplo, al analizar y comparar
las gráficas sobre el foco y el enfoque de las noticias, se observa que la
tendencia es prestar más atención a actuaciones policiales y juicios, a dar
cobertura informativa a redadas policiales (sobre redes de trata de per-
sonas), a cubrir el lanzamiento de campañas públicas de sensibilización
y las declaraciones de servidores públicos del Estado (el caso más claro
es el del Ministro del Interior). Lo muestra también el aumento de las
estadísticas y cifras porque, sin ninguna duda, quien produce más infor-
mación desde hace al menos tres años, es la administración pública. Esto
conduce a dos situaciones: (i) hoy los diarios acuden menos a las ONG,
que tampoco proporcionaban datos suficientes antes de 2012, pero eran
los “únicos” que manejaban el tema, y (ii) se ha eliminado el argumento
que esgrimían periodistas y editores para justificar su apatía frente al
tema, que consistía en responsabilizar a la administración pública por su
falta de políticas y estadísticas.
Puede ser un momento óptimo y de no retorno (a esa apatía y falta de in-
formación), si los diez diarios analizados toman las riendas de sus agen-
das e incorporan los derechos de las mujeres y, en concreto, la prevención
y erradicación de la violencia contra las mujeres, como un asunto priori-
tario para el desarrollo del país. Las herramientas ya están a su alcance.
FICHA TÉCNICA
142
Periódicos de circulación nacional: Extra, El Universo, El
Expreso, El Telégrafo, El Comercio, y Diario Hoy.
Periódicos de circulación regional: El Mercurio, de Cuenca;
La Hora, diario con una edición nacional y ediciones regionales;
La Gaceta de Cotopaxi, sede en Latacunga, y La Prensa de
Chimborazo, con sede en Riobamba.
Elaboración de estadísticas: Mónica Diego Vicente
Análisis cualitativo y redacción del informe: Blanca Diego Vicente
143
comportamiento aleatorio, con meses o períodos donde publica mucho
y otros muy poco. El Expreso, es el periódico con el menor número de
publicaciones, consolidándose como el diario que menor atención presta
al tema.
El indicador Por provincia da estos resultados: del total de informaciones,
22%, son del Guayas; 18% de Pichincha; 10% de Azuay, y 6% de Coto-
paxi e Imbabura.
Breve 75 21
Noticia 244 68
Info.Especial - suplem. dominical 0 0
Reportaje 18 5
Entrevista 2 1
Crónica 1 0
Editorial 4 1
Columna de Opinión 13 4
La tendencia en el último año es hacia la consolidación de los formatos
breves (noticias y breves) en comparación con formatos que permiten el
144
contexto y la explicación (entrevista, reportaje o suplemento especial).
La comparación de las gráficas muestra un abuso del formato simple: los
datos muestran que del 15 de abril al 31 de julio de 2013, 65%; del 1 de
agosto al 30 de noviembre de 2013, 63%, y del 1 de diciembre de 2013 al
15 de abril de 2014, 98%.
Otra tendencia que se consolida es la ausencia del género Entrevista, es
decir, la ausencia del registro de las voces de las principales víctimas de
la violencia de género: las mujeres. Así, los datos nos muestran que del
del 15 de abril al 31 de julio de 2013, el 1% de los géneros utilizados era
Entrevista; del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013, 2%; y del 1 de
diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 1%.
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN
145
y violencia extrema. De acuerdo a los datos de los cuatrimestres, tenemos
que: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, el 54% de las informaciones
fueron publicadas en la sección de Seguridad y/o Judicial – policial; el
38% en el período del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013, y el 37%
entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de abril de 2014.
TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER IDENTIFICADOS
Los tipos de violencia definidos en el Observatorio y los valores totales
que corresponden al período entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de
abril de 2014, son:
Acoso 3 1
Asesinato 13 4
Femicidio 135 38
Violencia Sexual 70 20
Violencia Física 25 7
Violencia Patrimonial 0 0
Trata de personas 11 3
Todo tipo de violencia 86 24
Por opcion sexual 0 0
No especifica 14 4
Otro 0 0
En este período, los diarios recogieron más casos de asesinatos y femici-
dios (42%) que la suma de los casos de acoso, violencia sexual, violencia
física, violencia patrimonial, trata de personas y violencia por opción se-
xual juntos, que llegó al 31%.
El casillero ”No específica” (4%) refiere, en su mayoría, a noticias de partes
policiales sobre hallazgos de cuerpos de mujeres en quebradas, ríos, alcan-
tarillas o en la calle, cadáveres de difícil identificación, resultado de hechos
de los que la propia policía apenas tiene información, pero que la prensa
tiende a publicar, especialmente la sensacionalista, como diario Extra.
Se mantiene la tendencia negativa del indicador Violencia patrimonial. En
el período monitoreado ninguno de los diarios publica una nota sobre ella.
Por otro lado se consolida la tendencia a prestar más atención a los casos
de asesinatos de mujeres por su condición de mujer (femicidio) y a nom-
brarlos como tal, ya que existe la figura legal. De las 357 informaciones
publicadas en el último año, 135 corresponden a femicidios. El número de
asesinatos y muertes de mujeres sucedidos y publicados en la prensa, entre
1 de diciembre de 2013 y 15 de abril de 2014 es de 35. En diciembre 2013, 9
casos; en enero 2014, 11 casos; febrero, 3; marzo, 8 y al 15 de abril, 4 casos
publicados.
Sobre Trata de Personas, los diarios muestran interés en ella cuando se
146
relaciona con violencia extrema y actuaciones policiales, es decir reda-
das policiales espectaculares para desmantelar bandas y redes de trata y
prostitución. Estos son los valores del último año. Del 15 de abril al 31 de
julio de 2013, 9%. Del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013, 2%, y del
1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 3%.
La violencia por Opción sexual es un tipo de discriminación y abuso que
casi no mencionan los diarios, y cuando lo hacen es siguiendo iniciativas
ciudadanas (protestas, marchas, celebraciones, reuniones, etc.). Es decir,
son hechos noticiables si la comunidad los hace públicos; de lo contrario
el colectivo LGTBI permanece en la sombra de la agenda informativa
de los diez diarios. La comparación de los datos del último año refleja
esta tendencia: los meses donde el colectivo LGTBI ha estado activo, el
porcentaje de informaciones dedicadas a esta violencia sube. Aquí los
resultados del último año: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, 2%; del 1
de agosto al 30 de noviembre de 2013, 2%, y del 1 de diciembre de 2013
al 15 de abril de 2014, 0%.
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN
El Énfasis de la noticia, en el 81% de las informaciones estuvo en el he-
cho; el 12%, en las estadísticas y las cifras; el 6% en el personaje, y el 1%
en la categoría otros.
En ocasiones el periodismo tiende a dar más importancia al personaje
–cuando éste es una figura pública– que al hecho en sí, lo cual puede
tener resultados negativos para la calidad de la información, si el hecho
es grave y debería ser el foco central de la nota.
Sucedió en abril con el Ministro del Interior, cuando varios diarios co-
locaron al político como protagonista o sujeto central de la noticia y no
como la fuente de información. Los diarios escogieron informar sobre el
twitter que envió el Ministro de Interior, confirmando la captura de A. V.
A., supuestamente implicado en el asesinato de la candidata a concejal de
Playas, Lissete Avilés Erazo . Varios diarios coincidieron en encabezar la
noticia así: “En su cuenta de la red social twitter, el Ministro del Interior,
José Serrano, informó anoche sobre la captura de A. V. A., presunto im-
plicado en la muerte de la candidata a concejal de Playas Lissete Avilés
Erazo, registrado en febrero pasado”. Del acto informativo se desprende
que el sujeto central es el ministro y no el hecho de la captura de un sos-
pechoso de asesinato. Algunos diarios colocaron, además, al final de la
noticia sobre la detención de A.V.A., otro twitter enviado por el ministro
sobre otra detención (la de uno de los delincuentes más buscados del
país). Los diarios cerraban así la noticia sobre el femicidio de la candi-
data a concejal: “Operativo Otro más buscado. También en la red social
twitter, el Ministro del Interior informó anoche que…”. A pesar de este
ejemplo aislado, la tendencia en el último año se consolida: el “hecho”
es el centro de la información más que la persona o personaje. De nuevo,
es válida la conclusión expresada más arriba de que el testimonio de las
147
mujeres es casi nulo.
También se observa que se mantiene la tendencia de hacer más referencia
a estadísticas, reportes, informes y cifras oficiales. Del total de informa-
ciones, en el período del 15 de abril al 31 de julio de 2013, el 11% corres-
ponde a estadísticas y cifras; entre el 1 de agosto y el 30 de noviembre de
2013, el 14%, y entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de abril de 2014,
el 12%.
En cuanto a los enfoques y perspectivas que predominan en las informa-
ciones, independientemente del género periodístico los resultados en el
período monitoreado son:
148
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN
Las instituciones se han afianzado como fuentes fiables de información a
las que se acude de forma periódica. Los diarios publican los avances en
materia de políticas públicas, legislación para la prevención y erradica-
ción de la violencia de género o empoderamiento de las mujeres. En este
sentido, las instituciones públicas se han convertido en la fuente fiable y
de referencia que antes no eran.
Los gabinetes de prensa o equipos de comunicación institucionales han
avanzado significativamente, y sus habilidades dejan de lado a medios
y periodistas, incapaces de atender y conocer sobre todos los temas: es
una de las consecuencias de la globalización de las tecnologías de la co-
municación y la información y de la superabundancia de información.
Hoy, los diarios reciben cientos de comunicados de prensa de ministerios,
entidades públicas y privadas, ONG, universidades, etc., redactados con
una precisión y calidad de la que es incapaz un periodista poco cuali-
ficado. Es la moda del “periodismo institucional”, y los diarios, en la
vorágine de la época digital, a veces se limitan a copiar literalmente esos
comunicados de prensa. A continuación, algunos ejemplos de Fuentes
institucionales e información publicada por los diarios hasta el día 15 de
abril de 2014:
• Centro Ecuatoriano de Análisis de Seguridad Integral (CEASI):
en Ecuador se registraron 4.785 casos de violación sexual, en 2013
y en 2012, 4.743.
• Ministerio del Interior: 50% de las denuncias que se presentan
en el país son por violencia contra la mujer.
• Ministerio de Educación: 33% de víctimas de violencia sexual
corresponde a niños de 5 a 11 años. Esta forma de violencia no
afecta únicamente a las mujeres, sino también a los hombres, en el
15% de los casos.
• María Esther Cahuana, agente fiscal, encargada de las unidades
de delitos contra las personas y de la violencia sexual e intrafamiliar
del cantón Riobamba afirma: “existe un incremento de denuncias
sobre hechos sexuales”.
• El 35 % de las agresiones sexuales ocurre en espacios públicos
y el porcentaje restante en los hogares y otros sitios privados, según
información de Juana Bersosa, edil y Presidenta de la Comisión
de Inclusión Social, Género, Grupos de Atención Prioritaria y
Participación Ciudadana del Municipio de Cuenca.
Los datos comparados de los periodos analizados, respecto al uso de Insti-
tuciones, como fuente informativa –sean hombres o mujeres las personas
consultadas– es: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, del total de fuentes
consultadas, el 37% eran institucionales. Del 1 de agosto al 30 de noviem-
149
bre de 2013, 34% y del 1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 27%.
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO
150
Sobre Referencias a la normativa nacional o internacional, se puede apli-
car la misma conclusión que sobre el tema de derechos. Durante este
período, en el 91% de las informaciones no hay este tipo de referencias;
como tampoco las hay al derecho internacional humanitario (99% sin
referencias). En ambos casos, la tendencia supera el 80%.
Las referencias a exigencias al Estado son mínimas, porque los diarios no
están en capacidad de hacer una crítica constructiva en este sentido. En
el último año, aproximadamente el 70% de las informaciones no contiene
exigencias al Estado.
La tendencia a no exigir al Estado se mantendrá si los diarios no toman
la decisión de adoptar una política informativa propia y comprometida
con la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres y, en
general, comprometida con los derechos humanos de las mujeres.
Quito, Ecuador, abril 2014.
Corporación Humanas Ecuador
151