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ECUADOR

Observatorios de
Sentencias Judiciales y de Medios
2013-2014

Los derechos de las mujeres


en la mira
Los derechos de las mujeres en la mira
Observatorios de Sentencias Judiciales y de Medios, 2013–2014

Proyecto Fortalecimiento de capacidades para ejercicio de derechos, incidencia y


sensibilización de organizaciones de mujeres en Cotopaxi,Chimborazo, Sucumbíos.

Ana Lucía Herrera Aguirre, Blanca Diego Vicente, Nelly Valbuena Bedoya, Edgar Vega
Suriaga, María Paula Romo, Roxana Arroyo Vargas, Paulina Palacios Herrera

Editores de
los textos: Ana Lucía Herrera y Edgar Vega

Correctora de
los textos: Carmen Gangotena
1ra. Edición
Universidad Politécnica Salesiana
Av. Turuhuayco 3-69 y Calle Vieja
Ca­si­lla: 2074
P.B.X.: (+593 7) 2050000
Fax: (+593 7) 4088958
e-mail: rpublicas@ups.edu.ec
www.ups.edu.ec
Cuenca-Ecuador
Área de Ciencias Sociales y del Comportamiento Humano
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Corporación Humanas – Ecuador 2014


Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género
Avenida Julio Zaldumbide N24–665,
Quito – Ecuador
humanas@uio.satnet.net

Impresión: Editorial Universitaria Abya-Yala

ISBN: 978-9978-10-188-9

Fotografía, diseño
de portada,
diagramación: Nela Meriguet Martínez

Esta publicación es de distribución gratuita, se permite la reproducción parcial de esta


obra citando la fuente y su autor.

Esta publicación cuenta con la colaboración de la Cooperación Española a través de la


Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El contenido
de la misma es responsabilidad exclusiva del autor, contratista, socio ejecutivo u organi-
zación internacional y no refleja, necesariamente, la postura de la AECID.

Impreso en Quito-Ecuador, noviembre 2014

Publicación arbitrada de la Universidad Politécnica Salesiana


ECUADOR

Observatorios de
Sentencias Judiciales y de Medios
2013-2014

Los derechos de las mujeres


en la mira
Índice
PRESENTACIÓN 1
Universidad Andina Simón Bolívar 7
PRESENTACIÓN 2
Universidad Politécnica Salesiana 9
DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA: REFLEXIONES
SOBRE UNA ACCIÓN POLÍTICA FEMINISTA
Ana Lucía Herrera Aguirre 11
TENDENCIAS INFORMATIVAS SOBRE LA
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
Blanca Diego Vicente 21
LAS MUJERES Y EL POSMACHISMO MEDIÁTICO
Nelly Valbuena Bedoya 39
UNA ESTRATEGIA CIUDADANA DE PRESIÓN MEDIÁTICA
CASO KARINA DEL POZO: ANÁLISIS INFORMATIVO DE UN FEMICIDIO
Blanca Diego Vicente 49
“¿QUIERES VER CÓMO SE MATA A UNA PUTITA?”:
MASCULINIDAD Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Edgar Vega Suriaga 59
TIPIFICAR EL FEMICIDIO
POR KARINA, CLAUDIA, ESMERALDA, LAURA, Y TODAS NOSOTRAS
María Paula Romo 73
UNA SOCIEDAD CON VISA PARA LA IMPUNIDAD:
LA VIOLENCIA SIMBÓLICA Y MATERIAL
Roxana Arroyo Vargas 85
OBSERVATORIO DE SENTENCIAS JUDICIALES: JUEGO DE ESPEJOS
Paulina Palacios Herrera 99

ANEXOS 111
1. LA VIOLENCIA EXTREMA EN PRIMERA PLANA 112
2. FEMICIDIO Y ABORTO: DOS GRANDES DEBATES
MEDIÁTICOS 129
3. LA POLÍTICA PÚBLICA MARCA TENDENCIAS EN LA PRENSA
ECUATORIANA 140
Presentación 1

Mujeres en la mira: una oportunidad para


revisar la práctica judicial y de los medios
Por: Edgar Vega Suriaga1
El libro que a continuación se propone está escrito desde la articulación entre
la crítica jurídica, el análisis de medios de comunicación, y la crítica a los patro-
nes culturales que sostienen a la violencia de género. Desgraciadamente el
contexto en el que surge sigue siendo la atávica cultura patriarcal cuya expre-
sión más extrema es la subordinación total hasta llegar al despojo de la vida de
mujeres, cuerpos femeninos y cuerpos feminizados. Y como este sigue siendo
un continuo, Mujeres en la mira se suma al desafío contemporáneo de enten-
der a la violencia de género como resultado de la conjunción de una serie de
factores que la legitiman en el imaginario público y privado.

Esta vez, dos de esos factores son puestos en relación: por un lado la acción de
la justicia expresada en las sentencias judiciales, pero también reflejada en la
incorporación de la figura del femicidio en el actual Código Integral Penal y en
la instalación en todo el país de juzgados especializados para tratar el tema de
la violencia de género. El segundo factor tiene relación con la re-construcción
simbólica de este tipo de violencia en los medios de comunicación.

Como se señala líneas arriba, el contexto de la escritura de este libro sigue


siendo la violencia y posterior muerte de mujeres. En esta ocasión, los textos de
esta publicación se hacen eco, en común acuerdo, del ajusticiamiento de
Karina del Pozo ocurrido en Quito entre el 19 y el 20 de febrero de 2013. Y
cuando se señala ajusticiamiento es debido a que esta, como otras tantas
muertes que se siguen sucediendo, nos ponen ante la evidencia de que las
mujeres son asesinadas casi como una fatalidad: por el hecho de ser mujeres.
Y decimos casi fatalidad, justamente porque este libro se abre, como ya lo vie-
nen haciendo algunos esfuerzos teóricos en ese sentido, al tejido social, cultu-
ral y hasta ideológico como el sostén y legitimador de unos patrones de com-
portamiento que asignan a la mujer, a lo femenino y a los cuerpos feminizados
un lugar de subordinación progresiva. Esta asignación, al encontrarse tan natu-
ralizada está también legitimada en la cotidianidad de las relaciones, sean es-
tas públicas, privadas o institucionales. Este libro enfrenta esa naturalización al
remarcar el carácter aprendido de la subordinación, pero también al colocar en
cuestión a la masculinidad como factor protagonista de la violencia de
género.

El esfuerzo de este libro está animado por el trabajo denodado de la Corporación


Humanas Ecuador que, a través de sus dos observatorios (de sentencias

1 Comunicador Social por la Universidad Central del Ecuador; Máster en Periodismo y Doc-
tor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Docente del Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador.

7
judiciales y de medios de comunicación), da cuenta constante de las fracturas
de una sociedad de democracia formal, que al no encarar estructural y decidi-
damente la violencia de género, sigue consignando la subordinación, la inequi-
dad y la injusticia como signos de ser mujer aún en el mundo contemporáneo.
Para el Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede
Ecuador la participación de uno de sus docentes en este libro ha supuesto la
implicancia no solo en la redacción de un texto sino en el proceso de investiga-
ción, desarrollo teórico y seguimiento a esta expresión absoluta del poder como
es el femicidio. Para el Área citada, este texto alimenta una línea de investiga-
ción para indagar, sea en los Estudios de Recepción, o en los análisis discursi-
vos, visuales y sonoros, o en la articulación entre representación y género, la
construcción simbólica intersectada de los factores de opresión, entre los cua-
les el género es de importancia sustantiva. En ese sentido, el Área aspira a que
este texto sea de utilidad para comunicadores, periodistas y estudiantes de
comunicación social, para que en su formación y su ejercicio profesional ten-
gan en cuenta que la comunicación y el periodismo, en una sociedad constitui-
da sobre la inequidad y la desigualdad, deben comprometerse con la supera-
ción de la violencia de género en todas sus expresiones.

Por tan valiosa oportunidad, desde el Área de Comunicación de la UASB agra-


decemos enormemente la apertura de Ana Lucía Herrera, principal de
Corporación Humanas Ecuador, gracias a quien el Área no solo se reafirma en
su involucramiento con esta temática, sino que además le permite a la acade-
mia ecuatoriana reconocer uno de los trabajos, el de Corporación Humanas.

8
Presentación 2

Género, Comunicación, Derechos


Humanos y Academia
Por: María del Carmen Ramírez2
Es ampliamente extensa y harto compleja la ecuación correlativa entre Género,
Comunicación, Derechos Humanos y Academia. Los cuatro son temas centra-
les de la modernidad e involucran a todas las mujeres y a las complicadas iden-
tidades genéricas que no se resuelven exclusivamente en el enfoque y orden
heterosexual.

Las narrativas mediáticas, repletas de estereotipos culturales, reproducen, in-


cluso sin intención, relaciones verticales de poder, no sólo en el campo político
sino social, comunitario, nuclear-familiar, escolar y universitario.

La inclusión temática de los derechos humanos en el debate académico sobre


género y comunicación es crucial, debido a una confusión cotidiana, nacida de
la costumbre y convertida en estereotipo, que considera los temas relativos al
género como “asunto de mujeres”. Ni hablar de las confusiones sobre el con-
cepto “igualdad de género”.

La Universidad Politécnica Salesiana y su Carrera de Comunicación Social,


apuestan a la constante reflexión académica, al debate conceptual, a la inves-
tigación docente y a la generación de conocimientos que permitan a la comuni-
dad universitaria y a la sociedad, transformar pautas culturales, que infortuna-
damente, reproducen estereotipos aún vigentes en los medios de comunicación
y en la cotidianidad. Desde esta perspectiva somos la primera Carrera en el
país en contar con la Cátedra Optativa Comunicación, Género y Derechos
Humanos, un espacio para la reflexión en el que los futuros profesionales de la
comunicación exploran las prácticas patriarcales y machistas que persisten.

Conjuntamente con Corporación Humanas y la Universidad Andina Simón


Bolívar, la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Politécnica
Salesiana, presentan al público en general y a la comunidad académica del
país, este texto que recoge las reflexiones y aportes de varios especialistas,
entre ellos la docente de nuestra Carrera, Nelly Valbuena.

Para concluir, me permito transcribir de la argentina Elisabeth Gerber una re-


flexión que, a modo de epílogo, recordaré en esta presentación:

“Las comunicaciones, tanto en el sentido amplio de los procesos


comunicacionales como también en lo que hace a la acción de los
2  Comunicadora Social por la Universidad Central del Ecuador. Magister en Comunicación
por la Universidad Andina Simón Bolívar. Doctora en Comunicación Social. Mención Comunicación
para el Desarrollo por la Universidad Técnica de Ambato. Directora de la Carrera de Comunicación
Social de la UPS - Sede Quito.

9
medios de comunicación, describen y relatan a las sociedades mis-
mas. Ahora bien, ¿a quién pertenece el relato que asumen los me-
dios? o, desde otro ángulo, ¿en qué medida nos identificamos con
la descripción que realizan? ¿Qué posibilidades tenemos de incidir
en la selección y estructuración de elementos que supuestamente
nos describen, es decir, qué posibilidades de intervención concreta
tenemos en la agenda mediática?” (Gerber & Compiladora, 2003).

Hoy que en Ecuador, sin pausa y con urgencia, avanzan transformaciones en la


educación superior y en la comunicación, este libro “Los derechos de las muje-
res en la mira” -Informe Anual de los Observatorios de Sentencias Judiciales y
de Medios 2013-2014-, resultará inevitable.

Referencia

Gerber, E., & Compiladora (2003). Género y comunicación. Las mujeres en los
medios masivos y en la agenda política. En A. Varias. Buenos Aires: Fundación
Friedrich Ebert en Argentina.

10
Derechos de las mujeres en la mira: reflexiones
sobre una acción política feminista
Ana Lucía Herrera Aguirre3

Ser o no ser, siempre el mismo dilema


Son ya demasiados años de experiencia acumulada desde diversos espacios
institucionales, cuando optamos por ser una organización sin fines de lucro,
con pensamiento propio, actora desde la sociedad civil y estrechamente vincu-
lada con procesos sociales de grupos emergentes con identidades trascendien-
do. No ser un partido político, no ser una organización de base, no ser un centro
académico, no ser una empresa o un negocio, en principio daba identidad a las
luego llamadas organizaciones no gubernamentales achicadas con el tiempo a
una sigla de tres letras: ONG. Sería una labor enorme desarrollar una línea de
tiempo que dé cuenta de los múltiples derroteros que siguieron las cerca de
doscientas instituciones autoidentificadas como no gubernamentales en el di-
rectorio que sistematizó, en 1999, el Centro de Desarrollo y Comunicación
Popular CEDECO. En la actualidad, acribilladas por obra y gracia del discurso
oficial, alcanzamos a sobrevivir dignamente, y es el momento en que se hace
necesario dejar en claro que, desde nuestro ámbito de trabajo, hemos sido ac-
toras positivas y propositivas, capaces de acompañar y sostener procesos que
han sido catalogados como históricos, pues han marcado el derrotero de la
vida de este país del y del mundo.

Sin duda se puede cuestionar la forma cómo han sido gestionadas estas insti-
tuciones, o el cambio pragmático de sus objetivos, a fin de lograr su sobreviven-
cia olas ambiciones desatadas en el tiempo. Es así mismo cierto que tras esa
tan amplia denominación ONG han surgido todo tipo de engendros. Sin embar-
go, también es cierto que el surgimiento de las ONG dio sentido, en los años 80,
a una corriente de cooperación Norte-Sur y, por tanto, de su mano floreció toda
la cooperación para el desarrollo, que incluía aspectos tan determinantes en
ese tiempo, como la transferencia de tecnologías y de conocimientos técnicos
y científicos, que tenían en su sustrato el diálogo con otros saberes –nuestros
saberes– y la valoración de otras formas de conocimiento –nuestros conoci-
mientos–. Había un compromiso con los millones de personas desposeídas en
estas partes del mundo que estaban tan alejadas de estas posibilidades del
“desarrollo”, que millones de esos millones de éste, que se atrevieron a “llamar
tercer mundo”, apenas sabían dibujar sus nombres.

La educación y la comunicación popular, la investigación participativa, las téc-


nicas populares para acercar los cómos a los eternamente analfabetos, la

3 Feminista ecuatoriana, activista y experta en derechos humanos, con estudios de De-


recho en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, y de Sociología en la Universidad Central
del Ecuador. Fue parte del Caucus de Mujeres para la incorporación de la perspectiva de género y
derechos de las mujeres en el proceso de negociación del Estatuto de Roma. Fundadora de Corpo-
ración Humanas, actualmente bajo su dirección. Ex presidenta de la Comisión de Transición hacia el
Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género. Autora de diversas publicaciones sobre la materia.

11
alfabetización y posalfabetización, las metodologías de formación, el diálogo
de saberes y la participación política, fueron signos de una verdadera eclosión
de ideas y formas de hacer, dando vida a procesos dinámicos, creativos, plenos
de experiencias. Con el tiempo es evidente que se deben evaluar los procesos,
resaltando que de la mano de aquella variada gama de instituciones se canali-
zaron las voces de las personas sin voz, y se generaron posibilidades humanas
y materiales para la construcción de complejos procesos identitarios4 que su-
peraron las categorías clásicas del marxismo: obreros, campesinos, intelectua-
les orgánicos…, categorías en las que, los partidos de izquierda, trataron por
años de forzarnos a un acomodo.
Recuerdo cómo en 1992 la dirigencia política, ahora en el poder del actual
Estado Plurinacional de Bolivia, denominaban y se denominaban “campesinos”
a los millones de indígenas procedentes de decenas de pueblos originarios,
ahora sí identificados como ancestrales. Se trata de un corto lapso de tiempo
de 24 años –relativamente corto desde la mirada de la historia– en el que este
salto cualitativo tiene en su sustento, en gran medida, el trabajo desplegado
por las ONG. Así mismo, en toda América Latina, las mujeres y sus procesos
organizativos y políticos; el desarrollo de un pensamiento feminista popular;5 el
ecologismo y la defensa de la Pacha Mama; las diversidades sexo genéricas,
han constituido identidades que jamás encontraron cabida en los partidos de
izquierda y progresistas, de los que fueron expulsadas o se autoexpulsaron, ig-
noradas por los centros académicos, condenadas –o al menos ocultadas– por
las iglesias alternativas, sin mencionar el desprecio y aun la burla por parte de
los grupos hegemónicos en el poder.

Seguro hace falta complejizar estas aseveraciones, pero mi interés por hoy es
resaltar que desde la memoria más subjetiva6 se evidencie que fuimos, y segui-
mos siendo, espacios de evolución y revolución de pensamientos y de prácti-
cas; pero entonces, me pregunto, ¿por qué en tiempos de cambios y transfor-
maciones se pretende someternos a un férreo control oficial? Sea como fuere,
lo cierto es que se va definiendo un escenario confuso, que desde nuestra pers-
pectiva desperdicia energías y propone una batalla sin sentido pues, a través de
4 En el sentido de identidad política visible, que se manifiesta en actuaciones valorizadas
como acciones políticas. La identidad es así actuada, puesta en escena. Ana Sampaolesi. (s/f).
”Desvelos enel quehacer político”, en Revista Feminaria VI II,. Dossier “Mujeres, política, poder”.
Buenos Aires, Argentina, s/f,p. 11. Fotocopiado.
5 Esto configuró un estilo de trabajo que se llamó “feminismo popular”, constituido princi-
palmente por feministas socialistas, cristianas y ex militantes de partidos de izquierda, que privilegió
el trabajo con las bases del movimiento amplio de mujeres. También distintas orientaciones políti-
cas consolidaron la formación de redes temáticas, cuya función crucial fue impulsar la creación de
una conciencia de vinculación nacional a lo largo y ancho del país, propiciar encuentros en otras
regiones del país y establecer diálogos o enlaces con interlocutores externos, como las institucio-
nes académicas, sectores gremiales y algunos funcionarios públicos, sensibles a las demandas del
movimiento popular de mujeres. El feminismo popular creció, tratando de no imponer una dirección
a las acciones populares, pero sí de introducir la reflexión feminista, que empezó a sistematizarse
en ámbitos académicos. “Mujeres en red”, en el Periódico Feminista http://www.mujeresenred.net/
IMG/pdf/mexico.pdf.
6 Me refiero a la subjetividad siguiendo a Teresita de Lauretis, quien formula una subjetivi-
dad que deja acción al individuo al tiempo que la sitúa dentro de “configuraciones discursivas par-
ticulares” y más aun, concibe el proceso de conciencia como una estrategia. La subjetividad puede
así estar imbuida de raza, clase y género ,sin estar sujeta a una sobredeterminación que impida la
acción”. Linda Alcoff.”Feminismo cultural versus posestructuralismo: la crisis de la identidad en la
teoría feminista”, en Revista Feminaria IV. Buenos Aires. s/f. Fotocopiado.

12
al menos cuatro décadas, la capacidad de iniciativa y creatividad ha estado –en
gran medida– en el ámbito de las ONG.7
En principio diríamos que hay campo para todo el mundo y que la construcción
de ciudadanía hacia una democracia real implica muchísimo trabajo, muchísi-
ma innovación y la multiplicación de cauces para la resolución de demandas
que han de estar abiertos ya que su presentación pública –aunque no signifi-
que inmediato acuerdo– es condición previa de viabilidad y consenso.(Valcárcel,
2008:324).No hay competencia posible; por al contrario, aunque se den contra-
puntos, existen todas las condiciones de cooperación, porque en democracia
no se puede suplantar a la sociedad civil, ni siquiera por parte de aquellos go-
biernos que, por casi una década, obtengan el favor popular en las urnas. Nos
asalta el temor de que los procesos denominados participativos, gestionados
desde el poder, troquen en cualquier otro ente que, en lugar de hacer florecer a
los seres humanos en su individualidad y en su ser colectivo, conviertan a per-
sonas y procesos en seguidores pedigüeños de “papá”, repetidores de discur-
sos y defensores de una única moral y buenas costumbres, matando impune-
mente la libertad de ser y de crear, que da sentido a la existencia humana. Es
decir que ocurra todo lo contrario de lo que fue aquel trabajo original de esas
ONG y lo contrario de lo que hoy sigue siendo la misión de un modesto colectivo
feminista como es Humanas.

Observar es labor ciudadana


Lo anterior no es más que una necesaria ubicación de quiénes somos y desde
donde construimos una identidad como institución. No es tiempo de dudas; por
el contrario, es tiempo de certezas, como una forma de honrar los procesos
compartidos. Por esta razón no es gratuito que publiquemos esta nueva edi-
ción de “Mujeres en la Mira”, conjuntamente con la Universidad Andina Simón
Bolívar y la Universidad Salesiana. Se trata de otra muestra de una renovada
opción por la transformación del pensamiento y de las prácticas desde el ámbi-
to de la enseñanza-aprendizaje; una opción para nuevas generaciones de pro-
fesionales del derecho y de la comunicación, a fin de que dispongan de un texto
de estudio que abra sus posibilidades profesionales tanto desde la teoría como
desde el uso de técnicas de investigación y tecnologías de comunicación. El
pensamiento feminista propone, construye, deconstruye, crea y recrea; está
presente y sienta precedentes, pues somos capaces de gestionar con éxito,
eficacia y alto impacto público, una iniciativa como la del Observatorio de
Medios y la del Observatorio de Sentencias Judiciales.

En efecto, estos observatorios constituyen un ejercicio sostenido8 que tiene


7 “Lo que es importante destacar es que, sin despreciar los diferentes trabajos que en
el campo de la reflexión social han desarrollado históricamente otras instancias, por ejemplo las
universidades, y organismos estatales, el trabajo de las ONG fue, en muchos casos pionero, planteó
nuevas ideas, propuso formas novedosas y fecundas de entender la realidad. Es más, en muchas
ocasiones, cuando la universidad estaba seriamente lastrada por el burocratismoo el dogmatismo,
fueron las ONG, las que “pensaron”. De la misma manera, cuando los entes del Estado se deforma-
ron para servir a un proyecto político las ONG continuaron indagando y documentando los hechos
sociales". Teodoro Bustamante (26 de junio de 2013). “Más sobre las ONG". En diario Hoy. Disponible
en http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/mas-sobre-las-ong.
8 Por iniciativa de la Articulación Regional Feminista por los Derechos Humanos y la Jus-

13
como objetivo contribuir a los debates sobre las condiciones de vigencia efecti-
va de los derechos humanos consagrados en los tratados internacionales, la
Constitución y las leyes nacionales. También sobre las vinculaciones entre los
derechos que se disputan ante los tribunales de justicia; a la agenda de los
medios de comunicación y a los efectos que esas actuaciones y esos discursos
tienen en la sociedad. Los observatorios y sus productos –bases de datos y
análisis en internet–, los espacios públicos generados en los medios de comu-
nicación y en la academia, así como otras producciones impresas, constituyen
herramientas útiles para los debates sobre democracia, libertades, género y
justicia en el país, manteniendo siempre una proyección regional.
El acto de observar constituye un modo de examinar la realidad que, para el
caso de los observatorios de Corporación Humanas, ha demandado la cons-
trucción de marcos de referencia específicos respecto del objeto a observar, el
propósito de la observación, los deferentes elementos a observar, así como los
criterios de análisis o de comparación. Hablamos de un ejercicio multidiscipli-
nario y riguroso que determina la viabilidad o no de un observatorio, puesto que
la búsqueda muy general, poco precisa, demasiado abarcativa, determinarán
un mal presagio para cualquier ejercicio de observancia. “La misión de un ob-
servatorio es vigilar y detectar lo que ocurre en su ámbito de actuación, y su
valor agregado se sustenta en: 1) buscar la información, 2) discernir su relevan-
cia, 3) organizarla de modo coherente y 4) presentarla de forma clara”. (Marcial,
2009).

Existe otro aspecto que en los tiempos que corren puede resultar controversial,
pero sostenemos que esta labor de examinar y monitorear la realidad respecto
de la actuación del Estado en lo que refiere al cumplimiento de estándares de
derechos humanos, es propia de sujetos o instancias de la sociedad civil. La
responsabilidad del Estado –a través del gobierno– de garantizar el pleno ejer-
cicio de los derechos ciudadanos, compromete de entrada a los diferentes nive-
les de funcionarios públicos que resultan ser responsables por acción o por
omisión de la efectividad u oportunidad de las políticas públicas, la realización
de la justicia, la aprobación de leyes que viabilicen los derechos humanos, etc.

No será difícil que, desde el Estado, se puedan diseñar –técnica y conceptual-


mente– modelos rigurosos para el monitoreo del cumplimiento de esos dere-
chos humanos que están garantizados plenamente por la Constitución; sin em-
bargo, hay un límite ético que establece que quien tiene la obligación de
proteger o garantizar los derechos, no tenga que ver con la evaluación de ese
cumplimiento. Tras el respeto irrestricto de los derechos humanos, están com-
prometidos un sin número de transformaciones socio-culturales de mentalidad
y acciones que incluyen ámbitos tan delicados como la superación de TODAS
las formas de discriminación por sexo, género, raza, origen nacional o étnico,
religión, etc., etc. por mencionar las más neurálgicas. Y, si así se quiere mirar,
ticia de Género, desde 2009 se implementaron los dos observatorios con carácter regional. Poste-
riormente se han mantenido los observatorios desde proyectos nacionales, mostrando que, pese a
la dificultad de no tener recursos conjuntos, los observatorios son mecanismos probados de moni-
toreo al compromiso con los derechos humanos de las mujeres, tanto desde los medios de comuni-
cación como desde la administración de justicia.

14
estamos precisamente en esos años de formación de conciencia ciudadana y,
en particular de funcionarios y funcionarias, muchos de los cuales en su fuero
interior, consideran, sin lugar a dudas, que hay un “deber ser” para hombres y
otro para mujeres, que la homosexualidad es una enfermedad, que los indíge-
nas son inferiores...; en fin, que a la Constitución vigente “se le fue la mano” al
momento de reconocer tales derechos.9
En otro nivel, y siguiendo esa línea de razonamiento, tampoco vemos a los me-
dios de comunicación con integridad ética para monitorearse a sí mismos en
temas como el tratamiento del sexismo en materia de violencia de género con-
tra las mujeres, por ejemplo. Así lo comprueban los artículos que constan en
esta publicación, referidos al balance anual y al ejercicio comparativo del
Observatorio de Medios (Blanca Diego), y los que analizan, desde diferentes
perspectivas, el caso emblemático de Karina del Pozo. (Blanca Diego y María
Paula Romo).

No se trata de límites arbitrarios sino de cómo se ubican los diferentes actores


y constructores de la democracia, a fin de asegurarse que haya una evolución
en materia de derechos; las confusiones de roles o el acaparamiento de los
mismos resultan peligrosos y, en el fondo, encierran un juego de poder; es decir,
si una instancia del Estado decide construir un observatorio en materia de de-
rechos, también llamados laboratorios de monitoreo, en principio lo pueden
hacer sin dilaciones, disponiendo de todo tipo de recursos, incluyendo la maqui-
naria del Estado para su validación, promoción y difusión. No se trata solamen-
te de un desplazamiento –hasta la desaparición– de otros actores sociales,
sino también de la eliminación de espacios de interlocución, de cuestionamien-
to, de diálogo; todas acciones indispensables en un tiempo en que se legitima
un proceso que no duda en llamarse de “cualificación de cambios o
transformaciones”.

Este tipo de incursiones de control han dado cabida a otros discursos y actua-
ciones, principalmente de los medios y profesionales de la comunicación, que
se sienten víctimas de las restricciones y violación de la libertad de expresión;
una verdadera pugna que mantiene en vilo el día a día de este país desde hace
más de cuatro años, desgastando en la opinión pública un tema tan gravitante
como los derechos humanos su ejercicio, su exigibilidad. Ningún otro tema al-
canza a disputar ese espacio; la violencia verbal reina en el escenario. ¿Quién
controla a los controladores?.10

¡Abuso de derechos! ¡Limitar los derechos!, son expresiones que se proclaman


de forma reiterada. Los insultos y adjetivos grotescos se imponen como formas
de interacción social, se diluyen los límites de algo tan básico como el trato
respetuoso, se eleva el techo de la tolerancia verbal; abundan los malos chistes

9 Sin ningún tapujo, profesionales de todo tipo –periodistas, abogados, economistas, etc.
así como académicos y políticos– de forma sistemática, y a través de todos los medios de comuni-
cación, califican a la Constitución como producto de una “novelería”, descalificando todo el proceso
de reflexión y debate participativo, que derivó en la Asamblea Constituyente de 2008.
10 Hablamos de “controladores”, en plural, pues para el caso de las mujeres el controlador
refiere tanto al gobierno como a los medios de comunicación que son un poder real.

15
y proliferan los piropos sexistas y machistas, se naturaliza un trato cargado de
moralismos religiosos respecto de temas vitales para las mujeres, como son
sus derechos sexuales y reproductivos; se silencia la voz de las mujeres autori-
dades de gobierno... Toda esta evidencia nos hace temer que la sobrecarga del
discurso, el silencio cómplice y el refuerzo obsesivo del control social, se traduz-
can también en control, sobrecarga y silenciamiento delas mujeres y sus colec-
tivos. “Por eso las medidas de decoro que toma una insurrección triunfante –
vestimentarias, de reforma de costumbres, de protección de la familia, de
`limpieza moral´– siempre son significativas y nunca deben ser consideradas
meros detalles accidentales.” (Valcárcel, 2008).
Somos, como país, un mal ejemplo de cómo se reproduce velozmente la violen-
cia simbólica, pues es obvio que se va permeando toda la sociedad y se van
desenfadando discursos y argumento que, desde sectores oficiales y desde
otros seudo académicos, confrontan y ponen en peligro los dificultosos avan-
ces logrados en décadas en pro dela igualdad sustantiva para las mujeres, y en
pro delas personas de diversa condición sexo genérica. Estos temas son mate-
ria de análisis de esta publicación (artículos de Nelly Valvuena y Roxana Arroyo),
pues se impone. para el movimiento feminista y para todas las mujeres que no
quieren vivir más discriminaciones, una disputa de espacios, discursos y senti-
dos; es tiempo de hablar, debatir, proponer. Los observatorios son una herra-
mienta indispensable para enfrentar esta tarea.

Violencia contra las mujeres - Justicia de género


La necesidad de especificar y delimitar los ámbitos de los observatorios nos
condujo a una necesaria decisión respecto de los derechos a ser monitoreados.
Se priorizaron entonces: el derecho a vivir una vida libre de violencia, y el dere-
cho de acceso a la justicia. Desde estas delimitaciones –dentro de la extensa
gama de derechos humanos– se procedió a especificar los ámbitos de estudio:
medios de comunicación impresos por un lado y, por otro, la actuación del po-
der judicial.

Obviamente estas definiciones tienen relación con los grandes temas que
constituyen la razón de ser institucional –y aun más allá, la común identidad
política– de la Articulación Regional Feminista por los Derechos Humanos y la
Justicia de Género, denominación que da cuenta de una “’política de la identi-
dad’, es decir que la propia identidad está tomada y definida como un punto de
partida político, como una motivación para la acción, y como un esbozo de la
política personal.”11

Hablar sobre violencia contra las mujeres es un tema que siempre incomoda;
la razón es simple en toda su complejidad, pues no existe una sola persona que
no haya sido tocada por esa violencia, sea porque la vivió en su experiencia
personal, corporal, o en su entorno cercano. Todas las personas conocen los
múltiples rostros de esa violencia y pueden nombrarla: insultos, vejámenes,
11 Un concepto que surgió del manifiesto ´A Black Feminist Statement´ del Combahee River
Colective. En Alcoff, Linda. Op. cit.

16
hostigamiento, burlas, golpes, “caricias” incómodas, acercamiento físico forza-
do, secretismo, silencio. Incomoda, porque genera una sensación de quedar en
evidencia respecto de hechos que producen vergüenza, tristeza, molestia, te-
mor; en definitiva, una serie de reacciones no racionales; es una experiencia
que remueve la memoria y el cuerpo, y la manera que, humanamente se res-
ponde, es tratando de olvidarla, esconderla, dejarla atrás.
Socialmente se da la misma respuesta y, pese a su carácter generalizado y a
que la violencia contra las mujeres sea considerada como un fenómeno estruc-
tural, ha costado mucho lograr que se hable, se denuncie, se actúe, más difícil
aun en un entorno mundial donde se multiplican otras formas de violencia so-
cial. En este contexto se debe insistir en que,a diferencia de la conceptualiza-
ción y tratamiento jurídico de la violencia en general, la definición de la violen-
cia contra las mujeres implica el reconocimiento de la existencia de relaciones
de poder desiguales por género, en particular entre los hombres y las mujeres,
que deben ser modificadas para que se den transformaciones reales.

Parecía entonces que, en este contexto, dejar en evidencia todas las formas de
violencia contra las mujeres y los mecanismos de poder que las sustentan, era
el camino: sacar a la luz, nombrarla, cuantificarla, cualificarla. Han transcurrido
ya casi cuatro décadas desde que la violencia entrara a ser punto central en la
agenda política de las mujeres12 y, si en algo se ha avanzado, es en las denun-
cias y en la documentación de esas denuncia. En nuestro país, la lucha ha sido
sin tregua ni descanso, y el quehacer, arduo y fatigoso. En esas condiciones se
ha avanzado en la normativa legal –nacional e implementación de estándares
internacionales–, procedimientos judiciales e, inclusive, justicia contravencio-
nal especializada, políticas públicas siempre incompletas y posicionamiento en
la agenda pública. Se implementó, además, una encuesta especializada (INEC,
2012) que dio renombre internacional al país, considerada como una de las
más avanzadas en la materia. Sin embargo, desde los sectores oficiales su re-
levante información ha sido utilizada como referencia menor, nunca ha sido
mencionada o reconocida, peor aún usada como base de realidad o sustento
de políticas prioritarias para el Ejecutivo. El supra valor que este gobierno suele
dar a los datos cuanti y cualitativos, en este caso no aplica,

La persistencia de la violencia que viven las mujeres por ser mujeres ha sido, y
es reportada, por los medios impresos de forma sensacionalista; ahora algo
más controlada, según reporta el Observatorio. Ha sido, y seguirá siendo, un
tema por informar, y siempre tendrá alto impacto, pues lo que dicen y la forma
cómo los dicen, tiene secuelas, deja huella, da pautas, a una sociedad que, se-
gún los estudios, “lee poco los periódicos”13, aunque sí recibe esa información

12 La violencia contra las mujeres es tema que se posiciona desde los años setenta, época
considerada como la segunda ola feminista. Es denunciada desde el feminismo radical que tras el
lema “lo personal es político” intenta llamar la atención de los poderes públicos para que se preocu-
pen de temas relativos a lo privado, como la violencia masculina dentro de los hogares, el cuidado
infantil, las personas ancianas, etc. Yadira Calvo (2012). Terminología feminista. San José, URUK
Editores. p. 114
13 “Mala nota en lectura”. “El ecuatoriano, en promedio, lee tres horas a la semana. Muy
poco si se toma en cuenta que ve televisión 10 horas y escucha radio seis horas, en el mismo tiem-
po. Disponible en http://www.vistazo.com

17
por otras vías. La prensa escrita es referencia total o parcial de todos los infor-
mativos que emiten los informativos de televisión y radio, y también la informa-
ción electrónica. Son fuente de referencia porque, por ejemplo, por su naturale-
za desplazan reporteros/as al lugar de los hechos o hacen seguimiento en los
juzgados, Es decir, disponen de información privilegiada, de primera mano.
No se requieren más argumentos. El Observatorio de Medios sí es un termóme-
tro sobre la forma cómo los medios impresos monitoreados –diez en versión
electrónica– NO tienen compromiso con el tema, han descuidado su deber de
investigación y análisis, y jamás –en estos últimos tres años– han levantado un
compromiso social con esta epidemia, por la cual seis de cada diez mujeres
mayores de 15 años han vivido alguna forma de violencia–. Son las más jóve-
nes, entre 15 y 25 años las más afectadas viviendo inclusive despojo patrimo-
nial por parte de sus novios o parejas. ¡Les quitan su mesada, su pequeño suel-
do! Son nuestras hijas, nietas, y sobrinas, las víctimas, las más jóvenes, las
nuevas generaciones. ¿Por qué tanta tolerancia? ¿Por qué permiten que se
agudice más esta violencia que hace tanto daño a la sociedad entera?

Para atender, al menos, una parte del problema contaríamos con el parámetro
de la justicia; es decir, monitorear cómo responde la administración de justicia
a las mujeres quehan denunciado su situación, sea por casos de violencia como
por otros delitos. Esta acción da sentido al Observatorio de Sentencias Judiciales,

con el objetivo de identificar en qué medida la justicia recibe y procesa los recla-
mos por el ejercicio efectivo de los derechos humanos de las mujeres. […]
Montado sobre una base de datos interactiva, establecida en un página de inter-
net de libre acceso, contiene las decisiones más importantes de los tribunales
superiores de justicia, cortes constitucionales y otros tribunales de cada país en
materia de derechos de las mujeres, las definiciones y normas jurídicas utiliza-
das y sus condiciones de ejecución. (Gherardi, 2011).

Aun más, se trata de medir la vigencia del derecho de acceso a la justicia, que
implica que las mujeres tengan la posibilidad a una adecuada tutela de sus
derechos. Nos ubicamos, entonces, en otro plano, pues pasamos del montaje
del discurso en los medios impresos y su importancia en la construcción real o
simbólica sobre la violencia contra las mujeres, al monitoreo de la gestión de
una función del Estado: los tribunales de justicia. Es otro ámbito de observancia,
relevante pues la jurisprudencia que emana de esos tribunales, su contenido, su
lenguaje, a final de cuentas muestra la manera cómo se está considerando a
las mujeres en tanto sujetos de derechos. Igual que una noticia, los fallos oficia-
les de la justicia dejan ver cómo se valora al ser humano mujer y a lo femenino.
Jueces y juezas, humanos al fin, son parte o producto de un entorno cultural
cargado de es tarea álgida y compleja.

Un aspecto fundamental del importante quehacer desde las cortes, es que nos
indica la eficacia o garantía real de los derechos de los/as diversos/as sujetos;
desde ahí se orienta a los/as legisladores, se interpretan y se aplican los crite-
rios sospechosos de discriminación y se determinan los déficit de protección
18
existente, se cuestionan y modifican los patrones socioculturales, que son la
base de la discriminaciones. Pero, sobre todo, la jurisprudencia es lo específico,
lo casuístico, es el enlace con la realidad que permite que se haga efectiva la
igualdad sustantiva en la vida de las mujeres.
No es materia de este artículo analizar las sentencias del Observatorio, pero se
debe mencionar lo limitado de las argumentaciones de la sentencia en el caso
Karina del Pozo. Un caso emblemático que copó la atención mediática por me-
ses; un caso brutal por la forma cómo desnudó los comportamientos, el lengua-
je, las valoraciones, etc. de un acto criminal cargado de misoginia. En efecto, en
un caso así –único por la celeridad en que fue resuelto–, las pruebas materiales
y testimonios arrojaban suficientes elementos para que el tribunal avanzara en
el análisis jurídico hacia la configuración de los elementos constitutivos del de-
lito de feminicidio/femicidio, figura que, al momento, se debatía en la Asamblea
Nacional a propósito de la aprobación del Código Integral Penal. Además esta-
ba el antecedente aportado por la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos –CIDH– en el caso denominado “Campo Algodonero”,
(CIDH, 2009) sentencia que en extenso analiza la discriminación de género y
las relaciones entre ésta y la violencia hacia las mujeres, explicitando que, en
ese caso, las mujeres muertas fueron víctimas por el hecho de ser mujeres.
Sustentos jurídicos de los cuales disponía el tribunal encargado de conocer y
dictaminar el caso K. del Pozo que, sin embargo no fueron tenidos en cuenta al
momento de su conocimiento y posterior dictamen.

No se alcanza a encontrar razones, y me resisto a repetir que ellas radican en la


falta capacitación, formación o sensibilización de los operadores/as de justicia.
Sí creo, en cambio, que faltó rigurosidad, ganas de arriesgarse con la teoría ju-
rídica, para sentar precedentes y asumir ese rol privilegiado que tiene la justicia
para hacer visibles y creíbles el sinnúmero de derechos que están en la
Constitución, y que tantas veces sentimos son más enunciados que
realidades.

Lo cierto es quela CIDH, en el caso “Campo Algodonero” ligó precisamente la


situación de impunidad en la justicia con los casos de violencia de género, esta-
bleciendo que ésta: “[E]nvía el mensaje de que la violencia contra la mujer es
tolerada, lo que favorece su perpetuación y la aceptación social del fenómeno,
el sentimiento y la sensación de inseguridad en las mujeres, así como una per-
sistente desconfianza de éstas en el sistema de administración de justicia”
(CIDH, 2009). Diríamos que lo dicho se aplica tanto para los casos que no son
resueltos –denegación de justicia–, como para aquéllos otros que teniendo to-
dos los factores a favor, y la potencialidad de dejar sentados precedentes y
crear jurisprudencia, no lo hacen.

Para concluir, el monitoreo entregado por los observatorios de medios y de aná-


lisis de sentencias judiciales de Corporación Humanas, es relevante para enten-
der, así como para criticar y exigir de estas tan diversos instituciones a la vez
actores sociales, cambios urgentes respecto del cumplimiento de sus obliga-
ciones, frente a la persistencia de graves violaciones a la
19
los derechos humanos de las mujeres. Hay una evidente falta de compromiso
desde los medios impresos monitoreados y una insatisfactoria acción de los
operadores de justicia. El producto de esta mala interacción social produce, por
un lado, graves retrocesos en la mentalidad colectiva y, por otro, profundiza la
incredulidad sobre la justicia. Malos presagios para las mujeres que sobrevivi-
mos a esta democracia restringida en la segunda década del siglo XXI.

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Valcárcel, Amelia (2008). Feminismo en el mundo global. Madrid: Ediciones Cá-


tedra, Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer.

20
Tendencias informativas sobre la
violencia contra las mujeres
Blanca Diego Vicente 14

Reflexión 1:
Sobre la necesidad de observar
Desde mediados de 2009, el Observatorio “Los derechos de las mujeres en la
mira”, de la Corporación Humanas Ecuador, ha revisado a diario una a una las
páginas y secciones de diez periódicos ecuatorianos; ha registrado en su siste-
ma aquellas informaciones relacionadas con la violencia de género contra las
mujeres y, posteriormente, las ha leído todas con el fin de analizar el tratamien-
to periodístico que recibe la violencia machista en los principales diarios del
país. Un equipo de dos personas15 fue el encargado de llevar a cabo esta labor
de monitorear las diez versiones digitales de los siguientes diarios: Extra, El
Universo, Expreso, El Telégrafo, El Comercio, Hoy, El Mercurio, La Hora, La
Gaceta de Cotopaxi y La Prensa de Chimborazo (estos dos últimos sustituyeron
en 2013 al Diario de Manabí y Últimas Noticias).

Comienza a ser común que los países con las políticas públicas más avanzadas
en esta materia pongan en marcha un sistema integral de supervisión de casos
de violencia machista y violencia doméstica o intrafamiliar, porque prevenir y
reducir los niveles de violencia contra las mujeres, en cualquier sociedad, re-
quieren diagnósticos adecuados sobre las causas y las consecuencias. A partir
de esta necesidad, surgen los Observatorios de la violencia contra las mujeres.
Hay muchos modelos: públicos, dependientes de ministerios; en Ecuador lla-
mados también veedurías; mixtos, que incorporan la participación de organiza-
ciones de mujeres y de centros e institutos de investigación sobre los derechos
de las mujeres, con el fin de obtener información e interpretación esencial so-
bre la magnitud de dicha violencia, y ciudadanos, impulsados por universida-
des u organizaciones no gubernamentales (ONG), etc.

El Observatorio “Los derechos de las mujeres en la mira” nace de un esfuerzo


de varias instituciones feministas de América Latina, agrupadas en la
Articulación Regional Feminista por los Derechos Humanos y la Justicia de
Género, que forman el Observatorio “Las mujeres en los medios”, uno de los
primeros intentos regionales para analizar comparativamente la cobertura pe-
riodística que hace la prensa escrita sobre la violencia contra las mujeres. Las
estadísticas recogidas por los observatorios nacionales en Argentina, Bolivia,

14 Periodista española de la fundación holandesa WorldCom y cofundadora de LolaMora


Producciones, colectivo de mujeres profesionales que realizan producciones multimedia y proyectos
en Europa, África y América Latina. Ha trabajado en la Asociación de Programas y Radios Comunita-
rias de El Salvador, ALER. Radio La Luna (Quito). Radio Amazónica por la Paz (ALDHU, Radio Neder-
landWereldomroep (RNW), entre otras. Entre sus últimas producciones se destaca “Crónicas Wayuu”
(Fundación Frederich Ebert) y una serie de artículos sobre Sudán del Sur. Es periodista de la Corpo-
ración Humanas Ecuador desde 2011.
15 Mónica Diego Vicente, genera el registro y base de datos. Blanca Diego Vicente sistema-
tiza y analiza los datos y tendencias.

21
Chile, Colombia, México, Perú y Ecuador, y sus respectivos análisis cualitativos,
fueron compilados, comparados y difundidos a través de el Observatorio
Regional que dejó de funcionar, pero mientras se mantuvo vigente, fue una ini-
ciativa única y valiosa. Los observatorios nacionales continúan en
funcionamiento.
Según el Observatorio Regional:

Los hallazgos permiten establecer un diagnóstico regional que in-


dica que el tema de la violencia hacia las mujeres ocupa un lugar
relevante en la agenda pública de los países de la región. Sin em-
bargo, no logra todavía vencer ciertos prejuicios en relación con la
visión estereotipada que los medios reproducen de las mujeres, sus
relaciones interpersonales, su sexualidad. En la medida en que no
se generalicen las campañas de difusión para consolidar la idea
de la violencia hacia las mujeres como una violación de derechos
humanos, junto con diversas intervenciones para contribuir a mo-
dificar una cultura que naturaliza muchas formas de violencia, no
será posible consolidar los cambios necesarios para avanzar en la
erradicación de la violencia hacia las mujeres. Los medios de comu-
nicación, mientras tanto, son reproductores de estas falencias que
nos aquejan como sociedad.16

En el último lustro, el observatorio ecuatoriano ha aportado periódicamente al


conjunto de los estudios que se elaboran en el país sobre violencia basada en
género, con análisis cualitativos y cuantitativos sobre aquellos medios que a
diario difunden noticias sobre el tema. Los periódicos son los que miran al exte-
rior, interpretan la realidad, seleccionan puntos de vista y producen información
para contársela a millones de personas. A lo largo de estos cinco años, el
Observatorio ha reiterado que el enfoque que hacen los periódicos sobre la
violencia machista podría mejorar sustancialmente, pues la mayoría aún man-
tiene una visión reduccionista del problema; falta especialización en el trata-
miento informativo, y en las directivas y redacciones de las empresas mediáti-
cas persisten prejuicios que actúan como barreras “naturales” que prolongan
una mirada obtusa sobre la no discriminación, la igualdad y el derecho a una
vida libre de violencia, entre otros principios básicos.

Los observatorios de medios de comunicación se multiplican en el mundo.


Unos, fiscalizan el tratamiento informativo de la migración y la movilidad huma-
na; otros, se dedican a la infancia y la juventud; y otros muchos apuntan su lupa
a la violencia contra las mujeres, en una suerte de alianza mundial entre me-
dios y género que trata de detener una realidad calificada por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como “un problema global de proporciones epidémi-
cas”: una de cada tres mujeres mayor de 15 años ha sufrido algún tipo de vio-
lencia física o sexual por parte de su pareja o ex pareja (conviviente o relación

16 La violencia tiene prensa. Informe final del Observatorio Regional “Las Mujeres en los
Medios” de la Articulación Regional Feminista por los Derechos Humanos y la Justicia de Género,
ELA, 2011.

22
esporádica), sin importar su credo, su cultura, su estatus económico o la región
del mundo en la que viva. El 35% de las mujeres del planeta mayores de 15
años (920 millones) ha sufrido alguna vez violencia física de su pareja o una
agresión sexual por parte de otra persona. La media de los países ricos es de
32,7% y del 36,1% en América Latina.17
“Los derechos de las mujeres en la mira”, con una mirada crítica, es una herra-
mienta para observar la práctica periodística desde una perspectiva de género,
cuya finalidad es hacer reflexionar a periodistas y medios de comunicación
ecuatorianos sobre una función social que les es inherente: mostrar la realidad,
diversa, compleja y cambiante, para lo cual es imprescindible que el periodis-
mo actual sea incluyente y no sexista. El Observatorio trata de aportar a dicha
transformación. En estos años ha ofrecido herramientas periodísticas, teóricas
y prácticas, para una comprensión integrada e integral de esta realidad que
afecta a miles de niñas y mujeres; comprensión que también deben observar
las políticas públicas de prevención y disminución de la violencia contra las
mujeres, que en Ecuador afecta a seis de cada diez mujeres.18

Reflexión 2:
Sobre los indicadores
El desarrollo de los indicadores es uno de los ejes centrales en el funcionamien-
to de cualquier observatorio. Si los indicadores no se definen de acuerdo a cri-
terios específicos que respondan a preguntas o cuestiones predeterminadas, la
información recopilada puede resultar una maraña inútil de datos.

Para el caso de los observatorios de medios de comunicación, por indicador se


entiende una variable, cuantitativa o cualitativa, medida en el tiempo, que brin-
da una base simple y fiable para evaluar los logros, los cambios o el desempe-
ño de los medios de comunicación de un país. En el caso del observatorio de
Humanas, la fuente de datos constituye la versión digital de los diez periódicos
seleccionados por su incidencia en la generación de opinión pública.

Los indicadores definidos por el Observatorio “Los derechos de las mujeres en


la mira” –cuyo objetivo específico es mejorar la calidad del tratamiento infor-
mativo que los medios hacen de la violencia de género contra las mujeres, en
concreto, y de los derechos humanos de las mujeres, por extensión– son el re-
sultado del cruce entre la posición vital y política de la Corporación Humanas
(una entidad autónoma y feminista) y una serie de principios éticos mínimos
(universales) que rigen hoy en día el ejercicio del periodismo y de la producción
y la comunicación de información.
17 “La violencia contra las mujeres es un problema global de proporciones epidémicas”,
afirma Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el primer
informe global, detallado y fiable sobre la violencia de género contra las mujeres, publicado en el año
2013. El estudio consta de varios trabajos complementarios incluyendo uno publicado por la OMS y
la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, otro por la revista The Lancet y otro de Scien-
ce. Todos ellos se pueden consultar en el siguiente enlace: http://www.who.int/reproductivehealth/
publications/violence/en/
18 Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres,
Ministerio del Interior, Comisión de Transición hacia el Consejo de la Mujeres y la Igualdad de Géne-
ro, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2011.

23
Estos indicadores son:
Cobertura por medio de comunicación.
1 Provincias (origen de la noticia).
2 Género periodístico
3 Sección de publicación.
4 Tipos de violencia.
5 Énfasis de la noticia.
6 Enfoque central de la información.
7 Sujeto central de la información.
8 Fuente principal de la información.
9 Reconocimiento de derechos.
10 Referencia a la normativa.
11 Referencia a exigencias al Estado.
12 Referencia al derecho internacional humanitario.
El Observatorio mira los formatos y géneros de carácter informativo y de opi-
nión, no registra las secciones de entretenimiento, sociales o publicidad; foto-
grafías e imágenes tampoco caen bajo su lupa.

Del análisis cuantitativo de los indicadores y de la lectura de todas las noticias


publicadas mensualmente sobre el tema, se derivan comentarios (análisis cua-
litativo) respecto a las tendencias y comportamiento de los diarios y sobre es-
tos, se exponen recomendaciones fundamentadas, dirigidas a ayudar a quie-
nes elaboran la información a subsanar las deficiencias encontradas y a
promover un tratamiento plural del tema.

El resultado es una hoja informativa con las estadísticas y su correspondiente


análisis, distribuido cada mes a medios de comunicación, periodistas y profe-
sionales de la comunicación, ONG nacionales e internacionales, universidades,
colectivos de mujeres e instancias del Estado. Es, por tanto, una herramienta
poderosa y útil para corregir los errores y subsanar los vacíos que los diarios
tienen en el tratamiento de los derechos de las mujeres en general, y de la vio-
lencia machista en particular, a la vez que una fuente especializada de informa-
ción para los propios periódicos analizados.

Reflexión 3:
Sobre los diarios monitoreados
La sesión 2013 de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de
la Mujer [de la ONU] fue histórica por cuanto promovió un acuerdo
internacional para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres
y las niñas […]. Su cobertura en los medios de más de 50 países no
tiene precedentes, incluyendo un editorial en The New York Times.19
19 ONU Mujeres, “Informe anual 2012–2013”: http://www.unwomen.org/es/digital–library/
publications/2013/6/annual–report–2012–2013

24
Una de las teorías de la comunicación de masas siempre ha respaldado la hi-
pótesis de que los medios de comunicación son un agente transformador de la
sociedad. Sin embargo, los intereses cruzados de las grandes corporaciones
mediáticas globales y la complejidad alcanzada por el fenómeno de la comuni-
cación de masas han convertido esa hipótesis en una ilusión. Es cierto que los
medios tienen capacidad técnica para amplificar debates públicos de forma
masiva, pero tener interés –es decir, voluntad– corresponde a otra categoría de
acciones. Técnicamente, unos canales son más eficaces que otros: la televisión
y la radio son idóneos para difundir masivamente mensajes. Como cada vez
más personas utilizan las redes sociales para articular protestas, reivindicar
colectivamente derechos, difundir críticas y generar debates, algunos diarios se
van quedando obsoletos en ese papel de dinamizador de debates. En enero, el
equipo del Observatorio de Humanas Ecuador constata:

En foros sobre información y medios de comunicación, en las re-


des sociales, en los colectivos ciudadanos y en las organizaciones
de mujeres, existe el convencimiento de que la prensa ecuatoriana
está en la retaguardia de los cambios que exigen los jóvenes, las
mujeres y los colectivos LGTBI; la prensa no acompaña los deba-
tes y planteamientos que se dan en estos colectivos ni publica las
transformaciones que la sociedad ecuatoriana vive. En definitiva, la
prensa está perdiendo un universo de lectores.20

La premisa que sigue el Observatorio es que la información es un bien público,


por lo que el Observatorio continúa monitoreando los periódicos; también es un
hecho que los teléfonos móviles, el internet y otras tecnologías de comunica-
ción han salvado a muchos diarios de una muerte segura. Las versiones en lí-
nea permite a los periódicos actualizar la información en el mismo instante en
el que suceden los hechos por lo que millones de personas en el mundo ya no
necesitan estar frente a una computadora para leer los periódicos sino que
leen las noticias en su celular en el autobús, en la fila para pagar o sentado en
un banco frente al mar. Los periódicos recuperan así un espacio de influencia
frente a la radio y la televisión.

La afirmación de la Comisión de las Naciones Unidas respecto a su cobertura


mediática “sin precedentes, incluyendo un editorial en The New York Times”,
refleja la premisa de que para hacer presión e incidir en la toma de decisiones
es importante aparecer en los periódicos y la TV. Se trata de la importancia que
cobra para una comisión como ésta estar entre las noticias top de la agenda
informativa de los medios que marcan la pauta informativa mundial. La inci-
dencia política de algunas cabeceras históricas del periodismo, como el New
York Times, sigue siendo incuestionable y valorada.

Los periódicos analizados por el Observatorio son los más representativos en


20 La prensa ecuatoriana no acompaña los cambios que vive la sociedad, análisis mensual,
enero 2014, Corporación Humanas Ecuador. Este boletín y todos los elaborados y publicados desde
el mes de noviembre de 2009, así como los análisis trimestrales y casos de estudio se pueden con-
sultar en: www.humanas.org.ec

25
su género en Ecuador: Extra, carácter sensacionalista, la crónica roja por exce-
lencia, cobertura nacional, el más barato, el más vendido; El Universo, cobertu-
ra nacional, el de mayor cobertura en la región del litoral; Diario Expreso, 40
años a sus espaldas, cobertura nacional, sede en Guayaquil; El Telégrafo, deca-
no de la prensa ecuatoriana, hoy periódico público (Estado), cobertura nacional;
El Comercio, el periódico más importante de Quito y de la Sierra, junto con El
Universo uno de los más influyentes y de mayor tirada del país. Ambos son
diarios que conservan una administración y cierto control de carácter familiar.
Diario Hoy, el tercer diario de circulación nacional, se edita simultáneamente en
Quito y Guayaquil. La Hora, es el único diario con ediciones diferentes para cada
región, además de una edición nacional que se imprime en la matriz de Quito.
El Mercurio, matriz en Cuenca, tirada regional, uno de los más leídos en la Sierra
sur. La Gaceta de Cotopaxi y La Prensa de Chimborazo centrados en hechos
locales y provinciales.
Hace cinco años, en Ecuador apenas se publicaba información relacionada con
los derechos y el bienestar de las mujeres, sus demandas, sus problemas o sus
opiniones. Es evidente que hay un cambio y que los diarios ya no pueden sus-
traerse de determinados debates: igualdad, aborto, participación política, dere-
chos económicos, etc., pero a la hora de dar cobertura a temas polémicos
como los cambios trascendentales relacionados con la identidad sexo/genéri-
ca o los derechos sexuales y reproductivos, mantienen una postura conserva-
dora. Los diarios han hecho noticia de estos cambios sin abrir el debate, sin
publicar mucho más que notas breves para decir que algo pasó (una manifes-
tación, un plantón, un debate en la asamblea, una ley, etc.).

Por otro lado, los enfoques predominantes en los diez diarios monitoreados
mantienen, en muchos casos, los roles de género tradicionales, los espacios en
los que deben desenvolverse mujeres y hombres y la forma en la que deben
actuar. Es decir, las noticias, sobre todo las breves y simples que carecen de
contexto, siguen reproduciendo estereotipos de género, especialmente cuando
se trata de violencia machista.

Buena parte de las redacciones y directivas de los diarios del país continúan
identificando el machismo sólo con la violencia, es decir, con sus manifestacio-
nes más brutales; constituyéndose en el obstáculo principal para lograr un tra-
tamiento de la violencia machista guiado por principios profesionales y éticos,
con enfoque de derechos humanos.

El Observatorio insiste en la necesidad de mejorar las producciones y el trata-


miento informativo para llegar a un periodismo con enfoque de género, como
única forma de erradicar patrones socio–culturales de discriminación y violen-
cia hacia las mujeres. Los medios de comunicación son parte de la sociedad y
como tal no escapan a la construcción social que cobija a la inmensa mayoría
del público. En este sentido, también es un hecho que la reacción de la socie-
dad ecuatoriana frente a la violencia de género contra las mujeres no se produ-
ce en forma masiva, no hay indignación generalizada y los culpables gozan de
cierta tolerancia social.
26
Reflexión 4:
Sobre el impacto del observatorio
El trabajo del Observatorio de Humanas se sustenta en cuatro ejes: análisis,
incidencia, articulación y formación.

Desde su inicio, los ejes de análisis e incidencia han sido el motor principal del
Observatorio. El primer paso es la sistematización manual y diaria de la infor-
mación publicada en los diarios, de acuerdo a los indicadores establecidos;
luego se procede al análisis cuantitativo (estadísticas por indicadores) y sobre
esta base se realiza el análisis cualitativo sobre el tratamiento periodístico del
tema. El segundo eje responde al objetivo de cambiar los hábitos de informar
sobre violencia machista y derechos de las mujeres, para lo cual se suben a la
Web de Humanas y se difunden vía internet estrategias de comunicación pun-
tuales –por ejemplo, información detallada de las acciones previstas con oca-
sión del 25 de noviembre: aparición en radio, prensa y TV, foros y debates a
propósito de la fecha– con la intención de dar a conocer el Observatorio y sus
conclusiones). A esto se suma la publicación de recursos para periodistas en la
página de Humanas.

Sobre el tercer eje, entre 2009 y 2011 la articulación más importante ha sido a
nivel latinoamericano de la mano de la Articulación Regional Feminista por los
Derechos Humanos y la Justicia de Género. En 2013, se puso en marcha una
estrategia para articular esfuerzos con varias universidades del país, logrando
espacios de diálogo y debate con sectores progresistas de la academia, promo-
viendo la reflexión en torno al papel que juegan los medios de comunicación en
las sociedades actuales.

Con relación al cuarto eje, ha sido difícil concretar procesos de formación de los
y las profesionales de los medios, a pesar de su importancia para lograr cam-
bios sustanciales en la manera de manejar la noticia. Sin embargo, un grupo
reducido de mujeres profesionales del universo de la comunicación (prensa
escrita y radio) se ha hecho eco de la existencia y actividades del Observatorio,
con quienes a futuro se podrían concretar algunas acciones.

Reflexión 5:
Sobre la violencia
22% de las voces que vemos y oímos en las noticias son mujeres.
Presentadores, editores, fuentes, voces.21

“Una nación o sociedad que no se conoce plenamente no puede responder a


las aspiraciones de sus ciudadanos”, se afirma en el Informe nacional de
Ecuador 2010.22 Bajo esta premisa, el Observatorio de Humanas ve la

21 Proyecto de Monitoreo Global de Medios 2010, “¿Quién figura en las noticias?”. Informe
nacional Ecuador–2010, Quito, p. 2.
22 Íbid.

27
necesidad de que la prensa adopte nuevas narrativas, abandone la represen-
tación negativa de las mujeres y diversifique el uso de su imagen.
Las nuevas narrativas noticiosas o informativas con perspectiva de género de-
jan de lado el lenguaje negativo y estereotipado que identifica a la mujer con
la víctima y con la paz, y al hombre con el victimario, la virilidad y la violencia.23
Para alcanzar este nivel, las y los periodistas tienen que comprender que lo
que está en juego es la vida de millones de mujeres en todo el mundo, y un
primer paso es desarrollar aproximaciones sociológicas e históricas a la vio-
lencia machista.

La violencia puede adoptar múltiples formas: la violencia de Estado, que nor-


malmente cae bajo el paraguas de la laxitud de los límites entre los poderes
(los clásicos de un Estado de derecho y los exógenos) y la impunidad; la violen-
cia entre dos individuos o colectivos (organizada); la violencia armada en el
marco de conflictos internos (motivación política), y los homicidios asociados al
narcotráfico o al crimen organizado internacional (motivación económica).

Cientos de miles de personas son víctimas de heridas o pierden sus


vidas cada año, mientras muchas otras se ven obligadas a huir de
sus casas o comunidades, y muchas más son el blanco de varias
formas de violencia doméstica. La violencia es un fenómeno único,
ya que implica el acto deliberado de herir a otros seres humanos.24

A esta lista de “violencias” se debe añadir la violencia de género contra las mu-
jeres, también denominada “violencia basada en el género”. Esta violencia tiene
su propia tipificación y va más allá de la violencia doméstica o intrafamiliar. La
violencia contra las mujeres por su condición de sexo ocurre dentro de los múlti-
ples contextos violentos descritos arriba. Por ejemplo, en un conflicto armado,
los hombres usan la violación sexual y el embarazo forzado como armas de
guerra; en la violencia de Estado se usan la violación y/o la desnudez forzada
como formas de coacción y tortura; la violencia trasnacional de los negocios de
armas, drogas y trata de personas, tiene mecanismos de enriquecimiento, como
la prostitución y la esclavitud sexual, que a su vez recurre al aborto forzado como
mecanismo de coacción/retención de mujeres.

Los actos de violencia basada en el género pueden constituir un abuso o la vio-


lación de uno o varios derechos humanos. Muchas formas de violencia de géne-
ro son consideradas ilegales y actos criminales por las leyes nacionales, pero
hay países, culturas y religiones que se niegan a reconocer el matrimonio forza-
do de niñas y la mutilación genital femenina como delitos, por lo que no están
condenados por la ley.
23 Manuela Mesa, Laura Alonso Cano, Elena Couceiro, Visibles y transgresoras. Narrativas
y propuestas visuales para la paz y la igualdad, 1ª, edición, Madrid (España). © CEIPAZ. Funda-
ción Cultura de Paz, 2013, disponible en http://www.ceipaz.org/educacionparaeldesarrollo/index.
php?option=com_k2&view=item&id=92:visibles–y–transgresoras–narrativas–y–propuestas–vi-
suales–para–la–paz–y–la–igualdad.
24 Edición 2011 del Informe Carga Global de la Violencia Armada. Encuentros letales, ela-
borado por The Geneva Declarationon Armed Violence and Development, disponible en http://www.
genevadeclaration.org

28
Hombres y niños también sufren violencia de género, sobre todo sexual; sin
embargo, el que las víctimas sean en su mayoría mujeres, responde al lugar
subordinado que ellas ocupan en la sociedad.

Todas las formas de violencia machista pueden suceder en tiempos de guerra o


de paz, y son tan antiguas como la época del sedentarismo humano, por eso se
habla de un continuum. Al igual que sucede con los otros tipos de violencia, lo
que caracteriza a la violencia dirigida contra las mujeres es que se trata de un
acto deliberado de herir (física, psicológica, simbólica, económicamente, etc.) a
niñas y mujeres.

La edición 2011 de Carga Global de la Violencia Armada llama la atención sobre


el femicidio –el asesinato intencional de una mujer–, y advierte que las tenden-
cias son particularmente difíciles de supervisar e interpretar debido a la escasez
de datos. El informe estima, por al menos “66.000 mujeres y niñas son víctimas
de asesinatos violentos en el mundo cada año. Si bien los hombres representan
un porcentaje más alto de víctimas de muertes violentas, los femicidios repre-
sentan aproximadamente 17% del total de 396.000 homicidios intencionales”.

Entendiendo el femicidio desde la óptica de la violencia armada, la edición 2011


citada asegura que los países con tasas comparativamente altas de homicidios
también registran tasas más altas de femicidios. En países como El Salvador y
Guatemala, no sólo un gran número de hombres jóvenes son víctimas de asesi-
natos, sino también una cantidad considerable de mujeres y niñas. El análisis de
los datos provenientes de 83 países demuestra que en países con tasas de ho-
micidios relativamente bajas –como Austria, Japón, Noruega o Suiza– el porcen-
taje de mujeres víctimas de homicidios, en comparación con el de hombres, es
mayor que en contextos más violentos. Los países con altas tasas de homicidios
registran tasas de femicidios que representan sólo una mínima parte de los ho-
micidios en los que los hombres son las víctimas, como es el caso de Brasil,
Colombia, Puerto Rico y Venezuela, donde las probabilidades de que un hombre
sea asesinado son más de 10 veces superiores a las de las mujeres.

Siguiendo estándares nacionales e internacionales, el indicador “tipos de violen-


cia” del Observatorio “Los derechos de las mujeres en la mira” incluye: acoso,
asesinato, femicidio, violencia sexual, violencia física, violencia patrimonial, tra-
ta de personas, todo tipo de violencia, violencia por opción sexual. Sin embargo,
el Observatorio trata de buscar en las noticias registradas estas diversas violen-
cias y en la mayoría de los diarios monitoreados las violencias “noticiables” son
los casos de violencia extrema (asesinato, femicidio y violación sexual). En sus
análisis, el Observatorio ha formulado, sin obtener respuestas, las siguientes
preguntas: ¿por qué los casos de violencia machista aparecen desligados de sus
motivos reales, los que van a la raíz del problema? ¿Por qué en la sociedad ecua-
toriana existe la convicción de que es “natural” que la mujer no tenga a su nom-
bre la tierra que comparte con el marido? Las preguntas van dirigidas a las direc-
tivas generales de los diarios y a las de sus respectivas redacciones de prensa.

29
Reflexión 6:
Sobre la especialización de periodistas
La adopción de un manual de estilo y de una política informativa ad hoc sobre la
violencia basada en género disminuiría las subjetividades y los prejuicios en las
redacciones y facilitaría un adecuado acercamiento al problema. El observatorio
de Humanas ha llegado a la conclusión de que el tratamiento informativo que
hace la prensa escrita de la violencia contra las mujeres, y en general de los de-
rechos humanos de las mujeres y su bienestar, se rige por cierta arbitrariedad,
por ejemplo en el uso del lenguaje: dependiendo de la persona que escribe la
noticia se observa, o no, un lenguaje sexista o discriminatorio hacia las
mujeres.

En el periodismo ecuatoriano, los aportes del periodismo de investigación a la


lucha por la prevención y erradicación de la violencia de género contra las muje-
res, son inexistentes. El periodismo de investigación consiste en revelar cuestio-
nes encubiertas de manera deliberada, accidental o “por la fuerza de la costum-
bre”, es el caso de la violencia contra las mujeres, que está naturalizada porque
“forma parte de nuestra cultura y es algo normal que suceda”. Hacer un trabajo
periodístico de calidad sobre algo que “marcha bien” o es considerado “lo nor-
mal”, es a menudo más difícil que sobre un asunto oscuro como la corrupción o
el tráfico de influencias. Es necesario que los diarios animen a sus periodistas a
indagar sobre esta materia porque sus aportes pueden ser significativos para
nombrar los obstáculos, evaluar la implementación de los planes nacionales y
comprobar la eficacia de las leyes. Abrirse a formatos multimedia permitiría a
los diarios tratar este asunto desde varios puntos de vista, poniendo en práctica
un periodismo de datos que ayude a la comprensión de la realidad.

Los diarios podrían hacer una cobertura más humanizada y menos impersonal
de los temas más delicados y controvertidos relacionados con la violencia ma-
chista y los derechos de las mujeres, y evitar la politización. Sucedió en el caso
de la cobertura periodística sobre los debates en torno al femicidio y al aborto
–que cobraron fuerza en la segunda mitad de 2013 e inicios 2014–, cuando al-
gunos diarios hicieron un uso inadecuado de fuentes, como el de la Iglesia
Católica sobre el tema del aborto, cuando el Estado reconoce la separación en-
tre Estado e Iglesia. En la redacción de informaciones relacionadas con el abor-
to, el maltrato o la trata se deben tener en cuenta factores como los derechos
humanos, la repercusión sobre la mujer víctima, las historias de otras mujeres y
sus vivencias y luchas, así como el contexto social que rodea a dicha violencia.
Son situaciones graves y delicadas que requieren cierto grado de sensibilidad
por parte de periodistas, fotógrafos y editores de información. Los temas relacio-
nados con derechos y salud sexual y reproductiva, por ejemplo, deben ser pre-
sentados a través de fuentes procedentes del Estado, de la academia, de perso-
nas expertas en la materia, en términos lo más neutros e imparciales posibles
(aproximación médico–sanitaria, legal, derechos humanos, etc.) y, sobre todo,
acudir al testimonio de la fuente de origen: las mujeres.

30
La introducción de una perspectiva de género y de un periodismo no sexista re-
quiere adoptar una actitud de cambio, como individuo y como medio, porque se
trata de mostrar las diversas visiones del mundo que existen; es decir, requiere
poner en práctica un lenguaje diferente y mirar desde una óptica más amplia
cada vez que se plantee una investigación periodística o la redacción de una
simple noticia, entrevista o reportaje.

Reflexión 7:
Sobre las perspectivas del observatorio “Los derechos de
las mujeres en la mira”
Han transcurrido cerca de cinco años y el observatorio ha tenido escaso impac-
to en la práctica de los diarios ecuatorianos. Las causas externas están relacio-
nadas con las dinámicas propias de los periódicos (sin tiempo para la forma-
ción sobre el tema de sus profesionales) y con reticencia a ser evaluados por
personas “ajenas”, a más de la escasa práctica de la prensa nacional a autorre-
gularse y de la coyuntura político–partidista, que ha provocado una suerte de
egocentrismo, más preocupados por su supervivencia que por encontrar el
equilibrio entre libertad informativa y responsabilidad social. En ocasiones algu-
nos diarios –Extra, El Telégrafo, El Universo, El Mercurio y El Comercio– han
manifestado su voluntad de recibir formación y han acudido a debates promo-
vidos por Humanas, dispuestos a analizar la calidad del tratamiento informati-
vo que hacen de la violencia machista.

En estos momentos, y con la experiencia acumulada, sería necesario ampliar


la capacidad del observatorio para no perder esta herramienta de fiscalización
ciudadana. Es hora de responder a la demanda de formación en universidades
y a periodistas en ejercicio; de abrir un amplio debate de repercusión nacional
en el que participen las mujeres, la academia, las directivas de las empresas
mediáticas (jefes y jefas, editores y editoras de información, etc.), los sindica-
tos de periodistas y los y las gestoras de medios comunitarios, públicos y pri-
vados. También es hora de ampliar el espectro y el número de medios monito-
reados, lo que para el Observatorio supone mejorar su plataforma digital,
ampliar el equipo de profesionales y revisar los indicadores establecidos. En
suma, está llegado la hora de que la experiencia del observatorio se amplíe y
multiplique. Es tiempo de involucrar a otras contrapartes para diversificar la
recolección de datos de otros medios de comunicación, profundizar en el aná-
lisis de discursos y elaborar materiales didácticos a partir de las conclusiones
obtenidas, para lo cual se deberá diseñar una estrategia que sostenga econó-
micamente el observatorio.

Ecuador atraviesa una coyuntura en la que es imprescindible mantener alta la


alerta sobre la violencia machista, continuar la sensibilización de la sociedad
y de las autoridades sobre la situación de vulnerabilidad en la que viven mu-
chas niñas y mujeres, y tender canales para aportar al debate sobre leyes y
programas de desarrollo de políticas públicas. El Observatorio “Los derechos
de las mujeres en la mira” de la Corporación Humanas Ecuador está listo para
31
enfrentar esta etapa, donde será clave que la cobertura del impacto de sus
análisis cobre mayor repercusión, también en las aulas de las universidades y
en los espacios de toma de decisiones.

Reflexión final:
Sobre las tendencias informativas: 2009–2014
Una pregunta ha prevalecido en los años de trabajo del observatorio: ¿han
incluido los diarios en su agenda de “grandes temas de intereses nacional” la
violencia de género contra las mujeres? A la luz de los datos y de su
interpretación, la respuesta es no. La violencia de género contra las mujeres
no está en el top de los temas de la agenda mediática nacional. Esto es, los
periódicos no consideran el problema de relevancia nacional; al igual que sólo
un porcentaje mínimo de la sociedad considera que la violencia machista es
un grave problema social que amerita investigación, análisis y búsqueda de
soluciones. Se puede decir que hay más conciencia, más experiencia y más
voluntad, pero aún no se trata de un periodismo que apueste por la
investigación de los temas relacionados con los derechos de las mujeres, un
periodismo especializado que aborde el tema con rigor.
En el análisis publicado en 2011, el Observatorio señalaba: “Gracias a su pren-
sa escrita, el público ecuatoriano puede aproximarse a un número más real de
asesinatos de mujeres y conocer un término no reconocido en la legislación del
país: el femicidio. La falta de cifras oficiales categóricas ha obligado a todos los
estudios a recurrir a los periódicos como fuente principal de registro”.
Aproximadamente tres años después, Ecuador cuenta con la primera encuesta
nacional sobre violencia de género contra las mujeres y se ha sumado a la lista
de países latinoamericanos que reconoce el femicidio como un crimen, incor-
porando esta figura a su Código Penal. Los diarios monitoreados han acompa-
ñado estos avances y utilizan las estadísticas e informes como fuentes habitua-
les de información. Respecto al femicidio, los diez periódicos informaron sobre
el debate social y político que se generó en las calles y en la Asamblea Nacional;
un debate que se vio acelerado y exacerbado por el asesinato (femicidio) de la
joven quiteña, Karina del Pozo, en febrero de 2013.
Observando la práctica de los diez periódicos, en el período que va de noviem-
bre de 2009 a marzo de 2014, la Corporación Humanas establece dos tenden-
cias respecto al tratamiento informativo de la violencia machista:
1. Profesionalización del tratamiento informativo. En general, las
informaciones muestran un grado menor de revictimización, mayor
diversificación de fuentes y menor uso de lenguaje sexista. Además es
evidente que aumentó la cobertura, aumentó el número de noticias.
2. Se mantiene un enfoque reduccionista y coyuntural que no genera
ni debate social ni presión política. Los diarios no se han abierto a la
especialización ni al periodismo de investigación. La tendencia es hacer
caso omiso a los problemas cotidianos de las mujeres, a las causas y
consecuencias de la violencia machista, a los efectos de la desigualdad
y la discriminación o a una visión del mundo a través de las propuestas
de las mujeres. Apenas hay variación: la pauta informativa predominante
32
continúa siendo el asesinato y la violencia sexual.

Ejercicio comparativo: noviembre 2009 – marzo 201425


Tendencias informativas según los principales
indicadores del Observatorio:

Cobertura del tema por medio


Este indicador registra el número de notas mensuales publicadas por cada dia-
rio, y el porcentaje que representa sobre el total.

Noviembre 2009: 43 informaciones publicadas en los diez diarios:


El Universo 29
Extra 26
El Telégrafo 12
Expreso 7
El Comercio 7
Hoy 7
La Hora 5
Diario de Manabí 5
Últimas Noticias 2
El Mercurio 0
La Gaceta 3

Marzo 2014:
99 informaciones publicadas en los diez diarios

Tendencias:
»» Todos los diarios han aumentado la cantidad mensual de
informaciones sobre violencia contra las mujeres en sus ediciones
digitales.
»» Extra, El Universo y El Comercio son los diarios que más informaciones
publican.
»» Extra, con su tendencia al hiper breve, es el que más cantidad de
notas publica, la mayoría de ellas sin contexto y sobre casos de
violencia extrema.
»» Expreso, destaca por su comportamiento negativo; se ha
caracterizado por ser el diario de distribución nacional que menos
atención presta a la violencia machista, con ausencia de notas
publicadas en varios meses.
25 Entre enero 2012 y abril 2013, no funcionó el Observatorio “Los derechos de las mujeres
en la mira”. En este ejercicio debe tenerse en cuenta que cambian dos diarios monitoreados y que
los indicadores también fueron mejorados con el tiempo.

33
»» El Telégrafo y El Mercurio de Cuenca han mostrado una tendencia al
alza desde 2011. Destaca el esfuerzo realizado por el diario cuencano
al tratarse de un diario regional.

Tipos de violencia contra la mujer identificados

Noviembre 2009
Acoso 5%
Asesinato 38%
Femicidio 0%
Violencia sexual 16%
Violencia física 14%
Trata de personas 2%
Todo tipo de violencia 16%
Otros 9%

Marzo 2014
Acoso 2%
Asesinato 0%
Femicidio 29%
Violencia sexual 13%
Violencia física 7%
Violencia patrimonial 0%
Trata de personas 3%
Todo tipo de violencia 39%
Por opción sexual 0%
No especifica 6%
Otros 0%

Tendencias:
»» A partir de 2011, el término femicidio se incorpora en las noticias y
comienza a ser usado con mayor precisión en 2013 y 2014, aunque aún
hay cierta confusión entre femicidio y feminicidio. A partir de marzo de
2014, las informaciones sobre muertes de mujeres (por su género) caen
bajo la figura de femicidio y no de asesinato.
»» Los tipos de violencia que más se reportan son: asesinato (femicidio),
violencia sexual y violencia física.
»» La violencia patrimonial no se reporta.
»» La trata de personas recibe un mejor y mayor tratamiento informativo a

34
partir de 2011.
»» Los diarios de mayor circulación en la región Costa son los que otorgan
más espacio a noticias relacionadas con la violencia machista.

Género periodístico más utilizado

Noviembre 2009
(En el contexto del 25 de noviembre subió el porcentaje de noticias; inclusive
se publicaron suplementos especiales).

Crónica 23%
Noticia 21%
Breve 5%
Informe especial 28%
Reportaje 3%
Entrevista 2%
Editorial 3%

Marzo 2014

Breve 30%
Noticia 57%
Inf. Especial–suplemento 0%
Reportaje 5%
Entrevista 1%
Crónica 0%
Editorial 3%
Columna de opinión 4%

Tendencias:
»» Preferencia por la narración sin contexto. Sumados la noticia y el breve
representan el 50% del total de informaciones publicadas.
»» Mal manejo del formato crónica (sucesión cronológica de hechos). Lo que
algunos diarios llaman crónica en realidad es un breve o una noticia simple.
»» Casi total ausencia de formatos aptos para la investigación, como
suplementos especiales, de fin de semana o por entregas.
»» Ligera tendencia a la alza del uso de entrevistas, columnas de opinión y
editoriales, aunque continúan siendo muy escasos.
»» Tendencia a mayor publicación de reportajes (que permiten contextualizar),

35
coincidiendo con el aumento del número y la diversidad de fuentes,
estadísticas y estudios especializados en el país, así como de debate en
torno a políticas públicas.
»» La ausencia de testimonios e historias de vida es casi del 100%, como si
las mujeres y los cuerpos de las mujeres fuesen invisibles.

Principales enfoques de la noticia (que determina la sección de


publicación)

Noviembre 2009
Acontecimientos 11%
Campañas 8%
Contexto social 8%
Detención–captura 16%
Historia 3%
Proceso judicial 29%
Prevención 3%

Marzo 2014
Acontecimientos 51%
Campañas 8%
Contexto social 30%
Detención–captura 6%
Historia 0%
Proceso judicial 2%
Prevención 1%

Tendencias:
»» Más del 50% de los enfoques son por detención/captura/proceso judicial.
»» Se mantiene el enfoque coyuntural (acontecimiento).
»» Tendencia al alza del número de notas publicadas bajo seguridad/
seguridad ciudadana. Esto muestra que la comprensión de seguridad
ciudadana se extendió a aquellas medidas específicas que se necesitan
para proteger a las mujeres.
»» No se amplían los enfoques (escasez de voces de la academia, salud o
educación).
»» Apenas se publica bajo el rango de prevención.
»» Rara vez las informaciones se centran en la víctima o victimario.

36
Principal fuente de información

Noviembre 2009
Mujeres 39%
Instituciones 35%
Hombres 22%
Sin especificar 4%

Marzo 2014
Mujer 5%
Hombre 1%
Institución 22%
Sin especificar–sin nombrar 60%
Familiares–amigos–vecinos–otros 12%

Tendencias:
»» Clara tendencia de acudir a instancias oficiales, no gubernamentales o
académicas (instituciones).

Referencias a Derechos Humanos

Noviembre 2009:

No 88% Sí 12%

Marzo 2014:

No 65% Sí 34%

Tendencias:
»» Ligero aumento de referencia a los derechos humanos de las mujeres,
sin embargo la tendencia se mantiene en relacionar las causas de la
violencia y las situaciones de inequidad y discriminación hacia las mujeres.
Es decir, no hay relación directa o mención clara de los derechos humanos
de las mujeres, ni siquiera al más obvio: el derecho a una vida libre de
violencia.
»» Los periódicos se mantienen en una simplificación peligrosa al reiterar
argumentos como la locura, la ofuscación por celos o el alcohol, con el
37
resultado de atenuar o eximir de responsabilidad al perpetrador del abuso
o del crimen.

38
Las mujeres y el posmachismo mediático26
Nelly Valbuena Bedoya 27
En este texto abordaré la manera en la que los medios de comunicación y el
periodismo cubren los temas relacionados con las mujeres; especialmente me
detendré en los temas de violencia, con el propósito de identificar los nuevos
discursos, entre esos, el llamado “pos o neomachismo”, de una matriz global
que mediáticamente se emplea de manera similar en casi todos los casos: los
géneros periodísticos utilizados, las fuentes, las imágenes y los lenguajes que
contribuyen a la banalización de la violencia de género y a la impunidad social,
en contextos claramente patriarcales y machistas.

Introducción
La violencia contra las mujeres se registra en los medios de comunicación tan-
to locales como nacionales e internacionales, con miradas periodísticas que
van desde las cifras frías y escuetas hasta el cubrimiento de hechos noticiosos
que evidencian “un auténtico síntoma social” (Foncuberta, 1995) que permite
reconocer, de una parte, que las mujeres existimos para los medios como nú-
meros, en cuanto somos víctimas de los diversos tipos de violencia que los
hombres ejercen contra nosotras y, de otra, que en los procesos de jerarquiza-
ción de la información no encajamos en las agendas mediáticas por lo que ha-
cemos y producimos cotidianamente, sino por sus propios intereses; los cuales
son endosados a públicos y audiencias bajo la frase “eso es lo que la gente
quiere o le gusta leer, escuchar o ver”, como si se tratara de un espectáculo
más.

Ahora bien, desde esta realidad tenemos que preguntarnos ¿cuál es el interés
mediático de la violencia contra las mujeres?, ¿cómo nos registran?, ¿qué mar-
cas o señas particulares de tipo machista y sexista atraviesan las rutinas y,
desde luego, las notas periodísticas?, ¿qué tanto dominio y conocimiento sobre
violencia de género tienen quienes escriben sobre estos temas? Nótese que no
me pregunto ¿qué tanta sensibilidad de género tienen?, porque ése es un esta-
dio en el que estamos quienes abiertamente optamos por hacer visibles los
derechos y las violencias contra las mujeres. Es decir, quienes no tememos a
que nos digan que no hacemos un periodismo equilibrado u objetivo, simple-
mente porque éste no existe.

Este análisis, como ya seguramente se intuye, defiende la idea transversal de


que tanto los medios de comunicación como los periodistas no somos neutra-
les o imparciales; que esa idea de la objetividad no es más que un ruido
26 Este artículo es resultado de la investigación que se adelanta desde las cátedras “Co-
municación, Género y DDHH” (optativa) y “Opinión pública”; articulada a la línea “Comunicación y
ciudadanía”, de la carrera de Comunicación de la Universidad Politécnica Salesiana, sede Quito.
27 Comunicadora social y periodista. Especialista de Universidad en Derechos humanos
y mundo global. Diplomada en Mujer y Derechos Humanos. Actualmente realiza la Maestría de Pe-
riodismo digital en la Universidad de las Américas. Coordinadora de Prácticas y Vinculación con la
Sociedad. Docente e investigadora de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Politéc-
nica Salesiana, sede Quito.

39
comunicativo bajo el que se amparan muchas de las informaciones que care-
cen de los valores esenciales de la ética periodística: “verdad, independencia y
responsabilidad social” (Restrepo, 2004). Entendiendo, desde luego, que no
existe una sola verdad.
Así pues, sólo nos queda un examen continuo del ejercicio mediático y periodís-
tico relacionado con la violencia de género, orientado a cualificar nuestro traba-
jo en función no de la cantidad de las noticias sino de la calidad de las mismas.
Se trata pues de hacer un ejercicio mediático y periodístico responsable, que
nos permita contribuir al conocimiento de las causas profundas y orgánicas
que generan la violencia contra las mujeres, tanto en la esfera privada como en
la pública.

La descontextualización del contexto


Para nadie es un secreto que nuestras realidades son patriarcales, y que los
medios de comunicación y quienes hacemos día a día el periodismo estamos
permeados por esas estructuras. En otras palabras, somos parte de una socie-
dad que normaliza y soporta las prácticas machistas, y desde luego los medios
de comunicación, que al ser una expresión de las sociedades patriarcales, re-
producen y recrean esos estereotipos, a través de sus relatos periodísticos.

Cuando hablamos de patriarcado nos referimos a una categoría antropológica


e histórica que involucra aspectos de la vida política, económica, social y cultu-
ral. Bajo ese término se define a los sistemas sociales organizativos, en los que
los hombres ocupan los lugares de privilegio, de decisión y de poder, con algu-
nas diferencias entre una sociedad y otra. El patriarcado es el dominio del varón
(Valcárcel, 1991) en el que las mujeres somos vistas como parte de sus bienes,
activos o propiedades.

En este contexto se establecen las relaciones entre hombres y mujeres en las


que predominan, obviamente, las prácticas comunicativas basadas en las mi-
radas estereotipadas sobre lo masculino y lo femenino. Por ejemplo, es usual
que se relacione a los varones con características como la fuerza, la hombría,
la virilidad, el buen juicio y una serie de condiciones físicas y mentales, que por
obra y gracia de la cultura, los dota para el ejercicio de lo público en detrimento
de los temas domésticos. De otra parte, las mujeres somos comparadas con la
debilidad y la feminidad, condiciones que nos harían frágiles, lloronas y sensi-
bles; por lo tanto, hechas para el espacio de lo privado y negadas para lo públi-
co. “Los procesos de socialización de la cultura han legitimado la creencia en la
posición superior del hombre: el poder personal y la autoafirmación en pose-
sión de la razón y la fuerza del hombre y la definición de la mujer como inferior
a su servicio” (Carracedo, s/f).

Como ya dije, es en este contexto patriarcal y machista en el que los medios de


comunicación y sus profesionales dan cuenta de la realidad, a través de los di-
versos géneros periodísticos; sin embargo, no es usual encontrar en las noti-
cias, crónicas, reportajes o entrevistas referencias a esta institución patriarcal
40
que determina los roles entre mujeres y hombres. Es como si en los códigos de
ética o en los manuales de estilo existiera de forma explícita o implícita una
indicación que conduce a invisibilizar este sistema, en el que se fundamentan
las múltiples violencias hacia las mujeres.
No incluir en los relatos periodísticos referencias al patriarcado es una forma
consciente de negar y desconocer su existencia. Si nos atenemos al plantea-
miento de que los medios de comunicación pueden construir la historia, enton-
ces tenemos aquí una historia que excluye las causas estructurales de la violen-
cia contra las mujeres y que olvida la idea de acontecimiento y su relación con
las transformaciones sociales: “El acontecimiento periodístico es toda varia-
ción comunicada del sistema por la cual los sujetos del mismo se sienten impli-
cados” (Rodrigo, 1989).

Desde esta lógica, las mujeres somos implicadas deformadamente en las noti-
cias, pues únicamente aparecemos en ellas como un dato o relato fragmenta-
do de la realidad, que sólo tiene presente a las víctimas de violencia física,
usualmente aquélla que conduce a la muerte. En estas circunstancias, ni si-
quiera se usa el término preciso para hablar de estos casos, sea feminicidio o
femicidio.

Así pues, la muerte de las mujeres en los medios, y por ende en la sociedad,
siempre queda en el terreno de la sospecha, de la duda jurídica o de la justifica-
ción velada. Los clásicos titulares “La mató por celos” o “Tenía una relación
tormentosa”, implícitamente conduce a muchos lectores y lectoras al consabi-
do “por algo será…”. Esa duda deriva en otra interrogante, superficial pero hon-
da a la vez, que no se cita pero que, tras los puntos suspensivos, esconde la
descalificación: “por puta”, o en el decir ecuatoriano, “por medio puta”.

Veamos una noticia publicada en el diario El Tiempo de Colombia, el 10 de abril


de 2014. Para empezar, el titular que apareció en la sección “Temas del día”,
indica que “Se presentará ante un juez presunto homicida de mujer que apare-
ció en una maleta” (Bogotá, 2014). Se trata de una forma de elaborar el titular
que, al utilizar la palabra presunto, pretende dar la sensación estricto sentido
de objetividad pero, a la vez, califica el crimen de homicidio, cuando en estricto
se trata de un femicidio, es decir, de la muerte o asesinato de una mujer come-
tido por un hombre, por el simple hecho de ser mujer. En todos los casos, y no
sólo en éste, se omite mencionar la misoginia, que es el desprecio y odio a las
mujeres y a su cuerpo.28

Más adelante la nota resalta que “Kevin Rubén Jaramillo es judicializado por la
muerte de su ex–novia Tatiana Fandiño”, explica cómo fue encontrada la vícti-
ma y señala que el responsable será “judicializado por homicidio agravado y
por tortura, ya que la víctima habría sido golpeada y amarrada antes de que se
28 Para ampliar el término feminicidio o femicidio ver el artículo “Es un feminicidio, no un
asunto de inseguridad”, en http://mujerescontandoenvozalta.bligoo.com/es–un–feminicidio–no–
un–asunto–de–inseguridad a propósito del crimen contra Karina del Pozo en Quito, Ecuador; caso
emblemático de violencia contra las mujeres en el país, que contribuyó a que se tipificara el femici-
dio en el Código Penal Integral actual de Ecuador.

41
registrara su muerte por asfixia mecánica”.29
Utilizando la redacción para web, la nota remite a un link que dice “Vea la rela-
ción tormentosa de Tatiana, quien apareció muerta en una maleta”. La expre-
sión “relación tormentosa”30 coloca al femicidio en el plano de la sospecha y lo
justifica sutilmente, pues en el contexto patriarcal era –y todavía es– usual ha-
blar de los llamados “crímenes pasionales”, en los que las mujeres “provocaban
los celos” de la pareja que se “altera” y en un momento de “ira e intenso dolor”
mata a su pareja, tras someterla a diversas clases de tratos crueles y degradan-
tes que constituyen tortura.

La reducción de los géneros


Si nos ajustamos a la definición de géneros periodísticos que hace Miguel Ángel
Bastenier, tenemos que éstos son tres: el género seco o informativo puro, la
crónica, y el reportaje. Esta es una clasificación que ayuda a entender que los
temas de las mujeres básicamente están relatados en el género seco o infor-
mativo puro, es decir en noticias concisas que intentan contar el qué, quién,
cómo y dónde, pero que muy pocas veces indagan el por qué y para qué.

Por eso es recurrente encontrar notas periodísticas que apelan a los datos, y
que en el sentido más básico del relato, dejan ver la postura u opinión del autor
o autora, aunque esté firmada como “redacción judicial”, una forma frecuente
de invisibilizar y diluir la responsabilidad social del ejercicio periodístico. Detrás,
o en el fondo de toda pieza periodística –aplica para todo lo que se considera
texto–, está la visión del mundo que sus autores y autoras tienen de las
mujeres.

La nueva trivialización mediática:


el neo o posmachismo
En su blog “Autopsia”, publicado en el diario El País de España, Miguel Lorente
(2014) escribió un artículo titulado “Los tramposos y su vídeo trampa (Hombres
al borde de un ataque de nervios)”, en el que critica un vídeo “que recorre las
redes sociales que juegan con la realidad para manipularla. Es lo que hace ha-
bitualmente el posmachismo, y por ello no es casualidad que el vídeo proceda
del Reino Unido, uno de los países donde más organizado está”.

Lorente refiere los recursos comunicacionales del posmachismo que en la ac-


tualidad se utilizan para trivializar la violencia de género, no sólo en los medios
de comunicación, sino en el infinito laberinto de las redes sociales, lo que es
extremadamente preocupante.
29 La noticia completa disponible en http://www.eltiempo.com/bogota/ante–un–juez–pre-
sunto–homicida–de–mujer–que–aparecio–en–una–maleta/13812856
30 Es importante aclarar que la nota que remite a la “relación tormentosa” de Tatiana,
se refiere a una serie de pistas sobre su asesinato y relaciona su muerte con la de otra joven, de
16 años, Jessica Mayerly Alza, que 15 días antes apareció muerta en otra maleta en el sector de
ciudad Bolívar. La nota dice sin pudor: “Por este crimen, al parecer, producto de los celos, hay tres
miembros de una familia en la cárcel”. Disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/
CMS–13810303

42
Transcribo a continuación algunos datos del texto referido para que compren-
damos esta nueva forma de manifestarse del sistema patriarcal, desde la que
se pretende invertir el discurso, comparando la violencia machista hacia los
hombres,31 con la histórica y estructural violencia de género contra las
mujeres:

Su objetivo siempre es el mismo y el instrumento para alcanzarlo,


habitual: busca desviar la atención de la violencia contra las muje-
res y desvincularla de los elementos culturales que dan lugar a ella,
a través de la desigualdad. Para eso juegan con un mensaje: pre-
sentar a los hombres como víctimas de las mujeres. Su intención es
clara: procurar romper con la idea de que la sociedad calla ante la
violencia contra las mujeres, y afirmar que es justo al contrario, que
su silencio es cómplice con la violencia que sufren los hombres por
parte de las mujeres. Todo ello se refuerza al final con un dato con-
tundente obtenido, según el propio anuncio, del Office of National
Statistics: el 40% de la violencia doméstica la sufren los hombres.

Como bien sabemos, la utilización de fuentes es una forma de dar sustento y


soporte al ejercicio periodístico, pero también es claro que la selección de una
u otra fuente tiene un corte subjetivo, que se usa para validar una postura pre-
via, un prejuicio, un estigma o una discriminación, como lo que pone en eviden-
cia Miguel Lorente:

Todo muy objetivo en apariencia; sin embargo, está cargado de tru-


cos y trampas para generar la confusión que necesita el posmachis-
mo con vistas a que todo continúe como siempre, es decir, bajo las
referencias de la desigualdad y los privilegios de los hombres. No
por casualidad la entidad responsable de la campaña, Mankind Ini-
tiative, tiene como uno de sus objetivos que las violencias sean trata-
das de la misma forma, lo cual busca descontextualizar la violencia
de género, algo que beneficia a los hombres que la ejercen, no a las
mujeres que la sufren.

Definitivamente, es una nueva forma de machismo que se muestra muy com-


placiente con las teorías del género; es más, quienes lo practican las conocen
muy bien y aparentemente las defienden, pero en el fondo es un disfraz para
invalidar y anular a las mujeres que exigimos nuestros derechos en voz alta. En
palabras de la salvadoreña Julia Evelyn Martínez,32 lo hacen para recordarnos
nuestra “inferioridad” (Martínez, 2013).

31 No quiero decir con esto que se deba tolerar o invisibilizar la violencia contra los hom-
bres. No, de ninguna manera, pero se debe ubicar y explicar como resultado de la cultura patriarcal
y machista que afecta, de diversas formas, a las mujeres. Una de ellas es ejerciendo diferentes tipos
de violencia, no sólo contra los hombres sino contra las mismas mujeres e incluso contra niños y
niñas, dependiendo del contexto de las relaciones.
32 Ella llama a esta práctica neomachismo, presente en todas las esferas de la sociedad:
academia, medios de comunicación, política, deportes y economía. A ella adhieren no sólo hombres
sino muchas mujeres que ocupan algunos espacios de decisión.

43
Usan maniobras que conducen a no perder el control sobre las mujeres, para lo
cual se valen de mecanismos como la manipulación, en este caso informativa:

Manipula la realidad porque su estrategia busca borrar la palabra


“género” y todo su significado con relación a la cultura androcéntrica
que normaliza la desigualdad y la violencia contra las mujeres. Esa
es la esencia y clave del posmachismo, que busca que no se avance
en igualdad. Ésa es la razón de que no le guste “el género” y de que
calle ante una cultura que acepta la violencia contra las mujeres,
hasta el punto que, según el eurobarómetro de 2010, el 3% de la
UE considera que la violencia contra las mujeres es “aceptable en
algunas ocasiones”, y un 1% que afirma que es “aceptable en todas
las circunstancias”. (Lorente, 2014).

La práctica de la desconceptualización
Entender estas claves del posmachismo o neomachismo, como discurso co-
municativo, nos permite analizar críticamente la desconceptualización y des-
contextualización de la violencia de género en los medios de comunicación y el
periodismo.

Para empezar, considero que esta práctica es la estrategia más peligrosa del
patriarcado, porque su discurso luce académicamente aceptable, mediática-
mente objetivo, políticamente progresista y, aún, socialmente soportable para la
mayoría de las mujeres. Porque, de una u otra forma, no es el machismo salvaje
de inicios del siglo XX, sino una elegante forma neomachista que se admite
como “exceso inevitable en el siglo XXI” de ciertas izquierdas gobernantes que
lideran los actuales procesos de poder en América Latina, y cuya práctica con-
servadora en el tema, es referida por las derechas en la oposición como “lo úni-
co bueno que han hecho los autoritarismos populistas”.
Vuelvo entonces aquí a Julia Evelyn Martínez, quien nos recuerda que:

Los neomachistas vienen en diferentes tallas, pesos, colores e ideo-


logías. Se les encuentra por todos lados y a toda hora: en los tem-
plos católicos y en las iglesias protestantes; en las plazas públicas
y en los programas de entrevistas; en las aulas y en los partidos po-
líticos; en los sindicatos y en el gobierno; en Facebook y en Twitter.
Todos tienen en común su preocupación por adaptarse a los nuevos
tiempos y a los nuevos discursos de la igualdad de género, pero ase-
gurándose que la esencia de la sociedad patriarcal quede intacta.

Su principal característica es la banalización como rostro de la contrarreforma


mundial en materia de derechos de las mujeres, la trivialización de la violencia
de género y “la soportable levedad del ser” discursivo del posmachismo o neo-
machismo, lo que vemos en los mensajes de los medios de comunicación, en los
relatos del periodismo, en los post, notas y comentarios de las redes sociales. Es
lo que Lorente denomina la desconceptualización de la violencia de género.
44
Desde esta perspectiva, veamos lo que ocurrió con el más reciente femicidio
colectivo ocurrido mientras escribía este texto. Empiezo diciendo que más bien
se trató de una “masacre”, para usar estándares de derechos humanos.
Juzguen ustedes:

El hecho ocurrió en el norte de Quito, el domingo 20 de mayo de 2014, en el


barrio La Josefina, donde mataron simultáneamente a dos mujeres adultas, de
35 años la primera; de 23 la segunda y sus hijas, dos niñas de siete y cinco
años. Todas fueron degolladas brutalmente en la misma casa. Los detenidos
como sospechosos fueron tres hombres, entre ellos la pareja actual y la ex pa-
reja de la madre cabeza de familia (El Comercio.com, 2014).

¿Pero cómo cubrieron este múltiple femicidio los medios de comunicación? El


hecho fue informado como uno más. La redacción del diario El Comercio.com
registró una narración periodística, que después de responder al qué, quién,
cómo y cuándo, utilizando las fuentes oficiales y el testimonio de la madre de
una de las víctimas, calificó el acontecimiento como perturbador del orden: “La
muerte de las cuatro personas alteró la tranquilidad del barrio La Josefina”. El
testimonio de la madre, que se utiliza en la parte final de la nota, tan sólo sirve
como un dato más, a pesar de que: “mencionó que recibió la llamada de un
sospechoso. En la breve comunicación, el desconocido le habría revelado que
cometió el crimen”.

Los elementos del acontecimiento indican que se trató de un femicidio, delito


que ya está tipificado en el Código Penal ecuatoriano, pero los redactores o re-
dactoras no se atrevieron a nombrarlo como tal y prefirieron usar los términos
“asesinato” y “crimen”. Las redes sociales, por su parte, ni mencionaron el
hecho.

Este femicidio de dos mujeres y dos niñas, no desató una masiva reacción me-
diática, ni de las redes sociales en Ecuador. No fue un acontecimiento que con-
moviera ni movilizara a nadie: no hubo proclamas, ni reacciones de ninguna
organización social, ni oficial o de la oposición, ni declaraciones de mujeres
parlamentarias o lideresas.

En este punto debo recordar las inequidades de los medios masivos, quienes
recientemente desataron una campaña enérgica para defender a uno de los
suyos, en nombre de la libertad de expresión –la libertad para cosificar (Lagarde,
1996) a los más pobres y a las mujeres, especialmente colombianas–. Me re-
fiero al diario Extra33 que sigue usando y vendiendo nuestra imagen, con conte-
nidos y lenguajes sexistas, violentos y discriminatorios, en nombre de la “liber-
tad de prensa”. Pero, claro, las dos mujeres y las dos niñas de La Josefina, no
pasan de ser un hecho más, que no merece el repudio nacional ni la indigna-
ción de alguien, sino el silencio y, por ende, la impunidad social. Este cuádruple
33 Sobre el caso ver Extra. “Diario Extra sostiene que hay una campaña en contra”. Dispo-
nible en http://m.eluniverso.com/noticias/2014/03/26/nota/2480911/sip–senala–que–multa–
supercom–diario–extra–atenta–contra–libertad – http://elecuatoriano.net/2013/09/16/ecuador–
diario–denuncia–una–campana–en –su–contra/

45
asesinato fue objeto de una desconceptualización y descontextualización de la
violencia de género y del femicidio en los medios y el periodismo ecuatoriano.

La grotesca representación de la mujer en la


televisión mundial
De todos los medios de comunicación, la televisión –y últimamente las redes
sociales– es quien más ha hecho para reducir el rol de las mujeres a objetos
decorativos, logrando incluso incubar en gran parte de las sociedades, la “cultu-
ra” de la cirugía estética para alcanzar el modelo televisivo, traducido en caras
sin arrugas, narices respingadas, labios gruesos, tetas grandes y redondas, ca-
bellos rubios y lisos, nalgas enormes y, en el caso de la televisión europea, una
delgadez extrema que empezó a hacer carrera también en Latinoamérica.

La televisión, como principal fuente de referencias e influencias de la sociedad


global en el siglo XXI, valida estereotipos y alimenta de irrealidad la mente co-
lectiva. Por ejemplo, las series colombianas “Sin tetas no hay paraíso” o “Las
muñecas de la mafia”, no sólo coadyuvan a forjar un estereotipo de “lo colom-
biano” y a alimentar xenofobias, sino que son la punta de un iceberg cultural
más global y complejo, como en su tiempo fue complejo el silencio de la ciuda-
danía alemana que admitío con algo de complicidad las primeras leyes de
Nuremberg.

Como lo refirió la autora española Casilda Rodrigáñez (2012): “Tenemos la vio-


lencia tan interiorizada que ni siquiera somos conscientes de ella” Así pues, las
propias mujeres han ido sometiéndose a cirugías que posicionan un estándar
que, visto más allá de lo individual, violenta nuestros cuerpos y los deja sin
identidad.

La utilización del cuerpo de la mujer en la televisión mundial logra una pérdida


que nadie lamenta. Esa pérdida se expresa en que la masiva cancelación de la
identidad de las mujeres ocurre bajo una mirada multitudinaria, sin que haya
una reacción adecuada de la sociedad, e incluso de las propias mujeres, que
validan este discurso bajo el pretexto de que “cada quien es libre de hacer lo
que quiera”, sin detenerse a pensar que se trata de un discurso que los medios
posicionan minuto a minuto, sin que nos demos cuenta. Por eso, la denuncia y
el análisis sobre la utilización manipuladora del cuerpo de las mujeres en la
televisión no debe retroceder, ni como hecho académico ni como necesidad
social.

En este sentido, el trabajo de la cineasta italiana Lorella Zanardo, en el docu-


mental “Il corpo delle donne” (Zanardo, 2009), expuso el fenómeno hasta des-
nudarlo por completo: las mujeres reales hemos ido desapareciendo de la tele-
visión y hemos sido reemplazadas por una representación grotesca, vulgar,
sexista y humillante de estereotipos.34
34 Este trabajo aborda de manera directa la imagen de las mujeres en la Italia de Berlusco-
ni; disponible en https:// www.youtube.com/watch?v=EBcLjf4tD4E.

46
Con estas reflexiones concluyo este artículo reiterando la responsabilidad ética
de los medios y de los periodistas de formarnos en temas de género y, sobre
todo, de optar por las mujeres y las niñas, para que podamos mostrar lo que
está pasando a quienes ven la televisión pero “no ven”; a quienes leen los perió-
dicos y las revistas pero “no leen”; a quienes oyen la radio pero “no escuchan”,
y a quienes navegan e interactúan en las redes sociales, validando con un “me
gusta” o un “retuit” lo que no se alcanza a comprender: que la violencia contra
las mujeres es el resultado histórico y estructural de culturas patriarcales y ma-
chistas. Que hoy tienen una nueva cara en el pos o neomachismo, que son
discursos para descontextualizar y desconceptualizar la violencia de género, no
sólo desde los medios de comunicación y el periodismo, sino desde las diferen-
tes esferas de la sociedad y la cultura.

Bibliografía

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47
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Zanardo, L. (directora). (2009). Il Corpo delle Donne [película]. Disponible en


https://www.youtube.com/watch?v=EBcLjf4tD4E

48
Una estrategia ciudadana de presión mediática

Caso Karina del Pozo: análisis


informativo de un femicidio
Blanca Diego Vicente
Resumen del caso
El feminicidio de la joven ecuatoriana Karina del Pozo fue, hasta marzo de
2014, el único caso de asesinato de una mujer que logró acaparar la atención
del Ecuador durante meses. Una de las razones principales es la aparición del
caso en todos los medios de comunicación. Jamás en la historia del periodismo
ecuatoriano, una noticia relacionada con violencia de género había alcanzado
tanta atención mediática –medios audiovisuales, escritos, en papel o en línea,
comunitarios, públicos y privados, nacionales o regionales–. Ha sido el caso de
feminicidio que más tiempo se ha mantenido en primeras planas o en lugares
destacados de los programas de noticias y variedades. En total, una cobertura
discontinua de seis meses en 2013, con algunos coletazos en el 2014, cuando
se ratifica la sentencia a 25 años para los tres jóvenes hallados culpables.

A pesar de este récord, el Observatorio “Los derechos de las mujeres en la


mira”, de la Corporación Humanas Ecuador, concluye que el caso no ha sentado
precedente en lo que respecta a calidad informativa de todos los asuntos rela-
cionados con la violencia de género contra las mujeres. Por el contrario, un año
después del crimen y de su cobertura, los medios ecuatorianos se han replega-
do y permanecen al margen de estrategias de prevención de la violencia ma-
chista, comportándose de la misma manera que antes del caso, en febrero del
año 2013.

La segunda conclusión del Observatorio es que sin la estrategia mediática


adoptada por la familia de la víctima, los medios masivos nunca hubieran dado
seguimiento puntual durante tanto tiempo al asesinato de la joven. La familia
de Karina del Pozo “jugó” la baza de los medios para presionar a las autorida-
des y acelerar el caso hasta la ratificación de la sentencia final; y funcionó.

Introducción
Hoy en día cualquier acción o iniciativa ciudadana puede ser global, televisada
e interneteada en el momento mismo en el que sucede, con la potencia de
desencadenar movilizaciones masivas espontáneas. Hay muchos ejemplos de
luchas feministas en cadena en el último año: “El tren de la libertad” que circuló
por Europa y América Latina, por el derecho de las mujeres a decidir sobre su
cuerpo; el grupo ruso, feminista de música Pussy Riots; las mujeres con el pe-
cho descubierto en congresos, senados y asambleas nacionales en España,
Ucrania y Ecuador; las mujeres reclamando su espacio político y social en las
primaveras árabes; las masivas protestas en las calles de la India para repudiar
49
la violación sexual de una mujer en un autobús público… Y lo mejor es que las
repercusiones de las protestas ya no tienen fronteras. En el caso de Karina del
Pozo, aunque el repudio del asesinato no se convirtió nunca en una moviliza-
ción masiva nacional, fue un ejemplo de indignación ciudadana y de moviliza-
ción de grupos –más allá de los feministas y del movimiento de mujeres– en
defensa de la vida de las mujeres. Fue un pequeño paso en la conciencia colec-
tiva sobre la potencia que puede tener una protesta cuando utiliza todos los
medios para hacer oír su denuncia. Fue un grupo pequeño de la sociedad el que
exigió justicia para Karina del Pozo y el fin de la impunidad para los casos de
asesinato de mujeres. Y las redes sociales y los medios convencionales –que
se vieron arrastrados por twitters y facebooks sobre el caso– hicieron el resto:
amplificaron las voces.
El ruido mediático –que rodeó al caso durante aproximadamente seis meses–
se ha apagado y es difícil percibir si a título individual tuvo algún impacto positi-
vo en la práctica periodística de las y los profesionales de la información. El
hecho cierto es que no hubo un impacto directo sobre la labor diaria de los pe-
riódicos ecuatorianos. En cuatro años de trabajo, el Observatorio “Los derechos
de las mujeres en la mira” continúa constatando que la situación de riesgo en
la que viven muchas mujeres en el país recibe escaso tratamiento en los diarios
nacionales; los problemas y las dificultades por las que pasan millones de ni-
ñas y de mujeres, generados en gran medida por la violencia de género, no
hacen noticia. Entonces, hay que dirigir preguntas a las direcciones de los dia-
rios: ¿por qué no ha habido un giro en el tratamiento informativo que hacen los
medios de la violencia doméstica, tras el enorme impacto que tuvo el caso
Karina del Pozo? ¿Por qué se resisten a adoptar estrategias que contemplen la
prevención, la sensibilización y un enfoque crítico del problema?

Más allá de la noticia


Los hechos sentenciados
Ha pasado más de un año desde que tres hombres, conocidos por Karina del
Pozo, participaran –por activa o por pasiva (encubrimiento)– en el asesinato de
la joven quiteña. No hubo compasión; fue un acto a sangre fría. No hay misterio
respecto a las razones por las que unos cometieron el homicidio y otro lo encu-
brió (siempre según la sentencia final respecto a la participación de las tres
personas halladas culpables).

En Quito, entre el 19 y el 20 de febrero de 2013, Karina del Pozo, una mujer de


20 años, era brutalmente asesinada, en un descampado de la capital, por unos
conocidos que la llevaban en coche a su casa, tras haber pasado unas horas
juntos en una fiesta particular. Una semana después, los periódicos daban así
la noticia: “El cadáver de la joven modelo fue encontrado el 27 de febrero, en
una quebrada de Llano Grande, parroquia rural ubicada al nororiente de la ca-
pital, con signos de tortura y agresión sexual”.

Karina del Pozo vivía en una sociedad patriarcal y machista –la ecuatoriana–,
donde obedecer la voluntad de un hombre ha sido siempre un acto considerado
50
natural y común, tanto en el espacio cotidiano–privado como en el público.
Cuando Karina del Pozo no accede a cumplir las órdenes de David Piña, el autor
material del asesinato según la sentencia final, él consideró que tenía la legiti-
midad, el poder y la justificación de acabar con su vida y así procedió, no como
“un loco” que ha perdido la cordura –según la narrativa noticiosa– sino como
un hombre que se cree con derecho sobre esa mujer. José Sevilla y Gustavo
Salazar estaban presentes. Ambos fueron sentenciados como coautores del
crimen. Los tres están en la cárcel, con sentencia firme de 25 años cada uno.
El caso apareció en todos los medios escritos y audiovisuales del país y en las
redes sociales y ello aceleró la convicción de que el nuevo Código Orgánico
Integral Penal debía incluir un tipo específico de asesinato: el femicidio.

El objeto de la noticia
El asesinato de Karina del Pozo es el caso de un femicidio íntimo, es decir, el
asesinato –previa violación sexual y/o abusos sexuales y/o tortura– cometido
por el hecho de ser mujer por uno o varios hombres conocidos por la víctima.

Leer los testimonios de las personas arrestadas es como “sumergirse en los


abismos más oscuros del alma humana”, decía una columna de opinión de un
diario. El femicidio de Karina del Pozo tiene las características propias del femi-
cidio íntimo, por lo tanto, no había razón para que los periódicos tratasen de
colocar el crimen en la esfera de lo “inexplicable”, o producto de una noche de
drogas, sexo y alcohol. El uso exagerado de adjetivos como: crueldad inhuma-
na, infame actitud, perverso asesino (para referirse a Gustavo Piña, autor mate-
rial del asesinato) no se recomiendan, pues no aportan explicaciones sobre las
causas y las consecuencias de un crimen de esta naturaleza.

Tener el feminicidio/femicidio tipificado no ha garantizado en otros países el fin


de la impunidad para los casos de violencia machista; Guatemala y México son
ejemplos. Tampoco ha garantizado la reducción del número de casos. Pero en
Ecuador el caso de Karina del Pozo probó, por primera vez a escala nacional,
que hacer ruido mediático puede ayudar a acelerar los canales de la justicia,
cuando se trata de violencia contra mujeres. El contexto era favorable porque
coincidía con el último tramo del debate en la Asamblea Nacional sobre la tipi-
ficación o no del femicidio en el Código Integral Penal.

La presión mediática ayudó a acelerar la captura de los principales sospechosos.


Cierto que había evidencias y testigos que contribuían a que el caso fuera resuelto,
pero la justicia bien pudo tomarse más tiempo, como se ha podido evidenciar en
casos de características similares, ocurridos en el mismo periodo de tiempo. La
investigación de pruebas, el juicio, la sentencia, el recurso de nulidad, el fallo final,
la revisión de la condena a 25 años…, todo sucedió en un año. El hecho de que la
familia, las personas amigas y las marchas exigiendo justicia por las calles de
Quito se hayan hecho presentes, en vivo y en directo, en las redes sociales y en la
prensa, en la radio y la televisión, fue un detonador que ejerció su cuota de presión
sobre las autoridades policiales y judiciales competentes.
51
Mientras la cobertura estaba en su momento más álgido, en septiembre de
2013, la sociedad ecuatoriana reconocía ante los medios que la violencia ma-
chista mata, y que es un grave problema que hay que enfrentar y superar. Un
año más tarde, con el caso cerrado y la prensa desinflada, ya no hay ni debate
ni consternación nacional ante nuevos casos de femicidio. Pero los canales de
denuncia pública están y la gente sabe cómo utilizarlos.

Algunos periodistas que cubrieron el juicio reconocieron al Observatorio de


Humanas su malestar ante la escasa presunción de inocencia que habían des-
plegado ciertos colegas y medios de comunicación respecto de los tres sospe-
chosos, calificando como “presión excesiva de la sociedad, canalizada a través
de los medios sobre la sentencia final”. En la opinión de estos periodistas –dos
hombres y una mujer– la atención mediática fue tan excesiva que redundó en
detrimento de un juicio justo.

En la historia del periodismo y de la justicia abundan estos casos de ósmosis;


no siempre saludables para ninguna de las dos partes. Independientemente de
este aspecto, el Observatorio concluye que, en líneas generales, el tratamiento
informativo que hicieron los diez diarios monitoreados fue respetuoso con la
víctima y su familia, a pesar de que algunos diarios cometieron el error de des-
velar la identidad de personas arrestadas en los primeros momentos de la in-
vestigación, violando el derecho de presunción de inocencia.

Monitoreo del observatorio “Los derechos de las


mujeres en la mira”
La cobertura del caso en los diarios
El Observatorio evaluó la información publicada sobre el caso, en la versión di-
gital de diez diarios escritos del país. No se analizaron las fotografías. Los dia-
rios monitoreados de circulación nacional fueron: Extra, El Universo, Expreso, El
Telégrafo, El Comercio, Diario Hoy y La Hora. Los periódicos de circulación regio-
nal analizados fueron: El Mercurio, de Cuenca, La Gaceta de Cotopaxi y La
Prensa de Chimborazo. Se analizaron los períodos comprendidos entre el 21 de
febrero y el 31 de diciembre de 2013; y entre el 1 de enero y el 28 de febrero de
2014.

La cobertura que hicieron los diez diarios se concentró en varios momentos,


siempre de acuerdo al ritmo de la investigación, del proceso judicial o al com-
pás que marcó la familia con sus apariciones públicas.
Primeras noticias
»» Entre el 20 de febrero y marzo de 2013. Los temas se centran en
la desaparición y la búsqueda de Karina del Pozo; la aparición del
cuerpo, la investigación y los primeros sospechosos detenidos. En los
diez periódicos aparece información todos los días y aún varias veces
al día, pues se trata de versiones digitales que se actualizan en el
transcurso del día. El ruido mediático está en su punto álgido. Es el

52
momento de la campaña masiva de búsqueda de Karina del Pozo, a
través de las redes sociales, las marchas y los plantones de la familia
en las calles de Quito.
»» Entre abril y junio de 2013. El número de noticias decae;
corresponde con el momento de las indagaciones y la instrucción
fiscal. El ruido mediático es esporádico.
»» Agosto de 2013. El hecho noticioso se centra en la liberación sin
cargos de dos personas arrestadas, sospechosas de tener algo que
ver con el crimen, y en el inicio de la audiencia de juzgamiento para
los tres hombres que quedan detenidos acusados de ser los
responsables de la muerte de Karina del Pozo. El caso da pie para
incluir en la agenda del debate público el término de femicidio:
»» El Comercio, 02/08/2013. Noticia bajo el titular: “Dos jóvenes del
caso Karina están libres”:
“En estos meses, el Ministro del Interior, José Serrano, [...] planteó la
posibilidad de tipificar el femicidio dentro del Código Penal que se
discute en la Asamblea. Según el funcionario, ese tipo de delitos
podrían ser penados con hasta 35 años de cárcel”.
El ruido mediático se intensifica un momento y después empieza a
decaer, sin llegar al silencio completo.
»» Entre el 4 y el 15 de septiembre de 2013. El número de
publicaciones aumenta. Todos los días se registran actualizaciones
varias veces al día. Se inicia la audiencia de juzgamiento y la lectura
de la sentencia. En el transcurso del día El Comercio, El Telégrafo y
Extra actualizaban la noticia, publicando al final del día un recuento
de la información.
El ruido mediático recobra volumen y alcanza su punto álgido con la
lectura de la sentencia final. Los diarios informan desde el momento
mismo de la apertura del juicio:
La Hora: “En el Tribunal Séptimo de Garantías Penales se instaló
alrededor de las 09:10 la audiencia de juzgamiento contra los tres
implicados en la muerte de la joven Karina del Pozo”.
Extra: “A las 09:10 de ayer, el Tribunal Séptimo de Garantías Penales
de Pichincha inició la audiencia de juzgamiento en contra de José
Sevilla, David Piña y Gustavo Salazar, sospechosos del asesinato de
Karina del Pozo”.
»» Febrero de 2014. Tres diarios publican la ratificación de la
sentencia a 25 años para los tres hombres jóvenes hallados culpables.
El inicio del juicio y la sentencia final llegaron a ser primera página en
casi todas las ediciones digitales de los diarios monitoreados.
El tratamiento informativo de las personas implicadas
La mayor parte de las informaciones fue publicada en las secciones de seguri-
dad, justicia y/o policial. En los días de la celebración del juicio, las actualizacio-
nes de las versiones digitales de Extra, El Comercio, El Telégrafo y El Universo
fueron continuas –posiblemente desde la misma sala donde se celebraba el
53
juicio–, dando cuenta de las declaraciones de testigos, de informaciones apor-
tadas por pruebas presentadas en el juicio y, finalmente, del fallo y las reaccio-
nes al mismo.
Tratamiento de la víctima

En este aspecto hay que diferenciar dos tipos de informaciones: aquéllas que
destacan los diarios por considerarlas relevantes para conocer a la víctima o las
circunstancias del asesinato, y aquéllas otras que reproducen los diarios pero
que son citas textuales de otras fuentes de información.

Un ejemplo del primer tipo:

Extra, 5 de septiembre de 2013. “Fiscal acusa a David Piña como


autor material del crimen”, ¡“Rastros de éxtasis en Karina del Pozo!”.
“Abogado de la familia de la víctima reveló que en la autopsia de la
joven se hallaron vestigios de la droga en su organismo”.

Ejemplo del segundo tipo de informaciones son las declaraciones de familiares


y representantes de la víctima, quienes destacan que era “una buena chica”,
por lo que hay que defender su “honor” y establecer la “calidad moral de la jo-
ven”. Según esta narrativa, algunos diarios repitieron frases como “el modelaje
no era su futuro ni lo ejercía como una profesión”. “No se había decidido si estu-
diar pediatría o veterinaria, porque le encantaban los perros”. “El modelaje era
una forma de ganar dinero para sus antojos”. “Sobre su trabajo como modelo,
María Fernanda aclara que era una actividad esporádica que lo hacía para ga-
nar dinero para gastos personales, más que para subsistir”.

Otras declaraciones de la familia hablan de que Karina del Pozo buscaba traba-
jo, era una buena chica apegada a su familia, modelaba tan sólo para ganar
algún dinero, y un largo etcétera sobre detalles de su personalidad, que los
diarios consideraron información relevante para esclarecer las razones del
caso. Afirmaciones sobre la calidad moral de la mujer –y su reproducción en los
diarios– conducen a la reproducción del sistema de tutelaje que la sociedad
ejerce sobre las mujeres, recordándonos –junto a cada referencia de la vícti-
ma–, que se trataba de “una buena chica”. De forma inconsciente estas afirma-
ciones incluidas en el cuerpo de las noticias nos recuerdan, cada vez que se
publican, la idea de que era una “buena chica”, por si acaso alguien tiene las
dudas.

En los meses de gran cobertura mediática, los diez diarios apenas publican
entrevistas especializadas, a mujeres y organizaciones de mujeres y/o de dere-
chos humanos con años de estudio sobre el femicidio en el país y que podían
dar pautas útiles sobre este tipo de delito, los patrones que sigue y cómo se
desencadena la violencia de género contra las mujeres.

A través de las declaraciones de familiares, abogados, amigos de Karina y de


las personas detenidas, se ha podido comprobar una vez más la exclusión a la
54
que se ve sometida la mujer en esta sociedad y los prejuicios que persisten,
según los cuales las mujeres son seres inferiores, de allí la insistencia de los
familiares en reafirmar que se trataba de una buena chica y que el modelaje
era sólo una actividad pasajera, connotando con ello que ser modelo es sinóni-
mo de chica “fácil” o aún de prostituta.
El caso de Karina del Pozo ha permitido comprobar que la violencia machista
es presentada en los medios de comunicación como un asunto desarticulado
de la sociedad. La violación en la calle o el asesinato en la casa son hechos que
ocurren de forma aislada y, muchas veces, como resultado del comportamien-
to negativo o transgresor de la mujer. Así, la sociedad y los medios de comuni-
cación, analizan estos actos como hechos condenables, sin vinculación con la
desigualdad y la discriminación de género. Un gran sector de la sociedad ecua-
toriana se rige aún por un patrón de conducta machista por el cual una chica de
20 años, modelo, que está sola en una fiesta y que bebe y consume drogas “lo
pone muy fácil”, provocando ser objeto de violación. Un ejemplo de esta natura-
lización del delito son las declaraciones a la prensa de César Ochoa, abogado
de la familia del Pozo, quien revictimiza a la amiga de Karina, presente esa no-
che en la fiesta: “Cecilia tuvo una conducta terrible; en su versión narra que sa-
bía [de] la peligrosidad de estos sujetos y no hizo nada”. Además, según su cri-
terio, Juan Pablo V. (dueño de casa donde se celebró la fiesta) también debía
estar “vinculado” en el proceso. Es decir, los dos amigos/conocidos de Karina
debían haber imaginado que los tres individuos, no desconocidos, iban a violar
a Karina en el camino a su casa. El abogado no habla de que fueran delincuen-
tes que podían robarla, sino de tres individuos “normales”, borrachos, conoci-
dos por la víctima, que –se intuía– tenían intención de violar a la joven, por ser
joven y guapa.
Tratamiento de las personas detenidas
Destaca la mala práctica de algunos diarios al colocar el nombre completo de
las cinco personas sospechosas del crimen, arrestadas tras las primeras inves-
tigaciones. Más tarde, dos de ellas fueron absueltas, pero sus nombres comple-
tos ya habían sido desvelados.

Diario La Hora aporta los nombres completos de las dos personas que más
tarde fueron absueltas así como el nombre de la madre de una de estas perso-
nas. Por su parte, El Comercio y El Telégrafo proporcionan el primer nombre y la
inicial de los apellidos: Geovanny P., Manuel S. y José S. Hay, además, cierta in-
consistencia con los nombres de pila de los acusados: Geovanny P., será luego
Gustavo Piña; se supone que ambos forman el nombre completo del joven,
pero en unas ocasiones se le designa con el primer nombre y en otras con el
segundo, sin criterio aparente por parte del diario. El Universo publica el día 26
de mayo los nombres completos de los detenidos. Sin embargo, en junio se li-
mita a publicar las siglas, incluso sin el nombre de pila de los principales sospe-
chosos: “Con la presencia del Fiscal General, Galo Chiriboga, el fiscal Vicente
Reinoso acusó a G. S. y D. P. como presuntos autores materiales del asesinato
de la joven Karina del Pozo, ocurrido el 20 de febrero del 2013 en el sector de
Llano Chico, al norte de Quito, y como coautor a J. S. El fiscal se abstuvo de
55
acusar a Cecilia R. y Nicolás L.” En agosto, el mismo diario los menciona así:
David P., José S. y Manuel S. Diario Hoy, el 28 de febrero, da los nombres com-
pletos de los cinco detenidos, y más tarde, el 8 de marzo, sólo publica las
siglas.
En el mes de febrero de 2014, un año después del asesinato de Karina del
Pozo, la Sala Penal de la Corte Provincial de Pichincha ratifica la prisión de 25
años para los tres acusados. El Universo, El Comercio y El Telégrafo se hacen
eco de la noticia. Ninguno de estos diarios publica el nombre completo de los
tres hombres, a pesar de que ya están acusados y con sentencia firme.

De estos ejemplos se puede concluir que, o bien las reglas de redacción perio-
dística (manual de estilo) no están claras en algunos diarios, o no hay supervi-
sión final de los textos que se publican por parte del editor/editora.

El Telégrafo, en un determinado momento sobre la cobertura del caso, publica-


ba: “El móvil que habría llevado a los jóvenes a cometer el crimen sería la com-
binación de alcohol y drogas que ingirieron, envolviéndolos en un estado de
demencia que terminó con el asesinato de Karina”. Con este terrible párrafo, el
diario reduce la gravedad del crimen, dejando entrever que podrían existir cier-
tos atenuantes, incluyendo un estado de demencia o locura pasajera de los
detenidos. El periódico se toma estas libertades sin recurrir a especialistas en
la figura del femicidio o a otras fuentes especializadas en el estudio de las cau-
sas y las consecuencias de la violencia de género contra las mujeres. Al hacer
este tratamiento sesgado, el periódico muestra su falta de imparcialidad y pro-
fesionalismo y se coloca de lado de aquella parte de la sociedad que encubre
al borracho y al loco ante un asesinato de estas características.
El lenguaje
En general, el lenguaje utilizado en la redacción de las informaciones fue claro
y legible, aunque en ocasiones se utilizaron términos legales –posiblemente
copiados del texto jurídico del caso–, incomprensibles para la mayoría de la
gente. Un ejemplo de lo dicho: “La fiscalía sostiene que el golpe se realizó con
una piedra que fue encontrada en la quebrada y que presenta maculaciones de
sangre, que luego de los análisis se determinó que era la sangre de Karina”.

En septiembre, con el juicio en trámite y antes de conocerse la sentencia final,


La Hora publica los nombres de los tres detenidos y utiliza un lenguaje que
centra la atención en la “amistad de los acusados”, desviando innecesariamen-
te la atención del hecho central: “La muerte de la joven Karina del Pozo dividió
las amistades de tres personas implicadas en el crimen que conmocionó al
país. Las versiones de Gustavo Manuel Salazar, José Antonio Sevilla y Geovanny
David Piña están encaminando a las autoridades a descubrir qué pasó la ma-
drugada del asesinato”.

Ningún diario explicó el significado de ciertos conceptos como “psicopatía vio-


lenta contra mujeres”: “Los resultados de los exámenes psicológicos practica-
dos a los cinco detenidos habrían dado positivo en dos de los chicos, en psico-
56
patía violenta contra mujeres, afirmó Edgar Ortiz, abogado”.
El lenguaje utilizado por Extra en un titular muestra lo lejos que está la prensa
escrita de dar un tratamiento profesional a la violencia machista: “¡Solitos van
cantando el crimen de Karina del Pozo!”.

Conclusiones sobre el impacto y la cobertura


1  El caso de Karina del Pozo pudo haber significado un punto de inflexión
en el mejoramiento del tratamiento informativo que hacen los medios de
comunicación ecuatorianos respecto de la violencia de género contra las
mujeres. Este problema afecta a la mitad de la población del país y, por lo
tanto, amerita la constante vigilancia de los diarios. Sin embargo, se constatan
pocos cambios: la violencia machista continúa, en 2014, relegada al reporte
de los casos más extremos (asesinatos, incesto, violación sexual), tratados
como hechos aislados.
2  El conocimiento acumulado en los últimos años sobre el impacto que tienen
la desigualdad, la discriminación y la violencia de género sobre los derechos
humanos de niñas y mujeres, no se vio reflejado en las páginas de los diarios
que, en pocas ocasiones, recurrieron a fuentes especializadas o estudios
sobre el tema.
3  No hubo cobertura informativa basada en investigaciones independientes,
como a veces sucede a propósito de temas de gran impacto y profunda
repercusión social, como la corrupción, la contaminación petrolera, etc. En
estos casos, los reportajes pueden llegar a combinar varias fuentes, como por
ejemplo el vox populi, gráficos animados, entrevistas en profundidad, etc. En
el caso de Karina del Pozo hay cero reportajes multimedia.
4  En el periodo comprendido entre el hallazgo del cuerpo de Karina del Pozo
y la sentencia final, en septiembre de 2013, las declaraciones públicas de la
familia de la joven asesinada fueron frecuentes, logrando mantener en los
medios y las redes sociales la “campaña por justicia para Karina del Pozo y
por la tipificación del femicidio”.
5  El juicio contra tres personas acusadas del asesinato de Karina del Pozo, que
inició y finalizó en el transcurso de septiembre, acaparó las páginas incluso de
los tres diarios regionales: El Mercurio de Cuenca, La Prensa de Chimborazo y La
Gaceta de Cotopaxi. También El Expreso publicó informaciones relacionadas
con este caso, pese a que, según los datos recogidos por el Observatorio en
2013, es el diario nacional que menor número de informaciones publica en
relación a la violencia machista.
6  Una vez que se reafirma la sentencia de 25 años para los tres acusados,
en febrero 2014, ningún diario publica sus nombres completos. La práctica
periodística anima a hacerlo en el caso de sentencias firmes y de casos de
gran impacto social.
7  La presión mediática sirvió para sensibilizar al país sobre el hecho de que
la violencia de género contra las mujeres no es un asunto privado, de puertas
adentro, ni un hecho que padecen sobre todo las mujeres de zonas rurales, de
menores recursos económicos y nivel de escolaridad.

57
8  Los diarios mantuvieron una visión reduccionista del caso: preferencia por
formatos breves, enfoque centrado en el aspecto judicial, escasa relación
con los derechos humanos de las mujeres, pocas entrevistas con fuentes
expertas, y limitada mención a la normativa nacional e internacional (CEDAW
o Belem do Pará).
9  El impacto social más fuerte se produjo en Quito, ciudad natal de la víctima
y sede de la Asamblea Nacional, en cuyo seno estaba en debate el Código
Orgánico Integral Penal.
10  Sin la firme estrategia mediática desplegada por la familia de Karina del
Pozo, los medios no habrían mantenido la noticia en primera plana y por tanto
tiempo. Esta estrategia tuvo como objetivo evitar el silencio de los medios.
Sus pilares fueron:
»» Alerta inmediata y masiva a través de redes sociales –como Twitter
y Facebook– antes de las 24 horas de desaparición de Karina del
Pozo.
»» Elección de un portavoz de la familia para enfrentar los medios de
comunicación.
»» Apariciones y declaraciones públicas de familiares y abogado en los
medios.
»» Manifestaciones y plantones en las calles.

Recomendaciones a los diarios


1 Dar seguimiento a la iniciativa “Alerta Karina”, sistema de alerta
para crímenes de género promovido por la Municipalidad de Quito, con el
apoyo de la familia de Karina del Pozo, a fin de conocer si la iniciativa
continúa, cómo funciona y qué resultados ha obtenido.
2 Mantener en las redacciones al menos un o una periodista
especializada en violencia de género contra las mujeres.
3 Aprobación de un protocolo o decálogo redactado con las
aportaciones de personas expertas en derechos humanos y género. El
objetivo es que los principales diarios del país pongan en práctica un
manual básico sobre el tratamiento informativo de la violencia machista,
cuya base sea el rigor periodístico, la no revictimización y la defensa de
los derechos humanos de las mujeres.

58
“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?”:

Masculinidad y medios de comunicación


Edgar Vega Suriaga35
La sentencia masculina
¿Qué encierra la frase/sentencia “¿quieres ver cómo se mata a una putita?”36
proferida por D. Piña cuando se disponía a terminar con la vida de Karina del
Pozo? De las múltiples connotaciones que se pueden encontrar a esta funesta
frase, quiero ensayar una línea de interpretación articulada a la configuración
normativa de la masculinidad, para luego vincular a ésta con la naturalización
de la violencia machista expresada en el manejo inapropiado de la violencia de
género en los medios de comunicación, y finalizar luego con las implicaciones
que reportan para la humanidad de los varones y de las masculinidades la no
criticidad y pervivencia de la violencia sexual como uno de los principios recto-
res de la sexualidad masculina. Empecemos pues deconstruyendo la frase
“¿quieres ver cómo se mata a una putita?”.

En primer lugar, la expresión “¿quieres ver?” nos remite al carácter visual y


“agórico” de la virilidad. Por “agórico”, forzando el español, me refiero a la di-
mensión teatral de la virilidad, la misma que debe ser probada utilizando todos
los recursos disponibles, puesto que ella misma encierra los límites y carencias
del proyecto masculinista. Efectivamente, la masculinidad es un sistema de
organización de la sexualidad y el género que, además de requerir del control y
subordinación de lo femenino, necesita de la confirmación pública, de la valida-
ción entre pares, y si todo esto es visual mucho mejor. Desde los deportes de
competencia, hasta la sujeción total de las mujeres, la virilidad requiere mos-
trarse, tanto como debe la masculinidad normativa hacer público el control de
lo femenino. Y D. Piña, ocupando su lugar teatral en el ágora, despliega su po-
tencia/carencia viril disponiendo de la vida “insignificante” de una mujer: el ri-
tual de la virilidad se ha cumplido, el orden masculino alterado por una mujer
que desafía las exigencias sexuales de la masculinidad ha vuelto a su lugar; y
ha vuelto a su lugar frente a testigos masculinos que así se confirman como
tales.

En segundo lugar, la expresión “cómo se mata”, alineada con la prueba viril, re-
vela la experticia requerida para ejercer la condición más lamentable de la
masculinidad, cual es el uso y disposición de los cuerpos y vidas de las mujeres,
de lo femenino y de los cuerpos feminizados. Ser masculino, en términos nor-
mativos, implica una serie de exigencias y protocolos de cumplimiento

35 Comunicador Social por la Universidad Central del Ecuador; Máster en Periodismo y Doc-
tor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Docente del Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.
36 Expresiones recogidas en el Juicio 2013-0070. Ver http://www.funcionjudicial-pichin-
cha.gob.ec. Ver además http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/caso-karina-del-pozo-todas-las-
versiones-hablan-de-horror-577262.html.

59
obligatorio. Y en el extremo de esa cadena de requerimientos, lo que se exige
de la masculinidad normativa es eficacia en el control total de aquello que la
puede poner en riesgo. Ser “mandarina”37 no solo supone dejar entrever una
flexibilización o alteración de los roles de dominación entre hombres y mujeres;
implica la incapacidad de mostración pública del ejercicio de la masculinidad,
y esa incapacidad se condena con la sanción simbólica que puede ir desde una
asociación con lo débil y lo frágil hasta con el mote de “maricón”, contra el cual
todas las reglas del orden sexual se ponen en juego.
Finalmente, la expresión “a una putita”, revela toda la descalificación a la mujer
que es capaz de decidir y administrar su propia sexualidad. En el relato
periodístico,38 Karina del Pozo habría tenido relaciones sexuales con el dueño
del departamento la noche de la fiesta que precedió al femicidio. En cierta jer-
ga masculina y serrana, la palabra “chullona” describe a la “mujer fácil” y “dis-
ponible”, que escoge a sus parejas sexuales. Esta expresión de sanción moral
no está muy lejana a la de ninfómana, con la cual el saber mítico/patriarcal
juzgaba la autonomía sexual, escondido detrás del cientificismo psicológico
(Laqueur, 1994). Y es que Karina del Pozo desafía la regla masculina, por la
cual la “chullona” está a disposición de todos los masculinos. El relato periodís-
tico nos dice que Karina, dentro del auto, se resistió a los manoseos de sus fu-
turos asesinos, y ese rechazo le valió los improperios y descalificaciones que,
como toda violencia psicológica, escala hasta llegar al punto de la extinción de
la vida.

El placer en el control y en la disposición de la vida


Por todo lo dicho hasta ahora, el femicidio de Karina del Pozo, como el de todas
las mujeres, y el de todos los cuerpos femeninos y feminizados, es un ágora en
el que, a la voz de “¿quieres ver cómo se mata a una putita?”, la masculinidad
se erige como rectora de la vida, y en donde la existencia de los cuerpos de las
mujeres, los cuerpos femeninos, e incluso los de las masculinidades disidentes
como los trans e intersex, entran en una precariedad total.

En ese sentido, “¿quieres ver cómo se mata a una putita?” revela dos de los
rasgos más perturbadores y entrelazados de la masculinidad normativa. El pri-
mero tiene que ver con el surgimiento mismo de la masculinidad como proyec-
to angustioso, no acabado, que requiere de una serie de constantes artilugios
para validarse. Horowitz (1989), siguiendo a la interpretación freudiana de la
sexualidad, ha planteado que tanto la masculinidad como la feminidad contie-
nen un principio de represión básica por el cual el cuerpo y su polisexualidad se
encuentran sublimados/reprimidos en la heterosexuación y en las políticas bi-
narias del deseo. Sobre esta represión básica el mismo autor, en diálogo con
Marcuse (1969), señala que opera la represión excedente, que es la que

37 Expresión usada para denigrar simbólicamente a un tipo de masculinidad que se ocupa


del cuidado y bajo el supuesto control de las mujeres y lo femenino. David Gilmore, en “Cuenca
mediterránea: la excelencia en la actuación” (1997) recrea las sanciones simbólicas con las que la
cultura machista llama al orden a quienes se “feminizan” en el cuidado de la vida cotidiana.
38 Ver http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/caso-karina-del-pozo-todas-las-versiones-
hablan-de-horror-577262.html.

60
propiamente permite emerger a la masculinidad como negación de lo nutricio/
materno y como opuesto a lo femenino y al deseo homosexual. Pero los “senti-
mientos que se reprimen perduran” (Horowitz y Kaufman, 1989: 75), y el sujeto
masculino, que tanto reprime a la feminidad por saberla tan próxima a su cuer-
po, no puede soportar convivir con un riesgo tan cercano de destitución de su
esencia masculina (Zizek, 2001), esencia que finalmente es una condición pri-
vilegiada de poder. Pero este riesgo es constitutivo a la masculinidad normativa
puesto que ésta no puede existir como tal por fuera de la relación especular y
asimétrica de poder frente a lo femenino. Las resoluciones a este riesgo y el
carácter perentorio de las mismas también son constitutivos de la masculini-
dad. Y la principal resolución opera en la prueba viril y en la consecuente violen-
cia machista. De hecho, según Michael Kaufman (1989: 20-21), la violencia de
género se explica en la “represión excedente” y en los subsiguientes dispositi-
vos biopolíticos que promueven y ratifican la agresión excedente. La agresión
excedente se encontraría transmutada en deseo y erotización y se encapsula-
rían en la prueba viril como expresión de cómo la violencia machista totaliza la
experiencia humana, es decir, en el ser y el conocer.
Precisamente esto último es el segundo rasgo constitutivo de la masculinidad
normativa que destaco: históricamente, al menos en lo que a Occidente se re-
fiere, la sexualidad masculina ha estado asociada a “poseer y destruir” (Michel,
2000). Y esta asociación es la expresión de la tensión más importante en la
masculinidad: la relación entre placer y poder. Gozar, disfrutar, disponer del
cuerpo de otra persona, es lo que más ata a la masculinidad con relaciones de
poder que se naturalizan placenteramente en los cuerpos, tanto de hombres
como de mujeres. La sola escalofriante frase del femicida de Karina del Pozo
“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?” revela el carácter extremo de la re-
lación entre placer y poder. Y es que la prerrogativa patriarcal por la cual el
masculino dispone de la vida de las mujeres, de lo femenino y de los infantes,
implica que la sexualidad masculina, concentrada en lo visual, en lo genital, y
en lo fetichista, siempre ha estado asociada a la posesión y a la destrucción. El
carácter erótico de la dominación, muy recreado en la pornografía, alcanza su
punto más alto en el asesinato. Poseer y destruir, como una fatalidad y premisa
de la subordinación, organiza la erótica heterosexuada y legitima en el placer el
carácter de dominación de la masculinidad.

El femicidio como un ágora


Ahora bien, retomando la figura del ágora, el femicidio de Karina del Pozo re-
crea, de manera trágicamente teatral, la condición hegemónica masculina aso-
ciada a la prueba viril como garantía absoluta de la masculinidad.

En dicha ágora los protagonistas no son hombres extraordinarios, con alguna


condición sicológica que los hace proclives al asesinato. Este punto es impor-
tante destacarlo, puesto que uno de los atenuantes muy recurridos para eludir
la responsabilidad en el delito suele ser una perturbación sicológica, resultado
de una depresión o una condición familiar lamentable.39 Pues no; los femicidas
39 El relato periodístico construye de esta manera el perfil de los femicidas: “¿quiénes son

61
fueron tres hombres jóvenes comunes y corrientes, que repotenciaban su mas-
culinidad –el proyecto masculino siempre está en déficit– en la ocupación total
del cuerpo de Karina del Pozo. Y lo hicieron frente a sí mismos, como pares,
para corroborar el terror placentero de portar y ejercer la versión más absoluta
y disoluta de la masculinidad normativa. Y entre los actuantes, destaco el rol
del cómplice, del observador, del fetichista, que contempla erótica y homoróti-
camente –al fin y al cabo, el cultivo de la masculinidad tiene una fuerte carga
homo– el despliegue viril. Este expectante, que como tal pretendió ser exculpa-
do, ocupa el lugar de complicidad en el que este tipo de masculinidad se mueve
y se legitima. Dicha complicidad se compacta, con la violencia del asesinato,
en varios niveles: en el primero, el expectante azuza el ambiente de domina-
ción, incluso con su posible mutismo previo al asesinato, pero el ambiente se
carga de aprobación compartida. Esto, porque la virilidad nunca se resuelve en
la soledad, aun en los casos muy individuales o de contemplación pública de
los signos de la virilidad –como en el culto a la musculatura hiperbólica– la
mirada atenta de la cultura y la de los grupos sociales inmediatos conducen la
organización de la masculinidad hacia la consecución de la virilidad.
En un segundo nivel, y reiterando en lo enunciado líneas arriba, la complicidad
en el altísimo acto erótico que sella el poseer al destruir, es una complicidad
contemplativa y homoerótica. Las alegorías a la mostración fálica implican des-
de la ansiedad por la observación del pene, hasta la constatación de la capaci-
dad del control del cuerpo femenino. Y este es un escenario teatral en el que las
miradas entre los protagonistas se entrecruzan en la búsqueda de la prueba
viril.

El tercer nivel de la complicidad tiene que ver con el silencio. El tejido social
masculino está urdido de una suerte de alianzas secretas, asociaciones inaudi-
tas y secretos inexpugnables. Tanto si hablamos de la casual asociación entre
hombres jóvenes que comparten un evento social, hasta las cualificadas e his-
tóricas asociaciones masculinas como los ejércitos, las logias, los clubes o los
seminarios. Efectivamente, este tipo de asociatividad, activada histórica e insti-
tucionalmente para proteger y detentar cierto tipo de propiedad, conocimiento
y poder, no es lejana de la que se produce cuando dos o más hombres se en-
cuentran para mostrar y demostrar su virilidad. Es decir, en ambos tipos de teji-
do social, el control y distancia a lo femenino organizan y legitiman todos los
silencios que pudiesen encubrir la ocupación y dominación de lo femenino.
Este silencio es tan fuerte en la construcción discursiva, que carga de doble
sentido muchas de las expresiones de la sexualidad con las cuales las
estos jóvenes? Tienen entre 19 y 25 años y viven el momento; intercambian sexo casual sin com-
plicaciones ni compromisos; tampoco sus relaciones de amistad, a juzgar por lo que dicen unos de
otros, son demasiado firmes; consumen alcohol y drogas; incursionan en uno u otro trabajo, no dan
muestras de sentir pasión por lo que hacen; los estudios no parecen ocupar un espacio demasiado
importante en sus vidas; alguno entrena artes marciales pero no se lo toma con calma, como pres-
cribe la filosofía oriental: todo lo contrario; son violentos, explotan fácilmente; llegado el caso, uno
o varios de ellos pueden transformarse en asesinos. […] Leer sus testimonios es sumergirse en los
abismos más oscuros del alma humana”. En http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/caso-karina-
del-pozo-todas-las-versiones-hablan-de-horror-577262.html. Es importante además revisar cómo
el calificativo de “perverso”, por ejemplo, por más buena voluntad que hubiese en la llamada de
atención sobre el femicidio, configura una tipología masculina muy cercana a la desadaptación, a la
maldad y a la ofuscación moral. En ese sentido, revisar el relato periodístico disponible en http://
www.elcomercio.com/opinion/perversidad.html.

62
sociedades revelan cuán reprimidas están en ese plano, y cuán subordinado
sigue estando el rol de lo femenino. En este contexto, el silencio del expectante
es un silencio cómplice, no solamente aterrado puesto que él acompaña todo
el proceso de vejación de Karina; por lo tanto, no hay atenuante en un posible
shock producido por el asesinato; y no hay atenuante debido a que este tipo de
masculinidad hegemónica se solaza en la fijación compartida por la
destrucción.

El ágora pública: los medios de comunicación


El caso de Karina del Pozo fue un ágora en el que el personaje principal que
debatía su perpetuidad absoluta era la virilidad. Y fue un ágora pública en el
momento en que, por efectos de la perseverancia de la familia, el caso rebasó
los límites de la discreción de la investigación policial, la misma que reaccionó
favorablemente ante la presión de los familiares, y ante la acción de los colec-
tivos de mujeres y activistas feministas, para quienes el caso de Karina –como
el de tantas mujeres víctimas– es una desgraciada oportunidad para denunciar
al régimen patriarcal y machista, bajo cuyo gobierno se despoja de vida a los
cuerpos de las mujeres, y a los cuerpos femeninos y feminizados. Además fue
un ágora pública que permitió registrar las estrategias discursivas que los me-
dios de comunicación adoptan para abordar este tema, tal como lo ha registra-
do con pertinencia el observatorio “Los derechos de las mujeres en la mira”, de
la Corporación Humanas Ecuador.

Pero no sólo en los medios tradicionales de comunicación encontramos estos


registros. Semanas previas al femicidio de Karina del Pozo, el Gobierno difundió
un spot televisivo que, reapropiándose de la frase fuerza de la campaña contra
el machismo del 2010, “Reacciona Ecuador, el machismo es violencia”,40 la
reutilizaba para combatir la drogadicción y el alcoholismo. En este spot, los
rasgos de una mujer joven que bebía alcohol en exceso, que vestía una minifal-
da y una blusa escotada, eran presentados como expresiones de una conducta
personal desenfrenada propicia para el abuso, que en este caso iba a provenir
de un par de hombres jóvenes que, con una expresión de lasciva en sus rostros,
la invitan a que ingrese en su auto. Algunos meses después, en septiembre del
2013, el exitoso programa ecuatoriano “Enchufe TV”, difundido por el canal de
video YouTube, promocionó el sketch Viendo como chica en fiesta de salchi-
chas.41 En esta pieza audiovisual, de 5’44’’ de duración, una mujer joven llega a
una fiesta en la que sólo se encuentran hombres jóvenes; al llegar, las conside-
raciones y adulaciones de los varones para con la mujer gradualmente devie-
nen en un ambiente asfixiante que a ella le llevan a refugiarse en el baño del
departamento. Allí descubre a su amiga, que la había invitado a esa fiesta, su-
mida en el terror y el miedo que le producía ese grupo de hombres cuyas inten-
ciones de encantarle y agradarle pasaron a asustarle. Ambas, en acto de valen-
tía, logran huir del departamento, y en carrera al ascensor muestran sus rostros

40 Ver en Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género,


2010.
41 Ver en http://www.youtube.com/watch?v=39r9CaOYazQ.

63
aterrados, mientras ellos las persiguen al tiempo que se van desvistiendo. Al
llegar al ascensor, una de las mujeres constata que se olvidó su cartera: el des-
enlace es una disyuntiva para el espectador entre suponer que las mujeres de-
jarán olvidada su cartera y se librarán del acoso o, si víctimas de su vanidad y
descuido, regresarán a por la cartera, símbolo de su feminidad y, en este caso,
de torpeza. Este sketch recibió críticas muy puntuales en la página de YouTube,
pero fueron más las expresiones verbales violentas que descalificaban la alerta
hecha sobre la victimización a las mujeres y su cosificación. Todo esto a pocos
meses de haber sucedido el femicidio de Karina del Pozo. Este sketch hasta la
fecha ha recibido 4’563.817 visitas y no parecería que vaya a ser retirado,
mientras el spot de la campaña de Estado finalmente fue sacado del aire, aun-
que en carta enviada por el entonces Secretario Nacional de Comunicación,
Fernando Alvarado Espinel,42 se mostraba una sensibilidad ante la demanda de
activistas por los derechos de las mujeres, “llamándolas la atención” por no
protestar ante otros productos comunicacionales –como las telenovelas– que
también incurren en estereotipos sobre las mujeres.
Más allá de la polémica que puede haber despertado la reacción del funciona-
rio de Estado, hay que destacar la fuerza de la opinión pública, básicamente
mujeres y activistas feministas que a través de las redes sociales se activaron
para exigir, en el contexto del femicidio de Karina del Pozo, respeto a la digni-
dad de las mujeres, y atención de los poderes públicos y de la sociedad en ge-
neral, hacia los casos de violencia de género y de asesinato de mujeres por el
hecho de ser mujeres. En este contexto la sociedad civil logra que el Estado in-
corpore en el Código Integral Penal –en ese momento en debate– la figura del
femicidio en estos términos: “La persona que, como resultado de relaciones de
poder manifestadas en cualquier tipo de violencia, dé muerte a una mujer por
el hecho de serlo o por su condición de género, será sancionada con pena priva-
tiva de libertad de 22 a 26 años”.43

Masculinidad, medios de comunicación y


naturalización de la violencia
Hacia inicios del año 2000, Pierre Bourdieu (2000) destacaba un hecho cultural
atávico para la masculinidad: ésta, al igual que la dominación que le es consus-
tancial, se encuentra tan naturalizada que en las relaciones más cotidianas nos
resulta inaudito –o casi imposible– considerar que sea un dispositivo cultural/
ideológico/político que hunde sus raíces en la heterosexuación de los cuerpos
y, más allá, en la distribución asimétrica de las relaciones de poder.

Y es que esta naturalización se recrea constantemente, y las instituciones que


crean las sociedades se ocupan con denuedo de cuidar que los cuerpos transi-
ten y existan sólo dentro de los márgenes de esas políticas heterosexuadas. En
términos contemporáneos, una de las instituciones que se ha ocupado de fijar
el sentido heteronormado en los procesos de información y comunicación ma-
sivos, la conforman precisamente los medios de comunicación. Estos, en su
42 Ver http://fernandoalvaradoespinel.com/reacciona-ecuador.
43 Ver Código Orgánico Integral Penal (COIP), Art. 141.

64
gran mayoría y de manera canónica, recrean en prensa, radio, televisión y me-
dios digitales estereotipos de un tipo de masculinidad hegemónica a partir de
la cual se organiza el entramado social, cultural e ideológico. Telenovelas, fil-
mes de acción, publicidades o revistas semanales, por ejemplo, insisten en la
difusión de un tipo de masculinidad que, aunque matizada en sus roles tradicio-
nales de procreadora, proveedora y protectora (Gilmore, 1997), se recrea en la
mostración viril como eje de organización simbólica. La publicidad sobre todo
ha sido extremadamente hábil para metamorfosear la centralidad fálica en los
objetos más disímiles como cosméticos, desodorantes, brochas de pintura o
tuberías, por ejemplo (González Requena, 1999). Y aunque la centralidad fálica
esté difuminada, con frecuencia la narración mediática tiende a reforzar el vín-
culo entre imagen masculina, control y poder. Hasta antihéroes como Homero
Simpson, que con frecuencia aparece como un hombre emasculado por moti-
vos físicos, intelectuales o psicológicos, organizan y completan el espacio vi-
sual y narrativo a partir de su sola presencia y enfatizando con frecuencia la
negación de toda posibilidad de “contaminación” con lo femenino.
Esa negación de lo femenino es consustancial al principio activo/pasivo, por el
cual lo masculino/activo tiene todas las prerrogativas, mientras que lo femeni-
no/pasivo es una fatalidad destinada al servicio. En esas condiciones estructu-
rales de la masculinidad, ser masculino es de suyo una prerrogativa que habili-
ta al sujeto que la porta a decidir sobre el destino y la vida de lo femenino y de
los infantes.

Ya John Berger (2000) indagó cómo las representaciones de la masculinidad y


la feminidad en la tradición artística occidental se extendían a los medios de
comunicación contemporáneos, al posicionar a la feminidad como el cuerpo y
lugar obligado a la belleza, al servicio y a ser ocupada, mientras que para la
masculinidad, belleza y servicio son opciones en tanto que la ocupación es un
destino ineludible. Para Berger, el principio fálico de la representación visual en
los medios de comunicación reside en que lo masculino ocupa todo el espacio
de la representación, mientras que lo femenino requiere ser completado, ocu-
pado, sitiado por la mirada masculinizante.

En ese sentido, Carlos Lomas y Miguel Arconada (2003) realizan una investiga-
ción detallada y potente de cómo se construyen y reproducen los modelos mas-
culinos hegemónicos en los medios de comunicación. Parten del principio de
que el lenguaje juega un papel importante en la regulación de las conductas
humanas, y que los textos culturales y las políticas de representación en los
medios utilizan el lenguaje para ratificar los lugares de supremacía de lo mas-
culino y de subordinación de lo femenino. De esta manera, los autores señalan
que en la publicidad lo que menos importa es el objeto publicitario cuanto las
circunstancias, evocaciones y pulsiones que se vinculan al objeto. Así, el valor
de uso práctico no es tan importante como el valor de cambio simbólico. En esa
lógica, la jerarquía y asimetría de los géneros se naturaliza, del mismo modo
como se encuentra naturalizada y narrativizada la dominación masculina en
los supuestos ideológicos del progreso de la civilización, como dominación so-
bre la naturaleza –que histórica y culturalmente se ha construido como lo
65
femenino y lo pasivo–; por tanto, como preeminencia –y destino– de lo activo
sobre lo pasivo, de lo masculino sobre lo femenino (Bourdieu, 2010).
Y es que los medios de comunicación, al insistir en el sexismo, naturalizan el
fetichismo y la cosificación de todos los cuerpos, pero sobre todo los de las
mujeres: la parte representa el todo que debe ser troceado y devorado. De he-
cho, la primacía de lo genital en esas representaciones de la sexualidad deva-
lúa la totalidad del cuerpo. Esto deviene en que lo femenino se consolida como
una dupla innegociable entre lo reproductor y lo placentero –madre/puta–.
Esta fijación se abstrae y se mistifica (Lomas y Arconada, 2003).

Es así cómo de esta dupla se generan dos mecanismos presentes en la gesta-


ción de la pornografía, que es un dispositivo de control contenido en la enuncia-
ción de la palabra “puta”, por parte del femicida. De hecho, cuando el femicida
anuncia “¿quieren ver cómo se mata a una putita?”, su gesto viril se encuentra
dentro de los límites del discurso pornográfico. En dicho discurso, dos mecanis-
mos recrean la lógica masculina normativa de apropiación de los cuerpos de
las mujeres. El primer mecanismo tiene que ver con la fijación; ésta atiende a
la preocupación y concentración en ciertas partes del cuerpo. Preocupación y
concentración que tienen que ver con la fascinación hacia el cuerpo femenino
en tanto anhelo y melancolía ocultos del objeto de amor, de placer y nutricio; y
con la ansiedad de castración que exige la reafirmación de la dupla activo/pa-
sivo (Mulvey, 2001). El segundo mecanismo tiene que ver con el fetiche, en
tanto forma privilegiada de la fijación, que afecta más a los hombres; evoca el
terror a la castración; fantasea, en suposición, con la represión de la pasividad
y la consolidación de la actividad y de lo activo (Mulvey, 2001). Estos dos meca-
nismos devienen en la cosificación del cuerpo de las mujeres que, en los me-
dios de comunicación, se expresa como el amor de los hombres a la mujer co-
sificada; la fascinación por lo reprimido –la pasividad–; la intrusión de la
estimulación erótica en la cotidianidad, y la degradación de la mujer y la reduc-
ción de su totalidad a las partes erótico/genitales (Mulvey, 2001).

En ese sentido, “¿quieren ver cómo se mata a una putita?” reclama el lugar
predominante y violento de lo visual en el discurso fetichista y pornográfico de
la masculinidad. Dicha frase es una expresión extrema del vínculo entre la cosi-
ficación de la mujer y el discurso pornográfico: fijación del objeto de deseo se-
xual como objeto de temor y de deseo; ansiedad por la castración y fascinación
ansiosa por la sexualidad coital; fascinación por el tabú –por lo reprimido– y por
la represión excedente; resolución ilusoria de la inseguridad masculina, y laten-
cia de la agresividad excedente –muerte y desmembramiento– en tanto, cal-
ma la ansiedad y aumenta la autoestima (Horowitz y Kaufman, 1989). Por lo
tanto, en esta línea son pertinentes las afirmaciones de Horowitz y Kaufman,
cuando señalan que la sociedad es fetichista, de represión excedente, de co-
mercialización, patriarcal, capitalista y de excedente represivo: “Ésta es la fuen-
te primordial de degradación sexual de la mujer y de la represión excedente de
toda la humanidad” (Horowitz y Kaufman, 1989: 98). Y es aún más pertinente
esta afirmación cuando recordamos que, vía los medios de comunicación, no
sólo aprendemos a ser masculinos, sino que nos formamos como parte de la
66
misma masculinidad, que luego nos ata y nos obliga.
Lo que apunta Bourdieu, en la misma frecuencia que los teóricos de las mascu-
linidades desde los años 90 (Carabí y Armengol, 2008), es que no historizar la
masculinidad implica, por un lado, seguir desproveyendo al conocimiento cien-
tífico y al análisis social y cultural de elementos de criticidad relevantes; y por
otro, dicha negación naturaliza las relaciones de poder entre géneros perpe-
tuando la subordinación de las mujeres y de lo femenino (Bourdieu, 2010). Por
el contrario, historizar la masculinidad supone reconocer que la misma presión
normativa fragmenta a la masculinidad hegemónica generando distintas mas-
culinidades, o que por razones antropológicas o como consecuencia del impac-
to de las luchas de las mujeres existen formas variadas de ser masculino
(Gutmann, 1998); pero que aun en las masculinidades más emasculadas, los
privilegios subsisten, y la mirada histórica y crítica debería permitir reconocer
que tales privilegios no están por fuera de relaciones de poder entre los géneros
que se han construido histórica y culturalmente.

Enfrentar estas condiciones atávicas de la masculinidad exige el desarrollo de


códigos de ética, y de pactos éticos en el manejo de la información por parte de
informadores, periodistas, comunicadores y medios de comunicación. Sobre la
falta de esos códigos y pactos éticos, el observatorio “Los derechos de las mu-
jeres en la mira” da buena cuenta. Su trabajo en periódicos de alcance nacional
revela que la falta de información documentada, el recurso a adjetivaciones
fáciles y clichés, o aun el manejo sensacionalista sobre la violencia de género,
son condiciones estructurales también de una sociedad que ha naturalizado la
violencia machista como forma ideológica de relación entre los géneros. Los
datos que arroja el observatorio bien podrían servir para emprender estudios de
la representación de la masculinidad en los medios. Y quizá la hipótesis casi
tautológica que utilizaríamos sería la de entender que el problema más impor-
tante con la violencia de género es su legitimación, y que los medios de comu-
nicación no sólo juegan un papel importante en la difusión y ratificación de es-
tereotipos sexistas y machistas, sino que, concomitante a lo anterior, los
legitiman naturalizando así una cultura machista, basada en la subordinación
de la mujer, los cuerpos femeninos y los cuerpos feminizados.

De crimen pasional a violencia de género: la


impunidad masculina en los medios de comunicación
A propósito del femicidio de Karina del Pozo, los medios volvieron a recurrir, di-
recta o indirectamente, a la figura del “crimen pasional”. Esta construcción dis-
cursiva subyacía en los relatos de los medios de comunicación para describir
un escenario de ensañamiento, en el que confluyen la convivencia íntima, la
sexualidad y la desproporción de las reacciones personales y subjetivas. Las fi-
guras “conviviente”, “joven modelo”, “celoso/a”, o “estados alterados”, han sido
muy utilizadas por los medios de comunicación para recrear ambientes en los
cuales suceden los “abismos más oscuros del alma”.44 Incluso en los actuales
44 Ver http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/caso-karina-del-pozo-todas-las-versiones-
hablan-de-horror-577262.html.
67
relatos periodísticos, el calificativo de “presunto” –una vez juzgado y sentencia-
do un culpable– revela un encubrimiento sostenido no sólo del mismo hecho
violento, sino de las condiciones de subordinación de la víctima y de las prerro-
gativas más perniciosas del agresor. Justamente, es sobre esto último que se
construye el relato periodístico más canónico. La expresión “crimen pasional”
esconde la legitimidad violenta en la que se mueve este tipo de masculinidad.
Es más, “crimen pasional” parecería legitimar la reacción del varón ante el des-
honor, el abandono o la traición proferida por la protagonista femenina, o por el
cuerpo feminizado.
En ese sentido, “crimen pasional” es una expresión de la impunidad consustan-
cial a la masculinidad. La impunidad es un largo y ancho velo que no tanto
opera como veladura entre el sujeto masculino y su entorno, sino como un filtro
que permite medir cuándo se es responsable sin afectar el núcleo activo/pasi-
vo de la masculinidad. Impunidad por la cual la masculinidad se autoriza a des-
preocuparse tanto por la responsabilidad con la vida más cotidiana como con
los efectos del ejercicio violento de la misma masculinidad. Los atenuantes que
los abogados de los femicidas proponen en el caso de Karina del Pozo, no están
tan alejados de esa política del irrespeto y descuido de la vida cotidiana, o del
consentimiento de las pequeñas y grandes irresponsabilidades e inhabilitacio-
nes de los sujetos masculinos, por el sólo hecho de serlo.

Es en ese contexto de impunidad que se explica la expresión “crimen pasional”:


“no es mi culpa”, “no quise hacerlo, estaba fuera de mí”, “ella me condujo a
hacerlo”, son recursos discursivos/ideológicos/políticos que, con todas las dis-
tancias y variaciones, se aproximan a la irresponsabilidad con el cuidado y legi-
timan a un masculino que, para las tareas más pequeñas y domésticas, es un
inepto, pero que para los actos del despliegue viril está altamente cualificado.
Así se naturaliza la dominación masculina. De ahí que el paso de la figura de
“crimen pasional” a la de violencia de género y/o femicidio, permita desarrollar
elementos críticos que asignen a los hombres y a sus masculinidades las res-
ponsabilidades debidas en la subordinación de lo femenino, y permitan ubicar
límites a la masculinidad. De lo contrario, los hombres y sus masculinidades
hacen uso de uno de sus prerrogativas más punzantemente generalizadas: no
darse cuenta, no tomar conciencia, no reconocer responsabilidades con lo coti-
diano. Y es que el uso de la frase “crimen pasional” justamente invisibiliza el
grado de responsabilidad de la masculinidad, mientras que las expresiones
“violencia de género” o “femicidio” podrían convocar a una mirada más atenta
sobre la participación protagónica de la masculinidad en la cultura de la
violación.45

Posibilidades de crítica a la masculinidad normativa


Karina del Pozo muere por negarse a brindar placer, es decir, por negarse a ser
una mujer “disponible”. Ella es ejecutada por hombres que asumen que la vida

45 Esta es una expresión que el colectivo feminista “Marcha de las Putas Ecuador” puso
a circular a propósito de la táctica campaña concertada para denunciar la violencia de género a
propósito del femicidio de Karina del Pozo.

68
de esos cuerpos y que el destino de esas vidas reposan en la voluntad masculi-
na. La ejecución de ese destino perenniza la prueba viril. Para Kaufman (1989),
este tipo de violencia se despliega inevitablemente en una tríada: contra las
mujeres, contra otros hombres y contra uno mismo. En el primer momento, la
violencia contra las mujeres expresa la fragilidad, la impotencia, y la inseguri-
dad masculinas frente a la mujer. Para la masculinidad normativa, la mujer es
la zona obscura, lo indecible, lo imposible de asir, el ser misterioso que tanto
seduce como amenaza.
La violencia contra otros hombres puede expresarse, por ejemplo, en la mostra-
ción viril que desplegaron los femicidas. La competencia, la agresión, la violen-
cia, circulan entre los femicidas como un pacto homosocial (Kosofsky, 1998)
que excluye a lo femenino y que lo condena a la sujeción total. En ese sentido,
la violencia contra las mujeres demanda la complicidad y la correspondencia
hacia la prueba viril. Complicidad y correspondencia que exigen que los hom-
bres se deshumanicen al compensar el horror de la violencia en el placer del
poder.

La violencia contra sí mismos, como en el caso de los femicidas, expresa que


estos hombres despliegan un ego masculino como único marco de referencia
vital; que han eliminado el diálogo, la paciencia y el respeto como canales de
entendimiento de su violencia; que han entronizado al pene como eje de poder
físico y simbólico; y que han aprendido a controlar o reprimir todo lo asociado a
lo pasivo y a lo femenino (Kaufman, 1989; Kimmel, 1997, 2001).

Sólo la conciencia de lo empobrecedor de esta forma de ser masculino puede


generar dinámicas críticas hacia las mismas masculinidades. De hecho, no to-
das las masculinidades son iguales (Gutmann, 1998); desgraciadamente, la
masculinidad normativa en sí misma es un principio de organización de la
sexualidad y el género, que operativiza la heterosexualidad en términos de una
mayor o total subordinación de los cuerpos femeninos y feminizados. Esto es
así aún en el caso de la multiplicidad de masculinidades.

Las así llamadas nuevas masculinidades, o masculinidades disidentes, son


proyectos políticos y de vida que para cualificar su novedad deben considerar
su compromiso con el desmontaje o cuestionamiento del principio activo/pasi-
vo y, por tanto, de la subordinación de lo femenino y de la eternización de los
privilegios de lo masculino. En ese sentido, este nuevo tipo de masculinidades
sólo será posible en la medida que se comprometa con el desmontaje de la
“cultura de la violación”, y de todas y cada una de las formas de violencia de
género. De lo contrario, asistimos a un reposicionamiento de la masculinidad
hegemónica, a una sutura en falso de aquellos quiebres de la masculinidad,
ocasionados justamente por el avance de las luchas de las mujeres y por la
conciencia de las limitaciones permanentes de la masculinidad para lograr una
vida realmente digna para todos los seres humanos.

69
Conclusión
El manejo informativo avanza muy lentamente hacia un cambio en el trata-
miento de los asuntos que comprometen la vida y las decisiones de las muje-
res, y de los cuerpos femeninos y feminizados. El observatorio “Los derechos de
las mujeres en la mira” da cuenta de la lentitud y casi parálisis en ese avance.

De todas formas, la muerte de Karina del Pozo, a partir del concierto informati-
vo, provocó el duelo y la solidaridad y, en ese sentido, los medios tuvieron que
ajustarse al reclamo público. Pero, como señala Judith Butler (2006), hay otras
circunstancias y condiciones, tan estructurales como la pobreza o la discrimina-
ción por motivos étnico/raciales o de género, que hacen que otros femicidios y
muertes no merezcan el duelo, no importen, y sólo sirvan, cuando ese fuere el
caso, para engrosar las cifras del registro oficial y periodístico.

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71
Tipificar el femicidio

Por Karina, Claudia, Esmeralda,


Laura, y todas nosotras
María Paula Romo 46
“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?”47 fue la frase que llenó de horror a la
opinión pública de un país que durante semanas se había conmovido y solida-
rizado con Milton y Francisco del Pozo, quienes buscaban a su hermana Karina
que no había regresado a casa desde la noche del 19 de febrero de 2013. Fue
una frase que nadie se esperaba, pues normalmente se relaciona los hechos
violentos con robos y daños a la propiedad, con secuestros y extorsión, y se cree
que quienes entrañan peligro son los desconocidos, los distintos a nosotros,
cuyos rostros no conocemos y, seguramente, con quienes no frecuentamos los
mismos lugares.

¿Cómo explicar entonces lo que sucedió con esta joven quiteña de 20 años?
Durante esos días todas vimos, compartimos y comentamos las fotografías de
esta joven mujer, pues sus seres queridos removieron las redes sociales y los
medios de comunicación con mensajes de búsqueda de Karina, la hermana,
prima, amiga, estudiante, muchos adjetivos para identificarla, además el de
“modelo”, que algunos medios se empeñaron en usar para caracterizar el perfil
de la mujer, hasta ese momento desaparecida.

“¿Quieres ver cómo se mata a una putita?” cayó como un rayo en medio de to-
das las especulaciones, y nos mostró de cuerpo entero al machismo que quitó
la vida a Karina y que es la razón estructural por la que mueren decenas de
mujeres en el Ecuador, en América Latina y el mundo. ¿Por qué mata el machis-
mo? Pues como lo aprendimos con este caso: el machismo mata porque en-
carna la idea de propiedad sobre el cuerpo de la mujer. Sobre este supuesto, un
hombre se siente dueño del tiempo, las decisiones y, en última instancia, de la
vida misma de una mujer. Cree que ella es “su” mujer y ejerce “autoridad”, bien
sea que ella le hubiera dado el sí, o bien sea que ella hubiera cometido la terri-
ble falta de rechazarlo. De eso se trata el femicidio, palabra que aparece en al-
gunos debates en la opinión pública, cuando se descubren los cadáveres y las

46 Feminista, abogada y política. Miembro de la Asamblea Constituyente (Montecristi,


2007-2008) y legisladora en el período 2009-2014. Docente y decana de la Facultad de Jurispru-
dencia de la Universidad Internacional del Ecuador. Dirección electrónica: mromo@internacional.
edu.ec; paularomo@gmail.com
47 Según el relato de los hechos de las otras dos personas sentenciadas por este caso,
éstas habrían sido las palabras usadas por D. Piña, sentenciado como autor del asesinato de Karina
del Pozo. Ver documentos del juicio 2013–0070; transcripciones en el cuerpo del proceso, dispo-
nibles en http://www.funcionjudicial–pichincha.gob.ec; Diario Hoy, “Caso Karina del Pozo: todas las
versiones hablan de horror”. 26 de marzo de 2013. Disponible en http://www.hoy.com.ec/noticias–
ecuador/caso–karina–del–pozo–todas–las–versiones–hablan–de–horror–577262.html]; Diario El
Telégrafo, “Autores se lavaron la sangre con licor luego del crimen”. 7 de marzo de 2013. Disponible
en http://www.telegrafo.com.ec/justicia/item/autores–se–lavaron–la–sangre–con–licor–luego–
del–crimen.html.

73
historias de las karinas, las claudias, las esmeraldas y lauras,48 muertas indis-
tintamente en cualquier lugar del planeta.
Una de las respuestas –la más rápida y recurrida– es crear tipos penales, sobre
el supuesto de que la sola letra de la ley cambiará la realidad. De hecho en el
Ecuador, el asesinato cometido por odio que se origina en el sexo, género o
identidad sexual, lleva ya varios años en nuestra legislación penal.49 Hoy, en el
Código Orgánico Integral Penal (COIP, 2014), ya publicado en el Registro Oficial
y que entrará en plena vigencia en los próximos meses, el tipo penal femicidio
ha sido incorporado por separado de otros delitos de odio, y se encuentra reco-
gido de la siguiente manera:

Artículo 141.– Femicidio.– La persona que, como resultado de relaciones


de poder manifestadas en cualquier tipo de violencia, de muerte a una
mujer por el hecho de serlo o por su condición de género, será sancionada
con pena privativa de libertad de veintidós a veintiséis años.

La inclusión de este artículo sobre femicidio puede ser objeto de distintos aná-
lisis pero, en justicia, empezaré diciendo que es un paso adelante. Sin duda
coloca temas sobre la mesa y, ojalá un día no muy lejano, nos permita tener
mejores datos y estadísticas que, a su vez, sean usados para la toma de deci-
siones de política pública, por ejemplo. Dicho esto, hay que señalar que una de
las críticas posibles es la omisión de la violencia contra lo “femenino”, y no so-
lamente contra las mujeres. Me explico: no sólo hay quienes pagan con su vida
por ser mujeres sino también quienes se alejan del rol de mujer –el caso de
mujeres lesbianas– o quienes quieren parecer o convertirse en mujer. Me refie-
ro a los crímenes de odio cometidos en contra de personas trans o de hombres
y mujeres homosexuales, pues el machismo y la homofobia son dos caras de
una misma moneda.

En todo caso, la inclusión de este tipo penal debe ir acompañada de una serie
de acciones y de ideas que alimenten el debate y permitan que los operadores
de justicia desarrollen la sensibilidad así como los sustentos jurídicos y sociales
necesarios para su aplicación. Estas líneas son un ensayo por aportar algunos
elementos en ese sentido.

¿Es el femicidio un “invento” local o aislado?


Aunque a muchos aún sorprende los términos femicidio y feminicidio –de he-
cho, la Real Academia de la Lengua Española no los ha incorporado aún a su
diccionario–, su uso tiene ya varias décadas y un sinnúmero de desarrollos
teóricos.

48 Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal, Laura Berenice Ramos Monárrez
son los nombres de las tres mujeres mexicanas, de 20, 15 y 17 años respectivamente, que fueron
encontradas muertas –luego de haber sido torturadas y violadas– en un campo algodonero en ciu-
dad Juárez a fines de 2001 y cuyo caso, también conocida como “Campo Algodonero”, motivó la
sentencia de la Corte Interamericana: González y otras vs. México.
49 En el Registro Oficial, suplemento 555, de 24 de marzo de 2009, se publicó la reforma
legal a través de la cual se incorporó al Código Penal el Capítulo innumerado “De los delitos de odio”.

74
Diana Russell (2011) usa por primera vez el término en 1976, al testificar en el
primer Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres en Bruselas:
“Desde la quema de brujas en el pasado, la más reciente y generalizada cos-
tumbre del asesinato de niñas en muchas sociedades, hasta los asesinatos de
mujeres por supuesto honor, nos damos cuenta que el femicidio ha venido su-
cediendo por un largo tiempo”.50

Luego de esta ocasión, que se señala como la primera ocasión de su uso públi-
co, el término “femicide”, en inglés, se encuentra precisamente en un artículo
conjunto de Diana E. H. Russell y Jane Caputi: “Femicide: Speaking the
Unaspeakable”, publicado inicialmente en Ms. Magazine, en septiembre/octu-
bre de 1990. Un par de años más adelante el artículo se publicó en Jill Radford,
y Diana E. H. Russell: Femicide: The Politics of Woman Killing, Nueva York:
Twayne Publishers, 1992.

Para Russell y Caputi “femicidio es la palabra que mejor describe los asesina-
tos de mujeres por parte de los hombres, motivados por el desprecio, el odio, el
placer o el sentido de propiedad sobre ellas” (2012). Estas autoras plantean
que el femicidio está en el extremo final del continuum del terror contra las
mujeres, el cual incluye una gran variedad de abusos verbales y físicos, como la
violación, la tortura, la esclavitud sexual (particularmente en prostitución), el
incesto y el abuso sexual infantil extrafamiliar, la agresión psicológica, el hosti-
gamiento sexual (en el teléfono, en las calles, en la oficina y en el aula de clase),
la mutilación genital (cliteridectomía, escisión e infibulación), la heterosexuali-
dad forzada, la esterilización forzada, la maternidad forzada (por la criminaliza-
ción de la anticoncepción y el aborto), la psicocirugía, la denegación de alimen-
tos a las mujeres en algunas culturas, la cirugía cosmética y otras mutilaciones
en nombre de la belleza. Concluyen que “cuando estas formas de terrorismo
resultan en muerte, ésta constituye femicidio”.

Quien tradujo el término al español fue Marcela Lagarde –feminista, académi-


ca y política mexicana— que no sólo sugirió y popularizó el término “feminicidio”
en lugar de “femicidio”, sino que amplió el concepto, al otorgarle connotaciones
más allá de describir el asesinato de una mujer como un acto resultado de la
voluntad individual de un sujeto. Lagarde pone el feminicidio en un contexto de
violencia estructural contra las mujeres, lo cual amplía también las responsabi-
lidades de su cometimiento:

El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las


condiciones históricas generan prácticas sociales conformadas por
el ambiente ideológico y social de machismo y misoginia, de violen-
cia normalizada contra las mujeres, que permiten atentados contra
la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres [...] to-
dos tienen en común que las mujeres son usables, prescindibles,
maltratables y desechables. Y, desde luego, todos coinciden en su
50 Diana E. H. Russell The Origin And Importance Of The Term Femicide. December, 2011.
[Disponible en http://www.dianarussell.com/origin_of_femicide.html] (traducción libre)

75
infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las muje-
res. (Lagarde en Santidrián, 2010).

Agrega Lagarde (2005), quien además desarrolla estas ideas en un contexto


marcado irremediablemente por el sistemático asesinato y desaparición de
mujeres en Ciudad Juárez, que el feminicidio implica responsabilidad del
Estado por la serie de violaciones de derechos que se verifican a lo largo de los
procesos de denuncia e investigación y por la impunidad con que permite se
reproduzcan estas prácticas: “La inexistencia del Estado de Derecho, bajo la
cual se reproducen la violencia sin límite y los asesinatos sin castigo, la impuni-
dad. Por eso, para diferenciar los términos, preferí la voz feminicidio para deno-
minar así el conjunto de delitos de lesa humanidad que contiene los crímenes,
los secuestros y las desapariciones de niñas y mujeres en un cuadro de colapso
institucional. Por eso el feminicidio es un crimen de Estado”.

Revisando las críticas a este tipo penal específico


Una de las primeras críticas que ha recibido la incorporación de este tipo penal
ha venido de posturas más ortodoxas del derecho, básicamente a través de dos
argumentos: el nuevo tipo penal es innecesario, pues se incluye en el asesinato
y, distinguir entre el valor de la vida de una mujer y un hombre atenta contra la
igualdad ante la ley.

Para atender la primera crítica, que la diferenciación sería innecesaria pues es


un asesinato ya tipificado en el Código Penal: esta postura esconde las caracte-
rísticas que subyacen en los fenómenos de violencia de género. Si bien el femi-
nicidio51 es un asesinato en tanto violación del derecho a la vida, los móviles,
las circunstancias y los sujetos cambian. La violencia contra las mujeres es es-
pecialmente doméstica, al contrario de la violencia que viven los hombres que
suele estar relacionada con otros delitos y que se produce generalmente en
espacios públicos o alejados del hogar. La violencia contra las mujeres que cul-
mina con su muerte, ocurre mayoritariamente dentro de sus hogares y la perpe-
tran conocidos, familiares, parejas y exparejas, es decir se produce en el marco
de una relación que también es o ha sido afectiva.52

Esto es exactamente lo que desvirtúa también la crítica de que la distinción


entre la vida de un hombre y de una mujer atenta contra la igualdad ante la ley.
Lo repetiremos una vez más: no toda muerte de una mujer es un feminicidio;
éste se produce cuando además del asesinato se dan las condiciones de
51 Hay quienes usan femicidio o feminicidio indistintamente, comprendiendo en ambos el
mismo concepto. Existe diferencia y aunque tiene en parte que ver con la traducción al español del
término anglosajón "femicide", la ampliación que el español "feminicidio" sugiere es de fondo. Uso el
término feminicidio pues, a pesar de no ser el que consta en el Código Penal ecuatoriano, coincido
con el planteamiento más amplio que sobre este fenómeno sugiere Marcela Lagarde como se ana-
lizará más adelante en este documento.
52 Podemos comprender más sobre este fenómeno y sus características de una pande-
mia en el Ecuador, revisando la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género
contra las Mujeres (INEC, Ministerio del Interior y Comisión de Transición hacia el Consejo de las
Mujeres y la Igualdad de Género), 2012, según la cual el 76% de mujeres que han vivido algún tipo
de violencia de género ha sido violentada por su pareja o su expareja.

76
relación de poder, estereotipos o patrones culturales sexistas, que de alguna
forma “justifican” la agresión, la supuesta autoridad de alguien sobre el bienes-
tar, el cuerpo y, en última instancia, la vida de una mujer.
Además de este complejo debate en torno al tipo penal, los términos en inglés
y español y sus implicaciones, hoy podemos encontrar en la literatura especia-
lizada en el tema una serie de clasificaciones del femicidio o feminicidio. Desde
la realizada por la propia Russell, al señalar que el femicidio puede ser íntimo,
no íntimo y por conexión, hasta la citada por el chileno Ried –muy crítico con la
incorporación de este tipo penal– que además de estos tres tipos agrega: el
suicidio feminicida, femicidio sexual, y femicidio sistémico. En nuestro caso nos
conformaremos con recoger el criterio de Russell, según el cual: i) femicidio ín-
timo es aquél cometido por un hombre con quien la víctima tiene o tuvo rela-
ción íntima, familiar de convivencia o afines; ii) femicidio no íntimo es cometido
en el marco de una relación de poder relacionada con el género, pero sin que
haya existido relación íntima o familiar; y iii) femicidio por conexión se refiere a
mujeres asesinadas en “línea de fuego”, en el intento o en el acto de cometer
un femicidio contra otra mujer.

La responsabilidad del Estado


Es innegable que las últimas tres o cuatro décadas han estado marcadas por la
toma de conciencia respecto de la situación de las mujeres en el mundo, y por
una creciente actividad de los estados para tratar de cambiar esta realidad. En
el sistema de Naciones Unidas, la Convención sobre la Eliminación de todas las
formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés), que
entró en vigor el 3 de septiembre de 1981, constituye uno de los hitos más im-
portantes respecto de la asignación de responsabilidades a los estados.

Ya en el ámbito interamericano, la Convención Interamericana para Prevenir,


Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención Belém do Pará,
1994) se constituye en un nuevo hito para el sistema. En este instrumento inter-
nacional son mucho más claras las responsabilidades del Estado y su compro-
miso de “adoptar por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas
orientadas a prevenir, sancionar y erradicar” la violencia contra las mujeres. En
específico, el artículo 7 compromete a los estados a:
 c. Incluir en su legislación interna normas penales, civiles y
administrativas, así como las de otra naturaleza, que sean necesarias
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y
adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean del caso;
 d. Adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse
de hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de
la mujer de cualquier forma que atente contra su integridad o
perjudique su propiedad;
 e. Tomar todas las medidas apropiadas, incluyendo medidas de tipo
legislativo, para modificar o abolir leyes y reglamentos vigentes, o
para modificar prácticas jurídicas o consuetudinarias, que respalden

77
la persistencia o la tolerancia de la violencia contra la mujer;
f. Establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer
que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre otros, medidas
de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales
procedimientos;
 g. Establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesarios
para asegurar que la mujer objeto de violencia tenga acceso efectivo
a resarcimiento, reparación del daño u otros medios de compensación
justos y eficaces, y
 h. Adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que sean
necesarias para hacer efectiva esta Convención.

Además de los instrumentos y convenios internacionales, podemos identificar


una creciente preocupación de la comunidad internacional sobre este tema.
Probablemente uno de los documentos que abarca más información al respec-
to es el “Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra la mujer.
Informe del Secretario General de las Naciones Unidas” (2006): “la cuestión no
radica en saber si los estados pueden y deben desempeñar un papel en la
transformación de las normas sociales y culturales discriminatorias, sino en
determinar de qué forma pueden desempeñarlo con mayor eficacia”.

Podríamos seguir citando acuerdos y declaraciones, o diferentes organismos


internacionales, que en sus pronunciamientos o informes de seguimiento lla-
man la atención permanentemente sobre los estados y su papel medular en
superar la desigualdad estructural que viven las niñas y las mujeres en el mun-
do; sin embargo, para nuestro continente el más reciente y poderoso antece-
dente al respecto se encuentra en el caso que ya hemos citado en las primeras
líneas de esta reflexión; el caso conocido como “Campo Algodonero”53 pues en
él, el Sistema Interamericano se pronuncia por primera vez en tutela de los de-
rechos contenidos en la Convención de Belém do Pará y desarrolla un prece-
dente a través de lo que Víctor Abramovich (2010)54 llama una especie de “de-
bida diligencia agravada”.

La “debida diligencia” se refiere al deber estatal en la protección de los dere-


chos humanos y la prevención de violación de estos derechos. Existe el están-
dar general de la Convención Americana y también lo podemos encontrar en
los deberes del Estado enlistados en el artículo 7 de la Convención de Belém do
Pará. En su jurisprudencia, la Corte Interamericana (2006) ha señalado la obli-
gación de actuar en casos de riesgo previsible y evitable: “El deber del Estado
de adoptar medidas de prevención y protección está condicionado según la
Corte, por el conocimiento de una situación de riesgo real e inmediato para un
53 Corte IDH, “Caso González y otras vs. México”. Sentencia de 16 de noviembre de 2009.
El caso analiza la responsabilidad del Estado relacionada con el asesinato de Laura Berenice Ra-
mos, Claudia Ivette González y Esmeralda Herrera Monreal, y resuelve que fueron cometidos por
“razones de género” en el contexto de violencia estructural en Ciudad Juárez y constituyen casos de
“feminicidio”.
54 Ver Víctor Abramovich. “Responsabilidad estatal por violencia de género: comentarios
sobre el caso ‘Campo algodonero’’”. En Anuario de derechos humanos. No. 6. Santiago: Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos. Centro de Derechos Humanos, Universidad de Chile. 2010.

78
individuo o grupo de individuos determinado y, por la posibilidad razonable de
prevenir o evitar ese riesgo”. Siguiendo el análisis propuesto por Abramovich, la
Corte opta por lo que llama un “estándar reforzado”, una especie de responsa-
bilidad adicional para el Estado. Aunque la Comisión Interamericana en este
caso pretendió ir más allá, al referirse a la responsabilidad estatal en la existen-
cia de un “patrón de violencia generalizada contra las mujeres”, la Corte se re-
fiere de la siguiente manera a las obligaciones estatales:
Los estados deben adoptar medidas integrales para cumplir con debida dili-
gencia en casos de violencia contra las mujeres. En particular, deben contar
con un adecuado marco jurídico de protección, con una aplicación efectiva
del mismo, con políticas de prevención y prácticas que permitan actuar de
una manera eficaz ante las denuncias. La estrategia de prevención debe
ser integral, es decir, debe prevenir los factores de riesgo y a la vez fortalecer
las instituciones para que puedan proporcionar una respuesta efectiva de
los casos de violencia contra la mujer. Asimismo, los estados deben adop-
tar medidas preventivas en casos específicos en los que es evidente que
determinadas mujeres y niñas pueden ser víctimas de violencia. Todo esto
debe tomar en cuenta que en casos de violencia contra la mujer, los estados
tienen, además de las obligaciones genéricas contenidas en la Convención
Americana, una obligación reforzada a partir de la Convención de Belém do
Pará.

Caso Karina del Pozo: el Tribunal no considera su


muerte feminicidio ni delito de odio
Para regresar a nuestro punto de partida, a pesar de que los implicados en el
caso Karina del Pozo han sido encontrados culpables y sentenciados por la ad-
ministración de justicia en el Ecuador (lo cual es bastante, considerando los al-
tos índices de impunidad en delitos contra la vida que tiene nuestro país), es
lamentable que en su actuación los jueces no hayan considerado toda la infor-
mación que en este caso permitía crear precedentes sobre el feminicidio o el
agravante de odio machista–misógino que caracteriza este atroz crimen.

En distintos momentos del proceso, llama la atención la forma en que los res-
ponsables del asesinato se refieren a sus actos o a la víctima. Son repetidas las
alusiones respectivas sobre lo que ellos consideraban su comportamiento o
conducta sexual, lo cual es claramente lo que configura el delito de feminicidio
o el agravante del código vigente en ese momento: “Por haberse negado la
víctima a establecer con el autor, una relación de pareja, enamoramiento, afec-
tividad o intimidad”. Podemos citar por ejemplo los siguientes fragmentos o
frases dentro de la sentencia:

luego ha llegado Salazar con una piedra llena de sangre y le ha dicho


“no se quiere morir esta puta55

que no mencionó una conversación pero ha dicho que Piña habría


55 Testimonio del teniente de policía Edwin Vizcaino Flores.

79
manifestado que “ya vas a ver lo que le pasa por puta 56

(Sevilla) él ha indicado “si ella no era ninguna santa; era bien loca,
drogadicta, bien puta.57

En estas líneas hemos intentado abundar en argumentos constitucionales, le-


gales, aquéllos de los instrumentos internacionales de derechos humanos (que
según nuestro sistema deberían entenderse como incorporados a la propia
Constitución a través del bloque de constitucionalidad,58 además de esto, un
análisis del contexto de violencia contra las mujeres, de las expresiones ma-
chistas y misóginas de los implicados en el crimen, de su actitud de impavidez
frente a lo que –según los testimonios– presumían sucedía mientras uno de
ellos violaba a la joven, su posterior participación en el asesinato, las declara-
ciones (también cargadas de comentarios machistas) durante el proceso pe-
nal, etc., etc. Todos estos elementos parecen ser señales suficientes para con-
cluir que se cometió un feminicidio; sin embargo, en el análisis realizado por el
tribunal que sentenció como autores a los tres implicados, se puede leer lo
siguiente:
Finalmente este Tribunal coincide en la apreciación realizada por
la Fiscalía en cuanto se refiere al grado de participación de los acu-
sados con las agravantes antes analizadas, no así con la agravante
del numeral 10 que refiere al odio o desprecio en razón de raza,
religión, origen nacional o étnico, orientación sexual o identidad se-
xual, edad, estado civil o discapacidad, de la víctima; toda vez que,
al citar Fiscalía esta agravante se refería a un delito de feminicidio,
donde si bien el autor sea o haya sido cónyuge o conviviente de la
víctima, éste haya estado ligado a ésta por una análoga relación de
afectividad o intimidad, aún sin convivencia. Por haberse negado
la víctima a establecer con el autor, una relación de pareja, ena-
moramiento, afectividad o intimidad. La víctima que se encuentre
en una situación o relación de subordinación o dependencia res-
pecto del autor, o tenga con éste una relación de amistad, laboral
o de compañerismo. La víctima se encuentre en una situación de
vulnerabilidad; no es menos cierto que en nuestro ordenamiento
legal no se ha configurado el delito de feminicidio, que tampoco se
encuadraría dentro de esta agravante, ya que no se ha advertido
que la causa de muerte se originó por desprecio en razón de raza,
religión, origen nacional o étnico, orientación sexual o identidad se-
xual, edad, estado civil o discapacidad, de la víctima; existiendo en
nuestra legislación un vacío legal, pero este tipo de delitos se halla
56 Testimonio de Ítalo Rojas Cueva, psicólogo forense.
57 Ibíd.
58 “El bloque de constitucionalidad se refiere a aquellas normas y principios que, sin apa-
recer formalmente en el articulado del texto constitucional, son utilizados como parámetros del
control de constitucionalidad de las leyes, por cuanto han sido normativamente integrados a la
Constitución, por diversas vías y por mandato de la propia Constitución.” Arango Olaya, Mónica. “El
Bloque de constitucionalidad en la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana”. Revista
Precedente,. 2004. p. 79–102.

80
enmarcado como un delito de asesinato.59

La lectura de la sentencia, con esta alusión tan ligera sobre el complejo fenó-
meno de la violencia machista, nos enfrenta con uno de los principales límites
de la reforma: la sensibilización y capacitación a los operadores de justicia. Las
declaraciones constitucionales, las reformas legales, seguirán siendo insufi-
cientes si no se hace un esfuerzo por comprender en su profundidad la violen-
cia contra las mujeres, los imaginarios que la generan, la justifican, la perpe-
túan, y la forma en que se expresan en los actos concretos de violencia como
este atroz episodio que terminó con la vida de Karina del Pozo.

Algunas ideas a modo de conclusión


»» Llama la atención la decisión política (o la falta de decisión política)
al negarse la Asamblea Nacional a usar el término “feminicidio” en
lugar de “femicidio”. Sería lamentable que se deba a un intento de
evitar la necesaria vinculación de este fenómeno con la responsabilidad
del Estado a la que aquí nos hemos referido.
»» A pesar de la importancia simbólica y discursiva que tiene la
incorporación del tipo penal “femicidio” en el Código Penal, la sola
tipificación no evitará la muerte de más mujeres. Quizá su efecto
inmediato sea brindarnos estadísticas e información mucho más
detallada respecto de las mujeres asesinadas en circunstancias que
configuren femicidio.
»» La tipificación del femicidio por sí sola no eliminará los prejuicios y
estereotipos de género de los funcionarios públicos y operadores de
justicia; tampoco permite una especie de automática comprensión
del complejo fenómeno de la violencia machista, basta leer la
sentencia de los responsables del asesinato de Karina del Pozo para
identificar vacíos y falta de información que permita la mejor
aplicación del tipo penal.
»» La inclusión del tipo penal “femicidio” debe usarse como una
oportunidad para el debate, la información y la formación de la
sociedad ecuatoriana, los medios de comunicación y los operadores
de justicia. El castigo penal no cambia patrones culturales que, como
el machismo, se encuentran tan arraigados.
»» La muerte de Karina del Pozo y el dolor y la indignación que la
verdad de su asesinato nos provocó a todos, debe ayudarnos a
construir nuevas sensibilidades. Que la posibilidad de que la historia
de Karina se repita en nuestras vidas, en la de nuestras amigas,
hijas, hermanas, madres, nos haga repudiar todas las manifestaciones
del sexismo y la subordinación de las mujeres, pues cada una de
ellas –desde las más pequeñas– aportan en la construcción de un
imaginario por el que alguien un día termina por creer que puede
ejecutar a una mujer por no cumplir su voluntad o deseos.

59 Subrayado de la autora.

81
Bibliografía

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triarcado_rita_segato.pdf

83
Una sociedad con visa para la impunidad:

La violencia simbólica y material


Roxana Arroyo Vargas60
La violencia de género daña las vidas y el mundo de las mujeres y es
ejercida desde cualquier sitio y con cualquier objeto material o simbólico
que pueda causarles tortura, daño y sufrimiento. Las repercusiones de la
violencia a las mujeres son variadas e incluyen desde la lesión de su
integridad como personas, la pérdida de libertad, de posibilidades, hasta
la pérdida de la vida. Es evidente que la finalidad de la violencia de género
cumple funciones políticas para lograr la dominación de las mujeres y
mantenerla cada día, al debilitar a las mujeres y menguar así su capaci-
dad de respuesta de defensa y de acción. La violencia genérica produce
en cantidad de mujeres uno de los recursos más importantes del control
patriarcal: el miedo.
Marcela Lagarde

Observatorios, datos que rompen la anécdota


La Corporación Humanas Ecuador61 cuenta con dos observatorios: el de me-
dios impresos y el de sentencias judiciales.62 Su labor es relevante pues, desde
sus ámbitos específicos, aportan con una serie de datos que permiten tener
elementos concretos para profundizar en el análisis crítico sobre el fenómeno
de la violencia de género y la discriminación, como productos de un sistema
androcéntrico y patriarcal.

El análisis que se ofrece a las personas que visitan estos portales parte de la
teoría feminista, teoría que en su sentido más originario pretende “hacer
ver”(Amorós,2007),es decir, hacer visible lo invisible, lo que el sistema de domi-
nación encubre y naturaliza: en este caso, la violencia de género, presentada en
el escenario social como anécdota romántica que se sumerge en el mundo de
lo natural.

Pasar de la anécdota –casos concretos, llamados crímenes pasionales– al


dato y, de éste a las categorías explicativas63 de las complejas causas del
60 Investigadora Prometeo, Instituto Altos Estudios Nacionales, Escuela de Relaciones In-
ternacionales José Peralta. Doctorado en Derechos Humanos por la Universidad Carlos III de Madrid,
Instituto Bartolomé de las Casas. Forma parte de la Corporación Humanas Ecuador. Consultora per-
manente del Programa Mujer, Justicia y Género del Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas
para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD). Presidenta de la Fundación
Justicia y Género.
61 Corporación Humanas es un centro regional de estudios y acción política feminista. Hu-
manas Ecuador nace en 2005 como una corporación sin fines de lucro especializada en temas de
derechos humanos de las mujeres, dedicada a promover su plena vigencia desde el marco interna-
cional de derechos humanos. La corporación regional se conforma con Humanas Chile y Humanas
Colombia.
62 Http://www.humanas.org.ec.
63 Celia Amorós. “Teoría feminista”. Año 2011, Madrid. Disponible en http://www.youtube.
com/watch?v=v_xOnIGkTQ8

85
sexismo, es un compromiso imperativo que permite romper con las lecturas
reduccionistas sobre los niveles alarmantes que alcanza la violencia en contra
de las mujeres en nuestras sociedades.
Este artículo gira en torno al tema violencia de género y pretende hacer una
relación entre dos variables importantes: el tratamiento sexista que dan los
medios a las noticias y la forma cómo se resuelven estos casos en la adminis-
tración de justicia. La relación entre estas variables nos permitirá, a la vez, ana-
lizar cómo influyen en la configuración de lo que denominamos violencia sim-
bólica. En otras palabras, afirmamos que entre más violencia simbólica existe
en la sociedad hay más permisibilidad ante la violencia material–concreta y
cotidiana, por tanto, si no hay una respuesta adecuada del sistema de justicia,
así como un compromiso ético en el tratamiento del tema por parte de los me-
dios de comunicación, la impunidad crecerá y la indiferencia social se
agudiza.

Una problemática que requiere nuevas miradas


En el caso de Karina del Pozo64 se evidencian las dificultades para desmontar
la narrativa prevalente sobre las causas de la violencia y la discriminación como
fenómenos que impactan las vidas y los cuerpos de las mujeres. En nuestras
sociedades continúan existiendo tensiones entre las explicaciones que natura-
lizan la violencia o ponen la responsabilidad de su existencia en las víctimas y,
aquéllas que ubican la violencia machista como resultado de relaciones de po-
der entre géneros. El reporte del asesinato de Karina, hecho por el Observatorio
de Medios, destaca al respecto:

En este caso, al analizar los medios de comunicación que fueron


monitoreados, se evidencia un subtexto de género que naturaliza el
acto del femicidio al desvincular, en la presentación de la noticia, el
tema del poder e insinuar la posible responsabilidad de la víctima,
sin ubicar los hechos en la esfera de la violencia contra las mujeres
en esta sociedad, resultando de la información un caso y unas cir-
cunstancias aisladas.

Leer los testimonios de las personas arrestadas es como “sumergir-


se en los abismos más oscuros del alma humana”, decía una colum-
na de opinión de un diario. El femicidio de Karina del Pozo tiene las
características propias del femicidio íntimo, por lo tanto, no había
razón para que los periódicos tratasen de colocar el crimen en la
esfera de lo “inexplicable”, o producto de una noche de drogas, sexo
y alcohol. El uso exagerado de adjetivos como: crueldad inhumana,
infame actitud, perverso asesino (para referirse a Gustavo Piña, au-
tor material del asesinato) no corresponden, pues no aportan expli-
caciones sobre las causas y las consecuencias de un crimen de esta
naturaleza.65
64 Causa 2013–0070. Séptimo Tribunal de Garantías Penales de Pichincha.
65 Corporación Humanas. (2014, abril). “El femicidio de Karina del Pozo analizado desde el

86
Volver a mirar el caso con las herramientas analíticas que brinda la perspectiva
de género, permite generar explicaciones que van más allá de la anécdota y
nos llevan a comprender cómo los prejuicios son el fundamento de la discrimi-
nación y las asimetrías de género, logrando revelar a través de una nueva epis-
temología las estructuras sexistas de nuestras sociedades, presentes en la
forma en que la realidad social se organiza, se divide simbólicamente y se vive
experimentalmente (Amorós, 2007).

“Volver a mirar desde la óptica de género”significa, sobre todo, dar nombre a


aquellas realidades que se han pretendido invisibilizar, como por ejemplo seña-
lar contundentemente que el asesinato de mujeres por el hecho de serlo se
llama feminicidio (Radford y Russell, 1994) y de esta forma, lograr sacar esos
asesinatos de la anécdota con tinte romántico, colocándolos como lo que son:
un acto de poder y control cuyo objeto es el sometimiento del cuerpo y la volun-
tad de las mujeres.
Lenguaje escrito y gráfico:
El caso del periódico de crónica roja El Extra, que utiliza imágenes
sangrientas y un lenguaje hiperbólico para generar interés sobre el
tema entre sus lectores. El diario defiende este estilo como medio
para sensibilizar. En palabras de Juan Manuel Yépez “se habla con
mucha ligereza del sensacionalismo y la crónica roja, pero tiene
igual rigurosidad que otros géneros.66

Sobre las fotos que acompañan a las notas, dice: “esta sociedad
barre la casa y mete la basura ahí, bajo la alfombra. Publicamos las
fotos tal y como ocurren y no editadas porque eso falsea la realidad.
El crimen pasional significa que la víctima generó una pasión que
puede justificar al asesino, y nosotros nos lo planteamos así. Los
eufemismos en este país son terribles (debate radiofónico en La Ca-
bina de (Radio Pública, diciembre 2011).”

Todas las acciones que se conjuguen para hacer una lectura diferente del entor-
no de violencia en el cual nos encontramos sumergidas las mujeres, son impor-
tantes. Si es que no logramos ver la realidad con otros lentes, será imposible
que las oprimidas/os de este sistema puedan articular otro discurso, otra pra-
xis, esta transformación solamente se podrá lograr a través de procesos de re-
significación (Amorós, 1977).

Cuando hablamos de resignificación referimos a una crítica antipatriarcal nece-


saria, ya que nadie puede negar que el paradigma de lo humano continua sien-
do el hombre, y que la representación que hegemoniza la sociedades la mascu-
lina. Es irrefutable que los intrincados procesos de socialización que vivimos
acentúan las asimetrías de género; constatamos que el patriarcado utiliza la

punto de vista informativo”. Observatorio Los derechos de las Mujeres en la Mira, Quito. Corporación
Humanas Ecuador.
66 Boletín Análisis, agosto–noviembre 2013, del Observatorio Las Mujeres en los Medios.

87
coacción a través de herramientas legales e ideológicas que instituyen un ver-
dadero sistema de prohibiciones y castigos. En los diferentes ámbitos de la so-
ciedad los mitos que los medios de comunicación social propician, han impac-
tado en la aceptación o la resignación frente a las desigualdades de género,
jugando un papel fundamental en su reproducción (Puleo, 2011).
Sujeto central de la información

Según el boletín Análisis, de abril–julio 2013:

De las 189 informaciones publicadas en el periodo entre 15 de abril


y 31 de julio, 170, o 90% de las veces, el sujeto central es femenino,
sean mujeres adultas, niñas, víctimas, testigos y/o familiares; y en 2,
es decir 1%, es masculino, sean estos testigos, familiares y/o agre-
sores. En 15 notas (8%), se mencionan a ambos.

La interpretación de los datos lleva a la conclusión de que los diarios


no ven la violencia de género como un problema de la sociedad sino
de las mujeres; es decir, los periódicos presentan la estructura del
problema, así como su origen, a través del sujeto femenino, a pesar
de que es una realidad que afecta al 52% de la población.

En nuestras sociedades, a través de las asignaciones genéricas, se justifican


los roles diferenciados entre hombres y mujeres; el no cumplimiento de éstos,
revierte en una culpabilización y victimización para las mujeres. Develar sus
múltiples y complejas formas de reproducción ha implicado estudios que expli-
quen la socialización patriarcal y, a la vez, el papel que juega en la profundiza-
ción de la violencia masculina. Es así que se ha ido demostrando que institucio-
nes tales como la familia, la educación, los medios de comunicación social,
entre otras, canalizan y reproducen, desde el discurso simbólico y corporal, los
roles, funciones y estereotipos genéricos que en la vida cotidiana se constitu-
yen en obstáculos para el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres,
pues atentan contra su autonomía.

A través de este proceso de socialización se internaliza un modelo


dado por la ideología patriarcal, modelo que lleva a una dicotomía
entre el espacio público y el espacio privado, el primero asignado
fundamentalmente a los hombres; el papel de la mujer ha sido con-
siderado históricamente como secundario “ciudadanas de segunda
clase”, concepción que necesariamente se refleja en todos los ámbi-
tos de la vida cotidiana de hombres y mujeres ...se sustenta a través
de normas, valores, pautas de crianza y mitos y se explícita en forma
descarnada en el machismo. (Lavarde y Sánchez, 1988)

¿Cuál es la importancia de estas explicaciones? Pues, que nos permiten enten-


der que la masculinidad o feminidad se construyen en intrincados procesos
psicosociales y no por razones naturales o biológicas (Lagarde, 1997).Es decir
que los hombres no son violentos por sus hormonas sino porque lo aprenden y
88
la sociedad lo permite, les justifica que sean agresores de sus compañeras y,
por mandatos culturales, también llegan a ser justificados, pues aun escucha-
mos a las mismas mujeres decir: “aunque pegue, aunque mate, marido es”.
“No se nace mujer; se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o econó-
mico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana;
es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto” (De Beauvoir,
1981). Nos preguntamos entonces ¿cómo esto impacta en el derecho? La pre-
sencia de concepciones de género podemos observar en la ponderación y el
valor que en el derecho se otorga a los bienes jurídicos que se consideran de-
ben ser protegidos y a cuáles no. Estas valoraciones, que se aplican cuando se
administra justicia, desde ningún punto de vista son neutrales al género. Por
ejemplo, históricamente la protección al cuerpo de la mujer se ha construido en
parte sobre la tutela al honor que, desde todo punto de vista, no refleja la pro-
tección de la integridad del cuerpo de la mujer. La gravedad que tiene la viola-
ción sexual se ha mediatizado a través de diferentes discursos: la provocación
por parte de la víctima, el historial sexual de la mujer, la ausencia de virginidad;
y, de prácticas como la despenalización de la violación de facto, por el trata-
miento que se a los casos en la administración de justicia, práctica que revierte
en impunidad, tanto en tiempos de paz como en situaciones de conflictos ar-
mados de carácter internacional o interno.

Si el derecho no es neutral tampoco lo son el lenguaje y la imagen (Facio y Fríes,


199967 y Facio, 201268); uno y otra son también constructos sociales. Desde
esta mirada, los medios de comunicación recrean y profundizan los hechos que
se viven en la realidad y, sin lugar a dudas, pueden jugar un rol constructivo en
la difusión, reconocimiento y protección de los derechos humanos de las muje-
res. Constituirse en actores positivos requiere de un trabajo de deconstrucción
de los mensajes sexistas, que a fin de cuentas encubren las verdaderas causas
de la discriminación y la violencia de género.

El boletín Análisis, de agosto–noviembre 2013, trae el siguiente recuadro, to-


mado de Extra, del 14 de noviembre de 2013:

“Jovencita vivió una terrible pesadilla. Tres horas manoseada en se-


cuestro exprés”.

Tres horas de tortura vivió una jovencita en manos de un falso


taxista que, en el camino, tomó a otros cómplices para asaltarla y
morbosear todo su cuerpo. Luego los pillos la dejaron abandonada,
sin un centavo, detrás del centro comercial City Mall, en el norte de
67 Es la forma en la que el sexismo en la sociedad se manifiesta en el lenguaje como insti-
tución social que es, y a la vez perpetúa el sexismo en la sociedad. El lenguaje representa los hechos
de la experiencia y puesto que es generado y se alimenta de una sociedad patriarcal y sexista, capta,
expresa y contribuye a mantener y avalar las diferencias de poder entre los sexos.
68 No hay una única imagen de la mujer en la publicidad contemporánea, sino que hay una
pluralidad de imágenes sociales que responden funcionalmente a las diversas necesidades del ca-
pitalismo. Pero, más allá de esta diversidad, un dato estable y universal continúa estando siempre
vigente, a saber, pues en las industrias publicitarias de hoy las decisiones las siguen tomando los
hombres y sus productos los conciben, diseñan o producen los hombres como también mujeres
colonizadas o asimiladas al punto de vista masculino.

89
la ciudad. “me golpearon, me manosearon todo mi cuerpo y me
mordieron los senos”. Mientras recorrían la ciudad, los pillos, bajo
intimidaciones e insultos, le quitaron su celular y sus documentos.
“Bajo amenazas de muerte me obligaron a darles las claves de mis
tarjetas [...] de una cuenta me sacaron 100 dólares y de la otra 50.
Luego me dejaron botada, a las 21:30, atrás del centro comercial
City Mall”.

El Extra decide ilustrar su noticia del 14 de noviembre con un cómic que simula
el asalto de tres hombres a una mujer dentro de un coche (como reporta la noti-
cia) y, al hacerlo, desvirtúa el sentido de este género de información, cae en la
caricaturización del delito concreto, resta importancia al hecho ocurrido y denun-
ciado, pues lo presenta como un acto ridiculizable. El diario no repara en ningún
momento sobre el perjuicio y dolor que puede causar a la víctima, quien al ver
reproducido el abuso que sufrió en un cómic hecho ex profeso para su caso, lo
recordará una y otra vez, constituyéndose en un ejemplo claro de
revictimización.

Los Derechos Humanos en acción: el principio de


igualdad y el derecho a una vida libre de violencia
La igualdad y sus implicaciones
¿Qué importancia tienen los derechos humanos en esta tarea de resignificación
de la violencia de género? Es imposible hablar de nuevas perspectivas de análi-
sis de la violencia de género sin hablar de la igualdad, que se convierte en el
núcleo o principio articulador de los derechos humanos de las mujeres. La igual-
dad es la idea que posibilitó un cambio que colocó, por lo menos declarativa-
mente, a las personas en situación de equivalencia. Permitió establecer que
aquellos sujetos que por diversos motivos –raza sexo, condición de discapaci-
dad o etaria, diversidad sexual, identidad de género– se les negaba el goce de
sus derechos, resultaban en una situación de violación del principio de igualdad;

90
evidenciando además la estrecha vinculación que existe entre igualdad sustan-
tiva y el principio de no discriminación.
La igualdad es como una sombrilla, y los sujetos que están fuera de ella serán
considerados discriminadas/os como resultado de las ideologías de exclusión
que niegan la condición humana a esas personas. El caso histórico de las muje-
res ejemplifica lo mencionado; sus luchas y vindicaciones pusieron en evidencia
que el fundamento que subyacía en los derechos humanos también se había
construido desde un paradigma androcéntrico, evidenciando que el requisito
para el disfrute de estos derechos era la mismidad o semejanza con el hombre;
situación que era, en principio, materialmente inalcanzable para las mujeres. El
resultado fue la exclusión bajo argumentaciones esencialistas, biologicistas y
naturalistas, asegurando así que el varón acapare lo genéricamente humano.
Cuando se trata de resignificar es imposible avanzar sin tomar en cuenta los
aportes de las mujeres, expresados en las luchas vindicativas por sus derechos,
lo que ha implicado, entre otras cosas, la profundización y la crítica de la igual-
dad androcéntrica hasta lograr establecer que somos iguales en dignidad y equi-
valencia, y no en la exigencia de la semejanza.

Esta nueva lectura de la igualdad, que llamamos sustantiva y/o real, se transfor-
ma en elemento articulador y transversal de los instrumentos internacionales
que surgieron después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
convirtiéndose en el paradigma de cómo deben ser tratados los seres humanos
en las diferentes sociedades y culturas.

Otro aporte que no se puede dejar de mencionar en estos procesos de resignifi-


cación, es el reconocimiento de que la violencia contra las mujeres es una viola-
ción de los derechos humanos, que surge como producto de las relaciones de
poder que marcan las asimetrías de género. Cronológicamente podríamos ubi-
car como momento importante para este nuevo abordaje de la violencia, a la
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, en Viena en 1993. Es en esta con-
ferencia donde se instituye la violencia como una violación de los derechos hu-
manos y se la considera una forma de discriminación. Para llegar a este punto
encontramos un importante antecedente en la Recomendación 19 del Comité
de la CEDAW de 1992, que determina que la discriminación es una forma de
violencia. Otro hecho importante fue la aprobación por la Asamblea General de
Naciones Unidas de la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la
mujer” (Res. A. G. 48/104/ONU,1994). En ese mismo año en el ámbito america-
no se aprueba la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la violencia contra la mujer (Belém do Pará) que estable el “Derecho a vivir una
vida libre de violencia”.
Estas dos convenciones obligan a los estados a eliminar los patrones sociocultu-
rales que reproducen tanto la violencia como la discriminación en nuestras so-
ciedades y, en particular en relación a los medios de comunicación. Belém do
Pará señala directamente que los estados deben tomar en forma progresiva
medidas específicas para alentar a los medios a elaborar directrices adecuadas
de difusión, que contribuyan a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus
formas y a realzar el respeto a la dignidad de la mujer.
91
La violencia simbólica y material
Desde la lógica de los derechos humanos, los estados deben eliminar las condi-
ciones que reproducen los prejuicios sexistas, por lo tanto su quehacer debe ir
encaminado a erradicar aquellas violencias que son ilegítimas, pero también
aquellas otras legítimas para la sociedad, y que sólo son posibles por la existen-
cia de la violencia estructural (Bourdieu y Paseron,1970).La violencia estructural
abarca dos campos: la violencia simbólica, ejercida por las instituciones, tales
como el derecho y los medios de comunicación social, y otros constructores que
tienen autoridad y legitimidad como, los políticos, técnicos, expertos, periodis-
tas, etc. y, en segundo lugar, la violencia material.
Lo interesante de la violencia simbólica es que actúa como fuente legitimadora
de las diversas formas de violencia, incluso posibilita que no sean vistas como
tales, porque se sustenta en la desvalorización de los sujetos –en este caso de
las mujeres– negándoles sus voces y, en muchos casos, estigmatizándolas
(Juliano,2010).La violencia simbólica es condición para que la violencia material
no sea percibida como ilegítima; es por eso que se considera que está en la base
de la violencia directa/material (Gutiérrez, 2008).
La violencia simbólica se ve reforzada por los discursos y las imágenes que los
medios de comunicación utilizan; en muchos casos esos mensajes son coinci-
dentes con las resoluciones judiciales que enfatizan la culpabilidad de la vícti-
ma, presentándola como provocadora, al punto que en muchos procesos el pre-
juicio a favor del hombre pone la carga de la prueba en las espaldas de la
mujer–víctima. Este estilo de información se convierte en mensajes que se en-
vían directamente a la sociedad, abonando la devaluación de lo femenino y legi-
timando la violencia masculina.
El boletín Monitoreo 8 (2013) del Observatorio los Derechos de las Mujeres en la
Mira, recoge una noticia que trae El Telégrafo del 21 de noviembre de 2013:

–De 9.629 casos registrados, apenas 647 fueron resueltos en 2012

92
[Sólo] 6 de cada 100 abusos sexuales son sentenciados. Frente al
número de denuncias presentadas en el país, los fallos de los tribu-
nales son aún insuficientes. Los abogados alegan falta de celeridad
y colaboración de las partes.

Incluso en muchos casos, aunque sean judicializados, el abordaje periodístico


y su tratamiento dista mucho de ser un cuestionamiento de la violencia contra
las mujeres. Así, Análisis (abril de 2014) en referencia al período entre el 1 de
diciembre de 2013 y el 15 de abril de 2014, afirma:

Se consolida la tendencia de la prensa ecuatoriana a mantener una


visión judicializada de la violencia contra las mujeres, al ver la vio-
lencia como: el puñetazo, la violación o el apuñalamiento, en vez de
adoptar una mirada especializada en el asunto, más progresista y
justa hacia las mujeres, para permitir abrir el espacio al relato de
aspectos relacionados, como la educación sexista, la sociedad jerar-
quizada y patriarcal o la falta de igualdad entre géneros.

La violencia simbólica y la material se conjugan y dan cuenta del con-


tinuum de la violencia (Kelly, 1998) presente en las dinámicas socia-
les. La violencia simbólica subyace en la discriminación que generan
las condiciones para que la agresión sea focalizada en contra de
quienes ocupan el rol inferior, en este caso, las mujeres. La noción de
continuum de la violencia nos permite comprender que ésta es una
consecuencia de las múltiples asignaciones culturales de espacios,
roles y jerarquías que, simbólica y materialmente, devalúan a las mu-
jeres. Es así como la información de los medios y el derecho, a través
de las sentencias, en muchos casos propician y justifican las formas
de agresión contra los cuerpos de las mujeres (Gutiérrez, 2008).

En referencia al lenguaje utilizado por los medios escritos, Análisis, de marzo de


2014, destaca que

El lenguaje continúa siendo el gran caballo de batalla en los diarios


del país. Un reportaje o una noticia pueden estar bien planteados,
tener las fuentes indicadas para aportar explicaciones pero, si a tra-
vés del lenguaje se “cuelan” prejuicios, expresiones discriminatorias
o incluso abusos verbales, el trabajo del o de la reportera se echa a
perder.

Un ejemplo: Diario Expreso, del 12 de marzo, dice: “El botón de


pánico la salvó de agresor”: “Ella le habría reclamado por una su-
puesta infidelidad y eso colmó la paciencia del hombre, que habría
reaccionado de manera violenta”. Este tipo de expresiones escritas
de forma automática y basadas en pura especulación, pues el re-
portero no ha hablado con el responsable del delito, encubren el
delito y al responsable.
93
VIolencia simbólica: punto de tensión entre el acceso
a la justicia y las resoluciones judiciales
La igualdad sustantiva y el derecho a vivir una vida libre de violencia implican,
para la administración de justicia, mirar siempre los resultados de los procesos
judiciales, para evitar tratos discriminatorios que resulten en revictimizaciones
secundarias.69 Frente a estas circunstancias el Estado está en la obligación de
analizar los factores que provocan tratamientos discriminatorios y hacer los
cambios necesarios, incluyendo la aplicación de medidas de acción afirmativa.
Debe tenerse presente que un trato diferente no siempre es discriminatorio; por
el contrario, ese trato puede ser necesario para lograr que todas las personas
tengan acceso a los derechos y, en particular, acceso a la justicia. Aquí es don-
de se cumple la premisa de “tratar igual a lo que es diferente no es
discriminación”.

La Constitución ecuatoriana instituye claramente el principio de igualdad para


todas las personas y establece la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres,
constituyéndose así la igualdad y no discriminación por razón de sexo y/o iden-
tidad de género en principios fundantes de la Constitución, lo que a su vez im-
plica que jueces y juezas deben incorporar este principio en las valoraciones,
ponderaciones e interpretaciones de las diferentes situaciones relacionadas
con las mujeres, para garantizarles a cabalidad el acceso a la justicia.

Las sentencias como resoluciones judiciales tienen un impacto en la sociedad,


van más allá de resolver casos concretos pues, en situaciones que involucran
violencia machista contra las mujeres, o en materia de no discriminación e
igualdad, cada decisión judicial implica mensajes que pueden fortalecer princi-
pios dados por el marco ético–jurídico de los derechos humanos de las mujeres
y aportar así en la deconstrucción y resignificación de la violencia.

Uno de los temas más debatidos en relación a la igualdad en el acceso a la


justicia para las mujeres es el relacionado con el abordaje que plantea la teoría
general del proceso penal. En ésta, el sujeto visible (casi diríamos principal) del
derecho penal es el procesado/da, pues todo el derecho probatorio y, particular-
mente, las pruebas en materia penal, tutelan los derechos del imputado/da. En
el caso de violencia de género, y particularmente en la violencia sexual, esta
regla general encubre una estructura de poder que invisibiliza a las víctimas. En
este punto hay que recordar que los delitos de violencia sexual en la mayoría de
los casos son perpetrados por personas conocidas y cercanas a las víctimas
(familiares, parejas, exparejas, amigos, vecinos o novios) y también por desco-
nocidos, generalmente del sexo masculino. Estos hechos no son producto de
impulsos incontrolables, sino de ataques planeados que se ejecutan general-
mente sin la presencia de testigos; por tanto, es normal que el agente realice el
69 Aquélla que se deriva de las relaciones de la víctima con el sistema jurídico penal. Se
considera aún más negativa que la primaria porque es el propio sistema el que victimiza a quién se
dirige a él pidiendo justicia y porque afecta al prestigio del propio sistema. Son las llamadas “vícti-
mas del proceso”, que son las personas ofendidas que sufren daño en sus derechos fundamentales,
en su dignidad humana y en la consecución de la justicia, debido a la inoperancia del sistema penal.

94
ataque en lugares donde la víctima no puede solicitar ayuda, sea en lugares
públicos (calles, lugar de trabajo) como en lugares privados (casas de
habitación).
Por esta razón, exigir prueba directa en todos los casos conduce, en la práctica,
a dejar impune al agresor. Por tanto, cuando exista únicamente prueba indicia-
ria, urge que quienes juzgan puedan ponderar si la prueba ofrece certeza de
que los hechos ocurrieron, a pesar de no contar con la prueba directa. En cam-
bio, en el caso de delitos sexuales, cuyo rasgo sustantivo radica en el abuso del
poder donde la sexualidad es utilizada para someter a la víctima, éstos consti-
tuyen violaciones flagrantes a los derechos humanos de las mujeres, de ahí que
sea correcto denominarlos delitos de violencia sexual o agresión sexual.

La declaración que brinda una víctima de violencia sexual a fin de lograr la re-
construcción de los hechos, tiene características propias de quien enfrenta
efectos postraumáticos, que no pueden ser equiparados a las consecuencias
que genera otro tipo de delitos. Esta constatación se rige por la garantía consti-
tucional de igualdad material, que en materia penal y procesal penal se traduce
en dar un trato diferenciado a quien está en una situación desigual o de desven-
taja social; garantizando a su vez el principio de justicia pronta y cumplida.

Pruebas al canto: algunas constataciones del


Observatorio de sentencias
Del análisis de las sentencias realizado desde el Observatorio se comprueba
que no hay líneas jurisprudenciales constantes, y que en algunos casos se re-
fuerzan los prejuicios sexistas y, en otros –como las resoluciones de la Corte
Nacional, Sala de lo Penal–70 se introduce criterios novedosos de interpreta-
ción, como se comprueba en la valoración de la prueba y la ponderación de los
derechos de las víctimas en casos de violencia sexual.71

70 Sentencias revisadas en su totalidad: Juicio No. 129–2013–LBP OSJ Fallo: 3698 Corte
Nacional de Justicia. Juicio No. 1103–2013–LBP OSJ Fallo: 3736 Corte Nacional de Justicia. Juicio
No. 069–2013–LBP OSJ Fallo: 3697 Corte Nacional de Justicia. Violación. Expediente 173, Registro
Oficial Suplemento 5, 30 de mayo de 2013. No. 173–2010. Juicio penal 262–2007. OSJ Fallo: 3627.
Corte Nacional de Justicia. Expediente de Casación 171. Registro Oficial Suplemento 5 de 30 de
mayo de 2013. OSJ Fallo: 3628 Corte Nacional de Justicia. Expediente de Casación 146 Registro
Oficial Suplemento 440 de 15 de mayo de 2013. OSJ Fallo: 3629 Corte Nacional de Justicia. Corte
Nacional de Justicia. Primera Sala de lo Penal No. 124–2010–C.T. Agraviado: José Francisco Díaz
Villafuerte. Procesado: Carlos Filiberto Quezada Naula OSJ Fallo: 3644 Corte Nacional de Justicia.
Violación. Expediente 1083, Registro Oficial Suplemento 440, 15 de Mayo de 2013. OSJ Fallo: 3657.
Corte Nacional de Justicia 25 de abril de 2011. Caso 1277–10–EP. Corte Constitucional para el Pe-
riodo de Transición. Juez Constitucional ponente: Patricio Pazmiño Freire. En este mismo sentido ver
Caso 1277–10–EP. Corte Constitucional para el Periodo de Transición. Juez Constitucional ponente:
Patricio Pazmiño Freire.
71 Sentencias que se refieren a valoración de la prueba, sana crítica: Juicio No. 129–2013–
LBP OSJ Fallo: 3698. Corte Nacional de Justicia .Juicio 1103–2013–LBP OSJ. Fallo: 3736. Corte
Nacional de Justicia. Juicio 069–2013–LBP OSJ. Fallo: 3697 Corte Nacional de Justicia. Violación.
Expediente 173, Registro Oficial Suplemento 5, 30 de mayo de 2013. 173–2010. Juicio penal
262–2007 OSJ Fallo: 3627 Corte Nacional de Justicia. Expediente de casación 171 Registro Oficial
Suplemento 5 de 30 de mayo de 2013. OSJ Fallo: 3628 Corte Nacional de Justicia. Expediente de
casación 146 Registro Oficial Suplemento 440 de 15 de mayo de 2013. OSJ Fallo: 3629. Corte
Nacional de Justicia. Corte Nacional de Justicia. Primera Sala de lo Penal 124–2010–C.T. Agraviado:
José Francisco Díaz Villafuerte. Procesado: Carlos Filiberto Quezada Naula OSJ Fallo: 3644. Corte
Nacional de Justicia. Violación. Expediente 1083, Registro Oficial Suplemento 440, 15 de mayo de
2013. OSJ Fallo: 3657 Corte Nacional de Justicia, 25 de abril de 2011.

95
Es interesante resaltar que la Sala Especializada de lo Penal da un giro e inte-
gra legislación internacional relevante; podríamos decir que siguiendo la juris-
prudencia y doctrina internacionales realiza una interpretación conocida como
autorizada, que consiste en referirse al uso de un instrumento es la interpreta-
ción de otro caso. Es claro que en la sentencia se logra un umbral más alto de
protección se analiza el caso, aunque no lo menciona explícitamente, desde lo
que la CEDAW en su Recomendación 28 establece como: interseccionalidad
de discriminaciones.72

La Sala integra en su interpretación las convenciones internacionales, para ar-


gumentar el tema de la no revictimización; además establece en su lógica inter-
pretativa el aspecto de proyecto de vida de la víctima. En esta misma lógica de
no causar revictimización, se considera como relevante y suficiente, para esta-
blecer la relación entre los hechos y las normas aplicables, que las pruebas re-
levantes para la decisión incorporen la versión de la víctima, confrontadas con
peritajes técnicos especializados.

En cuanto al bien jurídico protegido en el caso de la violación, establece que el


bien jurídico a protegerse es la libertad sexual, pero razona que al ser el cuerpo
el objeto de estos actos de poder, la voluntad de las víctimas ha sido quebran-
tada; así que, el bien jurídico protegido adquiere otras aristas a tomarse en
cuenta, tales como: consecuencias directas en relación a la protección y goce
de los derechos sexuales y reproductivos, secuelas como la imposibilidad de
concebir o de llevar una vida sexual saludable y placentera, contagio de enfer-
medades de transmisión sexual curables o incurables, todo lo cual está vincu-
lado al derecho a la vida y a la integridad.

En esta misma línea de la Sala se concuerda con resoluciones de la Corte


Constitucional en cuanto a la valoración de pruebas en caso de violencia sexual
relacionado con la niñez.73 Lo comprobamos cuando aborda el tema de la sana
crítica en relación a la valoración de las pruebas, la ponderación del debido
proceso, la colisión de derechos, la necesidad de ponderación de principios y
derechos.

La Corte realiza un ejercicio de ponderación de derechos, ahonda en la interpre-


tación del principio de igualdad y la no discriminación y el trato diferenciado,
tomando en cuenta las condiciones de la víctima –en este caso, una niña– y la
procedencia del interés superior de la niñez. La Corte se declara competente
para analizar desde el marco constitucional lo relacionado con los mecanismos
que aseguren la igualdad procesal de las partes, así como la regularidad de la
72 La interseccionalidad es otro concepto básico para comprender el alcance de las obliga-
ciones generales de los estados partes en virtud del artículo 2 de la CEDAW. La discriminación de
la mujer por motivos de sexo y género está unida de manera indivisible a otros factores que afectan
a la mujer, como la raza, el origen étnico, la religión o las creencias, la salud, el estatus, la edad, la
clase, la casta, la orientación sexual y la identidad de género. La discriminación por motivos de sexo
o género puede afectar a las mujeres de algunos grupos, en diferente medida o forma que a los
hombres.
73 Caso 1277–10–EP Corte Constitucional para el Periodo de Transición. Juez Constitu-
cional ponente: Patricio Pazmiño Freire. En este mismo sentido ver: CASO N.° 1277–10–EP. Corte
Constitucional para el Periodo de Transición. Juez Constitucional ponente: Patricio Pazmiño Freire

96
estructura de la motivación judicial, la coherencia y congruencia argumental de
las decisiones finales de la justicia ordinaria, en tanto afirma la garantía de los
procesos judiciales.
Sin embargo, en esta línea de valoración de pruebas, la Corte Constitucional se
aparta y resuelve de manera diferente en el caso de mujeres adolescentes co-
lombianas refugiadas en Ecuador. Este caso74 1 refleja una cultura persistente
de impunidad frente a este grupo específico de mujeres víctimas de violencia
sexual y una excesiva valoración del examen médico legista como prueba única
de violación. Así mismo, las resoluciones ponen en evidencia la ausencia de
protocolos para investigar delitos sexuales y la tendencia de fiscales y jueces y
juezas de imponer sobre la víctima la responsabilidad de impulsar los procedi-
mientos e investigaciones, no obstante establecer la ley que es la fiscalía quien
debe impulsar estos procesos de oficio. Finalmente, en el caso de las mujeres
refugiadas colombianas, alarma la ausencia de respuesta por parte de la Corte
Constitucional frente a claras violaciones de procedimiento en casos de violen-
cia sexual, incluyendo el derecho a apelar, la seguridad jurídica y el derecho a
ser notificado con las actuaciones procesales garantizadas por la Constitución,
frente a un caso de doble o triple vulnerabilidad: por ser víctima de violencia
sexual, por ser adolescente, y por ser refugiada.

A manera de epílogo
La violencia simbólica, según los criterios desarrollados en este artículo, es la
base que da sostén a la violencia material (concreta); ambas, a su vez, legiti-
man la violencia machista en nuestras sociedades. Para avanzar en la erradica-
ción de este fenómeno es tarea fundamental transformar el quehacer de los
medios de comunicación social en relación a la forma cómo informan, qué in-
forman y las imágenes que proyectan en torno al fenómeno de la violencia
contra las mujeres y la discriminación de género. El papel de los medios es de
vital importancia para lograr cambios en las percepciones predominantemente
machistas en el tema de la violencia, que involucra y afecta directamente las
vidas de las mujeres.

En este mismo sentido es relevante el rol que deben cumplirlos y las juezas, y
sus resoluciones judiciales, mismas que gozan de un poder particular, pues son
fruto y expresión de una institución como es el derecho que, a su vez, se concre-
tiza a través del acceso a la justicia. Es indudable que la justicia es una institu-
ción que también envía mensajes a la sociedad respecto de lo que es o no es
permitido, de lo considerado jurídicamente correcto en el comportamiento de
las personas. Lo cierto es que tanto la justicia como los medios de comunica-
ción se encuentran sumergidos en una permanente ambigüedad, pues sus
mensajes a veces aportan para erradicar la violencia y la desigualdad pero, en
la mayoría de casos, terminan por reforzar los prejuicios y los estereotipos tan
arraigados en nuestra sociedad y, de múltiples formas, legitiman la

74  Caso 0791–11–EP, acción extraordinaria de protección. OSJ Fallo: 3238 Corte Constitu-
cional. En este mismo sentido ver Caso 0684–11–EP. Acción extraordinaria de protección. OSJ Fallo:
3239. Corte Constitucional.

97
discriminación y la violencia estructural. En esta constante tensión, las mujeres
viven en un ambiente de permanente riesgo de sus vidas, a la vez que persisten
en vindicar sus derechos.

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98
Observatorio de Sentencias
Judiciales: juego de espejos
Paulina Palacios Herrera75
Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Julio Cortázar

Introducción
El Observatorio de Sentencias de la Articulación Regional Feminista es un es-
fuerzo por realizar, en los países asociados, la selección de sentencias de altas
cortes relacionadas con los derechos humanos de las mujeres. El conjunto de
estas sentencias permitirá a las ciudadanas, abogados y abogadas, juezas y
jueces, entre otros operadores de la justicia, y activistas de los derechos, contar
con un insumo de jurisprudencia comparada; es decir, el contraste de procesos
judiciales y sus respectivas resoluciones en torno a casos con elementos y aris-
tas similares, procurará criterios que puedan permitir arribar a unos y otras a
una interpretación más abierta de sus casos.

Esta posibilidad de que los operadores de justicia y también la ciudadanía con-


trasten sentencias de diversos países y cortes, sin duda se instituye en la posi-
bilidad, más allá de la metáfora, de mirar su reflejo en otras latitudes y consul-
tar otras dimensiones del derecho, la doctrina y la jurisprudencia. Para la
resolución de casos se pretende que esta suerte de juego de espejos, de sen-
tencias que se pueden mirar en el operador –lector de los análisis y senten-
cias– procure insumos y se constituya en una fuente de consulta para aclarar
dudas mediante la interpretación de realidades próximas de la región y de la
condición humana.

La violencia de género en el Ecuador


La violencia contra las mujeres se funda en la desigualdad histórica de las re-
laciones de poder entre hombres y mujeres, así como en la discriminación
generalizada contra la mujer en el conjunto de sus relaciones sociales. La ne-
gación constante y efectiva de la igualdad se ha reflejado en normas culturales
y conductas sociales, que reflejan un ejercicio patriarcal del poder que violenta
de manera estructural a las mujeres o a personas con identidad femenina. La
violencia contra la mujer es uno de los principales medios que permiten al
hombre mantener su control sobre la capacidad de acción y la sexualidad de
la mujer.

75  Abogada ecuatoriana. Ha trabajado en formación, incidencia e investigación en dere-


chos humanos de las mujeres, pueblos indígenas y derechos de la naturaleza y aguas. Participó
en misiones de investigación sobre derechos humanos de pueblos indígenas. Ha colaborado con
la Corporación Humanas Ecuador, operando el Observatorio de sentencias sobre derechos de las
mujeres. Trabaja en la Subdirección de Género del Consejo de la Judicatura. Coautora de diversas
publicaciones sobre el tema.

99
La violencia contra las mujeres se ejerce en todos los entornos culturales, re-
gionales y sociales; sus manifestaciones, sin embargo, dependen de circuns-
tancias y condiciones relacionadas con las pertenencias étnica, de clase y na-
cionalidad, la diversidad sexo/genérica, el rango etario, y las condiciones de
discapacidad.

En Ecuador, los datos de la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y


Violencia de Género contra las Mujeres, dan cuenta de que un 60.60% de mu-
jeres ha vivido algún tipo de violencia (física, sicológica, sexual y patrimonial);
es decir, seis de cada diez mujeres, independientemente de su autoidentifica-
ción, condición social o nivel de educación, han sufrido algún tipo de violencia.

Según esta Encuesta, la violencia de género que viven las mujeres, revela los
siguientes porcentajes a nivel nacional: violencia física, 38,6%; violencia sicoló-
gica 53,9%; violencia sexual, 25,7%; violencia patrimonial, 16,7%. En el entorno
intrafamiliar la referida encuesta revela que la violencia perpetrada por la pare-
ja, según el tipo de violencia, alcanza los siguientes porcentajes: violencia físi-
ca, 87,3%; violencia sicológica, 76,3%; violencia sexual, 53,5%; y violencia patri-
monial, 61%.

En función de los compromisos internacionales de los derechos humanos ad-


quiridos por el Estado ecuatoriano ante los sistemas de Naciones Unidas e
Interamericano; así como, debido a la fuerte presión de distintos colectivos de
mujeres, se crearon en Ecuador las llamadas comisarías de la mujer, encarga-
das de la aplicación y vigilancia de la Ley No. 103, de Violencia contra la mujer
y la familia. Estas comisarías funcionaron entre 1995 y 2013.

La administración de las normas ha provisto a las mujeres víctimas de violen-


cia intrafamiliar de un espacio para el conocimiento judicial de sus casos, pro-
cesos en los cuales de manera inmediata al conocimiento de la contravención,
las comisarías expedían las medidas de amparo necesarias para la protección
inmediata de la(s) víctima(s).

La Constitución del Ecuador en su Art. 81, consagra un Estado garantista de


derechos y, en el marco de la función judicial, establece normas de especializa-
ción en los casos de “violencia intrafamiliar, sexual, crímenes de odio y los que
se cometan contra niñas, niños, adolescentes, jóvenes, personas con discapa-
cidad, adultas mayores y personas que, por sus particularidades, requieren una
mayor protección”.

El Código Orgánico de la Función Judicial primero, y de manera más reciente, el


Código Orgánico Integral Penal recién promulgado, establecen las normas sus-
tantivas y procedimentales que permiten el ejercicio pleno de estas garantías
judiciales.

En el caso de la erradicación de la violencia de género contra la mujer, Ecuador


ha suscrito los siguientes instrumentos internacionales:
100
»» Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (Convención Belém do Pará);
»» Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW);
»» Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre;
»» Convención Americana de Derechos Humanos;
»» Convención Interamericana para prevenir y sancionar la violencia
contra la mujer;
»» Conferencia de Población y Desarrollo (El Cairo); y,
»» Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing).
El marco de referencia para la vigencia de estos instrumentos internacionales
de derechos humanos se constituye con la Conferencia Mundial de Derechos
Humanos de Naciones Unidas y el Plan de Acción de Viena (1993), que estable-
ce que los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes.
La indivisibilidad implica que los derechos se interpretan y aplican integralmen-
te, sin primacías ni prelaciones. La interdependencia involucra los nexos entre
derechos, hasta la formación de un sistema en el cual la conculcación de un
derecho implica la transgresión de los demás. Este marco también refiere a la
obligación estatal de considerar de manera global los derechos, así como de
garantizar y tratar en igualdad de condiciones y sin discriminación a los
derechos.

Normativa ecuatoriana contra la violencia de género


El Art. 11 de la Constitución de la República, entre otros aspectos, define los
principios con los cuales se ejercen los derechos humanos. Entre éstos se reco-
nocen aquellos prescritos en los instrumentos internacionales y que tienen
como propósito una garantía efectiva desde el Estado ecuatoriano. Se consa-
gran los principios de indivisibilidad, interdependencia e igual jerarquía de los
derechos; se garantiza que todas las personas cuentan con los mismos dere-
chos, deberes y oportunidades; se reconoce la justiciabilidad y exigibilidad de
los derechos; y, se establece la progresividad y no regresividad de los mismos.

Por otro lado, el Art. 66 de la Constitución reconoce y garantizará a las perso-


nas: El derecho a la integridad personal, que incluye:
»» La integridad física, psíquica, moral y sexual.
»» Una vida libre de violencia en el ámbito público y privado. El Estado
adoptará las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar
toda forma de violencia, en especial la ejercida contra las mujeres,
niñas, niños y adolescentes, personas adultas mayores, personas con
discapacidad y contra toda persona en situación de desventaja o
vulnerabilidad; idénticas medidas se tomarán contra la violencia, la
esclavitud y la explotación sexual.
»» La prohibición de la tortura, la desaparición forzada y los tratos y
penas crueles, inhumanos o degradantes.

101
Así también, el Art. 81 establece procedimientos especiales para garantizar los
derechos de las víctimas de violencia:

Art. 81. La ley establecerá procedimientos especiales y expeditos para el


juzgamiento y sanción de los delitos de violencia intrafamiliar, sexual, crí-
menes de odio y los que se cometan contra niñas, niños, adolescentes, jóve-
nes, personas con discapacidad, adultas mayores y personas que, por sus
particularidades, requieren una mayor protección. Se nombrarán fiscales
y defensoras o defensores especializados para el tratamiento de estas
causas, de acuerdo con la ley.

Partiendo de un sistema normativo que garantiza a las víctimas, la Constitución,


en el Art. 78, consagra que:

gozarán de protección especial, y se les garantizará su no revictimización,


particularmente en la obtención y valoración de las pruebas, y se las pro-
tegerá de cualquier amenaza u otras formas de intimidación. Se adopta-
rán mecanismos para una reparación integral que incluirá, sin dilaciones,
el conocimiento de la verdad de los hechos y la restitución, indemniza-
ción, rehabilitación, garantía de no repetición y satisfacción del derecho
violado.

En la legislación secundaria para alcanzar la igualdad de las mujeres y hom-


bres, el Estado cuenta con las siguientes normas nacionales:

Ley Contra la Violencia a la Mujer y la Familia, 1995.

Plan Nacional para la Erradicación de la Violencia de Género contra las Mu-


jeres, Niñez y Adolescencia (Decreto Ejecutivo 620, 2007).

Código Orgánico de Salud (2007), que demanda atención integral de la vio-


lencia basada en el género en el conjunto de unidades de salud. En este
contexto se crea el Manual de procedimientos de aplicación obligatoria en
el Sistema Nacional de Salud.
»» Plan Nacional de Lucha Contra la Trata (2004)
»» Plan Nacional Integral de Delitos Sexuales en el Ámbito Educativo
(2011)
»» El Código Orgánico de la Función Judicial (2009).
»» El Código Orgánico Integral Penal (2014)

Bajo los preceptos constitucionales, en el Código Orgánico de la Función Judicial


(COFJ) la reestructuración de la Función Judicial determina que se cree una “jus-
ticia especializada” para atender la violencia contra la mujer y la familia, con el
objetivo de garantizar y defender los derechos de las personas, bajo el principio
de la “unidad jurisdiccional y la gradualidad”, que establece que “ninguna auto-
ridad de las demás funciones del Estado podrá desempeñar funciones de
102
administración de justicia ordinaria” (Art. 10 del COFJ). Se instituyen las(os)
juezas(es) especializados, así como se determina la subrogación de la compe-
tencia para conocimiento judicial de los casos de violencia contra la mujer y la
familia a las(os) juezas(es) contravencionales; de familia, mujer, niñez y adoles-
cencia; y, en última instancia, los multicompetentes. El Código Orgánico Integral
Penal modificó el orden de esta prelación, colocando como primera subroga-
ción la de familia, mujer, niñez y adolescencia.
Aun cuando no constituyen materia de este texto, cabe mencionar que existen
normativas locales de los denominados “gobiernos autónomos descentraliza-
dos” de ámbito provincial y/o cantonal, que regulan, en algunos casos de mane-
ra precisa, mecanismos de garantía de derechos. Mencionar por su especifici-
dad las “ordenanzas de igualdad para personas de diversa condición sexo
genérica”, expedidas por los gobiernos municipales de Cuenca, Quito y la pro-
vincia de Guayas, por citar algún ejemplo.

Administración de la justicia especializada


Las normas que disponen la conformación de las unidades judiciales especiali-
zadas en violencia contra la mujer y la familia, contenidas en el Art. 232 del
Código Orgánico de la Función Judicial, determinan la competencia y jurisdic-
ción de jueces y juezas especializados para “conocer los hechos y actos de vio-
lencia y las contravenciones de policía cuando se trate de los casos previstos en
la Ley contra la Violencia a la Mujer y la familia”. Así también, en la Transitoria
Décima Quinta, dicho Código dispone que:

El Consejo de la Judicatura, cumpliendo el procedimiento y evaluación esta-


blecidos en este Código, designará a las juezas y jueces de Violencia contra
la Mujer y la Familia, y determinará como sus circunscripciones territoriales
las de las jurisdicciones donde actualmente existen comisarías de la mujer
y la familia. El número de jueces y juezas de Violencia contra la Mujer y la
Familia no podrá ser inferior al de comisarios y comisarías de la mujer y la
familia que existen al momento de la promulgación de este Código. Para el
concurso de jueces y juezas de Violencia contra la Mujer y la Familia será
requisito indispensable acreditar conocimiento especializado o experiencia
en esta materia.

En sujeción a estas normas, el Pleno del Consejo de la Judicatura del Ecuador


determina, mediante Resolución 077–2013, de 15 de julio de 2013: “… crear
unidades judiciales de violencia contra la mujer y la familia, a fin de garantizar
el acceso de los usuarios a la justicia y su aplicación eficiente y efectiva de esta
materia”.

Así, entre julio y septiembre del 2013 entran en funcionamiento 28 unidades


de violencia contra la mujer y la familia, ubicadas en 24 cantones de 18 provin-
cias. En estas unidades trabajan 79 juezas y jueces seleccionados mediante
concurso de selección de méritos, oposición y merecimientos quienes, previo al
inicio de sus funciones, realizaron un diploma superior en Abordaje integral a la
103
violencia contra la mujer y la familia. En su labor les acompañan equipos técni-
cos y administrativo–judiciales interdisciplinarios.
De esta manera, los casos de violencia contra las mujeres pasan de ser trámi-
tes administrativos en comisarías de la mujer, a procesos judiciales en el seno
de la administración judicial ordinaria, garantizando el debido proceso de las
partes, así como la protección y restitución de derechos de las víctimas. En el
primer semestre de actuación de las unidades judiciales se resalta un índice de
resolución del 33.37% frente al promedio 2011–2012 de apenas un 13% en
las comisarías de la mujer.

Así mismo, la atención judicial busca dinamizar los procedimientos al


tiempo que otorgar a las víctimas una atención más integral en torno al
esclarecimiento de los casos, como a las necesidades de judicialidad espe-
cífica de cada una. El número de causas que ingresa a las nuevas unidades
es similar al que llegaba a las comisarías, con leves aumentos en Cuenca,
Ibarra, Otavalo y Machala, durante el primer semestre de su
funcionamiento.

En el lapso julio–diciembre de 2013 se registró el ingreso de 31.496 cau-


sas en las 28 unidades judiciales, con una resolución de 10.510 procesos.
Parecería que una de las razones para el incremento en la resolución guar-
da relación con el activismo de las propias juezas(es) especializadas en
torno a la consecución de procesos íntegros, y no a la sola emisión de bo-
letas de expedición de medidas de protección, impronta de las
comisarías.

Algunos nudos críticos en la administración de la


justicia especializada
Al ser la violencia de género en el ámbito familiar un fenómeno tan estructural
y naturalizado, la judicialización conlleva diversas dificultades que se pueden
observar en el desempeño de las unidades judiciales especializadas. Varios de
estos nudos críticos se encuentran relacionados con problemas en otras esfe-
ras de la vida social y del desempeño estatal, en un país con poblaciones aleja-
das y una geografía sin una intervención apropiada por todos los servicios públi-
cos. Se enuncian algunos de estos nudos:
»» La administración de justicia aún debe ampliar el servicio a los
cantones en los cuales no se han conformado unidades judiciales
especializadas. Además, las normas vigentes del Código Orgánico de
la Función Judicial y del Código Orgánico Integral Penal demandan que
el Consejo de la Judicatura amplíe las competencias de las unidades
judiciales de familia, mujer, niñez y adolescencia; contravencionales y
multicompetentes. Se considera que con la ampliación de las
competencias de estas unidades para que éstas unidades conozcan
de las causas por violencia contra la mujer y la familia, la cobertura se
ampliaría a 192 cantones; llegando conjuntamente con las unidades

104
especializadas a un 85% aproximadamente de cobertura territorial y
poblacional.
»» Tratándose de juezas y jueces seleccionados para conocer materias
judiciales de otra naturaleza a la de violencia contra la mujer y la
familia, éstos requerirán de un proceso formativo.
»» En Ecuador no existiría la suficiente cantidad de profesionales en
psicología, trabajo social y medicina legal para atender a nivel nacional
los casos judicializados de violencia contra la mujer y la familia. Del
personal seleccionado para trabajar de manera integral alrededor de
la víctima en las unidades judiciales especializadas en violencia, aún
sería necesario ahondar los conocimientos en la materia.
»» Los órganos autónomos de la Función Judicial: fiscalías y defensoría
pública, así como la actuación complementaria de los órganos
auxiliares, deben conducir sus actuaciones judiciales en el marco de
los protocolos, instructivos y/o modelos de atención adecuados al
enfoque del debido proceso o derechos de protección, y a las garantías
que requiere la atención a las víctimas.
»» La actuación de la fiscalía debe ser correspondiente al
procesamiento que las unidades judiciales especializadas dan a las
partes procesales, pues parece que no siempre en la fiscalía se
estaría considerando la prueba, el testimonio anticipado a la
víctima, la no revictimización –esencialmente la no consecución de
pruebas en ellas–, ni considerarían lo ya actuado por los operadores
de éstas para su posterior participación. Es que en Ecuador la violencia
que genera una inhabilidad laboral de más de tres días en las víctimas,
pasa de ser considerada contravención a delito, con lo debe ser
judicializada en el ámbito penal. Allí la fiscalía debe acometer la
investigación del proceso, pero en sujeción con los estándares
previstos para la gestión judicial en los casos de violencia, que conlleva
la garantía de derechos de las víctimas y, sobre todo, evitando su
revictimización.
»» Otro dilema es que la atención especializada en violencia para la
prevención, atención en crisis y posterior rehabilitación, existe en muy
pocos cantones del país. Para las juezas y jueces que administran
justicia es un problema no contar con los servicios públicos integrales
a los cuales remitir a las víctimas de violencia de género contra la
mujer y la familia. Se conoce que, frente a esta carencia, muchos
deben recurrir a organizaciones no gubernamentales vinculadas con
universidades o, incluso, con iglesias de distintos cultos, que disponen
de estas prestaciones en algunas ciudades.
»» También resulta necesario que la Policía Nacional readecúe sus
servicios y protocolos de atención en los casos de violencia, acorde
con la nueva administración de justicia especializada, así como con
las normas del nuevo Código Orgánico Integral Penal.

105
Sentencias judiciales: aprendizaje desde la práctica y
la comparación
¿Qué es el Observatorio de Sentencias Judiciales?
El Observatorio de Sentencias Judiciales se plantea como una herramienta de
análisis que contribuya a una mayor conciencia de los derechos de las mujeres
por parte de los juzgadores de los países en los cuales interviene el Observatorio:
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú.

El Observatorio revisa, selecciona, sintetiza y recupera decisiones judiciales de


las altas cortes –en el caso ecuatoriano la Constitucional y la Nacional de
Justicia– buscando determinar el grado de cumplimiento de los derechos reco-
nocidos en la CEDAW por parte de los juzgadores (as) locales. De este modo, a
través de esta herramienta se pretende difundir las buenas prácticas en la de-
fensa y en las propias decisiones judiciales.

Los objetivos específicos del observatorio son:


»» Contribuir a un conocimiento más adecuado de los derechos de las
mujeres, así como de los mecanismos legales para defenderlos;
»» Promover el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres en el
ámbito de la argumentación jurídica, mediante el conocimiento de las
prácticas judiciales; y,
»» Generar un consenso de utilización común de los mecanismos
regionales e internacionales para la protección de los derechos
humanos de las mujeres.
Posibilidades para la justicia especializada ecuatoriana

La justicia especializada en violencia contra la mujer y la familia es de muy re-


ciente institucionalización en el Ecuador, tal como se ha expuesto en líneas an-
teriores. Aparece como un signo positivo el incremento de causas resueltas,
remontando la práctica administrativista que aparece como prevalente en el
período inmediatamente anterior por parte de las comisarias. De aquí se puede
colegir la importancia que la herramienta del Observatorio tiene para el trabajo
de estas nuevas juezas y jueces. A continuación proponemos varios aspectos
potenciales del Observatorio como herramienta para la judicialización en los
casos de violencia, prevista como garantía y acceso a las víctimas.
Propuesta de síntesis y organización de la labor judicial
El observatorio realiza una revisión de sentencias judiciales de la Corte
Constitucional y de la Corte Nacional de Justicia del Ecuador, seleccionando
las que guarden relación con procesos judiciales en los cuales se dirima sobre
derechos humanos de las mujeres, sin importar la definición de las resolucio-
nes –sean éstas positivas o no– para la consecución de los derechos.

Tras la selección de los casos, el Observatorio analiza los temas que aborden
los procesos, entre los cuales los más frecuentemente analizados
106
son: violencia contra las mujeres, derechos sexuales, derechos reproductivos,
participación y acceso a espacios de decisión, derechos de identidad, libre per-
sonalidad, migraciones, mujeres rurales, derechos de familia y derechos
patrimoniales.
Una referencia importante para el uso de la herramienta es la selección de
descriptores que utiliza el observatorio en la estructuración y colocación de las
sentencias judiciales. Con este propósito, la lista de posibles descriptores pre-
tende cubrir los que en cada resolución judicial se encuentran como criterios
importantes utilizados por los juzgadores (as) en la sentencia. De esta manera,
entre los utilizados con más frecuencia en el observatorio de Ecuador, se en-
cuentran: crítica sana, no revictimización, valoración de pruebas, recalificación
del delito, patrimonio, sociedad conyugal, colusión, estado civil, liquidación la-
boral, derechos laborales, discriminación, inequidad.

En la sección del Observatorio de Sentencias del Ecuador se encuentran 87


sentencias seleccionadas y analizadas hasta febrero del 2014, que utilizan va-
rios de los descriptores relacionados con los aspectos formales o las materias
jurídicas que abordan, pero también con palabras clave referidas a los dere-
chos humanos de las mujeres y al principio de igualdad y no discriminación.
Estos descriptores y palabras clave permiten el acceso para la consulta de jue-
ces y juezas. Como ejemplo, el tema de diversidad sexo–genérica o unión de
hecho así como violencia de género, son palabras clave que el operador de
justicia podrá utilizar para acceder a todas las sentencias del Ecuador y la re-
gión que hayan juzgado sobre estos aspectos.

El Observatorio también utiliza los denominados Derechos CEDAW para una di-
visión conceptual de las sentencias subidas a esta herramienta. En el caso del
Ecuador, la mayoría de sentencias seleccionadas guardan relación con el dere-
cho a una vida libre de violencia, materia de la cual se ocupan principalmente las
y los juzgadores especializados en violencia contra la mujer y la familia.

Un cuarto elemento que compone el esquema de presentación de los casos


constituye el sumario del proceso, en el cual la jueza o juez pueden visibilizar los
factores propios de la causa y ubicar para qué ejercicio comparativo de su pro-
pia labor jurisprudencial podría servirle como referencia, contrapunto o aporte,
en caso de similitudes.

La estructura de presentación de cada caso incluye también el análisis y el


archivo de la sentencia judicial tratada. Esta sinopsis es una propuesta válida
de organización de los procesos judiciales que abordan las juezas y jueces en
materia de violencia contra la mujer y la familia.

El indicativo de valoración –que consiste en uno o varios íconos de manos con


los pulgares para arriba o para abajo– aporta sobre todo al revisar el conjunto
de resoluciones abordadas en el Observatorio.

107
Jurisprudencia comparada
El Observatorio permite a la jueza o juez de violencia, que aborda esta nueva
experiencia en administración de justicia, contar con un conjunto de sentencias
que pueden aportar con la experiencia del juzgador de dicha corte y con proce-
sos que se han desarrollado de una manera más extensa en la vía judicial. Así
también, en las sentencias de la Corte Constitucional, además de la referencia
obligatoria que la Constitución define como vinculantes; las juezas y jueces
cuentan con una fuente importante para la toma de decisiones en relación con
cada uno de los casos en que administran justicia.

De otra parte, el caudal de sentencias de los otros países es muy importante


para los juzgadores ecuatorianos. Existen casos vinculados con las uniones de
hecho, civiles entre personas de diversa condición sexo/genérica, demandas
relativas a los derechos conexos a la identidad, las normas de familia en los
núcleos familiares diversos, especialmente en la jurisprudencia argentina in-
cluida en el portal del Observatorio. La resolución judicial que varios de estos
casos ha obtenido por parte de juzgadores de otros países, sin duda es signifi-
cativa en cuanto a lo novedoso de casos que serían abordados por la Función
Judicial ecuatoriana, en las distintas materias judiciales.

En relación con la justicia especializada en violencia, el acervo de sentencias


incluido en el observatorio de los siete países, permite ubicar desde el análisis
comparado elementos en relación con la estructura argumentativa que trabaja
y discierne sobre los problemas jurídicos que le son planteados al juez o a la
jueza. Así también, la visibilización de los instrumentos internacionales, inclui-
das las sentencias de la Corte Interamericana o Europea, que son de frecuente
utilización por parte de varios tribunales en otros países, permite afirmar su
pertinencia para dilucidar diversos casos.

En torno a la resolución de los casos, la posibilidad de realizar un análisis com-


parado a la luz de sentencias judiciales de casos similares, o aún distintos, per-
mitirá al juez o jueza ecuatorianos, analizar opciones de medidas de reparación
integral de derechos. Este potencial del Observatorio es particularmente desta-
cable pues en Ecuador, aparentemente, no existe una estructura de servicios
que, desde la Función Judicial, permita a las víctimas el acceso pleno a las
medidas de reparación, además de las sanciones que le implique a los victima-
rios y las posibles medidas de protección.

Algunas conclusiones
El estudio de las sentencias judiciales contenidas en el Observatorio –o la con-
sulta de alguno de los elementos en que se inscriben los observatorios naciona-
les (temas, descriptores, derechos, sumario, valoración de la sentencia) – cons-
tituye una importante herramienta, fundamentalmente para las juezas y jueces
a quienes corresponda conocer tanto las contravenciones como los delitos en
violencia contra la mujer y la familia.

108
Otro potencial latente constituyen los casos en los cuales se involucra la justicia
constitucional en relación con las garantías jurisdiccionales. Por un lado, un
porcentaje de estas causas es conocido por las juezas especializadas, y lo más
importante, varios derechos constitucionales relacionados con los derechos
sexuales, reproductivos, el derecho a la identidad y diversidad sexo/genérica en
todos sus aspectos, son aún demandados por vía de estas garantías en el
Ecuador.

Para la formación continua que deberá brindarse desde la escuela de la Función


Judicial ecuatoriana a los jueces y juezas que tendrán ampliación de sus com-
petencias hacia el conocimiento de la violencia contra la mujer y la familia, es
fundamental socializar la utilización del Observatorio para la consulta de estos
operadores en la resolución de causas en la nueva materia.

De igual manera, con el cambio que le implica a la Función Judicial la próxima


implementación del Código Orgánico Integral Penal, el conocimiento y uso del
Observatorio para fiscales y defensores públicos, será de indudable utilidad
para su ejercicio profesional en el conjunto de procesos judiciales que involu-
cren derechos de las mujeres y, en particular, derechos sexuales y
reproductivos.

109
ANEXOS

111
Análisis del tratamiento informativo de la violencia de género
contra las mujeres en diez diarios del Ecuador, durante el
período 15 de abril – 31 de julio de 2013.

ELABORADO POR EL EQUIPO DEL OBSERVATORIO


“LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA”

Blanca Diego, periodista


Mónica Diego, elaboración de base de datos y estadística

Corporación Humanas, Ecuador. Quito, septiembre, 2013.

LA VIOLENCIA EXTREMA
EN PRIMERA PLANA

112
LA VIOLENCIA EXTREMA
EN PRIMERA PLANA

1
PRESENTACIÓN 113
FICHA TÉCNICA 117
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO 118
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 119
GÉNERO PERIODÍSTICO MÁS UTILIZADO 121
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN 122
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 123
SUJETO CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 124
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN 124
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO 125
CONCLUSIONES 127

PRESENTACIÓN
Como ahora sabemos ya no hay excusas. La encuesta nacional realizada
en el Ecuador sobre violencia de género contra las mujeres cuantifica,
por primera vez, uno de los problemas más graves y trágicos del país: la
violencia hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres. Es decir, ya se
conoce la magnitud del problema.
113
La encuesta fue publicada en 2012 y concluye que 6 de cada 10 ecuatoria-
nas ha sufrido algún tipo de violencia alguna vez en su vida. Del total de
mujeres que ha vivido violencia física, el 87,3% lo ha hecho en sus relacio-
nes de pareja. La violencia de género sobrepasa el 50% en todas las provin-
cias del país, siendo Morona Santiago, Tungurahua, Pichincha, Pastaza y
Azuay las que registran los niveles más altos de violencia machista.
La Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género con-
tra las Mujeres, realizada entre el 16 de noviembre y el 15 de diciembre de
2011 en 18.800 viviendas, por el Ministerio del Interior, la Comisión de
Transición hacia el Consejo de la Mujeres y la Igualdad de Género, y el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, se aplicó a mujeres mayores de
15 años, del ámbito rural y urbano.
La prensa escrita ecuatoriana difundió ampliamente la encuesta a través de
noticias, editoriales, columnas de opinión y entrevistas, y no escatimó la
presencia de sus reporteros y periodistas en la cobertura de los resultados
de la encuesta. Todos coincidieron en repudiar la violencia machista y en
afirmar que ella significa maltrato, discriminación y, en no pocos casos, el
asesinato de mujeres.
Esto sucedió en 2012 ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué la prensa
ecuatoriana en lo que va de 2013 ha regresado al recuento de los asesinatos
y sentencias judiciales, olvidando retomar otros datos de la encuesta?
En Ecuador apenas se habla de violencia de género contra las mujeres; es
un asunto que no genera debate público ni presión por parte de la ciudada-
nía. La dimensión del vacío existente sobre este problema social se aprecia
cuando se lo compara con el grado de confrontación política e ideológica
que alcanzaron los dos grandes debates nacionales de 2013: reforma de la
Ley de Comunicación y explotación petrolera del Parque Yasuní, mientras
que violencia machista no levanta indignación ni convoca manifestaciones.
Es una cruda realidad que la gente simplemente ignora.
Falta voluntad política y consenso nacional para poner freno y disminuir
las consecuencias de esta lacra social. Se deben debatir y atacar los as-
pectos más profundos de esta cultura machista, jerárquica y paternalista,
y esta acción pública requiere planificación, tiempo y dinero, así como la
intermediación de los medios de comunicación.
La primera conclusión del Observatorio sobre el tratamiento de la prensa
escrita sobre la violencia machista es que, en general y en comparación
con cinco años atrás, los diez diarios monitoreados ponen hoy más cuidado
para no caer en las trampas del lenguaje machista. Sin embargo, la segunda
conclusión es que los diarios del Ecuador continúan reportando las conse-
cuencias extremas de la violencia de género –muertes de mujeres y denun-
cias por malos tratos– sin apenas analizar el contexto ni ampliar los puntos
de vista, con lo cual el resultado de este tipo de enfoque no es suficiente
si se tiene en cuenta que los medios de comunicación son factor decisivo
en la contribución a la prevención y a la sensibilización sobre el problema.

114
Si en lugar de diez mujeres asesinadas hubieran sido diez políticos o fut-
bolistas, la alarma social habría saltado, y el hecho habría concitado la
atención de los medios y las redes sociales. ¿Por qué la violencia sistemá-
tica en el hogar –golpes, insultos, denigración– o la violencia discrimina-
toria en el trabajo, en la educación, en los salarios desiguales, no provoca
la misma alerta en la sociedad? La respuesta es de manual: porque la
violencia machista está naturalizada y aceptada socialmente.
En 2012, con la encuesta nacional del INEC en la mano, los medios pu-
dieron conocer la dimensión del asunto al contar con datos cuantifica-
bles. Unos meses antes, en diciembre de 2011, la Corporación Humanas
invitó a los directores de los diarios monitoreados a debatir sobre la ca-
lidad de la información que publican sobre la violencia de género contra
las mujeres. El debate tuvo lugar en el programa La Cabina, de la Radio
Pública del Ecuador, y todos los presentes hicieron un mea culpa. Ahora,
en 2013, el Observatorio se pregunta si los diarios ya incluyeron en su
agenda de “grandes temas de intereses nacional” la violencia de género
contra las mujeres.
Para responder a esta pregunta recordamos aquí algunas de las ideas ex-
puestas en dicho espacio radiofónico, el mismo que se encuentra en el
sitio web de Humanas: www.humanas.org.ec.
A pesar de que el Observatorio invitó a los diez diarios objeto del análi-
sis, al debate acudieron solamente representantes de cuatro.
Dimitri Barreto, editor de la sección Seguridad y Justicia de El Comercio,
reconoció que
hay un tratamiento simplista en todos los medios […] Creo
que se debe a que vemos la violencia como un caso policial
y es un grave error […] La policía judicial hace ruedas de
prensa a diario y se presentan casos de violencia intrafa-
miliar. El estudio [se refiere al análisis del Observatorio
publicado en 2011] nos abre los ojos y nos hace reaccio-
nar y reflexionar. La violencia intrafamiliar y el femicidio
se tratan más en El Comercio […] No consideramos ne-
cesario publicar fotos de cadáveres, sino el contexto; el
conteo de muertas no es lo más importante. La cifra de
hombres muertos es hasta similar al de mujeres […] Lo
más importante es cómo abordar el tema con responsa-
bilidad, dejar de enumerar muertos y dar más contexto.
Juan Manuel Yépez, editor jefe de Extra, a través de vía telefónica defen-
dió la crónica roja como género periodístico “donde los demás susurran
nosotros lo gritamos. Somos sensacionalistas no amarillistas […] Aunque
reconozco falta de análisis en el periódico”. A la pregunta: “¿El sensacio-
nalismo es su posición política?”, contestó:

115
Hacemos énfasis en la violencia contra las mujeres porque
queremos causar indignación, perseguir a los culpables y
presentárselos a la justicia […] Nosotros tenemos reporte-
ros que rastrean e investigan al sospechoso y si es necesario
publicamos su foto, de este modo ayudamos a la captura.
[…] Queremos que los hombres reaccionen y que lo hue-
lan, lo toquen, por eso no maquillamos las fotos. Buscamos
una vergüenza colectiva a través del lenguaje amarillista.
Por el Diario El Mercurio de Cuenca, participó, vía telefónica, el perio-
dista Jorge Álvarez quien reconoció:
[Tenemos] necesidad de capacitarnos pero por la premu-
ra de los tiempos no tenemos esta oportunidad, pero de-
bemos hacerlo para aportar a esos cambios de imagina-
rios perniciosos. […] A las mujeres les falta conocer sus
derechos, especialmente en las zonas indígenas. […] Este
tema no se ve como un problema y los propios periodis-
tas se autocensuran. […] Aunque debería ser un tema de
política nacional, de agenda de los medios, El Mercurio
ni se lo plantea porque hay otros temas más importantes.
Orlando Pérez, director de El Telégrafo habló del reto de tratar mejor el
tema no sólo en los medios sino también en la sociedad, porque “en la
medida en que el tema sea colocado por la sociedad con mejores discur-
sos y más participación, los medios también le entraremos al tema”. En
sintonía con los otros tres invitados, también hizo un mea culpa: “Creo
que hay que visibilizar los errores que cometemos. Y los programas de
TV machistas, como La pareja feliz […] son un atentado contra la digni-
dad de las mujeres pero no veo a las mujeres que protesten”. Expresó que
su medio tiene “la necesidad de más fuentes y más información especia-
lizada” y mencionó otro aspecto fundamental, la escasez de personal;
“por ello [el diario] no puede poner una persona dedicada […] De haberlo
pondría una mujer, porque claro estos son temas delicados y mejor los
tratan las mujeres”.
Para conocer si hoy, un año y medio más tarde, los periódicos han dado
un giro al tratamiento informativo, el Observatorio presenta el siguiente
análisis, recordando tres premisas:
• La violencia machista es una cuestión de dignidad y de
derechos humanos; todos –medios de comunicación incluidos–
deben alzar la voz, y no sólo las mujeres.
• La discriminación y las desigualdades de género constituyen
el origen de todo tipo de violencia de género contra las mujeres,
incluyendo su forma más extrema, el femicidio.

116
• Es urgente la formación y especialización de las y los
profesionales de la comunicación sobre qué es y cómo tratar
informativamente la violencia de género contra las mujeres.
FICHA TÉCNICA

Tipo de análisis: cuantitativo y cualitativo. El Observatorio analiza


las informaciones aparecidas en las versiones digitales de los diez
diarios seleccionados.
Tema: análisis de las informaciones sobre violencia de género
contra las mujeres publicadas en diez diarios de Ecuador.
Subtemas: acoso, asesinato, femicidio, violencia física, sexual,
patrimonial, trata de personas y violencia por opción sexual.
Período analizado: 15 de abril – 31 de julio de 2013
Unidad de análisis: 189 piezas informativas publicadas en prensa
escrita, todos los géneros periodísticos.
Universo: diez diarios de circulación regional y nacional, versión
electrónica. El Observatorio se centra exclusivamente en formatos
y géneros de carácter informativo y de opinión; no registra las
secciones de entretenimiento, sociales o la publicidad; tampoco
fotografías e imágenes.
Periódicos de circulación nacional: Extra: la crónica roja por
excelencia y uno de los diarios más vendidos en el país. El Universo:
el diario de mayor cobertura en la Costa. Expreso, 40 años de
vida. El Telégrafo, periódico público (Estado). El Comercio, el
más importante de Quito y de la Sierra. Diario Hoy, de circulación
nacional.
Periódicos de circulación regional: El Mercurio, matriz en Cuenca,
de los más leídos en la Sierra sur. La Hora, diario con una edición
nacional y varias ediciones regionales. La Gaceta de Cotopaxi,
con sede en Latacunga y La Prensa, de Chimborazo, con sede en
la ciudad de Riobamba.

Elaboración de estadísticas: Mónica Diego Vicente


Análisis cualitativo y redacción del informe: Blanca Diego Vicente

117
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO
En el período comprendido entre abril y julio de 2013, el Observatorio
“Los Derechos de las Mujeres en la Mira” de la Corporación Humanas
Ecuador, registró en los diez diarios monitoreados un total de 189 infor-
maciones relacionadas con violencia de género contra las mujeres.
El Extra continúa siendo el que más noticias publica sobre el tema (43,
que representan el 23% del total). Le siguen El Universo, 37 notas que
representan el 20%, y La Hora, 38 noticias y 20%. El Comercio y El Te-
légrafo, considerados como “prensa influyente y generadora de opinión”,
publicaron 25 y 23 notas respectivamente. El Expreso, al igual que los
periódicos regionales, El Mercurio de Cuenca y La Prensa de Chimbo-
razo registran 4 noticias y, finalmente, La Gaceta de Cotopaxi publicó
una noticia.
El siguiente cuadro detalla el número de informaciones que cada diario
publicó en el período analizado

Los diarios de mayor circulación en la región Costa son los que otorgan
más espacio a noticias relacionadas con la violencia contra las mujeres.
Así, Extra y El Universo, son los diarios que más informaciones publica-
ron, tendencia que se observa desde el año 2009. Por su parte, La Hora,
diario regional quiteño, supera a El Universo, con una publicación más
en el período analizado.
Sin embargo, el hecho de que un diario publique un mayor número de
reportes no significa necesariamente que dicha conducta responda a un
enfoque de derechos, sino por el contrario, a un afán sensacionalista, di-
rigido a causar impacto por ser hechos de sangre o por resaltar hechos de
agresión física o sexual contra la mujer.
Extra, que utiliza imágenes sangrientas y un lenguaje hiperbólico para
generar interés entre sus lectores, defiende este estilo como un medio
para sensibilizar a la opinión pública. En palabras de Juan Manuel Yépez
“se habla con mucha ligereza del sensacionalismo y la crónica roja pero

118
tiene igual rigurosidad que otros (géneros)”. Sobre las fotos que acompa-
ñan a las notas, dice: “esta sociedad barre la casa y mete la basura bajo
la alfombra […] Publicamos las fotos tal y como ocurren y no editadas
porque eso falsearía la realidad […] El crimen pasional significa que la
víctima generó una pasión que puede justificar al asesino, y nosotros nos
lo planteamos así. Los eufemismos en este país son terribles” (debate
radiofónico en La Cabina, diciembre 2011).
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

El asesinato y el femicidio, el arresto del sospechoso o de una banda de


traficantes de personas, y el proceso judicial contra un sospechoso, son
los temas que acaparan la atención de los diarios. Es decir, la violencia
extrema es noticia pero no lo son sus causas y sus consecuencias; tampo-
co lo es el hecho de que sea un problema histórico que afecta a las muje-
res de cualquier condición social, económica, cultural, etc. En el período
analizado, ningún diario ha explicado que la violencia de género contra
las mujeres es un continuum.
El 46% de las 189 informaciones publicadas hace referencia a asesinato o
femicidio (asesinato de una mujer por su condición de mujer) y el 25% a
casos de violencia sexual.
Cuando los diarios centran su atención en las formas extremas de vio-
lencia, y dan menos espacio a otros tipos de violencia, como el acoso o
la violencia patrimonial (despojo del derecho a la herencia, por ejemplo),
presentan una imagen distorsionada del fenómeno de la violencia intrafa-
miliar. Al mencionar o reiterar argumentos tradicionales, como la locura,
los celos o el alcohol, los periódicos hacen una simplificación peligrosa,
pues presentan al ámbito familiar como un espacio cerrado, de puertas
adentro, colocando a la violencia de género contra las mujeres como un
asunto privado.

119
En el período del análisis se observa que los diarios prestan más atención
al delito de trata de personas, sean sus víctimas menores o adultos, hom-
bres o mujeres. Estas noticias representan el 9% del total (17 informacio-
nes) y son tratadas bajo las secciones de judicial y policial porque hablan
de operaciones policiales, capturas, detenciones, redadas, etc. Cabe des-
tacar que las entrevistas a representantes de organizaciones expertas en
la materia o los reportajes de investigación son escasos; en general, las
noticias se centran en la detención o desarticulación de una banda.
En definitiva, los diarios persisten en un tratamiento de la Trata de Per-
sonas descriptivo y coyuntural, vaciando la gravedad del tema. Los res-
ponsables de los diarios probablemente creen que están cumpliendo con
su labor de informar sobre la actualidad pero aún tienen un trabajo pen-
diente: investigar y tomar la delantera en lugar de esperar a que se pro-
duzca una declaración pública o una rueda de prensa. En este sentido, el
tratamiento de este tipo de violencia no se diferencia en nada del resto de
violencias.
La tendencia de los diarios a dar muy poca importancia a los proble-
mas cotidianos que viven las mujeres, a las causas y consecuencias de la
violencia machista, a los efectos de la desigualdad y la discriminación,
apenas ha cambiado respecto a años anteriores: la pauta informativa pre-
dominante continúa siendo el asesinato y la violencia sexual. El término
femicidio se ha extendido a todos los diarios y es común encontrarlo en
las noticias.
La gran ignorada continúa siendo la Violencia Patrimonial. La Encuesta
nacional del INEC recoge la definición que da la Convención Interameri-
cana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer o
Convención de Belem do Pará: “La transformación, sustracción, destruc-
ción, retención o distracción de objetos, documentos personales y valores,
derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer las
necesidades de las víctimas”. En el período estudiado no existen noticias
sobre violencia patrimonial a pesar de que, según la encuesta, las mujeres
que han vivido esta violencia por parte de sus parejas o ex parejas, cons-
tituyen el 28,9%, y por parte de otras personas, el 71,1%.
Esta violencia podría salir a la luz pública si los periódicos investigaran
los obstáculos que en el campo y en la ciudad enfrentan las mujeres para
lograr el pleno desarrollo de sus derechos económicos y sociales. La vio-
lación de derechos relacionados con el patrimonio rara vez se denuncia y
además no es un delito flagrante. Estas son, probablemente, dos razones
por la cuales no hay investigación periodística ni seguimiento de casos
en la prensa.
Los datos no son menores y son un indicativo de las relaciones de poder
del sistema patriarcal en las familias extendidas, con mayor impacto en
las áreas rurales. Los datos del INEC demuestran la falta de garantía y
protección de los derechos económicos de las mujeres.

120
La violencia por opción sexual es una categoría nueva incluida en el
Observatorio, y responde a la conquista de espacios y debates públicos
alcanzada por la comunidad lésbica, gay, transexual, bisexual e inter-
sexual (LGTBI).La visibilidad de sus luchas y reivindicaciones ha llega-
do también a los diarios. Entre abril y julio se registran tres informacio-
nes/reportajes referidos a las “clínicas para lesbianas y homosexuales”.
Las informaciones publicadas sobre este tema son un buen ejemplo de
que si los diarios mantienen una mirada rigurosa, se puede obtener un
tratamiento dentro del marco de respeto y de garantía de derechos hu-
manos, lo cual demuestra que a través de los medios se puede impulsar
una corriente educativa, transformadora de los imaginarios, de respeto de
los sujetos y de valoración de las diferencias. Pero igual que ocurre con
la trata de personas, el hecho “se cubre” sólo cuando hay una rueda de
prensa, una protesta, el cierre de una clínica, una denuncia, etc.
GÉNERO PERIODÍSTICO MÁS UTILIZADO

La era digital ha permitido a los periódicos ampliar horizontes y ser más


creativos. Hay nuevas formas narrativas para transmitir una historia (fo-
tonarrativa o storytelling) en las que texto, gráficos, imagen y sonido son
elementos que se complementan, aportando información cada uno desde
un ángulo determinado. Es una narrativa donde puede predominar el tex-
to o la imagen, sea ésta fotografía o vídeo. Este formato multimedia es el
molde perfecto para investigaciones y reportajes.
En el período analizado ninguno de los diarios monitoreados ha realizado
reportajes multimedia sobre la violencia de género contra las mujeres. Es
decir, las y los directivos de los diarios no incorporan a su política infor-
mativa estas nuevas formas narrativas, no destinan personal o recursos
para poner en práctica esta nueva técnica, lo que además demuestra falta
de interés y de estrategia para atraer un público más joven a sus páginas
digitales. Predominan los formatos clásicos y se da prioridad a la relación
breve y coyuntural de los hechos, a las notas simples y sin contexto. El
65% de las informaciones sobre violencia machista son noticias y breves.
121
Las publicaciones de los diez diarios, en el período, suman 21 reportajes
(el 11% del total de publicaciones), 2 informes especiales (1%), 2 entre-
vistas, 1 editorial y 4 columnas de opinión (2%). El Observatorio regis-
tra 36 crónicas, lo que representa el 19% del total de las informaciones.
Una buena parte de ellas han sido publicadas por el diario Extra, bajo el
epígrafe Crónica, aunque en ocasiones parecen más noticias que relatos
cronológicos de una historia.
La ausencia de testimonios e historias de vida es casi del 100%, como si
las mujeres y los cuerpos de las mujeres fuesen invisibles.
Apenas hay producción de cuadernos especiales de fin de semana, Los
diarios se limitan a registrar el hecho ocurrido: el asesinato, el fallo judi-
cial, la rueda de prensa, el resultado de una redada policial, etc.
Como tendencia positiva, empieza a ser habitual incluir información útil
de teléfonos y direcciones (de la policía, servicios de asistencia médica de
urgencias, unidades especiales, etc.). Es un hecho comprobado que dar
información útil dirigida a víctimas y familiares es un paso imprescin-
dible en el combate de la violencia de género. Como también lo son las
campañas que se sostienen por largo tiempo y de forma masiva a través
de los medios de comunicación.
Los diarios monitoreados han dado cobertura al lanzamiento de campa-
ñas públicas: “No más Karinas en Ecuador”, “Por ser Niña”, “El valiente
no es violento”, etc. Pero ninguno de los medios se suma activamente a
ellas, no se comprometen con ninguna.
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN

Entre abril y julio, el 54% de todas las informaciones sobre violencia


contra las mujeres publicadas por los diez periódicos fueron colocadas
122
bajo las secciones Judicial/Policial/Seguridad. El 20% del total estaba en
primera página. Es decir, los diarios dan preferencia al enfoque de acon-
tecimiento aislado y coyuntural, sin relación con otros aspectos como
salud, política, sociedad, cultura. En general, las y los profesionales de la
prensa escrita apenas exploran o investigan los diferentes aspectos y los
orígenes históricos de esta tragedia.
En los últimos dos años se observa una tendencia a publicar los casos de
violencia contra las mujeres en la sección Seguridad, lo cual es positivo,
pues demuestra que la comprensión de seguridad ciudadana se extendió
a aquellas medidas específicas que se necesitan para proteger a las mu-
jeres. El problema aparece cuando los diarios publican únicamente bajo
esta sección y apenas amplían las perspectivas; por ejemplo, faltan las
voces de la academia, de las políticas públicas en salud y educación, etc.
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN

La sociedad y los medios se resisten a aceptar que el machismo es pro-


ducto de la desigualdad y la discriminación históricas hacia el género
femenino, y que la violencia es la manifestación extrema de esa desigual-
dad. Rara vez las informaciones se centran en la víctima o en el victima-
rio; sucede en un 3% de las publicaciones.
Nuevamente, la ausencia de testimonios e historias de vida es casi del
100%, como si las mujeres y los cuerpos de las mujeres fuesen invisibles.
La tendencia observada es que cuando se trata de violencia de género, los
diarios centran su atención en el hecho (el qué) más que en las personas
(el quién o quiénes) lo que se evidencia en la ausencia de testimonios o
voz de las mujeres. En el 59% de las informaciones el énfasis está en el
hecho, el 25% en el personaje y en el 12% en estadísticas y cifras.

123
En este sentido, de las 189 informaciones publicadas entre abril y julio
sobre violencia de género contra las mujeres, 92 se enfocan en el aconte-
cimiento, 28 en detención/captura y 23 en proceso judicial. El contexto
social, la historia de la víctima o los derechos humanos violentados no
constituyen la mirada central de los artículos.
Monitorear las campañas públicas (3%) o sondear niveles de prevención
(1%) no resultan aspectos “noticiables” de la violencia de género. Es de-
cir, los diarios mantienen una postura de distanciamiento, imparcialidad
y objetividad. En palabras del director de El Telégrafo: “en la medida en
que el tema sea colocado por la sociedad, con mejores discursos y más
participación, los medios también le entraremos al tema”. No ocurre así
con los “grandes asuntos de política nacional”, lo que da cuenta de la falta
de compromiso de los diarios monitoreados con la erradicación de un
problema que afecta a millones de mujeres del Ecuador.
SUJETO CENTRAL DE LA INFORMACIÓN
De las 189 informaciones publicadas, 170 (o 90%) el sujeto central es
femenino (mujeres adultas, niñas, víctimas, testigos y/o familiares) y 2
(1%), es masculino (testigos, familiares y/o agresores). En 15 notas (8%),
se mencionan a ambos.
La interpretación de los datos lleva a la conclusión de que los diarios no
ven la violencia de género como un problema de la sociedad sino de las
mujeres; es decir, los periódicos presentan la estructura del problema, así
como su origen y eje, a través del sujeto femenino, a pesar de que es una
realidad que toca al 52% de la población.
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN

En esta gráfica el dato más relevante radica en que, a diferencia de otros

124
años, el 31% de las informaciones (59 notas de las 189 totales), tienen
como principal fuente de información las instancias oficiales, lo que pue-
de responder a una mayor institucionalidad en el tratamiento de la lucha
y prevención de la violencia machista en el país. Los diarios recurren a
esta fuente porque hay un registro, aunque aún no exista un sistema de
registro único y articulado que permita tener la dimensión real del pro-
blema así como orientar una respuesta integral del Estado. En el 11% de
las informaciones, la fuente proviene de los familiares de la víctima y el
38% de las informaciones no especifica o nombra la fuente.
En el período analizado los diarios han acudido mayoritariamente a las
instancias del Estado en busca de datos sobre violencia intrafamiliar,
violencia de género, detenciones y denuncias. Algunas de las instancias
mencionadas en los periódicos son la Unidad Judicial Especializada en
Violencia contra la Mujer y la Familia, Departamento de Violencia In-
trafamiliar (DEVIF) de la Policía Judicial, Mesa de Erradicación de la
Violencia y la Unidad de Flagrancia de la Fiscalía.
Sin embargo, son escasas las fuentes especializadas no oficiales, tales
como universidades, grupos o asociaciones de mujeres, feministas, abo-
gadas, economistas y un largo etcétera de posibles fuentes de consulta
que ayudarían a comprender esta lacra mundial, a indagar sobre medidas
adoptadas en otros países, a conocer de primera mano cómo sienten y
piensan las mujeres, en qué campos se vive más la desigualdad y la dis-
criminación, etc. De nuevo, el hecho de que los diarios informen coyun-
turalmente de este problema, y no de forma estructural, genera vacíos
enormes en la calidad informativa.
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO

Cuando se trata de violencia machista, los diarios ecuatorianos se olvidan


de fiscalizar y vigilar la actuación de los poderes del Estado y promover
125
debate en la sociedad. Por ejemplo, apenas hay entrevistas o consulta de
fuentes sobre los resultados obtenidos con la implementación del Plan
Nacional de Erradicación de la Violencia de Género, curioso comporta-
miento en un contexto en el que la prensa permanece atenta al “acontecer
nacional” y hace un seguimiento exhaustivo de la implementación de po-
líticas públicas que respondan a las necesidades de la población.
Los diarios, sin embargo, no utilizan recursos tan sencillos como recor-
dar a la ciudadanía que la Constitución de la República del Ecuador reco-
noce y garantiza a las personas el derecho a una “vida libre de violencia
en el ámbito público y privado”   (Art. 66.3 b) o que en el año 2007, se
promulgó el Decreto Ejecutivo N 620, que declara como política de Esta-
do la erradicación de la violencia de género hacia la niñez, adolescencia
y mujeres. Estos periódicos podrían reclamar al Estado respuestas in-
tegrales en la lucha por la erradicación de todo tipo de discriminación,
desigualdades y violencia contra las mujeres; pero no lo hacen. Existen
políticas que no se implementan, y la pregunta es ¿dónde está la prensa
escrita del país para reclamar una actuación integral?
Las referencias a exigencias al Estado son escasas en la prensa ecuatoria-
na. De las 189 informaciones, en 171 no hay una sola exigencia al Estado
(90%). Tampoco hay referencias a la normativa nacional o internacional
(90%) y en el 88% no se mencionan los derechos humanos de las mujeres.
El más obvio, el derecho a una vida libre de violencia, apenas se men-
ciona en los diarios. En 9 artículos (5%) se hace referencia al Derecho
Internacional Humanitario.

126
CONCLUSIONES
El análisis del Observatorio para el período comprendido entre el 15 de
abril y el 31 de julio de 2013 iniciaba con la pregunta ¿los diarios moni-
toreados han incluido en su agenda de “grandes temas de intereses nacio-
nal” la violencia de género contra las mujeres? A la luz de los datos y de
su interpretación, la respuesta es NO. La violencia de género contra las
mujeres no llega todavía al top de los temas de la agenda nacional. Los
diarios no colocan el tema como uno de relevancia nacional; al igual que
sólo una mínima parte de la sociedad considera que la violencia machista
es un grave problema social que amerita investigación, análisis, búsqueda
de causas y consecuencias.
A continuación, otras conclusiones finales:
• La violencia ejercida por los hombres para dominar la vida de las
mujeres persiste y los medios de comunicación no son suficientes para
cambiar esta conducta. La reacción de la sociedad ecuatoriana frente
a este problema no se produce en forma masiva, no hay indignación
generalizada porque los culpables gozan de tolerancia social.
• El homicidio de una mujer por el hecho de ser mujer (femicidio)
provoca reacciones y algún editorial en los diarios, pero el debate, si
es que ocurre, pronto se desvanece y olvida.
• El aumento de datos de prensa sobre detenciones, juicios y
sentencias en el caso de asesinatos, muestra que hay preocupación
por acabar con la impunidad, pero únicamente en los casos que
llegan a los medios y las redes sociales (fundamentalmente por la
acción de familiares, amigos y abogados de la víctima), como ha
sucedido con el asesinato de Karina del Pozo.
• Extra, El Comercio, El Universo y Diario Hoy se destacan por
el seguimiento a los casos. Es una tendencia positiva que ayuda a
ubicar las violaciones extremas de los derechos de las mujeres como
crimen o delito.
• El uso no sexista del lenguaje se va extendiendo entre la prensa.
Aunque todavía se utilizan, son menos frecuentes calificativos
despectivos como “jovencita” o “dama”.
• Cada vez menos la prensa habla de la violencia doméstica
o intrafamiliar como de un “asunto privado”, de una “pelea de
pareja”, del “ella se lo buscó” o “se lo merecía por mala madre–
mujer–esposa–amante”. Sin embargo, el Observatorio de Humanas
concluye que el uso adecuado del lenguaje es un asunto puramente
subjetivo que depende de la persona que escribe. Es decir, en
columnas o artículos de opinión, editoriales y reportajes los términos
utilizados, en general, son respetuosos y no discriminan, pero en

127
noticias y breves (redactados en provincias o por reporteros menos
experimentados) el lenguaje está más descuidado, es más sexista y
conduce a la discriminación.
• La mayoría de los periódicos monitoreados no pone en práctica
un manual de estilo o una política informativa para que todos,
redactores y periodistas, conozcan las normas de uso de su medio
en el tratamiento de la violencia de género contra las mujeres.
• Los diarios no se abren a nuevos formatos multimedia
(storytelling o fotonarrativa), que permiten –en las versiones
digitales de los diarios– tratar un asunto desde varios puntos de
vista, poniendo en práctica un periodismo de datos.
• Los diarios comienzan a nombrar los asesinatos por razón de
género como crímenes que deben ser castigados, y la sociedad, en
general, avanza lentamente hacia la judicialización de la violencia
extrema contra las mujeres. Pero el hecho de que se limiten a este
tipo de violencia o de que hagan un recuento de juicios y sentencias
sin análisis ni explicaciones ni contexto, es un flaco favor para la
lucha por la erradicación de la violencia contra las mujeres en el
Ecuador. ¿Dónde está la información sobre aspectos estructurales
referentes a la cultura patriarcal, la desigualdad en el trabajo y en las
tareas del hogar, la educación, los derechos sexuales y reproductivos,
los derechos a decidir sobre el cuerpo propio y a vivir una vida libre
de violencia, la autonomía económica y un largo etcétera?
• En escasas ocasiones, los diarios ubican responsabilidad en el
Estado o el gobierno.
Finalmente, y de forma general, aunque se constata un mejor uso del
lenguaje y de las fuentes, ni en los despachos de dirección ni en las redac-
ciones de los periódicos monitoreados la violencia machista está conside-
rada como un problema histórico–estructural del Ecuador.
Quito, septiembre de 2013
Corporación Humanas Ecuador
Para más información y recursos para periodistas consultar el
OBSERVATORIO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA
en: http://www.humanas.org.ec

OBSERVATORIO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA


Con financiación de:

128
FEMICIDIO Y ABORTO: DOS
GRANDES DEBATES MEDIÁTICOS

Análisis del tratamiento informativo de la violencia de género contra


las mujeres en diez diarios del Ecuador, durante el período del 1 de
agosto al 30 de noviembre de 2013.

ELABORADO POR EL EQUIPO DEL OBSERVATORIO


“LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA”

Blanca Diego, periodista,


Mónica Diego, base de datos y estadística

Corporación Humanas Ecuador. Quito, diciembre de 2013.

129
FEMICIDIO Y ABORTO: DOS
GRANDES DEBATES MEDIÁTICOS

2
INTRODUCCIÓN 130
FICHA TÉCNICA 131
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO 132
GÉNERO PERIODÍSTICO 132
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN 133
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 134
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 135
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN 136
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO 136
EJEMPLOS DE BUENAS Y MALAS PRÁCTICAS 137

INTRODUCCIÓN
“No sé en realidad qué llevó a Hugo, que además es familia
para mi mamá, a cometer este acto”.
Esta frase, recogida por un periódico en una noticia sobre la violación
sexual a una mujer y pronunciada por el hijo de la víctima, resume el
desconcierto de la sociedad ecuatoriana respecto a los niveles de violen-
cia machista que vemos a través de los medios de comunicación. Una
sociedad cada vez más familiarizada con la instantánea de una mujer
asesinada, degollada, desfigurada, golpeada; una sociedad que lee en los
diarios, que escucha en la radio o que ve en la tv, casos de violencia de
los hombres hacia las mujeres, en una cantidad y con una frecuencia tan
altas como nunca antes en toda su historia.

130
Los medios de comunicación, en general, son reticentes a iniciar un pe-
riodismo de investigación sobre este fenómeno. Y si estos no abren in-
vestigaciones sobre las causas y las consecuencias del fenómeno de la
violencia de género, la ignorancia se puede perpetuar entre el público
masivo (el que consume dichos medios de comunicación).
El Observatorio de la Corporación Humanas Ecuador concluye que, para
el período entre el 1 de agosto y el 30 de noviembre de 2013, algunos
diarios del país han demostrado interés por publicar debates políticos re-
lacionados con los derechos de las mujeres, como la tipificación en el
Código Orgánico Integral Penal, en debate en ese periodo, de la figura
del femicidio y la discusión de los supuestos permitidos para abortar. El
siguiente paso debería ser exigir a los diarios que realicen un periodismo
de investigación sobre uno de los problemas más graves del país.
FICHA TÉCNICA

Tipo de análisis: cuantitativo y cualitativo. El Observatorio analiza


las informaciones aparecidas en las versiones digitales de los diez
diarios seleccionados.
Tema: análisis de las informaciones sobre violencia de género
contra las mujeres publicadas en diez diarios de Ecuador.
Subtemas: acoso, asesinato, femicidio, violencia física, violencia
sexual, violencia patrimonial, trata de personas y violencia por
opción sexual.
Período analizado: del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013.
Unidad de análisis: 408 piezas informativas publicadas en prensa
escrita, todos los géneros.
Universo: diez diarios de circulación nacional y regional, versión
electrónica. El Observatorio se centra exclusivamente en formatos
y géneros de carácter informativo y de opinión; no registra las
secciones de entretenimiento, sociales o la publicidad; fotografías
ni imágenes.
Periódicos de circulación nacional: Extra: la crónica roja por
excelencia y uno de los diarios más vendidos en el país. El Universo:
el de mayor cobertura en la costa. Diario Expreso, 40 años de
vida. El Telégrafo, periódico público (Estado). El Comercio, el
más importante de Quito y de la Sierra. Diario Hoy, de circulación
nacional.
Periódicos de circulación regional: El Mercurio, matriz en Cuenca,
de los más leídos en la Sierra sur. La Hora, diario con ediciones

131
diferentes para cada región y una edición nacional. La Gaceta de
Cotopaxi, sede en Latacunga, y La Prensa – Chimborazo, con
sede en la ciudad de Riobamba.
Elaboración de estadísticas: Mónica Diego
Análisis cualitativo y redacción del informe: Blanca Diego,
periodista.

COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO


En el período de agosto a noviembre de 2013, el Observatorio Los De-
rechos de las Mujeres en la Mira registró un total de 408 informaciones
relacionadas con la violencia de género contra las mujeres, publicadas en
los diez diarios monitoreados.

Número total de informaciones 408

El Comercio 58
El Mercurio 17
El Telégrafo 48
El Universo 67
Expreso 8
Extra 116
Hoy 20
La Hora 52
La Prensa 13
La Gaceta 9

GÉNERO PERIODÍSTICO
El 63% del total de las informaciones se refiere a noticias o breves, lo que
algunos diarios encajan bajo el epígrafe Crónica, sin ser tales, pues no son
un relato cronológico de los hechos. Las crónicas, en muchas ocasiones,
son noticias simples sin contexto y representan el 17%.

132
La opinión de personas expertas sigue siendo una gran ausente. Los dia-
rios monitoreados no colocan los debates en clave de campos de estudio:
las ciencias, la educación, la filosofía, la tecnología, la antropología, etc.
Por el contrario, durante el período de agosto a noviembre, las colum-
nas de opinión y los editoriales han estado enfocados más como debates
políticos que en clave de derechos humanos; nos referimos a los debates
sobre el femicidio y el aborto.
Como se ya se mencionó antes, brilla por su ausencia el periodismo de
investigación; prueba de ello es que los llamados informes especiales no

llegan al 1%, aunque hay 43 reportajes, que representan el 11% de los


géneros utilizados.

SECCIÓN DE PUBLICACIÓN
El 38% de las informaciones se sitúa en las secciones Seguridad (22%)
y/o Judicial – policial (16%). La columna que corresponde a Primera pá-
gina ocupa el segundo lugar (21%), debido a que los debates sobre fe-
micidio y aborto en la Asamblea Nacional han sido parte de la agenda
nacional. La sentencia del caso Karina del Pozo, en el mes de septiembre,
y la conmemoración del 25 de Noviembre, Día Internacional contra la
133
Violencia hacia las Mujeres, fueron hechos que también acapararon las
primeras páginas de las ediciones digitales de una buena parte de los diez
diarios. Bajo Cuadernillo especial se situó el 1% de las informaciones,
que corresponde a 6 informaciones.
TIPOS IDENTIFICADOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
El Observatorio de Humanas contabiliza los casos de violencia que apa-
recen en los diarios y los clasifica según la tipificación estándar interna-
cional. A continuación, los tipos de violencia definidos en el Observato-
rio, y los valores totales en el período analizado.

Tipos de violencia No.

Acoso 4
Asesinato 33
Femicidio 155
Violencia Sexual 64
Violencia Física 27
Violencia Patrimonial 0
Trata de personas 10
Todo tipo de violencia 98
Por opcion sexual 8
No especifica 9

Otro 0
En este período los diarios recogieron más casos de femicidios (38%) que de acoso,
violencia sexual, violencia física, violencia patrimonial, trata de personas y violen-
cia por opción sexual (cometida contra las personas del colectivo LGTBI) juntas.
Del total de informaciones, 155 corresponden a femicidios. Es decir, con-
tinúa la tendencia de los diarios a prestar más atención a los casos de
asesinatos de mujeres por su condición de mujer (femicidio) que a otros

134
tipos de violencia más comunes: los femicidios son espectaculares y, por
lo tanto, fácilmente noticiables. Las otras violencias como el acoso, la
violencia psicológica, los abusos referidos a títulos de propiedad de bie-
nes de la pareja y herencia o el salario menor por el mismo trabajo son
cotidianas y frecuentemente denunciadas pero no generan titulares.

ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN


A diferencia de otros períodos analizados por el Observatorio, se puede
concluir que en este cuatrimestre las estadísticas y las cifras van cobran-
do mayor importancia en las informaciones como ejes centrales de las
mismas. En concreto y comparado con meses anteriores, en noviembre se
aprecia un alto número de informaciones que incluyen cifras, informes,
estadísticas de organismos institucionales y no gubernamentales.
En cuanto a los enfoques y perspectivas predominantes en las informa-
ciones, independientemente del género periodístico que tengan, estos son
los resultados:

Enfoque central de la información No. Porcentaje

Acontecimientos 194 48
Campañas 6 1
Contexto social 71 17
Detencion - captura 23 6
Historia 2 0
Proceso judicial 71 17
Derechos Humanos 2 0
Prevención 12 3
Responsabilidad estatal 20 5
Victima 5 1
Victimario 0 0
Victima/victimario 0 0
Otros 2 0

135
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN

Predomina, con el 35%, la categoría “sin especificar – sin nombrar”, seguida


por la categoría denominada “instituciones”, con el 23%, por aquella ten-
dencia de los diarios de acudir a las estadísticas y datos publicados por las
instancias del Estado (policía, fiscalías y juzgados). Hombres y mujeres de
instituciones son también fuente fiable; los primeros representan el 5 y las
segundas el 6%. Familiares, vecinos y amigos de la víctima continúan siendo
una fuente valiosa para los diarios (13%).
El Observatorio constata que, más allá de consultar las fuentes habituales,
los y las periodistas y reporteros no tienen la iniciativa de buscar y registrar
testimonios de mujeres víctimas de violencia. Los testimonios orales en pri-
mera persona siguen siendo un recurso poco utilizado por los diarios a pesar
de que constituyen una herramienta muy valiosa porque ayudan a compren-
der las causas y las consecuencias de la violencia, así como a “poner rostro
humano” a este problema. La violencia machista es una realidad y solamen-
te “sus protagonistas”, las mujeres, pueden hacer comprender al resto de la
sociedad el calvario que supone. Los análisis de las instituciones públicas
y privadas, las fuentes expertas en el tema y las estadísticas son fuentes de
información excelentes pero los diarios no pueden dejar a un lado o tratar
vagamente las historias de vida de las mujeres que son víctimas de violencia.
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO
En este período, de forma general se observa una mayor referencia a los de-
rechos de las mujeres, a las leyes y la normativa, así como las exigencias al
Estado respecto a su obligación de erradicar y prevenir la violencia de género
contra las mujeres. Así, en 82 de las 408 informaciones (20%) hay referencias
a los derechos de las mujeres –a una vida libre de violencia o a la justicia y la
reparación de las víctimas–; este dato representa un avance respecto a meses
anteriores. Las referencias a la normativa son del 19% y la exigencia al Esta-
do representa el 25%, de las cuales el 16% hace referencia a políticas públicas
y el 9% al poder judicial.

136
EJEMPLOS DE BUENAS Y MALAS PRÁCTICAS
La peor práctica periodística del cuatrimestre es la noticia del diario Ex-
tra, del 14 de noviembre de 2013.

Jovencita vivió una terrible


PESADILLA Tres horas manoseada
en secuestro exprés

Redacción
Extra de
Guayaquil

Luego de
despojarla de
sus pertenencias
los delincuentes
la abandonaron
en el norte de
Guayaquil.

Tres horas de
tortura vivió una jovencita en manos de un falso taxista que, en el
camino, tomó a otros cómplices para asaltarla y morbosear todo
su cuerpo.
Luego, los pillos la dejaron abandonada, sin un centavo, detrás del
centro comercial City Mall, en el norte de la ciudad.
La perjudicada narró en la Fiscalía que a las 18:30 tomó un taxi
amarillo por las inmediaciones de la Biblioteca Municipal, ubicada
en el centro de la urbe.
La joven le pidió al desconocido conductor que la traslade a la
ciudadela Guayacanes.
Aparentemente todo iba bien hasta que al circular por la Universidad
de Guayaquil, el supuesto taxista detuvo inexplicablemente la
marcha y permitió que tres sujetos desconocidos se embarquen
en el taxi.
Uno se sentó a lado del chofer y los otros dos se ubicaron atrás,
junto a ella.

137
Los delincuentes portaban armas de fuego. “Estos me golpearon,
me manosearon todo mi cuerpo y me mordieron los senos”.
Mientras recorrían la ciudad, los pillos, bajo intimidaciones e
insultos, le quitaron su celular y sus documentos.
“Bajo amenazas de muerte me obligaron a darles las claves de mis
tarjetas... de una cuenta me sacaron 100 dólares y de la otra 50.
Luego me dejaron botada, a las 21:30, atrás del centro comercial
City Mall, por las bodegas de Créditos Económicos”.

La noticia –o crónica, como la clasifica el diario– es ejemplo de un mal


tratamiento informativo porque rebaja a categoría de “manoseo” lo que son
formas de violencia de género: el abuso y el acoso; denigra a la víctima al
calificarla de “jovencita” y a los agresores los llama “pillos”, término utili-
zado para referirse a un ladronzuelo “de poca malicia”.
Diario Extra ilustra la noticia con un cómic que simula el asalto en el inte-
rior de un coche de tres hombres a una mujer, con lo que desvirtúa el sen-
tido de este género de información y cae en la caricaturización del delito,
restándole importancia y colocándolo en la categoría de un acto ridiculi-
zable.
El cómic es una representación gráfica de un hecho real o ficticio, cuyo
objetivo es ilustrar una realidad, a veces exagerándola, caricaturizando las
facciones de los personajes; en ocasiones utiliza el humor y la ironía y, en
otras, lo siniestro, lo oscuro, la violencia, el sexo, etc. El cómic y la ilustra-
ción para un periódico distan mucho de ser lo mismo.
El diario no reparó en ningún momento en el perjuicio y el dolor que puede
causar a la víctima ver reproducido, en un cómic elaborado ex profeso, el
acto violento del cual fue víctima, reviviéndolo cada vez que mire el perió-
dico. Esta es, sin duda, una forma de revictimización.
En estos meses, algunos diarios publican noticias sobre violaciones sexua-
les a mujeres, cometidas por hombres de nacionalidad indígena. Las noti-
cias destacan que tanto la comunidad como la familia de la víctima acude
con mayor frecuencia a la justicia ordinaria en lugar de a la indígena.
El hecho de que hoy los diarios se ocupen por destacar este tipo de delitos
cometidos en las comunidades indígenas, es una tendencia positiva. Sin
embargo, para el futuro sería de desear que los diarios realicen investiga-
ciones periodísticas sobre el tratamiento que la justicia indígena da a la vio-
lencia machista, a fin de que se hagan públicos los esfuerzos de las mujeres
indígenas por garantizar su derecho a una vida libre de violencia, y para
que la sociedad tenga elementos de juicio respecto a la justicia indígena y
la ordinaria sobre casos de violencia machista.
138
Lenguaje
Se siguen repitiendo muletillas y percepciones erróneas que incluso las y
los redactores saben que hay que eliminar del lenguaje informativo:
Dice El Telégrafo, el 5 de noviembre de 2013: “Las primeras hipótesis
señalan que podría tratarse de un crimen pasional”. Sección Justicia. “Pa-
reja fue hallada sin vida en el norte de Guayaquil”.
El lenguaje y el uso de las fuentes en el periodismo son dos factores clave.
Su utilización deficiente, frívola o folletinesca puede convertir una publi-
cación seria en un folletín, si se producen intoxicaciones o imprecisiones
de grueso calibre. Los rumores no son noticia aunque muchas veces cons-
tituyen su espectacular antesala.
Editores, reporteras, periodistas y comunicadores deben presentar en ti-
tulares un enfoque de los hechos verídico y respetuoso, máxime cuando
se trata de un suceso terrible y actual, como es la violación de los dere-
chos humanos de las mujeres.
Quito, diciembre 2013
Corporación Humanas Ecuador

Para más información y recursos para periodistas consultar el OBSERVA-


TORIO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA en: http://www.
humanas.org.ec

OBSERVATORIO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA


Con financiación de:

139
LA POLÍTICA PÚBLICA MARCA TENDENCIAS
EN LA PRENSA ECUATORIANA

Análisis del tratamiento informativo de la violencia de género


contra las mujeres en diez diarios del Ecuador, del período del 1 de
diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014.

ELABORADO POR EL EQUIPO DEL OBSERVATORIO


“LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA”

Blanca Diego, periodista.


Mónica Diego, base de datos y estadística.

Corporación Humanas Ecuador. Quito, abril de 2014.

140
LA POLÍTICA PÚBLICA MARCA TENDENCIAS
EN LA PRENSA ECUATORIANA

3
INTRODUCCIÓN 141
FICHA TÉCNICA 142
COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO 143
GÉNERO PERIODÍSTICO 144
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN 145
TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER IDENTIFICADOS 146
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN 147
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN 149
A

INTRODUCCIÓN
Al comparar los análisis elaborados entre el 15 de abril de 2013 y el 15
de abril de 2014, una de las conclusiones del Observatorio Los derechos
de las Mujeres en la Mira es que el desarrollo de una política pública en
materia de prevención y erradicación de la violencia de género contra las
mujeres, está marcando la pauta informativa a la prensa escrita del país.
Esto significa que los diarios, en general, no tienen una política informa-
tiva estratégica para hacer de la violencia machista un asunto de interés
nacional y, en cambio, prefieren dejarse llevar por los acontecimientos,
es decir, siguen la pauta marcada por terceros, como el gobierno y los
colectivos ciudadanos.
El breve y la noticia, como formatos dominantes, y el acontecimiento y
la denuncia/captura, como enfoques centrales de las noticias, son los dos
141
indicadores que mejor demuestran esta tendencia. Otros indicadores lle-
van también a la misma conclusión. Por ejemplo, al analizar y comparar
las gráficas sobre el foco y el enfoque de las noticias, se observa que la
tendencia es prestar más atención a actuaciones policiales y juicios, a dar
cobertura informativa a redadas policiales (sobre redes de trata de per-
sonas), a cubrir el lanzamiento de campañas públicas de sensibilización
y las declaraciones de servidores públicos del Estado (el caso más claro
es el del Ministro del Interior). Lo muestra también el aumento de las
estadísticas y cifras porque, sin ninguna duda, quien produce más infor-
mación desde hace al menos tres años, es la administración pública. Esto
conduce a dos situaciones: (i) hoy los diarios acuden menos a las ONG,
que tampoco proporcionaban datos suficientes antes de 2012, pero eran
los “únicos” que manejaban el tema, y (ii) se ha eliminado el argumento
que esgrimían periodistas y editores para justificar su apatía frente al
tema, que consistía en responsabilizar a la administración pública por su
falta de políticas y estadísticas.
Puede ser un momento óptimo y de no retorno (a esa apatía y falta de in-
formación), si los diez diarios analizados toman las riendas de sus agen-
das e incorporan los derechos de las mujeres y, en concreto, la prevención
y erradicación de la violencia contra las mujeres, como un asunto priori-
tario para el desarrollo del país. Las herramientas ya están a su alcance.
FICHA TÉCNICA

Tipo de análisis: cuantitativo y cualitativo. El Observatorio


analiza las informaciones aparecidas en las versiones digitales de
los diez diarios seleccionados.
Tema: análisis de las informaciones sobre violencia de género
contra las mujeres publicadas en diez diarios de Ecuador.
Subtemas: acoso, asesinato, femicidio, violencia física, violencia
sexual, violencia patrimonial, trata de personas y violencia por
opción sexual.
Período analizado: del 1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de
2014.
Unidad de análisis: 357 piezas informativas publicadas en prensa
escrita, todos los géneros.
Universo: diez diarios de circulación nacional y regional, versión
electrónica. El Observatorio se centra exclusivamente en formatos
y géneros de carácter informativo y de opinión; no registra las
secciones de entretenimiento, sociales o la publicidad; fotografías
ni imágenes.

142
Periódicos de circulación nacional: Extra, El Universo, El
Expreso, El Telégrafo, El Comercio, y Diario Hoy.
Periódicos de circulación regional: El Mercurio, de Cuenca;
La Hora, diario con una edición nacional y ediciones regionales;
La Gaceta de Cotopaxi, sede en Latacunga, y La Prensa de
Chimborazo, con sede en Riobamba.
Elaboración de estadísticas: Mónica Diego Vicente
Análisis cualitativo y redacción del informe: Blanca Diego Vicente

COBERTURA DEL TEMA POR MEDIO


En el período del 1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, el
Observatorio Los Derechos de las Mujeres en la Mira, registró un
total de 357 informaciones publicadas en los diez diarios monitoreados
relacionadas con la violencia de género contra las mujeres.
Esta es la distribución por medio:
Medio No. Porcentaje
El Comercio 49 14
El Mercurio 32 9
El Telégrafo 40 11
El Universo 44 12
Expreso 7 2
Extra 102 29
Hoy 11 3
La Hora 52 15
La Prensa 7 2
La Gaceta 13 4

Un análisis comparativo respecto a los anteriores cuatrimestres muestra


estos resultados: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, los diez diarios pu-
blicaron 189 informaciones; del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013,
408, y del 1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 357.
El número de informaciones totales y la distribución por diarios son casi
idénticos desde mediados del año pasado hasta el presente. Se confirman
algunas tendencias por periódico: El Mercurio de Cuenca está haciendo
un esfuerzo por integrar en sus páginas el tema de la violencia machista;
Extra continúa a la cabeza en número de noticias; le siguen El Comer-
cio, El Telégrafo y El Universo con el mismo número de notas por mes,
dedicando, en ocasiones, alguno de ellos más espacio que los otros. Los
tres mantienen una atención constante sobre el tema. La Hora tiene un

143
comportamiento aleatorio, con meses o períodos donde publica mucho
y otros muy poco. El Expreso, es el periódico con el menor número de
publicaciones, consolidándose como el diario que menor atención presta
al tema.
El indicador Por provincia da estos resultados: del total de informaciones,
22%, son del Guayas; 18% de Pichincha; 10% de Azuay, y 6% de Coto-
paxi e Imbabura.

Una noticia aparecida el 7 de abril de 2014 en El Comercio, informa sobre


una campaña contra la violencia sexual en escuelas y colegios, y dice: “El
ministro de Educación, Augusto Espinosa, informó que la Fiscalía Gene-
ral del Estado en el 2013 registró 634 denuncias de violencia sexual en el
sistema educativo a escala nacional. La mayoría de los casos se registró
en las provincias de Guayas y Pichincha, por lo que en estas dos regiones
se han intensificado los planes para erradicar estos delitos”.
GÉNERO PERIODÍSTICO

Género Periodistico No. Porcentaje

Breve 75 21
Noticia 244 68
Info.Especial - suplem. dominical 0 0
Reportaje 18 5
Entrevista 2 1
Crónica 1 0
Editorial 4 1
Columna de Opinión 13 4
La tendencia en el último año es hacia la consolidación de los formatos
breves (noticias y breves) en comparación con formatos que permiten el

144
contexto y la explicación (entrevista, reportaje o suplemento especial).
La comparación de las gráficas muestra un abuso del formato simple: los
datos muestran que del 15 de abril al 31 de julio de 2013, 65%; del 1 de
agosto al 30 de noviembre de 2013, 63%, y del 1 de diciembre de 2013 al
15 de abril de 2014, 98%.
Otra tendencia que se consolida es la ausencia del género Entrevista, es
decir, la ausencia del registro de las voces de las principales víctimas de
la violencia de género: las mujeres. Así, los datos nos muestran que del
del 15 de abril al 31 de julio de 2013, el 1% de los géneros utilizados era
Entrevista; del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013, 2%; y del 1 de
diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 1%.
SECCIÓN DE PUBLICACIÓN

El 20% de las informaciones se sitúa en las secciones Seguridad, el 17%


en Judicial – Policial y el 4% en Sociedad – mujer – familia. El 6% del
total, 21 notas, ocupó la Primera página, mientras que no hubo ni un cua-
dernillo especial o suplemento dedicado al tema.
Se consolida la tendencia de la prensa ecuatoriana a mantener una visión
judicializada de la violencia contra las mujeres; esto es, a mirar la violen-
cia como el puñetazo, la violación o el apuñalamiento, en lugar de adop-
tar una mirada más especializada, progresista y justa, que abra espacios
al relato de aspectos como la educación sexista, la sociedad jerarquizada
y patriarcal o la falta de igualdad entre géneros.
Así mismo la tendencia se mantiene en situar la violencia de género bajo
el ámbito de la seguridad ciudadana, como un asunto que debe ser resuel-
to en los tribunales, y se da seguimiento a juicios sonados: detención de
sospechosos y lectura de fallos o sentencias. Las estadísticas muestran
que más del 30% del total de las informaciones publicadas sobre violen-
cia machista en los diarios monitoreados, se publican siempre bajo las
secciones Seguridad y/o Judicial – policial, lo cual pone de manifiesto la
falta de amplitud de miras sobre el tema y de registro de hechos de sangre

145
y violencia extrema. De acuerdo a los datos de los cuatrimestres, tenemos
que: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, el 54% de las informaciones
fueron publicadas en la sección de Seguridad y/o Judicial – policial; el
38% en el período del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013, y el 37%
entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de abril de 2014.
TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER IDENTIFICADOS
Los tipos de violencia definidos en el Observatorio y los valores totales
que corresponden al período entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de
abril de 2014, son:

Tipos de violencia No. Porcentaje

Acoso 3 1
Asesinato 13 4
Femicidio 135 38
Violencia Sexual 70 20
Violencia Física 25 7
Violencia Patrimonial 0 0
Trata de personas 11 3
Todo tipo de violencia 86 24
Por opcion sexual 0 0
No especifica 14 4
Otro 0 0
En este período, los diarios recogieron más casos de asesinatos y femici-
dios (42%) que la suma de los casos de acoso, violencia sexual, violencia
física, violencia patrimonial, trata de personas y violencia por opción se-
xual juntos, que llegó al 31%.
El casillero ”No específica” (4%) refiere, en su mayoría, a noticias de partes
policiales sobre hallazgos de cuerpos de mujeres en quebradas, ríos, alcan-
tarillas o en la calle, cadáveres de difícil identificación, resultado de hechos
de los que la propia policía apenas tiene información, pero que la prensa
tiende a publicar, especialmente la sensacionalista, como diario Extra.
Se mantiene la tendencia negativa del indicador Violencia patrimonial. En
el período monitoreado ninguno de los diarios publica una nota sobre ella.
Por otro lado se consolida la tendencia a prestar más atención a los casos
de asesinatos de mujeres por su condición de mujer (femicidio) y a nom-
brarlos como tal, ya que existe la figura legal. De las 357 informaciones
publicadas en el último año, 135 corresponden a femicidios. El número de
asesinatos y muertes de mujeres sucedidos y publicados en la prensa, entre
1 de diciembre de 2013 y 15 de abril de 2014 es de 35. En diciembre 2013, 9
casos; en enero 2014, 11 casos; febrero, 3; marzo, 8 y al 15 de abril, 4 casos
publicados.
Sobre Trata de Personas, los diarios muestran interés en ella cuando se
146
relaciona con violencia extrema y actuaciones policiales, es decir reda-
das policiales espectaculares para desmantelar bandas y redes de trata y
prostitución. Estos son los valores del último año. Del 15 de abril al 31 de
julio de 2013, 9%. Del 1 de agosto al 30 de noviembre de 2013, 2%, y del
1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 3%.
La violencia por Opción sexual es un tipo de discriminación y abuso que
casi no mencionan los diarios, y cuando lo hacen es siguiendo iniciativas
ciudadanas (protestas, marchas, celebraciones, reuniones, etc.). Es decir,
son hechos noticiables si la comunidad los hace públicos; de lo contrario
el colectivo LGTBI permanece en la sombra de la agenda informativa
de los diez diarios. La comparación de los datos del último año refleja
esta tendencia: los meses donde el colectivo LGTBI ha estado activo, el
porcentaje de informaciones dedicadas a esta violencia sube. Aquí los
resultados del último año: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, 2%; del 1
de agosto al 30 de noviembre de 2013, 2%, y del 1 de diciembre de 2013
al 15 de abril de 2014, 0%.
ÉNFASIS Y ENFOQUE CENTRAL DE LA INFORMACIÓN
El Énfasis de la noticia, en el 81% de las informaciones estuvo en el he-
cho; el 12%, en las estadísticas y las cifras; el 6% en el personaje, y el 1%
en la categoría otros.
En ocasiones el periodismo tiende a dar más importancia al personaje
–cuando éste es una figura pública– que al hecho en sí, lo cual puede
tener resultados negativos para la calidad de la información, si el hecho
es grave y debería ser el foco central de la nota.
Sucedió en abril con el Ministro del Interior, cuando varios diarios co-
locaron al político como protagonista o sujeto central de la noticia y no
como la fuente de información. Los diarios escogieron informar sobre el
twitter que envió el Ministro de Interior, confirmando la captura de A. V.
A., supuestamente implicado en el asesinato de la candidata a concejal de
Playas, Lissete Avilés Erazo . Varios diarios coincidieron en encabezar la
noticia así: “En su cuenta de la red social twitter, el Ministro del Interior,
José Serrano, informó anoche sobre la captura de A. V. A., presunto im-
plicado en la muerte de la candidata a concejal de Playas Lissete Avilés
Erazo, registrado en febrero pasado”. Del acto informativo se desprende
que el sujeto central es el ministro y no el hecho de la captura de un sos-
pechoso de asesinato. Algunos diarios colocaron, además, al final de la
noticia sobre la detención de A.V.A., otro twitter enviado por el ministro
sobre otra detención (la de uno de los delincuentes más buscados del
país). Los diarios cerraban así la noticia sobre el femicidio de la candi-
data a concejal: “Operativo Otro más buscado. También en la red social
twitter, el Ministro del Interior informó anoche que…”. A pesar de este
ejemplo aislado, la tendencia en el último año se consolida: el “hecho”
es el centro de la información más que la persona o personaje. De nuevo,
es válida la conclusión expresada más arriba de que el testimonio de las

147
mujeres es casi nulo.
También se observa que se mantiene la tendencia de hacer más referencia
a estadísticas, reportes, informes y cifras oficiales. Del total de informa-
ciones, en el período del 15 de abril al 31 de julio de 2013, el 11% corres-
ponde a estadísticas y cifras; entre el 1 de agosto y el 30 de noviembre de
2013, el 14%, y entre el 1 de diciembre de 2013 y el 15 de abril de 2014,
el 12%.
En cuanto a los enfoques y perspectivas que predominan en las informa-
ciones, independientemente del género periodístico los resultados en el
período monitoreado son:

Enfoque central de la información Porcentaje


Acontecimientos 45
Campañas 5
Contexto social 17
Detencion - captura 16
Historia 0
Proceso judicial 9
Derechos Humanos 0
Prevención 3
Responsabilidad estatal 5
Victima 0
Victimario 0
Victima/victimario 0
Otros 1

En la actualidad, hay más campañas de sensibilización en la arena pú-


blica nacional que hace unos años atrás. En este último periodo dio co-
mienzo la segunda parte de “El machismo es violencia” y los diarios –no
todos– le dedican algunas líneas. El resultado es que el 5% del total de
notas dedicadas a la violencia de género se enfoca en campañas. Lo mis-
mo se puede decir de la Prevención (3%).
La tendencia en el último año se consolida respecto a la posición adoptada
por los diez periódicos de “distanciamiento, imparcialidad y objetividad”,
como ya se mencionaba en un análisis del Observatorio hace unos meses.
El Observatorio exhorta a los diarios a comprometerse en la lucha por
prevención de la violencia machista y en el cambio hacia una sociedad
más igualitaria.

148
PRINCIPAL FUENTE DE INFORMACIÓN
Las instituciones se han afianzado como fuentes fiables de información a
las que se acude de forma periódica. Los diarios publican los avances en
materia de políticas públicas, legislación para la prevención y erradica-
ción de la violencia de género o empoderamiento de las mujeres. En este
sentido, las instituciones públicas se han convertido en la fuente fiable y
de referencia que antes no eran.
Los gabinetes de prensa o equipos de comunicación institucionales han
avanzado significativamente, y sus habilidades dejan de lado a medios
y periodistas, incapaces de atender y conocer sobre todos los temas: es
una de las consecuencias de la globalización de las tecnologías de la co-
municación y la información y de la superabundancia de información.
Hoy, los diarios reciben cientos de comunicados de prensa de ministerios,
entidades públicas y privadas, ONG, universidades, etc., redactados con
una precisión y calidad de la que es incapaz un periodista poco cuali-
ficado. Es la moda del “periodismo institucional”, y los diarios, en la
vorágine de la época digital, a veces se limitan a copiar literalmente esos
comunicados de prensa. A continuación, algunos ejemplos de Fuentes
institucionales e información publicada por los diarios hasta el día 15 de
abril de 2014:
• Centro Ecuatoriano de Análisis de Seguridad Integral (CEASI):
en Ecuador se registraron 4.785 casos de violación sexual, en 2013
y en 2012, 4.743.
• Ministerio del Interior: 50% de las denuncias que se presentan
en el país son por violencia contra la mujer.
• Ministerio de Educación: 33% de víctimas de violencia sexual
corresponde a niños de 5 a 11 años. Esta forma de violencia no
afecta únicamente a las mujeres, sino también a los hombres, en el
15% de los casos.
• María Esther Cahuana, agente fiscal, encargada de las unidades
de delitos contra las personas y de la violencia sexual e intrafamiliar
del cantón Riobamba afirma: “existe un incremento de denuncias
sobre hechos sexuales”.
• El 35 % de las agresiones sexuales ocurre en espacios públicos
y el porcentaje restante en los hogares y otros sitios privados, según
información de Juana Bersosa, edil y Presidenta de la Comisión
de Inclusión Social, Género, Grupos de Atención Prioritaria y
Participación Ciudadana del Municipio de Cuenca.
Los datos comparados de los periodos analizados, respecto al uso de Insti-
tuciones, como fuente informativa –sean hombres o mujeres las personas
consultadas– es: del 15 de abril al 31 de julio de 2013, del total de fuentes
consultadas, el 37% eran institucionales. Del 1 de agosto al 30 de noviem-
149
bre de 2013, 34% y del 1 de diciembre de 2013 al 15 de abril de 2014, 27%.
DERECHOS, NORMATIVA Y EXIGENCIAS AL ESTADO

Durante el período monitoreado, el 77% de las informaciones carece de


referencias a derechos humanos, tendencia que se mantiene invariable en
el último año. La tabla muestra el resultado del último cuatrimestre:

150
Sobre Referencias a la normativa nacional o internacional, se puede apli-
car la misma conclusión que sobre el tema de derechos. Durante este
período, en el 91% de las informaciones no hay este tipo de referencias;
como tampoco las hay al derecho internacional humanitario (99% sin
referencias). En ambos casos, la tendencia supera el 80%.
Las referencias a exigencias al Estado son mínimas, porque los diarios no
están en capacidad de hacer una crítica constructiva en este sentido. En
el último año, aproximadamente el 70% de las informaciones no contiene
exigencias al Estado.
La tendencia a no exigir al Estado se mantendrá si los diarios no toman
la decisión de adoptar una política informativa propia y comprometida
con la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres y, en
general, comprometida con los derechos humanos de las mujeres.
Quito, Ecuador, abril 2014.
Corporación Humanas Ecuador

Para más información y recursos para periodistas consultar el


OBSERVATORIO LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EN LA MIRA
en: http://www.humanas.org.ec

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Con financiación de:

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