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Carta de San Martín a Riva Agüero

CARTA a RIVA AGÜERO, PRESIDENTE DE PERÚ.

“Mendoza, 23 de octubre de 1823.

Para el Presidente de la República del Perú, José de la Riva Agüero.

Hace dos días, he recibido de Chile, por extraordinario, su comunicación del 22 de agosto,
datada en Trujillo, con inclusión de los papeles públicos del mismo punto, hasta el 25.

En ella, me invita a que, sin pérdida de momento, me ponga en marcha a unirme a usted,
asegurándome es llegado el caso de cumplir mi oferta de prestar mis servicios al Perú,
añadiendo que el horizonte político es el más halagüeño, y que los departamentos y tropas
están decididamente por usted, contra la más pérfida intriga, la que puede publicarse por
todas partes, para que se conozcan los intrigantes y se puedan precaver de sus lazos.

Al ponerme usted semejante comunicación, se olvidó, sin duda, que escribiría a un general
que lleva el título de Fundador de la Libertad del país que usted, sí, que usted solo ha hecho
desgraciado.

Si a la junta gubernativa y a usted ofrecí mis servicios, con la precisa circunstancia de estar
bajo las órdenes de otro general, era en consecuencia de cumplir al Perú, la promesa que le
hice a mi despedida, de ayudarle con mis esfuerzos, si se hallaba en peligro, como lo creí,
después de la desgracia de Moquehua.

Pero, ¿cómo ha podido usted persuadirse que los ofrecimientos del general San Martín, a los
que usted no se ha dignado contestar, fueron jamás dirigidos a un particular, y mucho menos,
a su despreciable persona?

Es incomprensible, su osadía grosera, al hacerme la propuesta de emplear mi sable con una


guerra civil.

¡Malvado! ¿Sabe usted si éste se ha teñido jamás, en sangre americana?

Y me invita a ello usted al mismo tiempo que en la gaceta que incluye del 24 de agosto,
proscribe al congreso y lo declara traidor, al congreso que usted ha supuesto, tuvo la principal
parte en su formación.

Sí, tuvo usted gran parte, pero fue en las bajas intrigas que usted fraguó para la elección de
diputados, y para continuarlas, en desacreditar por medio de la prensa y sus despreciables
secuaces, a los ejércitos aliados, y a un general de quien usted no había recibido más que
beneficios, y que siempre será responsable al Perú de no haber hecho desaparecer a un
malvado cargado de crímenes como usted.

Dice usted que iba a ponerse a la cabeza del ejército que está en Huaraz, y ¿habrá un solo
oficial capaz de servir contra su patria y, más que todo, a las órdenes de un canalla como
usted?
¡Imposible!
Escribo al coronel Urdininea, pero es haciéndole un retrato de la negra alma que usted
alberga.

Eh, basta… Un pícaro no es capaz de llamar por más tiempo la atención de un hombre
honrado”.

NOTA:

José de la Riva Agüero Sánchez Boquete fue el primer presidente de Perú, electo por el
congreso peruano instalado por el general San Martín. San Martín no sentía aprecio por ese
hombre, porque había formado parte de la revuelta que hiciera renunciar a su ministro
Bernardo de Monteagudo, cuando San Martín fuera a verse con Simón Bolívar.

Riva Agüero le escribió en dos oportunidades, pidiéndole que regresara para hacerse cargo
del ejército de Perú, por el peligro del ataque del ejército español que estaba en la sierra.

Y a la vez, estaba distanciado del congreso peruano, al cual él mismo había disuelto y
declarado traidor, para erigirse con ese hecho como dictador.

Su capital ahora era Trujillo, al norte de Lima, ya que Lima tuvo que ser evacuada de patriotas,
siendo ocupada por los realistas.
Y su breve gobierno terminaría al arribar Bolívar con el ejército que tenía a su mando.

Bolívar se apoderó militarmente del panorama, y ahora Riva Agüero comenzó a comunicarse
con los españoles para la devolución de la soberanía realista.

Más adelante fue perdonado por los colombianos, que lo dejaron que se retirara a Europa.
Viviría bastante cerca de San Martín, en Bélgica. Años después volvería a Perú, siendo
desterrado de nuevo y otra vez regresando.

Como no podía seguir gobernando Perú por la presencia de Bolívar, ¡había preferido entregar
Perú a los españoles!

Pero éste debe haber sido el primero que valorizó a San Martín cuando ya no lo tenía más a
mano.

Seguramente hubiera hecho pelear a San Martín con los miembros del congreso y hasta con
el ejército de Bolívar.

Y la carta precedente ha sido, con toda certeza, escrita por San Martín su casa de la chacra
de los Barriales, cariñosamente por él llamada “mi Tebaida”.

San Martín se retiraría de este lugar el 20 de noviembre de 1823.

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