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Mejor educación y empleo para jóvenes son clave para aprovechar el bono demográfico

La mayoría de los países de Iberoamérica atraviesa actualmente una coyuntura favorable para el
desarrollo económico gracias al denominado “bono demográfico”, situación que impacta especialmente
a los jóvenes de la región.

El bono demográfico hace referencia a una fase en la que el balance entre las edades de una
determinada población genera una oportunidad para el desarrollo. Ocurre cuando cambia
favorablemente la relación de dependencia entre la población en edad productiva (jóvenes y adultos) y
aquella en edad dependiente (niños y personas mayores), con un mayor peso relativo de la primera en
relación con la segunda.

De esta forma, una mayor proporción de trabajadores no solo representa una reducción del gasto en
personas dependientes, sino que tiende a impulsar el crecimiento económico a través del incremento en
el ingreso y la acumulación acelerada del capital.

Según el documento Juventud y bono demográfico en Iberoamérica, editado por la CEPAL y la


Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ) con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones
Unidas (UNFPA) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), actualmente la región vive un
período en que las tasas de dependencia de la población han descendido hasta alcanzar mínimos
históricos, lo que abre nuevas ventanas de oportunidades, especialmente para los jóvenes.

Sin embargo, advierte que este bono se traducirá en beneficios reales para este grupo etario solo si se
realizan inversiones en capital humano, sobre todo en educación y empleo.

Según el documento, la disminución sostenida de la fecundidad en varias naciones produjo una


liberación de recursos financieros que posibilitaría una mayor inversión en la cobertura y calidad de la
educación. Este hecho se observó en todos los países de la región y representó, en promedio, 19% de
aumento en los recursos disponibles por niño en edad escolar durante la última década.

Asimismo se prevé un incremento sustancial para la próxima década, de 15% en promedio, lo que
permitiría sostener económicamente una ampliación de la cobertura educativa en los niveles secundario
y terciario.

Por otro lado, el estudio muestra que los trabajadores jóvenes que se insertaron en el mercado laboral
en la última década sin haber completado la educación secundaria han enfrentado peores condiciones
laborales (desocupación, bajos ingresos y participación en empleos de baja productividad).

En el futuro, muy cercano en el caso de algunos países de la región y un poco más distante en el caso
de otros, se prevé que el envejecimiento sostenido de la población que muestra cada uno de los países
latinoamericanos invertirá la ecuación de dependencia, es decir, habrá un número creciente de
personas mayores dependientes frente a los jóvenes y adultos en edad de trabajar.

“Esta situación exigirá el ajuste de programas y políticas públicas en diversas áreas, como la provisión
de cuidados de larga duración y el financiamiento de pensiones para una población progresivamente
envejecida”, indica la publicación.

Finalmente señala que sociedades más incluyentes, con mayor participación de los jóvenes en
sistemas de educación de calidad y en el empleo productivo, serán más exitosas frente a los desafíos
del envejecimiento de la población.

Bono demográfico
Guillermo Westreicher
Lectura: 4 min
El bono demográfico es un periodo donde la población activa e inactiva en edad de trabajar
superan en cantidad a las personas económicamente dependientes (niños y adultos mayores).
Usualmente, se considera personas en edad de trabajar a aquellas que se encuentran entre los
15 y 60 años.
En términos mucho más simples, el bono demográfico es un periodo donde las personas en edad de
trabajar superan en cantidad a las personas económicamente dependientes.

Este fenómeno demográfico ya se vivió en muchas naciones y otras aún lo están experimentando,
sobre todo, aquellas economías en vías de desarrollo.

Origen del bono demográfico

El origen del bono demográfico es la caída de la tasa de fertilidad. Si hay menos hijos por persona,
menos niños y adolescentes necesitarán la ayuda económica de sus padres.

Como consecuencia de lo anterior, el país alcanza una importante cantidad de adultos capaces de
generar excedentes económicos. Aún no hay suficiente avances en medicina y tecnología, por lo que la
población no se encuentra envejecida.
Desenlace del bono demográfico

Eso sí, poco a poco y al mismo tiempo, se suceden avances en la ciencia y en la medicina. Lo que hace
caer el índice de mortalidad infantil e incrementar nivel de longevidad en el mundo.

Todos estos factores contribuyen a que se acelere el envejecimiento de la población. Así, llegará un
momento en que los trabajadores e individuos potencialmente productivos serán el grupo minoritario.
Por todo lo explicado, el bono demográfico es una ventana de oportunidad. Cada país lo experimenta
en un momento distinto, dependiendo de su su nivel de desarrollo.

Características el bono demográfico

Entre las características del bono demográfico destacan:

 Es un plazo en el que se puede generar mayor ahorro e inversión en el país. Ello, debido a que
la fuerza laboral no debe destinar tantos recursos en mantener a los individuos dependientes.
 Es un periodo en el que es recomendable realizar inversiones importantes a largo plazo, por
ejemplo, en capital humano e innovación. De esa manera, los trabajadores serán más
productivos y puede aumentarse la tasa de crecimiento económico.
 Durante este lapso, al haber más personas laborando, se recaudan más tributos. Así, el
Gobierno cuenta con más fondos que puede destinar a distintas inversiones tanto en capital
físico como humano.
 El bono demográfico precede a otro periodo en el que la edad promedio de la población se eleva.
Esto genera presiones sobre las instituciones estatales o privadas a cargo de administrar las
pensiones de los jubilados, por ejemplo, la Seguridad Social.
Ejemplo de bono demográfico

Con el objetivo de ilustrar el periodo del bono demográfico, vamos a poner un ejemplo. Explicaremos de
forma rápida y sencilla el bono demográfico. Es decir, iremos viendo como cambia la estructura
poblacional y en qué momento se da el concepto que estamos estudiando.

Etapa 1: Pirámide poblacional tradicional


Esta pirámide poblacional es propia de países subdesarrollados. También puede darse en países en
vías de desarrollo. Esta pirámide poblacional se caracteriza por la existencia de muchos niños y
adolescentes. Así mismo, está compuesta cada vez por menos adultos y por aún menos por personas
de edad avanzada.

La razón de tal cantidad de jóvenes es la inexistencia de planes de jubilación. No existe seguridad


social que asegure que cuando las personas se jubilen tengan cuidados. Eso, junto con una mortalidad
infantil superior a lo normal, inclina a este tipo de estructura. Además, los escasos avances en medicina
y ciencia arrojan una esperanza de vida más reducida.

Etapa 2: Pirámide poblacional con bono demógrafico

Es propia de países en vías de desarrollo cuyo crecimiento económico es cada vez mayor. La pirámide
poblacional no pasa de una estructura a otra de forma inmediata. Lo que ocurre es un periodo de
transición que dura años. Ese periodo de transición da lugar a otro periodo que denominamos bono
demográfico.

Los avances médicos son cada vez mayores, el estado de bienestar comienza a instalarse. Eso
produce que en un momento determinado, la población en edad de trabajar sea muy superior a la
económicamente dependiente.
Etapa 3: Pirámide invertida

Por último, debido a la poca tasa de fertilidad, a la instauración del estado de bienestar, los avances en
medicina y los cambios en el estilo de vida, la población envejece. Esta pirámide es propia de los
países desarrollados.
En estos casos se plantea un problema de sostenibilidad del estado de bienestar. Las pensiones de los
jubilados, así como otros servicios estatales, se financian gracias a los cotizantes. Si hay pocos
cotizantes, es decir, pocas personas trabajando, entonces se recauda menos. Si se recauda menos, la
seguridad social debe hacer recortes para ser sostenible. O, en caso contrario, realizar algún tipo de
ajuste.

El desperdicio del bono demográfico

El bono demográfico es un fenómeno que se da cuando el volumen de la población


en edad de trabajar, que se ubica entre 14 y 59 años, supera a la población
dependiente (niños y ancianos). Una mayor proporción de población en edad
productiva representa menor carga para la sociedad y también es la que ayuda a
impulsar el crecimiento económico, pues al estar trabajando genera productos,
ingresos y acumulación de capital. Sin embargo, para que el bono demográfico se
traduzca en un beneficio real, es necesario que en este breve periodo de tiempo se
incremente la inversión educativa, se mejore el capital humano sobre todo de los
jóvenes, pues en ellos se encuentra el mayor potencial de desarrollo.

En México y en muchas partes del mundo, el bono demográfico no es plenamente


aprovechado como la oportunidad para desarrollar el capital humano y potenciar el
crecimiento.

Al menos en el caso de nuestro país, mucha de la población joven, de entre 15 y 24


años de edad, migra hacia los Estados Unidos en busca de empleos y los que se
quedan son los que mayores dificultades enfrentan para encontrar empleos.

La educación que siempre es utilizada como garantía para lograr un mejor empleo
se ha convertido en la gran desilusión para millones de jóvenes egresados de
carreras técnicas y superiores que no encuentran trabajo o que si lo encuentran, es
en un área diferente a la de su formación. Mucho de nuestro bono demográfico es
desperdiciado realizando trabajos poco calificados o bajo condiciones laborales
injustas, con ello la sociedad se priva de su potencial real y talento. Casi siempre en
las estadísticas de desempleo a quienes les va peor es a los trabajadores de 14
años y más con educación media y superior que al resto de la población.

Por ejemplo en lo que va de 2012, para este grupo, la tasa de desempleo es de 6.1
por ciento versus la tasa general de 5.1 por ciento. Los jóvenes de 15 a 24 años
enfrentan una tasa de desempleo mayor de 9.8 por ciento.

Aun así México está mejor que algunos países desarrollados.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, mientras


España tiene una tasa general de desempleo de 24.3 por ciento, para los jóvenes de
15 a 24 años es de 48 por ciento.

Es decir, casi cinco de cada diez jóvenes que buscan trabajo se encuentran
desempleados, en México es uno de cada diez jóvenes.

A diferencia de aquellos países europeos, México todavía cuenta con algunos años
más para aprovechar su bono demográfico. La Comisión Económica para América
Latina y el Caribe estima que esta ventana de oportunidad llegará a su fin a
principios de la década de 2020, para pasar a una etapa donde la tendencia se
revertirá, es decir, la población dependiente empezará a aumentar más que la
población productiva.

Es requisito urgente mayor inversión en capital humano, sobre todo que los jóvenes
tengan oportunidades de tener empleos bien remunerados, pues esto garantizará el
financiamiento del gasto futuro.

Bono demográfico: Venezuela pierde su última oportunidad

09/11/2017

VÍCTOR AMAYA

@victoramaya
BONO DEMOGRÁFICO | EDAD PRODUCTIVA | INSTITUTO NACIONAL DE
ESTADÍSTICAS | POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA |
Desde hace casi una década el país atraviesa un bono demográfico, determinado porque la
mayoría de la población está en edad económicamente activa. Pero si el grueso de la
población se enfrenta a precarias condiciones de vida y a la violencia del segundo país con
más asesinatos del mundo, mientras no pocos deciden marcharse a otros mercados,
pudiéramos perder la última oportunidad de salir del subdesarrollo

Venezuela vive y come del petróleo. Tal dependencia limita grandemente el desarrollo económico de la
nación. Pero tal vulnerabilidad económica, signada por los vaivenes del mercado internacional, no es la
única alarma para los años por venir. Desde hace casi una década, según el Instituto Nacional de
Estadísticas (INE), Venezuela “disfruta” de un bono demográfico, un fenómeno determinado porque la
mayoría de los habitantes de un país está en edad productiva. Lo curioso del asunto, es que solo ocurre
una vez en la historia de una nación. Ciertas circunstancias confabularon para que la tierra criolla tuviera
un segundo “boom”, mucho más valioso y productivo, el del capital humano. La mala noticia es que se
está desaprovechando.

La Población Económicamente Activa (PEA) comprende las edades entre 15 y 59 años, su período de
mayor capacidad de generación de riqueza, según dicta el Fondo de Población de Naciones Unidas.
Estimaciones del INE sobre los resultados del Censo 2011, indican que el 66% de los 30 millones de
habitantes estimados se ubica entre 15 y 64 años, edad laboralmente activa para el Estado venezolano. Se
trata de un proceso de transición demográfica, donde la pirámide poblacional va mutando, perdiendo tal
condición, y por tanto reduciendo la cantidad de menores de 15 años y el índice de natalidad.

Venezuela madura. La frase “este es un país joven”, tan manida por la demagogia de siempre, va
quedando vetusta, muy poco a poco. Se pudiera decir, en todo caso, que el país es adolescente. “Ya la
población no tiene mayoría de niños, y eso es muy importante para la vida de un país porque significa
que las personas entre 14 y 34 años son las que más trabajan y en las que menos tiene que invertir el
Estado en educación y salud. Por eso se dice que baja la dependencia”, puntualiza Mabel Mundó,
investigadora del Área de Desarrollo Cultural y Educativo del Centro de Estudios del Desarrollo
(Cendes), de la Universidad Central de Venezuela, UCV.
En términos llanos: más gente para trabajar pudiera generar más riqueza, mano de obra calificada y
ahorros nacionales para cuando el bono demográfico termine, alrededor de 2050 en el caso venezolano –
según el INE-, y toda esa cantidad de gente pase a ser tercera edad y, por tanto, más dependiente y
necesitada de servicios de salud y seguridad social. Sin embargo, estamos a las puertas de vivir otra
oportunidad perdida.

Por el camino que vamos, “el peligro inminente es que vamos a tener una población en edad
de trabajar muy empobrecida y sin capacitación ni oportunidades de inserción; y además
un creciente volumen de personas que requerirá atención que no podrá recibir por la
falta de servicios institucionalizados”, refiere Genni Zúñiga, socióloga e investigadora del Instituto
de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Si el presente
luce complicado, el futuro es color petróleo.
Entre colas y Maiquetía

No solamente es necesario cuidar la formación, la capacidad de tener una mejor mano de obra. Sino
también cuidar el empleo productivo, tener políticas laborales eficientes, pensadas en producir más y
mejor riqueza, con estructuras de empleo que involucre escalas de ascensos. Además, es necesario ver el
cuadro completo. “Hay que verlo como una panorámica y no dejar el foco solamente en la población
activa. La infantil disminuye y la tercera y cuarta edad van en aumento. ¿Qué estamos haciendo para
ellos? A esa tercera edad solamente se le está otorgando pensiones y reconocimiento, pero no se le
garantizan servicios, inserción ni educación de adultos. Cuando transitamos procesos demográficos se
afectan todos los grupos poblacionales, por lo tanto la atención tiene que ser a todo nivel”, explica
Mundó para quien el problema es más complejo a como lo ven los teóricos del desarrollo como
crecimiento, “que solo ven cómo aprovechar a la juventud y a la población más productiva”. A su juicio,
el INE ha asumido esa visión “equivocada” y “simplista”.
La falta de estadísticas es un problema más. “No sabemos qué está pasando”, dice la investigadora
del CENDES. No existen cifras oficiales que confirmen cuántos se han ido para no volver, aunque se
asume que quienes deciden fotografiar sus pies sobre el Cruz-Diez de Maiquetía como modo de
despedida suelen ser jóvenes profesionales, de los más capacitados y mejor formados “e incluso con una
inversión del Estado venezolano a cuestas. Se invirtió en algo que no vamos a aprovechar como país”,
apunta Zúñiga desde la UCAB. “Estamos frente a una población que forma parte del bono pero se fue.
Estamos reforzando los ejércitos laborales de otros países”, afirma la ucevista Mundó.

“En los estudios académicos se toma a quienes se contabilizan en censos de otros países,
pero eso solo registra a quienes están legales. Hay una subestimación importante”, añade
la ucabista, quien apunta en la urgencia de atender las razones para emigrar: “inseguridad, falta de
oportunidades o incluso porque el rumbo del país hasta en lo cultural no se parece a los valores de los
sujetos; y eso es muy preocupante porque esa ruptura evita que haya regresos”.

Quienes se quedan se enfrentan a otra realidad: los asesinatos son la primera causa de muerte en jóvenes
de 10 a 19 años, según un estudio de 2014 realizado por Unicef. Además, según Cofavic, 68% de los
homicidios que se cometieron en el país corresponden a jóvenes menores de 25 años. En junio de 2016,
la fiscal general Luisa Ortega Díaz reveló que la tasa de homicidios en el país es de 62 por cada 100 mil
habitantes, la segunda peor del mundo. Y en 2017, antes de irse al exilio, informó del incremento en el
dato: 70,1.

Si Venezuela no atiende la precariedad del empleo “productivo”, la necesidad de diversificar las


fuentes de riqueza, la educación, las condiciones de vida del grueso de la población ahora dedicada a
hacer colas y sobrevivir, la inseguridad, y hasta la ausencia de información oficial, “estamos
condenados a seguir dependiendo del petróleo”, dice Zúñiga. Sería un contraste con lo ocurrido
en naciones que aprovecharon su bono demográfico, particularmente los llamados “tigres asiáticos”
durante los años 90 -Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán-, que asumieron la coyuntura
demográfica focalizando sus políticas en formación de mano de obra especializada, con dinamismo
económico y generación de puestos de trabajo.

En Europa, la transición demográfica terminó, dejando una población adulta con grandes necesidades de
atención –como en los casos de Italia y España- y una menor cantidad de personas laboralmente activas.
“Si haces la tarea, aunque pases el bono tienes una población altamente capacitada y generando recursos
para atender al adulto mayor, pero en Venezuela no estamos haciendo nada para aprender de esas
experiencias positivas”, lamenta Zúñiga. Para 2050 faltan solo tres décadas, y el tiempo perdido no
perdona.

Sordera

Si el bono poblacional comenzó alrededor de 2007 –como afirma el Gobierno-, las recomendaciones
hechas desde 2011 han sido desoídas. Si el inicio fue en 2003, como registra la UCAB, es peor. “En
materia educativa tenemos que si bien se ha mejorado la inserción escolar a nivel de primaria, aún
persisten grandes deficiencias en secundaria”, dice Genni Zúñiga. Según la Encuesta de Juventud
elaborada por la UCAB, casi 1 millón de jóvenes entre 15 y 19 años no asisten a la escuela formal. “Otro
aspecto es la calidad de la educación impartida, que es un asunto donde el Estado debería estar de
cabeza trabajando para que un muchacho no sienta que el bachillerato es tan solo un peaje a superar
solamente si se quieren hacer estudios universitarios”, completa la investigadora de la UCAB.

En el tema educativo, además, ha sido admitido por el Ministerio de Educación (ME) el déficit docente,
especialmente en nivel secundario y para “las tres marías” (matemáticas, física y química). Según la
Memoria y Cuenta 2014 del ME, 7.803.684 personas cursan educación básica en 29.861 escuelas,
divididos en 3.467.714 alumnos de primaria y 2.339.355 estudiantes de bachillerato. La cantidad de
cursantes de la educación media disminuyó en 15 mil personas, a pesar de que en primaria la cifra creció.

“Lo estamos haciendo mal”, lanza tajante Mabel Mundó, también especialista en políticas públicas
enfocadas en educación. “En la juventud es donde se produce el gran abandono escolar, que es un
proceso de exclusión. Hay una brecha en cantidad de escuelas con respecto a los liceos y ese barranco lo
han tratado de solventar metiendo más gente en las secciones, pero no con suficientes profesores.
Además, ahora pulula la figura de los exonerados, porque no hay cómo darles las materias”.

Desde 2011 desde el propio Gobierno se han hecho alertas sobre el bono demográfico. Ese año, el
presidente del INE, Elías Eljuri, afirmó que tal transición demográfica se extendería entre 20 y 30 años y
debe aprovecharse con planes de educación, trabajo y salud que promuevan el crecimiento de la
economía. De lo contrario, solo quedaría “una hipoteca social”. Al año siguiente, Jorge González Caro,
representante auxiliar en Venezuela del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), planteó
urgencia de cultivar tal oportunidad única o convertir al país en un conjunto de “personas que no
generaron ahorros durante su juventud, viviendo en una sociedad sin personas que produzcan para
mantenerlos. Es decir, tendríamos un país envejecido y pobre”.

El propio exministro Haiman El Troudi escribió un trabajo académico en 2008 donde se preguntaba si el
país podrá atender “las cada vez mayores demandas de la población adulta mayor”, si la formación
garantizaba la inclusión de los adolescentes que pasarían a la adultez, si se contaba con el número
óptimo de planteles escolares o si se pensaba en “adoptar políticas de control o fomento de la
maternidad” o implementar “programas de migración masiva hacia nuestro país”. Las interrogantes
siguen pendientes.

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