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La servidumbre agraria en México en la época porfiriana
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La servidumbre agraria en México en la época porfiriana

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Este libro está integrado por un largo ensayo del autor sobre las condiciones de vida y de trabajo en las haciendas porfirianas, y por nueve testimonios, que se presentan en apéndices, acerca de las condiciones sociales imperantes en las haciendas mexicanas a fines del siglo XIX y comienzos del XX. El autor analiza las variantes regionales en las c
LanguageEspañol
PublisherEdiciones Era
Release dateJun 20, 2020
ISBN9786074451535
La servidumbre agraria en México en la época porfiriana
Author

Friedrich Katz

Friedrich Katz (Viena, 1927) durante la infancia emigró, junto con su familia, a la ciudad de México. Inició sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y posee doctorados de la Universidad de Viena y de la Universidad Humboldt de Berlín. Ha sido profesor en diversas universidades de Europa, Estados Unidos y México. Es profesor emérito de la cátedra Morton D. Hull en la Universidad de Chicago y, de 1992 a 2002, dirigió su Programa de Estudios Mexicanos que, desde 2004, lleva el nombre de Centro de Estudios Mexicanos Friedrich Katz. Su libro La guerra secreta en México (Era) fue distinguido con el premio Herbert Eugene Bolton que otorga la American Historical Association al mejor libro en inglés sobre historia latinoamericana. Su biografíaPancho Villa obtuvo de la misma asociación los premios Albert J. Beveridge Award al mejor trabajo de historia de América, y un segundo premio Bolton. En 1988 la Universidad de Guadalajara le concedió la Orden del Mérito Académico y el gobierno mexicano le otorgó la Orden del Águila Azteca. En 1995 el Congreso local de Chihuahua lo nombró ciudadano honorario de dicho estado. Ha recibido doctorados honoris causa de diversas universidades. Es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

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    La servidumbre agraria en México en la época porfiriana - Friedrich Katz

    Friedrich Katz

    La servidumbre agraria en México en la época porfiriana

    FRIEDRICH KATZ


    La servidumbre agraria en México en la época porfiriana

    Agradecemos a la Secretaría de Educación Pública la cesión de la traducción de este libro.

    Primera edición en Ediciones Era: 1980

    Traducción de Antonieta Sánchez Mojorada

    ISBN: 978-968-411-042-7

    Edición digital: 2013

    eISBN: 978-607-445-153-5

    DR © 2013, Ediciones Era, S. A. de C. V.

    Calle del Trabajo 31, 14269 México, D. F.

    Ninguna parte de esta publicación incluido el diseño

    de portada, puede ser reproducido, almacenado o transmitido

    en manera alguna ni por ningún medio, sin el previo permiso

    por escrito del editor. Todos los derechos reservados.

    This book may not be reproduced, in whole or in part,

    in any form, without written permission from the publishers.

    www.edicionesera.com.mx

    Índice

    Introducción

    Condiciones de trabajo en las haciendas de México durante el porfiriato: modalidades y tendencias

    Apéndice: Fuentes

    1. Yucatán, por Karl Kaerger

    2. Esclavitud en las haciendas, por Channing Arnold y J. Tabor Frost

    3. Los esclavos de Yucatán, por Henry Baerlein

    4. Tabasco-Chiapas, por Karl Kaerger

    5. Informe presentado al Segundo Congreso Agrícola de Tulancingo, por Refugio Galindo

    6. El centro, por Karl Kaerger

    7. El norte, por Patrick O’Hea

    8. El norte, por Karl Kaerger

    9. Sobre las tiendas de raya y los jornales de los obreros, con apreciaciones interesantes del Ministro Español

    Introducción

    En los años del Porfiriato, las haciendas en México alcanzaron su máxima extensión en la historia del país. Este desarrollo estaba estrechamente ligado a la penetración del capitalismo interno y externo en el campo mexicano. ¿Cómo afectaron estos factores las condiciones de vida y de trabajo de los peones y arrendatarios en las haciendas? ¿Mejoró o empeoró su nivel de vida? ¿Qué extensión tenía el sistema de servidumbre por deudas? ¿Puede considerarse como herencia de la época colonial o como el resultado del desarrollo del capitalismo en los siglos XIX y XX? Éstos son algunos de los problemas que este libro trata de analizar.

    Este volumen consta de siete partes: un estudio mío sobre las condiciones de vida y de trabajo en las haciendas porfirianas y seis testimonios de contemporáneos acerca de las condiciones sociales en las haciendas mexicanas a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Tres se refieren a Yucatán, donde el sistema de servidumbre llegó a tener el mayor desarrollo y asumió las formas más dramáticas. Channing Arnold y J. Tabor Frost fueron dos arqueólogos británicos que vinieron a hacer excavaciones en Yucatán a comienzos del siglo XX. Las condiciones de vida de los peones en las haciendas les causaron tan fuerte impresión, que se decidieron a describirlas en su libro The American Egypt: A record of travels in Yucatan,¹ del cual he extraído su testimonio.

    Henry Baerlein trabajó en México como corresponsal del Times de Londres. La controversia suscitada por el libro del periodista norteamericano John Kenneth Turner, México bárbaro,² en donde éste había denunciado el sistema de servidumbre en Yucatán y había sido violentamente atacado por los hacendados y las autoridades porfirianas por tal motivo, alentó a Baerlein a visitar Yucatán. Quería cerciorarse por sí mismo de las condiciones que imperaban en el campo yucateco. Las partes de su libro Mexico, the Land of Unrest³ reproducidas aquí, contienen el resultado de sus indagaciones.

    El tercer documento (apéndices 1, 4, 6 y 8) es de índole muy diferente. Karl Kaerger fue un perito alemán muy conocido que se dedicaba a estudiar las condiciones de trabajo en el campo. A fines del siglo XIX y a comienzos del XX, fungía como agregado agrícola en la Legación alemana en Buenos Aires. En 1899 el gobierno alemán lo mandó a hacer una gira por toda América Latina para estudiar la agricultura de este continente. El gobierno alemán preveía un conflicto con los Estados Unidos y quería ver hasta qué grado, en tal caso, América Latina podría remplazar a Estados Unidos como proveedora de productos agrícolas. Además, Kaerger debía examinar las posibilidades de inversión que la agricultura latinoamericana ofrecía para los capitalistas alemanes. Kaerger viajó por toda América Latina y los hacendados lo acogieron con mucha simpatía y le dieron cuanta información solicitó. Sabían que Kaerger no era un reformador social sino un representante de inversionistas potenciales. En contraste con los libros de Baerlein y Arnold y Frost, el informe de Kaerger intitulado Landwirtschaft und Kolonisation im Spanischen Suedamerika⁴ (Agricultura y colonización en la América del Sur española) es frío y carece absolutamente de simpatía por los trabajadores del campo. Es el informe más completo que se ha escrito sobre las condiciones en el campo mexicano durante el Porfiriato. Se refiere tanto al sur como al centro y al norte del país. Su frialdad misma aumenta la credibilidad en Kaerger. Nadie le puede atribuir simpatías por los peones. Es un inversionista que lo ve todo con criterios puramente económicos.

    El documento intitulado Estudio presentado por el señor doctor J. Refugio Galindo en la segunda sesión general del Segundo Congreso Agrícola de Tulancingo⁵ es de índole algo diferente.

    En las postrimerías del Porfiriato, altos dignatarios de la Iglesia católica mexicana organizaron, junto con hacendados y funcionarios del gobierno, una serie de congresos agrícolas. No participaron en estos congresos representantes de los trabajadores agrícolas y aparceros. Los congresistas pidieron una serie de reformas en el campo: la prohibición de la venta al menudeo de bebidas alcohólicas, la creación de campos deportivos y de centros de diversión para los peones, la fundación de escuelas regionales y la formación de maestros para enseñar doctrinas religiosas. Pedían un aumento de sueldo para los acasillados que ganaban menos de 37 centavos y querían disminuir la influencia de las tiendas de raya, pidiendo que vendieran los productos al costo. Al mismo tiempo los congresistas se pronunciaron en favor de la abolición o por lo menos del debilitamiento del sistema de servidumbre por deudas.⁶ A algunos congresistas los animaban deseos filantrópicos. Otros querían modernizar la situación en el campo y establecer una agricultura capitalista productiva. Todos querían estabilizar la situación en el campo para prevenir disturbios o aun una revolución campesina. Esto lo expresó muy claramente en la sesión de clausura del mismo Segundo Congreso de

    Tulancingo el licenciado Manuel F. de la Hoz:

    La situación que guarda la población de nuestras inmensas campiñas ha sido en consecuencia, el privilegiado tema que ha ocupado la atención del Congreso. Comprendiendo que si el respeto a la autoridad es la clave para conservar la armonía y el orden en toda agrupación humana, ha aconsejado fomentar en el jornalero el espíritu de subordinación hacia sus inmediatos superiores, como que éstos representan al patrón de quien dependen. Hay que notar que a menudo tales superiores, mayordomos, ayudantes de campo, sobresalientes, capitanes de cuadrilla, engreídos con la superioridad de su cargo, hacen pesar con rudísima mano la férula ominosa de su mando sobre el infeliz labriego que tienen bajo su dependencia. A corregir este abuso debe acudir el hacendado, no sólo porque así lo exigen los fueros de la justicia, sino porque todo poder que se ejerce tiránicamente engendra la rebelión y predispone al odio y a la venganza. En cambio, una vez que se penetre el que manda de la alteza de su misión, y el que obedece de la nobleza de su sacrificio, el orden recobrará su imperio y no habrá disturbios que lo trastornen […]

    Esa doctrina imbuida al labriego desde niño le enseñará a soportar con resignación y con alegría la dura ley de su humilde condición; le advertirá el alcance de sus obligaciones consigo mismo y con sus semejantes; le adiestrará a reconocer la autoridad del que le gobierna, a respetar sin murmuraciones ni rebeldías la diferencia de clases que Dios ha permitido para el mayor esplendor de su gloria; le hará ligera su carga y suave el juego de la obediencia.

    El autor del trabajo aquí incluido, doctor Refugio Galindo, era médico y al mismo tiempo hacendado de la región de Tulancingo. Su informe contiene algunos párrafos acerca de la necesidad de mejorar la vida de los peones impidiendo que se embriagaran. Su propósito esencial, sin embargo, como él mismo lo afirma, era aumentar la productividad en el campo y al mismo tiempo establecer relaciones más cordiales y estrechas entre los amos y los peones. Su informe es sumamente revelador acerca de las condiciones en las cuales vivían los trabajadores agrícolas en la región de Tulancingo y en muchas partes de la región central de México. Revela las contradicciones en el campo entre la penetración capitalista y las condiciones semifeudales que imperaban en muchas haciendas.

    El quinto documento también es de origen latifundista. Patrick O’Hea era un inmigrante inglés en México que trabajó durante el Porfiriato como administrador de una hacienda en la región lagunera.

    Durante la Revolución, O’Hea fue cónsul británico en Torreón. Escribió sus memorias en 1954 y su descripción fue tomada de su libro Reminiscenses of the Mexican Revolution.

    El sexto documento es una descripción de una tienda de raya¹⁰ hecha por el ministro español en México. Aunque se trata aquí de una tienda de raya en una fábrica y no en una hacienda, hay tantas similitudes entre las dos, que he creído pertinente incluir esta descripción en el libro.

    De los seis documentos que junto con el estudio mío se publican en este libro, cuatro fueron escritos en la época del Porfiriato, uno se publicó en los primeros años de la Revolución y el último, el libro de Patrick O’Hea, fue escrito mucho más tarde y publicado en 1954. Lo que caracteriza a todos los trabajos de la época porfiriana, trátese de autores que simpatizaban con los peones, como Arnold Frost o Baerlein, o autores ligados a los hacendados, como Kaerger, es que se nota en casi todos un racismo muy pronunciado en cuanto a la población agrícola mexicana. Cuando describen la situación en Yucatán, hablan, refiriéndose a los mayas, de una raza degenerada.¹¹ Este racismo es producto de dos tendencias: por una parte el racismo de las potencias imperialistas tanto en Europa como Estados Unidos, que veían en los pueblos dominados de Asia, África y América Latina razas inferiores. Al mismo tiempo era el producto del racismo que formaba una parte esencial de la ideología del grupo de los científicos en México. En contraste con los racistas europeos y norteamericanos, los científicos mexicanos, que eran en parte mestizos, trataban de limitar el racismo a los indígenas, excluyendo a los mestizos, en los cuales veían un factor de progreso. Justo Sierra, uno de los ideólogos más destacados del grupo de los científicos, veía en los indígenas a la parte de la población menos apta para el progreso en México. ¿De qué manera puede conciliarse un concepto racista hacia los indios y la afirmación de que los mestizos no participaban en la llamada degeneración de los indígenas? Justo Sierra trató de llevar a cabo esta conciliación afirmando que la inferioridad de los indígenas no era el resultado de factores innatos sino un problema de nutrición y de educación.¹²

    Aunque todos estos documentos son sumamente reveladores de las condiciones en el Porfiriato, adolecen, sin embargo, de un defecto común. Han sido elaborados por hacendados o por observadores y, con excepción de los documentos citados por Baerlein, hay muy pocos testimonios de los peones.

    En conclusión, se puede decir que tanto el estudio mío como los documentos citados aquí, representan sólo el punto de partida para una investigación más detenida de las condiciones en las haciendas porfirianas.

    Condiciones de trabajo en las haciendas de México durante el porfiriato: modalidades y tendencias

    Se han puesto de relieve dos de las muchas y profundas transformaciones que tuvieron lugar en el campo de México entre 1876 y 1910: la expropiación de las tierras comunales de las aldeas y la disminución del salario real de los trabajadores en las haciendas. Según los datos disponibles, al finalizar el Porfiriato más del 95 por ciento de las aldeas comunales habían perdido sus tierras.¹ El valor adquisitivo del jornal que recibían los trabajadores agrícolas en las haciendas disminuyó enormemente entre 1876 y 1910.²

    Estas estadísticas dan una visión parcial y limitada de las condiciones que imperaban en el campo. ¿Qué sucedió con los campesinos expropiados? ¿Se convirtieron en peones acasillados en las haciendas, en trabajadores industriales, o en labradores libres?

    Decir escuetamente que disminuyó el valor de los salarios reales que se pagaban a los trabajadores en las haciendas, no tiene mucho significado. Los salarios sólo eran una parte del ingreso del peón de hacienda y para determinar su estándar de vida hay que tomar en cuenta otros factores. ¿Tenía acceso el peón a las tierras de la hacienda y en qué términos? ¿Era peón por endeudamiento o trabajador libre?³ Si estaba endeudado, ¿cuán rigurosamente se cumplía o se podía hacer cumplir el sistema de peonaje por endeudamiento? Si el labrador era aparcero, ¿cuál era su parte de la cosecha y cuán segura era su posición? ¿En qué condiciones se alquilaba la tierra y qué servicios tenía que prestar a la hacienda el arrendatario? ¿Qué posibilidades tenía de movilidad vertical? ¿Qué proporción de trabajadores era de tiempo completo y qué proporción comprendía a los temporales?

    En este ensayo se discuten las variaciones regionales en estos aspectos de las condiciones de trabajo. Se pretende determinar cuán difundido e importante era el peonaje por endeudamiento en el México porfiriano, analizar las circunstancias en que se empleaba este peonaje e indagar qué otra alternativa de trabajo podía emplearse.

    Es difícil resolver estas cuestiones no sólo por falta de datos cuantitativos sino también por las tendencias tan contradictorias del sistema agrícola mexicano durante el periodo de Díaz. La expropiación en gran escala de tierras indígenas creó una nueva reserva de mano de obra. Las nuevas plantaciones, las minas, y en menor grado las industrias, tenían necesidad de trabajadores. Pero la oferta y la demanda no se concentraban en las mismas áreas. Las expropiaciones más grandes tuvieron lugar en la región más densamente poblada del centro de México; las plantaciones se desarrollaron principalmente en las tierras tropicales del sur, poco pobladas, mientras que la minería se concentró en los igualmente poco poblados estados norteños. El desarrollo del

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