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La puntuación

José Martínez de Sousa

Me pide ACTA colaboración en este Manual Formativo, publicación que tanto éxico ha alcanzado en
los pocos números que lleva editados. Para mí es un honor añadir mi granito de arena a la formación de
los miembros de esta asociación, a la cual pertenezco desde su fundación (reciente, por cierto).
Ninguna forma mejor, para cumplir el honroso encargo de ACTA, que incluir en esta publicación cier-
tos artículos de mi Diccionario de ortografía de la lengua española, editado en 1996 por Editorial Para-
ninfo, S. A., de Madrid. Con la autorización del editor, que agradezco sinceramente, he elegido del con-
tenido de esta obra cuatro materias que tal vez resulten interesantes para los miembros de la asociación:
las abreviaciones, la numeración, la puntuación y las mayúsculas y minúsculas. Ofrecemos en este núme-
ro la puntuación.

La puntuación tión de escribir, sino que es menester ver cómo


vamos poniendo los puntos y las comas...». Sin
La puntuación consiste en la colocación ade- embargo, la subjetividad debe quedar matizada
cuada de los signos de puntución y de entona- por el conocimiento del código puntuario del
ción para indicar al lector el sentido y el tono de español. Como dice Polo (1974, 116), «[...] toda
las oraciones y de cada uno de sus miembros. puntuación, por “literaria” o revolucionaria que
sea, deberá partir siempre de la norma». No se
1. Generalidades. Uno de los aspectos trata, pues, de que la puntuación sea subjetiva,
más complejos de la ortografía es la de puntuar, sino de que no existe una forma estándar de
pues de ello depende en muchos casos el sentido puntuar, igual y uniforme para todos y cada uno
exacto y la entonación adecuada de lo escrito. de los usuarios del lenguaje escrito. Sí es cierto
Puesto que los signos no son aditamentos fijos de que, dentro de la norma, cada uno es libre de
las palabras, oraciones o períodos, la puntuación emplear uno u otro estilo de puntuación (v.
se convierte, en cierta manera, en algo subjetivo. § 5.3-1; 5.3-2).
Como decía Azorín (cit. Mejía, 1980, 435),
«Cada autor tiene su librito, es decir, su estilo. Y 2. Necesidad de la puntuación. En rela-
cada autor puntúa a su modo. No es solo la cues- ción con la emisión (oral, manuscrita o impresa)

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de un mensaje que tenga un determinado sentido, esos casos en que decimos: «Lo ha dicho con
la puntuación es absolutamente precisa (en lo recochineo». En efecto, ¿cómo se manifiesta el
oral, la puntuación la marcan las pausas y la ento- recochineo en lo escrito? Una expresión como
nación). En la actualidad, salvo excepciones que ¡Qué simpático eres! puede encerrar una carga
luego veremos, no se concibe la emisión de un de ironía que no queda explícita de ninguna
mensaje con un significado concreto sin el auxilio manera en la forma gráfica de la expresión.
de un sistema de puntuación. Pero podría el texto
sin puntuación tener un sentido (tal vez uno para Así pues, no solo necesitamos la puntuación,
cada uno de los lectores). En efecto, conocemos todo el conjunto de los signos actuales (incluido,
textos antiguos y modernos sin puntuación algu- por supuesto, el auxilio que a la puntuación pue-
na, o con tipos de puntuación no sujetos a las nor- dan prestar los cambios de textura o forma de la
mas actuales. Las ventajas de estas formas de letra: fina, seminegra, negra, cursiva, versalitas,
apartamiento actual de lo que podemos conside- etcétera, con sus cambios de cuerpos o
rar normal —es decir, lo que se ajusta a una tamaños), sino que hemos de procurar sacar de
norma— no deben de ser dignas de excesiva con- ella todo el beneficio que nos sea posible. Y
sideración, a la vista de los resultados de su utiliza- quienes tengan imaginación, que inventen nue-
ción, como veremos más adelante. vas formas de complementar los signos ya exis-
tentes. No dotando a estos de funciones distin-
Tal vez no valdría la pena continuar si llegáse- tas, pues nada hay peor que cambiar las funcio-
mos a la conclusión de que cualquier sistema de nes de las cosas bien establecidas, sino creándo-
puntuación, actual o por inventar, es absoluta- los de nueva planta.
mente inútil, y que por consiguiente lo apropiado
es dejar que cada escritor hilvane su discurso 3. Origen de la puntuación. La necesi-
colocando las palabras y oraciones unas a conti- dad de la puntuación en la emisión de mensajes
nuación de las otras, en el orden que al emisor escritos se puso de manifiesto bien pronto en la
del mensaje le parezca más oportuno, sin más historia de la cultura humana, si bien, paradóji-
distinción que el espacio en blanco que las sepa- camente, el establecimiento de un completo sis-
ra de forma natural. Si eso fuera razonablemente tema puntuario debiera esperar siglos hasta
posible, sin duda en este momento se estaría adquirir cierta funcionalidad. La invención de los
aplicando de forma intensa. Y si bien es obvio, signos de puntuación se atribuye a un Aristófa-
por poco que se estudie, que todas las orto- nes. Pero no existe plena seguridad acerca de a
grafías existentes pueden reducirse aún más de cuál de los dos famosos Aristófanes se refiere la
lo que están, y que solo razones de conservadu- aseveración: si a Aristófanes de Bizancio, gramá-
rismo escrito las mantienen en un estado de tico alejandrino de la época de los Tolomeos (h.
complejidad no justificado, la puntuación, por el 257-h. 180 a. de C.), o bien a Aristófanes el
contrario, es objeto de estudio en una dirección comediógrafo griego (h. 445-h. 386 a. de C.), de
más bien contraria: cómo hacer que, con nuevos la época de Demóstenes y autor de comedias
signos si es preciso, el conjunto de signos utiliza- como Los comensales, Los babilonios, Los acar-
bles permita una más clara y exacta expresión no nianos, La paz, Lisístrata, Las ranas, Las nubes,
solo del sentido de lo escrito, sino también de Las avispas, Los caballeros, etc.
pausas actualmente inexistentes y de expresiones
de sentidos e intenciones que hoy prácticamente Algunos eruditos modernos atribuyen tal in-
no pueden sino insinuarse. Por ejemplo, salvo la vención a este último basándose en un pasaje de
ayuda del contexto, hoy resulta muy difícil indi- la Retórica de Aristóteles: «Leyendo a Heráclito,
car la entonación de una palabra o una frase iró- nadie ignora lo difícil de puntuarle», o bien en
nicas. Los puntos suspensivos no son, en algunos san Jerónimo, quien aseguraba «que Demóste-
casos, suficientes para dar a entender que la nes, que fue coetáneo del primero [Aristófanes el
palabra así grafiada se utiliza con ironía. El amor, comediógrafo], ya usaba la puntuación». Sin
la simpatía, el odio, el desprecio, etc., solo pue- embargo, no parecen razones definitivas para
den expresarse con las palabras adecuadas, pero suponer que fue este Aristófanes el inventor de
no se puede indicar la entonación precisa, la los signos de puntuación. Como sabemos, dado
intensidad de esa entonación. Por ejemplo, en que en la escritura antigua no existía la separa-

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ción de palabras, las pausas necesarias para c) el punto medio, que colocaba en la parte
dotar de sentido al texto debía hacerlas el lector. media de la línea (.) y equivalía a nuestra
Con esta consideración, es probable que las coma (,); indicaba una pausa pequeña.
vacilaciones de Aristóteles leyendo a Heráclito se
refirieran a esto y no al hecho de que Aristófanes Aristófanes tuvo seguidores ya en su propia
el comediógrafo hubiera creado ya los signos. El época, pero también en siglos posteriores, como
helenista germano Friedrich Blass (1843-1907) Dionisio el Tracio (h. 170-h. 90 a. de C.), san Isi-
asegura que en el siglo V a. de C. ya se conocían doro (h. 560-636), Alcuino (h. 735-804) y otros
los signos de puntuación, pero sin duda, tal tratadistas y escritores. Todos ellos aceptaron el
como él mismo apunta, se trataba de la indica- sistema aristofánico y se mantuvieron fieles a él,
ción rudimentaria de alguna que otra pausa. pero, pese a esta realidad y al hecho de que se
llegó a enseñar en las escuelas, es lo cierto que
Razones más poderosas y convincentes, a jui- no se ponía en práctica. Se consideraba como
cio de los expertos, existen para adjudicar la un lujo en la escritura.
invención de los signos de puntuación a Aristófa-
nes de Bizancio. Fue uno de los principales com- 3.2. Sistemas puntuarios medievales y
ponentes de la Academia de Alejandría, director modernos. Los copistas medievales prescindían
de su famosa Biblioteca y el mejor gramático de de los signos, y solo los empleaban cuando
la Antigüedad, según reconoce el gran filólogo quien encargaba la copia lo solicitaba expresa-
alemán Wilamowitz. Le tocó vivir una época de mente. Carlomagno ordenó en vano el empleo
esplendor cultural, la representada por Zenódoto de la puntuación, e igual resultado obtuvieron
de Éfeso (siglo III a. de C.), Calímaco de Cirene los gramáticos de la época. Si por un lado domi-
(h. 310-h. 235 a. de C.), Eratóstenes de Cire- naba la rutina de los ilustrados, por otra existía
ne (h. 284-h. 192 a. de C.), Apolonio de Rodas una gran ignorancia entre los copistas.
(h. 295-h. 230 a. de C.) y Aristarco de Samotra-
cia (220-143 a. de C.). Todos ellos prestaron Los manuscritos y códices más antiguos, si
especial atención a los estudios filológicos, y cuan- indicaban pausas, lo hacían mediante un
to tenía relación con la gramática se vio impulsa- pequeño blanco en la misma línea y con un trazo
do por su espíritu crítico. Pacientemente, depura- horizontal sobre la primera letra de la línea en
ron los errores de que estaban plagados los que se encuentra la pausa. Más adelante se intro-
manuscritos de los autores antiguos, añadiéndoles dujo el punto sobre la letra o en mitad de ella.
acentuación y puntuación. En cualquier caso, y La división en párrafos se indicaba de diversa
aunque no pueda probarse indubitablemente que manera, generalmente con signos marginales,
la invención de los signos de puntuación se le hasta que, al introducirse la forma mayúscula de
debe, cuando menos se reconoce a Aristófanes de las letras, esta indicaba el principio de párrafo.
Bizancio el mérito de ser el reformador de tales Los manuscritos latinos más antiguos carecen
signos y su propagador, de forma que de él parte de puntuación, y el párrafo se indica por letra
el moderno arte de la puntuación. mayúscula o signo especial. Cuando se añadía
3.1. Sistema puntuario de Aristófanes. puntuación (por ejemplo, en el Virgilio y el
El sistema de Aristófanes se apoyaba en tres sig- Terencio Vaticanos y en el Virgilio Florentino),
nos y en reglas fijas. Los signos eran los siguien- esta se reparte de manera muy irregular, de
tes: forma que unas páginas aparecen sin puntuación
y en otras esta se dispersa al azar. Hacia la mitad
a) el punto perfecto, que colocaba en la parte del siglo VII es frecuente separar las palabras,
superior de la línea (.) y cuyo valor equi- práctica que se mantiene en el VIII y que ya es
valía al de nuestro punto (.); indicaba una general en el IX.
oración completa;
Los signos de puntuación, cuando se emplean,
b) el bajo punto, que colocaba en la parte infe- son aún los creados por Aristófanes, pero en el
rior de la línea (.) y equivalía a nuestros siglo XI el bajo punto (.) sirve para indicar coma
punto y coma (;) y dos puntos (:); indicaba (,) y dos puntos (:), y para indicar punto (.) se
una pausa, pero que la oración no concluía; usan estos: . ; S >. En el siglo XII el signo V indi-

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ca punto (.) y coma (,), aunque para expresar XIX, emplea esa coma no solo ante y, sino tam-
ambas pausas existe el punto (.), y los dos pun- bién ante o: «Abdicar, dexar, o renunciar»; este
tos (:) se indican con este signo: .∪, empleado uso se suprime en 1817. Los signos de exclama-
también por algunos escritores de la época para ción e interrogación eran desconocidos en el
marcar los miembros de un período. siglo XVII, pero en la Ortografía académica de
1763 aparecen ya en su forma invertida, es
Durante el siglo XIII la puntuación vuelve a decir, con el punto hacia arriba: ¡, ¿. Esto quiere
aparecer totalmente descuidada. En los siglos XIV decir que, como todo, también los signos de
y XV el punto (.) se emplea para indicar el fin de puntuación, y la puntuación misma, se hallan,
la frase, y las pausas de la oración se indican con pese a que no lo advirtamos, en constante aun-
este signo: I. En el XVI, junto al punto redondo, que lenta evolución.
ya existente, se introdujeron el punto cuadrado
( ), la coma (,), los dos puntos redondos (:) y los
„
4. El sistema puntuario actual. El texto
dos puntos cuadrados ( ). La exclamación y la
„
„
que se ofrece al lector actual, a diferencia del de
interrogación se indican con signos especiales, las épocas clásica y medieval, no es un contí-
pero se emplean sin método. Algunos indicaban nuum monótono y lineal, sino que ofrece, consi-
el signo de interrogación mediante dos puntos al derado ese texto en su globalidad, una macroes-
fin de la frase interrogativa o con dos puntos tructura y una microestructura, palabras que
sobre la primera de sus palabras. Los paréntesis tomo de la lexicografía.
podían aparecer tal cual los utilizamos ahora [( )]
4.1. La macroestructura textual. La
o bien con estos dos signos: I I.
macroestructura textual es la estructuración del
La introducción de la imprenta (alrededor de texto, para su mejor manejo e intelección, en
1440), y en especial la actuación de algunos de divisiones tan amplias como el tomo, en lo relati-
sus prohombres, como Aldo Manuzio en Italia y vo a una división conceptual del texto, y el volu-
Geofroy Tory en Francia (en España ese papel lo men, que consiste en una división física, en
representaría Elio Antonio de Nebrija, nuestro ambos casos en razón de la extensión material
gran humanista), van fijando poco a poco una de la creación literaria, técnica o científica. La
serie de reglas para el empleo de los signos de estructuración del texto sigue con la parte, subdi-
puntuación con objeto de ordenar el discurso vidida en capítulos o lecciones, y estos, finalmen-
escrito y conseguir que los textos editados fueran te, en párrafos.
fácilmente leídos por una generalidad de perso- 4.1.1. VALORACIÓN DE LA MACROESTRUCTURA
nas. El libro ya no estaba destinado especialmen- DEL TEXTO. Para su correcta interpretación y dis-
te a adornar las bibliotecas de los pudientes y posición, el escritor, y consecuentemente la edi-
poderosos, como había sucedido, a lo largo de la torial que se encarga de preparar la edición de la
Edad Media, con el códice, sino que se pretendía obra con vistas a su publicación, establece unas
que llegase al mayor número de lectores. Para divisiones físicas para cada una de esas partes,
ello, naturalmente, había que aplicar una forma en función de su importancia relativa. Así, los
de codificación de los mensajes que fuera enten- tomos y volúmenes tienen generalmente unida-
dida por la generalidad de sus destinatarios. Los des físicas propias; las partes comienzan en pági-
primeros libros impresos, a los que llamamos na impar y pueden estar precedidas de una por-
incunables, que imitaron los últimos códices, fue- tadilla interna o portada divisioria que anuncia,
ron estandarizando el oficio de los diversos sig- con el título en la página impar y la página pos-
nos de puntuación. Pero su empleo ha ido terior en blanco, el contenido de esa división tex-
variando también en estos últimos siglos. Por tual; los capítulos, generalmente en página
ejemplo, en España se llegó a utilizar el punto nueva, que puede ser par o impar, y los párrafos,
después de los numerales, a la manera como en punto y aparte.
hoy se hace en alemán con los siglos: «El día 31.
de julio de 1715. años», y en el siglo XVII era 4.2. La microestructura textual. La
habitual poner coma sistemáticamente antes de microestructura textual es la estructura gramatical
la conjunción y: «Sonrisas, y lágrimas». La y tipográfica del párrafo y está relacionada con
misma Academia, en el siglo XVIII y principios del aspectos prosódicos o fonéticos (pausas y ento-

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nación), aspectos semánticos (el sentido de lo versalita, versal, etc. Sin embargo, no marcan
expresado) y aspectos estilísticos (la voluntad especialmente pausas, que, como se sabe, las
expresiva del escritor, el uso que el escritor hace indican los grupos fónicos, estén o no marcados
de los signos de puntuación). por signos de puntuación.
4.2.1. VALORACIÓN DE LA MICROESTRUCTURA 5. En qué estriba la puntuación. La
DEL TEXTO. Desde el punto de vista fonético, el ortografía nos dota de una serie de signos que,
párrafo se divide esencialmente en grupos fóni- bien elegidos y colocados en su lugar pertinente,
cos (porción del discurso comprendida entre dos permitirán que el destinatario de los mensajes
pausas), que a veces adoptan la foma de incisos escritos —el lector— no solo los entienda, sino
(oraciones incidentales) o de vocativos (persona que confiera la adecuada entonación a su lectura.
o cosa personificada a quien denominamos para Desde este punto de vista, en el conjunto de la
atraer su atención), cada uno de los cuales re- puntuación la entonación es como la prueba
quiere una entonación adecuada marcada en la fehaciente de que, por un lado, el texto está bien
escritura normalmente mediante los signos de puntuado, y por otro, ha sido bien leído. Así pues,
puntuación. al puntuar, el escritor debe pensar en el lector,
puesto que este, que es el destinatario de su men-
Las pausas (cesuras en poesía) son los silen- saje, debe poder interpretarlo sin problemas.
cios más o menos largos que se producen en la
cadena hablada tras un grupo fónico o una ora- No hay una forma estándar, única, de pun-
ción, y sirven para delimitar unidades semánticas tuar un escrito cualquiera. Más bien habría que
o sintácticas. Tales unidades pueden venir indica- decir que se puede puntuar bien y mal de varias
das por signos de puntuación o producirse inclu- maneras. En cualquier caso, en la puntuación
so en ausencia de ellos. intervienen cuatro factores: la sintaxis, la proso-
dia, la longitud de los fragmentos y el gusto per-
La entonación es la curva melódica producida sonal del escritor. No se confunda esto con la
por la sucesión de tonos de los sonidos que com- aseveración, demasiado a menudo repetida, de
ponen un fragmento de discurso. Puede ser que la puntuación es un hecho subjetivo. No
enunciativa (inflexión final descendente), interro- existe la subjetividad puntuaria, sino el gusto
gativa (inflexión final ascendente) y exclamativa puntuario o, en algunos casos, la necesidad de
(ascenso del tono hasta la sílaba acentuada de la optar por un tipo de puntuación en virtud de
palabra que se pone de relieve seguido de des- esos factores que hemos mencionado (v. § 1).
censo brusco).
5.1. Los signos de puntuación. Las par-
El tonema es la inflexión o cambio de tono tes que forman las oraciones y los períodos se
que se presenta a partir de la última sílaba tónica estructuran separándolas, cuando es preciso, con
del grupo fónico. Existen fundamentalmente tres: signos diversos que pueden ser comas, puntos y
cadencia (el tono desciende rápidamente a partir comas, dos puntos y puntos suspensivos, los
de la última sílaba tónica), anticadencia (el tono cuales, junto con el punto, constituyen lo que lla-
asciende rápidamente a partir de la última sílaba mamos signos de puntuación. Si a ello añadimos
tónica) y suspensión (el tono ni asciende ni des- los signos de entonación y los auxiliares, como
ciende a partir de la última sílaba tónica). veremos seguidamente, dispondremos de los ele-
mentos necesarios actualmente en uso para
Desde el punto de vista tipográfico, la entona- dotar a lo escrito, mediante pausas elocutivas
ción puede auxiliarse de los cambios en la grafía debidamente marcadas, de un sentido determi-
de las letras con que se expresa el texto, de nado. No es un sistema completo ni perfecto,
manera que según la disposición o el tipo de pero es el que la tradición nos ha legado después
letra, la entonación es una u otra. Por ejemplo, de siglos de utilización. Se trata, por consiguien-
los subtítulos, por el solo hecho de estar situados te, de un sistema compuesto de un conjunto de
de forma destacada en la página, o las letras, reglas y excepciones, pero abierto y perfectible.
palabras, sintagmas, frases, etc., por el hecho de
que estén escritos de forma distinta que el resto Los signos de puntuación son signos sin-
del texto; verbigracia, con letra cursiva, negrita, tagmáticos, es decir, que afectan a la frase, no a

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La puntuación

la letra ni a la palabra aisladas. Se dividen de la la escuela con faltas de ortografía. A mi entender,


siguiente manera: todavía es más grave que salgan sin saber pun-
tuar. Enseñar a puntuar es básico: es enseñar a
a) signos de puntuación, que son el punto (.), ordenar las ideas».
la coma (,), el punto y coma (;), los dos
puntos (:) y los puntos suspensivos (...); Precisamente por ello, como la experiencia
cotidiana sin duda demuestra a los profesores,
b) signos de entonación, que son la exclama- antes de afrontar la enseñanza del sistema pun-
ción (¡!) —mal llamada, incluso por la Aca- tuario y su aplicación es preciso desarrollar la
demia, admiración— e interrogación (¿?); competencia cognitiva de los alumnos. La pun-
tuación es el aspecto menos mecánico de todo el
c) signos auxiliares (auxiliares de la puntua- entramado ortográfico. Se puede desarrollar y
ción, se entiende, puesto que están dentro fijar con mayor o menor coherencia un conjunto
del esquema de los signos sintagmáticos, de reglas para el correcto empleo de la tilde
que sirven para puntuar y dar entonación), acentual, de las letras apropiadas para represen-
que son el paréntesis [( )], los corchetes tar los sonidos de un alfabeto, incluso (aunque
([
, ]), el menos o raya (—), las comillas («“ ‘ en menor medida) de las mayúsculas y minúscu-
”») y el antilambda o diple (< >). las. Sin embargo, a la hora de enseñar la puntua-
ción ya no es tan fácil.
La Academia, y con ella otros autores, inclu-
yen entre los signos de puntuación la diéresis (¨), No se trata necesariamente de aplicar una
el guión (-) y el igual (=). Si tenemos en cuenta regla sin fisuras o resquicios. Hay, naturalmente,
que los signos de puntuación sirven para indicar un entramado de reglas y excepciones que con-
las pausas o cambiar la entonación, los que se forman lo que hoy entendemos por puntuación,
acaban de mencionar no son signos de puntua- pero después, conocida la norma y a partir de
ción, ya que su función es muy otra. ese conocimiento, el estilo de la puntuación de-
pende de lo que en cada caso se persiga no solo
5.2. Complejidad de la enseñanza de la en función del estilo, sino también del sentido y
puntuación. Ciertamente, entre los aspectos hasta del ritmo en la lectura. Es más: sabido es
estrictamente ortográficos, este de la puntuación que cualquier texto o fragmento de texto puede
es el más complejo. Ello tiene explicación: se trata puntuarse de varias formas correctas o varias for-
de ordenar el discurso, de dotarlo del sentido en mas incorrectas. Azorín, que entre otras muchas
que queremos que el lector nos interprete. Si el cosas era periodista, no puntuaba igual que los
uso de los signos es erróneo, lo natural es que periodistas actuales. Mientras aquel estructuraba
también sea errónea la interpretación del discurso. pormenorizadamente el discurso, en el periodis-
En este caso, el emisor se ha equivocado grave- mo actual se emplea la frase larga, sujetos muy
mente, ya que una de dos: o su mensaje no alcan- explicativos y separación de sujeto y verbo por
za lo que se propone, que es comunicar algo, o, lo introducción de una cáfila de incisos interdepen-
que es peor, confunde al destinatario. dientes que, más que aclarar las ideas, las
Hay en todo ello, por supuesto, un hecho sub- embrollan muchas veces.
yacente: lo grave de quien puntúa mal no estriba En lo relativo a la enseñanza, la puntuación
solo en que ignore cómo utilizar apropiadamente presenta algunos problemas como los siguientes.
los signos de puntuación, sino en que, aun cono-
ciéndolos, carece de orden mental; se trata de una 1. El primer problema en relación con la
verdad axiomática: quien no sabe pensar ordena- enseñanza de la puntuación se deriva de la difi-
damente, estructurar coherentemente su pensa- cultad que en sí encierra la enseñanza general de
miento, no puede puntuar bien aunque conozca la ortografía. Tanto si uno la sabe enseñar como
los signos de puntuación. La consecuencia obvia si no sabe hacerlo, los alumnos, casi por unani-
es que quien no sabe puntuar no sabe expresarse midad, parecen no saber aprenderla, y lo normal
ni sabe comunicarse por escrito. Como dice Josep es que vayan pasando de nivel en nivel hasta lle-
M. Espinàs («Puntuació», Avui, 8.3.1990, 48): gar a la universidad sin saber ortografía y, por
«Nos quejamos de que muchos alumnos salen de consiguiente, sin saber puntuar un escrito.

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La puntuación

2. Los profesores de enseñanza básica y de texto escrito, la estructuración del discurso. Con
enseñanza secundaria deben tener conocimien- una cantidad apabullante de ejemplos de
tos gramaticales sólidos que les permitan explicar buena, mala y peor puntuación, el profesor
a sus alumnos las causas por las cuales unas Polo nos muestra las vísceras de un organismo
veces se puede poner coma y otras, en el mismo descuartizado sin piedad para que observemos
caso, es preferible no ponerla, siempre que no se cuán mal se utilizan esos signos que nos sirven
trate de una coma gramatical, digamos, «de obli- para ordenar el pensamiento en su manifesta-
gado cumplimiento». Por ejemplo, el alumno ción gráfica.
debería saber que, como regla general, entre
sujeto y verbo no debe haber coma, pero de- El profesor Polo establece unos tipos de pun-
bería poder entender por qué puede haberla en tuación que, resumidos, pueden esquematizarse
caso de sujeto excesivamente extenso y en algún así:
otro caso, como cuando entre sujeto y verbo hay
una oración incisa. 1. Atendiendo a la cantidad de signos emplea-
dos, tenemos los siguientes tipos:
3. El tercero y tal vez el más importante de
los problemas relacionados con la enseñanza de a) puntuación neutra, funcional o básica: esti-
la puntuación se deriva de la codificación de las lo de puntuación en que los signos pun-
normas por que se rige el sistema puntuario, de tuarios utilizados son los normativos, sin
las reglas de aplicación. Se trata de un sistema si que objetivamente sobren ni falten signos;
por un lado muy complejo, por el otro muy poco
b) puntuación suelta: estilo de puntuación que
normativizado por quien tiene potestad para
consiste en utilizar en el discurso escrito
hacerlo, que es la Academia Española. En este
menos signos sintagmáticos que si se lleva-
contexto, el más eficiente de los profesores resul-
ran hasta sus últimas consecuencias las
tará poco eficaz porque le será muy difícil hacer
posibilidades de colocación de estos sig-
comprender a sus alumnos las reglas de un siste-
nos;
ma desordenado y pobre. La solución, en algu-
nos casos, consiste en aconsejar a los alumnos c) puntuación trabada: estilo de puntuación
que lean mucho, que observen cómo puntúan que consiste en utilizar en el discurso escri-
los escritores o los redactores de los periódicos y to todos los signos sintagmáticos posibles,
revistas o, en última instancia, que sigan su pro- algunos de los cuales podrían suprimirse o
pio gusto. Solución pobre, en cualquier caso. no utilizarse sin que el texto cambiara de
sentido.
5.3. Los tipos de puntuación. El estu-
dio de la puntuación, que se había mantenido 2. Atendiendo al estilo de la puntuación, te-
en un nivel más bien bajo desde mucho tiempo nemos los siguientes tipos:
atrás, en una situación de estancamiento que a
nadie parecía preocupar (empezando por la a) puntuación semántica: estilo de puntuación
Academia misma, que se solazaba bajo la cari- que descompone el texto del discurso
cia del halago fácil), experimentó un decisivo escrito en función de las relaciones sintácti-
impulso cuando en 1974 apareció la obra Orto- cas de sus componentes; puede imbricarse
grafía y ciencia del lenguaje del profesor José en algunos casos con la puntuación prosó-
Polo. Fue como un revulsivo: tomando como dica;
punto de partida los escritos de los más diver-
sos tratadistas (por ejemplo, Ramón Carnicer, b) puntuación prosódica: constituye una
Ramos Martínez, José Fernández Castillo, Julio excepción de la puntuación semántica,
Casares, Hilda Basulto, etc.), entre ellos algunos que permitiría, por ejemplo, incluir una
ortotipógrafos (a los que por primera vez un coma entre un sujeto muy extenso y su
profesor universitario prestaba la atención que verbo; pero no siempre coincide con la
desde mucho tiempo atrás merecían), estableció puntuación semántica; por ejemplo, en no,
nuevos puntos de vista para el análisis de la señor la fonética no hace la pausa marca-
escritura a este nivel superior: la puntuación del da por la coma;

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La puntuación

c) puntuación estilística: puntuación que puntuación, aunque sí a menudo. Veamos los


depende del estilo propio de cada escritor, siguientes casos:
y en este sentido puede ser suelta o traba-
da; admite una utilización subjetiva de los Todos los días / después de desayunar / voy
signos en función de una situación concre- por el periódico;
ta y determinada. Y, en efecto, / literatura y filosofía llevan cosas
La puntuación, en español como en cualquier muy diferentes de la plástica;
otra lengua romance, es de sentido mayoritaria- Es, pues, vano ese intento / de hacerse las
mente semántico: se puntúa con la intención de cosas más sencillas y manejables // a medida
dar sentido a lo escrito, y esta es la principal fun- de la propia simplicidad.
ción de la puntuación. Sin embargo, aun dentro
de este esquema amplio, la puntuación puede Como se puede ver, en el primer caso hay
ser básica o estilística, y en ambos casos, suelta o dos pausas y ninguna coma; en el segundo, dos
trabada. comas y una sola pausa; en el tercero hay dos
comas sin pausas y dos pausas, una de ellas
5.4. Los problemas de la puntuación.
doble, no representadas por comas. Si realmente
5.4.1. PROBLEMAS DE PUNTUACIÓN PROSÓDICA. las comas marcasen siempre una pausa y la
Según el principio de la puntuación prosódica, ausencia de coma indicara que no hay ninguna
los signos de puntuación marcan pausas, pero pausa, la entonación de las tres oraciones ante-
hay casos en que el lector establece una pausa riores sería muy otra. A veces, la pausa larga
donde no existe ningún signo puntuario, y no la puede indicarse mediante los puntos suspenti-
hace donde este se halla presente. Por ejemplo, vos, una de cuyas funciones es esa precisamente:
no se hace pausa alguna en sintagmas como preparar el ánimo para lo que viene después.
sí, señor; Las pausas se dan necesariamente en las ora-
ciones incisas y en las de relativo explicativas;
no, señor; por ejemplo,
no, por cierto. El soldado, herido en la cabeza, avanzó peno-
samente;
Tampoco suele hacerse pausa en sintagmas
cortos, como Pobre, pero honrado, ni en otros El soldado, que había sido herido en la cabe-
casos de locuciones conjuntivas, aclarativas, con- za, avanzó penosamente.
firmativas, continuativas, consecutivas, adversati-
vas, etc., como sin embargo, no obstante, y en Obsérvese cuán distinta es la enunciación y ento-
expresiones o voces expletivas como pues y nación (también el sentido, naturalmente) si eli-
otras. Por ejemplo, cuando van precedidas de la minamos las comas y convertimos las frases en
conjunción y, la primera coma no se «lee», pese oraciones especificativas:
a su presencia gráfica:
El soldado herido en la cabeza avanzó peno-
Y, sin embargo, no viene. samente;
A veces ni siquiera se «lee» la segunda coma. La El soldado que había sido herido en la cabeza
coma gramatical permanece, pero la entonación avanzó penosamente.
hace caso omiso de ella.
5.4.1.1. Lectura y puntuación. Cuando un
En realidad, esto tiene que ver con los grupos autor pretende que su obra o una parte de ella
fónicos en que se fragmenta la cadena hablada tenga un determinado ritmo de lectura, más vivo
y, consecuentemente, con la entonación. El o rápido, más lento o reposado, se vale de una
grupo fónico, que se encuentra entre pausas de puntuación suelta en un caso y trabada en el
la articulación que comprenden una porción de otro. La oración corta y la abundancia de signos,
discurso o una sola palabra, no está necesaria- en especial puntos y puntos y comas, además de
mente circunscrito por comas u otros signos de todas las comas que sean posibles, incisos entre

70 Autores científico-técnicos y académicos


La puntuación

comas, paréntesis o rayas, no cabe duda de que Sin embargo, la puntuación semántica sirve
marcan un ritmo de lectura sincopado, lento, también para dar al discurso un sentido distinto del
cansino, como cuando se circula por calles estre- que tendría en otro caso. La importancia de esta
chas con muchos cruces y semáforos parpadean- puntuación se pone de manifiesto en ciertos ejem-
tes pidiendo constamente atención. Por el con- plos, algunos de ellos muy famosos, según los cua-
trario, una puntuación suelta hace dinámica la les suprimiendo, añadiendo o cambiando de lugar
lectura. Pero probablemente no pueda aplicarse una humilde coma podemos cambiar el destino de
indistintamente a cualquier texto cualquier siste- las personas y las cosas. Veamos algunos.
ma de puntuación. Incluso hay que pensar que
en una misma obra, en un mismo capítulo de Conocido es el caso del razonamiento del
ella, los ritmos de lectura serán distintos, depen- Doctor expuesto por don Jacinto Benavente al
diendo de las intenciones del autor. final de Los intereses creados:

5.4.2. PROBLEMAS DE PUNTUACIÓN SEMÁNTICA. «CRISPÍN. Y ahora, Doctor, ese proceso,


Hay casos de puntuación semántica que apenas ¿habrá tierra en la tierra para echar-
admiten discusión en cuanto a la presencia de al le encima?
menos un signo de puntuación, sea cual fuere DOCTOR. Mi previsión se anticipa a todo. Bas-
(coma, punto y coma, punto, puntos suspensi- tará con puntear debidamente algún
vos). Entre estos casos podríamos citar algunos: concepto... Ved aquí: donde dice...
1. La coma que necesitan las oraciones con- “Y resultando que si no declaró...”
dicionales en las que la prótasis y la apódosis se basta una coma, y dice: “Y resultan-
han invertido, del tipo Si vas a llegar tarde, avisa do que sí, no declaró...”. Y aquí: “Y
con tiempo. Es frecuente que el escribiente omita resultando que no, debe condenárse-
esa coma, que debe figurar siempre. le”, fuera la coma, y dice: “Y resul-
tando que no debe condenársele...”.
2. En estilo normal y corriente, las comas
obligadas que exigen los siguientes tipos de ora- CRISPÍN. ¡Oh, admirable coma! ¡Maravillosa
ciones: coma! ¡Genio de la Justicia! ¡Orácu-
lo de la ley! ¡Monstruo de la Juris-
— adversativas (Quiero ir al fútbol, pero no prudencia!».
me dejan; No es blanco, sino negro);
Cuando el Doctor habla de puntuar «debida-
— distributivas (Unas veces canta, otras llora); mente» se refiere, claro está, al hecho de que tal
— ilativas conclusivas (Pienso, luego existo); puntuación responda a sus intereses, es decir, a
interpretar a su modo un texto que tiene otra
— ilativas continuativas, cuyos nexos pues, interpretación, una antes de la manipulación,
en efecto, por consiguiente, en verdad, otra después. Obsérvese, no obstante, que en el
ahora bien, etc., van precedidos general- primero de los dos casos el cambio es más im-
mente de coma, punto y coma e incluso portante que una mera coma: ha de convertir,
punto y seguidas normalmente de coma o además, una conjunción (si) en adverbio de afir-
dos puntos; mación (sí). Crispín, naturalmente, llama «admi-
— yuxtapuestas semánticamente indepen- rable» a esa tan oportuna coma...
dientes, que asimismo pueden llevar 2. El siguiente ejemplo lo cita una de las
coma, punto y coma e incluso punto, apli- guías de estilo publicadas por los taquígrafos de
cables en estilo cortado (Llegué, vi, vencí). la Cámara de Representantes de Uruguay en
3. La coma en los vocativos, se haga pausa o agosto de 1960 (a su vez copiada de la obra Arte
se prescinda de ella, como en de la lectura de un tal Blanco y Sánchez): «En
cierta cámara popular, cuya determinación no
Sí, señor; importa, se levantó a hablar un ministro a quien
¡Sálvanos, Virgencita!; era hostil la mayoría. El orador, un tanto molesto
con aquella situación, dijo estas palabras, des-
Don José, acérquese. pués del exordio:

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La puntuación

El Gobierno necesita una mayoría parlamen- sin duda de ningún tipo, afecta también a la mane-
taria para que le ayude y para que le sirva... ra de puntuar, como una consecuencia del cambio
en la forma de construir el discurso. Construimos el
El ministro no pudo continuar: una tempestad lenguaje de manera distinta, lo entonamos y pro-
de gritos y denuestos ahogó su voz, y el desor- nunciamos asimismo de otro modo, y en conse-
den fue tan grande, que el presidente se cubrió y cuencia también la puntuación varía.
dio por terminada la sesión. Los diputados de la
mayoría exigieron luego que se explicasen cum- 5.4.3.1. El experimentalismo puntuario.
plidamente las palabras ofensivas: aquello era Polo (1974, 115-116) mantiene la teoría, que
llamar servil a la mayoría, y ninguno de sus dig- comparto, de que «no existe, en principio, ningu-
nos individuos se contentaba con menos que con na puntuación literaria especial: existe un sistema
la dimisión del ministro. Y, sin embargo, se con- de puntuación que es aprovechado, solo en
tentaron todos con muy poco. Al otro día, en el parte, en las situaciones que nos plantean los
extracto oficial de la sesión, se leía lo siguiente: temas y la intención anexa en lo que escribimos
normalmente; y que pueden presentarse situacio-
El Gobierno necesita una mayoría parlamen- nes semático-prosódicas tan complejas en cual-
taria para que le ayude, y para que le sirva, quier continuo del hablar -sea literario o no-,
una administración independiente. que, al traducirlo al sistema gráfico, nos veamos
obligados a salirnos de la norma -porque la
Los diputados ofendidos se dieron por satisfe- conocemos-, a llevar el sistema de representa-
chos con aquel breve signo, y el conflicto parla- ción gráfica más allá de lo usual». Y un poco más
mentario se deshizo al conjuro de una coma». adelante: «De ahí que nos opongamos a una divi-
sión, artificial, entre puntuación normal y puntua-
3. Según denuncia en el diario El País
ción literaria».
(2.1.1993, 14) José Luis García Remiro, en «Car-
tas al director», el nuevo catecismo de la Iglesia Sin embargo, esto no significa que la puntua-
católica contiene este pasaje: ción presente un modelo uniforme, de tal mane-
ra que no sea posible salirse de sus cauces. Muy
El terrorismo que amenaza, hiere y mata sin al contrario, como hemos citado antes (§ 1),
discriminación es gravemente contrario a la «cada autor puntúa a su modo», en palabras de
justicia y a la caridad. Azorín. Josep M. Espinàs (l. cit.) dice que cada
Añade el lector: «[...] quiere decir que hay autor puede escribir de más de una manera:
otro terrorismo que es bueno: el que mata discri- «Hay diversas soluciones para puntuar correcta-
minando bien a sus víctimas (por ejemplo, milita- mente un mismo texto, pero hemos de saber que
res). = Seguramente no es eso lo que quiere cada cambio de puntuación supone un matiz
decir, pero es eso lo que dice. = Para rechazar diferente de expresión».
todo terrorismo, faltan uno o dos comas que, en Habría, pues, que preguntarse: ¿a qué res-
este caso, cambiarían totalmente el sentido de la ponden entonces las heterodoxias gráficas y pun-
frase (como bien saben los escolares y parecen tuarias a que algunos autores —y no precisa-
haber olvidado los obispos) al convertir en expli- mente noveles— se dedican con tanto afán? Me
cativa (no especificativa) la oración que aparece atrevo a suponer tres causas principales:
complementando a la palabra terrorismo».
a) como trasunto de peculiaridades de los
En efecto, la frase necesita no una, sino dos personajes descritos: es obvio que una
comas, y quedaría así: criada sin formación escolar se expresará
de forma muy distinta que una persona
El terrorismo, que amenaza, hiere y mata sin formada, y en consecuencia puntuará en
discriminación, es gravemente contrario... consonancia con su falta de conocimientos
del código gráfico;
5.4.3. PROBLEMAS DE PUNTUACIÓN ESTILÍSTICA.
No se puntúa hoy como hace cinco siglos, por b) como expresión de unos ritmos de lectura
poner un ejemplo. La evolución de la lengua, ina- que resulten convenientes en función del
preciable a lo largo de una generación, pero activa contexto;

72 Autores científico-técnicos y académicos


La puntuación

c) como forma de superar lo que en un prosa a veces es conveniente introducir comas


momento dado pueda considerarse terre- de refuerzo, por ejemplo, antes de copulativa y
no trillado y prosaico o bien desprecio de después de una enumeración. El exceso de sig-
lo normativo para adentrarse en el labora- nos de puntuación no es necesariamente molesto
torio de la experimentación más o menos al lector. La escasez o la utilización arbitraria,
revolucionaria. más bien sí». Barral se refiere seguidamente a
que experimentos semejantes los ha visto en
De este último aspecto tenemos varios ejem- Autobiografía de Federico Sánchez de Jorge
plos, pero no todos obedecen a las mismas moti- Semprún, en la que en ciertos excursos solo apa-
vaciones. Ferrater Mora, en 1971 (cit. Polo, recen los dos puntos como signo de puntuación,
1974, 121-122), decía que «Por desgracia, algu- y atribuye este experimento a la influencia de las
nos escritores parecen más preocupados por la últimas novelas de Juan Goytisolo, «en las que
puntuación (o la antipuntuación) de lo que sería de todos modos -dice- el experimentalismo en
de desear. Parece como si creyeran que el servir- materia de puntuación[,] en tanto que forma
se mecánica y automáticamente de esos trucos parte de un intento más general de violación del
basta para la creación literaria -un aspecto de la lenguaje, parece menos injustificado». Y termina
demasiado arraigada creencia de que con salirse el autor tan largamente citado: «Una prosa com-
de las normas, sin más, ya se consigue algo, un plicada o no convencional [...] no gana nada con
beneficio sustancial, es decir, algo “nuevo”, y de la desnaturalización de todas las pausas a través
que la novedad, además, consiste en la “anor- de una puntuación que no orienta al lector acer-
malidad”». Y dice más adelante: «Consideremos ca de la estructura de la elocución y lo condena
brevemente la segunda operación que algunos a respirar igual por una coma entre palabras yux-
escritores ejecutan. Los aludidos se frotan las tapuestas y un punto y aparte de final y comien-
manos de gusto (“¡Qué bueno!, ¿no?”, “Miren zo de discurso. La puntuación tal como la hemos
(admiren) lo que hago”, “¡Cómo van a rabiar los heredado es hasta ahora el mejor apoyo de una
maestros de escuela (y otros)!”) cuando jugue- lectura que se quiere orientar».
tean con los tipógrafos: imprímase la página 39
al revés; la nota al pie de la página 101 se Miguel Delibes, en La hoja roja (Barcelona,
pondrá a la cabeza; no se busque la nota anun- Destino, 1975, cap. XVI ), presenta una carta
ciada en la página 125 porque se ha omitido escrita por una criada con la «ortografía» que a
deliberadamente; desde las páginas 130 a la 138 esta corresponde. Toda la obra está puntuada
se imprimirá el texto a dos columnas (no importa canónicamente, excepto esta intervención.
el orden); [...]».
El mismo Delibes, en Parábola del náufrago
Carlos Barral, en un artículo publicado en (Barcelona, Destino, 1969), utiliza una forma de
Cuadernos para el Diálogo, titulado «Punto alto» puntuación que pudiéramos considerar meta-
(núm. 247, 21-27.1.1978), muestra su irritación puntuaria: escribe coma donde él pondría el
tras la lectura de una novela solo puntuada con signo coma, punto donde pondría punto, abrir
un punto seguido de minúscula en cada caso. «El paréntesis donde abriría este signo, etc. Sin
joven autor candidato a editor -dice- hubiera embargo, se trata de un experimento incompleto,
forzado mucho menos la paciencia del lector edi- o cuando menos irregular, por cuanto también
torial si se hubiera atenido a una convención aparecen signos canónicos, y lugares donde
innegablemente útil y francamente difícil de sus- nosotros pondríamos coma y no aparece ni el
tituir. [...] Me confieso [...] muy conservador y nombre ni el signo.
desconfiado de las revoluciones tipográficas que
en lugar de acercar a una correcta lectura esta- Cabrera Infante, en Tres tristes tigres (Barcelo-
blecen la ambigüedad semántica como ley. Es na, Seix Barral, 1969, 28 ss.), reproduce también
cierto que en poesía el sistema de pausa no una carta escrita por una persona sin formación
siempre corresponde al sintáctico y que a veces ortográfica. El autor trata de imitar las caco-
conviene señalar pausas no convencionales, no grafías de la persona que escribe mal su lengua,
gramaticales, pero en esos casos es mejor coma pero es en ello bastante irregular, y se advierte la
de más que coma de menos. Incluso en buena artificiosidad de la grafía.

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La puntuación

Caso distinto es el del escritor chileno afinca- otro que la cierra, con un solo punto al final,
do en España Mauricio Wacquez, en cuya obra colocado después del paréntesis (aunque las nor-
titulada Paréntesis (Barcelona, Barral, 1975) no mas establecen lo contrario: el punto, en este
hay más signo de puntuación que la coma, aun- caso, ha de ir antes de cerrar el paréntesis).
que no desprecia el empleo de signos auxiliares
como el menos o raya, la exclamación y la inte- También Camilo José Cela y Julio Cortázar
rrogación. La obra, por lo demás, aparece ence- han utilizado la experimentación puntuaria para
rrada entre dos paréntesis, uno que la abre y crear nuevas formas de expresión.

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