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La Revolución Industrial en Gran Bretaña.

Ciertas condiciones específicas de Gran Bretaña y la combinación de todas ellas dieron como
resultado la primera Revolución industrial.
Debe destacarse que la economía británica creció a lo largo de todo el siglo XVIII. Inglaterra era
uno de los países más ricos del mundo al iniciarse la Revolución Industrial, y su situación era
muy diferente de la de los países subdesarrollados.

La economía británica
La población.
La población inglesa comenzó a aumentar a un ritmo acelerado.
El crecimiento demográfico tuvo como causa inmediata principal el aumento de la fecundidad
y el descenso de la mortalidad. El crecimiento de la fecundidad a su vez fue consecuencia del
incremento de la nupcialidad (casamientos) y de la reducción de la edad del matrimonio.
Creció el número de matrimonios por las condiciones económicas favorables de la economía.
Todo aumento de la población generaba un alza de los precios de los alimentos, al tiempo que
la capacidad productiva de la economía llegaba a sus límites. Cuando el crecimiento
demográfico superaba dicha capacidad, el precio de los alimentos se elevaba. Con ello se
generaba un desequilibrio que desembocaba en un aumento de la mortalidad, una reducción
de la fecundidad y el posterior descenso de la población.
El crecimiento demográfico era un proceso que terminaría en un desastre o en una
contracción económica.
La capacidad de crecimiento de la población era infinitamente mayor que la capacidad de la
tierra para producir alimentos para el hombre.
El problema era que la mejora de las condiciones económicas generaba un aumento de la
población, pero que la población creía más deprisa que la producción.
El desequilibrio entre la oferta de alimentos y el crecimiento de la población podía resolverse
por dos caminos:
1) Incremento de la mortalidad como consecuencia de la enfermedad y el hambre. Al
aumentar la mortalidad, la población se reducía, y el equilibrio se establecía.
2) Reducción de la natalidad, a través del matrimonio tardío y del control de la
reproducción.
El crecimiento de la población no desembocó en un período de hambre y mortalidad. Estaba
desapareciendo la correlación positiva entre tasa de crecimiento de la población y tasa de
cambio de los precios de los alimentos, lo cual permitía mantener un aumento sostenido. Ello
se debía principalmente al incremento de la producción agrícola, que había posibilitado
satisfacer la creciente demanda generada por el aumento de la población.

Las transformaciones en la agricultura.


La principal actividad económica en Inglaterra era la agricultura.
El incremento de la producción agrícola permitió no sólo que la población creciera a un ritmo
acelerado, sino que también una proporción cada vez mayor de ella pudiera trabajar en
actividades agrícolas, con lo cual aumentó la oferta de mano de obra para la industria y los
servicios.
La Revolución Industrial no hubiera sido posible sin una “revolución agrícola”.
La agricultura tradicional tenía una serie de rasgos que hacían muy difícil lograr incrementos
en la productividad. El sistema de rotación que se utilizaba dejaba en cada estación un tercio
de la tierra en barbecho, es decir, sin cultivar, para evitar su agotamiento. Como los
rendimientos eran bajos, la cantidad de animales que podían alimentarse era reducida, lo cual
producía a su vez, la escasez de fertilizante, que impedía un uso más intensivo del suelo. La
consecuencia más grave de esta situación era que si la población crecía a tasas muy elevadas,
la producción de alimentos no podía hacerlo al mismo ritmo. Ello generaba un desequilibrio
entre población y recursos que desembocaba en períodos de hambre y elevada mortalidad.
La nueva agricultura consistió en la combinación de tres elementos que se reforzaron
mutuamente:
1) La introducción de cultivos novedosos.
2) La alimentación de la ganadería en establos.
3) La supresión del barbecho.
El resultado fue que los campesinos pudieron tener más ganado y alimentarlo mejor, lo cual
aumentaba el suministro de productos animales. De animales mejor alimentados se obtenía
más abono, lo que contribuía a aumentar la producción de cereales.
Gracias al mayor uso de abonos y a la rotación de cultivos fue posible suprimir el barbecho, lo
cual permitió incrementar la superficie de tierra cultivable.
Se agregaron mejoras en las herramientas, en la selección de semillas y en los sistemas de cría
de ganado, que contribuyeron a elevar los rendimientos y a modificar las condiciones en las
que tenían lugar la producción agrícola.
El desarrollo de este proceso fue lento e irregular. No todos los suelos eran aptos para los
nuevos cultivos, pero la difusión de las innovaciones se veía también trabada por la falta de
capitales, la dispersión de las parcelas y la resistencia de los campesinos a las prácticas
innovadoras.

Los cercamientos: En el caso inglés, las innovaciones en las técnicas agrícolas fueron
acompañadas por modificaciones en los sistemas de propiedad. Los cultivos se llevaban a cabo
en franjas discontinuas y los campesinos tenían derechos. Esta forma de explotación de la
tierra había prácticamente desaparecido.
La desaparición de los campos abiertos se dio como consecuencia de las Leyes de
Cercamientos, que establecían la obligatoriedad de cercar tierras. Había nuevas parcelas en las
que los propietarios concentraban la superficie de tierra que antes tenían repartida.
El resultado de los cercamientos fue que una proporción muy alta de los pequeños
propietarios se vio obligada a vender sus tierras, que fueron compradas por grandes
propietarios locales o inversores provenientes de otras áreas. También se vieron perjudicados
los campesinos sin tierras que ocupaban campos comunales. Los campesinos expulsados de
sus tierras se transformaron en jornaleros o arrendatarios (que rentaban) con contratos de
corto plazo.
La concentración de la propiedad de la tierra generó una mayor desigualdad social, pero
contribuyó a incrementar la producción agraria, porque creció la superficie de terreno
cultivado.
Los cercamientos favorecieron la difusión de las innovaciones, en la medida en que los grandes
propietarios y arrendatarios disponían de mayor capital y mayor información para incorporar
los avances tecnológicos.
No hubo un proceso automático de innovación por parte de los propietarios. Mientras algunos
aplicaron a sus tierras las nuevas técnicas agrarias, otros dejaron esta decisión en manos de los
arrendatarios, y algunos ni siquiera las explotaron.
Los trabajadores al perder la propiedad de los medios de producción, se ven obligados a
vender su fuerza de trabajo en el mercado, en un sistema de producción basado en una
relación salarial entre propietarios de capital y trabajadores.
Los cercamientos habían dado paso a la agricultura capitalista.
Las industrias.
La actividad industrial tuvo en Gran Bretaña un crecimiento sostenido pero con un modelo
muy irregular tanto en términos regionales como sectoriales.
La producción tenía lugar a través de distintas formas organizativas, coexistiendo la producción
artesanal, el sistema de trabajo a domicilio y la manufactura centralizada.
 La producción artesanal: Se llevaba a cabo en los centros urbanos y los alrededores.
Además de la organización gremial tradicional, existían formas cooperativas de
producción entre artesanos de un mismo oficio.
Gran parte del avance industrial en Inglaterra consistió en la expansión de las
industrias artesanales a través del sistema de industria a domicilio.
 El sistema de trabajo a domicilio: Tenía como principal ventaja su flexibilidad. El
capital podía circular fluidamente de una industria a otra, ya que la parte inmovilizada
en inversiones fijas (edificios o equipos) era muy reducida. También la fuerza de
trabajo era flexible, dado que se trataba de una ocupación a tiempo parcial. Los
salarios eran muy bajos, en parte porque para los trabajadores constituían un ingreso
suplementario, y en parte porque la descentralización de la producción y la ausencia
de reglamentaciones gremiales daban a los empresarios un margen mayor de
negociación.
El desarrollo del trabajo a domicilio contribuyó por diversas vías al crecimiento
industrial. Permitió la capacitación de los trabajadores, y la acumulación de capital y
de experiencia empresarial por parte de los comerciantes empresarios. Ayudó a
sostener el crecimiento demográfico, al ofrecer mayores oportunidades de trabajo a la
población rural.
 La manufactura centralizada: Se basaba en técnicas de trabajo intensivo, en la
disciplina de los trabajadores y en la maximización de las habilidades como resultado
del trabajo artesanal.
En algunos sectores una de las causas de la centralización de la actividad eran los
requerimientos de capital, muy elevados debido a la escala de la producción.

El mercado.
 El mercado interno.
La conformación de un mercado interno en Gran Bretaña se vio favorecida por una serie de
factores.
1) Por el crecimiento de la población.
2) Por la ausencia de fronteras aduaneras internas y de cargas feudales, lo cual se veía
reforzado por una geografía que contribuía a la unificación, debido a las dimensiones
reducidas del territorio.
3) Por el sistema de transportes y comunicaciones. Se habían destinado fuertes
inversiones públicas y privadas a la extensión del sistema fluvial y a la construcción de
nuevos puentes y carreteras. Los transportes eran relativamente fácil y baratos.
4) Por las necesidades y pautas de consumo de sectores urbanos, en especial las clases
medias. Los mercados urbanos en gran escala de bienes de consumo barato se
desarrollaron tempranamente. Los cambios de los gustos de las clases medias se
vieron fomentados por el comercio internacional. Los mercados de artículos
extranjeros crecieron rápidamente. Parte de la demanda de nuevos artículos
manufacturados fue determinada por la moda, que variaba según las jerarquías
sociales. La pauta la dictaba la aristocracia, que era imitada por los otros sectores
sociales. Algunos empresarios fabricaban artículos para la realeza y la aristocracia, y
luego producían artículos parecidos para el resto de la sociedad. Además de imitar a
los más ricos, las clases medias incrementaron el consumo de bienes domésticos.
 El mercado externo.
Inglaterra contaba con la ventaja de poder acceder a un amplio mercado externo. Había ido
desarrollando su flota hasta transformarse en la principal potencia marítima mundial. Poseía
importantes territorios coloniales (sobre todo las 13 colonias de América del Norte) pero
además de ello tenía relaciones internacionales gracias a la extensión de su poderío naval y a
su política exterior, con las colonias españolas y portuguesas en América, y con otras áreas de
ultramar.
El Estado había mantenido mediante su política exterior, la expansión económica y comercial.
De su participación en las guerras, Inglaterra había obtenido territorios coloniales y tratados de
comercio preferenciales. Las Actas de Navegación que establecieron privilegios para los barcos
ingleses en el comercio de ultramar habían servido para proteger la flota inglesa y para
debilitar el poderío naval holandés.

 ¿Consumo interno o consumo externo?


Algunos dicen que el mercado interno jugó el papel decisivo, otros se lo atribuyen a las
exportaciones.
Hoy predomina la tendencia de otorgar un rol determinante al mercado interno y a enfatizar el
papel de las exportaciones para el período posterior.
El comercio exterior no tuvo un papel decisivo como motor de las transformaciones en las
primeras décadas de la industrialización, pero una vez en marcha el proceso de cambio, una
proporción creciente de la producción de los sectores más modernos de la industria estuvo
destinada al mercado externo.

Una sociedad abierta al cambio.


Se trataba de una sociedad menos rígida que las de la mayoría de los países del continente,
más abierta a los cambios y a las innovaciones.
Se distinguía por una extraordinaria sensibilidad a las oportunidades de dinero, y por una
aprobación a las innovaciones y de la búsqueda de riqueza como modo de vida.
Las barreras a la movilidad social eran más bajas que en el continente, y la distribución de la
renta más equitativa. Eso incidía en las pautas de consumo y creaba condiciones favorables
para la producción de bienes de consumo masivo, pero también favorecía la diversidad y el
movimiento de las personas hacia nuevas ocupaciones.
Gran Bretaña no poseía una superioridad científica y técnica con respecto a Europa, con
respecto a la educación, algunos de ellos la aventajaban. Pero para la primera Revolución
Industrial estas condiciones no fueron decisivas. La realización de los primeros inventos se
encargó en su mayoría los artesanos, y las nuevas máquinas eran sencillas construir y de fácil
uso.

La primera Revolución Industrial.


La periodización.
La periodización cambia según qué aspectos se enfaticen y según se vea el proceso como una
ruptura más o menos violenta.
Pueden distinguirse dos fases:
1) En la primera fase tuvo lugar un acelerado proceso de innovación en algunos sectores
clave, que fueron la industria textil y la metalúrgica. Este proceso generó cambios en la
organización y un rápido aumento de la producción, a partir de los cuales la economía
inglesa comenzó a diferenciarse de las economías de Europa.
2) La segunda etapa fue el período de difusión de la mecanización y del sistema de
fábrica. El incremento del uso del vapor como fuente de energía permitió que la
industria se concentrara cada vez más en las ciudades. Al final de esta fase comenzó la
construcción de los primeros ferrocarriles.
Gran Bretaña se había transformado en “el taller del mundo”. La producción de muchos bienes
había alcanzado niveles que no tenían paralelo en ninguna parte. Los costos de producción se
habían reducido, convirtiendo a la industria británica en la más competitiva del mundo.
Las rentas reales de la población se habían elevado, gracias a la creciente disponibilidad de
bienes y servicios.
Todo ello se debió principalmente a la expansión del sistema de fábrica y a la difusión de la
innovación tecnológica.

El crecimiento económico.
La Revolución Industrial consistió en una fuerte aceleración del proceso de innovación que se
había iniciado en Europa.
Se combinaron dos factores:
1) Los inventos.
2) La iniciativa de los empresarios para adoptarlos.
La invención es el descubrimiento. La innovación es la aplicación de este nuevo conocimiento.
En la Gran Bretaña la actividad inventiva se desarrolló mucho más que en cualquiera de los
países de Europa.
Gran parte de los inventos fueron llevados a cabo por artesanos habilidosos o por técnicos sin
formación científica o universitaria.
Hubo dos sectores que experimentaron los primeros cambios revolucionarios en la tecnología
y en la organización económica: la industria del algodón y la industria del hierro.

 La industria del algodón.


Esta industria pasó a ser la principal actividad industrial y fue el primer sector que utilizó
máquinas en gran escala.
Para que tuviera lugar la Revolución Industrial debían conjugarse diversos factores.
1) Por un lado, eran necesarias máquinas que no sólo sustituyeran al trabajo manual, sino
que impusieran la concentración de la producción en las fábricas, es decir, que no
pudieran ser utilizadas con el sistema de trabajo a domicilio.
2) Por el otro, era imprescindible una gran industria que produjese una mercancía sujeta
a una demanda amplia y elástica, en la cual la mecanización de cualquiera de sus
procesos de manufactura creara fuertes tensiones en los otros y en la que el efecto de
las mejoras introducidas repercutiese en toda la economía.
Ello se dio en la industria del algodón, que presentaba una serie de ventajas. Desde el punto de
vista tecnológico, se prestaba mejor que la lana a la mecanización, porque era más resistente.
Tenía un mercado de consumo más amplio, y la elasticidad de la oferta de materia prima era
mayor que la de la lana.

 La industria metalúrgica.
Su peso fue decisivo porque la creciente oferta de metal barato facilitó la mecanización de las
otras industrias, la difusión de la máquina de vapor y la transformación de los medios de
transporte.
Fueron introduciéndose importantes innovaciones tecnológicas en la metalurgia del hierro,
que permitieron obtener un producto más resistente y más barato.
La industria del hierro se divide en dos ramas:
1) Extracción y tratamiento del mineral.
2) Trabajo del metal en todas sus formas.
Debido al abaratamiento del precio del hierro, su consumo se incrementó en gran cantidad.
Parte de la producción se destinó a la fabricación de instrumentos agrícolas, cuya demanda era
creciente como consecuencia de la modernización de la agricultura. El hierro sirvió también de
base para la fabricación de la maquinaria industrial.
Se fue ampliando el uso del hierro en la construcción y fue esencial para el desarrollo de los
nuevos sistemas de transportes (los ferrocarriles).

Las nuevas fuentes de energía.


La Revolución Industrial se basó en el uso de dos fuentes de energía: la energía hidráulica y la
del vapor. En ambos casos se trataba de energía inanimada (sin vida), que reemplazó a la del
hombre y a la de los animales, y que permitió multiplicar la productividad de la industria.
 La energía hidráulica.
Los molinos se difundieron en Europa y comenzaron a ser usados en actividades industriales,
sobre todo en el sector textil y en el metalúrgico.
El aprovechamiento de la energía del agua se incrementó significativamente gracias a una serie
de innovaciones tecnológicas, la más importante fue la turbina hidráulica que abrió el camino
para el nacimiento de la energía hidroeléctrica.
 El vapor.
Se utilizó tanto para la producción manufacturera como para los medios de transporte: los
ferrocarriles y los barcos.
Las primeras máquinas a vapor comenzaron a emplearse en la minería para bombear el agua
de las galerías.
La máquina a vapor fue uno de los inventos que transformó más profundamente a la industria.
1) Permitió que ésta pudiera desarrollarse en forma creciente en las ciudades,
liberándola de la dependencia con respecto a los cursos de agua. A diferencia de la
energía hidráulica, la del vapor no está sujeta a variaciones estacionales o climáticas.
2) Al utilizar como combustible el carbón mineral hacía uso de un recurso abundante y
barato, y ofrecía la posibilidad de librarse de las fuentes orgánicas de materias primas,
que comenzaban a ser escasas.
El uso más intensivo de la energía hidráulica y el uso del vapor proporcionaron enormes
incrementos en la productividad. Las máquinas pudieron funcionar más rápido y por más
tiempo, multiplicándose muchas veces la cantidad de trabajo realizada por cada trabajador.
 El carbón.
Se lo utilizó como combustible en las máquinas a vapor y como fuente de calor y de
transformaciones químicas en la industria del hierro. Gran Bretaña contaba con abundantes
yacimientos de carbón y de hierro que le otorgaron fuertes ventajas comparativas.
Los yacimientos de carbón mineral eran tan grandes que la demanda resultó pequeña en
comparación con las reservas disponibles.
Una característica distintiva de la Revolución Industrial fue el paso de una economía orgánica
avanzada a una economía basada en la utilización de energía de origen mineral, fue una
“revolución energética” en la industria manufacturera.
El impacto del uso del carbón fue muy amplio. Al ser un producto con costos de transporte
elevados, generó una fuerte presión para el mejoramiento de las comunicaciones. El carbón
fue el principal producto transportado.
El carbón cumplió un papel decisivo en el desarrollo de un nuevo y revolucionario medio de
transporte: el ferrocarril.
En las minas el carbón se llevaba de las galerías al pozo principal, desde donde se subía a la
superficie. Este trabajo era realizado por mujeres y niños. En algunas minas comenzaron a
usarse ponies que tiraban de vagones que circulaban sobre vías. Luego se utilizaron vías en las
grandes cuencas carboníferas para comunicar las minas con los muelles de los ríos o las costas,
hacia los cuales se desplazaban los carros llenos de carbón, que eran luego transportados de
nuevo hacia las minas por caballos. Los primeros ferrocarriles fueron construidos para
transportar el carbón, y gracias a las mejoras que se introdujeron en ellos fue posible inaugurar
las primeras líneas ferroviarias para transporte de cargas y de pasajeros.

Empresas y empresarios.
Además de las innovaciones tecnológicas, el proceso de industrialización requería empresarios
dispuestos a adoptarlas y a introducir formas de organización del trabajo. La Revolución
Industrial inglesa contó con un sector empresarial dispuesto a motorizar los cambios y a correr
los riesgos que ellos comportaban.
El término “empresario” se utiliza para designar a aquellos individuos o grupos que dentro de
la empresa desempeñan funciones estratégicas, mientras que los gerentes ejecutan las ideas
propuestas por los empresarios. Para la gran empresa moderna, las funciones están
diferenciadas.
Sin empresarios dispuestos a introducir innovaciones, el camino no hubiera sido posible.
Entre los factores favorables se destaca el bajo costo de las inversiones en los primeros
tiempos de la Revolución Industrial. Ello se debía a que las máquinas eran sencillas y poco
costosas, a que se podían utilizar edificios ya existentes para instalar las fábricas, y a que la
mano de obra era barata, y las condiciones de contratación muy flexibles. Los beneficios eran
muy elevados, y permitieron que la autofinanciación fuera una práctica muy extendida.
Con la expansión del sistema de fábrica fue surgiendo un nuevo tipo de empresario, el
capitalista industrial.
La burguesía industrial pasó a ocupar un lugar destacado en la sociedad junto a la burguesía
comercial y financiera. Su poder consistía en su riqueza.
El modelo de organización era la empresa personal, en la que el propietario del capital ejercía
tanto las funciones empresariales como las gerenciales. Las empresas eran mayoritariamente
individuales o compuestas por un número reducido de socios, que se dividían las tareas.
Aunque existían algunas empresas de grandes dimensiones, la mayor parte de las firmas era
de tamaño reducido, y no había requisitos de escala. Lo que diferenciaba a las grandes
empresas de las pequeñas y medianas no era el tipo de máquinas que usaban, sino la cantidad.

Los recursos financieros.


La financiación de la Revolución Industrial británica no presentó grandes desafíos. La demanda
de crédito fue limitada, y pudo cubrirse satisfactoriamente con la oferta disponible.
La industria se financió con capitales propios de los empresarios, con reinversión de utilidades
y con crédito de corto plazo, otorgado por bancos o por comerciantes.
Gran Bretaña contaba con suficiente capacidad de ahorro, y el principal desafío consistió en
trasladar los capitales desde las zonas agrícolas, en las cuales se acumulaba, hacia las áreas
industriales en las cuales se utilizaba.
Los bancos funcionaron no sólo como intermediarios entre ahorristas y prestatarios, sino
también como creadores de crédito, y otorgaron más crédito a largo plazo que lo que se
suponía, actuando incluso como accionistas en compañías.

Las regiones y la industrialización.


La Revolución Industrial británica afectó en forma desigual a las diversas ramas de la industria
y a las distintas regiones. Los sectores industriales evolucionaron a ritmos diversos.
Las industrias se ubicaban con preferencia cerca de los yacimientos de carbón o de minerales,
o junto a los cursos de agua.
Además de los recursos naturales, otro factor de localización era la oferta de mano de obra,
sobre todo de trabajadores calificados. Algunas regiones se fueron especializando en la
producción de determinados bienes de acuerdo con la presencia de trabajadores de oficio.
Una vez comenzada la Revolución Industrial, la diferenciación regional se mantuvo.
Las consecuencias sociales de la industrialización.
La industrialización fue modificando profundamente a la sociedad británica. Fue un proceso
largo y complejo, y se debió no sólo a la difusión de la industria, sino también a las
transformaciones que tuvieron lugar en la agricultura.
Dos factores que influyeron significativamente en el incremento de la población fueron:
1) El crecimiento de la economía.
2) Las nuevas posibilidades de empleo que favorecieron el matrimonio temprano y el
aumento de la natalidad.
Si bien la economía creció a un ritmo sostenido, la nueva riqueza se repartió en forma muy
desigual.
La industrialización fue introduciendo profundas modificaciones en las condiciones de trabajo.
En primer lugar, el sistema de fábrica conllevó un nuevo tipo de disciplina y largas jornadas de
labor con bajos salarios y gran inestabilidad. Implicó también cambios muy grandes en el
trabajo femenino e infantil, todo ello con altísimos costos sociales. El debilitamiento de los
antiguos mecanismos de protección social terminó en un empeoramiento de las condiciones
de vida de los sectores más bajos.
Con el desarrollo urbano y la expansión de los servicios privados y públicos fue creciendo
también la clase media urbana.
La expresión “clases medias” engloba a diversos grupos sociales, y en Inglaterra suele usarse
como sinónimo de burguesía. Junto a los propietarios de empresas y a los profesionales fue
creciendo el número de empleados, que se diferencian de los obreros industriales porque no
desempeñan trabajos manuales.

La urbanización.
La difusión del uso de la energía del vapor hizo posible la localización de las actividades
industriales en las ciudades y la creciente concentración de la población en los centros
urbanos. Las actividades artesanales y los trabajos no mecanizados eran los más numerosos.
La población rural excedente emigró hacia las ciudades o hacia destinos transoceánicos.
Las nuevas ciudades industriales.
Las ciudades que más crecieron fueron aquellas en las que se llevaban a cabo actividades
industriales. La industria modificó el paisaje urbano, a medida que las fábricas ganaban
terreno. Las nuevas ciudades industriales se caracterizaron por el deterioro de la calidad de
vida y del medio ambiente urbano. El hecho de que crecieran rápidamente creó condiciones de
vida muy precarias para los trabajadores, con fuertes déficit en lo relativo a la vivienda y a la
sanidad.
El crecimiento urbano implicó un incremento de la escala de las ciudades y una mayor
densidad de población, y fue transformando las relaciones sociales, que se hicieron más
complejas y anónimas.

La formación de la clase obrera.


Junto con las fábricas nació un nuevo tipo de trabajador, el obrero industrial, cuyas
condiciones de trabajo se diferenciaron de las de los oficios manuales tradicionales.
El moderno obrero industrial recibe también el nombre de proletario. El proletariado industrial
se caracteriza por no ser propietario de los medios de producción y por vender su fuerza de
trabajo en el mercado, a cambio de un salario. Desarrolla su actividad en las fábricas,
trabajando con máquinas e impuesto a una estricta disciplina.
Así como la difusión del sistema de fábrica fue creciendo, también lo fue la formación de la
nueva clase obrera.
El obrero industrial característico no trabajaba en una fábrica, sino en un pequeño taller o en
su propia casa.
Los empleos tradicionales estuvieron permanentemente amenazados por la innovación
tecnológica y la competencia del trabajo no calificado. Ello generó la transformación política
de artesanos y trabajadores a domicilio, así como movimientos de resistencia contra las
nuevas formas de producción.
La extensión del sistema de trabajo de fábrica constituye uno de los rasgos más destacados de
la Revolución Industrial.
Las nuevas condiciones de trabajo.
El sistema de fábrica implicó una nueva forma de organización del trabajo, caracterizada por la
concentración de gran número de trabajadores en un mismo espacio para cumplir sus tareas
bajo vigilancia y según una estricta disciplina.
Los trabajadores habituados a otras formas de trabajo, con horarios irregulares y sin
supervisión directa, debieron adaptarse a las nuevas condiciones. La resistencia de los obreros
a aceptar la nueva disciplina explica que las normas establecidas por los patrones de las
fábricas fueran tan estrictas, y que se castigaran severamente el ausentismo, la falta de
puntualidad y cualquier distracción durante el tiempo de trabajo.
El uso de maquinarias fue modificando también el grado de calificación requerido a los obreros
para realizar su trabajo. Tendió a crecer el número de trabajadores no calificados en relación
con los calificados, y el trabajo de oficio fue perdiendo terreno. Surgieron nuevos trabajadores
calificados, los mecánicos, encargados de la reparación y el mantenimiento de las máquinas.
El sistema de fábrica también modificó las condiciones de trabajo de los obreros que seguían
realizando oficios manuales.

El trabajo de las mujeres y niños.


Con el sistema de fábrica se incrementó el trabajo de las mujeres y los niños, para quienes se
reservaban las tareas menos calificadas y que recibían una paga menor que la de los hombres
adultos.
En la sociedad preindustrial trabajaba todo el grupo familiar, lo que cambió extremadamente
con la industrialización fueron las condiciones laborales.
Con la difusión de la industria doméstica se había extendido el empleo de mujeres y niños, y
sus ingresos eran generalmente imprescindibles para la subsistencia de la familia. Las
condiciones de trabajo y de vida eran muy duras para los sectores populares.
La división sexual del trabajo había estado relacionada con las diferencias de fuerza y de
destreza entre hombres y mujeres, lo que implicaba que ciertas tareas sólo podían ser
desempeñadas por los hombres. Los oficios específicamente femeninos eran considerados por
los hombres como inferiores a los oficios masculinos, y ésta es una razón por la cual las
mujeres recibían una paga menor por su trabajo. Aún las mujeres que realizaban trabajos
calificados eran infravaloradas.
Cuando comenzaron a utilizarse máquinas accionadas por energía inanimada, las mujeres
pudieron desempeñar tareas antes reservadas a los hombres, pero como el trabajo femenino
se consideraba inferior, siguieron percibiendo salarios menores.
El trabajo de las mujeres en las fábricas tuvo un fuerte impacto sobre la vida familiar.
Implicaba la ausencia del hogar por larguísimas horas y la imposibilidad de cuidar de los hijos
durante ese tiempo. Se incrementó el número de hogares en los que junto a un matrimonio y
sus hijos vivía alguna persona anciana que se ocupaba de las tareas del hogar.
En la época preindustrial los niños trabajaban pero lo hacían dentro de la unidad doméstica,
ayudando a los adultos en las tareas agrícolas e industriales, o en otro grupo familiar en el cual
aprendían un oficio. Sus condiciones no eran las mejores, y había muchos casos de abuso y
explotación.
Los niños comenzaron a trabajar masivamente en las fábricas. Eran más dóciles que los
adultos, recibían una paga mucho menor e incluso eran más adecuados para algunas tareas
que requerían manos pequeñas o baja estatura.
Se redujo la edad mínima del ingreso en el mercado de trabajo y se disminuyó la importancia
del aprendizaje.
El horario de trabajo era el mismo que el de los adultos. Los salarios eran muy bajos. La
disciplina era muy dura, en muchos casos eran castigos corporales. Las condiciones insalubres
del trabajo en las fábricas tenían efectos muy negativos sobre la salud y el desarrollo infantil.
El Estado comenzó a penalizar en forma efectiva los abusos cometidos por los propietarios de
las fábricas y a poner en vigencia nuevas reglamentaciones, dirigidas a regular el trabajo
infantil. La situación fue mejorando y luego de muchos años se prohibió el trabajo de los
menores en las fábricas.

El nivel de vida de los trabajadores.


Lo que se discute fundamentalmente son los efectos de la Revolución Industrial sobre el nivel
de vida de las clases populares.
Los luchadores en la polémica suelen agruparse en dos líneas:
1) Los “pesimistas”: que enfatizan los aspectos negativos del proceso de industrialización.
2) Los “optimistas”: que subrayan las mejoras obtenidas por los trabajadores en sus
condiciones materiales de vida.

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