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Hoy 6 y mañana 7 de Noviembre de 2010, el Papa visitará las


ciudades de Santiago de Compostela y Barcelona en la que será su
segunda visita a España y una tercera ya está planificada para el
próximo año. Eventos cuyos gastos se calculan en 60 millones de
Euros, que no sufraga la Iglesia sino que se pagan con los
impuestos de los ciudadanos de los países adonde éste va, no
importa a qué confesión pertenezcan.

Que el Papa no es bienvenido por todos los españoles se escucha en


iniciativas con lemas como: ƠNo a la visita del Papa. No con mis
impuestosơ, o el que le acompañó en su última visita desde los
balcones valencianos ƠNo te esperamosơ. Pues España es al fin y al
cabo según la constitución, un Estado aconfesional donde no se
debe beneficiar a ningún líder religioso ni promoverse ninguna
religión con dinero público.

Haciendo un poco de historia sobre la figura papal, se podría decir


que en la tradición pagana también era usual que determinados
personas con poder dijeran ser los «representante s de Dios»,
recordemos a los faraones de Egipto. En el Libro ƠLa fe de la Iglesiaơ
de Neuner-Roos» se lee: «el obispo de Roma tiene la primacía sobre
todo el orbe» y «Debes saber que tú eres el padre de los príncipes y
reyes, el conductor del orbe».
¿Cómo es posible que Benedicto XVI pocas semanas antes de ser
elegido Papa, afirmara en una entrevista en el programa
«Kontraste», de la televisión alemana ARD: «Estamos en la
continuidad de la Inquisición»? Pero lo que resultó aún más increíble
fue su segunda frase: «No se puede negar que la Inquisición haya
traído ciertos progresos, por ejemplo el que los acusados antes de
todo hayan sido escuchados e interrogados».

En realidad lo dicho por su santidad, no es más que una muestra de


cinismo, puesto que todos sabemos que los interrogatorios de la
Inquisición estaban unidos a torturas terribles, después de las
cuales muchos de los «interrogados» morían. El que un cardenal,
Presidente de la Congregación de la fe en Roma, de modo tan
descarado alabe públicamente la Inquisición diciendo que fue un
progreso, es en realidad una exigencia excesiva para la opinión
pública. ¿Qué pasaría hoy día con un jefe de estado si calificara la
brutalidad de la dictadura chilena o tal vez la de los nazis como algo
progresista, sólo porque en los sótanos de tortura de Pinochet o de
Hitler a los presos antes de ser matados se les interrogaba
brevemente? Seria severamente cuestionado, se le pediría la
dimisión y finalmente posiblemente fuera destituido. ¿Tienen acaso
los Papas licencia para todo, incluso para lo que va en contra de las
constituciones y democracias más desarrolladas, incluso para lo que
va contra los derechos fundamentales? La pregunta obligada es:
¿qué hay realmente de cristiano en el Vaticano? La respuesta es:
casi nada.

Basado en las publicaciones de la serie: Ơ¿Quién está sentado en la


silla de Pedro?ơ

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