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DE FAMILIA
CONCEPTO.
1º Belluscio señala que “es el conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones
familiares”.
2º Para Court es “aquella parte del derecho civil que regula las situaciones y vínculos
jurídicos relativos al matrimonio, la filiación, el parentesco, la convivencia de hecho entre
un hombre y una mujer y, en general, a las relaciones jurídicas de la familia legalmente
constituida o de hecho. Más brevemente se le define también como aquella parte del
derecho civil que, de manera directa o indirecta, dice relación con la familia”.
3º Bossert y Zannoni señalan que “está integrado por el conjunto de normas jurídicas
que regulan las relaciones jurídicas familiares. Como estas relaciones conciernen a
situaciones generales de las personas en sociedad, integra el derecho civil”.
4º El profesor René Ramos Pazos señala que “es ‘el complejo de las normas jurídicas
que regulan las relaciones personales y patrimoniales de los pertenecientes a la familia
entre sí y respecto de terceros”.
5º El profesor Carlos López sostiene que “es el conjunto de normas que regulan,
protegen y organizan a la familia”.
6º Tradicionalmente se dice que es aquella parte del Derecho Civil que directa o
indirectamente dice relación con la familia, y ésta se define como el conjunto de personas
unidas por un vínculo de parentesco, matrimonio o adopción.
UBICACIÓN DEL DERECHO DE FAMILIA.
El profesor López señala que existe una discusión doctrinaria:
1º OPINIÓN QUE SOSTIENE QUE ES UNA RAMA DEL DERECHO PÚBLICO.
Cabe tener presente que “el derecho público es aquel conjunto de normas que
regulan la organización y actividad del Estado y demás entes públicos y sus relaciones, en
cuanto tales, entre otros Estados o con los particulares”.
Belluscio sostiene que “Colmo afirmó incidentalmente que la familia es una
institución de derecho público. Según Rébora, la organización de la familia ha tenido un
incesante movimiento, del orden doméstico al derecho privado, y de éste al público, y Spota
sostiene que forma parte del derecho civil pero que se acentúa de manera innegable su
aspecto de derecho público, el cual estaría dado por el interés estatal en el cumplimiento
por los particulares de sus poderes – funciones en las relaciones jurídicas del derecho de
familia”.
1 Apuntes del profesor Mario Opazo González
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2º OPINIÓN QUE SOSTIENE QUE SE TRATA DE UNA TERCERA RAMA DEL DERECHO.
Belluscio señala Cicu “sostuvo la tesis de la clasificación tripartita del derecho, según
la cual el derecho de familia sería un tercer género distinto del derecho privado y del
derecho público. Cicu partía de una distinción entre el derecho público y el derecho privado,
según la cual en el primero el individuo se halla en una relación de subordinación con
respecto al fin del derecho, en tanto que en el segundo está en una posición de libertad al
mismo respecto; de donde extrajo la conclusión de que en la relación jurídica de derecho
privado los intereses tutelados son distintos y opuestos mientras que en la de derecho
público no es admisible un interés del individuo contrapuesto al del Estado, sino que sólo
hay un interés, el del Estado, exigencia superior que debe ser satisfecha. Con relación al
derecho de familia, entendía que tampoco tutela intereses individuales como autónomos,
independientes, opuestos, sino que están subordinados a un interés superior a los intereses
individuales, el interés familiar”.
En este sentido, sería posible ver “en el derecho de familia relaciones jurídicas
similares a las del derecho público, pero diferenciadas en que mientras en éste el interés
superior que se tiende a salvaguardar es el del Estado, en aquél es el interés familiar. A su
vez, veía en la familia un organismo similar al Estado, aunque en escala menor”.
Agrega que “Nipperdey llegó a afirmar que el derecho de familia podría ser derecho
social”, en el cual “el sujeto es la sociedad, representada por los distintos entes colectivos
con los cuales opera; por la naturaleza de la relación se está frente a una reciprocidad, y
cuando se ejerce un derecho se cumple con un deber y es recíproca la exigibilidad”.
Por su parte, el profesor Court sostiene que “alguna doctrina ha señalado que el
derecho de familia no es ni derecho público ni derecho privado, porque en él el interés
particular, propio del derecho civil, es sustituido por un interés social, cual es la familia, que
se vincula con los fines del Estado a quien interesa una buena organización familiar”.
3º OPINIÓN QUE SOSTIENE QUE ES UNA RAMA DEL DERECHO PRIVADO.
Cabe tener presente que “éste es el conjunto de normas que regulan lo relativo a los
particulares y a las relaciones de éstos entre sí, o en las que, aunque intervengan entes
públicos, lo hagan con el carácter de particulares”.
Para Bossert y Zannoni “si el derecho de familia es, en razón de la materia, parte del
derecho civil, no es posible considerar que pertenece al derecho público, ya que las
relaciones familiares no vinculan a los sujetos con el Estado como sujeto de derecho
público. Se trata de relaciones entre las personas, derivadas de su vínculo conyugal o de su
parentesco. No varía esta conclusión el hecho de que numerosas relaciones familiares estén
determinadas por normas de orden público”.
Observaciones.
1.- El profesor Carlos López señala que “Aunque el Derecho de Familia forme parte del
Derecho Civil, en sus normas existe un marcado carácter de orden público dado el interés
del Estado en que se respeten los poderes – funciones involucrados en sus relaciones
jurídicas”. En el mismo sentido, los autores Bossert y Zannoni agregan que “el interés que la
1 Disponible en http://www.tribunalconstitucional.cl/index.php/sentencias/view/1298
2 El profesor López considera que la ratificación ante un Oficial del Registro Civil del matrimonio celebrado
ante entidades religiosas es otro requisito de existencia. Éste también es el criterio seguido por Barrientos y
Novales. Con todo, el profesor López entiende que el requisito es la presencia de un Oficial de Registro Civil o
de un ministro de culto de una entidad religiosa con personalidad de derecho público.
31 Apuntes del profesor Mario Opazo González
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tanto dan lugar a su nulidad, y están regulados en la LMC, y prohibiciones o impedimentos
impedientes, que no vician el matrimonio, pero traen aparejadas otras sanciones. Se
encuentran reglamentadas en el CC”.
A.- Impedimentos dirimentes absolutos.
Concepto.
El profesor Eduardo Court señala que “son aquellos que inhabilitan a una persona
para contraer matrimonio con cualquiera otra (art. 5º LMC)”; en otras palabras, “pueden
decir relación con cualquier persona”.
Para los profesores Barrientos y Novales “son aquellas que vedan la posibilidad de
ejercitar el ius conubii con cualquier persona y, por ende, anulan ese eventual matrimonio”.
Cuáles son.
i.- Vínculo matrimonial no disuelto.
Art. 5 Nº 1 Ley 19.947.
Comentarios.
1) Las personas casadas, mientras estén casadas, no pueden contraer nuevamente un
matrimonio válido.
2) Como señala el profesor Court “esta causal se mantiene en los mismos términos que
en la anterior LMC y es consecuencia del matrimonio monogámico”.
3) Art. 42 Ley 19.947.
4) La separación, sea de hecho o judicial, no pone término al matrimonio.
5) Cabe tener presente que, “para que se presente esta incapacidad de ligamen es
necesario que exista un vínculo matrimonial no disuelto, de lo cual resulta que es
imprescindible que el matrimonio anterior exista y sea válido, supuesto que la inexistencia
o invalidez de un pretendido matrimonio en el cual se intentare fundar esta incapacidad
atentaría, directamente, contra la dimensión negativa del ius conubii, y constituiría una
limitación ilegal de su ejercicio”. En consecuencia, “el matrimonio inexistente por haberse
omitido alguno de sus requisitos de existencia, o bien que fue válido pero se terminó por las
causales legales, no hace incurrir en esta causal”.
6) Quien contraviene este requisito, comete el delito de bigamia. Art. 382 CP.
Cabe tener presente “que en el caso que se determine que el primer matrimonio es
nulo, no habrá delito, pues se requiere que aquél sea válido para que se configure bigamia.
Para tal efecto el artículo 324 del Código Procesal Penal regula las denominadas cuestiones
prejudiciales civiles a que se refiere el artículo 173 del Código Orgánico de Tribunales, de
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las que conoce el tribunal con competencia en lo criminal y aplicándose, respecto de la
prueba, las normas de derecho sustantivo y adjetivo de carácter civil. Por este motivo se
provoca la paralización del proceso penal hasta que se aclare el aspecto civil del
matrimonio”.
7) Art. 49 Ley 19.947.
De esta manera “cuando se alega como causal de nulidad la existencia de un vínculo
matrimonial previo no disuelto, el tribunal debe examinar, en primer lugar, la validez o
invalidez del primer matrimonio.
Así, si el primero es válido, el segundo será nulo, pero si se determina que el primero
era inválido, el segundo será válido desde la perspectiva de esta incapacidad”.
ii.- Acuerdo de unión civil vigente.
Art. 5 Nº 2 Ley 19.947.
Se exceptúa el caso de los convivientes civiles de distinto sexo que deciden contraer
matrimonio entre sí.
iii.- La minoría de dieciséis años.
Art. 5 Nº 3 Ley 19.947.
Comentarios.
1) La antigua Ley de Matrimonio Civil señalaba que eran incapaces para el matrimonio
los impúberes “respecto de estos últimos, se esgrimían las siguiente razones para impedir
su matrimonio:
a) De orden fisiológico, consistente en la imposibilidad de procreación que, según
algunos, sería el principal fin del matrimonio.
b) Jurídicas (art. 1447), porque los impúberes son absolutamente incapaces.
c) Morales, pues repugnaría el matrimonio de los impúberes”.
2) Como señala el profesor Court “la nueva ley elevó a dieciséis años la edad necesaria
para casarse válidamente. Pero no hay un máximo de edad para hacerlo, ni límite en cuanto
a la diferencia de edad”.
3) El profesor Carlos López sostiene que “la psicología, que en estos temas obviamente
debe primar sobre el criterio religioso, ha demostrado que la edad indicada por la antigua
ley era absolutamente incompatible con la seriedad del compromiso adquirido. Además, al
subirse la edad para contraer el vínculo se refleja la realidad social en que los matrimonios
postergan tal decisión, a diferencia de tiempos pretéritos en que los contrayentes eran con
frecuencia muy jóvenes. (…) Es preferible que la decisión de contraer tal vínculo se
postergue y se contraiga con mayor reflexión y madurez”. Consecuente con esto, “es una
tendencia del derecho comparado elevar las edades mínimas con el objeto de intentar
asegurar una mayor madurez entre los contrayentes, de modo que puedan comprender y
asumir, de mejor manera, los compromisos que el matrimonio engendra”.
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iv.- La privación del uso de la razón y los trastornos o anomalía psíquica,
fehacientemente diagnosticada, que signifique una incapacidad para formar la comunidad
de vida que implica el matrimonio.
Art. 5 Nº 4 Ley 19.947.
Comentarios.
1) Como señala el profesor Ramos Pazos “este numerando comprende dos situaciones
distintas: la privación de razón, y la existencia de un trastorno o anomalía psíquica. En la ley
anterior el impedimento lo constituía únicamente la demencia”.
A) No pueden contraer matrimonio los que se hayan privados de razón.
Se trata de personas que, en un momento dado y por una circunstancia de carácter
temporal, han sufrido alguna perturbación en sus facultades cognitivas y volitivas, por
ejemplo, el que se encuentra ebrio, o que se encuentra bajo los efectos de una droga o el que
está hipnotizado. “La nueva fórmula legal es mucho más amplia y comprende a todo aquel
que carece de discernimiento en el momento de contraer matrimonio, por cualquier causa
que sea. Así, el mentalmente sano, pero circunstancialmente privado de razón, incurre en
este capítulo de nulidad”.
Para el profesor López “aquí tenemos a los que se hallaren privados del uso de razón,
situación en que se encuentran: a) los dementes interdictos, y b) todos aquellos que por
cualquier motivo no se hallaban en su sano juicio, como los dementes no interdictos, los
drogadictos, los ebrios, etc.”.
Cabe tener presente que “no caben dentro de esta incapacidad las personas que
tienen debilitado el uso de razón, es decir, las tradicionalmente calificadas como ‘débiles
mentales’, cuyo efecto en el uso de la razón se traslada en sede matrimonial a otras
eventuales incapacidades, sobre todo a la carencia de ‘suficiente juicio o discernimiento’, y
en tal sede ha de ser calificada”.
B) Personas que sufren un trastorno o anomalía psíquica.
El profesor López señala que “su origen radica en el Código de Derecho Canónico,
donde el canon 1095 señala que ‘son incapaces de contraer matrimonio: Nº 3º quienes no
pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza
psíquica”.
Se trata de personas que sufren una alteración permanente en sus facultades
cognitivas y volitivas, en razón de existir una patología.
Esta anomalía o trastorno debe estar fehacientemente diagnosticada por un
profesional de la salud mental, como un psiquiatra o un neurólogo.
Esta alteración debe ser de tal entidad que impida, de un modo absoluto, que las
personas puedan formar la comunidad de vida que implica el matrimonio. Esto quiere decir
que “incapacita a la persona de tal manera que le impide formar la comunidad de vida con
cualquier persona”, es decir, la imposibilidad debe ser actual y absoluta.
3 La opinión del profesor López puede resultar discutible, toda vez que las obligaciones a las que se refiere la
causal de divorcio están en el Código Civil. El artículo 54, recordemos, no es una disposición taxativa, sino que
hace presumir la existencia de la causal genérica de divorcio.
91 Apuntes del profesor Mario Opazo González
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B.- Que la falta constituya una violación grave a ciertos deberes y obligaciones.
i.- La gravedad de la violación.
Los profesores Barrientos y Novales sostienen que “pareciera que esta nota esencial
para que concurra la causa de divorcio ha de ligarse necesariamente al efecto que la misma
ley vincula a ella, a saber, ‘que torne intolerable la vida en común’, circunstancia ésta que
habrá de ponderar el juez en el marco que le fija el inciso 2 del artículo 3 de la ley de
Matrimonio Civil”.
El profesor Barrientos sostiene que “la jurisprudencia, en las ocasiones en las que se
ha pronunciado sobre la exigencia de la ‘gravedad’ de la violación, por una parte, ha
acudido, igualmente, al Diccionario de la Academia para dotarla de contenido, por ejemplo,
la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 4 de julio de 2008, ha señalado
que: ‘La falta imputable debe ‘constituir una infracción grave’, esto es, según el mismo
Diccionario ‘grande, de mucha entidad importancia’ a los deberes y obligaciones que
impone el matrimonio, o sea, a los deberes de fidelidad, socorro, ayuda mutua, respeto,
protección y convivencia, que torne intolerable la vida en común’, y por otra, que: ‘La
concurrencia o no de los requisitos de gravedad y de reiteración de la infracción deberá ser
ponderada en cada caso por el juez’”.
ii.- Violación grave de los deberes y obligaciones que el matrimonio impone a los
cónyuges.
El profesor López sostiene que “el matrimonio implica una comunidad de vida y
afectos que la ley protege estableciendo una serie de deberes y derechos recíprocos. De este
modo, cuando se afectan tales deberes y obligaciones al punto de trastornar la vida en
común, socavar los afectos o bien alterar la vida normal de la pareja o hijos, o sea, cuando la
falta implique un grado de trastorno difícilmente recuperable, podemos afirmar que la falta
es grave. La enumeración que hace el propio artículo 54 es omnicomprensiva de una serie
de transgresiones, conductas u omisiones que tienen el carácter de gravedad”.
Los profesores Barrientos y Novales sostienen que “cualquier falta imputable al otro
cónyuge que constituya una violación grave de los deberes y obligaciones del matrimonio,
tales como los de guardarse fe, socorro, ayuda mutua, respeto, protección y convivencia,
puede configurar la causa genérica de divorcio que describe el inciso primero del artículo
54 de la ley.
Pero, no obstante haber definido el legislador de una manera genérica este supuesto
de ‘violación grave de los deberes y obligaciones’ que el matrimonio impone a los cónyuges,
en el inciso 2 del referido artículo 54 se contiene una enumeración no taxativa de ciertos
hechos que hacen que se incurra en la causa de divorcio, pues los supuestos enumerados
van precedidos de la siguiente frase: ‘Se incurre en dicha causal, entre otros casos, cuando
ocurre cualquiera de los siguientes hechos (…)’”.
4 En nota a pie de página, el profesor López señala que “un varón que gusta de usar prendas femeninas
(travestido) no es necesariamente homosexual, y no cabría en esta causal. Sin embargo, el varón que
usualmente vestido de mujer se entrega en lugares públicos a la búsqueda de sexo o bien como parte de un
espectáculo, sí se le puede reprochar su falta de cumplimiento de sus deberes conyugales, pero no
necesariamente de homosexual”. Con todo, esta opinión puede ser discutible, pues aquí el profesor López se
refiere a la homosexualidad, siendo que la causal de divorcio es la conducta homosexual.
97 Apuntes del profesor Mario Opazo González
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B) Tal como ocurre en el caso anterior, esta causal de divorcio – sanción puede resultar
discutible, porque tanto el alcoholismo, como la drogadicción, son enfermedades, por lo
tanto, no sería correcto considerarlas como una falta imputable al otro cónyuge.
C) Según el profesor Court esta causal no incluye “a personas que ocasionalmente
beben alcohol o ingieren algún tipo de estupefacientes, sin perjuicio de otras causales que
pudieran derivarse de hechos o conductas que estas personas adopten en dichos estados
transitorios”.
6) Tentativa de prostituir al otro cónyuge.
Art. 54 inc. 2° Nº 6 Ley 19.947.
Observaciones.
A) Para los profesores Barrientos y Novales “este hecho, claramente representa una
violación grave, entre otros, de los deberes de respeto y protección recíprocos entre los
cónyuges (art. 131 CC) y, como claramente se desprende de la sola lectura de su
descripción, basta la mera tentativa para que se configure en hecho constitutivo de la causa
de matrimonio”.
B) Según el profesor Court esta causal consiste en la tentativa de un cónyuge para que
el otro “se dedique al comercio sexual”.
C) La profesora Alejandra Illanes precisa que “basta sólo la tentativa, esto es, dar
principio de ejecución del hecho; lo que, en todo caso, debe manifestarse por actos externos,
porque el solo propósito forma parte de la conciencia del individuo, aspecto que el derecho,
al menos en esta parte, no está autorizado para sancionar”.
iii.- Violación grave de los deberes y obligaciones para con los hijos.
Los profesores Barrientos y Novales señalan que este supuesto “aparece ligado
directamente a la naturaleza esencial del matrimonio determinada especialmente por su fin
de la procreación y bien de la prole, que determina, en cuanto efectos propios del
matrimonio, un serie de deberes en relación con los hijos”. Luego, esta causal genérica es
consecuencia del deber de los padres, consistente en su preocupación por el interés
superior de los hijos. Art. 222 inc. 1° CC.
Casos que da la ley de ejemplo.
1) Atentado contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o
psíquica de alguno de los hijos.
Art. 54 inc. 2° Nº 1 Ley 19.947.
Los profesores Barrientos y Novales sostienen que “la ejecución por parte de uno de
los cónyuges de los citados hechos en la persona de alguno de sus hijos viola gravemente
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aquel deber de preocupación fundamental de los padres por el interés superior del hijo (art.
222 inc. 2 CC5)”.
Cabe tener presente que, cuando el padre o la madre maltrata habitualmente al hijo,
estamos frente a una causa de emancipación judicial. Art. 271 Nº 1 CC.
2) Alcoholismo o drogadicción que constituya un impedimento grave para la
convivencia armoniosa entre los cónyuges y los hijos.
Art. 54 inc. 2° Nº 5 Ley 19.947.
3) Tentativa para prostituir a los hijos.
Art. 54 inc. 2° Nº 6 Ley 19.947.
C.- Que la falta imputable torne intolerable la vida en común.
Según los profesores Barrientos y Novales “este último requisito es un elemento que
debe ser apropiadamente acreditado ante el tribunal, y ponderado por éste a la luz del
deber que le impone el inciso segundo del artículo 3 de la ley de Matrimonio Civil, respecto
de la resolución de las materias de familia: ‘Conociendo de estas materias, el juez procurará
preservar y recomponer la vida en común en la unión matrimonial válidamente contraída,
cuando ésta se vea amenazada, dificultada o quebrantada’”.
Comentario.
Resulta discutible que pueda hablarse de divorcio por culpa o divorcio sanción.
En primer lugar, cabe preguntarse si todos los casos a que se refiere el artículo 54
inciso 2º son atribuibles a culpa de uno de los cónyuges. El profesor Pablo Grez sostiene que
“no todas las causales de divorcio sanción son reconducibles a una falta imputable a uno de
los cónyuges”, toda vez que se requiere “que se trate de una conducta imputable, esto es,
atribuible normativamente al sujeto, de modo tal que se pueda concluir que la persona
actuó de forma libre y responsable. No obstante ello, un estudio de los diversos
numerandos del artículo 54 permite advertir que existen al menos dos causales en las que
uno de estos requisitos no se satisface”, mencionando la conducta homosexual y el
alcoholismo o drogadicción.
En segundo lugar, cabe preguntarse cuál es la sanción en caso de incurrirse en
alguna de las causales de este divorcio. El profesor Court señala que “sin perjuicio de las
sanciones penales o civiles que puedan corresponderle al cónyuge que incurre en alguna de
estas causales, la LMC establece un castigo concreto para el cónyuge ‘culpable’ de estos
hechos o conductas”. Tal sanción estaría en el artículo 62 inciso 2º de la Ley Nº 19.947.
Sin embargo, a partir de esto, sólo habría sanción cuando el cónyuge que incurrió en
la causal tenía derecho a solicitar compensación económica; pero si se trata del cónyuge
deudor de la compensación, quedaría impune.
7 Cabe tener presente que doña Elena Caffarena agrega una tercera institución, hoy derogada: la porción
conyugal. En este sentido, sostiene que “a nadie se le ocurriría sostener que es artificioso y falso distinguir
entre ella [la porción conyugal] y los alimentos o el socorro”.
8 Doña Elena Caffarena señala que, dentro de las variaciones o modalidades de la obligación alimenticia, se
encuentran los alimentos congruos y los alimentos necesarios, categorías que fueron derogadas con la Ley Nº
19.585.
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en los diversos casos en que el legislador empleó la expresión “socorro”, no lo hizo para
referirse a la obligación alimenticia, sino que lo hizo en su sentido natural y obvio.
4.- El profesor Rossel sostiene que del distingo entre socorro y alimentos se derivan
importantes consecuencias prácticas, como sería que, para exigir alimentos, es menester
que los cónyuges estén separados de hecho o de derecho, o sea, que de aceptar tal distingo
habría que concluir que no podría solicitar alimentos la mujer que vive bajo el mismo techo
que el marido. Tal interpretación, por lo tanto, obligaría a la mujer a quien el marido no
proporciona sustento a abandonar el hogar conyugal, a romper esto que muchos consideran
esencial y que es la apariencia de vida en común.
En este sentido, doña Elena Caffarena sostiene que la regla general en materia de
alimentos está contenida en el Nº 1º del artículo 321 del Código Civil y tal precepto no se
aplica cuando, como lo expresa el artículo 322, la ley prevé una regla especial. Ahora bien,
para los que distinguen entre socorro y alimentos, no existe disposición alguna prevista en
la ley que niegue alimentos a los cónyuges que viven bajo el mismo techo. En tal caso,
deberá aplicarse la regla general y concederse alimentos al cónyuge que carece de lo
necesario para vivir de un modo correspondiente a su posición social, situación de hecho
que ocurre cuando careciendo u cónyuge de bienes, el otro no cumple con la obligación de
socorro o la cumple imperfectamente. De esta manera, los alimentos aparecen como
supletorios del socorro, pero no es porque aquellos sean la manera compulsiva de hacer
cumplir éste, sino porque el incumplimiento del deber de socorro produce, por lo general –
aunque no siempre – la situación de hecho indispensable, la condición sine qua non para
que procedan los alimentos, cual es, la indigencia o el déficit económico para vivir de un
modo correspondiente a su situación social.
El simple incumplimiento del deber de socorro no hace nacer automáticamente el
derecho a pedir alimentos, como sería si constituyeran una sola institución jurídica, ya que
aunque no se cumpla el primero no se podría reclamar el segundo, si el cónyuge que los
reclama tiene bienes para vivir de un modo correspondiente a su posición social.
Distinta es la situación se acepta la tesis del profesor Rossel; en tal caso, la regla del
articulo 134 debe considerarse como disposición especial con relación a la general del Nº 1
del artículo 321 y, de conformidad al artículo 322, aplicarla preferentemente, o sea, se llega
a la conclusión de que dentro del hogar sólo procede el socorro. Esta conclusión es sorteada
sosteniendo que los alimentos son la forma de cumplir compulsivamente el socorro; con
ello resulta absurdo de que el socorro, o sea, la regla del artículo 134, procede entre
cónyuges sólo cuando uno de ellos es indigente y el otro dispone de bienes, ya que ningún
juez decretará alimentos a menos que se acredite por el que los reclama que carece de lo
necesario para vivir de un modo correspondiente a su posición social y que el cónyuge
deudor de ellos tiene bienes. Tal limitación o condición no existe para el socorro, que rige
para todos los cónyuges y en todas las circunstancias de la vida.
La doctrina que distingue entre los alimentos y el socorro no se opone, como se ha
probado, al pago de alimentos entre cónyuges que viven bajo el mismo techo y, en
consecuencia, no existe el peligro de que la mujer tenga que abandonar el hogar conyugal
para reclamarlos.
5.- El profesor Rossel sostiene que no es efectivo que el deber de socorro no pueda
regularse judicialmente y cita como ejemplo el artículo 160, que autoriza a la justicia para
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regular las prestaciones de los cónyuges dentro del hogar. Sostiene, además, que la
presunción del artículo 147 constituye una razón práctica del deber de socorro y que, en
consecuencia, no puede sostenerse que el socorro constituya un simple deber moral.
El artículo 160 del Código Civil no constituye una forma de cumplir el socorro ni es
tampoco un precepto sobre alimentos entre cónyuges. Se refiere a la forma en que los
cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común, o sea de los hijos y demás
descendientes, cuando están separados de bienes y no hay sociedad conyugal. En tal caso se
deja entregada a la justicia la regulación de las respectivas contribuciones.
Agrega la señora Caffarena que la obligación se distingue del simple deber moral en
que tiene sanción en caso de incumplimiento y puede ser cumplida compulsivamente9.
El Código Civil no previó ninguna sanción para el caso de que no se cumpliera por los
cónyuges el deber de socorro. Sólo posteriormente, la Ley de Matrimonio Civil, estableció la
sanción del divorcio temporal para el marido que por avaricia llega a privar a la mujer de lo
necesario para la vida, atendidas sus facultades. Pero, respecto de la mujer que no cumple
este deber no puede ser sancionada con el divorcio temporal10.
En cuanto al cumplimiento compulsivo o forzado del socorro, por la naturaleza
misma de él, es imposible. El juez no puede, materialmente, señalar todos los objetos y
especies que una persona necesita para vivir y, aun cuando ello fuera posible, no habría la
manera de vigilar momento a momento y día por día, su cumplimiento. Es tan imposible
hacer cumplir el deber de socorro, como el obligar a un pintor a realizar un cuadro, al
pianista a intervenir en un concierto o a la mujer o al marido a vivir dentro del hogar
conyugal11.
El profesor Rossel sostiene que si el socorro no se cumple por uno de los cónyuges el
otro puede pedir judicialmente su cumplimiento y “así la obligación de socorro se torna en
la de pagar una pensión alimenticia”.
Frente a esto, la señora Caffarena sostiene que tal interpretación conduce al absurdo
de que el socorro, que la ley ha querido que los cónyuges se deban desde el momento
mismo de la celebración del matrimonio y en todas las circunstancias de la vida, no regiría
entre cónyuges que tienen bienes.
Por último, adviértase la contradicción que encierra el “tornar” el socorro en una
pensión alimenticia, ya que, como dice Borja, “una cosa no se convierte en otra sino cuando
la primera es distinta de la segunda”.
6.- Entre las diferencias que existen entre el deber de socorro y los alimentos, se cita –
sin que sea la fundamental – el hecho de que el primero se proporciona en especies o en
dinero, otorgándose a medida que las necesidades del hogar lo exijan y el segundo consiste
en una suma de dinero que se paga por mensualidades anticipadas. Según el profesor
9 Es criticable esta afirmación que formula doña Elena Caffarena, pues, como es sabido, las obligaciones
naturales son propiamente obligaciones, aunque se caracterizan porque no pueden ser cumplidas
compulsivamente.
10 El artículo 54 inc. 2º Nº 2 de la Ley Nº 19.947, expresamente prevé como hipótesis de divorcio – sanción la
“transgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad propios del matrimonio”;
pero, por el contrario, la transgresión grave y reiterada de la obligación alimenticia constituye un obstáculo al
divorcio, al originar la excepción de alimentos no cumplidos.
11 Esta afirmación resulta discutible, toda vez que el artículo 1.553 CC autoriza al acreedor de una obligación
de hacer a apremiar al deudor para que cumpla, apremios que pueden consistir en multas o arrestos.
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Rossel esta diferencia no existe y da en apoyo de su afirmación una argumentación de
hecho y otra de Derecho.
A. Argumentación de hecho.
Sostiene el profesor Rossel que es muy raro que el marido entregue las cosas para el
mantenimiento del hogar en especie y que lo normal y corriente es que la mujer reciba una
asignación en dinero, mensual o quincenalmente, que ella invierte en las especies
destinadas al diario consumo.
Es posible que así ocurra en el medio social del comentarista, pero podrían citarse
miles de casos en que la suma de dinero se entrega diariamente, otros tantos en que el
deudor del socorro entregará indistintamente especies y dinero y si se hiciera una encuesta
podría establecerse que este dinero y estas especies varían de un día a otro, de un mes a
otro en una misma pareja. Los que es indiscutible en todo caso es que el monto del socorro
no está regulado previamente ni se entrega anticipadamente, sino que a medida que las
necesidades del hogar lo exijan, mientras que los alimentos, por mandato de la ley, deben
pagarse por mensualidades anticipadas y en la cantidad que el juez ha tasado o las partes
han acordado, con la aprobación judicial.
B.- Argumentación de Derecho.
Sostiene el profesor Rossel que la pensión alimenticia se paga en dinero sin que el
legislador lo diga, sólo por razones de comodidad, pero que podría pagarse en especies,
pues la expresión “forma” empleada por el artículo 333 del Código Civil lo autoriza.
Según la señora Caffarena, éste es un apoyo bastante feble y nada claro. Otros llegan
a deducir de la expresión “forma” que el juez podría imponer al alimentario la obligación de
recibir mesa y habitación en casa del alimentante. (Claro Solar).
Del artículo 333, Borja dijo: “Algún tanto oscura nos parece esta disposición”. Lo
cierto es que él no fue obra de Bello, ya que no aparece en ninguno de sus proyectos y así se
explica su mala redacción y su redundancia con otros preceptos del mismo Título XVIII. En
efecto, no se necesitaba que el legislador insistiera en que “el juez reglará la forma y cuantía
en que hayan de prestarse lo alimentos”, puesto que en otros artículos había ya hecho la
distinción entre alimentos congruos y necesarios12, y ordenado que en la tasación de los
alimentos se consideraran las facultades del deudor y sus circunstancias domésticas. Por
otra parte, el artículo 333 debe interpretarse considerándolo en su totalidad y no por una
expresión aislada. Adviértase que este artículo después de disponer que el juez reglará la
forma y cuantía en que hayan de prestarse los alimentos, agrega, sin que separe estos
términos con un punto o siquiera con un punto y coma, que “podrá disponer que se
conviertan en los intereses de un capital que se consigne a este efecto en una caja de
ahorros o en otro establecimiento análogo”, lo que está indicando que entendía que la
pensión alimenticia debía consistir en una suma de dinero, ya que el interés de un capital es
siempre en dinero.
14 Esta opinión es criticable, pues la ley no ha distinguido, por lo tanto, no corresponde al intérprete distinguir.
15 Esta opinión también es criticable, pues lo realmente importante del usufructo son los frutos, de manera
que no tiene sentido plantear la inembargabilidad del usufructo si los frutos son embargables.
16 En la actualidad, la referencia debe entenderse hecha al artículo 132 de la Ley Nº 20.720.
17 Sin embargo, el profesor Court sostiene que se trata de una causal por vía consecuencial.
18 El profesor Ramos Pazos señala que “el Senado tuvo a la vista un informe del profesor Carlos Peña,
defendiendo la constitucionalidad del proyecto, en que se expresa que ‘la institución importa una desmedro
de la autonomía de la voluntad, puesto que su facultad de disposición deja de ser omnímoda. Pero para que
ello constituya una razón de inconstitucionalidad sería necesario que equivaliera a una privación de dominio,
o a una limitación del mismo por justificaciones distintas a las autorizadas por el inc. 2º del número 24 del art.
19 de la Constitución’, agregando que ‘nuestro ordenamiento jurídico contiene diversas instituciones relativas
a la propiedad, que se fundan en el interés mediato o inmediato de la familia, cuya naturaleza es igual a la que
el proyecto denomina bienes familiares: el derecho de alimentos, que puede pagarse mediante derechos
reales limitativos del dominio (art. 11 de la Ley Nº 14.908); el usufructo legal del marido y el padre de familia
(art. 810, en relación con los arts. 243 y 1753 del Código Civil), etc.’”.
306 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
los bienes de la mujer, puesto que la estaría privando de las facultades esenciales del
dominio, consistente en su uso y goce.
Asimismo, bajo el mismo criterio de inconstitucionalidad, sería inconstitucional el
actual régimen de sociedad conyugal, en cuanto al marido, para disponer de los bienes
sociales, que se estiman de su propiedad, conforme a los arts. 1.750 y 1.752 CC, al tener que
obtener la autorización de la mujer o de la justicia en subsidio, conforme al art. 1.749 CC.
En verdad, la institución de los bienes familiares, como otras, forma parte del
régimen patrimonial primario, referido a las relaciones entre los cónyuges que,
conjuntamente con otras instituciones, corresponden a un conjunto de reglas de carácter
patrimonial heterónomamente impuestas, puesto que se inspiran en el interés de la familia;
son verdaderas obligaciones con fuente en la sola disposición de la ley, conforme a lo que
establecen los arts. 578, 1.437 y 2.284, cuyo propósito es contribuir a las cargas que impone
el matrimonio.
No se afecta a la esencia del derecho de propiedad, ni se priva a su titular de ninguno
de los atributos que lo configuran. En verdad, los bienes familiares, no importan la
privación del derecho de dominio, sino sólo una limitación semejante a otras que impone
nuestro ordenamiento jurídico, y cuya constitucionalidad jamás se ha discutido, cual es el
caso del derecho de alimentos, que puede traducirse en derechos de usufructo, uso o
habitación, el usufructo legal del marido, el usufructo legal del padre o madre, las
asignaciones forzosas, la insinuación de las donaciones entre vivos, etc.
Con arreglo a una correcta interpretación constitucional, el art. 19 Nº 24 inc. 2º CPR,
que se refiere a las limitaciones del dominio, debe entenderse conforme a los valores que el
art. 1º CPR explicita, y que se reiteran en las Convenciones Internacionales sobre Derechos
Fundamentales, que integra nuestro ordenamiento jurídico, en los términos del art. 5º CPR.
Pues bien, entre los valores y deberes que recogen tales normas, se cuenta la familia
y la protección jurídica y social que se le debe prestar, protección de la familia que, por ser
un deber del Estado, corresponde al bien común y, por lo mismo, a los intereses generales
de la Nación a que se refiere el art. 19 Nº 24 inc. 2º CPR, cuando alude a las circunstancias
que justifican las limitaciones al dominio.
En relación a este tema, el profesor Court estima “que la constitucionalidad de la
institución de los bienes familiares no puede quedar supeditada a quién efectúe la
declaración. Es decir, la conclusión a que se arribe al respecto no depende de si la
declaración la hacen los cónyuges o el juez, sino de la interpretación que se formule de las
disposiciones constitucionales aludidas.
Por lo mismo, me parece innecesario y negativo que se haya sustituido la fórmula
originalmente propuesta para la constitución de bien familiar.
Tan innecesaria fue la sustitución referida que la propia ley, tratándose de derechos
o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias de un inmueble que sea
residencia principal de la familia, permite que se haga la afectación de las mismas ‘(…) por
declaración de cualquiera de los cónyuges contenida en escritura pública (…)’ (art. 146,
inciso 3º), no obstante que existía la misma razón para exigir la afectación judicial de estos
derechos que en los casos del artículo 141, puesto que mediante dicha afectación se limita
igualmente el derecho de propiedad del cónyuge propietario: la propiedad sobre los
derechos y acciones”.
307 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
FILIACIÓN.
CONCEPTO.
Según el profesor Hernán Troncoso “es el vínculo jurídico existente entre el padre o
la madre y el hijo; se refiere por tanto a la relación de paternidad o maternidad
respectivamente”.
El profesor Ramos Pazos señala que “se la ha definido como ‘el vínculo jurídico que
une a un hijo con su padre o con su madre y que consiste en la relación de parentesco
establecida por la ley entre un ascendiente y su inmediato descendiente, o sea, su
descendiente en primer grado’ (…). Somarriva dice que ‘es la relación de descendencia
entre dos personas, una de las cuales es padre o madre de la otra’ (…)”.
Por su parte, la profesora Maricruz Gómez de la Torre señala que “la filiación es una
relación fundamentalmente jurídica entre el padre y el hijo y la madre y el hijo. Los
términos paternidad, maternidad, hijo, filiación, padre, expresan, sobre todo, categorías
jurídicas estructuradas sobre papeles culturales. Será padre o madre aquel que asuma
voluntariamente esta función social, aunque genéticamente no lo sea, autoimponiéndose el
conjunto de funciones que la sociedad y el ordenamiento jurídico esperan y definen con esa
denominación. Éstos serán los llamados padres sociales. Como contrapartida, se encuentran
los progenitores, que son: los padres biológicos en la adopción y los que aportaron el
material genético en las técnicas de reproducción humana asistida. Éstos no pretenden
ninguna relación jurídica de filiación respecto a la criatura adoptada o al que nace producto
de su donación”.
PRINCIPIOS QUE RIGEN EN MATERIA DE FILIACIÓN.
1º DERECHO A LA IDENTIDAD.
También conocido como el derecho de toda persona a conocer sus orígenes o a
“saber quiénes son sus padres”. Se dice que sólo así sabrá quién es él.
Este derecho pertenece a los denominados Derechos Fundamentales de Tercera
Generación, se puede definir como “aquel derecho personalísimo del que goza todo ser
humano a ser uno mismo, en su compleja y múltiple diversidad de aspectos, alcanzando de
esta forma su propia identidad” y “se relaciona con los atributos de ser único e irrepetible,
frente al mundo social que rodea al individuo”.
Además, conocer la identidad “implica la identidad de todo ser humano a que se
respete su propia verdad, lo que incluye su historia y su particular configuración física,
psíquica, familiar, social y cultural”. De esta manera, “para que una persona logre
desarrollar su personalidad necesita conocer su identidad, es decir, conocer su origen,
saber quiénes son sus padres, quiénes constituyen su familia. En síntesis, la identidad es el
resultado de la investigación, y para identificar necesito saber quién soy, investigar mi
origen”.
Así, podemos señalar que “el derecho a la identidad, si bien es un derecho autónomo,
abarca otros derechos, como el derecho a la identificación, el derecho a conocer el origen
biológico, el derecho a la identidad familiar y el derecho a una libre formación de la
identidad personal”.
308 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Art. 7.1 CSDN.
Para asegurar este derecho, la Ley 19.585 asegura una amplia investigación de la
paternidad y maternidad.
2º TRATO IGUALITARIO A TODOS LOS HIJOS.
Sin lugar a dudas ésta era una de las materias más criticadas al antiguo sistema
filiativo, en el que se advertían grandes diferencias entre los hijos nacidos dentro y los
nacidos fuera de matrimonio, las que se traducían en importantes consecuencias en
desmedro de los hijos no matrimoniales, las cuales los perjudicaban por causas que –
definitivamente – no les eran imputables.
Las disposiciones legales que establecían estas diferencias eran calificadas de
inconstitucionales, toda vez que la Constitución Política de la República consagra
expresamente el principio de igualdad, en sus artículos 1º inciso 1º y 19 Nº 2.
La Corte Suprema, en sentencia de 03 de octubre de 2000, sostuvo que la igualdad
“consiste en que las normas jurídicas deben ser iguales para todas las personas que se
encuentran en las mismas circunstancias y que no deben concederse privilegios ni
imponerse obligaciones a unos que no beneficien o graven a otros que se hallen en
condiciones similares”, lo que significa que “ninguna persona es superior o inferior a otra
en dignidad y derechos, lo que implica que nadie puede ser discriminado”.
La profesora Gómez De la Torre explica que la igualdad se proyecta en dos
dimensiones: “de una parte, debe corregir las desigualdades de hecho, producto de
situaciones que derivan de causas naturales o de la realidad social, y de otra, debe eliminar
toda diferencia arbitraria o discriminación”. Agrega que la Corte Europea de Derechos
Humanos, en el caso de Willis vs. The United Kingdom, en sentencia de 11 de junio de 2002,
sostuvo que “Una diferenciación es discriminatoria si carece de justificación objetiva y
razonable, es decir, si no persigue un fin legítimo o si carece de una relación razonable de
proporcionalidad entre los medios empleados y el fin perseguido”.
De esta manera, “las diferencias establecidas entre personas en razón del nacimiento
son discriminaciones arbitrarias, porque no son justificables y atentan contra el principio
de igualdad”.
La Ley 19.585 igualó los derechos de todos los hijos, armonizando los preceptos
legales existentes en la materia con el mandato establecido en el artículo 1° y 19 N° 1 de la
Constitución Política de la República, y con las normas internacionales, por ejemplo, con el
art. 2.1 CSDN.
La ley consagra la equiparación de derechos y oportunidades a todos los hijos
habidos de un mismo progenitor, bajo la sola condición que su filiación esté determinada.
Art. 33 CC.
Sin embargo, tenemos el a Art. 179 CC.
¿Cómo se entiende esto?
Tanto la filiación matrimonial como la no matrimonial producen los mismos efectos
en lo que dice relación con la igualdad para los hijos. Lo que ocurre es que esta distinción
sólo tiene importancia para establecer el régimen jurídico de determinación de filiación que
habrá de observarse en uno y otro.
309 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
En efecto, la filiación matrimonial viene caracterizada por la existencia de
matrimonio de los padres entre sí, y frente a esto, la ley parte de la base que el matrimonio
otorga un principio de certeza que se traduce en la presunción de paternidad, de la cual
carece la filiación no matrimonial; de ahí que se ha establecido este distingo.
Sin embargo, puede pensarse que el hijo de filiación matrimonial goza de un estatuto
cuyo vínculo siempre es con dos personas, porque necesariamente involucra al hijo con su
padre y madre. Este hijo pasa a formar parte de la familia instaurada por ese matrimonio,
por eso es que tendría un estatus de familia. De ahí que el artículo 204 CC exige que la
acción de reclamación se interponga por o en contra de ambos padres.
El hijo de filiación no matrimonial tiene un vínculo que es siempre unilateral; se es
hijo no matrimonial del padre o sólo de la madre, o bien de ambos, pero en forma
independiente; de ahí que el artículo 205 CC permite que la acción se interponga
separadamente contra uno u otro. Si bien es cierto que ya no puede decirse que el hijo no
matrimonial carece de familia, se comenta que propiamente no hay un ingreso a una familia
constituida por los padres, lo que nos permite explicar el artículo 228 CC. Luego, este hijo
no tendría un estatus de familia, sino que un estatus parental.
Consecuencias de la igualdad.
1.- La derogación del instituto de la legitimación.
El matrimonio que los padres contraigan con posterioridad no le da mejores
derechos al hijo.
2.- A la patria potestad acceden todos los hijos de filiación determinada.
Es este sentido, “la patria potestad sale de la esfera del matrimonio y de la
legitimidad para asentarse, a la inversa de la tradición romana, en el campo exclusivo de la
relación entre padre e hijo, aun cuando siempre dice relación con los bienes del hijo”.
3.- En materia de alimentos legales.
A.- Los alimentos se deben, entre otros, a los descendientes de filiación determinada y a
los ascendientes, sin más calificativo. Es decir, “todos los hijos de filiación determinada
tienen derecho a alimentos de sus padres, así como los tienen los ascendientes que hayan
reconocido voluntariamente a los hijos”.
B.- Desaparece la distinción entre alimentos congruos y necesarios.
4.- En materia sucesoria.
A.- Son llamados a la sucesión intestada del difunto sus descendientes y ascendientes,
entre otros.
B.- Los hijos excluyen a todos los otros herederos, a menos que hubiere cónyuge
sobreviviente.
310 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
C.- Se presentan como legitimarios: los hijos, personalmente o representados por su
descendencia; los ascendientes y el cónyuge sobreviviente.
D.- Se termina con la sucesión irregular. Si el causante no tiene determinada su filiación,
se aplica el régimen existente adaptándolo a su situación filiativa.
3° EL DERECHO DEL NIÑO A SER OÍDO.
En la actualidad, debido a las respectivas reformas legislativas y a la normativa
internacional, no resulta posible que la vida futura del hijo se decida prescindiendo
completamente de la opinión de éste.
En consecuencia, el niño “debe ser oído por el juez, atendida su edad y grado de
madurez. Ello ante la necesidad de privilegiar su interés, pero sin olvidar que este principio
no obliga al magistrado a acatar su opinión”.
Este derecho se encuentra consagrado expresamente en el art. 12.1 CSDN.
A fin de adecuar nuestra legislación interna a dicha Convención Internacional, la Ley
19.585 le dio una nueva redacción al inciso 2° del artículo 242 del Código Civil. En igual
sentido se pronuncia el inciso 1° del artículo 3° de la Ley 19.620 y el artículo 16 inciso 2° de
la Ley 19.968.
Observaciones.
Es preciso detenerse en cuatro aspectos:
1.- El niño tiene derecho a ser oído, de manera tal que – salvo circunstancias
excepcionalísimas – en los casos en que, por la materia, esté directamente involucrada la
vida futura del hijo (por ejemplo, en los juicios de tuición), debe estimarse, casi como un
trámite esencial, la audiencia del menor. En consecuencia, si las partes no lo solicitan, el
tribunal – atendidas sus amplias facultades probatorias – debiera solicitarlo de oficio.
2.- El tribunal debe ponderar la opinión del niño “debidamente”, en función de su edad y
madurez. En este punto se apela al criterio que debe tener el juzgador, toda vez que – si
bien es cierto que en principio la madurez está en función de la edad – no existe una
vinculación necesaria entre ambos aspectos, de manera tal que el sentenciador, en base a su
criterio, dará más o menos consideración a la opinión del menor, atendiendo a su edad o
madurez.
3.- Si bien es cierto la opinión del menor no puede ser vinculante para el tribunal (si así
fuese, no tendría sentido encomendar el caso a los tribunales: bastaría con preguntarle al
niño qué es lo que quiere), ésta tampoco puede ser ignorada, especialmente si la prueba
rendida no resulta contundente a la hora de formar la convicción del sentenciador; es más,
si el tribunal va a fallar en contra de la opinión del menor, resulta aconsejable que se
expresen las razones de ello.
4.- Se debe ser sumamente cuidadoso al momento de señalar si esa opinión que está
dando el menor efectivamente corresponde a lo que él desea, o si, por el contrario, se trata
311 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
de la voluntad de alguno de sus progenitores que lo han “programado” para que manifieste
su voluntad en algún sentido determinado. Esto es a lo que se ha denominado el Síndrome
de Alejamiento Parental19, descrito como una situación en la que un progenitor intenta
deliberadamente alienar a su hijo o hija del otro progenitor, envenenando su mente,
normalmente con éxito. El tribunal, entonces, debe cerciorarse de que la opinión que
manifieste el menor no responda a este Síndrome; incluso, en Nueva York, en el año 1980 se
señaló que una interferencia del padre custodio en la relación entre un niño y un padre no
custodio, es un acto tan inconsistente con los mejores intereses del niño que suscita per se
una fuerte probabilidad de que la parte ofensora no sea la idónea para ser el progenitor
custodio.
4º EL INTERÉS SUPERIOR DEL MENOR.
En las materias filiativas siempre se debe buscar la situación “que más favorezca al
niño, preferentemente en lo relacionado en la vida futura”.
En rigor, este principio no sólo se proyecta a los temas relacionados directamente
con la vida futura del menor, sino que se proyecta al ordenamiento jurídico y, además,
“hacia las instituciones públicas y privadas de bienestar social”.
Es por ello que este principio cumple tres funciones: “es una garantía para el menor,
debido a que toda decisión que concierna al niño debe considerar, fundamentalmente, sus
derechos; es una norma orientadora que no sólo obliga a legisladores y jueces, sino a todas
las instituciones públicas y privadas, y es una norma de interpretación y de resolución de
conflictos. Es por ello un límite a la discrecionalidad de las autoridades en la adopción de
decisiones relacionadas con los niños”.
Ello quiere decir que, a la hora de decidir los temas relacionados directamente con la
vida futura del menor, por ejemplo, en lo relativo al ejercicio de la autoridad paterna o de la
patria potestad, las decisiones que se adopten deben buscar el beneficio del hijo por sobre
lo que, a este respecto, deseen, opinen o le convenga a los padres. De ahí que el profesor
Juan Andrés Orrego sostenga que “si hablamos de un ‘interés superior de los menores’, es
porque hay otros intereses que, frente al primero, se consideran inferiores”.
Precisar qué se entiende por interés superior del menor, pues “cuando se piensa qué
es lo más conveniente, útil o provechoso para el menor, surgen distintas apreciaciones.
Unos pueden considerar que lo más conveniente es lograr desarrollar en el niño fuertes
lazos emocionales, otros, contar con una adecuada formación espiritual o religiosa o con
una educación que lo habilite para ser un adulto eficiente. En consecuencia, la evaluación
del interés del niño dependerá de la definición y/o prelación de los valores que se
consideran importantes en su etapa formativa: para unos serán los que estimulan los
afectos, la solidaridad, la responsabilidad, para otros, el orden, la disciplina y la eficiencia”.
Este problema se extiende a la judicatura, pues “los jueces, quienes interpretan el interés
del niño en sus resoluciones, son portadores de diferentes valores y preferencias que se
exteriorizan en las prácticas judiciales”.
19 Los autores Delia Pedrosa y José María Bouza señalan que el Síndrome de Alienación Parental “se define por
el hecho que un padre ejerce la tenencia y obstruye o impide el vínculo del hijo con el otro padre y construye
una relación abusiva en la cual, paradójicamente, la víctima infantil es el verdugo”.
312 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Éste es el pilar fundamental en el que descansa toda la materia filiativa, y se ha ido
incorporando, cada vez más, en nuestra legislación. Así vemos, por ejemplo, que las Leyes
19.947 y 19.968 hacen expresa alusión a este interés.
Art. 222 inc. 1° CC.
Si bien esta norma no señala expresamente qué debe entenderse por interés
superior del hijo, sí nos da una pauta: el interés superior del hijo implica procurar la mayor
realización espiritual y material de éste. El interés superior del menor “es un concepto
jurídico indeterminado, pero hay una cierta unanimidad en cuanto a entender que consiste
en garantizar al niño el ejercicio y satisfacción efectiva de los derechos y garantías que
surgen de su calidad de persona humana, los que deben ser respetados en el ejercicio de la
autoridad de los padres, en las resoluciones que dicten los jueces y en las medidas que
tomen los organismos públicos y privados al respecto”.
Pareciera ser que la redacción de esta norma no ha sido dejada al azar: primero, se
debe buscar la mayor realización espiritual del hijo, y luego, su mayor realización material.
Esto, que pudiera sonar como simple retórica, en realidad, tiene importantísimas
consecuencias. Se ha fallado, por ejemplo, que – aunque una madre no esté inhabilitada
para ejercer la autoridad paterna – en atención al interés superior del hijo resulta más
favorable para éste que la tuición corresponda al padre. Para llegar a esta conclusión,
necesariamente debemos tener claridad cuál es el interés superior del hijo. Si pensásemos
que dicho interés superior parte de la mayor realización material, como se ha pretendido
por algunos padres al señalar que – por tener mejor situación económica que la madre – les
correspondería a ellos ejercer la tuición de sus hijos. Sin embargo, como lo que la norma
busca es, primero, la mayor realización espiritual del hijo, y luego su mayor realización
material, se debe prestar atención a cuál de los dos padres que viven separados, le
proporcionará al hijo esa mayor realización espiritual.
5º LIBRE INVESTIGACIÓN DE LA PATERNIDAD Y MATERNIDAD.
Si nuestro antiguo sistema filiativo acusaba deficiencias, ellas se debían, en buena
medida, al sistema de investigación de la paternidad y maternidad. Los hijos
extramatrimoniales que nacían no obtenían, por la vía judicial, una declaración de
paternidad o maternidad, a menos que ésta se confesara.
La jurisprudencia era virtualmente inexistente, y esas normas de los artículos 271 y
280 antiguos tenían un mínimo grado de aplicación.
El nuevo sistema admite el ejercicio de las acciones de filiación. Sin embargo, cabe
tener presente que la Ley N° 19.585 establecía, en su redacción original, el art. 196 CC, que
el juez sólo dará curso a la demanda si con ella se presentan antecedentes suficientes que
hagan plausibles los hechos en que se funda. Cuando no le dé curso por este motivo,
ordenará notificar su resolución de oficio y por receptor de turno a la persona con quien se
intentó la acción.
La idea de este requisito, era evitar demandas infundadas, toda vez que el ejercicio
de una acción de filiación, especialmente de una acción de reclamación de estado civil,
enfrenta dos grandes intereses: el derecho de toda persona, y especialmente de todo niño, a
conocer su identidad (Art. 7 Nº 1 CSDN), con el derecho a la preservación de la paz y
armonía familiar, la cual puede ser violentada como consecuencia de procesos en que se
formulen falsas o poco serias imputaciones.
313 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Sin embargo, este requisito generó muchos problemas, pues no había acuerdo sobre
lo que debía entenderse por “antecedentes suficientes” que hicieran plausible los hechos en
que se fundaba la demanda. Así, “según Hernán Corral, lo que exigía la ley eran
antecedentes ‘como una expresión más amplia y comprensiva de prueba o principio de
prueba’, esto es, de ‘cualquier elemento inteligible, separado y distinguible del escrito de
demanda, del cual pueda desprenderse razonablemente una conjetura de realidad de los
hechos alegados por ésta’”.
Paulina Veloso “afirmaba que ‘de acuerdo a las palabras empleadas en el precepto, el
requisito consistiría en que en la demanda se deberán mostrar, exponer y aportar, datos,
referencias, historial, que hagan atendible los hechos en que ella se funda’, agregando que
‘no resulta, en cambio, posible sostener que sea necesario aportar antecedentes contenidos
en documentos o instrumentos separados o distintos al escrito de demanda’”.
René Abeliuk sostenía “que el sentido de la norma actual es que el juez debe efectuar
un examen de la demanda. Y con él determinar si la acción parece bien fundada”.
La jurisprudencia sobre este punto fue abundante, inclinándose, en general, por las
opiniones de Veloso y Abeliuk.
En razón de lo anterior, la Ley N° 20.030, de 05 de julio de 2005 derogó el citado
artículo 196 CC, de manera que se puso fin a este control previo de admisibilidad de la
demanda.
Para estos efectos, la ley contempla una amplia libertad para la prueba de paternidad
y maternidad, incluyendo las pruebas biológicas. Detrás de esta reforma, está la idea que la
filiación debe dejar de ser un acto gracioso del padre o madre que reconoce a un hijo como
suyo, y pasa a ser un hecho que se le impone a un sujeto, como resultado de un proceso de
búsqueda de la verdad, inserto en un juicio de investigación de paternidad o maternidad.
Este tema, se conecta con el de la verdad de la filiación, en la que encontramos dos
posturas:
1.- Tesis realistas.
Pretenden reducir la filiación al hecho biológico de la procreación.
2.- Tesis de la verdad afectiva o sociológica de la filiación.
Aquí se atiende a otros factores, por ejemplo, la posesión notoria del estado de hijo, o
lo que ocurre en la adopción, o lo que se da en las técnicas de reproducción asistida.
En el actual sistema es fuerte el tema de la verdad biológica. Sin embargo, tenemos:
Art. 201 CC.
314 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
CONCEPTOS CLAVES.
1º DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN.
Concepto.
Es la constatación o proclamación oficial, a través de los mecanismos legales, de la
paternidad o maternidad. En palabras del profesor Court, “es el establecimiento de la
misma a través de la constatación legal e los elementos que la constituyen”.
Para la profesora Maricruz Gómez de la Torre la filiación “es determinada cuando se
encuentra legalmente establecida la paternidad o maternidad o ambas” y agrega que
“determinar la filiación consiste en ‘la afirmación jurídica de una realidad biológica
presunta’ relativa a la paternidad y/o maternidad”.
Según el profesor Abeliuk, “es la forma legal en que se establece que una persona es
hija de otros que son su padre y/o su madre”.
Observaciones.
1.- Por la determinación de la filiación, jurídicamente decimos que una persona es hija
de otra, que pasa a ser su padre o madre.
2.- Los mecanismos o medios de determinación de filiación están señalados en la ley.
Unos pueden darse en sede extrajudicial, como el reconocimiento, mientras que otros se
dan en sede judicial, como la sentencia firme dictada en juicio de filiación.
Esta distinción tiene importancia, porque una filiación determinada judicialmente no
puede ser objeto de impugnación, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 320 inc. 1º CC.
La sentencia trae una determinación definitiva de la filiación, salvo lo dispuesto en el
art. 320 CC, cosa que no ocurre si la determinación se produce extrajudicialmente; de esta
manera, el reconocimiento puede ser impugnado.
Además, con ocasión de la determinación judicial se plantea aquello de una filiación
determinada contra la oposición del padre o madre, para hacer efectivo el art. 203 CC.
3.- Art. 181 inc. 1º CC.
No es que la filiación tenga efectos retroactivos, sino que es la determinación la que
opera con este carácter.
Esto trae importantes consecuencias, por ejemplo:
A.- La acción de reclamación de filiación la tiene el hijo, el padre, la madre o el
representante legal del hijo, si éste es incapaz.
Cuando el que ejerce la acción de reclamación es el hijo, si es que él reclama, por
ejemplo, filiación matrimonial, la ejercerá en contra de ambos padres, y si reclama filiación
no matrimonial, la ejercerá en contra de cualquiera de ellos.
¿Puede el hijo reclamar filiación cuando esos padres o alguno de ellos han fallecido?
Art. 206 CC.
315 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Si este hijo logra determinar su filiación, lo que obviamente va a ocurrir después de
la muerte del padre o madre, no cabe duda que al momento de abrirse la sucesión de ese
padre o madre, este hijo malamente podría ser estimado heredero del causante, y ocurre
que determinada su filiación, los efectos se retrotraen a la época de la concepción, y de ahí
que se entiende que – al morir el padre o madre – esa persona era ya hijo suyo, y luego, la
herencia le fue deferida.
Pero hay que tener presente que este derecho se extingue por prescripción, es decir,
si al producirse la determinación de la filiación ya ha transcurrido el plazo para que los
otros herederos adquieran la herencia por prescripción, con exclusión de este hijo, estos sin
duda van a oponer con éxito esa prescripción a la acción de petición de herencia del hijo.
B.- Padre que reconoce a un hijo no matrimonial, pero lo hace después que fallece el
hijo.
Esto es posible, porque puede haber reconocimiento de un hijo muerto.
¿Este padre tiene derecho a concurrir en la sucesión de ese hijo?
Todo indica que sí, por la retroactividad del art. 181 CC. Pero este reconocimiento
que hace el padre podría ser interesado y prestarse para abusos, por ello el legislador
neutraliza esto por ese derecho a repudiar que le da a los herederos del hijo.
C.- Si dos personas se casan y luego se determina que son hermanos, ese matrimonio
sería nulo.
D.- El causante hace donaciones a una persona; luego se determina que esa persona
beneficiada es su hijo; todo indica que habría que colacionar esas donaciones a la masa de
bienes al fallecer el causante, formando el primer acervo imaginario.
E.- Un persona pagó una deuda a otro; luego se determina que esa persona es su hijo. Al
fallecer la primera, esa deuda se va a tener que imputar a su legítima. Art. 1.203 CC.
F.- Se hace una asignación testamentaria a quien después pasa a ser hijo del notario. Esa
asignación sería nula. Art. 1.061 CC.
G.- La determinación de la filiación haría desparecer el eventual delito de hurto. Art. 489
inc. 4º CP.
2º PRUEBA EN MATERIA DE JUICIO DE FILIACIÓN.
Aquí se trata de los medios de prueba que se emplean en un juicio de filiación para
acreditar una filiación no determinada. En palabras del profesor Court, “es la demostración
en juicio, por los medios de prueba legales, de la filiación ya determinada”.
Como señala el profesor Abeliuk, “la prueba de la filiación se produce en los juicios
de filiación, ya sea que tengan por objeto reclamar, impugnar, desconocer anular una
filiación establecida en alguna de las formas ya señaladas. La prueba se produce en juicio
con arreglo a las reglas generales que rigen la prueba judicial, más las que agrega el Código
316 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
en esta materia, y que en general se traducen en una amplia libertad probatoria a diferencia
de lo que ocurría en la legislación anterior”.
3º ACREDITACIÓN Y PRUEBA DE FILIACIÓN YA DETERMINADA.
Según el profesor Court, “consiste en la comprobación de la misma frente a terceros
fuera de juicio”; en cambio, para el profesor Abeliuk “se produce extrajudicialmente, pero
también, ante la justicia cuando no se está discutiendo la filiación misma mediante el
ejercicio de las acciones de filiación que reglamenta el Título VIII del Libro I”20.
En el nuevo sistema, tenemos:
1.- Art. 305 incs. 1º y 2º CC.
2.- Art. 309 inc. 2º CC.
Observaciones.
1.- El estado civil se prueba por las partidas de nacimiento o por la inscripción o
subinscripción del correspondiente instrumento, según sea el caso.
2.- Si no hay partidas ni inscripción o subinscripción, el estado civil se puede probar por
los instrumentos auténticos que permitieron determinar la filiación.
3.- Si tampoco hay instrumentos auténticos, se entiende que la filiación no está
determinada y debe entrar a probarse en el correspondiente juicio de filiación.
4.- La ley emplea las expresiones probar y acreditar filiación ya determinada.
Probar significa demostrar en un juicio que una persona tiene el estado civil de
padre, madre o hijo, por ejemplo en un juicio de alimentos.
Acreditar significa invocar el estado civil de padre, madre o hijo respecto de una
persona, pero ante terceros.
CLASES DE FILIACIÓN.
Se distingue entre filiación por naturaleza y filiación por adopción. En palabras del
profesor Troncoso “la filiación se clasifica en natural y adoptiva”.
1º FILIACIÓN POR NATURALEZA.
Es la que se produce por el hecho de la generación; “tiene su origen en la
procreación”.
20 Éste podría ser el caso en que, por ejemplo, se demanda indemnización de perjuicios invocándose la calidad
21 Después de la Ley Nº 19.904, la referencia debe entenderse hecha al sordo o sordomudo que no puede darse
a entender claramente.
328 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Esto no figura en el nuevo régimen de filiación. Algunos dicen que esto no se
contemplaría, porque – en el nuevo régimen – según el art. 183 CC, la maternidad quedaría
legalmente determinada por el parto, sea filiación matrimonial o no matrimonial, siempre
que se reúnan las condiciones de nacimiento y que haya identidad entre el hijo y la madre
que le da a luz.
3) ¿Puede existir reconocimiento a través de mandatario?
Art. 190 CC.
El mandato está admitido para el reconocimiento voluntario expreso, pero no así
para el tácito, que está en el art. 188 CC.
En el sistema anterior, el mandato se admitía para el reconocimiento expreso y
tácito.
Cabe tener presente que tampoco cabe el reconocimiento a través de representante
“cuando se efectúe por acto testamentario, porque el testamento es un acto personalísimo y
la facultad de testar es indelegable (artículo 1004)”.
A quién se puede reconocer.
A cualquiera persona viva, sea menor o mayor de edad, capaz o incapaz; “se puede
reconocer cualquier clase de hijos, no importando para dicho efecto si es mayor o menor de
edad, ni tampoco si está vivo o muerto, arts. 191 y 193”. El único límite lo tenemos en el art.
189 inc. 1º CC.
Siempre que ésta sea incompatible con la que se pretende dar. Como señala el
profesor Court, “por razones obvias, la ley no permite al padre o madre reconocer a un hijo
que tiene ya una filiación determinada”.
Problemas.
i.- ¿Qué significa eso de “no surtirá efecto”?
Pareciera ser que estamos ante una hipótesis de inexistencia jurídica, y no de
nulidad, lo que es importante porque ésta necesita de sentencia judicial, y mientras ésta no
sea pronunciada, el segundo reconocimiento produciría todos sus efectos.
ii.- ¿Se puede reconocer a un hijo fallecido?
Sí, de acuerdo al art. 193 CC. Así también lo entiende el profesor Ramos Pazos, al
señalar que “se puede reconocer a cualquier clase de hijos: mayores, menores, vivos o
muertos”.
La doctrina, bajo el sistema anterior, llegaba a las mismas conclusiones.
iii.- ¿Se puede reconocer a un hijo concebido, pero no nacido?
Hernán Corral se formula esta pregunta, porque su concepto de persona surge con la
concepción.
22 Cabe recordar que, después de la Ley Nº 19.904, la referencia se entiende hecha al sordo o sordomudo que
23 En el mismo sentido, el profesor Ramos Pazos sostenía, antes de la incorporación del artículo 199 bis CC,
que “la sanción parece excesiva, pues el padre o madre, especialmente el primero, pueden oponerse no por
querer desconocer al hijo, sino por asistirle dudas que el hijo sea suyo. No vemos por qué puede ser ilícito que
el padre se oponga a la demanda con el objeto de que en el juicio se pruebe la paternidad. Por ello no nos
parece adecuado que se le sancione en forma tan drástica. Nos imaginamos que este padre puede razonar del
modo siguiente: tengo dudas de que este hijo sea mío, pero frente a la demanda estoy dispuesto a que se me
hagan los exámenes de ADN, de tal suerte que si se me demuestra que es mi hijo, no tengo problemas en
asumir mi paternidad”; en consecuencia, dichos temores desaparecieron con la incorporación del artículo 199
bis CC, de manera que también desapareció el fundamento de la crítica formulada.
348 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
1) Impugnación de la maternidad.
Reglamentación.
Arts. 217 a 219 CC.
Causales.
Art. 217 inc. 1º CC.
Según el profesor Troncoso “la maternidad se impugna desvirtuando los elementos
de ella, esto es el hecho del parto y la identidad del producto del parto. Quien impugne la
maternidad tiene sobre sí el peso de la prueba y deberá probar falso parto o suplantación
del hijo”.
El profesor Álvarez sostiene que “esta hipótesis ha sido bien definida en sus dos
elementos esenciales: la suposición de parto mediante la inscripción de un nacimiento con
el nombre de una mujer que no ha dado a luz a ésa o a otra persona, que pasa por hijo suyo
en la época presumible del alumbramiento.
La suplantación del parto se refiere a la sustitución de parto, al cambio de identidad
del hijo, lo que ocurre cuando el hijo nacido de una mujer se ha cambiado por otro, a cuyo
nombre se hizo la inscripción.
Como ocurre en todas las acciones de filiación pueden utilizarse todas las pruebas,
inclusive las biológicas. Es insuficiente la sola testimonial y las presunciones judiciales
deben ser más de una, pues deben ser graves, precisas y concordantes”.
Para la profesora Gómez de la Torre, “el falso parto se refiere a la inscripción de un
nacimiento con el nombre de una mujer que no ha parido a ese hijo o a ninguna criatura que
pasa por suya.
La suplantación del hijo es cuando (sic) el hijo nacido de una mujer se ha cambiado
por otro a cuyo nombre se hizo la inscripción de nacimiento.
Por tanto, se puede impugnar la maternidad probándose que no hubo realmente
parto y que si lo hubo, el niño que nació de la mujer fue reemplazado por otro. Para ello,
podrán utilizarse toda clase de pruebas. Pero es insuficiente la sola testimonial y las
presunciones deben ser graves, precisas y concordantes”.
Unidad de régimen.
Las normas que se aplican son las mismas, sea que se trate de filiación matrimonial o
no matrimonial.
En este sentido, tratándose de la impugnación de la maternidad no matrimonial,
señala el profesor Álvarez que “se rige en general por las mismas reglas de impugnación de
la maternidad matrimonial (…), con exclusión del marido, por cuanto en la filiación no
matrimonial no existe marido”.
Así también lo entiende el profesor Abeliuk, al señalar que “en la impugnación de la
maternidad tampoco hoy se distingue entre la impugnación de la maternidad matrimonial y
la no matrimonial, o sea, la de la madre que ha reconocido al hijo (…). Cualquier
impugnación de la maternidad se rige pues por las normas que hemos señalado
anteriormente”.
349 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Titulares de la acción.
A) El marido de la supuesta madre.
A él le interesa impugnar la maternidad, porque así deja sin efecto la presunción de
paternidad, ya que ésta se basa, entre otros requisitos, en la maternidad de la mujer
casada24.
Art. 217 incs. 2º y 4º CC.
No se exige ninguna condición.
B) La madre supuesta.
Art. 217 incs. 2º y 4º CC.
No se exige ninguna condición.
Según la profesora Gómez de la Torre, “deberá alegar que es falso el certificado de
parto, probando que no tuvo participación en la falsificación del certificado. O que su
verdadero hijo le fue sustituido o, el que se le atribuye como hijo, no es suyo, dando razones
que descarten su autoría o participación en los hechos”.
C) El verdadero padre del hijo.
Art. 217 inc. 3º CC.
En este caso, “no hay plazo para impugnar en razón de que se interpondrán
conjuntamente las acciones de impugnación y de reclamación de la verdadera filiación y, en
ese caso, no rigen los plazos señalados en el párrafo 3º del Título VIII”.
D) La verdadera madre del hijo.
Art. 217 inc. 3º CC.
En este caso, “no hay plazo para impugnar en razón de que se interpondrán
conjuntamente las acciones de impugnación y de reclamación de la verdadera filiación y, en
ese caso, no rigen los plazos señalados en el párrafo 3º del Título VIII”.
E) El hijo verdadero.
Accionará cuando haya existido suplantación.
Art. 217 inc. 3º CC.
En este caso, “no hay plazo para impugnar en razón de que se interpondrán
conjuntamente las acciones de impugnación y de reclamación de la verdadera filiación y, en
ese caso, no rigen los plazos señalados en el párrafo 3º del Título VIII”.
24 En este sentido, la profesora Gómez de la Torre sostiene que “el marido de la supuesta madre deberá
impugnar la maternidad para dejar sin sustento la presunción de paternidad matrimonial del hijo, que se basa
en esa maternidad”.
350 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
F) El hijo supuesto.
Art. 217 incs. 3º y 4º CC.
Algunos entienden que no necesita ejercer conjuntamente las acciones de
impugnación y reclamación, sino que tiene la acción de impugnación pura, la que deberá
ejercer en el plazo de un año desde que llega a la plena capacidad.
Según el profesor Ramos Pazos “se ha fallado que constituye un hecho de este tipo ‘el
conocimiento tardío que tuvo el recurrente (demandante que impugna la maternidad) de
una inscripción irregular que da fe del nacimiento de una menor que, como ya ha quedado
establecido en autos, no es hija legítima de los cónyuges litigantes, porque no existió el
parto que le dio origen’. ‘Habiéndose producido tal hecho, él hace revivir la acción de
impugnación…’”.
G) Toda persona a quien esa maternidad aparente perjudique en sus derechos sobre la
sucesión testada o intestada de los supuestos padre o madre.
Art. 218 CC.
Sin duda que la existencia de la posesión notaria va a ser alegada por el demandado y
lo hará como una excepción dilatoria.
Según el profesor Álvarez, “velando por la constitución verdadera, definitiva, segura
y pública de la filiación, solamente se da derecho a los terceros a la impugnación de la
maternidad aparente, después del fallecimiento de los supuestos padre o madre y para los
efectos de establecer derechos sobre la sucesión abintestato o testamentaria de ellos”.
Para el profesor Court “no es necesario que la maternidad aparente sea un elemento
de la filiación matrimonial del hijo, puesto que aun la maternidad relativa a un hijo no
matrimonial puede perjudicar igualmente los derechos sobre la sucesión, desde el
momento que, bajo la nueva ley, todos los hijos tienen los mismos derechos sucesorios”.
Según el profesor Somarriva, “en este caso la acción deja de ser una acción de familia
y pasa a ser una acción meramente patrimonial”.
Legitimados pasivos.
Art. 317 CC.
Va a depender de quién esté demandando.
A) Si quien demanda es la supuesta madre, la acción se dirige en contra del hijo
supuesto.
A juicio de la profesora Gómez de la Torre, también debe dirigir su acción en contra
del pretendido padre. A nuestro juicio, ello sólo se justifica cuando se trata de filiación no
matrimonial, pues – al impugnarse la maternidad – se destruye la presunción de
paternidad, lo que – de conformidad al artículo 317 CC – justifica tener como legítimo
contradictor al pretendido padre; en este sentido, “demostrada la falsa maternidad, también
la filiación dejará de ser matrimonial y, por ende, la acción afecta al marido en el caso que
tenga esa calidad. En caso contrario, la acción se dirigirá sólo contra el hijo”.
25 Esta afirmación fue hecha antes de la entrada en vigencia de la Ley Nº 20.680, la cual modificó el Código
Civil y, entre otras cosas, estableció que – a falta de acuerdo entre los padres – toca al padre y a la madre en
conjunto el ejercicio de la patria potestad.
354 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Este interés no es obviamente un interés meramente moral, sino que tiene que ser
un interés de orden pecuniario, patrimonial”.
iii) Para el profesor Abeliuk, “el legislador no ha resuelto en el caso en que la acción
estuviere deducida por el padre antes de su fallecimiento, si también los herederos podrán
continuarla. Ello nos parece lógico, por la aplicación de las reglas generales de la
comparecencia en juicio, y porque según sabemos y lo insistiremos (…), esta es la solución
que da el art. 317 para el caso de las acciones del hijo”.
iv) El profesor Abeliuk se pregunta si el único caso en que se puede actuar a través de
un representante es el caso del hijo incapaz, o si también puede ocurrir en caso que el
padre, un heredero o un tercero sean incapaces. Frente a ello señala que “la representación
y el mandato en el derecho son de aplicación amplia, pero también lo es que la filiación es
muy personal.
Sin embargo, como decíamos, en el caso de la incapacidad del hijo la razón de la
norma específica es muy especial y en el fondo lo que quiso decir es que en tal caso el
representante legal sólo puede accionar en interés del hijo y no del suyo propio.
Por ello a pesar de las razones señaladas también nos inclinamos por concluir que el
representante legal y el mandatario pueden ejercer estas acciones”.
Comentarios.
1) Se ha señalado que, si bien entre los titulares de esta acción no figura la madre, lo
cual a algunos les llama profundamente la atención, porque dicen que ella es la única que
sabe quién es el padre de su hijo, de modo que acá habría un flaco servicio a la tesis de la
verdad biológica; también se dice que la madre, a la vez, podría ejercer la acción por la vía
de actuar como representante legal del hijo. De ahí que algunos dicen que aquí existiría una
forma encubierta de dar titularidad de la acción a la madre. “Como señala Corral, ésta ‘es
una forma encubierta de otorgar acción a la madre (mujer del marido), opción bastante
discutible, ya que conceder esta acción a la mujer adúltera puede ir en menoscabo del
principio de que nadie puede aprovecharse de su propio dolo, sin que se divise cuál puede
ser el interés del hijo que, una vez impugnada la paternidad, quedará sin filiación paterna
determinada y con filiación no matrimonial respecto de su madre’”.
En este sentido, el profesor Abeliuk sostiene que “si bien la ley no lo dice
expresamente, tampoco le concede específicamente la acción, por lo que habría que
concluir que la madre no tiene acción de impugnación mientras viva el marido, lo que
parece un poco exagerado, dado que la madre tiene obviamente interés en que el padre sea
el verdadero y no quien realmente no lo es, aunque sea el marido. Corresponde a conceptos
de otra época el que no se promueva un juicio escandaloso en que la madre estaría
reconociendo que el hijo no es de su marido.
Sin embargo, creemos que fallecido el padre, la madre está en la misma situación que
cualquier otro heredero o interesado.
En efecto, hoy en día el cónyuge sobreviviente es legitimario y heredero en las
herencias de su cónyuge, y, en consecuencia, podrá accionar conforme al art. 213, porque
nada le excluye de él.
26 En este sentido, el profesor Troncoso señala que “como puede verse en este caso, para intentar la acción de
reclamación de filiación no es requisito que el supuesto padre o madre se encuentre vivo al momento de
hacerla valer”.
364 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
fallecido cuando éstos se hagan cargo de la acción iniciada por aquél o decidan entablarla’.
Por tanto, este artículo es la regla general y el artículo 206 del Código Civil establece una
excepción a esta regla general, la que sólo puede aplicarse dentro de los límites que ella
misma fija: esto es, en los dos casos antes señalados. En los demás casos, recupera su
imperio la regla del artículo 317 del Código Civil.
Por su parte, el artículo 5º transitorio de la Ley Nº 19.585 indica ‘No obstante, no
podrá reclamarse la paternidad o maternidad respecto de personas fallecidas con
anterioridad a la entrada en vigencia de la presente ley’. Por tanto, si el padre o madre
estaban vivos en la fecha de entrada en vigencia de la ley (27 de octubre de 1999) a su
muerte los herederos pueden ser demandados.
Otros agregan que si han muerto el presunto padre, tendríamos que aplicar el
artículo 1097 del Código Civil, que prescribe que los herederos representan al causante y en
consecuencia debe admitirse la demanda.
Esta segunda interpretación está acorde con la Ley Nº 19.585, que establece la libre
investigación de la paternidad y la imprescriptibilidad de la acción de reclamación. De lo
contrario se estaría privando del derecho a la identidad al hijo, con lo cual no sólo se estaría
infringiendo la ley chilena, sino también el artículo 7 de la Convención de los Derechos del
Niño y el artículo 18 del Pacto de San José de Costa Rica”.
Cabe tener presente que el Tribunal Constitucional se ha pronunciado respecto de la
inaplicabilidad del artículo 206 CC, pero su jurisprudencia no ha sido uniforme; en efecto,
hay sentencias en las que se ha declarado su inconstitucionalidad, fundada en la infracción
al derecho a la identidad (art. 5º inc. 2º CPR) y a la igualdad ante la ley (art. 19 Nº 2 CPR);
por otro lado, hay sentencias en las que se ha declarado que tal disposición legal no es
inconstitucional.
¿Qué ocurre si fallece el hijo?
Hay acción de reclamación.
Art. 207 CC.
3) Reclamación de una filiación que ha sido determinada.
Art. 208 CC.
Observaciones.
A) Los autores discuten si se trata de una acción mixta o de acciones acumulables.
B) Estas acciones deben ponerse en movimiento cada vez que la filiación esté
determinada, a menos que la determinación se haya dado por sentencia judicial, salvo el
caso del art. 320 CC.
C) Según el profesor Ramos Pazos “las acciones a interponer en este caso son dos: una
primera, de impugnación de una filiación anterior existente; y una segunda, de reclamación
de la nueva filiación. Ambas acciones deben interponerse conjuntamente. Y es lógico que así
27 Según la profesora Gómez de la Torre, el empleo de “la conjunción ‘y’ está indicando que, para recurrir a las
técnicas, se requiere de un hombre y una mujer. En consecuencia, no se puede aplicar a mujeres solas”.
372 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
1.- Si se utilizan gametos propios.
Como señala el profesor Abeliuk, “la intervención de técnicas reproductivas no es en
sí misma una determinación diferente de filiación (…) y por ende, como decíamos, será
matrimonial o extramatrimonial, según si la pareja que se somete a estas técnicas esté
dentro de las situaciones que determinan una y otra”.
A.- Si hay matrimonio entre los padres.
No cabe aplicar el art. 182 CC, porque esta norma se vería desplazada por las normas
generales que regulan la determinación de la filiación.
No sería necesario sacar a relucir que se trata de una concepción lograda por medios
artificiales.
Para el profesor Abeliuk, la filiación “será matrimonial si el nacimiento o concepción
se produce estando casada la pareja que se ha sometido a este procedimiento, o, estando
determinada la filiación, se casan posteriormente, y la maternidad queda determinada en la
forma señalada, esto es, por el parto y la identidad del hijo y la paternidad en las distintas
formas que ya hemos señalado”. En el mismo sentido se plantea la profesora Gómez de la
Torre, quien señala que “el hijo es portador de la herencia de sus padres; luego, la filiación
del hijo será matrimonial si los padres están casado, y si no lo están, será no matrimonial,
de acuerdo a lo prescrito en los artículos 180 y 186 del Código Civil”.
B.- Si no hay matrimonio entre los padres.
La filiación se va a determinar por el reconocimiento, y si éste no tiene lugar, se va a
reclamar judicialmente la filiación, pero sin necesidad de invocar el art. 182 CC, porque por
las pruebas biológicas se va a poder acreditar paternidad y maternidad. En este sentido, el
profesor Abeliuk sostiene que “la filiación no matrimonial se determinará por el
reconocimiento” y agrega que “ambas filiaciones podrán establecerse judicialmente
mediante el ejercicio de las acciones de filiación (…), probando que hubo filiación asistida”.
En el mismo sentido, la profesora Gómez de la Torre señala que “si la pareja no está casada
y se somete a estas técnicas, el hijo será no matrimonial de ambos, según el artículo 186 del
Código Civil”.
2.- Si se utilizan gametos ajenos.
A.- Aquí se hace aplicación del art. 182 CC, porque – de no existir esta norma – el
hombre o la mujer que no aportó su material genético no podría ser considerado como
padre o madre. “Al decir la ley ‘ni reclamarse una distinta’, está reconociendo la existencia
de un tercero/a en la fecundación, puesto que a este donante habría que reclamarle la
filiación. Se entiende por donante aquella persona – hombre o mujer – que proporciona el
material genético necesario para llevar a cabo una IA, FIVTE, GIFT o ICSE.
El artículo 182, inciso 2º, del Código Civil libera al donante de todo vínculo de
filiación con la criatura producto de su donación y le impide demandar la
paternidad/maternidad.
28 A falta de regla especial, debiera aplicarse las reglas generales en materia de voluntad y consentimiento de
29 Citando a la profesora argentina Catalina Arias, señala que “este principio hace centralmente a la esencia
ética del instituto con peso de evidencia plena. Sobreviniendo el desamparo por parte de la familia biológica o
de la familia adoptiva, mal podría legitimarse un nuevo agravio desde la ley o desde la decisión judicial que, de
ningún modo, podría justificarse en la dificultad de encontrar adoptantes para más de un solo niño”.
383 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Tratándose de adopción internacional la ley mantiene a ultranza la exigencia de que se trate
de adoptantes casados (art. 31). Debe atenderse igualmente al hecho de que si respecto de
un menor concurren como interesados en adoptar un residente soltero o viudo y un
matrimonio no residente, tiene preferencia este último (art. 30 ley Nº 19.620)”.
En el mismo sentido, la profesora Gómez de la Torre señala que “la Ley Nº 19.620 da
preferencia para adoptar a los matrimonios con residencia permanente en el país. No
obstante, también permite la adopción por personas individuales viudas, solteras o
divorciadas cuando no haya matrimonios con residencia en Chile interesados en adoptar, si
es que a juicio del juez pueden proporcionar al niño, afecto y los cuidados necesarios para
satisfacer sus necesidades espirituales y materiales. Esta adopción sólo procederá respecto
de adoptantes residentes en Chile y siempre que no existan cónyuges interesados en
adoptar (artículo 21).
En lo referente a la adopción internacional, la ley sólo permite que adopten
matrimonios. Con esto se establece una discriminación para los adoptantes extranjeros, que
se justifica señalando que este tipo de adopción requiere de un mayor grado de exigencias,
porque el menor sale del país de origen”.
5.- El Principio de la Reserva Relativa.
Para el profesor Corral, “lo establece el art. 28 de la ley Nº 19.620 al disponer que
todas las tramitaciones tanto judiciales como administrativas y la guarda de documentos a
que dé lugar la adopción será reservadas. El Reglamento ha aclarado que esta norma no
sólo se aplica al proceso de adopción, sino también a la información concerniente a los
niños que permanezcan en establecimientos de protección vinculados a programas de
adopción y a las gestiones para la declaración de adoptabilidad del menor (art. 33
Reglamento). La violación de la reserva está castigada penalmente tanto respecto de un
funcionario público (art. 39 ley Nº 19.620) como de un particular que revela antecedentes
teniendo conocimiento de su carácter de reservados (art. 39.2 ley Nº 19.620).
Pero la reserva no es absoluta y admite varias limitaciones. De partida, los
adoptantes pueden optar por no acogerse a la reserva (art. 28.1 ley Nº 19.620). En segundo
lugar, se permite la emisión de certificados durante la tramitación del proceso para
impetrar derechos o realizar actuaciones en beneficio del menor (art. 28.2 ley Nº 19.620)”.
Así también lo sostiene la profesora Quintana, al señalar que “la reserva del
procedimiento es la regla general, no obstante, los solicitantes podrían pedir que no
existiese tal reserva, conforme lo dispone el artículo 28: ‘Todas las tramitaciones, tanto
judiciales como administrativas y la guarda de documentos a que dé lugar la adopción,
serán reservadas, salvo que los interesados en su solicitud de adopción hayan requerido lo
contrario. En este caso, en la sentencia se dejará constancia de ello y no será aplicable lo
dispuesto en la parte primera de este artículo.
No obstará a la reserva las certificaciones que pidan al tribunal los solicitantes,
durante la tramitación del proceso, a fin de impetrar derechos que les correspondan o
realizar actuaciones en beneficio del menor que tiene bajo su cuidado personal’.
Es curioso que el legislador solamente se refiera en esta materia a los solicitantes y
no al menor susceptible de ser adoptado. No le concede el derecho de renunciar a la
privacidad como tampoco el de negar que se renuncie a ella. Extraña el silencio legislativo,
que en otras disposiciones exige que debe ser oído atendiendo a su edad y madurez”.
384 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
En el mismo sentido se plantea la profesora Gómez de la Torre, al señalar que “la ley
establece que todas las tramitaciones, tanto judiciales como administrativas, y la guarda de
documentos a que dé lugar la adopción serán reservadas, salvo que los interesados en la
solicitud hayan requerido lo contrario (artículo 28). En consecuencia, los adoptantes
pueden renunciar a la reserva cuando lo estimen conveniente. Pero si los adoptantes se
acogen a la reserva y ésta es infringida, la ley establece sanciones penales para los
funcionarios que violaron el secreto (artículos 39 y 40).
Por su parte, el Reglamento establece que el carácter de reservado también
comprenderá la información referente a los niños que permanezcan en establecimientos de
protección vinculados a Programas de Adopción y las gestiones que se realicen para
obtener la declaración de que un niño es susceptible de ser adoptado (artículo 33 del
Reglamento).
En la adopción extranjera hay una evolución hacia la adopción sin reserva. Es así
como en el derecho norteamericano se regula la ‘open adoption’, un tipo de adopción que
permite que los padres biológicos y el hijo puedan continuar teniendo algún tipo de relación
después de la adopción, como visitarse o intercambiar correspondencia”.
Así lo entiende también el profesor Ramos Pazos, al señalar que “la ley garantiza la
reserva de todas las tramitaciones, judiciales y administrativas, salvo que los interesados en
la solicitud de adopción renuncien a esta garantía (art. 28). El incumplimiento de este deber
de reserva, se sanciona severamente (arts. 39 al 44)”.
6.- El Principio de la Verdad Biológica. La Protección de la Identidad del Adoptado.
Según el profesor Corral, “la Convención de Derechos del Niño obliga a los Estados a
respetar su derecho a la identidad (art. 8). En los casos de adopción plena o filiativa, como
es el modelo acogido por nuestra ley, la identidad biológica es trastocadas por una
identidad adoptiva que se superpone y excluye a la anterior. En este sentido, como señala
Zannoni, la norma de la Convención de Derechos del Niño no puede ser interpretada como
referida necesariamente a la identidad en su estado estático (biológico), sino también
debiera incluir la identidad en su faceta dinámica (afectiva), para no incurrir en
exageraciones biologistas que socavan los fundamentos de la adopción filiativa. No se trata
por tanto de que el menor adoptado pueda o tenga derecho a ‘recuperar’ su filiación de
origen repudiando la adoptiva. De lo que se trata más bien es de que el adoptado pueda
conocerse a sí mismo, a través de la reconstrucción de su historia personal y de sus
orígenes. Este es el correcto sentido del principio de la verdad biológica: no ocultar al
adoptado su condición de tal, y, en lo posible, procurar darle a conocer la información que
se posee sobre sus padres biológicos y las circunstancias de su nacimiento y entrega en
adopción, si así lo requiere libre y voluntariamente. Más complejo es si el adoptado puede
tener derecho a ubicar y contactar a los padres biológicos. Parece lógico que éstos no
siempre estarán dispuestos a enfrentar a un hijo que ellos entregaron en adopción.
El legislador chileno se ha hecho cargo de la necesidad de preservar la identidad del
menor en el sentido de proporcionarle información, primero de que es adoptado y,
segundo, de las circunstancias de su adopción. Así, el adoptado mayor de edad y capaz
puede solicitar que el Servicio de Registro Civil le informe sobre su filiación de origen, y
pedir copias de la sentencia o del expediente de adopción, previa autorización judicial (art.
27 ley Nº 19.620).
385 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
El Reglamento parece suponer que el menor puede querer ubicar a su familia de
origen, ya que expresa que la asesoría psicosocial que se brinde a la familia que decide
entregar a un hijo en adopción, ‘deberá incluir su preparación para la búsqueda que a su
respecto pueda emprender el menor en una edad futura’ (art. 8.2 Reglamento).
Por último, la Convención de La Haya señala que las autoridades competentes de un
Estado contratante ‘se asegurarán de que se conserve la información que tengan en su
poder relativa al origen del niño, especialmente la relacionada con la identidad de sus padre
y el historial médico del niño’. Además, agrega que ‘se asegurarán de que el niño o sus
representantes tengan acceso a dicha información con el asesoramiento adecuado y en la
medida que sea autorizado por la ley de esos Estados’ (art. 30). Como se ve, la Convención
no se atrevió a imponer totalmente el principio de verdad biológica, dejando entregado a la
ley nacional el derecho del adoptado a conocer sus orígenes. Pero la información deberá
recogerse y custodiarse siempre”.
Por su parte, la profesora Gómez de la Torre habla del derecho a la identidad,
señalando que, “durante mucho tiempo la adopción tuvo un carácter secreto. Los
adoptantes no informaban a sus hijos que eran adoptados, haciéndoles creer que eran hijos
biológicos. La propia legislación protegía el secreto y es así como la Ley Nº 16.346
establecía que todas las tramitaciones, tanto judiciales como administrativas, eran
absolutamente secretas y una vez que se otorgaba la adopción por sentencia judicial, se
destruía el expediente y cualquier otro antecedente que permitiera la identificación del
adoptado.
El carácter secreto de la adopción causó serios problemas en algunos de los
adoptados, cuando conocían la verdad: no eran hijos biológicos de los que aparecían como
padres y eso les produjo problemas de identidad. Por lo general, se les planteaba una serie
de interrogantes respecto de quiénes eran sus padres y por qué lo entregaron en adopción,
etc.
Aquí surge una interrogante, ¿es necesario que una persona que ha sido adoptada
conozca la verdad? Toda persona tiene derecho a saber la verdad respecto a su origen, si lo
desea. La duda tiene que ver con el momento oportuno y la forma adecuada para
proporcionar la información.
La Ley Nº 19.620 incorporó como uno de sus principios el permitir al adoptado
conocer su historia personal. Es decir, establece el derecho a la identidad, que consiste, en
materia de adopción, en el derecho a saber quiénes son sus padres y a qué familia se
perteneció. El adoptado, cuando alcance la mayoría de edad, podrá averiguar quiénes son
sus padres biológicos, solicitando personalmente al Servicio de Registro Civil que le informe
si su filiación tiene ese origen (artículo 27, inciso 3º). (…)
Por su parte, el Reglamento se preocupa porque se entregue asesoría psicosocial a la
familia que va a dar un hijo en adopción para prepararla para cuando el hijo adulto quiera
conocer a su familia biológica (artículo 8º, inciso 2º).
Aquí radica una gran diferencia con lo establecido en la Ley Nº 18.703, la cual
establecía, como principio, la reserva del proceso. Sólo se podía tener acceso a él cuando se
invocaban motivos calificados, entre los cuales estaba el interés de pedir la nulidad de la
adopción fraudulenta.
Ahora conocer la verdad es un derecho para el adoptado. Si es él quien solicita al
tribunal el acceso al expediente, no necesitará probar ningún motivo especial para conocer
quiénes fueron sus padres biológicos”.
386 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
7.- El Principio de Preferencia de la Adopción Nacional.
El profesor Ramos Pazos señala que la ley “distingue entre adoptantes residentes en
Chile y no residentes en Chile (arts. 29 y siguientes)”.
Según el profesor Corral, “habiendo Chile ratificado sin reservas la Convención de
Derechos del Niño no podía rechazar la adopción internacional, es decir, la salida de niños
adoptados por personas que viven en otro país. Pero la misma Convención da la pauta de
que la adopción internacional debiera considerarse una segunda opción respecto de la
posibilidad de mantener al niño en su país de origen (art. 21 b).
La ley chilena optó por no autorizar la salida de menores del país para que fueran
adoptados conforme a la legislación del Estado receptor. Prefirió exigir que la adopción se
completara en Chile y se aplicara la jurisdicción de los tribunales chilenos y el
procedimiento establecido por nuestra ley. Aún más, estableció que la adopción sólo tendría
lugar ‘cuando no existan matrimonios chilenos o extranjeros con residencia permanente en
Chile interesados en adoptar y que cumplan los requisitos legales’ (art. 30). El Servicio
Nacional de Menores debe certificar estas circunstancias. Sólo en casos excepcionales, un
juez puede preferir al matrimonio no residente en Chile, ‘si median razones de mayor
conveniencia para el interés superior del menor’ (art. 31.2).
La opción prioritaria del matrimonio residente por sobre los matrimonios no
residentes parece razonable y digna de elogio. El evitar que el menor sea desarraigado de su
medio étnico, cultural y social parece más importante que los beneficios que para el menor
podrían representar las comodidades materiales superiores que puedan ofrecer eventuales
adoptantes extranjeros de países del llamado primer mundo”.
En el mismo sentido, la profesora Gómez de la Torre sostiene que “se establece
preferencia para los matrimonios que tengan residencia en el país. Sin embargo, se permite,
en forma subsidiaria, que personas sin residencia permanente puedan adoptar a un niño. Se
entiende que es subsidiaria, porque, al buscar una familia, debe ser en lo posible de la
misma nacionalidad, raza, cultura y religión, con la finalidad de que el niño pueda mantener
sus raíces, en conformidad a lo establecido en el artículo 21 de la CDN.
También, el artículo 30 de la ley establece que la adopción internacional sólo
procederá cuando no existan matrimonios chilenos o extranjeros con residencia
permanente en Chile interesados en adoptar y que cumplan con los requisitos legales.
Debemos señalar que el requisito establecido para diferenciar entre adopción
nacional e internacional no es la nacionalidad de adoptantes y adoptado, sino su residencia
permanente. Lo que se pretende es evitar o al menos disminuir el problema del tráfico de
menores entre distintos países, además de adecuar la legislación nacional con lo planteado
en las diversas convenciones internacionales sobre la materia. En éstas se considera más
beneficioso para el menor crecer en su ambiente, es decir, con gente de su raza, de su
religión y que tenga costumbres similares a las de su familia de origen.
Por su parte, la nueva ley estableció un nuevo procedimiento respecto de los niños
que van a ser adoptados por matrimonios con residencia en el extranjero. Ya no se permite,
como se admitía en la Ley Nº 18.703, la salida de menores del país para ser adoptados
conforme a la legislación del país donde va a residir el menor. Ahora la adopción se realiza
en Chile”.
30 La Ley Nº 19.968 modificó esta disposición. En la actualidad, el inciso 3º del art. 23 LA dispone: “La solicitud
de adopción deberá ser firmada por todas las personas cuya voluntad se requiera según lo dispuesto por los
artículos 20, 21 y 22”.
391 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
En cuanto a la adopción simple y a la plena, ambas se constituían por sentencia
judicial en un proceso en que se escuchaba a los padres del menor, siempre que ello fuese
posible.
A partir de la Ley Nº 19. 620, la única manera de constituir una adopción es a través
de una sentencia judicial, ya que el artículo 45 de esta ley derogó expresamente las Leyes Nº
7.613 y Nº 18.703”.
Comparte esta opinión el profesor Barcia, al señalar que “la adopción se concede por
regla general a través de una sentencia judicial, que se basa en el procedimiento de
adopción y excepcionalmente a través de una sentencia que se sustenta en un pacto entre
adoptante y adoptado (artículo 45 de la LA).
El pacto de adopción debe cumplir, conforme al artículo 45 de la LA, con los
siguientes requisitos:
i) Esta convención sólo se aplica respecto de los adoptados de adopción ordinaria de la
Ley Nº 7.613 y simple de la Ley Nº 18.703. De esta forma, la actual LA no contempla la
adopción mediante acuerdo.
ii) El pacto debe otorgarse por escritura pública, no siendo relevantes las edades del
adoptante ni del adoptado. Ello a diferencia de lo que acontece con la adopción obtenida por
sentencia judicial (artículo 45.3º y 3º, letra a) de la LA).
iii) La escritura pública se suscribirá entre adoptante y adoptado, por sí mismo o por
curador especial (artículo 45.3º, letra b) de la LA).
iv) Las personas, que deben otorgar su consentimiento, difieren según la clase de
adopción de que se trate. En caso que la adopción sea ordinaria, conforme al artículo 45.3º,
letra a), parte final, de la LA, se aplica el artículo 2 de la Ley Nº 7.613. Por otra parte,
tratándose de la adopción simple, las personas casadas no divorciadas requerirán el
consentimiento de su respectivo cónyuge (artículo 45.3º, letra a), parte final, de la LA).
v) El pacto, que cumpla las condiciones precedentes, debe ser aprobado por el juez,
luego que se recaben las diligencias que el tribunal estime necesarias para acreditar las
ventajas que la adopción dé al adoptado (artículo 45.3º, letra b) de la LA).
vi) La escritura pública y la resolución judicial, que apruebe el pacto, se deben enviar al
SRCI a efectos de practicar una nueva inscripción de nacimiento del adoptado como hijo del
o los adoptantes (artículo 45.3º, letra c) de la LA). Evidentemente, desde la fecha de la
inscripción, la escritura pública y la resolución judicial producirán efectos respecto de
tercero”.
3.- Subsidiariedad.
Según el profesor Corral, “la ley prevé la adopción como una institución subsidiaria o
supletoria y no como alternativa a la filiación biológica. Así queda de manifiesto en los arts.
1 y 15.3 de la ley Nº 19.620, y en el art. 8 del Reglamento.
Como señala Fanzolato, esta subsidiariedad de la adopción significa que ella sólo
puede actualizarse como posibilidad jurídica cuando la familia biológica, sea nuclear o
ampliada, no está determinada (es desconocida jurídicamente) o si se halla determinada, se
encuentra impedida de contener en su seno al menor en las condiciones mínimas que
exigen su desarrollo físico y formación integral. También se produce cuando el grupo
familiar rechaza al menor o los padres biológicos abdican de sus funciones y
31 Cabe tener presente que, en este punto, el profesor López incurre en un error: según el artículo 26 CC,
adulto es el que ha dejado de ser impúber, esto es, la mujer que ya ha cumplido 12 años y el varón que ya
cumplió 14, pero no por ello dejan de ser menores de edad, ya que la mayoría de edad se alcanza a los 18 años.
De esta manera, los “menores adultos”, aunque ya son adultos, como siguen siendo menores, pueden ser
adoptados.
400 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
de treinta días. Vencido el plazo, en principio, el juez debe resolver la adoptabilidad dentro
de los treinta días siguientes (art. 9.2 ley Nº 19.620)32.
No obstante, tratándose del hijo en gestación la ley impide que el juez pueda resolver
mientras la madre no ratifique su voluntad de entregar al menor; la ratificación debe
hacerse ‘dentro del plazo de treinta días, contado desde el parto’ (art. 10.2 ley Nº 19.620).
Pensamos que siendo un plazo inserto en un procedimiento debe entenderse de días
hábiles (por aplicación del art. 66 CPC). En cualquier caso, se trata de un plazo fatal e
improrrogable. Por ello, entendemos que si la madre no ratifica en ese plazo tampoco
podría después volver a solicitar la declaración de adoptabilidad por el procedimiento
común, ya que admitir lo contrario sería burlar la caducidad que ha sido expresamente
ordenada por la ley. La ratificación no puede otorgarse por medio de representante; deberá
la madre comparecer personalmente ante el juez y se dejará acta en el proceso de lo que
manifestare: la ley dice que la ratificación se hará ‘ante el tribunal’ (art. 10.2 ley Nº 19.620).
Realizada la ratificación, el juez debe resolver en los quince días siguientes (art. 10.4)33. Nos
parece que en este caso la falta de resolución del juez no producirá el efecto de considerarse
acreditados los requisitos legales de la adoptabilidad ya que la norma del art. 9.3 de la ley
que así lo establece, ha de interpretarse restrictivamente34.
Si la madre fallece dentro de los treinta días siguientes al parto se entiende válido su
primer consentimiento y el menor podrá ser declarado como adoptable: ‘Con todo, si la
madre falleciere antes de ratificar, será suficiente manifestación de su voluntad de dar al
menor en adopción la que conste en el proceso’ (art. 10.3 ley Nº 19.620).
Si la madre no ratifica en el plazo que la ley le otorga ‘se la tendrá por desistida de su
decisión’ (art. 10.2 ley Nº 19.620).
Aunque la ley se encarga de hacer presente que la mujer ‘no podrá ser objeto de
apremios para que ratifique’ (art. 10.2 ley Nº 19.620), debe criticarse esta opción que sólo
puede entenderse en la lógica de que la mujer ya ha convenido previamente su entrega, y
con mucha probabilidad se sentirá coaccionada psíquica y materialmente a que entregue a
su hijo.
La disposición fue objeto de controversia durante la tramitación legislativa.
Inicialmente, se había aprobado en la Cámara de Diputados una norma en sentido inverso:
‘No tendrá validez la declaración que se preste para la adopción del hijo que está por nacer’
(art. 11 inc. final del Proyecto aprobado por la Cámara de Diputados). El cambio de criterio
aparece en la Indicación Sustitutiva que presentara el Ejecutivo con fecha 17 de agosto de
1998, en la que se dispone que si el trámite de adoptabilidad ‘se iniciare antes del
nacimiento del hijo, no podrá concluir sino después de producido el nacimiento’ (art. 9 inc.
final). La cuestión fue latamente discutida en la Comisión de Constitución del Senado. La
Asociación Nacional de Magistrados de Menores, la Fundación Chilena de la Adopción y la
Fundación San José para la Adopción Familiar Cristiana hicieron ver que la disposición era
altamente inconveniente por representar un estímulo para la ‘venta’ de menores. No
obstante, los representantes del Ejecutivo adujeron que la norma podría ser útil para evitar
el aborto y que la participación de la mujer embarazada en los programas de adopción le
permitiría recibir un importante apoyo para el nacimiento de la criatura, que le podría
36 En esta parte, el autor incurre en un error, pues, de acuerdo a lo dispuesto en la actual Ley de Matrimonio
38 La Ley Nº 19.947 modificó esta disposición, agregando que también puede adoptar una persona divorciada.
39 La
Ley Nº 19.968 modificó el art. 18 Ley Nº 19.620, señalando que corresponde conocer de los
procedimientos de adopción a los jueces de letras con competencia en materias de familia.
414 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
2) Citación del otro progenitor.
La profesora Maricruz Gómez de la Torre expresa que “si la solicitud de entregar al
hijo hubiere sido deducida por uno de los padres, el juez debe ordenar que se cite a una
audiencia preparatoria al otro padre o madre que hubiere reconocido al menor, bajo
apercibimiento de que su inasistencia hará presumir su voluntad de entregar al hijo en
adopción”.
El profesor López agrega que, “en dicha audiencia podrán allanarse o deducir
oposición respecto de la solicitud.
Para tal efecto, la citación se notificará personalmente, si el padre o la madre tiene
domicilio conocido. Para este efecto, si no se conociera el domicilio, al proveer la solicitud,
el tribunal requerirá al Servicio Electoral y al Servicio de Registro Civil e Identificación que
le informen, dentro de quinto día, el último domicilio de dicha persona que conste en sus
registros. De no establecerse el domicilio, o de no ser habido en aquel que hubiere sido
informado, la notificación se efectuará por medio de avisos que se publicará en el Diario
Oficial”.
Según el profesor Corral, “si, estando determinada la filiación del menor respecto del
padre y de la madre, y sólo uno de ellos hubiere expresado ante el juez competente la
voluntad de entregarlo en adopción, la ley ordena que se cite al otro progenitor hasta por
dos veces en el plazo de sesenta días40.
La citación tiene por objeto contar con la declaración del otro padre. Practicadas las
citaciones, el progenitor puede asumir tres posibles conductas:
1º) Concurrir al tribunal y declarar su conformidad con la entrega del hijo en
adopción: en este caso se cumplirá con el requisito que exige el art. 8, letra a) de la ley y el
juez podrá continuar el procedimiento tendiente a acreditar la falta de capacidad o
condiciones de los padres para hacerse cargo responsablemente del menor y, en su caso,
llegar a declarar la adoptabilidad por esta causal.
2º) Concurrir al tribunal y oponerse a la adopción: A nuestro juicio, si el otro
progenitor se niega a entregar al hijo en adopción no puede configurarse el supuesto de que
habla el art. 8, letra a) de la ley Nº 19.620, por lo que la gestión se tendrá por frustrada. Ello
no obsta a que se reinicie el procedimiento por una causal diferente como sería la situación
de desamparo (art. 8 letra c), donde no es óbice la falta de voluntad de los padres del
menor41.
3º) No comparecer en el plazo otorgado para ello en la citación: La citación se le ha
hecho a este progenitor bajo apercibimiento de ‘presumirse su voluntad de entregar al
menor en adopción’ (art. 9.142 ley Nº 19.620). Por eso, la falta de comparecencia, sin causa
justificada, permitirá al juez proseguir el procedimiento con la sola voluntad del padre o
madre compareciente. Los plazos para las citaciones no excederán los sesenta días desde la
declaración del padre compareciente: ‘vencido este término o habiéndose negado a
concurrir al tribunal el padre o madre citado, será suficiente la sola declaración del
compareciente’. Entendemos que el padre citado que no comparece puede hacerlo en una
43 La
profesora Gómez de la Torre explica que la Ley Nº 20.203 modificó estos plazos, señalando, en la
actualidad, el artículo 12 Nº 2 de la Ley Nº 19.620 señala “No le proporcionen atención personal o económica
durante el plazo de dos meses. Si el menor tuviera una edad inferior a un año, este plazo será de treinta días”.
421 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
2º) Se presume igualmente si no se visita al menor al menos por una vez en un
determinado lapso de tiempo que la ley fija teniendo en consideración la edad. Si se trata de
un menor de seis meses, el plazo es de cuarenta y cinco días, si se trata de un menor de dos
años, el plazo es de tres meses; si se trata de un niño de dos años o más el plazo es de seis
meses (art. 12.3 ley Nº 19.620)44.
Debemos constatar que en ambos casos estamos ante presunciones simplemente
legales, que admitirán prueba en contrario45. Los hechos base de las presunciones deberán
ser acreditados en el proceso, y será el juez el que en definitiva decida si concurren o no.
La ley establece, finalmente, que las personas que reciban a un menor en las
circunstancias anotadas deben informar al juez competente el hecho de la entrega y lo
expresado por el o los padres o por las personas que lo tenían a su cuidado (art. 12.3 ley Nº
19.620). El juez podrá iniciar el procedimiento de declaración de persona susceptible de ser
adoptada, incluso de oficio”.
La profesora Quintana agrega otro caso en que se presume ese ánimo, esto es,
cuando “el menor sea abandonado en la vía pública, en lugar solitario o en un recinto
hospitalario, en cuyo caso se presumirá el ánimo de entregar al menor en adopción por la
sola circunstancia del abandono”.
La profesora Gómez de la Torre explica que “la ley indica que las visitas que realicen
los padres o sus cuidadores al menor deben registrarse”.
La profesora Quintana agrega que si bien, quienes reciben al menor tienen el deber
de informar al juez, tanto respecto al hecho de la entrega, como respecto a quienes lo hayan
realizado, “ello no siempre cabe, pues, lamentablemente son muchos los menores que han
sido simplemente abandonados, sin que haya una entrega de por medio”.
C.- Adopción del propio hijo o nieto. Adopción de integración.
i.- Concepto.
Para el profesor Corral “es aquella en que el menor se encuentra en desamparo sólo
respecto de uno de sus progenitores y no del otro que lo mantiene bajo su cuidado y
asistencia y que, además, lo ha insertado en el hogar que ha conformado con su marido o
mujer, quien, a pesar de no ser ascendiente biológico del hijo de su cónyuge, lo trata y lo
quiere como tal. Se aprecia entonces la conveniencia de que ese rol de paternidad o
maternidad que se da de hecho se ratifique legalmente para integrar la nueva familia
formada por el matrimonio del padre o madre del adoptado”.
ii.- Situación en Chile.
Según el profesor Corral “sorprende que no se haya tenido en cuenta este panorama
en general cauteloso – sino claramente adverso – hacia la adopción plena del hijo del
cónyuge, durante la discusión de la ley Nº 19.620, y que, por el contrario, no sólo se haya
44 La Ley Nº 20.203 modificó estos plazos. En la actualidad, por regla general, el plazo es de dos meses; pero si
el menor tiene una edad inferior a un año, este plazo será de treinta días.
45 La profesora Gómez de la Torre señala que “en este caso, los padres deberán probar que cuando dejaron al
hijo no tenían la intención de desligarse de sus obligaciones legales o que no pudieron visitarlo por razones de
fuerza mayor”.
422 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
mantenido la posibilidad de la adopción del hijo sino que se la haya extendido al
descendiente consanguínea (normalmente, el nieto). Esta extensión fue realizada durante la
discusión del proyecto en el Senado, a sugerencia del Servicio Nacional de Menores.
La ley Nº 19.620 acepta por tanto la adopción de integración en términos bastante
amplios: es susceptible de adopción ‘el menor que sea descendiente consanguíneo de uno
de los adoptantes, de conformidad al artículo 11’ (art. 8.b). El artículo 11 establece normas
para que proceda la adopción del menor cuando uno de los cónyuges que lo quieren
adoptar es su padre o madre u otro ascendiente consanguíneo del padre o madre del
menor.
En consecuencia, las figuras permitidas por la ley son dos: 1º) Adopción del hijo de
uno de los cónyuges adoptantes; y 2º) Adopción del descendiente consanguíneo no hijo de
uno de los cónyuges adoptantes. Este último supuesto en la práctica se traducirá en la
adopción del descendiente en el segundo grado o cuando mucho del tercer grado de
consanguinidad, es decir, nieto o bisnieto”.
1) Adopción del hijo por parte del padre o madre y su actual cónyuge.
Requisitos de procedencia.
A) Que el adoptado sea hijo biológico con filiación determinada, sea matrimonial o no
matrimonial reconocido por uno de los adoptantes.
Según el profesor Corral, “así se desprende del artículo 11 inciso 1º de la ley Nº
19.620 que se pone sólo en el caso de filiación matrimonial o no matrimonial reconocida.
Debe entenderse que en todo caso se tratará de un hijo por naturaleza o biológico, ya que
como hemos visto no se admite la sucesión de adopciones. La norma deja fuera los casos de
filiación no matrimonial determinada por sentencia judicial, lo que no resulta explicable ya
que puede haber casos en que la filiación haya sido establecida judicialmente a petición del
mismo padre o madre, o en que, si bien, fue el hijo el que reclamó el estado, el juicio no se
siguió contra la oposición del demandado y no tiene lugar la privación de derechos que
conmina el art. 203 del Código Civil; o, por último, esta sanción ha sido levantada por un
acto voluntario del hijo. Lo que es más grave es que la norma deje fuera el caso de
determinación de la maternidad por el hecho del parto contemplada ahora en el art. 183 del
Código Civil: ¿por qué no podría esta madre que no ha podido reconocer al hijo
sencillamente porque la ley le ha atribuido la maternidad sin necesidad de reconocimiento
optar a este procedimiento de adopción? No existe otra explicación que el descuido del
legislador. Lamentablemente el texto es claro al requerir el reconocimiento, de modo que
nos parece imposible corregirlo recurriendo a la interpretación”.
Según el profesor Abeliuk, “cuando uno de los cónyuges que lo quiere adoptar es
padre o madre del menor y tiene la filiación determinada a su respecto por reconocimiento
por el adoptante y no por el otro padre o madre, este menor puede ser adoptado sin más
trámite (…).
Es el único que no requiere ningún otro trámite”, es decir, “la ley no exige que se
realice el trámite previo de ser susceptible de adopción y se aplicará directamente el
procedimiento de adopción”.
423 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
B) Que el adoptado no sea hijo biológico de uno de los adoptantes.
Para el profesor Corral, “así se desprende del texto del art.11 de la ley, que dispone
que la adopción integrativa se autoriza ‘cuando uno de los cónyuges que lo quisieran
adoptar es su padre o madre…’. No tendría sentido, después de la reforma que igualó los
efectos de la filiación determinada, el que un hijo sea adoptado plenamente por sus propios
padres”.
C) Que el adoptante progenitor y el adoptante no progenitor estén unidos en
matrimonio.
Según el profesor Corral “el art. 11 con claridad habla de ‘cónyuges que lo quisieren
adoptar’ limitando la norma a la adopción del hijo del cónyuge. No podría así autorizarse
que el hijo biológico de una mujer fuera adoptado por un hombre soltero o viudo en
conformidad con el art. 21 de la ley Nº 19.620, permaneciendo subsistente la filiación
materna y constituyéndose la paterna por la vía adoptiva. La posibilidad está excluida
aunque se acreditara que la madre y el varón adoptante viven en concubinato.
No ha exigido la ley que se trate de adoptantes residentes en Chile, por lo que
procederá también esta modalidad respecto de personas no residentes”.
Esta solución de la ley parece lógica, toda vez que, si se trata de un varón soltero o
viudo y el menor no tiene determinada su paternidad, nada obsta a que lo pueda reconocer.
2) Adopción del nieto por parte del abuelo y su actual cónyuge.
Para el profesor Corral, “según el inciso final del art. 11 de la ley, ‘Lo dicho
precedentemente respecto de los padres se aplicará, asimismo, cuando uno de los cónyuges
que quieren adoptar es otro ascendiente consanguíneo del padre o madre del menor’. En
verdad, la norma hubiera sido más correcta si se hubiera referido directamente a otro
ascendiente consanguíneo del menor adoptar. En la práctica esto supone que se adopte a un
nieto biológico.
Los requisitos de aplicabilidad de la norma serán en consecuencia los mismos que ya
hemos establecido para la adopción del hijo del cónyuge, aunque aplicados ahora al abuelo
o bisabuelo del adoptado; esto es: 1º Que el adoptado tenga la calidad de descendiente por
consanguinidad en segundo o más grados respecto de uno de los adoptantes46; 2º Que el
adoptado no sea descendiente biológico de uno de los adoptantes: se excluye así la
adopción del nieto por ambos abuelos; y 3º Que el adoptante ascendiente y el no
ascendiente estén casados”.
La profesora Quintana expresa que “es lamentable que se haya acogido esta
posibilidad de adopción que es susceptible de acarrear problemas serios tanto familiares
como psicológicos a los involucrados. Es cierto que ello es una práctica común en nuestro
país, pero es contrario al orden natural que un abuelo, por ejemplo, pase a ser padre de su
nieto, incluso vulnera el derecho a la identidad del menor”.
46 El profesor Corral explica que “el parentesco puede derivar de cualquier forma de determinación de la
filiación, ya sea por el hecho del parto, por presunción de paternidad, por reconocimiento o por sentencia
judicial”.
424 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Situación del progenitor biológico no adoptante.
Según el profesor Corral “la adopción de integración tiene como principal dificultad
el tratamiento de la filiación de origen respecto del progenitor que será desplazado por el
padre o madre adoptivo. Nuestra ley ha distinguido si el progenitor no adoptante es padre
matrimonial o no matrimonial por reconocimiento o no lo es”.
1) El hijo matrimonial o no matrimonial reconocido.
El profesor Corral explica que, “si el menor a adoptar es hijo matrimonial de un
progenitor no adoptante, lo que supone que el hijo fue concebido o nacido en un
matrimonio con el progenitor que ahora aspira a adoptarlo y que luego ha sido disuelto,
pasando este último a nuevas nupcias con un tercero, la ley exige el consentimiento del
primero, para lo cual se aplicarán las reglas de citación personal y plazos previstos para el
supuesto del menor entregado en adopción (art. 11.2 ley Nº 19.620). Deberá pues citarse
personalmente al padre o madre hasta por dos veces en un plazo máximo de sesenta días.
Lo mismo se aplica si el progenitor tiene la calidad de padre no matrimonial siempre que
ésta derive de un acto de reconocimiento del menor como hijo (art. 11.2 ley Nº 19.620).
El progenitor citado puede concurrir y aceptar la adopción; concurrir y oponerse a
ella, y no concurrir. Las consecuencias de estas actitudes son diferentes. Si el padre del
menor consiente o si sencillamente no concurre a las dos citaciones, se declarará la
adoptabilidad por voluntad de entrega (art. 11.2 ley Nº 19620). Si concurre al tribunal y se
opone a la adopción, el juez resolverá el caso de acuerdo a los requisitos de la adoptabilidad
por desamparo y la aceptará o rechazará si se acreditan las causales previstas para ello (art.
11.3 ley Nº 19620).
La ley se coloca finalmente en otra situación que describe de un modo bastante
abierto y que asimila a la oposición: ‘A falta del otro padre o madre…’ Art. 11.3 ley Nº
19.620). ¿Qué quiere decir aquí la falta del otro padre o madre? En los antecedentes
legislativos no hay noticias sobre qué debe entenderse por esta locución. En primer lugar,
cabe excluir el supuesto de que la paternidad o maternidad no esté determinada, ya que
existe norma especial al respecto. Quedan los casos de demencia o inhabilidad física,
ausencia o fallecimiento. En ellos, el juez debe no sólo cerciorarse de esta falta sino de que
ella es constitutiva de una de las causales de desamparo descritas en el art. 12 de la ley”.
Para el profesor Abeliuk, “será necesario el consentimiento del otro padre o madre,
aplicándose en lo que corresponde el procedimiento del art. 9º, (…).
El precepto en esta parte establece dos situaciones diferentes según si el hijo tiene
filiación matrimonial o no matrimonial, pero en ambas se requiere el consentimiento del
otro padre o madre.
¿Cómo es posible que el hijo tenga filiación matrimonial, y uno solo de los cónyuges
pretenda adoptarlo y requiera entonces el consentimiento del padre o madre de filiación
matrimonial?
Sólo en el caso en que el matrimonio se hubiere disuelto, y el adoptante hubiera
pasado a segundas nupcias, o en el caso del art. 22, en que por excepción se acepta la
adopción del viudo o viuda”.
Agrega que, “si falta el padre o madre que tiene que dar el consentimiento, o éste o
ésta se opusieren a la adopción, el juez resolverá si el menor es susceptible de ser adoptado.
425 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
El juez competente es el señalado en el art. 18, esto es, por regla general el juez de
letras de menores del domicilio del menor que tenga competencia en materias
proteccionales47, y salvo que otro juez haya adoptado medidas de protección respecto del
menor, en cuyo caso prefiere este último”.
En el mismo sentido, según la profesora Gómez de la Torre, “se trata del caso en que
uno de los padres biológicos del menor, una vez separado o divorciado o anulado, contrae
matrimonio y el nuevo cónyuge quiere adoptar al hijo de la anterior relación. La ley exige
que el otro padre o madre consienta en la adopción; para ello, deberá citársele
personalmente y se aplicarán los plazos y tramitación, en lo que corresponda, establecidos
en el artículo 9º, relativo a la obligación del juez de citar al otro padre o madre (artículo 11,
inciso 2º).
En consecuencia, para que proceda la adopción del hijo de uno de los cónyuges
deben reunirse los siguientes requisitos:
a) Que el niño haya sido reconocido por ambos padres o tenga filiación
matrimonial.
b) Que los padres ya no tengan relación amorosa o se hayan divorciado o
anulado.
c) Que uno de los padres se haya casado y que el otro cónyuge quiera adoptar al
hijo de su cónyuge.
d) Que el otro padre o madre biológica consienta en la adopción”.
2) Hijo de filiación no determinada o no matrimonial no reconocido.
Según el profesor Corral “la ley se pone en el caso de que el menor a adoptar sea hijo
no matrimonial reconocido por el padre o madre que desea adoptarlo en conjunto con su
cónyuge, y que la relación filiativa con el otro progenitor no esté determinada o haya sido
determinada por un medio distinto que el reconocimiento (por sentencia judicial o por el
hecho del parto respecto de la maternidad). En tal caso, dispone que no es necesaria la
declaración de adoptabilidad y que los adoptantes podrán iniciar directamente el proceso
de adopción: ‘cuando uno de los cónyuges que lo quisieran adoptar es su padre o madre, y
sólo ha sido reconocido como hijo por él o ella, se aplicará directamente el procedimiento
previsto en el Título III’ (art. 11.1 ley Nº 19.620).
Es decir, en este caso, la ley ignora la filiación del progenitor no adoptante y la
considera como no relevante. Esto merece crítica por la forma en la que se ha contemplado.
Pudiera parecer lógico si la falta de determinación de la filiación ha sido responsabilidad el
progenitor no reconociente pero no si se ha debido a mera ignorancia o a la imposibilidad
de efectuar ese reconocimiento por tratarse de un menor recién nacido. Nos parece que el
juez que conozca de la adopción debiera tener en cuenta si el padre o madre biológico no
adoptante ha tenido en la práctica la oportunidad de constituir el vínculo filial que le
corresponde.
Más grave es que la ley trate del mismo modo a la madre cuya maternidad ha sido
determinada judicialmente que cuando se ha producido ipso iure por el hecho del parto en
conformidad con el art. 183 del Código Civil. El juez debería desechar la adopción si se
47 En la actualidad, juez de letras, con competencia en materias de familia, del domicilio o residencia del
48 En el mismo sentido, el profesor Abeliuk sostiene que “la remisión al inciso 2º del art. 37 implica que la
adopción sólo produce sus efectos respecto de ambos cónyuges desde la inscripción de nacimiento que se
practique en cumplimiento de la sentencia que constituye la adopción”.
435 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
padres y se comunique a sus descendientes… Sería riesgoso suponer que están calificados
para asumir los deberes de la paternidad y la maternidad, si se rehúsan a asumir los
emergentes del matrimonio’.
En efecto, sólo el compromiso jurídicamente estable del matrimonio proporciona la
máxima seguridad posible de buena perdurabilidad del hogar en el que se inserta el niño
adoptado. Como ha señalado la Corte Constitucional italiana, ‘constituye criterio
fundamental aquél de que la doble figura paterna esté unida por el vínculo jurídico que
garantiza estabilidad, reciprocidad y mutua correspondencia de derechos y deberes del
núcleo en el cual el menor será acogido”.
2) Adopción por parejas homosexuales o lésbicas.
El profesor Corral manifiesta que “también se ha planteado en las legislaciones
extranjeras el reconocimiento a las uniones de hecho de personas del mismo sexo, a un
posible derecho a adoptar. Hay algunas legislaciones que dan derecho de adopción a las
parejas homosexuales o de lesbianas. (…).
No obstante, la mayor parte de las legislaciones siguen considerando que no puede
otorgarse la adopción conjunta a parejas de personas del mismo sexo. Incluso legislaciones
claramente permisivas que han regulado las uniones homosexuales con estatutos similares
al matrimonio, mantienen como excepción la imposibilidad de adoptar. (…).
Nuestra ley ha vedado por completo la posibilidad de adopción por homosexuales, e
incluso para evitar que se hicieran malas interpretaciones del texto que hablaba en plural
de que ‘podrán adoptar personas solteras o viudas’, se convino en sustituirlo por el singular,
dejándose expresa constancia que de esta forma ‘se impide que soliciten la adopción
parejas que carecen de vínculo conyugal o, incluso, que estén compuestas por personas de
un mismo sexo’.
A nuestro juicio, se trata de una decisión totalmente acertada y en sintonía con el
principio fundamental de nuestra manera de entender la institución de la adopción. No se
busca un niño para una pareja que pretende satisfacer sus íntimos e individuales anhelos de
experimentar la paternidad, sino una familia para que un niño pueda desarrollar su
personalidad armónicamente. Parece incuestionable que, ya no sólo por su inestabilidad
jurídica, sino por la confusión de las figuras paterna y materna, la unión de personas del
mismo sexo no puede ser considerada un hogar idóneo para la crianza y educación de un
menor. Por otro lado, la unión homosexual se aparta radicalmente del concepto de familia
de raíz cristiana, y que es el recogido en nuestro ordenamiento constitucional. Tampoco se
aviene con la noción de familia de los Tratados Internaciones de Derechos Humanos que
claramente conectan la familia con el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio
y con la descendencia que procede de dicha unión.
No puede alegarse que al no aceptar la pareja homosexual como posibles adoptantes
se incurriría en una discriminación arbitraria. Como apunta Martínez de Aguirre, no es una
cuestión de igualdad sino de idoneidad para adoptar considerando el interés primordial del
menor y no las aspiraciones o deseos de autosatisfacción de los adoptantes: ‘La pregunta a
formular, por tanto – discurre el autor español –, no debe ser por qué se niega a una pareja
homosexual el derecho a tener hijos comunes (lo cual, por cierto, se lo niega, en primer
lugar, la naturaleza, a todas las parejas homosexuales), sino la de si es lo mejor para un niño
ser adoptado por una pareja homosexual, o aun si es bueno ser adoptado por una pareja
436 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
homosexual’. La respuesta no puede ser sino categóricamente negativa, y así lo corroboran
los especialistas.
En suma, sólo el matrimonio puede garantizar un lugar idóneo para que se
sustituyan los lazos biológicos y se inserte artificialmente un menor en otro ámbito familiar.
No puede añadirse a los sufrimientos y traumas sicológicos que causa el abandono, otro
derivado del rompimiento de la pareja de hecho o en la supresión de los roles sexuales que
identifican la parentalidad y la familia”.
En relación con lo señalado por el profesor Corral, cabe formular las siguientes
observaciones:
A) En nuestro país no pueden adoptar parejas homosexuales o lésbicas, toda vez que
tales parejas no pueden contraer matrimonio, y la ley exige que, para que proceda la
adopción conjunta, que se trate de personas que hayan contraído matrimonio.
B) No obstante lo anterior, de llegar a admitirse el matrimonio igualitario, no habría
razón para negar la posibilidad de adopción a matrimonios del mismo sexo.
C) Es a lo menos discutible la falta de idoneidad de las personas o parejas
homosexuales para adoptar.
Excepción.
Art. 21 Ley Nº 19.620.
La profesora Quintana expresa que “es a falta de matrimonios residentes interesados
en adoptar que se otorga la posibilidad de hacerlo a personas singulares. El legislador ha
considerado que es de mayor conveniencia para el interés superior del adoptado tener una
familia en que existan ambas figuras parentales”.
Por su parte, el profesor López sostiene que “se regulariza de esta manera una
práctica bastante generalizada, especialmente en los sectores más modestos de la
población, donde algunas personas acogen a menores abandonados pero que carecen tanto
de medios económicos para iniciar un proceso de adopción como de amparo legal para su
situación.
Por otra parte, no deja de ser interesante la lenta pero firme marcha por parte de las
normas positivas en reconocer y proteger como familia a entidades que escapan a la
tradicional familia nuclear, compuesta por el padre y la madre”.
El profesor Barcia señala que, “por excepción pueden adoptar las personas solteras o
viudas, pero sólo en la medida que concurran las siguientes circunstancias: (i) No deben
existir personas casadas interesadas. (ii) Ellas deben cumplir con todos los requisitos
exigidos para los adoptantes”.
Según el profesor Corral, tales requisitos son:
- Singularidad.
- Estado civil de soltero o viudo.
- Nacionalidad chilena.
- Residencia permanente en Chile.
- Edad y diferencia de edad.
- Idoneidad y participación en un programa de adopción.
437 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
1) Singularidad.
El profesor Corral señala que “el art. 21 de la ley Nº 19.620 establece que podrá
optar como adoptante ‘una’ persona soltera o viuda. La precisión era importante. En un
comienzo la norma hablaba en plural: ‘chilenos solteros o viudos’ en plural (art. 20 del
proyecto aprobado por el Senado). Ante la inquietud de que la norma pudiera interpretarse
como una autorización para que dos personas solteras solicitaran adoptar conjuntamente a
un mismo menor, lo que legitimaría la adopción por convivientes e incluso por personas del
mismo sexo, la Comisión Mixta corrigió la norma para disponer que se permitía la adopción
a ‘una persona soltera o viuda’. Se lee en el informe la clara intención del legislador en este
tema: ‘De esta forma… se impide que soliciten la adopción parejas que carecen de vínculo
conyugal o, incluso, que estén compuestas por personas del mismo sexo’”.
En el mismo sentido, la profesora Quintana señala que “el tenor literal es claro,
puede adoptar una persona soltera, divorciada o viuda. Se infiere, entonces, que es requisito
la singularidad, descartándose la posibilidad de adoptar dos personas no casadas entre sí,
quedando excluidos, por tanto, los convivientes sean de diferente sexo o del mismo, como
también las personas (más de una) no ligadas por relación de concubinato. (…)
El propósito de los parlamentarios fue impedir la adopción por concubinos y por
homosexuales”.
Por otro lado, se pregunta qué ocurre si pretende adoptar como persona singular
alguien que vive en concubinato, señalando que “pienso que debiera negársele dicha
posibilidad, pues no manifiesta la estabilidad necesaria para adoptar, dado que,
actualmente, no existiría mayor problema para contraer matrimonio si así lo quisiera. Otro
argumento, que comparto con Corral, es que si para los matrimonios el legislador ordenó la
actuación conjunta, no cabría, la actuación individual de una persona que conviva
extramatrimonialmente”.
Este último argumento es discutible, ya que resulta contradictorio que, por una
parte, se defienda la prelación de la adopción matrimonial por sobre la individual y que, por
otro lado, se pretenda igualar la situación de quienes están casados con quienes viven en
concubinato. Esta distinción se basa precisamente en el matrimonio existente, de manera
que ese vínculo jurídico es el que obliga a actuar de consuno; pero el mismo no existe en el
concubinato, de manera que no debiera exigirse una actuación de consuno, siendo factible
que pueda adoptar sólo uno de los concubinos.
Por otro lado, tampoco es efectivo que siempre sea posible contraer matrimonio;
piénsese, por ejemplo, lo que ocurre con las parejas del mismo sexo.
2) Estado civil de soltero o de viudo.
Según el profesor Corral, “la persona singular que desea adoptar debe tener el estado
civil de soltera o de viuda, ya que así lo exige el art. 21 de la Ley Nº 19.620. Una persona
casada, por consecuencia, no puede adoptar individualmente, sino sólo en forma conjunta
con su marido o mujer”.
Cabe tener presente que la Ley Nº 19.947 agregó a las personas divorciadas. De ahí
que la profesora Quintana sostenga que “el estado civil del postulante a adoptar debe ser
soltero, divorciado o viudo, se excluyen, por ende, los separados judicialmente, salvo el caso
49 La opinión del profesor Corral es, a lo menos, discutible. En efecto, la distinción entre filiación matrimonial y
no matrimonial es propia de la filiación por naturaleza, pero no de la filiación por adopción. Por otro lado, la
distinción entre filiación matrimonial y no matrimonial sólo cobra importancia para la determinación de la
filiación, pero no para los efectos de la misma; en consecuencia, no tiene sentido extrapolar esta distinción a la
filiación por adopción, toda vez que, en este caso, el sistema de determinación es completamente distinto al de
la filiación por naturaleza.
449 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
C.- Nombre del adoptado.
Según el profesor Corral “nada dice la ley sobre qué nombre de pila y apellidos debe
imponerse al adoptado en la inscripción de nacimiento. (…).
A nuestro juicio, aunque la ley podría haber dispuesto alguna forma especial para
asignar el nombre y apellidos al adoptado, la inexistencia de normas en tal sentido no lleva
necesariamente a acusar un vacío o laguna legal, sino más bien a constatar que para este
caso se ha preferido que rijan las reglas generales. En efecto, el art. 26.2 in fine de la Ley Nº
19.620 señal que ‘la nueva inscripción de nacimiento contendrá las indicaciones que señala
el artículo 31 de la ley Nº 4.808’. Pues bien, en esta norma se dispone que la partida de
nacimiento debe contener ‘El nombre y apellido del nacido que indique la persona que
requiere la inscripción’ (art. 31.3º LRC). Esta norma está reglamentada por el art. 125 del
Reglamento Orgánico del Servicio de Registro Civil (D. Sup. Nº2.128, de 10 de agosto de
1930) según la cual al inscribir un nacimiento de un hijo legítimo (hoy matrimonial) se debe
imponer el nombre de pila que indique el que requiera la inscripción y a continuación el
apellido del padre y en seguida el de la madre. No vemos obstáculo alguno para que estas
normas se aplican a la adopción conyugal.
Para la adopción por persona soltera o viuda es claro que aplicamos el mismo
criterio respecto del nombre de pila: llevará el que elija el padre o madre adoptivo que
requiera la nueva inscripción de nacimiento. Para el apellido debemos asimilar la situación
a la del hijo no matrimonial, para el cual el art. 126 del Reglamento aludido dispone que
deberá llevar el apellido del padre o madre que hubiere pedido se deje constancia de su
paternidad o maternidad, es decir, del adoptante. Esto nos soluciona la cuestión del primer
apellido, pero no la del segundo. Este último deberá elegirlo el mismo padre o madre
adoptiva que requiera la inscripción, en conformidad con la regla general del art. 31 Nº 3 de
la Ley de Registro Civil.
En cualquier caso, parece lo más conveniente que el o los adoptantes hagan saber al
tribunal el nombre de pila y los apellidos que corresponderán al adoptado, y que el juez
ordene efectuar la inscripción de nacimiento con dichos nombres y apellidos”.
En el mismo sentido, el profesor López señala que “la cancelación de la antigua
inscripción de nacimiento del adoptado y la práctica de una nueva, según lo dispone el art.
26, no implica necesariamente la corrección de los apellidos. Para tal efecto, lo conveniente
es que el o los adoptantes hagan saber al tribunal el nombre de pila y los apellidos que
corresponderán al adoptado a fin que el juez ordene efectuar la inscripción de nacimiento
con dichos nombres y apellidos”.
D.- Extinción de los vínculos biológicos.
Art. 37 inc. 1º Ley Nº 19.620.
El profesor Corral señala que “se observa que se ha preferido el vocablo ‘extinción’ al
de ‘caducidad’ seguramente por tratarse de un término técnicamente más amplio y menos
comprometido. El sentido, sin embargo, es el mismo”.
450 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Situaciones de excepción.
Como señala el profesor Corral, “hay dos ámbitos en los que, por excepción, el efecto
extintivo no se produce”.
i.- Efectos no civiles.
Según la profesora Quintana, “puesto que el legislador declara que la extinción de los
vínculos con la familia de origen se da en el ámbito civil, a contrario sensu, no abarca el
penal”, por ejemplo, “para lo dispuesto en los artículos 13 inciso 2º, 375, 390, etc., del
Código Penal”.
Para el profesor Corral “esta expresión podría tener diversas lecturas. Sin embargo,
la más razonables es que aquí ‘civil’ se contrapone a ‘penal’. Es decir, no se trata sólo de los
efectos estrictamente civiles (patrimoniales, de familia, hereditarios) sino también de otros
efectos jurídicos de Derecho administrativo, tributario, previsional, o sea, de todos aquellos
que no sean penales. De esta forma, por ejemplo si el tipo penal incluye una relación
parental, se mantiene para estos efectos el parentesco biológico. Lo mismo sucederá cuando
el parentesco es constitutivo de una agravación, atenuación o exoneración de
responsabilidad penal”.
ii.- Impedimento matrimonial del parentesco.
El profesor Barcia explica que “el artículo 37.1 de la LA se refiere a los impedimentos
para contraer matrimonio del artículo 5º de la LMC respecto de la filiación biológica, y no a
la posibilidad de contraer matrimonio entre adoptante y adoptado. El matrimonio ente
adoptante y adoptado no se puede producir por cuanto al adoptado se le considera como
hijo para todos los efectos legales, por lo que la norma en análisis sería redundante”.
Según la profesora Quintana “para el adoptado, existe un doble impedimento de
parentesco: en relación con su familia de origen y respecto a su familia adoptiva”.
Por su parte, el profesor Ramos Pazos sostiene que, “para los efectos de que pueda
operar el impedimento, cualquiera de los parientes biológicos que menciona esa
disposición podrá hacer presente el respectivo impedimento ante el Servicio de Registro
Civil e Identificación desde la manifestación del matrimonio y hasta antes de su celebración,
lo que dicho Servicio deberá verificar consultando el expediente de adopción”.
Para el profesor Corral “la ley Nº 19.620 señala, siguiendo los precedentes anteriores
y lo que es regla uniforme en la legislación comparada, que la extinción de los efectos civiles
de la filiación de origen del adoptado no se produce respecto de ‘los impedimentos para
contraer matrimonio establecidos en el artículo 5º de la Ley de Matrimonio Civil, los que
subsistirán’ (art. 31.1. ley Nº 19.620). Recordemos que la aludida disposición prohíbe el
matrimonio entre sí de: ascendientes o descendientes por consanguinidad o afinidad, y de
colaterales por consanguinidad en el segundo grado.
La ley Nº 19.620 ha querido otorgar alguna eficacia práctica a esta norma
concediendo una facultad de oposición a la celebración del matrimonio ilegal. Esta facultad
se reconoce a los mismos parientes biológicos del adoptado que menciona el art. 5 LMC. La
oposición deberán hacerla valer ante el Servicio de Registro Civil desde la manifestación del
50 Esta forma de razonar puede resultar discutible, pues la nulidad opera con efecto retroactivo, es decir,
declarada la nulidad de la adopción, las cosas deben retrotraerse al estado anterior a la constitución del
vínculo filiativo por la sentencia que declaró la adopción; por lo tanto, habrá que distinguir si existía vínculo
filiativo o no. Si existía, éste se restablece, por lo que no sería necesario proceder al reconocimiento del hijo
por parte de sus padres biológicos; en cambio, si no existía, sí sería procedente tal reconocimiento.
454 Apuntes del profesor Mario Opazo González
UVM 2018
Observación.
Según el profesor Corral, “la acción típica es revelar los antecedentes de la adopción
‘teniendo conocimiento’ de su carácter de reservados. Se ha suprimido el ‘maliciosamente’
de la norma anterior. De este modo, basta el simple dolo: saber que los antecedentes son
reservados y no obstante ello revelarlos. No es necesario un animus nocendi, ya que se ha
eliminado también la exigencia de que se obre para causar perjuicio al menor o a terceros”.
H.- El adoptado es causante de asignación familiar.
Según el profesor López “el art. 19 inciso 2º dispone que los menores cuyo cuidado
personal se confíe a quienes hayan manifestado al tribunal su voluntad de adoptarlos serán
causantes de asignación familiar, y en esa calidad podrán acceder a los beneficios previstos
en la Ley Nº 18.469 (que regula el ejercicio del derecho constitucional a la protección de la
salud y crea un régimen de prestaciones de salud, o ‘LEY FONASA”, Diario Oficial de 23 de
noviembre de 1985), y Ley Nº 18.933 (que crea la Superintendencia de Instituciones de
Salud Previsional, dicta normas para el otorgamiento de prestaciones por Isapre y deroga el
Decreto con Fuerza de Ley Nº 3, de Salud, de 1981, Diario Oficial de 9 de marzo de 1990),
según sea el caso, y otros que le correspondan, como el beneficio de la asignación familiar
(D.F.L. Nº 150, Diario Oficial de 25 de marzo de 1982).
Este es un efecto que se produce aun cuando el proceso de adopción no esté
legalmente terminado, pues basta que los menores se hayan confiado a quienes hayan
manifestado al tribunal de adoptarlos. Obviamente que este efecto se produce plenamente
cuando el menor haya sido dado en adopción, pues en tal caso se le considera como hijo”.
I.- Adopción y fuero maternal.
El profesor López señala que “la Ley Nº 19.670, publicada en el Diario Oficial de 15
de abril de 2000, extiende en determinado casos el beneficio del fuero maternal a mujeres
que adoptan un hijo en conformidad a la ley”.
Extinción de la adopción.
1.- La irrevocabilidad de la adopción.
Para el profesor Corral “la irrevocabilidad de la adopción consiste justamente en la
imposibilidad de dejarla sin efecto si ha sido constituida válidamente, aunque con
posterioridad sobrevengan hechos que hagan inconveniente la permanencia del menor en
la familia adoptiva, aunque después el adoptado deseara no haber sido adoptado por los
padres adoptivos, aunque los padres adoptivos sufran por la ingratitud y el
comportamiento reprochable del adoptado. La ley hace surgir un vínculo de estado
semejante a la filiación por naturaleza y al matrimonio: permanentes y definitivos.
La nulidad que la ley parece poner como excepción a la irrevocabilidad no es tal. En
efecto, en ese caso se trata de la constitución anómala de una adopción que fue viciada en su
origen y que, por consecuencia, no ha producido realmente el vínculo entre adoptante y
51 En el mismo sentido, el profesor Ramos Pazos sostiene que la irrevocabilidad “se explica, tanto por tratarse