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Los calendarios académicos en los sistemas educativos en el resto de los países son objeto de

análisis y estudios.

Ingresan ahí tres cuestiones diferentes:


a.-El respectivo nivel educativo

b.-La cantidad de días de clases en el año

c.-La cantidad de hora diarias y semanales.

Con respecto al primer punto las comparaciones más fuertes se hacen en el nivel 1, 2 y 3 de la
clasificación internacional de la UNESCO (ISCED). El nivel 1 equivale a la primaria, el nivel 2
equivale a la secundaria básica y el nivel 3 a la secundaria superior.

Con respecto a la cantidad de horas de clases, la mitad de los países europeos pertenecientes a
la OCDE varían entre los 170 a 180 días en la mayoría. Francia tiene 162 días, aunque no en la
educación secundaria superior. Otros superan esa cifra y llegan a los 190 días.

La organización del calendario en los países es variada, en todos hay vacaciones de verano (45
días en adelante), de invierno que se organiza de manera diferente (una semana o dos depende
de cada país). Otros contemplan vacaciones en períodos de carnaval (febrero).

Un caso especial que merece mencionarse es China que tiene 240 días de clases, advirtiendo
además que las clases son de lunes a sábado. Y en promedio en los niveles señalados tienen 6
horas por día. Para el caso de Estados Unidos de América la cantidad de días de clases al año es
va entre 170 a 186 días, depende esto de cada estado.

En los casos de América Latina, actualmente, Brasil está en los 201 días, Colombia y México en
los 200 días y Chile en los 191 días.

El tercer punto a señalar para comparar es la cantidad de horas diarias en cada nivel, sobre
todo en los señalados y la cantidad de horas por semana.

Resulta particularmente interesante, advertir que los diversos países en América Latina han
avanzado en aumentar no sólo la cantidad de días en el año de clases sino además la carga
horaria diaria, extendiendo en los niveles educativos señalados la duración, en general de 4 a 6
horas.

Otra medida de comparación que se realiza de acuerdo a la UNESCO es la cantidad de horas de


clase por semana en un rango etario determinado, en este caso son alumnos que están en 9 y
14 años, cabe advertir que se establece esa comparación sobre 43 países de los casi 193 que
componen la UNESCO. Finlandia tiene menos horas que Argentina en este ranking de cantidad
de horas de clases. Lo cual pone en entredicho que dichos datos dicen poco acerca de las
políticas educativas y su impacto para garantizar igualdad y calidad.
Cantidad anual regulada de horas (alumnos de 9 años)

País Cantidad de horas


Egipto 1.145
Sri Lanka 1.094
Chile 1.083
Jordania 1.08
Tailandia 1000
Israel 990
Australia 984
Malasia 964
Jamaica 960
Países Bajos 940
Bélgica, comunidad francesa 930
Italia 924
Luxemburgo 924
Canadá 921
Irlanda 915
Perú 900
Reino Unido, Inglaterra 899
Islandia 889
Portugal 888
España 875
Turquía 864
Francia 847
Bélgica, comunidad francesa 835
Dinamarca 813
Grecia 812
Austria 811
México 800
Túnez 800
Japón 800
Eslovaquia 794
Alemania 793
Paraguay 773
Noruega 773
Polonia 763
Suecia 741
Federación de Rusia 737
Hungría 724
Eslovenia 721
ARGENTINA 720
República Checa 706
Corea del Sur 703
Finlandia 683
Estonia 683
Indonesia 457
Fuente : UNESCO, anuario 2013-2014

Una nota del Banco Mundial para América Latina advierte sobre este tema.

Se transcribe a continuación la misma:


¿Con más horas de clase se garantizan mejores notas? La jornada escolar extendida es un
tema que se está discutiendo como una solución para mejorar el desempeño académico,
cuyo objetivo final es hacer que los países sean más competitivos en la economía global.
Esto es cierto tanto para las economías emergentes como las avanzadas.
En los EE. UU., el presidente Obama hizo un llamado a incrementar el tiempo de
permanencia en las escuelas, argumentando que en promedio los estudiantes
norteamericanos tienen un mes menos de clase que sus contrapartes surcoreanos. Si los
jóvenes norteamericanos quieren competir con los estudiantes de uno de los Tigres asiáticos
más avanzados en el siglo 21 -argumentan- entonces no pueden darse el lujo de empezar
tan atrás.
Sin embargo, ¿permanecer más tiempo en la escuela resulta en mejores resultados
académicos? Los dirigentes latinoamericanos — y nosotros en el Banco — se están
haciendo esta misma pregunta.
Las políticas tendientes a alargar la jornada escolar se han vuelto cada vez más populares
en las últimas décadas. La razón es simple: un mayor tiempo en clase debería redundar en
un mejor aprendizaje, y un horario escolar extendido para los jóvenes puede significar más
tiempo de trabajo para los padres.
En el caso de los jóvenes de más edad, también puede tener un efecto "protector",
reduciendo su exposición a los riesgos más allá de la escuela, como la delincuencia, el
abuso de substancias, la criminalidad y la violencia. Este tipo de políticas es atractivo para
los tomadores de decisiones en Latinoamérica, donde la jornada escolar tradicionalmente
tiene una duración de cuatro a cinco horas, con un turno por la mañana y otro por la tarde.
Sin embargo, el descenso en la tasa de natalidad redujo la demanda de espacio para los
alumnos.
Esto puede dar lugar a escuelas de jornada extendida, abriendo la posibilidad de una jornada
escolar más larga mediante la optimización de los recursos físicos y humanos.
¿Más tiempo en la escuela significa más aprendizaje?
A primera vista, la relación entre tiempo de instrucción (según el plan de estudios) y
aprendizaje estudiantil (resultados de exámenes PISA en lectura) aparenta ser muy débil
(Imagen 1). Si bien Corea del Sur obtiene un buen resultado tanto en tiempo como en
aprendizaje, otros países como Italia y México dedican más horas a la enseñanza y sus
resultados académicos son peores. La situación en América Latina es casi idéntica (Imagen
2).
Imagen 1: Relación entre horas de instrucción por año y resultados PISA en lectura —
muestra mundial
¿Con más horas de clase se garantizan mejores notas? La jornada escolar extendida es un
tema que se está discutiendo como una solución para mejorar el desempeño académico,
cuyo objetivo final es hacer que los países sean más competitivos en la economía global.
Esto es cierto tanto para las economías emergentes como las avanzadas.
En los EE. UU., el presidente Obama hizo un llamado a incrementar el tiempo de
permanencia en las escuelas, argumentando que en promedio los estudiantes
norteamericanos tienen un mes menos de clase que sus contrapartes surcoreanos. Si los
jóvenes norteamericanos quieren competir con los estudiantes de uno de los Tigres asiáticos
más avanzados en el siglo 21 -argumentan- entonces no pueden darse el lujo de empezar
tan atrás.
Sin embargo, ¿permanecer más tiempo en la escuela resulta en mejores resultados
académicos? Los dirigentes latinoamericanos — y nosotros en el Banco — se están
haciendo esta misma pregunta.
Las políticas tendientes a alargar la jornada escolar se han vuelto cada vez más populares
en las últimas décadas. La razón es simple: un mayor tiempo en clase debería redundar en
un mejor aprendizaje, y un horario escolar extendido para los jóvenes puede significar más
tiempo de trabajo para los padres.
En el caso de los jóvenes de más edad, también puede tener un efecto "protector",
reduciendo su exposición a los riesgos más allá de la escuela, como la delincuencia, el
abuso de substancias, la criminalidad y la violencia. Este tipo de políticas es atractivo para
los tomadores de decisiones en Latinoamérica, donde la jornada escolar tradicionalmente
tiene una duración de cuatro a cinco horas, con un turno por la mañana y otro por la tarde.
Sin embargo, el descenso en la tasa de natalidad redujo la demanda de espacio para los
alumnos.
Esto puede dar lugar a escuelas de jornada extendida, abriendo la posibilidad de una jornada
escolar más larga mediante la optimización de los recursos físicos y humanos.
¿Más tiempo en la escuela significa más aprendizaje?
A primera vista, la relación entre tiempo de instrucción (según el plan de estudios) y
aprendizaje estudiantil (resultados de exámenes PISA en lectura) aparenta ser muy débil
(Imagen 1). Si bien Corea del Sur obtiene un buen resultado tanto en tiempo como en
aprendizaje, otros países como Italia y México dedican más horas a la enseñanza y sus
resultados académicos son peores. La situación en América Latina es casi idéntica (Imagen
2).

Las investigaciones para medir el impacto de la jornada escolar extendida son


escasas. Ocho estudios de cuatro países latinoamericanos — Argentina (Buenos
Aires), Brasil (San Paulo), Chile y Uruguay — muestran un patrón de resultados
positivos en cuanto a las puntuaciones obtenidas. Los seis estudios que midieron el
desempeño estudiantil encontraron algún impacto positivo. Los dos estudios
restantes encontraron que la ampliación de la jornada escolar hizo aumentar la
participación laboral femenina y redujo el embarazo adolescente.
La magnitud de este impacto varía: En Uruguay, las Escuelas de Tiempo
Completo(ETC) tuvieron un impacto muy positivo sobre el aprendizaje de los
alumnos; en promedio, los alumnos que asisten a ETC tienen un desempeño mucho
mejor en los exámenes estandarizados que sus pares de escuelas tradicionales (una
desviación estándar de entre 0,26 y 0,38 en lengua y matemáticas, respectivamente, a
lo largo de seis años).
Sin embargo, en San Pablo, un estudio similar mostró un efecto significativo en
lectura (desviación estándar de 0,13), pero ningún efecto en matemáticas.
La diferencia puede deberse a la manera en que las escuelas eligen utilizar el tiempo extra.
Muchos sistemas escolares utilizan el tiempo extra para agregar actividades
extracurriculares como inglés, tecnologías de la información y comunicación (TIC) y cultura,
mientras que otras se enfocan más en el plan de estudios tradicional (lectura y matemática).
Algunas utilizan el tiempo extra para redoblar el apoyo a alumnos con dificultades,
sugiriendo que una jornada escolar extendida puede ayudar a cerrar la brecha en
sistemas escolares muy desiguales. De hecho, algunos estudios muestran que los
mayores avances académicos se logran en escuelas que atienden a la población pobre y
carenciada.
Factores de éxito
Sabemos que la extensión de la jornada escolar no deriva automáticamente en beneficios
académicos. Estas políticas requieren de un diseño cuidadoso que vaya más allá de un
mayor tiempo de escolaridad. Una política efectiva debería considerar los siguientes
elementos:
· Alcance: ¿Los esfuerzos se enfocarán en algún grupo poblacional, escuela o grado
específico? ¿La extensión será universal o focalizada?
· Escala: ¿La implementación tendrá lugar a través de proyectos piloto, será
implementada de manera gradual o de un plumazo?
· Asignación de prioridades: ¿Cómo se realizará la selección de escuelas?
· Duración: ¿De cuántas horas será la extensión de la jornada escolar? ¿Qué días de la
semana?
· Enfoque: ¿Se ajustará el enfoque pedagógico/curricular a la jornada extendida como en
Uruguay?
· Asignación: ¿Cómo se asignará el tiempo extra? ¿Cómo será el desglose entre
actividades curriculares principales y extracurriculares? ¿Qué pasará con las comidas
escolares y los recreos?
· Costo: ¿Cuál el costo inicial? ¿Cuál es el costo operativo anual? ¿Cómo se asignarán
los recursos financieros? ¿Cuáles son las fuentes de financiamiento?
· Partes interesadas: ¿Cómo se involucrará y consultará a las partes interesadas,
incluyendo estudiantes, padres, maestros y administradores escolares? A pesar de las
concesiones a la hora de extender la jornada escolar en Chicago, el alcalde Rahm
Emanuel fue incapaz de evitar una huelga de maestros. (Irónicamente, los maestros
peruanos están llevando a cabo una huelga, y una de sus demandas es la jornada escolar
completa — y un aumento proporcional de sus salarios.)
· Maestros: ¿Cómo involucrar, capacitar y apoyar a los maestros? ¿Cómo
proporcionarles a las escuelas los recursos humanos necesarios para una jornada
extendida?
Hemos estado trabajando estrechamente con países de América Latina y el Caribe tan
diversos como Brasil, El Salvador, la República Dominicana y Uruguay para explorar algunas
de estas preguntas, tanto mediante asistencia financiera como técnica.
El equipo educativo del Banco Mundial para América Latina está preparando un estudio para
ayudar a los países a establecer políticas y modelos efectivos de jornada escolar extendida.
Este estudio no brindará una solución única ni una respuesta definitiva.
En su lugar, apuntamos a resumir las lecciones que puedan sintetizarse luego de una
revisión crítica de la evidencia y de estudios de caso seleccionados, identificando factores
clave derivados de experiencias exitosas.
Si bien la audiencia principal son los diseñadores de políticas regionales, esperamos que
nuestras conclusiones sean de interés para varios países — incluso para aquellos jóvenes
norteamericanos que el presidente Obama espera puedan competir mejor con sus pares
surcoreanos.
Manténgase conectado y envíenos sus opiniones respecto a estos temas.
(Con contribuciones de David Evans, Pablo Alfaro y Diego Ambasz)

http://blogs.worldbank.org/latinamerica/es/am-rica-latina-es-muy-corta-la-jornada-

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