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n lHm~erl~ ~IJ'f~MUM~~' u DI~~D~ ti BIBtU (10[' ségunda vez -y conste que sentimos de veras perder el tíem-

1111 tenemos que referirnos a don Enrique Sanjosé. Hemos leído


Por FELlX DE MONTEMAR ]
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concreto, que como tal es voluntario o por lo menos contingente, y
por lo tanto imprevisible. Eso lo intentó Leibniz con su principio
HI"nl.amente el artículo que con este mismo título aparece en el nú- de razón suficiente, y es lo que pretende Hegel con su filosofía de
111",'0210 de Incunable. Al terminarlo nos hemos santiguado -se- la Historia, en la cual los hechds se encadenan unos con otros en
1'"1 de asombro en Espafia=-. Nos hemos restregado 'los ojos y, una sucesión mecánica, ciega y necesaria hasta producir nada me-
uable, que sintetizo fielmenta "11':.;1 acaso, hemos vuelto a leerlo 'segunda vez. Ni aún así hemos nos que a Dios como término final de la revelación progresiva a
una de las expresiones mál 1Il~rndo salir de nuestra estupefacción ante el apretado tropel de través de la autoconcíencía de la Idea a lo largo del proceso histó-
vo Santo Tomás: 1 1rlrlllHtan extrañas que desfilan en sus siete columnas. No nos in- rico. Dios no existe, pero existirá. ¿Le parece- al articulista COIl:.
los cosas: _ l'IlIlIbe apreciar el valor de su alarde erudito sobre las diversas ciliable semejante filosofía de la Historia con el dogma cristia-
todos los Papas posteriores 1l1111110nes acerca del tomismo. Nosotros sospechamos más bien que no? Si hay en toda la filosofía algún sistema radicalmente incom-
l VI, han urgido la doctrina ¡f nrticulista no le importan tanto Santo Tomás cuanto personificar patible e irreconciliable con el cristianismo es precisamente el de
para toda la Iglesia en l' 1111 doctrina toda la teología católica a partir del siglo II para Hegel, y en concreto su «filosofía de la Hísttoría». Y no digamos
los tiempos» (Pablo VI). uvotverla en una rotunda descalificación colectiva. nada del marxismo, que es su hijuela más directa. Es comprensi-
remos la gran persuasión Hlls tajantes veredictos nos parecen tan graves y desorbitados ble que el señor Garaudy haga su propaganda afirmando, como co-
,loetrina de Santo Tomás, of'"' aun extremando la benevolencia más elástica, ecuménica y ex- pia el articulista, que «el marxismo no es sólo una filosofía de nues-
101 Concilio Vaticano Ir Ir IIlIlble a toda clase de hermanos, primos y demás parientes más tro tiempo, sino que es su sentido.» Lo inverosímil es que haya un
" monos separados, no vemos manera de encajarlos dentro de la cristiano y un sacerdote capaz de tragarse, sin masticarla ni di,
I 01 mismísimo Concilio IlIlo(loxia católica, ni siquiera cristiana. Lo único que podría dís- gerirla, esa fenomenal rueda de molino. y lo hace lamentando que
(ispeculacíón IlIlparlos sería una ,carencia absoluta de noción de lo que son la no se establezéa un «diálogo fronterizo» con esos hombres.
nostro», y que la mosona I,,"Iogia, el tomismo, la filosofía griega y lo que significan los fi- Nadie niega que el tomismo sea «una metafísica» y una cosmo-
10 filosófico siempre ",""ros modernos que menciona, y hasta estamos tentados a añadir logía medievales», ni que en su sistema, corno en todos los demás,'
üsíon Conciliar para
IILoficial del 20 de díciembre
'1"" del cristianismo. Solamente así es explicable una osadía capaz
1'o Montar -dogmáticamente, imperturbablemente, triunfalmente,
haya partes caducas que es . necesario sustituir. Si Santo Tomás
aceptó la cosmología griega, que era la dominante en su tiempo,
Irípode y ex cathedra- algunas de las afirmaciones que vamos en que no se conocía otra, es un simple hecho histórico que no in-
r que la teología tomista es I'"mentar, fluye esencialmente en su teología. ¿Se atreverá el articulista a re-
iología aristotélicas, cuando «xanto Tomás no nos puede ofrecer desde los principios de su prochar a Moisés por haber utilizado -paraból~ca e instrumental-
IILI"una y mil veces que San 1I1t1lld'isicagriega y .árabe una recta comprensión del hecho histó- mente- en el Génesis la cosmogonía egipcia y caldea para descri-
,<Ior de la Biblia como pocos, 11,11 cristiano». Cualquiera que haya oído hablar de que existen bir el hecho revelado de la creación? ¿Habrá que rechazar por esto
Inteligencia busca con todos 11I~l\l'esteológicos» sabe perfectamente que la teología cristiana, la veracidad de Moisés y de la Biblia?
ruosen griegos, romanos, ára ,1 lomista o no, no parte de los principios de ninguna metafísica, Según el articulista, «la reducción del Dios de la Biblia a una
lo docír que la metafísica d 11111 do los principios de la revelación aceptados por la fe. De otra realidad enclaustrada dentro de estructuras conceptuales estáticas,
[uo su teología es teocéntrica 111111\111'1:1 haríamos filosofía, pero nunca teología. Por el camino de niega la posibilidad de su inteligibilidad como «proximidad» a
"I"I\ROSde Congar, podía reco. 1" tllosoña, es decir, de la pura razón natural, a lo más podremos nosotros, como «trato» con nosotros». El párrafo parece que suena
nvíccíon que el tomismo vi- 111'1\111' hasta los límites de la credibilidad, pero nunca a la fe, que bien. Pero es absolutamente injusto referirlo expresamente a dos
II! que nunca. Es la apertui IILI)RSede toda teología cristiana. Los principios y fundamentos místicos tan altos como San Agustín y San Buenaventura y. a un
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rnt>n"ri It nunlquier teología cristiana son de orden sobrenatural. Una vez teólogo como Santo Tomás, el cual afirma: «unde oportet quod
"lelas y aceptados esos principios revelados como verdades de Deus sit in omnibus rebus, et intime» (ST I, 8, 1), Y que en la ter-
H' o esperar sustituir la I'ILI>O la labor de ordenar los, sistematizarlos, explícarlos en lo cera parte de la Suma se extiende largamente sobre el trato y las
11 marxista, siendo así que ",,,III/(IY sacar conclusiones de ellos, y en esto consiste la teología, relaciones personales de Cristo-Dios con el mundo y el hombre.
(:omo hoy se oye hablar 111lo cual prestan su contribución otros muchos elementos: San- Nos queda materia para otro día. Por hoy terminamos recordan-
:111, otc., nuestro Sacristán " 1"1(1 res, tradición, liturgia, historia de la Iglesia y también, como do que el doctor Reqio de Tirteafuera dejaba morir a Sancho de
I tlm, tan, tan laico! It III'/)Iauxiliar, de uso analógico e instrumental, la filosofía. hambre en virtud del aforismo de Hipócrates: «Omnis saturatío
11111.0 Tomás sabe distinguir perfectamente entre lo natural y lo mala, perdicis autem pessima». Malas deben ser las indigestiones de
,111I1'lIlLLural, entre el orden de la naturaleza y el de la gracia, entre perdices, pero malísimas son las de lecturas y de ideas. Aunque' en
, I/IUlno retracto, he recibido I Il!'IInee de la pura razón y el de la fe. Pocos autores han tenido verdad, si, como asegura el articulista de Incunable, el esfuerzo de
IIIHOI'ibolo siguiente: 1 NI'nUdo tan profundo del misterio, y sabe distinguir perfecta- la filosofía no tiene más compensación que la de llegar a latdncom-
hlo do Enrique Sanjosé sa 11111,'los caminos capaces de darnos acceso a él. No considera el prensibilidad relativa de la realidad, a través del despliegue evoluti-
III/It/Ilc. 'rü, que tienes buena ,I,""rlo comprensible por la pura razón, ni por la filosofía, ni por vo de las distintas elaboraciones de los sistemas históricos», para
,1nlonrlo un poco, como hl 1I1111,nC1sica griega ni árabe, 'ni siquiera por la simple teología, que eso no vale la pena de molestarnos ni de pasar una mala noche,
tltI I,QUE PASA? Ese curita, 111\11 ciencia humana. A lo más, lo concede en esta vida a otro
111,"mn admirador de Marx, '"llIllllliento superior en el alma elevada por la gracia y en virtud
01 IIIUlVOgrupo de gobierno 1, """ iluminación mística especial como preludio y anticipación
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1•• 111vlstcn beatífica, y aun así de manera particular y transeúnte,
11111/1 protendío Santo Tomás romper los velos del misterio a gol-
, di' metafísica ni de pura filosofía, sino que tiene la humildad
" 1111011 sentído de esperar la gracia de Dios y la fe que ilumina
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hoy se oye hablar do lo cual prestan su contribución otros muchos elementos: San- Nos queda materia para otro día. Por hoy terminamos recordan-
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Intelígencía. Pretender penetrar en la. «presencíalízacíón del Mis

OS?
lo Pascual» -que apunte esa palabra' la Real Academia Españo- El señor Arzobispo de Barcelona ha abordado, en documento
~ como término final de un itinerario hegeliano a través de la pastoral magistralmente compuesto, el problema de los Semi.narios
ílosorta de la Historia» queda reservado a los Abelardos de nuevo en general. Particularmente, en la archiciócesis de monseñor Gonzá-
1, que ignoran la diferencia entre lo sobrenatural y lo natural lez Martín, la cuestión del Seminario está que arde. Y positivamen-
plran- a elaborar una nueva teología libre de los «aditamentos te será eficaz y santamente desembrollada y resuelta por el sabio,
dnformaciones de la metafísica griega». y justo Pastor.
1 misterio en cuanto tal es impenetrable, inexplicable e íncorn- Dios nos libre de inmiscuirnos, como comentaristas irreverentes
nslble. Si lo comprendiéramos dejaría de ser misterio. Pero el o como audaces e intolerables censores- irresponsables, en el área
11) hace otra cosa que tícuíísta parece que ha encontrado un camino «que le satisface pie- sagrada del gobierno de la Iglesia, y muchísimo menos en la acción
I'Htos derechos de la mente, mediante la construcción de «una teología desde una fi- tutelar, providente y ejecutiva de la Jerarquía.
;11' facilidades para su níía de la Historia», Es posible que ignore que, si hay en la Ahora bien, del gobierno de la Iglesia, de la Jerarquía que lo en-
No cabe alegar la re- ncla alguna rama desacreditada, es precisamente 'ésa. No obs- carna y promueve, tomamos los católicos información, orientación,
IHlntiva que la Santa nte, desde que Voltaire -ínventó esa expresión han aparecido, no mandamientos ..~ Sobre todo, en este confusionismo universal en
preparando, porque lO, sino múltiples intentos de' «filosofías de la Historia», todas que los católicos nos hallamos inmersos, es natural y legítimo que
l' promulgue el nue- lIu muy poco aceptables, no sólo para un simple filósofo, sino busquemos en la palabra de los Apóstoles la palabra de Cristo;
, () obligará el actual, ,ucho más para un pensador católico, y desde luego ninguna de en las definiciones de los Obispos, las de la Santa Madre Iglesia.
que la anunciada re- 1111 sirve de base para fundamentar una teología cristiana. San Para tomarlas como luces y poder, merced a su resplandor, caminar
e I consistirá en gecir ustín, Bossuet y Donoso Cortés interpretan la Historia desde la por las tinieblas. ~
e 1(' dice negro y více- rspectiva de su fe, y en realidad hacen una teología, pero no una Pues bien,' desgraciadamente, desde el Concilio acá, los católi-
todavía están en vi- osoña de la Historia. En cambio, las múltiples pretensiones de cos sencillos del pueblo innumerable no podemos conseguir que
R leyes del tan odia- er una «filosofía de la Historia» partiendo de principios pura- las luces del magisterio eclesiástico adquieran la indispensable vir-
) <le Trento, como la nte racionales han dado por resultado un conjunto de interpreta- tud de la permanencia ... O son bengalas deslumbradoras que se apa-
C'\n de obispos y pá- nes en su mayor parte fantásticas, que en realidad no son ni gan heridas por su propio fulgor, y tras éste adensan más las ti-
dI' beneficios íncorn- toría ni filosofía. ¿Cuál de ellas prefiere el articulista? ¿La ma- nieblas,o el encendido y el apagado intermitente de los fuegos fa-
que establece los re- uea, que impugnó San Agustín; la de Vico, la de Condíllac, la de tuos de los cementerios o de. los semáforos del tráfico municipal...
-ncíales para la vali-' rgot, la de Condorcet, la de Lessing, la de Herder, la de Voltaire, Luces pálidas y efímeras, parpadeantes, para hacer lo que díscre-
urtmonio, etc. de Augusto Comte, la de Schetling, la de Dilthey o la marxista? -cíonalmente convenga. Verdes o rojas para andar o pararse. Yeso
'i\ que la masonería y bastante donde escoger, pero está aviado si se hace la ilusión no es. Lo que necesitamos en el alma, en la conciencia, es la pa-
'rlHlnO, cuyo objeto es que con cualquiera de ella:s podrá llegar a explicar el curso- real labra clara, la luz inapagable, irreemplazable, sin intermitencias ni
un de la Iglesia, quíe- la Historia, y mucho menos la «presencialízación del Misterio alternativas, de Dios y de su Iglesia. ~. -
, por suprimir su in- cual». Diga lo que quiera Hegel, la Historia no llega a Dios ni El señor. Arzobispo de Barcelona, por ejemplo, ha dicho, en el
'l'Ia1. Pero lo que re- rnucho menos puede admitir un cristiano- que Dios se haga a través documento pastoral so-bre los Seminarios, lo siguiente:
do y suicida es que Ilnl curso de la Historia. ,
¿De dónde saca el articulista que «la característica de la tem- «Nos equivocaríamos trágicamente si el sacerdote se convirtiera
Il)tcs y religiosos que en un líder poiitico o en un agitador social. Pero pensar que su
"011 la nueva técnica poralidad histórica corno acontecimiento concreto y exístencíab
'1'1'\ esencial al Dios de la Biblia? La eternidad y la extratemporalí-
misión es únicamente rezar y administrar sacramentos resulta in-
!fIIC ya no es un se- tuimuiible,» .
roducir la Iglesia al hui ¡,no son acaso atributos esenciales de Dios? Una cosa es Dios en
-londo que sean los 1 mismo y otra su intervención temporal en el curso de los acon- Bien. Con «una de cal y otra de arena», en pie de obra, no se en-
.;\:-;quienes le pon- '.cllmientos históricos. ,Jamás se- le ocurrió o Santo Tomás explí- ciende la luz. Y a oscuras, ¿quién edifica nada trabajando una ar-
uu. (11r desde los principios de la metafísica ningún hecho histórico. gamasa informe?

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