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lo Pascual» -que apunte esa palabra' la Real Academia Españo- El señor Arzobispo de Barcelona ha abordado, en documento
~ como término final de un itinerario hegeliano a través de la pastoral magistralmente compuesto, el problema de los Semi.narios
ílosorta de la Historia» queda reservado a los Abelardos de nuevo en general. Particularmente, en la archiciócesis de monseñor Gonzá-
1, que ignoran la diferencia entre lo sobrenatural y lo natural lez Martín, la cuestión del Seminario está que arde. Y positivamen-
plran- a elaborar una nueva teología libre de los «aditamentos te será eficaz y santamente desembrollada y resuelta por el sabio,
dnformaciones de la metafísica griega». y justo Pastor.
1 misterio en cuanto tal es impenetrable, inexplicable e íncorn- Dios nos libre de inmiscuirnos, como comentaristas irreverentes
nslble. Si lo comprendiéramos dejaría de ser misterio. Pero el o como audaces e intolerables censores- irresponsables, en el área
11) hace otra cosa que tícuíísta parece que ha encontrado un camino «que le satisface pie- sagrada del gobierno de la Iglesia, y muchísimo menos en la acción
I'Htos derechos de la mente, mediante la construcción de «una teología desde una fi- tutelar, providente y ejecutiva de la Jerarquía.
;11' facilidades para su níía de la Historia», Es posible que ignore que, si hay en la Ahora bien, del gobierno de la Iglesia, de la Jerarquía que lo en-
No cabe alegar la re- ncla alguna rama desacreditada, es precisamente 'ésa. No obs- carna y promueve, tomamos los católicos información, orientación,
IHlntiva que la Santa nte, desde que Voltaire -ínventó esa expresión han aparecido, no mandamientos ..~ Sobre todo, en este confusionismo universal en
preparando, porque lO, sino múltiples intentos de' «filosofías de la Historia», todas que los católicos nos hallamos inmersos, es natural y legítimo que
l' promulgue el nue- lIu muy poco aceptables, no sólo para un simple filósofo, sino busquemos en la palabra de los Apóstoles la palabra de Cristo;
, () obligará el actual, ,ucho más para un pensador católico, y desde luego ninguna de en las definiciones de los Obispos, las de la Santa Madre Iglesia.
que la anunciada re- 1111 sirve de base para fundamentar una teología cristiana. San Para tomarlas como luces y poder, merced a su resplandor, caminar
e I consistirá en gecir ustín, Bossuet y Donoso Cortés interpretan la Historia desde la por las tinieblas. ~
e 1(' dice negro y více- rspectiva de su fe, y en realidad hacen una teología, pero no una Pues bien,' desgraciadamente, desde el Concilio acá, los católi-
todavía están en vi- osoña de la Historia. En cambio, las múltiples pretensiones de cos sencillos del pueblo innumerable no podemos conseguir que
R leyes del tan odia- er una «filosofía de la Historia» partiendo de principios pura- las luces del magisterio eclesiástico adquieran la indispensable vir-
) <le Trento, como la nte racionales han dado por resultado un conjunto de interpreta- tud de la permanencia ... O son bengalas deslumbradoras que se apa-
C'\n de obispos y pá- nes en su mayor parte fantásticas, que en realidad no son ni gan heridas por su propio fulgor, y tras éste adensan más las ti-
dI' beneficios íncorn- toría ni filosofía. ¿Cuál de ellas prefiere el articulista? ¿La ma- nieblas,o el encendido y el apagado intermitente de los fuegos fa-
que establece los re- uea, que impugnó San Agustín; la de Vico, la de Condíllac, la de tuos de los cementerios o de. los semáforos del tráfico municipal...
-ncíales para la vali-' rgot, la de Condorcet, la de Lessing, la de Herder, la de Voltaire, Luces pálidas y efímeras, parpadeantes, para hacer lo que díscre-
urtmonio, etc. de Augusto Comte, la de Schetling, la de Dilthey o la marxista? -cíonalmente convenga. Verdes o rojas para andar o pararse. Yeso
'i\ que la masonería y bastante donde escoger, pero está aviado si se hace la ilusión no es. Lo que necesitamos en el alma, en la conciencia, es la pa-
'rlHlnO, cuyo objeto es que con cualquiera de ella:s podrá llegar a explicar el curso- real labra clara, la luz inapagable, irreemplazable, sin intermitencias ni
un de la Iglesia, quíe- la Historia, y mucho menos la «presencialízación del Misterio alternativas, de Dios y de su Iglesia. ~. -
, por suprimir su in- cual». Diga lo que quiera Hegel, la Historia no llega a Dios ni El señor. Arzobispo de Barcelona, por ejemplo, ha dicho, en el
'l'Ia1. Pero lo que re- rnucho menos puede admitir un cristiano- que Dios se haga a través documento pastoral so-bre los Seminarios, lo siguiente:
do y suicida es que Ilnl curso de la Historia. ,
¿De dónde saca el articulista que «la característica de la tem- «Nos equivocaríamos trágicamente si el sacerdote se convirtiera
Il)tcs y religiosos que en un líder poiitico o en un agitador social. Pero pensar que su
"011 la nueva técnica poralidad histórica corno acontecimiento concreto y exístencíab
'1'1'\ esencial al Dios de la Biblia? La eternidad y la extratemporalí-
misión es únicamente rezar y administrar sacramentos resulta in-
!fIIC ya no es un se- tuimuiible,» .
roducir la Iglesia al hui ¡,no son acaso atributos esenciales de Dios? Una cosa es Dios en
-londo que sean los 1 mismo y otra su intervención temporal en el curso de los acon- Bien. Con «una de cal y otra de arena», en pie de obra, no se en-
.;\:-;quienes le pon- '.cllmientos históricos. ,Jamás se- le ocurrió o Santo Tomás explí- ciende la luz. Y a oscuras, ¿quién edifica nada trabajando una ar-
uu. (11r desde los principios de la metafísica ningún hecho histórico. gamasa informe?