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Han pasado ya muchos años desde que nadie me pregunta sobre esta historia... Hoy es buen momento para
Era yo en esa época tan solo un pequeño pueril. Solía jugar con mis amigos a diario en el típico campo. Entre
risas, gritos y emoción, mi madre siempre me prohibía acercarme a un misterioso lugar del que todos
hablaban: “La Orqueta”, así todos llamaban a la zona ubicada en las faldas del Volcán Chachani. Nunca le
pregunté el porqué pero sinceramente no me interesaba mucho saberlo ya que mis ansias por divertirme con
Transcurrieron los días. Valentino, uno de mis amigos, fue quién se encargó de llevarme a conocer el
misterioso lugar que a partir de ese momento, se convirtió en mi favorito. Olvidaba decírlo, mi nombre es
Erick, pero todos me decían: “Erick El temeroso”, debido al miedo que me caracterizaba cuando mis amigos
proponían ir a las zonas más alejadas del pueblo. Tras la aventura vivida con Valentino (quien gustaba de
Recuerdo lo vivido en aquella travesía: Tras decidir emprender rumbo hacia La Orqueta en compañía de
Valentino, noté que detrás de mí se encontraba Mauro quién expresaba iría con la intención de protegerme.
Más adelante llegamos a una zona cubierta de hermosos paisajes, vicuñas, parihuanas, nevados, salares; el
clima era muy frío… caminamos tanto que no podíamos identificar claramente en dónde nos encontrábamos.
Buscamos una cueva en dónde refugiarnos durante la noche. Tras quedarnos dormidos, tuve un fantástico
sueño: Estaba en la cima del volcán Chachani, tenía alas, podía volar por aquellos azules cielos. Miraba al
A la mañana siguiente, al despertar, decidimos emprender rumbo al volcán. Caminamos durante horas,
Valentino, el más osado del grupo nos motivaba a seguir y seguir; sin embargo, nuestra real motivación era el
juego. Era una aventura tal vez peligrosa pero divertida. Personalmente, mi motivación fue el sueño que tuve
durante la noche.
Tras una larga caminata llegamos a “La Orqueta”, fue maravilloso… nunca pude apreciar la majestuosidad de
ese colosal apu. Decidimos emprender rumbo al volcán. Lamentablemente, la caminata y el clima cada vez
más frio fueron un gran obstáculo para llegar a la cima. Solamente pudimos llegar a la mitad del recorrido (al
A partir de ese entonces, eran consecuente en mí el mismo sueño con el Chachani. A los 27 años decidí
emprender rumbo hacia el volcán y que me sentía llamado constantemente por este. Así lo hice y al llegar noté
que este ya no se caracterizaba por presentar en la cima una especie de sombrero blanco; apenas notaba
simplemente una pequeña franja. Me entristecía ver así al volcán, Apu tutelar.
Al emprender rumbo hacia el volcán, sentía una gran ansiedad por llegar a la cima. Estaba dispuesto a saber
qué es lo que este quería de mí. Después de horas de caminata, llegué. Una enorme ave se posó y me dirigió
hacia la parte posterior del volcán. Allí encontré un gran tesoro que me dejó estupefacto, siempre fui escéptico
con respecto a esa vieja creencia. Decidí llevarme todo el oro que pude.
Sentí la necesidad de saber el origen del tesoro, solamente logré saber por rumores del pueblo que
antiguamente se instauró un grupo jesuita durante la época colonial. Es curioso que cerca al oro había un
escrito que decía: “Esto le pertenecerá al elegido por el Chachani”. Lo cierto es que, desde ese momento, la
Cada vez que podía emprendía rumbo hacia el volcán, únicamente por la ambición que cada vez era mayor en
mí.