Вы находитесь на странице: 1из 7

El 24 de junio es el Día Nacional de los Pueblos Indígenas en Chile.

Es la fecha en que se celebra el inicio de


un nuevo ciclo de la naturaleza a partir del solsticio de invierno. Ese es el día más corto del año y es así porque se
trata del momento en que la Tierra está más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz.
En este periodo la naturaleza se renueva. Ha finalizado la época de cosecha de la tierra que ya está preparada
para su nuevo periodo de fertilidad. Este momento es considerado por los pueblos indígenas como el inicio del año.
Es el tiempo en que el sol “comienza su camino de regreso” a la Tierra: vuelve la luz y la vida, las noches se
acortan y los días se alargan. Hay mayor abundancia: nacen nuevos brotes, los animales cambian su pelaje y el
agua de los ríos se nutre de las lluvias y deshielos.
En nuestro país los pueblos indígenas realizan ceremonias rituales en el Año Nuevo, las que además de cumplir
una función ceremonial y religiosa en sus comunidades, constituyen una oportunidad para compartir sus tradiciones
con el resto de la sociedad.
En el norte los aymaras celebran este cambio natural en su fiesta llamada Machac Mara, los quechuas en el Inti
Raymi y en el sur el pueblo mapuche renueva su espíritu durante el We Tripantu.
A mapuche y aymaras se suman los Colla, Rapa Nui, Kawésqar, Yagan y Diaguita que si bien su presencia no es
tan notoria como la de los pueblos anteriores, su singularidad y riqueza cultural hacen que Chile sea poseedor de
un patrimonio cultural incalculable ante el resto de la humanidad.
Son pocas las oportunidades que la sociedad chilena tiene para reflexionar acerca del carácter multiétnico que
nuestro país posee, habitualmente se olvida la gran riqueza cultural que conservan los distintos pueblos indígenas
que conforman nuestro territorio y que nos otorgan una identidad que nos diferencia del resto de los países
latinoamericanos y del mundo.

¡Te invitamos a conocer más de nuestros pueblos originarios en el


especial de Icarito!

Ceremonias rituales
Machaq Mara aymara (Ver artículo completo) Ceremonia conocida históricamente como el Marat’aqa o
separación del año. Esta fiesta es un momento para corresponder con ofrendas a la generosidad de la
Pachamama. Se hace un pago que es el reestablecimiento de la armonía.
Inti Raymi quechua (Ver artículo completo) Es una fiesta de agradecimiento a la naturaleza y al astro solar que
las culturas andinas heredaron de los Incas. A mediados del siglo XX y después que la conquista española
suprimiera el rito, la Fiesta del Sol volvió al Cusco, su antiguo centro ceremonial
Likan Antai atacameño (Ver artículo completo) En muchos lugares de los Andes, cuando las lluvias se atrasan
demasiado, se realizan ofrendas especiales para llamar a la lluvia con agua de mar o de manantiales grandes que
no se secan nunca.
We Tripantu mapuche (Ver artículo completo) También llamado Wiñoi Tripantu (regresa la salida del Sol). La
ceremonia comienza antes que el Sol se oculte en el horizonte. Habitualmente se realiza durante la noche del 23
de junio, y se espera hasta el amanecer la llegada del “nuevo Sol que regresa” por el oeste. El ritual, que invoca a
los antepasados, es dirigido por una machi o por el lonko del lugar.
Colla o Kolla (Ver artículo completo) Se celebra esta ceremonia en la actualidad en el centro ceremonial El Bolo,
ubicado a una hora de Copiapó hacia Inca de Oro. Comienza después de las siete de la tarde. Luego se enciende
una fogata y se preparan comidas tales como locro y asado de cabrito.
Aringa Ora o Koro Rapa Nui (Ver artículo completo) En ella se festeja el ciclo anual de la vida, relacionado con
la fertilidad y productividad. El ritual se realiza para simbolizar una nueva temporada de siembra de los recursos
naturales, tanto terrestres como marinos.

MACHAQ MARA o AÑO NUEVO AYMARA


El 21 de Junio de cada año es un día especial para los pueblos indígenas, porque se celebra un acto
ritual festivo en relación al cambio de ciclo o año nuevo. Para los aymaras se denomina “Machaq Mara”.
Esta festividad ritual se ha practicado desde tiempos inmemoriales por los andinos, perdió su sentido
o significado en la primera y segunda mitad del siglo XX, producto de la transculturización y perdida
de identidad de los aymaras. Sin embargo en la última década con la dictación de la Ley Indígena
19.253, que reconoce la existencia de grupos étnicos en el Estado chileno, ha emergido mayores niveles
de identidad y protagonismo de las organizaciones indígenas, por lo mismo a partir del año 1995, esta
actividad se esta revitalizando a nivel urbano en especial en al ciudad de Arica. Los distintos pueblos
ha través de su desarrollo cultural alcanzaron a desarrollar un calendario anual, bajo el cual realizaron
sus actividades de sobrevivencia. Bajo el marco anterior, el pueblo aymara también desarrollo
calendario anual, de carácter agronómico en base al cual desarrollaron la agricultura y la ganadería
andina. Este calendario se inicia con la celebración del año nuevo aymara, llamado “Machaq Mara”, en
lengua aymara. El año nuevo para los pueblos andinos es el 21 de junio de cada año. Esta fecha ha
sido adecuado por el cristianismo al 24 de junio de San Juan; El 21 de junio es la fecha en que el astro
sol (Tata Inti, para los aymaras), se encuentra lo más distante de la tierra (equinoccio del hemisferio
Sur, y a su vez inicia su retorno, es el periodo en que se registran las temperaturas más bajas y marca
la finalización del año agrícola y el inicio de un nuevo ciclo. Este calendario aymara esta referido a tres
estaciones que marcan el año agrícola: Juypipacha: Época de heladas y procesamientos de tubérculos.
Awtipacha: Época de seca y siembra. Jallupacha: Época de lluvias y maduración de los cultivos. Cada
una de estas estaciones agrícolas tienen sus celebraciones, sin embargo la mayor celebración en el
mundo andino es el año nuevo (Inti Raymi, se llama para que quechuas, para los mapuches witripantu).
En este acto ritual de termino de un periodo, se conversa como una persona con los dioses tutelares
en especial el Tata Inti (padre sol ), que según la visión andina hace posible la fertilización en la
pachamama, germinación y maduración de la vida y por dicho motivo se le pide que vuelva para
reiniciar el otro ciclo. Por la razón anterior, los aymaras realizan actos rituales de ofrenda al “Tata
Inti”, para que este dios tutelar regrese. En esta concepción aymara, los abuelos cuentan que en
tiempos antiguos en esta fecha en la zona del altiplano se quemaban grandes extensiones de paja
brava, señalando con ello que estaban abrigando al sol, similar situación de los pueblos agricultores de
la precordillera, quema de guano y matorrales y restos de cultivos del ciclo anterior. Si uno analiza
más a fondo esta actividad cotidiana, vera en ella que la quema de paja brava era para su renovación
y de esta forma tener alimento renovado para las llamas y en el caso de precordillera, la quema servia
para limpiar los campos de cultivo, abono y de esta forma iniciar el nuevo ciclo agrícola. Esta actividad
ritual de celebración del Machaq mara, se había perdido, sin embargo, se le ha rescatado y al día de
hoy es organizada por las organizaciones aymaras en Arica, además cn la promoción y difusión de la
educación intercultural bilingüe se ha iniciado su celebración en algunos colegios tanto urbanos, como
de los valles.

Inti Raymi quechua


Es la ceremonia del Año Nuevo Quechua y representa el regreso del Sol. Antiguamente el Inca esperaba junto a su
pueblo que el Sol, la vida o Inti volviera para acompañarlos en su trayecto por este mundo, generando los
productos necesarios para ella. La agricultura depende de él también.
Como en otros pueblos, esta celebración se realiza en el solsticio de invierno y anuncia un nuevo ciclo de vida.

Pueblos que basan su economía en la agricultura como son los pueblos andinos, dependen de alguna manera de
los ciclos de la naturaleza, esto los lleva a tener una profunda relación con su entorno y una constante observación
de los astros, conocimiento al que le daban una utilidad práctica.
En tal sentido, el cielo fue objeto de permanente observación, por lo que crearon grandes templos que resultaron
ser los mejores observatorios astronómicos, donde los sacerdotes del templo Solar procedían a observar y calcular
el tiempo a base de los movimientos del astro central.
Para los pueblos andinos los eclipses de Sol y de Luna tienen una consideración especial. También toman
importancia las constelaciones, donde se reconoce la cruz del sur o la cruz de chacana, como parte de los
movimientos que ejercen influencias en los seres humanos.
El Sol es venerado como una de las mayores divinidades, porque se considera que con su luz y poder sostiene
todas las cosas de la tierra. Los Incas construyeron en Machupicchu el Intiwatana, piedra donde se adoraba e
imploraba al Sol, que de acuerdo a las tradiciones también servía para calcular las horas del día y los meses del
año.
Para el solsticio de invierno, el 21 de Junio, el Inca era el principal responsable de la fiesta al Sol o el Inti Raymi.
Cientos de habitantes de las diferentes comunidades del territorio llegaban con sus ofrendas a la plaza central. El
inca sobre un altar cargado por hombres rigurosamente vestidos con trajes tradicionales, ingresaba al templo
mayor junto con las autoridades de mayor rango para esperar la salida del Sol, cuando este se hacía visible todos
se ponían en cuclillas con los brazos abiertos y manos levantadas adorando con gran afecto a su padre natural.
El inca con un jarro de oro, iniciaba la ceremonia realizando un brindis de agradecimiento al Sol, que después del
primer sorbo invitaba y compartía con las autoridades más cercanas. Terminando estas ofrendas, se dirigían con el
cortejo a la plaza mayor, donde elegían una llama negra para realizar el sacrificio, dándole paso para que las
diferentes representaciones inicien sus sacrificios y ofrendas.
Así se inicia la fiesta, prenden fuego al nuevo Sol, donde asan carne y los hombres y mujeres engalanados con sus
mejores trajes, bailan en comparsas al ritmo de la música de las bandas con instrumentos tradicionales.

¿Sigue vigente esta tradición?


La tradición dentro de los pueblos andinos sigue vigente. Se alistan los altares sagrados de las diferentes
comunidades y se preparan comidas para celebrar esta fiesta. Los yatiris o los ancianos de mayor rango, tienen la
responsabilidad de preparar la ceremonia al alba del 21 de Junio. Junto con la salida del Sol, se realizan las
primeras rogativas, se prenden inciensos, se sacrifican animales en un rito de agradecimiento al Sol. Algunos
habitantes queman sus ropas antiguas y se visten con nuevas prendas, otros se bañan en los ríos, teniendo como
idea general que se inicia un nuevo ciclo, donde todo vuelve a renacer.
En Chile, algunos hablan de Machaq Mara, pero esto es sólo una traducción de Año Nuevo del calendario
gregoriano, no existe en la cultura aymara, para ellos es Inti Raymi.

Likan Antai atacameño


En muchos lugares de los Andes, cuando las lluvias se atrasan demasiado, se realizan ofrendas especiales para
llamar a la lluvia con agua de mar o de manantiales grandes que no se secan nunca.

El 23 o 24 de junio se celebra el Año Nuevo.


En la noche se va al corral de las ovejas y se preparan las flores, hojas y lanas. Se enciende fuego para el frío y
algunos pronuncian las palabras kunza: “Aijate, aijate al jumor“, que significa: allégate al fuego.
Hacia el amanecer se va al estero y se hace el pago al agua, con vino o aguardiente y harina cocida. Se
pronuncian palabras rituales en kunza y se le ofrece aguardiente o vino al agua.
Al día siguiente se carnea un cordero para los participantes, se echa su sangre a la tierra y se florean las ovejas. Es
la fiesta del enfloramiento. Luego se come y bebe todo el día.
Se celebra en Toconao, Talabre, Socaire y otros ayllu de la zona.
La vestimenta típica consiste en un sombrero de ala corta con adornos, chaquetilla, camisa generalmente blanca -
aunque también de colores-, pantalón de tela negro y zapatos sencillos o sandalias.
Casi siempre se anda acompañado de un bolso para guardar las hojas de coca con la que contrarresta los efectos
de la altura. La mujer lleva un vestido largo con blusa blanca, zapatos livianos o sandalias, y una gran manta de
vivo colores que cumple la doble función de abrigar o trasladar mercadería, objetos o a sus hijos pequeños.
ambién llamado Wiñoi Tripantu (regresa la salida del Sol). La ceremonia comienza antes que el Sol se oculte en el
horizonte. Habitualmente se realiza durante la noche del 23 de junio, y se espera hasta el amanecer la llegada del
“nuevo Sol que regresa” por el oeste. El ritual, que invoca a los antepasados, es dirigido por una machi o por el
lonko del lugar.
PUBLICIDAD
inRead invented by Teads
Todo este fenómeno está determinado por la luna, pues nuestros antepasados observaban la fase menguante de
ésta y de esta forma se sabía que era el We Tripantu: “ragiñkülewechi küyen mew, fey wiñotuy tripan antü pige ke
fuy” lo que más o menos significa: Con las fases de la luna se cuenta un recorrido del sol”
De acuerdo a esta lógica se da inicio a la celebración del We Tripantu, cuyo contenido no obedece a una simple
celebración. Tiene toda una explicación profunda y filosófica que forma parte de la religiosidad mapuche.
Un día muy importante
La llegada del We Tripantu se transforma en una espera muy importante. Las familias y comunidades realizan
diversas ceremonias de gran significado religioso.
En la madrugada del We Tripantu toda la familia: ancianos, jóvenes y niños se levantan temprano y van al estero a
bañarse. Junto a ello se realiza una ceremonia de rogativa individual.
Además, la familia se dispone en esa ocasión a celebrar el Bakutun, ceremonia donde participan todos los
familiares de ambas partes. Esto consiste en que la niña recibe a una segunda madre que a la vez hace de tocaya
(Baku) y se le hace entrega de la vestimenta de la mujer mapuche, junto con los aros, pues es la tocaya (en este
caso) la que realiza la ceremonia de perforar las orejas (Katan pilun), para que la niña comience a usar los aros.
A los árboles que no dan frutos se les azota para que el año venidero tengan frutos. Esta actividad la realizan los
niños a pedido de los adultos.
Este es un día de celebración y alegría, donde los familiares se visitan y pueden compartir comidas, mote,
sopaipillas, catutos y el infaltable muday (bebida de trigo o maíz) que acompaña a toda ceremonia y rogativa.
¿Cómo es la ceremonia?
Sabiendo que el We Tripantu es un cambio de ciclo de la vida, cuya clara señal es el solsticio de invierno, es
preciso renovarse, convocar nuevas fuerzas.
En la ceremonia se realiza una purificación con agua, con un baño en que se dejan atrás muchas cosas.
En la ruka se realiza el fogón milenario, danzan alrededor del rewe símbolo del cerro más alto. El sonido lo aporta
el kultrun, que con su forma parabólica y sus dibujos es una metáfora de la tierra y la cosmovisión mapuche.

Los Colla o Kolla


Poblaron la zona de la Cordillera de Atacama. Las primeras familias Colla comienzan a migrar a estos territorios
desde el noroeste argentino y desde el sur de la puna atacameña, sus principales actividades económicas se
sustentan en la ganadería y cultivos en pequeña escala.

1. El grupo andino
2. Agricultores del norte: atacameños
3. Los Colla o Kolla
4. Los changos: Pescadores marítimos
Los Colla llegaron en la segunda mitad del siglo XIX y poblaron la zona de la Cordillera de Atacama. Las primeras
familias Colla comienzan a migrar a estos territorios desde el noroeste argentino y desde el sur de la puna
atacameña, sus principales actividades económicas se sustentan en la ganadería y cultivos en pequeña escala.
La familia Colla es la contenedora de todas las actividades productivas, sociales, políticas y rituales. La
denominación Colla fue utilizada para identificar a los indígenas que habitaban las quebradas y el extremo
meridional de la puna del norte chileno, del noroeste argentino y del sur de Bolivia, a los habitantes de las
zonas de pastoreo, dedicados a las actividades ganaderas y la trashumancia en extensos recorridos.
Los sitios rituales y sagrados Colla son frecuentados por las comunidades en su circuito trashumante, algunos de
ellos ocupados desde larga data. El Pueblo Colla se compone de nueve comunidades que habitan en la cordillera,
ubicados en las comunas de Copiapó, Tierra Amarilla y Diego de Almagro.
Una segunda área de poblamiento Colla son las Quebradas Paipote, San Andrés y San Miguelcomo terrenos de
invernada complementadas por los campos de pastoreo de El Patón y Llano del Leoncito en la cuenca alta del río
Figueroa, más la quebrada y el Salar de Maricunga que actúan de veranadas. En la primera área de poblamiento,
los Colla comienzan a ocupar extensos territorios de pastoreo en el sector Puneño y quebradas, teniendo su
principal asentamiento el sector Agua Dulce, lugar cercano a la quebrada Pastos Cerrados o Quebrada Jardín. Las
familias Colla provenientes del noroeste argentino que recorren estos parajes son los Ramos, Villanueva, Quispe,
Jerónimo, Marcial y Julio. Durante la década de los ?40, el poblamiento indígena de las quebradas y la puna en
Potrerillos comenzó a ser afectado por la acción de la fundición minera de Potrerillos que contaminará los pastos
provocando el éxodo de las familias Colla.
A la llegada de los Colla, las tierras de la Hacienda Potreros, se encontraba abandonada, sin actividad agrícola y
ganadera, sólo albergaban en su seno algunas minas, las tierras de la gran hacienda estaban ocupadas por los
Colla y por algunas familias de pastores que provenían del pueblo de indios de San Fernando, ubicado entre la
ciudad de Copiapó y la junta de la quebrada de Paipote, lugar donde en la actualidad se encuentra el poblado
Estación Paipote. De allí, que las quebradas y la puna de la cordillera constituyeron espacios de encuentros entre
Colla del noroeste argentino, algunos pastores de los pueblos de indios, pirquineros eventuales y arrieros.
Potreros, permitió por varias décadas la ocupación tranquila e interrumpida de los Colla, cuestión que cambiará una
vez iniciado el siglo XX, al ser arrendados los terrenos por la familia Cousiño que le disputará el dominio y
ocupación de la hacienda. Ambos factores, la disputa territorial y la contaminación de los suelos, provocaron la
emigración de algunas familias a la Argentina, otras familias se enrolarán en el trabajo minero, para luego volver a
las actividades ganaderas y mantenerse en los territorios que habitan desde décadas.
En Potrerillos, desde 1894 operaba la Compañía Minera de Potrerillos con pequeñas explotaciones mineras con
métodos manuales y antiguos, la instalación de la mina de Potrerillos provocó la huída de las familias Colla,
desplazándolos en 1922 hacia territorios ubicados al norte y sur de la quebrada Jardín
Desde 1950 a 1973, las familias Colla de Potrerillos se abocaron al trabajo ganadero, agrícola, combinando el
pastoreo con el trabajo minero, mientras otras familias se quedaron en el circuito trashumante entre las aguadas de
invernada cercanas a Potrerillos, El Salvador y los campos de veranada de Pedernales y Cerro Blanco, ocupando
también las tierras de la quebrada de Agua Dulce y de la Quebrada El Asiento.
El conflicto por la ocupación de las tierras se mantuvo hasta 1957, cuando se logra un acuerdo en la vega La
Guardia, quedando para las familias Colla los terrenos fiscales de la parte superior del río Jorquera y sus afluentes,
no obstante, estas familias siguieron ocupando materialmente los terrenos, debido a que estos eran parte de las
invernadas bajas con buenos suelos para cultivos y campos de pastoreo.
Situacion actual
Estas restricciones afectaron a todas las familias Colla de la cordillera, desde Potrerillos hasta río Jorquera,
debiendo abocarse casi exclusivamente al trabajo de la ganadería, obligando a muchos descendientes a migrar
para desarrollar trabajos relacionados con la fruticultura en el valle de Copiapó, como empleados u obreros en
ciudades y en faenas mineras, manteniendo siempre los vínculos con la cordillera. Todo lo anterior, significó un
despoblamiento relativo de los espacios ocupados ancestralmente, debido a que muchas familias migraron
obligadamente a centros mineros, ciudades y pueblos cercanos, en busca de trabajo y educación para sus hijos,
manteniéndose la actividad ganadera por familias que siguieron pastoreando sobre amplios territorios de las
quebradas y la puna.
La Ley Indígena permitió la organización en comunidades, iniciándose un proceso de organización Colla que
agrupó a las familias que se encontraban en la zona cordillerana de Potrerillos, Quebrada Paipote y Río Jorquera,
teniendo como base las relaciones de parentesco, linajes e incorporación de familias sin tener lazos de
consanguinidad. Estos comprenden los campos de pastoreo, vegas, aguadas, lugares de asentamiento, de
recolección y caza, lugares con recursos mineros, espacios sagrados y rituales que son comprendidos dentro de un
perímetro de cumbres y filos de cerros. La demanda de tierras representa sólo el 2,93% del total territorial
demarcado en 1996.
Las comunidades Colla, enfrentan actualmente disputas por los derechos de aguas con empresas mineras.
Considerando las dificultades para el asentamiento permanente, muchas familias siguen poblando las quebradas y
recorriendo durante el verano la puna en la actividad ganadera trashumante, demandando el reconocimiento de las
tierras para iniciar el re-poblamiento y el desarrollo seguro de sus actividades económicas.
Año Nuevo Indígena: Ceremonias rituales

Desde tiempos inmemoriales los pueblos indígenas han identificado los equinoccios y solsticios,
correspondientes a la trayectoria del Sol, examinando el comportamiento de su entorno natural. De acuerdo a esas
observaciones, trazaron calendarios anuales que les permitieron llevar una convivencia armónica con la naturaleza.
La profunda espiritualidad indígena está directamente relacionada con la naturaleza que es la que da la vida.
Fecha clave en esta concepción de mundo es el solsticio de invierno, que marca el inicio del nuevo ciclo de vida.
En el hemisferio sur esto ocurre en el mes de junio, entre los días 20 y 24.
Los calendarios Aymara, Quechua, Likan Antai, Rapa Nui y Mapuche, consideran los movimientos del Sol y la
Luna para establecer los tiempos de la siembra y la cosecha, celebrando las ceremonias espirituales de
agradecimiento correspondientes a cada proceso productivo.

¿Qué significa el Año Nuevo Indígena?


El solsticio de invierno es considerado por los pueblos indígenas como un renacer. Es el período del año en que la
naturaleza se renueva. Ha finalizado la época de cosecha y el descanso necesario de la tierra, ésta última ya está
preparada para su nuevo tiempo de fertilidad. Se acerca la siembra. Pronto, los brotes emergerán desde la tierra,
los animales cambiarán su pelaje y el agua de los ríos se nutrirá de lluvias y deshielos. Este momento es
visualizado como el tiempo en que “El sol emprende su camino de regreso” a la Tierra. Regresa la luz y, con ella, la
vida en todo su esplendor.
La víspera del solsticio es la noche más larga del año, luego de ese momento clave y durante los seis meses
siguientes, las noches se acortan y los días se alargan. En el ambiente hay más luz disponible y con ello mayor
abundancia.
Pero no sólo la naturaleza se renueva, también los seres humanos. Al saberse parte de la naturaleza, los pueblos
indígenas establecen con ella relaciones de reciprocidad.
La importancia de esta relación primordial se expresa en la identidad social, cultural y religiosa de los pueblos
indígenas, siempre vinculada al culto de la naturaleza, a los elementos que la constituyen: el Sol (padre sol), la
Tierra (madre tierra), los árboles como el Canelo o la Araucaria y los animales, todos sagrados en este mundo
donde la vida es el mayor tesoro.
El Año Nuevo constituye un momento primordial en que ser humano y naturaleza pactan su vida en armonía,
celebrando la ceremonia ritual del Año Nuevo o del inicio de un nuevo ciclo de vida.

¿Quiénes lo celebran?
Los pueblos de cultura andina: Aymara, Quechua y Atacameños realizan ceremonias rituales del Año Nuevo. En
ellas dan gracias a la madre tierra (Pachamama) y al padre sol (Tata Inti) y le solicitan les traiga un año productivo
y rico en animales y cosechas para la comunidad. Los Likan Antai ruegan a la Pata Hoiri (madre tierra) y las
comunidades Colla en los últimos años han realizado ceremonias con el mismo fin.
El pueblo Mapuche celebra el Año Nuevo dando gracias a la madre tierra (Ñuke mapu) por su generosidad y
solicitándole sea benéfica con la comunidad en el año que comienza, que la tierra sea productiva.

Ceremonias rituales

Machaq Mara aymara


Ceremonia conocida históricamente como el Marat’aqa o separación del año. Esta fiesta es un momento para
corresponder con ofrendas a la generosidad de la Pachamama. Se hace un pago que es el reestablecimiento de la
armonía.

Inti Raymi quechua


Es una fiesta de agradecimiento a la naturaleza y al astro solar que las culturas andinas heredaron de los Incas. A
mediados del siglo XX y después que la conquista española suprimiera el rito, la Fiesta del Sol volvió al Cusco, su
antiguo centro ceremonial.
Likan Antai atacameño
En muchos lugares de los Andes, cuando las lluvias se atrasan demasiado, se realizan ofrendas especiales para
llamar a la lluvia con agua de mar o de manantiales grandes que no se secan nunca.

We Tripantu mapuche
También llamado Wiñoi Tripantu (regresa la salida del Sol). La ceremonia comienza antes que el Sol se oculte en el
horizonte. Habitualmente se realiza durante la noche del 23 de junio, y se espera hasta el amanecer la llegada del
“nuevo Sol que regresa” por el oeste. El ritual, que invoca a los antepasados, es dirigido por una machi o por el
lonko del lugar.

Colla o Kolla
Se celebra esta ceremonia en la actualidad en el centro ceremonial El Bolo, ubicado a una hora de Copiapó hacia
Inca de Oro. Comienza después de las siete de la tarde. Luego se enciende una fogata y se preparan comidas
tales como locro y asado de cabrito.

Aringa Ora o Koro Rapa Nui


En ella se festeja el ciclo anual de la vida, relacionado con la fertilidad y productividad. El ritual se realiza para
simbolizar una nueva temporada de siembra de los recursos naturales, tanto terrestres como marinos.

Вам также может понравиться