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Los pederastas en la Iglesia tienen en común que el clero los apaña y la grey
los defiende, estigmatizando a las víctimas. En días más un sacerdote acusado
por acoso afrontará juicio y, días atrás, un exclérigo se fugó de su juicio por
coacción sexual.
/ ABC ColorAM PLIA R
En 2010 el sacerdote Juan Andrés López Sosa fue condenado a 8 años de prisión
por violar a un niño de 11 años en Ciudad del Este. Otra sentencia conocida y más
reciente es de 2016, con una condena de 6 años de prisión al sacerdote Estanislao
Arévalos, quien abusó de dos monaguillos en la Iglesia del barrio San Vicente de
Asunción.
También fue a juicio oral y público el sacerdote Teobaldo Velázquez, acusado de acosar
sexualmente a un niño de 12 años, pero fue absuelto. No son conocidos públicamente
otros casos en los que sacerdotes tuvieran que sentarse -metafóricamente- en el
banquillo de los acusados... hasta ahora.
LIMPIO
Silvestre Olmedo Lezcano (59) era párroco de Limpio y reconoció, en una “mano a
mano” con jóvenes de la Iglesia, que le tocó presuntamente los pechos a la coordinadora
de la Pastoral de la Juventud de esta ciudad. La víctima tenía 20 años. Lo que no sabía
el sacerdote es que estos chicos grabaron la conversación y la filtraron a la prensa.
Recién después de que el manoseo tomara estado público, las autoridades eclesiásticas
decidieron abrir una investigación y apartar a Olmedo del cargo; no antes. Igualmente,
ya adelantaron que el religioso no perderá su Ministerio, independientemente de si es
condenado o no la próxima semana. Su juicio es el 7 de junio.
Esto es un ejemplo de que clero, al igual que en la mayoría de los gremios, actúa
corporativamente. Entonces se entiende -pero sigue siendo irracional- que los feligreses
también apoyen ciegamente a abusadores y pederastas; que ataquen y estigmaticen a las
víctimas. Esto ocurrió en Limpio: hubo manifestaciones a favor de un sacerdote que
reconoció haber manoseado a una joven.
Un caso más terrible sucedió en Paso Yobái, Guairá. Seis jóvenes de entre 16 y 21 años
entre los años 2011 y 2013 fueron manoseados, abusados y presionados a tener contacto
sexual por el entonces párroco Gustavo Adolfo Ovelar Núñez y el vicario Francisco
Javier Bareiro Acosta, según sostiene una acusación del Ministerio Público. Un
catequista empezó reunir los testimonios de las víctimas y, con la ayuda de un sacerdote
de San Juan Bautista, se organizaron para denunciarlos ante su congregación y ante la
Justicia, a fines de 2014.
Fin de semana de por medio, durante cuatro meses, Ovelar lo visitaba en las noches y
abusaba de él, de acuerdo con su denuncia. Al día siguiente, impoluto, oficiaba una
celebración eucarística mientras que la víctima hacía de monaguillo. Pero el joven narra
que no perdió la fe y que no le guarda rencor al sacerdote. Sí pide a la Iglesia Católica
trabajar para evitar que otro niño sufra lo mismo.
Tanto fue así que de los seis jóvenes que inicialmente se animaron a denunciar a Ovelar
y Bareiro, dos se retractaron. Pero con los elementos que se juntaron había pruebas
suficientes para sostener una acusación.
Sin embargo, Gustavo Olevar se fugó antes de la audiencia preliminar. Su exmano
derecha, Francisco Bareiro, se presentó en el primer día del juicio, el 17 de mayo
pasado, en el Palacio de Justicia de Villarrica. Pero al día siguiente ya no apareció. Se
sospecha que escapó ante la inminencia de una condena.
ANTECEDENTES