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¿QUIENES SON LOS

MISIONEROS?
.
La vocación misionera comenzó así…

Todos hablaban de él, de cómo era, de lo que hacía, de la doctrina


nueva que predicaba. Cada cual comentaba a su manera,
manifestaba distintas opiniones, tomaba diversas posturas. Su
nombre: Jesús de Nazareth, Jesucristo. Fue un ciudadano de Israel,
colonia del Imperio Romano. Nació hace poco más de 2.000 años en
Belén, hijo de una joven Virgen llamada María.

Vivió su infancia y juventud en Nazareth como uno más del pueblo, un


carpintero. Cuando tenía unos treinta años se lanzó por los caminos a predicar
el Reino de Dios y la salvación del hombre, a decirnos cómo podíamos
hacernos más plenamente personas y así vivir mejor. Reunió a doce amigos:
Pedro, Santiago, Juan, Lucas, Andrés, Felipe, Bartolomé, Tomás, Tadeo,
Santiago hijo de Zebedeo, Simón y Judas, gente como él que no tenían
riquezas ni mucha cultura.

Durante dos años convivió con ellos y les compartió la Buena


Noticia que Dios Padre le había eviado a predicar. El pueblo lo
siguió y lo quiso porque nadie jamás había hablado como El, ni los
políticos, ni los doctores, ni los sacerdotes. Nadie, porque El era el
Hijo de Dios. Dios Padre, que quiere que todos se salven,
había enviado a su hijo Jesucristo (el Misionero del Padre) a
anunciarle a la humanidad que el Reino de los Cielos estaba cerca, que
había que creer en El y convertirse a una vida nueva, a una vida de hijos
de Dios...

Iba siempre rodeado de gente pobre y pasaba haciendo el bien a todos.


Remediaba necesidades, enseñaba una nueva forma de vivir. Se declaró Hijo
de Dios porque lo era, y por eso lo mataron, aunque pusieron otras excusas:
que era un blasfemo, un revolucionario. Selló con su muerte sus palabras.
Murió en una cruz porque fue fiel hasta el fin al amor. Murió para salvarnos.

Pero al tercer día resucitó y antes de irse definitivamente confirmó la


universalidad de su mensaje y de su salvación. Jesucristo se
apareció a sus discípulos y les ordenó: "Vayan por todo el
mundo, prediquen el Evangelio a todas las gentes". Claro: él solo
había logrado alcanzar ese pedacito de mundo que era Israel, pero
había venido para todos, había salvado a todos. Los suyos, los
bautizados debían y debemos compartir aquella salvación.

.
En un primer momento, los discípulos titubearon, no comprendieron el
mandato. Pero pocos días después, recibieron el Espíritu Santo y
entonces comprendieron la misión que Jesucristo les había
encomendado. Misión es evangelizar, es dar a todos lo que es de
todos: la salvación. Evangelizar es dar a conocer a Jesucristo a los que
no lo conocen es la responsabilidad fundamental de los cristianos,
constituye su misma identidad. El Espíritu les dio la fuerza y la valentía para
proclamar a todo el mundo la Buena Noticia y los impulsó hasta los
confines de la tierra.

Se fueron. No titubearon un solo instante. Se repartieron el


mundo entonces conocido y fueron predicando: Asia menor,
Grecia, Roma, las primeras etapas de la gran empresa
misionera que debía llegar hasta los confines de la tierra. Poco a
poco fueron llevado el mensaje de Jesucristo a todas partes.
Cuando América fue descubierta, junto a los colonizadores
llegaron también misioneros para anunciar en estas tierras la Buena Nueva.

Son los misioneros, enviados con la tarea específica


de anunciar a Jesucristo a aquellos que aún no lo
conocen, fundar la Iglesia donde todavía no existe y
proclamar a todos que el Reino de Dios ya está en
medio de nosotros.

Sin embargo, hoy constatamos con tristeza que las cosas no


van bien. Es más: van mal. El balance es decepcionante.
"Vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio a todos,
bauticen", son palabras que suenan a mandato, orden de
trabajo, urgencia, compromiso de trabajo. ¿Por qué después
de casi dos mil años sólo se ha anunciado a la cuarta parte
de la humanidad? ¿Por qué quedan tres cuartas partes de la
humanidad sin conocer a Jesucristo? De continuar a ese ritmo, en la mejor de
las hipótesis necesitamos 6.000 años más para evangelizar al resto de la
humanidad. Sin tomar en cuenta que las estadísticas actuales indican que no
mantenemos el ritmo, que la evangelización procede más lentamente que el
aumento de la población, que los misioneros en vez de aumentar, disminuyen.

Somos todos misioneros. Es una afirmación muy bonita, pero


muy poco tomada en serio. Nadie que crea en Cristo puede lavarse las
manos en este compromiso. No hay descanso mientras quede un solo hombre
sin saber que Cristo ha venido a salvarlo, a salvar a todos.

La vocación misionera es esencialmente un llamado que Dios hace a quien


quiere, para un servicio especial a los más pobres y marginados
espiritualmente para llevarles el amor de Cristo. Es "un santo desespero" por
que Cristo sea conocido y amado. El misionero ha comprendido que nadie
es más pobre que quien no conoce a Jesucristo. Va, habla, actúa, inventa,
se deshace. Da la vida para que todos lleguen pronto al conocimiento de la
verdad y tengan vida verdadera. Nada ni nadie lo detiene en esta marcha
evangelizadora, y cuando ha sembrado la fe y ha logrado construir una
comunidad cristiana capaz de vivir por sí misma, lo deja todo y se marcha
nuevamente. Otros hermanos más pobres lo esperan. No puede detenerse a
cultivar: él es un sembrador. Al detenerse traicionaría su vocación misionera.

Todos estamos llamados a ser misioneros. Todos,


dentro de nuestras posibilidades, podemos sumarnos a esta tarea grandiosa de
anunciar a Jesucristo hasta los confines de la tierra. La Iglesia actual brinda
distintas posibilidades para encauzar las inquietudes misioneras de religiosos
y laicos:

Miles de Sacerdotes, Religiosos y Religiosas en todo el mundo, viven su


vocación misionera mediante su pertenencia a Institutos y
Congregaciones Religiosas Misioneras. También sacerdotes del clero
secular, descubren este llamado a la misión y solicitan ser enviados a "tierras
de misión". (haz click para ver más)

La Infancia y Adolescencia Misionera es una Obra de la Iglesia que


busca despertar la vocación misionera en los niños desde temprana edad. Bajo
el lema "Hagamos amigos para Jesús", miles de niños de cuatro a doce años
y adolescentes de doce a diecisiete años de todo el mundo, forman parte de la
Infancia y Adolescencia Misionera y buscan anunciar a Jesucristo entre los
niños y adolescentes de su edad.(haz click para ver más)

La Juventud Misionera es un Servicio de animación misionera que busca


comunicar y crecer en la fe católica, promoviendo el compromiso y la vocación
misionera, en y desde los jóvenes para el mundo.(haz click para ver más)

Los Grupos Misioneros son una realidad de la Iglesia que


congrega a jóvenes y adultos, que deciden consagrar su vida a
la predicación del Evangelio. Ellos estudian, trabajan, forman su
familia como cualquier otro, pero son en su medio, testimonio
vivo del Evangelio de Jesucristo. Se reúnen periódicamente para
prepararse y conocer más a fondo el Mensaje de Jesús, y realizan algún
apostolado concreto, ya sea en catequesis, visitando Hospitales, Hogares de
Niños o Ancianos. Y cada año ofrecen parte de sus vacaciones dejándolo todo
para ir "más allá de las fronteras" a algún pueblo o barrio, donde la Iglesia aún
no está establecida. Allí van y se instalan durante una o dos semanas, o un
mes, para predicar a Jesucristo con hechos y palabras, buscando formar una
comunidad cristiana. (haz click para ver más)

Familia Misionera: es otra rama de la obra misionera de los laicos. Muchas


familias deciden consagrarse a la misión. Son padres y madres que junto a sus
hijos, se entregan a la vocación misionera, y juntos van allí donde no llegan los
sacerdotes y religiosos a predicar a Jesucristo y a ser fermento vivo del Reino
de Dios.(haz click para ver más)

Enfermos y Ancianos Misioneros: También los que están


imposibilitados por su edad o enfermedad, de salir a predicar
activamente el mensaje de Jesucristo, pueden ser misioneros,
ofreciendo su sufrimiento y sus oraciones en favor de las misiones de
todo el mundo. Ellos, con sus sacrificios y su oración, son el motor
que mueve la inmensa maquinaria de la evangelización. (haz click para
ver más)

Los Misioneros Parroquiales: son los encargados de llevar adelante la


misión permanente "ad intra" en una Parroquia. Pueden ser un grupo en sí
mismo, o ser un equipo constituido por miembros de los apostolados,
asociaciones y movimientos que funcionan en la Parroquia.(haz click para ver más)

En todo el mundo, miles de hombres y mujeres, religiosos y laicos,


jóvenes y adultos, prestan un servicio a la Iglesia como misioneros,
ofreciendo su tiempo y sus capacidades para el anuncio del Evangelio
a quienes no lo conocen. (haz click para ver los misioneros en el mundo)

Todos, absolutamente todos, podemos encontrar


un lugar en la Iglesia para responder al llamado
que nos hace Dios a ser misioneros.
Como para toda vocación, Dios no acostumbra a bajar en forma
estruendosa del Cielo para llamar a la vida misionera. Interviene
siempre de modo discreto, respetuoso de nuestra realidad. Una
lectura, un video, una representación, un encuentro, unas
estadísticas, una inquietud interior que se va intensificando, en una
palabra, todo puede dar la sensación inicial de que la Vocación
Misionera es posible para uno mismo y no sólo para los demás.
Cuando se ha descubierto la alegría interior del Cristo Resucitado
ya no se puede guardar para sí. Se comparte con los demás, y los demás son
todos, incluso los miles y millones que aún no conocen a Jesucristo. Entonces
las renuncias, los sacrificios, las persecuciones y todas las dificultades de la
vocación misionera toman sentido, porque lo único importante es predicar a
Cristo y su salvación.
Nosotros somos misioneros. Hemos descubierto en
nuestras vidas el llamado de Jesucristo a ser sus testigos hasta los
confines de la tierra. Y
tal vez hoy, Dios te está
llamando a vos también. ¡Sí! ¡A vos, que estás frente
a tu PC en este momento! ¿Por qué no? Sólo es cuestión de
animarse, de escuchar la voz de Dios y de ser valiente para decirle que sí. ¿Te
animás?
TEMA N° 04: "La Vocación Misionera de la Iglesia"

Los discípulos fueron enviados a cumplir su misión

COMIENZOS DE LA VOCACIÓN MISIONERA


DE LA IGLESIA
Todos hablaban de él, de cómo era, de lo que hacía, de la doctrina nueva
que predicaba. Cada cual comentaba a su manera, manifestaba distintas
opiniones, tomaba diversas posturas. Su nombre: Jesús de Nazareth, Jesucristo.
Fue un ciudadano de Israel, colonia del Imperio Romano. Nació hace poco más
de 2.000 años en Belén, hijo de una joven Virgen llamada María.

Jesús enseñando
Vivió su infancia y juventud en Nazareth como uno más del pueblo, un
carpintero. Cuando tenía unos treinta años se lanzó por los caminos a predicar
el Reino de Dios y la salvación del hombre, a decirnos cómo podíamos hacernos
más plenamente personas y así vivir mejor. Reunió a doce amigos: Pedro,
Santiago, Juan, Lucas, Andrés, Felipe, Bartolomé, Tomás, Tadeo, Santiago hijo
de Zebedeo, Simón y Judas, gente como él que no tenían riquezas ni mucha
cultura.
Durante dos años convivió con ellos y les compartió la Buena Noticia que
Dios Padre le había enviado a predicar. El pueblo lo siguió y lo quiso porque
nadie jamás había hablado como El, ni los políticos, ni los doctores, ni los
sacerdotes.
Iba siempre rodeado de gente pobre y pasaba haciendo el bien a todos.
Remediaba necesidades, enseñaba una nueva forma de vivir. Se declaró Hijo de
Dios porque lo era, y por eso lo mataron, aunque pusieron otras excusas: que
era un blasfemo, un revolucionario. Selló con su muerte sus palabras. Murió en
una cruz porque fue fiel hasta el fin al amor. Murió para salvarnos.
Pero al tercer día resucitó y antes de irse definitivamente confirmó la
universalidad de su mensaje y de su salvación. Jesucristo se apareció a sus
discípulos y les ordenó: "Vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio a
todas las gentes".

VOCACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA ACTUAL


La actividad misionera de la Iglesia tiene en la actualidad una serie de
desafíos que de alguna manera deben ser afrontadas por la comunidad cristiana
para implicarse con radicalidad en el compromiso salvador de Dios a favor de la
humanidad.
En la actualidad, el mundo requiere de una nueva evangelización, pues
la mente, las condiciones de vida y la problemática del hombre son diferentes.

Teresa de Calcuta
La Iglesia vive una profunda crisis de la que poco a poco se está
rehaciendo con grandes esfuerzos y que ha dejado una triste secuela de pérdida
de fe, de falta de vocaciones sacerdotales, religiosas y pastores de incertidumbre
y desorientación en muchos fieles.
Hay más gente a la que se debe orientar y atender y el número de
servidores de Dios es insuficiente para ello. La acción del laico se vuelve
indispensable para que la misión de la Iglesia llegue a cumplirse en todos los
hombres.
Han surgido, dentro del seno de la Iglesia, diversos grupos y
organizaciones que corrompen la pureza de la fe y la recta interpretación de la
doctrina, fomentando lo que ellos mismos llaman un “magisterio paralelo”,
opuesto a las enseñanzas del verdadero Magisterio de la Iglesia.
UN MANDATO, UNA MISIÓN

Ayudar al hermano
Las palabras del Señor: “Vayan, pues, y enseñen a todas las gentes,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a observar cuanto Yo les he mandado. Yo estaré con ustedes
siempre, hasta la consumación del mundo” (Mt 28, 16-20) contienen el así
llamado mandato misionero. Son deberes que Cristo confía a sus apóstoles y
definen al mismo tiempo la naturaleza misionera de la Iglesia.
El Concilio Vaticano II expresa esta verdad de esta manera: “La Iglesia
peregrinante es, por naturaleza, misionera, puesto que toma su origen de la
misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios
Padre”. Por tanto, La Iglesia se encuentra siempre en “estado de misión” y está
siempre en camino.

NECESIDAD DE UNA RENOVACIÓN


Y este carácter misionero de la Iglesia se ha renovado sucesivamente en
hombres concretos, de generación en generación. Es muy importante caminar
sobre las huellas de estos hombres, a quienes, en las distintas épocas, se les ha
confiado el Evangelio como obra de salvación del mundo. Es necesario verlos
tal como los fue plasmando el Espíritu Santo para contemplar de cerca la realidad
que esconde en sí la vocación misionera. Sin embargo, frente a los continuos
cambios que ofrece la cultura, la Iglesia debe renovar su conciencia misionera,
que en la práctica apostólica y pastoral de nuestros tiempos, exige ciertamente
muchas aplicaciones nuevas; entre ellas, una renovada actividad misionera de
la Iglesia, que debe hallar nuevos ardores, nuevos métodos y nuevas
expresiones.

VOCACIONES MISIONERAS
Este esfuerzo de renovación nos debe ayudar a tomar conciencia
también de que en la Iglesia todos desarrollamos una labor evangelizadora. Más
aún, Cristo continúa eligiendo a los hombres que quiere “para que le acompañen
y para enviarlos a predicar a las gentes”. De este modo la narración del envío de
los apóstoles se hace historia de la Iglesia desde la primera a la última hora.
La calidad y el número de estas vocaciones son el signo de la presencia
del Espíritu Santo, porque es el Espíritu quien distribuye los carismas según
quiere para utilidad común. En efecto, para este bien supremo Él “inspira la
vocación misionera en el corazón de cada uno”. Así, pues, el Espíritu inspira y
mueve a los hombres elegidos, para que la Iglesia pueda encargarse de su
responsabilidad evangelizadora.

TODOS SOMOS MISIONEROS


Todos estamos llamados a la misión. Todos, dentro de nuestras
posibilidades, podemos sumarnos a esta tarea grandiosa de anunciar a
Jesucristo hasta los confines de la tierra.
La Iglesia actual brinda distintas posibilidades para encauzar las
inquietudes misioneras de clérigos ylaicos. Así tenemos que miles de
sacerdotes, religiosos y religiosas en todo el mundo, viven su vocación misionera
mediante su pertenencia a Institutos y Congregaciones Religiosas misioneras.
También sacerdotes del clero secular, descubren este llamado y solicitan ser
enviados a “tierras de misión”. Y lo mismo sucede con un sinnúmero de laicos
comprometidos.
Por otro lado, en la Iglesia hay Obras que buscan despertar la vocación
misionera. Así tenemos la Infancia y Adolescencia Misionera, la Juventud
Misionera, los Grupos Misioneros, la Familia Misionera, Enfermos y Ancianos
Misioneros, Misioneros Parroquiales, etc. Todos, absolutamente todos, podemos
encontrar un lugar en la Iglesia para responder al llamado que nos hace Dios a
ser misioneros.

EN CONCLUSIÓN:
Dios constituyó la Iglesia de Jesucristo para que proclame el evangelio en
el mundo; para que edifique a los creyentes en Cristo; para que adore a Dios y
defienda las verdades infalibles de la Biblia.
La iglesia tiene que seguir esforzándose en la defensa de la fe, y tenemos
que hacerlo, porque los traficantes arremeten cada día con más fuerza; están
arrastrando a muchos buenos cristianos y están confundiendo a otros. Lo más
preocupante es, que hasta ministros de Cristo, están siendo arrastrados por las
corrientes de apostasía vigentes.
Jesús y los Jóvenes
La Iglesia verdadera de Cristo no puede quedarse pasiva y en silencio,
sino que asidos de las verdades del evangelio tenemos que “pelear la buena
batalla de la fe”.
También debemos recordar que a través de la historia, predicar el genuino
evangelio de Cristo siempre ha tenido un costo. Actualmente los cristianos están
siendo perseguidos en países de influencia atea o musulmana, como en Corea
del Norte Albania, en los países árabes, entre otros. En Costa de Marfil (África)
los cristianos son perseguidos, torturados y quemados; pero esas situaciones
jamás ha amedrentado a la iglesia fiel de Cristo. No han podido, silenciarla ni
detenerla en el cumplimiento de su misión.
La iglesia, en la autoridad soberana de Cristo, bajo el poder del Espíritu
Santo, tiene que seguir cumpliendo la Gran Comisión. Es nuestra
responsabilidad y privilegio como iglesia de Jesucristo.
No olvidemos que, todos estamos llamados a ser misioneros. Todos,
dentro de nuestras posibilidades, podemos sumarnos a esta tarea grandiosa de
anunciar a Jesucristo hasta los confines de la tierra.

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