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Ensayo sobre el libro “El homo videns.

La sociedad teledirigida”

El libro “El homo videns. La sociedad teledirigida” es de Giovanni Sartori,


filósofo italiano y prestigioso pensador especializado en el análisis de la política
comparada. Licenciado en 1946, es uno de los fundadores de la primera
Universidad de Ciencias Políticas en Italia. Además es uno de los politólogos que
con más juicio ha abordado la reflexión epistemológica sobre los métodos de
investigación y los objetivos del conocimiento en las Ciencias Sociales.

Entre otros galardones, Sartori recibió en 2005 el Premio Príncipe de


Asturias de Ciencias Sociales y un doctorado Honoris Causa de la Universidad
Nacional Autónoma de México en 2007.

El sentido que, a mi parecer, tendría el título “El homo videns” sería el del
destino de un hombre que utiliza la mayor parte de su inapreciable tiempo libre sólo
en ver videos, películas, imágenes y videojuegos.

Nos encontramos en plena y rapidísima revolución multimedia. Un proceso


que tiene numerosas ramificaciones (internet, ordenadores personales,
ciberespacio, celulares) que, se caracteriza por llevarnos a ver videos e imágenes,
y, como consecuencia, llevarnos a un modo de vivir que consume una gran parte
de nuestro tiempo. Nos lleva a un vídeo-vivir. Pero ¿realmente nos beneficiamos
con polarizar la mayor parte de nuestra fuente de conocimiento en sólo lo que se
pueda ver en imágenes y videos? ¿Dónde está el grave peligro en esta nueva
manera de entretenernos?

La grave falencia de esta nueva manera de utilizar el tiempo que nos sobra,
si sobra, es que empobrece drásticamente nuestra facilidad de expresión, es decir,
nuestra riqueza de vocabulario, porque la imagen y el video sólo basta con que
sean vistos sin necesidad de explicar nada, a excepción del uso de algunas
palabras mínimas necesarias. Existe entonces un retroceso o regresión en el
avance de la cultura, cuya característica principal es la de enriquecer al hombre y
facilitarle la expresión de sus problemas y la solución de los mismos. He aquí la
raíz del problema que casi sin darnos cuenta imponen los actuales medios
multimedia.

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La opinión pública, que a pesar de ser sólo opinión se tiene en cuenta en las
propuestas de gobierno durante un proceso electoral, ya no sabe por ejemplo qué
debería hacer un gobierno para favorecer el bien común o qué propuestas o planes
debería implementar. Se conforman con votar por personajes que pasan a ser muy
conocidos sólo por su aparición en imágenes y videos. Estos personas nunca, la
mayoría, se preocuparon por conocer alguna solución a los problemas sociales que
desde que asuman el poder deberán ocuparse. Entonces ya todo transcurre como
por inercia. El sistema económico instalado continúa campante enriqueciendo a
unos pocos que desean continúe el sistema, mientras que continuamente va
aumentando el número de pobres y los bolsones de miseria.

¿De qué temas por ejemplo podría adolecer una persona desde niño adicto
a la pantalla? De temas que tengan que ver con la política y las Humanidades.
Según Sartori “saber de política es importante aunque a muchos no les importe,
porque la política condiciona toda nuestra vida y nuestra convivencia. La ciudad
perversa nos encarcela, nos hace poco o nada libres; y la mala política -que
obviamente incluye la política económica- nos empobrece.”

Actualmente existe un proyecto denominado La Filosofía para niños. Uno de


sus impulsores es un profesor de Ciencias Sociales y de Filosofía, Jordi Nomen, de
la escuela Sadako de Barcelona y autor de un libro titulado El niño filósofo, cómo
enseñar a los niños y a las niñas a pensar por sí mismos. Para él, la filosofía es un
saber que se les debe enseñar a los niños ya desde pequeños. ¿Por qué? Porque,
dice, la filosofía es un saber que nos hace críticos, cuidadosos, hace que podamos
pensar por nosotros mismos y ser creativos para resolver los problemas, y,
cuidadosos para tener en cuenta a los demás. Los niños y las niñas para conseguir
libertad deben filosofar. Dice también que “la Filosofía nos enseña a cambiar de
opinión porque nos dan unas preguntas que nos ponen en cuestión, y ante esa
puesta en cuestión nosotros debemos reelaborar lo que pensamos”.

Continúa diciendo que “necesitamos que nos pregunten mucho, porque las
preguntas nos hacen reflexionar. Nos hacen falta las preguntas y no están en
Google. Las Humanidades nos humanizan. Y renunciar a las Humanidades, para
mí, es renunciar a la humanidad.”

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Otro peligro de la afición a las pantallas es la de evadirnos de la realidad.
Una película recientemente estrenada, del 2018, titulada Ready Player One, dirigida
por Steven Spielberg, trata este tema. De personas que viven en la miseria y cuya
única manera de evadirse de esta situación es pasar, durante el tiempo que tienen
libre, en el ciberespacio. Incluso toda la vida social de estas personas transcurre en
este mundo, porque sólo se comunican por este medio. En realidad es todo un
mundo. En este mundo se puede viajar adonde se quiera, no sólo sobre la tierra,
sino también a otros mundos del universo, visitando incluso otras galaxias, hasta
donde fue la imaginación de los que crearon el programa. Es como ser parte de
una película donde uno decide qué papel protagonizar, en qué lugar y en qué temas
de su interés. Es como vivir en otro mundo, un mundo ficticio, pero donde se tiene
todo lo que no se está pudiendo tener en éste.

Pero en este mundo uno puede moverse según el dinero que tenga. Muchos
pierden casi todo su dinero, motivados por las posibilidades de ganancia que se les
ofrece si ganan alguna competencia al apostar dinero y siendo más posible la
ganancia cuanto más dinero se apueste.

Volviendo a nuestro homo videns y cómo se le empobrece el lenguaje,


Sartori se pregunta si es verdadero o falso que el hombre vídeo-formado se ha
convertido en alguien incapaz de comprender abstracciones, de entender
conceptos. .

“Las civilizaciones se desarrollan con la escritura, y es el tránsito de la


comunicación oral a la palabra escrita lo que desarrolla una civilización (cfr.
Havelock, 1973).” La capacidad simbólica del lenguaje distancia al hombre del
animal, pero el hecho de sólo ver lo acerca más al cavernícola, un hombre sin
cultura.

Es, pues, un adulto marcado durante toda su vida por una atrofia cultural. El
término cultura posee dos significados. En su acepción antropológica y sociológica
quiere decir que todo ser humano vive en la esfera de su cultura. Vive en un
contexto coordinado de valores, creencias, conceptos y, en definitiva, de
simbolizaciones que constituyen la cultura. Así pues, en esta acepción genérica
también el hombre primitivo o el analfabeto poseen cultura.

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Pero cultura es además sinónimo de «saber»: una persona culta es una
persona que sabe, que ha hecho buenas lecturas o que, en todo caso, está bien
informada. En esta acepción restringida y apreciativa, la cultura es de los «cultos»,
no de los ignorantes. Y éste es el sentido que nos permite hablar (sin
contradicciones) de una «cultura de la incultura» y asimismo de atrofia y pobreza
cultural.

El niño formado en la imagen se reduce a ser un hombre que no lee, y, por


tanto, la mayoría de las veces, es un ser «reblandecido por la televisión», adicto de
por vida a los videojuegos o a los videos que vea en la pantalla.

Casi todo nuestro vocabulario consiste en palabras abstractas que no tienen


ningún correlato en cosas visibles, y cuyo significado no se puede trasladar ni
traducir en imágenes. Ciudad es todavía algo que podemos «ver»; pero no nos es
posible ver nación, Estado, soberanía, democracia, representación, burocracia,
etcétera; son conceptos abstractos elaborados por procesos mentales de
abstracción que están construidos por nuestra mente como entidades. Los
conceptos de justicia, legitimidad, legalidad, libertad, igualdad, derecho (y
derechos) son asimismo abstracciones «no visibles». Y aún hay más, palabras
como paro, inteligencia, felicidad son también palabras abstractas.

Los llamados primitivos son tales porque en su lenguaje destacan palabras


concretas. Y de hecho, durante milenios los primitivos no se movieron de sus
pequeñas aldeas y organizaciones tribales. Por el contrario, los pueblos se
consideran avanzados porque han adquirido un lenguaje abstracto -que es además
un lenguaje construido en la lógica- que permite el conocimiento analítico-científico.

Los videos y las imágenes anulan los conceptos, y de este modo atrofian
nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender.
Y éste es el proceso que se atrofia cuando el homo sapiens es suplantado por el
homo videns. El lenguaje conceptual (abstracto) es sustituido por el lenguaje
perceptivo (concreto) que es infinitamente más pobre: más pobre no sólo en cuanto
a palabras (al número de palabras), sino sobre todo en cuanto a la riqueza de
significado, es decir, de capacidad connotativa.

Internet podría tener tres posibilidades de empleo: 1) una utilización


estrictamente práctica, 2) una utilización para el entretenimiento, y 3) una utilización

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educativo-cultural. Proporciona productos a medida de diferentes intereses, pero
estos intereses ya fueron redirigidos desde niños hacia temas superfluos.

Sólo una persona culta sabrá seleccionar de Internet los temas que
realmente sirvan para adquirir información y conocimientos y sabrá liberarse de una
avalancha de mensajes sin importancia.

Este ensayo fue realizado gracias a la asignatura Seminario. El tema


principal de esta asignatura fue la de dar respuesta a cuál sería el destino de la
humanidad ante la situación actual del mundo. Desde la perspectiva del libro El
homo videns. La sociedad teledirigida, la humanidad, a mi parecer, podría
convertirse en una sociedad fácilmente dominada y sometida a la ideología
dominante donde sólo unos pocos serían los dueños de la mayor parte de las
riquezas del mundo mientras que la mayoría tendrían que conformarse con lo
mínimo necesario para vivir. Esto sería así si los individuos no se interesan por la
vida política, el bien de la sociedad y si no se forman en los temas que les permita
progresar.

Mario Efrén Núñez Díaz

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