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COMENTARIOS SOBRE EL CAPITULO II DEL VOLUMEN I DE LA OBRA DE

FRIEDRICH AUGUST HAYEK. “DERECHO, LEGISLACIÓN Y LIBERTAD”

Luis Alberto Fernández Ramírez.1

Continuando con la publicación anterior, en esta ocasión analizaremos las


ideas que el citado autor expresa en el capítulo II de su obra titulado “Cosmos y
Taxis”.

Hayek centra la discusión en el concepto de orden, señalando dos tipos de


órdenes existentes: uno al que denomina “espontáneo” y otro al que denomina
“creado”. Explica que el orden espontáneo o endógeno ha tenido más tratamiento
en el campo de la economía y la biología así como del resto de ciencias naturales.
Por su parte el orden creado o exógeno puede ser catalogado o entendido como
una estructura u organización.

Señaló que en Grecia existió una terminología adecuada para diferenciar


este tipo de órdenes, denominado taxis para el orden creado y kosmos para el
orden espontáneo.

Respecto al orden espontaneo –kosmos-, Hakey señala sus propiedades


específicas, al establecer que dicho tipo de órdenes no están limitados a un grado
de complejidad pues no son creados por ninguna mente; son de tipo abstracto por
lo que muchas veces no están al alcance de nuestros sentidos; y existen per se,
es decir, no son creados intencionalmente por nadie, no persiguen ninguna meta o
fin específico. Además que los órdenes espontáneos nacen de la sumisión de sus
elementos a ciertas normas, como reacción de los mismos a las realidades del
medio que las rodea, lo cual implica que dicha sumisión es entendida de un modo

1
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Abogado y Notario. Universidad Rafael Landívar. Maestro en
Derecho Civil y Procesal Civil. Universidad San Carlos de Guatemala. Master en Ciencias Forenses.
Universidad de Valencia, España. Doctorando en Derecho. Universidad de Occidente. Juez de Sentencia de
Quetzaltenango. Organismo Judicial, Guatemala.
voluntario o no intencional, pero que no es producto de una imposición o fuerza
externa.

Lo anterior nos introduce a un elemento sumamente complejo pero


importantísimo de entender como lo es el concepto de “norma”, a efecto de
distinguir ambos órdenes a los cuales Hayek se refiere, señalando que: El
concepto de norma, tal como está siendo utilizado en el contexto presente, no
implica que el conjunto de reglas hayan sido enunciadas en forma expresa, sino
tan solo que puedan descubrirse aquellas que realmente gobiernan el
pensamiento individual. Tal y como afirma posteriormente: No cabe duda que el
hombre no es conciente de cuantas normas gobiernan su actividad, en el sentido
de poder enunciarlas verbalmente. Extremo este que recalca la sumisión o
sometimiento a dichas normas aun sin conciencia propia de tal sumisión, de ello
deriva su carácter espontáneo.

No obstante, Hayek reconoce que los órdenes espontáneos surgen sobre la


base de normas que no fueron creadas deliberadamente por nadie, pero en su
desarrollo las personas van aprendiendo a mejorar dichas normas. Por ello puede
afirmarse que en nuestra sociedad, solo las normas de carácter jurídico son
resultado de la intención, en tanto las normas de la costumbre y de la moral son
de índole espontánea. Esto evidencia que la positivización de las normas a través
de su expresión escrita, no son creación de las normas, sino simple
reconocimiento y manifestación de lo que existente previamente.

Lo mismo ocurre con la organización de cualquier grupo social, donde


puede existir una colaboración basada en un orden espontáneo o bien a través de
un ordenamiento deliberado, por ejemplo aquella entidad a la que denominamos
“Gobierno”. La cual la mayoría de las veces deviene necesaria tanto por su función
coercitiva, (hacer cumplir las normas); como por su función prestadora de
servicios, a través de la administración de los recursos asignados. Ello pone en
evidencia la necesidad de los grupos sociales más desarrollados por establecer un
orden creado –taxis en términos de Hayek- a efecto de organizar adecuadamente
a la colectividad para lograr su buen funcionamiento y que a través de ese
ordenamiento se alcance el fin o meta previamente establecido. A guisa de
ejemplo la misión y razón de creación del Estado. (Asamblea Nacional
Constituyente, 1985), artículo 1º., de la Constitución refiere: “El Estado de
Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es
la realización del bien común”

Dicho artículo pone de manifiesto lo que Hayek explica, inicialmente la


existencia de un orden creado, también denominado organización o estructura, en
éste caso un ente llamado Estado (el cual es considerado como una persona
jurídica –artículo 15 del Código Civil-, lo cual pone de manifiesto el pensamiento
antropomórfico del cual se ha hecho referencia en ocasiones anteriores.) Pero
sobre todo que dicha organización es creada para cumplir fines determinados
(protección de la persona y la familia, así como la consecución del bien común.)

Es oportuno recalcar, la organización sirve para cumplir un fin determinado,


es decir, lo que se ordena es la organización misma más no el comportamiento de
todos los integrantes del grupo social pues sería sumamente complejo sino
imposible, que una mente única regule a plenitud y con absoluto detalle la
conducta de cada individuo en lo particular, algo que el Derecho reconoce al
señalar la falta de plenitud del ordenamiento jurídico y las lagunas legales
resultantes.

De hecho nuestra Constitución reconoce dicha imposibilidad de regular


cada aspecto de la vida de los sujetos particulares y por ello establece: “Artículo 5.
Libertad de acción. Toda persona tiene derecho de hacer lo que la ley no
prohíbe…” Lo cual evidencia que el orden creado solo limita ciertas conductas
dejando abierta la esfera de libertad de acción de cada sujeto.
Bibliografía
Asamblea Nacional Constituyente. (1985). Constitución Política de la República de Guatemala.
Guatemala: Cultural Guatemalteca.

Hayek, F. A. (1973). Derecho, Legislación y Libertad. Madrid: Unión Editorial.

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